El libro de Jonás es parte de la colección del Antiguo Testamento correspondiente a los
profetas menores. Son doce libros los cuales son llamados “menores”, no por orden de importancia, sino más bien por la longitud del libro; pues es bien sabido “que toda escritura es inspirada por Dios” y por ende le corresponde el mismo nivel de importancia. Es la extensión del texto la que determina la nomenclatura de “mayor” o “menor”. Dentro de esta subdivisión se incluye a Jonás, sin embargo podemos considerar que es precisamente uno de los más conocidos y especiales del Antiguo Testamento. Evidentemente me refiero a que casi la mayoría de personas conocen la historia del hombre que fue tragado por un pez, que se resistió a la orden de Dios, viajo en dirección contraria a la que Dios le había ordenado ir y que se enojó por la salvación de un gran pueblo y sin embargo le dolió mas la muerte de una calabacera. A nivel personal este libro es de mis favoritos, es decir cuenta con cuatro capítulos, sin embargo la profundidad de este es muchísima. Es increíblemente rico y además es quizás el único libro en la Biblia que podríamos considerar una sátira, es decir, hablamos de un profeta que no quiere ir a predicar y más aún se va en dirección contraria, de marineros impíos que se arrepienten, de un pueblo sanguinario y cruel que en cenizas se arrepiente y seguimos con la historia del profeta rebelde que se enoja por la planta que creció en una noche y se secó al día siguiente. Podríamos afirmar que el libro se llama Jonás, sin embargo el verdadero protagonista es Dios, quien en su voluntad soberana, llama, envía, hace una y otra vez su voluntad. Me impacto de manera profunda la soberanía de Dios, por eso pienso que es El quien es el verdadero y mayor protagonista, no solo de este libro sino también de la Biblia entera. Me refiero a que el libro empieza con Dios hablando en el capítulo uno “levántate y ve a Nínive” v.2. Huye Jonás de la presencia de Dios v.3, Dios envía el viento v.4, los marineros clamaron a Jehová v.14, temieron y ofrecieron sacrificio a Jehová v.16, finalmente en el capítulo uno es Jehová quien prepara el pez para que este trague a Jonás v.17. Es a Dios a quien Jonás clama desde el vientre del pez, es El quien manda que el pez vomite a Jonás, es Dios quien nuevamente llama a Jonás y lo comisiona con un mensaje de salvación para una ciudad pagana, es Jehová, quien salva la ciudad de Nínive, y quien hace crecer la calabacera sobre Jonás y también quien la hiere, es El quien envía el viento recio y por último es Jehová quien tiene la última palabra en el libro. Es Dios el principal protagonista, el nombre de Jehová aparece 23 veces en el libro y el nombre de Jonás aparece 17 veces, eso es porque todo se trata siempre de Él, la Biblia es su palabra, su Biblia y la historia es su historia, Él es el arquitecto de la humanidad y aquel que ordena los tiempos de acuerdo a su voluntad. Otro punto sobre el cual el Señor llamo mi atención, y que además tiene relación con un tema que estaba estudiando previamente, es la oración de Jonás en el capítulo dos. Me refiero a que es difícil oír una oración así hoy en día, estamos acostumbrados a oír oraciones del tipo “yo declaro” y “yo decreto” y “a la una y a las dos y a las tres, ahora”, es decir quizás suene burlesco pero lamentablemente es la verdad. En algunos círculos evangélicos de la actualidad vemos herejías de ese calibre, se piensa que Dios es una maquina celestial en la cual se pone una moneda o algo así y recibimos lo que queremos. Se ha perdido el verdadero sentido de la oración, se ha distorsionado el carácter de la oración hasta hacerlo como el ser humano, le atribuimos características humanas, como en la antigua Grecia se hacía con sus dioses falsos. Pero Dios no es como nosotros, “pensaste de que cierto seria como tú” (Sal 50,21), “Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos, dijo Jehová” (Is 55, 8-9). Lo que quiero decir es que se ha perdido la reverencia y el temor a Dios. Se piensa que Él es alguien a quien se puede acudir para satisfacer nuestras necesidades de manera irracional e irrespetuosa. Lamentablemente no se ha estudiado el tema de la oración de una manera responsable y correcta. Cuando vemos las oraciones en la Biblia, vemos un énfasis en darle la gloria a Dios y nuestro Señor Jesús lo reafirma: “Y todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo” (Jn 14,13). Ese debería ser el punto esencial de nuestras oraciones, glorificar al Padre, glorificarlo en cada una de nuestras acciones: “Si, pues, coméis o bebéis, o hacéis otra cosa, hacedlo todo para la gloria de Dios” (1 Cor 10,31). No podemos imaginar la permanencia de Jonás en el vientre del pez, sabemos que fue un pez, no una ballena necesariamente, es decir la palabra hebrea nos indica un gran pez, sin embargo se usa otra palabra para describir ballena, entonces no podemos afirmar que fuera esta, de todas maneras no podríamos dudar de la condición de Jonás dentro del vientre del pez. El mismo Jesús, lo menciona y reafirma en Mt 12, 40-41 y Lc 11,29-30, 32. En el tercer capítulo podemos mencionar la predicación de Jonás a la ciudad de Nínive, es en verdad una predicación bastante escueta v.4. En el hebreo son cinco palabras las que Jonás predica, pero la que me llama la atención es la última que se refiere a “destruir”, me refiero a que esta es traducida como “destruir” y “arrasar” en más de veinte versiones en español se traducen de esa manera y en ingles la traducen como “derrocada”, sin embargo en el hebreo la palabra “haphak” (Diccionario Strong H2015) se refiere a “volverse hacia”, cambiar, voltear, retornar; tienen un sentido de cambio, de volver u orientarse, por extensión podemos aplicarla a “arrepentimiento”, entonces según esta palabra lo que Jonás estaba predicando, mas allá de ser un mensaje de juicio y destrucción, es más bien un mensaje de arrepentimiento, pero en el sentido profético. Quiero decir que predicaba un mensaje de cambio, la traducción es correcta se usa en otras partes de la Biblia (Gen 19, 25, 29; Am 4,11) se refiere justamente a “destrucción”. Podemos ver la misericordia de Dios en todo el libro, Él es Dios de todos, tanto justos como injustos, judíos y gentiles; la soberanía y justicia de Dios, son detenidas esta vez sobre su misericordia, es maravillosa como nuestro Señor, controla los hilos de la historia y salva a aquellos que desea según los designios de su voluntad. La ciudad de Nínive era una ciudad pagana, ajena por completo al sentido de adoración judío, es más, esta ciudad adoraba al dios Dagon, una deidad mitad pez y mitad hombre. La maldad de esta era mucha y aun así Dios salvo esta ciudad. Finalmente el capítulo cuatro, nos muestra la actitud de Jonás frente a la misericordia de Dios, realmente quería que Dios destruya esa ciudad, podemos especular sobre sus motivos, pero la Biblia no nos aclara el motivo, sin embargo es congruente con la actitud de Jonás a lo largo del libro. Se alegra por la calabacera que le envió Dios, y luego se molesta, porque Dios envía un gusano para devorar la planta y envía un viento solano, el cual es un viento del Este, cálido en extremo, ardiente y dañino para las plantas pues quema sus hojas y las seca. Jonás tiene misericordia de la planta la cual no había sembrado, ni cuidado y que solo disfruto un día, sin embargo Dios tiene la última palabra, “¿no tendré yo piedad de Nínive? v.11, y pienso en “no me es licito hacer lo que quiero con lo mío” (Mt 20,15) y “tendré misericordia del que tendré misericordia, y seré clemente con el que seré clemente” (Ex 33, 19). En conclusión Jonás es un libro maravilloso y muy profundo, muestra la soberanía de Dios, su amor y misericordia, su paciencia, su soberanía y voluntad sobre todas las cosas, nos llama a contemplar su carácter de manera correcta, y con reverencia y dando toda la gloria a su nombre, nos muestra a nuestro Dios hermoso en su carácter y nos llama a servirlo mucho mejor porque sabemos que el Señor es Dios de justos y pecadores, que Él está sentado en su trono y controla todo a su soberana voluntad.