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El bullying y la escuela
Entender el bullying como intimidación y hostigamiento
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Lo primero que un padre debe saber sobre la violencia entre niños, conocida en inglés como
bullying es que no es cosa de niños, sino un problema grave de salud, especialmente en las
escuelas, como lo indica la Organización Mundial de la Salud.
En la actualidad el problema de la violencia entre niños y jóvenes es tan grave en Estados Unidos
que hasta grupos defensores de los derechos civiles están pidiendo que el gobierno pase una ley
Federal, para tipificarlo como un delito y castigar aquellos niños o jóvenes que hostigan o
intimidan a otros.
Ante una realidad tan preocupante, como padres es vital conocer cuáles son las señales y cómo
se puede prevenir el bullying, y determinar si factores socieconómicos, la propia agresividad de
los padres o la convivencia familiar, que se puede ver reflejada en las interacciones
intrafamiliares, tal como la forma cómo se tratan los hermanos son todos factores indicativos de
que existe dentro de la familia problemas con la violencia que se reflejan en la convivencia
escolar con otros.
Recientemente, en el estado de Florida, dos niñas de 12 y 14 años de edad recibieron cargos por
el delito de hostigar por los medios digitales hasta la muerte a otra niña de 12 años quien
sucumbió al cyberacoso de sus compañeras y se quitó la vida, según reportó The New york
Times.
Según el Departamento de Salud de EE.UU. todos los estados en el país ya tienen leyes o
políticas anti-bullying que obligan a las autoridades educativas en los respectivos distritos
escolares tomar medidas prevención contra el bullying en la escuela.
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Por ello, es importante saber cómo definen este tipo de violencia las autoridades y la escuela,
qué es considerado bullying, qué debes hacer para educar a tú niño sobre la convivencia sin
violencia, y cómo brindarle apoyo psicológico si en algún momento es víctima de la violencia de
otro.
El Departamento de Salud de EE.UU. reporta que algunos grupos son más propensos de padecer
de hostigamiento, así como los niños que sufren de algunas enfermedades mentales, tal como
depresión, ansiedad o tienen un autoestima bajo, o simplemente no se llevan bien con otros
niños.
Los grupos de alto riesgo de padecer de acoso y hostigamiento son aquellos con una preferencia
sexual distinta o con discapacidades:
las lesbianas,
homosexulaes,
bisexuales,
jóvenes transgéneros,
niños con discapacidades o con necesidades especiales.
¿Qué es el bullying?
Físicamente: golpear, patear, propiciar una golpiza, empujar, escupir, dañar propiedad, o robar.
Efectos psicológicos
Aquellos niños que han sido víctimas de la intimidación o de bromas inapropiadas tienen un bajo
autoestima que los puede acompañar de por vida. Se sienten solos y sus calificaciones pueden
verse afectadas negativamente, tienen miedo o les desagrada ir a la escuela. Se quejan de
padecer de dolores de cabeza o de estómago y tienen dificultad en concentrarse en sus
quehaceres escolares. A largo plazo las secuelas de los niños que son víctimas del bullying
pueden ser más graves, ya que pueden padecer de depresión, ansiedad, bajo autoestima y otras
condiciones mentales. Algunos incluso son más propensos al suicidio.
Aunque ha habido informes noticiosos que en el 2010 hubo un descenso en las cifras
correspondientes a los casos de bullying reportados en el país, mientras la Organización Mundial
de la Salud explica que el aumento en la cifras de la violencia entre los jóvenes en el mundo
tristemente está en auge.
Al igual que con otros trastornos en la salud y rutina de su niño, si duda que su niño esté siendo
víctima de violencia en la escuela o en su entorno, consulte con su pediatra y busque ayuda de
inmediato. Uno de los recursos que ofrece el gobierno es la página Stopbullying.gov que además
tiene recursos en español.
Fuentes: Organización Mundial de la Salud, CDC, Departamento de Salud, Departamento de Educación de EE.UU., Asociación Nacional de Psicólogos, Artículo de noticias de la publicación OpenMarket.
Estudios realizados en diversos países, señalan la posibilidad de que los autores de Bullying en la época escolar,
mas tarde pueden verse envueltos en actos de delincuencia o criminales. Aunque el acosador escolar no tiene por
qué padecer ninguna enfermedad mental o trastorno de la personalidad grave, presenta normalmente algún tipo de
psicopatología.
Fundamentalmente, presenta ausencia de empatía y algún tipo de distorsión cognitiva. La carencia de empatía
explica su incapacidad para ponerse en el lugar del acosado y ser insensible al sufrimiento de este.
La presencia de distorsiones cognitivas tienen que ver con el hecho de que su interpretación de la realidad suele
eludir la evidencia de los hechos y suele comportar una delegación de responsabilidades en otras personas. Así,
normalmente responsabiliza de su acción acosadora a la víctima, que le habría molestado o desafiado previamente,
con lo que no refleja ningún tipo de remordimiento respecto de su conducta.
La psicología actual, por otra parte, identifica en los acosadores escolares la existencia probable de una educación
familiar permisiva que les puede haber llevado a no interiorizar suficientemente bien el principio de realidad: los
derechos de uno deben armonizarse con los de los demás. La consecuencia es la dificultad para ponerse en el lugar
del otro por una carencia de altruismo vinculada a un ego que crece a costa de los demás, meros instrumentos a su
servicio, y que tiene un umbral de frustración muy bajo. Algunos autores denominan a este tipo de niño como niño
tirano.
El niño o varios de ellos, comúnmente en grupo, constantemente tienen actitudes agresivas y amenazantes sin
motivo alguno contra otro u otros niños. Es o son provocativos, cualquier cosa es para ellos motivo de burlas.
Su forma de resolver conflictos es por medio de la agresión. No es nada empático, es decir no se pone en el lugar
del otro. Los alumnos agresores pueden ser futuros maltratadores y delincuentes si no reciben con urgencia la ayuda
que necesitan. La justificación de sus actos en base a toda la hostilidad acumulada "contra el mundo" y a los
modelos sociales que promocionan estas conductas, se alía con la sensación inmediata de poderío que produce el
hecho de "someter a alguien a tus caprichos y necesidades".
Los mecanismos que determinan el Bullying no son muy distintos a los que subyacen a otros tipos de maltrato
porque, aunque lo denominamos “intimidación entre iguales", la realidad es que se da una situación de desigualdad;
el agresor siempre mide las fuerzas de su presa, fuerza física o psicológica, al igual que lo hace el maltratador
doméstico cuando elige su pareja, futura víctima, o el jefe sádico cuando contrata a sus subalternos.
Trabajar este tema tiene una importancia extraordinaria precisamente como prevención de estos graves problemas
sociales pues, además de terminar con estas situaciones puntuales de abuso, aprovechamos para abundar en el
trabajo de las relaciones (presión de grupo, asertividad), valores (tolerancia, justicia y solidaridad), importantes
aspectos de educación emocional (control de impulsos y expresión de sentimientos) y resolución de conflictos, lo
cual resulta muy educativo para todos.
Tipos de agresores
Agresores activos
Son los que inician y dirigen la agresión. Lizbeth Flores, especialista en maltrato infantil del INP, dijo:
“El 30% de la población de México se catalogó como víctima o como agresor, también un dato importante que
encontramos es que la mayor parte de las agresiones se llevan a cabo en el aula”.
Las agresiones psicológicas son la principal forma de acoso escolar. Esto se debe a que el Bully escoge a los
compañeros con alguna debilidad o diferencia. Ser inteligente, usar lentes, la timidez o tener alguna otra de este tipo
es suficientes para convertirse en víctima. Pero el Bully no actúa solo, es líder de un grupo que decide a quién se
puede o no molestar y hasta qué grado. Sin el grupo, no podría ejercer su poder. Paloma Cobo, coautora del libro
Bullying en México dijo:
“Hay un grupo que sigue al Bully, que es lo que nosotros llamamos testigos y que juegan un papel muy importante,
porque son finalmente los que le van a dar el reconocimiento que necesita el Bully.”
Estos testigos cada vez tienen un papel más activo en los maltratos, ya no simplemente se burlan del compañero
agredido, sino que también forman redes de maltrato, principalmente exhibiendo sus actos por internet por medio del
acoso virtual o Cyber-Bullying.
Aquí, las agresiones pueden llegar a niveles muy elevados de violencia, no sólo física, sino verbal. Es una paradoja,
pero por lo general, el agresor suele tener más debilidades que a quienes agrede. Generalmente el Bully se
relaciona con el género masculino. Sin embargo, estudios realizados por la Secretaría de Educación Pública (SEP)
sugieren que esta práctica se está ampliando entre las mujeres.
Agresores pasivos
Son los que les siguen y animan, aunque en menor grado. 3 de 10 estudiantes de educación básica en México viven
con un temor diariamente, pero no es a la muerte, inseguridad o algún secuestro.
Es miedo de ingresar por estas puertas de lunes a viernes. Sin embargo, no les preocupa reprobar un examen o
fallar en clases. Su temor es a vivir otro día más, enfrentando la violencia a la que son sometidos por un "Bully",
compañero de clase que mantiene algún tipo de maltrato sobre él. Paloma Cobo expresó lo siguiente:
“Creo que el Bullying ha existido siempre, es lo que antes llamábamos el típico gandaya, el que abusaba del otro, el
que le robaba el lunch, el que empujaba, y crecimos con la idea de que así es y hay que aguantarse.”
Los agresores
No más bullying > Que lo causa > Los agresores
El chico(a) que abusa de los demás, rara vez es un alumno(a) académicamente brillante. Más bien suele estar
en el grupo de los que no obtienen buenos resultados, cosa que no parece importar mucho al grupo de
iguales.
Es curioso observar que el alumnado no utiliza los criterios de excelencia que los adultos utilizamos para
enjuiciar a sus compañeros(as). Chicos(as) de desastrosos rendimientos académicos, de pobre inteligencia para
enfrentarse a tareas cognitivas, pueden gozar de prestigio social en base a sus habilidades en juegos y
actividades no académicas. El chico(a) que es prepotente o abusador con otros suele ser muy hábil para ciertas
conductas sociales, como las que aprenden a desplegar ante las recriminaciones de los adultos; parece haber
aprendido las claves para hacer daño y evitar el castigo, e, incluso, evitar ser descubierto. Siempre tiene una
excusa o una explicación para justificar sus burlas, su hostigamiento o su persecución hacia otro(a). Capea la
situación de forma virtuosa; nunca ha sido él/ella; siempre es capaz de demostrar que otro empezó primero y
que él no tuvo más remedio que intervenir; otras veces, alude claramente a que fue provocado por la víctima.
A veces los argumentos del que está ejerciendo una presión agresiva, prepotente ó claramente abusiva de su
compañero(a) son cínicos: “él se lo ha buscado, al venir vestido así”, puede argumentar, refiriéndose a la ropa
del chico(a) del cual se acaba de mofar. Insistimos en que estamos hablando de un comportamiento
despiadado y cruel, y no de un conflicto entre iguales que tienen un nivel semejante de capacidad de gestión de
sus enfrentamientos o diferencias de intereses.
Con frecuencia, son chicos(as) populares y, a veces, muy simpáticos ante los adultos, a los que aprenden a
adular. Es verdaderamente paradójico hasta qué punto adultos muy sensatos se dejan engañar con las gracias
y los chistes de estos chicos(as), que son capaces de mantener un muro de silencio entre su vida social con sus
iguales y sus relaciones directas con profesores(as) y padres. Un grado de cinismo más o menos disimulado
puede acompañar a este tipo de personalidades juveniles.
El(La) agresor(a) de sus compañeros(as) es un chico(a) con una personalidad problemática. Muchas veces,
debido a sus experiencias previas de haber sido victimizado(a) por adultos, criado en un clima de abandono o
de inestabilidad emocional, los(as) chicos(as) prepotentes o abusones deberían ser considerados como
alumnos(as) con necesidades educativas especiales. La configuración de su personalidad suele incluir rasgos
tendentes a la psicopatía, que pueden ir corrigiéndose si se actúa tanto de forma preventiva como directa.
Con frecuencia los abusones y maltratadores de otros son chicos(as) que han sufrido o están sufriendo
problemas de malos tratos por parte de adultos, muchas veces son víctimas del abandono, la crueldad o
directamente el abuso de personas cercanas a su vida familiar. Algunos chicos(as), que son objeto de una
disciplina dura que incluye el castigo físico o la permanente humillación y desprecio por parte de sus familiares,
trasladan esa forma de trato, de las que ellos(as) son objeto, a los que son sus compañeros(as) y deberían ser
sus amigos(as); simplemente, el respeto no forma parte de su moral cotidiana y así lo reproducen con sus
iguales. Todo ello los convierte en verdugos y víctimas; en personas que se están socializando en base a unas
actitudes y unos comportamientos que les dificultan la comprensión de los sentimientos de los otros, porque
viven la experiencia cotidiana de que sus propios sentimientos son ignorados, cuando no directamente
agredidos.
Por todo ello, es muy necesario considerar el problema social de los chicos(as) que son violentos con los demás
como un problema grave que aqueja a unas personas, todavía lo suficientemente inmaduras como para no
poder asumir la complejidad psicológica de su situación. Sin embargo esta consideración no debe significar
tolerancia hacia sus conductas, sino comprensión y afecto hacia sus personas. Los chicos(as) que tienen un
comportamiento injustificadamente violento o cruel con otros están necesitando tanta o más ayuda que los
que son víctimas de sus compañeros. Ambos grupos de alumnos(as), especialmente cuando viven este tipo de
experiencias de forma prolongada, deberían ser considerados chicos(as) con necesidades educativas
especiales.
Las víctimas
No más bullying > Que lo causa > Las víctimas
El alumno(a) que es víctima de sus compañeros(as) no tiene características homogéneas. Puede ser un estudiante de buenos, malos o medianos
rendimientos académicos. Casi siempre con escasas habilidades sociales, aunque no siempre es tímido ni reservado. A continuación vamos a ver
algunos tipos de personalidad que, por uno u otro motivo, son susceptibles de tener problemas de victimización.
Se ha descrito un tipo de personalidad paradójica de niño(a) muy interactivo, que se implica en conversaciones de otros grupos, sin haber sido
invitado, que comete torpezas sociales que la inmensa mayoría de los niños(as) evitarían: son las llamadas víctimas provocadoras. Su torpeza suele
ser excusa para los agresores, que justificarán su comportamiento con argumentos de reciprocidad, cuando está claro que sus respectivas
capacidades de gestión de la propia vida social no son comparables.
Con frecuencia, las víctimas de burlas, marginación social y bromas pesadas son escolares bien integrados en el sistema educativo, especialmente
en las relaciones con los adultos; atienden al profesor(a), son muy sensibles a las recompensas en cuanto a sus tareas académicas y provocan
envidia y celos entre los otros. Pero nunca es un sólo factor el desencadenante, ni el responsable.
Hay muy buenos alumnos(as) que también son muy hábiles socialmente y aprenden a ocultar sus intereses académicos, a silenciar sus motivos y
a seguir la corriente al grupo de bullies; éstos no tienen problemas e incluso algunos pueden formar parte del grupo sin ser molestados.
Conseguir evitar ser objeto de un grupo de prepotentes es una habilidad social, que no necesariamente acompaña a los que disponen de buenas
habilidades cognitivas.
A veces, la víctima de sus compañeros(as) resulta ser un(a) chico(a) cuya debilidad social proviene de no haber tenido experiencias previas de
confrontación agresiva, chicos(as) sobreprotegidos o, simplemente, educados en un ambiente familiar tolerante y responsable, exhiben una gran
dificultad para hacer frente a retos de prepotencia o abuso. Se sienten débiles e inseguros cuando tienen que hacer uso de una asertividad con
claras connotaciones agresivas. Estos chicos(as) sufren mucho y tienden a autoprotegerse encerrándose en un mundo social más seguro, como
es su relación familiar. Son chicos(as) a los que les da miedo la pandilla de prepotentes y tienden a refugiarse en un reducido número de amigos
íntimos, fuera de los cuales se sienten perdidos. Este tipo de chicos(as) es, a veces, objeto de abuso por parte de grupos de avasalladores.
Muchas víctimas son, simplemente, chicos(as) diferentes por tener una deficiencia física o psíquica. Chicos(as) con dificultades de desarrollo,
trastornos en su trayectoria de aprendizaje y que son objeto de programas especiales dada su situación, son, con más frecuencia que otros,
víctimas de sus iguales. Pero no es necesario ser un chico(a) especial, a veces sólo ser poseedor de una característica especial (usar gafas, tener
orejas grandes, pequeñas o despegadas, una nariz demasiado grande, ser algo obeso o muy delgado, pequeño o grande para su edad, etc.)
puede ser excusa para convertirse en objeto de burlas, desprecio, chistes, motes o agresión física.
No olvidemos que el problema de la violencia es siempre un problema de crueldad y no sólo de conflicto. Otro tipo de víctimas son las que
pertenecen a grupos sociales diferenciados este tipo de violencia tiene una clara definición en el concepto de racismo. El maltrato entre escolares
de diferentes grupos culturales es racismo y cursa, igual que cualquier otro tipo de abuso de poder, con prepotencia por parte del agresor e
indefensión por parte de la víctima. No siempre el chico(a) víctima de sus iguales es una víctima pura. Con frecuencia, aquellos que han tenido
una experiencia relativamente larga de ser victimizados, se convierten a su vez en agresores. Puede pasar que, durante un tiempo, se comporten
con ambos papeles: ser victimizado y victimizar a otro, dándose así lugar a una especie de espiral de violencia, que resulta ser uno de los focos
del clima disruptivo del centro. Por eso es tan importante prevenir y controlar la violencia entre iguales. Se suele decir que debajo de cada
verdugo hay una víctima, y en parte puede ser así. Muchos chicos(as) señalados por otros como los agresores, son chicos(as) que han sufrido
previamente la violencia de adultos o de otros compañeros(as), y han realizado ya un aprendizaje social que les empuja a comportarse
despiadadamente con aquellos otros que perciben como más débiles.
Objetivo:
Fortalecer el tejido social de la comunidad escolar, mediante acciones que promuevan el respeto mutuo, la solidaridad y el trabajo colaborativo,
que coadyuven en disminuir el riesgo de violencia escolar y despierten en los alumnos una conciencia clara de las normas de convivencia pacífica.
Aspectos a considerar:
Los episodios de violencia entre el alumnado no brotan en el vacío. En gran medida, suelen ser la punta de un iceberg, que está compuesto por la
compacta red de relaciones interpersonales que configura la estructura social de la institución educativa.
Cuando esta red se configura como un entramado social cimentado en el respeto mutuo, la solidaridad y la conciencia clara de las normas de
convivencia, es más difícil que los conflictos, que siempre existen, terminen dando lugar a problemas de violencia, y aunque la aparición
esporádica de ellos no pueda evitarse en su totalidad, la existencia de un buen clima de relaciones sociales disminuye el riesgo de violencia.
Ideas fuerza:
Curso Taller “Educación en el Hogar, Basada en Valores, con Enfoque de Disciplina Inteligente”
Aquellos que practican el Bullying contra sus colegas pueden llevar para la vida adulta un
comportamiento anti-social, adoptando actitudes agresivas en el seno de la familia o en el
ambiente de trabajo.Estudios realizados en diversos países, señalan la posibilidad de que los
autores de Bullying en la época escolar, mas tarde pueden verse envueltos en actos de
delincuencia o criminales. Aunque el acosador escolar no tiene por qué padecer ninguna
enfermedad mental o trastorno de la personalidad grave, presenta normalmente algún tipo
de psicopatología.Fundamentalmente, presenta ausencia de empatía y algún tipo de
distorsión cognitiva. La carencia de empatía explica su incapacidad para ponerse en el lugar
del acosado y ser insensible al sufrimiento de este.
La presencia de distorsiones cognitivas tienen que ver con el hecho de que su interpretación
de la realidad suele eludir la evidencia de los hechos y suele comportar una delegación de
responsabilidades en otras personas. Así, normalmente responsabiliza de su acción
acosadora a la víctima, que le habría molestado o desafiado previamente, con lo que no
refleja ningún tipo de remordimiento respecto de su conducta.
La psicología actual, por otra parte, identifica en los acosadores escolares la existencia
probable de una educación familiar permisiva que les puede haber llevado a no interiorizar
suficientemente bien el principio de realidad: los derechos de uno deben armonizarse con
los de los demás. La consecuencia es la dificultad para ponerse en el lugar del otro por una
carencia de altruismo vinculada a un ego que crece a costa de los demás, meros
instrumentos a su servicio, y que tiene un umbral de frustración muy bajo. Algunos autores
denominan a este tipo de niño como niño tirano.
Características de los agresores del Bullying
Los agresores suelen venir de una situación social negativa, siendo muchas veces
rechazados por parte de sus compañeros aunque siempre tienen un grupo de seguidores.
Tienen tendencia al uso de la fuerza y a la violencia, baja tolerancia, frustraciones, malas
relaciones con los adultos, mal rendimiento escolar, tienen una gran autoestima, y una
ausencia de una relación cálida y segura con los progenitores. Quienes ejercen el Bullying
lo hace para imponer su poder sobre el otro logrando con ello tenerlo bajo su completo
dominio a lo largo de meses e incluso años.
El niño o varios de ellos, comúnmente en grupo, constantemente tienen actitudes agresivas
y amenazantes sin motivo alguno contra otro u otros niños. Es o son provocativos,
cualquier cosa es para ellos motivo de burlas.
Su forma de resolver conflictos es por medio de la agresión. No es nada empático, es decir
no se pone en el lugar del otro. Los alumnos agresores pueden ser futuros maltratadores y
delincuentes si no reciben con urgencia la ayuda que necesitan. La justificación de sus actos
en base a toda la hostilidad acumulada “contra el mundo” y a los modelos sociales que
promocionan estas conductas, se alía con la sensación inmediata de poderío que produce el
hecho de “someter a alguien a tus caprichos y necesidades”.
Los mecanismos que determinan el Bullying no son muy distintos a los que subyacen a
otros tipos de maltrato porque, aunque lo denominamos “intimidación entre iguales”, la
realidad es que se da una situación de desigualdad; el agresor siempre mide las fuerzas de
su presa, fuerza física o psicológica, al igual que lo hace el maltratador doméstico cuando
elige su pareja, futura víctima, o el jefe sádico cuando contrata a sus subalternos.
Trabajar este tema tiene una importancia extraordinaria precisamente como prevención de
estos graves problemas sociales pues, además de terminar con estas situaciones puntuales
de abuso, aprovechamos para abundar en el trabajo de las relaciones (presión de grupo,
asertividad), valores (tolerancia, justicia y solidaridad), importantes aspectos de educación
emocional (control de impulsos y expresión de sentimientos) y resolución de conflictos, lo
cual resulta muy educativo para todos.
Tipos de agresores
Agresores activos
Son los que inician y dirigen la agresión. Lizbeth Flores, especialista en maltrato infantil
del INP, dijo:
“El 30% de la población de México se catalogó como víctima o como agresor,
también un dato importante que encontramos es que la mayor parte de las
agresiones se llevan a cabo en el aula”.
Las agresiones psicológicas son la principal forma de acoso escolar. Esto se debe a que el
Bully escoge a los compañeros con alguna debilidad o diferencia. Ser inteligente, usar
lentes, la timidez o tener alguna otra de este tipo es suficientes para convertirse en víctima.
Pero el Bully no actúa solo, es líder de un grupo que decide a quién se puede o no molestar
y hasta qué grado. Sin el grupo, no podría ejercer su poder. Paloma Cobo, coautora del libro
Bullying en México dijo:
“Hay un grupo que sigue al Bully, que es lo que nosotros llamamos testigos y que
juegan un papel muy importante, porque son finalmente los que le van a dar el
reconocimiento que necesita el Bully.”
Estos testigos cada vez tienen un papel más activo en los maltratos, ya no simplemente se
burlan del compañero agredido, sino que también forman redes de maltrato, principalmente
exhibiendo sus actos por internet por medio del acoso virtual o Cyber-Bullying.
Aquí, las agresiones pueden llegar a niveles muy elevados de violencia, no sólo física, sino
verbal. Es una paradoja, pero por lo general, el agresor suele tener más debilidades que a
quienes agrede. Generalmente el Bully se relaciona con el género masculino. Sin embargo,
estudios realizados por la Secretaría de Educación Pública (SEP) sugieren que esta práctica
se está ampliando entre las mujeres.
Agresores pasivos
Son los que les siguen y animan, aunque en menor grado. 3 de 10 estudiantes de educación
básica en México viven con un temor diariamente, pero no es a la muerte, inseguridad o
algún secuestro.
Es miedo de ingresar por estas puertas de lunes a viernes. Sin embargo, no les preocupa
reprobar un examen o fallar en clases. Su temor es a vivir otro día más, enfrentando la
violencia a la que son sometidos por un “Bully”, compañero de clase que mantiene algún
tipo de maltrato sobre él. Paloma Cobo expresó lo siguiente:
“Creo que el Bullying ha existido siempre, es lo que antes llamábamos el típico
gandaya, el que abusaba del otro, el que le robaba el lunch, el que empujaba, y
crecimos con la idea de que así es y hay que aguantarse.”
Motivos del agresor para hacer Bullying
Según los expertos, un niño puede ser autor de Bullying cuando solo espera y quiere que
hagan siempre su voluntad, cuando le gusta probar la sensación de poder, cuando no se
siente bien o no disfruta con otros niños, si sufre intimidaciones o algún tipo de abuso en
casa, en la escuela o en la familia, cuando es frecuentemente humillado por los adultos, o
cuando vive bajo constante presión para que tenga éxito en sus actividades.
Fuente: Acoso Escolar México
25805
1. A modo de introducción
Aun cuando las mujeres representan alrededor del 50% del alumnado matriculado en
los establecimientos de educación secundaria y superior, «existe una marcada
diferenciación en cuanto al tipo de enseñanza por la cual optan hombres y mujeres,
observándose en el año 2002 mayor proporción de mujeres en carreras como
Psicología, Educación Parvularia, Educación Diferencial y Educación Básica dentro de
las pedagogías, y de los hombres en la carrera de Ingeniería Civil».
La violencia, en un sentido amplio, puede ser entendida como una acción que entraña
un «abuso de poder», en el que se transgreden por lo menos uno o dos derechos
humanos fundamentales: el derecho a determinar qué hacemos con nuestro cuerpo y
qué se hace con él, y el derecho a tomar nuestras propias decisiones y a afrontar las
consecuencias de nuestros propios actos, según afirma Garver.
La cultura marca a los seres humanos con el género, y el género marca la percepción
de todo lo demás: lo social, lo político, lo religioso, lo cotidiano. Los géneros femenino
y masculino son elementos de construcción social, constantemente afectados por el
poder social que impone un tipo de femineidad a través de un determinado sistema
sexo/género; como consecuencia, está abierto al cambio, es objeto de interpretación,
y sus significados y su jerarquía cambian con el tiempo.
A partir de este concepto, se abre una nueva mirada sobre los procesos educativos que
ilumina las relaciones asimétricas, las representaciones cristalizadas y cercenantes de
subjetividades, en los en apariencia inocentes o transparentes intercambios lingüísticos
típicos de los ambientes escolares, así como en el conjunto de los vehículos de
transmisión de saberes y de valores que fundamentan la labor pedagógica.
Para Foucault (1996), las relaciones de poder tienen una extensión por demás grande
en las relaciones humanas; éstas pueden ejercerse entre individuos, dentro de una
familia, en una relación pedagógica, en el cuerpo político. No obstante, afirma que el
análisis de un campo tan complejo como el de las relaciones de poder se encuentra a
veces con lo que podemos denominar «hechos o estados de dominación, en los que las
relaciones de poder, en lugar de ser inestables y de permitir a los diferentes
participantes una estrategia que las modifique, se encuentran bloqueadas y fijadas».
La cultura marca a los seres humanos con el género, y el género marca la percepción
de todo lo demás: lo social, lo político, lo religioso, lo cotidiano. Marta Lamas (1995),
la autora, retoma las ideas de Bourdieu, que plantea que existe gran dificultad para
analizar la lógica del género, ya que se trata de una asociación que ha estado inscrita
por milenios en la objetividad de las estructuras sociales y en la subjetividad de las
estructuras mentales.
El contexto escolar constituye uno de los espacios que más poderosamente influye en
la construcción de la identidad personal de hombres y de mujeres, y de su futuro
proyecto de vida. En cada contexto social se construye un conjunto de rasgos de
pensamiento, de valoraciones, de afectos, de actitudes y de comportamientos, que se
asumen como típicos y como referentes del deber ser y de pertenencia, según se sea
hombre o mujer. Estos rasgos que revelan la identidad de las personas, contienen a la
vez elementos asociados a los atributos, a los roles, a los espacios de actuación, a los
derechos y obligaciones y a las relaciones de género. Se plantean de manera explícita
a través del proyecto educativo, de la normativa y de la reglamentación, es decir,
parten del discurso de la institución escolar, o, por lo general, son fragmentos del
currículo oculto o escondido.
En el campo de las interacciones en la escuela, ésta debe ser vista como una agencia
socializadora, compleja y dinámica, en la que conviven en tensión representaciones de
género diversas; como un ámbito de lucha, de resistencia y de creación de normativas,
de valores y de prácticas legítimas, normales y transgresoras.
Para ello, es necesario reconocer que resulta difícil que pueda operar como un
dispositivo de disciplinamiento social basado en la represión explícita y en la
inculcación de obediencia a ciertos valores, porque debe apelar mucho más a otros
estímulos como la persuasión, y, sobre todo, a la construcción racional del sentido
común.
En la mayoría de las culturas son las mujeres, y no los varones, quienes deben
abandonar sus estudios debido a la pobreza. Unas y otros pueden tener que trabajar,
pero los varones lo hacen fuera de sus hogares ampliando sus horizontes, mientras
que las mujeres laboran en el hogar, lo que restringe sus experiencias. Al llegar a la
adolescencia el varón debe encarar la presión de la sociedad, que espera de él que se
convierta en un hombre, en tanto las mujeres pierden en esa misma época la relativa
libertad de la que habían disfrutado en la niñez.
De acuerdo con la Teoría de los Roles, toda realidad se construye socialmente sobre la
base de las interacciones entre personas que constituyen roles; algunos de ellos se
fijan, se estereotipan, ahorrando a los sujetos la tensión y la inestabilidad que produce
la incertidumbre.
Cada persona posee un acervo infinito de roles, entre los cuales elige uno de acuerdo
con el contexto, con el tipo de relaciones que en dicho contexto se generan. Desde
esta perspectiva, en las diversas instituciones uno aprende a ser hombre o mujer, es
decir, aprende los roles y las actitudes asociados a los sexos (Stromquist, 1998).
De este modo, la escuela sería un espacio en el cual los individuos aprenden a ser
alumnos y alumnas, pero también varones y mujeres, vale decir, que aprenden los
comportamientos adecuados por pertenecer a una u otra de estas categorías. Se
transmiten en todo momento mensajes a través de las palabras y de los tonos de voz,
de los gestos, de las formas de aproximarse a las personas, de las expectativas que se
expresan. Diversos autores han puesto en entredicho el mito de la meritocracia, según
el cual la escuela acoge con imparcialidad a niños y a niñas, y estimula talentos
individuales de acuerdo con las aptitudes, sin consideración de características
adscritas, sean éstas de clase o de género (Stanworth, 1981).
La sala de clase es un ámbito en el que niñas y niños dependen de una persona adulta
dotada de mucho poder, y que está relacionada de forma directa con el futuro de
dichos niños/as a largo plazo, por lo que difícilmente puede evitar participar en los
procesos en los que las relaciones normales y las clasificaciones entre los sexos son
definidas en todo momento (Stanworth, 1981).
Las investigaciones efectuadas hacen ver que, en la sala de clase, los docentes
reproducen de modo activo el sistema jerárquico de divisiones y de clasificaciones de
género, que no lo cuestionan sino que lo refuerzan, y ello ocurre a pesar de que en su
discurso teórico propician la igualdad entre los sexos (Stanworth, 1981; Dupont, 1980;
Gianini Belotti, 1984; Moreno, 1986).
Por lo general, los niños reciben mayor atención y más peticiones para que presenten
sus tareas y para que salgan a la pizarra a realizar ejercicios. En cuatro
establecimientos estudiados los docentes tienden a interactuar más con los niños en
términos de discurso instructivo. Sin embargo, dicha tendencia es menos marcada en
los establecimientos de nivel socioeconómico alto. Eso se nota con fuerza por cuanto
que en aquellos colegios había menos alumnas que alumnos en las clases que
observamos (Rossetti, 1994).
Las niñas, a pesar de recibir menor atención de sus profesores, tienen un rendimiento
algo superior al de los niños. No obstante, en los docentes predomina la idea de que
son estos últimos los que tienen mejor aprovechamiento (Rossetti, 1994). En la
investigación que nos ocupa, realizada en Chile, «se preguntó a una profesora de
matemáticas de enseñanza media, que se desempeña en un establecimiento del sector
popular, por los alumnos que tienen mejor rendimiento; nombró a dos hombres, y sólo
destacó a uno de sus alumnos como inteligente». Sin embargo, concluyó que «ganan
las mujeres, son superiores». Es decir, primero expresó una clasificación (el hombre es
mejor intelectualmente), para después dar cuenta de algo fáctico: las niñas tienen
mejor rendimiento. La citada profesora no mencionó a ninguna niña como muy
inteligente (Rossetti, 1994).
Uno de los aspectos que más llama la atención es el de que los profesores analizados
no sólo consideran que niños y niñas tienen intereses diferentes, sino que tienden a
pensar que estas diferencias son innatas, consustanciales con el género del alumno.
Se constata que, si bien hoy en día las mujeres se educan en establecimientos mixtos
y siguen el mismo currículo, salen de la escuela con expectativas distintas y
convencionales del trabajo entre los sexos. Hay una polarización de las mujeres hacia
lo humanístico-artístico, y de los hombres hacia la ciencia y la tecnología, siendo este
patrón más marcado en las escuelas mixtas que en las de un solo sexo. Por un lado, se
refuerzan en las niñas los conocimientos en áreas humanísticas como el idioma español
(expresión oral y escrita), y en los niños las áreas científico-matemáticas, entre otras
(Stanworth, 1981).
Como ya se indicó, casi siempre los niños reciben mayor atención y tiempo de sus
profesores y profesoras, ya sea porque son alumnos brillantes, ya sea porque se
portan mal. Se recrimina más a los niños, y eso equivale a que se les presta más
interés.
De las niñas, en cambio, los profesores esperan que sean más cuidadosas, más
atentas y disciplinadas, y menos creativas. Los niños y las niñas hacen más sencillo
para el profesor aplicar la regla de género. Las niñas son más tranquilas, los niños más
inquietos. El anonimato de las mujeres es causado en parte por su silencio, lo que, a
su vez, lleva a que los profesores recuerden con más facilidad la cara y los nombres de
los niños que de las niñas.
Aun cuando las alumnas son responsables y capaces, tienden a ser percibidas por sus
profesores y profesoras como carentes de autoridad y de asertividad, cualidades
consideradas como prerrequisitos de ocupaciones y de empleos masculinos. Sólo
cuando una alumna contradice en forma marcada el estereotipo femenino, sus
profesores logran concebirla en una carrera no tradicional (Gipps, 1996).
Por otra parte, estudios centrados en los/las docentes subrayan que la concepción
estereotipada de los roles sociales da lugar, en aquellas, a la existencia de
expectativas inconscientes que influyen en la orientación de los y de las jóvenes, y en
prácticas discriminatorias (Bracamonte y Rojas, 1996).
Por si fuera poco, en las organizaciones de alumnos los varones tienen una clara
superioridad numérica en los cargos de la directiva.
En otro orden de cosas, las distintas expectativas del profesorado respecto a cada uno
de los sexos, inciden finalmente como una profecía autocumplida en la motivación y en
los resultados que las mujeres obtienen en las asignaturas del área de ciencias, y muy
probablemente en sus definiciones vocacionales posteriores. En general, se repiten los
prejuicios más conocidos sobre la diferente capacidad de niños y de niñas en relación
con las Matemáticas o con las Ciencias.
Estas diferentes expectativas son compartidas por el mundo en general: los padres, las
madres, el profesorado y las amistades, aceptan sin problemas que un varón sea el
presidente de curso, pero su actitud suele ser distinta cuando tal posición la asume
una mujer.
Por otro lado, en un estudio realizado por Josephs, Markus y Tafarodi (1992), se
observó cómo las diferencias de género influyen en la autoestima. En él se evidenció,
por ejemplo, que los hombres se perciben a sí mismos como sujetos que cuentan con
mejores niveles de habilidades cognitivas, mientras las mujeres tienden a presentar un
mayor nivel de autoestima en lo que se refiere a su capacidad de interconexión con
otros.
Marsh (1989), por su parte, notó que los hombres tienen mejores niveles de
autoestima en lo que se refiere a matemáticas y a habilidades físicas, en tanto las
mujeres se perciben superiores en las áreas oral y de lectura. Otro interesante aporte
es el suministrado por Knox, Funk, Elliot y Bush (1998), quienes analizan la
apreciación de la autoestima global de hombres y de mujeres, llegando a la conclusión
de que una baja autoestima global estaría explicada en gran medida por una escasa
percepción en el funcionamiento de aquellas áreas que, por tradición, han sido
asignadas a cada sexo.
Muchas veces las disciplinas que conforman dicha área han sido consideradas alejadas
de los intereses, de las necesidades y de las posibilidades de las mujeres, tal como
ocurre con otras áreas del conocimiento científico. Junto con eso, las investigaciones
han revelado la existencia de un mayor dominio en la sala de clase por parte de los
hombres, lo que se traduce en una participación más activa de ellos en los debates y
en el resto de las actividades pedagógicas propuestas por el profesorado (Sabar,
1996).
En ese sentido, el género de una persona no debe impactar sobre cuáles materias
tiene derecho a estudiar (matemáticas, ciencias, pensamiento crítico), pero sí su
género puede impactar en la pedagogía que se usa para enseñar a esa persona. La
búsqueda de maneras de enfrentar las limitantes de género en la educación formal ya
tiene sus precedentes, cuando Miske y van Belle-Proty (1997) empiezan con el aula
como fuente de información sobre el papel del género en el aprendizaje.
Se necesita más y mejor información sobre las condiciones y sobre las acciones de los
individuos a nivel del aula, de la escuela y de la comunidad. Sólo se puede cambiar un
ambiente de «desánimo» por otro de «validación» para niñas en el aula en un proceso
de observar y de analizar las interacciones entre maestros y estudiantes, y de qué
manera se condiciona el rendimiento y el desarrollo integral de las niñas.
Es necesario, entonces, fomentar el respeto y el cuidado del propio cuerpo y el del otro
sexo, aspectos importantes para el desarrollo de la autoestima, de la autoimagen y de
la construcción de la identidad sexual. En esta etapa hay que tener muy en cuenta
aprender a valorar las diferencias biológicas de uno y otro sexo.
Una de las principales demandas que se hacen al sistema educacional se relaciona con
la capacidad real que éste tiene de ser un instrumento que garantice la igualdad de
oportunidades. Resulta cada vez más claro que una sociedad que es inequitativa, y en
la que existen pronunciadas diferencias en la distribución del poder y de la riqueza,
está condenada a no desarrollarse y a producir violencia material y simbólica en su
interior.
En tal caso, es evidente que las mujeres sufren una clara y continua discriminación a lo
largo de todo el proceso educativo formal e informal, que repercute en que tengan que
elegir empleos peor remunerados, menos cualificados y más inestables. Al mismo
tiempo, las profesiones que ofrecen mejores expectativas de promoción y más
prestigio social no suelen considerarse femeninas. Este tipo de concepciones
tradicionales del trabajo femenino se expresa repetidamente en los libros de texto, en
el lenguaje, en las actitudes del personal docente, en la familia, en los medios de
comunicación, etc., y tiene una importancia psicológica decisiva cuando las
adolescentes se plantean cuál debe ser su futuro profesional o académico,
obstaculizando su progreso y su realización personal.
Por otra parte, en la mayoría de los hogares las responsabilidades domésticas, la salud
de la familia, el cuidado de los niños/as, etc., siguen siendo asumidos de forma
exclusiva por mujeres, y continúa considerándose más importante el aporte que la
mujer pueda realizar en el ámbito privado que su incorporación a la actividad laboral.
Y, aun cuando las cifras nos señalan que un número significativo de hogares tiene una
jefatura femenina, el ingreso económico de las mujeres sigue siendo considerado como
un complemento del ingreso de los varones.
En tales circunstancias, es fácil comprender que las niñas elijan aquellos estudios que
puedan ejercerse sin distorsionar las labores del hogar, y que tengan relación con las
características propias de su sexo; profesiones que suelen coincidir con las menos
costosas, las de menor dedicación y tiempo de estudio, y con unas posibilidades de
colocación inciertas.
BIBLIOGRAFÍA
Alberdi, A., y Martinez L. (1998): Guía didáctica para una orientación no-sexista,
Madrid, Editorial Ministerio de Educación y Ciencia.
Connell, R. (1987): Gender and Power. Society, the Person and Sexual Politics,
Cambridge,
(1984): Symbolic Violence: Language and Power in the Writings of Pierre Bourdieu,
Studies in the Theory of Ideology. Cambridge, Polity Press.
Valle, T., y otros (2002): Modelos emergentes en los sistemas y las relaciones de
género, Madrid, Narcea.
Notas:
La OIT y la igualdad de
género
La visión de la OIT acerca de la
igualdad entre las mujeres y los
hombres
La OIT se ha propuesto promover la igualdad de oportunidades para que las mujeres y los
hombres accedan a un trabajo decente, esto es, un trabajo bien remunerado, productivo y
realizado en condiciones de libertad, equidad, seguridad y dignidad humana. La OIT estima
que la igualdad de género constituye un elemento decisivo de las actividades encaminadas a
la consecución de sus cuatro objetivos estratégicos:
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