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cosa en sí, todos y partes, contingente y necesario, resulta obli-

gado utilizar en la investigación de los seres organizados no LA C,RiTICA DEL JUICIO ESTÉTICO
sólo los principios de causalidad mecánica, sino también los HOLDERLIN y EL IDEALISMO '
principios de causalidad final, cuya identificación nadie discute
más allá de los límites de la experiencia posible:

Pero como, sin embargo es al menos posible considerar el


Felipe Martínez Marzoa
mundo material como mero fenómeno, pensando algo, como (Universidad de Barcelona)
cosa en sí (que no es fenómeno), que sea su sustrato, y poner
bajo éste una intuición intelectual correspondiente (aunque no
sea la nuestra), hallanase entonces un fundamento real, supra-
sensible, de la naturaleza, a la cual pertenecemos también noso-
tros mismos; así, pues, 10 que en ella es necesario como objeto
de los sentidos, lo consideraríamos según leyes mecánicas, y, en
cambio, la concordancia y la unidad de las leyes particulares con
las fonnas correspondientes, que debemos juzgar como contin-
gentes respecto de aquellas leyes, las consideraríamos (con la na-
turaleza entera en un sistema), como objeto de la razón, según
leyes teleológicas, y juzgaríamos así la naturaleza según dos cla-
ses de principios, sin que el modo de explicación mecánico sea , La Critica del Juicio es la tercera de las Criticas de Kant no
excluido por el teleológico, como si ambos se contradijeran,21 solo en el sentido de que, al publicarla, Kant supone conocidas
del lector las dos anteriores, sino también en Un sentido más
En efecto, es posible suponer que, subyaciendo a la conside- estnctamente sistemático. La Crítica del Juicio arranca d
ración fenoménica de la naturaleza, exista un sustmto suprasensi- dit 'ó b e una
me aCI n so re la copresencia de las dos Críticas anteriore .
ble, cuyo correlato subjetivo no sea otro que el entendimiento no me :~fiero tanto a las dos «obras», la Crítica de la razón pur~
arquetipico, La relación de experiencia que se establecerla entre y la Cntlca de la razón prdctica, como a dos tareas cuya duali-
ambos sería la propia de una intuición intelectual, en la que se dad no se corresponde de manera estricta con la de las dos
superarían todas las dualidades propias del conocimiento discur- obr~, a saber: por una parte la averiguación de en qué consiste
sivo. Sin embargo, es éste el propio del conocimiento humano y el. tlpo de validez que llamarnos {(COnOClllli''ento » o «expenen-
'
de ahí que su avance dependa de la atenencia estricta a estos cm:>,. o .sea, cuál es la nahrraleza o «foIDla» o possibilitas de es~
principios: a) investigar según leyes mecánicas aquella parie de la legttnmdad que llamamos conocimiento (en términos kanti _
naturaleza que se nos muestra regida por leyes necesarias; b) n~s, cuáles son «las condiciones de la posibilidad» del conoc~­
interpretar según leyes teleológicas aquella otra parle de la reali- rrnento), y, po: :otra parte, en qué cons;ste el tipo de validez que
dad que se nos muestra regida por unas leyes que no son necesa- ll~amos deCISIón, o sea, cuáles SOn las condiciones de la posi-
rias para nuestro entendimiento y que, sin embargo, sospecha- bihdad de la decisión, No hay un tercer modo d val'd
mos que sí serían necesarias para un entendimiento distinto. Es t t' ddi e leZ,un
ercer lpO e 'scurso válido, aparie del cognoscitivo y el prác-
tarea de la razón humana unificar ambos tipos de investigación tico, :' SID embargo, hay una tercera Critica; por lo tanto, ésta
en un sistema completo de experiencia. tendra una estructura sistemática bien diferente incluso de
aquello que las dos anteriores tengan en común. Por de pro t
21. lb., § 77, 352.
ca~. una de. ~as. dos Críticas anteriores se encuentra con ~n~
validez o legltIrnldad cuyo «en qué consiste» pretende ella po-

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ner de manifiesto; así, con toda la carga paradójica que ello expresión de Kant, la de los dos troncos de una «raíz común»,
represente, la validez o legitimidad del caso, aun no siendo un y si esa dualidad en el conocimiento estriba en último término
«hecho» (jactum), sino una validez o legitimidad (ius), sin em- en la propia dualidad conocimiento-decisión, de la cual, por
bargo tiene el carácter de un Faktum sencillamente en el senti- otra parte, también hemos visto que es la de dos caras de lo
do de que es algo con lo que nos encontramos; partiendo de ese mismo, entonces lo que estamos leyendo es que la raíz común
«encontrarnos con», se trata de averiguar cuáles son las condi- de intuición y concepto es a la vez la raíz común de lo cognos-
ciones constitutivas (forma, condiciones de la posibilidad) de citivo y lo práctico. Como es sabido, Kant caracteriza en la
eso con lo que en principio sencillamente nos encontramos; Crítica del Juicio esa raíz común de un modo muy coherente
este modo de proceder se llama en griego epagogé. En cambio, con lo que acabamos de decir, ya que, si en la Crítica de la
en la Crítica del Juicio no se parte de ningún nuevo ius con e! razón pura ha designado la raíz común de pluralidad y unidad,
que nos encontremos, esto es, de ningún nuevo Faktum; se o de sensibilidad y entendimiento, o de intuición y concepto,
considera la copresencia de las dos averiguaciones anteriores y, con los términos, respectivamente, de síntesis (raíz común de
si en esa consideración se descubre algo, el Faktum que lo do- unidad y pluralidad), imaginación (<<facultad" de la sintesis) y
cumente vendrá después. En todo caso, lo que en esa conside- esquema (el acto de la imaginación), ahora, en la «Critica de!
ración se descubra habrá de atenerse a los términos de! proble- Juicio estético», habla de una situación en la que «la imagina-
ma, y éstos comportan que la dualidad de modos de validez es ción esquematiza sin concepto», es decir, no se ha producido la
irreductible, esto es, que no hay tránsito a su vez válido de lo separación frente a la raíz común, por lo tanto tampoco hay
cognoscitivo a lo práctico ni viceversa. Esto se entiende asu- todavía ni conocimiento ni decisión, o sea, no hay en general
miendo que lo cognoscitivo y lo práctico no son partes de un discurso válido; se mantiene, pues, que-no hay un discurso en
todo, sino que cada uno de ellos es el todo, lo cual implica que el punto cero de la escisión; la raíz común, por así decir, no
son el mismo todo, si bien eso mismo no aparece jamás antes comparece, se escapa, es esencialmente escurridiza o, como
de la escisión cognoscitivo-práctico ni en el punto cero de esa dice literalmente Kant, «desconocida». Esa situación de «esque-
escisión, sino sólo, o bien corno lo cognoscitivo o bien como lo ma sin concepto» es lo que podernos describir como: hay figu-
práctico. La Crítica de la razón pura había encontrado que e! ra, por lo tanto hay construcción (esquema), pero no es posible
conocimiento es a su vez algo con dos caras, receptividad y separar la regla de esa construcción, es decir, el proceder cons-
espontaneidad, o pluralidad y unidad, designadas míticamente tructivo permanece inseparable del caso concreto de su ejerci-
como sensibilidad y entendimiento o sensación y concepto. cio, de manera que no se constituye la regla como tal, e! uni-
Desde las «Introducciones» de la Crítica del Juicio podemos de- versal o el concepto; si bien, puesto que hay figura, hay unidad,
cir que, si en e! conocimiento hay esa dualidad, ello ocurre o sea, hay aquello que un concepto habria de expresar, lo que
porque el conocimiento es a su vez miembro de la dualidad de no hay es el concepto que lo exprese; hay, pues, concordancia
lo cognoscitivo y lo práctico, o que es en última instancia el que en general con la posibilidad de una plasmación de conceptos,
haya de haber discurso práctico lo que determina que e! cono- pero no se plasma éoncepto alguno, 0, para decirlo con las no-
cimiento haya de ser no sólo intuición, sino también concepto,l ciones de Kant, hay finalismo sin que haya finalidad alguna.
Consiguientemente, si Kant dice en la Crítica de la razón pura El que la referencia kantiana a una raíz común de entendi-
que la dualidad en e! conocimiento (intuición-concepto) es la miento y sensibilidad se conecte con la cuestión de una raíz
de las dos caras de una misma cosa o, para emplear la propia común de lo cognoscitivo y lo práctico no es en sí mismo un
producto de mi particular interpretación. Se encuentra incluso
en la lectura de Kant por Fichte; la expresión kantiana gemeins-
1. Cfr. mis trabajos Desconocida ra(z común, Madrid, Visor, 1987, y Releer a Kant,
Barcelona, Anthropos, 1989.
chaftliche Wurzel (<<raíz común»), referente en Kant a entendi-

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miento y sensibilidad, es aplicada por Fichte, exponiend~ lo concierne en modo alguno a Kant, para quien no se trata de
que él considem como el pensamiento de ~t, a la dualIdad «absoluto», sino precisamente de finito. En cuanto al uno-todo
cognoscitivo-práctico; aparece incluso el adjetivo {(d~COnOcl­ de Fichte, dado que se trata de aquello en cuyo tener lugar
da», que en Kant acompaña a «raíz común»; Kant dice, unbe~ tiene lugar cuanto tiene lugar, ha de tratarse de aquello en cuya
kannt, Fichte unerforschlich. Pero lo más interesante es ver que autoposición es puesto cuanto en general es puesto, es decir: se
sentido peculiar da Fichte a esta afirmación kantiana de q~e la trata de aquello que no es nada más que, ni deja nada fuera de,
raíz común es algo desconocido o insondable. Flchte consIdera su propia autoposición; la pura autoposición es el significado
esto como expresión o «franca confesión» de aquello de lo que de la palabra yo, yeso, pura autoposición, es la génesis ° la
él «culpa» a Kant; desde el momento -dice Fichte- en que la Tathandlung o el uno-todo; dicho de otra manera: si en la géne-
raíz común tiene para Kant ese carácter de mavengu~ble,. ~ue­ sis tiene -lugar todo, cabe preguntar para quién tiene lugar la
da excluida por ~t mismo la posibilidad de una denvaclOn o génesis, y, puesto que nada queda fuera de ella misma, la única
génesis de los dos troncos, con lo cual, siempre según Fi~hte, respuesta posible es que ella tiene lugar para sí misma, o sea,
no se consigue reducir a unidad los dos hasta entonces senala- que tiene el carácter de autoconciencia, autoposición, yo. Estas
dos como «absolutos}) I sino que lo que reahnente se hace es razones vinculan de manera irrompible la noción de absoluto o
añadir un «tercer absoluto», cuando, por principio, «absolutw) de uno-todo con la noción de yo; si cabe hablar de absoluto,
sólo puede haber uno. 2 Es cierto -y ahom ya no es Fichte éste no podrá ser otra cosa que yo.
quien habla, sino nosotros- que en ~t no hay la posibilidad Llegado este punto, es pertinente que nos preguntemos
de derivar o generar a partir de algo los diferentes modos de quién es el primero que, tras haber pasado por la escuela de
validez del discurso, pero formular esto diciendo que Kant «no Fichte, formula una crítica global a la posición de éste y cuál es
logra» hacer posible tal derivación es olvidar que lo que ~t la fuente inspiradora de esa critica. En cuanto a quién es ese
pretende, y lo que es esencial para la conslsten~l~ ~e su pensa- primero, no es ningún haliazgo el decir que es Holderlin; su
miento, es precisamente que no haya esa, posIbilidad. El que crítica a Fichte puede quizá resumirse en lo que a continuación
haya modos de validez irreductibles entre SI es lo mIsmo que el expongo_
que la validez, el ius, sea, como antes dije, un Faktum en el No cabe reconocer corno lo absolutamente primero el yo,
sentido de algo con lo que nos encontramos, y es lo mjsmo que porque yo quiere decir (y así lo establece el propio Fichte) auto-
el que el pensar sea la epagogé. Las tres cosas ocurren en ~t posición, autoconciencia, y esto implica relación a sí mismo y,
y ninguna de las tres en Fichte; para éste lo absolutan:ente CIer- por lo tanto, ya desdoblamiento. La conciencia no puede ser en
to no puede ser algo con lo que nos en~ontr~~s, .SIDO algo a modo alguno un incondicionado, porque tiene por condición su
cuya génesis necesaria asistimos; a la ~V1de~cla fáC:I~a del F~­ propio desdoblamiento y su referencia a sí misma en ese des-
tum kantiano contrapone Fichte la eVIdenCia genetica, conSIS- doblamiento. En el sentido en que quepa hablar de un absolu-
tente en que todo lo evidente (y esto para Fichte es lo mismo tamente primero, lo así llamado habrá de ~er anterior a toda
que todo lo a priori y que todo lo verdadero) sea generado.nece- reflexión. Aclaremos que aquí reflexión tiene a la vez el sentido
sariamente «a partir de» y «en» uno, uno que no es Sino la de fijación de un quid y el de autorreferencia; ambos sentidos
génesis misma; la palabra génesis substituye expresamente en coinciden desde la «deducción transcendental de las catego-
1804 a Tathandlung.' La observación de los «tres absolutos» no nas» kantiana por cuanto la fijación de un quid es la fijación de
la regla de construcción (la determinación de cuál es el modo
en que la pluralidad de la sensación se agrupa, esto es, consti-
2. Fichte, Die wissensch~ftslehre, Zweiter Vortrag im Jahre 1804 vom 16, April bis 8.
Juni (ed. R. Lauth y J. Widmann), Hamburgo, 1986, pp, 18-21.
tuye figura) y el que tal fijación haya en general de ocurrir es
3, lb., p, 136. idéntico con la posición de objeto en general, o sea, con la pOw

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sición de unidad del objeto, la cual es lo mismo que la auto- no sólo esta dualidad es ya· escisión, sino que cada uno de los
posición del sujeto, o sea, que la apercepc~ón pura, de n:~do términos lo es a su vez, pues cada uno de ellos es fijación; e!
que, en efecto, los dqs mencionados sentidos de «refleX1on» conocimiento es fijación de, en cada caso, una determinada re-
son uno sólo. Si decimos, pues, que lo primero ha de ser ante-. gla de construcción de la figura (o sea, se trata de esto y no de
riar a toda autorreferencia, dedmos también que ha de ser an- aquello otro), la decisión es la fijación de la máxima o regla
terior a toda fijación de un quid, a todo poner. Ni «se pone ello de conducta (hago esto y no aquello otro). Vimos ya que lo
mismo}) ni hay se ni pone ID mismo, pues todos esos ténninos uno, la raíz común, ha de ser anterior a toda validez, anterior a
introducen una condición, a saber, desdoblamiento Y autorrefe- la fijación de la regla de construcción (por eso: esquema sin
rencia, que hace que ya no pudiese tratarse de lo absolutamen- concepto), anterior a la opción por uno u otro fin. Esta anterio-
te primero. Lo verdaderamente primero habrá de ser prerrefle- ridad con respecto a la validez se expresa diciendo que aquella
xivo o arreflexivo o transreflexivo, no tético, no poner, áthesis. figura en la cual, por haber figura, hay ciertamente esquema,
H61derlin lo llama a veces ser, pero también lo llama de alguna pero no hay concepto, es, como queda dicho, figura, pero no
otra manera que aduciré más adelante. cosa; no Ding (<<cosa»), sino Vorstellung (<<representación»).
Antes debo decir algo sobre cuál puede ser lá fuente de Puesto que la figura en cuestión es, desde la primera vez que la
inspiración de esa posición crítica de H61derlin ante Fichte. A mencionamos, ni más ni menos que lo que llamamos «figura
reconocerla nos puede ayudar la siguiente constatación: esa bella», lo que acabamos de decir es el fundamento de la cone-
posición de Holderlin constituye un momento decisivo en la xión fenomenológicamente constatable entre las nociones de
trayectoria tanto de Schelling como de Hegel, y, sin embargo, belleza y ficción o representación. Ello hace de la figura bella un
ambos se apartan de la posición de H6lderlin, de maneras dis- prodücto de «arte», pero no de cualquier «atte», pues «arte» es
tintas, pero por motivos para los que cabe encontrar un deno- actividad conforme a fines, y «bella arte» es sólo aquella arte en
minador común, a saber: e! que de la pura áthesis no cabe la que, aun habiendo finalismo en general, no hay sin embargo
derivar nada, no cabe derivar la pluralidad, la separación, la fin al~no; aun habiendo conformidad a regla en general, no
reflexión, o, traducido a los términos fichteanos que hemos hay sm embargo regla determinada, etc.; esta ausencia de un
empleado, no hay génesis. Abara bien, no parece que H61derlin concepto, de una regla, de un fin, ausencia que es, sin embar-
tenga pretensión alguna de discutir esto, tal como tampoco go, e! modo más esencial de conceptualidad, de regularidad y
Kant pretendia que la raíz común permitiese generar los tér- de finalismo, la expresa Kant diciendo que la determinación de!
minos de la escisión; al contrario, lo excluía expresamente, y modo de construcción de esa figura viene de... , no de algún
esto era un defecto para Fichte y seguirá siéndolo para Sche- concepto o fin que el artista tenga, sino ... de «la naturaleza».
lling y Hegel, pero era justamente lo contrario dentro de la Comoquiera que el esquematizar sin concepto, el finalismo sin
obra de Kant. ¿No será que e! punto de vista de H6lderlin en finalidad, es aquello en lo que se manifiesta (o, si se prefiere, en
esta cuestión es más bien el de Kant? Por si acaso fuese así, lo que se oculta) lo uno anterior a la escisión de los cognosciti-
trataremos de adentramos un poco más en el terreno de lo vo y lo práctico, eso que Kant llama ahora la naturaleza es ni
uno y común de Kant tal como nos lo encontramos a través ?-e más ni -menos que lo uno y común, que ciertamente, sólo se
la «Crítica del Juicio estético», para ver hasta qué punto pudie- manifiesta ocultándose, por cuanto la raíz común no se mani-
ra ser esta concepción de lo uno, enfrentada a la de Fichte (y, fiesta ella misma (no hay un discurSo en e! punto cero de la
en general, a la del idealismo), lo que motiva la posición de escisión), sino sólo en cuanto que la escisión misma remite a
H6lderlin. un uno transdiscursivo, prerreflexivo, atético, etc... En el hecho
Kantianamente no hay una validez en el punto cero de la de que aquí Kant emplee el término naturaleza hay, aunque
escisión; la validez es siempre o la cognoscitiva o la práctica, y Kant no pueda saberlo, un lejano eco de sentido griego arcaico

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de physis. 4 Kant no, podía saber tal cosa, porque su idea de lo physis Y lo otro, se traduce en que el camino a Grecia, indis-_
griego está inmersa en los tópicos del clasicismo ilustrado, pero pensable, sólo es verdadero si produce él mismo el retomo, o,
la situación es diferente _en lo que se refiere a H61derlin, lector dicho en sentido inverso, que el camino a Grecia es indispensa-
asiduo. y riguroso de Kant y en particular de la "Crítica del ble precisamente porque lo «propio nuestro» sólo se asume
Juicio estético». Me he comprometido a aducir otro de los propiamente «retornando» de ese viaje. 5
nombres que tiene en Holderlin eso que, según ya díje, Holder- El momento en el que de manera más localizable se en-
!in mismo llama· a veces ser. El otro nombre en cuestión es cuentra en la sistemática kantiana eso que he venido llamando
precisamente die Natur (<<la naturaleza»). Ello parece fortalecer «la escisión» es el momento de la constitución del concepto,
la sospecha, para la que ya hemos encontrado motivos, de que esto es, el de tránsito de esquema a concepto; ello se correspon-
es lo uno y común a lo que apunta la «Critica del Juicio estéti-:- de con la caracterización que hemos hecho de la presencia (o,
co» lo que shve de punto de referencia para el ser que Hülder- si se prefiere, de la no-presencia) de la raíz común como «es-
lin menciona en posición crítica frente a Fichte. Die Natur es ya quematizar sin concepto». El momento del tránsito de esquema
el tema de Hiperión, y desde este momento la trayectoria de a concepto es el momento de la separación del proceder cons-
Holderlin está determinada por el problema de cómo presentar tructivo frente al caso concreto de su ejercicio, o, lo que es lo
el carácter de. no-presente, ese carácter, que da naturaleza» tie- mismo, de la constitución de ese proceder en regla, en algo de
ne, de transdiscursivo, prerreflexivo o «desconocido», de áthe- suyo indiferente a este, aquel o el otro caso de su aplicación, en
sis. Por de pronto, la unidad aparece en la figura (o, si se pre- universal. Este tránsito, que es la constitución del universal
fiere, en la no-figura) de la muerte como el acto a la vez ónico como tal, recibe el nombre de reflexión. La reflexión es el movi-
y total, el ónico acto en el que la unilateralidad, la fijación, la miento. de dar a ciertos contenidos la forma de la indíferente
escisión se quiebra (en el que queda en suspenso la dey de validez para uno y otro Y otro y así infinitos casos posibles, la
sucesión»); la ulterior problemática, presente en particular en forma de la universalidad. Nos interesa ahora destacar dos co-
las sucesivas fases de elaboración del Empédocles y que desem- sas:, por tilla parte, que esa constitución del universal como tal,
bocará en la renuncia a terminar esta obra, está determinada en cuanto que es la fijación de la regla de construcción, es a la
por el hecho de que esa no-presencia en la que la unilateralidad vez la posición del objeto como objeto, la posición de objetivi-
se rompe sólo sena representada por la muerte en cuanto la dad;6 por otra parte, que la posición de objetividad, en C1.janto
muerte misma no fuese acto alguno; considerada como un tal, es decir, independientemente de cuál y cómo sea en cada
acto, la muerte es tan unilateral como cualquier otro acto; el caso el objeto, la fijación de la regla de construcción en cuanto
problema, pues, en el que se debate Holderlin es el de cómo tal fijación, esto es, independientemente de cuál sea en cada
representar lo esencialmente no~presente, atético, «desconoci- ,caso la regla de construcción válida, es ni más ni menos que el
do». Por otra parte, eso que partiendo de la «Crítica del Juicio postulado general de unidad del objeto, esto es, de que ha de
estético» se designa como <da naturaleza» aparece ya en Hipe- haber en cada caso una y sólo una regla de con:strucción que
rión identificado con la Grecia antigua, y frente a ello la esci- sea la buena, un y sólo un sistema de conceptos, que sea el
sión es lo propio de los «hombres del" atardecer», o sea, de correcto, y tal postulado es idéntico con la propia autoposición
nosotros. Entonces, el que «la naturaleza» sólo se manifiesta del sujeto, en el sentido de que, si ha de haber en último témú-
desapareciendo y remitiéndonos de nuevo a lo otro, a la esci.,. no una y sólo una desc:ripción conceptual váliqa, es, pOJ;que
sión, o sea, el que la physis no es sino la distinción misma de la todo el discurso válido ha de poder ser contemplado como el

4. Cfr. mi conferencia "La Critica del Juicio y la cuestión Grecia-Modernidad», de 5. lb.


próxima publicación en el libro colectivo Estudios sobre la (~Crítica del Juicio". 6. Cfr. mi Releer a Kant, op. cit.

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discurso de uno y el mismo discurriente. La posición de objeti- fin, lo que guia los pasos del artista, asimismo, para Holderlin,
vidad es lo mismo que la autoposición del sujeto. Ambas cosas a la vez que es die Natur lo que en el poema se manifiesta
son ni más ni menos que lo que hemos llamado la reflexión. De ocultándose, es también die Natur quien guia al poeta, y ella es
este modo hemos unificado el sentido de reflexión como pro- lo que está por encima de los dioses y de los hombres, como la
ducción del universal en cuanto tal con el a primera vista otro physis o el lagos o el pólemas de Heráclito, que hace dioses a
sentido que la palabra reflexión tiene, a saber, el de autorrefe- los dioses y hombres a los hombres.
renda o retomo sobre sí mismo. Es muy importante ver en qué Antes dije que tanto Hegel como Schelling se apartan de
noción se han unificado las dos citadas y en adelante designar Holderlin porque del ser holderliniano no cabe derivar nada, o
con la palabra reflexión precisamente esa noción, la cual debe sea, porque a partir de la pura áthesis no puede haber génesis.
dar razón de las dos anteriores. La unificación se ha producido Ahora podemos traducir esto así: Hegel y Schelling son en este
.por cuanto, por una parte, la segregación de la regla o concep- aspecto fichteanos, mientras que de Holderlin no diré que «si-
to, en la cual consiste la producción del universal, es a la vez lo gue siendo» kantiano, sino que es kantiano frente a Fichte, o
que legitima, establece o pone aquello frente a lo cual se segre- sea, descubre en Kant lo que opone a Fichte, y concretamente
ga, es la posición de objetividad del objeto, y objeto (ab-iectum) lo descubre en la «Critica del Juicio estético)}, en el esquemati-
en principio no significa otra cosa que lo contra-puesto o pues- zar sin concepto o finalismo sin finalidad como el manifestarse
to-enfrente; «antes» de la reflexión no hay objeto; y, por otra del substraerse mismo, como la presencia"ausencia prerreflexi-
parte, la autorreferencia en la cual consiste el sujeto «(antes» de va o transreflexiva, en definitiva como '10 q';e Kant mismo lla-
la reflexión tampoco hay sujeto) es a la vez precisamente esa ma die Natur en los parágrafos 45 y 46 de la Critica del Juicio.
contra-posición de lo otro, la posición de objetividad, la posi- Que el puro ser holderliniano o de la pura áthesis no cabe
ción de objeto en cuanto tal. La noción de reflexión es, pues, la derivar nada, que así no hay génesis, puede, tras todo lo dicho
del apartarse o separarse de... en cuanto autoposición que es anteriormente, expresarse diciendo que del ser no cabe derivar
ella misma la posición de aquello de lo que se aparta o separa, la reflexión. Como Hegel no estaba dispuesto a renunciar a que
y todo de tal manera que reflexión no es aquí la operación de el saber fuese eso que Fichte buscaba bajo la denominación de
algo o alguien, sino que algo o alguien sólo tiene lugar en la evidencia genética, Hegel trató de hacer valer el orden de de-
reflexión. pendencia contrario, esto es, que el ser se remita a la reflexión
La Natur o la áthesis o el ser holderlinianos, de que hablába- y ésta se manifieste capaz de generar el ser. En el centro se
mos, tienen, en este mismo sentido de reflexión, carácter trans- sitúa así, en Hegel, la reflexión. Hemos contemplado ya, inde-
reflexivo o prerref:lexivo. Su representación en relación con el pendientemente de Hegel, cómo son uno los aparentemente
análisis kantiano del conocimiento es el «esquema sin concep- dos sentidos de reflexión: el que haya de haber fijación de un
to», Por eso «la naturaleza» se manifiesta, esto es, se substrae, quid es ni más ni menos que la posición de objetividad en ge-
en la figura bella, que es, para Kant, la figura en la que hay un neral, la cual es lo mismo que la autoposición del sujeto; así,
esquematizar sin concepto o un finalismo sin finalidad. Y, por pues, la reflexión, considerados como uno sólo ambos sentidos,
eso mismo, si Kant decía que la determinación del modo de es esto: el separarse-de en cuanto autoposición que es ella mis-
construcción de la figura bella es un «don» de «la naturaleza», ma la posición de aquello de lo que se separa. Ahora bien, en
tanto en el sentido de que es naturaleza, esto es, escapar a cual- Hegel, al situarse la reflexión en el centro de la génesis, la refl,,"
quier concepto o fin, lo que en la obra de arte se manifiesta (de xión habrá de ser ab-soluta, es decir, no referirse a nada fuera
manera que es precisamente un substraerse lo que se manifies- de ella misma; será, por lo tanto, el separarse-de que es sepa-
ta) como también en el sentido de que es naturaleza, o sea, rarse de sí mismo y así autoposición en la misma posición de
precisamente el escapar a cualquier «este o aqueh concepto o lo otro. Esto es en la Ciencia de la lógica la «esencia»; el movi-

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miento tripartito de esta obra de Hegel remite el ser o la inme- la naturaleza como aquello que sólo es independiente para que
diatez a la esencia, esto es, pone de manifiesto cómo-la in- su independencia sea negada, como algo en principio y de iure
mediatez no es en verdad inmediatez, para a continuación exhaustivamente dominable y, por lo tanto, calculable; en cam-
mostrar cómo, sin embargo, sí lo es, porque a la esencia o la bio, si eso de que el yo absoluto es la identidad de sujeto y
reflexión, en su propio tener lugar, le es inherente restablecer objeto, en vez de decirlo Fichte, lo dice Schelling (cuando éste
la inmediatez, la cual resulta ser así inmediatez mediada; en el todavía habla de yo absoluto), entonces en esa expresión «el
momento en que se ha puesto de manifiesto esto último, la objeto» es ya a la vez el objeto en el sentido de das Reale o la
esencia es el concepto. naturaleza como lo otro que el espíritu; por eso no ocUIte para
Por .otra parte, la crítica de Holderliu a la noción del yo Schelling, ni siquiera para el Schelling todavía aparentemente
absoluto puede referirse con igual derecho y en los mismos fichteano, que la naturaleza sea meramente aquello que ha de
términos a la noción de la identidad absoluta o de lo absoluto ser negado en su independencia; por eso hay en Schelling una
como identidad. Que el presunto absolutamente-primero tiene Naturphilosophie, una «física especulativa» y no meramente la
en verdad por condición desdoblamiento y autorreferencia en física matemática; sin embargo, la Natur de la Naturphilosophie
ese desdoblamiento, vale no sólo si se trata de «yo soy yo» o de Schelling tampoco es la Natur de Holderlin, siuo que es un
«yo=yo», sino también igualmente para «A es A» o «A=A», in- término de la dualidad Natur-Geist o Reales-Ideales, dualidad
cluso si por A no se entiende contenido algtmo, ni determinado que tiene lugar por el hecho de que la identidad misma com-
rú indefenninado, sino meramente 'la identidad misma, o aque- porta, como vimos, un desdoblamiento, una diferenciación; Na-
llo cuyo contenido no es ningún otro que su misma identidad, tur y Geist, Objekt y Subjekt, das Reale y das Idmle son, en el
de modo que se trataria no de la identidad de algo, A, siuo de diferenciarse inherente a la identidad, respectivamente aquello
la identidad de la identidad misma. De hecho, Schelling, a de lo que y aquello que se diferencia, y esto mismo son en prin.-
quien puede remitirse la· fórmula que acabo de citar, se apoya cipio Grund y Existenz en el escrito sobre la lihertad o incluso
en que la identidad comporta un diferenciarse para hacer valer otras expresiones posteriores de la misma pareja, por más que
que su filosofía de la identidad mantiene el priucipio genético: ese cliché dual le sirva a Schelling para dar entrada a proble-
en la identidad hay génesis porque la identidad misma es un máticas de otras índoles.
diferenciarse. Es significativo a este respecto el que la identidad El hecho de que iucluso en el Hegel maduro Grecia sea el
de Schelling proceda de una temprana discrepancia con Fichte «estadio del ser» y, como tal, el «estadio de la belleza» confinna
acerca de cómo se puede y cómo no se puede entender el yo iudirectamente parte de lo que hemos dicho, pues la distancia
absoluto (cuando todavía tanto Fichte como Schelliug emplea- que hay entre estas caracterizaciones y lo que habíamos visto
ban esta última noción). Que el yo, en cuanto autoposición, es en Holderliu es precisamente la que corresponde a la modifica-
la identidad de sujeto y objeto, esto puede decirlo en esa etapa ción que el significado de ser tiene que experimentar por el
temprana ambos, Fichte y Schelliug, pero, si lo dice Fichte, en- hecho de que se pretenda que el desarrollo ulterior ha de poner
tonces la palabra objeto en esa expresión no significa el objeto de manifiesto su reconstruibilidad a partir de la reflexión; en
en el sentido de das Reale o la naturaleza como lo distiuto del ef~cto, en tales condiciones el ser tiene que aparecer como la
espíritu, siuo que sigue significando el yo en cuanto lo auto- inmediatez en el sentido del carácter de abstracto; el «estadio
puesto en la autoposición, en la cual lo otro, das Reale, la natu- del sen) o «estadio de la belleza» es ahora también el «esta-
raleza como lo diferente del espúitu, aparece sólo como lo ne- dio de la abstracción»; la centralidad de la reflexión es respon_
gado, como aquello que sólo se -pone en la negación de ello sable del modelo «dialéctico», en el que el momento inicial ha
mismo; esa «naturaleza» es la de la física matemática, pues la de ser el momento de lo abstracto.
constitución de la física' matemática reposa en la noción de

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