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Mireya Acosta Rodríguez.

NRC 654505

LA IMPORTANCIA DE LA INTERVENCIÓN SOCIAL DEL PSICOLOGO, EN


TERRITORIOS DONDE SE GESTA VIOLENCIA
Los jóvenes que viven en barrios populares producen más cultura que violencia

Desde el punto de vista epistemológico, se debe concebir la Psicología como


una ciencia que busca describir un fenómeno o comportamiento del ser humano, o
bien, que busca interpretar y explicar la causa de dichos fenómenos o
comportamientos. Es decir, se entiende que describir un fenómeno implica entenderlo
desde la lógica de manera general, aunque no es suficiente, pues se debe construir
una explicación genética, fisiológica, histórica y social comenzando en la infancia, lo
cual permite conocer las causas del fenómeno o de la conducta a interpretar a futuro.
Por consiguiente, la responsabilidad que tiene un psicólogo frente a la
complejidad del contexto socio-cultural como agente de cambio social, es de especial
importancia no solo en el proceso individual, sino colectivo, ya que su trabajo se
compromete con la detección de factores de riesgo, prevención, orientación, modelos
de intervención y búsqueda de líneas de acción para el planteamiento de posibles
herramientas que permitan fortalecer habilidades en la población y de estrategias para
generar condiciones adecuadas a nivel emocional y social de los individuos.
El Consejo General de Colegios Oficiales de Psicólogos, afirma que:
La Psicología de la Intervención Social, pretende superar enfoques basados en las
carencias y las patologías, para asumir un papel proactivo y autónomo del individuo.
Éste se convierte así, en agente activo del cambio, tanto en el papel de la intervención
en situaciones de cotidianeidad o de crisis, como en la prevención de las mismas, al
objeto de maximizar sus habilidades y competencias de análisis y transformación
personal y de su entorno social. (2013, pág. 3)
Ahora bien, ¿Cuál es el papel del psicólogo en el fenómeno de la violencia en
Colombia?, para hablar de violencia, se deben tener en cuenta los efectos y
consecuencias de la problemática desde el contexto socio-cultural en donde se gesta,
tanto a nivel personal como de comunidad, puesto que se visualiza la naturalización de
la misma, que permite situaciones de vulnerabilidad en diferentes niveles, es por esto
que, “una gran parte de la violencia que existe actualmente tiene su origen en la
violencia familiar. La prevención a través de la familia es especialmente importante
porque a través de ella se adquieren los primeros modelos y esquemas en torno a los
cuales se estructuran las relaciones sociales y se desarrollan las expectativas básicas
sobre lo que se puede esperar de uno mismo y de los demás” (Díaz-Aguado, 1999,
pág. 420)
Por consiguiente, el psicólogo como ser social debe construir intervención en
principio desde la familia, para detectar los motivos que generan la violencia y buscar
medios para atender esta problemática desde cada rama de la Psicología, así como
debe buscar la integración interdisciplinaria de otras profesiones competentes para
lograr cumplir su objetivo.
Es por ello que el diagnóstico que de allí se desprende, debe analizarse desde la
familia, los niños, hasta las organizaciones de la comunidad y el equipo Estatal de
apoyo, los cuales permiten visualizar e identificar las características de las condiciones
de los entornos sociales y las característica de los contextos, es decir las capacidades
y las necesidades de los núcleos en general y de los individuos en particular.
En principio se hace necesario que la intervención se conciba desde la primera
infancia, orientando a los menores y sus familias para que la reflexión se haga desde el
pensamiento e interpretación de quiénes son, cómo es su manera de estar en el
mundo, cuáles son sus condiciones de vida, sus capacidades, sus intereses, sus
prácticas y fortalezas, tanto en la relación que se establece consigo mismo, como con
los otros y con el medio que los rodea.
Posteriormente el psicólogo debe proyectar su intervención hacia la población
juvenil y sus familias, desarrollando acciones conjuntas, construyendo acuerdos,
generando espacios, bajo los principios de igualdad, equidad, respeto, inclusión de
derechos y responsabilidades, facilitando la convivencia en la escucha y el respeto por
el otro y generando conciencia de la protección integral de los derechos de esta
población. El Bienestar Familiar afirma: “La protección integral: Es necesario hacer
mención de lo que implica la protección integral desde los mismos ejes que ésta
contempla y por su puesto desde el papel que la familia, la sociedad y el Estado tienen
que ejercer para hacer efectivo el ejercicio de los derechos de las niñas, los niños, las y
los adolescentes.” (p.7)
En consecuencia el tejido social en el cual puede apoyar un psicólogo debe
integrar a toda la comunidad y a cada miembro, que le garantice efectividad de sus
acciones. Es así, como frente a esta realidad, en los territorios en los cuales se
evidencia estados de violencia, se construyen estrategias culturales desde la
diversidad que forma la pluralidad de las familias, derivada del desplazamiento forzado
ya sea por razones políticas o económicas, encaminadas a fortalecer su realidad
histórica y geográfica.
Así mismo, Instituciones religiosas, ONG, líderes sociales y entidades estatales
comprometidos con la realidad social, encuentran en la música un elemento que les
ofrece sentido a la vida de niños y jóvenes, facilitando una intervención psicosocial a
través del arte, que les permita apropiarse de su realidad. A su vez, los jóvenes
asumen una posición sociopolítica que le exige desde su comunidad transmitir un
mensaje reflexivo sobre sus vidas, sus barrios, la pobreza, la corrupción del Estado,
etc., en encuentros organizados en unidades deportivas, en ciclovías o parques.
Aunque es innegable que la problemática de violencia y delincuencia que se
gesta en estos barrios, hace parte del diario vivir de las familias, los niños y los jóvenes
de dichas comunidades prefieren encontrar en la actividad cultural una alternativa para
su vida.
En conclusión, el papel del psicólogo en la transformación social es fundamental
para garantizar el imaginario de la sociedad ideal, desde una epistemología acorde con
el entorno, cultural, social, económico, político e histórico, por lo cual debe buscar crear
concientización de la realidad a través de la reflexión y por ende de la acción, de
manera coherente sobre los estados de exclusión, pobreza extrema, desigualdad e
injusticia que se vivencia en los sectores vulnerables, asumiendo que el papel crítico
de éste debe estar enfocado desde una posición ético-política dentro de los procesos
histórico-sociales.
Por consiguiente, para dar paso al cambio, el sujeto debe ser visto
integralmente, es decir como parte del mundo, verlo en su historia y en sus
transformaciones culturales, que le permiten relacionarse consigo mismo y con su
entorno, entendiéndolo, interpretándolo, conociéndolo, realizando intercambio de
aprendizajes que construyan su propia identidad como ser individual y colectivo. Todo
esto le permite crear sus condiciones internas y sus relaciones con el entorno a través
del lenguaje cognitivo, planteamiento que lleva a afirmar que se puede ser un psicólogo
con conocimientos críticos y realizar intervención desde una postura política
encaminada a transformar el mundo actual. Al respecto, De Sousa (2011) afirma: la
Epistemología del Sur es el reclamo de nuevos procesos de producción, de
valorización de conocimientos válidos, científicos y no científicos, y de nuevas
relaciones entre diferentes tipos de conocimiento, a partir de las prácticas de las clases
y grupos sociales que han sufrido, de manera sistemática, destrucción, opresión y
discriminación causadas por el capitalismo, el colonialismo y todas las naturalizaciones
de la desigualdad en las que se han desdoblado. (p. 16). Desde esta epistemología es
posible pensar en una transformación social a través del arte, con el acompañamiento
del profesional en Psicología, cuya intervención es relevante para crear conciencia
social de cambio en territorios oprimidos y violentos.

Referencias.

Cuenca, J. (2016). Los jóvenes que viven en barrios populares producen más cultura
que violencia. Revista Colombiana de Psicología, 25(1), 141-154. Recuperado
de:https://search.proquest.com/docview/1819136171?accountid=48797

Díaz-Aguado, M. (1999). El papel de la Psicología en la lucha contra la violencia, 413-


436. Recuperado de:https://www.google.com.co/search?
q=el+papel+de+la+psicologia+en+la+lucha+contra+la+violencia&rlz=1C1HLDY_
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%C3%ADa+en+la+lucha+con&aqs=chrome.1.69i57j0.27299j0j7&sourceid=chro
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Consejo general de colegios oficiales de psicólogos. (2013). Roles y funciones del


psicólogo de la intervención social, 1-27. Recuperado
de:https://www.google.com.co/search?
q=roles+y+funciones+del+psicologo+de+la+intervencion+social&rlz=1C1HLDY_
esCO788CO788&oq=roles+y+funciones+psicolo+intervencion+social&aqs=chro
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Corporación juego y niñez. (2017). Cualificación del talento humano, Fortalecimiento de


la educación inicial. 1-10. Bienestar familiar.

De Sousa, S. (2011). Epistemologías del sur. Recuperado


de:https://books.google.com.co/books/about/Epistemolog
%C3%ADas_del_Sur.html?id=NjS9AwAAQBAJ&source=kp_cover&redir_esc=y

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