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Versión reescrita por N. Brachet, sobre la base del libro "Leyendas de mi tierra"
de Antonio Diaz Villamil (Libreria - Editorial "Juventud")
Cada noche, los dos reyes contemplaban con orgullo el esplendor de su estrella. Al
lado de esas brillaban con menos esplendor las estrellas de su hijo. El brillo de las
estrellas reales crecían cada día un poco mas a medida que las conquistas y
riquezas de los dos reinos se acumulaban.
Los años pasaron, el orgullo de los dos reyes crecía, como su preocupación sobre el
brillo de la estrella de su rival. Un sentimiento de celos les invadía poco a poco, y
fue Illampu quien sucumbió primero a su deseo de poner fin al brillo provocador de
la estrella rival. El consejo de sabios le recomendaron empezar una guerra contra
Illimani, para eliminar del poder al soberano y, por consecuencia, apagar para
siempre su estrella. Illampu siguió el consejo de sabios y declaro la guerra a
Illimani.
Leyenda de la Kantuta
La leyenda de la Kantuta
Publicado en octubre 27, 2014 por Sinalefa
15 Votos
Existe una canción popular cuya música muchos niños saben tocar con la flauta, la letra
dice así:
Leyendas,mitos,tradiciones e
historias del mundo entero
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viernes, 23 de agosto de 2013
El Inca que dominaba el Imperio en esa época era el más imponente, cruel y sanguinario de
todos los incas que habían gobernado el Imperio, no permitía que ni los nobles contradijeran
sus ideas.
Este Inca acostumbraba visitar el adoratorio de Copacawana todos los años en invierno. Y en
esa ocasión de largo trayecto entre cerros y lagunillas llevaba consigo a su hija cuya fama de
belleza y virtudes se había extendido por todo el Imperio.
Esta hermosa doncella que por primera vez acompañaba a su padre en este largo peregrinar,
al llegar al destino, divisó a las orillas del Lago a un joven apuesto de origen plebeyo, del cual
quedo prendada.
El nombre del joven era Kento, y al igual que la doncella, el también le entregó su corazón
desde ese primer encuentro.
Mientras duró el viaje, Kento y la doncella se veían a escondidas, pues el Inca jamás aprobaría
su amor.
Un día llegaron mensajeros de las tierras alejadas del Inca, llevándole noticias de asuntos que
requerían el retorno inmediato a su región.
El Inca preocupado por lo que le esperaría afrontar informó a sus sirvientes que partirían a la
mañana siguiente, en cuanto el sol apareciera sobre el horizonte.
La noticia fue escuchada por la princesa, que descansaba en el aposento cercano. Entonces
se apresuró a dejar su lecho y recorrió a escondidas el camino hacia la casa de Kento, aún con
la oscuridad de la noche, deseando acordar un plan para no tener que separarse.
Ya muy cerca de la casa de Kento, cuando ya imaginaba el momento del encuentro, por la
prisa que llevaba resbaló y cayó en una zanja llena de grandes espinas que se incrustaron con
facilidad en su delicado cuerpo.
La sangre que regó aquellas espinas, hizo que de los secos matorrales brotaran muy
rápidamente retoños de hojas verdes, que fueron bañadas al amanecer, con los primeros rayos
amarillos del sol.
Cuando encontraron el cuerpo de la joven ya sin vida, lo vieron rodeado de una nueva planta
con flores nunca antes vistas a las que dieron el nombre de kentu-uta pankara que significa
“flor de la casa de Kento”.
Esas flores llevaban el verde de los campos, el amarillo de los primeros rayos del sol, y el rojo
fuerte de la sangre noble de la hija del Inca, y nunca mas desaparecieron.
Kento lloró a su amada por el resto de su vida, llamándola con el silbido del viento, la misma
señal que antes usaran para facilitar su encuentro.
De ese nombre se deriva el nombre de kantuta, con el cual se conoce a la flor en la actualidad,
siendo identificada como la flor nacional de Bolivia por poseer los mismos colores de la
bandera que representa al País.
La leyenda de la Khantuta
• Por: Alfredo Vargas Oroza
El Dios Kjunu, dios de las nieves -venerable entre los dioses por su edad- vestido de
alba yacolla desde lejos escuchaba los lamentos, y nada podía hacer para consolar al
joven dios.
- ¡Oh, dolor de fuego que enciendes mis entrañas! ¿Por qué debe morir en mí lo que
puedo compartir con los humanos?
Y el venerable Kjunu ensombreció el horizonte con su aliento para que las quejas del
dios joven no enturbiaran su corazón.
En la espesura de algunos valles del dilatado Kollasuyo, crece una planta, cuyas
flores, campánulas blancas, en cierta época del año, al roce de un ligero vientecillo,
hacen vibrar sus estambres y pistilos, tan intensamente que tañen melodías de
singular belleza. Los aborígenes [de esta región] la llaman Khantu y le atribuyen
poderes inspiradores para los músicos que se acercan a [aspirar] su fragancia.
Wiracocha, padre de los dioses, escuchó las lamentaciones del dios joven, se dolió
hondo y buscó la manera de amenguar la tristeza de Cuurmi.
- Tus afanes, son impropios de tu calidad. Sólo el hombre, mísero mortal, vive y muere
transido de eternidad. Tú eres progenie de dioses. ¡Los dioses son eternos como
efímeros son los hombres! He escuchado tus lamentaciones y como padre tuyo he
hecho mía tu desesperanza. Escucha Cuurmi, joven impetuoso e impaciente, a Khantu
la bella flor, inmaculada y virgen que vive en los bajíos del Kollasuyo, la desposarás
cuando mamá Pfajsi, madre luna, se encuentre en el cenit.
Del raro acoplamiento germinó una hermosa flor con los tres colores del Arco Iris: rojo,
amarillo y verde.
Ésta es la leyenda de la Khantuta, flor imperial para los incas, y símbolo patrio de
Bolivia.
Hoy esta bella flor puede observarse en los jardines de la Ciudad Universitaria, fruto
del esfuerzo que realizan quienes tienen a su cuidado las hermosas áreas verdes que
caracterizan este sitio, se encuentra en la Facultad de Ingeniería en los jardines que
colindan con el edificio del decanato, al lado de la fuente de agua.
Leyenda de la Kantuta
Cuenta que hace muchísimos años existieron en las tierras del Kollasuyo dos ricos y
poderosos soberanos. Uno era Illimani, gobernaba el norte y tenía un hijo: Astro Rojo, nacido
bajo el símbolo de una estrella roja. El otro era Illampu, dueño del sur y los Yungas. También
tenía un hijo: Rayo de Oro, llamado así por una estrella dorada que apareció el día que nació.
Ambos monarcas, al igual que sus hijos, habían nacido bajo el augurio de sus respectivas
Pasó el tiempo, sin que nada pasara, hasta que un día ambos soberanos comenzaron a sentir
envidia por el esplendor de las estrellas. Como su brillo era el reflejo de la dicha y poder de
Ambos pueblos combatieron todo un día hasta que los dos monarcas quedaron heridos de
muerte. Antes de morir obligaron a sus hijos, Astro Rojo y Rayo de Oro, a jurar venganza. A
los dos príncipes no les quedó otra que acatar la voluntad de sus padres y tuvieron que
enfrentarse.
Como sucedió con Illampu e Illimani, sus hijos quedaron heridos de muerte. Pero, los nobles
de una mujer. Era la Pachamama quien, molesta con los monarcas, hizo caer del cielo sus
dos estrellas que fueron a dar contra las rocas de los Andes, convirtiéndolas en dos masas
Conmovida por la actitud de los príncipes, les dijo que una vez muertos la luz de sus
estrellas, rojo y amarillo, se convertiría en el símbolo de un pueblo que más tarde viviría en
esas tierras y tomaría para su bandera esos dos colores y el verde de la esperanza.
Pasó mucho tiempo y sobre esas tierras desiertas y desoladas se encontraban el Illampu y el
Illimani, las dos más altas montañas que hoy conocemos. Con el deshiele de sus nieves,
lograron fecundizar la tierra que guardaba la tumba de los dos príncipes, donde brotó una
verde y enmarañada planta que cuando llegó la primavera se cubrió de color rojo y amarillo,
formando una linda tricolor con el verde de las hojas. Siglos después, como lo había
anunciado la Pachamama, surgió un pueblo que tomó esa flor y esos colores como sus
símbolos. Sí amiguitos, ese pueblo es nuestra patria y esa flor es la Kantuta que florece en