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HASEL
Y MICHAEL G. HASEL
ESCRITURAS
1
La singularidad de la Biblia
E
l 21 de agosto de 2017, los habitantes de Estados Unidos se
prepararon para ver un eclipse solar total. Con una precisión
científica minuciosa, los astrónomos ya habían predicho el
recorrido del eclipse. Para disfrutar de la experiencia al máxi-
mo, eran necesarias varias preparaciones importantes: primero, se re-
quería de una planificación cuidadosa para estar en el lugar preciso en
el momento adecuado. Si bien se predijo la trayectoria del eclipse en el
mapa, era necesario un esfuerzo especial para viajar a los lugares donde
podría verse y posicionarse bajo la sombra total. Segundo, se necesita-
ban gafas de seguridad especiales para evitar daños en las retinas de los
ojos. Mirar fijamente al sol causa daño ocular permanente, por lo que se
advirtió a los que vieran el eclipse que debían usar anteojos especiales.
Cientos de miles de personas viajaron por todo el país para experi-
mentar la intensidad del punto focal del eclipse, la umbra, mientras la
oscuridad cubría la tierra en su totalidad. Los que lo experimentaron
quedaron asombrados por la previsibilidad de la naturaleza y por lo
inquietante del acontecimiento.
Hoy, hay un eclipse cada vez más evidente de la Palabra de Dios. A
pesar de que hay más acceso que nunca a la Biblia en forma impresa,
por medio de aplicaciones y una diversidad de traducciones a más de
3.350 idiomas,1 todavía hay enormes desafíos.
10 • C ómo interpretar las e sCrituras
El poder de la Biblia
Tomemos ahora un momento para echar un vistazo al libro más
singular y poderosamente transformador de la historia humana. La Bi-
blia está compuesta por 66 libros, escritos por más de cuarenta autores
en tres continentes durante 1.500 años. Su concordancia y continuidad
no tienen precedentes. Increíblemente, estos libros, desde Génesis hasta
Apocalipsis, hablan sobre cientos de temas y cuestiones, pero nunca
comprometen el mensaje general.
Entre los temas únicos que contiene la Biblia están la trascendencia de
Dios desde la creación, el establecimiento del sábado como día de repo-
so, la santidad de Dios, la unidad de Dios en tres personas (la Trinidad),
14 • C ómo interpretar las e sCrituras
Un valioso regalo
La Biblia es un regalo y un legado invaluables que no podemos dar por
sentado, ya que fue comprada a un precio muy alto. Recientemente, tuve
el privilegio de sostener una Biblia rara. Solo dos ejemplares completos de
ella sobreviven hasta el día de hoy. Uno está en la Biblioteca de Niza, en
Francia, y el otro descansaba en mis manos enguantadas de blanco. Era el
Nuevo Testamento, traducido por Jacques Lefèvre d’Étaples al francés e
impreso antes de la Reforma, alrededor del 1500 d. C. Este fue el primer
libro impreso en francés y el primer Nuevo Testamento impreso que llegó
a los valles valdenses. Los valdenses eran conocidos como los insabbatati o
sabbatati, porque guardaban el sábado bíblico.16 «Su misión era reformar
la iglesia y hacer un llamado a los cristianos para que regresaran a la fide-
lidad a la Biblia, a pesar de las sangrientas persecuciones y masacres que
casi los exterminaron. Viajaron por toda Europa y sembraron las semillas
que contribuyeron a la inminente Reforma protestante. Su trabajo influyó
en Wiclef y sus seguidores, así como en Hus y Jerónimo y sus seguidores,
y su influencia llegó a buen término en la época de los anabaptistas, Lute-
ro, Zuinglio y Calvino. Todos ellos dieron a los protestantes un ejemplo
inspirador de fidelidad a la Palabra de Dios en tiempos de gran apostasía
16 • C ómo interpretar las e sCrituras
y persecución despiadada».17 Lo que hace que este libro sea tan valioso no
es su escasez, sino la razón detrás de él.
Los valdenses fueron declarados herejes y fueron cazados hasta casi
la extinción.18 Sus Biblias fueron confiscadas y quemadas. Antes de que
Lutero tradujera la Biblia al alemán para el pueblo, este Nuevo Testa-
mento existía entre los fieles francófonos de los valles del norte de Italia
y Suiza y de allí se extendió al resto de Europa. Jóvenes estudiantes val-
denses llevaron extractos de la Biblia con ellos a las universidades en los
valles para dar testimonio del poder de la Palabra.19 Hoy, permanece
como un testimonio de fidelidad y determinación en medio de una di-
fícil prueba.
Referencias
1. Las estadísticas para el 2018 incluyen la Biblia completa en 683 idiomas, el Nuevo
Testamento en 1.534 idiomas y partes de la Biblia en 1.133 idiomas, para un total
de 3.350 idiomas. Ver: «Scripture & Language Statistics», Wycliffe Global Alliance,
visitada el 30 de abril de 2019, http://www.wycliffe.net/statistics.
2. Paul Strand, «‘More Than One-Third of Humanity Will Never Hear About Jesus’:
Day to Reach the Unreached Set for May 20», CBN, 28 de abril de 2018, https://
www1.cbn.com/cbnnews/cwn/2018/april/more-than-one-third-of-humanity-will-
never-hear-about-jesus-day-to-reach-the-unreached-set-for-may-20.
3. Según el World Watch List, 2018, visitada el 9 de junio de 2019, http://www.open-
doorsusa.org/wp-content/uploads/2018/01/WWL2018-BookletNew.pdf.
4. Samuel Eliot Morison, The Founding of Harvard College (Cambridge, MA: Harvard
University Press, 1963), p. 333.
5. James Tunstead Burtchaell, The Dying of the Light: The Disengagement of Colleges and
Universities from their Christian Churches (Grand Rapids, MI: Eerdmans, 1998); cf.
George M. Marsden, The Soul of the American University: From Protestant Establishment
to Established Unbelief (Nueva York: Oxford University Press, 1994).
6. Vea la crítica perspicaz a esta tendencia en la educación superior realizada por Allan
Bloom, The Closing of the American Mind (Nueva York: Simon and Schuster, 1987).
7. William F. Buckley, Jr., «God and Man at Yale: Twenty-Five Years Later», A Hymnal:
The Controversial Arts (Nueva York: Putnam Sons, 1975), pp. 9–10.
18 • C ómo interpretar las e sCrituras
8. «The Bible in America: Si6-Year Trends», Barna, última modificación del 15 de junio
de 2016, https://www.barna.com /research/the-bible-in-america-6-year-trends/.
9. Quentin Fottrell, «People Spend Most of their Waking Hours Staring at Screens»,
última modificación del 4 de agosto de 2018, https://www.marketwatch.com/story/
people-are-spending-most-of-their-waking-hours-staring-at-screens-2018-08-01.
10. Refiriéndose a los medios en general, ver Richard M. Restak, The New Brain: How the
Modern Age is Rewiring Your Mind (Nueva York: Rodale, 2003); para datos más re-
cientes sobre las redes sociales, ver Melissa G. Hunt et al., «No More FOMO: Limi-
ting Social Media Decreases Loneliness and Depression», Journal of Social and Clini-
cal Psychology 37, no. 10 (noviembre de 2018): pp. 751–768; Liu Yi Lin et al., «As-
sociation Between Social Media Use and Depression Among U.S. Young Adults»,
Depression and Anxiety 33, no. 4 (enero de 2016): pp. 323–331.
11. «The School Shootings of 2018: What’s Behind the Numbers», Education Week, 19
de diciembre de 2018, https://www.edweek.org/ew/section/multimedia/the-
school-shootings-of-2018-whats-behind.html.
12. Norman H. Snaith, The Distinctive Ideas of the Old Testament (Nueva York: Schocken,
1964); ver los artículos en George W. Reid, ed., Handbook of Seventh-day Adventist
Theology (Hagerstown, MD: Review and Herald, 2000).
13. Para saber más sobre los ejemplares con los que se cuenta del Nuevo Testamento, vea
Bruce M. Metzger, The Text of the New Testament: Its Transmission, Corruption, and
Restoration, 3ra ed. (Nuava York: Oxford University Press, 1992), pp. 33–35.
14. Lee Strobel, The Case for Christ (Grand Rapids, MI: Zondervan, 1998), pp. 75–82.
15. Gleason L. Archer, A Survey of Old Testament Introduction, rev. ed. (Chicago: Moody,
1994), p. 29.
16. P. Gerard Damsteegt, «Decoding Ancient Waldensian Names: New Discoveries»,
Andrews University Seminary Studies 54, no. 2 (otoño de 2016): pp. 237–258.
17. Damsteegt, «The Ancient Waldenses: Did the Reformation Predate Luther?», Minis-
try 89 (octubre de 2017): pp. 22–25.
18. Gabriel Audisio, The Waldensian Dissent: Persecution and Survival c. 1170–c. 1570 (Nueva
York: Cambridge University Press, 1999), pp. 15–17; Earle E. Cairns, Christianity Through
the Centuries: A History of the Christian Church, 3ra ed. (Grand Rapids, MI: Zondervan,
1996), p. 221; Peter Biller, The Waldenses, pp. 1170–1530: Between a Religious Order and
a Church (Burlington, VT: Ashgate, 2002), p. 191. Rey Alfonso II de Aragón, «Edictum
contra Haereticos», citado en Giovanni Gonnet, Enchiridion fontium Valdensium: Recueil
critique de sources concernant les Vaudois au moyen age du IIIe concile de Latran au Synode de
Chanforan, pp. 1179–1532 (Torre Pellice, Italy: Claudiana 1958), p. 92.
19. Elena G. de White, El conflicto de los siglos, cap. 4, pp. 65–68.
2
El origen y la naturaleza
de la Biblia
D
urante siglos, la Biblia ha sido considerada una fuente de
autoridad para la teología cristiana. Alguien dijo acertada-
mente que «la comunidad cristiana que abandona la au-
toridad del testimonio bíblico, se convierte en poco más
que el portavoz de cualquier tendencia cultural del momento que se le
antoje».1 Sin embargo, la autoridad de la Escritura está significativamen-
te determinada por nuestra comprensión del origen de la Palabra escrita
de Dios. Nuestro conocimiento del origen de la Escritura está a su vez
formado por nuestra comprensión de la naturaleza de lo que llamamos
el proceso de revelación e inspiración.
Durante toda la historia han surgido diversas interpretaciones de la
naturaleza y la función de la inspiración. Estos diferentes conceptos de
la inspiración han afectado significativamente nuestra comprensión de la
naturaleza de la Biblia, su fidelidad, su fiabilidad, su autoridad única y
los principios interpretativos utilizados para entenderla. Desafortuna-
damente, la falta de una terminología clara y unificada ha complicado
toda la discusión, haciendo que resulte un desafío tener una conversa-
ción significativa sobre el tema. Sin embargo, hay algunos conceptos
básicos que rodean la inspiración y la autoridad de las Escrituras que
deben entenderse, incluso dentro de la Iglesia Adventista del Séptimo
Día.
20 • C ómo interpretar las e sCrituras
Inspiración verbal
En el otro extremo del espectro interpretativo hay un método llama-
do «inspiración verbal», el cual ve a Dios como alguien que es capaz de
usar el lenguaje humano para comunicar su voluntad a los seres huma-
nos. El origen de la Escritura es el Dios del cielo, en lugar de los hom-
bres terrenales. Esta conjetura de la inspiración apela a declaraciones
como la que se encuentra en 2 Timoteo 3: 16, donde el apóstol Pablo
afirma que toda la Escritura es inspirada o dada por Dios. Según este
punto de vista, la inspiración se encuentra predominantemente en el
producto inspirado, es decir, en las palabras de las Escrituras, más que
en las mentes de los escritores bíblicos. Como se hace hincapié en las
palabras, el verbum de las Escrituras, el nombre de este método es inspi-
ración verbal.
Esta manera de ver la inspiración, acompañada de la lectura literal de
algunas declaraciones de las Escrituras, está fuertemente influenciada
por la visión calvinista de la predestinación divina, la cual lleva a sus
defensores a creer que Dios, en su soberanía, predeterminó las mismas
palabras utilizadas en la producción de la Biblia. De esta forma, las pa-
labras de las Escrituras comparten su perfección divina, siendo infali-
bles e inerrantes en cada detalle. Tal comprensión de la inspiración a
menudo se asocia, especialmente por parte de los críticos liberales, con
una visión estricta y mecánica de la inspiración que raya en el dictado
divino; la idea de que Dios transmitió directamente las palabras usadas
por los escritores de la Biblia.
Durante el tiempo de la ortodoxia protestante, algunos defensores
de la inspiración verbal incluso afirmaron que Dios mismo dictó cada
22 • C ómo interpretar las e sCrituras
letra y hasta los signos diacríticos del texto hebreo del Antiguo Testa-
mento, eliminando efectivamente cualquier participación humana ge-
nuina en el origen de las Escrituras. Si bien pocos representantes moder-
nos de la inspiración verbal mantienen un punto de vista tan rígido, las
palabras de la Escritura aún están asociadas con los conceptos de
inerrancia y perfección. Tenemos así entonces que la Escritura fue dicta-
da por Dios mismo, con los escritores bíblicos funcionando como su
pluma. Tal enfoque puede conducir al descuido del contexto histórico y
a una posterior mala interpretación de muchos pasajes de la Biblia.
Los defensores de esta interpretación consideran que las Escrituras
poseen autoridad divina y comparten la perfección de Dios. Debido a
esta inspiración divina, reconocen su unidad teológica y enseñan la ver-
dad bíblica con un alto nivel de seguridad. En lugar de reconocer con-
tradicciones y errores internos dentro de la Biblia, los defensores de la
inspiración verbal se muestran ansiosos de armonizar sus declaracio-
nes. Creen que la unidad interna de la Escritura es la obra del Espíritu
Santo en el proceso de inspiración y, debido a que el Espíritu Santo está
obrando, la Biblia no puede ni debe estudiarse como cualquier otro li-
bro. El componente divino debe tomarse en serio. La historia también
se estudia, pero juega un papel interpretativo menor. La inspiración es
entonces la obra de Dios a través del autor bíblico, al punto de que las
mismas palabras que se emplean son perfectamente capaces de transmi-
tir la verdad divina y el mensaje de Dios sin errores.
La inspiración de la comunidad
Paul Achtemeier afirma que el proceso de inspiración no opera tanto
a nivel individual sino a nivel comunitario. La proclamación de la co-
munidad de fe y su testimonio del Señor vivo se eleva al punto en que
se convierte en «la Palabra de Dios en toda su oportuna relevancia para
la coyuntura histórica en la que vivimos».10 En lugar de obrar a través de
individuos elegidos para comunicar su voluntad, Dios inspira a toda la
comunidad de fe.
Con esto, Achtemeier sugiere que la Biblia ya no puede considerarse
la Palabra de Dios.11 De hecho, para Achtemeier, la única ecuación con la
Palabra de Dios que se encuentra en el Nuevo Testamento es la persona
de Jesús de Nazaret. De esta forma, la Biblia contiene la Palabra de Dios
(Jesús) en las muchas palabras humanas de sus autores, haciéndose eco
de la famosa distinción de Karl Barth, para quien la Biblia no es sino un
testigo de la Palabra de Dios testificada, que es Jesús.12 La Biblia ya no es
la Palabra normativa escrita de Dios: solo contiene testimonio de la
Palabra de Dios y puede convertirse en la Palabra de Dios al predicarla.
Sin embargo, en la Biblia, no encontramos indicios de que toda la
comunidad esté inspirada, como parece creer Achtemeier. Elevar la pro-
clamación de la comunidad de fe a un nivel en que se convierte en la
Palabra de Dios, no explica adecuadamente las distorsiones en su pro-
clamación y la testificación de la iglesia. Sin la Escritura inspirada divi-
namente como la norma orientadora, la proclamación de la iglesia y sus
enseñanzas se convierten en una «nariz de cera» cuya forma real puede
26 • C ómo interpretar las e sCrituras
Referencias
1. Paul J. Achtemeier, Inspiration and Authority: Nature and Function of Christian Scriptu-
re (Peabody, MA: Hendrickson, 1999), p. 148.
2. Edgar Krenz, The Historical-Critical Method (Filadelfia: Fortress Press, 1989), p. 55.
3. Ibíd., p. 57.
4. Ibíd., p. 56.
5. Diccionario de la lengua española, s.v. «plenario» visitada el 9 de septiembre de 2019,
https://dle.rae.es/?id=TP9w6ly.
6. Gerhard Maier, Biblical Hermeneutics (Wheaton, IL: Crossway Books, 1994), pp.
120–124.
2. El origen y la naturaleza de la Biblia 27
7. Cf. Gerhard F. Hasel, Understanding the Living Word of God (Mountain View, CA:
Pacific Press, 1980), p. 69.
8. Peter M. van Bemmelen, Revelación e inspiración, p. 23. Para la visión igualmente
equilibrada de Elena G. de White del proceso de revelación e inspiración, véase
Frank M. Hasel, «Revelation and Inspiration», The Elena G. de White Encyclopedia
(Hagerstown, MD: Review and Herald, 2013), pp. 1087–1101.
9. Van Bemmelen, Revelación e inspiración, p. 24.
10. Achtemeier, p. 159.
11. Achtemeier, p. 158.
12. Cf. Karl Barth, Church Dogmatics, The Doctrine of the Word of God, t. 2, parte 2 (Lon-
dres: T & T Clark, 2004), p. 457 ff. Véase también Frank M. Hasel, «The Christolo-
gical Analogy of Scripture in Karl Barth», Theologische Zeitschrift 50, no. 1 (1994):
pp. 41–49.
13. Achtemeier, p. 146.
3
Cómo veían la Biblia
Jesús y los apóstoles
E
l grito de la Reforma era ad fontes, que significa «volver a las
fuentes». En el contexto de la Ilustración, esto significaba que
los reformadores habían decidido volver a la fuente de las Es-
crituras para comprender verdaderamente la naturaleza del
cristianismo, en lugar de confiar en las tradiciones de la iglesia medieval.
Este crucial regreso a las fuentes originales trajo un interés renovado en
las Escrituras, transformando la forma en que la gente veía el mundo.
El asunto de la autoridad
Y todavía hoy, las tradiciones y métodos de la filosofía escolástica
medieval usados antes de la Reforma continúan siendo empleados. Las
Escrituras a menudo se entienden solo a través de la lente de la filosofía
o la naturaleza. La filosofía de la ilustración puso en tela de juicio la
inspiración y la autoridad bíblica básicas, relegando las palabras de
Dios a las palabras de los hombres, escritas en un tiempo y entorno
particular. El teólogo Krister Stendahl, exdecano de la Facultad de Teo-
logía de la Universidad de Harvard, escribe que estas nuevas suposicio-
nes significan que el intérprete moderno debe distinguir entre «lo que
significaba y lo que significa» un pasaje bíblico. En otras palabras, existe
30 • C ómo interpretar las e sCrituras
una «tensión entre la mente del semita del pasado y el pensamiento del
hombre moderno».1
Por ejemplo, lo que un pasaje puede haber significado para un anti-
guo erudito rabínico como Pablo y, por ende, para su audiencia en Co-
rinto o Éfeso, puede no ser lo que la Biblia quiera decir hoy. No puede
significar lo mismo porque, según este punto de vista, el conocimiento
y la comprensión científica del mundo moderno eran completamente
desconocidos para los antiguos. Además, según este punto de vista los
escritores bíblicos reflejaban su situación cultural local, requiriendo que
los lectores modernos interpreten la Biblia según los estándares de hoy.
La fe bíblica parece en gran medida irrelevante en una era de electrici-
dad, computadoras y teléfonos inteligentes.
El teólogo luterano neortodoxo Rudolf Bultmann intentó «rescatar»
al cristianismo de los efectos del pensamiento histórico–crítico moder-
no mediante un ejercicio de «desmitificación» del Nuevo Testamento.
Lo hizo al espiritualizar los milagros y otros conceptos sobrenaturales
como la resurrección de Cristo, el cielo y la naturaleza divina de Cristo
para que fueran aceptables para la mente moderna. Para Bultmann, «los
conceptos mitológicos del cielo y el infierno ya no son aceptables para
los hombres modernos, ya que para el pensamiento científico, hablar
de “arriba” y de “abajo” en el universo ha perdido todo significado».2
Para Bultmann, «es una ilusión suponer que la antigua cosmovisión de
la Biblia puede renovarse».3
Pero esta adaptación a las presuposiciones del materialismo y del
modernismo también plantea importantes preguntas sobre la naturale-
za de la Biblia y las enseñanzas de Jesús y los apóstoles. En las mentes
de Jesús y los apóstoles, ¿había alguna diferencia entre lo que la Biblia
significaba y lo que significa? ¿Aceptaron Jesús y los apóstoles la realidad
de los milagros en el Antiguo Testamento y enseñaron que los milagros
seguían ocurriendo en su día? ¿Cómo estos se relacionaban con las per-
sonas, los lugares y los acontecimientos descritos? ¿Sobre qué premisas
se basaron y cuáles fueron los métodos de interpretación posteriores?
Cuando Jesús y sus discípulos se encontraban con los escépticos y cíni-
3. Cómo veían la Biblia Jesús y los apóstoles • 31
Referencias
1. Krister Stendahl, «Biblical Theology, Contemporary», The Interpreter’s Dictionary of
the Bible, t. 1, ed. George A. Buttrick (Nueva York: Abingdon, 1962), pp. 418–432.
2. Rudolf Bultmann, Jesus Christ and Mythology (Nueva York: Scribner’s, 1958), pp. 15,
20.
3. Ibíd., p. 38.
4. Walter C. Kaiser, Jr., The Messiah in the Old Testament (Grand Rapids, Míchigan: Zon-
dervan, 1995), p.117.
5. Charles A. Briggs, Messianic Prophecy (Nueva York: Scribner’s, 1889), p. 326.
6. Elena G. de White, Palabras de vida del gran Maestro (Doral, Florida: IADPA, 2019),
cap. 2, p. 23.
7. Otto Piper, «Unchanging Promises: Exodus in the New Testament», Interpretation
(1 de enero de 1957), p. 3.
8. Ver la introducción, en Michael G. Hasel, «The Book of Exodus», The Andrews Bible
Commentary, ed. Angel M. Rodriguez (Berrien Springs, MI: Andrews University Press,
2020).
9. Para desarrollar este tema, véase Gerhard F. Hasel, «The Crisis of the Authority of the
Bible as the Word of God», Journal of the Adventist Theological Society 1, no. 1 (1990):
pp. 31–33.
10. Elena G. de White, La educación, cap. 20, p. 171.
4
La Biblia,
la fuente de autoridad
de nuestra teología
E
l asunto de la autoridad de la Biblia es quizás el problema
más crucial que enfrenta la iglesia hoy. En cierto sentido, es la
pregunta que yace detrás de cualquier otra pregunta teológica.
Para la sociedad moderna, sin embargo, el concepto de auto-
ridad no es atractivo, especialmente cuando se trata de convicciones
religiosas. En nuestra sociedad contemporánea, el pensamiento se ha
vuelto algo hostil hacia los conceptos de autoridad religiosa y obedien-
cia. Para muchos, la piedad es genuina y legítima solo cuando se basa
en una convicción interna y personal; una convicción que no debe estar
sujeta a autoridades externas. Este profundo recelo a la autoridad preva-
lece hoy y ha sido un problema grave de la humanidad desde la caída
de Adán y Eva.
Es axiomático que un grupo sociológico, en este caso una iglesia, re-
quiera un elemento de autoridad para mantener su identidad e integri-
dad. De lo contrario, es difícil, si no imposible, resolver conflictos inter-
nos. Además, sin la aceptación de la autoridad, es difícil lograr la unidad
teológica cuando se enfrentan problemas de verdad y herejía. El dilema
de la autoridad está en el corazón de la crisis moderna de la teología,
eclipsando todos los demás problemas que enfrenta el cristianismo.
40 • C ómo interpretar las e sCrituras
El significado de la autoridad
La palabra «autoridad» se deriva del latín auctoritas y se refiere a la
reputación de las personas y su capacidad para ejercer influencia.1 La auto-
ridad surge al reconocer la excelencia superior de alguien en una esfera
determinada. Por lo tanto, cuando hablamos de la autoridad de las Es-
crituras, estamos diciendo que la Biblia tiene el derecho superior de
ordenarnos qué hacer, de exigir obediencia, y de determinar y juzgar la
validez y rectitud de nuestra fe y práctica.2
Pero el tema de la autoridad es complejo,3 ya que involucra muchos
factores que deben tenerse en cuenta. Entre los diversos elementos invo-
lucrados están el lugar y el papel de Dios, la Biblia, la tradición, la razón
humana, la experiencia, la cultura y las visiones del mundo. Cada posi-
ción teológica asigna, consciente o inconscientemente, un papel a cada
uno de estos criterios autorizados. Las diferencias surgen como resultado
de la prioridad que damos a cada aspecto. En la sociedad moderna, es-
pecialmente a nivel occidental, vivimos en un mundo secularizado y hu-
manista donde el hombre es el centro de atención. Esto es algo que nos
hace preguntarnos: ¿Existe una autoridad superior al hombre mismo?
La autoridad bíblica
En la enseñanza bíblica, la fuente de toda autoridad no es el ser huma-
no sino Dios mismo (véase Romanos 13: 1; Daniel 4: 34; Juan 19: 11). La
autoridad de la Biblia está conectada a la autoridad de Dios y deriva su
4. La Biblia, la fuente de autoridad de nuestra teología • 41
Referencias
1. Rolf Schieder, «Authority. II. History and Theology» en Religion Past & Present: En-
cyclopedia of Theology and Religion, ed. Hans Dieter Betz, Don S. Browning, Bernd
Janowski, y Eberhard Jüngel (Leiden: Brill, 2007), 1:519. Véase también Waldemar
Molinski, «Authority» en Encyclopedia of Theology: The Concise Sacramentum Mundi,
ed. Karl Rahner (Nueva York: The Seabury Press, 1975), p. 61.
46 • C ómo interpretar las e sCrituras