Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Olga Arias
La vida se ha dilatado
y ha salido de su estrecha celda,
por una ventana,
más pupila que hoquedad,
y ha ido
a correr caminos azules
vestida de jilguero.
¿Cómo decir?
¿Cómo poder decir
de este sentimiento que mana
desde lo más íntimo de mi ser,
para vestir a lo exterior de organdí amable,
si yo misma,
¡oh, ventura!
estoy sorprendida
de su esencia inaccesible?
El pájaro Cucú
canta en el pretil de mi casa
y campanas jubilosas
repican en el horizonte del sonido.
Más tarde,
mucho más tarde
–no hay que olvidar que entonces
un año
con sus doce meses
era una montaña de tiempo
que yo veía enorme–;
conocí este mismo hechizo
el día
que poseí un frasco de perfume, aliento de violetas,
que llevaba un sello
francés y complicado.
Luego,
vinieron los días que se van fáciles,
como agua por un colador,
y tuve un vestido de baile color de rosa
dentro del cual
me sentía como una princesa
de un cuento encantado.
El encanto y lo maravilloso
perdieron su sabor,
se quedaron en leyendas infantiles,
arrumbados entre los trastos viejos
como esas cosas inútiles
a las cuales,
por alguna razón desconocida,
nunca nos decidimos a poner en la calle.
¡Todo luce!.
¡todo canta!
y, ¿cómo hablar de abundantes jacarandas
si la luz me ciega.
el color me confunde
y la melodía me calla?
Construirme completa
será remontarme
una octava más allá del sueño.
¡Yo cortaré esas cerezas!
El embrujo
me perfila apta para la empresa.
Pero,
¿cómo hablar?,
¿cómo decir?
Sólo el silencio contiene la justa palabra.
[Del folleto Dos estados medulares y un momento de transición, editado en Durango, México, en
1955]