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Alianza Universidad Textos Josefina Gómez Mendoza,

Julio Muñoz Jiménez,


y Nicolás Ortega Cantero

El pensamiento geográfico
Estudio interpretativo y antología de textos
(De Humboldt a las tendencias radicales)

Segunda edición corregida y aumentada

Alianza
Editorial
Primera «edición en «Alianza Universidad Textos»: 1982 AGRADECIMIENTOS
Segunda edición en «Alianza Universidad Textos» (corregida y ampliada): 1988
Primera reimpresión de la segunda edición en «Alianza Universidad Textos»: 1994

Agradecemos a las siguientes personas, asociaciones, revistas y edito­


riales la autorización para reproducir los textos que se incluyen en esta
obra:
M. Etienne Juillard; M. Jean Tricart; Association de Géographes
Fran?ais; The Geographical Journal, Royal Geographical Society; Asso-
ciation of the American Geographers; The Canadian Association of Geo-
graphers; The Geological Society of America; Armales de Géographie,
Armand Colin Editeur; L’Espace Géographique, Doin Editeurs; Revue
Géographique des Pyrénées et du Sud-Ouest; Cahiers de Géographie du
Reservados todos los derechos. De conformidad con lo dispuesto en el art. 534-bis del Código Penal Québec; Erdkunde, Ferd. Dümmlers Verlag; Hachette; Armand Colin
vigente, podrán ser castigados con penas de multa y privación de libertad quienes reprodujeren o plagiaren, Editeur; Edward Arnold (Publishers) Ltd.; Wissenschaftliche Buchge-
en todo o en parte, una obra literaria, artística o científica fijada en cualquier tipo de soporte sin la sellschaft; Institute of British Geographers.
preceptiva autorización.
J . G. M.

N. O. C.

© Josefina Gómez Mendoza, Julio Muñoz Jiménez y Nicolás


Ortega Cantero.
© Alianza Editorial, S. A.; Madrid, 1982,1988,1994
Calle Juan I. Luca de Tena, 1 5 ,28Ó27 Madrid; teléf. 741 66 00
ISBN: 84-206-8045-1
Depósito legal: M. 39.774-1994
Compuesto en Fernández Ciudad, S. L.
Impreso en LERKO PRINT, S. A.
Paseo de la Castellana, 121; 28046 Madrid
Printed in Spain
A Manuel de Terán,
sin cuyo magisterio
— humana e intelectualmente inolvidable—
no hubiese sido posible
este libro
NOTA A LA SEGUNDA EDICION

En el tiempo transcurrido desde la aparición inicial de este libro, en 1982,


han pasado algunas cosas en el campo del pensamiento geográfico. Diversos
estudios y reflexiones han procurado revisar el alcance de las últimas pers­
pectivas y sugerir renovados puntos de vista sobre el sentido mismo que
cabe atribuir al conocimiento geográfico. Pero, sobre todo, a lo largo de los
años ochenta se ha abierto camino una conciencia cada vez más clara de
la necesidad de hacer una pausa en la rápida sucesión de novedades de los
últimos decenios y, en ocasiones, meditar acerca de la razón de ser de la
Geografía.
Semejante conciencia se encuentra directamente relacionada con la crisis
de los horizontes epistemológicos que pretendieron sucesivamente, desde
los años cincuenta, negar los fundamentos de la tradición geográfica anterior
y sustituirlos por otros de corte más sistemático, mejor adaptados a los
requisitos de lo que se consideraba, en cada caso, científico. Tanto las ten­
dencias analíticas como las de filiación marxista, dentro de las geografías
radicales, proporcionaron, cada una a su manera, ejemplos consumados de
esa intención. Pero el desarrollo de tales horizontes no logró los efectos
anunciados. Con el paso del tiempo se ha podido ver, tras las ambiciosas
declaraciones de principios, que los resultados presentan notables limitacio­
nes y deficiencias. La confianza depositada en su momento en esas propues­
tas de renovación de la Geografía ha ido, en consecuencia, disminuyendo
progresivamente.
Se ha producido así un cierto descrédito de tales tendencias en sus
expresas pretensiones de modificar sustancialmente la concepción misma de
la Geografía. Y , en relación con ello, se ha producido asimismo, en los últi­
mos años, una sensible preocupación por reconocer las claves epistemológicas
originales del conocimiento geográfico, lo que ha llevado a algunos autores
i /

c
n Nota a la segunda edición IN D IC E

a interesarse por nuestra moderna tradición de pensamiento. Demasiado


olvidada acaso en momentos anteriores, la tradición geográfica moderna co­
mienza a ser últimamente objeto de crecientes atenciones. Se buscan en ella
los rasgos genuinos del conocimiento geográfico, y esta búsqueda está per­
mitiendo un mejor entendimiento de los puntos de vista tradicionalmente
suscritos por la Geografía y la revalorización de algunas de sus ideas más
características. v
Ese renovado y atento acercamiento a la tradición anterior es posible­
mente uno de los aspectos más destacables del pensamiento geográfico de
los últimos años. Hacia ella parece haberse desplazado recientemente parte
del interés dirigido en decenios anteriores hacia las sucesivas novedades.
Y este interés por la propia tradición lleva a reconocer el valor y la vigencia
de sus horizontes epistemológicos, de su modo de entender lo geográfico,
cobrando de nuevo actualidad — tras el menosprecio o el rechazo de mo­
mentos anteriores— ideas tan presentes a lo largo de esa tradición como la
de paisaje, la de región, la de las relaciones entre hombre y medio o la del
carácter unitario de la Geografía.
Estas son, pues, algunas de las cosas que han ocurrido últimamente en
el terreno del pensamiento geográfico. Conviene tenerlas en cuenta para Nota a la segunda ed ic ió n ............................................................................................. i
completar, siquiera sea sumariamente, la trayectoria dibujada, hace más de Nota prelim inar................................................ .............................................................. 15
seis años, en el estudio interpretativo que constituye la primera parte de este
libro. Hemos añadido también, de otro lado, un nuevo texto a la segunda PRIMERA PARTE
parte: se trata de un artículo reciente de David R. Stoddart que nos parece EL PENSAMIENTO GEOGRAFICO...................................................................... 17
bastante indicativo de lo que acabamos de comentar. E l acercamiento a la 1. El pensamiento geográfico decimonónico........................................................ 19
propia tradición y el propósito de ofrecer una concepción actual de la Geo­ Las claves definitorias del proyecto científico decimonónico..................... 20
grafía consecuente con ella, que recoja y cultive sus propuestas cognoscitivas Cientifismo universalista y dificultades para la constitución de la geogra­
y sus ideas mayores, vertebran el razonamiento de Stoddart. Puede ser, en fía humana como ciencia positiva-.............................................................. 25
fin, un buen ejemplo de algunas de las actitudes y preocupaciones que están Evolucionismo darwinista y modificación del horizonte epistemológico del
conocimiento geográfico............................................................................... 31
cundiendo desde no hace mucho en el ámbito del pensamiento geográfico. Naturalismo y evolucionismo en la geografía física decimonónica: signi­
ficado de la geomorfología davisiana........................................................ 33
Mayo de 1988. Biologismo y determinación geográfica en el pensamiento ratzeliano ........ 38
Racionalismo positivista y dimensión ética en las formulaciones de Reclus
y Kropotlon................................................................................................... 42
J . G .M .
J .M .J . 2. El pensamiento geográfico clásico ................................................................... 48
N. O. C. Crisis de la razón positivista y desarticulación del proyecto cognoscitivo
geográfico...................................................................................................... 48
Pervivencias positivistas y perspectiva general o sistemática de la geogra­
fía clásica........................................................................................................ 54
Modificación del espacio epistemológico y articulación de la perspectiva
regional o corológica de la geografía clásica ................................ ......... 61
Evolución del positivismo davisiano e incidencia de los planteamientos .
regionales o corológicos en geografía física .............. . ......... ... ......... 84
Problemas y dificultades del proyecto cognoscitivo de la, geografía clásica. 91
3. Las tendencias actuales del pensamiento geográfico . .................................... 96
1. Perspectivas analíticas y sistémicas del conocimiento geográfico ......... 96
Entendimiento analítico de la racionalidad científica............................... 96
Delimitación del proyecto analítico del conocimiento geográfico......... 103
Conocimiento geográfico y teoría general de sistemas ........................... 111
11

(
Indice 13
Y2 Indice
P. Dumolard: Región y regionalización. Una aproximación sistémica ... 452
Los planteamientos globales o integrados en geografía física y la inci­ G. Bertrand: Paisaje y geografía física global................................................. 461
dencia del análisis sistémico................................................................... 118 G. Bertrand: La ciencia del paisaje, una ciencia diagonal........................... 465
2. Perspectivas fenomenológicas y sistémicas en el análisis geográfico de J. Tricart: El análisis de sistemas y el estudio integrado del medio natural. 470
la percepción y del comportamiento espacial............................................ 127 P. Gould: Las imágenes mentales del espacio geográfico........................... 477
R. Brunet: Análisis de paisajes y semiología.................................................. 485
3. Los radicalismos geográficos........................................................................ 134 J. Anderson: La ideología en geografía: una introducción.......................... 494
Desarrollos y coordenadas epistemológicas de las geografías radicales. 134 R. de Koninck: Contra el idealismo en geografía....................................... 505
Las críticas radicales a los saberes geográficos del statu q u o ............... 140 W. Bunge: Perspectivas de la Geografía teó rica ............................................ 521
La categorizadón marxista del espacio social................................... ........ 148 D. R. Stoddart: Altas miras para una geografía de final de siglo ......... 531

SEGUNDA PARTE
ANTOLOGIA DE T E X T O S ....... ..................................’ ......................................... 155
1. El pensamiento geográfico decim onónico........................................................ ..... 157
A. von Humboldt: Cosmos. Ensayo de una descripción física del mundo. 159
K. Ritter: La organización del espacio en la superficie del globo y su
función en el desarrollo histórico....................................................................168
W. M. Davis: El ciclo geográfico..........................................................................178
W. M. Davis: Complicaciones del cido geográfico................................. ... 183
A. Penck: Propuesta de una clasificación climática basada en la fisiografía. 188
F. Ratzel: El territorio, la sociedad y el Estado............................................ .....193
H. J. Mackinder: El objeto y los métodos de la geografía.......................... .....204
E. Reclus: El hombre y la tierra..........................................................................217
P. Kropotkin: Lo que la geografía debe s e r .................................................. .....227
2. El pensamiento geográfico clásico .................................................................... .....241
P. Vidal de la Blache: Las divisiones fundamentales del territorio francés. 243
P. Vidal de la Blache: Panorama de la geografía de Francia: prólogo ... 250
J. Brunhes: El carácter propio y el carácter complejo de los hechos de
geografía humana.............................................................. .......................... .....252
M. Sorre: Los fundamentos biológicos de la geografía humana. Ensayo de
una ecología del hombre: conclusión........................................................ .....267
A. Demangeon: Encuestas regionales. Tipo de cuestionario..................... .....275
D. Faucher: De los «países» a las regiones....................................................... 280
E. Juillard: La región: ensayo de definición.......................................................289
H. Baulig: ¿Es una ciencia la geografía?.............................................................303
A. Hettner: La naturaleza de la geografía y sus métodos.......................... .....311
C. Troll: El paisaje geográfico y su investigación ......... ........................... .....323
H. Bobek y J. Schmithüsen: El paisaje en el sistema lógico de la geo­
grafía .....................................................................................................................330
H. H. Barro-ws: La geografía como ecología humana................................. .....336
C. Sauer: La geografía cultural......................................................................... .....349
R. Hartshome: La naturaleza de la geografía: conclusión ...................... .....355
E. de Martonne: El clima, factor del relieve.......................................................366
A. Cholley: Morfología estructural y morfología climática.......................... .....372
S. Passarge: ¿Morfología de zonas climáticas o morfología de paisajes? ... 377
K. Bryan: El papel de la geomorfología dentro de las ciencias geográficas. 381
L. King: Principios generales de evolución del paisaje................................ .....386
3. Las tendencias actuales del pensamiento geográfico...................................... .....393
W. Christaller: Los lugares centrales .del sur de Alemania: introducción. 395
W. Bunge: Geografía teórica. Una metodología geográfica...........................402
I. Burton: La revolución cuantitativa y la geografía teórica..........................412
D. Harvey: La explicación en geografía. Algunos problemas generales ........421
J. B. Racine: Modelos de investigación y modelos teóricos en geografía..... 430
A. Dauphiné: Matemáticas y conceptos en geografía................................. .....441

(
NOTA PRELIMINAR

El libro que presentamos responde a una doble finalidad. Se ha pre­


tendido, en primer lugar, proporcionar una interpretación — respetuosa
con los propios escritos de los autores consideradosi— de las grandes
etapas de la configuración del pensamiento geográfico, enmarcándolas en
el conjunto general de las perspectivas intelectuales y científicas de cada
momento, y señalando asimismo las dificultades y las limitaciones de los
diferentes proyectos de conocimiento geográfico. Y junto a esa finalidad
— concretada en la primera parte del libro: E l pensamiento geográfico— ,
se ha intentado también, en segundo lugar, dar a conocer, en versiones
fidedignas, algunos de los textos fundamentales de la historia del pen­
samiento geográfico, desde sus formulaciones universalistas decimonónicas
hasta sus actuales y diferenciadas tendencias: éste es el objetivo expresa­
mente perseguido en la segunda parte — Antología de textos— del libro.
La selección de los textos que integran la antología se ha llevado a
\ cabo con arreglo a diversos criterios, entre los que ha prevalecido el que
se refiere a su propia significatividad epistemológica — o a la de sus
autores— , debido a su relevancia o a la influencia que ejercieron o todavía
ejercen. No se trata, por tanto, de desvelar textos escasamente conocidos
y que, por diversos motivos, hayan pasado inadvertidos en su momento,
a pesar de su posible interés. Lo que se pretende es, más bien, reunir
algunos de los textos más significativos de las perspectivas dominantes
en la historia del pensamiento geográfico, de muchos de los cuales, sin
embargo, no se disponía, hasta el momento, de versión castellana.
La mayor parte de las ausencias que se pueden advertir obedecen, junto
a la obligada brevedad de la recopilación, a la existencia previa de obras
importantes accesibles en nuestra lengua. Así ocurre, por ejemplo, con
autores como Pierre George, Pierre Birot, Richard J . Chorley, Peter
15 f

( (
16 Nota preliminar Primera parte
Haggett, Brian Berry, Michael Chisholm o Yves Lacoste, sobre quienes EL PENSAMIENTO GEOGRAFICO
contamos ya con elementos considerables — y, en ocasiones, suficientes—
para conocer sus respectivos proyectos cognoscitivos geográficos. Hay que
advertir también quí, en algunos —-pocos— casos, la imposibilidad de
conseguir los textos originales adecuados nos ha llevado a prescindir de su
inclusión (es el caso de los «naturalistas» alemanes decimonónicos) o a
recurrir a traducciones de confianza en otros idiomas. Creemos que, en
conjunto, se presenta un panorama suficientemente expresivo —aunque,
claro está, de ninguna forma agotado— de la dinámica y de las tendencias
del pensamiento geográfico.
Tanto en el estudio interpretativo como en la antología de textos,
se dedica una parte relativamente importante a desarrollar la evolución
de las ideas en geografía física. Al proceder así, nuestra finalidad ha sido
doble: permitir, por un lado, una primera lectura, coherente y secuencial,
de la historia de los planteamientos dominantes y de los debates internos
en el dominio cognoscitivo de la geografía física, procurando interpretar
esa historia — cubriendo así un aspecto que no nos parecía suficientemente
atendido hasta ahorai— en relación con los más amplios contextos — geo­
gráficos, intelectuales y científicos— en los que se desenvuelve; y, por
otra parte, mostrar también, a través del ejemplo de la geografía física,
los continuos esfuerzos — y las continuas dificultades— para conseguir
un saber geográfico unitario e integrado. Creemos que los textos selec­
cionados y las interpretaciones expuestas en este libro pueden cumplir esa
doble finalidad.
Hemos tratado de evitar, en la medida de lo posible, la yuxtaposición
de textos estancos e inconexos. De ahí que los textos se ordenen de acuer­
do con el esquema básico propuesto en el estudio introductorio: el pen­
samiento geográfico decimonónico, el pensamiento geográfico clásico y las
tendencias actuales del pensamiento geográfico. Es esa misma atención
a una línea argumenta! articuladora la que nos ha hecho prescindir, en
algunos textos, de ciertos fragmentos de los mismos, procurando no que­
brantar nunca, pese a ello, la organización interna del razonamiento — que
es lo que más nos ha interesado tener en cuenta— de cada uno de los
autores. Y , por el mismo motivo, hemos preferido, antes que prescindir,
con la consiguiente quiebra argumental, de alguno de los textos selec­
cionados, suprimir las notas y referencias bibliográficas que, en ocasiones,
se encuentran originalmente en ellos. Confiamos en que esta forma de
actuar confiera a este libro una unidad temática y una correcta integra­
ción entre la interpretación que proponemos del pensamiento geográfico
y la antología de textos incluida.

J. G. M.
J .M .J .
N. O. C.

(
Capítulo 1
EL PENSAMIENTO GEOGRAFICO
DECIMONONICO

Las interpretaciones sobre la articulación y la evolución del saber


geográfico coinciden frecuentemente en la afirmación del carácter resuel­
tamente innovador y científicamente fundacional de las elaboraciones de­
cimonónicas. El pensamiento geográfico del siglo pasado — y, en particu­
lar, el procedente de Alexander von Humboldt y de Karl Ritter— ex­
presaría así tanto una sensible solución de continuidad respecto a los
planteamientos anteriores como el surgimiento de perspectivas llamadas
a configurar el soporte de lo que suele considerarse geografía moderna
y científica.
«Bajo la poderosa inspiración de Alejandro de Humboldt — escribía
en 1873 Louis Vivien de Saint-Martin— se ha fundado una escuela nueva
de geografía científica, que tiene por maestro al eminente Cari Ritter, de
Berlín, cuya obra, el Erdkunde, ha «ido saludada como el código y evan­
gelio» *. En el siglo xix se habría asistido, según la valoración intetipre-
tativa de Jean Brunhes, «al verdadero renacimiento de la geografía en
Europa», renacimiento iniciado precisamente por Humboldt-v-JUtter, y que
conlleva la~sustitución de la «antigua geografía» — descriptiva, inventarial
y enumerativa— por una «nueva geografía» _o «geografía moderna» de-
finitivamente explicativa, sistemática y científica2.
1 Vivien de Saint-Martin, L. (1873): Historia de la geografía y de los descubri­
mientos geográficos. Traducida y anotada por M. Sales y Ferré, Sevilla y Madrid,
Administración de la Biblioteca Científico-Literaria y Librería de D. Victoriano Suárez,
2 tomos, 1878, t. II, p. 504. [El año que aparece, entre paréntesis, inmediatamente
después del nombre del autor es siempre el de la edición original del trabajo. Cuando
se ha utilizado alguna reedición o traducción del trabajo, la fecha de ésta aparece pos­
teriormente, después del nombre de la editorial.]
2 Cfr. Brunhes, J. (1910): Geografía humana. Edición abreviada por Moje. M. Jean-
Brunhes Delamarre y P. Deffontaines, Traducción de J. Coma Ros, Barcelona, Juven­
tud, 3.a ed., 1964, pp. 25-26.
20 E l pensamiento geográfico 1. El pensamiento geográfico decimonónico 21
Este tipo de interpretaciones tiene el mérito de resaltar las indudables principales: por una parte, la asunción de la Historia como definidora
y fecundas modificaciones introducidas por el pensamiento geográfico de­ de una empiricidad basada en el orden temporal de las cosas, de forma
cimonónico. Pero el entendimiento del alcance y dé la significación de que la inteligibilidad de las mismas se anuda a su devenir, y, por otra,
esas modificaciones — y de las dificultades conceptuales y metodológicas f la introducción de una conciencia epistemológica del Hombre como tal
sucesivamente planteadas— requiere tener en cuenta las estrechas rela­ y, en consecuencia, la aceptación de una nueva positividad que se refiere
ciones existentes entre pensamiento geográfico y orden cognoscitivo ge­ a las relaciones entre Naturaleza y Naturaleza humana6. La inédita , pe­
neral. Son esas relaciones, en efecto, las que permiten comprender en su netración de la Historicidad y del Hombre en el campo del saber occi­
contexto algunas de las" características definitorias y de las innovaciones dental es lo que caracteriza prioritariamente al nuevo sistema„de. positi­
relevantes de las sistematizaciones geográficas del siglo pasado, tales como, vidades decimonónico: el orden temporal y el orden humano — así como
por ejemplo, su clara autoconciencia fundacional o su expresa asunción las conexiones de este último con el orden natural— aparecen ahora como
de perspectivas explicativas de signo progresista y cientifista. el soporte positivo de los conocimientos. Y en el campo del conocimiento
Porque si algo caracteriza primordialmente al pensamiento geográfico geográfico esas nuevas positividades van a desempeñar, como veremos,
decimonónico, es precisamente su expresa voluntad — acorde con las as­ un papel fundamental.
piraciones cognoscitivas generales del siglo— de fundar un sistema cien­ El nuevo sistema de positividades configura el contexto en el que se
tífico de conocimiento definitivamente superador de las deficiencias, erro- , enraízan y se hacen posibles las sucesivas racionalidades decimonónicas:
res y limitaciones del saber tradicional. Al igual que en otros campos del esas racionalidades — y, entre ellas, las racionalidades geográficas— ad­
conocimiento, en el campo de la geografía se manifiesta vigorosamente quieren sentido al procurar definir un orden cognoscitivo que ilumine
la intención de «establecer originariamente el Nuevo Orden Significante y explique racionalmente las modalidades del orden percibido y aceptado
del Mundo», de iluminar semánticamente, por tanto, «lo que, siendo hasta que configuran el nuevo sistema de positividades. El conocimiento reflexivo
ahora caos y confusión tradicional, "debe-ser-desde-ahora” cosmos ordenado y el saber científico definen así un orden cognoscitivo que explícita y ex­
y lleno de sentido» i . plica el orden implícito en el espacio general del saber. Y tanto un orden
como otro — el del sistema de positividades y el de las racionalidades
Las claves definitorias del proyecto científico decimonónico explicativas— se encuentran relacionados, en el siglo xix, con el ascenso
del nuevo orden industrial y con la autoconciencia fundacional de la nueva
Los últimos años del siglo xviii y los primeros del xix delimitan, sociedad industrial. Algo de verdad parecen encerrar las sintomáticas
como ha advertido Michel Foucault en su investigación sobre la arqueolo­ palabras que Henri de Saint-Simon escribió en 1808: «Las revoluciones
gía de las ciencias humanas, un período de transición en el que se consuma científicas siguen de cerca a las revoluciones políticas» 7.
una notable modificación en la configuración del sistema de positividades, Este es, en resumen, el entramado en el que hay que situar el pro­
en la caracterización del espacio general del saber: «No se trata de que yecto científico decimonónico y el orden cognoscitivo que proclama. Y uno
la razón haya hecho progresos, sino de que el modo de ser de las cosas y otro se apoyan, por otra parte, en un conjunto de pretensiones y de
y el orden,que, al repartirlas, las ofrece al saber se ha alterado profun­ creencias básicas — que en ocasiones prolongan y reformulan algunos de
damente»4. Lo que se produce es una mutación del espacio de orden los ingredientes ya presentes en el pensamiento occidental anterior— que
que sustenta al saber reflexivo, una transformación del campo epistemo­ pueden ser sistematizadas en torno a cuatro grandes apartados. En primer
lógico — de la episteme— en el que el conocimiento arraiga su positividad lugar, la expresa pretensión de racionalidad, entendida como adaptación
y se hace posible. Y es precisamente esa discontinuidad en la episteme de los medios a los fines tanto en los procesos de intervención sobre el
de la cultura occidental, patente a principios del siglo xix, la que «señala medio natural como en las propias operaciones del conocimiento; y los
el umbral de nuestra modernidad» 5. fines predominantemente aceptados tenderán a situarse, de uno u otro
La modificación del espacio general del saber que se produce en torno modo, en la línea de la producción y de la adquisición de riqueza ma­
a los comienzos del siglo xix aparece basada, según Foucault, en dos hechos terial.
3 Moya, C. (1975): «Henri de Saint-Simon y la fundación del positivismo cien­ En segundo lugar, culminada ya la dinámica de desacralización y ba-
tífico social», en Saint-Simon, H. de (1821): El sistema industrial. Prólogo de C. Moya. nalización de la Naturaleza que, como señala Mircea Eliade, posibilita
Traducción de A. Méndez, Madrid, Ediciones de la Revista de Trabajo, 1975, pp. VII- la intervención humana en el orden natural y la constitución de la rienda
”^Foucault, M. (1966): Las palabras y las cosas. Una arqueología de las ciencias .
humanas. Traducción de E. C. Frost, México, etc., Siglo X X I Ed., 9 “ ed., 1978, 4 Cfr. Ibid., especialmente pp. 1-10 y 213-333.
p. 8. T Saint-Simon, H. de (1808): La physiologie sociale, París, Presses Universitaires
5 Ibid., p. 7. de France, 1965, p. 47.

(
22 El pensamiento geográfico 1. El pensamiento geográfico decimonónico 23

moderna8, se potencia decisivamente el sentido faustiano de dominación el cual deben tender las ciencias directamente, el descubrimiento de las
de la N aturaleza9, que se concreta y se expresa a través de la valoración leyes, del principio de unidad que se revela en la vida universal de la
positiva del trabajo. La unión de los dos aspectos citados, racionalidad naturaleza. Siguiendo la senda que acabamos de trazar, los estudios físicos
y dominación de la naturaleza, permite articular una de las pretensiorfes I no serán menos útiles a los progresos de la industria, que también es una
fundamentales del proyecto científico decimonónico que, además, expresa noble conquista de la inteligencia del hombre sobre la materia. Por una
ejemplarmente las relaciones éxistentes entre ese proyecto y el nuevo orden feliz conexión de causas y de efectos, generalmente aun sin que el hombre
industrial: la pretensión de conseguir una manipulación racional del medio lo haya previsto, lo verdadero, lo bello y lo bueno se encuentran unidos
natural que acabase de una vez por todas con lo que cierto autor de la a lo útil. El mejoramiento de ios cultivos entregados a manos libres y en
época denominaba «idolatría de la naturaleza» w. las propiedades de una menor extensión; el estado floreciente de las artes
En tercer lugar, y en estrecha relación confio anterior, hay que se­ mecánicas, libres de las trabas que les oponía el espíritu de corporación;
ñalar el relevante papel atribuido al pensamiento científico: la ciencia, el comercio engrandecido y vivificado por la multiplicidad de los medios
convertida en «sustitutivo laico de la religión» u, se concibe y se practica de contacto entre los pueblos, tales son los resultados gloriosos de los
como seguro eslabón entre racionalidad y dominación de la naturaleza. progresos intelectuales y del perfeccionamiento de las instituciones políti­
En la confianza depositada en la ciencia respecto a esa misión se basa cas en las cuales este progreso se refleja. E l cuadro de la historia mo­
tanto la decidida creencia en la infalibilidad científica como la sobrevalo- ) derna es, bajo este respecto, capaz de convencer a los más porfiados» I3.
ración que se hace de la «eficacia» como criterio de delimitación del inte­ Como se ve, estamos ante una exposición paradigmática de los ingredien­
rés científico. Finalmente, el cuarto gran ingrediente básico del pensa­ tes básicos de la racionalidad decimonónica: y esa exposición remite ciar
miento científico y del orden cognoscitivo decimonónicos es la fe en el ramente a la presencia del orden industrial que posibilita el avance de la
progreso-, aunque se trate de una idea de la que «no puede probarse su razón científica y las condiciones del progreso.
verdad o falsedad» a , lo cierto es que la idea del progreso y la ciega Sobre las premisas configuradoras descritas se articula el proyecto
creencia en ella subyacen firmemente arraigadas en el pensamiento de­ científico decimonónico. Un proyecto que considera a la ciencia positiva
cimonónico. E l progreso se entiende como consecuencia ineludible de la como modelo universal de todo conocimiento válido. Y esa ciencia posi­
intervención racional del hombre sobre la naturaleza a través de la efica­ tiva, que ahora podrá referirse, salvando antiguas dicotomías, a la totalidad
cia científica. de los objetos de conocimiento naturales, humanos y sociales, se edifica
El pensamiento geográfico de la época se muestra, como tendremos imitando fielmente la caracterización conceptual y metodológica de un
ocasión de comprobar, particularmente receptivo en relación con las pre­ conocimiento científico que ha probado sobradamente su eficacia y su fe­
tensiones y creencias enunciadas. A título de ejemplo, parece oportuno cundidad: la ciencia física newtoniana. «El método científico universal,
incluir aquí algunas consideraciones planteadas por Humboldt en su Cosmos el método científico positivo, es el método de la ciencia física, modelo
que articulan magistralmente la pretensión de racionalidad, la positiva universal de todas las ciencias» I4. Se produce así una difusión y universa­
valoración de la dominación del medio natural, la segura confianza en lización del modelo físico de la ciencia', con la pérdida de la modestia cien­
la ciencia y, por último, la fe en el progreso: «Del mismo modo que, en tífica a la que se ha referido Werner Heisenberg, pérdida que supone
las elevadas esferas del pensamiento y del sentimiento, en la filosofía, la olvidar que la ciencia «formula enunciados válidos para dominios estric­
poesía y las bellas artes, es el primer fin de todo estudio un objeto interior, tamente delimitados, y sólo en tales límites les atribuye validez» 15, los
el de ensanchar y fecundizar la inteligencia, es también el término hacia ' planteamientos y los resultados de la física newtoniana pasan a ser con­
siderados como afirmaciones sobre todo el conjunto de la naturaleza y de
8 Cfr. Eliade, M. (1956): Tierreros y alquimistas. Traducción de E. T., Madrid, la sociedad.
Taurus y Alianza (El Libro de Bolsillo, 533), 1974, pp. 153-154. Y como se suponía que el objetivo fundamental de toda ciencia posi­
9 Cfr. Landes, D. S. (1969): Progreso tecnológico y revolución industrial. Traduc­ tiva es desentrañar explicativamente las regularidades legales de los fe-
ción de F. Antolín Fargas, Madrid', Tecnos, 1979, p. 39.
10 Marx, K. (1857-1858): Elementos fundamentales para la crítica de la economía
política (Borrador). 1857-1858. Traducción de P. Scarón. Edición a cargo de J. Aricó, 13 Humboldt, A. de (1845-1862): Cosmos. Ensayo de una descripción física del
M. Murmis y P. Scarón, Buenos Aires, etc., Siglo X X I Ed., 3 vols., 1971-1976, vol. 1, mundo. Traducción de B. Giner y J. de Fuentes, Madrid, Imprenta de Gaspar y Roig,
p. 362. Editores, 4 tomos, 1874-1875, t. I, p. 35. (Obra parcialmente incluida en este libro:
11 Soria y Puig, A. (1979): Hacia una teoría general de la urbanización. Intro­ cfr. A. von Humboldt: «Cosmos. Ensayo de una descripción física del mundo».) En las
ducción a la obra teórica de Ildefonso Cerdá (1815-1876), Madrid, Colegio de Inge­ citas de esta obra se ha actualizado la ortografía,
nieros de Caminos, Canales y Puertos y Turner, p. 101. l" Moya, C.: Op. cit., p. XXXVI.
12 Bury, J. (1920): La idea del progreso. Traducción de E. Díaz y J. Rodríguez 15 Heisenberg, W. (1955): La imagen de la naturaleza en la física actual. Traduc­
Aramberri, Madrid, Alianza (El Libro de Bolsillo, 323), 1971, p. 16.. ción de G. Ferraté, Barcelona, etc., Ariel, 2.a ed., 1976, p. 148.

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24 El pensamiento geográfico 1. El pensamiento geográfico decimonónico 25

nómenos considerados, lo que conllevaba entender — en estricta coherencia y la geografía humana, si se prefiere— en coordenadas de positividad
con el proceder de la mecánica newtoniana— el principio de determina­ similares y con tratamientos científicos análogos. La clave resolutiva para
ción causal como un requerimiento pragmático de la propia ciencia, la estos problemas hay que situarla en la difusión y en la aplicación geográ­
generalización de la racionalidad científica fisicista implantaba una con­ fica del instrumental conceptual y metodológico proporcionado por el evo­
cepción de la naturaleza y de la sociedad que tendía a identificar a éstas lucionismo darwinista, en los momentos en que el biologismo extiende,
con complejas maquinarias compuestas por elementos cuya dinámica obe­ con diversa suerte, sus criterios explicativos al terreno de los conocimientos
dece a estrictas leyes de ^causalidad. Es, por tanto, la misma pretensión humanos y sociales. Seguidamente intentaremos, teniendo en cuenta el
de cientificidad positiva que impregna el pensamiento decimoriónico la contexto de positividades y la caracterización básica del proyecto cientí­
que conlleva como exigencia insalvable la aceptación de esquemas trans­ fico presentes en el siglo xix, aproximarnos a la dinámica del pensamiento
parentes de determinación causal. El determinispio decimonónico es, ante geográfico decimonónico, señalando sus logros y sus fracasos, sus bloqueos
todo, una exigencia — y una garantía— de la cientificidad del discurso. y sus indefiniciones, sus discrepancias y sus propuestas de resolución de
Este hecho, perfectamente detectable en el campo del conocimiento geo­ los problemas planteados. Intentaremos, en fin, aproximarnos a la diná­
gráfico, no dejará de plantear graves problemas, sobre todo en la órbita mica de un pensamiento geográfico que, con todas sus ambivalencias,
de las investigaciones humanas y sociales. «Tomando las palabras al pie todavía sorprende por la desmesurada ambición de sus pretensiones y por
de la letra — ha escrito, en este sentido, Arturo Soria y Puig— , para la envergadura de sus resultados.
hacer, emulando a Newton, una "física social”, hay que fisicalizar la socie­
dad, reduciéndola, por ejemplo, a masas movidas por fuerzas económicas
o a autómatas sometidos a un rígido determinismo. O dicho más lapida­ Cientifismo universalista y dificultades para la constitución
riamente: para que la razón mecánica explique casi todo — como algunos de la geografía humana com o ciencia positiva
creyeron en el xvm y en el xrx— , es necesario simplificar o reducir casi
todo» 16. Los primeros intentos de sistematización general del conocimiento geo­
La historiografía de las denominadas ciencias humanas y sociales suele gráfico acordes con las intenciones del proyecto científico decimonónico
situar la fundación y el primer desarrollo de las mismas en el contexto se deben a Alexander von Humboldt y a Karl Ritter. En Humboldt se
del proyecto científico decimonónico al que nos acabamos de referir. Pero manifiesta claramente la interpenetración de tres perspectivas culturales
en el caso del conocimiento geográfico la delimitación de los orígenes — y cognoscitivas— diferentes: en primer lugar, la línea del racionalismo
epistemológicamente fundacionales de su moderna configuración se com­ ilustrado dieciochesco que impregna profundamente el pensamiento del
plica por la doble vinculación existente, con variable hegemonismo, res­ autor: el ideario ilustrado humboldtiano, con sus ingredientes científicos
pecto a los dominios del saber natural y del saber humano y social. Además, e ideológicos, remite a la doble influencia del racionalismo francés17 y de
el decidido afloramiento epistemológico de la Historicidad y del Hombre la ilustración alemana14. También se encuentra presente en Humboldt,
en el campo del saber decimonónico, la aceptación consecuente de la po­ por otra parte, la perspectiva del romanticismo alemán: esta adscripción
sibilidad de situar en el mismo horizonte de positividades los fenómenos romántica, que no supone en ningún momento la aceptación humboldtia-
de la Naturaleza y los de la Naturaleza humana, entrañaban, como ve­ na de los planteamientos idealistas relacionados con la denominada «filo­
remos, graves dificultades conceptuales y metodológicas que, al menos sofía de la naturaleza» 19 — y buena prueba de ello es la crítica dirigida
en el dominio del conocimiento geográfico, tardarían en ser resueltas contra el método de investigación de Humboldt por parte de Schiller 20— ,
coherentemente y motivarían un cierto retraso en la consecución de una se traduce en una aceptación por parte del autor del sentimiento, junto
sistematización positivamente viable de la geografía humana.
El proceso de configuración de la geografía moderna desarrollado du­
17 Cfr. Minguet, C. (1969): M exanire de Humboldt. Historien et géographe de
rante el siglo xix no es ni un proceso sencillo ni un proceso exento de VAmérique espagnole. 1799-1804, París, Fran?ois Maspero, pp. 64-72.
discrepancias internas. Porque si teóricamente las pretensiones fundamen­ 18 Cfr. Melón y Ruiz de Gordejuela, A. (1960): Alejandro de Humboldt. Vida
tales estaban relativamente claras en autores como Humboldt o Ritter, y obra, Madrid, Ediciones de Historia, Geografía y Arte, pp. 8-9.
la vía para poner en práctica esas pretensiones se encontraba obstaculizada 19 Cfr. Aranda, M. A. (1977): «El “Cosmos”: entre la crisis de la Ilustración y
el Romanticismo alemán», en El «Cosmos» de Humboldt. Selección y comentario de
por algunos problemas conceptuales y metodológicos sustanciales: y par­ M. A. Aranda, Barcelona, Universidad de Barcelona (Geo-Crítica. Cuadernos Críticos
ticularmente por los problemas subyacentes en la pretensión de ubicar de Geografía Humana, 11), 1977, pp. 8-9.
la investigación natural y la investigación humana — la geografía física 20 Cfr. Ortega y Medina, J. A. (1966): «Estudio preliminar», en Humboldt,_A. de
(1807-1811): Ensayo político sobre el Reino de la Nueva España. Estudio preliminar,
revisión del texto, cotejos, notas y anexos de J. A. Ortega y Medina. Traducción de
16 Soria y Puig, A.: Op. cit., p. 97. V. González Arnao, México, Porrúa, 1966, pp. IX-CLXVII, p. X II. ,■

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26 El pensamiento geográfico 1. El pensamiento geográfico decimonónico 27

a la razón, y de algunos criterios deístas y holistas que, subyacentes en lismo rechazado por Humboldt, la que explica, como ha advertido Georges
toda su obra, se manifiestan con particular nitidez en las páginas de sus Nicolas-Obadia, la particular configuración del pensamiento geográfico del
magníficos Cuadros de la naturaleza2l. Por último, conviviendo coheren­ autor: es precisamente el concepto schellingiano de Todo el que aparece
temente con las dos perspectivas anteriores, se encuentra en el pensa­ «en el centro de la axiomática geográfica de Cari Ritter» 25. El intento
miento de Humboldt una clara asunción del proyecto positivista del co­ de aunar la perspectiva del proyecto científico positivista decimonónico
nocimiento científico decimonónico. De la íntima conexión de los tres con las vías propiciadas por la filosofía de la naturaleza y por el forma­
factores citados surge la articulación del pensamiento humoldtiano. La obra lismo neoplatónico — intento arriesgado y no exento de dificultades con­
de Humboldt, plena de referencias y de interpretaciones originales en di­ ceptuales y metodológicas— es uno de los factores que debe ser muy
ferentes campos del saber, aparece como un ambicioso y sugerente intento tenido en cuenta para entender algunas de las contradicciones y de las
de sistematización científica del conocimiento geográfico. Y si ese intento indefiniciones del discurso geográfico ritteriano. Discurso que, con todo,
aparece prioritariamente dirigido, en conjunto, hacia el dominio del co­ aparece como un complejo intento de articulación de un sistema de co­
nocimiento natural — de la geografía física— , dominio en el que Humboldt nocimiento geográfico referido al ámbito humano que, además de influir
establece criterios científicos indudablemente fecundos que han sido pos­ directamente en autores tan dispares como Hegel y M arx26, fuera del
teriormente reconocidos como germen de desarrollo en variados campos campo geográfico, y Elisée Reclus27, dentro de él, introdujo nociones
del saber, no debe olvidarse, sin embargo, su importante contribución y criterios interpretativos de indudable fecundidad.
al estudio de determinados aspectos inscritos en el terreno de los cono­ Las diferencias expuestas entre los planteamientos de Humboldt y de
cimientos humanos: a título de ejemplo, pueden citarse en este sentido Ritter no deben hacer olvidar que, como ya hemos advertido, ambos
los estudios sobre la población y sobre las relaciones entre población manifiestan una afinidad de pretensiones científicas que, por más que se
y recursos agrícolas incluidos en el Ensayo político sobre el Reino de la resuelvan en cada caso por vías metodológicas diferentes, traducen su
Nueva España n , posteriormente utilizados por el propio Malthus 33. común vinculación al programa cognoscitivo decimonónico. Esa afinidad
El pensamiento geográfico de Ritter manifiesta algunas diferencias de pretensiones, que ya advirtió Paul Vidal de la Blachen, remite, en
sensibles respecto al de Humboldt, aunque entre ambos autores exista, efecto, a la común asunción tanto de las nuevas positividades decimonó­
como veremos, un fondo de ideas comunes y de pretensiones epistemo­ nicas como de los ingredientes definidores del proyecto científico contem­
lógicamente afines. Lo primero que conviene señalar es que mientras que poráneo. En relación con esto último, ambos apoyan sus discursos en las
Humboldt circunscribe lo principal de su proyecto de sistematización ya comentadas nociones de racionalidad, dominación de la naturaleza y
geográfica al ámbito del conocimiento natural, Ritter aparece, por el con­ ciencia, a la vez que consideran hechos de certidumbre empírica incues­
trario, particularmente preocupado por llevar a cabo un proyecto similar tionable los progresos materiales e intelectuales de la humanidad. Así, por
en el dominio del conocimiento humano: es, en efecto, en el horizonte ejemplo, Humboldt, a quien ya nos hemos referido en este sentido, no
de la geografía humana donde se sitúa fundamentalmente el pensamiento sólo reconoce en su Cosmos el advenimiento de «una civilización avan­
ritteriano. Por otra parte, aunque sin duda en estrecha relación con lo zada» que se opone a «la sencillez primitiva de las antiguas edades»,
que acabamos de señalar, las perspectivas culturales — y cognoscitivas— y que el género humano ha trabajado para «conquistar progresivamente
presentes en la obra de Ritter difieren sensiblemente de las actuantes en una gran parte del mundo físico por la fuerza de la inteligencia» 29, sino
el caso de Humboldt. Si ambos comparten claramente los ingredientes que acepta también el «progreso de la razón» y afirma que «lo que du-
característicos del proyecto científico decimonónico, Ritter, por su parte,
completará esa perspectiva a través de la doble vinculación a la filosofía
libro: cfr. K. Ritter: «La organización del espacio en la superficie del globo y su
de la naturaleza articulada por Schelling y al formalismo neoplatónico 24. función en el desarrollo histórico».)
Es esta doble perspectiva, que sitúa a Ritter en las coordenadas del idea- * Ibid., p. 8:
26 Cfr. Quaini, M. (1974): Marxismo e geografía, Florencia, La Nuova Italia,
21 Cfr. Humboldt, A. de (1808): Cuadros de la naturaleza. Traducción de B. Giner, pp. 20-27.
Madrid, Imprenta y Librería de Gaspar, Editores, 1876. 27 Cfr. Nicolas-Obadia, G. (1974): «Biographie de Cari Ritter», en Ritter, C.:
22 Cfr. Humboldt, A. de: Ensayo político..., op. cit. Introduction..., op. cit., pp. 249-253, p. 253. Cfr. asimismo las opiniones sobre
23 Cfr. Malthus, T. R. (1830): «A Summary View of the Principie of Population», K. Ritter escritas por E. Redus en los párrafos de presentación de la traducción
en Demfco, G. J., Rose, H. M., Schnell, G. A., Eds. (1970): Population Geograpby: que este segundo autor realizó en 1859 del texto ritteriano titulado «De la confi-
A Reader, Nueva York, etc., McGraw-Hill, pp. 44-71, p. 44. guration des continents sur la surface du globe et de leurs fonctions dans l’histoire»,
24 Cfr. Nicolas-Obadia, G. (1974): «Cari Ritter et la formation de l’axiomatique en Ritter, C.: Op. cit., p. 221.
géographique», en Ritter, C. (1852): Introduction h la géographie générale comparée. 28 Cfr. Vidal de la Blache, P. (1896): «Le principe de la géographie générale»,
Traduction de D. Nicolas-Obadia. Introduction et notes de G. Nicolas-Obadia, París, Annales de Géographie, V, 15 Janvier, pp. 129-142.
Les Belles Lettres, 1974, pp. 3-32, pp. 7-17. (Obra parcialmente traducida en este 29 Humboldt, A. de: Cosmos..., op. cit., t. I, p. 2.

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28 El pensamiento geográfico 1. El pensamiento geográfico decimonónico 29

rante largo tiempo no ha sido sino objeto de una vaga inspiración; ha a escala mundial y local», intento que no puede plantearse más que
llegado poco a poco a la evidencia de una verdad positiva» 30. mediante la consideración de «leyes generales de todos los tipos domi­
En similar dirección se mueven los planteamientos de Ritter, quien, nantes y fundamentales de la superficie de la tierra inerte y animada»,
al exponer los fundamentos teóricos y metodológicos de su geografía para que «la armonía del mundo de los fenómenos» quede manifestada3Ó.
general comparada, resaltando las relaciones existentes entre conocimiento Y, concretando más su posición teórica, añade Ritter: «Toda reflexión
histórico y conocimiento geográfico, se refiere al papel atribuible al pro­ sobre el hombre y sobre la naturaleza nos lleva a considerar lo particular
greso material e intelectual en los siguientes términos: «Los progresos en sus relaciones con el Todo y nos conduce desde lo que parece pura­
realizados en la comunicación con el universo no solamente han trans­ mente fortuito hasta lo que obedece fundamentalmente a una ley. ( ...) De
formado las distancias verticales, altura y profundidad, sino también las la misma manera que es el Todo el que hace a la parte, lo particular
horizontales en todas las direcciones; no pensamos aquí tanto en las no tiene existencia propia más que en la medida en que es observado en
numerosas invenciones análogas a las que acabamos de mencionar como función de la ley que le constituye en individuo» 37. Sólo atendiendo a los
en los progresos científicos y en la expansión de las civilizaciones que códigos legales de los fenómenos geográficos pueden articularse siste­
han permitido a los pueblos difundirse por nuevas regiones, aclimatarse máticamente, en opinión de Ritter, los fundamentos de una geografía cien­
a las plantas y a los animales trasplantados a nuevos medios. ( ...) Aquello tífica.
cuya existencia no se suponía penetra súbitamente en la realidad, lo que Las pretensiones científicas universalistas expresadas por Humboldt
resultaba inaccesible se aproxima y los cambios se multiplican» 31. y Ritter van a tropezar, sin embargo, con un importante obstáculo que
También comparten Humboldt y Ritter una clara intencionalidad cien­ afectará fundamentalmente, dada su expresa intencionalidad, a la obra
tífica universalista. Humboldt se refiere en su Cosmos — trabajo que del segundo. Ese obstáculo reside en la incapacidad conceptual y meto­
articula y sistematiza magistralmente los planteamientos teóricos, con­ dológica que ambos manifiestan para conseguir resolver el problema del
ceptuales y metodológicos humboldtianos— a la grandeza y a la nece­ estudio de los fenómenos humanos con un grado de empiricidad ■ — y de
sidad de un trabajo intelectual «que se hace hacia el infinito y para cientificidad— similar al del estudio de los fenómenos naturales, para
abrazar la inmensa e inagotable plenitud de la creación, es decir, de suministrar procedimientos operativos con los que analizar positivamente,
cuanto existe y se desarrolla» 32. Y el «principio fundamental» de su obra atendiendo a los procesos causales, los hechos humanos. Mientras que la
es precisamente «la tendencia constante de recomponer con los fenómenos
historicidad aparece coherentemente integrada en las sistematizaciones
el conjunto de la Naturaleza», la intención de mostrar «las grandes leyes de ambos autores, el tratamiento de la nueva positividad que alude al
por que se regula el mundo y hacer ver ( ...) cómo del conocimiento de Hombre y a sus relaciones con la Naturaleza permanece, aunque se acepte
estas leyes se llega al lazo de causalidad que las une entre sí», consi­ teóricamente, sin un aparato conceptual y metodológico que permita ex­
guiendo así, en conclusión, «desenvolver el plan del Mundo y el orden plicarla — iluminarla— racional y científicamente.
de la Naturaleza» 33. Y para conseguir estos objetivos Humboldt propone Pese a la autoconciencia de fundacionalidad científica de la que hace
seguir las fases metodológicas aceptadas en el dominio del conocimiento gala el saber decimonónico, sobre todo en su vertiente humana y social,
científico físico-natural: comenzando por la observación y pasando por la se plantea durante toda la primera mitad del siglo, y como prolongación
experimentación racionalmente controlada, el análisis y la inducción per­ de situaciones anteriores, una nítida dicotomía entre los conocimientos
miten seguidamente acceder al descubrimiento de las leyes empíricas. Esas
físicos, matemáticos y naturales, conceptual y metodológicamente cohe­
son, según Humboldt, «las fases que la inteligencia humana ha recorrido»;
rentes y con una rigurosa operatividad, y los conocimientos humanos y
es así «como se ha llegado a reunir el conjunto de hechos que constituyen
sociales, mucho más endebles y confusos en ese sentido. Situación que
hoy la sólida base de las ciencias de la naturaleza» 34. no hace más que reflejar la severa y no resuelta distinción del criticismo
Ritter, por otra parte, señala su intención de tratar «la geografía
kantiano entre el mundo natural, objeto de la razón teórica, y el mundo
general comparada como un conjunto científico»35, y advierte expresa­
moral, dominio de actuación de la razón práctica. Distinción que el saber
mente que la investigación que se propone llevar a cabo debe «expresar
de la primera mitad del siglo xix es incapaz de salvar: el modelo con­
la ley general de todas las formas importantes que muestra la naturaleza
ceptual y metodológico de las ciencias físicas y naturales se mostraba
válido para estudiar la realidad natural o materiál, pero' el dominio de
30 Ibid., t. I, p. 13.
31 Ritter, C.: Op. cit., p. 137.
los fenómenos humanos permanecía aún, a pesar de las repetidas decla­
32 Humboldt, A. de: Cosmos..., op. cit., t. I II , p. 10. raciones de intención en sentido contrario, excluido en general del campo
33 Ibid., t. I II , p. 9.
» Ibid., t. I, pp. 57-58.
35 Ritter, C.: Op. cit., p. 41. 36 Ibid., pp. 4445.
37 Ibid., p. 45.

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30 El pensamiento geográfico 1. El pensamiento geográfico decimonónico 31

de actuación operativa científicamente consistente de ese modelo. Esta criterios metodológicos adecuados para observar y constatar las relaciones
dualidad, y las consiguientes fisuras que produce en la articulación del teóricas que se enuncian, desdice claramente de las pretensiones de po­
conocimiento, se manifiestan claramente en los proyectos científicos de sitiva cientificidad que el propio Ritter atribuye a su sistematización del
Humboldt y de Ritter, situándose en la base del bloqueo existente res­ conocimiento geográfico.
pecto a la fundación de la geografía humana como ciencia positiva. Si en el terreno del análisis geográfico de los fenómenos naturales
Humboldt no pasa de insinuar, en este sentido, su creencia en que — en el terreno de la geografía física— , en el que se contaba con un
«la descripción del Universo y la historia civil se hallan colocadas en el aparato conceptual y metodológico suficientemente consistente y opera­
mismo grado de empirismo», y en que «las fuerzas inherentes a la ma­ tivo, la obra de Humboldt aportó una sistematización científica suma­
teria, y las que rigen el mundo moral, ejercen su acción bajo el imperio mente coherente, por el contrario, a la hora de afrontar el análisis de
de una necesidad primordial»38. Pero, al misino tiempo, recuerda sinto­ las caracterizaciones espaciales humanas y sociales tanto ese autor como,
máticamente, aceptando la «sagacidad» kantiana, que «la física ( ...) se sobre todo, Ritter manifiestan sensibles fisuras conceptuales y metodo­
limita a explicar los fenómenos del mundo material por las propiedades lógicas que expresan la carencia de un instrumental científico adecuado
de la materia», de forma que «todo lo que va más allá, no es del do­ para abordar, con garantías de positividad, la explicación causal de esas
minio de la física del mundo, y pertenece a un género de especulaciones caracterizaciones situadas en el ámbito de la geografía humana. Y a esa
más elevadas»39. Humboldt acepta, en resumen, «los límites de las ex­ carencia fundamental habría que añadir, con mucha menor relevancia y a
plicaciones físicas» señalados por K ant40. Y parece evidente, en todo caso, pesar de la indiscutible coherencia general del pensamiento humboldtiano,
que Humboldt puede contentarse con estas someras insinuaciones en la cierta ausencia en el autor del Cosmos de propuestas concretas de mode­
medida en que su pretensión científica se dirige principalmente hacia la los de clasificación, generalización y normalización.
sistematización positiva del conocimiento geográfico de los hechos na­ Son estas carencias y limitaciones las que probablemente expliquen
turales. el hecho frecuentemente señalado de la escasa influencia directa ejercida
Por razones inversas, el problema es mucho más patente y decisivo por Humboldt y Ritter sobre los geógrafos inmediatamente posteriores 42.
en el caso de Ritter, preocupado precisamente por determinar y explicar En efecto, mientras que los discípulos de Ritter «tomaron del maestro
las relaciones entre los fenómenos naturales y las actividades históricas. — como advierte elocuentemente Emmanuel de Martonne— mejor los de­
Ritter recurre a la cohesión interna del Todo y, por ende, a una deter­ fectos que las buenas cualidades: se repetían los grandes principios del
minación causal de alcance cósmico que afectaría por igual, en principio, método, pero cada vez se sabía menos la manera de aplicarlos» 43, entre
a fenómenos naturales y humanos, y en la que pretende aislar lo que los geógrafos físicos que suceden a Humboldt se plantea el problema
constituye la caracterización específica del determinismo geográfico. Pero que podemos denominar de la «descripción explicativa», es decir, de cómo
las dificultades del empeño aparecen continuamente en la obra ritteriana: dar sentido científico a los materiales que continuamente iba aportando
así, por ejemplo, tras señalar que «el descubrimiento del equilibrio de la investigación de la superficie terrestre.
las fuerzas de atracción y de repulsión en la superficie del globo» remite
a «un orden natural» que conduce «a admitir una oposición fundamental
en todas las fuerzas que se manifiestan activamente en la naturaleza inerte Evolucionismo darioinista y modificación del horizonte epistemológico
o animada sobre la superficie de la tierra», se ve obligado a advertir que del conocimiento geográfico
esas fuerzas «se manifiestan mucho más en el nivel de la naturaleza física
bruta y en las primeras etapas de la evolución que en el nivel de la vida La publicación y la rápida difusión de El origen de las especies (1859)
consciente donde pierden su intensidad»41. La respuesta a la limitación de Darwin incidió de forma decisiva en el panorama general del cono­
planteada pretende encontrarla Ritter en la utilización sistemática de unos cimiento decimonónico y, en concreto, en el del conocimiento geográfico.
procedimientos analíticos que aparecen apoyados, siguiendo la línea del El planteamiento de Darwin proponía un modelo particularmente riguroso
formalismo neoplatónico, en la supuesta significatividad intrínseca de las y expresamente científico para abordar coherentemente el tratamiento de
formas espaciales. Pero, paradójicamente, al aceptar ese tipo de interpre­ las nuevas positividades decimonónicas referentes a la Historicidad y a
tación causal se adentra el autor en una argumentación apoyada en una la incorporación del Hombre y de sus relaciones con la Naturaleza a los
•perspectiva de predestinación teleológica que, además de no explicitar los objetos de conocimiento positivo. La gran fecundidad que habría de
38 Humboldt, A. de: Cosmos..., op. cit., t. I, p. 30. 42 Cfr., por ejemplo, Claval, P. (1964): Evolución de la geografía humana. Tra­
39 Ibid., t. I, p. 30. ducción de A. Ferrer, Barcelona, Oikos-Tau, 1974, pp. 29-35.
40 Ibid., t. I, p. 30. 43 Martonne, E. de (1909): Tratado de geografía física. Traducción de R. Candel
41 Ritter, C.: Op. cit., p. 45. Vila y J. Comas de Candel, Barcelona, Juventud, 3 tomos, 1964-1975, t. I, p. 34.
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32 El pensamiento geográfico 1. El pensamiento geográfico decimonónico 33

mostrar el paradigma explicativo evolucionista, trascendiendo el ámbito los autores que optan claramente, durante el último tercio del siglo xix,
biológico inicial de su perspectiva, fue anunciada por el propio Darwin siguiendo la línea marcada por Julius Frobel, por una dedicación espe­
en su primera obra fundamental: «En un futuro lejano — escribe— veo cializada a la geografía física, rechazando las pretensiones integradoras
abiertos caminos extensos para investigaciones y estudios de bastante de lo físico y lo humano. La receptividad evolucionista de esta perspec­
mayor importancia. Estará basada la Psicología en nuevos cimientos: los tiva es, sin embargo, menor y más lenta que en otros casos: a comienzos
de una precisa, necesaria adquisición por grados de toda energía mental del siglo xx, William M. Davis podía afirmar con razón que «el espíritu
y de toda inteligencia. se proyectará luz sobre el origen del hombre explicativo de la filosofía evolucionista» había penetrado con retraso en
y su historia» M. la geografía física y que todavía quedaba mucho camino por andar47.
La perspectiva darwiniana aportaba una racionalidad general capaz Y sería precisamente la geomorfología davisiana la que asumiría plena­
de interpretar positivamente todos los fenóipenos del mundo viviente: mente los postulados del evolucionismo, desarrollándolos en un campo,
las nociones de «adaptación» y de «selección natural», con las referencias el de las formas de relieve, que se consideraba alejado por su aparente
analíticas que conllevan respecto a las interrelaciones entre me4io natural estabilidad del dominio de aplicación de esos postulados.
y funcionamientos de los seres vivos, podían ser aplicadas, en efecto, al Mucho más rápida y eficaz fue la penetración del darwinismo en el
estudio de las sociedades humanas. Nos encontramos así, como ha señalado horizonte epistemológico de las corrientes geográficas totalizadoras, em­
Diego Núñez, con que la sistematización explicativa basada en el pen­ peñadas en la explicación causal y unitaria de los hechos físicos y humanos.
samiento darwiniano se va a convertir, sobrepasando en ocasiones el El evolucionismo suministraba un instrumental analítico e interpretativo
alcance atribuido por él propio Darwin a su teoría, en «un modelo real­ fundamental para explicar las conexiones entre unos hechos y otros y, en
mente inédito» y capaz de justificar una «visión global de la realidad», relación con ello, la dinámica de las actuaciones humanas y sociales en
de forma que «el darwinismo, ( ...) bien como punto de cita inevitable, el espado geográfico. Pero esta segunda línea se subdivide a su vez en
bien como impregnación conceptual de otras áreas de pensamiento, ejer­ dos perspectivas sensiblemente diferentes que expresan dos modos muy
cerá una influencia omnipresente en la vida intelectual del último tercio distintos de asumir el darwinismo. En primer lugar, se encuentra la
del siglo xix» 45. Y con el aliciente de que en ese modelo evolucionista perspectiva que cristaliza en la elaboradón ratzeliana, caracterizada por
tienen cabida y encuentran explicación positiva las leyes del cambio y del remitir a las categorías darwinistas para argumentar interpretaciones de
progreso. «La idea de progreso, verdadero supuesto básico de la moderna los procesos humanos basadas en rígidos esquemas de determinación na­
cultura europea y motivo de continua satisfacción para el hombre deci­ tural, situándose en un horizonte significativamente próximo al del deno­
monónico, se encontraba por fin confirmada científicamente. ( ...) Es como minado darwinismo social. Y , por otro lado, se presenta el enfoque que,
si todo un ambiente cultural, lleno de ingredientes historicistas y den­ asumiendo los postulados darwinianos y prolongándolos y matizándolos
tistas, necesitara, para su completa autoafirmación, la obra de Darwin» 46. en una dirección que parece más acorde con la intencionalidad del propio
El modelo mecanicista es sustituido de esta forma por el modelo — por Darwin, fundamenta la adaptación evolutiva de la especie humana res­
la fascinación— biologista. pecto al medio en nociones tales como las de «armonía natural» y «ayuda
Lo que resulta fundamental desde el punto de vista del pensamiento mutua»; insistiendo, además, en la consideración prioritariamente ética
geográfico — y, en general, del pensamiento humano y social— es pre­ de las reladones entre naturaleza y naturaleza humana, y rechazando
cisamente la solución aportada por el evolucionismo darwiniano en relación explídtamente las presuposiciones del darwinismo social. Esta ségunda
con las dificultades conceptuales y metodológicas anteriormente expuestas. perspectiva, generalmente eludida o postergada en las historias del pen­
La decisiva influencia del darwinismo en el campo del conocimiento geo­ samiento geográfico, es la que protagonizan autores como Elisée Redus
gráfico es sumamente fecunda y claramente diversificada, ya que, en contra o Piotr Kropotkin.
de lo que habitualmente parece creerse, no sólo se detecta en las elabo­
raciones de Ratzel y de sus seguidores, sino que aparece también, aunque
con perspectivas distintas y con ritmos desiguales, en otras líneas del Naturalismo y evolucionismo en la geografía física decimonónica:
pensamiento geográfico. Por una parte, la incidencia de los postulados significado de la geomorfología davisiana
evolucionistas va haciéndose lentamente patente en las formulaciones de
La falta de una propuesta explícita de modelo explicativo por parte
44 Darwin, C. (1859): El origen de las especies por la selección natural. Traduc­ de Humboldt — a la que ya nos hemos referido— sume a sus continua-
ción de J. M. Barroso-Bonzón, Madrid, Ediciones Ibéricas, 2 tomos, 2 * ed., 1963,
t. II, p. 280.
45 Núñez, D., Ed. (1977); El darwinismo en España, Madrid, Castalia, pp. 8-11. 47 Cfr. Davis, W. M. (1912): «L’esprit explicatif dans la géographie modeme»,
46 Ibid., pp. 7-8. Amales de Géographie, X X I, 115, pp. 1-19, p. 10.

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34 El pensamiento geográfico 1. El pensamiento geográfico decimonónico 35

dores inmediatos en el problema de dar sentido positivo y científico Tras el establecimiento de unas firmes bases científicas, a finales del
a unos materiales de observación cada vez más abundantes y heterogé­ siglo xviii, por parte de Abraham G. Werner, James Hutton, John
neos. De ello proceden en gran parte los titubeos y los distintos derroteros Playfair, William Smith y Georges Cuvier, la geología había ya llegado,
de la geografía física decimonónica, cuyas manifestaciones más expresivas en torno a 1850, a grandes interpretaciones de conjunto acerca de la
son las controversias alemanas que John Leighly ha interpretado como corteza terrestre, y contaba con un cuerpo teórico ordenado en el que
sucesivas fases del «inevitable conflicto» entre el naturalismo humboldtiano se iban ensamblando de forma relativamente armónica las nuevas apor­
y la teleología de Ritter48. Hay algunos autores, como Julius Frobel, taciones, como las de Charles Lyell, Elie de Beaumont, Eduard Suess
Oskar F. Peschel y Georg Gerland, que, a lo largo del siglo, rechazan o Pierre Termier. Este, y no el del naturalismo geográfico, es el marco
de forma expresa el tratamiento geográfico de los hechos humanos, que en el que surgen los trabajos de A. Surell, exponiendo el esquema clásico
inevitablemente abocaría a una especulación,subjetiva, y exigen para la de la erosión torrencial; de Jean Louis R. Agassiz, estableciendo las bases
geografía un estatuto exclusivo de ciencia natural. No hay 'puente posible, de la morfología glaciar; de J . Jukes, fijando los primeros conceptos
dice Gerland en 1887, entre el método de una ciencia física de la tierra sobre el trazado de los ríos; de Andrew Ramsay y Grove K. Gilbert,
y el estudio de la humanidad; sólo en la primera se puede reconocer poniendo de manifiesto la capacidad de planación de las aguas corrientes;
una causalidad de tipo físico, mientras que el estudio social no puede de John W. Powell y Clarence E. Dutton, calculando los ritmos de
cumplir el requisito científico de la explicación causal49. Esta línea na­ arrastre y sedimentación de los materiales51. Al mismo tiempo, una larga
turalista pura propone como objeto del trabajo geográfico la sistemati­ serie de investigaciones concretas sobre diferentes regiones o países van
zación de los fenómenos terrestres mediante la investigación de las fuérzas poniendo de manifiesto las relaciones del relieve terrestre con la estructura
y procesos que interactúan en nuestro planeta, sin considerar convincentes geológica y la dinámica interna del planeta; sus resultados aparecen ya
los planteamientos teóricos y metodológicos que tienden a poner al hombre sistematizados y ordenados en Les form es de Terrain, de La Noe y
en el centro del interés científico de la geografía. Emmanuel de Marguerie, publicado en 1888 52.
Pero la gran mayoría de los cultivadores de la geografía física, muchos Dentro de esta avalancha de aportaciones rigurosas y brillantes refe­
de ellos procedentes o instalados en el campo de otras disciplinas y en­ rentes a temas concretos muy relacionados con la 'geología, son los in­
troncados con otras tradiciones científicas menos problemáticas, no entran vestigadores alemanes los que mantienen con alguna daridad la pretensión
en discusiones teóricas generales y, sin rechazar expresamente la finalidad humboldtiana de globalidad, de integradón de contenidos; así aun sin
generalizadora, insisten prácticamente en la acumulación de observaciones planteamientos teóricos completos y explídtos, su interés se diversifica,
y en su clasificación e interpretación desde diversos puntos de vista, pos­ induyendo el clima, la vegetación, los suelos, etc., pretendiendo explicar
poniendo para un futuro indeterminado, cuando la información sea sufi­ las relaciones entre unos y otros. En esta línea se sitúan trabajos como
ciente, la elaboración de leyes rigurosas con valor general. El estudio de los de Alexander Supan, Fritz Mataschek o Wladimir Kóppen, algunas
las formas de relieve es, sin duda, el aspecto fundamental en torno al que de cuyas propuestas de zonificación o de dasifjcadón basadas en las in-
se estructura el contenido de estos numerosos trabajos que, al rechazar fluendas mutuas de varios elementos están aún vigentes. Perteneciente
de hecho la consideración del hombre como integrante de su objeto de a esta escuela, y muy vinculado a las perspectivas de origen geológico
análisis, se pueden englobar en una tendencia naturalista práctica. Y hay por su actividad profesional inicial, Ferdinand von Richthofen plantea
que reconocer con Alain Reynaud que su enfoque deriva en una parte a finales de siglo una definición y una estructuración precisas de los nuevos
muy sustancial de las concepciones geológicas, pudiendo decirse que mu­ contenidos dentro del marco de una cienda geográfica caracterizada por
chos de los contenidos actuales de la geografía física llegaron, durante la la articulación armónica de tres niveles metodológicos sucesivos: el des­
segunda mitad del siglo xix, y ya con un alto grado de elaboración, desde criptivo, el corológico y el de abstracción; para ello parte de los nuevos
la geología, lo que dificultó, y aún sigue dificultando, su integración no esquemas conceptuales de las ciencias básicas, entre las que dta ex­
sólo teórica y metodológica, sino también desde el punto de vista aca­ presamente la biología, «transformada en sus mismos fundamentos por
démico y administrativoso. Darwin». Define la geografía como ciencia de la superficie terrestre, pro­
pugnando que la estructura del subsuelo y la tectónica, objetos propios
48 Cfr. Leighly, J. (1938): «Methodological Controversy in Nineteen Century Ger­
de la geología, sólo sean consideradas como factores que inciden en la
mán Geography», Atináis of the Association o f American Geographers, X X V III, 4,
pp. 241-256, p. 241. 51 Cfr. Chorley, R. J., Beckinsale, R. P., Dunn, A. J. (1964-1973): The History
49 Gerland, G. (1887): «Vorsrort des Herausgebers», Beitr'áge zur Geophysik, I, of Study of Landforms or the Development o f Geomorphology, Londres, Methuen,
pp. I-LIV. 2 vols.; I: Geomorphology before Davis.
50 Cfr. Reynaud, A. (1971): Epistemologie de la géomorphologie, París, Masson. 52 Cfr. La Nóe, G. de, Marguerie, E. de (1888): Les formes du terrain, Pa­
rís (s. e.). '

( (
1, El pensamiento geográfico decimonónico 37
36 El pensamiento geográfico
de lo que se ha denominado «descripción explicativa» mediante los plan­
evolución de las formas que dicha superficie presenta, y aboga por el
teamientos darwinianos: «Hemos creado una nueva filosofía de la Geo­
desarrollo de una «geografía biológica general» entroncada con los tra­
grafía, una filosofía racional y evolucionista, uno de cuyos principios es
bajos de Humboldt, admitiendo — influido por Ratzel— la posibilidad
que la mejor descripción de un paisaje se encuentra en su origen»57.
de integrar al hombre en tanto que ser vivo que forma parte e interactúa,
Davis, sin embargo, sólo aplica prácticamente los nuevos planteamien­
aunque de forma muy especial, en la cambiante superficie del planeta.
tos al campo- de la geografía física que le interesa, a la geomorfología
Sin embargo, el modo que propone para alcanzar esos objetivos no es
que él mismo organiza y a la que da nombre propio, y apenas se preocupa
del todo acorde con la metodología positivista: se debe a Richthofen la for­
en sus investigaciones concretas — aunque sí lo hace en términos teóri­
mulación explícita de una idea — que subyace en la mayoría de l^s pers­
cos— por la integración real de este dominio con el resto del saber geo­
pectivas regionales posteriores— según la cual «el método de la geografía
gráfico. Por otra parte, el marcado y explícito acento deductivo de su
general ( ...) no es progresivo, sino esencialmente regresivo, ya que de
método choca con el meticuloso empirismo de la corriente geográfica
lo particular retrocede a lo general; va del efecto a la causa, del fenómeno
naturalista, fundamentalmente representada por los autores alemanes, en
individualizado al conjunto de fenómenos que guardan entre sí relación
la que la observación directa y minuciosa y la consideración de las dife­
de analogía»; de acuerdo con esto, no se puede ni se debe pretender una
rencias se valoran como el soporte fundamental de la verdadera ciencia.
labor generalizadora continuada, ya que los avances teóricos se han pro­
Esta corriente naturalista, que desde Richthofen ha recibido la influencia
ducido siempre y sólo se producen en «períodos singulares», en los que,
evolucionista pero no la ha asumido de un modo tan incondicional como
tras largas etapas de recogida y de comparación de datos, aparece de
Davis, está representada a finales de siglo por Albrecht Penck, cuyo
forma natural «la necesidad de reunir los materiales análogos bajo la
planteamiento fue la única alternativa opuesta al davisianismo capaz de
perspectiva de principios sistemáticos» 53.
resistir el enorme éxito de la «teoría del ciclo»: según Penck, el método
Es William M. Davis, continuador de los estudios sobre el relieve
consiste también en describir, clasificar e interpretar el origen y la evo­
terrestre de G. K. Gilbert y J. W . Powell, quien aporta una respuesta
lución de las formas que presenta la superficie terrestre, pero considera
sistemática a gran parte de los problemas planteados al asumir y poten­
que para ello es preciso el establecimiento previo de una taxonomía lo
ciar plenamente, en el campo de la geografía física, los postulados evo­
más completa posible de esas formas, la elaboración de clasificaciones ba­
lucionistas: «El tratamiento moderno y racional de los problemas geográ­
sadas en su configuración fisionómica y la consideración de factores no
ficos — afirma— exige que la forma del terreno sea estudiada desde el
estrictamente geomorfológicos, como el clima y su evolución c la vege­
punto de vista de la evolución al igual que una forma orgánica» 54. En efec­
to, según Davis, las formas superficiales son producto de una serie de tación pasada y actual58.
Más que un método, el de Penck es un sistema riguroso de trabajo
procesos y, por ende, pueden ser adecuadamente descritas en esos tér­
sobre cuyos resultados podría montarse a largo plazo un paradigma teórico
minos. Basada en las nociones de «estructura, proceso y tiempo», la
descripción se hace «genética» y por tanto «explicativa», abocada a la general; frente a él, la metodología davisiana es completa, cerrada y afir­
obtención de leyes 55. A través del evolucionismo, Davis enlaza metodo­ mativa, y se encuentra mucho más entroncada con las perspectivas cien­
lógicamente el estudio del relieve, al que se dedica plenamente, con el tíficas del último tercio del siglo xix. Es lógico, por tanto, que el modelo
resto de los estudios geográficos, al ofrecer una «descripción sistemática, de Davis triunfase en toda la línea sobre otros enfoques aparentemente
aceptada y utilizada por todos los geógrafos, del mismo género que las anticuados, poco elaborados y con menor aspecto de cientificidad; sin em­
usadas por los biólogos para las plantas y los animales»56. Y el propio bargo, la geografía física alemana mantuvo en general sus puntos de
autor afirma que su aportación fundamental es la resolución del problema vista y continuó centrada en la delimitación de unidades fisionómicas, en
su clasificación detallada y en su explicación particularmente atenta a la
53 Cfr. Richthofen, F. von (1883): «Tareas y métodos de la Geografía actual: conexión del relieve con los demás elementos o fenómenos de la superficie
el método de la Geografía General». Traducción de P. Plans, Didáctica Geográfica, 3, terrestre59.
1978, pp. 49-62.
54 Davis, W. M. (1904): «Complications of the Geographical Cyde», Compte Rendu
8me. Congres de Géographie (Washington), pp. 150-163, p. 150. (Comunicadón par­ n Ibid., p. 4.
dalmente tradudda en este libro: cfr. W. M. Davis: «Complicadones del ddo geo­ 58 Cfr. Penck, A. (1894): Morphologie der Erdoberflache, Stuttgart, Engelhoms,
gráfico».) 2 vols.
55 Davis, W. M. (1899): «The Geographical Cyde», Geographical Journal, XIV, 59 Penck, A. (1910): «Versuch einer Klimaklassification auf physiographischer
pp. 481-504. (Artículo pardalmente traduddo en este Úbro: cfr. W. M. Davis: «El Grundlage», Preussen Akademie der Wissenchaft Site, der physicalisch-matematischen,
ddo geográfico».) Klasse 12, pp. 236-246. (Artículo parcialmente traduddo en este libro: cfr. A. Penck:
56 Davis, W. M. (1912): «L’esprit explicatif dans la géographie modeme», op. cit., «Propuesta de una dasificadón climática basada en la fisiografía».)
p. 12.

c (
38 El pensamiento geográfico 39
1. El pensamiento geográfico decimonónico
Biologismo y determinación geográfica en el pensamiento ratzeliano y los lím ites de la adaptación. Si «la humanidad constituye un todo, por
más que éste sea múltiple en sus manifestaciones» 63, esas múltiples ma­
La incorporación de los criterios conceptuales y metodológicos del evo­
nifestaciones, esas distintas situaciones evolutivas deben explicarse en fun­
lucionismo al estudio de los fenómenos humanos y sociales y de sus re­ ción de las circunstancias geográficas exteriores. En este sentido llega
laciones con los procesos naturales permitirá a Friedrich Ratzel — y a otros
incluso a polarizar visiblemente la noción de «adaptación», resaltando
autores que posteriormente estudiaremos— superar coherentemente los
explícitamente el papel predominante que debe concederse, en todo m o ­
obstáculos conceptuales y metodológicos anteriormente planteados respecto
mento, a la influencia de los factores naturales, y limitando consecuente­
al análisis geográfico de los hechos humanos y sociales y, en consecuencia,
mente la significación atribuible a las «aptitudes» humanas respecto a los
respecto al entendimiento unitario y totalizador del conocimiento geográ­
procesos selectivos de adaptación evolutiva. «Cierto que dentro de los
fico. Contando con una inicial formación naturalista, que sin duda le
pueblos naturales encontramos gran diferencia en punto a aptitudes — es­
facilitó la adecuada valoración de la aportación evolucionista, Ratzel se
cribe, por ejemplo, en esta línea— , y que en el curso del desenvolvimiento
muestra particularmente preocupado por encontrar una rigurosa funda-
civilizador, los pueblos dotados de más relevantes cualidades se han ido
mentación física y natural para la geografía humana: «La geografía del
asimilando cada vez más los elementos de cultura, dando a sus progresos
hombre — escribe en la introducción de su Anthropogeographie— no
un carácter de fijeza y de seguridad, mientras que los pueblos menos
podrá tener una sólida base científica hasta que se sitúen como piedra
aptos han quedado atrasados; pero respecto de esta acción de progreso
angular de sus fundamentos las leyes generales que regulan la difusión
o de atraso deben reconocerse claramente y apreciarse las causas exteriores,
de toda la vida orgánica sobre la tierra» 60.
por lo que es más justo y más lógico mencionarlas en primer lugar» M.
La cientificidad de la geografía humana se logra, por tanto, cuando
Se trata, en suma, de no olvidar «cuán invariables permanecen, mientras
se reconoce la ley de evolución de las especies como ley natural que
vivimos, la mayor parte de los fundamentos de nuestro desenvolvi­
regula toda la dinámica social. Y esa ley permite, además, interpretar
y explicar positivamente una de las creencias básicas decimonónicas: la miento» 65.
Este entendimiento de la dinámica evolutiva, que Ratzel expuso am­
creencia en el progreso material e intelectual de la humanidad, así como
pliamente en sus trabajos etnográficos, es el que subyace y actúa como
la existencia de etapas diferenciadas en esa secuencialidad progresiva.
argumento básico en sus elaboraciones geográficas. En los dos dominios
Y todo ello puede plantearse coherentemente en el pensamiento ratzeliano
en los que esas elaboraciones resultan más acabadas y fecundas — en los
en la medida en que aparece basado en la adopción de «un punto de
de la geografía humana y la geografía política— , se encuentra siempsp
vista darwiniano» 61: porque, como advierte expresamente Ratzel, los plan­
presente la idea ratzeliana de que los procesos humanos, sociales y po­
teamientos de Darwin habían producido «en el estudio de la vida de
líticos que tienen lugar en el espacio geográfico responden a esquemas
los pueblos, como en el de la vida en general, un movimiento del cual
brotaron trascendentales verdades» 62. de determinación causal en los que las condiciones naturales desempeñan
un papel incuestionablemente decisivo. Y , junto a esa idea, el discurso
El pensamiento ratzeliano, bastante acorde con las ideas evolucionistas
ratzeliano incorpora una dimensión organicista que aparece asimismo vincu­
generalmente aceptadas en su tiempo, entiende que la humanidad se com­
lada a las perspectivas biologistas dominantes en la época. Sobre esa
porta como un todo unitario que, sin embargo, muestra distintas y gra­
doble base, deterninismo natural y organicismo, articula Ratzel sus plan­
duales situaciones evolutivas que expresarían, según el autor, la incidencia
teamientos geográficos: las nociones de «espacio» y de «posición», fun­
ejercida en cada caso por los factores naturales — las causas exteriores— ,
damentales en todo su discurso, aparecen así cargadas de sentido en la
que son los que determinan fundamentalmente el carácter de la evolución
medida en que interfieren continuamente en la dinámica evolutiva de
sociedades o de estados que se comportan como verdaderos organismos.
60 Ratzel, F. (1882-1891): Anthropogeographie. I : Grttndzüge der Anwendung der La dimensión espacial o geográfica se encuentra así congruentemente inte­
Erdkunde auf die Geschichte, I I: Die Geographische Verbreitung des Menschen,
Stuttgart, J. Engelhorn, 2 vols., vol. 1 (la cita procede de la traducción italiana del grada en la perspectiva evolucionista y organicista que articula el razo­
primer volumen: cfr. Ratzel, F.: Geografía dell’Uomo (Antropogeografia). Principl namiento ratzeliano. El símil biologista adquiere asf una lógica inexorable
d’aplicazióne della scienza geográfica alia storia. Tradotta da U. Cavallero, Milán, etc., y permite integrar en el interior de la argumentación los hechos espaciales.
Fratelli Bocca, 1914), p. 9. «Al igual que sucede con la lucha por la vida — escribe, por ejemplo,
41 Tatham, G. (1951): «Geography in the Ninfteenth Century», en Taylor, G.,
Ed. (1951): Geography in the Twentieth Century. A Study o f Growth, Vields, Tech- Ratzel en su Politische Geographie— , cuyo objeto fundamental es ganar
niques, Aims and Trends, Nueva York y Londres. Philosophical Library y Me-
thuen, 3.* ed. ampliada, 1957, pp. 28-69, p. 64.
62 Ratzel, F. (1887-1888): Las razas humanas, Barcelona, Montaner y Simón, 2 to­ a Ibid., t. I, p. 2.
mos, 1888, t. I, p. 4. En las citas de esta obra se ha actualizado la ortografía. « Ibid., t. I, p. 10
“ Ibid., t. I, p. 1.

( ;
1. El pensamiento geográfico decimonónico 41
40 El pensamiento geográfico
simplificación unilateral de las nociones darwinianas como, por otra parte,
espacio, las luchas de los pueblos son la mayoría de las veces motivadas una sensible y distorsionadora reducción de la complejidad de las diná­
por lo mismo. En la historia moderna, la recompensa de las victorias micas espaciales — humanas, sociales o políticas— analizadas. Esa reduc­
ha sido siempre — o así ha sido interpretada— una ganancia de terri­ ción, bastante generalizada en el contexto de un conocimiento decimonó­
torio» nico empeñado, como vimos, en descubrir leyes universales garantes de un
El discurso geográfico ratzeliano aparece así articulado como una saber totalizador, aparece fuertemente intensificada en el pensamiento
construcción rigurosamente consistente en términos conceptuales y me­
ratzeliano, y ello supone una acentuada polarización naturalista en la
todológicos: la perspectiva biologista permite edificar un razonamiento en
caracterización de los esquemas de determinación causal adoptados. Al uni-
el que los procesos humanos, sociales y políticos responden siempre a una
lateralizar excesivamente las nociones evolucionistas, el planteamiento rat­
dinámica evolutiva decisivamente determinada por las condiciones geo­ zeliano llega a dificultar, paradójicamente, la propia explicación positiva
gráficas. «En esta poderosa acción de la tienra — escribe Ratzel— , que
de las relaciones existentes: si el determinismo geográfico estaba presente
se manifiesta a través de todas las fases de la historia al igual que en en los planteamientos de Humboldt y de Ritter, en el pensamiento de
todas las esferas de la vida actual, hay algo de misterioso que no puede
Ratzel ese determinismo aparece ya desprovisto de sus anteriores con­
dejar de producir cierta angustia espiritual; porque la aparente libertad
notaciones cosmogónicas o teleológicas — lo que puede producir esa im­
del hombre parece aniquilada. Vemos, en efecto, en la tierra el origen presión de pérdida de «la rigidez y simplicidad generalizadora de sus
de toda servidumbre. El territorio, siempre el mismo y siempre situado precursores» a la que se ha referido Manuel de Terán69— , mostrándose,
en el mismo lugar del espacio, sirve de soporte rígido a los humores,
por el contrario, fuertemente afianzado, y de ahí su mayor envergadura
a las volubles aspiraciones de los hombres, y cuando se les ocurre olvidar
y su capacidad de influencia, en unas categorías analíticas sistemáticas y,
este sustrato les hace sentir su autoridad y les recuerda, mediante serias
lo que es más importante, conceptual y metodológicamente operativas.
advertencias, que toda la vida del Estado tiene sus raíces en la tierra.
Así se instala dentro del conocimiento geográfico un enfoque interpretativo
Regula los destinos de los pueblos con ciega brutalidad. Un pueblo tiene
de signo unitario apoyado en una razón evolucionista significativamente
que vivir sobre el territorio que ha recibido en suerte, tiene que morit
próxima a la peculiar lectura potenciada por el denominado darwinismo
en él, tiene que soportar su ley» 67. social.
Ratzel consigue elaborar una ambiciosa perspectiva de sistematización
Las prolongaciones, más o menos fidedignas, de los planteamientos
del conocimiento geográfico en la que los fenómenos humanos, sociales
geográficos ratzelianos resultaron bastante variadas. En el campo de lo
y políticos aparecen justificados y explicados, en términos positivamente
estrictamente geográfico, las obras de Ellen Churchill Semple70 y de
científicos, en función de su indisociable pertenencia al mundo de las
Ellsworth Huntington71 aportan acabados — y distintos— ejemplos de
regularidades naturales. La importancia de esa perspectiva resulta evidente:
la prolongación y de la reelaboración de los fundamentos del sistema
Manuel de Terán ha señalado, por ejemplo, que Ratzel «planteó de un
geográfico ratzeliano, que a través de los autores citados influyó notoria­
modo sistemático y científico el problema de las relaciones entre el hombre
mente en la geografía norteamericana. Lo mismo puede decirse de la
y el medio», intentando «poner de manifiesto la intervención del factor
geografía inglesa, en la que los planteamientos — cargados de consecuen­
geográfico en la vida y actividad de los hombres y acometer el trata­
cias—■de Halford J. Mackinder ante la Real Sociedad Geográfica de Lon­
miento metódico y sistemático, equipado con el saber científico acumulado
dres, en 1887, sobre el objeto de la geografía72 suponen una decidida
en los decenios que le separan de Ritter, del viejo tema de las influencias
toma de postura positivista, una resuelta y programática aceptación del
que- el medio natural ejerce en la vida humana»68. determinismo como clave explicativa de los hechos sociales, y finalmente
Pero el pensamiento ratzeliano, bastante influyente en posteriores ela­
una explícita consideración pragmática del saber geográfico. Según Mackin­
boraciones geográficas, no se encuentra exento de problemas y dificultades.
der, en efecto, «la geografía política» tiene como misión «desentrañar
El determinismo natural o ambiental, planteado en la obra ratzeliana con
y demostrar las relaciones entre el hombre en sociedad y las variaciones
generalizada inflexibilidad •
— y vinculado a una lectura del evolucionismo
próxima a la del darwinismo social— , conlleva tanto una injustificada
« Ibid., p. 285.
70 Cfr. Semple, E. C. (1911): Influences o f Géographie Environment: on the Basis
64 Ratzel, F. (1897): Politische Geographie. Durchgesehen und Erganzt von E. Ober- o f Ratzel's System of Anthropogeography, Nueva York, Henry Holt and Company.
hummer, Munich y Berlín, R. Oldenbourg, 3 * ed., 1923, p. 270. 71 Cfr. Huntington, E. (1915): Civilización y clima. Traducción de L. Perriaux,
67 Ratzel, F. (1898-1899): «Le sol, la société et l’Etat», L ’Année Sociologtque, III, Madrid, Revista de Occidente, 1942.
pp. 1-14, p. 12. (Artículo traducido en esta obra: cfr. F. Ratzel: «El territorio, la so­ 72 Cfr. Mackinder, H. J. (1887): «On the Scope and Methods of Geography»,
ciedad y el Estado».) Proceedings o f the Royal Geographical Society, IX , pp. 141-160. (Artículo traducido
68 Terán, M. de (1957): «La causalidad en geografía humana. Determinismo, po­ en este Ebro: cfr. H. J. Mackinder: «El objeto y los métodos de la geografía».)
sibilismo, probabflismo», Estudios Geográficos, X V III, 67-68, pp. 273-308, p. 284.
42 El pensamiento geográfico 1. El pensamiento geográfico decimonónico 43

locales de su medio», y «nadie más puede realizar esta función de forma nistas al tratamiento geográfico de los fenómenos humanos y sociales.
adecuada porque ningún otro análisis puede presentar los hechos en sus Existe, en efecto, otra línea de pensamiento geográfico que asume igual­
relaciones causales y su perspectiva verdadera»73. Ahora bien, «no puede mente esos planteamientos, aunque esa asunción se lleva a cabo en este
existir una geografía política racional si no se construye sobre la base de caso rechazando explícitamente las connotaciones y las extrapolaciones ca­
la geografía física y consiguientemente a ella» 74, por lo que «las cuestiones racterísticas de las diversas modalidades del darwinismo social. Y es pre­
políticas dependerán, en todos los casos, de los resultados del estudio cisamente está perspectiva la que se encuentra coherentemente articulada
físico» 7S, y el análisis del^hombre en sociedad será más breve que el del en el pensamiento geográfico de Reclus y Kropotkin.
medio. En este estudio de las relaciones del hombre y su medio, Mackinder, EUsée Reclus expone sus planteamientos en una obra múltiple, en la
fiel al biologismo ratzeliano, cree que hay que considerar, con fines ana­ que se aúnan una profunda cultura, un amplio conocimiento de las apor­
líticos, a las comunidades de hombres como «tunidades en la lucha por taciones geográficas anteriores y una sugestiva riqueza literaria. Piotr
la existencia, más o menos favorecida por sus diversos medios»76. Con Kropotkin aparece, por su parte, como un consumado científico que, con
estos requisitos se podrá elaborar un cuerpo teórico y cognoscitivo que una formación naturalista y matemática importante, dedicó una particular
«satisfaga tanto los requerimientos prácticos del hombre de estado y del atención a la investigación en el dominio de la geografía física, en el que
comerciante, como los requerimientos teóricos del historiador y del cien­ destacaron sus trabajos geomorfológicos y biogeográficos, a la vez que se
tífico y los requerimientos intelectuales del profesor» 77. Como puede ad­ ocupaba igualmente del tratamiento sistemático de los procesos humanos
vertirse, semejantes planteamientos suponen una versión fidedigna — y, y sociales.
desde luego, más pragmática— de la perspectiva cognoscitiva ratzeliana. Ambos autores afirman sin ambigüedades la decisiva importancia de
Finalmente, algunos de los ingredientes interpretativos ratzelianos se­ la perspectiva evolucionista para conseguir un entendimiento integrador
rían profusamente utilizados, extrapolando al máximo los aspectos más de los hechos naturales y humanos. «La evolución — escribe Reclus—
expresivos de lo que ya Lucien Febvre había considerado el «megaloesta- es el movimiento infinito de cuanto existe, la transformación incesante
tismo del maestro alemán» 78, por la perspectiva de la denominada geopo- del Universo y de todas sus partes, desde los orígenes eternos y durante
litik, inaugurada por el sueco Rudolf Kjellen en 1905 y convertida por el infinito del tiempo»81. Y esa dinámica evolutiva se manifiesta con
el alemán Karl Haushofer, como ha señalado André-Louis Sanguin, en una regularidad que afecta por igual a todos los fenómenos físicos y hu­
una verdadera «máquina política a partir de 192 4 » 79. Máquina política manos: «En los límites reducidos de nuestro pequeño planeta, las mon­
que se apoyaba en la afirmación de que «el objetivo práctico de la geopo­ tañas que surgen y desaparecen, los océanos que se forman para luego
lítica era la restauración del Estado alemán en su fuerza y en su grande­ agotarse, los ríos que fertilizan los valles y se secan como tenue rocío
za» 80. Así eran aplicados y prolongados determinados gérmenes de la matutino, las generaciones de plantas, de animales y de hombres que se
obra ratzeliana: de una obra ambiciosa y ambivalente que no dejaba de suceden, y los millones de vidas imperceptibles, desde el hombre hasta
contener afirmaciones dogmáticas susceptibles de las más variadas utili­ el mosquito, no son sino manifestaciones de la gran evolución, que arrastra
zaciones. todo en su torbellino sin fin» 82. Además, la perspectiva evolucionista per­
mitía racionalizar y argumentar en términos cientáistas la decidida creencia
en el progreso que ambos autores comparten: «Los progresos se consolidan
Racionalismo positivista y dimensión ética en las formulaciones entre sí — afirma, por ejemplo, Reclus— , y por eso nosotros los queremos
de Reclus y Kropotkin a todos, según la medida de nuestra fuerza y de nuestros conocimientos:
progresos sociales y políticos, morales y materiales, de ciencias, artes o in­
La perspectiva ratzeliana no fue, como ya hemos advertido, la única dustria» a .
que incorporó los planteamientos conceptuales y metodológicos evolucio­ Con una lógica cientifista más inflexible, la adscripción evolucionista
de Kropotkin es igualmente manifiesta: el autor expone su identificación
73 Ibid., pp. 144-145. con una perspectiva evolucionista qúe pretende «elaborar una filosofía
74 Ibid., p. 144. El subrayado es del autor.
75 Ibid., p. 156. sintética que abarque en una generalización todos los fenómenos de la
16 Ibid., p. 143, nota 3. naturaleza y, en consecuencia, también la vida de las sociedades» M. Siguien-
77 Ibid., p. 159.
78 Febvre, L. (1922): La Terre et l’évólution humaine. Introduction géographique 81 Reclus, E. (1897): Evolución, revolución y anarquismo. Traducción de A. López
a l'histoire. Avec le concours de L. Bataillon, París, Albín Michel, 1970, p. 38. Rodrigo, Buenos Aires, Proyección, 1969, p. 7.
79 Sanguin, A.-L. (1975): «L’évolution et le renouveau de la géographie politique», 82 Ibid., p. 7.
Anuales de Géographie, LXXXIV , 463, pp. 275-296, p. 277. 83 Ibid., p. 11.
80 Ibid., p. 278. 84 Kropotkin, P. (1913): «Ciencia moderna y anarquismo», en Kropotkin, P. (1971):

c c
44 El pensamiento geográfico 1. E l pensamiento geográfico decimonónico 45

do esa perspectiva puede elaborarse una concepción completa del mundo potkin, por su parte, enfrentado con el mismo problema, opta por atri­
que se refiera indistintamente a los hechos físicos y naturales y a los buir a la ley de «ayuda mutua» — que matiza y prolonga el pensamiento
hechos humanos y sociales: y ello sólo podrá lograrse en la medida en del propio Darwin88— , fundamentalmente dependiente de la voluntad de
que se emplee también en el dominio de lo humano y de lo social la cooperación, mayor importancia respecto a la evolución que a la ley de
metodología científica que tan positivos resultados ha obtenido en el campo lucha recíproca, anteponiendo así los principios de sociabilidad y de soli­
del conocimiento físico y natural. Intransigente positivista, Kropotkin daridad, con lo que se posibilita la compatibilización de los ingredientes
rechaza explícitamente -£l «método dialéctico» como «algo desechado y sustentadores del pensamiento kropotkiniano.
felizmente olvidado ya por la ciencia»85. Su propuesta metodológica es Ambas respuestas — no exentas, desde luego, de ambivalencias— apa­
clara y tajante: «Los descubrimientos del siglo diecinueve en los campos recen, además, profundamente impregnadas de una dimensión ética que
de la mecánica, la física, la química, la biolpgía, la psicología física, la ilumina en gran medida la significación de los respectivos proyectos de
antropología, la psicología de las naciones, etcétera, no se hicieron me­ conocimiento geográfico. Reclus plantea un entendimiento de las relaciones
diante el "método dialéctico”, sino mediante el método científico-natural, entre naturaleza y naturaleza humana basado en la idea de progresiva
el método de la inducción y la deducción. Y puesto que el hombre es armonización liberadora: propone así un modelo que, a pesar de las con­
parte de la naturaleza, y puesto que la vida de su "espíritu”, tanto personal tradicciones locales que su obra manifiesta, tiene el indudable mérito de
como social, no es más que un fenómeno de la naturaleza, ( ...) no hay procurar solventar el antagonismo entre determinación y libertad, afir­
motivo alguno para que cambiemos bruscamente nuestro método de inves­ mando la feliz coincidencia entre el orden natural y un orden humano que
tigación por pasar de la flor al hombre, o de la colonia de castores a una sólo es tal en la medida en que se encuentre armónicamente integrado en
población humana» 86. el primero. Si el hombre forma parte inseparable del orden natural y si
La articulación de los criterios evolucionistas en el pensamiento de el ejercicio de la libertad es la condición inexcusable de todo acto verda­
Reclus y de Kropotkin se plantea con unas características originales que deramente humano, ambas condiciones pueden realizarse simultáneamente
proporcionan a sus elaboraciones geográficas un indudable interés. Ambos porque es precisamente en la equilibrada pertenencia al orden natural — en
se encuentran empeñados en la difícil empresa de compatibilizar la entu­ las relaciones armónicas entre naturaleza y naturaleza humana— donde
siasta creencia en el cientifismo universalista y, por ende, en la existencia el hombre encuentra la razón misma de su libertad y las seguras posibili­
de leyes naturales de alcance global que inciden también sobre las actua­ dades de su ejercicio. El conocimiento científico de la naturaleza es, por
ciones humanas y sociales — la geografía tiene como objetivo «descubrir tanto, fundamental para conseguir hombres verdaderamente libres. Y el
las leyes que rigen el desarrollo de la tierra» 87— , y, por otra parte, el conocimiento geográfico aparece así como la clave de un proceso racional
convencimiento, congruente con su adscripción anarquista, de que la li­ — y progresivo— de armonización entre naturaleza y naturaleza humana
bertad humana aparece como un factor primordial de los procesos humanos que es, ante todo, un proyecto ético en el que la libertad se acrecienta.
y sociales. Y es en ese empeño compartido en el que se encuentra la clave La noción kropotkiniana de ayuda mutua remite igualmente a un hori­
para entender las sensibles diferencias existentes entre la lectura evolucio­ zonte en el que la dimensión ética resulta fundamental y definitoria: «la
nista ratzeliana y la que proponen Reclus y Kropotkin. gran importancia del principio de ayuda mutua — escribe Kropotkin—
El primero de estos autores, atendiendo siempre a las interrelaciones aparece principalmente en el campo de la ética, o estudio de la moral.
que se presentan, favoreciendo o dificultando la adaptación positiva y Que la ayuda mutua es la base de todas nuestras concepciones éticas, es
progresiva, entre los factores naturales y los de índole social, económica cosa bastante evidente» 89. Y el mismo autor añade: «En la práctica de la
y política, articula su respuesta afirmando que la libertad humana sólo ayuda mutua, cuyas huellas podemos seguir hasta los más antiguos rudi­
puede encontrarse garantizada y potenciada cuando el hombre sabe inte­ mentos de la evolución, hallamos ( ...) el origen positivo e indudable de
grarse armónicamente en un orden natural que no tiende sino a apoyar, nuestras concepciones morales, éticas, y podemos afirmar que el principal
cuando no se le violenta, sus legítimas aspiraciones de libertad. Y Kro- papel en la evolución ética de la humanidad fue desempeñado por la
ayuda mutua y no por la lucha mutua. En la amplia difusión de los prin­
cipios de ayuda mutua, aún en la época presente, vemos también la mejor
Fottetos revolucionarios. Edición, introducción y notas de R. N. Baldwin. Traducción
de J. M. Alvarez- Flores y A. Pérez, Barcelona, Tusquets, 2 vols., 1977, vol. I, pp. 163- garantía de una evolución aún más elevada del género humano» 90.
219, p. 169.
85 Ibid., p. 171.
84 Ibid., p. 171. 88 Cfr. Kropotkin, P. (1902): El apoyo mutuo. Un factor de la evolución. Intro­
87 Kropotkin, P. (1885): «What Geography Ought to Be», Antipode, X, 3 -X I, 1, ducción de C. Díaz. Prólogo de A. Montagu, Madrid, Zero-Zyx, 2.* ed., 1978, pp. 39-41.
1979, pp. 6-15, p. 10. (Artículo traducido en este libro: cfr. P. Kropotkin: «Lo que ss Ibid., p. 286.
la geografía debe ser».) so Ibid., p. 287.

V
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( (
46 El pensamiento geográfico 1. El pensamiento geográfico decimonónico 47

Así se articula, en la obra de Reclus y de Kropotkin, una importante radigma explicativo universal de signo evolucionista en el que la crítica
perspectiva del conocimiento geográfico en la que los planteamientos con­ de lo existente se aúna con la sugerencia utópica.
ceptuales y metodológicos evolucionistas sustentan coherentemente un cien-
tifismo integrador que abarca simultáneamente, sin eludir la compleja pre­ * * *
sencia activa de los factores humanos y sociales, el entendimiento positivo
de las interrelaciones geográficas y de los mecanismos causales. Y esa Las consideraciones anteriores pueden ayudar a entender y a valorar
perspectiva, frecuentemente ignorada o marginada en los estudios sobre la las líneas generales del proyecto decimonónico de sistematización del co­
configuración del pensamiento geográfico, merece ser conocida y valorada nocimiento geográfico. Proyecto variado y complejo que se concreta en
debidamente, ya que aporta tanto un entendimiento general del conoci­ diferentes opciones que, sin embargo, comparten la pretensión de convertir
miento geográfico ambicioso y fecundo como,, en relación con ello, un a la geografía, de una u otra forma, en una ciencia positiva. Según algunos
tratamiento crítico y bastante original de numerosos temas concretos. Baste autores, la cientificidad sólo quedaría asegurada en la medida en que se
citar aquí, a título de ejemplo, el interesante tratamiento que Reclus y atendiese especializadamente a alguno de los dominios integrantes del saber
Kropotkin dedican a temas como la enseñanza de la geografía — preocu­ geográfico. Pero otros autores estiman que debe y puede plantearse un
pación importante en ambos y que condice con su ya expuesto entendi­ conocimiento geográfico totalizador en el que queden científicamente sub-
miento de la dimensión ética conllevada por las relaciones del hombre y sumidos todos los fenómenos y procesos — naturales y humanos— que
su entorno— , las consecuencias de los procesos de industrialización y de interactúan en el espacio. Esta pretensión, sin duda difícil y compleja,
urbanización o las relaciones entre población y recursos naturales. encontró en el discurso evolucionista el instrumento adecuado para articu­
Conviene advertir, además, que el horizonte teórico definido por ambos lar una respuesta que resolviese las dificultades conceptuales y metodo­
autores — horizonte impregnado de las rigurosas exigencias del cientifismo lógicas inicialmente planteadas por el proyecto. El modelo evolucionista
positivista— aporta algunas ideas referentes a las regularidades espaciales abría así una perspectiva inédita y decisiva para construir un conocimiento
que anticipan, en el campo de la geografía, ciertos enfoques analíticos geográfico integrador, en el que por fin los hechos humanos y sociales
posteriores. Así sucede, por ejemplo, con las consideraciones planteadas quedasen explicados en términos positivos similares a los empleados en
el campo del conocimiento físico y natural. La decidida voluntad de con­
por Reclus sobre las pautas teóricas de localización de los núcleos urbanos,
seguir una sistematización científica del conocimiento geográfico se traduce
que conllevan un entendimiento del orden espacial significativamente pró­ en la sucesiva articulación y en el desenvolvimiento de un pensamiento
ximo al que más tarde propondrán autores como Walter Christaller. geográfico decimonónico que sorprende, como ya se ha indicado, por la
Reclus advierte, en efecto, que si se diesen condiciones espaciales unifor­ desmesurada ambición de sus pretensiones y por la fecunda envergadura
mes, la localización de los núcleos seguiría una disposición geométrica­ de sus resultados teóricos, conceptuales y metodológicos.
mente regularizada: «Suponiendo una región llana, sin obstáculos naturales,
sin río, sin puerto, situada de una manera particularmente favorable, y no
dividida en Estados políticos distintos, la mayor ciudad se habría levantado
directamente en el centro del país: las ciudades secundarias se habrían
repartido en intervalos iguales en el contorno, espaciadas rítmicamente,
y cada una de ellas habría tenido su sistema planetario de ciudades infe­
riores, con su cortejo de pueblos» 91.
Y, por último, el análisis de los hechos y de las situaciones existentes
se completa en todo momento con numerosas sugerencias dirigidas a mo­
dificar lo que se considera perjudicial y a conseguir un orden espacial
en el que naturaleza y naturaleza humana puedan convivir armónicamente.
Se trata, en suma, de un proyecto en el que el conocimiento geográfico,
cumpliendo los requisitos de la cientificidad positiva, proporciona un pa­

91 Reclus, E. (1905-1908): L'Homme et la Terre, París, Librairie UniverseUe, 6 to­


mos, t. V, pp. 341-342. (Obra parcialmente traducida en este libro: cfr. E. Reclus:
«El hombre y la tierra».)

I
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1
Capítulo 2 2. El pensamiento geográfico clásico 49

EL PENSAMIENTO GEOGRAFICO timos años del siglo. Esa crisis finisecular, que no deja de afectar a los
CLASICO fundamentos y a las pretensiones generales de la concepción positiva del
conocimiento, atenta expresamente contra el modelo evolucionista de racio­
nalidad científica. La perspectiva evolucionista, que había conseguido for­
mular, en términos conceptual y metodológicamente operativos, un proyecto
coherente y fecundo de cientifismo positivo y universalista, parecía mostrar
ahora, en las postrimerías del siglo xix, insuficiencias y fisuras explicativas
de innegable importancia. Y el entendimiento de las características y de las
consecuencias de esa crisis — que es, en último extremo, una crisis de la
concepción científica positivista, que se adentra, hasta su culminación,
en los primeros años del siglo xx— resulta fundamental para explicar
la dinámica del pensamiento geográfico que comienza a articularse, en­
marcado en unas coordenadas epistemológicas sensiblemente diferencia­
das de las decimonónicas, a partir de los años situados en torno al cambio
de siglo.
La profunda y decisiva crisis de la mentalidad positiva y de la raciona­
lidad científica evolucionista, indudablemente relacionada con la nítida y
La transición del siglo xix al siglo xx enmarca una sensible modifica­ generalizada quiebra del orden industrial decimonónico que se detecta,
ción del proyecto cognoscitivo geográfico. La geografía decimonónica, sobre todo, a partir de los años setenta1 y, en conexión con ello, con la
inscrita en el horizonte de la cientificidad positivista y de la racionalidad quiebra de lo que Diego Núñez Ruiz ha denominado «una- etapa histórica­
evolucionista, será gradualmente sustituida por los diversos planteamientos mente afirmativa del pensamiento burgués»2, se concreta fundamental­
de la geografía clásica. Estos planteamientos — que actúan hegemónica-
mente en el creciente rechazo de los planteamientos universalistas afirmados
mente durante la primera mitad de nuestro siglo— han sido frecuente­
teóricamente por la sistematización positiva evolucionista. Porque, al acep­
mente interpretados como una reformulación afirmativa que, clarificando
el panorama ofrecido por el pensamiento geográfico anterior y readecuando tar, de acuerdo con los planteamientos definitorios de la cientificidad
convenientemente sus coordenadas cognoscitivas, inaugura definitivamente decimonónica, la existencia de una ley evolutiva universal que afectaba
la línea de una cientificidad geográfica específicamente diferenciada y rigu­ por igual a todos los seres vivos, el evolucionismo aportaba un modelo
rosamente delimitada. Sin embargo, el entendimiento de la geografía teórico general y uniforme — la perspectiva del evolucionismo unilineal—
clásica no resulta tan sencillo. Porque el pensamiento geográfico clásico para explicar todos los desenvolvimientos históricos. «El salvajismo — es­
es en gran medida, como veremos seguidamente, el resultado — no siempre cribía ejemplarmente el antropólogo Morgan— ha precedido a la barbarie
satisfactorio— de una crisis, la respuesta — no siempre consistente— a la en todas las tribus de la humanidad; y la barbarie, como ya sabemos,
ruptura del proyecto cognoscitivo de la cientificidad geográfica decimonó­ ha precedido a la civilización. La historia de la raza humana es una en
nica. Y por ello la geografía clásica, que se desenvuelve en las coordenadas sus fuentes, una en su experiencia, una en su progreso»3. Este plantea­
cognoscitivas generales de su tiempo, se configura, ante todo, como un miento, que supone afirmar la existencia de una normalidad histórica
conjunto de opciones que, de uno u otro modo, intentan defender la — una ley evolutiva universal— uniformemente actuante en todas las
propia identidad de un conocimiento geográfico que se encuentra ahora sociedades, encontró serias y crecientes dificultades al ser contrastado con
amenazado por la dinámica desencadenada por la crisis de la razón positi­ los cada vez más detallados resultados de las investigaciones empíricas
vista y evolucionista que había posibilitado anteriormente su coherente
articulación.
1 Cfr. Bernal, J. D. (1954): Historia social de la ciencia. Traducción de J. R. Ca-
pella, Barcelona, Península, 2 tomos, 5.* ed., 1979, t. II, p. 301.
Crisis de la razón positivista y desarticulación 2 Núñez Ruiz, D. (1975): La mentalidad positiva en España: desarrollo y crisis,
del proyecto cognoscitivo geográfico Madrid, Tucar, p. 14.
3 Morgan, L. H. (1877): Ancient Society, dt. en Lederc, G. (1972): Antropología
El horizonte científico definido por el pensamiento decimonónico co­ y colonialismo. Traducdón de J. Martínez de Velasco, Madrid, Comunicadón, 1973,
mienza a manifestar algunos síntomas importantes de crisis durante los úl­ p. 33.
48 /

(
50 El pensamiento geográfico 2. El pensamiento geográfico clásico 51

que menudearon precisamente durante los años próximos al cambio de multiplicación de las observaciones», por «el crecimiento de la documen­
siglo 4. tación científica sobre las poblaciones primitivas»9. Y la crisis del cienti-
Las dificultades surgidas del desacuerdo entre los planteamientos teó­ fismo universalista decimonónico, que aparece como un factor fundamental
ricos evolucionistas y los resultados empíricos no pasaron desapercibidas, para explicar las diversas trayectorias posteriores de la geografía clásica
desde luego, en el campo del pensamiento geográfico de finales de siglo. de la primera mitad del siglo xx, se encuentra asimismo constatada, por
A título de ejemplo, pueden señalarse en este sentido tanto las matizacio- poner otro ejemplo expresivo, en las afirmaciones planteadas por Cari
nes críticas planteadas por Reclus respecto a la caracterización del proceso Sauer sobre el desplazamiento de los geógrafos «de su primitivo y des­
evolutivo, negando su supuesta continuidad directa e insistiendo en la preocupado estado enciclopédico» y su consiguiente intento de «repliegue»
compleja ambivalencia de sus tendenciass, como, por otra parte, las hacia dominios cognoscitivos más limitados 10.
oportunas reticencias manifestadas por Ratzel respecto a la validez meto­ La crisis del horizonte científico positivista se tradujo de forma deci­
dológica de algunos extremos de las interpretaciones sustentadas por los siva en el campo del conocimiento geográfico. Porque si el cientifismo
teóricos evolucionistas6. Y, además, en estas mismas coordenadas hay positivista decimonónico había permitido la articulación de sistematizacio­
que situar la adscripción difusionista patente en el pensamiento ratzelia­ nes universalistas e integradoras del conocimiento geográfico que, a pesar
no 7: porque, como ha advertido Nicholas S. Timasheff, la hipótesis de de sus ya comentadas diferencias, compartían ampliamente, y con segura
la difusión de las culturas, presente en la obra de Ratzel, constituye un confianza, los presupuestos — epistemológicos, conceptuales y metodoló­
intento de resolver, con nuevas interpretaciones, algunas de las más gicos— y las intenciones de la cientificidad comúnmente asumida, la
evidentes fisuras de la explicación propuesta por la teoría evolucionista". ruptura del horizonte científico positivista se iba a traducir, en el dominio
En todo caso, conviene señalar que, a pesar de su decidida vinculación del pensamiento geográfico, en una notoria fragmentación y diversificación
a los planteamientos conceptuales y metodológicos evolucionistas, el pen­ de perspectivas y, por añadidura, en una sensible y generalizada pérdida
samiento geográfico de los últimos decenios del siglo xix no permanece de certidumbre en el terreno de la caracterización y de la viabilidad misma
insensible a los primeros síntomas críticos de la racionalidad evolucionista. del conocimiento geográfico como conocimiento científico suficientemente
Las dificultades surgidas en la perspectiva evolucionista se detectan cla­ identificable. Para delimitar el significado y el alcance de la transforma­
ramente en unas elaboraciones geográficas finiseculares que, sin embargo, ción producida conviene resaltar algunos hechos definitorios.
al asumir plenamente el horizonte epistemológico del positivismo decimo­ En primer lugar, el declive de la razón positivista conlleva el rechazo
nónico, se consideran capaces de matizar o corregir debidamente algunas generalizado de la validez científica de las pretensiones universalistas del
consecuencias oscuras o inconvenientes del edificio teórico evolucionista, conocimiento que esa razón había justificado e impulsado prioritariamente;
que se sigue considerando tan adecuado como imprescindible para cons­ rechazo que se encuentra asimismo favorecido por la simultánea renuncia
truir un conocimiento geográfico positivamente científico. de las ciencias físico-naturales, elevadas a la categoría de paradigma de todo
Pero la quiebra de la razón científica positivista y del discurso evolu­ conocimiento válido por la razón positiva, a sus anteriores ambiciones
cionista en ella enmarcado se intensificó gradualmente hasta a la m a r su universalistas: así sucede, por ejemplo, con el retorno, manifiesto ya en
apogeo en los primeros años del siglo xx. En los años veinte,- Lucien la obra de Heinrich Hertz, de la física a sus estrictas coordenadas cognos­
Febvre se refiere a esa dinámica, que considera consumada, al advertir sin citivas — las coordenadas de una ciencia natural referida a dominios
ambigüedades que «el prejuicio de lo que se puede llamar la "evolución limitados de la naturaleza— , y su consecuente rechazo de la improcedente
lineal” de la humanidad se ha reconocido como lo que es: un prejuicio, pretensión de «desarrollar una concepción integral sobre el conjunto de la
incluso doblemente un prejuicio», aludiendo inmediatamente después a la Naturaleza y sobre la esencia de las cosas» u. Además, en relación con
desvalorización del modelo interpretativo evolucionista producida por «la lo anteriormente expuesto, el creciente y rápido proceso de diversificación
y de especialización de los distintos campos del conocimiento manifestaba
Cfr. Timasheff, N. S. (1955): La teoría sociológica. Su naturaleza y desarrollo. dos consecuencias importantes para el saber geográfico.
Traducción de F. M. Torner, México, Fondo de Cultura Económica, 4 * ed., 1968.
pp. 169-176.
5 Cfr. Reclus, E. (1897): Evolución, revolución y anarquismo. Traducción de 9 Febvre, L. (1922): La Terre et Vévolution ■humaine. Introduction géographique
A. López Rodrigo, Buenos Aires, Proyección, 1969, especialmente pp. 11-15. a Vhistoire. Avec le concours de L. Bataillon, París, Albin Michel, 1970, p. 263.
6 Cfr. Ratzel, F. (1887-1888): Las razas humanas, Barcelona, Montaner y Simón, 10 Sauer, C. (1931): «Cultural Geography», en Wagner, P. L., Mikesell, M. V.,
2 tomos, 1888, especialmente t. I, pp. 4-5. Eds. (1962): Readings in Cultural Geography, Chicago y Londres, The University of
7 Cfr., en particular, Ratzel, F. (1882-1891): Anthropogeopraphie. I: Grundzüge Chicago Press, 5 “ ed., 1971, pp. 30-34, p. 30. (Artículo traducido en este libro:
der Anwendung der Erdkunde auf die Geschichte, I I : Die Geographische Verbreitung cfr. C. Sauer: «La geografía cultural».)
des Menschen, Stuttgart, J. Engelhom, 2 vols., especialmente vol. I. 11 Heisenberg, W. (1955): La imagen de la naturaleza en la física actual. Traduc­
8 Cfr. Timasheff, N. S.: Op. cit., pp. 174-176. ción de G. Ferraté, Barcelona, etc., Ariel, 2.‘ ed., 1976, p. 127.

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( (
52 El pensamiento geográfico
2. El pensamiento geográfico clásico 53
Por una parte, la integración del conocimiento físico y natural y del
conocimiento humano y social, que la racionalidad positivista había per­ en el que la geografía pueda mantenerse a salvo de las múltiples amenazas
mitido articular con cierta coherencia, se encontraba ahora, al ser discutida que parecen derivarse de los nuevos aires intelectuales y científicos. Las
esa racionalidad, decisivamente amenazada. En efecto, la quiebra de una polémicas abundan, las indefiniciones y las ambigüedades proliferan: basta
cientificidad que afirmaba sin ambigüedades la existencia de regularidades leer atentamente a los autores de la época para darse cuenta del alcance
legales universales, indistintamente actuantes en el mundo físico y natural conflictivo de. la situación. Así, por ejemplo, Harían H. Barrows, tras
y en el mundo humano y social, con la consiguiente posibilidad de someter afirmar que «siempre tiene que haber un nivel de indefinición en un
a ambos a idénticos criterios conceptuales y metodológicos, daba paso a campo cuyas especializaciones fronterizas se están desarrollando continua­
unos nuevos planteamientos específicos que, al evidenciar con creciente mente hasta el momento en que rompen los lazos para convertirse en
claridad la existencia de lógicas diferenciadas y difícilmente identificables nuevas ciencias», advierte que lo «peculiar» de la geografía de los prime­
en uno y otro mundo, no hacían sino dificultar notablemente el mante­ ros decenios del siglo xx «son las diferencias radicales de opinión que
nimiento de un proyecto de conocimiento geográfico que precisamente se existen entre los geógrafos respecto de sus funciones distintivas, respecto
caracterizaba por su generalizada pretensión de abarcar unitariamente de su núcleo» a .
ambos órdenes cognoscitivos. Muchas de las dificultades y de las contra­ Y, por su parte, Cari Sauer, situado en una perspectiva sensiblemente
dicciones de la geografía clásica de la primera mitad del siglo xx — y, entre diferenciada de la de Barrows, constata igualmente la existencia de «con­
ellas, su frecuentemente equívoca respuesta al tema de la determinación troversias» en las que «no se ha alcanzado la indispensable unidad» y de
causal— se encuentran estrechamente relacionadas con esa pérdida de la «campos irreconciliables» dentro de los planteamientos geográficos de esos
racionalidad que había asegurado coherentemente la unidad del conoci­ mismos decenios13, controversias que en cierto modo culminan en el am­
miento geográfico. plio alegato pretendidamente conciliador de Richard Hartshorne14. En
Y a todo esto hay que añadir, por otra parte, que el citado proceso Alemania, por otra parte, la larga polémica mantenida entre Otto Schlüter
de diversificación y de especializadón de los distintos campos del conoci­ y Alfred Hettner resulta asimismo expresiva de los dispares enfoques exis­
miento no se detuvo, claro está, dentro de cada uno de los dos grandes tentes sobre la caracterización cognoscitiva de la geografía. Los ejemplos
horizontes cognoscitivos que acabamos de señalar. Por el contrario, tanto podrían multiplicarse: la literatura geográfica clásica se encuentra plagada
en la órbita de los conocimientos físicos y naturales como en la de los de multiformes argumentaciones sobre las características y las posibles
conocimientos humanos y sociales se fueron desarrollando planteamientos soluciones de la insatisfactoria situación de indefinición epistemológica
específicamente diferenciados que tendían claramente a ir absorbiendo es­ planteada. Situación de indefinición que, por lo demás, no hace sino expre­
pacios cognoscitivos que anteriormente aparecían integrados en el amplio sar la decisiva pérdida de identidad de un campo del conocimiento que
dominio del saber geográfico. En las coordenadas de la geografía física ha visto derrumbarse las anteriores bases sustentadoras de su proyecto
y en las coordenadas de la geografía humana se producían así, respectiva­ cognoscitivo y que, en relación con ello, se siente crecientemente acosado
mente, dinámicas de especialización que, además de mostrar también la por el rápido y heterogéneo desarrollo especializado de otros espacios
especificidad característica de los distintos horizontes cognoscitivos ini­ cognoscitivos. La resistencia frente a la creciente amenaza invasora de
cialmente subsumidos en esas coordenadas, contribuían a incrementar las otros campos del conocimiento es una idea ampliamente generalizada en el
dificultades de la geografía para salvaguardar su identidad junto a los panorama del pensamiento geográfico clásico. Las soluciones propuestas
otros campos del conocimiento. para conseguir una reformulación del conocimiento geográfico que asegure
Estos problemas fundamentales, relacionados en todo momento con la esa resistencia — que salvaguarde lo que Barrows denomina «un campo
crisis general de la razón positivista decimonónica, deben ser muy tenidos específico para la geografía» 15— son, como veremos, diferentes de unos
en cuenta para explicar la disgregación del proyecto geográfico universa­ casos a otros. Pero todas ellas comparten la pretensión expresada ejem-
lista y, consiguientemente, la caracterización de las reformulaciones que, a
partir de los años situados en torno al cambio de siglo, suceden a esa
12 Barrows, H. H. (1923): «Geopraphy as Human Ecology», Annals of the Associa­
disgregación. En contra de lo que había predominado en la anterior etapa tion of American Geopraphers, X III, 1, pp. 1-14, pp. 2-3. El subrayado es del autor.
positivista, esas reformulaciones, articuladoras de lo que habitualmente se (Artículo traducido en este libro: cfr. H. H. Barrows: «La geografía como ecología
denomina geografía clásica, aparecen ahora con un alto grado de diversidad humana».)
y de heterogeneidad conceptual y metodológica. De la seguridad se pasa 13 Sauer, C.: Op. cit., p. 30.
14 Cfr. Hartshorne, R. (1939): «The Nature of Geography. A Critical Survey of
a la inseguridad; del amplio acuerdo sobre lo que es y debe ser el conoci­ Current Thought in the Light of the Past», Annals o f the Association of American
miento geográfico se pasa a la incertidumbre y al desacuerdo. Cada autor Geographers, X X IX , 3, pp. 173-658. (Artículo parcialmente traducido en este libro:
o cada escuela intenta encontrar, a su manera, un horizonte cognoscitivo cfr. R. Hartshorne: «La naturaleza de la geografía: conclusión».)
15 Barrows, H. H.: Op. cit., p. 3. .

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( í
54 El pensamiento geográfico 2. El pensamiento geográfico clásico 55

plarmente por Richard Hartshorne de evitar a toda costa que la geografía tanto a las exigencias intrínsecas de un conocimiento que se pretendiese
termine siendo «absorbida por las otras ciencias» 16. científico como, por otra parte, a la necesidad reiteradamente manifestada
Lo anteriormente expuesto puede ayudar a enmarcar las coordenadas de delimitar las coordenadas en las que ese conocimiento pudiese desenvol­
generales en las que se desenvuelve el conocimiento geográfico clásico. verse específica y diferencialmente, procurando así evitar los peligros inva­
El pensamiento geográfico experimenta, como hemos indicado, una notable sores procedentes de otros campos especializados del conocimiento. El
modificación en el período de transición del siglo xix al siglo xx: a una problema subyace, de forma más o menos explícita, en las elaboraciones
etapa en la que el pensamiento geográfico, avalado por la razón positivista, del pensamiento geográfico clásico, pero las soluciones propuestas se mues­
se muestra decididamente afirmativo y pletórico de certidumbres sobre tran bastante diversas, tanto por los términos en los que esas soluciones se
el sentido de su proyecto cognoscitivo, sucede otra en la que, por las articulan como por las opciones concretas que en cada caso sostienen.
razones anteriormente expuestas, ese pensamiento propende a dudar de su Aparece, ante todo, una sensible diferencia, que remite a los términos
propia identidad y se desenvuelve preferentemente en términos defensivos. articuladores de las respuestas, entre la rigurosa y generalizada preocupa­
Se trata, sin duda, de una transformación decisiva que subyace en todo el ción teórica que caracteriza las formulaciones del pensamiento clásico ale­
discurso del pensamiento geográfico clásico. Y una simple lectura compa­ mán — preocupación en gran medida compartida por las perspectivas
rativa de los textos geográficos de una y otra etapa permite hacerse una norteamericanas— y la simultánea y también generalizada despreocupación
cumplida idea del alcance y de la significación, en todos los sentidos, de mostrada en ese mismo sentido por los autores vinculados a la escuela
esa transformación. geográfica francesa. Si para Alfred Hettner, por ejemplo, la discusión
sobre la caracterización del conocimiento geográfico sólo puede plantearse
coherentemente partiendo de una clarificación teórica de las dimensiones
Pervivencias positivistas y perspectiva general estrictamente científicas de ese conocimiento 11, la escuela geográfica fran­
o sistemática de la geografía clásica cesa, salvo algunas excepciones — entre las que se encuentra, por ejemplo,
la perspectiva brunhesiana— , propende claramente, por el contrario, a pos­
El panorama del pensamiento geográfico clásico es algo más complejo tergar o incluso a excluir, en aras de un empirismo primario, la considera­
de lo que en ocasiones se ha supuesto. Esa complejidad es consecuencia, ción teórica del proyecto cognoscitivo geográfico. No resulta extraño, por
entre otras cosas, del proceso de diversificación de perspectivas al que tanto, que en el dominio de la investigación regional — la investigación
ya nos hemos referido. Hay que tener en cuenta, además, que ese proceso que «ha constituido la principal característica y el éxito más significativo
muestra una doble dimensión: si, por una parte, se produce una diferencia­ de la escuela geográfica francesa» 18— se encuentre una fundamental y
ción de tendencias en el horizonte general del conocimiento geográfico definitoria despreocupación, cuando no un explícito rechazo, hacia la de­
— tendencias de signo predominantemente regional o corológico, por un finición teórica de sus planteamientos: la intensa hipertrofia de los tér­
lado, tendencias de carácter fundamentalmente sistemático o general, por minos observacionales del discurso geográfico lleva consigo un paralelo
otro— , no hay que olvidar, por otra parte, que a esa diferenciación se abandono — al que aluden Lucien Febvre19, encomiásticamente, y, con
suma, interpenetrándose con ella, la procedente de la diversificación de menos optimismo, Etienne Juillard 20 y André Meynier 21— de los términos
«escuelas» geográficas nacionales — con sus rasgos distintivos— que se teóricos en la hegemónica perspectiva regional de la escuela francesa.
perfila nítidamente tras el declive de la decisiva hegemonía ejercida por La definición del espacio epistemológico y la delimitación del horizonte
el pensamiento alemán durante el período decimonónico. conceptual y metodológico del conocimiento geográfico distan, por otra
Ya hemos señalado que la crisis de la cientificidad positivista decimonó­ parte, de aparecer uniformemente caracterizadas en el panorama del pen-
nica llevó consigo un sensible proceso de fragmentación y de diversifica­
ción del proyecto cognoscitivo geográfico. Y que la creciente delimitación 17 Cfr., por ejemplo, Hettner, A. (1905): «Das Wesen und die'Methoden der
de los diferentes campos especializados del conocimiento contribuyó nota­ Geographie», Geographische Zeitschrift, X I, 10, pp. 545-564, 11, pp. 615-629, 12,
blemente a dificultar el mantenimiento, en términos específicos y dife­ pp. 671-686. (Artículo parcialmente traducido en este libro: cfr. A. Hettner: «La na­
renciales, de un espacio epistemológico propiamente geográfico. Se plantea turaleza de la geografía y sus métodos»); Hettner, A. (1927): Die Geographie. Ihre
Geschichte, ihr Wesen und ihre Methoden, Breslau, Ferdinand Hirt.
así el problema de definir con alguna precisión la caracterización científica 18 Meynier, A. (1969): Histoire de la pensée géographique en France (1872-1969),
de la geografía: una caracterización que, en principio, debía responder París, Presses Universitaires de France, p. 97.
19 Cfr. Febvre, L.: Op. cit., especialmente pp. 387-398.
20 Cfr. Juillard, E. (1962): «La región: essai de définition», Annales de Géographie,
16 Hartshorne, R.: Op. cit. (las citas proceden de la reedición corregida de 1961: LXXI, 387, pp. 483-499, p. 483. (Artículo traducido en este libro: cfr. E. Juillard:
cfr. Hartshorne, R.: The Nature o f Geography..., Lancaster, Pennsylvania, Association «La región: ensayo de definición».)
of American Geographers, 1961), p. 468. 21 Cfr. Meynier, A.: Op. cit., pp. 97-116.

(
56 El pensamiento geográfico
2. El pensamiento geográfico clásico 57
samiento dásico. Sin olvidar las discrepandas internas actuantes en cada
lar, de las dendas biológicas— , considera que la investigación geográfica
caso, las tendendas del pensamiento geográfico dásico, que han sido
no debe olvidar que «todos los fenómenos vivos dependen de un medio,
objeto de algunos intentos de dasificadón 71, pueden considerarse, en prin-
pero de un medio que evoludona y evoludonará siempre»24, y que las
dpio, agrupadas en tomo a dos grandes perspectivas: la de los plantea­
caracterizaciones de las sodedades estudiadas pueden explicarse como si-
mientos que aparecen con una intendón predominantemente general o
tuadones de adaptación que se corresponden, en cada caso, con etapas
sistemática y, por otra parte, la de los enfoques preferentemente dirigidos
hacia la investigadón regional o corológica. Aunque ambas perspectivas de «un incesante proceso de evoludón»25.
Son, en suma, los «caracteres del ambiente» los que definen, como
no se encuentren tajantemente separadas en todos los casos, sí; configuran
advierte Max Sorre, «las condiciones fundamentales de la constitución del
inicialmente espacios epistemológicos sufidentemente diferendables y, en
ecúmene» 26, y por ello la perspectiva ecológica sigue considerándose fun­
ocasiones, hasta daramente opuestos. Los primeros, sin negar las posibi­
damental, aunque con distinto grado de restrictividad en los diferentes
lidades de la geografía regional o corológica,’ se mueven en unas coorde­
autores, para conseguir articular un conocimiento geográfico positivamente
nadas cognoscitivas que prolongan, aunque con matices, las directrices
científico. Si Barro-ws afirma tajantemente que «la geografía es la ciencia
establecidas por la racionalidad positiva decimonónica y por el proyecto de
de la ecología humana» 27, Sorre, algo más contemporizador con otras
conocimiento geográfico articulado, sobre todo, durante la segunda mitad
perspectivas del conocimiento geográfico — declara no querer «restringir
del período decimonónico. Si, en el dominio de la geografía física, esos
el amplio campo de la geografía humana a la ecología entendida en el
planteamientos se encuentran representados, por ejemplo, como veremos,
por los seguidores de la perspectiva davisiana, en el campo de la geografía sentido más estrecho y más material del término»28— , señala también,
sin embargo, que en todo caso el planteamiento ecológico «constituye el
humana se traducen en la afirmadón de que lo específica y diferendal-
prefacio necesario de la antropogeografía», ya que es precisamente en ese
mente geográfico se refiere ante todo al estudio de las relaciones existentes
entre los hechos naturales y los hechos humanos. planteamiento donde se encuentra la clave para explicar «las condiciones
En esta última línea se inscriben, dentro de la geografía norteameri­ de la conquista dd globo y las razones profundas de la variedad de los
cana de las primeras décadas del siglo, algunas de las figuras más repre­ pueblos» 29.
sentativas del Departamento de Geografía de la Universidad de Chicago, Así las cosas, no es extraño que se considere que el conocimiento
muy vinculadas también a la Asodación de Geógrafos Americanos, como geográfico — incluso el que se dirige al dominio de los fenómenos huma­
R. D. Salisbury, Ellen Churchill Semple, Harían H. Barrows o Thomas nos y sociales— debe continuar prioritariamente vinculado al horizonte
Griffith Taylor. Y, dentro del panorama de la geografía dásica francesa, conceptual y metodológico de las dencias naturales: la perspectiva bio-
también en esa línea se sitúan las propuestas, por lo demás concretamente logista subyace en todo el planteamiento barrowsiano30 y, por su parte,
diferenciadas, de autores como Jean Brunhes y Max Sorre. Ubicándose Sorre no duda en afirmar que, para delimitar «los datos del problema
en las coordenadas cognoscitivas delimitadas por la radonalidad evolu­ ecológico que se sitúa en la base de todo lo demás» y para caracterizar
cionista — coordenadas ejemplarmente resumidas por un pensamiento da- consiguientemente las condiciones y las razones profundas derivadas de
visiano que, en 1906, definía la geografía como «el estudio de las rela­ esos datos, «los métodos eficaces son los de los biólogos, la observadón
ciones que existen entre el entorno físico y los organismos, en particular
la espede humana», afirmando asimismo que un enunciado sólo adquiere
«cualidad geográfica» cuando contiene «una relación razonable entre algún 24 Brunhes, J. (1913): «Du caractére propre et du caractére complexe des faits de
géographie humaine», Anuales de Géographie, X X II, 121, pp. 1-40, p. 12. (Artículo
elemento inorgánico de la tierra que actúa como control y algún elemento traducido en este libro: cfr. J. Brunhes: «El carácter propio y el carácter complejo
orgánico que sirva de respuesta» 23— , esta línea de pensamiento, que sigue de los hechos de geografía humana».)
remitiendo a una definición del conocimiento geográfico directamente 25 Barrows, H. H.: Op. cit., p. 12.
emparentada con la perspectiva de las ciencias naturales — y, en particu- 26 Sorre, M. (1943-1952): Les fondements de la géographie humaine, París, Li-
brairie Armand Colin, 3 tomos, 4 vols., t. I, Les fondements biologiques. Essai d’une
écologie de I homme (las citas proceden de la tercera edición, corregida y aumentada,
22 Cfr. Pattison, W. D. (1964): «The Four Traditions of Geography», Journal of de 1951, reeditada en 1971: cfr. Sorre, M.: Les fondements biologiques de la géogra­
Geography, L X III, 5, pp. 211-216; Haggett, P. (1965): Análisis locacionál en la geo­ phie humaine. Essai d’une écologie de l’homme, París, Libraire Armand Colin, 1971).
grafía humana. Traducción de J. M. Obiols, Barcelona, Gustavo Gilí, 1975, pp. 16-24; p. 412. (Obra parcialmente traducida en este libro: cfr. M. Sorre: «Los fundamentos
Vilá Valentí, J. (1971-1973): «¿Una nueva Geografía?», Revista de Geografía, V, 1-2, biológicos de la geografía humana. Ensayo de una ecología del hombre: conclu­
pp. 5-38, V II, 1-2, pp. 5-57, I, pp. 12-16. sión».)
23 Davis, W. M. (1906): «An Inductive Study of the Content of Geography», 27 Bafrows, H. H.: Op. cit., p. 3. El subrayado es del autor.
cit. en Colby, C. C., White, G. F. (1961): «Harían H. Barrows, 1877-1960», Annals 28 Sorre, M.: Op. cit., t. I, p. 413.
of the Association of American Geographers, LI, 4, pp. 395-400, p. 396. » Ibid., t. I, p. 413.
30 Cfr. Barrows, H. H.: Op. cit., especialmente pp. 3-7.

(. ( 1
58 El pensamiento geográfico 2. El pensamiento geográfico clásico 59

y, en la medida en que se pueda practicar, la experiencia» 3l. Y en los donar decididamente fisiografía, climatología, ecología vegetal y ecología
planteamientos conceptuales y metodológicos de Jean Brunhes — cuya obra animal»— , pretende así encontrar «un concepto organizador» — la ecolo­
fundamental, La géographie hum aine32, ha podido ser considerada «una gía humana— capaz de aportar «un punto de vista distintivo» y un en­
prolongación y una profundización» del pensamiento ratzeliano33— tam­ tendimiento unificador al conocimiento geográfico 42. Quedaría de esa ma­
bién puede detectarse la presencia, algo menos explícita, de la óptica nera definida una caracterización científica de la geografía que en vano
ecológica, enmarcada por lo demás en unas coordenadas generales de clara habrían intentado conseguir, según el mismo autor, quienes se dirigieron
afirmación de la cientificidad positiva. El citado autor afirma, por ejemplo, preferentemente hacia el estudio de «las causas de la distribución de los
que «las ciencias de observación económicas, morales y sociales deben fenómenos superficiales» o hacia la «descripción explicativa de regiones» 43:
convertirse en estudios de medios» M, y, tras señalar que «todas las co­ «La geografía encuentra, por tanto, en la ecología humana un campo
nexiones biológicas, todas las verdades ecológicas no son y no pueden sólo escasamente cultivado por alguna o todas las demás ciencias naturales
ser más que verdades estadísticas»35 — situación cognoscitiva igualmente y sociales. Limitada de esta forma en su alcance, adquiere una unidad
válida en el dominio de la geografía humana— , advierte expresamente, de la que si no carecería, y un punto de vista único entre las ciencias
en consonancia con su entendimiento de la cientificidad, que «los geógra­ que se ocupan de la humanidad. A través de un estudio comparado de
fos deben ser siempre realistas positivos»34. la adaptación humana a medios naturales específicos, ciertas generaliza­
Es, por tanto, el estudio de relaciones — relaciones ante todo ecoló­ ciones o principios fiables han podido ser elaborados, mientras que muchos
gicas— el que, como advierte críticamente Cari Sauer37, define funda­ otros han sido propuestos a título experimental. Estos son los requisitos
mentalmente el ámbito específico del conocimiento geográfico humano, de toda ciencia: un campo específico y un punto de vista de control con
según los autores ubicados en una perspectiva prioritariamente general el que organizar la información en relación al descubrimiento de verdades
o sistemática. Se trata, utilizando palabras de Brunhes, de buscar la «ver­ o principios generales»44. Y la geografía regional — rama culminante por
dad relativa a las conexiones entre el marco de la naturaleza y la actividad englobar «hechos y principios de todas las divisiones y subdivisiones de
humana» 3S. Y esas conexiones definen precisamente las coordenadas del la geografía sistemática»— debe asimismo ceñirse estrictamente al criterio
espacio cognoscitivo geográfico: porque «no hay ciencia más que de las ecológico unificador: «A la geografía regional, incluso en su sentido más
relaciones que establecemos entre los hechos» 39. Max Sorre, a la vez que amplio, le conciernen tan sólo las relaciones mutuas entre hombres y me­
recuerda la atención concedida por el pensamiento ratzeliano a este tipo dios naturales de las regiones o áreas en las que viven»45.
de problemas, afirma que «la primera tarea de la geografía humana con­ Aunque su carácter restrictivo no sea compartido por otras perspectivas
siste en el estudio del hombre considerado como un organismo vivo sistemáticas, los planteamientos barrowsianos definen con ejemplar claridad
sometido a condiciones determinadas de existencia y reaccionando a los los criterios básicos de una concepción que prolonga en gran medida,
impulsos recibidos del medio natural»40. Y Barrows no duda en situarse como ya hemos indicado, las pretensiones de la cientificidad geográfica
en una línea geográfica que, con una actitud más restrictiva, define «su positivista. Y esa concepción aparece, en consecuencia, claramente preocu­
objeto de estudio como exclusivamente referido a las relaciones mutuas pada tanto por el estudio de las regularidades — finalidad prioritaria de
entre hombre y medio»41. todo conocimiento positivamente científico— como por la delimitación
La concepción ecológica barrowsiana, que propone una severa y con­ de un horizonte conceptual y metodológico acorde con las pretensiones
secuente limitación del horizonte cognoscitivo geográfico — propone «aban­ de positiva cientificidad asumidas. Los planteamientos de Jean Brunhes
— autor que no olvida la decisiva importancia de las dimensiones con­
31 Sorre, M.: Op. cit., t. I, p. 413. ceptuales y metodológicas del discurso geográfico— son en ese sentido
32 Cfr. Brunhes, J. (1910): La géographie humaine. Essai de classification positive. particularmente expresivos. Los estudios de geografía humana deben co­
Principes et exemples, París, Félix Alean. (Existe traducción abreviada de esta obra:
cfr. Brunhes, J.: Geografía humana. Edición abreviada por Mme. M. Jean-Brunhes menzar siempre, según ese autor, «por la observación más positiva», ya
Delamarre y P. Deffontaines. Traducción de J. Comas Ros, Barcelona, Juventud, 1948.) que «el rigor de la observación debe ser la primera y fundamental garantía
33 Broc, N. (1977): «La géographie frangaise face á la Science dlemande (1870- del posible acierto de la explicación ulterior» 4Í. Además, la observación
19Í4)», Annales de Géographie, LXXXVI, 473, pp. 71-94, p. 91. de los hechos humanos debe enmarcarse en las coordenadas de «una cla­
' 34 Brunhes, J.: «Du caractére propre...», op. cit., p. 12.
35 Ibid., pp. 28-29. sificación positiva» que permita, a través de su «principio inspirador» y
* Ibid., p. 38.
37 Cfr. Sauer, C.: Op. cit., pp. 30-31. 42 Cfr. Ibid., p. 13.
38 Brunhes, J.: «Du caractére propre...», op. cit., p. 26. 43 Cfr. Ibid., p. 13.
39 Ibid., p. 27. 44 Ibid., p. 7.
40 Sorre, M.: Op. cit., t. I, p. 6. « Ibid., p. 8.
41 Barrows, H. H.: Op. cit., p. 3. 46 Brunhes, J.: «Du caractére propre...», op. cit., p. 12.
60 El pensamiento geográfico 2. El pensamiento geográfico clásico 61

de su «resultado objetivo», seleccionar «todo lo que, en la esfera de la pretación de la causalidad— , continúa desenvolviéndose, con todas sus
actividad humana, debe relacionarse legítimamente con la geografía»: por­ consecuencias, en el horizonte epistemológico de la racionalidad científica
que los geógrafos «deben tener un terreno de examen y de análisis que positivista. En este caso, la crisis de esa racionalidad se traduce tanto
les sea propio», y la geografía no debe ser «un bazar donde todo se en el ya citado rechazo expreso de sus pretensiones más comprometedoras
venda», sino «un establecimiento muy especializado»47. como en la incorporación, en mayor o menor grado, de enfoques inscritos'
Los criterios metodológicos propuestos por Brunhes para conseguir en otras coordenadas epistemológicas. En relación con lo primero, resultan
esas finalidades se inscriben en un horizonte científico en el que la ra­ bastante indicativas, por ejemplo, las sucesivas matizaciones de la inter­
cionalidad matemática desempeña un papel fundamental. A k vez que pretación causal propuestas por el «ambientalismo» norteamericano: flexi-
denuncia las limitaciones intrínsecas del empirismo primario — «todos bilizando sensiblemente la obediencia ratzeliana — no tan ciega, sin em­
los errores que pueden acumularse tras el veíp mistificador de una foto­ bargo, como a veces se ha supuesto— de Ellen Churchill Semple, Barrows
grafía rigurosamente auténtica o una indiscutible observación individual modifica gradualmente su curso favorito dictado en la Universidad de
o local»— , afirma sin ambigüedades que «un hecho de geografía humana, Chicago, pasando así de ser un estudio de la «influencia de la Geografía
por muy curioso que sea, no adquiere ante nosotros la perfecta signifi­ en la Historia Americana» a configurar una «Geografía histórica de los
cación de dato científico más que cuando conocemos y podemos apreciar Estados Unidos»51; y Taylor, que merece el crédito de la absoluta since­
su coeficiente de valor estadístico» 4S. Por particulares y cambiantes que ridad de sus declaraciones de fe determinista — «los que estamos deseando
puedan parecer, en principio, los hechos observados, la razón científica proclamarnos, en alguna forma, "tallados en piedra determinista” creemos
positiva se dirige hacia la búsqueda del orden y de las regularidades sub­ que, a lo largo de toda la historia humana, el medio ha sido un factor
yacentes: sin necesidad de arriesgadas presuposiciones legales de carácter vital en la determinación del progreso humano»— , no por afirmar re­
universal — la crisis del positivismo decimonónico no se ha producido sueltamente «el control del medio» deja de reconocer la capacidad humana
en balde— , la razón matemática permite detectar estadísticamente el orden de elección y el distinto grado de «anclaje» natural dependiente de la
y las regularidades subyacentes que elevan los hechos a la categoría de escala de organización social52. Por otra parte, en relación con la incor­
datos científicos. En geografía no interesa «el hecho excepcional», sino poración de otras propuestas cognoscitivas, puede señalarse, por ejemplo,
la norma expresada por «el valor medio»: «Una sabia y racional medida la particular sensibilidad mostrada por los autores del ámbito francés,
estadística de los hechos observados en singular debe conferirles la im­ intensamente impregnado por las directrices de Vidal de la Blache, respecto
portancia complementaria e indispensable de su exacto carácter general»4S. a la aceptación de ciertos criterios procedentes de la perspectiva regional.
De esa forma, negando la supuesta «verdad» de los hechos y afirmando Pero, en todo caso, se sigue considerando que la razón positivista, debida­
la importancia de la percepción subjetiva en la consideración de los mis­ mente actualizada, puede y debe seguir actuando como soporte articulador
mos — atendiendo así oportunamente al fundamental problema episte­ de un conocimiento geográfico específicamente delimitado y rigurosamente
mológico de las relaciones entre observador y objeto observado— , el co­ científico. Se plantea así una perspectiva que prolonga — atenuándola en
nocimiento geográfico puede incorporarse plenamente al horizonte común determinados aspectos— la línea que, firmemente apoyada en la positi­
de la cientificidad positiva: porque «toda verdad científica es similar por vidad evolucionista, se había desenvuelto plenamente durante la segunda
su naturaleza, en un grado más o menos elevado, a lo que llamamos aquí \ mitad del siglo xix. La crisis de la racionalidad positivista no impidió,
una verdad de geografía humana», y esa verdad, referida en todo caso a pesar de todo, que su influjo se dejase sentir dentro del panorama de
a las relaciones establecidas entre los hechos, «se basa siempre, confusa la geografía clásica.
o claramente, conscientemente o no, en un cálculo de probabilidades»50.
Los autores anteriormente considerados, con sus diferentes formula­
ciones concretas, expresan con suficiente claridad las pretensiones gene­ Modificación del espacio epistemológico y articulación de la perspectiva
rales definitorias, en el dominio de lo humano, de la perspectiva siste­ regional o corológica de la geografía clásica
mática del conocimiento geográfico. Se trata, en suma, de una perspectiva
que, aunque procura matizar y corregir ciertos planteamientos del cien- La otra gran perspectiva, a su vez internamente diversificada, del co­
tifismo decimonónico — como sucede, por ejemplo, con sus intenciones nocimiento geográfico clásico — k perspectiva regional o corológica—
universalistas y con algunos de sus más rígidos enunciados sobre la inter­ muestra sus primeras formulaciones suficientemente acabadas en los años
di Cfr. Ibid., pp. 13-15. 51 Cfr. Colby, C. C., White, G. F.: Op. cit., p. 396.
45 Ibid., p. 24. 52 Cfr. Taylor, G. (1942): «Environment, Viflage and City. A Genetic Approach
« Ibid., p. 24. to Urban Geography; with some Reference to Possibilism», Annals of the Association
50 Ibid., p. 27. of American Geographers, X X X II, 1, pp. 1-67, especialmente pp. 1-2.
t

V
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( (
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62 El pensamiento geográfico
2. El pensamiento geográfico clásico 63

situados en tomo al cambio de siglo. Y se trata, en este caso, de unos etapa posterior, después de haber considerado minuciosamente — monográ­
planteamientos que precisamente se relacionan, de forma más o menos ficamente— cada una de las unidades básicas presentes. La búsqueda de
directa, con un horizonte epistemológico que pretende ocupar el vacío formulaciones generalizadoras y de teorías explicativas universales quedaba
creado por la crisis de la cientificidad positivista decimonónica. Ese nuevo así consecuentemente relegada — y, en la práctica, frecuentemente aban­
horizonte, que modifica sensiblemente los términos de la anterior racio­ donada— , y, en su lugar, se proponía ahora el estudio detallado de las
nalidad, es el definido por los planteamientos funcionalistas que a partir distintas e irrepetibles unidades que, como un mosaico, configuraban el
de esos años se difunden ampliamente en el dominio de los conocimientos complejo campo de observación y de interpretación.
humanos y sociales. En efecto, esos planteamientos se encuentran clara­ La concepción funcionalista — simultáneamente opuesta al evolucio­
mente articulados, en el terreno de la antropología, en los trabajos de nismo y al difusionismo56— mantiene evidentes relaciones con la pers­
autores como Bronislaw Malinowski o A. R. Radcliffe-Bro-wn; y en el pectiva regional o corológica del conocimiento geográfico clásico y, en
campo de la sociología, esos mismos planteamientos aparecen en la obra particular, con la inicial e influyente articulación de esa perspectiva pro­
de un autor que influyó directamente en Paul Vidal de la Blache53: Emile puesta por Paul Vidal de la Blache. Apoyado en una sólida — y decisiva­
Durkheim, quien precisamente criticó con severidad algunas de las afir­
mente influyente en todas sus elaboraciones— formación histórica y en
maciones totalizadoras y uniformizadoras del pensamiento ratzeliano54. un directo conocimiento de la literatura geográfica precedente, el pen­
El funcionalismo aparece, ante todo, como una reacción contra las
samiento vidaliano plantea una reformulación del saber geográfico en la
interpretaciones monistas y unilineales del anterior evolucionismo: según que, sin negar todavía la atención a los horizontes generales o sistemáticos,
Maurice Godelier, la introducción de los criterios funcionalistas supuso
se concede un lugar destacadamente preferente al entendimiento regional.
el abandono de la «pseudo-historia» evolucionista, basada en «hipótesis
Y esa reformulación, a la que habitualmente se atribuye un carácter fun­
indemostradas e indemostrables», y la consiguiente atención al estudio dacional en relación con la denominada «escuela geográfica francesa» 57,
de «los hechos en sí mismos»55. La posición funcionalista conlleva dos ha mostrado una sensible capacidad de influencia, más o menos directa,
criterios fundamentales que se traducirían claramente en el caso del cono­
en los planteamientos de la geografía clásica.
cimiento geográfico: en primer lugar, esa posición supone un decidido
La articulación del pensamiento geográfico vidaliano resulta funda­
rechazo de la concepción estrictamente unilineal de la historia y, en con­
mentalmente acorde con los criterios conceptuales y metodológicos pro­
secuencia, el reconocimiento de procesos funcionalmente diferenciados que
puestos por la perspectiva funcionalista. Las nociones de «región» y de
constituyen modalidades heterogéneas de desenvolvimientos evolutivos; en
«género de vida», verdaderos soportes del discurso geográfico vidaliano,
segundo lugar, esa posición subordina la teoría de la historia al estudio
adquieren toda su significación precisamente en conexión con las coor­
concreto de las historias particulares de las sociedades consideradas, a la
denadas funcionalistas anteriormente expuestas. El género de vida, en­
vez que, en relación con ello, entiende que cada una de esas sociedades
tendido, al modo vidaliano, como el conjunto funcionalmente articulado
se comporta como una unidad funcional relativamente autónoma. En con­
de actividades — o de «técnicas» en sentido amplio, como precisa Max
secuencia, la perspectiva funcionalista se apoya en el entendimiento de
Sorre58— que, cristalizadas por la fuerza de la costumbre, expresan las
la «realidad» como un conjunto articulado de unidades — históricas, so­
formas de adaptación o de respuesta de los diferentes grupos sociales al
ciales, espaciales— claramente diferenciadas y con relativa autonomía fun­
medio geográfico59, aparece, en efecto, como una noción de filiación fun­
cional, que muestran comportamientos — y requieren estudios— específicos
cionalista bastante similar, como ha advertido Paul Claval, a la noción
y desiguales. de «cultura» manejada, en los mismos momentos, por las perspectivas
Es, por tanto, la observación y la descripción detallada de esas uni­
antropológicas y etnológicas asimismo adscritas al funcionalismo “ . Y, por
dades funcionales lo que debe constituir, huyendo de prematuras y estériles
otra parte, la región se concibe en la perspectiva vidaliana como una uni-
generalizaciones, el objeto primordial del conocimiento. El estudio del
«todo», que, según la perspectiva funcionalista, aparece como la superior
56 Cfr. Timasheff, N. S.: Op. cit., p. 278.
articulación de esas unidades básicas, sólo puede llevarse a cabo en una 57 Cfr., por ejemplo, Febvre, L.: Op. cit., passim; Meynier, A.: Op. cit., pp. 7-35;
Claval, P. (1979): «Préface», en Vidal de la Blache, P. (1903): Tableaa de la géogra­
53 Cfr. Buttimef, A. (1971): Sociedad y medio en la tradición geográfica francesa. phie de la France, París, Libraire Jules Tallandier, 1979, pp. I-X XII.
Traducción de P. Martínez Cordero, Barcelona, Oikos-Tau, 1980, p. 53. 58 Cfr. Sorre, M,: Op. cit., t. III, pp. 13-14. Cfr. asimismo Sorrcii M. (1948):
54 Cfr. .el comentario crítico durkheimiano a la primera parte de la Anthropo­ «La notion de genre de vie et sa valeur actuelle», Anuales de Géographie, LVII, 306,
geographie de Ratzel: Durkheim, E. (1898-1899): «Morphologie sociale. I. Les mi- pp. 97-108, 307, pp. 193-204.
grations humaines», U<Année Sociologique, I II , pp. 550-558. 59 Cfr. Vidal de la Blache, P. (1911): «Les genres de vie dans la géographie
55 Cfr. Godelier, M. (1972): Funcionalismo, estructurdismo y marxismo. Traduc­ humaine», Annales de Géographie, XX, 111, pp. 193-212, 112, pp. 290-304.
ción de J. Jordá, Barcelona, Anagrama, 1976, p. 25. 60 Cfr. Claval, P. (1967): «Géographie et profondeur sociale», Annales. Economies.
Sociétés. Civilisations, X X II, 5, pp. 1005-1046, pp. 1013-1018.

(
64 El pensamiento geográfico 2. El pensamiento geográfico clásico 65

dad espacial con relativa autonomía funcional, a la vez que el espacio intelectualmente— lo que la propia naturaleza ha construido de forma
general se entiende configurado como un mosaico de esas unidades fun­ clara y perceptible. La región resulta directamente diferenciable y aprehen-
cionales nítidamente diferenciadas: la noción de región se inscribe así sible gracias a su particular e irrepetible fisionomía natural; cuando Vidal
igualmente en unas coordenadas cognoscitivas de signo funcionalista. Te­ de la Blache, en su fundamental artículo sobre las divisiones del territorio
niendo en cuenta la notable influencia ejercida por la perspectiva regional francés, se enfrenta al problema de la delimitación regional, la respuesta
vidaliana en el seno del pensamiento geográfico vinculado al ámbito fran­ es tan sencilla' como expresiva: «resulta fácil reconocer la existencia de
cés, conviene referirse, seguidamente a algunas de las características defi­ cinco grandes regiones, que se dibujan nítidamente sobre el conjunto del
nitorias de esa perspectiva. territorio francés» 66. Y esas cinco grandes regiones se han reconocido
La noción de región ha sido frecuentemente considerada, dentro y fuera mediante la observación directa de las configuraciones fisionómicas na­
de la escuela francesa, como el ingrediente primordial — y preferentemente turales, ya que cualquier división regional no hace sino traducir «el orden
definitorio— del pensamiento geográfico clásico. Se ha pretendido ver en mismo de los hechos naturales»67.
el estudio regional, en la geografía regional, la quintaesencia y la definitiva Se atribuye así a la caracterización fisionómica — al «paisaje», de
culminación del trabajo geográfico: parece que es en la geografía regional acuerdo con el entendimiento de este término propuesto por la geografía
donde mejor puede desplegarse, como afirma, por ejemplo, André Meynier, francesa clásica— una capacidad de significación suficiente para permitir
«la verdadera naturaleza de la geografía, el estudio simultáneo de los distinguir, mediante su directa observación, esas individualidades espa­
complejos y de las distribuciones»61, ya que, según el mismo autor, es ciales denominadas regiones. Y esa caracterización fisionómica aparece,
precisamente en el marco de un territorio limitado donde es posible por lo demás, como el resultado histórico de las «respuestas» — y aquí
realizar los más acabados estudios de las interferencias de los distintos se manifiesta la relación entre región y género de vida— que los grupos
hechos actuantes o, empleando palabras del propio Vidal de la Blache, humanos han ido elaborando frente a los condicionamientos del medio
los más acabados estudios tendentes a «reconocer el encadenamiento que natural. En la medida en que las relaciones entre datos naturales — a los
enlaza ( ...) los fenómenos de los que se ocupa la geografía y que constituye que, a pesar de las contradicciones y ambigüedades de su obra, Vidal de
su razón de ser científica» 62. El estudio regional pretende así «descubrir la Blache atribuye una fuerte capacidad de determinación causal de la
la verdadera vida de la región, relacionando constantemente los hechos dinámica geográfica— y actuaciones humanas deben manifestar una cierta
físicos y los hechos humanos» 43. durabilidad para que puedan quedar expresadas en el paisaje, el estudio
Una vez que se acepta, en consonancia con la perspectiva funciona- de las permanencias, de las herencias y de los equilibrios estables que se
lista, que el espacio geográfico puede ser entendido como un conjunto de detectan en el proceso de desarrollo histórico de la región ocupa un lugar
unidades regionales, se afirma que es precisamente la observación y la preferente en la geografía regional vidaliana68. Así, a través de la argu­
descripción de esas unidades lo que debe constituir el objetivo primordial mentación descrita, la perspectiva vidaliana propende claramente a hiper-
del conocimiento geográfico. Observación y descripción que quedan fa­ trofiar el papel de la consideración histórica en el discurso geográfico:
cilitadas — eludiendo así los complejos problemas de definición y de deli­ porque, según esa perspectiva, es el estudio histórico el que permite en
mitación— al afirmar también, como lo hace Vidal de la Blache y como cada caso plantear adecuadamente la dinámica de las respuestas articuladas
suelen hacerlo sus numerosos seguidores, que las regiones aparecen como por los grupos humanos frente a las condiciones naturales, respuestas que,
datos naturalmente establecidos — indiscutiblemente objetivos— que sólo en último extremo, son las que subyacen — permitiendo articular una ex­
esperan una lectura ajustada y respetuosa por parte del investigador. plicación— en la caracterización geográfica de las distintas regiones.
Porque «la naturaleza, en su inagotable variedad, pone al alcance de cada Todo ello remite, por lo demás, a la importante atención concedida
uno los objetos de observación» M, y, consecuentemente, «no tenemos más a la dimensión ecológica en la propuesta regional viddiana y, en general,
que mirar a nuestro alrededor para recoger ejemplos de divisiones na­ en los autores de la escuela francesa que se vinculan de forma más directa
turales» 65. Se trata, por tanto, de transcribir con fidelidad — de traducir e inmediata a esa propuesta. El estudio regional es, en gran medida, el
estudio de las relaciones entre hombre y medio en un fragmento concreto
61 Meynier, A.: Op. cit., p. 26. de la superficie terrestre. Esta sensible impregnación ecológica, claramente
62 Vidal de la Blache, P. (1888-1889): «Des divisions fondamentales du sol fran-
sais», en Vidal de la Blache, P., Camena d’Almeida, P. (1897): La France. Nouvelle actuante en la articulación regional vidaliana — y que expresa, entre otras
édition entiérement refondue et illustrée, París, Armand Colín, 1909, pp. V-XXX, cosas, la patente influencia ratzeliana sobre el autor francés— , indica que,
p. VI. (Artículo traducido en este libro: cfr. P. Vidal de la Blache: «Las divisiones
fundamentales del territorio francés».) “ Ibid., p. XV.
63 Meynier, A.: Op. cit., pp. 97-98. « Ibid., p. XIV.
64 Vidal de la Blache, P.: «Des divisions fondamentales...», op. cit., p. X. 68 Cfr. Lacoste, Y. (1976): La géographie, ga sert, d’abord, it faire la guerre, París,
«5 Ibid., p. X III. Fran?ois Maspero, pp. 50-51.

V
í
( (
66 El pensamiento geográfico 2. El pensamiento geográfico clásico 67

en principio, la perspectiva regional francesa se mueve en un horizonte la existencia de una caracterización homogénea en las elaboraciones pro­
cognoscitivo en el que se interpenetran dos directrices: las que tienden cedentes de esa escuela. Dejando ahora al margen a aquellos autores que,
preferentemente a caracterizar el objeto de estudio en términos de par­ sin negar la importancia del estudio regional, continúan fundamentalmente
ticularidades individualizadas — directrices vinculadas, como vimos, al fun­ vinculados al horizonte epistemológico positivista — con la consiguiente
cionalismo y ulteriormente reforzadas, como indicaremos posteriormente, valoración preferencia! de las dimensiones generales o sistemáticas del
por los planteamientos intuicionistas o vitalistas— y, por otra parte, las conocimiento geográfico— , los planteamientos, sin duda mayoritarios, que
directrices, sensiblemente mutiladas ahora en sus pretensiones sistemáticas, aparecen inscritos en las coordenadas cognoscitivas definidas por la con­
que intentan encontrar en las relaciones entre naturaleza y actuación hu­ cepción regional muestran, dentro de la escuela francesa, una doble diná­
mana el fundamento del campo geográfico del conocimiento. mica. Por una parte, se produce una creciente separación entre la perspec­
Se produce así una notable corrección de la perspectiva positivista: tiva de la geografía general y la de la geografía regional, separación que
los planteamientos regionales de la escuela francesa articulan inicialmente se corresponde con la también creciente tendencia a identificar conocimiento
un conocimiento geográfico cuyo objeto primordialmente definitorio son geográfico y conocimiento geográfico regional, y a restringir el campo de
las unidades regionales fisionómicamente particularizadas, y el estudio de las investigaciones sistemáticas al estricto marco definido por las pre­
las relaciones ecológicas debe quedar sustancialmente circunscrito a las tensiones sintéticas y unitarias de la geografía regional.
coordenadas delimitadas por esas unidades. Porque lo que ahora importa Esta dinámica, que intensifica y extrapola radicalmente la dicotomía
ante todo no es la consideración estricta de las regularidades, sino, como ya presente, aunque de forma más flexible, en el planteamiento vidaliano,
advierte el propio Vidal de la Blache, la consideración de las formas de se encuentra favorecida por la incorporación, durante los primeros decenios
combinación y de modificación que adquieren esas regularidades al apli­ del siglo xx, de las perspectivas filosóficas intuicionistas o vitalistas y, en
carse a las diferentes partes de la superficie terrestre: y, en consecuencia, particular, del pensamiento de Henri Bergson73. La cultura humanística
el objetivo especial del conocimiento geográfico es «estudiar las expresiones en la que se educan los geógrafos franceses durante la primera mitad
cambiantes que adopta según los lugares la fisionomía de la Tierra» m. del siglo se encuentra, en efecto, sensiblemente impregnada de bergsonia-
La geografía, «ciencia esencialmente descriptiva», debe ocuparse ante todo nismo, planteamiento que se muestra, si no claramente antirracionalista,
de «localizar los diversos órdenes de hechos que le conciernen, determinar sí al menos muy crítico con el cientifismo positivista. Porque el pensa­
exactamente la posición que ocupan y el área que abarcan» 70. Y esta fina­ miento bergsoniano afirma, entre otras cosas, que sólo la intuición permite
lidad — que remite al espacio cognoscitivo característico de los plantea­ captar la «combinación indefinible de lo múltiple y de lo uno» y aprehen­
mientos regionales o corológicos— debe cumplirse sin olvidar la consi­ der la verdad particular de «las existencias individuales» 74, mientras que,
deración particularizada de las conexiones y de los encadenamientos que por el contrario, el entendimiento positivo presenta la realidad analítica­
afectan a los hechos considerados 71: en esa línea — «el estudio de las mente parcelada o, en otros casos, tratando de elevarse mediante la
relaciones entre fenómenos, su encadenamiento y su evolución»72— se abstracción hasta la generalización, «cree encaminarse hacia la unificación
encuentra la posibilidad de incluir una explicación causal en la investiga­ de las cosas», cuando, de hecho, «procede por extinción gradual de la
ción geográfica. De esa forma se articula, en resumen, una modalidad de luz que hacía resaltar las diferencias entre los matices, y termina con­
conocimiento geográfico prioritariamente dirigido hacia la descripción par­ fundiéndolos juntos en una oscuridad común»7S. Y el pensamiento geo­
ticularizada de regiones, a la vez que el entendimiento causal de esas gráfico de la escuela francesa clásica manifiesta con bastante frecuencia
unidades regionales se centra ante todo en el estudio de la dinámica hondas resonancias bergsonianas: la generalizada caracterización de la ma­
histórica en ellas manifestada por las relaciones entre medio natural y ac­ teria del conocimiento geográfico como «realidad viva» y la consiguiente
tuaciones humanas: lo ecológico queda de esa forma subsumido en lo afirmación de las dificultades intrínsecamente existentes para «definir»
regional. esa materia — aspectos ambos ejemplarmente expuestos, acudiendo ex­
El planteamiento regional vidaliano ha ejercido, como ya hemos indi­ presamente al 'pensamiento de Bergson, por Jean Gottman76— indican
cado, una notable influencia sobre los autores vinculados a la escuela claramente, por ejemplo, el alcance de esas resonancias.
geográfica francesa. Pero sería incorrecto suponer que ello ha conllevado
73 Cfr. Meynier, A.: Op. cit., pp. 37-116.
69 Vidal de la Blache, P. (1913): «Des caracteres distinctifs de la géographie», 74 Cfr. Bergson, H. (193.4): La pensée et le mouvant, en Bergson, H. (1957):
Annales de Géographie, X X II, 124, pp. 289-299, p. 292. Memoria y vida. Textos escogidos por G. Deleuze. Traducción de M. Armiño, Ma­
™ Ibid., p. 297. drid, Alianza (El Libro de Bolsillo, 656), 1977, pp. 37-38.
71 Cfr. Vidal de la Blache, P.: «Des divisions fondamentales...», op. cit., especial­ m Ibid., p. 38.
mente pp. V-X. 76 Cfr. Gottmann, J. (1947): «De la méthode d’analyse en géographie humaine»,
72 Vidal de la Blache, P.: «Des caracteres distinctifs...», op. cit., p. 297. Annales de Géographie, LVI, 301, pp. 1-12, especialmente pp. 7-8.

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V ¡

( (
68 El pensamiento geográfico 2. El pensamiento geográfico clásico 69

La influencia bergsoniana adquiere, además, una particular importancia a una unidad espacial homogénea y continua82; ese tratamiento supone,
en el seno de una perspectiva regional francesa cada vez más propensa como ha señalado Armand Frémont, una clara supeditación de todos los
a entender su propia práctica cognoscitiva como un «arte» dedicado a elementos geográficos considerados a la caracterización mostrada por los
«evocar» descriptivamente la «vida» de las regiones. Así puede llegar datos naturales: «Todo, relieve y vegetación, pero también densidades
Pierre Birot a afirmar, resumiendo modélicamente el modo de entendimien­ humanas, modos de hábitat, actividades económicas, costumbres y men­
to citado, que «si las geografías generales físicas y humanas son ciencias talidades, procedía directa o indirectamente del orden de la naturaleza» 83.
naturales, puesto que clasifican tipos. reproducidos en un cierto número Porque, como ha advertido Manuel de Terán, «el término región natural
de ejemplares intercambiables, la geografía regional es un arte 'que tiende se presta al equívoco de no considerar como región sino la región geográ­
a evocar verdaderas individualidades. Y eso no ocurre sin el sentimiento fica definida por sus caracteres físicos, o, por lo menos, con subordinación
de simpatía del biógrafo por su héroe, de amor por "lo que no se verá de los humanos» 84.
dos veces”» 77. Se tiende además a identificar de forma crecientemente E l entendimiento natural de la región geográfica mostró fundamentales
generalizada, como ya hemos indicado, el espacio cognoscitivo específica limitaciones a la hora de estudiar configuraciones espaciales en las que
y diferencialmente geográfico con el restrictivo espado cognoscitivo pro­ eran precisamente los factores económicos, industriales o urbanos — fac­
puesto por la geografía regional: la geografía general no sólo debe estar tores inequívocamente humanos y difícilmente reducibles a las coordenadas
al servicio de la geografía regional, como afirma ejemplarmente Maurice de las delimitaciones naturales— los que parecían definir sus modos de
articulación coherente. Es el problema que plantea con suficiente claridad
Le Lannou78, sino que, incluso, esa geografía general, renunciando a su
Daniel Faucher: sin negar la posible existencia de la región natural — ex­
propia identidad, debe reducir también sus pretensiones cognoscitivas
presión de «armonías entre la tierra y el hombre»85— , afirma, sin em­
hasta ajustarlas a la concepción particularista sustentada por la perspectiva
bargo, que las profundas transformaciones operadas en los medios de
regional. «Los hechos geográficos — escribe Pierre Gourou, refiriéndose comunicación y en la organización urbana — transformaciones iniciadas
a la caracterización de la geografía humana— son poco numerosos, y sor­ en el siglo X IX y prolongadas intensamente en el XX — han terminado por
prenden por su originalidad individual más que por su sumisión a unas modificar sustancialmente «el contenido de la noción de región»86. Frente
reglas»79. Y, según el mismo autor, reconocer en el mundo de los hechos a la primitiva uniformidad atribuida a las unidades regionales, es ahora
humanos «el reino de las leyes sería negarse a ver la especificidad de el fenómeno de nodalidad el que fundamentalmente permite explicar la
cada caso local» so. organización regional. «La unidad regional es ahora menos una unidad
Por otra parte, a la vez que se desenvuelve la línea anteriormente de terreno, una unidad de clima, una identidad de géneros de vida que
aludida, la perspectiva regional que estamos considerando aparece también una diversidad coherente» 87.
caracterizada por la presencia en su seno de una dinámica que tiende Por su parte, Etienne Juillard, tras constatar las graves insuficiencias
a corregir gradualmente la noción de región inicialmente articulada en teóricas de la consideración regional tradicional, formula unos plantea­
el planteamiento vidaliano. Esa dinámica, que ha sido expresivamente mientos igualmente inscritos en la línea de revisión actualizada de la
resumida por Etienne Juillard81, supone la transición desde un entendi­ noción de región: «De la misma forma que la yuxtaposición de "géneros
miento de la región como región natural, definida según el criterio de de vida” ha dado paso, en las economías más evolucionadas, a estructuras
uniformidad, hasta otro planteamiento en el que la región se considera, socioprofesionales complejas, el espacio humanizado, en cuanto se ha
ante todo, región funcional, delimitada de acuerdo con criterios de com- superado el estadio de una economía de subsistencia, ve superponerse
plementariedad y de cohesión. En efecto, tanto la perspectiva vidaliana al mosaico de los paisajes corrientes de intercambio, formas diversas de
como las elaboraciones inmediatamente posteriores plantean una conside­
ración regional basada en la noción de región natural, noción que remite 82 Cfr. Boudeville, J.-R. (1961): Leí espaces économiques, París, Presses Univer-
sitaires dé France (Que sais-je?, 950), 3.* ed. puesta al día, 1970, pp. 8-10. _ _
83 Frémont, A. (1976): La région, espace vécu, París, Presses Umversitaires de
77 Birot, P. (1950): Portugal. Traducción de A. López Viguri, Bilbao, Moretón,
1968, p. 68. ^w^Terán, M. de (1960): «La situación actual de la Geografía y las posibilidades
78 Cfr. Le Lannou, M. (1948): «La vocación actual de la geografía humana», en de su futuro», en Enciclopedia Labor. Vol. IV. El hombre y la Tierra, Barcelona,
Randle, P. H., Ed. (1976): Teoría de la geografía (Primera parte), Buenos Aires, Labor, 1960, pp. X X III-X L, p. XXXIV. El subrayado es del autor. . . . ,
Sociedad Argentina de Estudios Geográficos, pp. 135-147, especialmente pp. 143-147. 85 Faucher D. (1941): «Des “pays” aux régions», Bulletin de lUniverstte et de
79 Gourou, P. (1973): Introducción a la geografía humana. Traducción de I. Bel- l’Académie de Toulouse, 8, pp. 285-301, p. 289. (Artículo traducido en este libro:
monte, Madrid, Alianza (Alianza Universidad, 228), 1979, p. 304. cfr. D Faucher: «De los “países” a las regiones».)
80 Ibid., p. 305. 86 Ibid., p. 297.
81 Cfr. Juillard, E.: Op. cit., especialmente pp. 485-487. 87 Ibid., p. 297. El subrayado es del autor.

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I

70 El pensamiento geográfico 2. El pensamiento geográfico clásico 71

vida de relaciones que expresan la coordinación de las actividades, que Las consideraciones llevadas a cabo hasta ahora sobre la perspectiva
se apoyan en consecuencia sobre una red de centros organizadores — las regional de la escuela geográfica francesa — perspectiva claramente domi­
ciudades— y que estructuran el espacio en conjuntos nuevos. La unifor­ nante y que proporciona uno de sus rasgos más definitorios a esa escuela—
midad caracteriza rara vez a estos últimos; la complementariedad de no agotan, desde luego, el panorama regional o corológico del pensamiento
elementos diversos es, por el contrario, la regla»8S. Si en otros momentos geográfico clásico. En efecto, junto a esa perspectiva se encuentran otras,
se buscó en el criterio de uniformidad el fundamento de la unidad regional, vinculadas a distintos ámbitos nacionales, que aportan también plantea­
las nuevas situaciones ■*—económicas, urbanas— hacen que esa unidad mientos que, con sus características específicas, se inscriben en las coor­
se apoye en el criterio de cohesión, garantizado por la actuación coordi­ denadas regionales o corológicas. E l pensamiento geográfico alemán de la
nadora de un núcleo central: y las unidades así individualizadas «se ca­ etapa clásica, en cuyo seno también se siguen desenvolviendo tendencias
racterizan menos por su fisionomía que por su función», por lo que con­ generales o sistemáticas que prolongan líneas de actuación delimitadas
viene hablar de región funcional o de «espacio funcional» S9. Basando así coherentemente con anterioridad, manifiesta una gran preocupación teórica
la definición de la región «en la naturaleza de las funciones regionales», — que contrasta con la simultánea y generalizada despreocupación de la
puede afirmarse que' «la articulación regional de un territorio es el calco escuela francesa— por definir exactamente la caracterización y el sentido
de su armazón urbano y la región va a la par con el desarrollo económico de la concepción regional o corológica. Esa preocupación aparece de forma
y social» 90. modélica, por ejemplo, en la ya citada polémica metodológica mantenida
Se ha pasado así, dentro de la perspectiva regional de la escuela fran­ por Otto Schlüter y Alfred Hettner, y, más concretamente, en la obra
cesa, de un entendimiento restrictivamente natural y fisionómico de la de este último93, cuyos planteamientos difieren sensiblemente, aunque
región, con la consiguiente subordinación de los datos humanos, a otro compartan ciertos criterios, de los procedentes de la línea vidaliana.
entendimiento más complejo en el que la unidad regional se concibe como El pensamiento hettneriano aporta, en efecto, una rigurosa conside­
un modo de cohesión espacial fundamentalmente dependiente de las capa­ ración sobre las coordenadas epistemológicas del conocimiento geográfico.
cidades de coordinación funcional, variables a su vez con el grado de Se trata, en este caso, de una definición abiertamente corológica de la
desarrollo económico y social, de los centros urbanos. Los fenómenos de cientificidad geográfica que pospone claramente el horizonte ecológico que,
centralidad, de nodalidad, de polarización se sitúan así ahora en el núcleo como vimos, ocupaba un lugar relativamente importante en el plantea­
del entendimiento geográfico regional. Y esta modificación del entendi­ miento regional vidaliano. Porque, frente al entendimiento de la geografía
miento regional conlleva asimismo, por otra parte, una sensible corrección como ciencia de relaciones propuesta por la perspectiva sistemática — en­
de los términos explicativos inicialmente propuestos. A la vez que se tendimiento también presente, aunque con distinto alcance, dentro de la
tiende a abandonar el entendimiento natural de la región — entendimiento concepción regional de la escuela francesa— , Hettner se sitúa, siguiendo,
particularmente adecuado para soportar la explicación ecológica propuesta como advierte Richard Hartshorne, el enfoque articulado por el pensamien­
por Vidal de la Blache— , se introducen nuevas dimensiones explicativas
to kantiano, en una línea cognoscitiva que resuelve la definición del co­
más acordes con la consideración funcional de la misma. Así, manteniendo
nocimiento geográfico en términos de ciencia del espacio94. Y , en esa
la primacía atribuida al estudio de unidades regionales — único campo
en el que, según Juillard, el geógrafo «alcanca su plena identidad» 91— , línea, la propuesta epistemológica hettneriana aparece como una verdadera
dentro de la escuela francesa se produce un claro abandono de la expli­ culminación, sin ambigüedades ni concesiones, de la perspectiva corológica
cación en términos ecológicos y una penetración de criterios explicativos del conocimiento geográfico.
que, intentando responder debidamente a las complejas situaciones urbanas Partiendo de una concepción unitaria de la ciencia — «la ciencia en
e industriales ahora estudiadas, remiten a la consideración de una «lógica sí misma es una sola»— y afirmando que, dentro de la diversificación
interna» regional basada en la articulación funcional de la jerarquía urbana producida por su creciente desarrollo, «cada ciencia ha de tener su campo
y en la caracterización de los flujos actuantes 92. de investigación donde sus cultivadores puedan trabajar con métodos de­
terminados y propios», la intención del planteamiento hettneriano es pre­
* * * cisamente delimitar el campo de-investigación específicamente geográfico,
definir el lugar ocupado por la geografía dentro del sistema lógico de las

88 Juillard, E.: Op. cit., p. 487. El subrayado es del autor.


89 Ibid., p. 487. El subrayado es del autor. 93 Cfr. Hettner, A.: Die Geographie.-.., op. cit., passim.
90 Ibid., p. 492. El subrayado es del autor. 94 Cfr. Hartshorne, R. (1958): «The Concept of Geography as a Science of Space,
» Ibid., p. 483. from Kant and Humboldt to Hettner», Annals' o f the Association of American
92 Cfr. Ibid., especialmente pp. 483491. Geographers, X L V III, 2, pp. 97-108, especialmente pp. 105-107.

(
72 El pensamiento geográfico 2. El pensamiento geográfico clásico 73

ciencias95. En su opinión, la geografía no puede definirse como «ciencia y geografía regional. Ambas deben ocuparse simultáneamente, aunque en
general de la tierra» — definición bastante próxima a la que propone, distinto grado, de fenómenos generales y particulares; y, además, no hay
por ejemplo, Jean Brunhes al afirmar que la geografía humana estudia razón para suponer que la primera deba ser únicamente analítica y la
la «superficie humana, o más exactamente todavía, humanizada de nuestro segunda exdusivamente sintética. «En realidad — afirma Hettner— ambas
planeta»56— , ya que esa definición «rompe la homogeneidad de la ciencia» son partes equivalentes del saber geográfico; no existe entre ellas diferen­
y hace que el conocimiento geográfico aparezca con una caracterización cias de rango» 102. Sin embargo, esa equivalencia se consigue, según el
inevitablemente dual; además, esa definición — que «no es lógicamente mismo autor, sólo en la medida en que sea predsamente la concepción
posible», que «no tiene fundamento histórico» y que «en la práctica es corológica, ejemplarmente presente en la perspectiva regional, la que
dañina»— es responsable «de la extensión de la geografía sobre terrenos domine y delimite todos los ámbitos del conocimiento geográfico. Con lo
extraños y de la superficialidad causada por e$ta extensión» 91. que se afirma, aunque de forma más matizada y argumentalmente justi­
Dentro del sistema de las ciencias, primeramente subdividido — si­ ficada que en el caso francés, la primordial importancia del horizonte
guiendo el criterio de Auguste Comte58— en ciencias abstractas y ciencias regional o corológico como definidor del espacio epistemológico específico
concretas, la geografía se encuentra, según el planteamiento hettneriano, y diferendal del conocimiento geográfico. Porque la geografía general
entre las ciencias concretas que dirigen su atención hacia «la ordenación ' — que «siempre corre el riesgo de perder de vista el aspecto corológico
de las cosas en el espado»: son las dendas corológicas, las ciendas que y convertirse en una ciencia objetiva»— «adquiere una completa autonomía
estudian la dimensión espadal que, junto a las dimensiones objetiva y cro­ frente a las vecinas ramas del saber sólo si se configura corológica-
nológica — respectivamente atendidas por las dendas sistemáticas e his­ mente»103.
tóricas— , completa la caracterizadón tridimensional de la realidad La geo­ Así se resuelve la dicotomía: sin llegar a los extremos instrumentali-
grafía encuentra así un horizonte epistemológico específico y lógicamente zadores posibilitados por el discurso regional de la escuela francesa, el
delimitado que remite al estudio de la ordenadón espadal de la superfide planteamiento hettneriano considera que sólo la perspectiva corológica
terrestre, al estudio de las distribudones espadales y de las diferendas puede salvaguardar el contenido geográfico de la geografía general. En la
locales de esa superficie. «La geografía es la denda corológica de la geografía regional se encuentra «con toda su validez la propia esencia de
superficie terrestre», o, dicho con otras palabras, «la cienda de la superfide la cienda geográfica» 104. «El geógrafo que no se preocupe del conocimiento
terrestre según sus diferencias regionales» 10°. La geografía consigue de de regiones — añade Hettner— , corre siempre el peligro de quedarse
esa forma un objeto de estudio propio — objeto de estudio configurado desprovisto, por completo, del fundamento geográfico. El solo conoci­
principalmente por «hechos» y no por meras «reladones» que, por sí mis­ miento de regiones, sin la Geografía general, es imperfecto, pero continúa
mas, obligarían al conocimiento geográfico a mantener una «existenda siendo geográfico. En cambio, la Geografía general, sin el conocimiento
parasitaria» 101— y consigue también, en consecuencia, una ubicadón ló­ de las regiones, de ningún modo puede cumplir la misión de la Geografía
gicamente determinada en el sistema de las dendas. Así puede afirmarse, y con facilidad se sitúa fuera del ámbito de la disciplina» 105. El enten­
en suma, la definición regional o corológica del conocimiento geográfico dimiento regional aparece, por tanto, como soporte epistemológico de
sin renundar, como tiende a hacerlo la ya comentada dinámica intuidonista toda la cientifiddad geográfica: porque los estudios «que no tienen en
de la perspectiva regional francesa, a sus pretensiones estrictamente cien­ cuenta las diferencias locales de la superficie terrestre, o que las consi­
tíficas. deran únicamente como fenómenos perturbadores, no pertenecen a la geo­
E l pensamiento hettneriano señala, por otra parte, la inconvenienda grafía» 106. El conocimiento geográfico, definido en términos corológicos,
de aceptar la existencia de una separación tajante entre geografía general se dirige entonces hacia la consideración de todas las «formas de com­
portamiento de la realidad» — tanto naturales como humanas— existentes
95 Cfr. Hettner, A.: «Das Wesen und die Methoden der Geographie», op. cit., sobre la superficie terrestre: sin identificarse estrictamente con ninguna
pp. 545-546.
96 Brunhes, J.: «Du caractére propre...», op. cit., p. 11.
97 Hettner, A.: «Das Wesen und die Methoden der Geographie», op. cit. pp. 102 Hettner, A.: «La sistemática de la Geografía. Geografía General y Geografía
548-549. Regional». Traducción de A. Plans y P. Plans (traducción de Hettner, A.: Die Geogra-
98 Cfr., por ejemplo, Comte, A. (1844): Discurso sobre el espíritu positivo. Ver­ pbie..., op. cit., Sexta parte, Cap. 7, «Das System der Geographie. (Allgemeine Geo­
sión y prólogo de J. Marías, Madrid, Alianza (El Libro de Bolsillo, 803), 1980, graphie und Landerkunde)», pp. 398-404), Didáctica Geográfica, 1, 1977, pp. 33-38,
pp. 122-128. p. 35.
99 Cfr. Hettner, A.: «Das Wesen und die Methoden der Geographie», op. cit., i» Ibid., p. 35.
pp. 549-552. i“ Ibid., p. 35.
100 Ibid., p. 553. 1“ Ibid., p. 35.
101 Cfr. Sauer, C.: Op. cit., p. 31. ios Hettner, A.: «Das Wesen und die Methoden der Geographie», op. ctt., p. 553.

(
74 El pensamiento geográfico 2. El pensamiento geográfico clásico 75

de las dos, la geografía aparece simultánea e indisociablemente caracte­ de entendimiento más próximos a la perspectiva regional— , el paisaje
rizada como, «ciencia de la naturaleza» y «ciencia del hombre» l07. geográfico, noción profundamente vinculada a la geografía física y, más
Y estas dos perspectivas sólo pueden unificarse coherentemente, en concretamente, a la geomorfología, configura un campo de estudio exclusi­
opinión de Hettner, dentro.del planteamiento corológico: si la conside­ vamente referido a los aspectos visibles, de forma que, en consecuencia,
ración de la naturaleza y del hombre dentro de un entendimiento general quedarían excluidos del estudio de los «paisajes culturales» todos los
o sistemático conduce inevitablemente, malogrando la pretensión unifica- hechos de organización y de actividad humana no material que no queden
dora, a una caracterización dual del conocimiento geográfico, ese dualismo reflejados visiblemente en la superficie terrestre. Este entendimiento res­
no se produce cuando se plantea «la concepción de la naturaleza y del trictivo del paisaje conlleva la aplicación de un método morfológico, diri­
hombre desde el punto de vista corológico», ya que esa concepción «re­ gido tanto a determinar la distribución y las asociaciones de las categorías
sulta igual en todos sus puntos fundamentales, y no permite hablar de de formas y fenómenos como a delimitar sus procesos de cambio en el
dos direcciones distintas dentro de la geografía» 108. La definición coro- tiempo. Por ello podría decir Hermann Lautensach posteriormente, al
lógica de la geografía se presenta así, en suma, como justificación episte­ resaltar la notable influencia ejercida por el pensamiento schlüteriano
mológica de su ubicación intermedia entre el campo de los conocimientos — tanto en Alemania como, por ejemplo, en el ámbito norteamericano, a
naturales y el campo de los conocimientos humanos — ubicación que en­ través de la obra de Cari Sauer— , que «Schlüter fundó la geografía cul­
cuentra, sin embargo, «ciertas incompatibilidades prácticas»109— y, en tural moderna sobre bases comparables a las de la geomorfología» .
relación con ello, como garantía de su pretensión unitaria. La unidad del Aunque posteriormente nos ocuparemos de forma más detallada de
conocimiento geográfico, que se considera irremediablemente amenazada la repercusión de las perspectivas paisajísticas en el campo específico
en los planteamientos de la geografía general, se encuentra, por tanto, de la geografía física, hay que advertir ahora, sin embargo, que la noción
decididamente afirmada en la concepción corológica — en la perspectiva de paisaje manejada por la escuela alemana — noción gradualmente mati­
regional— propuesta por el pensamiento hettneriano. zada— tiende a distanciarse progresivamente de su inicial entendimiento
Dentro del pensamiento clásico alemán se inscribe también la deno­ meramente fisionómico, separándose así también, por añadidura, del en­
minada geografía del paisaje. Esta perspectiva, asimismo ubicada en unas tendimiento, también resuelto en términos fisionómicos, propuesto para
coordenadas cognoscitivas de signo corológico, considera que los paisajes esa noción por la escuela francesa. Por otra parte, hay que señalar asi­
configuran el objeto específico y diferencial del conocimiento geográfico. mismo que, aunque frecuentemente se ha afirmado su supuesta identidad,
En esta línea, se ha producido una dinámica que, partiendo de una con­ no siempre tienden a coincidir la noción alemana de paisaje y la noción
sideración predominantemente fisionómica del paisaje — la consideración francesa — más propensa que la alemana a la caracterización paisajística—
propuesta, por ejemplo, por Sigfried Passarge y Otto Schlüter uo, y seve­ de región. Directamente enraizada en los planteamientos de la geografía
ramente criticada por Hettner111— , ha desembocado en planteamientos física, la noción alemana de paisaje configura, en efecto, un campo de
más complejos y matizados en los que el paisaje se entiende, ante todo, estudio que, aunque pueda aproximarse en ciertos aspectos — y en unos
como una unidad espacial conceptuahnente definible en términos formales, autores más que en otros— , al delimitado por la perspectiva regional de
funcionales y genéticos. la escuela francesa, muestra suficientes rasgos diferendadores como para
La concepción corológica de Hettner — que considera que la geografía definir una tendencia característica y diferenciable dentro del panorama
no puede encontrar la razón de su unidad en la apariencia del paisaje, regional o corológico de la geografía clásica.
sino en el carácter interno y complejo de las unidades territoriales reco­ Así, por ejemplo, los planteamientos de Cari Troll, sensiblemente in­
nocidas— se opone, en efecto, a algunas de las primeras definiciones fluyentes en las formulaciones geográficas posteriores, expresan con cla­
fisionómicas del paisaje y, en particular, a la propuesta por Schlüter y ridad el alcance pretendido por la denominada «ciencia del paisaje» .
Passarge. Según Schlüter — y la opinión es inicialmente compartida por Los paisajes, que configuran, según el autor, el objeto específico de la
Passarge, autor que, sin embargo, aceptará posteriormente otros modos ciencia geográfica — «con los paisajes la Geografía ha encontrado su objeto
propio, un objeto que ( ...) no le puede disputar ninguna otta ciencia» 114— ,
aparecen como unidades espaciales — «unidades dé una taxonomía geo-
107 Cfr. Ibid., pp. 553-555.
108 Ibid., p. 554.
109 'Ibid., p. 554. 112 Lautensach, H. (1952): «Otto Schlüter Bedeutung für die Methodische Entwic-
110 Cfr., por ejemplo, Passarge, S. (1919-1920): Die Grundlagen der Landschaft- klung der Geographie», Vetermanns Geographische Mitteilungen, XCVI, pp. 219-231.
kunde, Hamburgo, L. Friederischen, 2 vols.; Schlüter, O. (1920): «Die Erkunde in 113 Troll, C. (1950): «Die Geographische Landschaft und ihre Erforschung», Studium
ihrem Verhaltnis zu den Natur- und Geisteswissenschaften», Geographische Anzeiger, Generóle, I II , 4-5, pp. 163-181, p. 163. (Artículo traducido en este libro: cfr. C. Troll:
X X I, pp. 145-152 y 213-218. «El paisaje geográfico y su investigación».)
111 Cfr., por ejemplo, Hettner, A.: Die Geographie..., op. cit., pp. 128-129. »+ Ibid., p. 163.

V f
i
( (
76 El pensamiento geográfico 2. El pensamiento geográfico clásico 77

gráfica» 115— articuladas fisionómica y funcionalmente. Y los paisajes pue­ pesar de sus indudables problemas epistemológicosm, muestran, tanto
den ser, dependiendo de «la importancia de la intervención del hombre»116, en sus formulaciones más estrictamente regionales como en sus trayecto­
paisajes naturales o paisajes culturales. Ambas modalidades de paisaje deben rias basadas en el estudio de paisajes, una consistencia bastante superior
configurar, por tanto, el espacio cognoscitivo, entendido en términos re­ a la de otras perspectivas nacionales de signo parecido. Y , en el dominio
gionales o corológicos, de la ciencia geográfica: «científicamente conside­ concreto del estudio de paisajes naturales — dominio al que la investiga­
rado, el paisaje es ( ...) un concepto de Geografía Regional y Compara­ ción alemana ha dedicado una decidida atención, como demuestran, entre
tiva» ílr. „ otros, trabajos como los de S. Passarge, H. Bobek, J . Schmithüsen o
Y, refiriéndonos a otro ejemplo suficientemente significativo, los plan­ C. Troll— , se tiende gradualmente a identificar las unidades de paisaje
teamientos de H. Bobek y J . Schmithüsen sobre la definición y la ca- con sistemas ecológicos complejos. Se articula así un planteamiento en
racterÍ2ación del paisaje muestran asimismo Ja compleja especificidad de el que el horizonte cognoscitivo corológico se dirige preferentemente hacia
la perspectiva comentada. «La Geografía del Paisaje — advierten expre­ el estudio de unas unidades espaciales — unidades de paisaje— que, en
sivamente, contradiciendo la generalizada adscripción ideográfica de los distintas escalas, manifiestan caracterizaciones y funcionamientos ecoló­
horizontes corológicos— procede de forma normativa (o nomotética), com­ gicos tipológicamente diferenciables.
parando las distintas partes de la superficie terrestre y ordenándolas en
* * *
tipos y géneros haciendo abstracción de sus peculiaridades individuales» m .
El paisaje puede definirse, según los mismos autores, a partir de su es­
tructura y de su dimensión espacial — es decir, a partir de su «imagen», La búsqueda de la identidad científica del conocimiento geográfico se
que comprende fisionomía y estructura— , a través de su trama funcional plantea también en Estados Unidos con más intensidad y rigor que en
o dinámica interna — a partir de su «ecología»— , y, finalmente, a partir la escuela francesa, quizá como resultado del peculiar proceso de conso­
de su historia o de su génesis m . Estos tres puntos de vista, que conllevan lidación académica de la enseñanza geográfica en las universidades norte­
el empleo de tres modalidades diferentes de investigación — la fisionómica, americanas — con frecuencia partiendo de la geología— , quizá como ex­
la ecológica y la histórica— , son los que permiten aprehender la carac­ presión de una mayor preocupación epistemológica, no exenta, en ocasiones,
terización del paisaje. E l. paisaje, fragmento o sector de la superficie te­ de cierta desenvoltura y de la expresa intención de llegar a las últimas
rrestre, aparece como «un sistema dinámico con estructura espacial»120. consecuencias de lo enunciado.' E l panorama de la geografía clásica nor­
Y «los objetivos fundamentales del análisis geográfico del paisaje son teamericana se ha mostrado considerablemente receptivo a los nuevos
derroteros conceptuales seguidos por los geógrafos europeos, traduciéndose
descubrir el orden dentro de la multiplicidad y desentrañar y explicar con
en ese panorama, con diversa resonancia, los planteamientos — y las po­
claridad el entramado de relaciones recíprocas que en él se dan» 121.
lémicas— que hemos comentado anteriormente. Y, en este sentido, el
Este planteamiento — en el que se detecta ya claramente la utilización
pensamiento geográfico alemán, con sus diversas perspectivas, ha ejercido
de algunas directrices vinculadas al entendimiento analítico de la cien­ una notab’e influencia sobre la geografía clásica norteamericana. Al con­
tificidad del que nos ocuparemos posteriormente— resulta significativo trario de lo que sucede con las propuestas regionales de la escuela francesa
porque propone una definición de la perspectiva corológica que, además — Etienne Juillard recuerda, por ejemplo, el escaso eco obtenido por esas
de mostrarse bastante matizada, intenta integrar algunas de las preten­ propuestas en Estados Unidos123— , las concepciones regionales o coro-
siones definitorias de la racionalidad científica positiva. Las coordenadas lógicas alemanas dejaron una nítida huella en los planteamientos de la
cientifistas en las que se desenvuelve la escuela alemana — resaltadas geografía clásica norteamericana. Pero, junto a esa receptividad y a esa
además, en el caso de la geografía del paisaje, por su directa filiación influencia, los geógrafos norteamericanos de la primera mitad del siglo
naturalista— posibilita, en suma, unas articulaciones corológicas que, a aportan un prolongado y profundo esfuerzo de clarificación de las coor­
denadas epistemológicas, que se desenvuelve asimismo en una línea de
progresivo desplazamiento de las perspectivas positivistas y sistemáticas
«s Ibid., p. 163.
u<¡ Ibid., p. 164. y, recíprocamente, de creciente consolidación de las posturas corológicas,
117 Ibid., p. 164. dinámica en la que no faltan, sin embargo, motivos de diversidad interna.
118 Bobek, H., Schmithüsen, J. (1949): «Die Landschaft im Logischen System der
Geographie», Erdkunde, I II , 2-3, pp. 112-120, p, 113. (Artículo traducido en este 122 Cfr., por ejemplo, Liáis Gómez, A. (1980): El geógrafo español, ¿aprendiz de
libro: cfr. H. Bobek, J . Schmithüsen: «El paisaje en el sistema lógico de la geografía».) brujo? Algunos problemas de la geografía del paisaje, Barcelona, Universidad de Bar­
i» Cfr. Ibid., p. 113. celona (Geo-Crítica. Cuadernos Críticos de Geografía Humana, 25), especialmente
m Ibid., p. 120.
m Ibid., p. 120. pp. 9-15.
123 Cfr. Juillard, E.: Op. cit., p. 483.

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78 El pensamiento geográfico 2. El pensamiento geográfico dásico 79

E l panorama de la geografía norteamericana muestra, en las dos pri­ superficie terrestre m , atribución que el propio autor considera «ingenua»
meras décadas del siglo xx, tanto una influencia dominante del pensa­ o natural: «la Botánica — escribe Sauer— es el estudio de las plantas y
miento davisiano — John Leighly ha comentado con cierta ironía cómo la Geología de las rocas, porque estas categorías de hechos son evidentes
a lo largo de sus estudios en Michigan se le impuso por tres veces con­ para toda inteligencia que se haya ocupado del estudio de la naturaleza. En
secutivas la lectura de los Geographical Essays de Davis m— como un el mismo sentido, las áreas o los paisajes son el campo de estudio de la
cierto liderazgo de la Universidad de Chicago, desde donde Ellen Churchill Geografía, porque se trata de una tesis no sofisticada, ingenua. ( ...) El
Semple se erige en introductora y defensora del discurso ratzeliano. Ello hecho de que todo escolar sepa que la Geografía suministra información
significa, en el horizontg epistemológico, la aceptación de las .relaciones sobre los diferentes países es suficiente para establecer la validez de esta
entre el medio y los organismos vivos como campo de estudio geográfico, definición» U9. Esas unidades espaciales — para las que Sauer prefiere, si­
y de las coordenadas del razonamiento evolucionista, con su teoría de la guiendo a Schlüter, la denominación de paisajes— se consideran constitui­
adaptación, como articulación explicativa. Y ésta es precisamente, como das por una distinta asociación de formas tanto físicas como culturales :
ya hemos señalado, la línea que aparece prolongada, con algunos matices, y, consiguientemente, a la vez que suscribe un entendimiento de las formas
por el pensamiento de autores como Barrows o Taylor. como componentes estructurales del paisaje y que, en relación con ello,
E l afloramiento y el posterior desarrollo de las perspectivas regionales afirma que la equivalencia funcional se traduce en similaridad de formas
o corológicas norteamericanas se plantean al mismo tiempo como un modo de las diferentes estructuras paisajísticas, Sauer defiende, siguiendo tam­
de alineación con las nuevas coordenadas cognoscitivas europeas — y, en bién de cerca en este caso las propuestas schlüterianas, la aplicación del
particular, con las alemanas— y como una forma de respuesta frente a las método morfológico al estudio de los paisajes. Porque la aplicación del
propuestas ecológicas dominantes. «La doctrina biológica de la adaptación método morfológico — aplicación fecunda, en su opinión, en el dominio
— señala, por.ejemplo, John Leighly— , principio físico y, por tanto, ra­ de los conocimientos sociales— resulta particularmente idónea para es­
cional, 'fue la creadora del determinismo del medio. Pero la cultura no tudiar las formas que constituyen las unidades de paisaje: y, en la medida
es una función biológica: desde cualquier punto de vista racional, muchos en que esos paisajes configuran precisamente el campo de estudio específi­
de sus productos son monstruosidades» as. Y , en el propio Departamento camente geográfico, no parece extraño que Sauer asegure, expresando su
de Geografía de Chicago, Robert S. Platt se preocupó insistentemente pretensión cientifista — y la conexión de ese cientifismo con el actuante
por borrar las huellas ambientalistas o deterministas dejadas por las con­ en el seno de la geomorfología— , que «es la disciplina morfológica la
cepciones geográficas de signo evolucionista06. Pero no por reaccionar que hace posible la organización de los campos de la geografía como ciencia
al unísono contra lo que Sauer denominó «la concepción de la geografía positiva» 131.
como estudio de las relaciones con el medio» m, son coincidentes las De esa manera, afirmando explícitamente el «significado genérico del
propuestas regionales o corológicas norteamericanas. Los puntos de des­ paisaje» — «cualquiera que sea la opinión que uno tenga de la ley natural,
acuerdo son numerosos, y a veces fundamentales. Puede así distinguirse, nomotética, general o relación causal, una definición del paisaje como sin­
al menos, entre la perspectiva de la Universidad de Berkeley, sustancial­ gular, desorganizado o no relacionado no tiene validez científica 132, opinión
mente articulada en torno a la figura protagonista de Cari Ortwin Sauer, compartida por John Leighly al advertir que «cuando sólo se expone el
más «paisajista» y fisionomista — directamente emparentada con las for­ caos de los acontecimientos (y se lleva hasta sus últimas consecuencias la
mulaciones de Schlüter— , y la propuesta regional de Richard Hartshorne, enumeración de los individuos) resulta ininteligible para la mente» U3-—,
claramente vinculada a las elaboraciones hettnerianas. Sauer propone una concepción en la que la articulación del «contenido
Es Cari Sauer — y no Hartshorne, a pesar de lo que frecuentemente científico total de la geografía» responde a la definitoria finalidad de es­
se ha afirmado después— quien primeramente atribuye a la geografía, tudiar, desde distintos puntos de vista — tanto actuales como históricos— ,
dentro del pensamiento clásico norteamericano, la finalidad específica del la caracterización formal que en cada caso define la constitución unitaria
estudio de la «areal differentiation», de la diferenciación en áreas de la del paisaje U4.
124 Cfr. Leighly, J. (1979): «Berkeley. Drífting into Geography in the Twenties», 128 Cfr. Sauer, C. (1925): «The Morphology of Landscape», en Leighly, J., Ed.
Annals o f the Association of American Geographers, LXIX, 1, pp. 4-9, p. 4. (1963): Land and Life. A Selection from the Writings of Cari Ortwin Sauer, Berkeley
125 Leighly, J. (1937): «Some Comments on Contemporary Geographie Methods», y Los Angeles, University of California Press, pp. 315-350, p. 316.
Annals of the Association of American Geographers, X X V II, 3, pp. 125-141, p. 140. 129 Ibid., pp. 316-317.
126 Cfr. Platt, R. S. (1948): «Determinism in Geography», Annals of the Associa­ 130 Cfr. Ibid., pp. 325-326.
tion of American Geographers, X X X V III, 2, pp. 125-132; Platt, R. S. (1948): «En- ui Ibid., p. 344.
vironmentalism versus Geography», American Journal o f Sociology, L ili, March, i s Ibid., p. 323.
pp. 351-358. 133 Leighly, J.: «Some Comments...», op. cit., p. 127.
127 Sauer, C.: Op. cit., p. 31. 134 Cfr. Sauer, C.: «The Morphology of Landscape», op. cit., pp. 343-344.

‘V

(
80 El pensamiento geográfico 2. El pensamiento geográfico dásico 81

Las formulaciones de Cari Sauer se dirigen decididamente hada el es­ plicación de los hechos que caracterizan el 'área cultural, «ningún tipo
tudio de los paisajes culturales. Porque, asumiendo y prolongando las di­ de causalidad tiene preferencia sobre otro» 142.
rectrices establecidas por el pensamiento geográfico alemán, Sauer advierte Esta línea de aproximación — que es, según Sauer, «geográfica tanto
que «la transformadón del paisaje natural en paisaje cultural» proporciona en sus métodos como en sus objetivos»— debe utilizar, además del mé­
«un programa satisfactorio» que permite que el conocimiento geográfico todo morfológico, «un método adicional, el específicamente histórico»,
dedique — respondiendo así a las pretensiones unitarias e integradoras que permita estudiar adecuadamente la dinámica evolutiva del paisaje cul­
tan insistentemente planteadas dentro de la perspectiva regional o coroló­ tural143: la concepdón saueriana aparece así impregnada de un nítido his-
gica dásica— igual atención a los hechos humanos o culturales que a los toridsmo — similar, por lo demás, al actuante en otras modalidades del
hechos físicos135. Aludiendo a las perspectivas geográficas generales o entendimiento dásico de signo regional o corológico— que contribuye
sistemáticas, Sauer critica la línea de pensamiento caracterizada por «el de forma importante a delimitar sus coordenadas epistemológicas y meto­
intento de tratar de limitarse al estudio de úna relación causal particular dológicas. «La geografía cultural — resume Sauer— implica ( ...) un pro­
entre el hombre y la naturaleza»13é. Esta postura, a la que denomina grama que está unificado con el objetivo general de la geografía: esto es,
«geografía humana» — y en la que se inscribe Harían H. Barrows, a un entendimiento de la diferenciación en áreas de la tierra. Sigue siendo
quien Sauer contradice expresamente— , es rechazada por el pensamiento en gran parte observación directa de campo basada en la técnica del aná-
saueriano, ya que, según sus criterios, no reúne los requisitos epistemo­ lisis morfológico desarrollada en primer lugar en la geografía física. Su
lógicos y metodológicos necesarios para garantizar una cientifiddad rigurosa: método es evolutivo, específicamente histórico hasta donde lo permite
y esto es así porque «ningún campo científico se expresa a través de una la documentación, y, por consiguiente, trata de determinar las sucesiones
relación causal particular», y porque la perspectiva criticada carece tanto de cultura que han tenido lugar en un área» 144. Se trata, en suma, de una
de objetos de estudio factuales — «no hay selección de fenómenos, sino concepdón «que encuentra sus problemas metodológicos principales en la
tan sólo de reladones»— como de método propio 137. estructura del área» y cuyos objetivos inmediatos se refieren a «la descrip­
Frente a esa perspectiva, la geografía cultural propuesta por Sauer ción explicativa de los hechos de la ocupación del área considerada» 145.
— «un capítulo de la geografía en su sentido amplio y siempre el último Resulta tan elocuente como significativo, por otra parte, el testimonio
capítulo» 138— se inscribe deddidamente en un planteamiento corológico aportado por Leighly sobre la credente insatisfacción saueriana ante la
— la geografía es, ante todo, «dencia de las regiones»— que «parte de práctica de los estudios regionales, a los que ya en 1934 consideraba
una descripción de los rasgos de la superficie terrestre para llegar, me­ «insulsos o difusos», e incapaces de formular problemas 14é. Y a este fuerte
diante un análisis de su génesis, a una dasificación comparada de las critidsmo se sumaría demoledoramente el propio John Leighly — colabo­
regiones» 139. Así, prolongando los criterios metodológicos aplicados en el rador directo de Sauer y deddidamente partidario de una cientificidad
estudio de los paisajes naturales — toda geografía es geografía física en la geográfica resuelta en términos naturalistas— en su importante artículo
medida en que el hombre confiere «expresión física al área»140— , la sobre «el método geográfico contemporáneo» 147, importante tanto por las
geografía cultural se ocupa predsamente de las unidades espaciales — paisa­ tesis críticas en él sostenidas como por haber coadyuvado a desencadenar
jes culturales o áreas culturales— cuya caracterización depende principal­ la reflexión teórica de Richard Hartshorne. Según Leighly, la heterogenei­
mente de las actuadones humanas. «La geografía cultural — escribe dad de contenidos de las unidades espaciales — heterogeneidad que sirve
Sauer— se interesa, por tanto, por las obras humanas que se inscriben en de «pretexto» para emprender su estudio sintético— priva de toda via­
la superficie terrestre y le imprimen una expresión característica. El área bilidad científica a la descripción regional y la convierte en simple «des­
cultural constituye así un conjunto de formas interdependientes y se dife­ cripción topográfica». En efecto, Leighly afirma que no puede haber
rencia fundonalmente de otras áreas» 141. Y , rechazando la concepdón ninguna ciencia que opere a través de la síntesis de hechos seleccionados
ecológica que atiende prioritaria o exdusivamente a las relaciones causales arbitrariamente: «se puede tener un cuerpo de doctrina que opere de esta
entre hombre y medio, el planteamiento saueriano afirma que, en la ex­ forma, pero es más un culto que una ciencia», conduye tajantemente Ms.
Y si ya Sauer, sumando a su ya comentada pretensión dentifista un derto
135 Cfr. Sáuer, C.: «Cultural Geography», op. cit., p. 32.
136 Ibid., p. 30. M2 Ibid., p. 33.
137 Ibid., p. 31. as Ibid., p. 33.
138 Ibid., p. 31. i * Ibid., p. 34.
139 Ibid., p. 32. Ibid., p. 34.
M0 Ibid., p. 32. 14í Cfr. Leighly, J.: «Berkeley...», op. cit., p. 8.
141 Ibid., p. 32. 147 Cfr. Leighly, J.: «Some Comments...», op. cit.
ms Ibid., p. 131.

( (

82 El pensamiento geográfico 2. El pensamiento geográfico clásico 83

aire de signo intuicionista y metadentífico, había reconoddo expresamente dásico norteamericano por conferir un estatuto dentífico definido y jus­
la presenda en el paisaje de cualidades estéticas que trascendían la di­ tificado a lá perspectiva regional o corológica.
mensión científica, hasta el punto de que, en su opinión, «una buena Asumiendo explídtamente los fundamentos epistemológic.os definito-
parte del significado del área cae más allá del dominio dentífico», siendo rios de la concepdón hettneriana, Hartshorne afirma que la geografía
así necesaria, junto a la intención científica, la existenda de «un enten­ — ciencia «corográfica»— «trata de considerar, no tipos particulares de ob­
dimiento en un plano superior no reducible a procesos formales» 149, John jetos y fenómenos de la realidad, sino verdaderas secciones de la realidad»:
Leighly, por su parte, modificará los términos de la propuesta saueriana «mientras que los estudios históricos consideran secciones temporales de
al advertir que no hay más sinteticista verdadero que el artista, íya que el la realidad, los estudios corográficos consideran secciones espadales; la
arte es el único modo intelectualmente respetable de aprehensión y de geografía, en particular, estudia las secciones espadales de la superficie de
expresión en forma de síntesis de hechos heterogéneos y arbitrariamente la tierra, del mundo» 154. La geografía así definida es, al igual que la his­
seleccionados. Consiguientemente, la única manera de abordar científica­ toria, una ciencia totalizadora — «el geógrafo completo ideal ( ...) debería
mente los hechos inscritos en el paisaje es aislarlos en «clases interna­ tener que saber todo acerca de cada ciencia que tenga que ver con el
mente mensurables», puesto que las unidades espaciales, por su heteroge­ mundo, tanto de la naturaleza como del hombre» 155— y, por ende, es
neidad, no pueden ser consideradas como categorías explicativas últimas 150. necesario «que la geografía considere no sólo los rasgos y las relaciones
Pero, llevando hasta sus consecuencias más extremas el naturalismo cien- que pueden ser expresados en conceptos genéricos, sino un gran número
tifista que sirve de hilo conductor a su argumentación y dando cabida tam­ de rasgos y relaciones que son, por esencia, únicos» 156.
bién, en relación con ello, al historicismo saueriano, Leighly finaliza sus Todo el saber geográfico debe dirigirse, en consecuencia, hada «un
comentarios con una afirmación significativamente restrictiva: la imposi­ conocimiento completo de la diferendación en áreas de la tierra» 157, de
bilidad del intento de aprehensión «racional» de los hechos culturales y forma que sigue siendo la perspectiva corológica la que delimita específica y
la consecuente necesidad de plantear una comprensión «histórica» de los exduyentemente el horizonte epistemológico de ese saber. La geografía sis­
mismos 151. temática debe limitarse, en opinión de Hartshorne, a estudiar cada elemento
La acalorada discusión provocada, fuera de programa, por el artículo de o complejo de elementos «en fundón de su relación con la diferenciación
Leighly en la reunión anual de 1937 de la Asociación de Geógrafos Ameri­ total de áreas»: por eso no debe abordar «el estudio completo» de los
canos hizo que, como ha manifestado el propio Richard Hartshorne, fenómenos particulares — labor reservada a «la ciencia sistemática corres­
Derwent Whittlesey, entonces editor de los Annals, encargase a este último pondiente»— , sino estudiarlos atendiendo únicamente a «su significación
una puesta a punto metodológica: de ahí surgió el trabajo, publicado dos geográfica» — significación que remite a una cierta «expresión territorial»
años después, sobre «la naturaleza de la geografía» 152. No era la primera que no se manifiesta necesariamente «en términos de extensión física
vez que Hartshorne se planteaba d problema de la delimitación de las sobre el espacio»— o, dicho en otros términos, a «sus propias conexiones
coordenadas del conodmiento geográfico: en 1934, y en dos artículos di­ regionales» y a «las relaciones de sus variadones con aquellos otros rasgos
ferentes, había tenido ocasión tanto de adscribirse a las concepdones que determinan el carácter de las áreas o regiones» 158. Y , en la cúspide
antiambientalistas y de signo regional, como de defender el pleno derecho del conocimiento geográfico, la geografía regional — que debe utilizar con­
geográfico de la geografía política, oponiéndose así al entendimiento saue­ tinuamente, consumándose así la doble relación entre geografía general
riano — y schlüteriano— de un espacio cognoscitivo geográfico restringido y geografía regional propuesta por Hartshorne, «los conceptos y prindpios
a las configuraciones materiales y físicamente visibles153. Ambos puntos generales que proceden de la geografía sistemática» 139— permite integrar
de vista habían de ser ampliamente desarrollados y sistematizados en «todo el conocimiento de las interrelaciones de todas las configuraciones en
T he Nature o f Geography, tras una amplia investigadón en las universi­ lugares determinados», condudendo así a una verdadera «geografía total
de esos lugares» 160. Es por tanto en la geografía regional donde se ex­
dades y bibliotecas alemanas y norteamericanas. La obra de Richard
presa más claramente «el objetivo último de la geografía», y la geografía
Hartshorne representa así la culminadón del esfuerzo del pensamiento
general o sistemática sólo puede «alcanzar el objetivo de la geografía y no

149 Sauer, C.: «The Morphology of Landscape», op. cit., pp. 344-345. 154 Hartshorne, R.: The Nature of Geography..., op. cit., p. 460.
150 Cfr. Leighly, J.: «Some Comments...», op. cit., pp. 140-141. 155 Ibid., p. 462.
151 Cfr. Ibid., p. 140. « Ibid., p. 464.
152 Cfr. Hartshorne, R. (1979): «Notes Toward a Bibliobiography of The Nature 157 Ibid., p. 463.
o f Geography», Annals o f the Association o f American Geographers, LXIX, 1, pp. 63- iss Ibid., p. 465.
76, pp. 63-64 y 69. 159 Ibid., p. 468.
153 Cfr. Ibid., p. 66. i«> Ibid., p. 465.

( C
84 El pensamiento geográfico 2. El pensamiento geográfico clásico 85

desaparecer, absorbida por las otras ciencias», en la medida en que man­ la escuela alemana encabezada por Albrecht y Walter Penck, defensora
tenga «constantemente su relación con la geografía regional» tóI. de una consideración integrada de todos los elementos que definen y dis­
La definición corológica del conocimiento geográfico propuesta por tinguen los diversos sectores de la superficie terrestre, partidaria del
Hartshorne remite, por otra parte, a un entendimiento de la noción de método inductivo y preocupada por la conexión de sus aportaciones con
región que difiere sensiblemente del habitualmente adoptado en otras con­ el resto de la ciencia geográfica. Entre ambas se desarrolla, en estos mo­
cepciones de índole similar. No se entiende esa noción, en efecto, como fiel mentos iniciales' una viva y brillante polémica, que obliga a una continuada
traducción objetiva de una «realidad» regional directamente aprehensible, revisión y depuración conceptual sin la cual no se hubieran elaborado
sino que, por el contrario, situándose en unas coordenadas cognoscitivas trabajos de tanta precisión y trascendencia como Complications of the
que diferencian el horizonte de lo «real» y el horizonte del conocimiento, Geographical Cycle de W. M. Davis 164 o Die morphologische Analyse,
el pensamiento hartshomiano afirma expresamente que las unidades re­ de W. Penck 145.
gionales manejadas por el conocimiento geográfico son siempre «represen­ Aunque los aspectos fundamentales de su teoría del ciclo morfológico
taciones distorsionadas de la realidad» 162. La noción de región es, por ya estaban plenamente elaborados y expuestos antes del año 1900, Davis
tanto, un instrumento cognoscitivo que permite organizar en un sistema siguió realizando hasta su muerte, en 1934, aportaciones sustanciales,
de unidades espaciales el objeto de estudio de la geografía regional. «El suscitadas en gran parte por la necesidad de dar razón de hechos que pare­
objeto directo de la geografía regional — advierte Hartshorne— es el cían contradecir o quedar fuera de su esquema explicativo y de responder
carácter variable de la superficie terrestre — que constituye una unidad a las críticas, que ya insistían sobre el excesivo idealismo, la discutible
simple que sólo arbitrariamente puede ser dividida en partes, las cuales, generalización o el forzado aislamiento de éste. Así, va introduciendo
cualquiera que sea el grado de división, son, como las partes temporales complicaciones debidas a la dinámica de la litosfera o a las diferencias
de la historia, únicas en su carácter total. En consecuencia, los hallazgos climáticas existentes entre unas y otras regiones, pero sin llegar a consi­
de la geografía regional, aunque incluyen interpretaciones de detalle, son, derarlas otra cosa que accidentes, interrupciones o anormalidades que no
en gran parte, descriptivos. El descubrimiento, análisis y síntesis de lo afectan a la validez del modelo general de evolución de las formas m.
único no debe ser rechazado como "mera descripción”; por el contrario, Walter Penck, por su parte, rechaza los postulados básicos de la geo­
representa una función esencial de la ciencia y la única función que puede morfología davisiana, tanto la generalidad del ciclo morfológico como la
realizar en el estudio de lo único. Conocer y comprender el carácter de limitación temporal de la geodinámica que lo desencadena y la identifica­
lo único es conocerlo completamente; no es necesario elaborar proposicio­ ción de su estado final con la consecución de un equilibrio hidrodinámico.
nes universales salvo la ley general de la geografía de que todas sus áreas Mediante la aportación y comparación de multitud de observaciones re­
son únicas» 163. Se trata, como se ve, de una ejemplar presentación de la gionales, propias y ajenas, pone de manifiesto la simultaneidad de tectónica
caracterización epistemológica de la perspectiva regional del conocimiento y acción erosiva, la excepcional dificultad de conseguir en la realidad una
geográfico. situación de equilibrio en los sistemas fluviales y, lo que es más importante,
el diverso funcionamiento de éstos, así como de la dinámica de vertientes,
según sea el clima y la vegetación. Sin embargo, en el modo de análisis
Evolución del -positivismo davisiana e incidencia de los planteamientos inductivo que propone sigue dando una importancia primordial al factor
regionales o corológicos en geografía física
tiempo y no queda dara la forma de considerar integralmente todos los
factores que actúan al mismo tiempo en un sector determinado de la su­
La diferenciación, que acabamos de analizar dentro del panorama de la
geografía clásica, entre unos planteamientos básicamente sistemáticos o perficie terrestre.
generales y otros predominantemente corológicos o regionales se manifiesta La polémica protagonizada por A. Penck y Davis rebrota y se genera­
en el campo de la geografía física en la consolidación, a lo largo del primer liza con motivo de las conferencias pronunciadas por este último en Berlín
tercio de siglo, de dos líneas de pensamiento ya definidas en los últimos en 1908, hasta el punto de que el propio Hettner, desde su perspectiva
años del xix: por una parte, la geomorfología davisiana, entroncada con
el más puro positivismo evolucionista, fundamentalmente deductiva y 164 Davis, W. M. (1904): «Complications of the Geographical Cycle», Compte
proclive en la práctica a desligarse del resto de la geografía; y, por otra, Rendu 8me. Congrés de Géographie (Washington), pp. 150-163. (Comunicación par­
cialmente traducida en este libro: cfr. W. M. Davis: «Complicaciones del ciclo geo­
gráfico».)
“ i Ibid., p. 468. 165 Penck, W. (1924): Morpbological Analysis of Landforms. Translated by H. Czech
i62 Ibid., p. 467. y K. C. Boswell, Londres, McMillan, 1953.
i® Ibid., pp. 467468. 166 Cfr. Davis, W. M.: «Complications...», op. cit.

c
86 El pensamiento geográfico 2. El pensamiento geográfico dásico 87

corológica, critica duramente la generalización y la teorización del sistema ricanos «bajo la influencia preponderante de W. M. Davis»171 con la
davisiano, cargado, a su modo de ver, de errores fundamentales 167. totalidad de la geografía física científica, ya De Martonne lo considera un
Tras la desaparición de sus sistematizadores, las dos posiciones, que ya aspecto de ésta, quizá el más importante y elaborado, pero no el único,
se han manifestado irreconciliables, interrumpen su diálogo y evolucionan y se da cuenta de que no puede funcionar como un sistema cerrado, sino
de forma relativamente independiente. Mientras el davisianismo triunfa que en cada caso concreto ha de integrar datos ajenos, en especial los
y se expande por los países de lengua inglesa y francesa, aunque comienza referentes al clima regional. Sus afirmaciones de que «las aguas corrientes
enseguida a sufrir adaptaciones y reformas, la geografía física alemana no son las únicas responsables de la morfología superficial» y de que «el
pervive en su país de origen y en otros de Europa central y oriental, dominio de las formas de erosión normal abarca sobre todo los países
buscando tenazmente la resolución de sus problemas e insuficiencias me­ cálidos exceptuando los desiertos, ( ...) las montañas y la antigua extensión
diante la asimilación de planteamientos de signo regional o corológico, de los glaciares», y sobre todo su conclusión de que «el clima aparece
vinculados a determinadas perspectivas biológicas y ecológicas y a algunas como factor esencial en la determinación del modelado del reheve» indican
escuelas de la psicología experimental, sobre la base de la noción de paisaje, con claridad una apreciable separación de la idea davisiana de un sistema
introducida, como ya indicamos, por Sigfried Passarge 168. con validez generalm .
Aunque Davis siempre se consideró geógrafo, hasta el punto de que, En esta línea de adaptación y reforma del paradigma del ciclo destacan
según se ha dicho, fue su concepción del campo epistemológico de la geogra­ los trabajos de Henri Baulig y Pierre Birot. E l primero, admitiendo la
fía la dominante en la escuela norteamericana de principios de siglo, sin gran frecuencia de los movimientos corticales y de las variaciones relativas
embargo su definición de la disciplina, en la que se primaba el papel del del nivel de los mares, llega a la conclusión de que todas las configuracio­
medio, llevaba implícita un acotamiento del dominio geográfico y la posi­ nes de la superficie terrestre no son resultado de un ciclo morfológico
bilidad de autonomías sectoriales, que él mismo ya desarrolló en el caso más o menos complejo, sino de una sucesión de ciclos, es decir, son
de la geomorfología. De la misma forma, entre sus continuadores directos, policíclicas 173. Birot, por su parte, introduce un mayor rigor y detalle en
como C. A. Cotton, N. M. Fenneman y A. N. Strahler, se extiende la la observación, ampliando los factores que se deben considerar y acrecen­
duda acerca de la conveniencia de mantenerse dentro de un campo geográ­ tando la complejidad del esquema: para él no existe un modo único y
fico donde la descripción regional ganaba terreno o vincular de nuevo el general de evolucionar el relieve, sino diversos' sistemas zonales o regionales,
estudio del relieve a una ciencia rigurosa y positiva como la geología. cada uno de los cuales se concibe, sin embargo, como una modalidad de
Así, en los países anglosajones la geomorfología es cultivada indistinta­ ciclo morfológico en función del clima y la vegetación m .
mente por investigadores que se consideran geógrafos o geólogos, algunos El desarrollo lógico de estas revisiones, que van siendo tanto más
de los cuales para mantener el carácter sistemático y deductivo de ésta profundas cuanto mejor es el conocimiento de la dinámica interna del
tienden al uso generalizado de métodos cuantitativos 169. planeta y de la diversidad de las condiciones y mecanisrnos bioclimáticos,
Con André de Lapparent y, sobre todo, con Emmanuel de Martonne, aboca en torno a 1950 a posiciones que ya están muy cerca de la ruptura
las ideas davisianas enlazan con la tradición morfoestructural de Emmanuel con el davisianismo. Las más importantes de ellas son las representadas
de Marguerie170 y hacen que la geomorfología adquiera un papel muy por Kirk Bryan y Lester King en los países de expresión inglesa y por
importante en la geografía francesa y en las escuelas influidas por ella. Jean Dresch y André Cholley, en Francia.
Al no haberse resuelto las dificultades que este intento de integración de Kirk Bryan es un decidido defensor de la autonomía de la geomorfolo­
los planteamientos davisianos con el esquema regional clásico y al irse gía, a la que considera una disciplina particular en el marco de las «cien­
incrementando el cuerpo de conocimientos sobre el medio físico, las ideas cias geográficas», dentro de las cuales el nivel básico corresponde a la
cíclicas sufren un continuado proceso de adaptación. Si Lapparent llega a Climatología. Según este autor, el estudio del relieve terrestre ha de fun­
identificar «el nuevo orden de conocimientos» creado por los autores ame- damentarse en una adecuada información climática regional e incluir con
167 Cfr. Dickinson, R. E. (1969): The Makers of Modern Geography, Londres,
el mismo rango que la acción fluvial el análisis riguroso de la dinámica
Rontledge and Kegan Paul, pp. 119-122.
Cfr. Passarge, S. (1926): «Morphologie der Klimazonen oder Morphologie der
171 Lapparent, A. de (1907): Legons de Géographie Vhysique, París, Masson.
Landschaftgürtel?», Vetermanns Geographische Mitteilangen, LX X II, pp. 173-175. (Ar­
tículo traducido en este libro: cfr. S. Passarge: «¿Morfología de zonas climáticas o 172 Martonne, E. de (1913): «Le climat, facteur du relief», Scientia, pp. 339-355.
morfología de paisajes?».) (Artículo parcialmente traducido en este libro: cfr. E. de Martonne: «El clima, fac­
169 Cfr. Strahler, A. N. (1954): «Statistical Analysis in Geomorphic Research», tor del relieve».)
Journal of Geology, 62, pp. 1-25. 173 Cfr. Baulig, H. (1952): «Surfaces d’applanisement», A m ales de Géographie,
170 Cfr. La Noe, G. de, y Marguerie, E. de (1888): Les formes du terrain, París LXI, pp. 245-262.
(s. e.). 174 Cfr. Birot, P. (1949): Essai sur quelques problemes de morphologie generale,
Lisboa, Centro de Estudos Geográficos.

(
88 El pensamiento geográfico 2. El pensamiento geográfico clásico 89.

de vertientes, pero debe realizarse hasta donde sea posible mediante el Con la formulación y difusión de estas ideas a mediados de siglo comienza
uso de métodos cuantitativos que aseguren su sistematicidad científica 175. a articularse, dentro de la escuela francesa, una perspectiva de geografía
Desde estos supuestos, Bryan se muestra escéptico respecto a la posibilidad física, a la cual nos referiremos más adelante, que, partiendo de una
de construir un sistema de conocimientos geográficos integrado con articu­ adscripción expresamente regional o corológica, se distancia y se opone
lación conceptual y metodológica de los análisis de geografía física y geo­ — ya abiertamente— al proceder positivista davisiano, introduciendo no­
grafía humana, no considerando viables más que integraciones parciales en ciones, como dialéctica de fuerzas, interacción, plano de contacto o sistema
casos regionales concretas. abierto, totalmente ajenas a dicho proceder analítico.
El planteamiento de Lester King parte del rechazo de la generalidad Esta renovación conceptual y metodológica tiene una base y unos an­
atribuida por Davis a la «erosión normal», al observar que en la realidad tecedentes propios, a los que acabamos de hacer referencia, pero indudable­
son relativamente excepcionales las condiciones climáticas e hidrológicas mente está influida por los planteamientos que había ido desarrollando la
que hacen posible dicha «normalidad». Considera que la dinámica de ver­ escuela alemana, en la cual los métodos de análisis corológico integrado,
tientes, con sus diversas modalidades, es el mecanismo máximamente ge­ prolongando la línea definida por los Penck, van siendo adaptados y
neralizado y es sobre ella sobre la que han de plantearse los princios gene­ desarrollados a partir de los años diez. Desde Sigfried Passarge179, Otto
rales de la evolución morfológica. De acuerdo con esto, elabora un nuevo y Schlüter180 y Karl Sapper181, que publican sus obras fundamentales alre­
mucho más complejo esquema cíclico, válido para todas las formas mode­ dedor de 1915, el objeto de la geografía física se concibe como el estudio
ladas en contacto directo con la atmósfera176. científico de' las diversas configuraciones resultantes de los intercambios
Por su parte, Dresch, geógrafo esencialmente práctico, pone de ma­ funcionales entre litosfera, hidrosfera y atmósfera que se dan en la super­
nifiesto en sus estudios regionales sobre el Norte de Africa la imposibilidad ficie terrestre; y el método para realizar dicho estudio consiste en la
de generalizar los conceptos davisianós, válidos para la Europa húmeda, observación y el análisis de los fenómenos que ocurren en este plano de
al análisis morfológico de las zonas áridas. Considera que para enfrentarse contacto no aisladamente, sino en su convergencia en la unidad espacial,
con ellas hay que usar un planteamiento de tipo dialéctico, en el que el esto es en el «paisaje». La noción de paisaje, planteada como «totalidad»
relieve se concibe como resultado de la interacción de la estructura geoló­ o «configuración», según el enfoque de la psicología gestaltista, y dotada
gica y unos mecanismos de accionamiento, transporte y sedimentación de una dinámica del tipo definido por los nuevos planteamientos biológicos
condicionados, en cada caso, por los caracteres climáticosI7T. Cholley y ecológicos, es el punto de apoyo para integrar contenidos y se constituye
avanza más y plantea la necesidad de sustituir la metodología davisiana en eje del análisis geográfico. Gracias a esta noción de paisaje ya en 1926
por «un planteamiento más acorde con la realidad» consistente en «tomar Passarge rechaza por insuficiente y poco acorde con la realidad una inter­
en consideración complejos o combinaciones de factores, que se deberían pretación de la morfología terrestre basada en la influencia de las diversas
denominar sistemas de erosión», mediante los cuales, en cada sector de la condiciones climáticas zonales o regionales y propugna una «morfología
superficie terrestre, el clima controla la morfología. Junto a este abandono
de paisajes» 1S2.
de la abstracción generalizadora y esta introducción de planteamientos
Son muy numerosos e importantes los autores, desde K. Burger,
corológicos y funcionalistas, la crítica a Davis llega hasta un aspecto fun­
N. Krebs y L. W aibel183 hasta H. Bobek y J. Schmithüsen I84, a los que ya
damental de su modelo, el finalismo evolucionista: «La noción de ciclo
— dice— está excesivamente impregnada de finalismo» y no se debe con­ nos hemos referido, que van realizando aportaciones teóricas y metodoló­
siderar la evolución geomorfológica «como una marcha hacia un fin deter­ gicas sobre la geografía del paisaje, en la mayoría de las cuales no se da
minado», ya que «cada momento de ella constituye un fin en sí mismo» 17S. un tratamiento específico a los temas de geografía física. Sin embargo, hay

175 Cfr. Bryan, K. (1950): «The Role of Geomorphology in Geographie Sciences», 179 Passarge, S. (1913): Physiogeographie und vergleinchende Landschaftgeographie,
Annals of the Association o f American Geographers, XL, pp. 196-208. (Artículo par­ Hamburgo, Mitteilungen Geographische Gess., 27.
cialmente traducido en este libro: cfr. K. Bryan: «El papel de la geomorfología den­ 180 Schlüter, O.: «Die Erdkunde in ihrem Verhaltnis zu den Natur- und Geist-
tro de las ciencias geográficas».) eswissenchaften», op. cit.
176 Cfr. King, L. C. (1953): «Canons of Landscape Evolution», Bulletin o f the 181 Sapper, K. (1914): «Uber Abtragungvorgange in den regenfeucten Troppen»,
Geological Society of America, pp. 721-746. (Artículo parcialmente traducido en este Geographische Zeitsrift, XX, pp. 5-18 y 81-92.
libro: cfr. L. C. King: «Principios generales de evolución del paisaje».) 182 Cfr. Passarge, S.: «Morphologie...», op. cit.
177 Cfr. Dresch, J. (1941): Recherches sur Vévolution du relief dans le Massif 183 Cfr.'Burger, K. (1935): Der Landschaftbegriff, Dresde, Geographische Stud., 7;
Central du Grand-Atlas, le Haouz et le Sous, Tours, Arrault. Krebs, N (1923): «Natur- und Kulturlandschaft», Zeitsrift der Gesellschaft für
178 Cholley, A. (1950): «Morphologie structurale et morphologie climatique», An­ Erdkunde zu Berlín, pp. 81-94; Waibel, L. (1933): «Was verstehen wir untes
nales de Géographie, LIX, pp. 331-335. (Artículo parcialmente traducido en este libro: Landschaftkunde?», Geographische Anzeiger, XXXIV, pp. 197-207.
cfr. A. Cholley: «Morfología estructural y morfología climática».) 184 Bobek, H., y Schmithüsen, J.: Op. cit.
90 El pensamiento geográfico 2. El pensamiento geográfico clásico 91

algunos, como Hermann L a u ten sa ch H e in rich Schmitthennerm , Hans y sirva de punto de partida a un proceso de reformulación de los estudios
Carol187, K. H. Paffen188 y, sobre todo, el ya citado Cari Troll, que geográficos referentes a los aspectos físicos.
centran sus investigaciones en los componentes físicos del paisaje y des­
arrollan concepciones de gran trascendencia, cuyos rasgos fundamentales
son el establecimiento inicial de una taxonomía corológica, la importancia 'Problemas y dificultades del proyecto cognoscitivo
atribuida a los elementos bióticos (suelos, vegetación) y la asimilación d e la geografía'clásica
generalizada de concentos funcionales elaborados en el dominio de la
ecología. Las perspectivas anteriormente comentadas indican las sensibles dife­
Al mismo tiempo que lo hacen en el campo de las ciencias naturales rencias existentes, dentro del panorama del pensamiento clásico, sobre la
el ruso Sukachev 189 y el inglés Tansley190, ^ roll reconoce la necesidad caracterización epistemológica y la articulación conceptual y metodológica
tanto teórica como práctica de una convergencia entre geografía física y del conocimiento geográfico. Y esas diferencias no hacen sino traducir
ecología, dentro de un planteamiento de la labor científica en el que la las dificultades planteadas, tras la crisis de la racionalidad positivista y evo­
interdisciplinariedad sustituya a la separación rígida entre saberes conce­ lucionista decimonónica, para conseguir una definición de la cientificidad
bidos como sistemas cerrados. En su opinión los paisajes naturales, incluso geográfica internamente coherente y específicamente diferenciada en el
en el nivel corológico más reducido, son «asociaciones individuales» carac­ conjunto de los conocimientos científicos. Las dos grandes perspectivas a
terizadas por «una configuración y una localización determinadas», cuya las que nos hemos referido muestran, en ese sentido, indudables proble­
estructura y dinámica permiten definirlos como ecosistemas o unidades mas y limitaciones. Los partidarios de definir el conocimiento geográfico
topoecológicas. Los elementos de cuya interacción resultan estos sistemas en términos preferentemente generales o sistemáticos disponen de articu­
son el subsuelo y el suelo, que tienen su lugar por debajo de la superficie laciones conceptuales y metodológicas bastante consistentes — y directa­
topográfica, el microclima y el clima, que se dan por encima de dicha mente vinculadas, como vimos, a los planteamientos de las ciencias na­
superficie, y la vegetación, que «se sitúa en el centro» como componente turales y, más concretamente, de las ciencias biológicas— , pero, como
más sensible capaz de manifestar el estado del conjunto y de variarlo contrapartida, se mueven en un horizonte epistemológico que resulta en
en caso de sufrir alguna alteración. El principio básico de la «geoecología» ocasiones difícilmente distinguible como específicamente geográfico. Sucede
que Troll plantea es que «la Naturaleza se regula a sí misma y tiende a así que el campo del conocimiento geográfico adquiere un cierto rigor
recuperar el equilibrio perturbado» 191; de acuerdo con él se disponen, conceptual y metodológico a cambio de diluir las supuestas fronteras que
interactúan y evolucionan los elementos del paisaje natural según unos delimitarían la especificidad de ese conocimiento y de asumir, en conse­
mecanismos básicamente desarrollados a través de los componentes bió- cuencia, una dinámica que, tendiendo a la especialización, plantea graves
ticos del mismo. problemas para el mantenimiento de la generalmente deseada unidad de la
Así, la geografía física alemana encuentra en el replanteamiento de la geografía.
noción de paisaje y en la utilización de las leyes de la ecología la posibi­ Por su parte, los partidarios de delimitar el dominio del conocimiento
lidad de conjugar su perspectiva corológica de filiación naturalista con sus geográfico en términos predominantemente corológicos o regionales inten­
pretensiones científicas. Es lógico que su influencia, favorecida por la cre­ tan encontrar unas coordenadas epistemológicas — las definidas por el cri­
ciente valoración del medio ambiente y de los estudios interdisciplinarios terio corológico— que salvaguarden tanto su especificidad dentro del con­
dedicados a su conservación, sea importante en todas las escuelas europeas junto de las ciencias como su dimensión unitaria. Pero en este caso se
plantean diversos problemas que remiten, por una parte, a la difícilmente
sostenible ubicación de la geografía entre las ciencias naturales y las cien­
185 Cfr. Lautensach, H.: Op. cit. cias humanas — intentando abarcar simultáneamente ambos horizontes— ,
185 Cfr. Schmitthenner, H. (1956): «Die Entstehung der Geomorphologie ais geo­ y, por otra, a las dificultades existentes para articular, en el seno de la
graphische Disziplin», Petermanns Geographische Mitteilungen, C, pp. 257-268.
187 Carol, H. (1956): «Zur Diskussion im Landschaft und Geographie», Geogra- geografía clásica, planteamientos conceptuales y metodológicos interna­
phica Helvetica, pp. 111-113. mente coherentes y científicamente adecuados para abordar la investiga­
188 Paffen, K. H. (1948): «Okologische Landschaftsgliederung», Erdkunde, II, ción corológica propuesta. La pretensión de aunar en una síntesis tota­
pp. 167-174. lizadora — no se ha dudado en definir a la geografía como «una ciencia
*89 Cfr. Sukachev, V. N. (1953): «On the Exploration of the Vegetation of the
Soviet Union», Proced. V II Congr. Int. Botanic. (Estocolmo), pp. 659-660. de síntesis en la encrucijada de los métodos de ciencias distintas» 152— el
180 Cfr. Tansley, A. G. (1935): The use and misase o f vegetational terms and
concepts, Ecology, 16.
192 George, P. (1970): Los métodos de la geografía. Traducción de D. de Bas,
191 Troll, C.: Op. cit.
Barcelona, Oikos-Tau (¿Qué sé?, 96), 1973, p. 5.

c
92 E l pensamiento geográfico 2. El pensamiento geográfico clásico 93

conjunto de los hechos, naturales y humanos, y de las relaciones entre renda de una definición rigurosa y operativa — y que permita, por tanto,
hechos actuantes en las unidades espaciales — regiones, paisajes— consi­ la intercomunicabilidad científica— de las nociones centrales de región
deradas se encuentra, en efecto, con notables problemas. Además de las y de paisaje. Y esta situación se encuentra, en principio, sensiblemente
discutibles — científicamente discutibles— coordenadas holistas que sub- facilitada por unos planteamientos que tienden a considerar que la propia
yacen en este tipo de planteamientos — coordenadas que eluden el carácter objetividad atribuida a las. unidades espaciales consideradas y la consi­
selectivo del conocimiento y que proponen un entendimiento del objeto guiente posibilidad cognoscitiva de aprehenderlas directamente pueden
de estudio como «totalidad» 193— , la pretensión de abarcar unificadora- eximir de la necesidad de acudir a complejas articulaciones conceptuales
mente hechos y relaciones respectivamente inscritos en los dominios de y metodológicas que trasciendan de las operaciones de observación. Las no­
lo natural y de lo humano conlleva la fundamental dificultad de simulta­ ciones de región y de paisaje — que aparecen en la geografía clásica más
near y, sobre todo, de aunar planteamientos referidos a campos de cono­ como nociones que como conceptos, de acuerdo con los criterios expuestos
cimiento que responden — y en términos crecientemente especializados e por Claude Raffestin199— muestran, en efecto, fuertes dosis de indefini­
internamente diversificados 194— a «lógicas» sustancialmente diferencia­ ción y de ambigüedad que se traducen tanto en la proliferación de inter­
das 195. pretaciones subjetivas y heterogéneas como en la inexistencia de criterios
Esta dificultad, que en numerosas ocasiones se ha intentado soslayar coherentes que aseguren un cierto acuerdo en’, el tratamiento de los pro­
mediante la reductora supeditación del conocimiento de lo natural a los blemas planteados — comenzando por el fundamental problema de la deli­
límites’ impuestos por el conocimiento de lo humano — consiguiéndose mitación de unidades espaciales— en la investigación regional o corológica.
así la «unidad», como propone Pierre George, a través de «una doctrina Si Robert B. Hall advertía que «hay tantos conceptos de región como
de la geografía como ciencia humana» 196— , es la que obstaculiza decisiva­ geógrafos regionales» 200, André Meynier podía afirmar, por su parte, que
mente el proyecto unitario e integrador de la perspectiva regional o co­ «la palabra región no tiene, ( ...) hacia 1930, otro sentido que el de una
rológica, y es la que explica, en relación con lo anterior, que muy fre­ porción cualquiera del espacio terrestre», constatando seguidamente que
cuentemente ese proyecto de la geografía clásica haya derivado, en la además «los modos de delimitación de esas porciones se muestran variados
práctica, hacia la mera yuxtaposición — yuxtaposición que subyace clara­ y de desigual interés» 201.
mente, por ejemplo, en el cuestionario propuesto por Albert Demangeon Conviene también señalar, en relación con lo aqterior, que la pers­
para la investigación regional197— de sectores cognoscitivos inconexos. pectiva regional o corológica del pensamiento clásico muestra frecuente­
Y todo ello se relaciona, de forma más o menos directa, con la equívoca mente una notable debilidad metodológica — en buena medida compartida
y frecuente tendencia a suponer que la simultaneidad de la percepción por todo el horizonte cognoscitivo funcionalista 202— que remite asimismo
subjetiva de las áreas consideradas -—regiones o paisajes— puede extra­ a la reiterada hipertrofia de los términos intuitivos y observacionales del
polarse sin problemas hasta el terreno de la explicación de las mismas: discurso geográfico. Y, además, las dimensiones interpretativas y explica­
partiendo de una generalizada confusión entre las dimensiones subjetivas tivas de ese discurso propenden en general a basarse en consideraciones
y objetivas de la unidad afirmada en la «síntesis geográfica», se supone, de índole histórica. A la vez que sigue prestando, coincidiendo en ello con
como advierte Christian Grataloup, que «lo que se ve simultáneamente las formulaciones clásicas de signo general o sistemático, una decisiva
debe poderse explicar también simultáneamente, en una misma disci­ atención a la capacidad causal de las condiciones naturales — las convic­
plina» 198. ciones deterministas, matizadas o no, con apariencia «posibilista» o sin
Por otra parte, la perspectiva regional o corológica no se encuentra ella, subyacen consistentemente, a pesar de las frecuentes declaraciones
exenta de problemas y de dificultades en el terreno conceptual y metodo­ de principios en sentido contrario, en las interpretaciones y en las expli­
lógico. Problemas y dificultades que se manifiestan, ante todo, en la ca- caciones propuestas por la geografía clásica— , la perspectiva regional o co­
rológica acude decididamente al método histórico, distanciándose de la
193 Cfr. Luis Gómez, A.: Op. cit., pp. 10-11 y 15-17. preferente adscripción metodológica a las ciencias naturales propuesta por
194 Cfr. Sautter, G. (1975): «Quelques réflexions sur la géographie en 1975»,
Revtte Internationale des Sciences Sociales, X X V II, 2, pp. 245-263, pp. 250-251.
las tendencias generales o sistemáticas, para resolver los contenidos expli­
195 Cfr. Grataloup, C. (1978): «Concept et paysage: deux mots antithétiques», cativos del conocimiento geográfico. Se tiende así a confirmar el criterio
en Géopoint 78. Concepts et construits dans la géographie contemporaine, Avignon,
Groupe Dupont, Centre Littéraire Universitaire, 1978, pp. 239-242, pp. 240-241. 199 Cfr. Raffestin, C. (1978): «Les construits en géographie humaine: notions et
196 George, P.: Op. cit., pp. 8-9. concepts», en Géopoint 78..., op. cit., pp. 55-73, p. 60.
197 Cfr. Demangeon, A. (1909): «Enquétes regionales. Type de questionnaire», 200 Hall, R. B. (1935): «The Geographie Región: A Resume», Annals of the Asso­
Annales de Géographie, X V III, 97, pp. 78-81. (Artículo traducido en este libro: ciation of American Geographers, XXV, 3, pp. 122-136, p. 122.
cfr. A. Demangeon: «Encuestas regionales. Tipo de cuestionario».) 201 Meynier, A.: Op. cit., p. 100. El subrayado es del autor.
198 Grataloup, C.: Op. cit., p. 240. 202 Cfr. Timasheff, N. S.: Op. cit., p. 289.

v ¡

(. (
94 El pensamiento geográfico 2. El pensamiento geográfico clásico 95

establecido por el propio Vidal de la Blache: «El problema consiste en desmembramiento del saber geográfico, plantea la posibilidad de que ese
dosificar las influencias sufridas por el hombre, en delimitar un cierto tipo saber — del que asegura que no puede considerarse como una denda «en
de determinismo actuando a través de los acontecimientos de la his­ d sentido habitual del término»— quede reduddo a «una derta manera
toria» 2(B. de considerar las cosas» 206. En todo caso, puede afirmarse que, a pesar
Se produce, en suma, una sensible impregnación historicista del co­ de sus indudables logros pardales, el pensamiento dásico, predominante­
nocimiento geográfico clásico — se han podido confirmar, por ejemplo, mente dirigido 'hacia la perspectiva regional o corológica, no consigue
las proximidades y las -influencias metodológicas existentes entre la «es­ articular, en su conjunto, un proyecto de conocimiento geográfico episte­
cuela histórica de los Annales», fundada por Luden Febvre y Marc Bloch, mológicamente consistente y dentíficamente satisfactorio.
y la escuela geográfica francesa vinculada al pensamiento vidaliano 204— que
no deja de plantear algunos problemas impprtantes; porque, sin negar
la idoneidad que pueda mostrar la consideradón histórica para interpretar
ciertos aspectos dinámicos de los objetos de conocimiento geográfico, re­
sulta más que dudoso que los planteamientos metodológicos — y concep­
tuales— procedentes del campo de la historia resulten los más adecuados
para explicar unas dimensiones espaciales que remiten fundamentalmente
a una «lógica del espado» que difiere sustancialmente, como ha recordado,
entre otros, Gilíes Sautter, de la «lógica histórica» 203.
* * *

Las consideraciones anteriormente expuestas permiten delimitar algu­


nos de los rasgos y de los problemas definitorios del espado epistemológico
y del horizonte conceptual y metodológico del pensamiento geográfico dá­
sico. De un pensamiento sensiblemente diversificado y heterogéneo que
en gran medida se explica, como hemos visto, en reladón con la dinámica
desencadenada por la crisis finisecular de la cientificidad positivista dedmo-
nónica y de la racionalidad evolucionista inscrita en ella. De una o de otra
forma, acudiendo a definidones de uno u otro signo, las distintas tenden-
das de la geografía dásica se esfuerzan por salvaguardar la identidad
científica de su campo de conocimiento, directamente amenazada por el
creciente desarrollo especializado de otros dominios científicos. Para al­
gunos autores, esa identidad sólo puede mantenerse asumiendo priorita­
riamente una perspectiva epistemológica de índole general o sistemática;
para otros, es la concepción regional o corológica la que únicamente puede
lograr ese propósito. Ambos enfoques, a su vez internamente diversifi­
cados, intentan responder a tina situación crítica que, a pesar de todo,
dista de quedar suficientemente disipada en el panorama del pensamiento
geográfico clásico. Los problemas subsisten y no faltan autores que lleguen
a dudar explícitamente de la dentifiddad del conocimiento geográfico; así,
por ejemplo, Henri Baulig, tras describir con cierto detalle el credente

203 Vidal de la Blache, P. (1922): Principes de géographie humaine. Publiés d’apres


les manuscrits de l’Auteur par E. de Martonne. Avertissement de E. de Martonne,
París, Armand Colin, 2 “ ed., 1936, p. 5.
204 Cfr. Burguiére, A. (1979): «Histoire d’une histoire: la naissance des Annales», 206 Baulig, H. (1948): «La géographie est-elle une Science?», Annales de Géographie,
Annales. Economies, Sociétés. Civilisations, X X X IV , 6, pp. 1347-1359, p. 1355. LVII, 305, pp. 1-11, p. 10. (Artículo traduddo en este libro: cfr. H. Baulig: «¿Es
205 Cfr. Sautter, G.: Op. cit., pp. 248-249. una ciencia la geografía?».)

(
Capítulo 3 3. Las tendencias actuales del pensamiento geográfico 97

LAS TENDENCIAS ACTUALES ser valoradas como una verdadera «revolución científica» — «la más gran­
DEL PENSAMIENTO GEOGRAFICO diosa desde el nacimiento de la teoría atómica contemporánea», en opinión
de Mario Bunge1— , posibilitada, según el mismo autor, por el acerca­
miento profesional, durante la segunda guerra mundial, de diversos y,
en principio, heterogéneos campos del saber. Lo cual conllevó una inter­
penetración conceptual y metodológica que, fuertemente impulsada des­
pués de la terminación del conflicto bélico, se traduciría en tina sustancial
reformulación de los planteamientos cognoscitivos. Y esa reformulación
se dirige fundamentalmente hacia el dominio de los conocimientos huma­
nos y sociales: porque, en efecto, en el campo de las ciencias naturales
el proceso, aunque también actuante, aparece en gran medida como cul­
minación y consolidación de perspectivas cognoscitivas más tempranamente
adoptadas.
Esos nuevos planteamientos tienden expresa y prioritariamente, en
todo caso, a incorporar a los diferentes ámbitos del saber los criterios
conceptuales y metodológicos utilizados por las ciencias físicas. Emerge
así un proyecto de reformulación del conocimiento — reformulación re­
suelta, ante todo, en términos lógicos y matemáticos— que, afectando
medularmente al dominio de los conocimientos humanos y sociales, vuelve
E l panorama configurado por las tendencias más recientes del pensa­ a considerar, como ya lo había hecho la racionalidad positivista decimo­
miento geográfico es variado y complejo. En él se desenvuelven, junto nónica, el campo de las ciencias físicas como modelo indiscutible de todo
a las trayectorias que sostienen y prolongan, con mejor o peor fortuna, saber que se pretenda rigurosa y coherentemente científico. E l proceso
los horizontes cognoscitivos de la geografía clásica, otros planteamientos de reformulación del conocimiento articulado a partir de los años cin­
que, además de criticar de diversos modos esos horizontes clásicos, pro­ cuenta puede entenderse, por tanto, como un nuevo intento de uniformi-
ponen nuevas coordenadas para delimitar el campo del conocimiento geo­ zación del saber — el método científico es uno e indivisible— que aparece
gráfico. Esas renovadas y renovadoras líneas de entendimiento aparecen ahora basado en la positividad lógica que se atribuye al discurso de las
suscritas por las perspectivas analíticas y sus prolongaciones sistémicas, ciencias físicas. Positividad lógica que, exactamente expresada en los tér­
por los horizontes prioritariamente ocupados en el estudio de la percep­ minos del lenguaje matemático, debe presidir y caracterizar, sin ambigüe­
ción espacial *y del comportamiento geográfico, y, finalmente, por las di­ dades, los distintos sectores del conocimiento dispuestos a acceder defini­
versas tendencias inscritas en las coordenadas de la geografía radical. tivamente a la cientificidad.
Manteniendo entre ellas frecuentes enfrentamientos críticos y también Es así la aplicación generalizada e indiscriminada del lenguaje mate­
algunos puntos de contacto y de convergencia, esas grandes direcciones mático — y, por tanto, del lenguaje lógico— a los distintos campos del
del pensamiento geográfico, con sus respectivas diversidades internas y sus conocimiento lo que caracteriza fundamentalmente a los citados procesos
derivaciones, definen, en efecto, los rasgos fundamentales del espectro de transformación actuantes desde los años cincuenta. El lenguaje mate­
de la racionalidad geográfica de los últimos años. Racionalidad geográ­ mático aparece, en consecuencia, como la exacta y privilegiada expresión
fica que, como en otras ocasiones, mantiene evidentes — y significativos— de un razonamiento que, si quiere atenerse estrictamente a las exigencias
contactos con los más amplios horizontes intelectuales y científicos que de la cientificidad, debe permanecer expresamente inscrito en las coordena­
se perfilan en el espado cognoscitivo general de esos mismos momentos. das de un discurso lógico. De esa manera pueda conseguirse — y ésa es
la pretensión que subyace en los replanteamientos a los que nos estamos
1. PERSPECTIVAS ANALITICAS Y SISTEMICAS refiriendo— una efectiva homogeneización metodológica del conocimiento,
DEL CONOCIMIENTO GEOGRAFICO y de esa manera pueden elevarse las «ciencias no físicas», adoptando el
Entendimiento analítico de la racionalidad científica estatuto lógico y matemático de la cientificidad, a una situación de igual­
dad con las ciencias físicas. «Esta revolución en las ciencias no físicas
Las sensibles transformaciones producidas en amplios sectores del co­
nocimiento a partir de los años cincuenta — transformaciones que afec­
1 Bunge, M. (1972): Teoría y realidad. Traducción de J. L. García Molina y
tarían decisivamente al campo del conocimiento geográfico— han podido J. Sempere, Barcelona, Ariel, 2.“ ed., 1975, p. 10.
96

S
( (
98 El pensamiento geográfico 3. Las tendencias actuales del pensamiento geográfico 99

— afirma, en ese sentido, Mario Bunge— no es pues sino la adopción incluyendo diversas tendencias neopositivistas y empiristas, resultan bas­
del método científico monopolizado en otro tiempo por lá física. Ahora tante más variados, dinámicos y autocríticos de lo que con frecuencia se
entre las diferentes ciencias positivas sólo hay diferencias de objeto, de supone— es su fundamental acuerdo sobre la importancia del lenguaje
técnicas especializadas y de estadios de evolución: desde 1950 son me­ y de su análisis. Situados, como ha advertido Javier Muguerza, en un
todológicamente uniformes» 2. espacio intermedio entre el horizonte de la fenomenología y el horizonte
Para entender adecuadamente la caracterización de las coordenas cog­ del marxismo9, los planteamientos analíticos aparecen, ante todo, común­
noscitivas asumidas por^Ios nuevos planteamientos — que en ocasiones mente caracterizados por su intención de analizar rigurosa y clarificado­
cuentan, como veremos que sucede en el campo del conocimiento geográ­ ramente — los procesos de esclarecimiento analítico son fundamentales en
fico, con algunos importantes precedentes— , es necesario tener en cuenta, esta perspectiva— las diversas modalidades del- lenguaje. «El objeto de
ante todo, el horizonte filosófico — y epistemplógico— en el que se en­ la filosofía — afirma 'Wittgenstein— es la aclaración lógica del pensa­
cuentran enraizados. Porque sólo en relación con ese horizonte adquieren miento» 10. «El único método de la filosofía — advierte, por su parte,
los nuevos planteamientos y, más concretamente, los nuevos planteamien­ Rudolf Carnap— es el método de la sintaxis lógica; es decir, el análisis
tos geográficos, como ya se ha expuesto en otra ocasión, toda su compleja de la estructura formal del lenguaje como sistema de rfeglas» “ .
y coherente significación3. Y las reformulaciones conceptuales y metodo­ Estas consideraciones remiten — adquiriendo así sentido— a la afir­
lógicas a que nos estamos refiriendo — que conllevan, claro está, una mación de una íntima interpenetración, que el propio Wittgenstein expone
nítida redefinición del espacio epistemológico— aparecen estrechamente ejemplarmente12, entre lógica y lenguaje, y, profundizando algo más, entre
relacionadas con las concepciones procedentes de la perspectiva filosófica lógica, lenguaje y mundo. Porque, como señala Alfredo Deaño, «en el fondo
analítica. del lenguaje está la lógica» y «el lenguaje es lógico, aunque no lo parez­
Tendiendo a rechazar, en principio, los términos del discurso kantiano ca» 13. Y para detectar esa interpenetración profunda, no aparente, se
y hegeliano4, y procurando simultáneamente revalorizar el pensamiento plantea el análisis: «El análisis lógico nos permite restaurar — en el sen­
de David Hume — «distinguido como clásico predilecto por los filósofos tido que este verbo ha adquirido entre quienes tienen que ver con la
analíticos de los años treinta»5— , las primeras articulaciones coherentes pintura— el lenguaje» 14. Además, lenguaje y mundo muestran, según el
de la perspectiva filosófica analítica se encuentran en los trabajos de pensamiento wittgensteiniano, una común «estructura lógica» u. Con lo
autores como Bertrand Russell — quien adoptó desde principios de siglo que — y de ahí la fundamental importancia del lenguaje y de su análisis—
la «filosofía del atomismo lógico»6, que impregnó profundamente «la el lenguaje, lógicamente «restaurado», no hace sino reproducir la estruc­
etapa clásica del análisis filosófico» 7— , George Edward Moore y Ludwig tura lógica del mundo. «Decir "forma lógica” es, pues, decir "forma lin­
Wittgenstein — autor del fundamental e influyente, aunque no siempre
güística” y "forma de la realidad”. El lenguaje y el mundo están ensartados
correctamente interpretado, Tractatus Logico-Philosopbicus8— , y en los
en la lógica» 16.
escritos, individuales o colectivos, procedentes de los integrantes del Círcu­
La decidida preocupación por los problemas del lenguaje manifestada
lo de Viena — formalmente consolidado en 1929, en tomo a la figura por la perspectiva filosófica analítica se dirigió preferentemente hacia el
del físico y filósofo Moritz Schlick— y de la Sociedad de Filosofía Empí­
dominio del lenguaje científico. Hecho que no resulta extraño si tenemos
rica de Berlín. Lo que nos interesa resaltar aquí de los planteamientos
en cuenta, además del evidente interés intrínseco del análisis de la es­
inscritos en las coordenadas filosóficas analíticas — planteamientos que,
tructura lógica de ese lenguaje artificial, que muchos de los autores vincu­
lados al horizonte analítico se encontraban inscritos en las coordenadas
2 Ibid., p. 11. del conocimiento físico y matemático: si Bertrand Russell se dedicó tem­
3 Cfr. Ortega Cantero, N. (1981): «Geografía y lenguaje matemático», Andes de pranamente, junto a Alfred North Whitehead, a investigar la estructu­
Geografía de la Universidad Complutense, 1, pp. 59-70.
4 Cfr., por ejemplo, Russell, B. (1959): La evolución de mi pensamiento filosófico.
Traducción de J. Novella Domingo, Madrid, Alianza (El Libro de Bolsillo, 605), 1976,
9 Cfr. Muguerza, J.: Op. cit., pp. 29-30.
pp. 55-65. 10 Wittgenstein, L.: Op. cit., p. 85.
5 Muguerza^ J. (1974): «Esplendor y miseria del análisis filosófico», en La con­ 11 Carnap, R. (1935): «Filosofía y sintaxis lógica». Traducción de C. Solís, en
cepción analítica de la filosofía. Selección e introducción de J. Muguerza, Madrid, La concepción analítica de la filosofía, op. cit., vol. 1, pp. 294-337, p. 335.
Alianza (Alianza Universidad, 79 y 80), 2 vols., 1974, vol. I, pp. 15-138, p. 24. 12 Cfr. Wittgenstein, L.: Op. cit., especialmente pp. 69-167.
6 Cfr. Russell, B.: Op. cit., p. 9. 13 Deaño, A. (1980): Las concepciones de la lógica. Edición al cuidado de J. Mu­
7 Muguerza, J.: Op. cit., p. 68. guerza y C. Solís, Madrid, Taurus, p. 92. El subrayado es del autor.
8 Cfr. Wittgenstein, L. (1921): Tractatus Logico-Philosopbicus. Introducción de
B. Russell. Traducción de E. Tierno Galván, Madrid, Alianza (Alianza Universidad, 14 Ibid., p. 92. El subrayado es del autor.
15 Wittgenstein, L.: Op. cit., p. 73.
50), 1973. 16 Deafío, A.: Op. cit., p. 93.
£1 pensamiento geográfico
3. Las tendencias actuales del pensamiento geográfico 101
100
convincentemente los planteamientos físicos de Hertz y Boltzmann, el al­
ración lógica del razonamiento matemático11, el propio Wittgenstein «fue
cance del lenguaje científico: porque la función de las proposiciones lógicas
un ingeniero con concienzudos conocimientos de física»18, y en la pers­
«no es decir algo, sino mostrar los trazos del marco dentro del cual — y
pectiva de los planteamientos analíticos coincidieron científicos como Mo-
sólo dentro del cual— puede ser dicho todo» M. La delimitación lógica
ritz Schlick, discípulo de Max Planck y directamente relacionado con
del lenguaje científico es, en consecuencia, la primera y fundamental ope­
Albert Einstein y con David Hilbert, Philippe Frank, catedrático de física
ración que debe efectuarse para determinar rigurosamente las coordenadas
teórica en la Universidad de Praga y amigo y biógrafo de Einstein, el
definitorias del propio conocimiento científico: porque es esa delimitación
matemático Hans Hahn o el físico Hans Reichenbach19.
lógica la que permite, en efecto, definir coherentemente el campo de lo
Y conviene señalar, en relación con lo anterior, que fue precisamente
que puede decirse — y excluir el dominio de lo que no puede decirse—
en el campo de la ciencia física en el que se plantearon en primer lugar
en términos estrictamente científicos.
de forma positiva y rigurosa las líneas de crítica del lenguaje convencio­
No parece casual, teniendo en cuenta las consideraciones anteriores,
nalmente establecido y de estructuración lógica de un nuevo lenguaje
que el lenguaje científico se sitúe en el núcleo central de las preocupa­
científico. En efecto, los decisivos trabajos teóricos de Heinrich Hertz
ciones de la filosofía analítica de la ciencia y de la propia perspectiva
y. de Ludwig Boltzmann — opuestos al empirismo machiano e iniciadores
científica analítica. La constitución de un verdadero conocimiento cien­
de un nuevo planteamiento que afirma que las estructuras conceptuales de
la ciencia física no son más que representaciones o modelos matemáticos tífico supone necesariamente la articulación de un lenguaje científico capaz
de asegurar tanto la lógica interna del razonamiento — toda ciencia debe
lógicamente controlables20— fundamentan sólidamente, como han demos­
ser, ante todo, «un sistema lógico de pensar», como afirma Einstein25—
trado Alian Janik y Stephen Toulmin, la argumentación lógico-filosófica
wittgensteiniana21, notablemente influyente, a su vez, en posteriores ela­ como la conexión lógica entre ese razonamiento y el orden atribuible,
i de una u otra forma, a los hechos de la experiencia. Además, para garan­
boraciones. La ciencia física demostraba claramente, en suma, que la exacta
determinación de la naturaleza y de los límites del lenguaje científico re­ tizar unas posibilidades de expresión y de comunicación — dentro de
cada campo científico y entre los diversos campos científicos— exacta­
sultaba imprescindible para definir el espacio de posibilidades teóricas
en el que puede desenvolverse, con garantías de representatividad, la teoría mente definidas e inequívocas, el lenguaje científico debe cumplir otros
dos requisitos. En primer lugar, debe ser intersubjetivo: debe constituir
considerada — señalando así «de qué manera el alcance de cualquier re­
un sistema común de codificación — signos y reglas— con capacidades
presentación teórica puede ser mostrado desde dentro»22— , y, en relación
de designación invariables. En segundo lugar, debe ser universal: debe
con ello, para proporcionar una estructura lógica al dominio cognoscible
aparecer como un sistema conceptual — un sistema lógico— en el que
de referencia.
Esta perspectiva, tan innovadora como definitoria de los planteamien­ pueda expresarse cualquier hecho científicamente cognoscible36.
E l lenguaje que puede cumplir de forma más acabada las condiciones
tos de la actual física teórica, es la que subyace consecuentemente en las
formulaciones -wittgensteinianas, y la que, en general, demuestra la per­ I señaladas, permitiendo la articulación de la metodología hipotético-deduo-
i tiva necesaria para el funcionamiento de la ciencia como sistema lógico
tinencia — y la inexcusabilidad— del análisis lógico del lenguaje científico.
— el propio Wittgenstein había negado explícitamente el carácter lógico
Si, como advierte Wittgenstein, «las proposiciones de la lógica son tauto­
de «la llamada ley de inducción» 27— , es precisamente el lenguaje mate­
logías» y, por tanto, «no dicen nada» — «son proposiciones analíticas»— ,
mático. Porque, como advierte Rudolf Carnap, «los principales procedi-
«el hecho de que las proposiciones de la lógica sean tautologías muestra
i mientos teóricos en ciencia — esto es, comprobar una teoría, proporcionar
las propiedades formales — lógicas— del lenguaje, del mundo»23. Y por
una explicación para un hecho conocido y predecir un hecho desconocido—
ello la lógica articula y define intrínsecamente, como habían sugerido
traen consigo como componentes esenciales deducción y cálculo; en otras
palabras, la aplicación de la lógica y de las matemáticas»28. Y, por su
17 Cfr. Whitehead, A. N., Russell, B. (1910-1913): Principia Mathematica, Cam­ parte, Hans Reichenbach se expresa de manera similar: «Lo que dio
bridge, Cambridge University Press, 3 vols.
18 Janik, A., Toulmin, S. (1973): La Viena i e Wittgenstein. Traducción de I. Gó­
mez de Liaño, Madrid, Taurus, 1974, p. 33. 24 Deaño, A.: Op. cit., p. 90. El subrayado es del autor.
15 Cfr. Kraft, V. (1950): El Círculo de Viena. Traducción de F. Grada, Madrid, 25 Einstein, A. (1936): «La física y la realidad», en Einstein, A. (1950): De mis
Taurus, 2." ed., 1977, pp. 11-21. últimos años. Traducción de A. del Hoyo, México, Aguilar, 2 * ed., 1969, pp. 68-106,
20 Cfr. Heisenberg, W. (1955): La imagen de la naturaleza en la física actual.
Traducción de G. Ferraté, Barcelona, etc., Ariel, 2 * ed., 1976, pp. 127-131; Janik, A., p. 105.
26 Cfr. Kraft, V.: Op. cit., pp. 177-180.
Toulmin, S.: Op. cit., pp. 166-184. 27 Wittgenstein, L.: Op. cit., p. 187.
21 Cfr. Janik, A., Toulmin, S.: Op. cit., pp. 183 y 211-254. 28 Carnap, R. (1939): Fundamentos de lógica y matemáticas. Traducción de M. de
22 Ibid., p. 183. Mora Charles, Madrid, Taller de Ediciones Josefina Betancor, 1975, p. 13.
23 Wittgenstein, L.: Op. cit., pp. 169 y 171. El subrayado es del autor.

!
(
102 El pensamiento geográfico 3. Las tendencias actuales del pensamiento geográfico 103

poder a la ciencia moderna fue la invención del método bipotético-deduc- aceptar los amplios esquemas de la ciencia»34— , condice fundamental­
tivo, el método que construye una explicación en forma de hipótesis ma­ mente con el pensamiento wittgensteiniano sobre la capacidad del lenguaje
temática de la que se deducen los hechos observados»29. Es, por tanto, matemático para representar la lógica del mundo: «la lógica del mundo,
la aplicación del razonamiento lógico y matemático lo que fundamenta la que en las proposiciones de la lógica aparece en tautologías, aparece en
legitimidad teórica de un pensamiento científico que, consecuentemente, matemáticas en ecuaciones»35.
encuentra en la metodología hipotético-deductiva — que permite realizar
«pruebas formales, en l^s cuales se establece que las conclusiones a las
cuales se llega son formalmente válidas» 30— el instrumento más adecuado Delimitación del proyecto analítico del conocimiento geográfico
para mantener la coherencia de sus articulaciones.
Porque, como advertiría expresamente Einstein, después de haber afir­ Las tendencias analíticas o lógico-matemáticas del conocimiento geo­
mado que el conocimiento científico pretende conseguir «una unidad gráfico definitivamente articuladas a partir de los años cincuenta — y ha­
lógica en la imagen del mundo», puede apreciarse claramente «cuán grande bitualmente denominadas, con cierta impropiedad, cuantitativas— incor­
es el error de aquellos teorizantes que creen que la teoría procede in­ poran escrupulosameñte, como demuestran sus escritos definitorios, los
ductivamente de la experiencia»31, error del que ni siquiera pudo librarse planteamientos generales — epistemológicos, conceptuales y metodológi­
«el gran Newton» — cuyos planteamientos impregnaron decisivamente, co­ cos— anteriormente expuestos. Pero conviene advertir, ante todo, que la
mo vimos, la racionalidad científica decimonónica— , quien solía rechazar penetración del horizonte analítico en el campo del conocimiento geográ­
abiertamente — «hypotheses non fingo»— la teorización desvinculada de fico, aun siendo un proceso que fundamentalmente se resuelve a partir
la experiencia32. Pero la nueva física teórica se encargaría también de de los años cincuenta, remite, sin embargo, a una dinámica algo más di­
demostrar resueltamente la necesidad lógica — y epistemológica— del ar­ latada y que manifiesta ciertas diferencias dignas de ser tenidas en cuenta
gumento hipotético-deductivo: «No existe ningún método inductivo — afir­ entre la trayectoria seguida por las perspectivas dirigidas, de forma pre­
ma el propio Einstein— que conduzca a los conceptos fundamentales de ferentemente especializada, al dominio de la geografía física, y las que,
la física. El fracaso en comprender este hecho constituye el error filosófico por el contrario, pretenden atender, de manera aislada o, más frecuente­
básico de tantos investigadores del siglo xix. ( ...) El pensamiento lógico mente, dentro de unas coordenadas regionales o corológicas supuestamente
es necesariamente deductivo; se basa en conceptos hipotéticos y axiomas» 33. integradoras, al estudio de los aspectos humanos.
Las consideraciones anteriores pueden ayudar a delimitar las caracte­ Reproduciendo, en cierto modo, las respectivas direcciones seguidas,
rísticas definitorias del entendimiento analítico de la racionalidad cientí­ desde finales del siglo xix, por las ciencias naturales — más próximas
fica que, tras haberse desarrollado particularmente en el dominio de la y permeables respecto a las formulaciones analíticas— y por los conoci­
ciencia física, se extendió, de forma relativamente generalizada e intensa, mientos humanos y sociales ■—en los que, en general, aparece un sensible
a otros campos del conocimiento — y, entre ellos, al campo del conoci­ paréntesis, cubierto en gran medida por las concepciones de signo funcio­
miento geográfico— a partir de los años cincuenta. Y en ese entendi­ nalista y sus prolongaciones más o menos directas, que tiende a retardar
miento el papel desempeñado por el lenguaje matemático — modalidad la aceptación de esas formulaciones analíticas'— , dentro del campo del
altamente desarrollada y formalizada de lenguaje lógico— es, como hemos conocimiento geográfico, internamente heterogéneo y relacionado con am­
señalado, decisivo y definitorio. El lenguaje matemático aparece, en suma, bos dominios del saber, se produce una dinámica diferenciada que se
como el nuevo soporte y el nuevo eje vertebrador de una cientificidad traduce en una más fácil y temprana incidencia de la cientificidad analítica
que, resueltamente apoyada en la metodología hipotético-deductiva — me­ en las perspectivas generales o sistemáticas expresamente dedicadas al cul­
todología que responde a la necesidad, recordada también por Bertrand tivo de la geografía física. Y esa incidencia más fácil y temprana se puede
Russell, de «buscar un principio distinto al de la inducción si hemos de detectar tanto en el terreno de la geomorfología, donde, sobre todo en
el ámbito anglosajón, las propuestas teóricas y las formulaciones metodo­
lógicas deductivas de Davis tendían a facilitar, al margen de lá aceptación
29 Reichenbach, H. (1951): La filosofía científica. Traducción de H. Flores Sán­ o el rechazo de su modelo interpretativo concreto, el desarrollo de tra­
chez, México, Fondo de Cultura Económica, 2 * ed., 1967, p. 111. El subrayado es yectorias analíticas — trayectorias que, a pesar de su carácter minoritario
del autor.
30 Ferrater Mora, J. (1941): Diccionario de filosofía, Madrid, Alianza Editorial, y de su limitada influencia inmediata36, aparecen explicitadas en varios
6 * ed., 4 vols., 1979, vol. 1, p. 725.
31 Einstein, A.: Op. cit., pp. 72 y 81. 34 Russell, B.: Op. cit., p. 13.
32 Cfr. Ibid., p. 81. 35 Wittgenstein, L.: Op. cit., p. 183.
33 Ibid., p. 87. 36 Cfr. Burton, I. (1963): «The Quantitative Revolution and Theoretical Geogra­
phy», en Davies, W. K. D., Ed. (1972): The Conceptual Revolution in Geography,

f
( (
3. Las tendendas actuales del pensamiento geográfico 105
104 El pensamiento geográfico
tuales y metodológicas que caracterizan la denominada «revolución cuan­
trabajos, entre los que se encuentra el muy temprano de G. K. Gilbert ^¡
titativa» en el campo del conocimiento geográfico son, como afirma Ian
que fundamentarían la posterior e influyente adscripción expresamente
Burton, «un proceso compartido por muchas otras disciplinas en las que
analítica, ya en 1950, de Arthur N. Strahlerposteriorm ente prolongada
se ha desterrado un orden establecido mediante una rápida conversión
y profundizada en numerosos trabajos específicamente dedicados al análisis
a un enfoque matemático»42. Y la interpretación que el mismo autor
espacial en el dominio de la geomorfología39— , como en el terreno de
plantea sobre el sentido de esas transformaciones en el campo del cono­
la climatología, donde los planteamientos analíticos no hacen sino res­
cimiento geográfico se encuentra directamente conectada con las ya co­
ponder naturalmente y sin dificultades a las necesidades inherentes, y ape­
mentadas pretensiones de las reformulaciones analíticas: «el movimiento
nas discutidas, de ese sector del conocimiento geográfico.
hacia la cuantificación» es «una parte de la expansión y crecimiento ge­
Por el contrario, dentro de las perspectivas del conocimiento geográ­
neral del análisis científico en un mundo anteriormente dominado por el
fico que pretenden expresamente afrontar el»estudio de los aspectos hu­
interés hacia lo excepcional y lo único»43. Lo que se manifestaba era, en
manos, la incorporación del horizonte analítico es algo más difícil y tardía.
suma, la «necesidad genuina de hacer a la geografía más científica» y el
Tanto la decidida hegemonía mantenida en este caso por las concepciones
«interés por desarrollar un cuerpo teórico»44.
clásicas de signo regional o corológico, como la generalizada impregnación
Por ello las nuevas perspectivas geográficas analíticas conllevaban una
historicista y la ambigua actitud en el tratamiento de la causalidad de
severa crítica y un expreso rechazo de los planteamientos, predominante­
esas perspectivas, no hicieron sino dificultar y retardar sensiblemente la
mente regionales o corológicos, de la geografía clásica precedente. Ya Walter
penetración de los planteamientos analíticos. Contando, a pesar de todo,
Christaller había advertido, en su fundamental y temprano trabajo sobre
con algunos precedentes aislados — entre los que destaca el de Walter
los lugares centrales de la Alemania meridional, la incapacidad de las
Christaller40— , la reformulación analítica del conocimiento geográfico re­
interpretaciones clásicas para responder correctamente a los problemas
ferente al dominio de lo humano resulta, en consecuencia, algo más difi­
de la localización espacial: siguiendo la línea de investigación abierta por
cultosa y tardía que en las parcelas de ese conocimiento específicamente
autores como Johann Heinrich von Thünen4S, Alfred W eber46 y Oskar
dedicadas al estudio de lo físico: porque, como advierte Ian Burton, «la
Englander 47, y afirmando desde el principio que en la distribución espacial
lucha más dura para la aceptación de los métodos cuantitativos se ha
de los núcleos de población «tiene que prevalecer algún principio orde­
planteado con mucho en la geografía económica y humana» 41.' Si la irrup­
nador que hasta ahora no hemos podido reconocer» * , el discurso christa-
ción generalizada y definitiva de esos métodos se produce, en todo caso,
lleriano confirma, en efecto, que la explicación de las regularidades espa­
a partir de los años cincuenta, ello no debe ocultar que, sin embargo,
ciales — de la lógica espacial— no puede encontrarse ni en las condiciones
esa irrupción se inscribe en trayectorias internas del conocimiento geográ­
naturales existentes, ni en los desarrollos históricos actuantes, ni, por úl­
fico que manifiestan algunas diferencias, y esas diferencias remiten tanto
timo, en la mera argumentación estadística49. Todos esos aspectos, a los
a su desenvolvimiento anterior como a la mayor o menor proximidad
que el pensamiento geográfico clásico había atribuido una indudable ca­
epistemológica que, en principio, muestran esas trayectorias respecto al
pacidad explicativa, resultan, en opinión de Christaller, explicativamente
horizonte de la cientificidad analítica.
inútiles, y por ello es necesario reformular, en términos fundamentalmente
Teniendo en cuenta las consideraciones y las matizaciones precedentes,
teóricos, una perspectiva geográfica capaz de ahalizar rigurosamente, con
podemos pasar a delimitar las características definitorias de las perspec­
criterios de estricta cientificidad lógica, las leyes articuladoras del orden
tivas analíticas del conocimiento geográfico. Las transformaciones concep-
espacial investigado. Porque es el análisis de las regularidades, de las
Londres, University of London Press, pp. 140-156, pp. 144-145. (Artículo traduddo leyes, del orden del mundo cognoscible lo que debe caracterizar defini-
en este libro: cfr. I. Burton: «La revolución cuantitativa y la geografía teórica».)
37 Cfr. Gilbert, G. K. (1914): The Transportation o f Debris by Running Water,
« Ibid., p. 140.
Washington, G. P. O., U. S. Geographical Survey, Professional Paper N.° 86.
38 Cfr. Stralher, A. N. (1950): «Davis’s Concepts of Slope Development Viewed 43 Ibid., p. 141.
in the Light of Recent Quantitative Investigations», Annals o f the Association of 44 Ibid., p. 147.
45 Cfr. Thünen, J. H. von (1826): Der isolierte Staat in Beziehung auf Land-
American Geographers, XL, pp. 209-213. wirtschaft und Nationaldkonomie, Hamburgo, Perthes.
39 Cfr., por ejemplo, Chorley, R. J., Ed. (1972): Spatial Análysis in Geomor­ 46 Cfr. Weber, A. (1909): Uber den Standort der Industrien. I Teil. Reine Theorie
phology, Londres, Methuen.
40 Cfr. Christaller, W. (1933): Die zentralen Orte in Süddeutschland. Eine óko- des Standorts, Tübingen.
47 Cfr. Englander, O. (1924): Theorie des Güterverkehrs und der Frachtsatze,
nomischgeographische üntersucbung über die Gesetzmdssigkeit der Verbreitung und Jena; Englander, O. (1929): Theorie der Volkswirtschaft. I Teil. Preisbildung und
Entwicklung der Siedlungen mit stadtischen Vunktionen, Jena, Gustav Fischer. (Obra
parcialmente tradudda en este libro: cfr. W. Christaller: «Los lugares centrales del Preisaufbau, Viena.
48 Christaller, W.: Op. cit., p. 11.
sur de Alemania: introducdón».)
49 Cfr. Ibid., pp. 13-14.
41 Burton, I.: Op. cit., p. 145.

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106 El pensamiento geográfico 3. Las tendencias actuales del pensamiento geográfico 107

toriamente — al igual que sucede en cualquier otro campo científico— el geográfico clásico56. Porque, remitiendo en último extremó a la definición
horizonte epistemológico de la cientificidad geográfica. euclidiana del espacio geométrico — definición asimismo subyacente en las
La línea de crítica del pensamiento geográfico clásico se encuentra concepciones espaciales absolutas de la física que fueron precisamente cri­
asimismo explicitada, por referirnos a otro ejemplo tan significativo como ticadas por el pensamiento einsteiniano57— , la noción de espacio absoluto
influyente, en el trabajo que Fred K. Schaefer dedicó a discutir metodo­ aparece, en efecto, claramente asumida por los planteamientos geográficos
lógicamente la perspectiva geográfica «excepdonalista» 50. Denunciando lo clásicos. Y ésa noción de espacio absoluto, que supone la aceptación de
que el autor denomina «el espíritu anticientífico del historicismo» 51, y cri­ que las características geométricas y espaciales son independientes de la
ticando ampliamente las propuestas epistemológicas y metodológicas de los naturaleza de los objetos cuyas posiciones consideraS!, es la que subyace,
planteamientos clásicos de signo regional —científicamente irresolubles, como advierte Harvey, en las argumentaciones convencionales — particu­
tanto por su carácter predominantemente idiográfico como por su im­ larmente potenciadas por la perspectiva regional o corológica—- sobre la
pregnación holista y gestaltista— , el pensamiento schaeferiano defiende unicidad de los objetos de conocimiento geográfico: «del hecho de aceptar
abiertamente la concepción analítica del conocimiento geográfico y, en un espacio absoluto se deriva que las localizaciones son únicas» S9.
relación con ello, la necesidad de clarificar y delimitar lógicamente el Este tipo de planteamiento — al que se une además la frecuente con­
lenguaje — ante todo, el lenguaje cartográfico— que puede permitir llevar fusión entre localizaciones y propiedades manifestada por las formula­
a cabo las operaciones simbólicas requeridas por el análisis espacial52. ciones clásicas— debe ser sustituido, de acuerdo con las proposiciones de
De un análisis espacial que debe responder indiscutiblemente a las finali­ Harvey, por una nueva perspectiva cognoscitiva apoyada, al igual que
dades generalizadoras y sistemáticas — y negadoras, por tanto, de la su­ sucede en otros campos del conocimiento científico, en un entendimientq
puesta «singularidad del material geográfico» 53— que caracterizan a todo relativo del espacio. Y si en un sistema de coordenadas determinado es
conocimiento rigurosamente científico: porque «lo que verdaderamente posible hablar de localizaciones singulares, la concepción relativa del es­
hacen los científicos» no es sino aplicar «para cada caso concreto junta­ pacio pone en entredicho esa posibilidad al postular «un número infinito
mente todas las leyes que conciernen a aquellas variables que consideran de posibles sistemas de coordenadas»: porque ese postulado, que plantea
más importantes», y «las reglas por las cuales estas leyes se combinan, ahora la doble necesidad de acudir al concepto matemático de transfor­
reflejando lo que se denomina la interacción de las variables, se encuentran mación y de reformular las relaciones entre geografía y geometría, conlleva
entre las regularidades que la ciencia trata de explicar» 54. la negación del supuesto de la singularidad, en la medida en que, por
Tanto William Bunge como David Harvey ofrecen también, por su ejemplo, resulta «posible transformar un mapa en otro de forma que las
parte, ejemplos bastante elocuentes del discurso crítico dedicado por el localizaciones proyectadas no sean únicas» ®. Los términos del proyecto
pensamiento analítico a la geografía clásica55. Ambos discuten, en tér­ cognoscitivo geográfico se modifican así sustancialmente: el rechazo del
minos parecidos a los propuestos por Schaefer, la supuesta unicidad o sin­ entendimiento absoluto del espacio y su sustitución por una nueva con­
gularidad de los objetos cognoscitivos geográficos que, siguiendo la pers­ cepción espacial relativa plantea en cada caso el problema fundamental
pectiva kantiana y hettneriana, aparece asumida en las formulaciones de
— y no eludido por el conocimiento geográfico analítico— de «identificar
Richard Hartshorne. Además, la detenida crítica de la «tesis kantiana»
el sistema de coordenadas más apropiado para un fin geográfico dado»61,
planteada por Harvey se ocupa también de revisar el entendimiento en
términos absolutos del espacio que, implícitamente incluido en esa tesis, identificación que, por lo demás, sólo puede resolverse correctamente en
se encuentra decididamente presente en las articulaciones del pensamiento el marco lógico definido por una verdadera teoría científica de la geo­
grafía62. La crítica de las concepciones clásicas se enlaza así coherente­
mente con la afirmación, reiteradamente argumentada por el discurso ana­
50 Cfr. Schaefer, F. K. (1953): Excepcionalismo en geografía. Traducción y estudio lítico, de la necesidad de llevar a cabo una reformulación estrictamente
introductorio por H. Capel Sáez, Barcelona, Universidad de Barcelona, 2.* ed., 1974.
si Ibid., p. 58. científica — y capaz de dar lógica respuesta a las dificultades y a' los
52 Cfr. Ibid., especialmente pp. 74-76. errores hasta entonces existentes— del horizonte cognoscitivo geográfico.
. * Ibid., p. 59.
54 Ibid., p. 61. El subrayado es del autor.
55 Cfr. Bunge, W. (1962): Theoretical Geography, Lund, The Royal University 56 Cfr. .Harvey, D.: Op. cit., especialmente pp. 72-74.
of Lund (Lund Studies in Geography. Ser. C. General and Mathematical Geography, 1), 57 Cfr. Einstein, A.: Op. cit., pp. 76-77.
C. W. K. Gleerup Publishers, especialmente pp. 5-13. (Obra parcialmente traducida 58 Cfr. Ibid., pp. 76-77; Harvey, D.: Op. cit., p. 72.
en este libro: cfr. W. Bunge: «Geografía teórica. Una metodología geográfica»); 59 Harvey, D.: Op. cit., p. 73.
Harvey, D. (1969): Explanadon in Geography, Londres, Edward Arnold, especial­ « Ibid., p. 73.
mente pp. 69-78. (Obra parcialmente traducida en este libro: cfr. D. Harvey: «La ex­ « Ibid., p. 73.
plicación en geografía. Algunos problemas generales».) 62 Cfr. Ibid., pp. 73-75.

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108 El pensamiento geográfico 3. Las tendencias actuales del pensamiento geográfico 109

Las perspectivas geográficas analíticas no eludan en afirmar que el basada en su lógica y coherencia internas. Confrontando después la teoría
'.método científico — «común a todas las ciencias»63— debe y puede ser con la realidad, podremos saber, en primer lugar, hasta qué punto la
aplicado en su dominio cognoscitivo. Según las consideraciones planteadas realidad corresponde a la teoría y se explica mediante ésta, y, en segundo
en este sentido por William Bunge, ni el problema de «la función de lugar, qué aspectos de la realidad no coinciden con la teoría y no pueden,
la descripción en geografía» — la descripción es científica y, además, no por tanto, ser explicados por ella. Estos hechos no explicados pueden
hay razón para considerarla la «más geográfica» de las diversas opera­ entonces ser aclarados con el método histórico y geográfico. Se trata, en
ciones que configuran el conocimiento geográfico— , ni el problema de efecto, de "resistencias” particulares históricas y naturales de hechos que
«la posibilidad de predicción de los fenómenos geográficos» — posibilidad obligan a desviaciones de la teoría;' no tienen nada que ver con la teoría
existente siempre que la geografía renuncie a los anticientíficos presupues­ en sí, y, por lo tanto, no pueden en absoluto ser aducidos como prueba
tos de la «unicidad» y adopte el generalismo inherente a toda perspectiva contra el acierto de la teoría» 70.
científica— , constituyen obstáculos reales para esa aplicación64. Y, por La teoría aparece, en conclusión, como verdadero núcleo articulador
otra parte, David Harvey, después de señalar que los problemas existentes del discurso geográfico: y Harvey señala, además, que es precisamente
en la aplicación del método científico a la geografía son de la misma clase, en el desarrollo teórico donde puede encontrarse la clave para «la iden­
aunque puedan mostrar diferente grado, que los planteados en otros cam­ tificación de la geografía como un campo independiente de estudio» 7l.
pos del conocimiento ®, afirma resueltamente que «no existe ninguna razón Pero el desarrollo del núcleo teórico articulador del conocimiento .geográ­
lógica para suponer que la teoría no pueda desarrollarse en la geografía fico es una empresa tan lógicamente necesaria como intelectualmente com­
o que la totalidad de los métodos empleados en la explicación científica pleja: como ya advirtió Ian Burton — y su advertencia permite aclarar
no puedan ser utilizados en los problemas geográficos» la diferencia entre el proyecto analítico, con toda su arriesgada y dinámica
De acuerdo con estos planteamientos, la reformulación analítica del envergadura teórica, y el mero «cuantitativismo» parasitariamente inscrito
conocimiento geográfico debe basarse, al igual que sucede en otros cam­ en la periferia instrumental de ese proyecto— , «mientras que el uso de
pos del conocimiento, en la estricta aplicación, en su dominio específico, métodos cuantitativos es una técnica que puede ser estudiada por la ma­
de los criterios que definen la caracterización del método científico. La gran yoría, pocos parecen tener la capacidad de discernimiento intelectual que
importancia concedida al razonamiento teórico — la teoría, a la vez punto conduce a nuevas teorías» u .
de partida y culminación del método científico, constituye «la matriz de La aplicación del método científico, con sus fundamentales dimensio­
toda la ciencia» 67— es buena prueba de la aplicación de esos criterios. nes teóricas y deductivas — dimensiones opuestas, por tanto, al razona­
Por ello la perspectiva analítica «se aparta — como advierte expresamente miento inductivo generalizado anteriormente y que configura, como re­
Christaller— del procedimiento habitual en la investigación geográfica» 68. cuerda Harvey, «un camino bastante débil para la formación de enunciados
Porque es la «teoría general, puramente deductiva», la que, impregnando generales válidos que puedan funcionar como leyes totalizadoras» 73— , al
definitoriamente todo el proceder analítico, debe anteponerse a cualquier campo del conocimiento geográfico supone, en suma, articular ese cono­
otro tipo de actuación cognoscitiva: «es necesario desarrollar los con­ cimiento como un sistema lógico. De ahí la decisiva importancia que, en
ceptos imprescindibles para la posterior descripción y análisis de la rea­ estricta consonancia con las perspectivas científicas generales anteriormente
lidad»69. Y esa fundamental actuación del razonamiento teórico se desen­ expuestas, concede el pensamiento geográfico analítico al lenguaje ma­
vuelve siempre — de acuerdo con los requisitos exigidos, como vimos, a temático. La incorporación del lenguaje matemático — que no debe con­
todo lenguaje científico— en unas coordenadas estrictamente lógicas que fundirse con la mera proliferación del instrumental cuantitativo-— supone
definen — y definen desde dentro— la propia validez de las estructuras la asunción de un lenguaje que aparece como un sistema lógico clarificador
conceptuales planteadas. Como advierte explícitamente Christaller, resu­ y coherente que permite tanto establecer sucesivamente las conexiones
miendo modédicamente el entendimiento analítico de la cientificidad, «la lógicas articuladoras de los enunciados y de las proposiciones con las di­
teoría tiene una validez independiente de la realidad concreta, una validez mensiones factuales consideradas como, en relación con ello, garantizar
en cada momento el propio ajuste lógico interno del razonamiento cien­
63 Abler, R., Adams, J . S., Gould, P. (1971): Spatial Organiza!.ton. The Geogra- tífico. Este complejo y riguroso entendimiento del papel representado por
pher's View of the World, Londres, Prentice-Hall International, 1972, p. 54. el lenguaje matemático en el campo del conocimiento geográfico es el que
64 Cfr. Bunge, W.: Op. cit., pp. 5-13. permite valorar debidamente las verdaderas dimensiones, frecuentemente
65 Cfr. Harvey, D.: Op. cit., p. 68.
“ Ibid., p. 77. 7° Ibid., p. 16.
67 Abler, R., Adams, J . S., Gould, P.: Op. cit., p. 45. 71 Harvey, D.: Op. cit., p. 78.
68 Christaller, W.: Op. cit., p. 15. 72 Burton, I.: Op. cit., p. 151.
® Ibid., p. 15. 73 Harvey, D.: Op. cit., pp. 78-79.

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110 El pensamiento geográfico 3. Las tendencias actuales del pensamiento geográfico 111

distorsionadas o trivializadas, del proyecto de matematización de ese co­ ricos — modelos que pueden ser formalizados en términos matemáticos
nocimiento. y que permiten, como advierte Jean-Bernard Racine, «simular lógicamente
Porque la incorporación del lenguaje matemático es una consecuencia la realidad»80— los que configuran un instrumento particularmente idóneo
inexcusable de la cientificidad asumida. «Dada la necesidad de cumplir y fecundo para acceder secuendalmente, induyendo los importantes y com­
los rigurosos dictados del método dentífico — escribe, por ejemplo, Bur­ plejos procesos finales de confrontación y de verificadón de las condu-
ton— , la necesidad de desarrollar la teoría, y de probar la teoría con siones81, a la formuladón de teorías adecuadamente explicativas. El uni­
predicciones, las matemáticas son el mejor instrumento a nuestra dispo­ verso lógico de los modelos, que induye variadas funciones intelectivas82
sición para ese propósito»74. Y , por su parte, Bunge expone ejemplar­ y diversos tipos de presentación y de representación83, delimita así un
mente la importanda del lenguaje matemático — lenguaje altamente for­ horizonte cognosdtivo en el que puede resenvolverse coherentemente la
malizado— como garantía de la claridad científica: «La daridad se alcanza perspectiva metodológica analítica. Una perspectiva que pretende, como
cuando una teoría se presenta en forma matemática, ya que la forma ma­ afirma Harvey, «pensar lógica y consistentemente», sin olvidar «las co­
temática asegura la transparencia y la ausencia de contradicción. El lenguaje dificaciones y normas de exposición lógica e inferenda que tienen que
tiene una estructura lógica y puede suministrar una trama para enun­ aceptar los geógrafos en el curso de su investigación», codificaciones y nor­
ciados sobre hechos sensibles. Sin embargo, una teoría verbalizada tiende mas que, además, no pueden divorciarse de las de «la dencia como un
a la transparencia incompleta y a no estar totalmente exenta de la posi­ todo», y que permiten definir «el papel del método científico ( ...) en geo­
bilidad de contradicción. Así, la denciá, en su búsqueda de la daridad, grafía» M. Porque se trata, en resumen, de poner coherentemente en prác­
se ve obligada en último extremo a utilizar formas matemáticas»7S. Si, tica el proyecto de introducir el conocimiento geográfico, con todas sus
como afirma el mismo autor, la ciencia se articula a través de «una con­ consecuencias, en el estricto horizonte de la cientificidad.
tinua interacción entre lógica, teoría y hechos » 76, lo que asegura rigurosa
y coherentemente esa articulación es precisamente el lenguaje matemático.
La situación central del lenguaje matemático en la concepción analítica Conocimiento geográfico y teoría general de sistemas
del conocimiento geográfico — centralidad epistemológicamente inevita­
ble— se explica por su condición de «soporte lógico»77 del razonamiento Para terminar de delimitar las características fundamentales del hori­
dentífico. Con sus fundamentales capacidades de formalización y de de­ zonte geográfico analítico, hay que señalar finalmente el papel desempe­
sarrollo lógico de las estructuras teóricas y conceptuales — André Dauphiné ñado, sobre todo a partir de los años sesenta, por las propuestas proce­
se ha referido, por ejemplo, a la favorable influencia del razonamiento dentes de la denominada teoría general de sistemas. Moviéndose en las
matemático sobre la articulación teórica y la definición conceptual del coordenadas generales definidas por la cientificidad lógico-matemática — e
conocimiento geográfico78— , el lenguaje matemático se encuentra, en efec­ introduciendo un cierto cambio de acento en las finalidades cognosciti­
to, en el lugar central de la cientificidad geográfica buscada por las ten­ vas propuestas— , la perspectiva sistémica, definitivamente articulada por
dencias analíticas. Y esas tendencias aparecen, en relación con lo anterior, Ludwig von Bertalanffy en varios trabajos posteriores a la segunda
apoyadas en procesos de razonamiento analógico que posibilitan, como guerra mundial85, incidiría sensiblemente, y con creciente intensidad, en
expone Richard J. Chorley, la elaboración de modelos — representaciones
80 Racine, J . B. (1974): «Modeles de recherche et modeles théoriques en géogra­
ideales— que, internamente articulados en términos lógicos, se inscriben phie», Bulletin de VAssociation de Géographes Frangais, L I, 413-414, pp. 51-62, p. 55.
— y cobran su exacto sentido— i en una perspectiva metodológica dirigida (Artículo traducido en este libro: cfr. J. B. Racine: «Modelos de investigación y mo­
«hacia la construcdón de teorías» 79. Y son precisamente los modelos teó- delos teóricos en geografía».)
81 Cfr. Chorley, R. J.: «Geography and Analogue Theory», op. cit., p. 196; Ra­
cine, J . B.: Op. cit., pp. 58-59.
74 Burton, I.: Op. cit., p. 148. 82 Cfr. Chorley, R. J ., Haggett, P. (1967): «Modelos, paradigmas y la nueva geo­
75 Bunge, W .: Op. cit., p. 2. grafía», en Chorley, R. J ., Haggett, P., Eds. (1967): La geografía y los modelos socio-
» Ibid., p. 7. , económicos. Traducción de C. Ferrán Alfaro, J . J . Bosch Siates y E. de la Cruz Alarco,
77 Racine, J7 B., Reymond, H. (1973): L ’analyse quantitative en géographie, París, Madrid, Instituto de Estudios de Administración Local, 1971, pp. 7-43, pp. 12-17.
Presses Universitaires de France, p. 10. 83 Cfr., por ejemplo, Chorley, R. J .: «Geography and Analogue Theory», op. cit.;
78 Cfr. Dauphiné, A. (1978): «Mathématiques et concepts en géographie», en Durand Dastés, F . (1974): «Quelques remarques sur l’utilisation des modéles», Bulletin
Géopoint 78. Concepts et construits dans la géographie contemporaine, Avignon, de VAssociation de Géographes Franjáis, L I, 413-414, pp. 43-50.
Groupe Dupont. Centre Littéraire Universitaire, pp. 7-24, especialmente pp. 7-11 y 84 Harvey, D.: Op. cit., p. V II.
16-21. (Artículo traducido en este libro: cfr. A. Dauphiné: «Matemáticas y conceptos 85 Bertalanffy, L. von (1972): «Historia y situación de la teoría general de siste­
en geografía».) . mas», en Bertalanffy, L. von, y otros (1972): Tendencias en la teoría general de sis­
79 Chorley, R . J . (1964): «Geography and Analogue Theory», en Davies, w . K. D., temas. Selección y prólogo de G. J. Klir. Traducción de A. Delgado y A. Ortega,
Ed.: Op. cit., pp. 186-200, p. 188. Madrid, Aliarla (Alianza Universidad, 208), 1978, pp. 29-53, p. 34.

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112 El pensamiento geográfico 3. Las tendencias actuales del pensamiento geográfico 113

el campo del conocimiento geográfico: incidencia resaltada por el propio junción de entendimientos generalistas y holistas — la teoría general de
Bertalanffy al recordar que en principio «no se previo ( . . . ) que la teo­ sistemas prétende hacer «posible la formulación exacta de términos tales
ría general de los sistemas habría de desempeñar un importante papel como totalidad y suma» ®— , aparece fundamentalmente apoyada, en la
en las orientaciones modernas de la geografía»86. La propuesta sisté- línea de trabajos como los de W . Ross Ashby o Gerald M. Weinberg, en
mica — que intenta formular «una reorientación que se ha vuelto ne­ procedimientos analíticos directamente vinculados al campo de los trata­
cesaria en la ciencia en general, en toda la gama de disciplinas que mientos informáticos y cibernéticos de datos94. Y , por último, la pers­
va de la física y la biología a las ciencias sociales y del comportamien­ pectiva sistémica conlleva igualmente una «filosofía de los sistemas», sub-
to y hasta a la filosofía»87— pretende articular un modelo; analítico dividida a su vez en una «ontología de los sistemas» — que establece la
universal capaz de uniformizar lógicamente los procesos cognoscitivos diferenciación entre «sistemas reales», «sistemas conceptuales» y «sistemas
de los diferentes campos científicos: esa perspectiva intenta, en efecto, abstraídos»— , una «epistemología de sistemas» — que afirma, entre otras
como ha señalado Manuel García-Pelayo, «proporcionar una ^categoría cosas, las indisolubles relaciones existentes entre observador y objeto ob­
analítica fundamental, buscar un modelo aplicable a grandes áreas por servado—-, y una línea dedicada particularmente al tratamiento de las
distintos que sean sus contenidos y, en último término, un modelo «relaciones entre hombre y mundo», considerando, en este sentido, todo
de validez universal» 88. «Existen modelos, principios y leyes — escribe, lo referente tanto a los símbolos y valores como a las entidades sociales
delimitando la caracterización de la teoría sistémica, Ludwig von Berta­ y culturales que interfieren en esas relaciones.
lanffy— que pueden asignarse a los sistemas generalizados o a sus sub­ Esta compleja y amplia perspectiva sistémica — complejidad y am­
clases, independientemente de su carácter particular, así como de la nar plitud que en gran medida explican los variados usos y las diferenciadas
turaleza de los elementos componentes y de las relaciones o "fuerzas” que interpretaciones, no siempre consecuentes, de que ha sido objeto— apa­
los ligan. Postulamos una nueva disciplina llamada teoría general de sis­ rece, en todo caso, articulada sobre un concepto de sistema estrechamente
temas. La teoría general de sistemas es una teoría lógico-matemática que vinculado al utilizado en el campo del análisis físico de sistemas termo-
se propone formular y derivar aquellos principios generales aplicables a dinámicos 9S. Un sistema puede ser rigurosamente definido — utilizando
todos los "sistemas” »89. palabras de dos autores que se han ocupado de exponer la importancia
La perspectiva sistémica — basada en el supuesto de que el sistema y las consecuencias de la utilización geográfica del enfoque sistémico—
subyace en todo dominio de lo cognoscible, siendo por tanto el modelo como «un conjunto de elementos cibernéticamente interrelacionados en
sistémico el instrumento más adecuado para llevar a cabo los correspon­ estructuras negaentrópicas sucesivas»96. En efecto, de acuerdo con los
dientes análisis científicos 90— se articula, como advierte el propio Ber­ planteamientos de la termodinámica97, el sistema aparece configurado
talanffy, en torno a tres ingredientes constitutivos definitorios e interre- por un conjunto de variables o grupos de variables — un conjunto de ele­
lacionados 91. En primer lugar, el configurado por la «ciencia de los sis­ mentos— que, a través de la combinación de sus valores concretos, de­
temas» como aplicación general de la teoría sistémica a la investigación finen en cada momento el estado interno del sistema. Esos estados se
y a la explicación de los sistemas actuantes en los diversos dominios expresan matemáticamente mediante las funciones de estado, que mani­
científicos, lo que puede realizarse, como señala Anatol Rapoport, utili­ fiestan la forma concreta de las interrelaciones de las variables y que re­
zando las posibilidades conceptuales y metodológicas derivadas de la for­ miten, por tanto, el grado .de organización o de desorganización del sis­
mulación de isomorfismos y de modelos isomórficosa2. En segundo lugar, tema: la energía interna o la entropía, continuamente aludidas en la pers­
el que remite a la «tecnología de los sistemas» que, requiriendo la con­ pectiva geográfica sistémica, aparecen así como formas de traducir el
estado interno del sistema, como funciones de estado del sistema. Y es
86 Bertalanffy, L. von (1968): Teoría general de los sistemas. Fundamentos, desarro­ precisamente la entropía — concepto clave en toda la perspectiva sistémica
llo aplicaciones. Traducción de J . Almela, México, Fondo de Cultura económica, y, más concretamente, en la perspectiva sistémica del conocimiento geo-
1976, p. X I I I .
87 Ibid., p. V III . „ J ^ . 93 Bertalanffy, L. von: «Historia y situación...», op. cit., p. 35.
88 García-Pelayo, M. (1975): «La teoría general de sistemas», Revista de Occi­ 94 Cfr. Ashby, W . R. (1972): «Sistemas y sus medidas de información», en Berta­
dente, 3.a época, 2, pp. 52-59, p. 54. lanffy, L. von, y otros: Tendencias..., op. cit., pp. 95-117; Weinberg, G. M. (1972):
89 Bertalanffy, L. von: «Historia y situación.. op. cit., p. 34. E l subrayado es «Una aproximación por computadores a la teoría general de sistemas», en Berta­
del autor. lanffy, L. von, y otros: Tendencias..., op. cit., pp. 118-167.
90 Cfr. García-Pelayo, M.: Op. cit., p. 54. 95 Cfr., por ejemplo, Ambroise, C. (1978): «Dynamique, thermodynamique et
91 Cfr. Bertalanffy, L. von: Teoría general de los sistemas..., op. cit., pp. X l l l - modélisation», Recherches Géographiques a Strasbourg, 2, pp. 95-133.
X V III. 96 Racine, J. B., Reymond, H .: Op. cit., p. 27.
92 Cfr. Rapoport, A. (1972): «Los usos del isomorfismo matemático en la teoría 97 Cfr., por ejemplo, Aguilar Peris, J . (1965): Termodinámica y mecánica esta­
general de sistemas», en Bertalanffy, L. von, y otros: Tendencias..., op. cit., pp. 54-94. dística, Valencia, Distribuidora Saber.

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114 El pensamiento geográfico 3. Las tendencias actuales del pensamiento geográfico 115

gráfico— la que expresa directamente el grado de desorganización interna analizados en el dominio del conocimiento geográfico pertenecen al se­
del sistema, de forma que un incremento del valor de la entropía supone gundo de los tipos citados, comportándose, en consecuencia, como siste­
siempre un aumento de la desorganización del sistema. Mientras que los mas abiertos.
sistemas físicos tienden naturalmente — de acuerdo con el segundo prin­ La perspectiva del análisis sistémico, apoyada en la articulación con­
cipio de la termodinámica— a incrementar su entropía hasta un valor ceptual anteriormente expuesta, ha incidido con cierta intensidad, como
máximo, los sistemas vivos se caracterizan por plantear dinámicas ten­ ya hemos, indicado, en el campo del conocimiento geográfico. Y esa inci­
dentes, por el contrario, ajnantener bajos niveles de entropía y, por ende, dencia se ha manifestado claramente tanto en los horizontes analíticos
altos niveles de organización interna que aseguren la permanencia, ener­ expresamente inscritos en el dominio de la geografía física — Richard
géticamente costosa, de sus funcionamientos. J. Chorley se ha referido, por ejemplo, a las importantes posibilidades
Puede comprobarse, además, que el grado de organización interna del derivadas de la aplicación de modelos sistémicos en geomorfología 99— ,
sistema se encuentra directamente relacionado con el nivel alcanzado en como en aquellos otros específicamente dedicados a plantear el análisis
el mismo por la información, concepto estadístico que permite expresar espacial en las coordenadas de la geografía humana. Porque, además de
la reducción o la eliminación de la incertidumbre: el aumento de infor­ permitir, como advierte David R. Stoddart, una consistente reformulación
mación en el sistema hace decrecer, en efecto, el número de sucesos pro­ — basada en el concepto de ecosistema— de la dimensión ecológica, tantas
bables e incrementa, por tanto, el grado de organización interna. Porque veces debatida, del conocimiento geográfico IC0, los términos teóricos pro­
la información, al hacer disminuir la incertidumbre, regulariza interna­ puestos por la perspectiva sistémica — aplicables al entendimiento de va­
mente el sistema y hace decrecer el margen probabilístico de sus estados riadas organizaciones espaciales que abarcan desde los sistemas geomor-
posibles, con lo que, en resumen, introduce orden en el sistema, Por ello fológicos hasta los agrosistemas y los sistemas urbanos— proporcionan
es por lo que la información hace disminuir la entropía del sistema, un valioso instrumento para la investigación de las diversas modalidades
comportándose así como una entropía negativa o, dicho en otros términos, del orden espacial que centran la atención de la cientificidad geográfica
como una negaentropía. «Cuando nuestra información sobre un sistema analítica.
físico crece, su entropía decrece, o en otras palabras, la entropía mide La perspectiva sistémica aportaba también, en relación con lo anterior,
la falta de información acerca del estado real de un sistema. Por esta una formulación teórica y una articulación conceptual particularmente
razón la información que corresponde a un término negativo en la entropía adecuada para permitir la expresa reconsideración — en términos lógica­
final del sistema se denomina también negaentropía » 98 Y precisamente mente consistentes— del entendimiento de la región y de la caracteriza­
la negaentropía — que señala la información actuante en el mantenimiento ción del análisis geográfico regional. Los planteamientos analíticos habían
del orden interno del sistema— aparece como un concepto básico para criticado y rechazado abiertamente, como ya hemos señalado, los enfoques
el entendimiento y la explicación de la caracterización organizativa — de la regionales clásicos: y, como contrapartida, esos planteamientos analíticos
estructura interna— del sistema. proponían un nuevo entendimiento en el que la investigación regional
El orden interno de los elementos del sistema se traduce en cada aparece también sometida en todo momento — consiguiendo así la cohe­
momento, por tanto, en estructuras organizativas cuya caracterización de­ rencia que la geografía clásica no era capaz de proporcionarle— a los
pende de la negaentropía actuante. Y esas estructuras internas, que ex­ criterios lógicos y sistemáticos de toda práctica científica. Así, la inves­
presan las interrelaciones de los elementos, pueden modificarse y mani­ tigación regional — que debe configurar, según Fred K. Schaefer, el «la­
festar así la propia dinámica del sistema: de esa forma el sistema aparece boratorio» donde se verifiquen experimentalmente los resultados de la
como una sucesión de estructuras negaentrópicas que pueden ser analiza­ geografía general o sistemática 101— adquiere nuevo sentido, abandonando
das — atendiendo a las interrelaciones de sus elementos constitutivos— las inconvenientes y anticientíficas pretensiones clásicas, en las coordena­
en términos matemáticos o cibernéticos. Pero, por otra parte, el compor­ das delimitadas por el pensamiento geográfico analítico. La investigación
tamiento del sistema depende ante todo de las relaciones energéticas que geográfica regional puede dedicarse, como muestra William Bunge y cons­
mantenga con el exterior. Los sistemas pueden así ser diferenciados en tata detalladamente David Grigg, a establecer criterios de clasificación
sistemas cerrados y sistemas abiertos, distinción que remite a comporta­
mientos energéticos diferentes: en el primer caso, se trata de un sistema
energéticamente aislado — sin intercambios de energía con el exterior— , 89 Cfr. Chorley, R. J . (1962): «Geomorphology and General Systems Theory», en
mientras que, por el contrario, los sistemas abiertos sí efectúan inter­ Davies, W. K. D., Ed.: Op. cit., pp. 282-300.
100 Cfr. Stoddart, D. R. (1965): «Geography and the Ecological Approach: The
cambios energéticos con el exterior. Y la gran mayoría de los sistemas Ecosystem as a Geographie Principie and Method», en Davies, W . K. D.: Op. cit.,
pp. 301-311.
98 Ibid., p. 316. E l subrayado es del autor. 101 Cfr. Schaefer, F. K .: Op. cit., pp. 4 0 4 1 .

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116 El pensamiento geográfico
3. Las tendencias actuales del pensamiento geográfico 117
lógica similares a los que se aplican en cualquier campo científico m. Y en
la investigación geográfica regional pueden utilizarse, como advierte sobre la base de las estructuras verticales, una reladón entre lugares o un
Brian J . L. Berry, modelos conceptuales que permiten reformular mate­ orden en el conjunto de las reladones horizontales» los.
máticamente el análisis de los datos que definen significativamente la Y si, por una parte, la perspectiva sistémica puede dirigirse hada d
situación, las características y la dinámica del espacio regional103. análisis de regiones definidas en torno a una variable o grupo de variables
Pero si la perspectiva analítica pretende investigar la lógica — el orden temáticas selectivamente significativas — como sucede, por ejemplo, con
espacial— subyacente en la. articulación regional — en el sistema regional— , las regiones urbanas o las regiones económicas— , también es posible
el horizonte teórico sistémico proporciona un instrumental sumamente aplicar esa perspectiva sistémica para intentar sobrepasar ese marco y pro­
idóneo para delimitar las coordenadas de esa práctica regional analítica. poner así un entendimiento más totalizador d d sistema regional. En esta
En efecto, el concepto de sistema propuesto por ese horizonte teórico segunda línea se mueven, por ejemplo, los planteamientos regionales de
permite redefinir formalmente, en términos lógicos y matemáticos, el aná­ Roger Brunet109 y del ya citado Pierre Dumolard: negando ambos ex­
lisis geográfico de los espacios regionales. «Las ventajas de considerar la presamente, en prindpio, la conveniencia de definir regiones en términos
región como un sistema abierto — afirma, por ejemplo, Peter Haggett— temáticos o univariados 110 — conveniencia ampliamente afirmada, por ejem­
son que dirige nuestra atención hacia los vínculos entre proceso y forma plo, en los planteamientos analíticos y sistémicos anglosajones, y cuya sig­
y coloca a la geografía humana al lado de otras ciencias biológicas y socia­ nificativa negación por parte de Brunet y Dumolard remite, entre otras
les que están organizando su pensamiento de esta manera» m. cosas, a la perceptible influencia ejercida por las pretensiones totalizado­
Porque, en efecto, el planteamiento sistémico del análisis regional ras dásicas sobre el pensamiento sistémico francés— , se propone un en­
— que prolonga y culmina, en el ámbito anglosajón, la importante línea tendimiento regional en el que, como indica el razonamiento dumolardiano,
de revisión crítica que se suscita, sobre todo, en relación con la obra las coordenadas temáticas delimitadas por la funcionalidad económica se
de Richard Hartshorne— se resuelve, como advierte Pierre Dumolard en completan, buscando así una caracterización más totalizadora, con la si­
su propuesta de sistematización conceptual, en el entendimiento de la multánea consideración de la «comunidad de cultura» regional111. Esa co­
región como un sistema abierto que manifiesta en cada momento un de­ munidad cultural — que traduce «la realidad sociopsicológica de la región»
terminado estado o estructura interna105. Partiendo de ese entendimiento, y que, por tanto, se adentra en el horizonte fenomenológico de la geografía
puede delimitarse, como ejemplifica la exposición dumolardiana, tanto la de la percepción y d d comportamiento espacial— termina de definir,
caracterización dinámica del sistema regional, cuyo funcionamiento de­ junto a la funcionalidad, la «cohesión regional» que, con sus diferentes
pende de un conjunto de intercambios energéticos — entre los que el «in­ modalidades formales, constituye el soporte asegurador de la posibilidad
tercambio de información», que controla el nivel entrópico y, por tanto, regionalm.
el grado de organización del sistema, aparece como «base de tod^s' las La aplicadón de la perspectiva sistémica ofrece, en suma, amplias
demás formas de energía y de todos los demás intercambios» 106— , como, y coherentes posibilidades de definición teórica y de formalización con­
por otra parte, la caracterización de la estructura interna de ese sistema ceptual del dominio del análisis regional n3. Conllevando propuestas me­
regional, definida a través de las estructuras locales o verticales de cada todológicas generalmente complejas y no exentas de dificultades — difi­
uno de los elementos regionales — lugares habitados— y de las relaciones cultades que tienden a acrecentarse a medida que el proyecto regional,
horizontales o espadales entre esos elementos o lugares107. Por ello toda subordinando los criterios de estricta delimitación selectiva, se aproxima
operación de delimitadón regional debe intentar, ante todo, «encontrar, al terreno de las pretensiones holistas— , los planteamientos sistémicos
han permitido, en efecto, renovar lógicamente los términos del discurso
geográfico regional.
102 Cfr. Bunge, W .: Op. cit., especialmente pp. 14-26; Grigg, D. (1965): «The
Logic of Regional Systems», Annals o f the Association of American Geographers, LV,
3, pp. 465-491. «» Ibid., p. 94.
103 Cfr. Berry, B. J . L. (1964): «Approaches to Regional Analysis: A Synthesis», 109 Cfr. Brunet, R . (1972): «Pour une theorie de la géographie régionale», en
Annals of the Association of American Geographers, L IV , 1, pp. 2-11. La pensée géographique frangaise contemporaine. Mélanges offerts a André Meynier,
104 Haggett, P. (1965): Análisis locacional en la geografía humana. Traducción Saint-Brieuc, Presses Universitaires de Bretagne, 1972, pp. 649-662; Brunet, R. (1975):
de J . M. Obiols, Barcelona, Gustavo Gili, 1976, p. 29. «Spatial Systems and Structures. A Model and a Case Study», Geoforum, V I, 2,
105 Cfr. Dumolard, P. (1975): «Región et régionalisation. Une approche systémi- pp. 95-103.
que», L'Espace Géographique, IV , 2, pp. 93-111, p. 94. (Artículo parcialmente tradu­ 110 Cfr. Brunet, R .: «Pour une théorie...», op. cit., p. 652; Dumolard, P .: Op. cit.,
cido en este libro: cfr. P. Dumolard: «Región y regionalizadón. Una aproximación p. 93.
sistémica».) 111 Cfr. Dumolard, P .: Op. cit., p. 96.
i°6 Ibid., p. 94. Cfr. Ibid., pp. 95-96.
M7 Cfr. Ibid., p. 94. 113 Cfr., por ejemplo, Dauphiné, A. (1979): Espace, région et systéme, París,
Economica.

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118 £1 pensamiento geográfico 3. Las tendencias actuales del pensamiento geográfico 119

Hay que advertir, finalmente, para terminar de delimitar el alcance como, posteriormente, las sistémicas, aparece como una prolongación co­
de su incidencia en el campo del conocimiento geográfico, que la utilización herente de su práctica científica e incluso como reafirmación y enrique­
de la perspectiva sistémica ha desbordado el marco general de las coordena­ cimiento de las posibilidades conceptuales y metodológicas de la misma,
das analíticas. A la vez que, por una parte, ese marco se ampliaba y se pro­ lo cual se manifiesta en un uso más riguroso y diversificado del lenguaje
longaba mediante la introducción del análisis sistémico en el horizonte matemático por parte de numerosos autores anglosajones y en una es­
cognoscitivo, vinculado a las concepciones filosóficas y epistemológicas tructuración más racional de los resultados de sus investigaciones us. Por el
de signo fenomenológico, ^definido por el estudio de la percepción espacial contrario, entre los geógrafos físicos entroncados con las posturas coro-
y de los comportamientos geográficos, los planteamientos sistémicos eran lógicas y geoecológicas de mediados de siglo, mientras el proceder analítico
también utilizados, por otra parte, dentro de trayectorias cognoscitivas es rechazado como versión corregida y aumentada del «idealismo» deduc-
que se habían mantenido fieles a los fundamentos epistemológicos de la tivista de la geomorfología davisiana, la teoría de sistemas es recibida
geografía clásica. Porque, en este sentido, algunos autores han creído como el instrumento capaz de resolver los problemas epistemológicos
encontrar en la teoría general de sistemas un adecuado andamiaje con­ planteados, de superar la contraposición entre los enfoques regionales y los
ceptual para sostener y hasta potenciar, con una nueva y autorizada ter­ generales y de permitir dar una respuesta adecuada y útil a los nuevos
minología, las pretensiones indiscriminadamente sintéticas y totalizadoras problemas suscitados por la ordenación del territorio y la conservación
sostenidas por el pensamiento geográfico clásico. En esta línea se sitúan del medio ambiente 116.
las adscripciones sistémicas — a veces apresuradas y que frecuentemente En opinión de estos últimos, el método analítico, al consistir en una
plantean, entre otros, importantes problemas metodológicos— que pre­ resolución del objeto en sus partes y en una reconstrucción conceptual
tenden enlazar directamente — sin solución de continuidad epistemológi­ a partir de éstas, sólo es válido en .los casos en que' no existe interacción
ca— las perspectivas regionales o corológicas de la geografía clásica con entre dichas partes, gracias a lo cual es posible deslindarlas y volverlas
las articulaciones conceptuales procedentes de la teoría general de sis­ a juntar sin que sufran alteración117; tal condición no la cumplen las
temas. entidades que consisten precisamente en conjuntos de elementos en in­
Y esta dinámica — relativamente frecuente, sobre todo, en el panorama teracción denominados «sistemas», entre los que se encuentran la mayoría
del pensamiento geográfico alemán y francés— debe ser tenida en cuenta, de los objetos del interés de la geografía física. Si uno de estos sistemas
por ejemplo, a la hora de explicar las trayectorias seguidas, dentro de la es sometido a tratamiento analítico, el resultado es una suma heterogénea
geografía física, por los planteamientos inscritos en las coordenadas de y, por lo tanto, carente de validez, de los estudios de las partes o el
la «ciencia del paisaje» y de sus derivaciones que, asumiendo sin discusión estudio de alguna de ellas olvidando a las demás, lo cual es igualmente
las pretensiones sintéticas y totalizadoras de la perspectiva clásica regional inválido por su parcialidad. Así, según estos autores, las nuevas pers­
o corológica — y por ello habitualmente enfrentados a las concepciones pectivas analíticas incurren en los mismos errores cometidos en numerosas
sistemáticas davisianas— , han intentado resolver esas indiscutidas preten­ monografías regionales o en la geomorfología de filiación davisiana, como
siones acudiendo precisamente, como propone un autor tan poco proclive consecuencia de los cuales ni en uno ni en otro caso- se alcanzan las leyes
a la cientificidad positivista y analítica como Jean T ricart114, a los tér- específicas de los objetos analizados 118. Desde su punto de vista, las ver­
minos lógicos articulados por la teoría general de sistemas: seguidamente daderas leyes geográficas, es decir, las que rigen el enorme sistema de
expondremos con más detalle las formas de articulación de estas tra­ interacción que es la superficie de la Tierra, solamente estarían al alcance
yectorias de la geografía física. En todo caso, dentro y fuera de las coor­ de una geografía dotada de los instrumentos teóricos y metodológicos
denadas epistemológicas analíticas, y con mejor o peor fortuna, la pers­ adecuados para abordar un tipo de objetos esencialmente complejos, las
pectiva sistémica manifiesta, en resumen, una fuerte capacidad de inci­ características de cuyos componentes no son sumativas, sino «constituti-
dencia en el complejo y variado panorama del pensamiento geográfico de
los últimos años.
115 Cfr. Chorley, R. J., Ed.: Spatial Amdysis in Geomorphology, op. cit.; Doorn-
kamp, J . C., King, C. A. M. (1971): Numerical Analysts in Geomorphology. An Intro-
Los -planteamientos globales o integrados en geografía física duction, Londres, Edward Arnold.
y la incidencia del análisis sistémico 1M Tricart, J. (1979): «L’analyse de systéme et l’etude intégrée du milieu naturel»,
Annales de Géographie, L X X X V III, pp. 705-714. (Artículo traducido en este libro:
Como se ha señalado, entre los geomorfólogos vinculados a la .tradi­ cfr. J . Tricart: «El análisis de sistemas y el estudio integrado del medio natural».)
ción davisiana la asimilación de las nuevas perspectivas, tanto las analíticas 117 Bertalanffly, L. von: Teoría general de los sistemas, op. cit.
118 Cfr. Reynaud, A. (1974): El mito de la unidad de la Geografía. Traducción
114 Cfr. Tricart, J . (1977): «Le terrain dans la dialectique de la géographie», de A. Redondo y H. Capel, Barcelona, Universidad de Barcelona (Geo-Crítica. Cua­
Hérodote, 8, pp. 105-120, especialmente p. 106. dernos Críticos de Geografía Humana, 2), 1976, pp. 5-8.

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120 E l pensamiento geográfico
3. Las tendencias actuales del pensamiento geográfico 121
vas» en el sentido dado, a este término por von Bertalanffy119. Se afirma
así la necesidad de entender los objetos de la geografía física como sis­ tro de una concepción del relieve terrestre como resultado de la dialéctica
temas y se asegura que precisamente los términos teóricos del análisis entre tectónica y fuerzas externas, con la pretensión de articular un en­
sistémico permiten aprehender correctamente — sin reducciones selecti­ foque radicalmente nuevo. En él la dependencia climática de la morfología
vas— las interacciones globales que definen las verdaderas características de la superficie terrestre aparece como indudable y se reconoce la decisiva
geográficas de las unidades espaciales estudiadas. influencia de la vegetación en la evolución del relieve, así como la impor­
De esa manera, sin asumir en ningún momento los criterios cognos­ tancia de la acción antrópica 123.
citivos definitorios del proceder analítico, la teoría general de sistemas Esta geomorfología biodimática o dinámica, que se apoya expresa­
se descubre como instrumento ratificador — y hasta potenciador— de las mente en Troll, que tiene sus antecedentes en los trabajos, ya citados,
pretensiones corológicas clásicas. Y todo ello pijede conducir, por lo de­ de Dresch y sobre todo de Cholley y que asume tardíamente el enfoque
más, a la elaboración de una teoría general del sistema de fuerzas y de sistémico, encuentra su exponente fundamental y más trascendente en la
relaciones actuantes en la superficie terrestre, teoría que volverá a en­ obra de Jean Tricart y André Cailleux, que constituye un cuerpo orgánico
contrar en el «paisaje» — manifestación visible del estado de dicho sis­ y completo, tanto desde el punto de vista teórico y metodológico como
tema 120— su punto de partida fundamental. Nuevamente el paisaje — no­ desde el punto de vísta instrumental o aplicado 124. Según ambos autores,
ción fuertemente criticada, como expresión elocuente de las indebidas la «erosión normal» no existe, es simplemente una construcción mental,
pretensiones totalizadoras y de la superficialidad del conocimiento geo­ muy brillante sin duda, pero esquemática e irreal. Es indudable que Davis
gráfico— se presenta como el objeto indiscutible de un estudio geográfico partió para la elaboración de su sistema de hechos concretos y ciertos:
que, ahora en términos sistémicos, pretende acceder a una racionalidad la importancia de la escorrentía fluvial jerarquizada en las zonas templadas
científica propia. El paisaje proporcionará a la geografía, como afirma Jean de Norteamérica y Europa. Es, sin embargo, inapropiada por excesiva la
Tricart, un campo de extraordinario valor para descubrir la dialéctica pretensión de generalizar un sistema de análisis basado en esta situación.
actuante entre leyes y fenómenos, entre conceptualización y- observación, Como habían puesto de relieve los primeros trabajos de Cailleux, la di­
poniéndose así de manifiesto además, en opinión de estos autores, la falacia námica geomorfológica es en la realidad sumamente variada y compleja
de pretender disociar y contraponer una geografía teórica y una geografía y los factores actuantes son múltiples y pertenecientes a diversos campos.
referida a lo concreto m . Esta es, en resumen, la perspectiva que se desarro­ Por ejemplo, la escasa importancia de la arroyada en los países templados
llará ampliamente — no sin algunas dificultades epistemológicas y sin pro­ y húmedos se debería de forma inmediata a la presencia de una densa
blemas, a veces sustanciales, de orden metodológico— en el panorama, cubierta vegetal, cuyo desarrollo se encuentra favorecido por el clima
sobre todo alemán y francés, de la geografía física de los últimos años. y el suelo; si esta cubierta fuese destruida por el hombre, el ataque erosivo
Siguiendo estos planteamientos se han desarrollado una serie de líneas llevado a cabo por las aguas sin jerarquizar alcanzaría unos niveles im­
de investigación en geografía física, denominadas «globales» o «integra­ portantísimos 12S. Se hacía, pues, preciso sustituir el concepto de erosión
das», cada una de las cuales tiene personalidad propia pero sufre la in­ normal por los de «regímenes morfoclimáticos» o «sistemas de erosión
fluencia de las aportaciones de las demás. Sintetizando al máximo, estas bioclimáticos», sobre la idea, constantemente apoyada por los estudios
líneas se pueden organizar en tres direcciones fundamentales: la geomor­ empíricos, de que los procesos de modelado se organizan y actúan según
fología dinámica, la geografía física global o ciencia del paisaje integrado sistemas variables en función de las relaciones mutuas entre la estructura
y la ecogeografía. geológica, el clima, la vegetación y las modificaciones de estos por la
A partir de 1950 el rechazo del sistema geomorfológico de Davis ya acción del hombre 126.
no corresponde sólo a los autores alemanes m, sino que varias escuelas Tricart, por su parte, señala cómo, cuanto más se profundiza, con
francesas de creciente importancia plantean decididamente, frente a una más claridad aparecen las conexiones entre los distintos aspectos de la
evolución morfológica cíclica, la idea de una morfogénesis continuada den- geografía. La geomorfología resulta así una pieza dentro de la geografía
física. Se trata, asumiendo lo más fundamental de las aportaciones de

119 Cfr. Aduerman, E . (1963): Las fronteras de la investigación geográfica. Traduc­ 123 Cfr. Tricart, J . (1952): «Climat, végetation, sol et morphologie», en Cinquante-
ción de E . Prats y H. Capel, Barcelona, Universidad de Barcelona (Geo-Critica. Cua­ naire du Laboratoire de Géographie, Rennes, pp. 240-254.
dernos Críticos de Geografía Humana, 3), 1976, pp. 15-16. m Tricart, J., Cailleux, A. (1962): Introduction a la Géotnorphologie climatique,
uo Richard, J.-F. (1975): «Paysages, écosystémes, environnement: une approche París, S. E . D. E. S.; Tricart, J ., Cailleux, A. (1962-69): Traité de Géomorphologie,
géogTaphique», L'Espace Géographique, IV , 2, pp. 81-92. París, S. E. D. E. S., 4 vols.
121 Tricart, J .: «Le terrain dans la dialectique de la géographie», op. cit., p. 120. 125 Cailleux, A. (1948): «Le ruisellement en pays temperé non montagneux», An­
122 Cfr. Büdel, J. (1950): «Das System der klimatischen Morphologie», Deutscher nales de Géographie, L V II, pp. 21-39. .
Geographentag, pp. 65-100. 126 Tricart, J . (1977): Précis de Géomorphologie. II. Géomorphologie dynamtque
générale, París, S. E. D. E. S., pp. 14-15.

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í
122 E l pensamiento geográfico 3. Las tendencias actuales del pensamiento geográfico 123

Troll, de una ecología de formas, en la que modelado y estructura geoló­ temporal» E0. Fuertemente influida por la cibernética y por la teoría de
gica interactúan en el ámbito del sistema que es la superficie terrestre. sistemas, lá aplicación de este planteamiento exige un alto nivel de cuan-
Este se define expresamente como plano de contacto donde operan fuer­ tificación, la posibilidad de disponer de mediciones muy completas y exactas
zas internas y externas, que modifican su forma constantemente. En con­ y el uso de técnicas matemáticas muy complejas. Al precisar de una im­
secuencia, los relieves han de ser entendidos como resultado presente portante infraestructura (redes de observación permanentes, laboratorios,
de una morfogénesis ininterrumpida y explicados mediante el estudio de etcétera) y de ún período de análisis muy largo, sólo se ha plasmado en
los mecanismos actuantes y su evolución, teniendo en cuenta que las realizaciones concretas en algunos países socialistas al amparo de grandes
combinaciones de dichos mecanismos y los cambios que en ellas se pro­ planes de ordenación territorial.
ducen se realizan al modo ecológico, es decir, buscando siempre una situa­ También en relación con las necesidades de la planificación, aparecen
ción de equilibrio con el medio127. De ahí que para hacer un estudio los métodos de «landscape survey» desarrollados en Australia por la
geomorfológico sea preciso, en principio, definir en el ámbito espacial C. S. I. R. O. (Commonwealt Scieníific and Industrial Research Orgatfi-
considerado las condiciones morfoestructurales y climáticas, hacer un aná­ zation). Se trata de una metodología, elaborada a partir de trabajos con­
lisis morfodinámico y llegar a la elaboración de una cartografía deta­ cretos realizados desde mediados de siglo con la finalidad de proporcionar
llada128. con rapidez una información global comprensible y utilizable acerca de
De acuerdo con estos presupuestos, no es posible una geomorfología la organización y la dinámica del medio, que se basa en el aprovecha­
entendida como ciencia de la forma del relieve, haciendo abstracción de miento exhaustivo de los documentos de teledetección, en especial de la
los restantes aspectos que se imbrican e interactúan con ella; su estudio, fotografía aérea, y en la delimitación y cartografía de unidades espaciales
como el de las restantes disciplinas de la geografía física, ha de referirse integradas, o paisajes, que se organizan taxonómicamente en tres niveles
a unidades espaciales integradas — a paisajes— , que pueden ser clasifi­ (« land systems», «land units» y « land facets»). Aunque el interés teórico
cados y ordenados según una taxonomía específica. Ello hace imprescin­ de sus primeras formulaciones, muy empíricas y descriptivas, es escaso,
dible la existencia de una «ciencia del paisaje» capaz de conectar y dar posteriormente ha sido objeto de sucesivos planteamientos cada vez más
sentido general a la geomorfología, la climatología, la biogeografía, e tc .129. rigurosos y más influidos por las concepciones sistémicas y ha inspirado,
Las aportaciones teóricas y metodológicas realizadas en este sentido es­ incluso como blanco de críticas, otras concepciones más completas y ela­
pecialmente por autores soviétivos, franceses y alemanes, a las que se boradas 131.
pueden unir las derivadas de trabajos prácticos de ordenación territorial Entre estas concepciones la de mayor trascendencia es la planteada
realizados en Australia, constituyen la denominada geografía física global. por Georges Bertrand132 y desarrollada, entre otros, por F. Taillefer133,
En la Unión Soviética, la escuela encabezada por V. B. Sochava plantea G. Allaire m, G. Rougerie135, J. C. W ieber136 y J. F. Richard137. En ella
una teoría global sobre el medio físico, incluyendo en éste las modifica­
ciones introducidas por la acción antrópica, cuyo punto de partida es el
130 Cfr. Sochava, V. B. (1971): «Geography and Ecology», Soviet Geography,
concepto de «geosistema» o «sistema territorial natural». Se define éste X I I , 5, pp. 277-283.
como el «sistema geográfico natural y homogéneo ligado a un territorio» 131 Cfr. Christian, C. S. (1958): «The Concept of Land Units and Land Systems»,
y se caracteriza «por una morfología, es decir, por unas estructuras es­ Proceedings of the 9th Pacific Science Congress, pp. 74-81.
132 Bertrand, G. (1968): «Paysage et Géographie phisique globale. Esquisse métho-
paciales verticales (geohorizontes) y horizontales (geofacies); por un fun­ dologique», Revue Géographique des Pyrénées et du Sud-Ouest, X X X IX , pp. 249-272^
cionamiento, que engloba el conjunto de las transformaciones ligadas a la (Artículo parcialmente traducido en este libro: cfr. G . Bertrand: «Paisaje y geografía
energía solar o gravitacional, a los ciclos del agua y a los biogeociclos, física global».)
'"'así como a los movimientos de las masas de aire y a los procesos de 133 Cfr. Taillefer, F. (1972): «Le premier colloque interdisciplinaire sur la science
du paysage et ses applications. Rapport de synthése», Revue Géographique des Pyré­
geomorfogénesis, y por un comportamiento específico, que se expresa en nées et du Sud-Ouest, X L III, pp. 135-141.
los cambios de estado que se producen en él en una determinada secuencia 134 Cfr. Allaire, G., Phipps, M., Stoupy, M. (1973): «Analyse écologique des
structures de l’utilisation du sol», L'Espace Géographique, I I , 3, pp. 185-197.
135 Cfr. Rougerie, G ., Mathieu, D., Wieber, J . C. (1972): «Presentation de fiches
127 Cfr. Tricart, J . (1965): Principes et méthodes de la Géomorphologie, París, techniques pour l’observation coherente et systematique des éléments du paysage», en
Masson. La pensée géographique frangaise contemporaine..., op. cit., pp. 175-177.
128 Tricart, J . (1973): «La Géomorphologie dans les études integrées du mílieu na- 136 Cfr. Massonie, J. P., Marthieu, D., Wieber, J . C. (1971): «Application de
turel», Am ales de Géographie, L X X X II, pp. 421453. Tanalyse factorielle a l’étude des paysages», Cahiers de Géographie de Besangon,
129 Bertrand, G . (1972): «La Science du paysage, une Science diagonale», Revue pp. 1-51.
Géographique des Pyrénées et du Sud-Ouest, X L III, pp. 127-133. (Artículo traducido 137 Cfr. Richard, J . F. (1972): Problemes de Géographie du paysage. I: Essai de
en este libro: cfr. G. Bertrand: «La ciencia del paisaje, una ciencia diagonal».) définition théorique, Adiapodoumé, O. R. S. T . O . M.

(
124 El pensamiento geográfico 3. Las tendencias actuales del pensamiento geográfico 125

el paisaje se concibe como una combinación dinámica en la que interactúan Una vez realizada la labor taxonómica, el análisis propiamente dicho
todos los «elementos geográficos», abió ticos, biológicos y antrópicos,. de tiene tres pasos cuyo orden se ha de decidir de acuerdo con el elemento,
los cuales uno o un grupo tiene carácter central y actúa como cataliza­ o conjunto de elementos, dominante según la escala: estudio de las rela­
dor ¡3S. Este papel dominante no se decide arbitrariamente, sino que de­ ciones entre los componentes vivos y la geomorfogénesis; estudio de la
pende en forma decisiva de la escala, o, lo que es lo mismo, de- la po­ dinámica y desarrollo histórico, y examen de las imágenes, vivencias y com­
sición de la unidad que se trata de estudiar dentro de una taxonomía portamientos suscitados por el paisaje objeto de estudio 143. Se trata, pues,
general. En el nivel de un terrazgo agrícola de montaña, por ejemplo, la de un planteamiento fundamentalmente espaciotemporal que supera los
pendiente tiene carácter prioritario, mientras que en el nivel d d ’conjunto límites estrictos de la geografía física; en él el concepto de evolución di­
montañoso donde está enclavado puede ser el clima el elemento funda­ námica y el factor tiempo son básicos en la comprensión del paisaje, en­
mental m . Resulta, pues, absolutamente básica fe elaboración de una taxo­ tendido como una estructura que refleja, en un momento determinado de
nomía de paisajes, en la que las unidades menores se incluyen en la in­ su evolución, el estado de un sistema delimitado en la superficie terrestre
mediatamente superior y éstas a su vez en las de mayor rango, del mismo por «discontinuidades objetivas» y constituido por la interacción de tres
modo que los individuos biológicos constituyen especies y éstas géneros. subsistemas: un potencial físico, una explotación biológica y una acción
Como en geografía se trata de unidades espaciales que ocupan una de­ antrópica 144.
terminada superficie, la magnitud o escala dimensional es un aspecto
La insistencia en tomar en consideración el factor tiempo es, pues,
básico que se ha de tener en cuenta, junto a la estructura interna y los
característica de esta escuela francesa del «paisaje integrado»: si éste se
caracteres dinámicos, que son los normalmente tomados en consideración.
define como estado de un sistema, es imprescindible saber el significado
Siguiendo y desarrollando la escala dasificatoria de formas de relieve
elaborada por Cailleux y T ricart140 y sobre la base de las «discontinuida­ de tal estado dentro del desarrollo del mismo, tanto en su sentido pro­
des» que el espacio terrestre presenta 141, la taxonomía básica de paisajes piamente histórico como, sobre todo, ecológico. Es muy clara en este sen­
establecida por Bertrand consta de seis niveles, que de mayor a menor tido la influencia de conceptos tan importantes en ecología como «rexis-
son la zona, el dominio, la región natural, el geosistema, la geofacies y el tasia», «biostasia», «balance energético» o «nivel de productividad».
geotopo. De ellos el fundamental a efectos de análisis geográfico es el Un enfoque mucho más ligado a la ecología, según el cual el paisaje
geosistema, cuyo significado es diferente del que Sochava atribuye al es un sistema abierto cohesionado por intercambios de masa, energía e
mismo término. «Se trata — dice Bertrand— de una unidad comprendida información que se encuentra en un cierto nivel de integración, estabilidad
entre unos kilómetros cuadrados y unos^centenares de kilómetros cua­ y equilibrio, fundamenta los trabajos de los continuadores de la Land-
drados. En esta escala es en la que se dan la mayor parte de los fenómenos schaftdkologie alemana, en la cual las aportaciones de Cari Troll, propug­
de interferencia entre los elementos del paisaje y en la que se desarrollan nando un entendimiento de la geografía como ecología de paisajes y ela­
las combinaciones dialécticas más interesantes para el geógrafo. En un borando una taxonomía de los mismos, han seguido siendo fundamentales
nivel superior sólo importan el relieve y el clima y, complementariamente, e inspirando las demás líneas de investigaciónI45. Metodológicamente, esto
las grandes masas vegetales. En un nivel inferior, los elementos biogeo- se traduce en un análisis muy minucioso desarrollado a lo largo de cortes
gráficos tienden a ocultar las combinaciones del conjunto. En fin, el geo­ espaciales significativos («catenas» o «toposecuencias»), que permite de­
sistema constituye una buena base para los estudios de ordenación del tectar «geocomplejos»; una vez localizados y definidos éstos, se los so­
espacio, ya que está a la escala del hombre»142. Disponiendo de esta taxo­ mete a un reconocimiento fisionómico previo y después a un estudio de
nomía, el localismo y la inconexión han de desaparecer del análisis geo­
su funcionamiento ecológico, tendente a la realización de balances. De acuer­
gráfico, ya que cualquier paisaje estudiado pasa a ser un individuo per­
do con los resultados se realiza la delimitación definitiva y la cartografía
teneciente a una especie, de cuyos rasgos y problemas participa; por lo
de los paisajes, que, como expone G. Haase, no son unidades visualmente
tanto, analizarlo es participar en la comprensión de dicha especie y, a tra­
vés de ella, en el conocimiento del paisaje total.
138 Bertrand, G .: «Paysage...», op. cit., pp. 255-256. 143 Bertrand, G ., Dollfus, O . (1973): «Le paysage et son concept», L ’Espace Géo-
139 Cfr. Bertrand, G . (1973): «Les structures naturelles de l’espace géographique. graphique, II, 3, pp. 161-163.
L ’exemple des montagnes cantabriques centrales (Nord-Ouest de í’Espagne)», Revue 144 Bertrand, G .: «Paysage...», op. cit., pp. 259-260.
Géographique des Pyrénées et du Sud-Ouest, XLIV, pp. 172-206. 145 Cfr. Troll, C. (1970): «Landschaftokologie (Geoecology) und Biogeoceonologie.
140 Cfr. Tricart, J .: Principes et méthodes..., op. cit. Eme terminologische Studie», Revue Roumaine de Géologie, Géophysique et Géogra­
141 Cfr. Brunet, R. (1967): Les phénombnes de discontinuité en Géographie, París, phie (Série de Géographie), 14, pp. 9-18; Troll, C. (1971): «La Geocología y la di­
C .N .R .S . ferenciación a escala planetaria de los ecosistemas de alta montaña». Traducción de
142 Bertrand, G .: «Paysage...», op. cit., p. 259. J . J . Sanz Donaire, Geographica, 2, pp. 143-155.
126 El pensamiento geográfico
3. Las tendencias actuales del pensamiento geográfico 127

perceptibles de las que se parte, sino unidades dinámicas a las que se


bal» de las unidades espaciales o «paisajes». La teoría general de sistemas
llega al final de la investigación146. sirve, como se ve, para actualizar y revitalizar, de forma más o menos
El panorama de los planteamientos integrados se ha incrementado
consecuente, las pretensiones «totalizadoras» — y opuestas por principio
recientemente con la aparición de una nueva línea denominada por sus
a las operaciones de selectividad cognoscitiva— de las perspectivas re­
creadores, Jean Tricart y Jean Kilian, «ecogeografía» I47. Se trata de un in­ gionales o corológicas.
tento de superar la visión estática que, en distinto grado, subyace a los
«landscape survey» y a -los estudios de paisaje integrado y deriva de su
uso como ptinto de apoyo de inventarios o descripciones fisipnómicas; 2. PERSPECTIVAS FEN O M EN O LO G IA S Y SISTEMICAS
proponen para ello una metodología en la que incluso la taxonomía previa EN E L ANALISIS GEOGRAFICO DE LA PERCEPCION
se elabora teniendo en cuenta los caracteres dinámicos. Partiendo de una Y D EL COMPORTAMIENTO ESPACIAL
concepción del medio físico como sistema abierto que ocupa el plano de
El interés por la trascendencia geográfica de las actitudes y aprecia­
contacto o «interfaz litosfera-atmósfera, su caracterización ha de basarse
ciones de los grupos humanos acerca del medio en que viven se encuentra
en el modo como esta interfaz cambia, es decir, en su grado de estabili­
explícitamente en la geografía cultural de filiación saueriana y, de forma
dad» 141. Dicho grado de estabilidad depende de la relación de fuerzas
implícita o marginal, en otras perspectivas clásicas, pero sólo a partir de
que en cada lugar y momento se da en la superficie terrestre y se mani­
mediados de la década de los cincuenta comienzan a aparecer trabajos
fiesta en el balance entre flujos, tanto horizontales como verticales, de
centrados de modo específico en la percepción y el comportamiento espa­
materia y energía. E l resultado de la interferencia de estos flujos puede
ciales. Realizados en principio casi exclusivamente por autores del ámbito
ser una situación caracterizada por modificaciones apreciables de la su­
anglosajón relacionados con los grupos promotores de la geografía analí­
perficie topográfica que dificultan el desarrollo de los suelos y la coloni­
tica, estos trabajos habían aportado ya en torno a 1965 un extenso y
zación vegetal o una situación en la que los desplazamientos de materiales
variado cuerpo de conocimientos apoyado en enfoques conceptuales y me­
son muy limitados y predomina la edafogénesis en una superficie colo­
todológicos propios',-al' que se dio el nombre de geografía de la percep­
nizada por la vegetación, o bien una situación intermedia entre ambas.
ción 1. Teniendo en cuenta el momento de su aparición y las vinculaciones
De ahí que la clasificación básica de los medios naturales sea una distinción
académicas de sus primeros cultivadores, ha habido quienes han conside­
entre medios estables, inestables y peniestables. La influencia de la «teoría
rado esta línea de investigación, qué después se ha desarrollado y diversi­
biorexistásica» de H . E h rart149 es indudable en este planteamiento taxo­
ficado extraordinariamente incorporando autores entroncados con otras
nómico e igualmente lo es en el método que la ecogeografía propone,
corrientes geográficas, como una faceta de la geografía analítica. Sin em­
centrado en el análisis del balance edafogénesis-morfogénesis. Como reco­
bargo, a pesar de los permanentes contactos que siempre han existido
nocen expresamente Tricart y Kilian, su pretensión es «hallar el deno­
entre ambas y que se han visto facilitados por la creciente asimilación de
minador común de la ecología, la edafología y la geografía física» y, par­
planteamientos sistémicos, un análisis riguroso muestra que cada una de
tiendo de las consecuciones de la primera de estas disciplinas en el esta­
ellas se mueve en un horizonte epistemológico distinto.
blecimiento de balances, análisis de flujos y definición de modalidades de
Al basarse en el postulado de que el conocimiento no existe indepen­
evolución, realizar la «integración dinámica» de los estudios sobre el medio
dientemente del hombre, sino que debe partir de la experiencia humana
físico mediante la aplicación de «los mismos esquemas lógicos en los que
del mundo, la geografía de la percepción se inscribe — como señala Vincent
se basan el estructuralismo y la teoría de sistemas» 15°.
Berdoulay— en el dominio de las concepciones fenomenológicas 2. De acuer­
De esta forma pueden caracterizarse, en suma, las líneas cognoscitivas
do con este contexto filosófico, tiende a situarse abiertamente en un plano
que, dentro de la geografía física, pretenden incorporar los términos de
cognoscitivo que resulta muy distinto del estrictamente configurado por la
los planteamientos sistémicos para reformular el' estudio «integral» y «glo­
geografía analítica y a oponerse más o menos explícitamente a algunos de
14í Cfr. Haase, G. (1964): «Landschaftokologische Detailuntersuchung und natu- los principios básicos asumidos por ésta, llegando incluso a criticar abier­
rraumlichen Gliederung», Petermanns Geographische Mitteilungen, C V III, pp. 8-30; tamente el mantenimiento de los presupuestos positivistas y cientificistas y
Neef, E . (1967): «Entwicklung und stand der Landschaftokologischen Forschung in las pretensiones de «objetividad» de los geógrafos analíticos 3.
der D. D. R.», Geographische Gessettchaft D. D. R., pp. 22-34.
147 Tricart, J., Kilian, J . (1979): L'écogeograpbie et Vamenagement du milteu na-
turel, París, Frangois Maspero. 1 Cfr. Capel, H. (1973): «Percepción del medio y comportamiento geográfico»,
mü Ibid., p. 80. , , . Revista de Geografía, V II, 1-2, pp. 58-150.
149 Cfr. Erhart, H. (1956): La genese des sois en tant que phenomine geologique 2 Berdoulay, V. (1974): «Remarques sur la géographie de la perception», L'Espace
París, Masson, 1967. Géographique, I I I , 3, pp. 187-188.
m Tricart, J ., Kilian, J.: Op. cit., p. 230. 3 Cfr. Downs, R. M. (1970): «Geographie Space Perception: Past Approaches and
Future Prospects», en Progress in Geography, 2, pp. 65-108.

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128 E l pensamiento geográfico 3. Las tendencias actuales del pensamiento geográfico 129

Hoy se acepta generalmente que el tema de la percepción entra en la vimientos de población se encuentran prioritariamente dirigidos por los
geografía contemporánea debido a la influencia que ejercen sobre ella dos valores conferidos por los grupos susceptibles de migrar a los distintos
concepciones metodológicas ajenas: el nuevo análisis económico regional lugares, con independencia del valor intrínseco de las condiciones de éstos,
de Herbert A. Simón y el análisis urbanístico de la «escuela de Chicago» que por otra parte es imposible de determinar. El problema central tanto
encabezada por Kevin Lynch. Los métodos convencionales de análisis eco- . de la economía regional como de. la geografía — o de cualquier otra dis­
nómico, frecuentemente empleados por ciertos sectores de la geografía ciplina que trate de distribuciones espaciales humanas— está por lo
analítica inicial, partían J e la idea de que el medio se percibe tal cual es tanto en la percepción que la población tiene del medio y en la interpre­
(«transparencia del medio») y de que el hombre como agente económico tación de los signos que en él percibe; ello implica la asimilación de
puede clasificar los hechos existentes en él según una escala de preferencia planteamientos conceptuales y metodológicos elaborados por la psicología
única y racional («racionalidad de elección»)4. 'Estos postulados, que per­ y la semiología.
mitían unas formulaciones matemáticas rigurosas similares a las de las En esta misma línea, y expresamente dedicados a poner de manifiesto
ciencias físicas, fueron objeto de una crítica radical por parte de H . Simón: los ingredientes subjetivos que invalidan las presuposiciones de transpa­
en su libro Models o f man, social and rational: Mathematical essays on rencia y racionalidad asumidas en buena medida por la primera geografía
rational behavior in a social seeting, publicado en 1957, señala cómo, al analítica, están los estudios sobre la percepción de los riesgos naturales
analizar agentes económicos en la realidad, resulta evidente que las deci­ realizados en los Estados Unidos con la finalidad de servir de base a gran­
siones se deben a las motivaciones de las entidades con capacidad operativa des planes de ordenación territorial. Estas investigaciones, iniciadas por
y están basadas en órdenes de preferencia múltiples; lo normal, en conse­ Gilbert F . White y desarrolladas por un numeroso grupo de geógrafos,
cuencia, es lo que denomina la «incoherencia potencial de elección». Por ponen de manifiesto que la utilización o el abandono de las tierras depende
otra parte, la información de que disponen los sujetos de decisión espacial de la estimación subjetiva de los riesgos naturales que en ellas existen y
raramente es completa y muchas veces está distorsionada; no es real de la eficacia que se atribuye a los medios de protección9. Sobre estas
tampoco, por lo tanto, la presunta transparencia del medio. Es preciso, conclusiones de trabajos concretos abiertos a la aplicación, articulan sus
pues, basarse en modelos de conducta imperfectamente racionales y en sistemas de análisis de percepción de riesgos, que ya se han hecho clásicos,
decisiones tendentes, más que a una maximización teórica de los rendimien­ Robert W . Kates 10, Ian Burton11 y Thomas F . Saarinen n. Son ellos los
tos, a alcanzar un cierto nivel de satisfacción, que no es fijo sino muy que utilizan por primera vez de forma sistemática en geografía las técnicas
relativo. Así, para H . Simón, la toma en consideración de las «imper­ de la psicometría, incluso los tests proyectivos, con lo que, dentro de un
fecciones del conocimiento», es decir,' la evaluación de los límites y con­ enfoque conceptual muy distinto, introducen unas posibilidades de rigor
dicionamientos de la percepción, resulta imprescindible para realizar todo estadístico y una operatividad matemática comparables a los de la geografía
análisis económico espacial, lo cual implica el paso de un nivel «objetivo», analítica.
considerado irreal e inviable, a un nivel fenomenológico5. Como se señaló, el tema de la percepción también se introduce y des­
Este planteamiento crítico, que viene a coincidir fundamentalmente arrolla en geografía a través de otra línea de investigación interesada, no
con las conclusiones de los estudios acerca de la difusión espacial de las por espacios extensos, sino por el ámbito más concreto de la ciudad e
innovaciones y de los factores desencadenantes de las migraciones reali­ inspirada directamente por los urbanistas de la llamada «escuela de Chica­
zados desde 1953 por Torsten Hagerstrand 6 y otros geógrafos suecos go», en especial por Kevin Lynch, cuya obra fundamental, The Image of
de la escuela de Lund7, adquiere una gran trascendencia en el campo the City, aparece en 1960. En ella la ciudad se concibe como «una pauta
geográfico por medio de los trabajos de Julián Wolpert dedicados tam­ conexa de símbolos» que es objeto de una «lectura» más o menos fácil, de
bién al análisis de las migraciones8. En ellos se muestra cómo estos mo­ «Behavioral Aspects of the Decisión to Mígrate», Papers and Proceedings of the Regio­
nal Science Association, 15, pp. 159-169.
9 Cfr. White, G. F. (1973): «La investigación de los riesgos naturales», en Chor­
4 Cfr. Isard, W . (1956): «Regional Science, the Concept of Región, and Regional ley, R . J., Ed. (1973): Nuevas tendencias en Geografía. Traducción de J . Hernández
Structure», Papers o f the Regional Science Association, 2, pp. 13-26. Orozco, Madrid, Instituto de Estudios de Administración Local, 1975, pp. 281-319.
5 Cfr. Simón, H. A. (1957): Models of Man, Social and Rational. Mathematical 10 Cfr. Kates, R. W. (1962): Hazard and Choice Perception in Flood Plain Mana­
Essays on Rational Behavior in a Social Setting, Nueva York, John Wiley. gement, Chicago, Chicago University Press (Department of Geography Research Pa­
6 Cfr. Hagerstrand, T . (1953): Innovation Diffusion as a Spatial Process, Chicago, per 78).
Chicago University Press. 11 Cfr. Burton, I., Kates, R., Snead, R. (1969): The Human Ecology o f Coastal
7 Cfr. Hannefaerg, D., Hagerstrand, T ., Odeving, B ., Eds. (1957): Migration in Flood Hazard in Megdopolis, Chicago, Chicago University Press (Department of Geo­
Sweden. A. Symposium, Lund, Lund Studies in Geography, 13. graphy Research Paper 115).
8 Cfr. Wolpert, J . (1964): «The Decisión Process in a Spatial Context», Annals 12 Cfr. Saarinen, T. F. (1969): Perception o f Environment, Washington, Association
o f the Association o f American Geographers, L IV , pp. 537-558; Wolpert, J . (1965): of American Geographers.

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El pensamiento geográfico 3. Las tendencias actuales del pensamiento geográfico 131
130

la cual se derivan unas «imágenes mentales» a . Esta perspectiva abre las imágenes regionales según la pertenencia a unos u otros grupos cul­
nuevas vías para el entendimiento de la percepción espacial y suscita en turales; la percepción de los riesgos ambientales; el desarrollo de las
geografía la aparición de una serie de trabajos en los que se plantea rigu­ capacidades de comprensión espacial según la edad; los factores del com­
rosamente el análisis de los complejos procesos relativos a la elaboración portamiento espacial en la ciudad; y, finalmente, las variaciones territo­
y el contenido de los esquemas mentales referentes a la organización riales del atractivo residencial («mapas mentales»)19. Todas estas líneas
espacial. Dentro de ella destacan con claridad las aportaciones de David son desarrollos, profundizaciones o simplemente aplicaciones de aspectos
Lowenthal, en la que se-estudia mediante el uso de métodos de la psico­ ya planteados, sin que aparezcan en ellas nuevas aportaciones sustanciales
logía experimental la influencia de la estructura social, la cultura y el de tipo conceptual, lo cual a primera vista podría considerarse como una
lenguaje en la formación de las «geografías personales» y las relaciones ausencia de problemas epistemológicos o una resolución satisfactoria de
de éstas con los diversos tipos de «comportamiento geográfico»M. Enw¡e— los mismos por parte de los primeros autores o sistematizadores. Existían
esta misma órbita se inscriben las investigaciones sobre el atractivo resi­ sin embargo dos cuestiones aún no resueltas: la asimilación rigurosa de los
dencial, es decir, sobre «el modo que la gente tiene de percibir y evaluar conceptos y métodos semiológicos y la superación de las diferencias con
los diversos sectores de un territorio a efectos de establecer una vivienda la geografía analítica mediante la aplicación de las formulaciones sistémi­
permanente», iniciadas por Peter Gould, en las cuales se elaboran repre­ cas, abriéndose así en los últimos años — con notable participación de
sentaciones cartográficas expresivas de los puntos de vista compartidos los geógrafos del ámbito francés— una nueva y bien diferenciada ten­
por los grupos sociales, que han recibido la denominación de «mapas dencia investigadora.
mentales» 15. Un antecedente significativo de esta tendencia se puede encontrar en la
Las dos corrientes iniciales citadas coinciden en la consideración de obra de David Harvey, para el cual la articulación de la percepción espacial
que la mente humana — entre cuyas funciones está la percepción del medio, con el comportamiento geográfico no quedaba adecuadamente resuelta con
la elaboración de imágenes acerca de él y la toma de decisiones tendentes los planteamientos psicológicos comunes en la geografía de la percepción.
a modificarlo— es un campo fundamental e insoslayable de investigación Considera, por el contrario, que el aparato conceptual y metodológico de
geográfica, para cuyo tratamiento es preciso basarse en un aparato con­ la semiología es más adecuado para realizar de forma coherente y equili­
ceptual y metodológico procedente de la psicología. Dicha coincidencia brada este tipo de estudios geográficos. En su opinión, han de tenerse en
permite que ambas converjan, o se sumen, en la segunda mitad de los cuenta tres componentes interdependientes en todo proceso perceptivo:
años sesenta y constituyan un cuerpo científico de relativa coherencia, que el «atributivo», que conlleva una categorización de lo percibido, el «afec­
es objeto de diversas sistematizaciones entre las cuales destacan las tivo», que supone una apreciación o valoración de lo percibido, y el
realizadas por el propio Lowenthal16, por Henry C. Brookfield17 y por «expectativo», que atribuye unas significaciones prescriptivas a los distintos
Roger M. Downs 18. De esta forma la geografía de la percepción afianza elementos del entorno percibido20.
su personalidad y se desarrolla en múltiples direcciones. Así, en 1975 Esta misma valoración crítica de la influencia predominante de la
P . Gould puede reconocer la existencia de «seis líneas de investigación psicología en unos análisis geográficos cada vez más alejados del problema
que tratan de los problemas geográficos de la percepción», cuyos objetos que los da sentido — esto es, las relaciones del hombre con su entorno a
de interés son los siguientes: la influencia de los contenidos culturales través del comportamiento— aparece también en los estudios franceses
en la apreciación y uso de los recursos; los distintos modos de estructurar sobre el estado y las perspectivas de la geografía de la percepción, reali­
zados por Vincent Berdoulay21, Antoine S. Bailly22 y Armand Frém ont23
13 Lynch, K. (1960): The Image o f the City, Cambridge, Massachusetts, M. I. T. entre 1970 y 1975. En ellos se propugna igualmente un mayor uso de
Press.
conceptos semiológicos, lo cual permite establecer a través de la teoría de
14 Lowenthal, D . (1961): «Geography, Experience and Imagination: Towards a
Geographical Epistemology», Annals o f the Association o f American Geographers,
L I, 3, pp. 241-260. w Gould, P.: Op. cit., pp. 15-16.
15 Gould, P. (1975): «People in Information Space: The Mental Maps and In­ 20 Harvey, D. (1969): «Conceptual and Measurement Problems in the Cognitive-
formation Surfaces of Sweden», Lund Studies in Geography, 42, pp. 1-161, p. 17. (Ar­ behavioral Approach to Location Theory», en Cox, K., Golledge, R., Eds. (1969):
tículo parcialmente traducido en este libro: cfr. P. Gould: «Las imágenes mentales Behavioral Problems in Geography: A Symposium, Evanston, Nortbwestem University,
del espado geográfico».) pp. 35-67.
16 Cfr. Lowenthal, D. (1967): Environmental Perception and Behavior, Chicago, 21 Cfr. Berdoulay, V.: Op. cit.
Chicago University Press. (Department of Geography Research Paper 109.) 22 Cfr. Bailly, A. S. (1974): «La perception des paysages urbains. Essai méthodo-
17 Cfr. Brookfield, H. C. (1969): «On the Environment as Perceived», en Progress logique», L'Espace Géographique, I I I , 3, pp. 211-217.
in Geography, 1, pp. 51-80. 23 Cfr. Frémont, A. (1974): «Recherches sur Pespace vécu», L'Espace Géographi­
18 Cfr. Downs, R. M .: Op. cit. que, I I I , 3, pp. 231-238.

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132 E l pensamiento geográfico 3. Las tendencias actuales del pensamiento geográfico 133

la información una vía de enlace de los estudios de .percepción espacial dotarse de una perspectiva especial; es frecuente la afirmación, más o
con las nuevas formulaciones sistémicas del estudio de paisajes. menos explícita, de que la geografía en último término es una forma de
Refiriéndose a los nuevos modos de aproximación geográfica al paisaje, ver las cosas. Sin embargo, resulta casi imposible dotar conscientemente a
señala Sylvie Rimbert la existencia de dos puntos de vista epistemológicos un grupo profesional o científico de unos esquemas de percepción rigurosa­
bien diferenciados: «el que considera el espacio como un objeto de obser­ mente idénticos, de modo que lo normal es que cada investigador, de
vación» y «el que toma al individuo como punto de partida»z4. Mientras acuerdo con su especialidad o sus métodos de trabajo, defina y estructure
el primero, ampliamente compartido en geografía física, da por supuesto su propio paisaje. Por el contrario, las comunidades humanas son capaces
que el paisaje es un sistema real cuyos elementos e interacciones son los mediante mecanismos psicológicos en gran parte inconscientes de estruc­
que son, con independencia de la percepción o el significado que les den las turar imágenes colectivas de su entorno, es decir, de crear un paisaje con
personas carentes del distanciamiento y los instrumentos teóricos adecuados validez y trascendencia sociales. Este «reflejo de las estructuras producidas
para un «conocimiento objetivo», el segundo, entroncado con la visión por los sistemas espaciales»32 es incompleto y deformado e incluso está
fenomenológica de la geografía de la percepción, parte de la idea de que manipulado de acuerdo con los intereses de quienes tienen capacidad de
el entorno en tanto que percibido no es algo neutro y con organización decidir acerca de la información, pero es el único capaz de «producir un
propia, sino un conjunto de signos que se leen y se estructuran en forma impacto efectivo susceptible de orientar las decisiones de los individuos y
de paisaje según una sistemática semiológica propia del sujeto. También de los grupos» 33. Por ello es el punto de partida más firme para abordar
Georges Bertrand y Oliver Dollfus reconocen la presencia de esta escuela el estudio de la percepción del entorno por los hombres y los comporta­
geográfica que entiende el paisaje «como un espacio subjetivo, sentido y mientos que de ella se derivan, así como «el conocimiento de las retroac­
vivido», en contraposición con la que lo «considera en sí mismo y por sí ciones de sus elementos sobre los sistemas» 34.
mismo, en una perspectiva esencialmente ecológica» 2S. Conforme a este planteamiento, la geografía de la percepción tiende
Para la citada S. Rimbert, así como para Renée Rochefort26, Armand a plantear el análisis de un sistema de interacción cuyos elementos son las
Frém ont27, Alain M etton28, Michel-Jean Bertrand29, André F e l30, Roger estructuras espaciales, los «filtros» que afectan a su percepción, la informa­
Brunet31 y todos los autores que, de forma más o menos intensa, investigan ción percibida, el paisaje, los agentes que inciden en la toma de decisiones
en esta línea, el paisaje es en gran parte una composición mental resul­ y el comportamiento. Ello implica un modo muy peculiar de entender lo
tante de una selección y estructuración subjetiva a partir de la información perceptivo, que introduce algunas variaciones significativas con respecto a
emitida por el entorno, mediante el cual éste se hace comprensible al los supuestos básicos característicos de las restantes líneas investigadoras
hombre y orienta sus decisiones y comportamientos. Dado su carácter en este campo. Como señala R. Brunet, el esquema de estudio propuesto
subjetivo, aunque sus elementos procedan de la «realidad», dicha compo­ supone la aceptación de cuatro hipótesis: que existe un «mundo real», una
sición está sustancialmente influida por la personalidad, la cultura, los in­ estructura espacial independiente de la percepción humana, aunque no sea
tereses y, en general, por todo lo que constituye el «punto de vista del posible su conocimiento «plenamente objetivo»; que, de acuerdo con las
observador». Los propios geógrafos sueleh decir que lo que ellos pueden «exigencias esenciales» de la perspectiva sistémica, existen flujos de infor­
ver en la superficie terrestre es inaccesible a la mayoría de las personas, mación, gradientes o potenciales energéticos y retroacciones que aseguran
que el paisaje del geógrafo es algo para cuya contemplación es necesario la regulación del sistema; que hay «medios de acción» no definibles en
términos psicológicos, cuyo funcionamiento se adapta a las leyes de la
24 Rimbert, S. (1973): «Approches des paysages», L’Espace Géographique, I I , 3, economía; y, finalmente, que para un análisis científico riguroso «el Hom­
pp. 233-241, p. 233. bre no existe», sólo existen «los hombres», es decir, las apreciaciones,
25 Bertrand, G ., Dollfus, O. (1973): «Le paysage et son concept», L'Espace Geo-
valoraciones, decisiones y comportamientos colectivos35. Brunet plantea
graphique, I I , 3, pp. 161-163, p. 161.
26 Cfr. Rochefort, R. (1974): «La perception des paysages», L Espace Geographt- así expresivamente un ejemplo del intento de inscribir el estudio geográfico
que, I I I , 3, pp. 205-209. de la percepción en el contexto de los procedimientos analíticos proporcio­
27 Cfr. Frémont, A.: Op. cit. nados por la teoría de la información y la teoría general de sistemas — en
25 Cfr. Metton, A. (1974): «L’espace pergu: diversité des approches», LE space Geo-
buena medida provocado por el mantenimiento de las pretensiones cog-
graphique, I I I , 3, pp. 228-230.
» Cfr. Bertrand, M.-J. (1974): «Les espaces humains d’un paysage», LE space
Géographique, I I I , 2, pp. 147-148. . .
30 Cfr. Fel, A. (1974): «Paysages, geographie, semiologie», LEspace Géographique, 32 Ibid., p. 120.
I I I , 2, pp. 149-150. . , . 33 Rimbert, S.: Op. cit., p. 235.
31 Cfr. Brunet, R. (1974): «Analyse des paysages et semiologie», LEspace Geogra- 34 Brunet, R.: Op. cit., p. 120.
phique, I I I , 2, pp. 120-126. (Artículo traducido en este libro: cfr. R. Brunet: «Análi­ 35 Brunet, R . (1974): «Espace, perception et comportement», I I I , 3, L'Espace Géo­
sis de paisajes y semiología».) graphique, pp. 189-204.

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134 El pensamiento geográfico 3. Las tendendas actuales del pensamiento geográfico 135

noscitivas formalmente científicas— a costa de un claro distandamiento como el revulsivo que dio al traste con su buena conciencia profesional4.
del enfoque fenomenológico, al que, sin embargo, no se renuncia del todo. Obviamente, se trata en Estados Unidos, sobre todo, por una parte del
Este intento, valioso y arriesgado, de superar las diferencias con la largo movimiento en favor de los derechos civiles, con sus múltiples epi­
geografía analítica, compaginando Si máximo dos perspectivas epistemoló­ sodios trágicos y el «descubrimiento» por parte de muchos intelectuales
gicas diferentes, con sus respectivas posibilidades y sus respectivos proble­ de las bolsas de miseria en el país de la opulencia y, por otra, de los mo­
mas, viene a completar el panorama actual de la geografía de la percepción. vimientos pacifistas surgidos como respuesta a la guerra del Vietnam. En
Panorama en el que, a pesar de todo, las líneas de trabajo iniciadas en los Europa, se plantea el final de la etapa de bienestar característica de las
años sesenta, dotadas ahora de propuestas conceptuales y metodológicas dos décadas consecutivas a la Segunda Guerra Mundial, el recrudecimiento
perfeccionadas por el uso, continúan siendo mayoritarias. de los conflictos sociales, la gran crisis universitaria de mayo del 68, las
» primeras tomas de conciencia de la crisis ecológica, en conjunto un nuevo
clima social, si no radicalmente crítico, sí crispado, con el agotamiento en
3. LOS RADICALISMOS GEOGRAFICOS el ámbito académico de los estereotipos organizativos de las distintas dis­
ciplinas. Ni es ocasión, ni es nuestra intención, ahondar en lo que no
Desarrollos y coordenadas epistemológicas de las geografías radicales puede llegar a llamarse factores desencadenantes, aunque sí apremiantes
incitaciones a la reconsideración de la práctica profesional geográfica y a la
La confianza — la casi arrogancia— de los geógrafos analíticos en sus adquisición de un compromiso tanto individual como colectivo. Sí lo es
fundamentos conceptuales, en su eficacia metodológica y, en ultima ins­ el interrogarnos sobre los supuestos epistemológicos que fundamentan
tancia, en la «homologación» científica del sistema de conocimiento geo­ tanto la denuncia sistemática e intencionadamente demoledora de los
gráfico, estaba abocada a ser puesta en entredicho y sometida a cargas quehaceres geográficos vigentes — analítico, clásico y fenomenológico—
de profundidad, desde finales de los sesenta. En efecto, en estos años, pero, como las nuevas propuestas y el nuevo contexto de la teorización geo­
sobre todo, en la década de los setenta, se produce, si no lo que Hunt gráfica.
y Schwartz han llamado — y asume James Anderson 1— «la crisis general Es difícil aproximarse a las perspectivas radicales en geografía. Y es
de la ideología liberal de la guerra fría», sí el quebrantamiento de la difícil no sólo por su diversidad de ámbitos de nacimiento y desarrollo,
confianza en la función social desempeñada por la geografía y por las por su diversidad de pronunciamientos y direcciones y la heterogeneidad
ciencias sociales en general y el surgimiento — a partir de distintos focos— de sus «fuentes». Sólo una voluntad abusiva de simplificación conceptual
de un movimiento intencional y profundamente crítico que se fija como o de contraposición de paradigmas permite hablar de «una Geografía
tarea prioritaria la denuncia del conservadurismo e ideologismo científicos Radical». Pero es difícil, además, por la evolución experimentada por los
y la responsabilidad de reasumir el compromiso geográfico con la práctica propios planteamientos radicales, en particular por los anglosajones, por el
de la persecución de la justicia social. carácter vivo y cambiante de los horizontes radicales franceses, tras una
Este movimiento no es, en forma alguna, exclusivo de la geografía, entrada en escena vibrante y provocadora5, por su encomiable resistencia
sino paralelo y concomitante a reconsideraciones de índole semejante en a las reificaciones de la catalogación e his tarificación, por un cierto come­
otras ciencias humanas y sociales 2. Si acaso, apunta Anderson, «la geogra­ dimiento o ralentización de su inicial impetuosidad. Todo ello contribuye
fía, junto con otras "disciplinas ambientales” se ha mostrado lenta en reac­ a impedir lecturas unidireccionales e interpretaciones cerradas.
cionar», y esto porque «si la geografía parece conservadora no es tanto En todo caso, los horizontes radicales se desarrollan en geografía en
porque sea ideológica ( ...) sino más aún porque sus ideologías tienden dos ámbitos privilegiados: el ámbito anglosajón, con cierto protagonismo
a estar desfasadas»3. Las perspectivas críticas radicales en geografía se de la geografía estadounidense 6, y el ámbito latino, en el que corresponde
insertan en un movimiento de conjunto que nace y se alimenta de unas
situaciones políticas y sociales muy concretas, dolorosamente sentidas en 4 Cfr. Ibid., p. 1.; Bunge, W . (1979): «Perspectives on Theoretical Geography»,
ciertos medios universitarios y que unos y otros coinciden en identificar Annals of the Association o f American Geographers, L X IX , 1, pp. 169-174, p. 170.
(Artículo traducido en este libro: cfr. W . Bunge: «Perspectivas de la Geografía teó­
1 Hunt, E ., Schwartz, J . G., Eds. (1972): A Critique of Economic Theory, cit. en rica».)
Anderson, J . (1973): «Ideology in Geography: An Introduction», Antipode, V, 3, 5 Cfr. Lacoste, Y . (1976): «¿Por qué Hérodote? Crisis de la geografía y geografía
pp. 1-6, p. 4. (Artículo traducido en este libro: cfr. J . Anderson: «La ideología en de la crisis», en Lacoste, Y., Santibañez, R., Varlin, T., Giblin, B. (1977): Geogra­
geografía: una introducción».) fías, ideologías, estrategias espaciales. Traducdón de I. Pérez-Villanueva. Introducdón
2 Q u in t an illa , M . A. (1977): «Adversus ingenieros (Hada un replanteamiento de y edición a cargo de N. Ortega, Madrid, Dédalo, pp. 25-66; Lacoste, Y . (1976): La
las reladones entre teoría y acción en las ciendas sociales)», Información Comercial géographie, qa sert, d’abord, i faire la guerre, París, Franfois Maspero.
Española, 3-4, pp. 248-274, pp. 249-250. 6 Cfr. Johnston, R. J. (1979): Geography and Geographers. Anglo-American Human
3 Anderson, J .: Op. cit., p. 4. Geographe since 1945, Londres, Edward Arnold, pp. 143-174.

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136 E l pensamiento geográfico 3. Las tendencias actuales del pensamiento geográfico 137

xana indudable iniciativa a la geografía francesa. A grandes rasgos, y con revista inglesa A rea9, polémica fecunda y que se había de prolongar en
las salvedades hechas, la crítica radical americana que, en conjunto, se otros foros, en particular en Antipode, ganando en virulencia en el en­
articula en torno a la revista Antipode. A Radical Journal o f Geography, frentamiento entre Brian Berry y David Harvey 10.
cuyo primer número apareció en agosto de 1969, presenta ciertas conno­ Pero, como queda dicho, a medida que las posiciones se decantaban,
taciones caracterizadoras y específicas, tanto una cierta asunción institu­ se asistía a una progresiva negación de las formulaciones del liberalismo
cional de las primeras insatisfacciones producidas por la geografía acadé­ y a un correlativo resurgimiento del interés por la incorporación de los
mica, como un lento proceso de radicalización desde posiciones liberales presupuestos marxistas. Se ha llamado la atención sobre el papel desem­
iniciales, resultado de debates a veces ásperos y de progresivos procesos peñado en este redescubrimiento por los pequeños grupos que tanto en
de decantación ideológica, en el que se advierte tanto la influencia de la Estados Unidos — a pesar del maccarthysmo— como en el Reino Unido
testimonial tradición manásta estadounidense mantenida en torno a la habían mantenido viva la tradición m arxista11. Menos conocida y más
Monthly Review, en particular por Paul Baran y Paul Sweezy, como la compleja es la incidencia del pensamiento de filiación frankfurtiana no sólo
más depurada y matizada de los métodos de entender el conocimiento y en el «redescubrimiento» del marxismo, sino también, en virtud de la
sus compromisos de algunos de los pensadores de la Escuela de Frankfurt, profunda revisión crítica a que sometió al mismo, en la articulación de un
proceso de radicalización que conduce, en todo caso, a la aceptación mayo- radicalismo geográfico que, en ocasiones, sobrepasa ampliamente las coor­
ritaria por parte de los radicales del discurso marxista. denadas marxistas.
Para el primer aspecto al que se ha hecho referencia — las manifesta­ Los miembros de la Escuela de Frankfurt — denominación bajo la cual
ciones «institucionales» del malestar geográfico académico y científico én se pueden agrupar desde los «fundadores», como Max Horkheimer y
general— resulta ejemplar la postura adoptada por Wilbur Zelinsky, pre­ Theodor Adorno, hasta Herbert Marcüse, Erich Fromm y, con criterio
sidente de la Asociación de Geógrafos Americanos en 1973, en dos tra­ muy amplio, a pesar de la distancia generacional, Jürgen Habermas— ,
bajos de 1970 y 1975 sobre las posibles respuestas geográficas al «síndrome cuya diáspora forzada por el nazismo les dispersó por diversas universi­
del crecimiento» y a la consideración de la ciencia como religión del dades anglosajonas con la consiguiente difusión de sus planteamientos,
siglo actual, respectivamente7. Tras argumentar que resulta ya imposible comparten, a pesar de flagrantes diferencias conceptuales, la «teoría crí­
seguir considerando la acumulación material como progreso, el autor reivin­ tica» enunciada contra la llamada «teoría tradicional», caracterizada por la
dica las connotaciones geográficas de la crisis del crecimiento, la conse­ derivación lógica de los enunciados y la exigencia de comprobación em­
cuente necesidad de intervencionismo geográfico en sus tres posibles pírica. Lo que nos interesa resaltar aquí, junto a la «vitalización» del
formas: la del «diagnóstico», aplicando «el estetoscopio geográfico» a una marxismo n — hasta los límites de la «disidencia» o traspasándolos— es,
sociedad enferma y mapificando sus males; la de la «profecía» y la del a efectos de nuestro razonamiento, la oposición frankfurtiana al empirismo
geógrafo como «arquitecto de la utopía», apoyando a los que corresponda
la responsabilidad de conducir a la sociedad a través de la «Gran Tran­ 9 Cfr., sobre todo, Chisholm, M. (1971): «Geography and the Question of “Rele-
sición». vance”», Area, 3, pp. 65-68; Eyles, J . (1971): «Pouring New Sentiments into Oíd
Theories; How else can be look at behavioral patterns?», Area, 3, pp. 242-250;
Los interrogantes que se planteaba Zelinsky iban a encontrar resonancia Smith, D. M. (1971): «America, America? Views on a Pot Melting. Radical Geogra­
crítica en otra conferencia presidencial de la Asociación de Geógrafos Ame­ phy -The Next Revolution?», Area, 3, pp. 153-157.
ricanos, la de Ginsburg, para quien la «trivialidad» en que estaban incu­ 10 Cfr. Berry, B. J . (1972): « “Revolutionary and Counter-revolutionary Theory in
Geography”. A Ghetto Commentary», Antipode, IV , 2, pp. 31-33; Harvey, D. (1972):
rriendo las ciencias sociales se manifestaba en «su tendencia a no plantearse «A Commentary on the Comments», Antipode, IV , 2, pp. 36-41; Berry, B . J . (1974):
las preguntas más importantes, precisamente porque son las más difíciles «Review of H . M. Rose (ed.). Perspectives on Geography 2, Geography of the Ghe-_
de resolver» 8; iban, asimismo, a suscitar la preocupación por los mismos tto, Perceptions, Problems and Alternatives», Annals o f the Association o f American'
temas del Instituto de Geógrafos Británicos y un importante debate entre Geographers, L X IV , pp. 342-345; Berry, B. J. (1974): «Review of Social Justice and
the City of David Harvey», Antipode, V I, 2, pp. 142-145; Harvey, D. (1974): «Dis-
posiciones «liberales» y «radicales» sobre la aplicabilidad geográfica en la cussion with Brian Berry», Antipode, V I, 2, pp. 145-148; Harvey, D. (1975): «Review
of B. J. Berry. The Human Consequences of Urbanisation», Annals of the Association
o f American Geographers, LXV, pp. 99-103.
' 7 Cfr. Zelinsky, W. (1970): «Beyond the Exponentials: The Role of Geography 11 Cfr. García Ramón, M. D. (1978): «La geografía radical anglosajona», en García
in the Great Transition», Economic Geography, X L V I, pp. 499-535; Zelinsky, W. Ramón, M. D., Ed. (1978): Geografía radical anglosajona, Barcelona, Üniversitat Autó­
(1975): «The Demigod’s Dilenrima», Annals of the Association o f American Geogra­ noma de Barcelona (Documents d’Análisi Metodológic en Geografía, 1), pp. 59-69,
phers, LX V , pp. 123-143. P ’ 6L _
8 Ginsburg, N. (1973): «From Colonialism to National Development: Geographical 12 Cfr. Jay, M. (1973): La imaginación dialéctica. Historia de la Escuela de Vrank
Perspectives on Patterns and Policies», Annals of the Association of American Geo­ furt y el Instituto de Investigación Social (1923-1950). Traducción de J . C. Curutchet,
graphers, L X I I I , pp. 1-21, p. 1. Madrid, Taurus, 1974.

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138 El pensamiento geográfico 3. Las tendencias actuales del pensamiento geográfico 139

positivista y al abuso de métodos cuantitativos. Para Horkheimer, el trabajar induso físicamente por la justida y contra la miseria, pese a
positivismo lógico «significa en última instancia la abdicación de la refle­ sus airadas protestas de dentificidad y de despreocupación ética. «Soy un
xión», que acaba conduciendo a la «absolutización de los hechos y la científico — dice— . Esto es sufidente. No hago juicios de valor en mi
reificación del orejen existente». Positivismo y metafísica no están, en trabajo, ni me preocupo por la ética o por hacerlo bien (o mal). ( ...)
realidad, tan distantes uno de otra: tanto al limitar la razón al entendi­ Mi postura es quizá demasiado grandiosa; es decir, que proteger a los niños
miento discursivo y el conocimiento a lo empíricamente dado como al está más allá de cualquier argumento. Quizá por ello mis amigos siguen
aspirar a la conceptualizadón matemática de lo conocido, se cae «en una tratando de confinarme en la simple moralidad»20.
metafísica tan perniciosa como la que los positivistas habían deddido El contexto de radicalización geográfica de ámbito francés es sensible­
refutar» 13. Habermas, por su parte, denuncia «la ilusión objetivista» del mente distinto. Hay que tener en cuenta, en primer lugar, que el mundo
neopositivismo, y «la eficada tecnocrática» como uno de los elementos geográfico francés no sólo venía manifestando un mayor sentido crítico
de legitimadón del capitalismo avanzado 14. El espíritu crítico frankfurtiano, a la estereotipadón del discurso geográfico — con menor trascendentalis-
en todo caso, en continua tensión con la sociedad, pretende una crítica mo, por lo demás, que entre los anglosajones— , sino, sobre todo, un
«concreta», en donde la teoría ocupa un papel fundamental, pero consciente amplio rechazo — quizá desconocimiento— frente a los planteamientos
de sus raíces históricas y determinaciones sociales, aunque no identificada básicos de la geografía analítica y una cierta renuencia — fruto quizá de
con ninguna dase sodal en particular, sino con el interés de liberación la impotencia— a los mecanismos de instrumentalización tecnocrática del
del conjunto de la humanidad. saber geográfico. Otro hecho diferenciador es, sin duda, la mayor permea­
Otros rasgos característicos y diferenciadores de la configuración del bilidad política de las universidades francesas, y una presencia del pensa­
horizonte radical anglosajón en geografía que deben ser reseñados son miento marxista más o menos tibia o profunda, pero, al menos en parte,
tanto el anterior protagonismo de buen número de sus principales cultiva­ asumida académicamente, lo que, desde luego, no hacía posible un «redes­
dores en la introducción y consolidación del paradigma analítico — tal es cubrimiento» geográfico del mismo ni tan «primario» ni — en algunos
el caso, sobre todo, de Harvey, Bunge o Peet— y su procedencia liberal, casos— tan ortodoxo como en el mundo angloamericano. Por su parte,
que les lleva a manifestar en ocasiones dudas y reticencias iniciales res­ la herencia — la fascinación— del espíritu de mayo del 68 no podía sino
pecto de la viabilidad del proyecto revoludonario — «los sueños de revolu­ alimentar el distanciamiento crítico de toda ortodoxia, áun asumiéndolas
ción son ingenuos, decía Morrill en 1969 15; la Nueva Izquierda exagera como cuerpos teóricos de referencia inevitable. Todas estas diferencias con
su apoyo potencial y subestima la capacidad de nuestra sodedad para el mundo anglosajón se traducen en el tono mismo con el que se expresan
cambiar»— , como la sensible dimensión ética que las nuevas actitudes las consideradones radicales en el panorama francés, voluntariamente más
manifiestan y que ilustra de forma ejemplar la singular trayectoria vital y desenfadadas y menos explícitamente trascendentes, más inclinadas a la
profesional de William Bunge16. Las «expediciones geográficas» de Bunge, paradoja y a la provocación eficaz del orden estableado, a la sutileza lite­
tanto la de Detroit como las canadienses, su «aprendizaje» de la miseria, raria o la complicidad cultural.
«indispensable para la exploración urbana» 17, él, que había sido «criado Pero junto a estas diferencias de estilo, expresivas por lo demás de
en el mundo secreto d d capitalismo» 18 y que «había pasado su vida entre culturas diversas, los planteamientos del radicalismo francés — que se van
libros» 19, su descubrimiento vital de la «utilidad sodal de la geografía» al articulando en torno a la figura de Yves Lacoste por un grupo de discusión
llevar «los problemas globales de la tierra al nivel de las vidas normales de la Universidad de Vincennes y que se plasman en la revista Hérodote,
de la gente», son otros tantos testimonios de su inaplazable exigencia de desde su manifiesto fundacional21— intentan un programa de denuncia
y clarificación bastante original: clarificar los contenidos ideológicos y
13 Horkheimer, M. (1933): «Materialismos und Metaphysic», cit. en Jay, M.: estratégicos del saber geográfico en sus relaciones con el poder — o los
Op. cit., pp. 115-116. poderes— ■, denunciar la obra de mistificación de gran amplitud del saber
14 Cfr. Habermas, J. (1968): La technique et la Science cotnme «idéologie». Tra- académico — la geografía de los profesores— cuya función es precisa­
duit de 1’aUemand et préfacé par J. R. Ladmiral, París, Gallimard, 1973, p. 74.
mente «impedir el desarrollo de una reflexión política sobre el espacio y
15 Morrill, R. (1969): «Geography and the Transformation of Society», Antipode,
I, 1, pp. 6-9, pp. 7-8. enmascarar las estrategias espaciales de los detentadores del poder»22,
16 Cfr. Racine, J . B. (1976): «De la géographie théorique i la revolution: William todo ello orientado hacia la búsqueda de un saber geográfico «operativo».
Bunge. L ’histoire des tribulations d’un explorateur des continents et des íles d’urbanité, Es de señalar que esa investigación entre saber — en este caso saber geo­
devenu “taxi driver”», Hérodote, 4, pp. 79-90.
17 Bunge, W .: «Perspectives...», op. cit., p. 170.
gráfico— y poder se aproxima a las preocupadones de Michel Foucault.
18 Bunge, W. (1973): «Ethics and Logic in Geography», en Chorley, R. J., Ed. 2° Ibid., pp. 172-173.
(1973): Directions in Geography, Londres, Methuen, pp. 317-331, p. 320. 21 Cfr. Lacoste, Y .: «¿Por qué Hérodote?...», op. cit.
19 Bunge, W .: «Perspectives...», op. cit., p. 170. 22 Lacoste, Y .: La géographie..., op. cit., p. 271.

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140 El pensamiento geográfico 3. Las tendencias actuales del pensamiento geográfico 141

Los radicalismos geográficos, como por lo demás todos los radicalis­ Es indispensable, en el caso de la geografía analítica, aceptar como
mos, coinciden, no obstante, en su esfuerzo de introspección de la función punto de partida, de acuerdo con Jean-Bernard Racine, que la gran mayoría
científica y de la búsqueda de una identidad a través de la reflexión crítica de sus críticos no pretenden en absoluto una vuelta atrás, hacia esa «es­
sobre el papel ideológico de la ciencia. La «responsabilidad de los inte­ pecie de colección académica de sellos» constituida por las síntesis regio­
lectuales», señala Noam Chomsky, «entraña una preocupación básica por nales, «refugio de lo multívoco y de lo implícito», sino que, por el
su papel en la creación y en el análisis de la ideología» 23. Y Harvey, desde contrario, consideran adquirida e irrenunciable la revolución cuantitativa
el espacio cognoscitivo geográfico llama la atención sobre la «irrelevancia» en lo que conlleva de progresos de cientificidad26. A título de ejemplo,
de seguir acumulando información empírica y sobre la urgencia de acometer la propia «geobiografía del ghetto» de Bunge, su Fitzgerald: Geography of
la «construcción de un nuevo paradigma para la geografía social» elaborado a Revolution, se apoya en un aparato matemático y gráfico que no desdice
a través de «una profunda crítica de nuestros conceptos analíticos» en un la inicial filiación cuantitativista del autor27. La cuestión no se plantea,
proceso de «movilización intelectual» orientado a conseguir un «humani- pues, en términos de «contrarrevolución» científica, sino en los más inci­
zador cambio social»24. Programa similar al que en 1973 trazaba Anderson sivos de la «superficialidad» e «irrelevancia» de los resultados alcanzados
cuando, tras poner de manifiesto, a propósito del debate en la revista Area por la geografía del positivismo lógico.
sobre la relevancia de la geografía, el hecho de que un paradigma social­ Porque es, en efecto, de falta de interés, debido a su incapacidad
mente «relevante» tan sólo podría surgir de una crítica profunda de la para explicar la realidad, de lo que se tacha a la geografía analítica pre­
geografía existente, insistía en la necesidad, para evitar que la geografía matura e «instantáneamente envejecida» zs. «La revolución cuantitativa
radical volviera a ser «un entusiasmo efímero», de efectuar una crítica en — decía Harvey en 1972— ha seguido su curso con resultados aparente­
profundidad de esa geografía vigente «que constituye al mismo tiempo mente cada vez menos interesantes. ( ...) Existe una clara disparidad entre
una crítica de la geografía de la realidad objetiva» 25. Si fieles a estas reco­ el complejo marco teórico y metodológico que estamos utilizando y nues­
mendaciones, las perspectivas radicales se sustentan básicamente en la im­ tra capacidad para decir algo realmente significativo sobre los aconteci­
prescindibilidad de ahondar en los componentes ideológicos de los saberes mientos tal y como se están desarrollando a nuestro alrededor ( ...) Resu­
geográficos, debemos ahora abordar cómo se articula y cómo se desarrolla miendo, nuestro paradigma no está a la altura. Está maduro para ser de­
la crítica de I q s mismos. rrocado» 29. Aspectos en los que abundaba Folke en el mismo año al
sostener que «cientos y cientos de estudios de lugares centrales cada vez
Las criticas radicales a los saberes geográficos del statu quo ,, más sofisticados han demostrado: ¡esto es como es! Muy pocos análisis
que llevasen la etiqueta de "geografía” se han enfrentado con el problema
Los planteamientos críticos radicales se dirigen hacia una u otra forma mucho más importante de ¿cómo podría cambiar?»30. Por su parte Haré,
de la geografía «establecida» — geografía clásica, analítica o de la percep­ según relata R. J . Johnston, achacaba a la incapacidad epistemológica de
ción— según los ámbitos y círculos de los que emanan. Mientras los la geografía su deficiente contribución a la política territorial y — de
ataques de los radicales americanos, coherentes tanto con la influencia nuevo en la recurrente búsqueda por parte de la geografía de su propia
frankfurtiana como con la neta hegemonía adquirida por el paradigma identidad científica— argumentaba que los geógrafos deben reconstruir
neopositívista, se dirigen preferentemente contra los fundamentos, resul­
su disciplina sobre la base de las interacciones del hombre con su medio
tados y responsabilidades de las perspectivas analíticas, los del equipo de
Hérodote fulminan la rutina clásica e incitados por unos y por otros,
italianos, alemanes, canadienses u holandeses se incorporan a la dinámica 26 Cfr. Racine, J . B. (1977): «Discours géographique et discours idéologique: pers­
crítica diversificando sus denuncias según las raigambres de cada escuela. pectives épistemologiques et critiques», Hérodote, 6, pp. 109-157, pp. 117.
La mayoría coincide, no obstante, en la denuncia del contenido ideológico 27 Cfr. Bunge, W . (1971): Fitzgerald: Geography of a Revolution, Cambridge,
Massachusetts, Schenkman Publishing Company.
de la ciencia y en su función de legitimación del orden injusto establecido. 28 De Koninck, R. (1978): «Contre l’idéalisme en géographie», Cahiers de Géogra­
Analizaremos, en primer lugar, la discusión crítica de la geografía analítica phie du Québec, X X I I , 56, pp. 123-145, p. 128. (Artículo traducido en este libro:
y, con posterioridad, las de la geografía clásica y de la percepción. cfr. R. De Koninck: «Contra el idealismo en geografía».)
29 Harvey, D. (1972):. Teoría revolucionaria y contrarrevolucionaria en geografía
23 Chomsky, N. (1968): «La responsabilidad de los intelectuales», en Chomsky, N.: y el problema de la formación del ghetto. Traducción de J . P. Teixidó, Barcelona,
La responsabilidad de los intelectuales y otros ensayos históricos y políticos (Los nue­ Universidad de Barcelona (Geo-Crítica. Cuadernos Críticos de Geografía Humana, 4),
vos mandarines). Traducción de J . R. Capella, Barcelona, Ariel, 2 * ed., 1971, pp. 33-80, 1976, pp. 13-14.
p. 59. • 30 Folke, S. (1972): «Por qué una geografía radical debe ser marxista». Traducción
24 Harvey, D. (1973): Social Justice and the City, Londres, Edward Amold, pp. de J . P. Teixidó, en Geografía y teoría revolucionaria (II), Barcelona, Universidad
144-145. de Barcelona (Geo-Crítica. Cuadernos Críticos de Geografía Humana, 5), 1976,
25 Anderson, J .: Op. cit., p. 5. pp. 5-11, p. 6.

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142 E l pensamiento geográfico 3. Las tendencias actuales del pensamiento geográfico 143

y de un nuevo protagonismo de la geografía física sólidamente anclada Iarla para no comprometer la perdurabilidad de la disciplina, hasta la
en los enunciados y supuestos biológicos 31. incorporación de un grado suficiente de complejidad y una metodología
Por todo ello, la geografía «ahoga la explicación bajo un diluvio (otros de prestigio conseguidos a través de la matematizadón como procedimiento
autores utilizarán la metáfora de ocultar tras una cortina de humo) de disuasorio para los «Antiguos», pasando por el revestimiento con nuevos
mediciones» que sólo «parcialmente o con parcialidad» miden los hechos y desconcertantes nombres de viejos conceptos. Así, la nueva geografía,
reales32, y aún así, las más de las veces con mucho retraso sobre ellos. habría recorrido premeditadamente todos los pasos necesarios para el des­
Los tan elaborados análisis cuantitativos o bien se aplican sobre funciona­ plazamiento de los clásicos del poder académico y el acaparamiento en su
mientos económicos superados e inexistentes como son los del mercado beneficio del mismo. Lejos de la pretendida objetividad, se presentaba
perfecto, en una realidad de capitalismo competitivo y monopolista, ó bien a los analíticos, pues, bajo la imagen desmitificadora de la defensa de los
ignoran la complejidad social como en el caso de la mecanicista difusión intereses de grupo.
jerárquica de Berry33. Es por ello por lo que estas’y otras manifestaciones Pero si todo esto es así, es porque no existe ciencia objetiva, exenta
de la instrumentación tecnocrática de los estudios sociales, de lo que tan de juicios de valor y políticamente neutra. Toda ciencia es ideológica,
expresivamente denominó Karl Popper «ingeniería social» nunca podrán toda ciencia, y especialmente las ciencias sociales, sirven algún propósito
aspirar a modificar verdaderamente la realidad social, todo lo más podrán político. Pero, además, dice Richard P eet39, «la función de la ciencia con­
intentar calmar los síntomas — la «ciencia-aspirina» de Claude Raffes­ vencional y establecida es servir al sistema social convencional y estable­
tin 35— , aportar «remedios parciales para problemas globales». cido y, en definitiva, permitirle sobrevivir». Y ello de dos maneras prin­
Los análisis de sociología de la ciencia, de inicial obediencia kuhniana, cipales: «Sea suministrando "soluciones” parciales ( ...) a los problemas
contribuyen, junto con el diagnóstico de incompetencia a que nos acabamos provocados por las contradicciones del capitalismo; sea expulsando de la
de referir, a desmitificar y deteriorar la imagen de objetividad de la ciencia explicación los problemas insolubles ( ...) o distrayendo la atención de
geográfica positiva. Primero, el artículo de extraordinaria difusión de las contradicciones inherentes al sistema.» Y añade: «Los científicos desem­
Harvey sobre «las teorías revolucionaria y contrarrevolucionaria en geo­ peñan una función fundamental en producir proposiciones ideológicas que
grafía y el problema de la formación del ghetto»36, después el de Taylor encubren los procesos causales que subyacen a los problemas sociales.»
sobre «el debate cuantitativo en la geografía británica»37 someten, siguien­ Aun cuando las ideologías científicas no siempre sirvan directa e inme­
do el procedimiento seguido por Johnson con la revolución keynesiana en diatamente los intereses de las clases dominantes ‘l0, la visión distorsionada
economía38, a un verdadero proceso de disección las motivaciones y com­ y parcial de la realidad introduce necesariamente confusión en el entendi­
portamientos de la geografía analítica. Y de acuerdo con este proceso, se miento de cómo funciona la sociedad y de cómo puede ser modificada,
enjuician sucesivamente los planteamientos de la «nueva» geografía ana­ porque, en última instancia, «la honestidad científica no garantiza la ob­
lítica desde su inicial ataque a los enunciados centrales de la ortodoxia jetividad» 41.
conservadora, la de la geografía clásica, sin llegar no obstante a aniqui- En esta perspectiva, ampliamente compartida por los autores radicales,
la ciencia geográfica, en su dimensión analítica, presenta ciertas facetas
31 Cfr. Haré, F . K. (1974): «Geography and Public Policy: A Canadian View», ideológicas concretas. Dos en particular: por una parte, el «reduccionismo»
Transactions. Institute o f Brilisb Geographers, 63, pp. 25-28; Haré, F. K. (1977):
«Man's World and Geographers: A Secular Sermón», en Desfcins, D. R., y otros, naturalista de sus planteamientos con todas sus consecuencias; por otra,
Eds. (1977): Geographie Humanism, Andysis and Social Action: A Half Century of su «fetichismo espacial». Ambos aspectos han sido estudiados por Ander­
Geography at Michigan, Michigan, Michigan Geographical Publication 17, Ann Arbor, son en el artículo que venimos citando con reiteración.
cit. en Johnston, R. J .: Op. cit., pp. 148-149. En el primer caso, parece claro que las perspectivas analíticas se fijaron
32 De Koninck, R .: Op. cit., p. 128.
33 Cfr. Berry, B. J . L. (1972): «Hierarchical Diffusion: The Basis of Developmental como ideal y garantía de cientificidad la teorización y la metodología de
Filtering and Spread in a System of Growth Centers», en Hansen, N. M., Ed. (1972): las ciencias naturales, lo que les llevó tanto a realizar analogías entre el
Groiwth Centers in Regional Economic Devélopment, Nueva York, The Free Press, campo cognoscitivo de los hechos naturales y el de los acontecimientos
pp. 108-138. . sociales, como a imponerse una matematizadón en el tratamiento de su
■ 34 Popper, K. (1954): La miseria del historicismo. Traducción de P. Sch-wartz, Ma­
drid, Taurus, 1961. información y presentación de sus resultados. Para Anderson, las ana­
35 Cfr. De Koninck, R.: Op. cit., p. 130. logías naturales, cuya fecundidad en el campo de la geografía no niega,
36 Cfr. Harvey, D .: Teoría revolucionaria..., op. cit.
37 Cfr. Taylor, P. J . (1976): El debate cuantitativo en la geografía británica. ^Tra­ 39 Peet, R. (1977): «The Development of Radical Geography in the United States»,
ducción de D. Batallé y P. Cassa, Barcelona, Universidad de Barcelona (Geo-Crítica. en Peet, R., Ed. (1977): Radical Geography. Alternative Viewpoints on Contemporary
Cuadernos Críticos de Geografía Humana, 10), 1977. Social Issues, Londres, Methuen, 1978, pp. 6-30, p. 6.
38 Cfr. Johnson, H. J . (1971): «The Keynesian Revolution and the Monetarist 40 Cfr. Anderson, J .: Op. cit., p. 1.
Counterrevolution», American Economic Review, L X I, pp. 1-14. « Ibid., p. 2.

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144 E l pensamiento geográfico
3. Las tendencias actuales del pensamiento geográfico 145
han conducido a introducir camufladamente ciencia natural en el contexto
cero, el concentrar su atención sobre la descripción formal y no sobre
social, a menudo «prematura y equivocadamente, una falsa precisión con
las explicaciones subyacentes; también, en cuarto lugar, el limitarse a for­
una expresión cuantitativa dura de hechos blandos y aislados» 42.
mulaciones teóricas primarias, derivadas y no críticas; por fin, y en último
Por su parte, la formalización geométrica del espacio a la que procedió
termino, el ignorar la función crucial de la política económica y de la
la ciencia analítica y su consideración de la geografía como ciencia espa­
estructura y conflictos de clase en la estructuración del espacio. Esta co­
cial y del espacio como objeto de la geografía, ha conducido, según la
rriente, termina diciendo tajantemente Slater, «aparece así como una ba­
crítica radical, a un «espacialismo», a un «fetichismo espacial», en el
rrera total para cualquier desarrollo positivo del estudio de las estructuras
que «las relaciones entre" grupos o clases sociales se presentan como rela­
espaciales y de su organización. Debe, por tanto, ser abandonada» 48.
ciones entre áreas»43. Se ha intentado de esta forma explicar las confi­
Ante esta situación, los geógrafos radicales se plantean el requerimien­
guraciones espaciales permaneciendo en el nivel explicativo espacial, a tra­
to de superar el empiricismo a través de una filosofía social revolucionaria
vés de una reflexión directa sobre el espacio y 'recurriendo a teoría propia­
de la geografía, de una nueva ciencia social que contenga a la geografía.
mente espacial. Así, por ejemplo, Rodolphe De Koninck le reprocha a Paul
Esta nueva ciencia social puede ser, para muchos de los radicales anglo­
Claval44, como también lo hace Cor van Beuningen45, el expulsar de la
sajones, el marxismo — no para Bunge, para quien el «reducdonismo mar­
explicación geográfica al capital, al no ser el capital, en primera instancia,
xista es tan ideológico y tan exagerado en sus pretensiones como el re-
espacial. Ello conduce, de acuerdo con el primer autor citado, al más
duccionismo fisicista» 49— , ya que éste «si no ha superado la ideología
serio de los «bloqueos reaccionarios» en las posibilidades explicativas de
se acerca mucho a la objetividad»50 y constituye un «corpus teórico de
la geografía. Porque, en efecto, el espacio, como tendremos ocasión de
señalar, no es, desde los presupuestos radicales, una variable indepen­ referencia indispensable»51. Fue Stephen Folke52 el primero en intentar
diente, sino que recibe «en cada momento su significación concreta para en 1972 formalizar la aproximación marxista en geografía. De la articu­
un grupo humano determinado a partir de los actos de producción terri­ lación de este proyecto marxista y sus dificultades nos ocuparemos en el
apartado siguiente.
torial del propio grupo»46. De esta forma, la geografía, «al hacer hincapié
en las relaciones espaciales "isotropizadas” » suministró, «en un campo rico La crítica del saber — y del quehacer— geográfico dásico procede,
en problemas capitalistas, tan sólo explicaciones espaciales para fenómenos por su parte, fundamentalmente del ámbito francófono, por haber sido
precisamente en este ámbito donde más prolongada vigencia y menores
espaciales». «No estaba preparada — concluye Peet— para proceder a un
fisuras mostrara la perspectiva tradicional. Los geógrafos radicales ame­
análisis en profundidad de los orígenes sociales de los fenómenos espa­
ciales. Por lo que se concentró en vestir teorías espaciales unidimensionales ricanos o ingleses se limitan a menudo, en efecto, a situar la instrumenta-
dón ideológica de la geografía dásica en la secuencia de «servicios» pres­
con "sofisticadas” ropas (cuantificación y el fetichismo metodológico sub­
tados sucesivamente por el saber geográfico «a medida que se desarrollaba
secuente) y se mostró hipnotizada por su propia imagen que sólo respondía
el modo de producción capitalista»: desde la etapa «gloriosa» de los usos
lenta y débilmente a los urgentes servicios reclamados por la sociedad»47.
prácticos de la disciplina mientras se procedía al descubrimiento y puesta
Algunos trabajos radicales se han preocupado de sistematizar las defi­
en explotación de la tierra, tanto ayudando a la exploración como cola­
ciencias de la práctica analítica. Slater resume en los siguientes puntos el
borando en el inventariado y descripción de los recursos y de los procesos
«fracaso» de la aproximación empiricista,anglosajona: en primer lugar, naturales, etapa correspondiente primero a la fase del capitalismo comer­
el haber invertido la metodología, al haber acumulado información en cial y después a la del industrial, hasta la función ideológica cumplida
forma desproporcionada con el desarrollo de la teoría explicativa; en se­ por el determinismo físico en la «hegemonía eurocapitalista del mundo»,
gundo lugar, el realizar abstracciones mecanicistas de la realidad socioeco­ desde el momento en que esta corriente del pensamiento geográfico man­
nómica, incapaces de explicar problemas tales como el subdesarrollo; ter- tiene, en última instancia, que «los pueblos pertenecientes a medios físicos
superiores merecían su privilegiada posidón dentro de la civilizadón»53.
Y siguiendo el hilo del argumento que acaba de resumirse, Peet interpreta
« Ibid., p. 2.
« Ibid., p. 3.
44Cfr. De Koninck, R.: Op. cit., p. 134.
45Cfr. Beuningen, C. van (1979): «Le marxisme et l ’espace chez Paul Claval. Quel- 48 Slater, D. (1975): «The Poverty of Modern Geographical Enquiry», en Peet, R.,
ques reflexions critiques pour une géographie marxiste», L'Espace Géographique, Ed.: Radical Geography..., op. cit., pp. 40-57, pp. 41-49.
V III, 4, pp. 263-271. 49 Bunge, W .: «Perspective...», op. cit., p. 171.
« Ibid., p. 265. „ . _ , . , , 50 Anderson, J .: Op. cit., p. 3.
47 Peet, R. (1979): «Societal Contradiction and M am st Geography», Annals of toe 51 Cfr. De Koninck, R .: Op. cit., p. 127.
Associathion o f American Geographers, L X IX , 1, pp. 164-169, p. 165. 52 Cfr. Folke, S.: Op. cit., pp. 9-11.
53 Peet, R.: «Societal Contradiction...», op. cit., p. 165.

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146 El pensamiento geográfico 3. Las tendencias actuales del pensamiento geográfico 147

la perspectiva regionalista dásica como repliegue táctico, al terminar, con las distintas «reladones operadonales y semióticas» que cada sodedad
«la finitud de la tierra», «la edad "gloriosa” de la expansión geográfica o cada grupo mantiene con su espado 58.
imperialista» y tambalearse el simplismo ideológico del determinismo físico Avanzando aún más en el mismo razonamiento, el grupo REMICA
«ante las obvias complejidades de la realidad antropológica socioeconómica llegó a negar la existenda de niveles regionales operadonales entre los
y geográfica». sistemas espadales locales, por una parte, y los nadonales y supranado-
Frente a planteamientos tan lineales, Lacoste y el grupo de Hérodote nales, por otra, debido a la falta de consistencia en ámbitos regionales de
realizan una disecdón crítica* sumamente original, como ya se ha señalado, las fuerzas identificadas como actuantes sobre el espacio (concentradón
de los saberes geográficos tradicionales, pero, sobre todo, de esa 'crista­ económica, avance tecnológico de las comunicadones, intensificadón de
lización académica de los mismos que constituye «la geografía de los pro­ la vida de relaciones, urbanización masiva y acelerada y, por último, volun­
fesores», noción que debe ser entendida y valorada por contraposición a tad de control social de los procesos espadales)59. Desde esta perspectiva,
«la geografía de los estados mayores» — el conjunto de «los diferentes la región, nivel predilecto e identificante del análisis tradicional, carecería
análisis geográficos, estrechamente reladonados con prácticas militares, de viabilidad.
políticas o económicas» de «los estados mayores», entendiendo por tales Aunque posturas tan deddidamente antitregionalistas han sido objeto
«desde los ejércitos a los grandes aparatos capitalistas» 54. de posteriores matizaciones, resultan ejemplares de hasta qué punto los
Para Lacoste, frente a la «utilidad» y «eficacia» de la geografía de ataques a la perspectiva tradidonal de la geografía se han dirigido — como
los estados mayores, una de las misiones «inconsdentes» de la de los en el caso antes comentado de la geografía analítica— a sus mismos fun­
profesores es «enmascarar la importanda estratégica de los razonamientos damentos y puntos neurálgicos. No deja, por ello, de resultar paradójico
que se refieren al espacio», «disimular la temible eficada del instrumento d detectar entre algunos radicales-exanalíticos anglosajones una cierta ten-
de poder constituido por los análisis espaciales». Con este fin la geografía denda a apostar por la «baza» regionalista, como garantía de autenticidad
académica clásica «impone la idea de que lo que se refiere a la geografía y utilidad del análisis geográfico para la transformación de la sociedad.
no depende del razonamiento» y, sobre todo, «no depende de un razona­ «(Hay) — dice De Koninck— una característica inherente a la práctica
miento estratégico dirigido en función de un contenido político»55. Y todo tradicional de la geografía que puede considerarse una baza: su afición
ello con independencia de las adscripciones políticas personales, debido, por lo único. En efecto, esta "sabiduría” la protege de las tendendas re­
en gran parte, a «la alergia» e «indolencia» epistemológicas que han si­ duccionistas de todas las aproximadones nomotéticas» 60. Y William Bunge,
tuado a la 'geografía académica en la categoría de «saber inútil» y no de el antes severo antihartshorniano de la Tbeoretical Geography, escribe en
cuerpo dentífico. 1979: «Hartshorne tuvo razón al afirmar el carácter único de las localizacio­
A lo que añade Rodolphe De Koninck, desde una ortodoxia materia­ nes. ( ...) Las localizaciones y la gente son evidentemente generales. Pero
lista no estrictamente afín a los planteamientos lacostianos, que esta si­ también son únicas. No fue Hartshorne quien me persuadió de su singu­
tuación de «bloqueo» fuerza a la tradición dásica a emprender «una ince­ laridad y generalidad. Fue la lucha por la- vida. La primera idea de la
sante huida hacia una u otra forma de idealismo», tanto «reduciendo la utilidad de la singularidad me la formulé cuando hada geografía histórica
relación natural-social al aspecto natural» como suministrando información en Fitzgerald»61. Búsqueda de la utilidad a través de la singularidad que
útil para los poderes que la «subvencionan», conduyendo con aspereza: tiene evidentemente más de rechazo de las pretensiones proyectivas y ge-
«Es difícil morder la mano que da de comer» 56. neralizadoras de las dendas sodales que de aceptación o retomo a las
Resulta particularmente interesante y significativa la consideración por perspectivas regionalistas tradidonales.
parte de Lacoste de la región geográfica de origen vidaliano como «un Por lo que se refiere a las escuelas geográficas de inspiradón feno-
poderoso concepto-obstáculo» 57 que, al restringir el entendimiento espacial menológica, su condena desde posiciones radicales ha sido mucho menos
a unos marcos determinados para los que se seleccionan hechos que dejan desarrollada que en d caso de la geografía dásica o de la analítica, pero
en la oscuridad fenómenos económicos y político-sociales recientes, ha im­ igual de contundente. Según los horizontes epistemológicos y la intencio­
pedido la consideradón de otras representaciones espaciales y, sobre todo, nalidad crítica de los autores se ha reprochado a la geografía de la per-
ha imposibilitado la comprensión de la «espacialidad diferencial», de los cepdón desde la falta de verificabilidad de sus enundados y su carenda
muy diversos comportamientos y escalas de las prácticas espaciales, de

ss Cfr. Ronái, M. (1977): «Paysages II» , Hérodote, 7, pp. 71-91, p. 74.


54 Lacoste, Y .: «¿Por qué Hérodote?...», op. cit., pp. 58-59. 59 Cfr. REMICA (Recerques Midi-Catalunya) (1974): «Sistemas espaciales y estruc­
55 Ibid., pp. 35-36. turas regionales», Revista de Geografía, V I I I , 1-2, pp. 5-17.
56 De Koninck, R .: Op. cit., p. 127. 60 De Koninck, R.: Op. cit., p. 139.
57 Lacoste, Y .: «¿Por qué Hérodote?...», op. cit., pp. 58-59. 61 Bunge, W .: «Perspective...», op. cit., p. 173.

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148 £1 pensamiento geográfico 3. Las tendencias actuales del pensamiento geográfico 149

de dimensión práctica («deja al mundo tal como es», dice De Koninck62), No es nuestra intención reproducir y discutir aquí los términos en los
producto de su vinculación fenomenológica hasta — como reproche más que se desenvuelve la polémica sobre el contenido geográfico de la obra
generalizado— su idealismo y abstracción del contexto material e ideoló­ de Marx. Baste decir que mientras hay autores, como sobre todo Massimo
gico de clase de las decisiones individuales y de grupo y, en última ins­ Quaini, para quienes Marx — sin poder en forma alguna ser considerado
tancia, su ahistoricismo. De acuerdo con el estudio crítico de Reiser, la como «precursor» o «fundador» de la geografía, por la misma adisdpli-
geografía de la percepción y de los comportamientos incurre en un psico- nariedad de su pensamiento— habría desarrollado una teoría de la geo­
logismo que, en último término, tiende a «oscurecer las obvias condiciones grafía de la misma manera que ha desarrollado una teoría de la historia
económicas que operan independientemente sobre el individuo; limita y de la sociedad ®, otros, como Lacoste o Paul Claval, insisten en la des­
además el entendimiento del cambio social en función de su aproximación preocupación del fundador del marxismo por el espacio y en su progresiva
ahistórica y a menudo hace hincapié sobre ternas triviales» 63. ocultación de las consideraciones y problemas referidos a é l66. Sí nos in­
Sin extendernos más sobre las diversas facetas críticas de las perspec­ teresa, en cambio, detenernos en las formas que reviste — y los proble­
tivas radicales, conviene, no obstante, recordar que es precisamente a par­ mas que suscita— la adecuación de conceptos y métodos marxistas como
tir de este esfuerzo de introspección sobre las motivaciones y repercusiones alternativa paradigmática a las «otras» geografías cuyas dificultades epis­
de las distintas formas de hacer geografía, como se intenta hacer surgir temológicas hemos ido estudiando a lo largo de las páginas anteriores.
una alternativa de «ciencia social» y la articulación de un nuevo proyecto Por muy variable que sea la «obediencia» marxista de unos y otros
cognoscitivo. En la mayoría de los casos, este nuevo proyecto pasa por autores, la mayoría coincide tanto en la aceptación de la prioridad del
la caracterización marxista del conocimiento espacial, si bien es verdad método como en la afirmación de la viabilidad del materialismo como
que con enormes diferencias de vinculación, desde la dogmática a la me­ teoría general de la sociedad. Respecto al método marxista, señala Harvey
ramente referencia!. que cree no equivocarse «al decir que lo más importante que se puede
aprender de la obra de Marx es su concepción del método», deduciéndose
fácilmente la teoría de esta misma concepción67, afirmación que remite
La categorización marxista del espacio social a Sweezy cuando reproduce la frase de Georg Lukács: «En cuestiones de
marxismo, la ortodoxia se relaciona exclusivamente con el método»6S.
El discurso marxista se está llevando a cabo en geografía, hasta ahora, Poc.su parte, en uno de sus últimos artículos, Richard Peet admite que
a través de dos derroteros de investigación algo distintos: por un lado, se «del materialismo procede una concepción de la estructura general de la
procede a rastrear la existencia de una verdadera teoría de la geografía sociedad basada en el modo de producción de las necesidades materiales
en los textos fundacionales del materialismo histórico, y, en particular, de la vida»69.
del propio Marx, mediante una minuciosa «lectura geográfica» de los mis­ En el campo específico del conocimiento geográfico, el discurso mar­
mos, lo que ha motivado una ya larga polémica entre los que afirman y los xista supone en todos los casos aceptar la existencia de relaciones mutuas
que niegan la existencia de un pensamiento geográfico en M arx64; por y complejas entre sociedad y espacio, entre procesos sociales y configu­
otro, se persigue la elaboración de una geografía marxista, a través no sólo raciones espaciales. Peet dice de forma tajante que «la geografía marxista
de la aceptación de los conceptos y del método, sino también mediante es la parte del conjunto de la ciencia que se ocupa de las interrelaciones
un esfuerzo de nueva categorización geográfica dentro de las coordenadas entre procesos sociales por un lado, y medio físico y relaciones espaciales
del materialismo dialéctico. por el o tro »70. La aceptación de esta conexión entre sociedad y espacio
no deja de ser un lugar común asumible desde horizontes conceptuales
muy diversos. Lo definitorio y distintivo de las perspectivas marxistas es
62 De Koninck, R.: Op. cit., p. 132. el que privilegian la dimensión social, el que, nuevamente en palabras de
« Reiser, R. (1973): «The Territorial Illusion and Behavioural Sink: Critical Notes Peet, «las relaciones espaciales deben de ser entendidas como manifes-
on Behavioural Geography», Antipode, V, 3, pp. 52-57, p. 54.
64 Cfr., en relación con este debate, Quaini, M. (1974): Marxismo e geografía, Flo­ 65 Cfr. Quaini, M .: Marxismo..., op. cit., p. 44.
rencia, La Nuova Italia; Quaini, M. (1975): La construzione della geografía umana, 66 Cfr. Lacoste, Y .: La géographie..., op. cit., pp. 95-103; Claval, P.: «Le marxis-
Florencia, La Nuova Italia, especialmente pp. 110-146; Lacoste, Y .: La géographie... m e...», op. cit., passim.
op. cit., especialmente pp. 95-110; Claval, P. (1977): «Le marxisme et l’espace», 67 Harvey, D. (1973): Urbanismo y desigualdad social. Traducdón de M. González
L ’Espace Géographique, V I, 3, pp. 145-164; Collectif de Chercheurs de Bordeaux Arenas, México, etc., Siglo X X I Ed., 1977, p. 301.
(1977): «A propos de l’artide de P. Claval: "Le marxisme et l’espace”», L ’Espace 68 Sweezy, P. M. (1942): Teoría del desarrollo capitalista. Traducdón de H. La-
Géographique, V I, 3, pp. 165-177; De Koninck, R. (1978): «Le matérialisme historique borde, México y Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica, 3." ed., 1963, p. 21.
en géographie», Cahiers de Géographie du Québec, X X II, 56, pp. 117-122; Benin- 69 Peet, R.: «Sodetal Contradiction...», op. cit., p. 166.
gen, C. van: Op. cit. 70 Peet, R.: «The Devdopment...», op. cit., p. 22.

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150 £1 pensamiento geográfico 3. Las tendencias actuales del pensamiento geográfico 151

tildones de las reladones sodaies (de dase) sobre el espado geográfico», teórico y podrá, por fin, deshacerse de su objeto empiridsta que sólo
el que, en definitiva, el espado aparezca, con todas sus consecuendas, permite explicaciones ad hoc». Y conduye: «Es necesario comenzar la
como un producto sodal. elaboradón científica de una geografía m arxista»76. Se trata, en resumen,
Este enundado tiene de hecho un considerable alcance tanto concep­ de lograr una cienda que construya el espado en modos de producdón
tual como metodológico. Supone, en primer lugar, negar autonomía a lo y formaciones sociales, de forma similar a lo que intenta realizar Al-
espadal y admitir que recibe su contenido y significadón de la sodedad; thusser con el tiempo como objeto de la historia 71.
que cada formación social confiere su propio significado concreto a todas Aceptando en toda su dimensión el modelo general de fundonamiento
las variables espadales. Por ello, señala Harvey 71, el espacio no piiede ser espadal descrito, Richard Peet intenta, no obstante, avanzar algo más en
«en sí mismo y ontológicamente» ni absoluto — es decir, «algo en sí», la conceptualizadón de las relaciones entre espado y sodedad y en la
con existencia independiente, tal como es considerado desde una óptica proposición de lo que él llama «marxismo regional», insistiendo en la no
geográfica tradicional— , ni relativo — en fundón de la reladón mantenida pasividad d d entorno y del espado ante nuevos procesos de configura­
«entre» objetos, consideración característica de la geografía analítica— , ción espadal, es decir, poniendo de manifiesto que procesos similares pue­
ni «reladonal», entendiendo por tal el espado contenido «en» los objetos. den operar de distinta forma bajo diferentes circunstancias ambientales,
Puede llegar a ser una de estas tres cosas — o las tres— según las circuns­ debido predsamente a la «rigidez» conferida a estos medios por anteriores
tancias de la práctica humana con respecto a él. conformadones sodaies. Señala, en este sentido, que «un determinado
Pero si el espado es la proyecdón de la sociedad, sólo podrá ser ex­ modo de producción se expresa de forma diferente en diferentes condi-
plicado — y ésta es la .consecuencia metodológica fundamental de la asun­ dones físicas, o en áreas de transmisión cultural diversa a partir de modos
ción inidal— desentrañando en primer lugar la estructura y el funciona­ de producción decadentes, dando lugar a diferendas entre y dentro de
miento de la sociedad o formación sodal que lo ha produddo. No es las formaciones sodaies que genera» 78. De acuerdo con dicho autor, estas
posible, según este razonamiento, explicar las configuradones espadales «variaciones geográficas», originariamente sodaies, pueden llegar a con­
permanedendo en el nivel de lo espadal, hay que adquirir primero las ferir un peso específico considerable a los procesos sociales, hasta el punto
daves del sistema de reladones sociales, hay que aproximarse al estudio de que sea legítimo hablar de «verdaderos procesos espaciales» 79. Los nue­
espadal «a través del análisis histórico de las bases de los modos de pro- vos procesos sociales configurantes tomarán elementos — se imbuirán—
ducdón de la formación sodal» 72. De esta forma, el concepto de modo de los contenidos de las regiones, «esto es, de la historia de la interac-
de producdón aparece como concepto central. «La utilización del concepto dón local entre d modo de producdón y el espacio ambiental», de tal
de modo de producdón — dice R. De Koninck— permite comprender forma que aunque «las relaciones espaciales son básicamente relaciones
mejor el desarrollo de las técnicas de producdón y de las sociedades de clase, éstas a su vez contienen los efectos del espacio y del medio» 80.
dasistas y, por tanto, la naturaleza del dominio territorial»73, mientras Se pretende así salvaguardar en el plano teórico tanto el prindpio de inte-
Peet afirma que «formaciones sociales estructuradas por el mismo modo rrelación dialéctica, en d más puro espíritu marxista, como la identidad
de producción dan lugar generalmente a geografías similares» 74, y Paul geográfica, sin restar en nada protagonismo a los modos de producdón
Vieille sostiene que «genéticamente los procesos de creación del espacio como factor explicativo.
y del modo de producdón son inseparables»7S. En resumen, pues, el en­ El planteamiento esbozado pone de manifiesto hasta qué punto la
tendimiento, desde perspectivas marxistas, del espacio supone aceptarlo geografía debe las más de las veces buscar sus explicaciones en la historia
como uno de los resultados de los procesos de producción históricamente — aunque sea en la historia más reciente— y, por tanto, hasta qué punto
actuantes en el seno de las estructuras sociales. se entiende la geografía, de acuerdo con la definición de Ludo Gambi,
Los geógrafos marxistas aspiran así a dotarse de un verdadero objeto como «la historia de la conquista consciente y de la elaboradón regional
teórico de análisis. Van Beuningen ha manifestado que al partir de «un de la tierra en fundón de cómo se ha organizado la sociedad» 81. De este
espacio sodalmente produddo, es decir, un espado significante y signifi­ entendimiento historicista surgen algunos de los problemas tanto epistemo­
cativo teóricamente, adecuado para la geojgrafía social, ( ...) , nuestra dis­ lógicos como metodológicos de las perspectivas radicales marxistas y, en
ciplina podrá por primera vez adquirir (crear) un objeto teórico realmente
76 Beuningen, C. van: Op. cit., p. 271.
Cfr. Harvey, D.: Urbanismo..., op. cit., pp. 5-6.
71 77 Cfr. Lipietz, A. (1977): L e capital et son espace, París, Fran?ois Maspero.
Peet, R .: «Societal Contradiction...», op. cit., p. 166.
72 78 Peet, R.: «Societal Contradiction...», op. cit., p. 166.
De Koninck, R.: «Contre l ’idéalisme...», op. cit., p. 137.
73 79 Peet, R.: «The Development...», op. cit., p. 22.
Peet, R .: «Societal Contradiction...», op. cit., p. 166.
74 80 Peet, R.: «Societal Contradiction...», op. cit,, p. 167.
Vieille, P. (1974): «L ’espace global du capitalisme d’organisation», Espaces et
75 81 Gambi, L. (1973): Una geografía per la storia, d t. en Quaini, M.: Marxismo...,
Sociétés, 12, pp. 3-32, p. 32. op. cit., p. 44.

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152 El pensamiento geográfico 3. Las tendencias actuales del pensamiento geográfico 153

particular, como en seguida trataremos de mostrar, las dificultades de con­ atribuyen a los procesos históricamente actuantes, se ve abocado a negar
ciliar y engranar los lenguajes de la espacialidad y de la temporalidad. de hecho — explícita o implícitamente— la espacialidad.
Ciertos autores, en efecto, han señalado que el mismo enunciado del Junto a estas dificultades de articulación analítica de la temporalidad
espacio como producto social no sólo entraña ambigüedades y se presta y la espacialidad^ hay otro aspecto que conviene tener en cuenta, pese a
a equívocos, hasta el punto de resultar, como ya se ha dicho, asumible que por el momento no haya sido objeto de consideración detenida, y pese
incluso desde perspectivas «convencionales» y «conservadoras», sino que, a que muchos geógrafos radicales se hayan mostrado sensibles a la grave­
además, podría llegar a resftltar epistemológicamente limitativo, al quedar dad de la actual crisis ecológica. Y es que el «productivismo», habitual
reductoramente subsumidas las características propias del espacio, tanto en el marxismo, y consecuencia de su creencia en un progreso histórico
organizativas como funcionales, en una argumentación que remite funda­ «científicamente» constatable — presentes ambos aspectos por lo menos en
mentalmente al entendimiento de los procesos históricos sociales y econó­ los textos fundacionales— , dificulta considerablemente la comprensión de
micos 82. Por ello, y desde campos de conocimiento no geográficos, Henri las dimensiones ecológicas y energéticas de lo espacial. En este sentido,
Lefebvre, en su obra sobre la producción del espacio ha llamado la aten­ falta todavía una toma de conciencia rigurosa, así como conceptual y ana­
ción sobre la necesidad de un entendimiento omnicomprensivo de ambos líticamente viable, por parte de los radicales, a pesar de su interpretación
conceptos: producción no debe entenderse con un sentido económico res­ de la crisis ecológica como contradicción entre la naturaleza acumulativa
trictivo, sino incorporando las dimensiones de práctica, percepción, repre­ del capitalismo y el carácter frágil y finito de los recursos terrestres ®.
sentación y vivencia del espacio; y en cuanto a éste, sus posibilidades Los problemas planteados — aún tan esquemáticamente— son sufi­
cognoscitivas, aún circunscritas a las categorías analíticas y explicativas cientemente expresivos de las dificultades surgidas a la hora de articular
de lo social, deben insistir en los usos que de él se hacen y en sus pro­ un modelo de conocimiento geográfico distinto, y de la imposibilidad, cara
piedades cualitativas. al futuro, de encerrarse en sistemas explicativos estancos o de conformarse
Pero aun con un entendimiento tan flexible como el preconizado por con cristalizaciones dogmáticas o inhibitorias de métodos potencialmente
Lefebvre de los dos conceptos — producción y espacio— de la proposición fecundos. «Rehusemos — dice Paul K. Feyerabend— sentimos cómodos
central de la geografía marxista — el espacio como producto social— , con un método particular, que incluye un conjunto particular de reglas» 87.
no quedan resueltos los problemas limitativos planteados por dicho enun­ Y fiel a este precepto, parece necesario para toda perspectiva geográfica
ciado ni las formas de lograr conferirle en geografía una verdadera opera- que se pretenda «radical» y «crítica» basarse en la más ««radical» y «crí­
tividad analítica. La escuela lacostiana es la que se ha mostrado más es­ tica» aversión a codificaciones doctrinarias, a sistemas de entendimiento
céptica en ese sentido y el propio Lacoste escribe: «Entre las ciencias socia­ supuestamente autosufidentes y pretendidos monolitismos cognoscitivos.
les, la geografía es, sin duda, aquella en la que el análisis marxista tiene
más dificultades para desarrollarse» M. Señala, en efecto, dicho autor que, * * *

con el enfoque marxista, los problemas básicos del entendimiento geográ­


fico quedan diluidos e irresueltos en un discurso articulado por — y para— Las complejas y variadas tendencias que hemos expuesto anterior­
otros dominios del conocimiento social, de forma que a menudo no se mente configuran — con sus diferentes propuestas, sus oposiciones, sus
hace sino extrapolar, para las estructuras espaciales, interpretaciones que puntos de contacto y sus respectivas prolongaciones— el panorama del
remiten a estructuras económicas y sociales, a reflexiones de la historia pensamiento geográfico actual. Un panorama que, a pesar de todo, se
y de la economía política. Siempre según Lacoste, el razonamiento mar­ encuentra todavía lejos del acuerdo suficientemente generalizado sobre la
xista no basta, en particular, para garantizar un fecundo entendimiento de caracterización — epistemológica, conceptual y metodológica— del cono­
las estrategias diferenciales sobre el espacio85. Se acepte o no en toda su cimiento geográfico. A la vez que las perspectivas clásicas han prolongado
dimensión la crítica lacostiana al discurso geográfico marxista, parece su presencia activa, de forma más o menos corregida, hasta nuestros días
indudable que éste supone un modo de entendimiento que, al centrar toda — y a la vez también que se asiste a un cierto «redescubrimiento» del
su argumentación explicativa en las capacidades de determinación que se pensamiento geográfico decimonónico— , cada uno de los planteamientos
más recientes — analíticos y sistémicos, fenomenológicos y radicales— han
82 Bonneville, M. (1978): «Implications et applications du concept de production aportado nuevos puntos de vista y nuevas posibilidades cognoscitivas, y, al
de l’espace», en Géopoint 78. Concepts et construits^ dans la géographie contemporaine, tiempo que han formulado propuestas diversas de reformulación de las
Avignon, Groupe Dupont, Centre Littéraire Universitaire, pp. 181-189.
83 Cfr. Lefebvre, H. (1974): La production de l’espace, París, Anthropos, p. 465.
84 Lacoste, Y .: «¿Por qué Hérodote?...», op. cit., p. 40. 86 Cfr. P eet,,R .: «Societal Contradiction...», op. cit., pp. 167-168.
85 Cfr. Ibid., pp. 39-44 y 58-63; Lacoste, Y .: La géographie..., op. cit., pp. 95-110 87 Feyerabend, P. K. (1970): Contra el método. Esquema de una teoría anarquista
y 163-180. del conocimiento. Traducción de F. Hernán, Barcelona, Ariel, 1975, p. 10.

/
( (
154 E l pensamiento geográfico Segunda parte
coordenadas del conocimiento geográfico, han planteado asimismo renova­ ANTOLOGIA DE TEXTOS
dos y sustanciales problemas — desde el problema de la delimitación es­
trictamente científica del conocimiento geográfico hasta el de sus impli­
caciones éticas y políticas— que han permitido llevar a cabo un impor­
tante intento de discusión y de clarificación en el dominio del pensamiento
geográfico. El horizonte del conocimiento geográfico de nuestros días se
muestra, en consecuencia, bastante amplio y, desde luego, no exento de
problemas: pero todo parece indicar que son precisamente’ los problemas
los que, al negar la conveniencia — y la viabilidad— de las cristalizaciones
estáticas y de las autocomplacencias intelactuales, permiten ahondar críti­
camente, cuando no se soslayan o se ocultan, en el campo del conocimiento.
En la discusión de esos problemas planteados y en la renuncia — intelec­
tualmente ineludible— a los sedantes dogmatismos de todo tipo puede
quizá encontrarse una de las claves para proseguir el proyecto de cons­
trucción de un conocimiento geográfico críticamente flexible y consistente.

(
Capítulo 1
EL PENSAMIENTO GEOGRAFICO
DECIMONONICO
Alexander von Humboldt *
COSMOS. ENSAYO DE UNA DESCRIPCION
FISICA DEL MUNDO **

Consideraciones sobre los diferentes grados de goce que ofrecen


el aspecto de la Naturaleza y el estudio de sus leyes

( v .)
Si se considera el estudio de los fenómenos físicos no en sus rela­
ciones con las necesidades materiales de la vida, sino en su influencia
general sobre los progresos intelectuales de la humanidad, el más elevado
e importante resultado de esta investigación es el conocimiento de la co­
nexión que existe entre las fuerzas de la Naturaleza y el sentimiento íntimo
de su mutua dependencia. La intuición de estas relaciones es la que amplía
nuestras perspectivas y ennoblece nuestros goces. Este ensanche de hori-

* Alexander von Humboldt (1769-1859). Además Sel que corresponde al texto in­
cluido en este libro, entre sus trabajos principales se encuentran:
Humboldt, A. von (1807-1811): Ensayo político sobre el Reino de la Nueva España.
Estudio preliminar, revisión del texto, cotejos, notas y anexos de J . A. Ortega y
Medina. Traducción de V. González Amao, México, Porrúa, 1966.
Humboldt, A. von (1807-1834): Voyage aux régions equinoxiales du Nouveau Continent
fait en 1799, 1800, 1801, 1802, 1803 et 1804 par Alexandre de Humboldt et Aimé
Bonpland, rédigé par A. de Humboldt, París, Schoell, Dufour, Maze et Gide,
30 vols.
Humboldt, A. von (1808): Cuadros de la Naturaleza. Traducción de B. Giner, Madrid,
Imprenta y Librería de Gaspar, Editores, 1876.
Humboldt, A. von (1814-1834): Examen critique de Vhistoire de la géographie du
Nouveau Continent, et des progrés de l’astronomie nautique aux XVe et XVI‘
siécles, París, Gide, 2 vols.
* * Humboldt, A. von (1845-1862): Cosmos. Ensayo de una descripción física del
mundo. Traducción de B . Giner y J . de Fuentes, Madrid, Imprenta de Gaspar y Roig,
Editores, 4 tomos, 1874-1875; t. I, pp. 1-8; t. IV , pp. 10-12. Se ha actualizado la
ortografía.
159

(
Antología de textos Alexander von Humboldt 161
160

zontes es resultado de la observación, de la meditación y del espíritu mediante la observación, es como el hombre puede mostrarse más digno
del tiempo en el que se concentran todas las direcciones del pensamiento. de su alto destino.
La historia revela a todo el que sabe penetrar a través de las capas de Si reflexionamos acerca de los diferentes grados de goce que suscita
los siglos precedentes hasta las raíces profundas de nuestros conocimientos la contemplación de la Naturaleza, encontramos que, en primer lugar, debe
cómo, desde hace miles de años, el género humano ha trabajado por co­ colocarse un tipo de impresión enteramente independiente del conoci­
nocer, en las mutaciones incesantemente renovadas, la invariabilidad de miento profundo de los fenómenos físicos e independiente también del
las leyes naturales y por conquistar progresivamente una gran parte del carácter individual del paisaje y de la fisonomía de la región que nos
mundo físico por la fuerza de la inteligencia. Interrogar los anales de la rodea. En cualquier lugar de una llanura monótona, sin más límites que
historia es seguir esta senda misteriosa, sobre la cual la imagen del Cosmos, el horizonte, donde una vegetación homogénea de brezos,, jaras o gramíneas
revelada primitivamente al sentido interior comb un vago presentimiento cubre el suelo, en cualquier sitio donde las olas del mar bañan la costa
de la armonía y del orden en el Universo, se ofrece hoy como fruto de y marcan su paso con estrías verdosas de algas, el sentimiento de la Na­
largas y serias observaciones. turaleza, grande y libre, embarga nuestra alma y nos revela, como por
A estas dos épocas en la consideración del mundo exterior, al primer una misteriosa inspiración, que las fuerzas del Universo están sometidas
destello de la reflexión y al período de civilización avanzada, correspon­ a leyes. El simple contacto del hombre con la Naturaleza, esta influencia
den dos géneros de goces. El uno, propio de la sencillez primitiva de de los grandes espacios, o del «aire libre», como dicen otras lenguas
las antiguas edades, nace de la percepción del orden expresado por la con más bella expresión, ejercen una acción de sosiego, aplacan el dolor
regular sucesión de los cuerpos celestes y el desarrollo progresivo de la y calman las pasiones, al tiempo que el alma se siente íntimamente agitada.
organización; el otro, resulta del exacto conocimiento de los fenómenos. Esta benéfica influencia la recibe el hombre en todas partes, cualquiera
Desde el momento en que el hombre, al interrogar a la Naturaleza, no que sea la zona que habite y cualquiera que sea el grado de cultura inte­
se limita a la observación, sino que genera fenómenos bajo determinadas lectual que haya alcanzado. Cuanto de sobrecogedor y de solemne hay
condiciones, desde que recoge y registra los hechos para extender la in­ en las impresiones que señalamos se debe al presentimiento del orden
vestigación más allá de la corta duración de su existencia, la Filosofía de y las leyes, que surge espontáneamente del simple contacto con la Na­
la Naturaleza se despoja de las formas vagas que desde su origen le ca­ turaleza, así como del contraste que ofrecen los estrechos límites de nues­
racterizan; adopta un carácter más serio, compulsa el valor de las observa­ tro ser con la percepción de lo infinito que se revela por doquier, en la
estrellada bóveda del cielo, en el llano que se extiende más allá de nuestra
ciones, ya no adivina, combina y razona. Las afirmaciones dogmáticas de
vista, en el brumoso horizonte del océano.
los siglos anteriores se conservan sólo en las creencias del pueblo y de
Otro tipo de goce es el producido por la configuración concreta del
las clases que; por su falta de ilustración, se aproximan a él, y se perpetúan
paisaje, por la forma de la superficie del globo en una región determinada.
sobre todo en algunas doctrinas que se cubren con una apariencia mística
Las impresiones de este género son más- vivas, mejor definidas, más acor­
para ocultar su. debilidad. Los lenguajes recargados de expresiones figura­ des con ciertos estados de ánimo. Unas veces es la inmensidad de las
das conservan los rasgos de estas primeras intuiciones. Un reducido nú­ masas, la lucha de los elementos desencadenados o la desolación de las
mero de símbolos, producto de. una feliz inspiración en tiempos primitivos, estepas, como en el norte de Asia, lo que excita nuestra emoción; otras,
es capaz de ir tomando poco a poco formas vagas y, mejor interpretados, bajo el dominio de sentimientos más dulces, la suscita el aspecto de los
llegar a incorporarse incluso en el lenguaje científico. campos cubiertos de abundantes cosechas, la casa en la orilla de un torrente
La Naturaleza, considerada por medio de la razón, es decir, sometida o la acrecentada fecundidad del suelo vencido por el arado. Recalcamos
en su conjunto a la acción del pensamiento, es la unidad en la diversidad aquí menos los grados de intensidad que distinguen estas emociones que
de los fenómenos, la armonía entre las cosas creadas que difieren por su el diferente tipo de sensaciones que suscita el carácter del paisaje y a las
forma, por su constitución y por las fuerzas que las animan; es el Todo que éste confiere su encanto y duración.
an im arlo por-un soplo de vida. La consecución más importante de un es­ (...)
tudio racional de la Naturaleza es aprehender la unidad y la armonía que La tentativa de descomponer en sus diversos elementos la magia del
existe en esta inmensa acumulación de cosas y fuerzas; asumir con el mundo físico está llena de riesgo, porque el carácter fundamental de un
mismo interés tanto los resultados de los descubrimientos de los pasados paisaje y de cualquier escena imponente de la Naturaleza deriva de la
siglos como lo que se debe a las investigaciones de los tiempos en que simultaneidad de ideas y de sentimientos que suscita en el observador.
se vive y analizar los caracteres de los fenómenos sin sucumbir bajo su El poder de la Naturaleza se manifiesta, por así decirlo, en la conexión
masa. Penetrando en los misterios de la Naturaleza, descubriendo sus se­ de impresiones, en la unidad de emociones y sentimientos que se produ­
cretos y dominando por la acción del pensamiento los materiales recogidos cen, en cierto modo, de una sola vez. Si se quieren detectar sus orígenes

/
( (
162 Antología de textos Alexander von Humboldt 163

parciales, es preciso descender por medio del análisis a la individualidad Límites y métodos de exposición de la descripción física del Mundo
de las formas y a la diversidad de las fuerzas...
(...)
No se trata en este ensayo de la Física del Mundo de reducir el con­ La descripción del Mundo, considerado como objeto de los sentidos
junto de los fenómenos sensibles a un pequeño número de principios exteriores, necesita indudablemente el concurso de la Física General y de
abstractos, sin más base que la razón pura. La Física del Mundo que la Historia Natural descriptiva, pero la consideración de las cosas creadas,
intento exponer no pretende elevarse a las peligrosas abstracciones de una enlazadas entre sí y formando un todo animado por fuerzas interiores,
ciencia puramente racional de la Naturaleza; es una Geografía Física unida da a la ciencia que nos ocupa en esta obra un carácter particular. La Física
a la descripción de los espacios celestes y de los cuerpos que se encuentran se concreta a las propiedades generales de los cuerpos, es resultado de
en dichos espacios. Ajeno a las preocupaciones .de la Filosofía puramente la abstracción y la generalización de los fenómenos sensibles. Ya en la
especulativa, mi ensayo sobre el Cosmos es una consideración del Universo obra donde se establecieron las primeras bases de la Física General, en
fundada en un empirismo razonado, es decir, sobre un conjunto de hechos los ocho libros físicos de Aristóteles, todos los fenómenos de la natura­
registrados por la ciencia y sometido a la acción de un entendimiento que leza se consideran dependientes de la acción primaria y vital de una
compara y combina. Sólo dentro de estos límites la obra que he empren­ fuerza única, principio de todo movimiento en el Universo. La parte te­
dido se entronca con el tipo de trabajos a que he consagrado mi larga tra­ rrestre de la Física del Mundo, para la que conservaría de buen grado
yectoria científica. No me aventuro a entrar en un campo donde no sabría la antigua y muy expresiva denominación de Geografía Física, trata de la
moverme con soltura aunque quizá otros puedan intentarlo con éxito. distribución del magnetismo en nuestro planeta según sus relaciones de
La unidad que trato de detectar en el desarrollo de los grandes fenómenos intensidad y dirección, pero no se ocupa de las leyes que rigen las atrac­
del Universo es la que ofrecen las concepciones históricas. Todo cuanto ciones o repulsiones de los polos ni de los medios para producir corrientes
se relacione con individualidades accidentales, con el componente variable electromagnéticas permanentes o pasajeras. La Geografía Física define tam­
de la realidad, tanto se trate de la forma de los seres como de la agru­ bién a grandes rasgos la configuración, compacta o articulada, de los Con­
pación de los cuerpos, o de la lucha del hombre con los elementos y de tinentes, la extensión de su litoral en relación con su superficie, la dis­
los pueblos con los pueblos, no puede ser deducido sólo con ideas, .es decir, tribución de las masas continentales en los dos hemisferios, que ejerce
racionalmente construido. una poderosa influencia en la diversidad del clima, y las modificaciones
Creo que la descripción del Universo y la historia de las sociedades meteorológicas de la atmósfera; señala el carácter de las cadenas monta­
se encuentran en el mismo grado de empirismo, pero, sometiendo los fe­ ñosas que, levantadas en diferentes épocas, forman sistemas individualiza­
nómenos físicos y los acontecimientos al trabajo de la inteligencia y remon­ dos unas veces paralelos entre sí y otras divergentes o transversales;
tándose por medio del razonamiento a sus causas, se confirma cada vez analiza la altitud media de los continentes sobre el nivel de los mares
más la antigua creencia de que las fuerzas inherentes a la materia y las y la posición del centro de gravedad de su masa, la relación entre el punto
que rigen el mundo moral ejercen su acción bajo el imperio de una nece­ culminante y la altura media de la línea de cumbres con su distancia a la
sidad primordial y según movimientos que se repiten de forma periódica costa más cercana. Describe también las rocas eruptivas como factores de
o en intervalos irregulares. Esta necesidad de las cosas, este encadena­ movimiento, ya que actúan sobre las rocas sedimentarias, a las que atra­
miento oculto pero permanente, esta renovación periódica en el desarrollo viesan, levantan e inclinan; estudia los volcanes tanto si se encuentran
progresivo de las formas, los fenómenos y los acontecimientos, constituyen aislados como si están dispuestos en series sencillas o dobles, tanto si
la Naturaleza, que obedece a un impulso primario dado. La Física, como extienden su actividad a diversas distancias como si crean rocas en forma
su propio nombre indica, se limita a explicar los fenómenos del mundo de espigones largos y estrechos u oquedades en el suelo cuya amplitud
material por medio de las propiedades de la materia. El último objeto aumenta o disminuye con el paso de los siglos. La parte terrestre de la
de las ciencias experimentales es, pues, llegar al conocimiento de las leyes ciencia del Cosmos describe, por último, la lucha del elemento líquido, con
y generalizarlas progresivamente. Todo lo que va más allá no es del do­ la tierra emergida; expone cuanto tienen de común los grandes ríos en
minio de la Física del Mundo y pertenece a un género de especulaciones su curso superior o inferior y en sus bifurcaciones, cuando su lecho no
más elevadas. Emmanuel Kant, uno de los pocos filósofos que hasta ahora está aún enteramente fijado; presenta cómo las corrientes de agua cortan
no han sido acusados de impiedad, ha señalado los límites de las expli­ las más elevadas cadenas montañosas o siguen durante largos trechos un
caciones físicas con una extraordinaria sagacidad en su célebre «Ensayo curso paralelo a ellas, unas veces a su mismo pie y otras a grandes dis­
sobre la teoría y la construcción de los Cielos», publicado en Koenisberg tancias, cuando el levantamiento de los estratos de un sistema orográfico
en 1755. y la dirección del plegamiento son conformes a la que siguen los bancos
(...) más o menos inclinados de la llanura. Los resultados generales de la Oro-

(
164 Antología de textos Alexander von Humboldt 165

grafía y de la Hidrografía comparadas pertenecen específicamente a la la combinadón de observadones, la regularidad de los fenómenos dentro
ciencia de la cual quiero determinar aquí los límites reales, pero la enu­ de sus aparentes variadones. Si en la exposidón de la parte terrestre
meración de las mayores alturas del globo, la descripción de los volcanes del Cosmos hay que descender alguna vez a hechos muy concretos, es
aún en actividad, la división del territorio en cuencas y la multitud de sólo para recalcar la conexión que tienen las leyes de la distribudón real
ríos que las surcan son hechos que pertenecen al campo de la Geografía de los seres en el espacio con las normas de la dasificación ideal en fa­
propiamente dicha. Sólo consideramos aquí los fenómenos en su mutua milias naturales, basadas en las analogías de organización interna y de
dependencia, en las reladofies que presentan con las diferentes zonas de evoludón progresiva.
nuestro planeta y su constitución física en general. Las modalidades de la (...)
materia informe u organizada, dasificadas de acuerdo con la similitud de Estamos aún muy lejos de poder reducir a la unidad de un prindpio
sus formas y de su composición, son indudablemente un tema de estudio racional por medio de la reflexión lo que perdbimos por medio de los
del mayor interés, pero están vinculadas a un marco de ideas completa­ sentidos. Y puede dudarse que en el campo de la Filosofía de la Naturaleza
mente distintas de las que constituyen el objeto de esta obra. se llegue a conseguir esto. La complejidad de los fenómenos y la inmensa
Las descripdones de países diversos ofrecen materiales muy impor­ extensión del Cosmos parecen oponerse a tal fin; pero, aun cuando d
tantes para la elaboración de una Geografía Física; sin embargo, la reunión problema fuera insoluble en su conjunto, no por ello una solución parcial,
de estas descripdones, induso ordenadas en series, no nos daría una ver­ una tendencia hada la comprensión del mundo, dejaría de ser d objeto
dadera imagen de la conformadón general de la superfide de nuestro eterno y sublime de toda observación de la Naturaleza. Fiel al carácter de
planeta, lo mismo que las flores de las diferentes regiones puestas las las obras que he publicado hasta ahora y los trabajos de medida, experi­
unas detrás de las otras tampoco formarían lo que designo con el nombre mentación e investigación que han llenado mi vida científica, me sitúo en
de Geografía de las Plantas. Por medio de la reflexión sobre las observa­ el campo de las concepciones empíricas.
ciones concretas, a través del espíritu que compara y combina, llegamos La exposición de un conjunto de hechos observados y combinados entre
a descubrir en la individualidad de las formas orgánicas, es decir, en la sí no excluye la pretensión de agru p ó los fenómenos de acuerdo con su
Historia Natural de las plantas y de los animales, los caracteres generales enlace racional, ni de generalizar lo que sea susceptible de generalizadón
que presenta la distribución de los seres según los climas; la inducdón en el conjunto de las observaciones concretas, ni de llegar, en fin, al des­
es la que nos revela las leyes numéricas según las cuales se regulan la cubrimiento de leyes. Concepdones del Universo fundadas únicamente en
proporción que cada grupo natural significa con respecto al total de las la razón, en los principios de la Filosofía especulativa, asignarían sin duda
espedes y la latitud o localizadón geográfica de las áreas donde ^cada a la ciencia del Cosmos un objeto más elevado. No quiero censurar los
forma orgánica alcanza el máximo desarrollo. Estos modos de considerar esfuerzos que yo no he intentado ni criticarlos por d solo motivo de que
las cosas, gracias a la generalizadón de sus perspectivas confieren un hasta hoy han tenido un éxito muy dudoso. Contra los deseos y consejos
carácter más elevado a la descripdón física del globo; y es efectivamente de los profundos y destacados pensadores que han dado nueva vida a
de este reparto local de las formas, del número y la vitalidad de las que concepdones con las que ya se había familiarizado la Antigüedad, los
predominan en cada mesa, de lo que dependen el paisaje y la impresión sistemas de la Filosofía de la Naturaleza se han desinteresado durante algún
que nos produce la fisonomía de la vegetación. tiempo en nuestro país de los serios estudios de las dendas matemáticas
Los catálogos de seres orgánicos, a los que se solía dar el pomposo y físicas. La embriaguez de pretendidas conquistas, un nuevo lenguaje
título de Sistemas de la Naturaleza, nos ponen de manifiesto una sensible excéntricamente simbólico, la predilección por fórmulas de un radonalismo
relación de analogías de estructura tanto en el desarrollo total de dichos escolástico tan estrechas como nunca las conodó la Edad Media, han
seres como en las diferentes fases que recorren según una evolución en marcado, por el abuso de las fuerzas en una generosa juventud, el efímero
espiral; por un lado las hojas, las brácteas, el cáliz, la corola y los órganos triunfo de una dencia puramente ideal de la Naturaleza. Recalco la ex­
reproductores, y por otro, con mayor o menor simetría, los tejidos celulares presión «abuso de las fuerzas», porque espíritus superiores entregados a la
y fibrosos de los animales, sus partes más o menos diferendadas. Pero vez a los estudios filosóficos y a las ciencias de observadón han sabido
todos estos pretendidos sistemas de la Naturaleza, ingeniosos en sus cla­ preservarse de estos excesos. Los resultados obtenidos por investigadones
sificaciones, no nos muestran los seres en su distribución espacial en serias basadas en la experienda no pueden estar en contradicdón con una
relación con la latitud y la altura sobre el nivel del Océano ni según las verdadera Filosofía de la Naturaleza. Cuanto tal contradicdón existe, el
influencias climáticas que sufren como consecuenda de factores generales, defecto está o en lo vado de la especuladón o las exageradas pretensiones
a veces muy distantes. El objeto de la Geografía Física es, por el contrario, del empirismo, que pretende haber probado por la experienda más de
como hemos dicho antes, reconocer la unidad en la inmensa variedad de lo que la experienda es capaz de probar.
los fenómenos y descubrir, por el libre ejercicio del pensamiento mediante (...)

( (
1
166 Antología de textos Alexander von Humboldt 167

Resultados particulares de la observación en el dominio parece más adecuada al objeto que me propongo, ya que expresa mejor
de los fenómenos terrestres el enlace de vastos fenómenos que ocupan un lugar considerable en el
Universo. En consecuencia, no me es posible ceñirme a un punto de vista
Si, en una obra en la que se dispone de un material inmenso formado morfologico. Lo que pretendo básicamente es trazar un cuadro general
por los más diversos objetos, se quieren dominar estos materiales, es de­ de la Naturaleza, que permita abarcar el conjunto de todas las fuerzas
cir, poner en orden los fenómenos de tal manera que se pueda apreciar que concurren a animarla.
fácilmente su interdependencia, el único medio de hacer dara la exposi­
ción es subordinar los conceptos particulares, y más en un campa tan lar­
gamente abierto a la observación, a la perspectiva más elevada de la unidad
del Mundo. La esfera terrestre, opuesta a la ¿releste, se divide en dos
partes: la Naturaleza inorgánica y la Naturaleza orgánica. Comprende la
primera la magnitud, forma y densidad de la Tierra, su calor‘interno, su
actividad electromagnética, la constitución mineralógica de su corteza, la
influencia de su interior sobre su superficie, que se realiza dinámicamente
por ruptura y químicamente por fenómenos que forman y transforman
las rocas, la invasión parcial de la superficie sólida por las aguas y el mar,
el contorno y las articulaciones de la parte sólida que emerge sobre las
olas, es decir, de los continentes y las islas, y, por último, la envoltura
gaseosa que envuelve el globo, o, en otros términos, la atmósfera. El do­
minio de la Naturaleza orgánica comprende, no las formas particulares de
vida cuya descripción es propiamente el objeto de la Historia Natural,
sino las relaciones de localización que existen entre los seres vivos y las
partes sólidas o líquidas de la superficie terrestre, es decir, la Geografía
de las Plantas y de los Animales y de las divisiones de la especie humana
en razas y tribus a pesar de su unidad específica.
En cierto modo esta división data de la Antigüedad. Ya por entonces FAHCE Biblioteca Central
se distinguían los dos órdenes de hechos: por una parte, los fenómenos
elementales y la transformación de las sustancias; por otra, la vida de
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las plantas y los animales. Al no existir medios para aumentar la capacidad
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de percepción, la distinción entre los vegetales y los animales era pura­
mente inuitiva o se basaba sólo en la capacidad que tienen los animales
de alimentarse por sí mismos y en el mecanismo interior que los permite
moverse. E l tipo de percepción intelectual que llamo intuición y, más
aún, la asociación de ideas, tan penetrante y fecunda en Aristóteles, le
revelaron lo aparente de la solución de continuidad entre lo animado y lo
inanimado, entre la sustancia elemental y la planta, y le llevaron a ver
que, al tender siempre la vida a elevarse en la escala de los seres, existen
gradaciones insensibles de las plantas a los animales inferiores. La historia
de los organismos, tomando la palabra historia en su sentido inicial, es
decir, transportándonos a la época de las faunas y las floras antiguas, está
tan íntimamente unida con la Geología, con la superposición de los es­
tratos y la edad de los levantamientos de territorios enteros o simplemente
de montañas, que no he creído que en una obra como el Cosmos se deba
tomar como punto de partida la división, muy natural por otra parte,
entre Naturaleza orgánica y Naturaleza inorgánica y hacer de ella una
base fundamental de clasificación. La gran división que he planteado me

c 1
Karl Riiter * Karl Ritter 169

LA ORGANIZACION DEL ESPACIO organismos presentan, tanto en los vegetales como en los animales y en
EN LA SUPERFICIE DEL GLOBO Y SU FUNCION el hombre, una base y una cúspide, una derecha y una izquierda. Sí, este
Todo terrestre perfectamente asimétrico, al no obedecer aparentemente
EN EL DESARROLLO HISTORICO **
a ninguna regla y ser difícil de captar como un conjunto, nos deja una
impresión extraña y nos vemos obligados a utilizar diversos métodos de
clasificación para borrar la idea de caos que de él se desprende. Por eso
han interesado más hasta ahora sus partes constitutivas que su apariencia
global, y los compendios de geografía se han dedicado fundamentalmente
a describir sus partes. Habiéndose contentado hasta ahora con describir
y clasificar someramente las diferentes partes del Todo, la geografía no
ha podido, en consecuencia, ocuparse de las relaciones y de las leyes ge­
nerales, que son las que únicamente pueden convertirla en una ciencia
y darle su unidad.
Aunque la Tierra, como planeta, sea muy diferente de las represen­
taciones a escala reducida que de ella conocemos y que no nos dan más
que una idea simbólica de su modelado, hemos tenido que acudir a esas
miniaturizaciones artificiales del globo terrestre para crear un lenguaje
abstracto que nos permitiese hablar de ella como un Todo. Así es, en
efecto, y no inspirándonos directamente en la realidad terrestre, como
Examinemos un globo terrestre. Por muy grande que sea, no puede hemos podido elaborar la terminología de las relaciones espaciales. Sin em­
aparecemos más que como una miniaturización y una representación im­ bargo, teniendo en cuenta que la red matemática proyectada sobre la
perfecta del modelado externo de nuestro planeta. Sin embargo, su per­ Tierra a partir de la bóveda celeste se ha convertido así en el elemento
fecta esfericidad, que contiene tanta diversidad, no deja de ejercer una determinante, esta terminología ha permanecido hasta ahora incompleta
profunda influencia sobre nuestra imaginación y nuestro espíritu. Lo que y no permite actualmente una aproximación científica a un conjunto es­
nos sorprende al observar un globo terrestre es la arbitrariedad que pre­ tructurado considerado en sus extensiones horizontales y verticales o en
side la distribución de las extensiones de agua y de tierra. No hay espacios sus funciones.
matemáticos, ninguna construcción lineal o geométrica, ninguna sucesión Existe una diferencia fundamental entre las obras de la naturaleza y las
de líneas rectas, ningún punto; sólo la red matemática establecida a partir creaciones del hombre: por bellas, simétricas o acabadas que estas últimas
de la bóveda celeste nos permite medir artificialmente una realidad inapre- puedan parecer, un examen atento revelará su falta de cohesión y su tosca
hensible: los propios polos no son más que puntos matemáticos defi­ trama. El tejido más fino, el reloj más elegante, el más hermoso cuadro,
nidos en función de la rotación de la Tierra y cuya realidad se nos escapa el pulido más liso del mármol o de los metales nos reservaría, visto ai
todavía. No hay simetría en el conjunto arquitectónico de este Todo microscopio, semejante sorpresa. Inversamente, la asimetría y la apariencia
terrestre, nada que lo emparente en este sentido con los edificios cons­ informe de las obras de la naturaleza desaparecen con un examen profun­
truidos por la mano del hombre o con el mundo vegetal y animal, cuyos do. La lupa del microscopio hace surgir en la tela de una araña, en la
estructura de una célula vegetal, en el aparato circulatorio de los animales,
* Karl Ritter (1779-1859). Además del que corresponde al texto traducido en este
libro, entre sus trabajos principales se encuentran: en la estructura cristalina y molecular de los minerales, elementos y con­
Ritter, K. (1822-1859): Die Erdkunde im Verhaltms tur Natur und zur Geschichte des juntos de una textura siempre más fina. Pero las obras de la naturaleza
Menschen oder allgemeine vergleichende Geographie, ais sichere Grundlage des y las creaciones del hombre difieren también por la amplitud y el ca­
Studiums und Unterrichts in physicalischen und historischen Wissenschaften, Ber­ rácter que se trasluce en su composición y en sus funciones. En efecto,
lín, G. Reimer, 19 tomos, 21 vols.
Ritter, K. (1861): Geschichte der Erdkunde und der Entdeckungen. Vorlesungen an las investigaciones efectuadas en fisiología han revelado la existencia de
der Üniversitat zu Berlín gehalten. Herausgegeben von H. A. Daniel, Berlín, una relación entre las fuerzas de la naturaleza; han permitido descubrir
G . Reimer. sistemas y leyes naturales a los que la química, la física, la óptica y la me­
* * Ritter, C. (1850): «De l’organisation de l ’espace á la surface du globe et de cánica deben especialmente su existencia.
son role dans le cours de l ’histoire» (Discurso pronunciado el 1 de abril de 1850), en
Ritter, C. (1852): Introduction a la géographie générale comparée. Traduction de ¿No deberíamos volver a encontrar esta diferencia en el caso del mayor
D. Nicolas-Obadia. Introduction et notes de G. Nicolas-Obadia, París, Les Belles cuerpo natural que conocemos, es decir, nuestro planeta, aunque es cier­
Lettres, 1974, pp. 166-189. Traducción de Isabel Pérez-Villanueva Tovar. to que no lo conocemos más que superficialmente... y su superficie mo-
168

¡
c (
170 Antología de textos Karl Ritter 171

delada por las fuerzas ciegas de la naturaleza parece deber su apariencia nidamente los detalles de sus relaciones. Basta con recordar aquí que, en
actual y tan extraña al azar y al desarrollo arbitrario de las aguas y de los tres continentes del Viejo Mundo, la forma oval de Africa, romboé­
las tierras? Pero ¿cómo conciliar esta aprehensión global de nuestro drica de Asia y triangular de Europa han determinado para cada uno de
planeta con lo que sabemos de todo lo que en él vive, pueblos y demás; ellos tres tipos de relaciones dimensionales. El carácter uniforme que
con lo que conocemos de la aventura humana que en él se ha desarrolla­ adquieren en Africa (el mismo largo y el mismo ancho en longitud y en
do, y cómo conseguirlo si concebimos el globo como el lugar y la morada latitud) se opone fundamentalmente al que asumen en Europa. Aquí,
que ha ofrecido al hombre, durante el tiempo de su paso por la Tierra, en efecto, la longitud este-oeste del continente equivale a dos o tres veces
el marco necesario para desarrollarse? ; su anchura, que decrece sucesivamente desde la base del triángulo adosa­
Toda planta quiere tener y encuentra un suelo propicio para florecer da a Asia hasta su vértice orientado hacia el Atlántico. Si Africa, ese
y dar frutos. Toda criatura, para prosperar, ha ,de vivir en su elemento. cuerpo compacto y replegado sobre sí mismo, está desprovista de toda
¿Será el hombre una excepción y será el único en vivir en un medio articulación, el corazón del continente asiático, igual de macizo pero más
modelado por fuerzas ciegas que acosan la tierra, las aguas y los aires, potente, es menos penetrable; al este y al sur se encuentra además muy
teniendo en cuenta que ha asegurado su supervivencia durante milenios? finamente articulado. Europa, por su parte, se abre en todas las direc­
Aun reconociendo su gran riqueza y diversidad formal, por considerar ciones; no sólo al sur y al oeste, sino hacia el norte y hacia el interior
la Tierra, ese cuerpo inorgánico, como un todo rígido que ha aparecido en mismo de las tierras cuyas ramificaciones han tenido tanta importancia
nuestro sistema para permanecer inmutable, ¿habría que inducir que no está como la que tuvo el núcleo central respecto al desarrollo del proceso de
en condiciones de procurar a nuestra especie lo que necesita para desarro­ civilización. Teniendo en cuenta la menor superficie de las tierras y la
llarse; habría que admitir que, contrariamente a todas las criaturas que mayor riqueza natural de los miembros aislados, en este caso la civilización
alberga, sólo la Tierrra está desprovista de esa fuerza creadora que en­ ha podido penetrar, en efecto, en el interior de las tierras. El cuerpo más
gendra una fuerte estructura interna? Todo nos lleva a no buscar en el recogido de Asia no se abre en todas partes a los mares como el de Euro­
presente la imagen de la eternidad, a no confundir apariencia y esencia, pa. Los mares no penetran allí en el interior de las tierras, aunque las
las impresiones que obtenemos de una cosa o de un fenómeno y la reali­ hienden profundamente al este y al sur. No consiguen, pues, como en
dad de esa cosa o de ese fenómeno, a no interpretar las leyes naturales Europa, instaurar un equilibrio entre diferentes formas que se interpe-
establecidas como construcciones lógicas de nuestro intelecto, sino a con­ netran. Así es como el amplio núcleo central de este individuo terrestre
siderarlas como una feliz descubrimiento de un mundo fenoménico que que es Asia (y que se asemeja desde este punto de vista a la masa com­
nos rodea y que todavía no habíamos logrado dilucidar. La génesis de pacta del conjunto de Africa) se' ha encontrado privado de las ventajas
ese enjambre de estrellas que constituyen las nebulosas planetarias, el inherentes a sus articulaciones y de sus efectos. Si es hacia el sur donde
estudio de la formación de los vientos se cuentan entre las cosas que la periferia de Asia está mejor articulada, es hacia el norte donde lo está
nos han enseñado a no tachar de incoherente el desorden aparente del menos, con las ventajas y los inconvenientes que esto implica. Aunque
mundo que nos rodea. abarque una superficie igual a la mitad de la de Europa, los miembros
En efecto, cuanto más avanzamos en el conocimiento de la distribu­ siguen siendo aquí mucho menos importantes que el cuerpo compacto y
ción espacial en la.superficie del globo terrestre y cuanto más nos intere­ potente que ha conseguido frenar la evolución de la civilización en el con­
samos, más allá de su desorden aparente, en la relación interna de sus junto del continente. Los pueblos de la periferia que habían alcanzado un
partes, más simetría y armonía descubrimos en él, y en mayor medida desarrollo superior han permanecido, en efecto, aislados en sus sistemas
las ciencias naturales y la historia pueden ayudarnos a comprender la peninsulares.
evolución de las relaciones, espaciales. Si, gracias a la determinación astro­ Si el núcleo central del continente asiático se ha mantenido, por tanto,
nómica de los lugares, a la geodesia, a la hidrografía, a la geología, a la como la patria monótona de los pueblos nómadas, sus antepaíses, sus
meteorología y a la física, han podido realizarse hasta ahora grandes penínsulas articuladas y privilegiadas por la naturaleza — pensamos ahora
progresos en materia de orden espacial, queda todavía mucho por hacer en China, en Indochina, las Indias, Arabia, Asia Menor y sus subdivisio­
y podemos esperar conseguirlo mediante la intervención en el estudio de nes— han constituido individualidades físicas y humanas. Estas, sin em­
las relaciones espaciales de nuestros conocimientos relativos a la historia bargo, no han sido capaces de propagar su civilización en el interior del
de los hombres y de los pueblos y a la distribución local de los productos continente.
de los tres reinos de la naturaleza. Al ser las costas africanas periféricas poco articuladas, son más cortas
(...) que las de los demás continentes. De ahí la pobreza de los contactos
Los comentarios que hemos hecho anteriormente sobre las dimensio­ entre el mar y el interior de las tierras y la dificultad de acceso al corazón
nes horizontales de los continentes nos dispensan de estudiar más dete­ del continente. Las condiciones naturales y humanas han negado al cuerpo

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Karl Ritter 173
172 Antología de textos

al carácter gigantesco de las formas naturales orientales, tanto más difí­


inarticulado de Africa toda individualización. Teniendo en cuenta que aqui
cilmente comprensibles cuanto que no se cuenta con ningún dato histórico
los diversos extremos se sitúan a igual distancia del interior de las tierras,
sobre ellas. Y depende, finalmente, de la excesiva riqueza de los dones
como la situación astronómica del continente a un lado y otro del ecua­
y de los productos naturales que, debido a las variaciones climáticas, apa­
dor hace que los contrastes climáticos se repartan regularmente en las
recen en este caso fuertemente contrastados. Extendiéndose desde el ecua­
zonas tropicales y subtropicales, todos los fenómenos característicos de
dor hasta las. tierras polares, este continente posee, en efecto, sobre su
este individuo terrestre, que constituye el verdadero Sur de la Tierra y
suelo las plantas y los animales más diversos. Se los encuentra no sólo
donde culmina el mundo ..tropical, han conservado un carácter uniforme
y sin embargo particular. Esto es lo que explica que el estado primitivo a lo largo de las diferentes latitudes, sino, debido a su formidable exten­
y patriarcal en el que viven los pueblos de este continente haya permane­ sión de oeste a este, a lo largo de los meridianos que se reparten entre
cido al margen de los progresos y del tiempo, qije Africa parezca obligada un mundo oriental y un mundo occidental con caracteres fuertemente con­
a ofrecer todavía durante milenios asilo a la elaboración de un futuro trastados. Para ilustrar esta oposición, bastará comparar entre sí la civi­
desconocido. Esta tierra presa del inmovilismo no conoce efectivamente lización china y la civilización del Próximo Oriénte. Para ilustrarla en el
más que desarrollos colectivos. Las plantas, los animales, los pueblos y terreno de los resultados naturales, basta apuntar la presencia del cocote­
los hombres no evolucionan individualmente. Se encuentran palmeras y ca­ ro, del sagú, del tigre en el este, y de la palmera datilera y del león al
mellos en los extremos norte y sur, este y oeste de la tierra africana. oeste; poner en paralelo, en lo que se refiere a Asia septentrional y
La. raza negra, que constituye aquí la principal población autóctona, está meridional, una vegetación alpina, el bosque de coniferas, el reno y, por
dispersa en todas las direcciones. Al igual que el continente, no ha otra parte, el árbol del pan, la caña de azúcar, el pisang de anchas hojas,
conocido más que una evolución colectiva y somera que no ha favorecido el elefante, el rinoceronte, el tapir y el mono.
en absoluto la aparición de culturas, de Estados, de pueblos y de seres A la riqueza inagotable de las relaciones naturales en esta parte del
fuertemente individualizados. Los diversos dialectos hablados por estas po­ Globo, corresponde la diversidad de las relaciones humanas. Aunque desde
blaciones negras convergen finalmente en una fuente lingüística común. el comienzo de las grandes migraciones este continente haya suministrado
En este sentido, sólo estrechas bandas costeras repartidas discontinuamen­ a sus vecinos contingentes de población, nunca ha agotado sus recursos
te en las regiones más favorecidas del continente constituyen una excep­ humanos. Al contrario, siempre ha estado abundantemente provisto de
ción. Pero esta situación privilegiada procede la mayor parte de las veces pueblos de raza, de talla y de color diferente, con modos de vida, nacio­
de aportaciones exteriores. nalidades, religiones, organización política, castas, Estados, civilizaciones,
Aunque no es más que parcialmente esférico, el extraordinario desarro­ lenguas y etnias propias. Comparativamente y desde el comienzo de la
llo costero de Asia ha engendrado un mundo de fenómenos completamen­ historia de la humanidad, ningún otro continente ha podido mostrar se­
te diferentes. Los miembros articulados del continente poseen aquí, en mejante diversidad. Por eso Asia se encuentra en el origen de todas las
todas partes, una individualidad propia. Aislados del resto del continente, civilizaciones humanas.
ero comunicados entre sí por el mar, han sido diversamente configura­ Europa es la amplia prolongación dél Asia media. Según va, al alejarse,
5 os en su totalidad por la naturaleza, sus montañas, sus valles, sus ríos,
sus mares, sus vientos y sus productos. Sus propios pueblos y sus culturas
progresando hacia el oeste, desarrolla sus superficies con una autonomía
creciente. Así, y con miembros proporcionalmente más importantes que
los convierten en mundos aparte. Esto es lo que explica por lo demás el el cuerpo, supera a su vecina oriental precisamente en el sentido de
carácter fuertemente diferenciado de las individualidades constituidas por que, no constituyendo obstáculo ni en altura ni en anchura, el núcleo
el mundo chino, malayo, hindú, persa, árabe, sirio y próximo oriental. central no consigue aislar los miembros. Este individuo terrestre fuerte­
Sin embargo, contrastando de forma sorprendente con el cuerpo del con­ mente compartimentado que es Europa ha podido, pues, conocer un des­
tinente que ha permanecido replegado entre sí mismo, los progresos lleva­ arrollo armónico y unificado que ha condicionado desde el comienzo su
dos a cabo por su civilización no han podido todavía influir o modificar carácter civilizador y ha antepuesto la armonía de las formas a la fuerza
la vida de los nómadas que circulan por aquél desde hace milenios, esos de la materia. El menor de los continentes estaba así destinado a dominar
pueblos cuyos antepasados debieron dispersarse en los amplios espacios a los más grandes. Así como Asia, continente que se extiende sobre las
occidentales y que llamamos hoy mongoles, turcomanos, kirguises, bukaros tres zonas climáticas, beneficiándose de notables dones naturales y con
(uzbekos), kalmukos y demás. Menos aún han podido alcanzar el norte esencial predominio de las pesadas masas de tierra, estaba abocada desde
del continente, que, a pesar del aspecto espectacular de los fenómenos su configuración a beneficiar con sus riquezas a los continentes vecinos
típicamente orientales que se manifiestan en su inmenso territorio, se en­ sin empobrecerse por ello , Europa, continente circunscrito a la zona tem­
cuentra desprovisto de esa armoniosa unidad que proporciona una civiliza­ plada, finamente articulado, dotado de un relieve a escala humana y de
ción adquirida en común. Este estado de cosas se debe además igualmente formas continentales y marítimas que se interpenetran, estaba particular­

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174 Antología de textos Karl Ritter 175

mente predispuesta, por no disponer ni de los extremos ni de las riquezas Finalmente, y en comparación con los demás continentes, las islas
de aquélla, a acoger lo que le era extraño. La energía desplegada por sus que rodean a Europa se distinguen por varios aspectos. Integradas, en
pueblos industriosos para ordenar las condiciones locales la han hecho tanto que islas costeras, al territorio continental, enriquecen, como ver­
apta para utilizar sus dones planetarios de forma que ha producido una daderas estaciones marítimas, las extensiones oceánicas satélites y dan más
civilización humana caracterizada por la armonía misma que le confiere amplitud al Todo. Manteniendo con el cuerpo y los miembros del conti­
el hecho de ser un lugar de paso que garantiza a todos los demás pueblos nente una relación de amplitud relativamente importante, han ofrecido
del Globo la mejor de las acogidas. Si se sabe que la vocación, que se ha grandes superficies favorables al establecimiento de conexiones entre los
unido a la infinita riqueza- de las formas a lo largo de la historia de esta pueblos y las civilizaciones que han contribuido mucho no sólo a doblar la
parte del mundo que es Europa, se ha encontrado confirmada en la' historia superficie de los espacios considerados, sino a intensificar su desarrollo. No
universal, es menos sabido que estaba en cierta forma inscrita en ella son, sin embargo, pequeñas islas aisladas, archipiélagos rocosos alineados
desde toda la eternidad; se ha atribuido el honer únicamente al hombre, en los océanos o promontorios áridos y de difícil acceso; en efecto, Ingla­
en este caso el europeo, cuando sólo lo merece en parte. Para ser conci­ terra meridional es una prolongación natural del norte de Francia, igual
sos, no destacaremos en la estructura básica de Europa más que tres de que Sicilia de Calabria y Candía (Creta) de Morea. ¡Imaginemos sencilla­
sus relaciones características: el desarrollo de sus costas, la articulación mente cuál sería el empobrecimiento de la historia, del desarrollo local
de sus tierras septentrionales, las islas que la rodean. y de las relaciones marítimas de Europa del norte provocado por la súbita
Desde el punto de vista de la relación de su desarrollo costero con desaparición del archipiélago británico! Privada de Seeland y de Fionia,
su superficie, Europa es indiscutiblemente el mayor de los continentes. la península de Jutlandia no sería más que una simple lengua de arena;
Si Asia, cuya superficie es cinco veces la de Europa, posee 7.000 millas en la antigüedad, sin el granero de trigo siciliano, la historia de Roma y
(52.000 km.) de costas, Africa, con su superficie tres veces superior a la de Italia hubiera sido muy diferente; finalmente, y gracias a Creta, el
de Europa, no posee más que 3.800 (28.000 km.). Las 5.400 millas archipiélago egeo y las islas jónicas han servido de puente a las civiliza­
(40.000 km.) del litoral europeo alcanzan, por el contrario, una longitud ciones jónicas e indoeuropeas en Grecia y en Hesperia (Magna Grecia).
igual a la del ecuador. Aunque situada en el corazón del universo terres­ No tenemos la intención de analizar aquí las consecuencias de la ausen­
tre, Europa, al dejar sus articulaciones que penetren todos los mares del cia total de islas a lo largo de las costas africanas, a las que ni siquiera
Viejo Mundo, se beneficia del más rico contacto posible con el mundo pertenece la gran isla de Madagascar, aislada y rechazada hacia el mundo
marino. A esta cualidad de contacto se añaden una situación marítima oceánico por las corrientes y los espacios marinos. También! está fuera de
privilegiada respecto al movimiento general de los mares y los vientos, y lugar intentar comprender las especificidades de la giganteca extensión
una abundancia de golfos y de puertos naturales cuya configuración, con­ insular, en el sudeste asiático, del mundo malayo marítimo, es decir, del
secuencia lógica de la articulación del continente, ha favorecido el desarro­ grupo indochino y de sus prolongaciones en las islas de la Sonda hacia
llo del arte de la navegación, asegurándole así el dominio de los mares. Australia: el mayor y más rico en individualidades del planeta, puesto que
Desde este punto de vista, es el archipiélago británico, con sus numerosos su superficie triangular es igual a la de Europa. Este istmo asiático ofrece
puertos y sus costas bien recortadas, el que actualmente ocupa el lugar por k demás, a causa de su posición entre dos continentes, una cierta
que tuvo en el Mediterráneo y durante la antigüedad la Grecia peninsu­ analogía con el istmo de Panamá, entre las dos Américas. Señalaremos
lar en su época de plenitud. Las costas árticas de Europa, bañadas por simplemente el hecho de que la densidad demasiado elevada de estas islas
el Báltico y el mar del Norte, profundamente hendidas por el mar Blanco, tan extendidas y ricamente dotadas les ha permitido constituir un universo
que se extienden por los distintos antepaíses, islas y penínsulas escan­ autónomo con su propia población insular, los malayos. En efecto, no se
dinavas, han asegurado a esta parte septentrional del continente un des­ pueden considerar estas islas como miembros desgajados y dependientes
arrollo tan rico como el que proporcionan a la parte meridional las tres del continente vecino y de su litoral, sino como miembros autónomos que,
notables penínsulas de Grecia, Italia y España. E l mundo escandinavo independientemente de esta proximidad, han sido menos enriquecidos por
confiere a Europa del norte una gran superioridad sobre la vecina Asia. el continente vecino de lo que lo han sido otras islas costeras del resto
del mundo.
Por no estar tan bien articuladas, por estar separadas de la parte meridio­
nal y mejor desarrollada de Asia, por padecer, encontrándose encajadas La observación de Estrabón a propósito de Sicilia, esto es, que las
entre las tierras polares y la alta Asia central de los nómadas, una situa­ articulaciones dirigidas hacia los continentes, y sobre todo las islas, son las
ción doblemente desfavorable, por estar, finalmente, insuficientemente do­ partes del mundo más ricamente dotadas, se confirma tan completamente
tadas por la naturaleza, las tierras llanas de Siberia han sido tributarias en el archipiélago que se extiende de Ceilán a Nueva Guinea, que cada
de la Europa del noreste en materia de progreso y de civilización. una de sus islas parece haber recibido un capital específico de dones natu­
rales que incluyen en el proceso de desarrollo del comercio universal en

(
176 Antología de textos
Karl Ritter
177
la zona ecuatorial. Así se encuentra, en Ceilán, el elefante blanco, perlas,
canela y rubíes; en Sumatra rinocerontes, tapires, orangutanes, tintes tantos dones que, en comparación con las formas insulares precedentes,
naturales y maderas preciosas; en Bangka los yacimientos de estaño más la han provisto de las condiciones espaciales naturales más propicias para
ricos del mundo; en Borneo oro, diamantes y mil riquezas más; en Java la realización precoz de su vocación planetaria inscrita desde el origen en
el alimento más nutritivo, la cebada, conocida desde la época de Tolomeo, su estructura. Como individuo terrestre quizá aparentemente menos pro­
el árbol del pan y la caña de azúcar; las pequeñas islas de la Sonda visto de dondes naturales, Europa estaba efectivamente destinada a con­
tienen, cada una, especias particulares; en las Molucas y en Nueva Gui­ vertirse en el crisol de las riquezas y de las tradiciones del Viejo Mundo
nea, finalmente, las auténticas maderas preciosas, el sagú, las palmeras de al mismo tiempo que en el lugar privilegiado para el desarrollo de la acti­
aceite muy rico en sustancias nutritivas, las aves del paraíso y numerosas vidad intelectual y espiritual apropiada para absorber y organizar el con­
producciones de los tres reinos de la Naturaleza han encontrado su patria junto de la humanidad. Posteriormente, esta vocación se ha extendido al
sin tener que instalarse en el continente. Aquí/ en la más estrecha unión conjunto más amplio constituido por el Viejo y el Nuevo Mundo, que,
de los mundos terrestres, oceánicos y tropicales, dotados de las más ricas receptivos a todo, han podido librarse mejor de las coacciones naturales
producciones de los tres reinos de la Naturaleza, la vida física del globo locales, permitiendo así a sus pueblos alcanzar su pleno desarrollo humano.
terrestre aparece con toda su intensidad y su potencia. Si el grado más En los encadenamientos de causa a efecto que la Naturaleza y la His­
alto de desarrollo y de civilización hubiera debido coincidir con una posi­ toria nos muestran se puede prever, puesto que el planeta parece tener
ción planetaria muy favorable, aquí es donde debiera haberse producido. una vocación más noble revelada por la continuidad histórica, una organi­
La ley que dirige el mundo del espíritu es, sin embargo, diferente de la zación superior y que por lo demás no sería de naturaleza puramente
física. Esta organización debe ser fundamentalmente diferente de la de los
que gobierna el mundo físico.
Si el desmenuzamiento en las islas separadas del continente hubiera organismos naturales sustentados por el planeta, que se mueven en él y
sido el principio general de estructura de la Tierra, lo que vemos aquí dotados de una existencia forzosamente más breve. Pues si los pensadores
realizado en el más alto grado, el continente europeo, que tiene 150.000 que contemplan la superficie aparentemente disimétrica y caótica de la
leguas cuadradas (8 .2 8 2 .0 0 0 km2), hubiera podido dividirse en quince gran­ Tierra se encuentran turbados por los resultados de su contemplación, ello
des islas como Borneo, Sumatra, las Célebes, o comparables en su super­ no se debe a la ausencia de organización en las relaciones espaciales que
ficie a Anatolia y a España; los pueblos de la Tierra hubieran estado pueden ser analizadas gracias a estudios más profundos.
perfectamente aislados en una falta total de cohesión. En la forma de A pesar del desorden aparente en que se encuentra inmerso el Globo
Europa encontramos realizado, por el contrario, el contacto y la penetra­ para un ojo inexperto, es en las diferencias entre superficies y formas
ción recíproca más favorables, así como el más perfecto equilibrio entre donde reside el secreto del sistema interno y superior de organización
las oposiciones de las formas sólidas y fluidas en el globo terrestre. No planetaria que expresa una infinidad de fuerzas cuyos efectos invisibles
encontramos por eso, en este caso, los inconvenientes de la excesiva articu­ están en interacción. Estas fuerzas, que influyen en la Naturaleza y en
lación y del desmenuzamiento del archipiélago indonesio, tan opuesto a la Historia, actúan de una forma análoga a la actividad fisiológica que
las grandes masas continentales inarticuladas. En la fragmentación de la determina la vida de los organismos vegetales y animales.
corteza terrestre en ese archipiélago y en su concentración en las masas Es precisamente en la repartición diferencial y en la amplitud irregular
terrestres compactas de Africa, tenemos dos formas extremas que actúan de las extensiones de tierra y de agua, así como en las temperaturas
diferentemente, incluso de forma opuesta, sobre las relaciones naturales variables que las acompañan necesariamente y en los movimientos aparen­
y humanas. Han debido ejercer ambas influencias negativas e inhibidoras temente desordenados de los vientos, donde reside la razón fundamental
sobre el desarrollo de sus primeros habitantes. En un caso, en la máxima de su ubicuidad y de su interacción general. Así, el hecho de que los
parcelación, la etnia más dividida y más desgarrada de la Tierra: los pue­ continentes tengan superficies diferentes explica el poderío de los pueblos
blos malayos del archipiélago indonesio; en otro, en la máxima compacti­ y la posibilidad que les es dada de dominarlas. E l aparente azar que pre­
bilidad de las tierras, los diferentes grupos de pueblos negros se encuentran side la disposición relativa de las masas de tierra refleja una ley cósmica
en el entorno natural más monótono, más uniforme y menos desarrollado superior que ha determinado necesariamente todo el proceso de desarrollo
de la humanidad. La separación a primera vista puramente física del Viejo
que existe.
Estas dos formas terrestres resultan bastante poco favorables a la evo­ y del Nuevo Mundo, de los continentes y de las islas resulta ser la esencia
lución que hace salir a los pueblos del estado de barbarie primitiva. Entre de la relación espacial universal. La desigual distribución de los dones
estos dos extremos, Europa, lejos de inhibir, estimula. Su superficie, me­ naturales es el estimulante fundamental del desarrollo de los intercam­
nos importante a escala humana y, por tanto, más rápidamente dominada bios universales. La débil superfide de Europa y la armonía de sus formas
en el tiempo, su desarrollo costero, sus articulaciones, sus islas, son otros limitadas es la condición de su libertad y de su capacidad de dominación.
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William M. Davis * William M. Davis 179

E L CICLO G EO G RA FICO * * por lo tanto, todas las formas, sea cual sea su altura y resistencia, han
de acabar por ser arrasadas y, de este modo, el proceso erosivo adquiere
un papel equivalente al de la estructura en la determinación de la forma
de un volumen de terreno. El proceso, sin embargo, no puede realizar por
completo su acción en un instante y, por lo tanto, la importancia de la
transformación'a partir de la forma inicial es función del tiempo. Así el
tiempo completa el trío de controles geográficos y es, entre ellos, uno de
los de más frecuente aplicación y más validez práctica en la descripción
geográfica.
(...)

La Geografía «Teórica»

Es evidente que esta propuesta de clasificación geográfica basada en


estructura, proceso y tiempo ha de ser deductiva en alto grado. Y reco­
nocemos expresamente que lo es. Como consecuencia de ello, el esquema
adquiere un verdadero carácter «teórico» que no es del gusto de algunos
geógrafos, cuyas investigaciones parten de la idea de que la Geografía, a
La clasificación genética de las formas de relieve diferencia de las otras ciencias, debe desarrollarse sólo mediante el uso
de ciertas facultades mentales, en especial las de observación, descripción
Todas las variadas formas del terreno dependen — o, como se diría en
y generalización. Pero parece claro que la Geografía ya se ha perjudicado
lenguaje matemático, son función de— tres variables, que se pueden de­
nominar estructura, proceso y tiempo. Inicialmente, cuando las fuerzas de demasiado por no utilizar la imaginación, la invención, la deducción y las
deformación y levantamiento acaban de determinar la constitución y dis­ demás facultades mentales que contribuyen al logro de una explicación
posición de una región, la forma de su superficie traduce directamente su rigurosa. Es como andar con un pie o ver con un ojo excluir de la Geo­
organización interna y su altura está en relación directa con la intensidad grafía la mitad «teórica» de la capacidad cerebral, que otras ciencias consi­
del levantamiento que ha sufrido. Si sus rocas fuesen capaces de soportar deran conveniente poner por encima de la mitad «práctica». Verdadera­
sin variar el ataque de los procesos externos, su superficie permanecería mente, sólo de un malentendido puede resultar la idea de que existe una
inalterada hasta que las fuerzas de deformación y levantamiento actuasen contraposición entre teoría y práctica, pues en Geografía, como en toda
otra vez; en estas condiciones la estructura resultaría el único control de labor científica válida, ambas se ejercen siempre de forma concertada y
la forma. Pero las rocas no son inalterables; hasta las más resistentes fructífera. Está claro que no se puede alcanzar un desarrollo completo de
ceden ante el ataque de los agentes atmosféricos y se fragmentan en derru­ la Geografía hasta que todas las facultades mentales cuyo cultivo resulte
bios que son arrastrados por las aguas y se deslizan por las pendientes; adecuado en algún sentido sean dominadas y ejercitadas en la investigación
geográfica.
* William M. Davis (1850-1934). Además de los artículos traducidos en este libro, (...)
entre sus trabajos principales se encuentran: Es importante recalcar que el geógrafo necesita conocer el sentido, el
Davis, W . M. (1909): Geographical Essays, Boston, Ginn & Co. modo de explicación y el origen de las formas que observa, y que para
Davis, W . M. (1912): «L’esprit explicatií dans la Géographie moderne», Annales de ello es una gran ayuda precisar y describir con todo rigor dichas formas.
Géographie, X X I, 115, pp. 1-19.
Davis, W . M. (1915): «The Principies of Geographical Description», Annals of the Sin duda hay que asumir éste principio y tenerlo siempre presente, si se
Association o f American Geographers, V, pp. 61-105. quiere evitar el error de confundir los objetos del estudio geográfico con
Davis, W . M. (1922): «Peneplains and the Geographie Cycle», Bulletin o f the Geolo- los del geológico. Este último analiza los cambios ocurridos en el pasado
gical Society o f America, pp. 587-598. en sí mismos, puesto que la Geología trata de la historia de la Tierra,
Davis, W . M. (1932): «Pediment Benchlands and Primarrumpfe», Bulletin of the
Geological Society o f America, pp. 399-440. mientras que el primero sólo estudia las transformaciones pasadas en
* * Davis, W . M. (1899): «The Geographical Cycle», Geographical Journal, X IV , tanto que sirven para dar razón del presente, dado que la Geografía
pp. 481-504. Traducción de Julio Muñoz Jiménez. trata esencialmente de lo que ahora existe en la Tierra. La estructura
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180 Antología de textos William M. Davis 181

es un elemento importante en el estudio geográfico, porque en la mayoría quedaría más claro mediante la consideración detallada de un caso ideal,
de los casos influye en la forma; nadie trataría hoy de describir el Weald que convendría apoyar con un gráfico.
sin hacer referencia a los lechos de margas resistentes que dan lugar a
sus colinas marginales. Una importancia equivalente tiene el proceso, pues
en todos los casos ha influido en mayor o menor grado en la determinación
de la forma, y siempre se encuentra en actividad. Es verdaderamente curio­
so encontrar manuales de* Geografía en los que se incluyen como partes
de su contenido los vientos, los arroyos y los ríos, mientras que la meteo-
rización o los fenómenos de arrastre no son en absoluto tomados en
consideración. El tiempo es indudablemente un ^importante elemento geo­
gráfico, porque allí donde las fuerzas de levantamiento y deformación
han desencadenado hace poco (a escala geológica) un ciclo de transforma­
ción, los procesos destructivos sólo han podido efectuar una reducida
acción y el relieve es «joven»; donde ha transcurrido más tiempo, la su­
perficie ha de haber sido más intensamente erosionada y el relieve pasa En la figura, la línea horizontal a w representa el paso del tiempo,
a ser «maduro»; y donde ha transcurrido un período muy dilatado desde mientras que las verticales perpendiculares a ella expresan la altitud sobre
el levantamiento inicial, la superficie habrá sido reducida a una llanura el nivel del mar. En la época 1, una región con una determinada estruc­
de escaso relieve desarrollada poco por encima del nivel del mar, y la tura y forma ha sido levantada, representando B la altitud media de sus
morfología se puede denominar «vieja». De esta manera se ha de des­ partes más altas y A, la de sus partes más bajas, expresando en conse­
plegar una serie completa de formas a lo largo de la historia de una región cuencia AB el relieve medio inicial. La superficie del roquedo es atacada
determinada, y todas las formas de dicha serie, aunque a primera vista por los agentes atmosféricos. E l impacto de la lluvia en la superficie ex­
puedan parecer independientes, pueden ser relacionadas desde el punto de puesta a la intemperie y el arrastre por el agua de los elementos accciona-
vista temporal en tanto que expresión de diferentes etapas en el desarro­ dos por ella rehúnden las pendientes iniciales tendiendo a generar perfües
llo de una misma estructura, La larva, la ninfa y el imago de un insecto, cóncavos, cuyas pendientes convergen; en ellos se establecen corriente que
o la bellota, la encina desarrollada y el viejo tronco caído no están más fluyen en sentidos conformes al descenso de dichas líneas de concavidad.
naturalmente asociadas, al representar diferentes fases en la vida de una E l mecanismo de los procesos destructivos se pone así en movimiento y
misma especie orgánica, que el joven bloque montañoso, los picos y valles comienza el desarrollo del modelado de la región. Los ríos más importan­
montanos esculpidos en el estadio de madurez y la vieja montaña casi tes, cuyos lechos inicialmente tienen una altitud A, excavan rápidamente
arrasada, que representan diferentes momentos en la vida de un mismo sus valles y en la época 2 han hecho descender dichos lechos a una
altitud mediana, representada por C. Los sectores más altos de los terri­
conjunto geográfico. Del mismo modo que las formas del relieve, las
torios situados entre los citados cursos de agua, afectados sólo por la
acciones que sobre ellas tienen lugar cambian de comportamiento y con­
meteorización como consecuencia de la concentración en estos últimos de
figuración al pasar el tiempo. Una forma de relieve joven presenta canales
aguas, son rebajados con mucha mayor lentitud, y en la época 2 han visto
de erosión torrencial también jóvenes, mientras que un relieve viejo ha de
reducida su altura solamente hasta D. De este modo el relieve del territo­
tener viejos cursos de agua con lenta e incluso imperceptible corriente, rio resulta acrecentado en el paso de AB a CD. A partir de este momento
como después se explicará con más detalle. los ríos principales van disminuyendo su ritmo de excavación durante el
resto de su desarrollo, como expresa la curva CEG J, y el ataque a las
tierras más elevadas, cada vez más fragmentadas por la red de corrientes,
El Ciclo Geográfico Ideal pasa a ser más rápido que la profundización de los valles principales,
como se observa comparando las curvas DFHK y C EG J. El intervalo 3-4
De acuerdó con esto, la secuencia en el desarrollo de las transforma­ es en el que registra el más rápido rebajamiento de los sectores elevados
ciones de las formas del terreno es tan sistemática como la sucesión de y está por ello en fuerte contraste con el período 1-2, en el que es más
cambios en el más conocido desarrollo de las formas orgánicas. Es funda­ rápida la excavación de los valles principales. En el período inicial el relie­
mentalmente por esta razón por la que el estudio de la génesis de las ve va aumentando rápidamente de energía al abrirse, siguiendo las con­
formas de relieve ■— o Geomorfología, como algunos lo llaman— resulta cavidades primarias, valles de vertientes escarpadas. A lo largo del período
un apoyo práctico, útil al geógrafo desde todos los puntos de vista. Y ello 2-3 se alcanza la máxima energía del relieve y la complejidad de las formas

í
(\ (
182 Antología de textos William M. Davis
se incrementa de forma muy importante por la incisión remontante de los COM PLICACIONES D EL CICLO G EOGRAFICO *
valles secundarios. Durante el período 3-4 el relieve va perdiendo energía
con más velocidad que nunca y la pendiente de las vertientes de los valles
se va suavizando progresivamente; en todo caso, estas transformaciones í
se producen con mucha mayor lentitud que en el primer período. De la
época 4 en adelante el relieve que aún permanece se va reduciendo más
y más, haciéndose las pendientes cada vez menores, de modo que en algún
momento posterior al último estadio representado en el diagrama la íegión,
cualquiera que fuese su altura originaria, es sólo una llanura baja y ondu­
lada. Este último proceso de transformación se .realiza con tal lentitud
que reducir a la mitad la pequeña distancia JK requiere tanto tiempo
como el transcurrido hasta alcanzarla; y, dado que sólo han de quedar
pendientes muy suaves, la posterior continuación de ataque por fuerza
ha de ser sumamente lenta. La frecuencia de los arrastres torrenciales y
de los desprendimientos de tierra en las montañas jóvenes y maduras, en
contraste con la quietud de las perezosas corrientes y los lentos movimien­
tos del suelo en las superficies de erosión, es suficiente para poner de
manifiesto con qué razón el grado de erosión es un asunto tan estricta­
mente geográfico como de interés geológico.
De este breve análisis se desprende que un ciclo geográfico puede sub- La Geografía Moderna
dividirse en varias partes de desigual duración, cada una de las cuales se
caracteriza por una energía y un tipo de relieve y por un ritmo de trans­ En tiempos ya superados, cuando se pensaba que la historia de la
formación, así como por la cuantía del cambio acumulada desde el comien­ Tierra se desarrolló en el pasado en coordenadas diferentes de las actuales,
zo de dicho ciclo. Habrá una breve juventud caracterizada por un rápido era bastante natural que la Geografía de los diversos territorios hubiese
aumento de la energía del relieve, una madurez con un vigoroso relieve y de ser estudiada de forma ajena a los métodos geológicos. Ahora, que
una gran variedad de formas, un período de transición, en el que el relieve recientemente se ha reconocido cómo el ayer de la Geología es semejante
decrece en poco tiempo aunque con poca intensidad, y una indefinidamen­ al hoy de la Geografía y cómo las formas de relieve del presente son el
te prolongada vejez caracterizada por un suave relieve, en la que los cam­ natural resultado del pasado, resulta de un conservadurismo poco lógico
bios son abrumadoramente lentos. No existe, por supuesto, solución de mantener los métodos empíricos en Geografía, én lugar de adoptar los
continuidad entre estas subdivisiones o etapas; cada una se subsume en métodos naturales de la Geología. El tratamiento racional y moderno de
la que le sigue, aunque cada una está caracterizada básicamente y diferen­ los problemas geográficos exige que las formas del terreno, lo mismo que
ciada por rasgos que no se dan en las otras. las formas orgánicas, sean estudiadas desde el punto de vista de su evo­
lución y que, hasta donde este método de estudio lo requiera, el geógrafo
sea geólogo.
No basta, sin embargo, simplemente con saber que las formas del
terreno son resultado de la interacción de fuerzas internas y externas, es
decir, de fuerzas que deforman la corteza terrestre y fuerzas que erosionan
la superficie de ésta: es preciso recalcar también que los procesos de evo­
lución se producen en su mayor parte de forma ordenada y que los pro­
ductos resultantes de ellos están sistemáticamente relacionados, ya que, por
desordenada que pueda resultar la acción de las fuerzas internas, las fuer­
zas que erosionan la superficie actúan de una forma regular y como conse-

* Davis, W. M. (1904): «Complications of the Geographical Cycle», Compt.


Rend. 8em. Congris International de Géographie (Washington), pp. 150-163. Traduc­
ción de Julio Muñoz Jiménez.
183

* /
( (
184 Antología de textos William M. Davis 185

cuencia de ello dan lugar a una sucesión sistemática de formas superficiales. aplicación del esquema del ciclo. La deducción puede ser erróna si es ilógi­
Las formas que vemos son siempre miembros de esta sucesión y, por lo ca, atrevida o incompleta, pero, si es correcta, en modo alguno va dema­
tanto, pueden ser adecuadamente descritas dentro de su contexto. siado lejos. Creo que lo mismo es decir «En este trabajo la observación
ha ido demasiado lejos», que «En este esquema la deducción ha ido dema­
El Ciclo Ideal siado lejos». Los dos procesos son básicamente distintos, y sus resultados
nunca se deben confundir. Y sería tan deseable que se llevase hasta el
Cualquier sucesión completa de formas de relieve se puede _interpre­ final el uno como el otro, ya que ni uno puede sustituir al otro ni tiene
tar en el marco del ciclo geográfico ideal. Dicho ciclo comienza con unos por qué esperar a que sea cubierto todo el campo abierto a su avance.
movimientos corticales que colocan una determinada masa de terreno a Teniendo en cuenta las verdaderas diferencias entre observación y deduc­
una cierta altura con respecto a un nivel de base. Las formas superficiales ción en cuanto a método y resultados, resulta esencial para cualquier
que aparecen como consecuencia directa de ello se denominan iniciales. ciencia que pretenda explicar lo que se ve por medio de lo que no se ve
Los procesos destructivos comienzan a actuar sobre estas formas iniciales el empleo al máximo de estos procesos mentales. Desde mi personal punto
y lo siguen haciendo hasta reducir finalmente la superficie a su forma de vista, tan positivo es llevar el esquema del ciclo hasta sus últimas
definitiva, uña llanura baja de relieve imperceptible. Estas sucesivas for­ consecuencias como llevar la recopilación de hechos reales hasta el último
mas constituyen, por lo tanto, una serie normal en la que están enlazadas extremo mediante el libre uso de métodos rigurosos de observación. No
desde la primera hasta la última. En consecuencia, las formas existentes se puede decir que, mientras los resultados de ambos métodos tienen que
en un momento determinado dependen básicamente de la importancia de la ser cuidadosamente separados, los propios métodos deban desarrollarse
acción que sobre ellas se ha ejercido y son susceptibles de una descripción de forma paralela. Un uso inteligente de uno y otro método es la mejor
sistemática en términos de la etapa del ciclo en que se hayan, alcanzado. base para la investigación fisiográfica, lo mismo que lo es para la Física
Por otra parte, la correlación de todas las formas concretas asimilables a o la Astronomía, y tan favorecida resulta la observación por una rigurosa
cualquier etapa del ciclo resulta tan marcada y constante, que cualquier deducción como la deducción por una rigurosa observación. Objetar al
forma individual se puede designar por medio de una terminología apro­ esquema del ciclo que es demasiado deductivo me parece una falta de
piada y estable en cuanto miembro del grupo de formas correlacionadas lógica tan grande como objetar a un informe de campo que está demasiado
al que pertenece, y de este modo, mejor que de ninguna otra forma, se basado en la observación.
pueden definir sistemática y efectivamente los caracteres de los territorios.
Normalmente los geógrafos no admiten la correlación de formas pro­
puesta y, en consecuencia, no utilizan el principio de correlación como La presunta rigidez del ciclo
base de sus observaciones y descripciones. Y lo más deplorable es que esto
ocurra cuando está claro que el desprecio de las ventajas de dicho prin­ Se ha aducido que el esquema del ciclo es tan rígido y forzado que
cipio no se basa en objeción alguna acerca de su corrección, sino simple­ es incapaz de servir de base a la descripción de los múltiples fenómenos
mente por falta de atención hacia el mismo. de la Naturaleza. Esta crítica resulta de considerar de forma aislada el
(-) ciclo ideal, sin fijarse en las modificaciones mediante las que se puede
adaptar fácilmente a las condiciones naturales. Y como esta desfavorable
opinión puede deberse al desconocimiento de un desarrollo más completo
La naturaleza deductiva del ciclo del tema o a un excesivo énfasis en la sucinta exposición del esquema
hecha en el artículo antes citado, parece conveniente presentar ahora el
Se ha llegado a sugerir que un esquema que tuviese menos proporción esquema de forma más amplia y considerar las modificaciones con las que
de elementos imaginados o deducidos y un mayor número de ejemplos se puede adaptar a las complicaciones de los casos reales.
reales podría resultar más aceptable para los geógrafos. He de responder
que el esquema del ciclo no tiene por qué incluir ejemplos reales, porque
es expresamente un esquema de imaginación y no un tema de observa­
Los postulados elementales y sus modificaciones
ción; sin embargo, se puede acompañar, apoyar y corregir mediante un
repertorio de ejemplos reales que se adapten del modo más preciso posible
La presentación a grandes rasgos del dcló ideal plantea un rápido
a sus elementos. Se puede añadir que el temor manifestado por algunos
levantamiento de una masa terrestre, seguido por una prolongada estabi­
de que en él la deducción vaya demasiado lejos sólo indica que se tiene lidad. La masa terrestre puede tener cualquier tipo de estructura, aunque
un punto de vista muy diferente del de quienes encuentran provecho en la
la más simple es la constituida por estratos horizontales; el levantamiento,

¡
(V (
186 Antología de textos William M. Davis 187

por su parte, también puede ser de diferente Upo e intensidad, aunque prolongada en un territorio, las consecuencias de tal situación se deben
el más simple es el definido por un ascenso rápido y completo; por ello seguir con todo cuidado para obtener la norma del esquema y para elaborar
las llanuras y las plataformas figuran al comienzo de una clasificación sis­ la introducción básica a todos los modos de complicación que puedan
temática de las formas de relieve. Sin embargo, se han de considerar todos encontrarse. Sólo después que se ha llegado a establecer la norma es el
los tipos de estructuras y todos los tipos de levantamientos para que el momento de analizar los efectos de diversas acciones, como levantamientos,
esquema se desarrolle por completo. En mi planteamiento del tema el pos­ hundimientos, plegamientos, fracturas, etc.
tulado de un levantamiento rápido es en gran parte un asunto de como­ (-)
didad, tendente a facilitar la comprensión del proceso secuencial .'y de los
sucesivos estadios de desarrollo — juvenil, maduro y viejo— mediante
términos con los que después fuese cómodo describir ejemplos típicos de Cambios climáticos normales y cambios climáticos accidentales
formas de relieve. En lugar de un levantamiento rápido se puede plantear
un levantamiento gradual con igual coherencia en el esquema, pero con El ciclo ideal normal parte de la inexistencia de cambios climáticos,
menos facilidad para quien lo estudia, puesto que un levantamiento gra­ con excepción de los derivados de la disminución de la temperatura y el
dual requiere la consideración de la erosión durante el levantamiento. Es, aumento de las precipitaciones provocados por el (relativamente) rápido
pues, preferible hablar de levantamiento rápido en una primera presenta­ levantamiento inicial y el gradual aumento de las temperaturas y descenso
ción del problema y después modificar esta visión elemental y provisional de las precipitaciones' que acompañan el lento rebajamiento de la región
mediante un enfoque más cercano a la realidad probable; y éste ha sido hasta su transformación en una llanura baja. Que tal tipo de cambios
desde hace años mi método de enseñanza. climáticos haya tenido lugar parece en principio fantástico, pero una con­
(...) sideración más seria hace que la fantasía se convierta en realidad. Fue sin
El postulado de una estabilidad del territorio, que permanecería quieto duda un valiente alarde de imaginación científica el que llevó a Tyndall
hasta su transformación en llanura, es, lo mismo que el postulado del a la brillante idea de que la glaciación alpina ha disminuido a consecuen­
levantamiento rápido, algo derivado de la comodidad para una primera cia de que los glaciares han hecho descender la altura de los Alpes. Pero
presentación, pero es también algo más. Es básico para el análisis del el famoso físico confundió un accidente climático de corta duración con
esquema en su conjunto, ya que sólo en el caso ideal de una masa de una extensa parta de un ciclo. No hay, sin embargo, por qué dudar que
terreno que se queda quieta tras su levantamiento se puede seguir toda muchas cadenas montañosas de anteriores períodos geológicos hayan po­
la serie normal de hechos sucesivos en que consiste la validez real del dido ser rebajadas en mayor o menor medida y que el clima de sus res­
esquema del ciclo y la subsecuente observación de la correlación sistemá­
pectivas regiones haya experimentado cambios capaces de dar lugar a tales
tica de formas que caracteriza a cada estadio del ciclo. Sólo después de
cambios en su topografía. La distribución, y también la propia configura­
haber analizado las series normales se puede tratar de las peculiares com­
ción, de plantas y animales terrestres han sido influidas repetidamente
binaciones de formas que resultan de dos o más ciclos de erosión. El reco­
nocimiento de la correlación sistemática de las formas concretas con deter­ por estos cambios en el relieve; los accidentes climáticos cortos, como
minadas etapas del ciclo constituye un marcado avance sobre el período algunos episodios glaciares de los tiempos posterciarios, han sido capaces
anterior de la Geografía Física, en el cual los diversos elementos morfo­ de provocar rápidas migraciones o extinciones de formas orgánicas, pero
lógicos eran descritos como si nada tuviesen que ver los unos con los el lento cambio del clima normal en el ciclo ideal sólo puede provocar
otros. Uno de los más claros testimonios de este avance es el gran creci­ adaptaciones a las nuevas condiciones.
miento que ha registrado el interés por su estudio. Este aumento del Así pues, parece claro que los cambios de condiciones climáticas que
interés es en un cierto grado resultado natural del método recientemente se han analizado en la literatura geográfica son independientes del cido
planteado, pues siempre se suscita interés por una aproximación más direc­ ideal. Tanto si consisten en el paso de condiciones no gladares a glaciares
ta adaptada a la verdadera naturaleza de las cosas y por la intuición de como de subáridas a áridas, ello acontece en cualquier estadio de un
que no debe ser descartado que formas consideradas inertes se ensamblen ddo, y, por lo tanto, se pueden englobar bajo el nombre semitécnico
dinámicamente en una grande y significativa serie de cambios. La espec­ de «accidentes». Las suaves orillas del lago Bonneville, en las sobreexca-
tacular interdependencia de los diversos elementos de un sistema maduro vadas vertientes del macizo montañoso de Wasatch (Utah), o la relati­
de drenaje, cuando es plenamente aprehendido, es capaz de suscitar ver­ vamente pequeña morrena que cruza la superficie cretácica, los valles
dadero interés y admiración; pero sólo en el supuesto de una básica esta­ terdarios y las torrenteras posterciarias en los Apalaches de Pensilvania
bilidad del territorio puede llegarse a una organización madura del sistema son sufidentes para dar idea de la brevedad que tienen estos acddentes
de drenaje. En consecuencia, aunque parezca improbable una estabilidad en comparadón con los ddos de erosión que arrasan las montañas.

/
( (
Mbrecht Penck * Albrecht Penck 189
PROPUESTA DE UNA CLASIFICACION CLIMATICA
ductos del clima. En el aspecto climático lo importante es saber si el agua
BASADA EN LA FISIOGRAFIA ** precipitada se evapora por completo, dejando el suelo seco, o no.

División en provincias climáticas


En mi opinión, se pueden distinguir en la superficie terrestre tres pro-'
vincias o regiones climáticas de primer orden:

1) Los climas húmedos, en los que la precipitación (N) es mayor


que la pérdida de agua por evaporación (V), de modo que el excedente
corre en forma de ríos (F).
2) Los climas nivales, en los que el aporte de nieve (S) es mayor
que la fusión de ésta (A), de modo que ha de ponerse en movimiento en
forma de glaciares (G).
3) Los climas áridos, en los que la evaporación absorbe toda la pre­
cipitación y, potencialmente, aún más, impidiendo así que corran las aguas
de los ríos.

Estos tres climas se pueden definir por medio de las siguientes fór­
En lugar de la tradicional división de la superficie terrestre en zonas mulas:
climáticas enmarcadas por paralelos, en los últimos tiempos se tiende a
plantear clasificaciones basadas en las temperaturas y las precipitaciones. 1 )N — V = F > 0 ; 2) S — A = G > 0 ; 3) N — V < 0
Sin embargo, hasta ahora las delimitaciones de regiones climáticas se han
realizado desde puntos de vista muy diferentes. Dos importantes límites separan nuestras tres provincias principales:
(...) uno, consistente en un cierto balance entre evaporación y precipitación,
En el estudio de la superficie terrestre parece posible usar como base y otro, consistente en un cierto balance entre aporte nival y ablación.
el clima (es decir, la interacción de todas las condiciones atmosféricas), Este último límite es la conocida línea de nieves perpetuas (SG), que se
ya que se imprime tan claramente en el paisaje que hace posible la distin­ puede expresar como S = A. E l otro se ha denominado límite de ari­
ción de regiones climáticas sin tener que partir de largas series de obser­ dez (TG ), para el que es válido N = V.
vaciones meteorológicas. La influencia del clima en la configuración de la (...)
superficie terrestre se realiza ante todo por medio de la forma en que se
producen las precipitaciones. Que éstas adquieran en último término la Las zonas freáticas
forma de ríos o de glaciares es algo que depende por completo del clima.
A. Woeikof (1885-87) ha afirmado rotundamente que los ríos son pro- Dentro de los climas húmedos se pueden distinguir dos grandes zonas.
En la primera el agua de precipitación puede infiltrarse en el terreno y,
* Albrecht Penck (1858-1945). Además del artículo traduddo en este libro, entre según la permeabilidad de éste, le ocupa en mayor o menor proporción,
sus trabajos principales se encuentran:
formando las aguas subterráneas. En la segunda esto no es posible, porque
Penck, A. (1894): Morphologie der Erdoberflache, Stuttgart, Engelhoms, 2 vols.
Penck, A. (1905): «Glacial features in the surface of the Alps», Journal of Geology, el suelo está congelado; en esta provincia climática polar el manto freáti­
X I I I , pp. 1-17. co está constituido por hielo subterráneo, no por agua subterránea. El
Penck, A. (1914): «Die Formen der Landoberflache und Verschiebungen Klimagürteí», límite de la presencia de este hielo subterráneo ha suscitado un repetido
Preussen Akademie der 'Wissenchaft Sitzungsbericht der physicalisch-mathematis- interés. Fritz (1878) lo ha representado en un mapa reproducido con fre­
chen, Klasse 14, pp. 236-246.
Penck, A., y Bruckner, E. (1909): Die Alpen im Eiszetalter, Leipzig, Tauchnitz, 3 vols. cuencia y en el que coincide aproximadamente con la isoterma media anual
* * Penck, A. (1910): «Versuch einer Klimaklassification auf physiographischer de — 2o según Wild (1881). En el clima polar no sólo faltan los manan­
Grundlage», Preussen Akademie der Wissenchaft Sitzungbericht der physicalisch-ma: tiales de agua subterránea, sino que no existe esta misma agua subterrá­
thematischen, Klasse 12, pp. 236-246. (Versión inglesa en Derbyshire, E .: Climatic nea. Solamente en verano hay un poco de agua resultante del deshielo
Geomorphology, Londres, McMillan, 1973, pp. 51-60. Traducción de Julio Muñoz
Jiménez.) de los niveles más superficiales y que enseguida se infiltra; ello, sin
embargo, afecta a dichos niveles y da lugar a movimientes que no tras-
188

(
190 Antología de textos Albrecht Penck 191

denoten de ellos. En este proceso de deslizamiento y fluxión pardal de la en el funcionamiento de torrentes y permiten el desarrollo de alguna vege-
capa exterior del suelo la meteorizadón es mecánica: con su repetido tadón adaptada a la sequía ambiental. En los sectores climáticos semiári-
rehielo el agua ocasionalmente presente en los niveles superficiales rompe dos el agua caída en esporádicos aguaceros se infiltra pardalmente en el
las capas rocosas superiores y las descohesiona. Los ríos se alimentan suelo, aunque no llega a organizarse una circuladón subterránea generali­
prindpalmente de aguas de fusión de la nieve, y esto normalmente pro­ zada, porque durante la estadón seca se evapora. En ésta el agua asdende
duce grandes cantidades de agua en un período de tiempo relativamente a superfide por capilaridad. E l «agua de infiltradón» no tiene, por lo
corto; de ahí que un reducido episodio de aguas altas en verano y un tanto, un desplazamiento regular hacia abajo, como en las regiones freá­
dilatado período de aguas bajas invernales caracterice a los ríos’ polares. ticas, sino que retorna a la superficie, se evapora y deposita materiales que
Aunque la nieve cubre durante meses gran parte del terreno, ello no es ha disuelto en profundidad. En consecuencia, el lavado del suelo que se
suficiente para impedir el desarrollo de árboles.. Redentemente se ha com­ da en las citadas regiones freáticas está ausente y se encuentra reempla­
probado que el crecimiento arbóreo no se relaciona con el límite de los zado por una deposición de sales solubles, particularmente carbonato de
suelos helados, como en prindpio se había supuesto. caldo, en los horizontes superiores del suelo. Este carbonato de caldo es
En las regiones climáticas donde existen verdaderos mantos freáticos, el que forma las costras superficiales' tan características de las regiones
una parte mayor o menor de la precipitadón (según la permeabilidad) semiáridas.
es absorbida por el suelo, y sólo llega al río después de una circuladón En los sectores completamente áridos desaparece este ascenso y des­
subterránea; así la alimentadón fluvial sólo en parte depende de las censo del agua en el suelo y, en consecuencia, no se registra la formación
lluvias. Además, el agua que percola va descohesionando, mientras circula, de costras. La superficie del roquedo sólo queda expuesta a la meteori­
el roqueado y atacando a las rocas susceptibles de serlo por medio del zadón mecánica, ya que no cuenta con una cubierta de vegetación, como
áddo carbónico (H 2C O 3) que lleva en disolución: da lugar a la aparición en las regiones húmedas, ni con las duras costras de las regiones semiári­
de la capa superfidal de regolita, y dentro de ella forma la característica das para protegerse de las acciones atmosféricas. De aquí que el viento
capa lavada o eluvial. desempeñe un papel de suma importancia, erosionando en unos lugares y
depositando en otros. Con base en las condiciones térmicas, la provinda
Los sectores de las regiones freáticas climática propiamente árida se puede dividir en dos subprovincias:
una subprovincia árida templada, con marcada variación estacional de la
Dentro de estas últimas regiones freáticas se pueden distinguir sec­ temperatura, y una subprovincia subtropical, en la que la mayor variadón
tores individualizados con base en la distribución de las predpitaciones. térmica es la diurna. Una clasificación similar es aplicable a la provinda
Si la pluviosidad es regular a lo largo del año, la alimentación de los ríos, semiárida.
directamente por las precipitadones o indirectamente por el agua subterrá­
nea, se realiza de modo regular y continuo, y las corrientes circulan con
Las regiones nivales
gran persistencia. Si, por el contrario, las predpitaciones presentan tina
distribución irregular, apreciándose una dara distinción entre estaciones Las regiones nivales se caracterizan por la acumulación de masas de
lluviosas y secas, los ríos registran un marcado período de aguas altas nieve, tanto en los sectores nivales propiamente dichos, donde las preci­
separado por períodos de aguas bajas y una periódica desecación de los pitaciones son exclusivamente sólidas, como en los sectores seminivales,
lechos. donde éstas alternan con lluvias. Tales lluvias, sin embargo, no son ca­
(...) paces de hacer disminuir el espesor de la nieve; al contrario, dan lugar a
un humedecimiento de los niveles superficiales que resulta favorable a la
Los sectores de las regiones áridas compactación de la nieve y a su transformación en hielo (glaciar). Estas
costras resistentes que se forman en la cubierta nival de nuestras tierras
Del mismo modo que las regiones húmedas se pueden dividir en subre- altas juegan un papel de particular importancia, pero también se pueden
giones donde la predpitación se infiltra en el suelo a lo largo de todo el desarrollar en las regiones plenamente nivales como consecuencia de la
año y subregiones donde este proceso está temporal o continuamente in­ insolación; debido a ella la superficie de la nive se funde y el agua resul­
terrumpido, también las regiones áridas se pueden dividir en dos sectores tante se vuelve enseguida a congelar a escasa profundidad.
según la aridez sea importante durante todo o parte del año. Como se ha En las regiones nivales la superficie del terreno está protegida de la
visto, las precipitaciones nunca faltan del todo en las regiones áridas; meteorización atmosférica. Pero son varios los procesos de ataque a las
siempre existen, aunque no en cantidad sufidente como para permitir que rocas que se pueden desarrollar bajo el peso de la cubierta de nieve y
los ríos corran con regularidad. No obstante, tienen una gran importanda hielo, como han estudiado Blümke y Firstenwalder (1890). Donde un

C
192 Antología de textos Friedrich Ratzel *

aumento local de peso da lugar a un efecto de deslizamiento en la base EL TERRITORIO, LA SOCIEDAD


del hielo se produce una fragmentación del basamento rocoso. Sin embar­ Y EL ESTADO **
go, al volverse a solidificar, también se congela éste, provocando una ge-
Hfracción en derrubios de menor calibre. Pero esta meteorización sub-
glaciar no significa casi nada en comparación con la acción mecánica direc­
ta del hielo glaciar.
(.. .)
Los glaciares que se forman en las regiones nivales frecuentemente
se desplazan fuera de estas regiones y penetran en las provincias po­
lar y subnival, donde se produce su fusión. E l efecto de los glaciares
más allá de los límites de las regiones nivales y el resultante de gla­
ciaciones anteriores no coincide con la extensión de las respectivas áreas
nivales. Lo mismo que se encuentran lagos glaciares fuera de la región
nival, los ríos de las regiones húmedas penetran en las zonas áridas; en
consecuencia, la presencia de una actividad fluvial típica en un determi­
nado lugar no se puede considerar indicativa de que forme parte de una
región húmeda. Los ríos que entran en las zonas áridas reaccionan exac­
tamente de la misma manera que los glaciares en las áreas húmedas: se
consumen y pierden su contenido hídrico, en parte por evaporación su­
perficial directa y en parte infiltración en el suelo, que de este modo I. El territorio y la sociedad
obtiene un aporte continuo de agua. Desde muchos puntos de vista resultan
elementos extraños en las regiones donde se encuentran. Como no es concebible el Estado sin territorio y sin fronteras, se ha
constituido bastante deprisa una geografía política, y, aunque en las cien­
cias políticas en general se ha perdido a menudo de vista la importancia
Las áreas kársticas del factor espacial, de la situación, etc., queda, sin embargo, descartado
Si la presencia de ríos de curso regular no es indicativa de un régimen que el Estado pueda perscindir del territorio. Hacer abstracción de él en
húmedo, tampoco la ausencia de ríos define necesariamente un área árida. una teoría del Estado es una tentativa vana que nunca ha podido tener
Hay sectores en las regiones húmedas donde la naturaleza permeable del más éxito que pasajero. Por el contrario, ha habido muchas teorías de la
terreno no sólo favorece la percolación de las aguas de lluvia, sino que sociedad que han permanecido completamente extrañas a cualquier tipo de
llega a hacer desaparecer todas las corrientes. Las áreas kársticas son un consideración geográfica; éstas ocupan incluso tan poco lugar en la socio­
buen ejemplo de ello. Aparte de ellas se pueden encontrar otros ejemplos logía moderna que es absolutamente excepcional encontrar una obra en
en zonas pedregosas (schotter) y regiones arenosas, en las que las aguas la que desempeñen algún papel. La mayoría de los sociólogos estudian
de lluvia y las fluviales se pierden. Estos territorios pseudoáridos se pue­ al hombre como si se hubiera formado en el aire, sin vínculos con la
den distinguir de las verdaderas regiones áridas por el hecho de que la tierra. E l error de esta concepción, bien es verdad, salta a la vista para
ausencia de agua superficial se combina con la presencia de abundante, todo lo que concierne a las formas inferiores de la sociedad, dado que
agua subterránea, que aflora en numerosas fuentes. Esta agua de manan­
tiales no existe en las verdaderas regiones áridas: en ellas sólo hay agua * Friedrich Ratzel (1844-1904). Además del artículo traducido en este libro, entre
infiltrada que con frecuencia se extiende más allá del límite del agua sus trabajos principales se encuentran:
Ratzel, F. (1882-1891): Anthropogeographie. I : Grundzüge der Anwendung der
superficial en los lechos de los ríos alóctonos. Erdkunde auf die Geschichte, I I : Die Geographische Verbreitung des Menschen,
No hay, pues, un rasgo único que defina una región climática: por el Stuttgart, J. Engelhorn, 2 vols.
contrario, la caracterización de una región resulta de la suma de todas sus Ratzel, F. (1896): «The Laws of the Spatial Growth of States». Translated by R. Bo-,
partes, y es posible diferenciar regiones por medio de la observación lin, en Kasperson, R. E., y Minghi, J . V., Eds. (1969): The Structure o f Political
Geography, Londres, University of London Press, 1970, pp. 17-28.
directa de estas características. Esta observación es válida para todas las Ratzel, F. (1897): Politische Geographie. Durchgesehen und Erganzt von E . Oberhum-
áreas que aquí se han tratado. mer, Munich y Berlín, R. Oldenbourg, 3 * ed., 1923.
* * Ratzel, F. (1898-1899): «Le sol, la société et l’Etat», UAnnée Sociologique, I I I ,
pp. 1-14. Traducción de Josefina Gómez Mendoza.
193

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( (
194 Antología de textos Friedrich Ratzel 195

su extrema simplicidad las asemeja a las formas más elementales del Estado. relación, entre el hombre y la tierra, que ha permanecido casi invariable
Y , en efecto, si los tipos más simples del Estado no son representables sin en el tiempo. Las viviendas modernas son, en su mayoría, menos efímeras
un territorio que les pertenezca, lo mismo tiene que ocurrir con los tipos que las de los pueblos primitivos; pero el habitante de las grandes ciuda­
más simples de la sociedad; la conclusión se impone. En ambos casos, la de­ des se construye con piedras talladas un refugio artificial que no siempre
pendencia respecto del terreno es un efecto de las causas de todo tipo que es tan espacioso como las cavernas de la edad de piedra; de la misma
unen al hombre con la Tierra. Sin duda, el papel del suelo aparece con manera, muchas aldeas negras y polinesias se componen de chozas más
más evidencia en la historia de los Estados que en la historia de las socie­ confortables que las de un pueblo europeo. En nuestras capitales, los
dades, aunque sólo sea por la mayor amplitud de espacio que él Estado representantes de la más alta civilización que haya jamás existido, dispo­
requiere. Las leyes de la evolución geográfica son menos fáciles de percibir nen, para su alojamiento, de menos espacio que los miserables habitantes
en el desarrollo de la familia y de la sociedad que en el desarrollo del de un kraal hotentote. Las viviendas entre las que existe mayor diferencia
Estado; pero es precisamente porque están más profundamente arraigadas son, por una parte, las de los pastores nómadas, con su extrema movili­
en el suelo y cambian de él con menos facilidad. Constituye incluso uno dad exigida por las continuas migraciones de la vida pastoril, y, por otra,
de los hechos más considerables de la historia la fuerza con la que la so­ los alojamientos amontonados en las monstruosas casas de nuestras grandes
ciedad permanece sujeta a la tierra, aun cuando el Estado se haya des­ ciudades. Y , sin embargo, hasta los mismos nómadas están unidos a la
arraigado. A la muerte del Estado romano, el pueblo romano le sobrevive tierra, aunque los vínculos que les unan sean más laxos que los de la
bajo la forma de grupos sociales de todo tipo, y es precisamente por sociedad sedentaria. Tienen necesidad de más espacio para moverse, pero
medio de estos grupos como se transmitieron a la posteridad multitud vuelven periódicamente a ocupar los mismos emplazamientos. No existe,
de propiedades que el pueblo había adquirido en el Estado y por el pues, razón fundada para contraponer a los nómadas al conjunto de los
Estado. pueblos sedentarios, por el simple motivo de que después de una estancia
De esta forma, se considere al hombre aisladamente o en grupo (fami­ de algunos meses en un lugar, el nómada levante su tienda y la traslade,
lia, tribu o Estado), por doquier donde se le observe se encuentra algún a lomo de camello, hacia otro lugar de pastos. Esta diferencia no tiene
pedazo de tierra relacionado tanto con su persona como en el grupo del nada de fundamental; ni siquiera tiene la importancia de aquella que se
que forma parte. En lo que se refiere al Estado, la geografía política está deriva de su gran movilidad, de su necesidad de espacio, consecuencia
desde hace tiempo habituada a tener en cuenta, junto al tamaño de la de la vida pastoril.
población, el tamaño del territorio. Incluso los grupos, c o h m la tribu, la Se ha descrito igualmente a los nómadas como completamente despro­
familia, la comuna, que no constituyen unidades políticas autónomas, sólo vistos de toda organización política en el sentido de la antigua máxima
son posibles sobre su territorio, y su desarrollo no puede ser comprendi­ Sacae nómades sunt, civitatem non habent. Hasta se ha llegado a cuestio­
do más que con relación a ese territorio; al igual que los progresos del nar si están interesados por el territorio que ocupan y, en consecuencia, si
Estado son ininteligibles si no se les relaciona con los progresos del lo delimitan. Pero, en la actualidad, el hecho no ofrece dudas: el territorio
espacio político. En todos estos casos, estamos en presencia de organis­ de Mongolia está tan delimitado y dividido como el de Arabia. Montañas,
mos que entran en relación más o menos duradera con la tierra, .relación riquezas, cursos de agua e incluso montones de piedras artificialmente
en el curso de la cual se intercambian entre ellos y la tierra todo tipo de edificadas representan las fronteras de las tribus, y hasta las más pequeñas
acciones y de reacciones. ¡Y esto, en el supuesto de que, en un pueblo en divisiones están delimitadas. En cuanto a la aptitud de estos mismos
crecimiento, la' importancia del suelo no sea tan evidente como la que se pueblos para crear Estados, se puede medir hasta qué punto es grande a
observa en el momento de la decadencia o de la disolución! En este caso, través de la historia de las sociedades sedentarias que se encuentran rodea­
no se puede entender lo que ocurre si no se considera el territorio. Un das de tribus nómadas; cuando los Estados de las primeras caen en ruinas,
pueblo retrocede mientras pierde terreno. Puede tener menos ciudadanos, son precisamente los nómadas vecinos los que les incorporan una vida
y mantener sin embargo sólidamente el territorio en el que están sus re­ nueva de la que resultan nuevos Estados.
cursos de vida. Pero cuando su territorio disminuye es, en general, el Por lo demás, no son los pastores nómadas los que mantienen una
principio del fin. relación mínima con el territorio; porque vuelven siempre a los mismos
pastos. Es mucho más débil entre los agricultores del Africa tropical o de
II. Vivienda y alimentación América que, cada dos años aproximadamente, abandonan sus campos de
mijo o de mandioca para no volver nunca más. Y aún es menor entre los
Bajo diversas variaciones, la relación de la sociedad con la tierra per­ que, por temor a pueblos que amenazan su existencia, no se atreven a
manece siempre condicionada por una doble necesidad: vivienda y alimen­ vincularse con demasiada fuerza a la tierra. Y , no obstante, una clasifica­
tos. La necesidad de vivienda es tan simple que ha dado lugar a una ción superficial no incluye semejantes sociedades entre las nómadas. Si se

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196 Antología de textos Friedrich Ratzel 197

clasifica a los pueblos de acuerdo con la fuerza con la que se adhieren a es también el resorte del más considerable desarrollo que presenta la
la tierra, hay que situar en lo más bajo de la escala a los pequeños pueblos historia de las relaciones del Estado con el suelo; me refiero al crecimiento
cazadores del Africa central y del Asia del suroeste, así como a esos territorial del Estado. E l comercio pacífico puede preparar esta expansión
grupos que encontramos errantes en todo tipo de sociedades, sin que les porque tiende en definitiva a fortalecer al Estado y a hacer retroceder
pertenezca un territorio determinado (por ejemplo, los bohemios de Euro­ a los Estados vednos. Y a se considere una gran o una pequeña sodedad,
pa o los fettahs del Japón). Los australianos, los habitantes de la Tierra busca ante todo mantener íntegramente el suelo sobre el que vive y donde
de Fuego, los esquimales'“que, por sus cacerías, sus cosechas de raíces, vive. En cuanto asuma específicamente esta tarea, se transforma automá­
buscan siempre ciertas localidades, y delimitan sus territorios de caza, se ticamente en Estado.
encuentran a un nivel más alto; después, los pueblos pastores que, en Es necesario observar las formas más simples de sociedades para en­
diferentes regiones de Asia, se mantienen desde hace siglos sobre el mismo tender debidamente esta relación. Si se examina más de cerca la reladón
suelo. Y sólo entonces vienen los agricultores sedentarios, establecidos en de la sociedad con el suelo y esta necesidad de proteger el suelo que
aldeas fijas, y los pueblos civilizados, igualmente sedentarios, cuyo símbolo es la razón de ser del Estado, se observa que, de todas las formas sodaies
es la ciudad. de agruparse, la que presenta mayor cohesión es la casa cuyos miembros
La alimentación es la necesidad más urgente, tanto para los particu­ habitan juntos, comprimidos en el más exiguo espacio, unidos en el mismo
lares como para la colectividad; por ello las necesidades que impone . rincón de la tierra. Los habitantes del pueblo, de la dudad, todavía están,
tanto a individuos como a grupos prevalecen sobre todas las demás. por la misma razón, fuertemente vinculados unos a otros. Incluso cuando
Ya obtenga el hombre su alimento de la caza, de la pesca, o de los frutos estos últimos tipos de sociedades adquieren formas políticas, conservan
de la tierra, depende siempre de la naturaleza para su alimento, del aún dertos rasgos familiares en la manera en que se constituyen y todavía
lugar donde vive y de la extensión del terreno que produce los alimentos. no vemos aparecer al Estado porque se confunde con la familia. El carác­
La duración de los asentamientos en un mismo lugar varía también ter doméstico de la asodación encubre d carácter político. Sólo cuando
según que las fuentes alimenticias circulen de forma duradera o se vayan la familia se fragmenta, los arreglos sodaies, necesarios para la defensa,
agotando con el tiempo. La caza emplea preferentemente hombres, mien­ se separan de los otros; y vemos entonces aparecer al Estado desde el
tras que la cosecha de frutos es sobre todo tarea de mujeres y de niños. momento en que fuerzas procedentes de esos diversos grupos familiares
Cuanto más productivas son caza y pesca, más mujeres y niños hay dis­ se aúnan para la defensa del territorio. La idea de que la tierra tiene algo
ponibles para el trabajo doméstico; más sólidamente puede ser, en con­ de sagrado porque los antepasados están enterrados en ella, contribuye
secuencia, construida la casa y convenientemente organizada. Por último, a obtener ese resultado; porque el apego a la tierra que entraña crea entre
cuanto más capaz es la agricultura de cubrir de forma satisfactoria las las sociedades, distintas y separadas, una comunidad de interés que cons­
necesidades alimenticias, más posibilidad existe de asentarse sobre un tituye un camino para la formadón del Estado.
hábitat limitado. Hay, pues, una multitud de fenómenos sociales que
encuentran su causa en la necesidad, primitiva y apremiante, de la ali­
mentación. Y para explicar este hecho, no es necesario recurrir a la teoría III. El territorio y la familia
de la «urgencia» de la que habla Lacombe, de acuerdo con la cual las
instituciones más primitivas y más fundamentales serían las que res­ Tanto desde el punto de vista económico como desde el punto de vista
ponden a las necesidades más urgentes. político, la relación más simple que una sodedad pueda sostener con el suelo
Cuando sólo se explota el terreno de forma pasajera, la sujeción tam­ es la que se observa en el caso de la familia monogámica; entiendo por ello
bién es pasajera. Cuanto más estrechamente unen las necesidades de vi­ el grupo formado por una pareja y sus descendientes que, a partir de una
vienda y alimentación la sociedad a la tierra, más apremiante es la exi­ choza común, se extienden sobre un espacio limitado que explotan para
gencia de mantenerse en ella. De esta exigencia extrae el Estado sus me­ la caza o la pesca, a fin de extraer su alimentadón. Si la familia aumenta
jores fuerzas. La tarea del Estado, en lo que concierne al suelo, es siempre por multiplicación natural, aumenta entonces también el territorio que
la misma, en principio: el Estado protege al territorio contra los ataques necesita para poder vivir. En el caso más sencillo, este aumento se hace
exteriores que tratan de disminuirlo. Al más alto nivel de evolución po­ sin solución de continuidad, es decir, el dominio explotado se extiende
lítica, no es únicamente la defensa de las fronteras la que persigue alrededor de la casa familiar. Al aumentar, la familia monogámica puede
este objetivo: el comercio, el desarrollo de todos los recursos que contiene convertirse en familia compuesta o en dan que, como en América del Norte
el territorio, en una palabra, todo lo que puede acrecentar el poder del y en Oceanía, continúa habitando en su integridad bajo un mismo techo,
Estado, contribuye a ello. La defensa del país es el fin último que se en la «casa del dan». Como es natural, esto sólo puede ocurrir allí donde
persigue a través de todos estos medios. Esta misma necesidad de defensa el suelo es particularmente productivo, como ocurre cerca de los ríos

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198 Antología de textos Friedrich Ratzel 199

ricos en pesca de América del Norte, o también en las regiones donde la Aunque la tendencia a la expansión territorial sea como innata en
agricultura ha alcanzado un alto nivel de desarrollo. Este tipo de familia la naturaleza misma de los Estados, los hay que, situados en condiciones
o de clan desempeña entonces el papel del Estado. Pero cuando el grupo especiales, deben, para poderse mantener, renunciar a extenderse. Pero
familiar se divide a fin de asegurar a los recién llegados una parte deter­ cuando el Estado se asigna así límites a su tamaño, el crecimiento natural
minada del territorio, entonces aparecen nuevos habitantes y cada uno de la población la hace necesariamente muy densa, si no intervienen fuer­
de ellos es la sede de una nueva sociedad doméstica. Es entonces cuando zas políticas y sociales para obstaculizar esta condensación. Si no se pro­
comienzan a advertirse los* efectos del desigual valor de las tierras; están duce esta intervención, la relación de hombres con el territorio se habrá
más o menos alejadas, no tienen todas la misma situación, la rdisma fe­ modificado por doquier en el mismo sentido; serán cada vez más nume­
cundidad, y todas estas diferencias influyen en el desarrollo de las familias. rosos, mientras que la porción de espacio, ocupada por cada uno, será
Los parientes no pueden formar grupos económicamente cerrados unos cada vez menor. El Estado, firmemente unido a su territorio y que no
a otros; pero el vínculo que los une en virtud de su comunidad de origen quiere salir del aislamiento, garantía de su seguridad, se ve pues obligado
se mantiene y aproxima entre sí varios establecimientos, varias aldeas, a emprender una lucha contra la sociedad. Le impide su crecimiento na­
varias casas de clanes. De esta forma nace un Estado. Y en este caso tural, imponiendo migraciones. En todo caso, mientras que la humanidad
es un hecho la separación de las unidades políticas y de las unidades no ha sobrepasado el estadio de la barbarie, son los medios más simples
económicas. Pero, a este nivel de desarrollo, el Estado coincide todavía y los más rápidamente eficaces los empleados preferentemente. Todas las
con el clan. Ahora bien, por esencia,, tiene que hacerse con un territorio prácticas que tienen por efecto disminuir artificialmente el número de
que sobrepase el que ocupa el grupo familiar. Este último es y sigue vidas humanas y que la sociedad se ve obligada a aceptar, desde la ex­
siendo un organismo monocelular; el Estado, por el contrario, atrae dentro posición de los recién nacidos a la antropofagia, la vendetta, la guerra,
de su radio de acción un número cada vez más considerable de estos or­ contribuyen a producir este resultado. La necesidad de esta disminución
ganismos elementales y los desborda a todos. Existe así, entre estos dos es particularmente evidente siempre que los pueblos ocupan un dominio
tipos de agrupamientos, una diferencia de magnitud que es profunda y netamente circunscrito por la naturaleza, como los oasis y las islas; es
esencial. lo que ya había señalado Malthus. No es tan evidente en los pequeños
Estados de los pueblos primitivos, ya que la naturaleza no los separa tan
radicalmente del resto del mundo; pero la voluntad de los hombres está
IV. El territorio y el Estado tanto más alerta para mantenerlos aislados. Uno de los más apremiantes
desiderata de la sociología es que los métodos por los que se ha impedido
Por encima del nivel del clan, toda expansión de la sociedad es, en el crecimiento de la población, métodos cuya práctica es unas veces cons­
realidad, una expansión del Estado. Si varios clanes contraen una alianza ciente y otras inconsciente, sean por fin expuestos de forma sistemática.
ofensiva o defensiva, la confederación que forman a través de su unión La forma en que las sociedades languidecen y mueren cuando entran en
no constituye todavía un Estado. El Estado se va desligando, pues, suce­ contacto con pueblos de civilización superior ha sido descrita en nume­
sivamente, del grupo económico, y más tarde del grupo familiar, para rosas monografías, y, sin embargo, este fenómeno está lejos de haber
dominarlos y contenerlos. Hemos llegado así a la fase en la que el Estado desempeñado en la historia de la humanidad una función tan importante
es el único grupo que puede recibir una extensión territorial continua. como la tendencia de los grupos sociales a concentrarse en espacios res­
De esta forma se ha ido incrementando progresivamente hasta formar im­ tringidos y a aislarse unos de otros, tendencia a la que miles y miles de
perios que casi ocupaban continentes, y el límite extremo de este desarro­ pueblos, pequeños o grandes, han sacrificado las fuerzas que les hubieran
llo no se ha alcanzado aún. permitido crecer.
Por tanto, al igual que los grupos económicos, compuestos por una El progreso de la humanidad, que sólo es posible gracias al contacto
vivienda con los territorios de caza, de pesca o de cultivo que de ellos de los pueblos y a su competencia, tenía necesariamente que ser obstacu­
dependen, representan formas primitivas del Estado, son ellos también lizado al máximo por prácticas de este tipo. En el exiguo y siempre
los primeros en perder todo carácter de este tipo. Pero se desarrollan homogéneo círculo del Estado familiar, ninguna personalidad original podía
activamente en otros sentidos y, si el Estado al que pertenecen se disol­ constituirse y eran imposibles las innovaciones. Suponen, en efecto, que
viera, estarían dispuestos a retomar su antigua función en cuanto fuera se ha producido una primera diferenciación en el seno de la sociedad
necesario. Y esto porque comprenden, al igual que el Estado, un territorio y que, además, se han establecido relaciones entre diferentes sociedades
y unos hombres. En cambio el grupo de parentesco no comprende más de forma que pueda existir entre ellas una cierta excitación mutua hacia
que hombres, no tiene raíces en la tierra, por lo que se le ve desaparecer el progreso. Y es necesario que el hecho no se produzca una sola y única
entre la aldea y el Estado, en cuanto el Estado sobrepasa al dan. vez, sino que se repita. Es la misma idea que expresaba Comte cuando

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200 Antología de textos Friedrich Ratzel 201

decía que, fuera del medio, había otra fuerza, capaz sea de acelerar o sea En los distritos industriales más poblados, una buena parte de los traba­
de retardar el progreso: la densidad creciente de la población, la necesidad jadores habitan lejos del lugar donde trabajan; es una población flotante
creciente de alimentos a que da lugar, la división de trabajo y la coope­ que va de un sitio a otro según las ofertas de trabajo que reciba. Pero los
ración que resultan de ello. Si Comte se hubiera elevado a una concepción que no viven de la tierra que ocupan tienen naturalmente necesidad de
propiamente geográfica, si hubiera comprendido que tanto esa fuerza como entrar en relación con otras tierras. Para eso sirve el comercio. Tan sólo
ese medio tienen el territorio por fundamento y no pueden ser separados el cuidado de situar esas relaciones al amparo de posibles problemas es
porque el espacio les es 'igualmente indispensable, habría a la vez pro­ una relación que incumba al Estado; de esta forma, éste último extiende
fundizado y simplificado todo el concepto que se hizo del medio.-’ su campo de acción por medio de colonias, de confederaciones aduaneras,
La sociedad es el intermediario a través del cual el Estado se une al de contratos de comercio, movimiento de extensión que ha tenido siempre,
territorio. De ahí que las relaciones de la sociedad con el territorio afecten por lo menos en algún grado, un carácter político. Encontramos, pues,
a la naturaleza del Estado, sea cual sea la fase del desarrollo en la que incluso en los estadios más elevados de la evolución social, la misma
se le considere. Cuando la actividad económica se ha desarrollado poco, división de trabajo entre la sociedad que utiliza el territorio para habitarlo
al mismo tiempo que el territorio es extenso y, en consecuencia, fácil­ y vivir de él, y el Estado que lo protege con las fuerzas concentradas en
mente enajenable, se produce una falta de consistencia y de estabilidad sus manos.
en la constitución del Estado. Una población poco densa, que tiene nece­ Se nos puede objetar que esta concepción menosprecia el valor del
sidad de mucho espacio, incluso cuando está encerrada dentro de fronteras pueblo y sobre todo del hombre y de sus facultades intelectuales, porque
muy claramente definidas, produce el Estado de los nómadas, cuyo rasgo exige que se tenga en cuenta el territorio sin el que un pueblo no puede
característico es una fuerte organización militar, imprescindible por la existir. Pero la verdad no puede dejar de ser la verdad. No se puede
exigencia de defender amplias extensiones de tierra con un pequeño nú­ conocer exactamente el papel desempeñado por el elemento humano en
mero de habitantes. Si, a través de la práctica de la agricultura, la sociedad la política si se ignoran las condiciones £ las que la acción política del
se une más estrechamente al terreno, entonces imprime al Estado todo hombre está sometida. «La organización Ue una sociedad depende estric­
un conjunto de caracteres que dependen de la manera en que las tierras tamente de la naturaleza de su suelo, de su situación; el conocimiento
estén distribuidas entre las familias. En primer lugar, el Estado está más de la naturaleza física del país, de sus ventajas e inconvenientes, perte­
sólidamente establecido sobre un territorio muy poblado, por lo que nece, pues, a la historia política.» La historia nos muestra, de una manera
puede disponer de más fuerzas humanas para su defensa y una mayor mucho más penetrante que el historiador, hasta qué punto el suelo es
variedad de recursos de todo tipo que si la población fuera escasa. Motivo la base real de la política. Una política verdaderamente práctica tiene siem­
por el que no se debe medir la fuerza de un Estado tan sólo por la ex­ pre un punto de partida en la geografía. Tanto en política como en historia,
tensión de su territorio; se mide mejor en la relación que la sociedad toda teoría que prescinda del territorio está tomando los síntomas por
mantiene con su territorio. Pero hay más; esta misma relación actúa tam­ las causas. ¿Cómo no comprender lo estéril que es una lucha en la que
bién sobre la constitución interior del Estado. Cuando el suelo está dis­ sólo el poder político está en juego y/en la que la victoria, recaiga sobre
tribuido igualitariamente, la sociedad es homogénea y se inclina hacia la quien recaiga, dejaría no obstante las cosas aproximadamente en el mismo
democracia; por el contrario, una distribución desigual constituye un obs­ estado en que se encontraban al principio? Tratados que no tengan por
táculo a toda organización social que quisiera conceder preponderancia efecto distribuir este poder de acuerdo con la situación respectiva de los
política a los no propietarios y que fuera, por consiguiente, contraria a todo Estados, no son más que expedientes diplomáticos abocados a no durar.
tipo de oligocracia. Esta alcanza su máximo de desarrollo en las sociedades Por el contrario, la adquisición de un territorio nuevo, al obligar a los
que se fundan sobre una población de esclavos sin propiedad y casi sin pueblos a emprender nuevos trabajos, al extender su horizonte moral,
derechos. ejerce sobre ellos una acción verdaderamente liberadora. Es eso lo que
De donde procede una gran diferencia entre dos tipos de Estado: en determina el renacimiento de pueblos que, tras una guerra feliz, se enri­
uno, la sociedad vive exclusivamente del territorio que habita (indiferen­ quecen con nuevos países, premios de su victoria. De ahí viene también
temente que sea a través de la agricultura o de la ganadería) y el dominio ese efecto de renovación y de rejuvenecimiento que profundos historia­
de cada tribu, de cada comuna, de cada familia tiende a formar un Estado dores como Mommsen atribuyen a toda expansión política. Rusia ha
en el Estado; en los otros, los hombres se ven obligados a recorrer tierras desarrollado su poder en el curso de las mismas luchas que Europa occi­
diferentes y a veces muy alejadas de aquellas en las que están estable­ dental ha sostenido durante las cruzadas. Pero estalla, aquí, la gran dife­
cidos. Allí donde la densidad es más elevada, sólo una pequeña parte rencia entre la historia que se muere sobre su tierra natal y la que se
de la población vive únicamente de la tierra; la mayoría van a buscar la ali­ disipa en expediciones lejanas hacia países extranjeros. Es en Rusia donde
mentación y la vestimenta necesarios para vivir a un territorio extranjero se ha fundado ese gran imperio cristiano del Este que las cruzadas trataron

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202 Antología de textos Friedrich Ratzel 203

en vano de crear en otro lugar, pero prescindiendo de toda base territorial. la historia. Montesquieu y Herder no se proponían resolver problemas so­
Allí se ve crecer sin interrupción un Estado que saca sus fuerzas de un ciológicos o geográficos cuando se preocuparon de estudiar las relaciones
suelo recién adquirido; aquí se asiste a un rápido malogro debido a que de los pueblos y de los Estados con sus respectivos territorios; pero, para
se estaba lejos de las fuentes mismas de la vida nacional. La guerra de comprender el papel del hombre y su destino, sentían la necesidad de repre­
Crimea, el tratado de París de 1856 y su ruptura en 1871 son otros tantos sentárselo sobre ese suelo que sirve de teatro a su actividad y que, de
ejemplos de un mismo fenómeno: las condiciones geográficas han desem­ acuerdo con Herder y Ritter, ha sido creado para él, a fin de permitirle
peñado el mismo papel. » desarrollarse en él en conformidad con los planes del Creador.
En esta poderosa acción de la tierra, que se manifiesta a través de las Lo que sorprende es que, en las consideraciones relativas al progreso
fases de la historia al igual que en todas las esferas de la vida actual, hay histórico, se haya tenido tan poco en cuenta al territorio. ¡Cuán oscuras son
algo misterioso que no puede dejar de producir pierta angustia espiritual; esas teorías en las que se nos presenta el desarrollo humano bajo la forma
porque la aparente libertad del hombre parece aniquilada. Vemos, en efec­ de una ascensión en línea recta, o de una especie de flujo y de reflujo, o
to, en la tierra el origen de toda servidumbre. El territorio, siempre el de un movimiento en espiral, etc.! Apartemos estas fantasías y atengámonos
mismo y siempre situado en el mismo lugat del espacio, sirve de soporte a la realidad, obligándonos a sentir siempre bajo nuestros pies el sólido
rígido a los humores, a las volubles aspiraciones de los hombres, y cuando suelo. Vemos, entonces, la evolución social y política reproducirse bajo
se les ocurre olvidar este sustrato les hace sentir sii autoridad y les recuer­ nuestros ojos, en el seno de espacios cada vez más extensos. Es evidente
da, mediante serias advertencias, que toda la vida del Estado tiene sus que, por lo mismo, la evolución, ella también, se eleva siempre más alto.
raíces en la tierra. Regula los destinos de los pueblos con ciega brutalidad. Á medida que el territorio de los Estados se hace mayor, no es sólo el nú­
Un pueblo tiene que vivir sobre el territorio que le ha tocado en suerte, mero de kilómetros cuadrados lo que crece, sino también su fuerza colecti­
tiene que morir en él, tiene que soportar su ley. Por último, el egoísmo va, su riqueza, su poder y, finalmente, su duración. Al igual que el espíritu
político que hace del suelo el objetivo principal de la vida pública tiene humano se enriquece cada vez más a medida que los caminos recorridos por
que alimentarse del suelo; egoísmo que consiste, en efecto, en conservar la evolución humana sobre esta tierra se alargan, el progreso puede ser
siempre y a pesar de todo el territorio nacional, en hacer todo lo posible representado, con aproximación suficiente, por una espiral ascendente cuyo
para permanecer como su único beneficiario, incluso cuando los vínculos radio va aumentando más y más. Pero la imagen está tan lejos de la reali­
de sangre, las afinidades étnicas inclinan a los corazones hacia gentes y dad que carece de utilidad. Por ello, baste mostrar, en la extensión pro­
cosas situadas más allá de las fronteras. gresiva del territorio de los Estados, un carácter esencial y, al mismo tiempo,
un poderoso motor de progreso histórico.

V. El territorio y el progreso

Es natural que la filosofía de la historia haya mostrado siempre


una especie de predilección por buscar la base geográfica de los acon­
tecimientos históricos. En efecto, en su calidad de ciencia más elevada,
que se distingue únicamente de las demás disciplinas históricas por su ten­
dencia a desentrañar preferentemente las causas generales y permanentes,
encontraba en el territorio, que siempre es idéntico a sí mismo, un funda­
mento inmutable de los acontecimientos cambiantes de la historia. De la
misma forma, la biología que, en definitiva, es la historia de los seres vivos
sobre la tierra, tiene que volver siempre a la consideración del territorio
sobre el que esos seres han nacido, se mueven y luchan. La filosofía de la
historia es superior a la sociología, en tanto en cuanto ha procedido por
comparaciones históricas y que, por este motivo, ha sido abocada por sí
misma a comprender la importancia del suelo. El territorio, por el hecho
mismo de que ofrece un punto de referencia fijo en medio de los incesantes
cambios de las manifestaciones vitales, tiene ya, en sí y por sí, algo de
general. Este es el motivo por el cual los filósofos han reconocido antes,
mejor que los historiadores propiamente dichos, la función del territorio en

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Halford J . Mackinder 205
Halford J. Mackinder *
EL OBJETO Y LOS METODOS Como resultado natural, nos encontramos hoy próximos a finalizar los
grandes descubrimientos. Las regiones polares son las únicas zonas que
DE LA GEOGRAFIA **
permanecen en blanco en nuestros mapas. Un nuevo Stanley ya no podrá
nunca revelar de nuevo el Congo al mundo deslumbrado. Durante un derto
tiempo se puede seguir haciendo buen trabajo en Nueva Guinea, en Africa,
en Asia Central, a lo largo de los márgenes de las regiones heladas. Du­
rante un cierto tiempo todavía, un Greely podrá volver a ser objeto de
viejas y entusiastas bienvenidas, y poner de manifiesto que no son héroes
lo que falta. Pero a medida que los relatos de aventuras van disminuyendo,
que su lugar es progresivamente ocupado por los detalles de los estudios
topográficos y cartográficos, los socios de las Sociedades Geográficas se pre­
guntarán con desánimo: «¿Qué es la geografía?»
No es necesario decir que este artículo no habría sido escrito si yo cre­
yera que la Real Sociedad Geográfica tiene en fechas próximas que cerrar su
historia — como si se tratara de un Alejandro corporativo lloroso porque ya
no tiene más mundos que conquistar. Nuestro trabajo futuro lo prefiguran
artículos tales como el de Wells sobre Brasil, el de Buchanan sobre los
Océanos, o el de Bryce sobre la relación de la Historia y la Geografía. No
obstante, sacaríamos grandes ventajas de orientarnos por los nuevos cami­
^ ¿Qué es la geografía? No deja de ser una extraña pregunta para plan­ nos con los ojos abiertos en todos los sentidos. Una discusión del tema en
teársela a una Sociedad Geográfica, pero existen, por lo menos, dos razones el momento presente tiene probablemente la ventaja adicional de suminis­
por las que debe ser contestada, y contestada ahora. En primer lugar, los
trarnos nuevas armas en nuestra batalla educacional.
geógrafos se han mostrado, desde hace algún tiempo, muy activos en reivin­
La primera pregunta que debe retener nuestra atención es ésta: ¿la geo­
dicar para su ciencia una posición más honorable en los planes de estudios
grafía es uno o varios temas? Más exactamente: ¿la geografía física y la
de nuestros colegios y universidades. El mundo, y en especial el mundo de
política constituyen dos etapas de una misma investigación, o, por el con­
la enseñanza, replica con la pregunta: «¿Qué es la geografía?» Hay una
cierta ironía en el tono. La batalla de la enseñanza que actualmente se está trario, se trata de temas diferentes que deben ser estudiados con distintos
librando suministrara la respuesta que puede ser dada a la siguiente pre­ métodos, la una como apéndice de la geología, la otra como apéndice de la
gunta: ¿Puede la geografía convertirse en una disciplina en lugar de ser un historia? Esta cuestión ha merecido un gran interés por parte del Presidente
simple cuerpo de informadón? Pero esto no es sino un añadido a la exten­ de la Sección Geográfica de la Asociación Británica. En su conferenda de
sa pregunta sobre d objeto y los métodos de nuestra dencia. Birmingham adoptó una postura muy definida. Dijo:
La otra razón para presentar este tema a vuestra atención es semejante. «Es difícil reconciliar la amalgama de lo que debe ser considerado geo­
Durante medio siglo varias sociedades, y, en particular, la mayoría de las grafía "científica” con la historia. Están tan totalmente separadas la una de
nuestras, han promodonado de forma activa la exploración del mundo. la otra como la geología de la astronomía.»
Sólo muy a pesar mío, y con gran modestia, me atrevo a mostrarme en
desacuerdo con una persona de autoridad tan justamente reputada como
* Halford J . Mackinder (1861-1947). Además del artículo traducido en este libro,
entre sus trabajos principales se encuentran: Sir Frederic Goldsmith. Y lo hago tan sólo porque tengo la firme convicción
Mackinder, H . J . (1902): Britain and the British Seas, Oxford, Clarendon Press 2 * ed de que la posición adoptada en Birmingham es fatal para un futuro favora­
1907. ' ’’ ble de la geografía. He tenido, además, conocimiento de la declaración de
Mackinder, H. J . (1904): «The Geographical Pivot of History», Geographical JournaL Sir Frederic Goldsmith en el sentido de que está dispuesto a renundar
X X I I I , pp. 421-437.
a la conclusión a la que había llegado, ante argumentos de mayor peso.
Mackinder, H. J . (1931): «The Human Habitat», Scottish Geographical Magazine,
X L V II, pp. 321-335. En un debate tan difícil sería extremadamente presuntuoso por mi parte
Mackinder, H. J ., Myres, J . L., y Heure, H. J . (1943): «The Development of Geo­ considerar que mis argumentos son más sólidos. Los expongo porque, hasta
graphy», Geography, X X V III, 3, pp. 69-77. donde yo sé, no han sido ni discutidos, ni rebatidos en la dtada conferen­
* * Mackinder, H. J . (1887): «On the Scope and Methods of Geography», Pro-
ceedings o f the Royal Geographical Society, IX , pp. 141-160. Traducción de Josefina
cia. Quizá Sir Frederic Goldsmith no ha hecho sino expresar los puntos de
Gómez Mendoza. vista impredsos sobre el tema habituales en muchas mentes humanas. Esto
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206 Antología de textos Halford J. Mackinder 207

es lo más probable, puesto que en su propia exposición utiliza argumentos dón, nos remitimos a nuestra última postura. Estos análisis han sido
que avalan un punto de vista opuesto al que él mismo formula. intentados y no han resultado satisfactorios. Es más fácil, prácticamente,
En la misma página de la que hemos extraído la cita anterior se puede aprender d análisis profundo de la cienda, que alcanza y satisface en todos
encontrar un párrafo en el que se expresa la aprobación más total de la los aspectos los instintos que nos llevan a plantear siempre la pregunta de
obra de Bryce: La Geografía en su relación con la Historia. La tesis prin­ «¿dónde?», que obtener informadón sufidente a partir de las listas de
cipal de este trabajo es precisamente que el hombre constituye en gran nombres de'los viejos libros escolares o de las descripciones de la llamada
parte «un producto de su medio». La función de la geografía política con­ geografía descriptiva. La topografía, que es geografía con las «razones por
siste en trazar la interacción entre el hombre y su medio. Sir Frederic qué» eliminadas, es rechazada unánimemente tanto por profesores como
Goldsmith plantea como función de la geografía política el suministrar a por alumnos.
nuestros futuros hombres de Estado «una comprensión total» de «las con­ Existen otras razones para nuestra posición de mayor importancia que
diciones geográficas». Nada se puede objetar a este punto de vista. Pero la simple conveniencia práctica de la enseñanza. Mendonaré tres de ellas.
parece considerar que la «comprensión total» de la que habla se logrará La primera es la siguiente: Si se estudia lo que los viejos geógrafos llaman
con lo que quede después de que la geografía «física y científica» haya «rasgos físicos» en sus relaciones causales, se hace cada vez más fácil
sido eliminada. progresar. Nuevos hechos se adaptan de forma ordenada al esquema gene­
Antes de seguir adelante conviene saber si no podemos afinar más ral. Proyectan una luz nueva a todo d conocimiento previamente obtenido,
nuestra definición. La fisiología respondería a la definición de la ciencia y este conocimiento los ilumina a su vez desde diversas perspectivas. Por d
que describe la interacción del hombre y de su entorno. Corresponde a la contrario, cuando se sigue el método de la descripdón, o con mayor motivo
fisiología, a la física y a la química trazar la acción de las fuerzas inde­ aún el de la enumeración, cada hecho adidonal no hace sino añadir un
pendientes en su mayor parte de una localización precisa. Es especialmente elemento más al fardo que debe ser almacenado en la memoria. Es como
característico de la geografía insistir en la influencia de la localización, tirar otra piedra a un montón de ellas. Es como estudiar matemáticas tra­
es decir, de las variaciones locales del medio. Mientras no lo hace no es tando de recordar las fórmulas en lugar de captar los principios.
otra cosa que fisiografía, y el fundamental elemento topográfico ha sido Nuestra segunda razón es, en pocas palabras, la que sigue. Un análisis
omitido. Propongo, por tanto, definir a la geografía como la ciencia cuya superficial puede conducir a error: por un lado, al no lograr ir más allá
principal función consiste en poner de manifiesto las variaciones locales de de la similitud superficial de cosas esencialmente diferentes; por d otro,
la interacción del hombre en sociedad y de su medio. al no conseguir detectar la semejanza esencial entre cosas que son super­
Antes de que pueda ser considerada la interacción, deben de ser ana­ ficialmente diferentes.
lizados los elementos que interactúan. Uno de estos elementos es el medio En cuanto a la tercera razón, se trata de que la mente que ha captado
en su diversidad, y su análisis corresponde, yo creo, a la geografía física. de forma vivaz los factores de su medio en sus verdaderas relaciones, está
El otro elemento es, naturalmente, el hombre en sociedad. Su análisis muy abierta a la sugerencia de nuevas reladones entre el medio y el
será más breve que el del entorno. Las comunidades de hombres deben hombre. Incluso si no hubiera intención de hacer avanzar la ciencia, las
ser consideradas como unidades en la lucha por la existencia, más o menos mismas condiciones conducirán a una rápida, eficaz y, por tanto, permanente
favorecida por sus diversos medios. Nos encontramos de esta forma colo­ apreciadón de las relaciones que han sido detectadas por otros.
cados en una posición en directo antagonismo con las nociones comúnmente Conviene, llegados a este punto, detenernos para sintetizar nuestra
aceptadas. Sostenemos que no puede existir una geografía política racio­ posición en una serie de enunciados:
nal si no se construye sobre la base de la geografía física y consiguiente­
mente a ella. En los momentos actuales estamos sufriendo los efectos de 1) Se acepta que la función de la geografía política consiste en des­
una geografía política irracional, es decir, que su principal función no con­ entrañar y demostrar las relaciones que existen entre el hombre en sodedad
siste en trazar las reladones causales, por lo que tiene que mantenerse y las variadones lócales de su medio.
como cuerpo de datos aislados para ser conservados en la memoria. Una 2) Con carácter previo deben de ser analizados los dos factores.
geografía de este tipo nunca puede ser una disciplina, nunca puede, por 3) Corresponde a la geografía física analizar uno de estos factores,
consiguiente, ser honrada por el profesor, y tiene forzosamente siempre el medio con sus variaciones.
que fracasar en la atracción de mentes lo suficientemente amplias como 4) Nadie más puede realizar esta fundón de forma adecuada.
para pertenecer a líderes.
Pero, se nos puede replicar: Para los propósitos de la geografía política, Porque:
¿no puede usted darse por satisfecho con un análisis más superficial y más Ningún otro análisis puede presentar los hechos en sus rdadones cau­
fácil de aprender que el suministrado por la geografía física? En contesta- sales y en su perspectiva verdadera.

( (
208 Antología de textos
Halford J . Mackinder 209
Por consiguiente:
Consideremos, por tanto, en primer lugar, la configuración de la super­
Ningún otro análisis podrá:
— en primer lugar, servir al profesor como disciplina; fide terrestre. Nos encontramos aquí ante una manzana de la discordia
entre geólogos y geógrafos. Los primeros sostienen que las causas que
— segundo, atraer de entre los discípulos a las mentes más elevadas;
— tercero, economizar el poder limitado de la memoria; determinan la forma de la litosfera pertenecen a su cienda, y que no hay
en ellas ni lugar ni necesidad de geógrafos físicos. En consecuencia, él
— cuarto, ser igualmente fiable, y,
— en quinto lugar, ser igualmente sugerente. geógrafo ha perjudicado a su dencia renunciando a induir entre sus
te datos resultados de le geología distintos de los elementales. Esta rivalidad
Llegados a este punto, es de esperar que se nos haga observar que, es bien conocida para todos los aquí presentes. No ha causado sino daño
si bien se admite la conveniencia de lo que pedimos, quizá estemos pidien­ a la geografía. Dos ciencias pueden partir de información en parte idéntica,
do lo imposible. Nuestra contestación sería qtie no se ha intentado. La y no por eso tienen que andarse peleando, puesto que los datos, aunque
geografía física ha sido cultivada por los que ya estaban previamente car­ idénticos, son considerados desde distintos puntos de vista. Son dasifica-
gados con la geología; la geografía política, por los que se ocupaban de la dos de forma diferente. El geólogo, menos que nadie, debe dar muestras
historia. Es hora de que aparezca d hombre que, adoptando el punto de de esta debilidad. En efecto, a cada paso, en su propio campo, depende de
vista geográfico como punto de vista central, atienda con el mismo interés ciencias hermanas. La paleontología es la clave para la edad relativa de los
tanto a las partes de la ciencia como a las partes de la historia que revistan estratos, pero está separada de forma irracional de la biología. Algunos
importanda para su investigación. El conocimiento es, después de todo, de los más difíciles problemas de la física y de la química caen dentro del
único, pero la extrema especializadón de la actualidad parece ocultar el campo de la mineralogía, especialmente, por ejemplo, las causas y los
hecho para cierta clase de mentes. Cuanto más nos espedalizamos, más métodos dd metamorfismo. El mejor intento de hallar una medida común
espacio y más necesidad hay de estudiosos cuyo objetivo constante sea del tiempo geológico e histórico lo constituye la interpretación astronómica
poner de manifiesto las relaciones entre temas especializados. Una de las del doctor Croll de las épocas glaciales recurrentes. Pero baste así. La ver­
mayores lagunas es la existente entre las dendas naturales y d estudio dadera distindón entre la geología y la geografía me parece que descansa
de la humanidad. Es tarea del geógrafo tender un puente sobre un abismo en lo siguiente: el geólogo mira al presente porque tiene que interpretar
que, en opinión de muchos, está rompiendo el equilibrio de nuestra cultura. el pasado; d geógrafo mira al pasado porque tiene que interpretar el pre­
Córtese cualquier miembro de la geografía y habrá sido mutilada en su parte sente. Esta línea distintiva acaba de ser trazada para nosotros por uno de
los más grandes geólogos.
más noble.
Al decir esto no estamos negando la necesidad de una especializadón
dentro de la propia geografía. Si se quiere hacer un trabajo original dentro Quizá en ninguna otra parte se advierta mejor que en la geografía física
de la ciencia, hay que espedalizarse. Pero para este fin, tanto la geografía el daño causado a la geografía por la teoría que le niega su unidad. El tema
física como la política resultarían tan inmanejables como la totalidad de ha sido abandonado en manos de los geólogos, y tiene, en consecuencia, un
la disdplina. Más aún, el tema de espedalizadón no tiene por qué caer giro geológico. Fenómenos tales como los volcanes, los veranos cálidos y
enteramente dentro del campo de una u otra de las dos ramas; puede los gladares han sido incluidos en capítulos sin reladón con las regiones en
estar en el límite de ambas. La geografía se parece a un árbol que se las que tienen lugar. Desde el punto de vista dd geólogo, esto es suficien­
divide muy pronto en dos grandes ramas, pero cuyas ramas secundarias te — está mirando su piedra de Rosetta; la comprensión de cada uno de los
están intrincadamente entrelazadas. Cada cual selecciona unas cuantas ra- jeroglíficos es de gran importancia, pero el significado del pasaje completo,
mitas adyacentes, pero éstas arrancan de diferentes ramas. No obstante, el relato del acontecimiento registrado, carece de importancia de cara a la
como materia de enseñanza, y como base de toda especializadón fructífera interpretación de otros registros. Pero una dencia de este tipo'no es real­
dentro de la disciplina, insistimos en la enseñanza y en la consideradón mente geografía física, y el doctor Archibald Geikie nos dice claramente
en sus Elementos de Geografía Física que utiliza estos términos como
de la geografía como un todo.
Este tema de la posibilidad nos conduce de forma natural a preguntar­ equivalentes de fisiografía. La verdadera geografía física trata de suminis­
nos por las relaciones de la geografía con sus dendas vecinas. No podemos trarnos una descripción causal de la distribudón de las configuraciones de
hacer nada mejor que adoptar la rudimentaria clasificación del medio de la superficie terrestre. Los datos deben ser clasificados sobre bases topo­
Mr. Bryce. En primer lugar, tenemos las influencias debidas a la configu­ gráficas. De aventurarme a formular estos hechos de forma algo tajante,
ración de la superficie terrestre; en segundo lugar, las que pertenecen a cabría decir: Ante una determinada configuración, la Fisiografía se pregun­
la meteorología y al clima; y, en tercer lugar, los recursos ofreddos por ta: «¿Qué es»; la Topografía: «¿Dónde está?»; la Geografía física: «¿Por
qué está ahí?»; la Geografía política: «¿Cómo actúa ante el hombre en
un país a la actividad humana.
sociedad y cómo reacdona éste ante ella?». La Geología se pregunta:

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210 Antología de textos Halford J. Mackinder 211

«¿Qué enigma del pasado ayuda a resolver?» La fisiografía constituye una pero aislados, puntos de referencia mentales sobre los que situar los nom­
base común para el geógrafo y el geólogo. Las cuatro primeras pregun­ bres. La porción política de un trabajo de este tipo no rebasa, incluso en
tas corresponden, al geógrafo. Las preguntas están ordenadas. Cabe pregun­ el mejor de los casos, el rango de un buen sistema nemotécnico. Y en
tarse en cualquiera de ellas, pero, en mi opinión, es imposible contestar cuanto a la porción física, todos los manuales coinciden en cometer lo que,
positivamente a una que sea posterior antes de haber contestado a la que le desde mi punto de vista, es un fundamental error. Separan las descripcio­
precede. En este sentido estricto, la geología propiamente dicha es inne­ nes del litoral y de la superficie. Esto es fatal para la demostración con
cesaria a la secuencia del ajgumento. la debida perspectiva de la cadena de causas y efectos. Los accidentes de
Daremos dos ejemplos de la inadecuación para los propósitos: geográ­ la superficie y del litoral son como los resultados de la interacción de dos
ficos de las geografías físicas presentes (geológicas) aun cuando se con­ fuerzas, la variable resistencia de los estratos rocosos y los variables pode­
sideren fisiografías. t res erosivos de atmósfera y mar. Los agentes de erosión, sean superficiales
La primera es la prominencia indebida concedida a temas tales como o marginales, actúan sobre el mismo conjunto de rocas. ¿Por qué tiene que
volcanes y glaciares. Vuestro secretario Mr. Bates ha llamado varias veces haber un cabo Flamborough? ¿Por qué tiene que existir una llanura de
mi atención sobre eso. Es perfectamente natural en libros escritos por geó­ Yorkshire? No son sino dos niveles del borde de una misma y única masa
logos. Los volcanes y los glaciares son fenómenos que dejan muchas huellas de estratos de creta.
características tras sí. Por consiguiente, son muy importantes desde un (-)
punto de vista geológico y merecen un estudio especial. Pero el resultado A partir de la consideración del plegamiento de los materiales calcá­
recuerda a un libro sobre biología escrito por un paleontólogo. En él reos y de su carácter abrupto en comparación con las formaciones supra
podemos esperar encontrar una descripción detallada de la concha del ca­ e infrayacentes, se pueden demostrar las causas de los dos grandes pro­
racol, por ejemplo, pero, en cambio, y en términos relativos, estará des­ montorios, las dos grandes ensenadas y las tres grandes zonas de tierras
cuidada la descripción, mucho más importante, de las partes blandas. altas y abiertas que han determinado la localización, el número y la impor­
Mi segundo ejemplo es un ejemplo práctico que apela a la experiencia tancia de las ciudades principales y de las divisiones del Sureste inglés.
de todos los viajeros atentos. Supongamos que viajamos aguas arriba del Puede prolongarse el mismo proceso de razonamiento al nivel de detalle
Rhin; hay que estar particularmente falto de curiosidad para no hacerse que se requiera. E l tratamiento geográfico de cualquier otra región puede
preguntas como las siguientes: ¿Por qué, tras atravesar muchas millas en ser similar. Lo que es más: en cuanto se dominan las pocas ideas geológicas
tierra llana sobre la que el río describe numerosos meandros a nivel de la simples involucradas en el tema, se puede ya transmitir en unas cuantas
tierra aledaña, llegamos repentinamente a una parte del curso en la que frases un esquema y una concepción precisa del relieve. El esfuerzo reque­
atraviesa una garganta? ¿Por qué al llegar a Bingen, cesa más bruscamente rido para aprender a manejar la primera aplicación del método es proba­
aún la garganta y en su lugar hay un valle que parece un lago rodeado blemente mayor que el que requieren los viejos métodos. Su belleza radica
por filas paralelas de montañas? Ninguna geografía física de las habituales precisamente en el hecho de que cada nuevo hallazgo confiere una incre­
que yo haya consultado responde adecuadamente a preguntas de este tipo. mentada facilidad de adquisición.
Si ustedes desean tener un conocimiento especial sobre el tema, deben saber Resumiendo nuestras conclusiones en lo relativo a la relación entre
que si consultan el Journal of the Geological Society encontrarán un artícu­ geología y geografía bajo la forma de las siguientes proposiciones:
lo delicioso al respecto de Sir Andrew Ramsay. Pero esto implica tener
tiempo y oportunidad para poder buscar en la obra original de autoridades, 1. Es esencial conocer la forma de la litosfera.
y aun así lo que se obtiene no es mucho. En efecto, sólo unas cuantas re­ 2. Esta forma sólo puede ser recordada con precisión e intensidad si
giones aisladas han sido estudiadas de esta forma. se conocen y comprenden las causas que la han determinado.
Voy a concluir esta parte de mi exposición con un intento construc­ 3. Una de estas causas es la dureza relativa de las rocas y su dis­
tivo. Elegiré una región que a todos nos resulta familiar, a fin de que posición.
vuestra atención se concentre más en el método qué en el objeto. Consi­ 4. Pero no se debe admitir ningún tipo de dato O razpnamiento geo­
deremos el Sureste de Inglaterra. El método habitual que tiene la geografía lógicos si nó son pertinentes para la argumentación geográfica.
de tratar una región de este tipo consiste en describir desde un punto de Deben ayudar a contestar a la pregunta: «¿Por qué una determi­
vista físico primero la costa y después la superficie. Se enumerarán en nada configuración terrestre está donde está?»
orden los cabos y pequeños golfos de la primera, las colinas y valles de la
segunda. Después se suministrará una lista de las divisiones políticas, y Las dos restantes clases de factores del entorno señaladas por Mr. Bryce
otra posterior de ciudades principales, con los ríos a cuyos bordes se asien­ requieren una menor consideración. La distinción entre meteorología y geo­
tan. En algunas ocasiones se añadirán algunos pocos casos, interesantes, grafía ha de ser práctica. Todo lo que en meteorología, y es mucho, se

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( (
212 Antología de textos Halford J . Mackinder 213

refiere a la predicción del tiempo no puede ser reclamado por el geógrafo. quiere. Corresponde al geógrafo facerlo en su lugar. Por otra parte, el
Tan sólo son de su competencia las condiciones climáticas medias o recu­ geógrafo debe dirigirse a la historia para tratar de verificar las relaciones
rrentes. Y aun en este caso debe muy a menudo contentarse con adoptar que sugiere. El conjunto de leyes que gobiernan estas relaciones, que habrá
como datos los resultados de la meteorología de la misma manera que ido evolucionando con el tiempo, habría hecho posible escribir mucha
la propia meteorología acepta los de la física. Es un error, especialmente historia «prehistórica». La obra de John Richard Green Making of England
de los alemanes, el incluir tanta meteorología en la geografía. La geografía es en gran parte una deducción a partir de las condiciones geográficas de lo
tiene relaciones con muchas temas, lo que no quiere decir que tenga necesa­ que ha debido ser el curso de la historia.
riamente que incorporarlos orgánicamente. Incluso el gran Peschel incluye Me queda por desarrollar lo. que opino sobre el hilo conductor del
en su Physische Erdkunde una discusión del barómetro y una demostración razonamiento geográfico. Lo haré'en dos fases. La primera será de carác­
de las fórmulas que se necesitan en las correcciones barométricas. Digre­ ter general, tal como puede encontrarse en un programa de un curso
siones de este tipo son la causa de la tantas veces repetida acusación de universitario, o en el índice al principio de un libro. En la segunda fase
que los geógrafos no son sino simples entrometidos en todas las ciencias. se hará una aplicación específica a la solución de un problema definido
Nosotros afirmamos que la geografía tiene una esfera de trabajo específica. — las razones por las cuales Delhi y Calcuta han sido respectivamente la
Sus datos pueden superponerse a los de las demás ciencias, pero su función vieja y la nueva capital de la India.
consiste en poner de manifiesto ciertas nuevas relaciones entre estos datos. Presuponemos un conocimiento de fisiografía. Empezaríamos entonces
La geografía tiene que tener una ilación continua, y la forma de verificar a partir de la idea de un globo sin relieve, y construiríamos una concep­
si un determinado punto debe ser incluido o no, puede ser ésta: ¿Hace ción de la tierra por analogía con la mecánica. En primer lugar, las leyes
falta para el hilo argumental? Hasta qué punto son permisibles digre­ de Newton son demostradas en su simplicidad ideal sobre la hipótesis de
siones respecto al objetivo de demostrar determinados datos es, evidente­ absoluta rigidez. Sólo cuando estas ideas estén muy firmemente adquiridas,
mente, una cuestión práctica. Como regla se puede sugerir que deben ser se introducirán las tendencias de-acción contrapuestas de elasticidad y
evitadas si corresponde a otra ciencia el demostrarlas. fricción. Así abordaríamos el estudio de la geografía. Imagínese nuestro
La última categoría de Mr. Bryce se refiere a los productos de una globo en una condición sin relieve, esto es, compuesto por tres esferoides
región. La distribución de minerales es, como es obvio, incidental a la concéntricos — atmósfera, hidrosfera y litosfera— . Dos grandes fuerzas
estructura litológica, y sólo es necesario referirse a ella para insistir en lo universales estarían en acción — la energía solar y la rotación de la Tierra
que ha sido remachado previamente. Por lo que se refiere a la distribución sobre su eje— . Como es obvio, el sistema de vientos alisios tendría un
de animales y plantas, debemos aplicar la verificación a la que nos hemos movimiento oscilatorio no obstaculizado. Se introduce después el tercer
referido en el último párrafo: ¿Hasta qué punto se necesita para el hilo conjunto de fuerzas planetarias — la inclinación del eje de la Tierra sobre
conductor de la argumentación geográfica? La distribución de animales el plano de su órbita y la revolución de la Tierra en torno al Sol— . El
y plantas es muy pertinente si estos animales y plantas constituyen un resultado sería un desplazamiento anual de trópico a trópico de la zona
factor de primera importancia en el medio humano. También es oportuna de calmas que separa los alisios. La cuarta y última de las causas que
cuando la distribución suministra la evidencia de cambios geográficos, hemos denominado planetarias sería la variación secular en la elipticidad
como, por ejemplo, la separación de las islas del continente o una retirada de la órbita terrestre y en la oblicuidad de su eje. Lo que produciría varia­
de la línea de nieves. Pero no tiene sentido como parte de la geografía ciones similares en el desplazamiento anual y en la intensidad del sistema
el estudio en detalle y como ayuda para comprender la evolución de sus de los alisios.
especies de la distribución de animales y plantas. Esto es una parte de la Hasta ahora hemos evitado las variaciones longitudinales. Dada la lati­
zoología y de la botánica, para cuyo análisis adecuado se requiere un estu­ tud, la altitud, la estación del año, tanto el año en un período secular
dio geográfico previo. como las condiciones climáticas son deducibles de muy pocos datos. Aban­
La realidad es que los límites de todas las ciencias deben, por natura­ donemos ahora nuestra primera hipótesis. Concibamos ahora a la Tierra
leza, ser compromisos. El conocimiento, como ya hemos dicho, es único. tal como es, tal como está calentada, tal como se enfría, tal como se con­
Su división en temas es una concesión a las limitaciones humanas. Como trae, tal como está plegada. Estaba caliente, se está enfriando; por tanto,
último ejemplo de ello, nos referiremos a la relación de la geografía con se está contrayendo y su corteza más superficial está, en consecuencia,
la historia. En sus niveles elementales, deben, como es obvio, ir de la mano. plegándose. La litosfera ya no es concéntrica con la atmósfera y con la
En los niveles más elevados divergen. El historiador se ocupa plenamente hidrosfera. El lecho del océano se accidenta con dorsales y fosas. Las
de la crítica y estudio comparativo de documentos originales. No tiene ni dorsales se proyectan hacia la hidrosfera y, a través de la hidrosfera, hacia
tiempo, ni probablemente la conformación mental necesaria para considerar la atmósfera. Actúan como obstáculos en el curso de los alisios. Pueden'
la ciencia por sí misma a fin de seleccionar los hechos y las ideas que re­ ser comparadas a piedras en el lecho de una torrentera con las que tro­

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( ( 1
214 Antología de textos Halford J . Mackinder 215

pieza la corriente y es desviada: o bien pasa por encima o se bifurca para pequeña es el área, mayor tiende a ser el número de condiciones de unifor­
sobrepasar el obstáculo. ( ...) . midad o casi uniformidad sobre, ella. Tenemos, por tanto, medios de
La acción de «elevación por encima» es visible en el caso de los vientos diferentes órdenes, cuya extensión y comprehensión, utilizando una frase
que alcanzan cadenas montañosas y, como consecuencia, riegan vertientes. procedente de la lógica, varían en relación inversa. Lo mismo ocurre con
Pero, además de las causas mecánicas de variación, existen causas térmi­ las comunidades. «Una comunidad» es un grupo de hombres que tienen
cas, debidas en su mayoría a las diferencias específicas de temperatura entre ciertas características en común. Cuanto más pequeña es la comunidad,
la tierra y el agua — comg en el caso de los monzones— . La disposición mayor tiende a ser el número de características comunes. Las comuni­
de las grandes montañas tiene un significado especial. Allí donde’ los con­ dades son de diferentes órdenes — razas, naciones, provincias y ciudades— ,
tinentes se extienden de este a oeste en lugar de tres grandes bandas a utilizando las dos últimas expresiones en el sentido de grupos corporativos
través del ecuador, el clima estará casi totalmente determinado por la de hombres. Con el uso de estos dos conceptos se puede dar cierta pre­
latitud. cisión a discusiones tales cornos los efectos de exponer dos comunidades a
De esta forma progresamos firmemente en el análisis de la superficie un mismo medio, y una comunidad a dos medios. Por ejemplo, una dis­
terrestre. Si se concibe a la Tierra como si no tuviera relieve, se pueden cusión de este tipo: ¿Cómo ha resultado diversificada la raza inglesa por
ver los poderes motores de la circulación del aire y del agua. Si se reem­ las condiciones geográficas de tres medios, británico, americano y aus­
plaza esta concepción por la de una Tierra plegada, se puede entonces traliano?
comprender cómo las corrientes iniciales simples son diferenciadas, por Las cuestiones políticas dependerán en todos los casos de los resultados
obstrucción mecánica e irregularidad térmica, en corrientes de complejidad del estudio físico. Se necesitan ciertas condiciones de clima y de suelo para
infinita pero, sin embargo, ordenadas. la densificación de la población. Una cierta densidad de población parece
Pero tenemos que avanzar un paso más. La forma de la litosfera no a su vez necesaria para el desarrollo de la civilización. A la luz de estos
es fija. La contracción todavía está progresando. Viejos plegamientos se principios, pueden ser discutidos problemas tales como los contrastes entre
están reactivando y otros nuevos se están iniciando. Tal como empiezan a las antiguas civilizaciones de las altas tierras del Nuevo Mundo, Perú y
levantarse se inicia su destrucción. Las corrientes trabajan siempre para Méjico, y las antiguas civilizaciones de las bajas tierras del Viejo Mundo,
remover los obstáculos que obstruyen su curso. Tratan de alcanzar la sim­ Egipto y Babilonia. Una vez más, los materiales comparativamente no dis­
plicidad ideal de la circulación. De esta manera las formas de la superficie locados permiten habitualmente el desarrollo de amplias llanuras, y las
terrestre están continuamente cambiando. Su configuración precisa está amplias llanuras parecen especialmente favorables al desarrollo de razas
determinada por su historia pasada tanto como por sus condiciones pre­ homogéneas, como rusos y chinos. Una vez más también, la distribución
sentes. Los cambios recientes son objeto de uno de los más fascinantes de recursos animales, vegetales y minerales ha tenido mucho que ver con
capítulos de la geografía. Se construyen las llanuras por acumulación de­ la determinación de las características locales de civilización. Obsérvese
trítica. Las. islas nacen de los continentes. Existe evidencia de ello a partir a este respecto las series presentadas por el Viejo Mundo, el Nuevo Mundo
de un centenar de fuentes: desde las rutas de migración de las aves, a la y Australia en lo que se refiere a salud comparada en cereales y animales
distribución de los animales o las profundidades de los mares vecinos. de carga.
Cada capítulo sucesivo prolonga el anterior. No se rompe la secuencia Uno de los capítulos más interesantes se refiere a la reacción del hombre
del razonamiento. De la posición de los obstáculos y el curso de los vientos ante la naturaleza. El hombre modifica el medio, y la acción de este medio
se puede deducir la distribución de la lluvia. A la forma y distribución sobre su descendencia resulta, por tanto, modificada. La importancia rela­
de las vertientes montañosas y a la distribución de las precipitaciones tiva de las configuraciones físicas varía de una época a otra de acuerdo con
sigue la explicación del sistema de drenaje. La distribución de los suelos el nivel de conocimiento y de civilización material. El adelanto en la ilu­
depende en gran parte de la estructura de los materiales, y a partir de la minación artificial ha hecho posible la existencia de una gran comunidad
consideración del suelo y del clima se obtiene la división del mundo en en San Petersburgo. El descubrimiento de la ruta del Cabo hacia la India
regiones naturales basadas en la vegetación. No me estoy refiriendo aquí y del Nuevo Mundo determinó la decadencia de Venecia. La invención de
a la distribución de las especies botánicas, sino a la de los tipos genéricos la máquina de vapor y del telégrafo eléctrico ha hecho posible el gran
de lo que cabe llamar el revestimiento vegetal de la Tierra — los desiertos tamaño de los Estados modernos. Se pueden multiplicar ejemplos al res­
polares y tropicales, los bosques de las zonas templadas y tropicales, y las pecto. Pueden también ser clasificados en categorías, pero nuestro propó­
regiones que pueden ser reunidas bajo la denominación de llanuras her­ sito actual no pasa de indicar las posibilidades del tema. Una cosa, no
báceas. obstante, debe de ser tenida en cuenta. E l curso de la historia en un
Pasando ahora a la segunda etapa del estudio, convendrá utilizar determinado momento, sea en política, sociedad o cualquier otra esfera
dos términos técnicos. «Un medio» es una región natural. Cuanto más de la actividad humana, es producto no sólo del medio, sino también de la

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( (
216 Antología de textos Élisée Reclus *
velocidad adquirida en el pasado. Debe reconocerse que el hombre es en ' EL HOMBRE Y LA TIERRA **
gran parte producto del hábito. E l inglés, por ejemplo, es capaz de soportar
buen número de anomalías hasta que adquieren peligrosidad con cierto
grado de virulencia. La influencia de esta tendencia debe siempre tenerse i
presente en geografía. En la situación actual, Milford Haven ofrece mu­
chas más ventajas físicas que Liverpool para el comercio americano; es,-
sin embargo, improbable que, en un futuro inmediato al menos, Liverpool
vaya a dejar paso a Milford Haven. Es un caso de vis inertiae. ■
(...)
Completamos así nuestro estudio sobre los ¿nétodos y el objeto de la
geografía. Creo que con líneas como las que he esbozado, puede elaborarse
una geografía que satisfaga tanto los requerimientos prácticos del hombre
de Estado y del comerciante como los requerimientos teóricos del historia­
dor y del científico y los requerimientos intelectuales del profesor. Su
amplitud y complejidad inherentes deben de ser invocadas como su mérito |
principal. Al mismo tiempo, tenemos que reconocer que éstas son también
las cualidades que convierten a la geografía en «sospechosa» en una época
de especialistas. Sería como una protesta permanente contra la desintegra­
ción de la cultura a la que estamos expuestos. En tiempos de nuestros
padres, los clásicos de la antigüedad eran los elementos comunes de la Prefacio
cultura de todos los hombres, un lugar de encuentro para los especialistas.
El mundo está cambiando, y parece como si los clásicos se estuvieran con­ Hace algunos años, después de haber escrito las últimas líneas de una
virtiendo también en una especialidad. Tanto si lamentamos el giro que larga obra, la Nouvelle Géographie Universellej expresaba el deseo de poder
están tomando las cosas como si nos alegramos de él, es igualmente nuestro estudiar un día al Hombre en la sucesión de las edades, de la misma forma
deber encontrar un sustituto. A mi modo de ver, la geografía combina al­ que lo había observado en las distintas regiones del globo, y establecer las
gunas de las calidades requeridas. Para el hombre práctico, tanto si trata conclusiones sociológicas a las que había llegado. Trazaba el plan de un
de obtener una posición en el Estado como de acumular una fortuna, puede nuevo libro en el que se expondrían las condiciones del terreno, del clima,
constituir una fuente insustituible de información; para el estudiante, re­ de todo el ambiente en el que se han producido los acontecimientos de
sulta una base estimuladora desde la que dirigirse hacia un centenar de la historia, en el que se mostraría el acuerdo de los Hombres y de la
líneas de investigación; para el profesor puede constituir un instrumento Tierra, en el que se explicarían las actuaciones de los pueblos, de causa a
para el desarrollo de los poderes del intelecto, excepto sin duda para toda efecto, por su armonía con la evolución del planeta. Este libro es el que
esa vieja clase de maestros que mide el valor disciplinar de un tema por presento ahora al lector.
la repugnancia que inspira al alumno. Todo esto lo decimos en la asunción Desde luego, sabía por adelantado que ninguna investigación me haría
de la unidad del tema. La alternativa es dividir lo científico de lo práctico. descubrir esa ley de un progreso humano cuyo atractivo espejismo se agita
El resultado de adoptar esta decisión constituiría la ruina de ambos. Lo continuamente en nuestro horizonte, y que nos huye y se disipa para
práctico sería rechazado por el profesor y hallado indigesto en la vida .
posterior. Lo científico sería descuidado por muchas personas en virtud
de que carece de elemento de utilidad para la vida cotidiana. El hombre * Elisée Reclus (1830-1905). Además del que corresponde al texto traducido en
de mundo y el estudiante, el científico y el historiador perderían su pla­ este libro, entre sus trabajos principales se encuentran:
Reclus, E. (1868-1869): La Terre. Description des phénoménes de la vie du globe,
taforma común. El mundo sería más pobre.
París, Hachette, 2 vols.
Reclus, E. (1876-1894): Nouvelle Géographie Universelle. La Terre et les hommes,
París, Typographie Lahure, 19 vols.
Reclus, E. (1897): Evolución, revolución y anarquismo. Traducción de A. López Ro­
drigo, Buenos Aires, Proyección, 1969.
* * Reclus, E . (1905-1908): L’Homme et la Terre, París, Libraire Universelle, 6 to­
mos; «Préface», t. I, pp. I-IV ; «Histoire Contemporaine. I I . Répartition des Hom­
mes», t. V , pp. 335-376! Traducción de Isabel Pérez-Villanueva Tovar.
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218 Antología de textos Elisée Reclus 219

volverse a rehacer. Aparecidos como un punto en el infinito del espacio, El segundo hecho colectivo, consecuencia necesaria del desdoblamiento
sin saber nada de nuestros orígenes ni de nuestros destinos, ignorando de los cuerpos sociales, es que el equilibrio roto de individuo a individuo,
incluso si pertenecemos a una especie animal única o si varias humanida­ de clase a clase, oscila constantemente alrededor de su eje de reposo: la
des han nacido sucesivamente para apagarse y resurgir de nuevo, no po­ violación de la justicia grita siempre venganza. De ahí, incesantes oscila­
dríamos formular reglas de la evolución hacia lo desconocido, remover la ciones. Los que mandan intentan seguir siendo los amos, mientras que
niebla con la esperanza de darle una forma precisa y definitiva. No, pero los sojuzgados se esfuerzan por reconquistar la libertad, y arrastrados por
podemos al menos reconocer, en esa avenida de los siglos que los arqueó­ la energía de su impulso, intentan reconstituir el poder en su provecho.
logos prolongan constantemente en lo que fue la noche del pasado, el lazo Así, las guerras civiles, complicadas con guerras extranjeras, aplastamien­
íntimo que une la sucesión de los hechos humanos a la acción de las fuer­ tos y destrucciones, se suceden en un continuo enmarañamiento que termi­
zas telúricas: nos está permitiendo seguir en «1 tiempo cada período de na de diferente manera según el empuje respectivo de los elementos en
la vida de los pueblos que corresponde al cambio de los medios, observar lucha. O bien los oprimidos se someten, habiendo agotado su fuerza de
la acción combinada de la Naturaleza y del propio Hombre, reaccionando
resistencia: mueren lentamente y se extinguen, al no tener ya la iniciativa
sobre la Tierra que lo ha formado.
que constituye la vida; o bien es la reivindicación de los hombres libres
La emoción que se siente al contemplar todos los paisajes del planeta
la que vence y, en el caos de los acontecimientos, se pueden discernir
en su variedad sin fin y en la armonía que les da la acción de las fuerzas
auténticas revoluciones, es decir, cambios de régimen político, económico y
étnicas siempre en movimiento, esa misma dulzura de las cosas, se siente
social, debidos a la comprensión más clara de las condiciones del medio
al ver la procesión de los hombres bajo sus vestimentas de fortuna o de
y a la energía de las inciativas individuales.
infortunio, pero todos igualmente en estado de vibración armónica con la
Un tercer grupo de hechos, que va unido al estudio del hombre en
Tierra que los lleva y los alimenta, el cielo que los ilumina y los asocia a
todas las edades y todos los países, nos atestigua que ninguna evolución
las energías del cosmos. Y, de igual forma que la superficie de las regiones
nos ofrece continuamente parajes cuya belleza admiramos con toda la
en la existencia de los pueblos puede ser creada si no es por el esfuerzo
individual. Es en la persona humana, elemento primario de la sociedad,
fuerza del ser, el desarrollo histórico nos muestra en la sucesión de los
donde hay que buscar el choque impulsivo del medio, destinado a tradu­
acontecimientos escenas sorprendentes de grandeza cuyo estudio y cuyo
cirse en acciones voluntarias para extender las ideas y participar en las
conocimiento nos ennoblecen. La geografía histórica concentra en dramas
obras que modificarán el aspecto de las naciones. El equilibrio de las
incomparables, en realizaciones espléndidas, todo lo que la imaginación
puede evocar. sociedades no es inestable más que por la traba impuesta a los individuos
En nuestra época de crisis aguda, en la que la sociedad se encuentra en su franca expansión. La sociedad libre se establece por la libertad dada
tan profundamente quebrantada, en la que el remolino de la evolución se en su desarrollo completo a cada persona humana, primera célula funda­
hace tan rápido que el hombre, presa del vértigo, busca un nuevo punto mental, que se agrega después y se asocia como le place a las demás
de apoyo para la dirección de. su vida, el estudio de la historia es de un células de la cambiante humanidad. En proporción directa a esa libertad
interés tanto más precioso cuanto que su dominio incesantemente acrecen­ y a ese desarrollo inicial del individuo ganan las sociedades en valor y en
tado ofrece una serie de ejemplos más ricos y más variados. La sucesión nobleza: del hombre nace la voluntad creadora que construye y reconstruye
de las edades se convierte para nosotros en una escuela cuyas enseñanzas el mundo.
se clasifican ante nuestro espíritu e incluso acaban por agruparse en leyes La «lucha de clases», la búsqueda del equilibrio y la decisión sobera­
fundamentales. na del individuo son los tres órdenes de hechos que nos revela el estudio
La primera categoría de acontecimientos que constata el historiador de la geografía sodal y que, en el caos de las cosas, se muestran suficien­
nos muestra cómo, por efecto de un desarrollo desigual en los individuos y temente constantes para que se les pueda dar el nombre de «leyes». Ya
en las sociedades, todas las colectividades humanas, exceptuando las tribus es mucho conocerlas y poder dirigir de acuerdo con ellas la propia conduc­
que han permanecido en el naturismo primitivo, se desdoblan, por decirlo ta y la propia parte de acción en la gerencia común de la sociedad, en
así, en clases ó en castas no sólo diferentes, sino opuestas en intereses y armonía con las influencias del medio, conocidas y escrutadas desde enton­
en tendencias, incluso francamente enemigas en todos los períodos de crisis. ces. Es la observación de la Tierra la que nos explica los acontecimientos
Tal es, bajo mil formas, el conjunto de los hechos que se observan en de la Historia, y ésta nos lleva a su vez hada un estudio más profundo
todas las regiones del universo, con la infinita diversidad que determinan del planeta, hacia una solidaridad más consciente de nuestro individuo, a
los parajes, los climas y el enredo cada vez más entremezclado de los acon­ la vez tan pequeño y tan grande, con el inmenso universo.
tecimientos.
(...)

¡
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220 Antología de textos Elisée Redus 221
Distribución de los hombres son de creación relativamente reciente, en Francia incluso, se puede cons­
(...) tatar la sorprendente regularidad con que se distribuyeron las aglomera­
ciones urbanas antes de que las explotaciones mineras e industriales viniesen
Antes de haberse tomado la molestia de reflexionar, se puede imaginar a perturbar el equilibrio natural de las poblaciones. Así, la ciudad capital
fácilmente que las ciudades se han distribuido al azar y, de hecho, nume­ de Francia, París, se ha rodeado, hacia las fronteras o las costas del país,
rosos relatos nos hablan de fundadores de ciudades que confían al destino de ciudades cuya importancia no cede más que ante la suya: Burdeos,
la elección del emplazamiento en el que se establecerán los hogares do­ Nantes, Rouen, Lille, Nancy, Lyon. La antigua ciudad, fenicia y posterior­
mésticos, en el que se levantarán las murallas protectoras: del .'vuelo de mente griega, de Marsella pertenece por su orígenes a otra fase histórica
los pájaros, de la parada de un ciervo forzado a correr, del naufragio de un distinta a la de las ciudades de la Galia, luego francesas; sin embargo, su
barco depende la construcción de la ciudad. La, capital de Islandia, Reyk­ posición se armoniza con la de éstas, pues se encuentra en la extremidad
javik, nació así por la voluntad de los dioses. En el 874, cuando el fugitivo mediterránea de un radio que es el doble de la distancia normal de París
Ingolfr, al llegar a ver Islandia, lanzó al mar las imágenes de madera que a los grandes planetas urbanos de su órbita. Entre la capital y las capitales
representaban los ídolos del hogar, intentó en vano seguirlas: se le esca­ de segundo orden se fundaron, a intervalos sensiblemente iguales, ciudades
paron, y tuvo que fundar en la orilla un campamento temporal hasta que, menores, pero todavía considerables, separadas por una doble etapa, entre
tres años más tarde, volvió a encontrar las maderas sagradas, cerca de las veinticinco y treinta «leguas»: Orleáns, Tours, Poitiers, Angulema. Final­
cuales trasladó su ciudad, situada lo mejor posible, por lo demás, en este mente, a mitad de camino de cada uno de esos centros de tercer orden
temible «país de los hielos».
se han formado ciudades modestas, indicando la etapa media: Etampes,
Si la Tierra fuese completamente uniforme en su relieve, en la calidad Amboise, Chátellerault, Ruffec, Libourne. Así, el viajero, al atravesar
del terreno y las condiciones del clima, las ciudades ocuparían una posición Francia, encontraba alternativamente una ciudad de simple descanso y
que podemos denominar geométrica: la atracción mutua, el instinto de una ciudad de completa confortación: la primera bastaba al caminante, la
sociedad, la facilidad de los interecambios las habrían hecho nacer a dis­ segunda convenía al jinete. En casi todas las rutas, el ritmo de las ciudades
tancias iguales entre sí. Suponiendo una región llana, sin obstáculos natu­ se produce de la misma manera, cadencia natural regulada por la marcha
rales, sin río, sin puerto, situada de una manera particularmente favorable,
de los hombres, de los caballos y de los coches.
y no dividida en Estados políticos distintos, la mayor ciudad se habría
levantado directamente en el centro del país: las ciudades secundarias se
Pero en una sociedad en la que los hombres no tienen asegurado el
habrían repartido en intervalos iguales en el contorno, espaciadas rítmica­
pan, en la que los miserables e incluso los famélicos constituyen todavía
mente, y cada una de ellas habría tenido su sistema planetario de ciudades
una fuerte proporción de los habitantes de toda gran ciudad, no es más
inferiores, con su cortejo de pueblos. La distancia normal de un día de
que un bien a medias transformar los barrios insalubres, si los desgra­
marcha debería ser, sobre una llanura uniforme, el intervalo entre las
ciados que los habitaban antes son expulsados de sus antiguos tugurios
distintas aglomeraciones urbanas: el número de leguas recorridas por un
para ir a buscar otros en el suburbio y llevar más o menos lejos sus
caminante corriente entre el alba y el crepúsculo, es decir, doce o quince,
emanaciones envenenadas. Por mucho que los ediles de una ciudad fuesen
correspondiendo a las horas del días, constituye la etapa regular de una
sin excepción hombres de un gusto perfecto, aunque toda restauración o
ciudad a otra. La domesticación de los animales, posteriormente la inven­
reconstrucción de edificios se hiciese de una forma irreprochable, todas
ción de la rueda, y más tarde las máquinas, han modificado, gradual o
nuestras ciudades no dejarían de ofrecer el penoso y fatal contraste del
bruscamente, las medidas primitivas: el paso de la montura y después la
lujo y de la miseria, consecuencia necesaria de la desigualdad, de la hos­
vuelta del eje determinaron la distancia normal entre las grandes reuniones
tilidad que cortan en dos el cuerpo social. Los barrios suntuosos, insolen­
de hombres. En cuanto a los pueblos, su distancia media tiene el recorrido
tes, tienen como contrapartida casas sórdidas, que esconden detrás de sus
que puede hacer el agricultor empujando su carretilla cargada de heno o
muros exteriores, bajos y alabeados, patios húmedos, espantosos montones
de espigas. El agua para el ganado, el transporte fácil de los frutos de la
de grava, miserables tablas. Incluso en las ciudades en las que los admi­
tierra es lo que regula el emplazamiento del establo, del granero y de
nistradores intentan tapar hipócritamente todos los horrores ocultándolos
la choza.
con tapias decentes y blanqueadas, la miseria no deja de atravesarlas: se
En numerosas regiones pobladas desde hace mucho tiempo y que
siente que, detrás, la muerte lleva a cabo su obra más cruelmente que en
muestran todavía en la distribución urbana de sus habitantes las distancias
otros lugares. ¿Cuál de nuestras ciudades modernas no tiene su White-
primitivas, se encuentra, en el desorden aparente de las ciudades, un orden
Chapel y su Mile-End road ? Por muy bella, grandiosa que pueda ser
de distribución que fue, evidentemente, regulado antaño por el paso de
una aglomeración urbana én su conjunto, tiene siempre sus vicios apa­
los caminantes. En la «flos del medio», en Rusia, donde los ferrocarriles
rentes o secretos, su tara, su enfermedad crónica, que arrastra irrevocable-

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222 Antología de textos Elisée Redus 223

mente la muerte, si no se consigue restablecer la libre circulación de sangre población, gradas a la extensión de los «cupones de semana». En 1900,
pura en todo el organismo. no había menos de 150.000 obreros que residían por la noche y el domin­
¡Cuántas ciudades están todavía alejadas de ese tipo de salubridad y de go en su pueblo, yendo todos los días de la semana a trabajar incluso
estética futuras! Un diagrama publicado en el anuario de Petersburgo para a 50 kilómetros de distancia — abono semanal de 2,25 fr.— , a una fábrica
el año 1892 da un sobrecogedor ejemplo del consumo de vidas humanas en o una manufactura de alguna ciudad alejada. Pero ia solución es bastarda,
esa capital: partiendo del año 1754, época en la que la población de pues el cabeza de familia se agota en largos trayectos, en malas comidas,
Petersburgo era de 150?Q00 individuos, la curva de crecimiento se eleva en descansos nocturnos acortados, y, por lo demás, el saneamiento de los
en ciento veintiséis años a 950.000 personas, mientras que la curva de po­ pueblos plantea los mismos problemas que el de las ciudades.
blación hipotética, calculada según la mortalidad y sin tener en cuenta los Esto no es todo: la electricidad, que procura el agua corriente, tiende
inmigrantes, desciende a 50.000 por debajo de cero. La natalidad no sobre­ a reemplazar al carbón y a dispersar las fábricas a lo largo de los ríos.
pasa algo la mortalidad más que desde 1885, año de la gran limpieza. Así se ha visto a la ciudad de Lyon, tan fuerte sin embargo por su poder
Y en el mundo, ¡cuántas ciudades, Budapest, Lima, Río de Janeiro, esta­ de atracción desde d punto de vista del trabajo y de las artes, disminuir
rían todavía decayendo rápidamente si las gentes del campo no viniesen en varios miles de habitantes por año, no porque su prosperidad esté
a rellenar los vacíos dejados por los muertos! Si los parisinos se extinguen mermada, sino, por el contrario, porque sus ricos tejedores y demás indus­
tras dos o tres generaciones, será a causa del olor pernicioso de la ciudad; triales habían extendido su dominio de actividad a todos los departamen­
si los judíos polacos son declarados inútiles como reclutas en mayor nú­ tos vecinos, hasta los Alpes, allí donde las cascadas o rápidos les procura­
mero que los jóvenes de otras nacionalidades, será también a causa de las
ban la fuerza motriz necesaria.
ciudades en las que vegetan pobremente en el ghetto.
Mirando las cosas más de cerca, toda cuestión municipal se confunde
¡Y cuántas aglomeraciones cuyo cielo parece cubierto de un velo fune­
rario! Al penetrar en una dudad ahumada, como Manchester o Seraing, con la propia cuestión sodal. ¿Conseguirán todos los hombres sin excep­
Essen, Le Creusot o Pittsburg, se dará uno cuenta de que las obras de ción poder respirar aire en cantidad suficiente, gozar plenamente de la luz
los liliputienses humanos bastan para empañar la luz, para profanar la belle­ del sol, saborear la belleza de las umbrías y el perfume de las rosas, alimen­
za de la naturaleza. Pues una pequeñísima cantidad de carbón escapado tar generosamente a su familia sin temer que les llegue a faltar el pan?
a la combustión, un vdo continuo de una fracdón de milímetro de espesor Si así ocurre, pero sólo entonces, las dudades podrán alcanzar su ideal y
basta, sobre todo si se alia a la niebla, para contrarrestar la luz solar. La transformarse de una manera exactamente conforme a las necesidades y a
atmósfera opaca que a veces pesa sobre la dudad de Londres es célebre, los placeres de todos, convertirse en cuerpos orgánicos perfectamente sanos
con razón. y bellos.
Por lo demás, el saneamiento de los centros urbanos suscita muchos A este programa pretende responder la ciudad-jardín. Y , de hecho, in­
otros problemas además dd humo, en realidad fácil de resolver. El sistema dustriales inteligentes, arquitectos innovadores han conseguido crear en
de evacuación de las basuras y restos caseros, la depuradón de las aguas Inglaterra, donde los tugurios urbanos eran más atroces, cierto número
de las alcantarillas, ya sea por procedimientos químicos, ya sea por su de centros en condiciones tan perfectamente sanas para el pobre como para
empleo racional en agricultura, están lejos de haber recibido soluciones el rico. Port-Sunlinght, Bourneville, Letchworth contrastan desde luego fe­
felices o aceptadas, e induso demasiadas munidpalidades parecen no preocu­ lizmente con los slums de Liverpool, de Manchester y dudades análogas, y
parse por estos temas. La elección de un suelo para d tráfico que no las tablas de mortalidad de estas localidades rivalizan por su débil tasa con
produzca ni polvo ni barro, la organización eficaz de los transportes en las de los barrios más suntuosos de nuestras capitales — de 10 a 12 defun­
común tienen también su iníluenda sobre la salud general. dones anuales por 1.000 habitantes— , pero son siempre privilegiados los
Numerosos indicios muestran que el movimiento de flujo que lleva que viven en las ciudades-jardín, y la buena voluntad de los filántropos
hacia las ciudades la población de los campos puede detenerse e induso no basta para conjurar las consecuendas del antagonismo que existe entre
transformarse en un movimiento de reflujo. En primer lugar, la carestía de el Capital y el Trabajo.
los alquileres urbanos condujo naturalmente a los trabajadores a despla­ No es necesario llegar a estas creaciones de nuestra época para encon­
zarse hacia el extrarradio, y los empresarios no podían más que favorecer trar pruebas conmovedoras del deseo de belleza que sentían numerosos
el éxodo, puesto que debía producir una baja en el predo de la mano pueblos de nuestros antepasados y que no se encuentra satisfecho más que
de obra. La bicicleta, los tranvías de servicio matutino, los trenes obreros por un conjunto armónico. Se pueden citar especialmente las comunas de
han permitido a millares de obreros y pequeños empleados vivir con alguna los polabos, gentes de origen eslavo que viven en la cuenca del Jeetze,
ventaja pecuniaria en un aire menos cargado de áddo carbónico. Así, en afluente hannoveriano dd Elba. Allí todas las casas están dispuestas a
Bélgica, las comunas rurales de numerosos distritos han conservado su distandas regulares alrededor de una gran plaza ovalada, en la que se

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224 Antología de textos Elisée Redus 225

encuentra un pequeño estanque, un bosque de robles o de tilos, unas población hacia el> campo. Sin duda, en una sociedad consciente, que de­
mesas y asientos de piedra; cada casa, dominada por un alto aguilón su­ sease decididamente el renacimiento de la humanidad por la vida campe­
jetado por un armazón saliente, vuelve su fachada hacia la plaza y muestra, sina, esta revolución sin precedentes sería estrictamente posible, puesto
sobre su puerta, una inscripción biográfica y moral. El verdor de los jar­ que, evaluando solamente en cien millones de kilómetros cuadrados la
dines exteriores se desarrolla en un bello círculo de árboles, interrumpido superficie de las tierras de residencia agradable y salubre, dos casas por
solamente por el camino que une la plaza a la carretera principal; sobre esta kilómetro cuadrado, conteniendo cada una entre siete y ocho habitantes,
línea de enlaces con los^demás pueblos se han construido la iglesia, la es­ serían suficientes para albergar a la humanidad; pero la naturaleza humana,
cuela y la posada. cuya ley primera es la sociabilidad, no se conformaría con esa dispersión.
La población está tan concentrada en ciertas grandes ciudades que Ciertamente, necesita el susurro de los árboles y el murmullo de los arroyos,
supera los mil habitantes por hectárea, sobre*todo en algunos barrios de pero necesita también la asociación con algunos y con todos: el globo
entero se convierte para ella en una enorme ciudad, la única que puede
París; en Praga, las masas se aprietan mucho más todavía; en Nueva
satisfacerla.
York, en 1896, la pululación de los seres humanos alcanzó su mayor den­
Nada hace suponer actualmente que esas prodigiosas aglomeraciones
sidad, 1.860 individuos por hectárea, en una extensión de 130 hectáreas.
de edificios hayan alcanzado su mayor extensión imaginable: muy al con­
Alrededor de las ciudades que el cuerpo militar no ha rodeado de una trario. En los países de nueva colonización, en los que el agrupamiento de
marca prohibida al poblamiento, el propio campo se cubre de villas y de los hombres se ha hecho espontáneamente, de forma que concordase con
casas. Atraídos hacia lo que es su centro natural, los agricultores se acercan los intereses y los gustos modernos, las ciudades tienen una población
cada vez más al macizo continuo de construcciones y forman en su contorno proporcionalmente mucho más considerable que las aglomeraciones urbanas
un anillo de población densa; obligados, por tanto, a contentarse con un de las regiones envejecidas de Europa, y algunos de los grandes focos de
menor espacio para su casa y sus cultivos, se dedican a un trabajo más atracción tienen más de la cuarta o de la tercera parte, a veces incluso la
intenso: de pastores se convierten en labradores, y de labradores en jar­ mitad de los habitantes del país. Comparada con el conjunto de su círculo
dineros. Los mapas demográficos muestran bien este fenómeno del reparto de atracción, Melbourne es una ciudad mayor que Londres, porque la po­
anular de los campesinos que se transforman en horticultores. Así es como blación circundante es más móvil, y porque no hace falta arrancarla, como
la ciudad de Bayreuth está rodeada por una zona en la que la densidad en Inglaterra, de los campos donde había arraigado durante siglos. Sin
de población es de 109 habitantes por kilómetro cuadrado; alrededor de embargo, este fenómeno excepcional de plétora en las ciudades australianas
Bamberg, la densidad kilométrica alcanza la cifra de 180 individuos, y el
procede en gran parte del reparto del territorio de los campos en vastos
terreno sobre el que esta muchedumbre se ha apilado era, sin embargo, en
dominios en los que los inmigrantes no han encontrado sitio; han sido
principio, de muy escaso valor; mezcla de arena y de turba, no servía
expulsados de los latifundia hacia las capitales. Sea lo que fuere, el trabajo
antes más que para el crecimiento de las coniferas: se ha transformado
en un incomparable suelo hortícola. En la región mediterránea, sucede que • de transplante se hace cada vez más fácil, y el crecimiento de Londres podrá
el amor a la ciudad, en vez de poblar el campo de suburbio, lo despuebla, llevarse a cabo sin cesar con un menor gasto de fuerzas. A comienzos del
por el contrario. El gran privilegio de poder discutir los intereses públicos siglo xx esta ciudad no tiene más que una séptima parte de la población
ha convertido, por tradición, a todo el mundo en ciudadanos. La llamada de las islas Británicas; no es posible que adquiriera, también en este
del agora, como en Grecia, de la vida municipal, como en Italia, atrae a caso, la tercera o la cuarta parte de los habitantes del país, tanto más
los habitantes hacia la plaza central, donde se discuten los asuntos comu­ cuanto que Londres no es sólo el centro de atracción de Gran Bretaña
nes, más aún en los paseos públicos que entre los muros sonoros del y de Irlanda, sino que es también el principal mercado de Europa y de
ayuntamiento. Así, en Pro venza, el pequeño propietario, en vez de vivir una gran parte del mundo colonial. Una próxima aglomeración de diez,
en sus campos, sigue siendo, a pesar de todo, un «urbano» empedernido. veinte millones de hombres, ya sea en la cuenca inferior del Támesis, ya
Aunque tenga masía o quinta, no se instala en esa propiedad rural, sino sea en la desembocadura del Hudson, o en cualquier otro lugar de atrac­
que vive en la ciudad, desde donde puede ir, paseando, a visitar sus ción, no tendría nada de sorprendente, e incluso hay que preparar nuestras
árboles frutales y a cosecharlos. Los trabajos del campo son, para él, cosa mentes para entenderlo como un fenómeno normal de la vida de las socie­
secundaria. dades. El crecimiento de los grandes focos de atracción no podrá dejar de
• Por un movimiento de reacción muy natural contra el terrible consumo funcionar más que en la época en que se haya establecido el equilibrio
de hombres, el envilecimiento de tantos caracteres, la corrupción de tantas entre el poder de atracción de cada centro sobre los habitantes de los espa­
almas ingenuas que se agitan en la «cuba infernal», algunos reformadores cios intermedios. Pero entonces no se detendrá el movimiento: se trans­
piden la destrucción de las ciudades, el regreso voluntario de toda la formará cada vez más en ese incesante intercambio de población entre las

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226 Antología de textos Piotr Kropotkin *
ciudades que se observa ya y que puede compararse al vaivén de la sangre LO QUE LA GEOGRAFIA DEBE SER **
del cuerpo humano. Sin duda el nuevo funcionamiento dará lugar a'nuevos
organismos, y las ciudades, ya tantas veces renovadas, habrán de renacer
todavía bajo nuevos aspectos de acuerdo con el conjunto de la evolución
económica y social.

Era fácil prever que el gran resurgir de la Ciencia Natural al que nues­
tra generación ha tenido la suerte de asistir desde hace treinta años, así
como la nueva orientación dada a la literatura científica por un grupo de
hombres eminentes que se han atrevido a presentar los resultados de las
más complejas investigaciones científicas en forma accesible al público en
general, debían necesariamente provocar un resurgir equivalente de la
Geografía. Esta ciencia, que toma en consideración las leyes descubiertas
por sus ciencas-hermanas y pone de manifiesto su acción y sus consecuen­
cias mutuas en relación con las superficies del globo, no podía permanecer
al margen del movimiento científico general; y asistimos en la actualidad
al despertar de un interés por la Geografía que recuerda el interés que
suscitó en una generación anterior durante la primera mitad de nuestro
siglo. Es verdad que no hemos contado con un viajero y filósofo tan capaz
como lo fuera Humboldt; pero las recientes expediciones al Artico y las
exploraciones del las profundidades abisales, y todavía más, los repentinos

* Piotr Kropotkin (1842-1921). Además del artículo traducido en este libro, entre
sus trabajos principales se encuentran;
Kropotkin, P. (1898): Fields, Factories and Workhops, Nueva York, G. P. Putnams,
1901-
Kropotkin, P. (1902): E l apoyo mutuo. Un factor de la Evolución. Introducción de
C. Díaz. Prólogo de A. Montagu, Madrid, Zero-Zyx, 2.“ ed., 1978.
Kropotkin, P. (1913): «Gencia moderna y anarquismo», en Kropotkin, P. (1971):
Folletos revolucionarios. Edición, introducción y notas de R. N. Baldwin. Traduc­
ción de J. M. Alvarez Flores y A. Pérez, Barcelona, Tusquets, 1977, 2 vols.,
vol. 1, pp. 163-219.
* * Kropotkin, P. (1885): «What Geography Ought to Be», The Nineteenth Cen­
tury, XXI, pp. 238-258; reproducido en Antipode, X , 3 - X I , 1, 1979, pp. 6-15. Tra­
ducción de Josefina Gómez Mendoza.
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228 Antología de textos Piotr Kropotkin 229

progresos experimentados por la Biología, la Climatología, la Antropología al hombre, por su lucha contra los obstáculos, por su actividad. Los mine­
y la Etnología Comparada, han concedido a los trabajos geográficos una rales y las plantas le dejan frío; está atravesando una etapa en que la
atracción tan considerable y un significado tan profundo que los propios imaginación prevalece. Quiere dramas humanos, por lo que los relatos de
métodos de descripción de la Tierra han experimentado desde hace algún cazadores y pescadores, de navegantes, de enfrentamiento con los peligros,
tiempo una profunda modificación. Reaparece de nuevo en la literatura de costumbres y hábitos, de tradiciones y migraciones constituyen obvia­
geográfica el mismo nivel de razonamiento científico y de generalizaciones mente la mejor manera de desarrollar en el niño el deseo de estudiar la
filosóficas al que Humb&ldt y Ritter nos tenían acostumbrados. No debe naturaleza. Algunos «pedagogos» modernos han tratado de matar la ima­
extrañar, por tanto, el que los libros, tanto de viajes como de descripción ginación en los niños. Los que son mejores serían conscientes de hasta
geográfica general, estén volviendo a ser el tipo más popular de lectura. qué punto la imaginación constituye una ayuda excelente para el razona­
Era también totalmente natural que el rebrote de afición por la Geogra­ miento científico. Entenderán también lo que Mr. Tyndall trató una vez de
fía dirigiera la atención del público hacia la Geografía en la escuela. Se grabar en sus oyentes, a saber, que no es posible un razonamiento cientí­
efectuaron encuestas, y descubrimos con estupor que habíamos conseguido fico capaz de profundizar sin la ayuda de un poder de imaginación fuerte­
que esta ciencia — la más atractiva y sugestiva para gente de todas las mente desarrollado; y utilizarán la imaginación del niño no para atiborrarle
edades— resultara en nuestras escuelas uno de los temas más áridos y de supersticiones, sino para despertar su amor por los estudios científicos.
carentes de significado. Nada interesa tanto a los niños como los viajes; La descripción de la Tierra y de sus habitantes constituirá con toda segu­
y nada es más árido y menos atractivo en muchas escuelas que lo que en ridad uno de los mejores medios para alcanzar este fin. Relatos del
ellas es bautizado con el nombre de Geografía. Lo mismo puede decirse, hombre luchando contra las fuerzas hostiles de la Naturaleza — ¿qué mejor
casi con las mismas palabras, y con muy pocas excepciones, con respecto de se puede encontrar para inspirar en el niño el deseo de desentrañar los
la Física y de la Química, de la Botánica y de la Geología, de la Historia secretos de estas fuerzas?— . Se puede inspirar muy fácilmente en los
y de las Matemáticas. Una reforma en profundidad de la enseñanza de todas niños la afición a «coleccionar», transformar sus cuartos en tiendas de
las ciencias es tan necesaria como una reforma de la educación geográfica. curiosidades, mientras que, a una edad temprana, no es fácil inspirarles el
Ahora bien, mientras la opinión pública ha permanecido bastante indiferen­ deseo de penetrar las leyes de la Naturaleza: nada es más fácil que des­
te respecto de una reforma general de nuestra educación científica — aun pertar en una joven mente la capacidad de comparación mediante el relato,
cuando los hombres más eminentes de este siglo la han preconizado— , pa­ de historias de países lejanos, de sus plantas y animales, de sus paisajes
rece, en cambio, haber entendido en seguida la necesidad de reforma de la y fenómenos, siempre que plantas y animales, ciclones y tormentas, erup­
enseñanza geográfica: la discusión recientemente iniciada por la Sociedad ciones volcánicas, guarden relación con el hombre. Esta es la tarea de la
Geográfica, el Informe, antes mencionado, de su Comisión Específica, su Geografía en la primera infancia: tomando como intermediario al hombre,
exposición, han sido acogidos con general simpatía por parte de la prensa. interesar a los niños en los grandes fenómenos de la Naturaleza, despertar
Nuestro mercantilizado siglo parece haber entendido mejor la necesidad su deseo de conocerlos y explicarlos.
de una reforma en cuanto se le han puesto de manifiesto los llamados La Geografía debe cumplir, también, un servicio mucho más importan­
intereses «prácticos» de la colonización y de la guerra. Una discusión te. Debe enseñarnos, desde nuestra más tierna infancia, que todos somos
rigurosa debe forzosamente demostrar que no se puede llegar a nada hermanos, cualquiera que sea nuestra nacionalidad. En estos tiempos de
serio en este sentido mientras no emprendamos una correlativa, pero guerras, de vanaglorias nacionales, de odios y rivalidades entre naciones
mucho más amplia, reforma general de nuestro sistema de educación. hábilmente alimentados por gentes que persiguen sus propios y egoístas
Es casi seguro que no existe otra ciencia que pueda resultar tan atrac­ intereses, personales o de clase, la Geografía debe ser — en la medida en
tiva para el niño como la Geografía, y que pueda constituir un tan pode­ que la escuela debe hacer algo para contrarrestar las influencias hostiles—
roso instrumento tanto para el desarrollo general del pensamiento, como un medio para disipar estos prejuicios y crear otros sentimientos más dignos
para familiarizar al estudiante con el verdadero método del razonamiento y humanos. Debe mostrar que cada nacionalidad aporta su propia e indis­
científico y para despertar su afición por la ciencia natural. Los niños no pensable piedra para el desarrollo general de la comunidad, y que sólo
son verdaderos admiradores de la Naturaleza mientras no tiene que ver pequeñas fracciones de cada nación están interesadas en mantener los odios
con el Hombre. E l sentimiento artístico que desempeña un tan importante y, rivalidades nacionales. Debe reconocerse que, aparte de otras causas que
papel en el deleite intelectual de un naturalista es todavía en el niño nutren las rivalidades nacionales, las diferentes naciones no se conocen
demasiado débil. Las armonías de la Naturaleza, la belleza de sus formas, suficientemente bien entre sí; las extrañas preguntas sobre su país que se
las admirables adaptaciones de sus organismos, la satisfacción obtenida por le hacen a un extranjero; los absurdos prejuicios mutuos que se extienden
la inteligencia en el estudio de las leyes físicas — todo esto puede venir a ambos extremos de un continente — y hasta a ambos lados de un canal—
después, pero no en la primera infancia. El niño busca por todas partes son prueba suficiente de que incluso entre los que se suele llamar gente

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230 Antología de textos Piotr Kropotkin 231

culta, la Geografía es conocida sólo por el hombre. Las pequeñas diferencias los «salvajes», todavía perviven entre nosotros al igual que entre ellos, con
de caracteres nacionales que aparecen especialmente entre las clases me­ sólo un cambio de nombre. Hasta ahora los europeos han «civilizado a los
dias, tienden a ocultar el inmenso parecido que existe entre las clases salvajes» con whisky, tabaco y secuestros; los han inoculado con sus
trabajadoras de todas las nacionalidades, parecido que, cuando se tiene propios vicios; los han esclavizado. Pero ha llegado el momento en que nos
un mayor conocimiento, se convierte en el hecho más significativo. Es debemos considerar obligados a aportarles algo mejor — es decir, el cono­
tarea de la Geografía poner de manifiesto esta realidad, con toda su fuerza, cimiento de lás fuerzas de la Naturaleza, la forma de utilizarlas, y formas
en medio de las mentiras- acumuladas por la ignorancia, la presunción y el superiores de vida social. Todo esto, y muchas otras cosas, debe ser ense­
egoísmo. Debe reforzar en las mentes de los niños que todas'las nacio­ ñado por la Geografía si realmente trata de convertirse en un medio de
nes son valiosas unas para otras; que cualesquiera que sean las guerras educación.
que hayan mantenido, subyacía siempre en el fondo de ellas el más miope La enseñanza de la Geografía debe, pues, perseguir un triple objetivo:
de los egoísmos. Debe poner de manifiesto que el desarrollo de cada debe despertar en los niños la afición por la ciencia natural en su con­
nación ha sido consecuencia de varias importantes leyes naturales, im­ junto; debe enseñarles que todos los hombres son hermanos cualquiera
puestas por los caracteres físicos y étnicos de la región que habita; que que sea su nacionalidad; y debe enseñarles a respetar a las «razas infe­
los esfuerzos realizados por otras naciones para impedir su desarrollo riores». Si esto se admite, la reforma de la educación geográfica es inmen­
natural han constituido simples errores; que las fronteras políticas son sa: consiste nada menos que en la completa renovación de la totalidad del
reliquias de un bárbaro pasado, y que el intercambio entre los diferentes sistema de enseñanza de nuestras escuelas.
países, sus relaciones y su mutua influencia, están sometidos a leyes, que Implica, en primer lugar, una completa reforma de la enseñanza de
dependen tan poco de la voluntad individual como las leyes que regulan todas las ciencias exactas. Estas últimas, en vez de las lenguas muertas,
el movimiento de los planetas. deben convertirse en la base de la educación en nuestras escuelas. Ya
Esta segunda labor es suficientemente importante; pero hay una terce­ hemos pagado durante demasiado tiempo nuestro tributo al sistema esco­
ra, que quizá lo sea aún más: la de disipar los prejuicios en los que somos lástico medieval de educación. Es hora de inaugurar una nueva era de
educados respecto de las llamadas «razas inferiores» — y esto en una educación científica. Es obvio, en efecto, que mientras nuestros niños de­
época en que todo hace pensar que los contactos que vamos a tener con diquen las tres cuartas partes de su tiempo escolar al estudio del Latín y
ellas van a ser más intensos que nunca. Cuando un político francés procla­ del Griego, no les quedará tiempo que dedicar a un estudio serio de las
maba recientemente que la misión de los europeos es civilizar a las razas Ciencias Naturales. Un sistema mixto constituiría necesariamenté un fracaso.
inferiores usando los medios recientemente utilizados por él para civilizar Los requisitos de una educación científica son tan amplios que sólo el
algunas de ellas — es decir, con las bayonetas y las matanzas de Bac-leh— , estudio riguroso de las ciencias exactas puede absorber por sí mismo todo
no hacía sino elevar al rango de teoría los mismos hechos que los europeos el tiempo del que dispone el estudiante, sin mencionar las necesidades
están cometiendo a diario. Y cómo podría ser de otra manera cuando, de la educación técnica, o más bien de la enseñanza de un futuro próxi­
desde su más tierna infancia, se les ha inculcado el desprecio de los «sal­ mo — lo que se llama la instrucción integral— . Si se adoptara un sistema
vajes», se les ha enseñado a considerar las verdaderas virtudes de los bastardo, que combinara el sistema de educación clásico con el científico,
paganos como crímenes encubiertos, a tratar a las «razas inferiores» como nuestros chicos y chicas recibirían una enseñanza mucho peor que la que
un simple cáncer — cáncer que sólo debe ser tolerado mientras la moneda están recibiendo actualmente en los liceos clásicos.
no lo penetre— . Uno de los mayores servicios que ha suministrado recien­
temente la Etnografía ha consistido en demostrar que esos presuntos Es evidente que ni un solo naturalista solicitará la exclusión de la es­
«salvajes» han entendido cómo desarrollar en alto grado' en sus socieda­ cuela de todas las ciencias relativas al hombre, a favor de aquellas que
des los mismos sentimientos humanitarios de sociabilidad, sentimientos que tratan los restantes temas orgánicos e inorgánicos. Por el contrario, se
nosotros, los europeos, estamos tan orgullosos de profesar, pero que prac­ mostrará a favor de conceder una parte mucho más importante de la que
ticamos tan rara vez; que las «bárbaras costumbres» que tan prestos esta­ se le ha concedido hasta ahora al estudio de la Historia y de la Literatura
mos a denigrar o de las que sólo oímos hablar con disgusto, responden de todas las naciones. Solicitará que la ciencia natural se extienda al
sea a una brutal necesidad (como es el caso de la madre esquimal que hombre y a las sociedades humanas. Pedirá que la descripción comparativa
mata a su recién nacido, a fin de poder amamantar a los demás, a los que de todos los habitantes de la Tierra ocupe un lugar mucho más importante
cuida y atiende mucho mejor de lo que lo hacen millones de nuestras dentro de la enseñanza. En esta concepción de la enseñanza, la Geografía
madres europeas), sea a unas formas de vida a las que nosotros, los orgu­ debe ocupar el lugar que le corresponde. Manteniendo su carácter de cien­
llosos europeos, todavía estamos- asistiendo, después de haberlas modificado cia natural, debe asumir, junto con la Historia (la historia del arte al igual
lentamente; y que las supersticiones que encontramos tan divertidas entre que la historia de las instituciones políticas) la inmensa labor de cubrir la

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232 Piotr Kropotkin 233
Antología de textos

faceta humanitaria (humanística) de nuestra educación — hasta dnnrU la pero deben hasta tal punto diferir de lo que en el presente se enseña bajo
escuela sea capaz de cubrirla. ambas denominaciones, tanto por su contenido como por sus métodos, que
No más, por descontado; porque los sentimientos humanitarios no hasta sus nombres tendrán pronto que ser reemplazados por otros más
pueden desarrollarse a partir de los libros si toda la vida exterior al colegio adecuados.
obra en sentido opuesto. Para ser reales y para convertirse en cualidades El mismo derecho de la geografía a ser considerada una ciencia espe­
activas, los sentimientos humanitarios deben arraigar de la práctica cotidia­ cífica ha sido a menudo discutido, y el informe de Mr. J . S. Keltie men­
na de cada niño. La función de la enseñanza propiamente dicha es muy ciona algunas de las objeciones realizadas. Incluso aquellos, sin embargo,
limitada en este aspecto. Pero por muy limitada que sea, nadie debe ser que plantean esas objeciones, es seguro que estarán de acuerdo en reco­
tan inconsciente como para rehusar al menos esa modesta ayuda. Tene­ nocer que existe una rama del conocimiento específica — la que la menta­
mos tanto que hacer para elevar el desarrollo,moral de la mayoría al alto lidad sistemática francesa describe como Física del Globo, y que, aun
nivel Icanzado por unos pocos, que ningún medio puede ser menosprecia- reuniendo una amplia variedad de temas íntimamente relacionados con
do, y, sin lugar a dudas, no negaremos la importancia del elemento mítico otras ciencias, debe ser cultivada y enseñada por separado para mutua
de nuestra educación en la persecución de esta meta. Pero, ¿por qué en­ ventaja de sí misma y de sus otras ciencias-hermanas— . Persigue un objeti­
tonces limitar este elemento a la historia de Roma y Grecia? ¿Acaso vo definido: el de descubrir las leyes que rigen el desarrollo de la Tierra.
no tenemos cosas que relatar y volver a relatar de nuestras propias vidas, Y no es tan sólo una ciencia descriptiva — no sólo una grafía, como ha
relatos de abnegación, de amor por la humanidad, no inventados, sino dicho un geólogo bien conocido, sino una logia— ; porque descubre las
reales, ni distantes, sino próximos, que vemos todos los días en torno a leyes de cierto tipo de fenómenos después de haberlos descrito y siste­
nosotros? Y si está establecido que el folklore impresiona más a las mentes matizado.
infantiles que los hechos de la vida cotidiana, ¿por qué limitarnos a las La Geografía debe ser, en primer lugar, un estudio de las leyes a las
tradiciones griegas y romanas? A efectos de educación, ningún mito griego que están sometidas las modificaciones de la superficie de la Tierra: las
— casi siempre demasiado sensual— puede sustituir a los mitos y cancio­ leyes — porque existen esas leyes por muy imperfecto que hasta ahora
nes artísticos, castos y altamente humanitarios de, por ejemplo, lituanos sea nuestro conocimiento de ellas— que determinan el creciminto y des­
o finlandeses; encontramos en el folklore de los turco-mongoles, de los aparición de los continentes; su configuración presente y pasada; las direc­
indios, de los rusos, de los germanos — en una palabra, de todas las na­ ciones de los diferentes levantamientos — sometidos todos ellos a leyes
ciones-— relatos tan artísticos, tan recios, tan cargados de humanidad, que telúricas, de la misma manera que la distribución de los planetas y de
uno no puede sino lamentar que nuestros niños se nutran de tradiciones los sistemas solares está sometida a leyes cósmicas. Por tomar un ejemplo
grecorromanas en lugar de familiarizarse con los tesoros encerrados en el entre cientos: cuando consideramos los dos grandes continentes de Asia
folklore de otras nacionalidades. De hecho, bien considerada, la Etnogra­ y América del Norte, el papel desempeñado en su estructura por sus colo­
fía puede ser a justo título comparada con cualquier otra, como instrumento sales mesetas, la antigüedad de estas mesetas, las series de edades durante
para desarrollar en los niños y en los jóvenes el amor por la humanidad las cuales han permanecido como continentes, y la dirección de sus ejes
en su conjunto, los sentimientos de sociabilidad y solidaridad con cual­ y estrechas extremidades apuntando en una dirección en la proximidad del
quier ser humano, así como la generosidad, el valor y la perseverancia Estrecho de Behring; cuando además tomamos en consideración el paralelis­
— en una palabra, todas las mejores facetas de la naturaleza humana— . mo de las cadenas montañosas y la constancia con la que los dos rumbos
Todo ello suprime, en mi opinión, la última objeción que se pueda hacer principales de levantamientos (el noroeste y el noreste) se repiten en Europa
en favor de una enseñanza basada en el estudio de la antigüedad griega y en Asia a través de una serie de edades geológicas; cuando constatamos
o latina. E introduce necesariamente a la educación basada en las Cien­ la actual configuración de los continentes con sus extremos apuntando
cias Naturales en el elemento humano. hacia el Polo Sur — debemos reconocer que ciertas leyes telúricas han
Si se le da este significado a la Geografía, cubrirá, tanto en la ense­ recogido la conformación de los grandes abombamientos y aplanamientos
ñanza inferior como en las universidades, cuatro grandes ramas del conoci­ de la corteza terrestre. Estas leyes todavía no han sido descubiertas: la
miento, lo suficientemente amplias para constituir en los niveles superiores misma orografía de los cuatro grandes continentes se encuentra en un estado
de la enseñanza cuatro especialidades separadas, o más aún, pero todas embrionario; pero percibimos ya una cierta armonía en las grandes líneas
intimamente relacionadas entre sí. Tres dé estas ramas — orogenia, clima­ estructurales de la Tierra, y debemos ya preguntarnos por sus causas. Este
tología y zoo y fitogeografía—•corresponden, en términos generales, a lo amplio tema de estudio atañe, naturalmente, a esa parte de la geología que
que se conoce hoy como Geografía física; mientras que la cuarta, al incor­ ha recibido recientemente la denominación de geología^dinámica; la primera
porar algunas partes de la Etnografía, puede corresponder a lo que se permanece como rama distinta con suficientes diferencias de la segunda
enseña parcialmente en la actualidad bajo el título de Geografía política; como para ser tratada por separado. Cabe incluso decir, sin tratar de herir

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234 Antología de textos Piotr Kropotkin 235

ni a geógrafos ni a geólogos, que el estado atrasado de la orogenia se unidas entre sí que con cualquier otra ciencia. La física del globo debe ser,
debe precisamente a la circunstancia de que ha sido cultivada por geógrafos y será, promovida a la altura de una ciencia.
demasiado pendientes de los geólogos, en vez de ser el objeto de un deter­ Y ahora queda la cuarta gran rama del conocimiento geográfico — la
minado tipo de especialistas:- de geógrafos suficientemente familiarizados con que se refiere a los grupos humanos sobre la superficie de la tierra. La
la geología; mientras que la situación de atraso de la propia geología diná­ distribución de los grupos humanos; sus rasgos distintivos y las modifica­
mica (el incierto estado del período cuaternario da suficiente derecho para ciones de estos, caracteres acaecidas bajo distintas condiciones climáticas;
hacer esta afirmación) se debe al hecho de que nunca ha sido suficiente la distribución geográfica de las razas, de los credos, de las costumbres, de
el número de geólogos que eran a la vez geógrafos, y de que demasiados las formas de propiedad, y su íntima dependencia respecto de las condicio­
geólogos menosprecian esta rama dejándola en manos de los geógrafos. De nes geográficas; cómo se ha adaptado el hombre a la Naturaleza que le
esta forma los geógrafos tienen que hacerse cargo de todo el trabajo, pro­ rodea, y la mutua influencia entre ambos; las migraciones de troncos familia­
porcionando a la geología los datos que necesita.” res en lo que dependan de causas geológicas; las aspiraciones y sueños de
La Geografía debe, en segundo lugar, estudiar las consecuencias de la las diferentes razas en cuanto que estén influidos por fenómenos de la
distribución de los continentes y mares, de las elevaciones y depresiones, naturaleza; las leyes de la distribución de los asentamientos humanos en
los efectos de la penetración del mar y de las grandes masas de agua sobre cada país, que manifiesten la constancia de los asentamientos en los mismos
el clima. Mientras que la meteorología descubre, con ayuda de la física, las lugares desde la edad de piedra hasta nuestros tiempos; la construcción de
leyes de las corrientes oceánicas y aéreas, la parte de la Geografía que ciudades y las condiciones de su desarrollo; la subdivisión de los territorios
puede ser denominada climatología tiene que determinar la influencia de en «cuencas» naturales manufactureras, a pesar de los obstáculos que supo­
los factores topográficos locales sobre el clima. En sus partes generales, nen las fronteras políticas: todos éstos constituyen una amplia gama de
la meteorología ha experimentado recientemente enormes progresos; pero problemas que recientemente han surgido entre nosotros. Si consultamos los
el estudio de los climas locales y de las diversas causas secundarias, geo­ trabajos de nuestros mejores etnólogos, si recordamos los ensayos realiza­
gráficas y topográficas, que influyen sobre el clima — la climatología pro­ dos por Riehl y Buckle, así como los de varios de nuestros mejores geó­
piamente dicha— sigue sin hacer. Esta rama requiere también sus propios grafos; si somos conscientes de la información acumulada y de las diferentes
especialistas, esto es, geógrafos-meteorólogos, y el trabajo realizado hace sugerencias que se pueden encontrar en la literatura etnológica, histórica
algunos años, en este sentido, por los señores Buchan, Mohn, Hahn, y geográfica para la solución de estos problemas, no dudaremos segura­
Woyeikoff y muchos otros, pone bien de manifiesto lo que queda por hacer. mente en reconocer que también en este caso existe un amplio campo para
una ciencia específica, y muy importante, una verdadera logia y no sólo
Una tercera y enorme rama que también requiere sus propios especia­
grafía. Está claro que también en este caso, el geógrafo tendrá que gravar
listas, es la de la zoogeografía y fitogeografía. Mientras la botánica y la
a muchas ciencias afines para recopilar su información. Se debe requerir
zoología fueron consideradas como simples ciencias descriptivas, podían la contribución de la antropología, de la historia, de la filología. Muchas
referirse incidentalmente a la distribución de las plantas y los animales especialidades surgirán, algunas de ellas íntimamente relacionadas con la
sobre la superficie de la Tierra. Pero se han abierto nuevos campos de in­ historia y otras con las ciencias físicas; pero es el deber reunir en un
vestigación. El origen de las especies seguirá sin ser explicado si no se cuadro lleno de vida todos los diferentes elementos de este conocimiento;
tienen en cuenta las condiciones geográficas de su distribución. Las adap­ representarlo como un todo armónico, cuyas partes son consecuencia de unos
taciones de las especies al medio que habitan; sus modificaciones; su mutua cuantos principios generales y se mantienen unidas por mutua acción.
dependencia; su lenta desaparición y la aparición de otras nuevas — el es­ ( ...) Existe actualmente en pedagogía, debemos reconocerlo, una ten­
tudio de todos estos fenómenos se tropieza cada día con obstáculos insupe­ dencia en el sentido de cuidar demasiado la mente infantil, hasta el punto
rables, debido precisamente a que el tema no ha sido enfocado desde un de frenar el razonamiento individual y de restringir la originalidad; y
punto de vista suficientemente geográfico. Wallace, Hooker, Griesbach, existe también una tendencia dirigida a facilitar demasiado el aprendizaje,
Peschel y muchos otros han señalado el camino que hay que seguir en hasta el punto de desacostumbrar a la mente a la realización del esfuerzo
este campo. Pero para hacerlo debemos contar nuevamente con una combi­ intelectual, en lugar de acostumbrarla.gradualmente a irlo realizando. Am­
nación especial de capacidades, en hombres que reúnan un amplio conoci­ bas tendencias existen, pero deben ser consideradas ante todo como una
miento geográfico, con conocimientos botánicos y zoológicos. Por tanto, reacción contra métodos que antes eran usuales, y seguramente tendrán una
lejos de dudar de la necesidad de una ciencia específica que estudie las leyes vida efímera. ¡Concedamos a nuestros escolares más libertad para su des­
del desarrollo del globo y la distribución de la vida orgánica en su superficie, arrollo intelectual! ¡Dejémosles más espacio para su trabajo independiente,
nos vemos obligados a reconocer que hay sitio para tres ciencias diferentes, sin más ayuda por parte del profesor que la estrictamente necesaria! ¡Pon­
cada una con su objetivo específico, pero que deben de permanecer más gamos en sus manos menos libros de texto y más libros de viajes! Pongamos

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236 Piotr Kropotkin 237
Antología de testos

a su alcance más descripciones de países, escritos en todas las lenguas y yoría de nuestras escuelas la enseñanza de las ciencias matemáticas y físicas.
por los mejores autores: éstos son los puntos fundamentales que nunca ¿De qué sirve dictar brillantes lecciones en climatología avanzada sí los
deben perderse de vista. alumnos nunca han tenido una concepción concreta de superficies y ángulos
Es obvio que la geografía, al igual que otras ciencias, debe enseñarse de incidencia, si nunca han hecho superficies y nunca han trazado lineas
en una serie de cursos concéntricos, y que en cada uno de ellos se debe de intersección a diferentes ángulos? ¿Podemos hacer comprender a nues­
poner el esfuerzo en aquellas partes que son más asequibles para las dife­ tros oyentes, las nociones de masas de aíre, de corrientes y de torbellinos
rentes edades. Subdividij^ a la Geografía en Heitmaskunde para las edades mientras no estén familiarizados con las leyes principales de la mecánica?
más tempranas y en Geografía propiamente dicha para las edades más Hacerlo significaría simplemente participar en ese tipo de instrucción que,
avanzadas no es ni deseable ni posible. Una de las primeras cosas que un por desgracia, se extiende con demasiada rapidez, el conocimiento de simples
niño pregunta a su madre es: «¿Qué ocurre con el sol cuando se pone?», palabras y de términos técnicos, sin que debajo exista verdadero conoci­
y tan pronto como haya leído dos relatos de viaje, por tierras polares y miento. La enseñanza que se da en ciencias exactas debe ser mucho más
tropicales, necesariamente preguntará: «¿Por qué no crecen palmeras en amplia y profunda de lo que es actualmente. Y también debe volverse más
Groenlandia?» Estamos obligados a suministrar nociones de cosmografía y concreta. ¿Acaso se puede esperar que nuestros alumnos nos escuchen con
de Geografía física desde las edades más tempranas. Es evidente que no se atención cuando les hablamos de la distribución de las plantas y de los
le puede explicar a un niño qué es un océano si no se le enseña un estanque animales en la superficie de la tierra, de los asentamientos humanos, y de
o un lago vecinos; ni qué es un golfo si no se llama su atención sobre un otros hechos análogos, si no se les ha acostumbrado a realizar por sí mismos
arroyo en la ribera de un río. Sólo con los pequeños desniveles de terreno una descripción completa de una determinada región, a mapÜicarla, a des­
podemos dar una idea a los niños de lo que son las montañas y las mesetas, cribir su estructura geológica, a mostrar la distribución de las plantas y
las cumbres y los glaciares; y sólo sobre el plano de su pueblo o ciudad, de los animales sobre su superficie, a explicar por qué los habitantes de los
el niño puede llegar a entender los convencionales jeroglíficos de los mapas., pueblos se han instalado en un emplazamiento determinado, y no mSs
Pero la lectura favorita de los niños será siempre un relato de viajes de arriba, en un calle, y, sobre todo, si no se les ha enseñado a comparar
tierras remotas, o la historia de Robinson Crusoe. E l pequeño entrante de su propia descripción con otras semejantes realizadas para otras regiones
un estanque, la corriente de un pequeño río, sólo adquieren interés para de otros países? Por muy buenos que sean los mapas en relieve de conti­
la imaginación del niño cuando los puede imaginar en un dilatado golfo, con nentes que pongamos en manos de nuestros niños, nunca les acostumbra­
barcos anclados y hombres desembarcando en una costa desconocida; y los remos a una comprensión completa y nunca les aficionaremos a los mapas
rápidos de un río cuando le evocan los rápidos de los fjander canadienses si no han hecho mapas por sí mismos — esto es, hasta que no hayamos
con el enflaquecido Dr. Richardson tirando por sí mismo a tierra una soga puesto una brújula en sus manos, les hayamos llevado a campo abierto y les
desde la otra orilla. hayamos dicho: «Aquí tienes un paisaje; recorriéndolo con tu brújula tienes
A menudo cosas que el niño tiene a mano le resultan menos compren­ todo lo necesario para cartografiarlo; ve y cartografíalo.» Y no es necesario
sibles que cosas lejanas. Es frecuente que el tráfico en nuestros propios ríos insistir en qué placer es para un chico de quince años deambular solo por
y ferrocarriles, el desarrollo de nuestras industrias y de nuestro comercio los bosques, por los caminos, por las orillas de los ríos, y tenerlos todos
marítimo resulten, sin comparación, menos comprensibles y menos atrac­ — bosques, caminos y ríos— dibujados en una hoja de papel; ni tampoco
tivos a determinadas edades que las partidas de caza y las costumbres de es necesario decir lo fácilmente que se obtienen buenos resultados (lo sé
pueblos primitivos distantes. Cuando recuerdo mi niñez, descubro que lo por propia experiencia escolar) cuando el conocimiento geométrico se ha
que hizo de mí un geógrafo y me indujo a los dieciocho años a inscribirme vuelto concreto al haberle sido aplicadas mediciones en el campo.
en el regimiento de Cosacos del Amur, y no en los guardias a caballo, no (...)
fue la impresión que me causaron las excelentes clases de nuestro excelente Pero esto no es todo. Incluso si toda nuestra educación se fundamentara
profesor de Geografía de Rusia, cuyo libro de texto tan sólo ahora estoy en las ciencias naturales, los resultados alcanzados serían todavía muy
en condiciones de apreciar, sino con mucho mayor motivo la influencia de pobres si el desarrollo intelectual general de nuestros niños fuera descuida­
la gran obra de Defoe en mis primeros años y más tarde — lo principal de do. El resultado final de todos nuestros esfuerzos en materia de educación
todo y por encima de todo— el primer volumen del Cosmos, de Humboldt, debe ser precisamente ese «desarrollo general del intelecto»; y, a pesar de
sus Tableaux de la Nature, y las fascinantes monografías de Karl Ritter ello, es lo último que se enseña. Se pueden ver, por ejemplo, en Suiza, ver­
sobre el árbol del té, el camello, etc. daderos palacios que albergan colegios; se puede encontrar en ellos las más
Otra observación que debe quedar grabada en las mentes de los que selectas exhibiciones de materiales pedagógicos; los niños están muy adelan­
preparan planes de reforma para la educación geográfica es que no puede tados en dibujo; conocen perfectamente los datos históricos; señalan en el
haber una enseñanza sólida en geografía mientras siga como está en la ma­ mapa, sin vacilar, cualquier ciudad de consideración; determinan con fa-

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238 Antología de textos Piotr Kropotkin 239

dlidad a qué especie pertenecen muchas flores; conocen de memoria algunas sidad creando un tipo especial de profesor — el profesor de literatura rusa.
máximas de Jean-Jacques Rousseau y repiten ciertas críticas de «las teorías El utchitel slovesnosti constituye un muy peculiar y muy simpático tipo
de Lassalle»; al mismo tiempo, están completamente desprovistos de «desa­ de la escuela rusa. Casi todos los escritores rusos están en deuda con él,
rrollo general»; a este respecto, la mayoría se encuentra rezagada con por el impulso que de él han recibido para su desarrollo intelectual. Da
relación a muchos alumnos de los colegios más atrasados y más anclados a los estudiantes lo que ningún otro profesor puede dar en sus clases es­
en los viejos sistemas de enseñanza. pecíficas: recapitula el reconocimiento adquirido; proyecta una visión filo­
Tan escasa atención se presta al desarrollo general del escolar que no sófica de él; hace razonar a sus alumnos sobre los temas que no se ense­
estoy seguro de ser completamente entendido en lo que estoy diciendo, por ñan en la escuela. ( ...)
lo que voy a poner un ejemplo. Váyase, por ejemplo, a París, Ginebra o ( ...) En cada etapa de desarrollo de un joven alguien debe ayudarle a
Berna; éntrese en un café, en una cervecería donde los estudiantes tengan recapitular el conocimiento adquirido, a poner de manifiesto la relación
costumbre de reunirse, y particípese en su convefsación. ¿De qué hablan? existente entre las diversas categorías de fenómenos que son estudiados por
De mujeres, de perros, de alguna característica de determinado profesor, separado, a ampliar horizontes ante sus ojos, a acostumbrarle a las gene;
quizá de remo; o — en París— de algún acontecimiento político del día, ralizaciones científicas.
intercambiando algunas frases tomadas de los periódicos de moda. Y váyase Pero el profesor de literatura se ocupa forzosamente tan sólo de una
ahora a un cuarto de estudiantes en el Vassili Ostrov de San Petersburgo, categoría de instrucción filosófica — el mundo psicológico; mientras que se
o al célebre Sivtseff Ravine de Moscú. La escena cambia, y aún más los requieren las mismas generalizaciones, la misma capacidad filosófica para
temas de conversación. Los temas de discusión son, en primer lugar, la el conjunto de las ciencias naturales. Las ciencias naturales deben de tener
Weltanscbauung — la Filosofía del Universo— pacientemente elaborada por su propio utchitel slovesnosti que debe poner de manifiesto las relaciones
cada estudiante por separado o por todos juntos. Un estudiante ruso puede que existen entre todos los fenómenos del mundo físico, y desarrollar ante
no tener botas con que ir a la Universidad, pero tendrá, en cambio, su pro­ sus oyentes el tema de la belleza y la armonía del Cosmos. La filosofía de
pia Weltanscbauung. Kant, Comte y Spencer les son familiares y, mientras la naturaleza será, con toda seguridad, considerada algún día como parte
consumen innumerables tazas de té, o mejor dicho, de agua de té, la im­ necesaria de la educación; pero en el estado actual de nuestras escuelas
portancia relativa de estos sistemas filosóficos es cuidadosamente debatida. ¿quién mejor para hacerse cargo de esta labor que el profesor de Geografía?
La Anschauungen económica y política puede diferir en Vassili Ostrov o en No en vano el Cosmos fue escrito por un geógrafo.
Sivtseff Ravine, pero Rodbertus, Marx, Mili y Chemyshevsky son discutidos (...)
y comentados con interés por todas partes. Es seguro que la «Moral evolu­ ¿Dónde encontrar profesores para llevar a cabo esta inmensa tarea de
cionista» de Spencer es ya un libro familiar en el Sivtseff Ravine y que se educación? Esta es, se nos dice, la gran dificultad que conlleva todo in­
considera una vergüenza no conocerlo. Este ejemplo explica lo que entiendo tento de reforma de la enseñanza. ¿Dónde encontrar, de hecho, varios
por «desarrollo general»: la capacidad y la afición por razonar sobre temas cientos de miles de Pestalozzis y Frobels, que den una instrucción ver­
muy alejados de la mediocridad de nuestra vida cotidiana;, el más amplio daderamente sólida a nuestros niños? Seguramente no en las filas de ese
desarrollo de la mente; la aptitud para percibir las causas de los fenómenos, triste ejército de maestros a los que condenamos a enseñar toda su vida,
para razonar sobre ello. desde la juventud hasta la tumba; que son enviados a un pueblo, donde
¿En qué radica la diferencia? ¿Se nos enseña mejor en las escuelas carecen de toda relación intelectual con gente culta, y que pronto se acos­
rusas? Claro que no. Las palabras de Pushkin: «Ninguno hemos aprendido tumbran a considerar su trabajo como una maldición. Seguramente no en
demasiado y lo hemos hecho de forma azarosa» siguen siendo tan ciertas en las filas de aquellos que ven en la enseñanza una profesión asalariada, y
lo que respecta al estudiante del Vassili Ostrov que al del Boulevard Saint- nada más. Sólo caracteres excepcionales pueden seguir siendo buenos profe­
Michel o del Lago Lemán. Pero Rusia está viviendo una fase de su vida sores en estas condiciones hasta una edad avanzada. Estos hombres y mu­
de mucha tensión impuesta al desarrollo general de los jóvenes. Un estu­ jeres inapreciables deben constituir, valga decirlo, los hermanos mayores
diante de Universidad, o de los cursos superiores de instituto, que se limite de un ejército de enseñantes, cuyas filas deben nutrirse con voluntarios
a leer los libros de clase, será despreciado por sus compañeros y no respe­ orientados en su labor por aquellos que han consagrado toda su vida a la
tado por la sociedad. Como consecuencia de una peculiar fase de despertar noble tarea de la pedagogía. Jóvenes, hombres y mujeres, que dediquen
intelectual que estamos atravesando, la vida fuera del centro de enseñanza unos años de su vida a la enseñanza — no porque vean en la enseñanza
impone esta condición. Hemos tenido que someter a revisión todas las una profesión, sino porque les mueve el deseo de ayudar a sus jóvenes
formas previstas de nuestra vida; y, al estar íntimamente relacionados entre amigos en su desarrollo intelectual; gente de más edad que esté dispuesta
sí todos los fenómenos sociales, no podemos hacerlo sin considerarlos desde a consagrar un determinado número de horas a enseñar temas de su pre­
una perspectiva superior. La escuela, a su vez, ha respondido a esta nece­ ferencia — unos y otros constituirán probablemente el ejército de ense-

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(. c
240 Antología de textos
Capítulo 2
fiantes en un sistema de educación menos organizado. En todo caso, está EL PENSAMIENTO GEOGRAFICO
claro que no es precisamente convirtiendo a la enseñanza en una profesión
asalariada como conseguiremos una buena educación para nuestros niños, CLASICO
y mantendremos en nuestros pedagogos ese espíritu abierto y receptivo que
es imprescindible para acomodarse a las crecientes necesidades de la cien­
cia. El profesor sólo será un verdadero profesor cuando sienta verdadero
amor tanto por los niños como por los temas que enseña, y este senti­
miento no puede perduf&r durante años si la enseñanza es tan sólo una
profesión. Personas dispuestas a dedicar sus energías a la enseñanza y su­
ficientemente capaces para hacerlo no faltan en nuestra sociedad. Falta
saber cómo descubrirlas, cómo interesarlas por la educación y combinar
sus esfuerzos; y en sus manos, con la ayuda de gente más experimentada,
nuestros colegios serán muy pronto diferentes de como son ahora. Serán
lugares donde las- jóvenes generaciones asimilarán el conocimiento y la
experiencia de las más viejas, mientras que éstas, al contacto con las pri­
meras, recuperán nuevas energías para un trabajo conjunto en beneficio de
la humanidad.
Paul Vidal de la Blache *
I
LAS DIVISIONES FUNDAMENTALES
DEL TERRITORIO FRANCES **

Una de las dificultades que hacen vacilar frecuentemente a la ense­


ñanza geográfica es la incertidumbre sobre las divisiones que conviene
adoptar en la descripción de las regiones. E l asunto tiene más alcance de
lo que en principio podría creerse; se refiere en realidad a la propia con­
cepción que se tiene de la geografía. Si esa enseñanza se entiende como
una nomenclatura que hay que añadir a otros conocimientos prácticos del
mismo tipo, la búsqueda de las divisiones convenientes resulta muy sen­
cilla. El mejor método será el mejor memorándum. Pero para quien pre­
tende, por el contrario, tratar a la geografía como una ciencia, el asunto
cambia de aspecto. Los hechos se aclaran según el orden con el que se
agrupen. Si se separa lo que se debe aproximar, si se une lo que se debe
separar, se rompe toda relación natural; es imposible reconocer el encade-

* Paul Vidal de la Blache (1845-1918). Además de los que corresponden a los


( textos traducidos en este libro, entre sus trabajos principales se encuentran:
Vidal de la Blache, P. (1911): «Les gentes de vie dans la géographie humaine»,
Annales de Géographie, X X , 111 y 112, pp. 193-212 y 290-304.
Vidal de la Blache, P. (1913): «Des caracteres distinctifs de la géographie», Annales
de Géographie, X X II, 124, pp. 289-299.
Vidal de la Blache, P. (1971): La France de l’Est (Lorraine-Alsace), París, Amand
Colin.
Vidal de la Blache, P. (1922): Principes de géographie humaine. Publiés d’aprés les
manuscrits de l’Auteur par E . de Martonne. Avertissement de E. de Martonne,
París, Armand Colin.
* * Vidal de la Blache, P. (1888-1889): «Des divisions fondamentales du sol fran-
$ais», Bulletin Littéraire, I I , pp. 1-7 y 49-57; reproducido en Vidal de la Blache, P ., y
Camena d’Almeida, P. (1897): La France, París, Armand Colin, nueva edición total­
mente refundida e ilustrada, 1909, pp. V -X X X . Traducción de Isabel Pérez-Villanueva
Tovar.
243

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t c
244 Antología de textos
Paul Vidal de la Blache 245
namiento que enlaza, sin embargo, los fenómenos de los que se ocupa la hay que delimitar entonces convenientemente, todos los rasgos propios ne­
geografía y que constituye su razón de ser científica. cesarios para caracterizarla. La naturaleza, dice Cari Ritter, «ist keine tote
Se nos permitirá considerar como indiscutible en principio que la geo­ Maschinerei»; Francia, diremos nosotros siguiéndole, no es una maquinaria
grafía debe ser tratada en la enseñanza como una ciencia y no como una que se pueda desmontar y exponer pieza por pieza.
simple nomenclatura. Vamos a intentar, pues, no tanto discutir los pro­ Pero hay que elegir bien estas divisiones regionales; y henos aquí de
cedimientos como aclarar un principio metodológico. Lo más seguro y lo nuevo en el tema. Sería poco razonable tomar como guía, en materia geo­
mejor en semejante matejria es elegir un ejemplo: lo natural es que sea gráfica, divisiones históricas o administrativas. No hablo de nuestras 86
el de Francia. ■unidades departamentales, que no podrían tomarse seriamente como marcos
de una descripción geográfica. Pero se ha afirmado a veces que las anti­
I) Los programas conceden con razón una gran importancia al estudio guas provincias ofrecían un sistema de divisiones acorde con regiones na­
de Francia. Nuestro país es una región suficientemente variada como para turales. Hay que señalar que esta opinión ha sido emitida fundamental­
servir de tema a estudios muy fecundos. Quien penetrase a fondo en la mente por geólogos; quizá los historiadores tendrían dificultades para
geografía de Francia poseería datos desde luego insuficientes, pero ya compartirla. Cuando se repasan mentalmente los incidentes históricos, los
muy valiosos y susceptibles de aplicación a las leyes generales de la vida azares sucesorios, las necesidades circunstanciales que han influido sobre
terrestre. Los maestros habrán de recurrir a veces a la geografía de los la formación de estos agrupamientos territoriales, surgen dudas sobre la
países vecinos para explicar ciertos rasgos del nuestro. Pero, en general, concordancia que puede existir entre una provincia y una región natural.
podrán limitarse sin lamentarlo al estudio de este territorio que, aun no Esta concordancia existe, sin embargo, hasta cierto punto en determinadas
siendo más que alrededor de la 965a parte de la superficie terrestre, ofrece, provincias. Champaña y, sobre todo, Bretaña pueden servir de ejemplos.
sin embargo, abundante materia para sus observaciones. Se puede uno pre­ Pero lo más frecuente es que las provincias nos ofrezcan una amalgama
guntar, ante todo, si es necesario dividir en regiones el país que se quiere heterogénea de regiones muy diversas; la composición territorial de Nor­
estudiar, y si no sería más sencillo examinar separadamente y uno detrás mandía o del Languedoc no responde en absoluto a una división natural
de otro sus principales aspectos, costas, relieve, hidrografía, ciudades, etc. del territorio.
Es fácil mostrar que un sistema así iría directamente contra la finalidad Las divisiones geográficas no pueden proceder más que de la propia
que se propone la geografía. Esta ve en los fenómenos su correlación, su geografía. Esto ha quedado claro; pero entonces se ha imaginado esa di­
encadenamiento; busca en ese encadenamiento su explicación: no hay que visión por cuencas fluviales, a la que, a pesar de las justas críticas que
empezar pues por aislarlos. ¿Puede describirse de forma inteligible el lito­ provoca, no es seguro que la enseñanza haya renunciado en todas partes,
ral sin las tierras del interior, los acantilados de Normandía sin las mesetas pues no se renuncia en un día a costumbres inveteradas que libros y
de creta de las que forman parte, los promontorios y los estuarios bre­ mapas llamados geográficos han acreditado a conciencia. Este sistema de
tones sin las rocas de naturaleza diferente y de desigual dureza que divisiones es sencillo en apariencia, pero no tiene más que la apariencia
constituyen la península? Ocurre lo mismo con la hidrografía y la red de la sencillez. En realidad no puede ser más oscuro. Lo artificial no puede
fluvial, que dependen estrechamente de la naturaleza del terreno. ¿Por ser claro; pues al destruir las relaciones naturales de las cosas se condena
qué aquí las aguas se concentran en canales poco numerosos, mientras que uno a no darse cuenta de nada: es ponerse en contradicción con realidades
en otras partes se dispersan en innumerables redes y discurren por todas que saltan a la vista. Aplicada a Francia, la división por cuencas fluviales
partes? ¿Por qué el mismo río cambia, durante su curso, de aspecto y de separa comarcas que la naturaleza ha unido, como los «países» * del curso
medio del Loira y los del Sena. Destruye la unidad del Macizo Central.
ritmo, unas veces encajado, otras ramificado, claro o turbio, desigual o
¡Un geólogo dijo en cierta ocasión que la existencia del Macizo Central,
regular, adoptando, sucesivamente, en resumen, los caracteres de las re­
partiodaridad bastante importante del territorio francés, había pasado des­
giones que atraviesa? E l geógrafo estudia en la hidrografía una de las
apercibida para los geógrafos! Para ciertos geógrafos, al menos, estas
expresiones en las que se manifiesta una región, y actúa de igual manera
palabras no eran demasiado severas. Estaban muy justificadas ante los
con la vegetación, con las viviendas y los habitantes. No debe ocuparse de
mapas en los que, para uso escolar, se representaba no sé qué esqueleto
estos distintos temas de estudio ni como botánico ni como economista.
imaginario cuyas articulaciones se prolongaban hasta los extremos del te-
Pero sabe que de estos diferentes rasgos se compone la fisonomía de una
región, es decir, ese algo vivo que el geógrafo debe aspirar a reproducir. * Se ha preferido respetar, entrecomillándolo, el término «país» (pays), aiando
La naturaleza nos pone pues en guardia contra las divisiones artificiales. se refiere a pequeñas unidades espaciales, ya que el autor acepta para ese téimino,
Nos indica que no hay que. parcelar la descripción, sino que, por el con­ frecuente en la literatura geográfica francesa clásica, un significado que no coincide
trario, hay que concentrar sobre la región que se quiere describir, y que exactamente con el que babitualmente se atribuye al término castellano «comarca».
(N. del T.)

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246 Antología de textos Paul Vidal de la Blache 247

rritorio. Hemos conocido todos, en nuestra infancia, esas sigulares imáge­ cultivada de cereales, que las carreteras y los ferrocarriles eligen preferen­
nes que recortaban a Francia en compartimentos distintos, desconocidos temente, mejor que los «países» más accidentados que la bordean tanto
para los geólogos y los topógrafos. Se obtenía una fisionomía totalmente al este como al oeste. Este nombre de Campagne o Champagne se vuelve
falsa del territorio francés. a encontrar en el límite norte del Macizo Central: allí también designa
una superficie .uniforme de llanura que bordea un «país» totalmente dife­
II) Intentemos pues clarificar lo que hay que entender por región rente: la Champagne de Cháteauroux confina a la Marche, cortada por
natural. El mejor medio gara ello será librarnos de toda rutina escolástica innumerables accidentes de terreno, cultivada en pequeños campos con
y situarnos, siempre que sea posible, ante realidades. La geografía no es los que se mezclan praderas, bosques y landas.
precisamente una ciencia de libros; necesita la colaboración de la observa­ Las denominaciones características no faltan casi nunca en el punto de
ción personal. Sólo será buen maestro quien uga cierto interés de obser­ contacto de regiones francamente diferentes. Pero las circunstancias que
vación personal a las cosas que tiene que describir. La naturaleza, en su llaman la atención varían y se expresan de forma distinta en el vocabulario
inagotable variedad, pone al alcance de cada uno los objetos de observa­ local. En el extremo occidental del Macizo Central, el nombre de 'Tenes
ción, y se puede garantizar a los que se dedican a ello menos esfuerzo froides designa al «país» de Confolens, mientras que el «país» de Ruffec,
que placer. situado también en el departamento de la Charente, se denomina T erres
Entre Etampes y Orléans, atravesamos en tren un «país» llamado chandes. El nombre del primer «país» perteneciente al Macizo Central
la Beauce; e incluso sin bajar del vagón, distinguimos algunos caracteres procede de la impermeabilidad del terreno, en cuya superficie la permanen­
del paisaje: un terreno indefinidamente llano, sobre el que se desarrollan cia del agua produce la humedad y las nieblas. En el otro, las calizas
campos cultivados alargados, muy pocos árboles, muy pocos ríos (durante fisuradas mantienen la sequedad en la superficie, mientras que las aguas
65 kilómetros no se atraviesa ninguno), sin casas aisladas; todas las vi­ se infiltran en el subsuelo.
viendas están agrupadas en aldeas o pueblos. No temamos multiplicar los ejemplos. En otra parte de Francia, donde
Si atravesamos el Loira encontramos, al sur, un «país» igual de llano, los terrenos calcáreos se presentan también contiguos a los granitos, en­
pero cuyo terreno tiene un color diferente, en el que abundan los bosques contramos una distinción claramente establecida, la del Morvan y del
y las lagunas: es la Sologne. Al oeste de la Beauce, entre las fuentes del Auxois: éste, «país» de tierras fuertes y fértiles, que ningún campesino
Loira y del Eure, aparece un «país» accidentado, verde, fragmentado por confundirá con el frío y estéril «país» limítrofe al suroeste.
cercas y por hileras de árboles, con viviendas diseminadas por todas partes, No tenemos pues más que mirar a nuestro alrededor para recoger ejem­
es el Perche. Entremos en Normandía. Si en el departamento de Sena plos de divisiones naturales. Estos nombres, en efecto, no son términos
Inferior, examinamos los dos distritos contiguos de Yvetot y de Neufchátel, administrativos o escolares; son de uso cotidiano, el propio campesino los
¡qué diferencias! En el primero todo es llanura, campos de cereales, conoce y los emplea. Como productos que son de la observación local, no
granjas cercadas cuadrangularmente por grandes árboles, amplios horizon­ pueden abarcar grandes extensiones: son restringidos como el horizonte
tes. En el segundo no se ven más que pequeños valles, setos vivos y pastos. de los que los utilizan. Son «países» más que regiones. Pero no por ello
Hemos pasado del «país» de Caux al «país» de Bray. La forma de vivir tienen menos valor para el geógrafo. La expresión «país» tiene la carac­
de los habitantes ha cambiado con el terreno. Si, en el departamento de terística de que se aplica a los habitantes casi tanto como al terreno.
Calvados, abandonamos el campo de Caen para entrar en el Bocage, se Cuando hemos intentado penetrar en la significación de estos términos,
nos presentan contrastes diferentes, pero no menos acusados. Los hom­ hemos visto que no expresan una simple particularidad, sino un conjunto
bres difieren como el terreno; y el instinto popular que distingue entre las de caracteres extraídos a la vez del terreno, de las aguas, de los cultivos,
poblaciones de los dos «países» no es de hoy. El viejo poeta normando de la disposición de las viviendas. ¡He aquí, pues, tomado del natural, ese
del Román de Rou sabía ya muy bien distinguir «Cil des bocages et cil encadenamiento de relaciones que parte del terreno y que desemboca en
des plains». el hombre, y del que decíamos al comienzo que debía constituir el objeto
A veces no es sólo un «país», sino una serie continua de «países» propio del estudio geográfico! Instintivamente adivinado por la observa­
designada por los habitantes con un nombre que señala al observador la ción popular, este encadenamiento se precisa y se coordina mediante la
analogía de sus caracteres. Así, entre Caen y Le Mans se desarrollan, observación científica. Para comprender lo que la enseñanza geográfica le
de norte a sur, una Campagne de Caen, una Campagne de Alen?on, una exige, un maestro no podría encontrar mejor ejercicio y mejor guía que
Campagne Mancelle. Para el geólogo, esta sucesión de Campagnes repre­ estos nombres de «países». Aquí están, en efecto, las que yo llamaría
senta un zona de terrenos de caliza oolítica formando un reborde a lo fuentes vivas de la geografía. Sería muy sorprendente que este estudio no
largo de los esquistos y de los granitos que se suceden del Cotentin al le hiciese rechazar para siempre las malas divisiones artificiales, que no
Anjou. Se ofrece a la vista como una superficie débilmente accidentada, sirven más que para desconcertar a la vista y a la mente.

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248 Antología de textos Paul Vidal de la Blache 249

Pero, se dirá, ¿cómo aplicar una división por «países» a la enseñanza se acaba de trazar son las divisiones fundamentales dd territorio francés.
de la geografía de Francia, para que pueda practicarse en las escuelas? A su correspondencia debe éste su carácter armónico.
No recomendamos, en efecto, su aplicación directa. Además de las dificul­ No es una casualidad que se asemejen a las divisiones geológicas hasta
tades frecuentemente insuperables que supondría su delimitación, hay en el punto de coincidir más o menos con ellas. Pero hay que reconocer que
la propia exigüidad de estas divisiones una razón perentoria. El estudio del se justifican también por razones procedentes del aspecto del terreno, del
territorio estaría fragmentado más allá de toda medida admisible en una carácter de la vegetación, del agrupamiento de los habitantes, es decir,
enseñanza dirigida a escolares; las relaciones generales correrían el riesgo de orden esencialmente geográfico. Tal es, en efecto, la concordanda
de desaparecer en el análisis demasiado fragmentario del detalle. ■’ íntima y profunda de ambas ciencias. En esta concordancia deben los
Pero aconsejamos a los maestros que utilicen estas divisiones, que les maestros buscar los principios metodológicos que, en nuestra opinión,^ son
ofrecen los propios habitantes, de una forma indirecta, es decir, que se los únicos capaces de conferir a la enseñanza de la geografía un carácter
inspiren en ellas para elevarse hasta los agrupamientos más generales que de precisión y de verdad.
les son necesarios. E l principio de estas divisiones más generales debe
buscarse en el orden mismo de los hechos naturales. ¿En qué se basan,
en definitiva, estas divisiones de «países»? Resumen un conjunto de fe­
nómenos que dependen casi siempre de la constitución geológica del te­
rreno. La geología y la geografía son, en efecto, dos ciencias distintas,
pero que se relacionan estrechamente. E l geólogo se propone, al estudiar
los terrenos, determinar las condiciones en las que se han formado;
intenta reconstruir, capa tras capa, la historia del suelo. Para el geógrafo
el punto de partida es idéntico, pero la finalidad difiere. Busca en la
constitución geológica de los terrenos la explicación de su aspecto, de sus
formas exteriores, el principio de las influencias diversas que ejerce el
terreno tanto sobre la naturaleza inorgánica como sobre los seres vivos.
Otras causas concurren sin duda también a determinar la fisionomía de
las regiones. Si en lugar de estudiar una región restringida como Francia,
se estudiasen amplias superficies continentales, habría que fijarse primero
en el clima; eni la fisionomía de las grandes zonas terrestres las conside­
raciones procedentes del clima son incluso más importantes que las causas
geológicas. El régimen de las lluvias, por la influencia que ejerce sobre la
vegetación, puede, independientemente de toda diferencia geológica, modi­
ficar la fisionomía de las regiones.
Pero, sin renunciar a beber en otras fuentes, la Geografía no pierde
nunca de vista a la geología. Incluso cuando ias dos ciencias gemelas
parecen divergir, no se mantienen extrañas entre sí. No se comprende
exactamente el terreno más que cuando se está en condiciones de remon­
tarse hasta los orígenes de su formación. Ocurre con la historia de la
tierra como con la de los hombres; el presente está demasiado estrecha­
mente ligado al pasado para que pueda ser explicado con exactitud sin él.

(El apartado I I I describe las «cinco grandes regiones» de Francia:


Bassin de París, Platean central, Ouest, Midi y Vallée du Rbóne et de la
Saóne.)

IV ) En el conjunto del territorio francés hay otros grupos regio­


nales que yo llamaría periféricos. Se extienden, en efecto, como glacis a lo
largo de nuestras fronteras. Pero las grandes regiones cuyo rápido esbozo

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Paul Vidal de la Blache Paul Vidal de la Blache 251

PANORAMA DE LA GEOGRAFIA DE FRANCIA: El hombre ha sido durante mucho tiempo, en nuestro país, el discí­
PROLOGO * pulo fiel del terreno. E l estudio de ese terreno contribuirá, por tanto, a
ilustrarnos sobre el carácter, las costumbres y las tendencias de los habi­
tantes. Para conseguir resultados precisos este estudio debe ser razonado;
es decir, debe relacionar el aspecto que presenta el terreno actual con su
composición y su pasado geológico. No temamos dañar así la impresión
que se desprende de las líneas del paisaje, de las formas del relieve, del
contorno de los horizontes, del aspecto exterior de las cosas. Todo lo
contrario. La inteligencia de las causas permite saborear mejor su dispo­
sición y su armonía.
He intentado hacer revivir, en la parte descriptiva de este trabajo, una
fisionomía que me ha parecido variada, amable, acogedora. Me gustaría
haber conseguido plasmar algo de las impresiones que he sentido al reco­
rrer en todas las direcciones esta región profundamente humanizada, pero
no envilecida por las obras de la civilización. Sentimos en ella una llamada
a la reflexión, pero volvemos sin cesar, como a una fuente de causas, al
espectáculo, a veces risueño y a veces imponente, de esos campos, de
esos montes y de esos mares.

La historia de un pueblo es inseparable del territorio que habita. Sólo


se puede representar al pueblo griego en torno a los mares helénicos, al
inglés en su isla, al americano en los amplios espacios de los Estados
Unidos. Se ha intentado explicar en estas páginas de qué manera ha ocu­
rrido lo mismo con el pueblo cuya historia se ha incorporado al terri­
torio francés.
Las relaciones entre el terreno y el hombre están impregnadas, en
Francia, de un carácter original de antigüedad, de continuidad. Los pobla-
mientos humanos parecen haberse estabilizado muy tempranamente; el
hombre se ha detenido aquí porque ha encontrado, junto a los medios de
subsistencia, los materiales de sus construcciones y de sus industrias. Du­
rante largos siglos ha llevado así una vida local, que se ha impregnado
lentamente de las esencias de la tierra. Se ha producido una adaptación,
gracias a costumbres transmitidas y mantenidas en los lugares donde habían
nacido. Hay un hecho que frecuentemente se puede observar en nuestro
país, y es que los habitantes se han sucedido desde tiempos inmemoriales
en los mismos lugares. Los niveles de manantiales, las rocas calizas pro­
picias para la construcción y para la defensa, han sido desde el principio
focos de atracción, que no se han abandonado posteriormente. Se puede
ver, en Loches, el castillo de los Valois levantado sobre restos romanos,
que a su vez coronan la roca de toba perforada por grutas, que pudieron
ser viviendas primitivas.

* P. Vidal de la Blache: Tablean de la géographie de la France (en Lavisse, E.,


Dir.: Histoire de France depuis les origines jasqu’i la Révolulion, tomo I, 1 * parte),
París, Hachette, 1903; «Avant-propos», pp. 3-4. Traducción de Isabel Pérez-Villanueva
Tovar.
250

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Jean Brunhes * Jean Brunhes 253

EL CARACTER PROPIO ni al continuo ejercicio: no pierde el tiempo en contemplaciones místicas


Y EL CARACTER COMPLEJO DE LOS HECHOS ni en la barbarie brutal.»
DE GEOGRAFIA HUMANA ** Otro dijo, como para replicar — y fue Hegel: «Que no me vengan a
hablar del cielo de Grecia, puesto que son los turcos quienes habitan ahora
donde antes habitaban los griegos: que ya no se siga con eso y que nos
dejen tranquilos.»
Los dos juicios se enfrentan. Desde luego, no habría que reducir la
Filosofía del Arte tan sólo a esta Geografía explicativa, y ya tendremos
ocasión de volver sobre ello; pero es sabido que la preocupación deter­
minista de Taine le condujo a pensar que las leyes de las ciencias del
hombre son las mismas que las de las ciencias naturales: «La filosofía
de la historia repite como una fiel imagen la filosofía de la historia
natural.»
Para otros, por el contrario, el hombre es completamente independiente
del medio físico: unas veces es la consecuencia del espíritu, otras es la
raza el secreto de todo el desarrollo económico, histórico y geográfico
de los diversos grupos humanos. Gobineau declaró: «El grupo blanco,
aunque viviese en el fondo de los hielos polares o bajo los rayos de fuego
del Ecuador, haría inclinarse de su lado el mundo intelectual. Allí con­
Alguien dijo — y fue Taine: «Miremos un mapa. Grecia es una penín­
vergerían todas las ideas, todas las tendencias, todos los esfuerzos y no
sula en forma de triángulo que, teniendo su base apoyada sobre la Turquía
habría obstáculo natural que pudiese impedir que llegasen las mercancías,
europea, se destaca de ella, se alarga hacia el mediodía, se adentra en
los productos más lejanos a través de los mares, los ríos y las montañas.»
el mar, se afila en el istmo de Corinto, para formar más allá una segunda
Reivindicar o más bien establecer los derechos de la geografía humana
península más meridional aún, el Peloponeso, especie de hoja de morera
exige librarse de la seducción del estilo ampuloso y de la explicación
unida al continente por un fino pedúnculo. A esto debe añadirse un cen­
demasiado simplista y sistemática de Taine, y librarse también de los
tenar de islas, con la costa asiática enfrente: una franja de pequeños
doctrinarios de las influencias étnicas.
países cosida a los grandes continentes bárbaros, y un enjambre de islas
Era importante confrontar primero y oponer esas interpretaciones ex­
dispersas sobre un mar azul rodeado por la franja; ésta es la tierra que ha
tremas de las modalidades de la actividad humana en la Superficie de
alimentado y formado a ese pueblo tan precoz y tan inteligente. Era sin­
nuestra tierra, interpretaciones que vienen avaladas, sin embargo, por nom­
gularmente adecuada para esta obra... Un pueblo formado por semejante
bres tan notables: se aceptará con más facilidad que todo lo que hemos
clima se desarrolla más rápida y armoniosamente que otro; el hombre no
intentado precisar, en este curso de geografía humana, no es tan evidente
se encuentra agobiado o aplanado por el excesivo calor, ni envarado y
como a veces podrían hacerlo creer nuestra exposición, y se considerará
paralizado por el rigor del frío. No está condenado a la inercia soñadora
legítimo nuestro deber, que es recordar modestamente, con algunos hechos
* Jean Brunhes (1869-1930). Además del artículo traducido en este libro, entre muy claros, en primer lugar, cómo la historia se traduce en la geografía;
sus trabajos principales se encuentran: en segundo lugar, cómo la geografía se traduce en la historia; en tercer
Brunhes, J . (1902): L ’irrigation dans la Péninsule Ibérique et dans l'Afrique du Nord, lugar, cómo, en qué medida y bajo qué formas los seres humanos son
París, Naud. factores geográficos.
Brunhes, J . (1910): L a géographie humaine. Essai d e classification positive. Principes
et exemples, París, Félix Alean. (Existe traducdón de la versión abreviada de (-)
esta obra: Brunhes, J .: Geografía humana. Edición abreviada por Mme. M. Jean-
Brunhes Delatnarre y P. Deffontaines. Traducción de J . Comas Ros, Barcelona, Ju ­ E l c a r á c t e r p r o p i o d e l o s h e c h o s d e g e o g r a f ía hum ana
ventud, 1948.)
Brunhes, J., y Vallaux, C. (1921): L a géographie de l’histoire. Géographie de la paix (...)
et de la guerre sur terre et sur mer, París, Félix Alean.
* * Brunhes, J . (1913): «Du caractére propre et du caractére complexe des faits de La geografía se traduce en la historia ( ...)
géographie humaine» (Lección inaugural del curso de Geografía Humana, pronun­
ciada en el Collége de France, el 9 de diciembre de 1912), Annales de Géographie, Después de Montesquieu, Turgot, Daunou, Heeren, cuyos presenti­
X X II, 121, pp. 1-40. Traducción de Isabel Pérez-Villanueva Tovar.
mientos geográficos tendremos ocasión de analizar, fue Michelet el primer
252

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254 Antología de textos Jean Brunhes 255

historiador que sintió y expresó muy claramente que la historia dependía cluso más lejos. ¿No es lógico que esta comuna tan claramente delimitada,
en cierta medida de la geografía: «Sin una base geográfica, el pueblo, el que encontraba a sus propias puertas una cuesta pronunciada que podría
actor histórico parece andar en el aire, como en las pinturas chinas en las utilizarse favorablemente para la defensa, haya sido la primera dotada de
que falta el suelo. Y hay que subrayar que la tierra no es sólo el teatro bastante audacia y de una conciencia suficientemente fuerte de su realidad
de la acción. Por la alimentación, el clima, etc., influye de mil maneras.» colectiva como-para rebelarse contra su obispo soberano? ¿No es acaso un
Pero la dificultad ha surgido cuando se ha querido precisar el papel ejemplo admirable de la influencia ejercida sobre la historia no sólo por
de los hechos naturales "Sn la historia de los destinos humanos. Intentare­ la posición, sino por la estructura, por la configuración del terreno?
mos ver cómo la historia se ha acercado poco a poco a la tierra hasta Sin embargo, incluso en este ejemplo, aunque los hombres han depen­
la aparición de ese Tablean de la géographie de la France, debido a dido manifiestamente de la tierra, también han dependido de lo que han
P. Vidal de la Blanche; éste es el modelo más perfecto de este método creado ellos mismos sobre ese punto del espacio. Una vez elegido el em­
explicativo, y permítanme declarar aquí y ahora con qué orgullo me con­ plazamiento por los primeros habitantes, lo que ejerce una acción sobre
fieso y sigo siendo el alumno de semejante maestro: le debo más que los siguientes es a la vez la naturaleza geográfica y la obra geográfica
ideas; le debo la inspiración, la iluminación primera, el gusto por todos iniciada por el hombre. La relación no es sencilla; no olvidemos la conclu­
los matices delicados del juego subaéreo de la tierra y de los hombres, sión de este hecho analizado: lós hombres se ligan al marco natural no
y, por decirlo en una palabra, la pasión por la geografía. sólo en función de las aptitudes originales de ese marco, sino en función
Hay que salir pues resueltamente de las generalidades y de las rela­ de los hechos geográficos humanos que proceden de su elección y de su
ciones vagas entre la naturaleza y los hombres. propia actividad.
Es necesario buscar el porqué de esas conexiones. Si los hechos na­ De la misma forma, cuando se trata del clima, todo el mundo, desde
turales tienen una cierta acción sobre las aptitudes o las vocaciones de Montesquieu, tiene la impresión de que las modalidades de la actividad
los grupos humanos, es porque hay hechos intermediarios, hechos de de los hombres están en relación con los hechos climáticos; pero ¿cuáles
pesca o de caza, hechos de cultivo, hechos de enfermedad, etc., en los que son en realidad esas relaciones? ¿Cómo actúa sobre nosotros el clima?
se revela el contacto entre las actividades terrestres y las actividades Actúa en primer lugar sobre nuestro organismo; actúa por los huéspedes
humanas, y mediante los que puede explicarse la influencia de las primeras intermediarios cuyo desarrollo permite, y que son los agentes transporta­
sobre las segundas. Es acertado, pero insuficiente, decir con Napoleón: dores de esta y de aquella enfermedad; actúa también por los cultivos y
«La política de los Estados está en su geografía»; y para hacerles com­ por medio de la alimentación que esos cultivos .nos procuran. Aquí, tanto
prender bien en qué sentido conviene orientar las investigaciones histórico- o quizá más que en otros terrenos, hay que renovar mediante el análisis
geográficas, les citaré una frase que revela de manera mucho más completa los datos demasiado corrientes, demasiado fáciles y demasiado superficiales.
una de las formas realistas del poder político; fue escrita en 1902, a pro­ Existen ciertas relaciones entre el total y la serie de los acontecimientos
pósito de Madagascar. «La exactitud de esta fórmula se confirma cotidia­ climáticos de un año y la producción en cantidad y en calidad de las cose­
namente: el dueño de los bueyes es dueño del país. La tribu más refrac­ chas de tal o cual cereal. Pero hay trigo y trigo, y cada uno de estos trigos
taria se somete inmediatamente cuando se controlan sus rebaños.» Estas se adapta al suelo y tiene un temperamento climático, que le convierte
líneas, muy dignas de un conquistador pacífico, son las de un oficial que casi en otra planta y que le convierte, en todo caso, en otra planta desde
ya estaba acostumbrado a la victoria en el Tonkín, y después en Madagas­ el punto de vista de la geografía humana. Los americanos desconocían to­
car, el general Lyautey. talmente los trigos duros; han descubierto, hace cuatro o cinco años, el
Cuando, al venir hacia París, se franquean las últimas crestas de los trigo de Cherson. La región de Cherson ya no pertenece a las tierras negras,
escarpes en aureola que son uno de los rasgos esenciales de la cuenca es ya la estepa seca; este trigo les ha hecho ganar, para el cultivo de la
parisina, se percibe, mirando el horizonte, delante de esta línea de cresta, gran planta alimenticia, cien millas sobre el Gran Desierto. Hoy, los Esta­
la silueta de la colina y de la ciudad de Laon, mesa colgada que una dos Unidos producen sesenta millones de celemines de trigo duro.
capa resistente de 12 metros de caliza grosera mantiene plana y alta, por
encima de capas arenosas; es una especie de acento circunflejo, limitado
por todas partes por lo abrupto del escarpe, y que dominaba antaño una Los hombres como agentes geográficos
zona malsana, pero muy protectora, de terrenos pantanosos. No puede
uno evitar el recuerdo de toda la historia de Laon, bastión avanzado del La superficie de la tierra ofrece a nuestra observación asperezas con­
cristianismo en el norte de la Galia, isla fuerte que escapó a los vándalos, tinentales y mantos líquidos, olas inmóviles de piedra, que son las monta­
refugio de los últimos carolingios. ¿No estaba esta excepcional configura­ ñas plegadas, y ondulaciones pasajeras y renovadas de las partes cons­
ción predestinada a albergar una plaza fuerte, muy fuerte? Vayamos in­ tituidas por elementos más móviles, aguas o arenas; los glaciares, los

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Jean Brunhes 257
256 Antología de textos

A la luz de esta iluminación general de las ciencias que atañen a la


torrentes y los ríos, los fenómenos eruptivos, no sólo accidentan por su
vida, y especialmente a la vida humana, deben ser abordados los estudios
mera presencia la corteza terrestre, sino que la modifican, la esculpen y,
de geografía que se refieren al hombre. Pero se debe empezar, como con­
en cierto sentido, la renuevan incesantemente. Pero, al lado y en medio
viene, por la observación más positiva; el rigor de la observación debe ser
de todos esos agentes, cuyas acciones, racionalmente analizadas o explica­
la primera y fundamental garantía del posible acierto de la explicación
das, son el objeto mismo de la geografía física, hay otro agente modificador ulterior.
de la superficie terrestre^ que, sin duda, supera a todos los demás — si
Uno de los mejores geógrafos contemporáneos, el profesor Woeikof, de
no por la potencia máxima de que dispone, por lo menos por,el efecto
San Petersburgo, ha formulado la acertada observación de que el hombre
global que realiza; si no por la definición rigurosa de su forma de operar,
ejerce sobre todo su acción sobre la tierra porque tiene ascendiente sobre
al menos por la flexibilidad de la adaptación de su acción propia a los
los cuerpos muebles. Se puede llevar esta observación hasta sus límites
diversos marcos naturales; si no por el carácter localizado de una mani­
extremos. Una de las partes más importantes de la obra humana consiste
festación prodigiosa, al menos por la generalidad y la indefinida multipli­
cación de una serie de pequeños gestos, cuya suma renueva, también por en manejar las moléculas de agua, es decir, en dirigir el reparto de las
su parte, sin tregua y con fuerza, las superficies continentales: es la mul­ gotas de lluvia, cortar las vías de agua, construir canales, llevar el agua
titud de los hombres, son los mil seiscientos millones de seres humanos corriente o estancada, gota a gota, sobre la superficie de los campos para
en continua actividad y en perpetuo crecimiento. regarlos, o a las profundas cañerías de los tubos de drenaje para desecar
En total, hay. una parte muy grande de la superficie del globo a la las tierras. Ocurre lo mismo con los cuerpos sólidos: el verdadero cultivo
que podría llamarse «superficie humana». La geografía humana puede de­ es siempre un mullido más o menos perfeccionado de las capas superiores;
finirse en la forma más sencilla y más clara: el estudio de esta superficie construir carreteras, casas o minas, es en primer lugar cortar bloques o
humana, o más exactamente todavía, humanizada de nuestro planeta. bosques, hacer móviles, y casi se podría decir muebles, las masas minerales
(...) o los troncos y las ramas de los vegetales clavados al suelo por sus raíces.
La geografía física está hoy constituida gracias al desarrollo de las cien­ En todas partes, el hombre parte terrones — los terrones son a veces
cias vecinas, geología, meteorología, botánica, biología general. A su vez, colinas o montañas— , recorta, desplaza y almacena cantos y piedras. En
la historia, la arqueología, la prehistoria, la antropología, la etnología, las todas partes, intenta conquistar las partículas de arena, y reduce las rocas
ciencias económicas y estadísticas son cada vez más ricas en documentos a partículas. Inversamente, vuelve a tomar esas partículas, recoge el polvo,
verdaderos y maestras de sus propios métodos; comprenden y expresan y con él construye bloques. Funde minerales para fabricar lingotes. En
todas que el hecho aislado puede ser susceptible de interpretaciones tan realidad, la obra total de la civilización material es hacer amalgamas y aglo­
contradictorias que no debe estudiarse aisladamente; hay que volverlo a merados con simples granos.
colocar en la corriente de vida que lo ha creado; es el eslabón de una En un libro cuyo esbozo general se me permitirá recordar brevemente,
cadena, y la materia de la que está hecha esta cadena, si se nos permite se ha hecho un esfuerzo para responder a las exigencias primordiales de la
esta expresión, es siempre, bajo formas diversas, ese imponderable, ese algo observación y para proporcionar el modesto marco de una clasificación
que no se puede reducir a ninguna fórmula simplista, y que es la vida. positiva.
Emile Boutroux observaba muy acertadamente no hace mucho: «Un Nos ha parecido que todos los hechos humanos de la superficie terres­
ilustre filólogo, uno de nuestros más queridos maestros, Michel Bréal, en tre podían reducirse a seis tipos esenciales: 1.°) las casas, y 2°) los ca­
su célebre Essai sur la Sémantique, expone que no hay que considerar el minos, que están siempre ligados y que se entremezclan y se combinan para
lenguaje como una cosa que existe en sí y que evoluciona por sí, según componer no sólo los pueblos y las ciudades, sino, como hemos indicado
leyes independientes del hombre. Todo lo que es condición exterior, señala, antes, las expresiones materiales de esos todos políticos más complejos,
juega únicamente, en la evolución del lenguaje, un papel de causa secun­ Estados e imperios; estos dos primeros tipos de hechos forman un primer
daria y ocasional. La única causa verdadera es la inteligencia y la voluntad grupo, al que se puede llamar «hechos de ocupación improductiva del
humana.» Ocurre lo mismo a fortiori para la geografía humana. Todos los suelo». Después vienen: 3.°) los jardines y los campos, y 4.°) los animales
fenómenos vivos dependen de un medio, pero de un medio que evoluciona uncidos y los rebaños, plantas cultivadas, animales domésticos, que cons­
y evolucionará siempre. Siguiendo esta concepción, y bajo el impulso de tituyen el segundo grupo: «hechos de conquista vegetal y animal». Final­
los que, queriendo ser algo más que acumuladores de fichas, intentan llevar mente, los hombres destruyen y desplazan de forma irreversible riquezas
a cabo en todos los terrenos la maravillosa «resurrección» de la que habla orgánicas o inorgánicas de esas regiones de la tierra o de las aguas que
Michelet, las ciencias de observación económicas, morales y sociales deben nuestros medios de destrucción nos permiten alcanzar: 5 ° ) las devasta­
convertirse en estudios de medios, de medios que modifica y reforma cons­ ciones vegetales o animales, y 6.°) las explotaciones minerales componen
tantemente la vida.

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258 Antología de textos Jean Brunhes 259

el tercer y último grupo de los hechos esenciales, los de «economía des­ humana; pero los etnógrafos o los estadísticos no hacen la obra de los
tructiva». historiadores, ni los historiadores la de los estadísticos o la de los etnógra­
Ocupación improductiva del suelo, conquista vegetal o animal, economía fos, aunque los trabajos de los unos deban ayudar a los otros. Los geógrafos
destructiva. Podríamos decir aún más sencillamente y de una forma más no deben repetir ni los unos ni los otros. Deben tener un terreno de exa­
antitética: ocupación estéril, ocupación productiva, ocupación destructiva. men y de análisis que les sea propio. La geografía humana está situada en
La ocupación destructiva marca, en general, el primer momento de la ins­ uña encrucijada, en la que se encuentran muchos hechos que proceden
talación humana en un -punto del globo; la ocupación productiva es la de diversas direcciones; pero no debe ser, por ello, un bazar donde todo
condición permanente de la subsistencia, y la ocupación estéril-o impro­ se venda: es, debe ser, un establecimiento muy especializado, donde sólo se
ductiva es el último término y constituye la revelación más estable y más aceptarán los hechos con legítimo derecho de admisión.
característica de su actividad. He renunciado hasta ahora a utilizar en mis (...)
libros estas expresiones, para evitar que pudiese parecer que había buscado
fórmulas demasiado construidas y más verbales que reales.
Veamos, veamos con nuestra mirada más perspicaz la realidad, intente­ E l c a r á c t e r c o m p l e jo d e l o s h ec h o s d e g e o g r a f ía hum ana

mos analizarla y clasificarla: las palabras vendrán después. Por lo demás,


con la mayor franqueza y con esta libertad crítica que debe ser la carac­ Hay pues hechos que se relacionan con la política, con la historia, con
terística de todo esfuerzo por la verdadera ciencia y que debe dirigirse pri­ el arte, con la lingüística, con la etnografía, con la economía política, con
mero hacia uno mismo, les confesaré que no estoy muy satisfecho del la sociología y que no pertenecen ni a unas ni a otras de estas disciplinas:
término que designa los dos primeros hechos esenciales de esta clasifica­ son esos hechos, cuyo carácter propio ha sido definido, los que deben ser
ción: casas y caminos; esas palabras de «ocupación estéril o improductiva el objeto de los primeros estudios de los antropogeógrafos.
del suelo» son exactas en lo que se refiere a la tierra que, en estos dos Pero los antropogeógrafos ( ...) están obligados a ocuparse de hechos
casos, permanece, bajo la acción del hombre, sin productividad directa; más complejos, y deben estudiarlos en la misma medida en que esos
pero el término es ambiguo en lo que se refiere a los esfuerzos del hechos propiamente geográficos nos introducen, por la puerta de la realidad
hombre, los cuales en relación a ese hombre y a la civilización, son ver­ más positiva, hasta dominios más amplios y también más vagos.
daderamente, en este sentido, muy productivos. Si encuentran ustedes algo
más acertado seré el primero en alegrarme. Buscaremos juntos, sin dete­ Todo hecho de geografía humana encierra e implica un problema social
nernos demasiado en problemas de palabras. Si estuviésemos satisfechos
de nosotros mismos, y si hubiésemos abdicado de esta fecunda inquietud Consideremos, en efecto, que los geógrafos no deben sólo apelar a los
que es el comienzo de la sabiduría científica, no deberíamos estar aquí, ni resultados de la etnografía, de la historia o de la estadística, para manifes­
ustedes, ni yo. tar ciertas conexiones generales. Deben dar un paso más. Pretendo que en
Esta clasificación, que es, sin embargo, debo decirlo en honor a la el análisis profundo de todo hecho de geografía humana está incluido, en
verdad con la misma franqueza, el primer ensayo de este género, se la primer lugar, un problema no sólo de orden económico, sino de orden
propongo pues sin ningún dogmatismo, como un «medio»; es, una vez social. Si enumeramos una manada de caballos o de camellos, si descen­
más, un procedimiento cómodo para desenredar la madeja de las huellas demos al fondo de una mina de cobre o de carbón, si examinamos el
de la actividad humana en la superficie de la tierra. Pero en lo que real­ botín de zada de un fang o los mercados de pescado de Bergen, extraemos
mente creo, con toda la fuerza de mi pensamiento convencido, es en el obligatoriamente de nuestra observación o de nuestro análisis hechos de
principio inspirador y en el resultado objetivo de esta clasificación. Los orden social. Estos hechos se encuentran allí no sólo yuxtapuestos, sino
que hayan leído la segunda edición, se darán cuenta, honestamente, de que que han penetrado esa realidad material, hasta el punto de que es imposible
nunca he querido reducir la geografía humana a ese único orden de hechos comprenderla, en el sentido profundo de este término, sin discernir el
«visibles y fotografiables»; pero he dicho, y lo repito: hechos de ocupación hecho social que se ha desarrollado en ella.
estéril del suelo, hechos de conquista vegetal y animal y hechos de^ econo­ Dime cómo es tu arado y cómo trazas tu surco, te diré si tu reja, que
mía destructiva son, por una parte, los intermediarios y los intérpretes araña apenas la tierra, es la de un nómada pastor, cuya propiedad primera
indispensables que confieren la consagración humana a todos los demás es un rebaño, y que va con prisa y casi a hurtadillas a sembrar un campo
hechos de la geografía natural, y, por otra parte, son los puntos de partida que sólo volverá a encontrar en la época de la recolección; te diré si tu
o los signos visibles de todo lo que, en la esfera de la actividad humana, reja de madera, todavía débilmente penetrante (bien adaptada a un limo
debe relacionarse legítimamente con la geografía. Todas las ciencias mora­ cargado de sales, que da miedo mover demasiado profundamente, si no
les y sociales se ocupan, en el fondo, de los mismos complejos de actividad se tiene bastante agua para lavarlo abundantemente y disolver todas las

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260 Antología de textos Jean Brunhes 261

sales), es la de un fellah egipcio y corresponde a un cierto tipo de orga­ que pueden acumularse tras el velo mistificador de una fotografía riguro­
nización del riego; te diré si eres un campesino de nuestras tierras trigueras samente auténtica o una indiscutible observación individual o local.
más viejas, de las mesetas de Beauce o de Brie, o de goldene Auen, que No se repetirá nunca bastante: lo que nos interesa sobre todo en
revela a la vez, por la tradición milenaria de sus surcos, la ocupación en geografía no es el hecho excepcional, es el hecho habitual; no es el peso
forma de propiedad privada, grande o pequeña, y una de las formas más anormal de una espiga de trigo, es el número de hectolitros por hectárea;
pertinaces y más perfectas de la conquista cultural; te diré si cavas más no es la muestra rara de un mineral, es el valor medio. «Hechos habitua­
que ningún otro en la tierra rica, para plantar remolachas que te procura les», «valores medios», esto equivale a decir que una sabia y racional
el grupo capitalista poseedor de la azucarera vecina, y para cosechar plantas medida estadística de los hechos observados en singular debe conferirles
azucareras, cuyo total está, por adelantado, comprado y vendido; te diré la importancia complementaria e indispensable de su exacto carácter ge­
finalmente que, al mostrar la hilera y casi batería de las rejas reunidas y al neral.
trabajar juntos al lado de las sembradoras — labranza de vapor o labranza Pero los resultados valen lo que valgan las bases y los métodos de
eléctrica— , nos expresas la mano de obra escasa o enrarecida, pues perte­ suputación estadística.
neces a las grandes extensiones de cultivo rápido y perfeccionado de los Hecha esta reserva sobre las cualidades intrínsecas, a veces insuficien­
países nuevos o a los islotes modelos de los países viejos. tes, de las evaluaciones estadísticas, debemos reconocer que toda la geo­
Utah y el Colorado están poblados de la misma forma, sobre todo por grafía humana debe estudiarse con la ayuda de ese precioso auxiliar que
mormones (en Utah se encuentra uno de los más fervientes apóstoles del es la estadística. Hay en este sentido frecuentemente puntos de vista casi
dry farming, Widtsoe); sin embargo, hay una gran diferencia entre los dos antinómicos: el punto de vista de la observación monográfica detallada y el
Estados desde el punto de vista del cultivo. E l Colorado es mucho más punto de vista de la consideración total: pero el uno corrige al otro.
próspero, pues sus tierras han sido distribuidas con mucho más juicio. Hay No imaginemos, por lo demás, que esta oposición es sólo aparente:
entre Colorado y Utah la diferencia que existe entre Túnez y Argelia. En de uno se pasa y se debe pasar al otro; toda perspectiva que no los asocie
Colorado, las tierras no han sido distribuidas de oficio a gentes que, muy es incompleta; sin embargo, son tan distantes y tan distintos que hace
a menudo, no tenían «los riñones suficientemente fuertes», sino que se falta mucha ciencia y mucha honestidad para acomodarse sucesivamente
ha esperado a que las tierras fuesen pedidas por hombres con el deseo, el a estas dos perspectivas.
interés y los medios de llevar a buen término una explotación nueva. (...)
Toda una serie de hechos de orden social se expresa así por el detalle Es importante recurrir, todo lo que se pueda, al «esprit de finesse» y
o por el conjunto de los «hechos esenciales». En todo movimiento de oscilar, con una extrema prudencia, de los hechos, en número siempre
migración o de emigración, ¡cuántos fenómenos sociales en el punto de restringido, que se habrán observado a esos cálculos totalizadores que, aisla­
partida, cuántos fenómenos sociales en el punto de llegada! dos, podrían resultar tan frecuentemente decepcionantes. La verdad resulta
Desde luego, intentaré demostrarles un día cómo lo que hay realmente de la confrontación de unos y otros: no será una verdad geométrica, pero
de geográfico en los problemas etnográficos se revela, en materia de será una especie de verdad relativa, que valdrá lo que hayan valido las
geografía humana, en forma de problemas sociales. observaciones y lo que valga el juicio crítico encargado de establecer el
compromiso entre las realidades directamente percibidas y las cifras de
conjunto, sumas o medias. Digo arriesgada y claramente que toda verdad
Todo hecho de geografía humana requiere e implica relativa a las conexiones entre el marco de la naturaleza y la actividad
un problema estadístico humana no puede ser más que de orden aproximativo: querer exagerar la
precisión, es falsearla, es hacer obra anticientífica en el más alto grado.
Un hecho de geografía humana, por muy curioso que sea, no adquiere Por eso mostraremos más adelante en qué aparecen viciados desde el co­
ante nosotros la perfecta significación de dato científico más que cuando mienzo los sistemas que han exagerado la dependencia de los hechos
conocemos y podemos apreciar su coeficiente de valor estadístico. humanos y que han hecho de una especie de deducción lógica el mecanismo
¡Cuántos viajeros e incluso observadores exageran el alcance de un de explicación de los acontecimientos de la historia o de los hechos sociales.
hecho aislado y falsean así la visión de la realidad! Juzgan una raza sobre Abusando de las palabras, se habla de la verdad de un hecho; un
un individuo rigurosamente medido y fotografiado; consideran a todo un hecho tiene dimensiones, tiene un color, tiene una duración; no tiene una
pueblo hospitalario porque han sido, en un lugar, muy bien recibidos verdad: es la percepción que tenemos de ese hecho la que es falsa o
por algunos habitantes, y, a la inversa, reniegan contra otra nación, porque verdadera, es el juicio que emitimos sobre ese hecho lo que es más o menos
su propio mal humor o su torpeza les han creado auténticos problemas; acertado. No hay ciencia más que de las relaciones que establecemos entre
ejemplos de orden moral, pero que nos hacen presentir todos los errores los hechos. Ahora bien, toda verdad científica es similar por su naturaleza,
262 Antología de textos Jean Brunhes 263

en un grado más o menos elevado, a lo que llamamos aquí una verdad de y de la etnología y de la sociología, a saber, el problema de las condiciones
geografía humana. Y lejos de pedir a la estadística, como tantas mentes de la implantación progresiva del hombre sobre la tierra y de esa parte de
superficiales, la ilusión del falso rigor aritmético, que produce la ilusión transformación del planeta que le compete: primeros cultivos, primeras
del falso rigor deductivo, pidámosle ese justo sentido de la verdad objetiva, l aleaciones, primeras industrias, primeras ciudades. Pero conoceremos el
la cual es, desde luego, muy real, pero que se basa siempre, confusa o exacto grado de verdad de esas verdades. No seremos ni crédulos, ni
claramente, conscientemente o no, en un cálculo de probabilidades. fáciles de engañar, pues nada en este terreno es absoluto ni permanente.
(...) ~ ,
Todas las conexiones biológicas, todas las verdades ecológicas no son
Toda conexión de la actividad humana con la naturaleza, y todo hecho
de geografía humana, resultado y expresión de esta conexión, dependen de
y no pueden ser más que verdades estadísticas. Un ejemplo tomado de la ese agente en perpetuo movimiento, intencionado o determinado, el ser
botánica, y que me recuerda ahora las montañas del admirable país hospi­ humano.
talario al que me ligan dieciséis años de trabajo y de excursiones alpinas, Ahora abordamos, al terminar, la explicación capital implicada en todo
va a hacernos comprender hasta qué punto una verdad de orden aproxi- lo precedente; y me permitiré ser breve, pues el tema es demasiado amplio
mativo es una verdad, sea del orden que sea, y cómo querer exagerar su y éstos son, por lo demás, puntos sobre los qüe tendremos que volver.
precisión es alterar su propia naturaleza. Para hacer una obra objetiva, hemos supuesto en primer lugar, en La
A medida que vamos escalando las vertientes de los Alpes, la flora se Geografía humana, que nos elevábamos en globo por encima de la super­
modifica, y se pueden resumir así las particularidades más generales, signi­ ficie terrestre, y hemos intentado discernir y clasificar todos los hechos
ficativas y decisivas de la flora de altura: 1.°) órganos aéreos reducidos, «visibles y fotografiables» que proceden de la presencia del género hu­
desembocando en muchos casos en tipos enanos; 2.°) órganos subterráneos, mano. Pero, en cuanto hemos tomado tierra y hemos tenido que añadir
raíces y rizomas, proporcionalmente más desarrollados; 3.°) dispositivos el análisis causal al primordial esfuerzo de observación directa y de clasi­
variados que permiten hacer más lenta la transpiración, es decir, la pérdida ficación positiva, hemos constatado, en todas partes y bajo todas las formas,
de agua, y sustraer las partes aéreas a los peligros derivados para la planta que los hechos de geografía humana obtenían su especialidad original — no
del hielo, de la irradiación nocturna o de la insolación diurna demasiado he dicho ni su carácter dominante ni su aspecto esencial— de un hecho
intensa (vellosidad, carnosidad, epidermis reforzadas, diámetro de las célu­ humano ligado o a las necesidades fisiológicas de nuestros cuerpos, o a
las reducido, tensión osmótica de jugo celular acrecentada); finalmente, nuestros deseos o a nuestras concepciones, o incluso a nuestras ilusiones
4.°) flores de tamaño a menudo más grande y de coloración más oscura cambiantes.
y más fuerte. Con los ojos llenos de ese azul profundo, aterciopelado, (. . . )
intenso, brillante de gencianas de las altas altitudes se adquiere conciencia Intentemos clasificar los «puntos de partida» humanos, de los que
de toda la verdad de esas transformaciones vegetales. Sin embargo, ¿se procede toda la biogeografía del hombre.
trata de un conjunto de transformaciones que obedezca a una ley simple En primer lugar, las necesidades fisiológicas fundamentales que se han
y rigurosa? Desde luego que no. A medida que se va ascendiendo, el tapiz 1 tratado ampliamente en La Geografía humana: la necesidad de alimentarse,
vegetal se modifica poco a poco, sin transición brusca y radical; no hay una con todas sus modalidades anejas, la necesidad de beber, el curioso apetito
línea límite donde estos fenómenos comienzan y terminan. Sin embargo, fisiológico de la sal, etc.; la necesidad de dormir, que engendra la necesidad
no deja de ser cierto que estas modificaciones caprichosas, abigarradas, va­ de construir un abrigo y de construir una casa; la necesidad de defenderse
riables, representan, en su conjunto total, uno de los más impresionantes 1 contra las variaciones bruscas o extremas de la temperatura, que engendra
hechos progresivos que puedan constatarse en la naturaleza. Es ésta una la necesidad de cubrirse con ropa. La mayor parte de los hechos econó­
verdad estadística en el orden de la fisiología y de la geografía vegetales micos sobre la tierra no deben su nacimiento y su creciente desarrollo más
que es en todo semejante a lo que podremos llamar verdades, al hablar que a la imperiosa tiranía de estas necesidades primeras, cuyas exigencias
de las conexiones, en el orden de la geografía humana. son cada vez más variadas y repetidas.
Se ha hablado, para los distintos; grupos humanos, dél horizonte geo­
Todo hecho de geografía humana recubre e implica gráfico de sus conocimientos, que va aumentando a medida' que el grupo
un problema psicológico■ se va haciendo más culto y más poderoso: Ráumliche Anschauung, enge
oder weite Horizonte. Se podría hablar, para cada pequeño grupo, del
Convencidos de estos principios, recogeremos y reuniremos, en geo­ horizonte de su libre elección. Un campesino, para establecer su casa, busca
grafía humana, múltiples verdades: servirán nada menos que para acla­ el punto más favorable respecto al sol, respecto al agua, respecto al viento.
rarnos el problema más enigmático y más oscuro, el que se dibuja apenas | Pero el espacio en el que está obligado a buscar la solución es generalmente
en las profundidades casi inaccesibles de toda la historia y la prehistoria, muy restringido. Su «horizonte de libre elección» está muy cerca de él.

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264 Antología de textos Jean Brunhes 265

Sobre las mesetas de creta de Normandía, los primeros colonos buscan las que han mantenido, contra todas las pretensiones y azares de la vida
emplazamientos, y los vallejos, más abrigados de los vientos, más ricos en política, la unidad natural de este gran conjunto.
fuentes y más cerca del campo alimenticio del mar, se les ofrecen de forma No hay en la naturaleza más fronteras que las que buscamos. En vez
natural: han surgido por todas partes los pueblos en estas depresiones más de continuar el espejismo de una clasificación entre fronteras naturales y
verdes; esta deserción de las mesetas descubiertas y esta búsqueda de los fronteras artificiales, en vez de correr el riesgo de perdernos en las distin­
pequeños talwegs que terminan en una playa implican una especie de visión ciones, todavía más ficticias, entre las Naturgrenzen y las natürliche
colectiva, más o menos cóhsciente, de una comarca bastante amplia, y obli­ Grenzen, constataremos que, según los tiempos y los lugares, los mismos
gan a entender semejante cristalización humana regular como lá obra de hechos de la naturaleza han sido o no han sido límites: antinomias de las
hombres con un «horizonte de libre elección» bastante extenso. Cuando las fronteras.
ciudades han debido su origen a fundadores conscientes — señores, obis­ Islas con temperamento físico y climático análogo están unas superpo­
pos, conquistadores— , han sido ubicadas en lugares de elección que se bladas como Java, y otras más o menos desiertas, como Sumatra y Borneo:
habían preferido a los demás en virtud de una comparación que abarca antinomias de las islas.
verdaderos territorios. Cuanto más avanza la historia, cuanto más se per­ Ha habido lugares que parecían predestinados para albergar grandes
fecciona la cultura de los grupos humanos, más parece que nuestro hori­ capitales, que se han quedado desiertos, e inversamente, en estepas áridas
zonte de libre elección alcanza los límites de la tierra deshabitada; todo y despobladas se han situado Pekín y Madrid: antinomias de las dudades.
progreso de comunicación se traduce en una capacidad de elección para cada Entre las posibilidades múltiples, pero definidas, que ofrecen a nues­
grupo e incluso a menudo para individuos aislados: doble elección de su tra actividad cada región y cada parcela de la tierra, los hombres deben,
punto de implantación terrestre y de su modo de actividad. El archiduque según la expresión de P. Vidal de la Blanche, «tomar partido».. Y, como
Luis Salvador, tras haber paseado su humor viajero y sus miradas de obser­ los hechos que crean sobre la superficie del globo contribuyen a trans­
formar, de una forma frecuentemente insensible pero continua, las condi­
vador sobre tantas costas mediterráneas, se instala a media altura sobre las
ciones originarias del marco natural, no hay que sorprenderse de las apa­
magníficas laderas de la costa noroeste de Mallorca y funda el «Miramar»
rentes contradicciones de la vida histórica y geográfica. Se les ocurre de
de las Baleares. Todo un Estado, la Confederación australiana, lleva a cabo
repente interpretar una parte de la realidad que para ellos había perma­
una larga investigación comparativa para fijar el lugar de su futura capital necido dormida. Los portugueses se convierten casi súbitamente en marinos,
y convoca un concurso entre arquitectos de los dos continentes para tras el descubrimiento de América. Los holandeses, marinos y urbanos
determinar el plano y la estructura de la futura ciudad. En la vida práctica, acostumbrados a las grandes obras colectivas, se convierten, trasladados
el auténtico poder de algunos países anglosajones radica, sin duda, en que a otro marco, en pastores e individualistas. Los highlanders de Escocia,
han considerado este horizonte de libre elección que nos permite la civiliza­ expulsados de sus granjas agrícolas a las que prenden fuego dueños inhu­
ción presente y en que han intentado aprovechar más que otros la diversi­ manos, se refugian en la costa y se hacen pescadores: antinomias de las
dad de soluciones existente. razas, antinomias sociales.
E l hecho psicológico cápital es pues éste, que es la antítesis de tina (...)
exacta determinación fatalista de los actos humanos por el clima y el terre­ Sin abandonar la superficie de nuestra tierra, sin perder pie — los geó­
no: todos los conjuntos y todos los detalles del marco natural actúan sobre grafos deben ser siempre realistas positivos— , se percibe en qué medida
nosotros en la medida y en el sentido en que los escogemos, es decir, en apelaremos cada vez más a la idea para explicar la cooperación de la
la medida y en el sentido en que los interpretamos. tierra y de los hombres. ( ...).
Un río, una montaña no son fronteras más que en la medida en que Hay en nuestro globo territorios, y hay en la vida de las sociedades
tenemos tales o cuales concepciones económicas y políticas de la frontera, humanas momentos, en los que cada uno de los hechos esenciales de la
concepciones que se modifican a lo largo de la historia. El Mont Blanc: es geografía humana — el mantenimiento de una carretera, la formación de
por excelencia un mojón majestuoso y separador, para los espíritus que un surco, el injerto de un árbol, el golpe de pico en una cantera o el
están dominados por la concepción absolutamente reciente (no tiene más lanzamiento de las redes al mar— alcanza, por una serie de esfuerzos
de dos siglos) de las líneas divisorias de aguas; y, sin embargo, todavía minúsculos y casi inocentes, una perfección global impresionante. ¿Por
hoy, en la realidad, el macizo del Mont Blanc y sus alrededores no consti­ qué? Porque, sobre ese espacio del globo y en ese momento de la historia,
tuyen un límite: una misma lengua, la lengua francesa, ocupa y guarda un impulso colectivo, siempre de carácter psíquico — cohesión de una na­
los valles de todas sus vertientes, tanto el valle de Aosta, que pertenece cionalidad que nace o que se defiende, orgullo de un pueblo que hace su
a Italia, como el Bas Valais suizo y los valles saboyanos: son las dos rutas, historia o que quiere hacer la historia, fuerza tradicional de un imperioso
tan frecuentadas, tan importantes, del Gran y del Pequeño San Bernardo sentimiento del-deber, celo apostólico para el triunfo de una fe— , acrecienta

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266 Antología de textos Max Sorre *
el sentido de la solidaridad de los esfuerzos de todos y multiplica por ello LOS FUNDAMENTOS BIOLOGICOS
mismo la fuerza efectiva de cada uno de los más insignificantes actos indivi­ DE LA GEOGRAFIA HUMANA.
duales; así, sólo la «psicología de las multitudes», la psicología de las masas ENSAYO DE UNA ECOLOGIA DEL HOMBRE:
nos revelará a veces el secreto de una excepcional productividad de la tierra. CONCLUSION **
El hombre lleva en su ojo y en su cerebro cierta representación del
universo, que parcialmente depende de él.
No sólo damos formaba la superfide terrestre, sino que la vemos y
podemos interpretarla de un modo muy diferente a la interpretación que
han dado de ella los que nos precedieron sobre esta misma parcela de la
superficie. Al verla de otra manera, es verdaderamente otra para nosotros.
Sin haber sufrido modificaciones, éste es el hecho capital; puede pues
convertirse en otra para nosotros.
Por lo demás — ya lo hemos recordado bastante— , al sufrir modifica­
ciones fundamentales — América del Norte y América del Sur convertidas
en islas por la voluntad humana, y para toda la geografía futura de la
circulación— se hace otra para nosotros.
De estas dos categorías de transformaciones, una es a menudo subcons­
ciente o inconsciente, y por eso es siempre más o menos colectiva; la otra
es mucho más consciente, y antes de hacerse colectiva está frecuentemente
determinada por iniciativas individuales. La esencia y el objeto de la geo­ Un libro como éste no implica una conclusión que fuese como un
grafía humana son, a fio de cuentas, la observación, el análisis y la expli­ balance de la ecología* del hombre. No cabe en unas cuantas fórmulas un
cación de estas dobles e incesantes transformaciones de nuestro planeta juego de interacciones tan matizado. Pero unas reflexiones generales vienen ■
habitado, que se convierte sucesivamente y a menudo al mismo tiempo en: a la mente al término de esta larga investigación.
otro para nosotros, otro por nosotros. La forma de concebir las relaciones entre el organismo humano y el
«Sucesivamente» y «al mismo tiempo»: ¿Cuáles son las repercusiones medio geográfico ha cambiado prodigiosamente desde hace siglo y medio.
renovadas e ilimitadas de cada uno de estos dos órdenes de transformación Cambia ante nuestra vista a medida que, por una parte, progresa nuestro
sobre el otro? ¿Será posible determinarlas alguna vez con certidumbre? conocimiento del medio, y que, por otra, avanzamos en el de la fisiología
Un Estado resulta de una coordinación de los individuos y de los grupos del hombre. Cambia discontinuamente, porque nuestras conquistas no
que no puede concebirse sin una coordinación material de las diversas partes avanzan al mismo ritmo en todo el frente de lo desconocido. La fuerte
del espacio sobre las que viven esos individuos y esos grupos. ¿Cuál es luz proyectada por un descubrimiento importante intensifica la sombra en
el mínimo de conexión necesaria entre un Estado, Francia o SuÍ2a, y su los demás sectores, de forma que uno tras otro cada uno de los elementos
territorio espacial? ¿Cuál es la conexión necesaria entre una ciudad, con­ del problema ecológico parece el más importante y atrae el esfuerzo de
junto de ciudadanos, y una ciudad, conjunto de casas y de calles? los investigadores. Hasta el momento en que se uniformiza la situación.
¿En qué medida la coordinación espiritual es función de la coordinación
* Maximilien Sorre (1880-1962). Además del que corresponde al texto traduddo
material, y en qué medida la coordinación material produce la coordinación en este libro, entre sus trabajos principales se encuentran:
espiritual? He aquí el problema en su totalidad, y helo aquí planteado bajo Sorre, M. (1948): «La notion de genre de vie et sa valeur actuelle», Annales de
su fórmula geográfica. Géographie, L V II, 306 y 307, pp. 97-108 y 193-204.
¿Hay reglas de correspondencia entre estos dos órdenes de coordina­ Sorre, M. (1952): «La géographie de ralímentation», Annales de Géographie, L X I,
325, pp. 184-199.
ción que superen los casos particulares y a las que podamos dar un día, Sorre, M. (1975): Rsncontres de la géographie et de la sociologie, París, Marcel Ri-
en su auténtica acepción, el gran nombre de «ley»? ¿Existe una armonía, viére.
no preestablecida, sino postestablecida, prueba de una dominación colec­ Sorre, M. (1962): El hombre en la tierra. Traducción de F. Payarols, Barcelona, La­
tiva de la tierra a la vez fecunda, pacífica y duradera, y que pueda reunir bor, 1967.
* * Sorre, M. (1943-1952): Les fondements de la géographie humaine. París, Ar­
en haces, si no idénticos, al menos análogos u homólogos, a todos los mand Colin, 3 tomos, 4 vols.; I : Les fondements biologiques de la géographie humaine.
pueblos, a todos los conglomerados históricos de razas y de sociedades Essai d’une écologie de l’homme, París, Armand Colin (reedición de la 3.* ed., revi­
humanas? No sé, no puedo todavía decirles nada. Es lo que buscaremos sada y aumentada por el autor, de 1951), 1971; «Conclusión», pp. 411-419. Traduc­
juntos, humilde y pacientemente, durante los años venideros. ción de Isabel Pérez-Villanueva Tovar.
267

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Mas Sorre 269
268 Antología de textos
Al ir avanzando, hemos abierto otras perspectivas sobre la geografía
Los trabajos de Lavoisier suponían una revolución en nuestra idea de humana. A los ajustes espontáneos del organismo, a los cambios de clima,
los intercambios orgánicos. Los descubrimientos de Pasteur, tres cuartos de los hombres superponen una protección empírica. La creación de un micro-
siglo más tarde, han puesto en primer plano la acción del medio vivo. clima artificial suple los fallos de las capacidades de regulación del orga­
Hoy el terreno fisiológico, con las modificaciones que sufre a consecuencia nismo y limita su empleo. Hay pues una geografía de la protección, geo­
del clima, se encuentra recolocado en su lugar eminente. Se podría pensar grafía de la. vestimenta y geografía del hábitat. La de la vestimenta es
en movimientos pendulares que devolverían periódicamente al pensamiento inseparable de la geografía de las industrias textiles, así como la del hábitat
científico hacia posiciones abandonadas durante cierto tiempo. Pura ilu­ está en conexión con la geografía de las fuentes de energía en lo que se
sión: no vuelve a discurrir por los mismos caminos. Lo que se ha Adquirido refiere a la calefacción y al alumbrado. En ambos casos, los problemas
sobre un punto capital permanece adquirido y transforma para siempre planteados superan en amplitud y en complejidad las consideraciones eco­
progresivamente nuestra concepción general de las cosas. Por mucho que lógicas. Porque la necesidad fisiológica no es el único motor del hombre
devolvamos a la tierra lo que le pertenece, no hablaremos nunca de influen­ en ninguno de los campos de su actividad, porque su ingeniosidad le sugiere
cias telúricas y de miasmas dando a estas palabras el sentido exacto que le formas variadas de satisfacerla, porque, finalmente, hay un margen bas­
daban nuestros antepasados. Y nunca más hablaremos del terreno fisiológico tante amplio en el grado de la satisfacción aportada a esa necesidad. La
como se hacía antes de Qaude Renard y antes de Pasteur — asociamos a geografía de la protección no se reduce a un problema ecológico. Y , sin
propósito los dos nombres en lugar de oponerlos— . Incluso cuando utili­ embargo, es imposible construirla de una forma intelectualmente satisfac­
zamos viejas palabras, hablamos un lenguaje que nunca se ha oído. El toria si no se plantean primero los datos del problema ecológico que se
interés de un estudio como el que terminamos es concentrar la atención sitúa en la base de todo lo demás. Las mismas observaciones deben hacerse
sucesivamente sobre todos los elementos del medio geográfico y sobre a propósito de la geografía de la alimentación y de la geografía agrícola.
todas las respuestas del organismo. Buena garantía contra las modas cien­ No es necesario insistir. Nunca se ha pensado restringir el amplio campo
tíficas: permite superar los inconvenientes de la lentitud y de la dispersión. de la geografía humana a la ecología entendida en el sentido más estrecho
Es la ventaja habitual de los métodos geográficos. y más material del término. Pero quizá, después de haber leído este libro,
Se han buscado pues en los caracteres del ambiente las condiciones el lector pensará que constituye el prefacio necesario de la antropogeografía.
fundamentales de la constitución del ecúmene. El clima determina sus
Las exigencias del cuerpo del hombre, su estado de salud, la eficacia de su
límites y los márgenes dé tolerancia en los que se desenvuelven las posi­
esfuerzo físico y mental, la flexibilidad de sus adaptaciones al ambiente,
bilidades de adaptación de los organismos humanos. Regula el reparto de
es en estos datos donde hay que buscar, en primer lugar, las condiciones
las asociaciones animales y vegetales a expensas de las cuales el hombre
satisface sus necesidades alimenticias. Explica en parte el de los agrupa- de la conquista del globo y las razones profundas de la variedad de los
mientos patógenos cuya actividad limita, no ya la expansión, sino el cre­ pueblos. Y , para conseguirlo, los métodos eficaces son los de los biólogos,
cimiento de los grupos humanos. Sólo en parte, pues la competencia vital la observación y, en la medida en que se pueda practicar, la experiencia.
en el interior de los agrupamientos patógenos y de los fenómenos de Confieso alguna desconfianza hacia los abusos de los métodos estadís­
adaptación recíproca intervienen también. Es todo un capítulo esencial de ticos tal como los ha practicado Ellsworth Huntington. 'Incluso con el
la geografía humana cuyas bases hemos planteado: el que estudia la figura cuidado más escrupuloso, es ya muy difícil evitar las confusiones. La ob­
del ecúmene, con sus límites, sus vacíos absolutos y relativos, sus zonas servación y la experiencia nos aportan una masa de datos contradictorios
de densificación de fuerte densidad. Solamente planteado las bases, pues ni en medio de los cuales se tiene a veces alguna dificultad para no perderse.
la situación geográfica ni el clima, ni el potencial alimenticio bastan para Esto se debe en parte, como se ha dicho, a que las condiciones del labora­
explicar la distribución de los hombres. Actúa la antigüedad del pobla- torio no son las de la vida. Y también a la dificultad de conocer todos los
miento que depende de la historia, actúa la perfección más o- menos grande factores actuantes y de distinguirlos. ¿Cómo, por ejemplo, contabilizar esas
del ajuste de los géneros de vida, actúa la explotación de los recursos secuelas dejadas en el medio humoral y sanguíneo por las enfermedades
minerales y la utilización de las fuentes de energía. Esa vocación que infecciosas de las que se ha tratado en el último capítulo de este libro?
poseen de forma tan desigual las distintas zonas de la Tierra para recibir ¿Qué valor tienen en realidad esos métodos que pretenden evaluar la ener­
y retener a los hombres, y sobre la que Fleure ha basado una ingeniosa gía humana en función del clima? Temo que se los tache de arbitrarios.
clasificación, no es ni un carácter simple ni un carácter inmutable. Nuestra ¿Sugiere la comparación de dos curvas algo más que una hipótesis? Mien­
finalidad ha sido sólo mostrar qué lugar ocupan en su. definición las rela­ tras no se desvele, mediante la observación y la experiencia, el secreto de
ciones del organismo con el ambiente climático y vivo. Pero ha ocurrido una variación, persiste la duda. El lector ha podido impacientarse, a lo
que no podíamos escribir este prefacio del capítulo capital de la geografía largo del libro, por la lentitud en los desarrollos, por una cierta repug-
humana más que entrando bastante ampliamente en el.propio capítulo.

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270 Antología de textos Max Sorre 271

nancia a aceptar fórmulas demasiado sencillas. La probidad no autoriza nir y sobre todo de evaluar. Ya cuando se habla de la repercusión de los
otro ritmo en un terreno donde es muy fácil caer en la palabrería. cambios atmosféricos en la actividad nerviosa — en la actividad del sistema
Debo explicarme sin rodeos sobre otro punto. No tengo en cuenta vegetativo— tenemos alguna dificultad. Aunque se puede concebir que la
las funciones superiores de la actividad, las funciones mentales, más que medida de la cronaxia pueda clarificar este difícil problema. Con más razón,
con reserva. Y quizá se pensará que habría podido mostrar menos discre­ la duda surge ante ciertos ensayos que relacionan las variaciones colectivas
ción. Por una parte, estoy absolutamente convencido de que las disposicio­ de la actividad mental con los elementos climáticos. Pienso en los ensayos
nes mentales cambian con el medio. Un jesuíta español, Baltasar Gracián, de Huntington. A pesar de todos los esfuerzos de los psicotécnicos, de su
ha escrito esta encantador?frase: «Participa el agua de las calidades buenas ingeniosidad en la adaptación de «tests», por lo demás excelentes, para
o malas de las venas por donde pasa, y el hombre de las del clima donde determinar las aptitudes de un aprendiz mecánico, no hay fórmula sintética
nace.» Obtenía esta consecuencia un poco demasiado sencilla, pero no de la actividad mental. Nada comparable a lo que ocurre con la actividad
exenta de verdad: «España es muy seca, y de ahí les viene a los españoles física, que la medida del metabolismo permite caracterizar. ¡Y aún así! En
la sequedad de su complexión y su melancólica gravedad.» Más de tres­ cuanto a ese consensus sapientium que Huntington ha utilizado para de­
cientos años más tarde, un historiador confirma: «Una historia más digna terminar niveles de cultura, más vale no hablar.
de ese nombre que los tímidos ensayos a los que nos reducen hoy nuestras Volvamos a consideraciones más sólidas. La noción central de todo este
posibilidades se ocuparía de las aventuras del cuerpo. Es una gran inge­ libro es la de óptimo — valor de cada uno de los elementos del ambiente
nuidad pretender comprender a los hombres sin saber cómo estaban de para el cual una función determinada se realiza mejor. El óptimo general
salud.» Y M. Bloch atribuye a la mortalidad infantil, a la brevedad de es la resultante de todos los óptimos funcionales. Incluimos la comida
la existencia, a las muertes prematuras, a las terroríficas epidemias, ese entre los elementos del ambiente. Es fácil percibir la relación entre la no­
tono de precariedad tan sorprendente en los hombres de la alta edad ción de óptimo y la de constante fisiológica, cuya importancia hemos
media. Evoca las consecuencias de la-subalimentación en los pobres, del resaltado desde el comienzo. El hecho de que las constantes fisiológicas
desenfreno en los ricos. Sus preocupaciones enlazan con las nuestras. En no sean constantes en el sentido absoluto del término, que oscilen en
definitiva, estos hombres se encontraban como se lo permitía su modo de
general entre valores bastante aproximados, nos advierte de que tampoco
vida, el momento histórico, el estado del medio geográfico. Me inclinaría a
el óptimo debe corresponder para cada función a un valor fijo e inmuta­
definir a los grupos humanos tanto por sus disposiciones mentales como
por sus caracteres somáticos — sin utilizar el término de geografía psico­ ble. Esta es la conclusión a la que hemos llegado a propósito de la aco­
lógica, pues se han añadido demasiados adjetivos al nombre de una disci­ modación a las variaciones térmicas. Hay más bien para cada función
plina que es una. y para el conjunto de las funciones una zona óptima. Y cada grupo hu­
Inversamente, he evocado a menudo a lo largo de estas páginas el mano en equilibrio con su medio, es decir, sedentario durante un tiempo
papel importante de los sentimientos, de las ideas, de las disposiciones de bastante prolongado, posee su zona propia: es'la expresión de la adaptación
los hombres en la explicación de los aspectos geográficos de su actividad. al medio. Si se considera el conjunto de la humanidad, esta zona corres­
Nada se explica completamente por ecuaciones energéticas. Hay en todas ponde a la amplitud de las variaciones normales en el interior del ecúmene,
las cosas una parte de sueño y de ilusión. Nuestra forma de vestir, de y esta amplitud mide la adaptación efectiva de la especie. Entre sus límites
alimentarnos depende de nuestra imaginación tanto como de nuestras ne­ extremos y los máximos y mínimos reales, hay una margen bastante amplio
cesidades reales. ¿Puede haber un sinsentido ecológico más acusado que el en el que puede actuar todavía la capacidad de adaptación funcional del
llevar ropa negra en climas cálidos? Sin embargo, los malgaches llevan en grupo o de la especie. Estas fórmulas generales sugieren que nuestras
pleno verano túnicas negras que les caen por debajo de la rodilla. Ven concepciones ecológicas están impregnadas de un cierto relativismo — al
en ellas un adorno, signo exterior de la riqueza. Se ha hablado de la fra­ margen del que les asigna la imperfección de nuestros medios de explora­
gilidad de las explicaciones racionalistas sobre los ayunos y sobre las pro­ ción y de medida. Es la propia condición de la expansión del ecúmene hasta
hibiciones alimenticias. ¿A qué puede responder el uso de los excitantes y los límites de la Tierra.
de los estupefacientes, esos destructores de la humanidad, si no a una de El último punto que hay qué resaltar se refiere a nuestras relaciones
las inclinaciones más generales y más profundas de nuestra alma, el deseo con los complejos patógenos. Estos expresan equilibrios en perpetua trans­
de evasión? formación, y su evolución se traduce en cambios en las áreas de las enfer­
Ya basta. La ecología atiende a las disposiciones mentales en la me­ medades infecciosas. Se ha insistido bastante sobre este punto de vista;
dida en que reflejan los rasgos del medio y en la medida también en que basta recordar el ejemplo de la fiebre amarilla y de algunas enfermedades
intervienen en el ajuste de la actividad general al medio. Y esta parte es mediterráneas. Nuestras fórmulas en este terreno, muy lejos de abarcar
forzosamente bastante limitada. Pues se trata de elementos difíciles de defi­ una realidad variable, no encierran más que hechos pasados. Cuando he-

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272 Antología de textos
Max Soire 273
mos captado su verdadero alcance, estamos en una disposición de ánimo
conveniente para no extrañarnos de los cambios cotidianos. en la ilusión de la duración de nuestra especie; todo nos dice que ya no
Concebimos entonces la precariedad de los establecimientos humanos. tiene nada que temer más que de sí misma. O mejor dicho, todo nos reafir­
La historia del ecúneme desde el último período glaciar es la de un pro­ maría en este sentimiento de triunfante seguridad si la sobrecarga de ciertos
greso. Considerando muy ampliamente los hechos, este período en la suce­ territorios no evocase la posibilidad de un desequilibrio entre los recursos
sión de los tiempos geológicos podría ser llamado la era del hombre. En alimenticios del planeta y la cantidad de hombres que viven en su super­
medio del universal discurrir de las cosas, no es más duradera que las que ficie, y no nos recordase la precariedad de nuestro éxito.
la han precedido: nuestros deseos y nuestras ilusiones no le confieren la El geógrafo, por cualquier lado que aborde su disciplina, en cuanto
eternidad. La flexibilidad de los ajustes que permiten al organismo humano abandona el plano de la descripción regional y considera en su conjunto
mantener sus características en el campo en ijue pueden oscilar tiene tam­ el ecúmene, siempre se encuentra ante el problema cuyos términos han
bién sus límites. Incluso si se admite que este campo es susceptible de un sido tan firmemente planteados por Malthus a fines del siglo x v i i i . ¿No
cierto ensanchamiento, como acabamos de hacer. La variación de los climas es significativo que uno de los últimos artículos de Albert Demangeon,
en el pasado muestra que la amplitud de sus cambios puede exceder la artículo denso en materia y en significación, haya estado dedicado al tema
variabilidad de todas las especies vivas, incluida la nuestra. El hombre de la superpoblación? Este interrogante, al que también nos conduce una
puede ser desterrado de amplias regiones del globo. Por otra parte, los investigación de ecología humana llevada a cabo con mentalidad biológica,
resultados de la aplicación de los datos científicos a la explotación del atormenta, al final de su carrera, al maestro que, entre nosotros, ha enten­
medio vivo y a la defensa del individuo en la áspera competencia vital han dido más claramente las transformaciones económicas y la evolución del
sido favorables hasta ahora a la expansión del ecúmene y, en cierto sentido, mundo contemporáneo. Si las tasas de mortalidad descienden hasta su lí­
a su uniformización. Exceptuando las zonas francamente hostiles al hombre, mite mínimo, hasta las proximidades de los límites definidos por el des­
la evolución parece, desde luego, tender a atenuar las grandes disparidades gaste de la edad y las posibilidades de accidente, al seguir siendo las mis­
de densidad — sin hacer, sin embargo, desaparecer las diferencias. Es el mas las tasas de reproducción, ¿no dejará algún día la Tierra de bastar
sentido actual de la evolución. Pero el conjunto de los medios de alimen­ al hombre? Siempre acaba uno preguntándoselo.
tación es susceptible de disminuir con un deterioro creciente de los climas. No basta, para librarse de semejante preocupación, señalar la limita­
Y nada nos asegura que en el futuro estaremos en condiciones de rechazar ción automática de los nacimientos observada en los pueblos de civiliza­
el asalto multiforme del parasitismo con el mismo éxito. Entre todas las ción blanca a partir de cierto nivel de vida. Pues esta limitación no es ni
hipótesis que han discutido, los matemáticos que aplican el cálculo a los universal ni necesaria. Y los fenómenos demográficos están influidos por
datos de la vida han concebido algunas que conducen a la extinción de las un conjunto de factores psicológicos en los que la voluntad colectiva de
especies. No hay ninguna razón para creer que la humanidad escapará al poder puede tener más parte que el egoísmo previsor. No basta tampoco
universal destino. Muy ligeros indicios nos advierten que los climas deben con considerar regionalmente las cosas. Todas las nociones elaboradas por
continuar variando ante nuestros propios ojos. El ambiente natural en el los demógrafos, los economistas, los sociólogos para aclarar la idea com­
que vivimos se modifica sin cesar, y el destino de las enfermedades infec­ pleja y confusa de la superpoblación, para evaluar la presión demográfica
ciosas nos lo muestra ingenioso para variar sus modos de ataque. La suma y explicar las migraciones, óptimo económico, óptimo del bienestar, óptimo.'
de estas influencias hará inclinarse la balanza un día: hemos visto crecer sintético o proporcionado, son precisas. Ayudan al geógrafo a delimitar
y unificarse el ecúmene; incluso si el hombre no colabora a ello con sus más, en el marco de un Estado, realidades humanas que son realidades tan
locuras, se retraerá y se dividirá. Quizá los testigos del declive de la era espirituales como materiales. Pues la imagen que se hacen los hombres del
humana no tendrán de ello más que una conciencia oscura y disminuida. bienestar es tan importante como el conjunto de bienes de que disponen.
Esos tiempos no parecen muy cercanos. Nuestra ignorancia de los Pero no deja de ser cierto que hay un límite mínimo de alimentación
ritmos cósmicos nos tranquiliza y nos lleva a alejar de nuestra mente una para todo ser humano. Y que, para el geógrafo acostumbrado a especular
amenaza cuya realización nos parece muy lejana, aun cuando no la consi­ teniendo en cuenta simultáneamente las individualidades regionales y la
deremos como el producto de una imaginación científica desorbitada. Esta­ unidad terrestre, se plantea el problema del límite de la productividad
mos más atentos a la cadencia de los descubrimientos biológicos que nos del globo en substancias alimenticias — la búsqueda de las leyes de creci­
permiten confiar en nuevas victorias en la lucha por la existencia, aunque miento de la especie, aun perteneciendo a otro terreno, no le son ajenas.
asalten a la humanidad enfermedades infecciosas desconocidas para nuestras No diremos, con Imre Ferenczi, que estos estudios carecen de actua­
generaciones. En todos los pueblos civilizados la duración media de la vida lidad. Los geógrafos y los biólogos que han llevado a cabo cálculos sobre
se alarga; los progresos de la higiene y de la vigilancia sanitaria hacen des­ la densidad potencial del globo o su habitabilidad no han perseguido vanos
cender en casi todo el globo las tasas de mortalidad. Todo nos reafirma fantasmas. Estaban sorprendidos por la disminución de fertilidad de los
suelos que se pudieron creer inagotables, por el deterioro de amplias zonas

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274 Antología de textos Mbert Demangeon *
tras una explotación abusiva. Y es quizá tratar con demasiada ligereza las ENCUESTAS REGIONALES.
cosas pretender suprimir el problema de la alimentación argumentando TIPO DE CUESTIONARIO **
milagros prometidos por la química: los fisiólogos lo admitirían, pienso,
difícilmente.
Contamos solamente con los alimentos proporcionados al hombre por
la tierra y los mares. El cálculo de este potencial alimenticio no es sencillo.
En una columna figuran: k°) los espacios vírgenes susceptibles de ser cul­
tivados, a los que debe aplicarse un coeficiente variable según él grado
de aridez del clima; 2.°) las regiones agrícolas cuyo rendimiento puede
aumentarse, ya sea mediante el riego, ya sea con prácticas de cultivo pro­
gresivas, ya sea mediante abonos — aquí es donde interviene la química— ;
3.c) los productos de una explotación ampliada del océano; 4 ° ) la econo­
mía energética realizada mediante una utilización del stock alimenticio
de acuerdo con los criterios de la ciencia de la alimentación. En la otra
columna se inscriben 1.°) las superficies cuya productividad se agota y que
se desertizan; 2 °) las que, en una economía racional, deben ser sustraídas
al cultivo; 3.°) los golpes mortales dados a las especies animales y vegetales
por una caza, una pesca o una recolección desordenadas; 4.°) las inciden­
cias de la universal lucha por la existencia en el interior de las asociaciones
del hombre, destrucción total o parcial de las especies útiles por el parasi­ Este cuestionario fue elaborado por A. Demangeon, profesor de geogra­
tismo. Este último apartado representa una enorme incógnita. Y todo fía en la Universidad de Lille, para una investigación que ha llevado a cabo
esto suponiendo una estabilidad relativa de las condiciones climáticas. In­ en el Limousin.
cluso haciendo abstracción de los estragos del parasitismo, todos los factores
del balance son difíciles de precisar. No hay que extrañarse, por tanto,
de que las estimaciones finales varíen con los autores en proporciones I. Terreno
elevadas. Mientras uno calcula que la Tierra puede alimentar a 5.500 mi­
llones de hombres, frente a los 2.057 millones de 1933 — es decir, un 1. ¿Cuál es la naturaleza de las tierras de su comuna?
poco más del doble— , otro llega a 11.000 millones — es decir, cinco veces 2. ¿Cuáles son las mejores y dónde se encuentran?
más— . Las estimaciones relativas al tiempo conllevan aún, naturalmente, 3. ¿Qué les falta a las mediocres y a las malas para ser buenas?
una mayor parte de hipótesis. 4. ¿Diferencias de espesor entre las tierras?
De todas formas, el conjunto de los recursos alimenticios limita el cre­ 5. ¿Es accidentado el terreno de la comuna? ¿El relieve y, por tanto,
cimiento de los hombres en la superficie de la Tierra. Todas las incerti- la exposición influye en el emplazamiento de los campos? ¿Hay campos
dumbres y todas las dificultades encontradas en el cálculo de ese límite con exposición buena o mala?
no pueden hacerlo desaparecer: es el problema final de la ecología del
hombre. * Albert Demangeon (1872-1940). Además del artículo traduddo en este libro,
entre sus trabajos prindpales se encuentran:
Demangeon, A. (1927): Islas Británicas. Traducdón de P. Vila (en Vidal de la Bla­
che, P., y Gallois, L., Dirs.: Geografía Universal, t. I), Barcdona, Montaner y Si­
món, 1928.
Demangeon, A. (1932): «Géographie poütique», Annales de Géographie, X L I, 229,
pp. 22-31.
Demangeon, A. (1942): Problemas de geografía humana. Traducdón de R. de Terán,
Barcelona, Omega, 1956.
Demangeon, A. (1946-1948): France économique et humaine (en Vidal de la Blache, P.,
y Gallois, L., Dirs.: Géographie Universelle, t. V I, 2 “ parte), París, Armand Colin,
2 vols.
* * Demangeon, A. (1909): «Enquétes régionales. Type de questionnaire», Annales
de Géographie, X V I II, 97, pp. 193-203. Traducdón de Isabd Pére^Villanueva Tovar.
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276 Antología de textos Albert Demangeon 277

II. Clima 2. ¿Hay viñas? Si no las hay, ¿las hubo en otra época en el país?
¿Extensión plantada de viñas?
1. ¿Vientos dominantes? 3. ¿Hay manzanos para sidra? ¿Desde cuándo? ¿Cuántos? ¿Produ­
2. ¿Qué viento trae la lluvia? cen mucho?
3. ¿Qué viento acarrea el frío? 4. ¿Hay árboles frutales? ¿Su producción?
4. ¿De dónde vienen las tormentas? ¿El granizo? 5. ¿Cuál és la bebida habitual del país?
5. ¿Hay en la comuna partes más frías o más calientes que otras?
6. ¿Dónde actúa sobre todo la helada?
7. ¿Permanece mucho tiempo la nieve sobre el suelo? V I. Economía rural
8. ¿Cuándo se hace la recolección?, ¿la siega del heno?, ¿la siembra?
¿Hay en este sentido, diferencias con las comunas o los «países» * limí> 1.
¿Se han roturado los terrenos recientemente o hace mucho tiempo?
trofes? 2.¿Se practica la roza? ¿Cómo se practica?
9. ¿Epoca de aparición de los primeros brotes, de las primeras hojas? 3.
¿Qué abonos se emplean? ¿Se compran? ¿De dónde proceden?
4.
¿Se emplea maquinaria agrícola?
5.
¿Cuál es la rotación de cultivos más frecuente?
II I. Hidrografía 6.¿Hay barbechos?
7. ¿Formas de transporte? ¿Cuál es el a n im al de tiro? ¿El vehículo
1. ¿Cómo se procuran el agua? habitual?
2. ¿Cuántos pozos? ¿Su profundidad? 8. ¿Cómo se divide, según la clase de terreno, el territorio de la
3. ¿Cuántas fuentes? ¿Su volumen, su situación, su régimen? ¿Se
comuna?
secan?
9. Que usted sepa, ¿ha variado la proporción relativa de cada clase
4. ¿Hay zonas pantanosas, lagunas? ¿Qué se hace con ellas?
de terreno (campos, praderas, landas, brezales, bosques, etc.)?
5. ¿El río? ¿Sus inundaciones?
6. ¿Hay molinos? ¿Su uso?
V II. Cultivos
IV. Bosques
1. ¿Cuáles son los cultivos de su comuna?
1. ¿Qué extensión de bosques comprende la comuna? 2. ¿Su proporción relativa? ¿Su rendimiento?
2. ¿Landas y brezales? 3. ¿Dónde y cómo se venden?
3. ¿De qué árboles se componen los bosques? ¿Se ha observado que 4. ¿Dónde se compran las semillas?
ciertos lugares .son favorables o desfavorables para ciertas especies? 5. ¿Dónde comienza, en su opinión, la verdadera zona triguera?
4. ¿Estaban los bosques más extendidos en otro tiempo? ¿Cuándo
han disminuido?
5. ¿Se tala? ¿Se repuebla? V III. Ganado
6. ¿A quién pertenecen los bosques?
1. ¿Extensión de las praderas, de los pastos?
2. ¿Praderas artificiales, forrajes y tubérculos? ¿Sus progresos?
V. Arboles frutales 3. ¿Se riegan los prados? ¿Cuándo y cómo?
4. ¿Cómo se alimenta al ganado en invierno?
1. ¿Hay castaños? ¿Dónde se encuentran los castañares? ¿Lejos o 5. ¿Se deja fuera a los animales? ¿A partir de qué época?
cerca de las casas? ¿Se cortan? ¿Se vuelven a plantar? ¿Extensión plantada 6. ¿Qué animales se crían? ¿Cuántos? ¿Bueyes, vacas, corderos, cer­
de castaños? ¿Utilización de las castañas? dos, caballos, burros?
7. ¿Qué producción se saca de cada uno de estos animales? ¿Cómo,
* Se ha seguido, respecto al término «país», el criterio expuesto anteriormente:
dónde se venden los animales o los productos que se sacan de ellos?
cfr. supra, N. de T . de la p. 245. 8. ¿Dónde nacen las crías?

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278 Antología de textos Albert Demangeon 279

IX . Industria y comercio 3. Materiales de construcción. ¿De dónde proceden? La techumbre:


¿paja, tejas, pizarra?
1. ¿Existe, en su comuna, alguna industria?, ¿o en las cercanías? 4. ¿Hay, en las casas, orientaciones más buscadas que otras?
2. ¿Existen todavía pequeños oficios rurales, como hilado, tejido, 5. ¿Hay, en los pueblos, en las aldeas, emplazamientos, exposiciones
fabricación de zuecos, etc.? más buscadas que otras?
3. ¿En qué mercados se venden sus productos agrícolas, sus animales? 6. ¿Es dispersa o aglomerada la población de la comuna? ¿Cuántas
¿Ha sido siempre así? ^ aldeas, caseríos?
4. ¿Sabe a qué puntos de Francia se llevan luego?
5. ¿Sabe de dónde proceden sus principales objetos de consumo: ha­
rina, vino, ultramarinos, telas, ropa, instrumentas? X II. Población

1. ¿Cuál ha sido el número de habitantes en cada censo desde el


X. Propiedades y explotaciones comienzo del siglo xix?
2. Si hay despoblación, ¿por qué?
1. ¿Cuál es la extensión de los comunales? ¿De qué tierras se com­ 3. Natalidad. ¿Hay exceso de nacimientos?
ponen? ¿Para qué sirven? ¿Se desea su reparto? ¿Cuáles son las condicio­ 4. ¿Se emigra? ¿Cuánto? ¿Dónde? ¿Para qué? ¿Epocas de la partida,
nes de ese reparto? del regreso? ¿Qué influencias ha ejercido la emigración sobre el «país»?
2. ¿A quién pertenecen las tierras de la comuna? ¿A los habitantes 5. ¿Viene gente de fuera para trabajar?
de la comuna? ¿A extranjeros? ¿Dónde están y quiénes son esos ex­ 6. ¿Cómo se alimentan? Dé, si es posible, ejemplos de menú para
tranjeros? todas las comidas del día.
3. ¿Cuántos propietarios hay? ¿Extensión de las propiedades?
4. ¿Aumenta la pequeña propiedad? ¿Hay tendencia a fragmentar la
tierra? ¿Desde cuándo? X III. Divisiones territoriales
5. ¿Cuál es el precio de las tierras? ¿Arrendamiento?
6. ¿Cuáles son los modos de explotación de la tierra? ¿Propietarios, 1. ¿Qué nombre tiene, en el lenguaje de las gentes del «país»; la
arrendatarios, aparceros o colonos? ¿Proporción del aprovechamiento di­ región en la que se encuentra su comuna?
recto y del aprovechamiento indirecto? 2. ¿Cuál es, en su opinión, el sentido de la palabra Limousin, la
7. ¿Cuáles son habitualmente las condiciones de la aparcería? extensión del «país»? ¿Dónde termina?
8. ¿Tiene el arrendamiento tendencia a desarrollarse? Si no, ¿por qué? 3. ¿Lo mismo para la Marche?
4. Para un habitante del Limousin, ¿qué es la «Auvergne», el «Bas
9. ¿Cuáles son las extensiones de las explotaciones? ¿Cuál es, en la
Pays»?
explotación media, la extensión relativa de los diferentes cultivos?
5. Para un habitante del Limousin, ¿dónde comienza, dónde termina
10. ¿Importancia de la aparcería ganadera en las explotaciones?
la montaña? ¿Cuáles son los caracteres propios de la montaña: cultivos,
11. ¿A qué se llama aquí «campesino acomodado»? clima, habitantes, producciones, etc.?
12. ¿Quién lleva a cabo los trabajos de cultivo? ¿Quién proporciona 6. ¿Lugares con nombre particular de la comuna?
la mano de obra? ¿Se traen trabajadores de fuera? 7. ¿Dialecto? ¿Variantes locales características?
13. ¿Existe la costumbre de cercar los campos? ¿Por qué? ¿Desde
cuándo? ¿Cuidados prestados a las cercas?

X I. Viviendas y pueblos

1. ¿Existe un tipo de vivienda extendido de forma general? ¿Cuál


es su organización?
2. ¿Cómo está dispuesta la vivienda del campesino? ¿Qué lugar
ocupan, respecto a la vivienda, las dependencias agrarias?

í
f r
Daniel Faucher * Daniel Faucher 281

DE LOS «PAISES» A LAS REGIONES ** fos, y no los menos importantes, han aportado siempre al debate el fruto
de sus reflexiones y de su ciencia. Vidal de la Blache, ya en 1910, esta­
blecía en la Revue de París los principios de una división de Francia en
regiones, en un estudio cuya consulta sigue teniendo gran interés. Insistía
en el problema en 1913, para mostrar lo que él llamaba la relatividad de
las divisiones regionales, y en el volumen en el que aparecían las páginas
que dedicaba al tema geógrafos conocidos, F. Maurette, P. de Rousiers,
C. Vallaux, L. Laffite, M. Levainville, etc., aportaban su contribución.
Se conocen también los trabajos de Jules Franck, de P. Foncin, de Henri
Cavaillés; son incluso anteriores a los que acabamos de citar.
* * *

Para los geógrafos, la región es en primer lugar lo que llaman la


región natural. Este dato geográfico elemental no ha sido percibido y de­
finido sin esfuerzo. Mientras la geografía se ha limitado a descripciones
más o menos cargadas de nomenclaturas, no ha sentido la necesidad de
buscar el contenido exacto de esas individualidades naturales, que se han
convertido desde entonces en el punto de apoyo esencial de sus especu­
Parece inútil legitimar la parte que la geografía puede reivindicar en laciones. Cuando todavía se dedicaba, por ejemplo, al estudio de los ríos,
los estudios regionalistas. Sin querer afirmar que la noción de región com­ a seguirlos desde su nacimiento hasta su desembocadura para enumerar
pete directa y exclusivamente a la ciencia geográfica, es lícito recordar sus sucesivas direcciones, para citar las ciudades que habían crecido en
que, desde hace mucho tiempo, es en el marco regional donde los geógrafos sus orillas, no necesitaba apelar a la idea de región considerada como uni­
franceses han centrado la mayor parte de sus trabajos. Casi todas las gran­ dad coherente.
des tesis en las que se ha afirmado, bajo el impulso de Vidal de la Blache, Progresó estudiando las cuencas fluviales y durante mucho tiempo li­
la originalidad de la escuela geográfica francesa han tenido por objeto mitó más' o menos todo el conocimiento que tenía de la naturaleza y del
el estudio de una región. Es en el marco regional donde se ejerce habi­ hombre al marco del territorio recorrido por las redes hidrográficas orga­
tualmente la actividad de los Institutos geográficos organizados en las
nizadas. Se ha recordado en este sentido el informe de Buache presentado
Facultades de Letras y algunos de ellos editan precisamente revistas que
a la Academia de Ciencias en 1752: las cadenas montañosas coinciden
tienen por objeto principal de sus publicaciones la región en cuyo centro
se encuentran. La región es en gran parte el «laboratorio» de la geografía, siempre, en su opinión, con las líneas divisorias, y esta idea se admitió
tal como la concebimos. sin discusión hasta mediados del siglo xix. No estoy seguro de que en
Por eso, cuando se ha planteado la cuestión — pues ya se ha planteado la memoria de muchos de nosotros no subsista, por ejemplo, el nombre
muchas veces-— de sustituir el cuadro administrativo creado por la Asam­ de los Monts Faucilles que había sido necesario inventar para separar la
blea Nacional Constituyente por divisiones más amplias, más coherentes, cuenca del Ródano de las del Mosa y del Rin.
más vivas, más desprendidas de ciertas mezquindades locales, los geógra­ A pesar de los errores que ha provocado, esta concepción responde
a una cierta realidad geográfica: que el conjunto de los ríos que forman
* Además del artículo traducido en este libro, entre los trabajos principales del una red tienen dependencias mutuas, que actúan y reaccionan unos sobre
autor se encuentran: otros y que la propia geografía humana no puede ignorar del todo esas
Faucher, D. (1949): Géographie agraire. Types de cultures, París, Libraire de Médids unidades hidrográficas.
y Editions M. Th. Génin.
Faucher, D. (1962): La vie rurale vue par un géographe, Toulouse, Institut de Géo­
Más compleja, más completa también, es la idea de una división regio­
graphie de rUniversité de Toulouse. nal basada en el clima. ¿No es el clima el gran factor de distribución de
Faucher, D. (1968): L'Homme et le Rhótie, París, Gallimard. los vegetales y de los animales en la superficie de la tierra? ¿No es la
* * Faucher, D. (1941): «Des "pays” aux régions» (artículo procedente de una base de la diversidad que se introduce en los agrupamientos nacionales
conferencia pronunciada en la Facultad de Letras de Toulouse el 29 de enero de 1941),
Bulletin de Vüniversité et de l'Acadétnie de Toulouse, 8, pp. 285-301. Traducción de
que la historia ha realizado? ¿No hay en Francia una región mediterránea,
Isabel Pérez-Villanueva Tovar. una región atlántica, una región continental o semicontinental?
280

c. (
282 Antología de textos Daniel Faucher 283

Quizá no hay induso factor geográfico más tiránico que el clima. Para se deja dominar sólo por los caracteres geográficos del territorio. Y tam­
referirnos a un ejemplo que tenemos cerca, ¿no hemos visto, durante siglos, poco la vida material, que se agranda o se reduce en función de circuns­
cómo los dos Midis franceses, el mediterráneo y el atlántico, han basado tancias que no dependen todas del medio. La influencia de los factores
sus sistemas agrícolas en principios generales más o menos similares? El cul­ físicos no es nunca tan grande como para que la actividad humana en­
tivo del trigo, que era fundamental en ambos casos, al someterse a la cuentre en su presencia sus únicas posibilidades y sus límites infranquea­
sequía del verano, se encontraba obligado a dar a la tierra descansos bia- bles. Sobre un terreno que no les convenía más que a medias, los campe­
nuales mediante el barbecho. Introduciendo el maíz, gracias a sus prima­ sinos vauclusianos han creado sus cultivos de hortalizas; en un territorio
veras lluviosas, Aquitania ha abandonado el barbecho y se ha separado del de naturaleza pobre, los campesinos flamencos han realizado una de las
Midi mediterráneo; explotando a fondo ciertas aptitudes de su clima, éste obras agrícolas más fecundas que existen en la superficie del mundo civi­
se ha convertido ante todo en una región vitícola. lizado. Y además está la industria, el comercio, cuyas formas y volumen
Pero, al no considerar más que el clima como principio distintivo de no están siempre en relación estrecha con la naturaleza del terreno sobre
regiones que se consideran naturales, no se pueden determinar más que el que se implantan...
amplios conjuntos. De uno a otro se ven a menudo, por lo demás, salvo Pero, en fin, la región natural existe y se afirma a menudo por ciertas
en montaña, pasos graduales, delicadas transiciones. La división climática identidades de poblamiento, de explotación, de formas de vida. Se producen
de un territorio permanece casi siempre- cargada de indecisiones: los már­ armonías entre la tierra y el hombre, en el augusto matrimonio de la na­
genes cabalgan unos sobre otros. turaleza con el que debe pedirle que provea su subsistencia, fecundándola
Sin embargo, el terreno puede ayudar a fijar los límites. Es, sin em­ con su trabajo.
bargo, muy sorprendente que se haya tardado tanto en descubrirlo. Actúa (...)
ya por su altitud e influye a través de ella en el clima, hasta el punto
* * *
de que las mismas naturalezas del terreno, en la misma latitud, pueden
ofrecer a los hombres condiciones de existencia extremadamente variables.
Hay mucha diferencia entre los Causses del Quercy y los Causses del Frecuentemente sucede que. los propios habitantes han captado esta
Cévaudan; las altas llanuras de Cerdaña, cargadas de aluviones, no engen­ armonía. La han expresado con un nombre que para ellos encierra muchas
dran los mismos géneros de vida que sus vecinas del Rosellón extendidas cosas: relaciones de vecindad, costumbres comunes, un hablar común, gé­
cerca del mar. La montaña es siempre un medio que, por el mero hecho neros de vida semejantes, recuerdos transmitidos por la misma tradición,
de su altitud, adquiere una fisonomía aparte. todo un conjunto de hechos materiales, intelectuales y morales que cons­
En las llanuras, donde el relieve cuenta poco, salvo para matizar los tituyen el soporte más seguro de la vida social y que son su expresión
climas locales, para crear exposiciones variadas, unas más favorables, otras habitual. El nombre del «país» es un emblema de amistad.
menos, es la naturaleza del terreno la que introduce un principio de di­ Sólo con pronunciarlo se siente uno vinculado a una tierra, a hori­
ferenciación y, por su continuidad, un principio de unidad. No precisa­ zontes familiares, a ese ciprés que, solitario, vela cerca del jardín, a esos
mente la naturaleza del terreno tal como la siente en su trabajo cotidiano álamos que se estremecen en el valle a lo largo del río, a esa garriga de
el campesino inclinado sobre su surco, sino esa naturaleza propia que de­ aspecto un poco salvaje dominada por un roble respetado por el hombre
fine la geología. La persistencia de los mismos horizontes geológicos sobre o el diente de los animales. Es para el montañés la evocación de su mon­
un espacio más o menos extenso tiene como consecuencia la repetición de taña y para el hombre de las llanuras fértiles la de la riqueza de una
los mismos aspectos. Aquí es donde los geógrafos han encontrado la no­ tierra que le alimenta como alimentó a sus antepasados. El «país» es para
ción de región natural que está en la misma base de sus análisis morfo­ todos una prefiguración de la patria.
lógicos y de sus investigaciones sobre la actividad humana.
Y , sin duda, no ignoran que la unidad geológica no comporta nece­ Los nombres de «países» son los nombres de las divisiones regionales
sariamente la uniformidad absoluta de las características. Incluso en nues­ más vivas que existen, los que están realmente inscritos en el corazón.
tras investigaciones de geografía física, el conocimiento referido solamente Los geógrafos han descubierto esas mismas divisiones inscritas en el
a la estructura actualmente visible no basta para revelar siempre el secreto terreno. Hay que remontarse sin duda a los escritos de Charles Coquebert
de las formas del relieve. Hay que apelar a veces a elementos estructurales de Montbret para encontrar su primer uso sistemático. Cuando el Comité
desaparecidos hoy y se debe entonces considerar como un relieve heredado de Minas creado por la Convención decidió publicar el Journal des Mines,
el que tenemos ante nuestra vista. confió su dirección a Coquebert, que enseñaba geografía física en el Liceo
Tratándose del hombre, los problemas son aún infinitamente más com­ republicano, y más tarde en la Escuela de Minas. Bien en las notas que
plejos. Sea cual sea el lugar, hay que tener en cuenta la historia y ésta no publicó en el Journal des Mines sobre las riquezas minerales del país,

C C
284 Antología de textos 285
Daniel Fauchec
bien en la descripción general de Francia que concibió al convertirse, tras Podríamos dar muchos ejemplos de nombres de «países» que reflejan
el 18 Brumario, en Director de Estadística de Francia, se apoyó siempre así antiguas situaciones, más históricas que geográficas. Pero la historia
en divisiones naturales del territorio. Estableció, por ejemplo, en la nota
es el pasado, la geografía es el presente; las regiones actuales pueden no
dedicada al departamento del Aisne «lo que se entendía en general por tener relaciones directas y estrechas con las regiones determinadas por las
Picardía» y habla con un sentido geográfico muy seguro de las «pequeñas vicisitudes de la. política. En cuanto a las regiones naturales, en cuanto
comarcas» que abarcaba; cita la Thiérache, el Vermandois, el Laonnais, a los «países» que les corresponden, por mucho apego que se les tenga,
el Tardenois, el Soissonnais; sabe que el departamento cubre también una no es posible considerarlos más que como soporte de la vida local, apenas
parte del Valois y de la Brie champañesa. ¿No parece que estamos escu­ prolongada más allá del horizonte que el campesino abarca con la vista
chando a un geógrafo moderno? El pueblo de los campos del Aisne pro­ desde la puerta de su granja o desde lo alto de su campanario. Divisiones
nunciaba habitualmente estos nombres. Por esa, uno de los colaboradores administrativas que quieran «crear — como decía L. Gallois en 1908— or­
del barón Coquebert de Montbret, d’Omalius d’Halloy, yendo más lejos ganismos más conscientes de su unidad y de sus intereses» deben ir más
que Coquebert, podía, en 1835, afirmar que «el pueblo sabe generalmente allá de esas pequeñas unidades naturales, cuyos contornos pueden tener en
captar con mucho discernimiento» esas divisiones naturales y que les aplica cuenta, con mucho, al reunirías.
generalmente una denominación particular. Sin embargo, dice, cuando los
geógrafos «sienten la necesidad de citar una división de esta naturaleza, * * *
se creen obligados a emplear un correctivo y decir: la comarca vulgarmente
designada con tal nombre. Pero — sigue diciendo d’Omalius d’Halloy— Se había planteado el mismo problema ante la Asamblea Constituyente.
lejos de ver en esta aplicación de la palabra vulgar un motivo de desprecio, Lo resolvió mediante la creación de los departamentos y no me corresponde
se debería, por el contrario, ver un títuta de ilustración, pues si una de­ decir cómo realizó su obra, que era, según el informe de Thouret, «asentar
nominación que no está sostenida por ninguna disposición del poder puede sobre bases comunes el doble edificio de la representación nacional y de
establecerse o mantenerse en el uso vulgar, es que satisface una necesidad, la administración municipal y provincial». Consistía también en hacer
proporcionando un medio más fácil de designación o estableciendo una desaparecer esta especie de anarquía administrativa que hacía, según el
división más natural que la consagrada por las denominaciones o las de­ mismo informe, que «el reino esté fragmentado en tantas divisiones dife­
marcaciones políticas». rentes como diversas especies de regímenes o de poderes existentes: en
Así, desde el comienzo del siglo xix, se llegaba a la concepción de diócesis, desde el punto de vista eclesiástico; en gobiernos, desde el punto
que los nombres de los «países» cubren frecuentemente regiones naturales. de vista militar; en generalidades, desde el punto de vista administrativo;
Los geógrafos lo han olvidado durante mucho tiempo posteriormente; ha en bailías, desde el punto de vista judicial». La división en departamentos
sido necesario que dispusieran de mapas topográficos y geológicos para tuvo a menudo un carácter artificial que ha sido muchas veces denunciado,
volver a encontrar la verdad enunciada por Coquebert o por d’Omalius y no siempre justamente. No había sido, sin embargo, tan arbitraria, puesto
d’Halloy. El pueblo, por su parte, no la ha olvidado y estos nombres han que el Comité de Constitución había intentado preservar los intereses
permanecido tan vivos que sería probablemente impío efectuar cortes ta­ económicos y, no queriendo romper brutalmente con el pasado, había
jantes sobre ellos cuando se establezca la nueva división administrativa invitado a las propias provincias a «manifestar las conveniencias del co­
en regiones. mercio, de la agricultura, de la industria, de las localidades, de los medios
de comunicación». Las nuevas circunscripciones administrativas no habían
* * * sido mal establecidas, puesto que han durado y han asegurado una gestión
conveniente de los asuntos públicos.
¿Quiere esto decir que todos los nombres de «países» merecen seme­ Pero de nuevo se vuelve a plantear el tema de proporcionar a Francia
jante consideración y son para el vocabulario geográfico semejante «título otra división territorial. Deseada desde hace décadas, ya no hay razones
de ilustración»? Desde luego, no. A falta de nombres directamente aso­ para posponer su realización. Poco a poco, en efecto, más allá de los de­
ciados a datos naturales, surgen otros que han sido forjados con el de la partamentos, se han revelado conjuntos más amplios. Dos transformaciones
localidad que se consideraba cabecera. Así se habla del Carcassés para de­ capitales de Francia han determinado su nacimiento y definido sus carac­
signar al «país» de Carcassonne, pero ¿quién podría fijar sus límites? teres: la revolución en los medios de comunicación, el crecimiento de las
¿Y quién podría definir exactamente el Pédagués («país» de Pamiers)? ciudades. Comenzaron hace mucho tiempo, pero no han alcanzado su
Algunos de ellos no son más que reminiscencias históricas. pleno auge hasta una fecha reciente.
Las condiciones de la circulación han cambiado totalmente a lo largo
(...) del siglo xix y desde el comienzo del xx. En vísperas de la Revolución,

¡
(
286 Antología de textos Daniel Faucher 287

y a pesar de las grandes obras viarias llevadas a cabo sobre todo después Llegamos, pues, a concebir la región como el territorio que se ordena
de 1750, los transportes de mercancías y de viajeros siguen siendo lentos. armónicamente en las formas de su actividad alrededor de una metrópoli
Con los ferrocarriles se harán más fáciles, más confortables, más rápidos que se ha convertido en capital. Actualmente ya se puede hablar de una
y menos costosos. Con el automóvil alcanzarán un ritmo precipitado y las región de Lyon, de una región de Limoges, de una región de Marsella,
distancias serán nuevamente reducidas. Todo ha ocurrido en este campo de una región de Montpellier, de una región de Burdeos, de una región
como si la superficie del territorio francés se hubiese encogido progresiva­ de Toulouse, por limitarnos a la mitad meridional de Francia. Queda por
mente. Todo ha ocurrida- también de forma que las necesidades económi­ delimitar cada una exactamente y no es trabajo fácil.
cas generales del país, las necesidades de cada porción del territorio han Las preguntas que hay que hacerse son de múltiples órdenes. Se puede
sido cada vez mejor servidas. Durante mucho tiempo la clara disposición agrupar una parte en algunos epígrafes esenciales.
de nuestra red ferroviaria y la clara disposición de nuestras grandes ca­ fjay que saber, por ejemplo, cuál es el espacio que participa en el
rreteras había expresado la preponderancia de los intereses políticos cen­ poblamiento de la ciudad, lo que puede llamarse su zona de atracción
tralizados. Las preocupaciones económicas han vencido progresivamente. demográfica. Hay que conocer la extensión de su irradiación comercial,
Todo esto se ha organizado poco a poco alrededor de las grandes aglo­ menos la de la clientela de sus industrias, a veces fuera del territorio con­
meraciones urbanas. ¿Es necesario recordar que las ciudades han crecido tiguo, que la de su comercio al por mayor e intermedio, es decir, la zona
considerablemente a lo largo del siglo xix? El movimiento ha continuado cubierta por sus actividades distribuidoras. Otro aspecto de esta irradia­
en el xx y, se quiera o no se quiera, la relación entre la población del ción viene dado por la fuerza de sus ventas a la clientela que acude a ella
campo y la de las aglomeraciones urbanas ha cambiado profundamente. para aprovisionamientos regulares u ocasionales. Y la ciudad es también
Alrededor de esos grandes centros se ha reunido la vida regional. De acuer­ consumidora; hay que saber de dónde le vienen sus proveedores más nu­
do con sus necesidades se ha producido frecuentemente la adaptación de merosos y la procedencia de los abastecedores de sus mercados.
la actividad del campo colindante. Y a la inversa, la ciudad, industrial Hay que tener en cuenta su irradiación intelectual, la procedencia de
y mercantil, ha encontrado a su alrededor una parte de su clientela, a me­ los alumnos de sus escuelas, de los estudiantes de su Universidad, la fuerza
nudo el mayor volumen de sus compradores. Se han creado solidaridades de los periódicos, el prestigio de sus Sociétés Savantes, etc. No debe escapar
entre productores y consumidores a partir del momento en que se aban­ una sola forma de las actividades que se propagan a su alrededor a una
donaron las antiguas economías cerradas de antaño, y encontraron su punto investigación que quiera ser completa y expresiva.
de contacto y de equilibrio en la ciudad donde se realizaban los intercam­ Pero la densidad de las relaciones ferroviarias o viarias sirve de guía.
bios. Las ciudades siempre han representado un nudo de relaciones, pero Llevadas sobre un mapa, dibujan las articulaciones de la región tal como
el fenómeno de nodalidad, tomando esta expresión, tras Vidal de la Blache, se establece de hecho, tal como se manifiesta en tanto que realidad viva.
de Mackinder, se ha complicado y reforzado singularmente, con el creci­ Si se añade a semejante representación de las relaciones cierto coeficiente
miento y la organización de las ciudades modernas. Las mayores se han de utilización establecido según el número de personas o el peso de las
convertido en los centros de la vida de relación para territorios extensos, mercancías transportadas, se podría establecer lo que yo llamaría de buena
que ya no pueden prescindir de ellas, de la misma forma que no pueden gana mapas de influencia urbana y la solución de los problemas de delimi­
ignorar sus fuerzas, sean de la naturaleza que sean. tación perdería pronto todo riesgo de arbitrariedad.
Los progresos de la urbanización de Francia han cambiado, pues, el Pues es evidente que en los márgenes de estas zonas de influencias se
contenido de la noción de región. La debilidad relativa del factor urbano entrecruzan otras, las de la metrópoli vecina. A quien tenga que delimitar,
había permitido la creación del departamento y su mantenimiento, su nueva por ejemplo, la región de Toulouse en relación con la de Burdeos, se le
amplitud, su crecimiento imprevisto y rápido, que rompe los antiguos presentará necesariamente el problema de saber hasta dónde irá Toulouse
equilibrios, hace desmoronarse a su vez el marco departamental. La futura en el valle del Garona o en Armagnac. Habrá que dedicarse a sopesar
división regional registrará esta transformación profunda del poblamiento: las influencias, a investigar las preponderancias. Y una vez establecido el
será la coronación de una verdadera revolución geográfica, cuyas conse­ límite, habrá que dejar a la vida el cuidado de confirmarlo o, por el con­
cuencias en todos los campos se han desarrollado lentamente, pero han trario, la posibilidad de resaltar sus defectos. «Se trata — como decía
minado poco a poco ciertas concepciones, justamente aquellas que parecían Vidal de la Blache— de biología, y no de mecánica.»
basadas en el orden más natural de las cosas. La unidad regional es ahora Pero entonces se obtendrán, en efecto, grandes organismos vivos,
menos una unidad de terreno, una unidad de clima, una identidad de gé­ capaces de dar cotidianamente más coherencia a las solidaridades que ya
neros de vida que una diversidad coherente. se habrán manifestado. Estimularán su fuerza. Reunirán en haces las acti­
vidades productoras; suscitarán otras nuevas. De ellos saldrá todo lo que
ie it * puede hacer más eficaz la vida colectiva mediante el contacto directo con

( c i
288 Antología de textos Etienne Juillard *

la realidad. La región puede crear amplias armonías en beneficio de todos LA REGION: ENSAYO DE DEFINICION **
y de cada tino.
Esta coordinación interna de las grandes formas de la actividad implica
un sentido preciso de la unidad regional, que se realiza no en la unifor­
midad, sino en la concordancia de las actividades complementarias. Cuantas
más posibilidades diversas pero solidarias englobe la región, más posibi­
lidades tendrá de vivir y'tle durar.
Así, debe apoyarse en el sentimiento de las relaciones necesarias. Este
sentimiento es el que realmente crea el verdadero espíritu regionalista.
La organización de la región debe, si es necesario, hacerlo nacer o desarro­
llarse, con todo lo que puede comportar de vivo y de elevado. No se
trata — al menos en nuestro pensamiento— de resucitar el espíritu «pro-
vincialista», que es a menudo mezquino apego a un pasado muerto. Se trata,
por el contrarío, de desarrollar y de suscitar fuerzas nuevas, actividades
eficaces, en un marco en el que cada uno puede ocupar su verdadero lugar
y desarrollar sus capacidades, en el que todo esfuerzo puede conseguir
un resultado tangible.
Lo cual no quiere decir, es obvio, que el espíritu regionalista deba
descuidar las relaciones con las demás regiones y con la nación entera.
Esta especie de autarquía regional sería una inmensa regresión. Por encima La síntesis regional, ya lo dijo Vidal de la Blache, es la realización
del pueblo, de la ciudad, está el «país» en el sentido en que lo evocábamos última del trabajo del geógrafo, el único terreno en el que alcanza su
antes; por encima del «país», está el horizonte más amplio de la región plena identidad. Al explicar y al comprender la lógica interna de un frag­
agrupada en tomo a su metrópoli; por encima de la región está la patria. mento de la corteza terrestre, el geógrafo revela una individualidad cuya
E l propio individuo quedaría singularmente disminuido si encerrase es­ réplica exacta, es evidente, no se encontrará en ningún otro lugar. ¿Quiere
trechamente en límites tan reducidos el espacio en el que debe alcanzar esto decir que es imposible proseguir en este caso el constante y fructífero
su plenitud; la colectividad regional se volvería anémica si pensase y actuase diálogo que se ha llevado a cabo entre geografía regional y geografía ge­
como si fuera capaz de bastarse a sí misma. La vida moderna necesita neral? Hay que confesar, desde luego, que si Francia ha sido el país pri­
vilegiado para los estudios regionales, la noción de región no ha sido, hasta
aire libre. estos últimos años, objeto de un esfuerzo sistemático de generalización.
Y tampoco el espíritu regionalista debe cortar todo lazo con el pasado.
La historia, la vida cerrada de antaño han tejido un lenguaje común; existe Difícilmente se deduciría una doctrina de la comparación de las monogra­
el recuerdo de las cosas que se han hecho juntos, a veces un arte, una fías. Sin hablar de las que no son más que enumeraciones yuxtapuestas,
las síntesis se presentan en los marcos más dispares, tanto por su naturaleza
literatura que expresan esa vida del pasado, toda una poesía colectiva
que flota en el más banal de los folklores. Son fuerzas de cohesión, a la como por su dimensión. Territorio definido unas veces por una cierta uni­
vez espirituales y sentimentales, de las que la vida regional no puede formidad natural, étnica o económica, otras distrito heredado de la historia
sacar más que ventajas. Pero esto no es lo esencial: el renacimiento y que no responde a ninguna realidad actual, la región se concibe gene­
provincial, en el sentido estricto del término, sería una utopía, algo como ralmente como una especie de «dato» cuyos límites se esfuerzan en jus-
un juego mental; la organización regional es una necesidad, un dinamismo
* Además del artículo traducido en este libro, entre los trabajos principales del
reaMsta. E l espíritu regionalista puede enraizarse en el pasado; no vivirá autor se encuentran:
más que en la preocupación del presente y orientándose hacia el porvenir. Gaval, P., y Juillard, E . (1967): Región et régionalisation dans la géographie fran-
faise et dans d'autres sciences sociales. Bihliographie analytique, París, Dalloz.
Juillard, E . (1972): «Vílles et campagnes: vers un espace légional intégre», en La
pernee géographique frangaise contemporaine. Mélanges offerts ¿ André Meynier,
Saint-Brieuc, Presses Universitaires de Bretagne, 1972, pp. 679-681.
Juillard, E . (1974): La région: contributions a une géographie générale des espaces
regionaux, París, Ophrys.
* * Juillard, E . (1962): «La région: essai de définition», Annales de Géographie,
L X X I, 387, pp. 483-499. Traducción de Isabel Pérez-Villanueva Tovar.
289

c ( 1
290 Antología de textos Etienne Juillard 291
tificar en el umbral del estudio. ¿Hay que extrañarse de que esta con­ estudia la organizadón de un espacio diferendado, individualizado. Par­
cepción de la geografía no baya Lecho escuela en países como los Estados tiendo del modelo más simple y más abstracto posible, el economista lo
Unidos, donde los marcos heredados de la naturaleza y de la historia son va complicando; procede de lo general a lo particular y aborda finalmente,
a la vez menos amplios y menos matizados? Gradas a la geografía general con alguna reticencia, un caso concreto. E l geógrafo, por su parte, comienza
se ponen ahora realidades precisas tras palabras tales como pediment, bos­ con casos particulares, localizados, complejos, pero poco extensos; se es­
que galería, openfield, banlieue... No se podría decir lo mismo de la pa­ fuerza luego por ampliar su conjunto de observadones y de comparadones
labra región. para concebir una organizadón planetaria del espado; al hacer esto, se ve
Ahora bien, la región ya no es hoy ese terreno un poco confidendal obligado a generalizar, a caer en la abstracdón; le parece que se sale de
de la investigadón geográfica, ni ese marco folklórico en que se complacen su papel. Se imaginaría gustosamente una fructífera conjunción de las
ciertas ideologías reaccionarias. Cada vez más, en los medios de actuación dos disciplinas, en su marcha convergente, en un nivel espacial intermedio
económica y social, se piensa el desarrollo en términos de ordenación que sería la región. Pero las diferendas de óptica y de vocabulario han
del territorio, de regionalización. Esto es verdad no sólo para los países hecho difícil el diálogo. Sin embargo, ha comenzado, sobre todo desde la
fragmentados de la vieja Europa, sino también para la U. R. S. S., Estados última guerra, y especialmente en Alemania, en Polonia, en la U. R. S. S.,
Unidos, para los nuevos Estados africanos en el futuro. En Franda han donde los geógrafos han intentado sistemáticamente generalizar la nodón
nacido comités de expansión que se apoyan en espacios calificados como de región. La aportadón francesa ha sido más tardía.
regiones; nuestro 4.° Plan desemboca en planes regionales de acdón eco­
nómica. ¿De qué dase de regiones se trata? Al principio, para ir más
de prisa y porque se desprende uno mal de las ataduras administrativas, Espacio uniforme y espacio funcional
los comités «regionales» se han calcado de los distritos, de los departamen­
tos, de los grupos de departamentos; las «regiones-programa» que son La evoludón del mundo ha modificado los términos en los que se
objeto de un plan de conjunto abarcan un número entero de departamen­ plantea el problema regional; más exactamente, ha dado una importancia
tos. Pero estos marcos son raramente satisfactorios y J . Labasse los ha creciente a un tipo de organización del espado al que, hasta entonces, se
sometido a juicio en esta misma revista. La necesidad de eficada plantea había prestado una atención insufidente.
el problema de la definición de la región. Desde hace mucho tiempo una de las nodones más fecundas de la
Los geógrafos no estaban preparados para dar esta definidón. Ofredan,
geografía es la de paisaje, es dedr, una combinadón de rasgos físicos y
desde luego, un conocimiento íntimo de tal región cuya monografía habían
humanos que da a un territorio una fisonomía propia, que le convierte
realizado. Pero la geografía regional se encontraba singularmente desarmada
ante los problemas generales que se planteaban: criterios de delimitación, en un conjunto si no uniforme, al menos caracterizado por la repetidón
dimensión óptima, equipamientos necesarios, etc. Los círculos con capaddad habitual de dertos rasgos. Lo que se ha llamado región natural es uno
de actuación se han dirigido, pues, a los economistas. Estos acababan en de estos conjuntos homogéneos. Pero al haber dejado d hombre en casi
efecto de «descubrir» la región. Tras haber razonado durante mucho tiempo todas partes su huella, y a veces desde hace milenios, la mayor parte de los
en abstracto, o sobre hipótesis espadales, pero preindustriales (von Thünen), paisajes son paisajes humanizados, lo que los alemanes llaman Kulturlands-
comenzaron a elaborar esquemas regionales. E l gran iniciador parece haber chaft. Aunque, gracias a ciertas técnicas como la palinologia, se consigue
sido el alemán Losch. Después es en Estados Unidos donde la regional a duras penas reconstruir lo que era el paisaje primitivo y precisar las
Science ha adquirido más cuerpo y vuelve hoy a Europa, traída por un aptitudes del medio físico, las rdadones entre región natural y paisaje
Léontief, por un Walter Isard, que han encontrado entre los economistas humanizado están lejos de ser sencillas: dos conjuntos naturales muy seme­
franceses algunos adeptos entusiastas y eficaces. Han aplicado a la realidad jantes e induso muy próximos pueden ver nacer dos paisajes diferentes
regional su aptitud específica para la generalizadón y la han dotado rápi­ — así, por ejemplo, los contrastes agrarios de los Vosgos y de la Selva
damente de un vocabulario, tras el que sitúan estructuras, mecanismos Negra, por el juego contrastado de las presiones demográficas de las
precisos. formas de industrialización, etc. Con mayor motivo varios paisajes pueden
Sin embargo, el espacio de los economistas no es el mismo que el sucederse en el tiempo sobre el mismo espado: pensemos en las mutado-
de los geógrafos y en esta vía nueva y apasionante que se abre a la inves­ nes agrícolas de las comarcas mediterráneas, en la urbanizadón de las
tigación aplicada no puede tratarse de una simple sustitución de los unos cuencas mineras, etc. Finalmente, la influencia humana puede atenuar hasta
por los otros. Frangois Perroux ha mostrado muy bien que el economista hacerlos irreconocibles los matices del medio natural: así, los daneses han
se dedica a «deslocalizar» a los hombres, las cosas, las actividades, expre­ conseguido extender sus tierras labradas intensivas hasta las partes más
sando las distandas físicas en predo y en tiempo, mientras que el geógrafo ingratas de su territorio.

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292 Antología de textos Etienne Juillard 293

El paisaje expresa, pues, el estado momentáneo de ciertas relaciones, las actividades del grupo. De la misma forma que la yuxtaposición de
de un cierto equilibrio, inestable, entre condiciones naturales, técnicas de «géneros de vida» ha dado paso, en las economías más evolucionadas, a
transformación de la naturaleza, tipo de economía, estructuras demográficas estructuras socioprofesionales complejas, el espacio humanizado, en cuanto
y sociales del grupo humano. Además, cada paisaje incorpora una can­ se ha superado el estadio de una economía de subsistencia, ve superponerse
tidad variable de acondicionamientos heredados de combinaciones ante­ al mosaico de los paisajes corrientes de intercambio, formas diversas de
riores. La inercia de las formas de organización del espacio confiere así vida de relaciones que expresan la coordinación de las actividades, que
al paisaje una relativa permanencia. Realidad esencialmente visible, el se apoyan en consecuencia sobre una red de centros organizadores — las
paisaje no puede explicarse sin apelar a factores invisibles, tan diversos ciudades— y que estructuran el espacio en conjuntos nuevos. La unifor­
como, por ejemplo, la hidrología subterránea, la natalidad, el régimen in­ midad caracteriza rara vez a estos últimos; la complementariedad de ele­
mobiliario, la circulación de capitales, la práctica religiosa. Desde que los mentos diversos es, por el contrario, la regla. Las migraciones humanas,
geógrafos dedican lo esencial de sus esfuerzos al análisis y a la síntesis las corrientes de mercancías, los flujos de capitales, las decisiones admi­
de los paisajes, han conseguido explicar su génesis con una precisión cre­ nistrativas que constituyen su unidad son elementos menos visibles y
ciente y convertirlo en un terreno especializado que no puede discutirles menos duraderos que los paisajes. No dejan de determinar por ello formas
ninguna otra disciplina. de organización del espacio que no hay ninguna razón para declarar no
¿Se confunde la noción de región con la de paisaje? Existe, sin lugar geográficas. Ignorarlas sería limitar el estudio regional a una fragmentación
a dudas, un modo de «regionalización» y la investigación de los paisajes en elementos, descuidando lo que los une, es decir, las actividades comple­
permite detectar y delimitar sobre un territorio dado, por ejemplo, regio­ mentarias de los grupos humanos.
nes agrícolas, caracterizadas cada una de ellas por una cierta homogeneidad Existen pues dos principios de unidad regional. Uno se basa en un
en el acondicionamiento del espacio rural; aglomeraciones urbanas, paisajes criterio de uniformidad, es el paisaje; el otro en un criterio de cohesión,
a su vez subdivididos en zonas más o menos homogéneas, barrios y en la acción coordinadora de un centro. Los territorios individualizados de
banlieues; conjuntos industriales individualizados por la repetición habitual esta segunda forma se caracterizan menos por su fisionomía que por su
de ciertas formas: valles montañosos de industria dispersa, zonas mineras función. Hablaremos de espacio funcional.
de industria pesada, complejos portuarios, etc. Los alemanes oponen Land
y Landschaft. El primer término designa a un «individuo» geográfico, cual­
quiera que sea su dimensión; en su complejidad total, este territorio no Génesis del espacio funcional
será nunca más que un ejemplar único. E l segundo, que es el paisaje, es
susceptible, a fuerza de comparaciones y dejando a un lado los caracteres Desde el momento en que se concibe el espacio no ya como una yuxta­
individuales, accidentales, de encajar en ciertos tipos. Para M. Sorre, en posición de áreas más o menos extensas, sino como el campo de acción
1957, la región era el «área de extensión de un paisaje geográfico». Esto de flujos de todo orden, vienen a la mente numerosas «estructuras» po­
es más o menos lo que repite en su obra de 1961, donde traza con maestría sibles. Se pueden tomar en consideración sucesivamente las fuerzas más
un cuadro de las grandes «series» de paisajes humanos que se reparten diversas: polarización creada por una industria «motriz» alrededor de la
sobre las tierras emergidas. Y , sin embargo, no oculta sus dificultades cual gravitan satélites (industrias similares, industrias derivadas); fuerza de
cuando se trata de insertar en ellas las zonas más desarrolladas del globo. atracción migratoria de un centro urbano, que se puede medir a la vez
Se pueden encontrar en este caso, dice, combinaciones de tipos de paisajes: en efectivos y en áreas de reclutamiento; lazos creados por relaciones
así, la cuenca franco-belga «donde aparecen estrechamente asociadas una comerciales, que se expresan en términos de mercado de un producto, de
agricultura altamente intensiva y una vida industrial próspera». Profun­ post-país de un puerto, de área de irradiación de un mayorista; fuerzas
dizando esta idea al término de su último capítulo, M. Sorre indica que de cohesión política, social, espiritual; relaciones de dependencia finan­
el desarrollo económico y social determina una jerarquía de los espacios ciera... Sin hablar de las fuerzas de inercia: analfabetismo, gerontocracia,
organizados, que «cada región tiene su función propia, o más bien sus y de los frenos: juegos de la especulación inmobiliaria, malthusianismo
funciones»; sugiere buscar los centros de gravedad, las regiones de paso, demográfico o económico, etc.
los núcleos de acumulación de hombres y de medios. Estas fuerzas interesan al geógrafo en la medida en que se combinan
Llevando más lejos estas proposiciones, todavía prudentes, digamos que para traducirse en una cierta organización del espacio. Ahora bien, el aná­
la división del territorio en un mosaico de conjuntos uniformes no es la lisis muestra que se enlazan en ciertos centros, que son núcleos de im­
única manera de abordar el problema de la organización del espacio. El pulsión y que modelan una estructura espacial en movimiento, pero que
paisaje no es siempre, lo es incluso rara vez en los países altamente des­ se puede captar en un momento dado. Ya en 1900 Vidal de la Blache,
arrollados, el marco en el que se desenvuelven y se completan mutuamente que es decididamente el iniciador de la geografía moderna hasta en sus

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294 Antología de textos Etienne Juillard 295

adquisiciones aparentemente más redentes, había mostrado que Francia a gran escala, el almacenamiento, etc. Nudo de comunicaciones y centro
estaba adquiriendo estructuras regionales nuevas, que se articulaban en una administrativo, coordina las actividades de un territorio más o menos
red de centros. «Ciudades y carreteras, escribía, son las grandes iniciadoras extenso, y sobre todo da impulso a su región reuniendo diversos elementos
de la unidad.» Y había tomado del geógrafo inglés Mackinder la palabra 1 de dominio: apropiación del suelo agrícola, fábricas que drenan cotidiana­
nodalidad para designar a las encrucijadas mayores de donde emana el mente una parte de la mano de obra rural, medios financieros concen­
máximo flujo de todo tipo, y que, por eso, tienen el mayor poder orga­ trados allí por el mero juego de la polarización, acción sobre la opinión
nizador. “■ pública mediante la prensa, etc. Marco de actividades coordinadas, la zona
No se trata aquí más que de metrópolis. Pero el mismo principio de de influencia de una ciudad va creando sus costumbres, va estableciendo
cohesión o de «centralidad» puede aplicarse en todos los grados de la relaciones duraderas, desarrollando finalmente en sus habitantes un senti­
escala dimensional de los espacios. El pueblo Aglomerado rodeado de su miento de pertenecer a un mismo conjunto que termina de darle su per­
término es ya un centro y la red estrellada de sus caminos rurales lo expresa sonalidad.
en el paisaje. La pequeña ciudad-mercado en el corazón de su «país» Basado así en la vida de relaciones, el espacio funcional se expresa
agrícola, la ciudad media, la gran ciudad constituyen una jerarquía de menos por límitesi que por su centro y por las redes de todo orden que
centros que distribuyen servicios cada vez más perfeccionados. Los econo­ emanan de él. El análisis regional no se apoya ya en el descubrimiento
mistas han elaborado la teoría de esta jerarquización. Han mostrado que de espacios uniformes, sino en el estudio de la jerarquía de los centros, de
procedía del juego combinado de dos factores, mercado y accesibilidad. la densidad y de la intensidad de los flujos. Mediante el examen de la
A medida que el servicio que se ofrece es más caro y corresponde a ne­ «centralidad» de las ciudades de la Alemania del suroeste, Christaller ha
cesidades menos habituaknente sentidas, requiere para ser rentable una encontrado, en este espacio relativamente homogéneo, la disposición regula­
clientela más numerosa y, por tanto, a densidad humana constante, una rizada y las zonas de influencia hexagonales del esquema de Losch. Apo­
zona de distribución más extensa. En sentido inverso juega el factor tiempo yándose sobre todo en un conocimiento excepcional de la circulación de los
y coste del transporte (accesibilidad), que tiende a contener esta zona en el capitales, Jean Labasse ha revelado las diversas polarizaciones que permiten
interior de ciertos límites máximos de distancia. Para cada servicio se comprender la estructura de la región de Lyon. Al definir la jerarquía
constituye pues un sistema de zonas de distribución. Un tercer factor, la de los centros urbanos de Alsacia y al establecer sus zonas de influencia,
interdependencia de estos servicios, conduce a hacer coincidir en general Michel Rochefort ha dado la clave de la organizadón regional de esta
los centros elegidos por unos y otros con cada grado de la jerarquía. Así provincia. (...)
se estructura espontáneamente el espacio en zonas cuyas dimensiones están Es evidente que, basándose así en marcos de actividades más que en
en función de las técnicas de transporte, de la densidad de la población, de una cierta constanda de la fisionomía, la investigación regional se encuentra
las necesidades de esta población y de su aptitud para satisfacerlas. August más cerca de la realidad humana. Esto no disminuye el interés de la nodón
Losch ha desarrollado un modelo partiendo de una llanura homogénea, de paisaje. Simplemente el objeto de ambas investigaciones es diferente. El
sin ninguna diferencia en las densidades de población, los poderes adqui- ! íntimo conocimiento de esas combinaciones espadales que son los paisajes
sitivos, la productividad de las empresas, la elasticidad de los mercados. resulta indispensable para quien quiere evaluar el potencial de un territorio,
Muestra que tenderán a crearse espacios de forma hexagonal, estando cada las condiciones de su aprovechamiento, los riesgos de ruptura de los deli­
centro rodeado de seis centros del escalón inmediatamente inferior y si­ cados equilibrios establecidos entre medio natural y grupo humano. Inver­
tuándose, con otros cinco polos de igual categoría, alrededor de un centro * samente un paisaje, induso bien individualizado, no puede separarse de los
del escalón superior. paisajes vecinos con los que mantiene reladones de complementariedad; no
Ciertamente la realidad es más compleja, puesto que incorpora toda la se puede entender un espacio rural sin la ciudad que lo anima, ni una
diversidad de las condiciones naturales, de las herencias del pasado, todas dudad sin el soporte de su Umland. Esta es, indudablemente, la vía de la
las desigualdades de la presión demográfica, del desarrollo económico y realidad regional. Pero, ¿a qué llamaremos la región?
social. Esto no es obstáculo para que, en cuanto aparece la vida de relacio­
nes, haya qué buscar el principio de la organización especial en lo que
los geógrafos alemanes han llamado Zentralitat, es decir, en la red urbana La región, marco cambiante
o, como ha dicho felizmente G. Chabot, en el armazón urbano. En sus
relaciones con su zona de influencia la ciudad juega un triple papel, distri­ Si se acepta que hay que buscar la región en la familia de los espacios
buidor, coordinador y motor. En los terrenos de la enseñanza, de la salud, fundonales, hay que predsar también en qué escala se sitúa, para que un
del correo y de las telecomunicaciones, etc., es ante todo un cómodo ins- ¡ contenido predso responda a este término. En la acepción común, la región
trumento de difusión de los servicios; ocurre lo mismo para el comercio es una subdivisión territorial extensa que se encuentra en la jerarquía

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296 Antología de textos Etienne Juillard 297

inmediatamente después del Estado. Desde luego, en este sentido la inter­ de lo más variable, en el espacio y en el tiempo, según el grado de indus­
pretan nuestros planes «regionales» y volvemos a encontrar el mismo trialización y de urbanización, las densidades de población, los niveles de
escalón en la «provinda» italiana, el «Land» alemán, el «supersovnarjoz» vida, el estado de las técnicas de circulación.
soviético, etc. No podríamos encontrar ningún criterio dimensional preciso, ? Volvamos al ejemplo de Francia. Las metrópolis regionales que se pue­
pues, como hemos visto, demasiadas variantes condicionan el tamaño de las den detectar hoy se han ido afirmando poco a poco. Erróneamente se
zonas de influencia. Por el contrario, sería bueno dar a la definición un piensa que k «departamentalización» ha fragmentado una organización an­
contenido funcional. Propenemos decir: la región no es generalmente un terior en regiones más amplias. La Francia del siglo x v iii se componía de
Estado; pero está dotada de una cierta autosuficiencia, desde luego no en células «regionales» a la medida de una economía todavía agrícola y de
el sentido de una autarquía económica, sino en la medida en que la mayor transportes pre-ferroviarios. Cubrían frecuentemente «países» bastante ho­
parte de las funciones y servicios más importantes están representados en mogéneos agrupados en torno a un mercado. Sobre este espacio funcional
ella, de manera que la región es capaz de satisfacer la mayor parte de las se había calcado frecuentemente la administración señorial, después real, y
necesidades de sus habitantes, al poseer su metrópoli un poder de impul­ muchos de estos «países» eran bailías o senescalías, antecedentes de la
sión y de decisión, y al no ser necesario recurrir al escalón superior más mayor parte de nuestros distritos. En las 300 ó 400 ciudades de 2.000 a
que en terrenos excepcionales o muy especializados. Así, en la Francia 10.000 habitantes que eran sus cabeceras se encontraban agrupados, sin
actual, París hace sentir su influencia en todo el país, pero sólo en ciertos gran jerarquización, los servicios bastante elementales que requería una
aspectos, bien porque allí se encuentran el gobierno y la administración vida de relaciones con un horizonte todavía reducido y que no alcanzaba
central, bien porque París en tanto que única ciudad «mundial» del terri­ más que a una parte de la población. Por encima de ellas emergían, desde
torio francés lo domina por entero en ciertos sectores: finanzas, información, luego, algunas capitales de provincia que agrupaban 30.000 ó 50.000 ha­
creación artística y literaria, atracción migratoria... Pero un pequeño nú­ bitantes. Pero su competencia era demasiado amplia para que una verdadera
mero de grandes ciudades ofrecen la gama completa, o casi, de las funciones vida regional pudiese desarrollarse en ellas, pues el tiempo y los costes de
y de los servicios superiores que constituyen, por ejemplo, la presencia desplazamiento eran demasiado grandes para que consiguiesen irradiar en
de sedes sociales de empresas industriales y comerciales, de una bolsa de toda la provincia, exceptuando al sector administrativo y judicial. Sólo
valores, de los distintos comercios al por mayor, de una gran universidad algunos altos funcionarios y algunos grandes personajes tenían un horizonte
provista de laboratorios de investigación, de un gran centro hospitalario, vital que superase el marco de esas bailías.
de equipamientos tales como un aeropuerto internacional, un palacio de La creación de los departamentos amplió, en 1790, de forma bastante
congresos, salas de espectáculos que reciben las grandes giras mundiales, etc. artificial, y a la vez que suprimía las provincias con fines políticos bien
Estas metrópolis se rodean de una red de centros de enlace que permite conocidos, el marco administrativo básico. Ciertos departamentos, por lo
poner estos equipamientos al servicio de un amplio territorio. La región, en demás, e incluso algunos de los que tenían menos razón de ser en aparien­
el sentido en que 1? entendemos, se confunde entonces con el espacio cia, habían sido concebidos como espacios funcionales. Así, René Musset
organizado por la metrópoli y sus satélites. Es evidente que, aunque los , ha mostrado que el Bajo Maine no incluía ningún «país» bien caracterizado,
criterios observados se refieren todos al sector «terciario» de la economía, pero que al transformarlo en departamento de la Mayenne los comisarios
la presencia de una base industrial potente es indispensable. Sólo ella ha tuvieron la precaución de componerlo con todas las comunas en las que se
podido suscitar una urbanización y un poder adquisitivo suficiente para cultivaba, hilaba y tejía el lino, de forma que «su superficie componía real­
asegurar un funcionamiento rentable de estos equipamientos. Citando una 1 mente la amplia manufactura cuyo ceptro era Laval, cabecera del departa­
frase de un informe de una organización europea, diremos que la región es mento, cuyos centros secundarios eran Mayenne y Cháteau-Gontier, cabe­
«el último nivel en el que se estructuran y se coordinan las diferentes ceras de otros dos distritos». Pero es con la construcción de los ferroca­
fuerzas que intervienen en la vida económica y social del nivel nacional». rriles cuando las perfecturas, convertidas en nudos ferroviarios por su
Habría también que añadir que ciertos Estados son demasiado pequeños, preeminencia administrativa, experimentaron un avance decisivo sobre las
o demasiado poco poblados, o demasiado poco desarrollados para contar otras cabeceras de distrito y fueron capaces de organizar un espacio del
con varias regiones. tamaño de un departamento. Es el momento también en el que las ciudades
Así concebida, la articulación regional de un territorio es el calco de dejan de ser una simple consecuencia de las necesidades de coordinación
su armazón urbano y la región va a la par con el desarrollo económico de sus campos, un simple lugar de consumo de la renta de la tierra, para
y social. desarrollar una economía específica, drenar una parte creciente de la pobla­
Esta definición se basa en la naturaleza de las funciones regionales, ción rural y jugar el papel motor.
pero es evidente que su contenido varía considerablemente según el estadio ( Después el movimiento de concentración industrial, a su vez dirigido
alcanzado por el desarrollo, de forma que las dimensiones de la región son por las redes de transporte y por las ciudades mayores, ha acusado todavía

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298 Antología de textos Etienne Juillard 299

la jerarquizadón de los centros, mientras que la aceleradón de los medios las nadones accede a la edad de los grandes espacios. Esto significa que se
de drculadón de los hombres, de las mercancías, de los capitales, del pen­ prepara una reorganizadón que ignora las fronteras nadonales, pero esto no
samiento permitía a dertas metrópolis irradiar sobre territorios más amplios quiere decir que la ampliadón de las dimensiones regionales prosiga inde­
que los departamentos, en condiciones de rapidez y de eficada mayores que finidamente. El aumento de las densidades de población, los progresos de
las que tenían antes las cabeceras de distrito sobre su modesta zona de la urbanización, la mejora de los niveles de vida crean en un mismo marco
influenda. Los servicios de categoría superior se han ido diversificando un mercado constantemente agrandado para los equipamientos y servicios
cada vez más a la vez que. se concentraban, por el juego combinado de que justifican el mantenimiento de metrópolis relativamente cercanas, apo­
los factores mercado y accesibilidad. En el estado actual de las técnicas, yadas sobre una red reforzada de satélites. En definitiva, el tamaño mínimo
ciertos equipamientos muy costosos no pueden existir, si quieren ser ren­ y máximo de las regiones se expresa en efectivos humanos y en poder
tables, más que si sirven a un territorio pobladp por varios millones de adquisitivo más que en kilómetros cuadrados y, cuando se habla de «grandes
habitantes: es el caso de las máquinas electrónicas utilizadas por las admi­ espacios» europeos, se trata, de hecho, de una espedalizadón creciente de
nistraciones, el casó también de los aeropuertos, de los grandes laboratorios sus regiones, que aumenta su interdependenda sin modificar obligatoria-
de investigación aplicada, de las giras de espectáculos internadonales, etc. mnte su tamaño.
Ciertamente, desde mediados del siglo xix, la evolución de la estructura
regional francesa ha sido falseada por la esclerosis de su infraestructura
administrativa y por la presencia de una capital desmesurada sobre la que La región, marco universal
se centró lo esencial de la red de transportes modernos. Por lo demás,
Pierre George recuerda en su informe al reciente coloquio de Lyon sobre La flexibilidad de la definidón adoptada permite esbozar una compa-
La región que, «a lo largo del último cuarto del siglo xix y del primer radón del estado actual de la estructuración regional en diversas zonas dd
cuarto del siglo xx, las especulaciones de ultramar han alcanzado mayor globo. Su grado de evolución traduce con bastante exactitud el del des­
importanda que el desarrollo económico regional», de forma que «París arrollo económico y sodal.
y los grandes puertos marítimos han drenado los capitales y las iniciativas. Acabamos de ver el caso de Europa ocddental. El de Franda es particu­
Pocos centros provindales han podido resistir a esta competencia, y su lar, pues el enorme poder de atracción de París falsea d juego normal
capacidad de organización del espacio regional ha resultado disminuida». de la integradón regional. Sin embargo, es posible constatar que ésta está
Pero en los países industriales vecinos, que se beneficiaban también, hay desigualmente desarrollada de acuerdo con el grado de urbanizadón y de
que decirlo, de una savia demográfica mucho más potente, metrópolis de industrializadón. Un índice manejable del área de irradiadón de una dudad
500.000 a 1.000.000 de habitantes han organizado a su alrededor territo­ viene dado por el volumen credente de la circuladón viaria a medida que
rios de 50 a 100 kilómetros de radio, habitados por poblaciones compren­ nos vamos acercando a ella. Cuando en un itinerario el tráfico cotidiano
didas entre 3 y 8 millones de habitantes, que agrupan el valor induido medio disminuye para aumentar después, se puede decir que se ha tras­
entre 3 y 8 de nuestros departamentos y que representan la dimensión pasado el límite entre las zonas de influenda de los dos centros vecinos
actual de la región en Europa occidental. que une. Si, por el contrario, el crecimiento es continuo de un centro A a
Esta evolución no ha terminado. Desde ahora los progresos de la inte­ un centro B, se puede pensar que A está integrado en la zona de influencia
gración europea prohíben concebir la organización regional en el marco de B. Es pues posible dividir el territorio en «áreas de atracdón de los
de cada Estado separadamente. Se constituyen conjuntos que ignoran las flujos viarios» que reflejan espacios funcionales. El resultado obtenido para
fronteras. Una zona de capitales y de grandes puertos tiende a concentrar la Franda de 1955 es muy significativo: unos cuantos conjuntos integrados
alrededor del mar del Norte, de París a Hamburgo, lo esencial de los aparecen alrededor de París, de Lyon, de Marsella; otros no superan el
órganos de decisión de la Europa del Noroeste, recordando lo que consti­ tamaño de un departamento; otros, finalmente, se reducen a las dimen­
tuye ya para los Estados Unidos esa Megalópolis que tan bien ha analizado siones de un distrito. Esto quiere decir que la irradiadón de la ciudad que
Jean Gottman. El eje renano agrupa a su alrededor, de Suiza al Benelux, constituye su centro no ha conseguido integrar las áreas vecinas. En buena
las regiones más fuertemente industrializadas, entre las que se refuerzan parte del oeste y del centro de Francia la jerarquizadón de los centros
los lazos de todo orden. El avance ya conseguido respecto a las regiones urbanos está todavía poco avanzada; el carácter esencialmente agrícola de
atlánticas parece que seguirá acentuándose todavía; sin embargo, sería la economía y la débil urbanización del campo hacen que en numerosas
razonable intentar constituir, en sus márgenes, regiones menos pobladas, zonas el marco normal de la vida de reladones siga siendo un espado del
menos industrializadas, pero más estrechamente espedalizadas, que podrían tamaño de un distrito y que se confunda frecuentemente con esta circuns­
asegurar a sus habitantes tanto bienestar, como las demás. En todo caso, cripción heredada de un lejano pasado. La Franda de hoy presenta pueá
la vieja Europa de los «países» que había sido sustituida por la Europa de ejemplos de los diversos estadios de la evoludón anteriormente descrita;

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300 Antología de textos Etienne Juillard 301

sólo sus partes más desarrolladas han visto nacer metrópolis suficiente­ formas rudimentarias de vida de relaciones. Las únicas subdivisiones po­
mente poderosas para constituir regiones integradas. Por eso, cuando cali­ sibles del espacio corresponden o bien a las condiciones naturales: macizos
ficamos un conjunto de región histórica, se trata o bien de la supervivencia montañosos, mesetas, cuencas fluviales..., o bien al área de extensión de
todavía activa de un marco funcional de antaño, o bien de un territorio tal género de vida, al territorio de tal grupo étnico, es decir, a los «paisajes»
que ha conservado quizá su nombre, un poco de su fisionomía, algunas naturales o humanos. Paul Pélissier observa que en el Senegal la ausencia
tradiciones más o menos vivas, pero cuya realidad funcional se ha disuelto de red urbana y la homogeneidad de las condiciones naturales en inmensos
en un conjunto más amplio. espacios llevan a buscar el principio de una regionalización en los diferentes
Más sencilla, por más reciente, ha sido la génesis de la estructura grupos étnicos, cuyas extensiones respectivas constituyen zonas uniformes
regional en los países que llamamos «nuevos», es decir, desprovistos de en el interior de las cuales «la explotación del medio es dirigida según
la herencia agraria tradicional. Mientras que en Jas zonas de vieja civiliza­ técnicas idénticas, asegurando un régimen de autoconsumo». Estas zonas
ción los primeros centros urbanos han aparecido como producto del propio no tienen «ni ciudad-capital, ni centro de gravedad económico». Y añade
desarrollo del campo, la ciudad, aquí, al menos en sus formas pioneras, ha que «el desarrollo económico y las exigencias de una administración mo­
existido antes que el campo. Los paisajes humanos han nacido de la vida de derna conllevan hoy la elaboración de "regiones” centradas en ciudades» y
relaciones. «Su desarrollo está ligado al equipamiento ferroviario de los que estas últimas, recientes, se crean en los márgenes de las zonas homo­
grandes ejes... Su propia existencia está ligada a las posibilidades de la géneas, irradiando sobre fragmentos complementarios de varias de ellas.
comercialización.» Desde el comienzo, zonas como el Middle-West ameri­ Esta ausencia de estructuración no excluye la presencia de una organi­
cano, Siberia, Australia han tenido campos poco poblados, pero amplia­ zación política superior, pero ésta es de tipo autoritario, monarquías del
mente orientados hacia el exterior, practicando una agricultura especulativa Oriente Medio, dominación colonial o para-colonial, como la de Roma en
que se apoya en una red de centros. En lugar de tener que digerir difícil­ las Galias, de Francia en su antiguo Imperio, de la United Fruit Co. en
mente toda una herencia de estrecha vida rural, la organización regional América Central. La mayor,-parte de los países subdesarrollados conocen
se ha iniciado, por el contrario, por marcos demasiado amplios y a veces hoy un dualismo económico, al no estar integrada en una economía de
rápidamente devastados por una economía depredadora; después se han intercambio más que una pequeña parte de su territorio y de su población.
enriquecido, acondicionado, dotado de un semillero urbano más denso. En Sin intervención, la separación entre los dos sectores no hará más que
Europa, las ciudades satélites actuales han comenzado por ser iguales a crecer, con la congestión de algunas grandes ciudades litorales, verdaderas
las futuras metrópolis, antes de ser superadas por un centro más favorecido. «islas» enclavadas en su territorio, filiales, de hecho, de las grandes po­
En estos países nuevos, un gran puerto, un cruce, Montreal, Chicago, tencias industriales, y sometidas a un coste creciente de su aprovisiona­
Saint-Louis... han experimentado inicialmente un avance decisivo. Las miento, permaneciendo miserable el resto del país, técnicamente atrasado,
ciudades medias que gravitan hoy a su alrededor han nacido más tarde de presa del éxodo y de la agitación política. Entre estas grandes ciudades y las
las necesidades de una estructuración más elaborada. Como no había ningún humildes comunidades campesinas, se encuentra toda la discontinuidad de
punto de apoyo anterior, cada sector de la economía se ha creado su propia la organización regional.
red. Pierre George ha observado las distorsiones, los cabalgamientos exis­ Espontánea y progresiva en la vieja Europa, espontánea también, pero
tentes en Estados Unidos, por ejemplo, entre las áreas de atracción ferro­ por otros derroteros, en los países nuevos, la regionalización no puede
viarias, las redes bancarias, etc. Desde hace poco la administración ameri­ iniciar sus procesos cuando entre ciudades y campo las relaciones no son
cana intenta armonizar estas estructuras con vistas a constituir verdaderas libres relaciones de complementariedad, cuando un corte viene a falsear el
regiones, que se situarán desde el principio en la dimensión aconsejada
juego normal de la vida de relaciones. Puede tratarse de una frontera polí­
por las condiciones actuales. En Europa, el planificador tiene la tarea
tica o de ,1a presencia de una autoridad de hecho, grandes propietarios de
previa y delicada — que confía al geógrafo-— de desembrollar la madeja
la tierra, dominación del carácter colonial o financiero. Entonces es nece-.
dejada por siglos de historia, muchos de cuyos hilos están caducos. En
saria una intervención, en forma de ordenación voluntaria del territorio.
América, por el contrario, a partir de hilos sueltos ha de componer una
Esto es lo que deberán concebir todos los nuevos Estados africanos recien­
red coherente. Recorrido inverso, pero con un objetivo semejante. Y si las
temente emancipados. De esta forma también los países industriales consi­
«regiones» finalmente decididas en los Estados Unidos tienen dimensiones
guen reabsorber ciertas supervivencias molestas o compensar ciertos des­
más grandes que las europeas, su peso es comparable si se expresa en po­
equilibrios procedentes de una evolución anárquica. Consecuencia del
blación y en niveles de vida.
desarrollo, la organización regional es también su condición. La traduce, de
Pero, por el contrario, inmensas zonas del globo, a las que se califica
hecho, en el espacio. Es el principio de la ordenación, espontánea o volun­
de «subdesarrolladas», están lejos todavía de la organización en grandes
regiones modernas. Sus actividades tradicionales no comportan más que taria, del territorio.

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302 Antología de textos Henri Baulig *
Así concebida, la noción de región abre a la investigación geográfica ¿ES UNA CIENCIA LA GEOGRAFIA? **
un campo inmenso y todavía bastante poco roturado. Ya han sido experi­
mentados métodos nuevos; habrá que poner otros a pinito. Más aún que
en el caso del estudio de los paisajes, se impone una estrecha colaboración
con las demás ciencias humanas para clarificar las opciones de una política.

Problema que aún sin ser nuevo sigue siendo temible. Habría que
precisar en primer lugar qué se entiende por «ciencia». Las definiciones
proliferan, desde la más restrictiva hasta la más amplia. Mientras que, por
ejemplo, para un físico famoso, Lord Acton, la ciencia es «la combinación
de un gran número de hechos similares en la unidad de una generaliza­
ción, de un principio o de una ley, principio o ley que nos permitirán
predecir con certeza la repetición de hechos semejantes en condiciones
dadas», para un ilustre fisiólogo, T. H. Huxley, es «todo conocimiento que
se basa en pruebas (evidence) y en el razonamiento», y, para un no menos
célebre filósofo, Karl Jaspers, «toda noción clara nacida por vía racional,
por representación reflexiva».
Comencemos, pues, mejor por ver lo que es la geografía, lo que ha sido,
en lo que se ha convertido, lo que puede aspirar a ser. Nos preguntaremos
entonces en qué medida, o más bien en qué sentido, puede aspirar al hala­
güeño título de «ciencia».
(-)
* Henri Baulig (1877-1962). Además del artículo traducido en este libro, entre
sus trabajos principales se encuentran:
Baulig, H. (1928): Le Plateau Central de la France, París, Armand Colin.
Baulig, H. (1949): «Causalité et finalité en géomorphologie», Geografiska Annaler,
pp.321-324.
Baulig, H. (1952): «Surfaces d’applanissement», Annales de Géographie, L X I, pp.
245-262.
Baulig, H. (1959): «Contingence et nécessité en géographie humaine», Annales. Econo-
mies. Sociétés. Civilisations, X IV , pp. 320-324.
* * Baulig, H. (1948): «La géographie est-elle une Science?» (conferencia pronun­
ciada en un dclo de iniciación y de cultura científica organizado por el Instituto de
Filosofía de la Universidad de Estrasburgo), Annales de Géographie, L V II, 305,
pp. 1-11. Traducción de Isabel Pérez-Villanueva Tovar.
303

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304 Antología de textos Henri Baulig 305

E l siglo xix e induso el xx han conocido un rico florecimiento de las nentes, de donde salen los vientos alisios. Ahora bien, la posición de estas
ciencias geográficas, que pueden clasificarse, en un orden lógico, más o altas presiones se debe, en parte, a la baja temperatura del mar en super­
menos así. La geografía matemática; la geodesia, que se ocupa de la ver­ ficie; pero ésta procede del ascenso de las aguas subsuperficiales, que a su
dadera forma de la Tierra: al no ser la superficie de equilibrio de los vez está causado por el impulso del alisio. Está claro: el efecto se convierte
océanos un elipsoide perfecto, sino un geoide que se aleja más o menos en causa, y el círculo se cierra: explicar el fenómeno es captar todos sus
de aquél, las diferencias se relacionan con las variaciones de la gravedad, factores, no separadamente, sino en su mutua dependencia.
con la distribución de las masas en profundidad, lo que conduce a la El análisis podrá esforzarse, sin duda, en aislar los factores con el fin
geofísica. Esta se ha constituido por unión de ciencias bastante diversas: de medirlos. Pero, en estas materias, no dispone en absoluto de los medios
se ocupa de la gravedad, del magnetismo terrestre, de las auroras polares, clásicos del laboratorio, la experiencia y el cálculo. El cálculo puede pro­
de las capas ionizadas, de los rayos cósmicos, incluso de meteorología; porcionar órdenes de magnitud y sentidos de variaciones, pero nada más,
pero su campo propio es el estudio, mediante métodos diversos, entre pues los datos básicos son demasiado inseguros y, sobre todo, las rela­
los que el más fructífero está tomado de la Sismología, de la constitución ciones de las fuerzas en juego son demasiado mal conocidas. La experi­
interna del globo. La meteorología es la ciencia de la atmósfera, la mentación proporciona pocas certezas que no puedan alcanzarse de otra
climatología es su rama más particularmente geográfica. La oceanografía se manera, y esto por distintas razones: ante todo, porque la escala de los
completa con la hidrografía de las aguas dulces. fenómenos naturales no puede reducirse considerablemente sin falsear el
La geología, ciencia relativamente antigua, comprende múltiples ramas: resultado, pues es generalmente imposible reducir todos los parámetros
la cristalografía no es más que una rama de la física molecular; la minera­ en la proporción conveniente; y el tiempo es uno de estos parámetros;
logía y su hermana la petrografía estudian, respectivamente, en su constitu­ muchos fenómenos naturales, al desarrollarse a una velocidad infinitamente
ción y en su génesis, los minerales aislados y los complejos que constituyen lenta, no pueden ser reproducidos, ni siquiera imitados, de forma adecuada,
las rocas; la estratigrafía, mediante el examen de los._ terrenos sedimen­ a un ritmo acelerado. La interpretación de fenómenos de este tipo supone
tarios y de los fósiles que pueden contener, reconstruye la historia física de una amplia extrapolación, basada en el postulado, tan legítimo como nece­
la Tierra y establece su cronología; la tectónica estudia las deformaciones sario, de la permanencia de las leyes de la naturaleza. Pero, ¿qué son
sufridas por esos terrenos; la paleontología, que, al proponerse buscar la para nosotros las leyes de la naturaleza, sino lo que nos revela nuestra
sucesión, la filiación de los seres vivos, pertenece en principio a la biología, experiencia de seres efímeros? Y no hay que contar con los fenómenos
está ligada por razones prácticas a la estratigrafía; la geomorfología, la excepcionales, que superan en intensidad a todo lo que ha sido observado,
más reciente de las ciencias geológicas, ha permanecido estrechamente unida e incluso los acontecimientos francamente anormales, como las glaciaciones
a éstas en América, mientras que en Europa los geólogos la abandonaban (cuaternarias y más antiguas), que se han producido con intervalos muy
a los geógrafos. La biogeografía se divide naturalmente en geografía de las largos y durante un tiempo relativamente breve, sin que hasta ahora se haya
plantas y geografía de los animales. conseguido ni entrever la causa: para nosotros son simples accidentes per­
Detengámonos aquí. Estas diferentes ciencias merecen el nombre de geo­ fectamente misteriosos.
gráficas. No es que las practiquen normalmente geógrafos: son tratadas Se observará que todas las ciencias que acabamos de citar presentan
por matemáticos, físicos y químicos, naturalistas que les aplican sus mé­ un doble aspecto: analítico, abstracto, general, y en esto se aproximan a
todos particulares que, en sí mismos, no son geográficos. Pero son geográfi­ las ciencias como la física o la biología; sintético, concreto, particular, y
cas, no sólo porque se ocupan de ese objeto particular que es la Tierra, por esto son geográficas. Tomemos como ejemplo la evolución de la geogra­
sino, sobre todo, porque estudian la distribución, en la superficie de la fía botánica, que bien puede considerarse como la más perfecta de las
Tierra, de las fuerzas, de las cosas, de los seres, de los fenómenos con geografías naturales. Los botánicos, de entrada, se encuentran en presencia
sus variaciones de frecuencia y de intensidad: lo que se traduce casi inevita­ de agrupamientos, de complejos naturales, que unos descomponen mientras
blemente mediante el mapa. El mapa: medio de representación preciso, que otros se esforzarán por considerarlos globalmente. Los primeros tratan
fiel, objetivo; pero también instrumento de investigación: el trazado de de la planta aislada, como tipo, la describen, la dibujan, la clasifican,
las curvas, sus anomalías sobre todo, revelan una perturbación, un fáctor eventualmente se plantean la cuestión del parentesco de las formas, de su
secundario. Profundizando más, las ciencias de la Tierra son geográficas sucesión, buscando los secretos de la herencia, las leyes de la evolución:
porque inevitablemente se encuentran frente a unos elementos, fuerzas, llegan así, incluso sistematizando, a conclusiones generales. Los anatomistas,
fenómenos que no les corresponde aislar, pero que se presentan como por su parte, observan, en diferentes plantas, bien la similitud de los
complejos cuyos elementos se condicionan y se limitan mutuamente, en una órganos correspondientes, bien las formas, diferentes, pero equivalentes
palabra, como equilibrios móviles. Veamos un ejemplo. En las latitudes en lo que se refiere a la función, que adoptan: disciernen que, aunque la
30°-35°, sobre el borde Este de los océanos, existen altas presiones perma­ apariencia es múltiple, la realidad profunda es una. Igualmente, también el

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306 Antología de textos Henri Baulig 307

fisiólogo reconoce un mismo caudal común de procesos elementales, nutri­ mente repetidos: un equilibrio móvil tiende hacia un equilibrio estable,
ción, crecimiento, reproducción, susceptibles de formulación general e in­ hacia un apogeo, un climax que realiza la plenitud que la vegetación, en
cluso de expresión cuantitativa. condiciones dadas, puede alcanzar. Inversamente, el incendio repetido, la
Pero el botánico puede asimismo adentrarse en la vía geográfica. Estu­ sobrecarga de pastos, un cambio desfavorable de clima llevarán a una de­
diará primero la distribución de las especies, géneros, familias..., sobre la gradación, introducirán series regresivas. El propio suelo, con la vida mi­
Tierra, y establecerá el correspondiente mapa. Observará que el límite de crobiana y macrobiana que encierra, está íntimamente asociado a esta evo­
una forma o de un grupo^de formas viene dado, a grandes rasgos, por el lución por las substancias que la vegetación toma de él, por las que le res­
clima — se podrá hablar de un clima de la viña, del olivo, de la’ palmera tituye, sobre todo por la circulación de agua subterránea activada por la
datilera— , detalladamente por la posición: suelo, exposición, abrigo, agua demanda de los vegetales. Tan es así que, con el tiempo, el suelo termi­
subterránea... Esto ya es geografía. Pero las anomalías plantean proble­ nará por ponerse en equilibrio con el clima y la vegetación, complejo que
mas, en particular las de las áreas discontinuas: si el parentesco entre traduce en sí mismo la interacción de otros complejos y que reacciona
formas separadas por grandes distancias y obstáculos actualmente infran­ sobre ellos.
queables está bien establecido, pueden postularse puentes terrestres — en Al aparecer el hombre — y por hombre hay que entender no el indi­
esto tienen algo que decir los geólogos— , cambios de clima, modificaciones viduo, sino el grupo— la noción de medio se complica singularmente.
profundas en la circulación oceánica... Se trata, en suma, de reconstruir, El hombre no sufre pasivamente la influencia del medio: reacciona, como
de una forma coherente, una situación desaparecida: una reconstrucción por lo demás la planta o el animal, o incluso la fuerza inanimada cuyo
perfectamente satisfactoria sería una verdadera geografía retrospectiva, una equilibrio está amenazado. Pero su reacción puede ser reflexiva, deliberada.
paleografía. A cada problema puede dar soluciones diferentes: los museos etnográficos
Pero la geografía botánica se presenta también bajo otro aspecto. Con­ muestran esta inagotable facultad de invención. Se puede decir, desde el
siderará los aspectos naturales de la vegetación, las «formaciones»: el bos­ momento en que interviene la libertad humana, que, si la naturaleza fre­
que y el tipo de bosque, alto o bajo, denso o claro, de coniferas o de cuentemente prohíbe, permite, favorece o contraría, no impone nunca, o casi
frondosas; la pradera, abundante o rala, alta o corta, de gramíneas o de nunca, una solución mejor que otra. En este terreno hay que renunciar
plantas de grandes flores, etc. Pero estas formaciones merecen ser des­ a buscar el determinismo que imaginaban ciertos teóricos políticos, los
critas y estudiadas como tales, primero porque existen y después porque griegos, Bodino y Montesquieu, o geógrafos, Ritter y Ratzel, o también
este estudio puede conducir a resultados enteramente nuevos. En efecto, Taine y los epígonos de Taine. La libertad humana desbarata todas las
se reconoce fácilmente que tal formación, con sus «dominantes» y sus previsiones.
«subordinadas», responde, bajo un clima dado, a tal hábitat: la ecología Esto no quiere decir que esa libertad sea indefinida. En cada estadio
es una ciencia eminentemente geográfica. Pero hay más: las plantas-indi- de cultura está limitada a lo que es posible y deseable, es decir, a lo que
viduos que componen la formación son solidarias: competitivas para el es­ el grupo considera entonces como posible y deseable. De donde se deduce
pacio, la luz, el aire, el agua, pero también asociadas, los árboles se pro­ que en geografía humana la noción de medio comporta elementos propia­
tegen mutuamente contra el viento, contra la evaporación, las plantas mente humanos: las aptitudes físicas y mentales, heredadas o adquiridas,
altas albergan a las bajas, éstas, dotadas de una menor longevidad, man­ del grupo y su patrimonio cultural; la técnica, sin duda, pero también
tienen el manto de humus, renovándolo con sus restos elaborados por las la mentalidad colectiva con su estratificación, sus zonas en luz y su tras-
bacterias... Estamos, pues, en presencia de una asociación vital, de una fondo oscuro, casi inconsciente. De ahí la unión indispensable de la geo­
biocenosis (que comprende también a los animales), asociación que pro­ grafía humana con la historia social, que, a decir verdad, es toda la historia
duce su propio clima, su propio suelo, en una palabra, un medio particular útil.
que hay que conocer para explicar la existencia del bosque, y de deter­ Se dice a menudo que con los prodigiosos progresos de la técnica en
minado bosque, o de la pradera, y de determinada pradera. la época contemporánea, el hombre se libera cada vez más de las servi­
Demos un pasó más: este medio no se produce de golpe. Sobre un dumbres náturales. En particular, la actual revolución en los medios de
suelo desnudo, en el lugar de un bosque incendiado, se ven aparecer pri­ transporte y comunicación hace que el mundo se contraiga, se haga cada
mero plantas humildes, poco exigentes, que tras haber jugado el papel vez más permeable, tienda hacia una uniformidad — los físicos dirían hacia
de pioneras, desaparecerán o disminuirán de número. Después vendrán una entropía— desesperante. Esto no es verdad más que hasta cierto
árboles amigos de la luz, que toleran el aislamiento. Finalmente, a la som­ punto. Si la técnica de los transportes ha hecho milagros, y continúa ha­
bra de éstos, otras especies que podrán terminar suplantándolos. Veremos, ciéndolos ante nuestros ojos, las distancias no han quedado abolidas por
pues, sucederse asociaciones diferentes, series que evolucionarán como el ello. Pero la distancia verdadera, práctica, no se evalúa en kilómetros, sino
propio medio que engendran y modifican mediante retoques indefinida­ en tiempo —rduración del viaje, frecuencia de las salidas— , en precio de

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308 Antología de textos Henri Baulig 309

coste — que depende en particular del volumen del tráfico— , en seguri­ bien sus conclusiones, sino también para ser capaz de apreciar su valor.
dad: la ruta aérea de las Azores, más larga geométricamente, puede pre­ Esto conduce a dirigir las investigaciones en múltiples direcciones, en el
ferirse, por más segura, más frecuente, quizá más económica, a la de plano local, regional o planetario, con la esperanza de reconstruir suce­
Terranova durante la estación invernal, y a la del Polo en todo momento, sivamente los eslabones de la cadena.
salvo en tiempo de guerra. Los problemas prácticos comportan siempre Pero el geógrafo no se contenta con descomponer los complejos natu­
varios datos: imponen una elección entre ventajas e inconvenientes. Ahora rales, con desmontarlos, desplegarlos (explicare); se propone también cap­
bien, con el progreso denlos conocimientos, los elementos — al menos ma­ tarlos, comprenderlos en su complejidad y describirlos como tales. Estos
teriales— del problema son cada vez mejor conocidos, evaluados, cifrados; complejos se le presentan en forma de aspectos, de paisajes, en el sentido
a medida que el hombre conoce mejor su morada y que está mejor armado más amplio del término: no sólo lo que la vista percibe desde una óptica
por la ciencia y la técnica, dos factores adquieren un valor totalmente nue­ bien escogida, incluso desde el aire, sino también lo que la mente abarca
vo, a menudo determinante: el factor tiempo y el factor coste, en parte en su visión del mundo, paisajes locales, regionales — los «países»— , con­
dependiente a su vez del tiempo. juntos continentales, eventualmente planetarios. Ya se sabe: la geografía
Para el campesino europeo de los siglos pasados, el tiempo y el esfuerzo conduce a la descripción razonada, explicativa, de los paisajes. Pero estos
no contaban nada; el cálculo de un precio de coste le habría parecido paisajes son, en una parte que puede ser con mucho la principal, obra de
un problema insoluble, casi absurdo; sin embargo, había observado — él los hombres, de los grupos humanos que se distinguen sin duda por toda
o su padre o su abuelo— que esta tierra era caliente, esa otra fría, que clase de rasgos físicos y morales, pero que, geográficamente, se caracterizan
aquel rincón sufría heladas, y repartía sus cultivos en consecuencia, de sobre todo por sus géneros de vida, noción fecunda inspirada en Vidal
ahí el aspecto a menudo variado, armónico, de nuestros campos. La adap­ de la Blache y fructíferamente explotada, en particular, por la geografía
tación a las condiciones naturales se hacía mediante tanteos, a escala del francesa: hay que entenderla no sólo como el conjunto de los medios con
terrazgo. En la agricultura científica, realizada en Estados Unidos en ré­ los que cada grupo asegura su subsistencia, sino también como su estruc­
gimen de competencia, en vía de realización en la economía socialista de tura económica y social, y su mentalidad colectiva. Pues es todo esto,
la U. R. S. S., los factores naturales, situación, distancias, suelo, clima..., tomado conjuntamente, lo que constituye verdaderamente el medio en el
no se tienen menos en cuenta: están incluso evaluados con una precisión que vive el grupo considerado. La geografía es, en cierto sentido, el co­
desconocida hasta ahora. La adaptación se hace como en la agricultura nocimiento de los medios terrestres.
tradicional, pero esta vez de una forma deliberada y, gracias a la capacidad La descripción geográfica recurre ampliamente a la imagen visual, al
de los medios de transporte, por grandes zonas, zona del maíz, zona del mapa, al dibujo, a la fotografía, a la película; se puede pensar que se
trigo de primavera, zona del trigo de invierno, a escala de un gran país, dedica a grabar sonidos, músicas naturales, ruidos de la ciudad o de la
incluso de un continente. ¿No habían predicho los teóricos liberales que fábrica. Pero su medio de expresión habitual sigue siendo la palabra.
llegaría un tiempo en el que, en una economía mundial unificada, y gracias Se observará que, al contrario que las geografías generales, la descripción
a comunicaciones idealmente fáciles y económicas, el reparto de las tareas regional no tiene vocabulario técnico. Habla el lenguaje de todo el mundo,
se haría a escala planetaria? en cierto modo porque se dirige a todo el mundo, pero también porque
¿Qué es, en definitiva, la geografía? Se puede responder que es en invita al lector a una participación activa despertando su memoria y su
primer lugar un método o, si se prefiere, una manera de considerar las imaginación: más que describir, evoca. En su grado de perfección, la be­
cosas, los seres, los fenómenos en sus relaciones con la Tierra: localización, lleza de la forma no hace más que expresar la plenitud, la riqueza secreta
extensión, variaciones locales y regionales de frecuencia o de intensidad. del pensamiento. Perfección raramente alcanzada, salvo en las más bellas
Por eso el mapa es un instrumento indispensable, no sólo de expresión, páginas del Tableau de la géographie de la France. En ese grado, la dis­
sino también de investigación. Si entre dos órdenes de hechos bien defi­ tinción arte o ciencia, ciencia o arte, se desvanece, de la misma forma
nidos, bien caracterizados, hay coextensión precisa o variaciones paralelas que en ciertos escritos filosóficos pensamiento y forma están indisolu­
en el espacio, se puede afirmar con seguridad una relación causal. Este blemente unidos, de la misma forma que en determinada obra de arte
método se emplea habitualmente en toda clase de ciencias, físicas y hu­ pictórica la pureza de la línea recuerda las armonías matemáticas.
manas, desde la sismología hasta la economía y la lingüística. Pero la Y , ahora, volvemos a la cuestión inicial: ¿es la geografía una ciencia?
relación no es siempre directa: normalmente consiste en un encadena­ No, desde luego, en el sentido habitual del término; como máximo, un
miento cuyos términos pueden ser o físicos o humanos, o ambos a la vez, conjunto de ciencias muy diferentes, provistas todas de sus métodos pro­
y competer en consecuencia a toda clase de ciencias. Es, pues, indispen­ pios y, en consecuencia, de su autonomía. Pero entonces, a medida que
sable que el geógrafo ocupado en determinado orden de investigaciones estas ciencias llamadas geográficas se desgajan del tronco común, ¿qué
tenga una cierta familiaridad con las ciencias conexas, no sólo para captar quedará de la geografía? Hay que contestar: una cierta manera de con-

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310 Antología de textos Alfred Hettner *
siderar las cosas, un modo de pensamiento, quizá una nueva categoría de LA NATURALEZA DE LA GEOGRAFIA
la inteligencia, a la que el espíritu occidental, y sólo él, acaba de acceder. Y SUS METODOS **
De la misma forma que lá historia, recién llegada también, se esfuerza
por pensar las cosas del pasado en el tiempo, y cada una en su tiempo,
lo que constituye la mejor manera de situar el presente en su verdadero
lugar y de prepararse a comprenderlo, la geografía se dedica a pensar las
cosas y los acontecimientos terrestres en función de la Tierra, concebida
no como un soporte inerte, sino como un ser dotado de una actividad
propia que dirige a veces, que condiciona siempre la de los seres que la
habitan.
Esto eSj me parece, lo que Vidal de la Blache ha expresado en un
fragmento demasiado poco conocido, o al menos demasiado poco citado,
del Prefacio a su Atlas General (1894). Se propuso, dice, «mostrar el
conjunto de los rasgos que caracterizan una región, para permitir al espíritu
establecer una conexión. En efecto, en esta conexión consiste la explica­
ción geográfica de una región. Considerados separadamente, los rasgos
de los que se compone la fisionomía de un «país» * tienen el valor de
un hecho; pero no adquieren el valor de noción científica más que si se
los recoloca en el encadenamiento del que forma parte, y que es el único
capaz de darles su plena significación... Hay que ir más lejos y reconocer Muchos investigadores, y algunos de los más capacitados, consideran
que ninguna parte de la Tierra lleva en sí misma toda su explicación. inútiles, casi como un juego, todas las consideraciones metodológicas sobre
El juego de las condiciones locales no se descubre con alguna claridad los fines y los límites de las distintas ciencias; creen que la investigación
hasta que la observación no se eleva por encima de ellas y se puedan positiva se justifica por sí sola. Considero que esta concepción es simplista
abarcar las analogías derivadas naturalmente de la generalidad de las leyes y miope, un residuo de aquellos tiempos en que el espíritu filosófico pa­
terrestres. recía muerto, cuando sólo se valoraba el puro quehacer científico, quizá
incluso tan sólo con fines prácticos. Esta concepción, en sus últimas
consecuencias, desatiende la distribución, tan necesaria, del trabajo cien­
tífico, y es causa de que se derroche la energía. Cabe, sí, que el investigador
aislado salte por encima de los límites trazados entre las distintas ciencias,
y hasta que halle el trabajo más fructífero en esas zonas limítrofes; pero
la exposición y la enseñanza de cada ciencia han de partir de puntos de
vista muy concretos, propios y distintos a los de otras ciencias, para no
perderse en lo indefinido, sacrificando toda economía del esfuerzo. La cien-

* Alfred Hettner (1859-1941). Además del artículo traducido en este libro, entre
sus trabajos principales se encuentran:
Hettner, A. (1907-1908): «Methodische Streifzüge», Geographische Zeitschrift, X I I I ,
pp. 627-632 y 694-699, X IV , pp. 561-568.
Hettner, A. (1927): Die Geographie. Ihre Geschichte, ihr Wesen und ihre Methoden,
Breslau, Ferdinand Hirt.
Hettner, A. (1929): «Methodische Zeit- und Streitfragen: Neue Folge», Geographische
Zeitschrift, X X X V , pp. 264-286 y 332-345.
Hettner, A. (1935): «Gesetzmassigkeit und Zufall in der Geographie», Geographische
Zeitschrift, X L I, pp. 2-15. _
* * Hettner, A. (1905): «Das Wesen und die Methoden der Geographie», Geogra­
phische Zeitschrift, X I , 10, 11 y 12, pp. 545-564, 615-629 y 671-686; I : «Die Geo­
graphie Keine allgemeine Erdwissenschaft»; I I : «Das System der Wissenschaften und
* Se ha seguido, respecto al término «país», el criterio expuesto anteriormente: die Stellung der Geographie»; I I I : «Der Gegenstand der Geographie», pp. 545-557
cfr. supra, N. de T. de la p. 245. Traducción de Monika Kielmannsegge.
311

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312 Antología de textos Alfred Hettner 313

cia en sí es una sola, pero su creciente volumen ha hecho necesario que será la tierra en todas sus relaciones, así como el astro tierra según su
se distribuya el trabajo. No queremos que exista una muralla china entre situación en el espacio, según su forma, sus dimensiones y sus propiedades
las distintas ciencias, cortando la conexión entre ellas; pero cada ciencia físicas, y también las partes individuales o zonas de la tierra: el interior
ha de tener su campo de investigación, donde sus cultivadores puedan de la tierra, la corteza terrestre, el agua, la atmósfera, la flora y la fauna,
trabajar con métodos determinados y propios, y la delimitación de ese y asimismo la humanidad, cuya inclusión estaría limitada por la precisión:
terreno de investigación y de trabajo no debe ser obra del azar. en la medida de su dependencia de la naturaleza terrestre.
El sistema de las ciencias se ha desarrollado históricamente y las de­ Dada esta definición, y dados estos límites, tenemos que plantearnos
terminaciones conceptuales de aquellas ciencias que no tienen ’en cuenta si la geografía es realmente una ciencia homogénea, y también tenemos
ese desarrollo histórico — por desgracia, la literatura metodológica de la que preguntamos si en este sentido global la tierra es un sujeto homo­
geografía es muy abundante en tales enfoques apriorísticos— están con­ géneo, necesitado y susceptible de recibir un tratamiento científico es­
denadas de antemano a la esterilidad. Pero ese desarrollo histórico no pecífico.
es casual, sino que se debe a determinadas causas; por ello puede funda­ La naturaleza inorgánica de la tierra, por sí sola, es tan rica y tan
mentarse y justificarse. Estos fundamentos son de orden múltiple y en variada que puede dividirse en varias ciencias. La astronomía investiga
parte exteriores. Algunas ciencias consiguen su unidad por el fin práctico los movimientos de la tierra, al igual que los de otros astros. La deter­
que persiguen. Otras, en cambio, logran su unidad por el modo común minación de la forma de la tierra compete a la geodesia. Lo poco que
de adquisición de la materia que han de elaborar, aun cuando esa materia se conoce de la tierra en general y de su composición interna es estudiado
se componga de elementos heterogéneos. Pero, con el tiempo, la homo­ por la geofísica, que es actualmente una rama de la física. La corteza
geneidad intrínseca del objeto pasa a ser el factor decisivo para la deli­ terrestre es investigada por la mineralogía y la petrografía, y también por
mitación de las ciencias. Las ciencias van convirtiéndose paulatinamente la geología, pero lo fundamental se va desplazando progresivamente hacia
en un sistema que se justifica lógicamente y, aunque el sistema efectivo la geología histórica. El estudio de las formas es labor de la geomorfología,
de las ciencias muestre aún desviaciones respecto al sistema lógicamente aunque en este caso hay que dudar de su posibilidad de llegar a alcanzar
correcto, se pueden reconocer las líneas maestras de un sistema lógico, el significado de una cienda autónoma. Los procesos mecánicos y físicos
y cada ciencia debe preguntarse qué lugar le corresponde dentro de ese de la corteza terrestre son investigados de forma creciente por la geofísica.
sistema lógico. Esta última participa mayoritariamente en la investigadón de los gladares
Sin embargo, creo que este objetivo no se ha alcanzado todavía en el actuales, así como de los ríos y de los lagos, mientras que la oceanografía
caso de la geografía. Las concepciones metodológicas de la geografía ma­ parece convertirse en una dencia autónoma debido a la versatilidad de
nifiestan actualmente una extraña contradicción. Por una parte, nos en­ sus puntos de vista y al significado práctico de sus investigaciones. Tam­
contramos con definiciones que intentan determinar la función de la geo­ bién la meteorología puede disfrutar actualmente, sin duda, del rango de
grafía de forma lógica, conduciendo a una concepción que se contradice una dencia autónoma, a la que también podríamos denominar física de
con su desarrollo histórico y que, según creo, no corresponde a las ver­ la atmósfera.
daderas necesidades de la distribución del trabajo científico. Por otra parte, Muchas de estas disciplinas pueden agruparse en unidades superiores,
vemos que existen definiciones obtenidas del desarrollo histórico de la teniendo en cuenta la similitud de sus objetos y de sus procesos de trabajo;
ciencia, pero que aún no han conquistado una posición consistente dentro esta unión es deseable por razones prácticas, ya que así pueden ser ense­
del sistema lógico de las ciencias. En las consideraciones que siguen trata­ ñadas en las universidades. De este modo podrían unirse las distintas dis-
remos de demostrar la justificación lógica de esta concepción históricamente dplinas físicas: la geofísica en su sentido más estricto, la física de la cor­
fundada de la geografía y, en relación con ello, investigaremos las carac­ teza terrestre sólida, la física del agua y del hielo y la física de la atmósfera.
terísticas de los métodos lógicos de nuestra disciplina. Junto a estas disciplinas tenemos la mineralogía, la petrografía y la geología
como ramas principales de la geoquímica. Pero la fusión conjunta de estas
dos ciencias con la denominada geografía astronómica y matemática, for­
La geografía no es uña ciencia general de la tierra mando una denda general de la tierra, no parece tener mucha utilidad,
dada la gran diferencia de sus métodos científicos, aunque un resumen
Las definiciones lógico-apriorísticas de la geografía suelen partir del ocasional, con puntos de vista comunes, de los resultados obtenidos del
nombre de la ciencia, dejando de lado el viejo nombre de geografía o contexto originario de los fenómenos sería necesario.
«descripción de la tierra», en favor de «conocimiento de la tierra», que La ciencia general de la tierra también ha de extenderse a la flora
refleja con mayor exactitud el carácter de la ciencia. La geografía, o el y a la fauna. No hay duda de que la naturaleza orgánica depende total­
«conocimiento de la tierra», es por tanto la ciencia de la tierra. El objeto mente de la naturaleza inorgánica de la tierra; Ratzel subrayó prindpal-

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C
314 Antología de textos Alfred Hettner 315

mente la relación con el tamaño, Gerland la relación con el peso y con Se trata de un producto artificial, impuesto a la geografía por diferentes
el calor de la tierra. Esta dependencia influye en cualquier aproximación tendencias, y que todavía actúa, a pesar de su inconsecuencia, como una
botánica o zoológica, porque cualquier propiedad de los organismos puede atadura. Es responsable de la extensión de la geografía sobre terrenos
ser explicada mediante cierta relación con la naturaleza de la tierra. La es­ extraños y de la superficialidad causada por esta extensión. No es lógica­
pecial consideración de estas dependencias puede ser objeto de algunas mente posible, no tiene fundamento histórico, y en la práctica es dañina
aproximaciones más o menos inteligentes, pero únicamente podría con­ — decidámonos, por tanto, a echarla por la borda— .
vertirse en objeto de un»-ciencia específica si pudiésemos comparar la flora Solamente la geofísica puede ser considerada, entre las ciencias de la
y la fauna de la tierra con la flora y la fauna de otros planetas. General­ tierra, como ciencia autónoma. Pero la geofísica no es el núcleo de la
mente se introduce una matización al señalar que la ciencia general de la geografía, podría decirse que no aporta nada a la geografía, sino que se
tierra no se ocupa de una planta o de un animal, sino del mundo vegetal desenvuelve junto a ella. La geografía en sí, históricamente definida como
y animal. Pero también en esa dirección se encuentran problemas lógi­ el conocimiento del espacio terrestre, tiene que encontrar su justificación
cos y prácticos. La investigación botánica y zoológica se aproxima cada lógica dentro de un punto de vista distinto.
vez más a las asociaciones de fauna y flora. La botánica y la zoología
sistemáticas, basadas en la filogenia, no son otra cosa que el entendimiento
de la flora y de la fauna desde el punto de vista de las relaciones familiares. El sistema de las ciencias y el lugar de la geografía en él
La historia de la flora y de la fauna es tratada, junto a la historia de la
corteza terrestre y de los climas, por la geología histórica. Así, a la geografía El sistema de las ciencias se basaba antanó exclusivamente en la rela­
únicamente le correspondería la distribución geográfica de las plantas y de ción o la diversidad de los objetos, es decir, las ciencias se estructuraron
los animales. Pero esta limitación introduce un punto de vista metodológico de acuerdo con las afinidades concretas de sus objetos. Algunos sistema­
ajeno a la concepción característica de la geografía como ciencia general tizadores ingenuos, y sobre todo los que proceden de ciencias particulares
de la tierra. y no se toman la molestia de considerar el sistema de las ciencias, siguen,
Las mismas dudas se plantean en el estudio del hombre, y aún son aún hoy, haciéndolo así. Pero los filósofos sistematizadores han superado
mayores en este caso debido a la rica y variada perfección de la vida es­ esa concepción y han reconocido que la interpretación de las cosas desde
piritual. Las dificultades para concebir al hombre en el sentido de la el punto de vista de las afinidades concretas es simplista, así como la
geografía general son tan grandes que ningún metodólogo se ha atrevido posibilidad y la necesidad de otra concepción, basada en puntos de vista
a incluirlo en su conjunto dentro de la geografía. Algunos autores, con completamente opuestos, que permita el nacimiento de ciencias especiales.
Gerland a la cabeza, desean excluir al hombre de la geografía, apoyándose Los filósofos sistematizadores, sin embargo, tampoco han acabado de
en su espiritualidad y su libre voluntad — ¡si hubiesen obtenido esta mis­ desarrollar esa concepción, y han omitido precisamente el punto de vista
ma consecuencia para la fauna y la flora, la geografía quedaría limitada que resulta decisivo para la integración lógica de la geografía. Se han dejado
a la naturaleza inorgánica de la tierra!— , otros desean saber qué influencia llevar por la definición, en principio tan lógica, de la geografía como cien­
ha ejercido la naturaleza de la tierra sobre el hombre, cuando en realidad cia de la tierra, incluyendo así la geografía en su sistema, sin tener en
no se trata de la influencia de la naturaleza del conjunto terrestre, sino cuenta la concepción dual, de forma que la geografía humana queda ex­
de la influencia de las diferencias locales de la superficie de la tierra. cluida o, en otros casos, la geografía queda repartida entre los diferentes
Esta concepción sólo encuentra razón de ser en un proceso de adaptación apartados de su sistema.
al desarrollo histórico de la ciencia. Pero rompe la homogeneidad lógica La primera distinción fundamental dentro de las ciencias experimen­
de la ciencia. De acuerdo con esta interpretación, la geografía es, según tales teóricas, que aquí nos interesan, es la establecida por Comte entre
H. Wagner, dualista, es decir, aplica métodos completamente distintos en las ciencias abstractas y las ciencias concretas. Esta distinción no significa
sus diferentes ramas, se trata de un complejo inorgánico de dos o más que aquéllas tengan menos relación con los objetos concretos que éstas,
ciencias. en el sentido de objetos reales perceptibles por los sentidos, sino que
Vemos así que la definición de la geografía como ciencia de la tierra las ciencias abstractas los despojan de todas sus características especiales
no puede resolverse de manera consecuente. Sólo puede sostenerse me­ e individuales para investigar solamente los procesos o cualidades gene­
diante la introducción de un punto de vísta extraño, procedente del desarro­ rales, como, por ejemplo, la gravedad, la luz, el magnetismo, la naturaleza
llo histórico de la ciencia: la acentuación de la distribución geográfica y, física como tales, mientras que, por el contrario, las ciencias concretas
en gran parte, la limitación a la distribución geográfica. Si esta definición entienden siempre los procesos y condiciones generales como cualidades
se hubiese desarrollado a lo largo del desarrollo histórico, habría que de determinados cuerpos. Pero la distinción entre ciencias abstractas y
aceptarla, intentando clarificarla pacientemente. Pero no es éste el caso. concretas no es muy marcada. Podemos decir que existe una transición

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316 Antología de textos Alfred Hettner 317

desde las ciencias completamente abstractas, como la física, la química de vista tan especial debido a la consideración del desarrollo temporal
y la psicología, pasando por las ciencias que tienen alguna relación con de las cosas. Si éstas se sucediesen casualmente en el tiempo, y si la evo­
la naturaleza o la mente, como la mineralogía, la botánica, la fisiología, lución de los distintos grupos de fenómenos fuese independiente, la ciencia
la sociología y la economía política general, hasta las ciencias concretas podría quedar satisfecha con la aproximación sistemática. Pero la conexión
dirigidas hacia los conceptos individuales y colectivos. Esta diferenciación de las distintas épocas que expresamos con la palabra desarrollo, y la
coincide hasta cierto punto con la diferenciación recientemente establecida conexión de las diferentes cosas en una misma época, obligan a una con­
entre ciencias nomotética&y ciencias idiográficas, o entre ciencias de leyes sideración histórica específica. El . estudio del desarrollo histórico de un
y ciencias de acontecimientos, y de forma poco afortunada se ha designado solo grupo de fenómenos, correspondiendo así solamente a uno de los dos
esta distinción con las palabras ciencia natural y ciencia cultural o histórica. puntos de vista indicados, como, por ejemplo, la historia de la fauna o del
Pero esta diferenciación produce la falsa impresión de que el fin de las arte, o la historia de las constituciones, se sitúa en una posición intermedia
primeras es el establecimiento de conceptos genéricos y legales, y el de entre las ciencias sistemáticas y las ciencias históricas. Las ciencias ver­
las otras el conocimiento de lo individual. Los conceptos y leyes generales daderamente históricas abarcan todos los fenómenos, pero se dividen en
tampoco constituyen la finalidad del conocimiento en las ciencias abs­ tres ciencias distintas. La primera es la cienda de la historia de la tierra
tractas, sino la finalidad de una aproximación analítica a la que siempre o geología histórica, que no es únicamente la historia de la corteza te­
sigue la síntesis, tanto la síntesis reproductiva de la ciencia como la síntesis rrestre sólida, sino también la historia del clima y del mundo de las
productiva de la técnica y de la práctica. Las ciencias abstractas no cubren plantas y de los animales. La segunda es la prehistoria, que fue durante
el conocimiento completo de la realidad, sino que lo preparan y lo fun­ mucho tiempo una cienda sistemática, mostrando ahora un carácter autén­
damentan. E l conocimiento de la realidad en sí se encuentra repartido ticamente histórico debido a la periodización de sus hallazgos. La tercera
entre las diversas ciencias concretas. es la historia propiamente dicha, es decir, la historia cultural del hombre,
Las ciencias concretas se refieren a la realidad de acuerdo con la ver­ que últimamente ha comenzado a superar tanto la limitación al área cultural
satilidad del contenido de las cosas y con las diferencias de su comporta­ de Asia Menor y de Europa como la limitadón al tratamiento de las
miento en el espacio y en el tiempo. Pueden partir, por tanto, de tres condidones de los Estados, aunque todavía sigue luchando para conseguir
puntos de vista diferentes y de ese modo se configuran tres apartados un método verdaderamente histórico umversalmente aplicable.
principales. Lo mismo que el desarrollo en el tiempo, la ordenación de las cosas
Una parte importante, tal vez la mayoría, de las ciencias concretas, en el espado tiene derecho a una consideradón especial, y resulta signi­
que en conjunto podrían denominarse ciencias sistemáticas, posponen las ficativo observar que los especialistas en lógica que han reconoddo la
condiciones temporales y espaciales y encuentran su unidad en la homo­ necesidad de lo primero no se hayan dado cuenta de lo segundo. La reali­
geneidad o en la afinidad de los objetos de los que se ocupan. La dis­ dad es un espacio tridimensional que observamos desde tres puntos de
tinción habitual de las ciencias entre ciencias de la naturaleza y ciencias vista. En primer lugar, vemos las conexiones de una interreladón material,
del espíritu se basa en una diferenciación sistemática de este tipo. Dentro desde el segundo punto de vista vemos el desarrollo en el tiempo y desde
de las ciencias naturales se han desarrollado en primer lugar las ciencias el tercero la distribución y el orden en el espado. Mientras renunciemos
de los minerales y de las rocas (mineralogía y petrografía), de las plantas a la utilización de esta tercera perspectiva, la realidad es bidimensional.
(botánica), de los animales (zoología), y junto a ellas se han creado por No la vemos en toda su extensión y variedad. La consideradón de las
diversos motivos la ciencia de las plantas y de los animales fósiles (pa­ relaciones espadales se pierde. Por tanto, deben aparecer dencias coro-
leontología). Más tarde se incorporó también el estudio del cuerpo terrestre lógicas junto a las ciendas sistemáticas y cronológicas.
y de sus fenómenos, cuyo lugar científico hemos determinado en la des­ Existen dos dendas corológicas.
cripción de la geografía general. Las ciencias de las lenguas pueden con­ Una de ellas se ocupa de la ordenadón de las cosas en el espacio uni­
siderarse ciencias sistemáticas del espíritu, así como la ciencia de la religión, versal; es la astronomía, que antaño se entendió indebidamente como
la ciencia política, la ciencia económica y otras. Pero con los principios una mecánica aplicada, es decir, como una ciencia de leyes abstractas,
sistemáticos de distribución interfiere aquí otro principio de distribución cuando su verdadero objeto es la consteladón de los astros y la naturaleza
que define la transición a los dos restantes grupos principales de las cien­ de los distintos astros. La otra dencia corológica es la dencia de la
cias concretas, el principio que se rige por las diferencias de las áreas ordenación del espado terrestre o, puesto que no conocemos el interior
lingüísticas y culturales, dando lugar a la filología y a la etnología. de la tierra, podemos decir de la superfide terrestre. Una cienda corológica
La afinidad del contenido de sus objetos es secundaria para las ciencias de este tipo es necesaria por razones muy parecidas a las que justifican
históricas. Unen en su estudio una serie de objetos pertenecientes a dis­ la denda cronológica de la historia. Si no hubiese relaciones entre los
tintos sistemas y esos objetos reciben homogeneidad mediante ese punto distintos puntos de la tierra, y si los diferentes fenómenos situados en

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318 Antología de textos Alfred Hettner 319

un mismo lugar de la tierra fuesen independientes entre sí, no se nece­ misma, condiciones previas absolutamente necesarias para la comprensión
sitaría ninguna concepción corológica; pero la existencia de tales relaciones, de la superficie terrestre, la geografía estudia esta superficie terrestre
que las ciencias sistemáticas e históricas eluden o apenas pueden tratar, e n sus diferencias locales. No es una ciencia de la tierra o de la superficie
hace necesaria una ciencia corológica especial de la tierra. Esa ciencia es terrestre como tal, porque todas las aproximaciones que no tienen en
la geografía. cuenta las diferencias locales de la superficie terrestre, o que las consideran
La consideración del desarrollo histórico de la geografía como ciencia únicamente como fenómenos perturbadores, no pertenecen a la geografía.
nos muestra que en todo, momento se ha referido al conocimiento de los Es más bien la ciencia de la superficie terrestre según sus diferencias
distintos espacios de la tierra, y que a lo largo del tiempo sólo ha cam­ regionales, es decir, entendida como un complejo de continentes, países,
biado el método de estudio, debido al progreso de los resultados científicos. paisajes y localidades. Si queremos utilizar la palabra país para estas dis­
Los metodólogos que no han perdido el contacta con el desarrollo científico, tintas clases de espacio terrestre, podemos denominar a la geografía co­
siempre han situado por ello en lugar preferente el punto de vista de nocimiento de los países en lugar de conocimiento de la tierra, porque la
la ordenación del espacio. La geografía de Ritter se encuentra induda­ denominación conocimiento de la tierra, prácticamente impensable en boca
blemente dominada por esta concepción, a la que se refiere cuando de­ de Ritter, ha arrastrado a los nuevos metodólogos a falsas especulaciones
nomina a la geografía la ciencia de los espacios y de su función. Después teóricas sobre la naturaleza de la geografía.
de la confusión metodológica introducida en la geografía por Peschel, al
tiempo que aportó su revolucionaria transformación de la geografía física,
F. von Richthofen ha vuelto a resaltar el verdadero punto de vista de La versatilidad material de los objetos geográficos
la geografía, denominándola ciencia de la superficie terrestre, y refiriéndose
a la superficie terrestre sólida. Inmediatamente después de Richthofen, La geografía no se limita, por tanto, a un determinado dominio de
Marthe amplió ese concepto y subrayó con fuer2a el punto de vista co­ la naturaleza o del espíritu, sino que se extiende sobre todos los círculos
rológico, aunque en un sentido equivocado, denominando a la geografía o formas de comportamiento de la realidad que puedan darse sobre la
la ciencia del dónde de las cosas. En las conferencias posteriores de superficie terrestre.
Richthofen, en Leipzig, se presenta una concepción de la geografía que No es ni ciencia de la naturaleza ni del espíritu — utilizo ambos
configura el programa de la geografía actual, ajustando el concepto de términos en su sentido habitual— , sino que es ambas cosas al tiempo.
Marthe y aceptando a la vez el planteamiento de Ritter, ya que el concepto Kirchhoff hubiera denominado a la geografía en su estado actual ciencia
superficie terrestre ha perdido su sentido restringido e incluye la corteza de la naturaleza con elementos históricos integrantes, lo que no es inco­
terrestre sólida, el agua, la atmósfera, la flora, la fauna y el hombre. rrecto, pero casi con igual propiedad podría haberla llamado ciencia del
Numerosos metodólogos modernos han adoptado las líneas generales de hombre con elementos integrantes de las ciencias naturales. Durante mu­
esa perspectiva y la aproximación corológica ocupa un lugar preferente cho tiempo, los aspectos humanos ocuparon un lugar preferente en el
incluso en el caso de aquellos geógrafos que, en teoría, parten del concepto estudio geográfico, porque la ciencia de los pueblos, de los Estados, de
de la geografía como ciencia de la tierra, y que rinden culto a la opinión las ciudades dice mucho sobre la naturaleza de los países. A finales del
«dualista». Entre estos geógrafos se encuentran A. Kirchhoff y H. Wagner. siglo xvm se llegó a un conocimiento físico-geográfico más rico, que situó
Resumiendo los resultados de nuestras consideraciones, podemos afirmar el estudio de la naturaleza en un lugar de igualdad respecto al del hombre.
que no se debe renunciar a la concepción, históricamente válida, de la La exigencia teórica de excluir totalmente al hombre de la aproximación
geografía como la ciencia corológica de la tierra, o la ciencia de los geográfica nunca se ha hecho realidad, y el hombre siempre ha sido ob­
espacios de la tierra, que se organiza basándose en sus diferencias y en jeto del estudio geográfico, aunque de numerosas y diferentes formas.
sus relaciones espaciales, y no sólo porque la sistemática lógica de otra La naturaleza y el hombre forman parte inseparable de la caracteriza­
concepción no resulte ni históricamente comprobada ni prácticamente rea­ ción de los países. El hombre desempeña en algunos países papeles más
lizable, sino porque, por el contrario, constituye la exigencia de una sis­ importantes que en otros y unos investigadores prefieren dedicarse a la
temática de las ciencias lógicamente completa. naturaleza y otros al hombre. En consecuencia, el elemento humano en
la geografía es unas veces mayor y otras menos. Teóricamente el hombre
puede ser considerado como un reino más junto a los tres reinos orgá­
El objeto de la geografía nicos y a los dos inorgánicos de la naturaleza, aunque en realidad requerirá
casi siempre un tratamiento extenso. En mis trabajos he concedido tanto
La geografía es la ciencia corológica de la superficie terrestre. Partiendo lugar al hombre como a la naturaleza, y creo haber constatado una re­
de la situación de la tierra en el universo y de la composición de la lación similar en otros autores.

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320 Antología de textos Alfred Hettner 321

Precisamente a cansa de este entendimiento unificador de la natu­ menos climatológicos. ¿Y cómo podría calcularse el volumen de la im­
raleza y de la humanidad se ha conferido un carácter «dualista» a la presión sensorial? ¿Sería útil que la geografía considerase el tráfico tan
geografía. Pero sólo es lícito hablar de ese carácter cuando la unión sólo desde el punto de vista de los caminos y no de las personas y mer­
dentro de una ciencia conlleva una distinción de concepciones, una parti­ cancías transportadas? ¿O considerando la producción económica, pero no
ción. Y eso es lo que sucede, como vimos, en la unión del hombre y de el comercio? ¿O excluyendo su rama más antigua, la geografía política,
la naturaleza dentro de la geografía general. Pero si concebimos la natu­ o la consideración geográfica de la religión o del arte? Con esta selección
raleza y el hombre desde el punto de vista corológico, resulta igual en de hechos se pierde necesariamente su contexto interno, porque los fe­
todos sus puntos fundamentales, y no permite hablar de dos direcciones nómenos perceptibles por los sentidos no son siempre los que dependen
distintas dentro de la geografía. en mayor grado de la naturaleza de los países, sino que muchas veces
La situación de la geografía entre o, mejor dicho, al mismo nivel que dependen de otros fenómenos menos perceptibles sensorialmente y sólo
las ciencias de la naturaleza y del espíritu, lleva consigo, sin duda, ciertas a través de éstos son aquéllos comprensibles. La consideración estética,
incompatibilidades prácticas. Al geógrafo se le considera como un intruso, que únicamente concede importancia a los efectos sobre los sentidos y que
tanto en las facultades de filosofía como en las de ciencias naturales. considera que el contexto interno de los objetos es indiferente, no tiene
Para los geógrafos procedentes de las ciencias naturales, es frecuentemente en cuenta el nexo intrínseco tan importante para cualquier ciencia.
difícil adoptar lo que corresponde a las ciencias naturales, y para los que
proceden del campo de las ciencias del espíritu resulta todavía más difícil
acostumbrarse a las ciencias naturales. Pero esta posición intermedia de La concepción del tiempo
la geografía es compartida por otras ciencias, como, por ejemplo, la etno­
logía y la misma filosofía, que podría aportar a nuestra formación total, Al igual que todas las cosas de la naturaleza y del espíritu, todas las
y así sucederá cuando se la deje de considerar con menosprecio, un valioso épocas pueden ser objeto del estudio geográfico. La geografía, como estudio
puente entre ambas líneas de nuestra vida intelectual, muy a menudo del presente, ha sido a veces enfrentada a la geología, como estudio del
incomunicadas. pasado; pero esa oposición es incorrecta, porque en teoría puede darse
La necesidad de considerar igualitariamente la naturaleza y el hombre' una consideración geográfica tanto de períodos pasados como del presente,
sólo ha sido puesta en entredicho por personas ajenas a la geografía, que aunque raramente la llevemos a cabo. La verdadera diferencia no consiste
no han profundizado en los problemas geográficos o que únicamente han en que la geografía prefiera un tiempo determinado, el presente, sino
cultivado una parte de la geografía. Sin embargo, los geógrafos, en gene­ en que para ella el tiempo se sitúa en el fondo de la escena, ya que no
ral, aceptan plenamente esa necesidad. No es posible llevar a cabo una estudia el paso del tiempo como tal — regla metodológica frecuentemente
reducción del material geográfico mediante limitaciones de la naturaleza olvidada, por cierto— , sino que sólo tiene en cuenta el desarrollo histórico
o del hombre. con el fin de explicar las condiciones del momento elegido.
Pero tal vez fuera posible limitar de otro modo el material geográfico Aunque se haya entendido correctamente la necesidad de prescindir
y, en particular, la variedad de los objetos del estudio geográfico. Algunos del transcurso temporal en sí, se ha pretendido ceñir todo el quehacer
metodólogos lo han intentado, partiendo del concepto de paisaje tal de la geografía humana a captar únicamente lo constante en el tiempo,
y como se nos ofrece a la vista y limitando la aproximación geográfica lo «permanentemente eficaz». Pero lo constante en el tiempo y lo per­
a las cosas que pueden percibir los sentidos. Posteriormente veremos que manentemente eficaz no existe; sólo una parte de los cambios registrados
a veces es suficiente contemplar la superficie terrestre sólo desde el punto se producen en forma de oscilaciones en torno a un punto cero; los demás
de vista estético, y en ese caso habría que limitarse a lo perceptible muestran un. desarrollo progresivo en el que a veces se modifica total­
por los sentidos; pero creo que esa limitación no es conveniente para la mente el tipo de dependencia geográfica. No es posible mostrar un cuadro
geografía en general. Hablando rigurosamente, todos los objetos del estudio que prescinda de los cambios temporales. El estudio geográfico debe di­
geográfico son perceptibles por los sentidos, porque el más delicado estado rigirse siempre hacia un tiempo determinado.
de ánimo del hombre sólo puede hacerse patente mediante manifesta­ No tiene sentido, por tanto, preguntarse sobre qué espacio de tiempo,
ciones perceptibles. Habría que distinguir, por tanto, según la clase y la sobre qué tiempo histórico o tiempo humano en general debe extenderse
fuerza de la impresión sentida. Resultaría así que la geografía debería el estudio geográfico. Al margen de que al basar en las relaciones humanas
considerar solamente aquellos fenómenos que podemos reconocer mediante la delimitación del tiempo se plantea un punto de vista ajeno para la
nuestro sentido del tacto o de la vista, dejando de lado los que corres­ limitación de la materia de nuestra ciencia, sólo es posible tener en
ponden al oído, al olfato o al sentido del calor. Con una concepción de cuenta un tiempo más amplio en la consideración corológica o espacial
este tipo habría que excluir de la geografía la mayor parte de los fenó­ cuando las relaciones no cambien o lo hagan respecto a cosas insignifi-

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1
322 Antología de textos Cari Troll *
cantes y parecidas. Por ello esa extensión varía considerablemente en EL PAISAJE GEOGRAFICO
función de los diferentes factores. Respecto a la estructura interna de la Y SU INVESTIGACION **
tierra, el estudio geográfico suele iniciarse en el terciario medio, pues
desde entonces se han producido variaciones importantes en la corteza
terrestre. Los cambios más recientes en la corteza terrestre, en el clima,
en el mundo animal y de las plantas requieren una descripción histórica,
y la geografía del presente sólo puede considerar sus resultados, no lo
que ha sucedido anteriormente. Y en geografía humana han ocurrido
tantos cambios en los últimos años y decenios que el término presente
geográfico debe ser utilizado con cuidado. »
La geografía estudia el presente. La consideración de épocas pasadas
en la historia de la tierra o del hombre corresponde a la paleogeografía,
a la geografía prehistórica o a la geografía histórica.
(...)

Desde hace tres decenios se nota en la ciencia geográfica una marcada


tendencia a la síntesis, de acuerdo con las ideas generales de la época.
Si se define la geografía como la ciencia que trata de los fenómenos
de la superficie terrestre, es decir, de la litosfera, la hidrosfera y la atmós­
fera en sus diferentes configuraciones e intercambios funcionales, la sín­
tesis geográfica significa la observación de los fenómenos que se dan en
la superficie terrestre y de sus convergencias en la unidad del espacio,
esto es, en el paisaje. Naturalmente, es preciso conocer los diversos as­
pectos para comprender el conjunto. De un geógrafo moderno se espera
menos el conocimiento de la dinámica de los glaciares, de las áreas flo-
rísticas del mundo o de la estadística comercial de los países que la
capacidad de explicar un paisaje basándose en sus caracteres y de hacer
comprensible la concordancia causal de sus diversas partes. Con los paisa-

* Cari Troll (1899-1975). Además del artículo traducido en este libro, entre sus
trabajos principales se encuentran:
Troll, C. (1947): «Die geographische Wissenchaft in Deutschland in dem Jahren 1933
bis 1945: Eine Kritik und Rechtfertigung», Erdkunde, 3 48.
Troll, C. (1955): «Der jahreszeitliche Ablauf des Neturgeschehens in den verchiedenen
Klimagültern der Erde», Sudium Generóle, pp. 713-733.
Troll, C. (1966): Landscape Ecology, Delft, ITC-UNESCO (Center for integrated
surveys).
Troll, C. (1970): «Landschaftokologie (Geoecology) und Biogeocoenologie. Einer ter-
minologische Studie», Revue Roumaine de Géologie, Géophysique et Géographie,
Série de Géographie, pp. 9-18.
Trojl, C. (1971): «La Geoecología y la diferenciación a escala planetaria de los eco­
sistemas de alta montaña». Traducción de J . J. Sanz Donaire, Geograpbica, 1973,
pp. 143-155.
* * Troll, C. (1950): «Die geographische Landschaft und ihre Erforschung», Studium
Generóle, 4/5, pp. 163-181. Traducción de Benjamín Díaz González.
323

( (.
324 Antología de textos Cari Troll 325

jes la geografía ha encontrado su objeto propio, un objeto que, como siológico o ecológico) del paisaje. Al primero se refirió Oppel cuando
dijo Hassinger en 1919, no le puede disputar ninguna otra ciencia, al definió' un paisaje como «un espacio que se presenta como una totalidad
tiempo que el interés por sus diversos elementos (geofactores, componentes desde cualquier punto de vista». Hoy el hombre puede observar el paisaje
del paisaje) la relaciona con ,las ciencias naturales, humanas, económicas desde los aviones de una forma más precisa, sin la distorsión de la pers­
y sociales. Cada vez se tiende más a considerar un paisaje como una pectiva desde el suelo; por ello es lógico que la observación aérea haya
«unidad orgánica» y a estudiarlo «en el ritmo temporal y espacial de fomentado mucho los estudios de paisaje. Esto se manifiesta incluso en
sus numerosos y diversos- factores» (Volz). También se ha planteado la Isj terminología, donde los rusos en su afán investigador han creado la
cuestión de si el paisaje es algo más que la suma de objetos geográficos, expresión «paisaje aéreo», que viene a significar «complejo de fenómenos
es decir, una «totalidad» o una «configuración». Esta idea, que data de de la superficie terrestre que se pueden reconocer desde el aire como ca­
la Edad Antigua y aparece en Goethe y, en la* geografía, en Ritter, hace racterísticos de un determinado territorio fisicogeográfico».
poco ha sido ampliamente desarrollada en la psicología (H. Benusse, El enfoque funcional es resultado de la apreciación de que todos los
W . Kóler, K. Koffka, F. Krüger) y en la biología (H. Driesdh, W. Troll). geofactores, incluidas la economía y la cultura humanas, se encuentran
Generalmente los geógrafos alemanes consideraban los paisajes como con­ en interacción. Según la importancia de la intervención del hombre, se
juntos o configuraciones, pero en ningún modo como «organismos» o distinguen paisajes naturales y paisajes culturales. Estos últimos incluyen,
formas biológicas en el sentido de W. Driesch, y como unidades psico­ además de los fenómenos naturales, los pertenecientes a la economía, el
lógicas, sólo dentro de un enfoque estético-subjetivo, debido, como señala cultivo, el tráfico, la población con su lengua, su tradición y su naciona­
Banse, al cientificismo de la geografía. Pero, lo mismo que a partir de lidad, la estructura social, la cultura artística y la religión. Actualmente
los distintos tipos de seres vivos se constituyen biocenosis y a partir se está hablando mucho de paisaje económico y de configuración eco­
de los individuos humanos surgen grupos como las familias o los pueblos, nómica, desde los paisajes vacíos hasta los paisajes de elevado uso agrario
los espacios geográficos, como los paisajes, pueden organizarse en grupos o industrial, los paisajes densamente poblados, los paisajes urbanos, etc.
de diferente escala y considerarse unidades de una taxonomía geográfica. Todos los paisajes reflejan también transformaciones temporales y
conservan testimonios de tiempos pasados. Pero mientras que los paisajes
naturales sólo varían a un ritmo secular o geológico, los paisajes econó­
El paisaje y la ciencia del paisaje micos cambian relativamente deprisa de generación en generación, e in­
cluso durante la propia observación del geógrafo.
En la literatura geográfica alemana fue S. Passarge el primero que
Científicamente considerado, el paisaje es, por lo tanto, un concepto
usó la denominación «geografía del paisaje» y, desde 1913, propugnó
de geografía regional y comparativa. Pero hasta el momento no se ha
en varias conocidas obras el concepto de «ciencia del paisaje», ya utilizado
conseguido llegar a un acuerdo sobre «la relación de la ciencia del paisaje
en 1884 y 1885. Esto lo presentó como una nueva rama de la geografía
«que ha tenido que conquistar con dificultades su sitio, un sitio que se y la ciencia de los países» y sobre el enlace de los conceptos de «paisaje
la debía haber reconocido hace tiempo». Pero, al no definir desde un y país», a pesar de que en 1938 expertos de varios países pusieron todo
su interés en resolver este problema. No es convincente la afirmación
principio con claridad el concepto de paisaje, especialmente en relación
con el concepto de «país» o región, según señaló Waibel en 1936, se de N. Krebs de que «paisajes son tipos que se repiten a menudo, países
suscitó una larga discusión sobre el sentido y la razón de ser de esta son individuos». Actualmente es normal que se dividan los continentes,
nueva ciencia. La palabra alemana Landschaft (paisaje) existe hace más estados y provincias en «paisajes naturales», que vienen a ser espacios
de mil años y ha tenido una evolución lingüística muy significativa. individuales (paisajes reales, según Passarge). Incluso el propio Krebs
Hoy día el concepto de «paisaje» está presente en la ciencia y en realizó en 1923 un mapa con la regionalización del sur de Alemania
basándose en sus paisajes, para después tratar de todo este espacio. En el
el arte. Sin embargo, sólo la geografía ha dado a su uso un valor científico
y le ha hecho eje de toda una teoría de investigación. A partir de ello el concepto de países se incluyen generalmente grandes divisiones políticas,
movimiento de protección de la naturaleza y la jardinería han acuñado como Escocia, Irlanda, Inglaterra, Grecia, Finlandia, Laponia y Alemania,
los conceptos de protección, conservación y creación del paisaje. Todo o territorios más pequeños, como Braunschweig, Oldemburg, Ermland,
paisaje se le presenta al geógrafo dotado de una cierta fisionomía. Sus Münsterland, etc. En cambio, son paisajes naturales el Harz, Spessart, la
distintos aspectos o elementos, tanto visibles como no visibles, se en­ Selva Negra, Ries, la llanura de Munich, la Cuenca de Viena, Maifeld,
cuentran en una determinada relación funcional, mientras que no varíe Goldene Aue, Ósling, etc.
uno de ellos y, como consecuencia, todo el paisaje. Se puede, por lo tanto, El significado del término «país» no está plenamente definido. Por
distinguir un concepto fisionómico o formal y un concepto funcional (fi­ ejemplo, en Alemania existen ciertos países que antes eran territorios

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326 Antología de textos Cari Troll 327

históricos o circunscripciones administrativas y hoy, tras determinadas Si se comienza a subdividir un cinturón de paisaje adaptado a una
variaciones de sus límites, se consideran paisajes geográficos. ( ...) zona climática en unidades definidas por sus configuraciones espaciales,
De acuerdo con lo dicho se debería cambiar la definición de paisaje se tienen que separar en primer lugar los sectores de dicho cinturón que
geográfico propuesta por K. Bürgers, que también era aplicable a país, por corresponden a cada continente; después habrá que pasar a divisiones
la siguiente: «Bajo el término "paisaje geográfico” se incluye un sector basadas, además de en la zonación climática, en la estructura, el relieve,
de la superficie terrestre definido por una configuración espacial deter­ el suelo y la humedad, sucesivamente.
minada, resultante de su^aspecto exterior, del conjunto de sus elementos
y de sus relaciones externas e internas, que queda enmarcado por los En resumen, cuanto más pequeñas son las divisiones, más importancia
límites naturales de otros paisajes de distinto carácter.» Países, en cambio, adquieren las condiciones del suelo frente a los aspectos climatológicos
son territorios delimitados con base en hechos políticos, administrativos, en la delimitación de los paisajes, ya que, mientras en las primeras se dan
cambios nítidos, en los segundos siempre se producen amplias transicio­
en ciertos casos históricos, o por estar habitados por determinados pueblos.
nes. Pero, ¿hasta qué escala se puede efectuar una división geográfica
(. . .) del espacio?, ¿cuál es la dimensión mínima de un paisaje geográfico?
Se puede intentar dar respuesta a estas preguntas analizando mapas topo­
gráficos y geológicos o fotografías aéreas de diferentes zonas de la super­
Morfología del paisaje
ficie terrestre. Yo mismo he intentado aclarar estos puntos mediante un
estudio concreto del Macizo Renano. Al definir paisajes cada vez más
Lo primero que hay que hacer es detectar y delimitar los diferentes
pequeños, siempre se llega a un nivel en que el espacio se presenta como
paisajes del mundo y de cada país. Mediante la observación del contenido
un rompecabezas, cuyas piezas nunca aparecen de forma independiente,
y los límites del paisaje se llega a comprender la «estructura del paisaje».
sino que, en gran número, constituyen asociaciones individuales mínimas
A partir de ella se puede plantear una clasificación de territorios a dis­
caracterizadas por una configuración y una localización determinadas. Estas
tinta escala. En principio, cada paisaje es un individuo, pero, al tener una
asociaciones son los «tipos de espacio más pequeños».
determinada situación dentro del conjunto de los paisajes, se ensambla
con todos ellos. En relación con los elementos culturales del paisaje, ' .
Para designar estos pequeñísimos espacios de un paisaje geográfico
O. Schlüter habló de una «Morfología del paisaje cultural». Y , por su
he escogido desde 1945 la denominación de «ecotopo», variante de la de
parte, E. Winkler ha basado en estos aspectos su sistema de geografía
«biotopo», que utilizan los biólogos con finalidad similar. El ecólogo
general, que denomina «morfología del paisaje o teoría de la estructura
inglés A. G. Tansley ya utilizó en 1939 el término «ecotopo», al tiempo
del paisaje», asignando a la «corología del paisaje» el análisis de la dis­
que los autores rusos comenzaron a hablar de «unidades topo-ecológicas».
tribución espacial de los paisajes en el mundo.
K. H. Paffen propuso que en alemán se utilizase la expresión «célula de
(...) paisaje» (Landschaftszelle), con lo cual estoy de acuerdo. (...)
Estas células o ecotopos, entendidos como divisiones mínimas del pai­
saje geográfico, no sólo son importantes en la labor científica de la geo­
Estructura y división del paisaje
grafía, sino que, al expresar la distribución de los diversos elementos
de los paisajes, tienen también una gran importancia práctica. El ingeniero
Las unidades de paisaje en el mundo son de tamaño muy variado.
de montes los necesita para evaluar el crecimiento de las masas forestales
A la escala del conjunto de las tierras emergidas se distinguen cinturones
y para delimitar y medir los sectores homogéneos de éstas (tasación fo­
o zonas de paisaje, que se corresponden espacialmente con las zonas cli­ restal). E l edafólogo los necesita para apreciar la calidad de los suelos
máticas y de vegetación. S. Passarge desde 1921 ha dedicado varios libros agrarios, cuyas características cambian en distancias muy reducidas. La car­
a estas unidades mayores; A. J\ Herbertson en 1905 las denominó «re­ tografía de la vegetación, la hidrología, la parasitología y la higiene, es
giones naturales principales» y en ello le siguieron otros geógrafos ingleses decir, todas las ramas de la planificación regional, tienen en ellos su
como L. D. Stamp y J. F. Unstead. En el otro extremo, la maravillosa base más rigurosa. Por lo tanto, no es de extrañar que diferentes ciencias
diferenciación del espacio en el mundo permite una división de paisajes hayan llegado a las mismas conclusiones sin tener contacto entre sí y por
a una escala muy reducida, cuyas unidades se denominan pequeños pai­ diversos caminos. Es conveniente para todas conocer los resultados de
sajes o paisajes parciales. Existe, en consecuencia, un escalonamiento di­ las investigaciones de las demás y adaptarles sus terminologías propias.
mensional, una jerarquía de paisajes de diferentes dimensiones... (...)

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328 Antología de textos Cari Troll 329

Ecología del paisaje Cuando se analiza la estructura interna del paisaje se comprende lo
lógico que es atribuirle el carácter del conjunto, de totalidad; y no a un
Dentro del ecotopo se produce el máximo nivel de interacción entre elemento del paisaje, sino sobre todo al ecotopo. Porque de la unión es­
los diferentes elementos del paisaje. Para agrupar éstos, normalmente se pacial de los diferentes elementos del paisaje en un ecotopo no surge
usan los conceptos de clima, suelo y vegetación, aunque hay que tener solamente una configuración, sino un conjunto armonioso formado por
en cuenta que el mundo animal es tan importante como el de las plantas, componentes que se ayudan mutuamente y que no pueden existir por sí
que el suelo incluye su propia fauna y que casi tan importante como la solos.
estructura de éste es su hidrología y su microclima, altamente influido
por la cubierta vegetal. E l suelo con sus diferentes horizontes no sólo
se compone de materia mineral alterada bajo la influencia del agua y el
clima, sino también de materia orgánica vegetal y animal. La disposición
de estos elementos, que se manifiesta en el perfil del suelo, depende, pues,
muy estrechamente de la vegetación. La interacción de la vegetación y las
biocenosis con la capa edáfica conecta muy profundamente la investiga­
ción geográfica del paisaje con la edafología y los estudios sobre vege­
tación. A. G. Tansley llama a este conjunto interconectado «ecosistema».
Con la palabra suelo, en el sentido más amplio, nos referimos a todos
los fenómenos desarrollados por debajo de la superficie topográfica con
excepción de la fauna y las raíces de las plantas, es decir, substrato rocoso,
aguas subterráneas, etc. Por encima de dicha superficie se encuentra el
componente climático, que comprende el macroclima y el microclima del
paisaje; este último llega hasta el límite superior de la vegetación. En el
caso de una vegetación boreal típica, el microclima se puede dividir,
según R. Geiger, en clima inmediato al suelo, clima medio y clima supe­
rior. La vegetación se sitúa en el centro del ecosistema, ya que determina
con su existencia el microclima, influye en la erosión del suelo por medio
de la aportación de sus restos, regula la estructura hídrica e influye a través
de ésta en el clima del suelo. Pero, a su vez, el conjunto de la vegetación
depende del macroclima y del suelo en su más amplio sentido. ( ...)
Si en un ecosistema se altera o se destruye la vegetación como con­
secuencia de un hecho natural o artificial, de una forma espontánea cam­
bia toda la estructura geográfica y toda la interacción de los elementos
del paisaje: el microclima, el clima del suelo, la composición de éste, las
condiciones erosivas, etc. La naturaleza se regula a sí misma y tiende
a recuperar el equilibrio perturbado, mediante la regeneración de la ve­
getación y, como consecuencia de ella, la del suelo y así sucesivamente;
esto se ha podido comprobar muchas veces en llanuras fluviales sujetas
a inundaciones, dunas, deltas, zonas afectadas por aludes, etc.
Si la observación pasa de un ecotopo aislado al conjunto de todo un
paisaje, se aprecia cómo los cambios de disposición topográfica se mani­
fiestan no sólo en los caracteres del suelo, sino también en variaciones
climáticas de escala media, situadas entre el macro y el microclima. Tales
diferencias, debidas a las distintas condiciones que presentan a la insola­
ción, la pluviosidad, los vientos, la persistencia de la nieve, etc., las hon­
donadas, vertientes, crestas y cimas, se engloban bajo el término «clima
local».

( (
Hans Bobek y Josef Schmithüsen * Hans Bobek y Josef Schmithüsen 331

EL PAISAJE EN EL SISTEMA LOGICO C) La sucesión temporal, que da razón del presente y se proyecta
DE LA GEOGRAFIA ** sobre el futuro.

Los espacios de la superfide terrestre, en cuanto objetos de investiga­


ción, se han de concebir no como entidades simplemente tridimensionales,
sino como entidades cuatridimensionales, como complejos de fenómenos
espaciotemporales, y son los que, tanto en sus partes como en su totalidad,
constituyen d campo de estudio geográfico.
Dada su naturaleza, participan del mundo inorgánico, del mundo de
la vida y del mundo del espíritu.
La estructura y d fundonamiento de estos tres mundos están regidos
por otros tantos tipos de leyes: físicas, biológicas y espirituales. De ello
resulta que el objeto del estudio geográfico es complejo en cuanto a leyes
y ello dificulta su comprensión.
Dentro del mundo inorgánico, por ejemplo las formas de relieve de­
penden al tiempo de Jas fuerzas tectónicas, de las fuerzas atmosféricas y de
la constitución de la corteza terrestre, derivada no sólo de su actividad
actual, sino básicamente de la pasada, y también dependen de la acdón
dd hombre.
El objeto de la investigación geográfica es el espacio lito-bio-atmosférico En toda comunidad viva, por ejemplo un bosque, no sólo actúan las
de la superficie terrestre en su contenido y configuración totales, tanto condiciones físicas, sino también las que en alto grado crea la propia co­
en conjunto como en sus divisiones. La geografía no se limita a la ob­ munidad en tanto que unidad biótica; así actúan factores biogenéticos,
servación y descripción de lo visible, aunque parte de ellas, sino que cuya explicación no se puede realizar hasta d momento sobre la base de
pretende comprender la naturaleza del conjunto de elementos constitutivos una causalidad puramente física.
del ámbito que, con cierta impropiedad, se denomina superficie terrestre. El hombre puede además por medio de su inteligenda modificar su
En esencia este ámbito consta de los siguientes elementos: entorno según leyes que no son físicas, sino que constituyen creadones
autónomas.
A) Los fenómenos espaciales, materiales y perceptibles, con sus di­ Los elementos correspondientes a los tres mundos están en el objeto
mensiones, forma, calidad material, estructura y organización interna. geográfico no sólo yuxtapuestos o interconectados, «sino esendalmente
integrados». De esta integración resultan componentes nuevos, que per­
B) E l entramado de relaciones que existe tras ellos y que sólo en tenecen a dos o tres de los mundos o reinos y partidpan de sus leyes.
pequeña parte es accesible a la percepción inmediata. Puede estar rela­ Los componentes naturales y culturales no están superpuestos o sumados.
cionado con hechos externos, pero que siempre tienen características espa­ La naturaleza y la cultura en la mayoría de los objetos geográficos, como
ciales o locacionales. los espados económicos, se hallan integradas. Las fuerzas correspondientes
a los distintos dominios no son independientes, sino que se integran en
* Hans Bobek (1903) y Josef Schmithüsen (1909). Además del artículo traducido complejos, a veces desde un principio.
en este libro, entre sus trabajos principales se encuentran: La naturaleza animada e inanimada y d espíritu, fundidos, constituyen
Bobek, H. (1948): «Stellung und Bedeutung der Sozialgeographie», Erdkunde, pp. la materia geográfica. En ella se basa la unidad interna de la geografía
188-125. y a ello se debe que no pueda ser ni ciencia natural ni dencia del espíritu.
Bobek, H. (1959): «Haupstufen der Gessellchaft- und Wirtschaftstentflatung in geo-
graphischer Sicht», Die Erdeí pp. 259-298. . ' Dados los caracteres de su objeto, no existe tal dualismo. En todo caso,
Schmitüiüsen, J. (1959): «Das System der geographischen Wissenchaft», én Festscbrift , se podría hablar de trialismo, teniendo en cuenta d tipo de causalidad
Tbeodpr Kraus, Bad Godesberg (s. e.),p p . 1-14. dom inante.
Schmithüsen, J. (1963): Was ist eme Landschaft?, Wiesbaden, Franz Steiner (Erdkundli-
ches Wissen. n.° 9).
Sí existe, por d contrario, un dualismo de otro género: el de los en­
* * Bobek, H., y Schmithüsen, J . (1949): «Die Landschaftsbegriff im logischen foques idiográfico y nomotético, característicos,, respectivamente, de la
System der Geographie», Erdkunde, 2/3, pp. 112-120. Traducción de Benjamín Díaz geografía de los países (Landerkunde) y de la geografía del paisaje (Land-
González. schaftkunde).
330

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(
Hans Bobek y Josef Schmithüsen 333
332 Antología de textos

La geografía de los países se enfrenta idiográficamente con su objeto de referir elementos, propiedades o funciones singulares a conceptos ge­
de estudio, es decir, como si fuese único en el espacio y en el tiempo, nerales. ( ...)
y dependiese de unas específicas circunstancias de lugar y momento his­ El concepto de paisaje se refiere, por consiguiente, siempre al conte­
tórico. (...)■ El concepto de país (Land) es independiente de su dimensión nido total de un sector de la superficie terrestre en tanto que es accesible
y puede abarcar desde un lugar hasta un continente, o la tierra entera. a una comprensión nomotética.
La geografía del paisaje procede de forma normativa o nomotética,
comparando las distintas partes de la superficie terrestre y ordenándolas En el dominio de lo inorgánico el interés de la geografía no llega
en tipos y géneros haciendo abstracción de sus peculiaridades individuales. hasta las unidades elementales, sino que se detiene en los sistemas o com­
A esta clase de unidades, definidas con base en su apariencia fenoménica, plejos que en el paisaje desempeñan el papel de elementos básicos. Un
en su trama de relaciones y en su desarrollo histórico, se les llama paisa­ ejemplo es el aire, que es un complicado sistema de materia y energía;
jes, con independencia de su nivel dimensional. otros son las rocas y también los sistemas de carácter no estable, como
En uno y otro caso (país y paisaje) siempre se trata de fragmentos, el tiempo atmosférico. Resultan de un tipo de análisis específico y cons­
o sectores, de la superficie terrestre considerados en la complejidad de tituyen el escalón más bajo en el edificio del paisaje, presentando, como
sus fenómenos. los cristales de las rocas, diferentes niveles de integración.
Todos estos complejos abióticos elementales (o parciales) al estar reuni­
Atendiendo a las grandes categorías de materia, espacio (o forma),
dos en un lugar, en un determinado espacio, se encuentran enlazados entre
energía y tiempo, se aprecian los distintos modos en que se conciben la
sí por múltiples relaciones, cuyo funcionamiento se rige por las leyes de
ciencia de los países y la ciencia del paisaje.
la causalidad. De esta acción recíproca resulta un complejo abiótico total,
La materia y la forma permiten definir el paisaje en función de su que es un escalón más alto que los complejos parciales en la integración
estructura y de su dimensión espacial, es decir, en función de su imagen del paisaje. ( ...)
(fisonomía y estructura). Desde el punto de vista de la energía le podemos Al contrario que los componentes abióticos, que entran siempre en
definir por su trama funcional o dinámica interna y por su ecología. Desde el paisaje como complejos, los individuos del mundo orgánico pueden
el punto de vista del tiempo, le podemos definir por su historia o su entrar directamente a formar parte del paisaje como verdaderas unidades
génesis. Así es un objeto que puede ser considerado desde tres puntos elementales del mismo. Por ello los individuos del mundo biótico con­
de vista, que dentro de la metodología científica corresponden a tres modos trastan con los del abiótico en cuanto a aspectos esenciales. Las leyes que
de investigación: el fisonómico (incluyendo el análisis de la estructura), rigen su configuración no depende sólo de relaciones causales con su en­
el ecológico y el histórico o genético. torno, sino en gran parte de principios cuyas normas últimas aún no ha
( ...) El componente espiritual queda comprendido dentro de los tres llegado a comprender la investigación. Los seres vivos no son simples
aspectos mencionados, pues, como espíritu objetivado, es perceptible en productos de su medio; tampoco son propiamente autónomos con res­
la imagen de los fenómenos, en la estructura, en la función o ecología pecto a él, pero pueden en mayor o menor grado resistir y contrarrestar
y en el devenir histórico. Las ideas sociales o religiosas, las innovacio­ su influenda y acomodarlo a sus condiciones de vida. Los biotipos se
nes, etc., están presentes en el objeto geográfico. acomodan a los biotopos, y esto vale también para los hombres que se
Estos tres aspectos sirven de base tanto a un enfoque idiográfico como encuentran en los más bajos niveles de cultura.
nomotético. En éste, sin embargo, sólo son válidos una parte de los fe- La asociación en un lugar determinado de organismos que viven juntos
nómeños, concretamente los que poseen una cierta regularidad o tipi- es una biocenosis. Las biocenosis son las unidades biológicas de mayor
cidad. (...) rango y tienen propiedades que trascienden las de los elementos que las
El significado de una propiedad o de una función en un paisaje geo­ forman y derivan de la integración entre éstos. La integración de las
gráfico depende de la escala del objeto: el Brennero es importante como biocenosis se realiza por la común acomodación de distintas especies de
ejemplo de paisaje de paso montañoso, pero la importancia que pueda plantas y animales a los mismos complejos abióticos mediante acciones
tener en relación con otras comarcas es irrelevante. Sin embargo, este recíprocas inmediatas de unos organismos sobre otros, mediante acciones
paisaje unido a otros pasos de montaña o integrado en un sector territorial indirectas a través de sus respectivas producciones y, por ultimo, me­
mayor sí tiene valor. De ello se deduce el principio de que, en el análisis diante la tendencia biológica a establecer una cierta armonía, un equilibrio
de paisajes, cuanto mayor es la dimensión del objeto más aumenta su biodinámico.
contenido normativo. Sí, por el contrario, la materia de estudio geográfico La estructura total del paisaje constituye un nivel de integración más
se reduce, sólo le va quedando valor idiográfico, pues van disminuyendo alto que el de los individuos bióticos de los que se compone. Pero su
o desaparecen las posibilidades de comparación y no existe posibilidad cohesión interna es más débil que en éstos, ya que sus componentes no

( (
334 Antología de textos Hans Bobek y Josef Schmithüsen 335

son organismos ni complejos, sino comunidades. En las biocenosis los Para que un paisaje se pueda considerar cultural lo decisivo es que
miembros son intercambiables y pueden cambiar de posición sin que la la fisonomía y la dinámica ecológica de sus elementos espaciales se en­
citada biocenosis se destruya. Este menor grado de cohesión de los paisajes cuentre determinada en gran medida por la acción de los hombres en
se traduce en un mayor grado de normatividad. sociedad. En este tipo de paisaje se alcanza el mayor grado de integración,
(...) pero su cohesión interna es débil. Cada uno de sus componentes tiene
La humanidad pertenece al mundo biótico y participa de sus caracteres su propio grado de cohesión, que puede variar sensiblemente de uno a
y leyes hasta el punto _en que pueden ser modificadas por la libertad. otro. Estos son, en parte, sistemas cerrados con elevada cohesión eco­
Con relación a su medio los hombres tienen una autonomía mayor que la lógica y relativamente estables y, en parte, sistemas abiertos e inestables,
del resto de los organismos. No existe una vinculación rígida a un biotopo cuyos rasgos permanentes se manifiestan a través del propio cambio. Es por
y el propio concepto de biotopo se queda muchas veces sin posibilidad de ello comprensible que los continuos intentos de elaborar una imagen in­
aplicación cuando se trata del hombre; resulta más adecuado en este sen­ telectual de la naturaleza del paisaje hayan fracasado. Normalmente la
tido el concepto de espacio vital, que posee unos límites más precisos naturaleza del paisaje es más fácil de sentir o percibir que de comprender
y ejerce una influencia más clara. El conjunto de los factores abióticos de modo conceptual. Los objetivos fundamentales del análisis geográfico
y bióticos no humanos (Landesnatur) son para el hombre sólo un poten­ del paisaje son descubrir el orden dentro de la multiplicidad y desentrañar
cial, tanto en sí mismos como en sus influencias. y explicar con claridad el entramado de relaciones recíprocas que en él
Si el mundo biológico no humano es ya capaz de modificar su medio, se dan.
esta capacidad en el hombre es enorme, al poder actuar de forma cons­
ciente y racional. Los complejos bióticos poco estables e integrados del
paisaje natural no resisten el ataque del hombre; algo más resistentes
a su impacto son los dotados de mayor estabilidad. Pero incluso en las
comunidades más cerradamente integradas de plantas y animales inter­
viene el hombre por medio del cultivo y la domesticación. Las biocenosis
naturales son sustituidas por biocenosis artificiales en las que se da el
más alto grado de integración entre naturaleza y hombre, llegándose a lo
que se denomina paisaje cultural.
Las formas de vida de los hombres son en alto grado autónomas y, en
consecuencia, pueden estar más o menos condicionadas por la naturaleza
o el medio social.
La autonomía de los individuos queda limitada por su pertenencia a
grupos. Los grupos humanos son un entramado de acciones regido, en
parte, por leyes espirituales y, en parte, por leyes biológicas, cuya interre-*
lación se puede llamar ecología social. La presencia y la acción humanas
está altamente influida por la ecología social. Desde luego que se puede
oponer a ella la personalidad individual, pero ésta sólo tiene importancia
en casos excepcionales y no suele tener significación en el paisaje, es
decir, no suele afectar al aspecto nomotético de la geografía.
(...)
Desde el punto de vista de la progresiva integración de elementos en
el paisaje, la sociedad tiene un papel comparable al del complejo abiótico-
biótico (Landesnatur). De la integración de las fuerzas y fenómenos de
ambos surge el paisaje propiamente dicho.
(...)
El paisaje es un sistema dinámico con estructura espacial. La natura­
leza aporta una infraestructura que, a pesar del hombre, permanece. Los
límites naturales son muy estables.

c
Harían H. Barrows * Harían H. Barrows 337

LA GEOGRAFIA COMO ECOLOGIA HUMANA ** gía, la meteorología, la arqueología y la antropología. Algunos de estos
vástagos han proseguido carreras independientes en el mundo de la ciencia
durante tanto tiempo que, de forma natural, su relación con la ciencia
madre se ha ido olvidando casi por entero. Cada uno de ellos alcanzó
su independencia llevándose una parte, con objeto específico, de la dencia
materna y desarrollando esta parte más intensamente de lo que lo había
hecho la dencia madre. De esta forma cada hijo se ha convertido en un
especialista de éxito, mientras que la madre, aunque ha abandonado gran
parte de su terreno original y muchas de sus primitivas funciones, todavía
mantiene intereses múltiples. No obstante, la geografía ha contraído re­
petidas veces nuevas obligadones de forma que temas marginales se han
convertido en nuevos centros de investigación, por lo que ha ganado en
complejidad y extensión de su dominio. En otras palabras, sus fronteras
se han ampliado en ciertas direcdones, aunque se hayan restringido en
otras.
De esta forma, el alcance de la geografía ha cambiado varias veces
en el pasado y, sin lugar a dudas, se pueden anticipar nuevos cambios en
el futuro. La geografía quizá continúe siendo durante muchos años una
«denda vibrante».
La geografía como madre de ciencias En estas circunstancias es, sin duda, inevitable que existan opiniones
divergentes respecto del contenido y del objeto de la geografía, y que se
Sólo hace algunos años que la geografía ha sido reconocida en Amé­ planteen preguntas en reladón al futuro de la disciplina. No se circuns­
rica, hasta cierto punto, como materia apropiada para la enseñanza y la cribe en modo alguno la discusión de estos temas a América como algunos
investigación universitarias, como una ciencia capaz de contribuir con parecen pensar. Por ejemplo, Hogarth dijo, con motivo de su discurso
verdades vitales al conocimiento humano y como un arte susceptible de presidencial el año pasado a la Sección E de la Asociadón Británica:
ser aplicado en forma amplia a las cuestiones prácticas. No resulta por «Tanto perdiendo continuamente temas de su campo y de sus funciones
ello sorprendente oír a menudo calificar a la geografía como la más joven originales, como incorporando otras secciones, la geografía puede, plan­
de las materias dentro de los estudios superiores. Es evidentemente inne­ teando dudas, ayudar seriamente a las demás y a sí misma. Siempre tiene
cesario recordar a este auditorio que la geografía puede, por el contrario, que haber un nivel de indefinidón en un campo cuyas especializaciones
reclamar con toda propiedad el título de Madre de las Ciencias. Siglos fronterizas se están continuamente desarrollando hasta el momento en que
antes de Cristo era admitida como un estudio cuyo campo abarcaba el rompen los lazos para convertirse en nuevas ciencias. La madre mantiene
universo entero. A medida que el tiempo fue pasando, la geografía tuvo al hijo durante cierto tiempo, compartiendo sus actividades, resistiéndose
muchos hijos, entre ellos la astronomía, la botánica, la zoología, la geolo­ a dejarle ir, quizá induso un poco celosa de su credente independenda.
No ha sido fácil decir, en un momento dado, dónde terminaban las fun­
* Harían H. Barrows (1877-1960). Además del artículo traducido en este libro,
entre sus trabajos principales se encuentran: ciones de la geografía y dónde empezaban las de, por ejemplo, la geografía
Barrows, H. H. (1921): «The Purpose of Geography Teaching», The Journal of y la etnología. Es inevitable, además, preguntarse respecto de esta denda
Geography, X X , pp. 151-154. fisipara de la que se van segregando una tras otra las distintas fundones
Barrows, H. H ., y Parker, E. P. (1924): Geography, Jourtieys in Distant Lands, para vivir su propia vida: ¿qué le va a quedar a la geografía, tarde o
Boston, Silver Burdett and Co.
Barrows, H. H. (1931): «Some Critical Problems in Teaching Elementary Geography», temprano, si el proceso continúa como todo parece indicar? ¿No estallará
The Journal o f Geography, X X X , pp. 353-364. en las distintas especialidades y acabará por convertirse en objeto de vene­
Barrows, H. H. (1937): «A National Plan and Policy for the Control and Use of rable memoria?» Aunque estas cuestiones han sido discutidas en distintas
Water Resources», en Geographie Aspects of International Relations, Chicago, partes, quizá en ninguna otra hayan merecido más atención últimamente que
University of Chicago Press, 1937, pp. 99-123.
* * Barrows, H. H. (1923): «Geography as Human Ecology» (conferencia presiden­ en este país. Los miembros de esta Asociadón recordarán especialmente
cial ante la Asociación de Geógrafos Americanos, Ann Arbor Meeting, diciembre el discurso presidendal de Fenneman en que se planteaba la pregunta:
de 1922), Annals o f the Association of American Geographers, X I I I , 1, pp. 1-14. «Supongamos que la geografía hubiera muerto, ¿qué quedaría?» y procedía
Traducción de Josefina Gómez Mendoza. a considerar una posible distribudón del dominio geográfico. Hogarth,
336

(
338 Antología de textos Harían H. Barrows 339

Fenneman y, hasta donde yo sé, todos los demás geógrafos competentes a mi modo de ver debe ser en el futuro el objetivo de la investigación
que han hablado del tema, nos aseguran que no existe posibilidad de que geográfica. La geografía deberá tratar de poner de manifiesto las relaciones
la geografía esté moribunda porque tiene una tarea necesaria y específica que existen entre los medios naturales y la distribución y actividades del
que cumplir de la que no se pueden hacer cargo las demás ciencias. Sin duda hombre. Yo creo que los geógrafos deben de ser lo suficientemente sen­
todos los geógrafos coinciden en este aspecto, pero es también cierto que satos como para considerar este problema desde el punto de vista de la
existe desacuerdo entre ellos sobre la naturaleza precisa de esta tarea es­ adaptación del hombre al medio, y no desde el de la influencia medioam­
pecífica. No es en absoluto peculiar de la geografía, como a veces se ha biental. El primer enfoque resulta más adecuado para lograr un reconoci­
sugerido, el que la zona crepuscular por la que está rodeada sea a la vez miento y una evaluación apropiados de los factores involucrados, y, en
vaga e imprecisa. Esto es también verdad para la geología, la botánica, la especial, para minimizar el peligro de conceder a los factores medioambien­
economía, la historia, la sociología y varias qtras materias. Pero lo que tales una influencia determinante que no ejercen.
quizá sí es peculiar de la geografía, son las diferencias radicales de opinión Se ha dicho por parte de algunos que, a pesar de que las definiciones
que existen entre los geógrafos respecto de sus funciones distintivas, res­ anteriormente enunciadas señalan un campo para la ecología humana, no
pecto de su núcleo por tomar prestada la expresión utilizada por Fenneman pueden servir en el caso de la geografía porque el último término tiene una
hace cuatro años. connotación determinada. Todo lo contrario. Si la historia de la geografía
enseña alguna lección más claramente que otras, ésta consiste en que la
etimología de la palabra no delimita el campo al que se aplica. En el futuro,
La ecología humana como único campo de la geografía al igual que en el pasado, el objeto de la geografía se determinará en gran
parte por la labor constructiva de sus seguidores, así como por la labor
¿Cuál es entonces el concepto que señala un campo específico para la de hombres de campos afines.
geografía? Me parece que la respuesta a esta pregunta se presagia en ten­
dencias recientes del trabajo geográfico en varios países europeos, en
particular en Francia y en Gran Bretaña, y también en trabajos americanos. La relación de la geografía con otras disciplinas
El desarrollo de lo que nos enorgullecemos en llamar geografía moderna
científica americana ha tenido lugar en poco más de un cuarto de siglo. Se La concepción de la geografía como ecología humana me parece que
inició con los brillantes trabajos de Davis, de Gilbert y de algunos otros podría ayudar a resolver el tan discutido problema de su pretendido sola-
en fisiografía — o en geografía física, como a veces se la llamaba— . Resulta pamiento con otras materias. A fin de poder mostrar las interacciones
sorprendente el hecho, y debe ser señalado de pasada, de que la geografía, entre el hombre y un determinado complejo medioambiental, la geografía
aun siendo la madre de la geología, haya sido apadrinada por ésta en tiene que tratar evidentemente con los diferentes elementos de este com­
este período reciente de desarrollo que ha tenido en América como materia plejo — con las formas de relieve, los suelos, el clima, la vegetación, y
de estudios superiores. En una universidad tras otra, el trabajo en geografía demás apartados de la lista que nos es familiar— . No debería, sin embargo,
ha sido realizado primero en los Departamentos de Geología. A medida ocupar la atención de la geografía la explicación del origen, del carácter
que este trabajo se fue incrementando, el nombre oficial de estos departa­ y de la forma de presentarse estos rasgos físicos, ni tampoco sus relaciones
mentos fue cambiando y convirtiéndose en no pocos casos en «Departa­ mutuas, sino el examen de las respuestas que el hombre les da, sea consi­
mento de Geología y Geografía». Esta es la situación en los momentos t deradas por separado, sea combinadas. Permítaseme ser más explícito. La
actuales en siete u ocho de las universidades líderes del interior del país. fisiografía, entendida como estudio abstracto de la evolución de las formas
Apenas se había establecido la geografía física, o quizá deba decir apenas se de relieve, ha sido reclamada por la geología, mientras que la fisiografía re­
había rejuvenecido y reestablecido, cuando se suscitó una insistente de­ gional ha sido considerada por algunos como parte de la geografía. Nunca
manda en el sentido de que fuera «humanizada». Esta demanda encontró me ha resultado claro que un cuerpo de hechos y de principios pueda ser
una pronta respuesta, y el centro de gravedad dentro del campo geográfico trasladado de una a otra ciencia simplemente porque se le confiere una
se ha trasladado progresivamente desde el extremo físico hasta el extremo aplicación territorial. En ningún caso, la geografía definida como ecología
humano, al mismo tiempo que un número creciente de geógrafos definían humana puede ocuparse de la génesis de las formas de relieve ni en áreas
su objeto de estudio como relacionado exclusivamente con las relaciones particulares ni en general, sino de la adaptación del hombre a las formas
mutuas entre hombre y medio. Por «medio natural» entienden evidente­ de relieve como elemento del medio físico. En otras palabras, el interés de
mente los entornos físico y biológico combinados. la geología y de la geografía por las formas de relieve debe ser mutuamente
Así definida, la geografía es la ciencia de la ecología humana. Las exclusivo. De la misma forma, la geografía como ecología humana no de­
implicaciones del término «ecología humana» expresa de inmediato lo que bería ocuparse de la aplicación del carácter y distribución de los diferentes

( (
340 Antología de textos Harlan H. Barrows 341

climas en la superficie de la tierra, sino de las relaciones humanas con el ríales desde el punto de vista específico de entender aqeullas instituciones
clima, la mayoría de las veces como mero elemento de un complejo y procesos sociales a que han dado lugar estas actividades, y por las que
ambiental. Y , también, la geografía no debería ocuparse de las relaciones a su vez éstas se encuentran en parte condicionadas. En definitiva, la eco­
de las plantas y de los animales con su medio físico, sino de las plantas nomía trata de explicar ciertas relaciones entre los hombres, muchas de
y de los animales como elementos del medio natural que afectan al hombre. las cuales surgen de la utilización por parte del hombre de los recursos
En suma, la geografía considerada como ecología humana no se aferrará a de la tierra, mientras que la geografía trata de explicar ciertas relaciones
las especialidades periféricas a las que se ha hecho referencia — a la fisio­ entre el hombre y la tierra.
grafía, a la climatología, a la ecología de las plantas y a la ecología de los Algunos historiadores aseguran que el objeto de la historia es describir
animales— , sino que las cederá tranquilamente a la geología, a la meteoro­ y explicar el total desarrollo de la civilización. Quizá no merezca la pena
logía, a la botánica y a la zoología o les dará vía libre como ciencias inde­ entrar a discutir este programa para lá historia, que sin duda negaría a las
pendientes. demás ciencias sociales y a la geografía sus campos específicos, puesto que
Puede resultar conveniente afirmar de forma explícita a esta altura lo a fin de cuentas se trata de un ideal inalcanzable. El historiador no puede
que ya ha sido dicho de forma implícita. Sólo se tiene derecho a estos explicarlo todo por muy grande que sea su ambición. La historia científica
campos si se los cultiva con éxito, y, en la mayoría de los casos, la inves­ trata de trazar el desarrollo evolutivo a través del tiempo de grupos, institu­
tigación productiva en estos terrenos no está siendo llevada a cabo por ciones, movimientos e ideas sociales específicas. Por tanto, la historia se
geógrafos. Las afirmaciones anteriores no tratan en absoluto de significar ocupa ampliamente del pasado. La geografía, en cambio, se ocupa amplia­
que el geógrafo no necesite un conocimiento técnico de estas características mente del presente. La investigación histórica comienza con la indagación
ambientales, cuyo origen, carácter y forma de presentación es explicado de las huellas del hombre en la noche de los tiempos; la investigación
por las otras ciencias. Por el contrario, este conocimiento es un prerrequi- geográfica encuentra su punto de partida más efectivo, tal como recomendó
sito indispensable para un trabajo geográfico con posibilidades de éxito. Brunhes, en esas manifestaciones de la ocupación actual de la tierra por el
Hay que añadir, no obstante, que en muchos casos el tratamiento de estas hombre que constituyen el paisaje cultural. En otras palabras, el historiador
características del medio físico por las otras ciencias no corresponde a las comienza sus estudios con lo que vieron nuestros remotos antepasados;
necesidades del conocimiento geográfico. La fisiografía, por ejemplo, no ha el geógrafo comienza en lo que nosotros vemos. A la historia le interesan
logrado establecer una clasificación de ciertas formas de reheve adecuada a las relaciones temporales-, la cronología es su principio organizativo. La
los propósitos geográficos. geografía se ocupa de las relaciones de lugar-, la ecología puede bien ser
Al considerar las relaciones externas de la geografía, se ha prestado, su criterio de organizadón. La historia y la geografía, por tanto, se ocupan
creo, mucha atención por parte de los geógrafos americanos a sus puntos de los asuntos humanos desde puntos de vista distintos, emplean métodos
de contacto con las ciencias físicas y biológicas a las que se acaba de hacer diversos y llegan a generalizadones de diferente naturaleza.
referencia. Esto se ha producido como consecuencia natural de la historia Los sodólogos han encontrado particularmente difícil definir un campo
de la disciplina en este país. En el futuro inmediato, sin embargo, se propio para su materia, y, sin embargo, las contribudones de la sociología
prestará sin duda alguna mayor atención a sus relaciones con las ciencias al conocimiento han sido de primera magnitud. Al igual que la historia,
sociales. No es de nuestra incumbencia tratar de definir estas ciencias traza y ayuda a explicar los procesos y el progreso del desarrollo social.
con exactitud — ésa es una labor que, aparentemente, los propios cientí­ Al hacerlo, no obstante, se ocupa en gran medida de tipos de organiza-
ficos sociales no han logrado todavía a entera y mutua satisfacción— pero dones e instituciones sodaies. Analiza las relaciones del hombre con el
es esencial que tratemos de diferenciar estas disciplinas de la geografía, y hombre, dd hombre con el grupo, del grupo con el hombre y del grupo
también es necesario que nos forjemos una idea clara de la fase particular con el grupo, tratando de poner de manifiesto la existencia y la obra de
de las cuestiones humanas a la que cada una de ellas confiere una atención leyes de asodadón. Para ello no se refiere a individuos particulares, sino a
exclusiva o dominante. ¿Desde qué punto de vista específico consideran la cada individuo en una determinada etapa de su desarrollo. Analiza el des­
economía, la historia, la sociología y la ciencia política el desarrollo del arrollo social, caracteriza en términos de generalidad los procesos que le
hombre y su civilización, los aspectos complejos e interrelacionados de la conciernen, y define los estadios involucrados, todo ello de forma que sus
actividad humana? hallazgos actúen de forma esencial en la interpretación histórica dd des­
El problema específico de la economía es, aparentemente, el análisis arrollo social de cualquier grupo de personas. De esta forma, la historia
de la estructura económica de la sociedad y la formulación de generaliza­ se convierte, en cierta medida, en sociología aplicada. La sociología trata
ciones o leyes económicas para orientación de individuos y grupos. En este también de suministrar una técnica para el estudio de la vida social contem­
sentido, la economía considera las actividades que el hombre lleva a cabo poránea, y a través de este estudio intenta desarrollar prindpios de gobier­
para apropiarse o adaptar los recursos naturales a sus necesidades mate- no que sean de utilidad sodal. Aunque la sodología ha otorgado derta

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342 Antología de textos Harlan H. Barrows 343

atención a la relación de la sociedad con su medio, en especial a los mente discernibles que ayudan a elaborar el paisaje cultural. La geografía
orígenes sociales tales como se expresan en la vida de los pueblos primi­ económica es también la parte más importante de la disciplina.
tivos, esta rama de la ecología humana no ha sido sistemáticamente estu­ Si se considera a la geografía como ecología humana, el punto de vista
diada, ni puede serlo, mientras que tanto la sociología como la geografía no de la geografía política resulta evidente. Trata de explicar las relaciones
hayan efectuado grandes progresos. No está claro si este trabajo lo deben que existen entre las actitudes, actividades e instituciones políticas del
hacer principalmente geógrafos o sociólogos. Es evidente que la sociología hombre por un lado, y el medio natural por el otro. Estas relaciones se
tratará siempre de una», forma muy amplia las relaciones culturales entre establecen la mayoría de las veces mediante hechos de geografía económica,
los hombres, lo que significa el entorno social del hombre, y- este hecho y no directamente. El negarse a reconocerlo y a proceder de acuerdo con
diferencia de forma clara el centro de atención de la sociología del de la ello, da lugar a generalizaciones insostenibles, e invita a convertir en gran
geografía. , parte la llamada geografía política en historia política, con, todo lo más,
Es quizá la ciencia política, de entre todas las ciencias sociales, la que un sesgo geográfico.
ha delimitado su campo de forma más precisa. Se ocupa de la estructura Teóricamente al menos, existe un campo definido para la geografía
política de la sociedad, de la regulación, restricción y promoción de la social, que estudiaría las reladones que puedan existir entre la vida social
actividad humana por la ley y la acción gubernamental, y trata de ofrecer de los pueblos y sus medios naturales. Pero los hechos de «las formas de
un entendimiento de los principios que subyacen a todas las funciones de vida» son intangibles y en su mayor parte se relacionan con el medio
gobierno. Sólo se interesa por el medio político del hombre, y en este sen­ natural a través de los hechos incluidos en «las formas de ganarse la vida».
tido se encuentra distante de la geografía. Al igual de lo que se acaba de decir para la sociología, este conjunto de
La geografía encuentra, por tanto, en la ecología humana, un campo relaciones constituye más un campo potencial para la geografía, que un
sólo escasamente cultivado por alguna o todas las demás ciencias naturales campo efectivo.
y sociales. Limitada de esta forma en su alcance, adquiere una unidad de
la que, si no, carecería, y un punto de vista único entre las ciencias que se
ocupan de la humanidad. A través de un estudio comparado de la adapta­
Geografía regional
ción humana a medios naturales específicos, ciertas generalizaciones o prin­
Llegamos ahora a la geografía regional, considerada con razón la rama
cipios fiables han podido ser elaborados, mientras que muchos otros han
culminante de la ciencia, ya que engloba hechos y principios de todas
sido propuestos a título experimental. Estos son los requisitos de toda las divisiones y subdivisiones de la geografía sistemática. Como cabría
ciencia: un campo específico y un punto de vista de control con el que esperar de los enunciados realizados hasta ahora, creo que a la geografía
organizar la información en relación al descubrimiento de verdades o prin­ regional, incluso en su sentido más amplio, le concierne tan sólo las
cipios generales. relaciones mutuas entre hombres y medios naturales de las regiones o áreas
en las que viven. Me doy perfectamente cuenta de que una vez más
difiero en esta cuestión considerablemente del punto de vista de la ma­
Las divisiones de la geografía sistemática yoría de los geógrafos. Se ha señalado que todo elemento del medio
(topografía, suelo, clima, vegetación, etc.) puede ser estudiado en relación
Si se considera a la geografía como ecología humana, se advierten inme­ con los hechos y causas de su distribución, y se ha sugerido este tipo
diatamente tres divisiones sistemáticas principales: geografía económica, de tratamiento como función de la geografía regional. Pero, ¿acaso le pide
geografía política y geografía social, que corresponden a los tres grandes el mundo de la ciencia este tipo de servicio a la geografía? ¿Acaso no
tipos de actividad humana que se relacionan con la tierra. explica la geología, por ejemplo, la distribución de los volcanes y la
De acuerdo con este esquema, la geografía económica trataría de ex­ zoología, la de los peces? ¿Puede alguna ciencia aspirar realmente a explicar
plicar las formas de adaptación del hombre a su medio orientadas a la la distribución de todos los fenómenos de la superficie de la tierra, que
obtención de recursos vitales. Entre sus subdivisiones estarían la geografía interesan a la ciencia en general? ¿Acaso no son los métodos técnicos de
agrícola, la geografía de la ganadería, la geografía de las industrias extrac­ investigación demasiado diversos y el campo demasiado amplio? ¿Cuánto
tivas (minería, explotación forestal y pesca, etc.), la geografía comercial, podrían conocer las demás ciencias sobre la causa de las distribuciones
y la geografía industrial. La geografía económica es la parte más desarro­ de las que se ocupan si tienen que esperar a que la geografía les suministre
llada de la geografía, sin duda porque muchas de las actividades que inte­ esta información? ¿Cómo pueden ciertos geógrafos seriamente «reclamar
resan al geógrafo económico suponen la utilización directa de los recursos para la geografía, con exclusión de toda otra ciencia, todo el estudio de las
terrestres y se plasman en diferentes configuraciones superficiales fácil­ distribuciones espaciales sobre la superficie de la tierra»? Una vez más
344 Antología de textos Harían H. Barrows 345

se insiste en que la geografía regional recupera su función cuando se tentes; la solución del segundo suministra una base para adaptaciones más
introduce el elemento sintético y cuando los diferentes fenómenos son eficaces. Una investigación del primer problema empieza, naturalmente, con
estudiados a la luz de sus mutuas interacciones. Quienes proponen este un examen de las manifestaciones superficiales de la ocupación de la re­
enfoque sostienen, no obstante, que el estudio de las interrelaciones en un gión por el hombre, esto es, con un estudio de los rasgos del paisaje cultu­
área deshabitada pertenecería también a la geografía. No me parece, sin em­ ral. Debe advertirse, de pasada, que ninguna otra ciencia confiere una
bargo, que la geografía tenga ninguna función que cumplir respecto de este atención sistemática al desarrollo del paisaje cultural.
tipo de estudios de relaciones no humanas. Todas las interacciones más El tratamiento detallado y riguroso de estos problemas requiere trabajo
significativas de los elementos de la superficie natural son considerados de campo, en especial la confección de mapas que muestren el uso actual
por las demás ciencias sin necesidad de recurrir a la geografía. Así, por del suelo, el mayor rendimiento de la tierra, y la distribución de todos los
ejemplo, la fisiografía considera la influencia de la vegetación sobre el rasgos culturales significativos. Algunos de estos rasgos no son mapifica-
desarrollo de las formas de relieve, y la botánica tiene en cuenta el efecto dos por los demás investigadores de campo, mientras que otros, aunque
sobre la vida de las plantas de la topografía, del suelo y del clim a Una mapificados, no son tratados de forma apta para los propósitos geográficos.
consideración de una región deshabitada gana en calidad geográfica, a mi Ninguno de estos problemas básicos puede ser solucionado recurriendo
modo de ver, tan sólo cuando los elementos del medio allí presentes son únicamente a los factores naturales y el geógrafo debería mostrarse muy
considerados, sobre todo en su conjunto, desde el punto de vista de las cauto en no atribuir un peso indebido a estos factores. Los hábitos y
ventajas y desventajas que presenta la región para la ocupación y el uso aptitudes de la gente, los mercados para sus productos, los precios, las
humanos. Incluso cuando las condiciones medioambientales de una región facilidades de transporte y las tasas, los precios del suelo, la disponibilidad
excluyen la ocupación humana, se puede sacar provecho de su estudio desde y coste de la mano de obra, la competencia de otras regiones, las leyes y la
el enfoque del ecólogo humano. La tesis que estoy tratando de mantener política gubernamental — todo estos y otros varios factores pueden ayudar
es que el tratamiento regional tiene calidad geográfica sólo cuando el con­ a desentrañar las modalidades de la adaptación al medio— . La solución del
cepto rector sea el de la ecología humana. El tratamiento usual tiene capí­ problema geográfico requiere el recurso a estos y otros hechos psicológicos,
tulos de fisiografía, de climatología, de botánica, de economía, de histo­ económicos y políticos. Así utilizados, adquieren categoría geográfica, de
ria, etc., y, aunque cada uno de ellos tenga unidad específica por sí mismo, la misma forma que hechos geográficos, cuando son usados de determi­
no existe unidad científica en el conjunto y, seguramente, tampoco existe nadas maneras, adquieren el carácter, por ejemplo, de fenómenos econó­
conexión geográfica que prevalezca de parte a parte, de forma que, como ha micos o históricos. Ninguna ciencia goza de la propiedad en exclusiva de
sido señalado por algunos de mis predecesores en esta cátedra, capítulos la información que maneja, y el que un dato sea o no geográfico depende,
enteros puedan ser materialmente transferidos a monografías, por ejemplo, a mi modo de ver, de la forma en que sea utilizado. Estudios regionales
de economía o de historia. La posibilidad de esta transferencia imprime a detallados del tipo de los que me he referido se necesitan casi en todas
este tratamiento un carácter no geográfico. Existirá, sin duda, una de­ partes; no sólo en territorios más nuevos en los que una población inmi­
manda de tratados eruditos sobre muchas regiones que presenten todo lo grante trata de adaptarse, sino también en áreas más antiguas donde, en
significativo que se sepa de éstas, pero permítasenos no ñamar geografía a ciertos casos, la gente está desadaptada a su medio. Se necesitan asimismo
esta información diversificada, ni creer que puede ser suministrada tan sólo en áreas consagradas principalmente a la industria, tanto como en áreas
por geógrafos o por seguidores de cualquier otra ciencia por separado. dedicadas a la agricultura y a la ganadería, y en las primeras requieren
Fenneman dijo que «el centro de la geografía es el estudio de las áreas». un tipo especial de habilidad, ya que allí donde la estructura industrial de
Incluso un estudio extenso de un área no necesita, sin embargo, englobar la comunidad es compleja, los contactos con el entorno son intrincados y
ningún tipo de geografía real. Me gustaría, por tanto, proponer como idea poco claros. Estudios de campo detallados de áreas restringidas suminis­
sustitutiva que «el centro de la geografía es el estudio de la ecología hu­ trarán, yo creo, el principal camino para el avance de nuestra ciencia.
mana en áreas específicas». Tan sólo esta noción confiere a la geografía re­ Especialmente si establecen en poco tiempo un fundamento firme para
gional un campo específico, un concepto organizativo y la posibilidad de estudios fecundos en los campos más o menos nebulosos de la geografía
desarrollar un único grupo de principios básicos. política y social de regiones específicas.
Los dos problemas fundamentales en geografía regional económica,
ambos íntimamente vinculados entre sí, pero, sin embargo, distintos son: Geografía urbana
1) ¿cómo usa el hombre la tierra y sus recursos, y por qué los usa como lo
hace? y 2) ¿cuáles son las ventajas y desventajas, las oportunidades y obs­ La geografía urbana es realmente una fase de la geografía regional,
táculos que presenta la región para su uso por el hombre? El primer y los estudios de ciudades individuales pueden proseguirse con no menos
problema engloba una interpretación de las adaptaciones económicas exis­ provecho que los de otras áreas desde el punto de vista de la ecología

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346 Antología de textos Harían H. Barrows 347

humana. Dos problemas fundamentales en la geografía de cualquier ciudad la vida de la comunidad tienen una significación geográfica más o menos
pueden ilustrar de forma suficiente este método de aproximación: 1) La próxima o remota. A mi modo de ver, este hecho constituye una amenaza
interpretación del paisaje urbano, que es tan sólo un tipo especial de real para un nuevo desarrollo de la geografía de forma ordenada y cientí­
paisaje cultural. En lo relativo a este punto, se deberían considerar aspectos fica. Como en años anteriores hemos estado insistiendo cada vez más en
del tipo de la estructura o plano de la ciudad; su red viaria; la localización el estudio dd hombre, se ha producido el peligro real de que todos ios
de sus líneas de transporte; la distribución y el carácter de sus industrias; fenómenos humanos sean reclamados por la geografía sin establecer relación
el comercio mayorista?, el comercio minorista, las áreas residenciales, de alguna con la tierra. No necesitan citarse ejemplos de esta tendencia, ya
vivienda y otras; y la localización de sus parques y otras zonas verdes. que son evidentes para cualquier observador atento. No es el hecho huma­
Explicar el uso del suelo de estas diferentes formas dentro de un área no el que es geográfico, como tampoco lo es el natural, sino más bien la
urbana es tan verdaderamente geográfico como explicar el uso de la tierra relación entre ambos. La geografía es una ciencia de relaciones. No tengo
entre diferentes aprovechamientos en un área agraria. 2) Una evaluación inconveniente en aceptar que en el estudio de los asuntos humanos desde
de las actividades presentes y de las perspectivas futuras de la ciudad a la el punto de vista geográfico, es particularmente difícil determinar cuándo
luz de su entorno. Su etapa de desarrollo, las ventajas y desventajas de su se pasa de la geografía a las ciencias sociales. Las fronteras nunca son
emplazamiento y situación, sus relaciones con su área de abastecimiento líneas; como mucho son zonas indefinidas. Las aplicaciones más remotas
y con los centros urbanos rivales: éstos son algunos de los factores que de las relaciones terrestres son, sin duda, muy importantes en muchos
deben tomarse en cuenta al hacer la evaluación. casos, y los geógrafos tienen tanto derecho a establecerlas como, por
ejemplo, los economistas o los sociólogos. Pero no aparezcamos reclaman­
do como parte constitutiva de la geografía los remotos dominios en los
Geografía histórica
que podemos aventurarnos. Y especialmente, construyamos, como acaba de
(...)
ser instado, nuestras investigaciones de forma cuidadosa y metódica, a fin
de no dejar lagunas en la secuencia de relaciones que puedan invalidar
La geografía histórica se ocupa principalmente del pasado y de la
nuestras conclusiones. Tampoco pretendamos reclamar exclusivamente para
evolución en el tiempo de aquellos fenómenos de los que trata, y de esta la geografía funciones que comparte con otras disciplinas. Por ejemplo,
forma comparte las características distintivas de la geografía. Limita su
se ha reivindicado recientemente que sólo la geografía puede suministrar
atención a las relaciones del hombre con su entorno, y por ello es también
una comprensión de las condiciones y problemas de los pueblos de otras
ecología humana. Posee, por tanto, las cualidades distintivas tanto de la/
tierras. Es evidente que esta pretensión no puede promover una actitud
geografía como de la historia.
comprensiva hacia la geografía por parte de historiadores, economistas y
De la misma manera que, con anterioridad, he aconsejado a mis estu­
otros que saben bien que sus disciplinas también pueden hacer importantes
diantes que empiecen el tratamiento de una región en todos los casos,
aportaciones en este campo. En este caso particular, esforcémonos en
con una descripción explicativa de sus rasgos físicos, uno tras otro, les
mostrar, a través de la calidad de nuestros estudios regionales, que consi­
aconsejé también que, cuando al fin llegaran a la consideración del hombre,
derar la vida de las naciones y de las comunidades en relación con su
empezaran invariablemente con los primeros asentamientos de la región entorno suministra un prerrequisito indispensable para entender sus pro­
y fueran trazando, paso a paso, el desarrollo de su geografía humana.
blemas y sus actitudes, y de esta forma ayuda a abrir camino para un
Creo ahora, por el contrario, que en todos los casos deberíamos empezar
acuerdo inteligente y una cooperación efectiva. Las pretensiones de utilidad
por la consideración de las relaciones del hombre con el medio, y proce­
que la geografía puede legítimamente invocar son suficientemente per­
der a su análisis, clasificación e interpretación; que en los estudios pro­
piamente geográficos, deberíamos comenzar por las relaciones presentes, e suasivas.
invocar al pasado tan sólo cuando sea necesario para interpretar al pre­
sente; y que en los estudios de geografía histórica deberíamos comenzar
por las relaciones de la etapa de adaptación primitiva e ir considerando,
Conclusión
por turno, las etapas sucesivas.
Voy a resumir mis convicciones de la forma siguiente:

ha zona limítrofe indefinida 1) Creo que la vieja disciplina geográfica, aunque ha perdido muchas
especialidades, todavía trata de cubrir mucho espacio y que sería ventajoso
Puesto que las diferentes fases de la actividad humana están interco- para ella abandonar decididamente fisiografía, climatología, ecología vegetal
nectadas orgánicamente, puede decirse que todos los hechos relativos a y ecología animal.

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í

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348 Antología de testos Cari Sauer *
2) Creo que se requiere un tema impulsor, un concepto organizador, LA GEOGRAFIA CULTURAL *
que penetre la geografía y confiera a todas sus secciones un punto de
vista distintivo. Creo que el problema de las causas de la distribución de
los fenómenos superficiales, invocado por algunos, y la tarea de descrip­
ción explicativa de regiones, abogada por otros, fracasan por igual en el
intento de lograr este requerimiento, y que el problema de la ecología
humana debe tener la gecesaria influencia vitalizadora y unificadora.
3) Creo que las relaciones entre tierra y hombre, resultantes de los
esfuerzos humanos para obtener un sustento, son en general las más di­
rectas e íntimas; que muchas otras relaciones se establecen a través de
ellas; que, por consiguiente, debería promoverse con asiduidad el desarrollo
de la geografía regional económica y que la mayor parte de las otras ramas
de la disciplina deben apoyarse sobre la geografía económica.
4) Creo que la geografía ha sido, en demasía, una disciplina libresca
y no suficientemente de campo. Sostengo que el campo es el laboratorio
del geógrafo. Creo que apenas hemos iniciado el desarrollo en geografía
de métodos rigurosos y científicos de trabajo de campo, y que la puesta
en marcha de técnicas verdaderamente efectivas en trabajo de campo es
quizá nuestra más urgente necesidad. Puesto que la mayor parte de nos­
otros somos «geólogos reconvertidos», ¿no será que estamos estudiando En el siglo pasado los geógrafos fueron desplazados de su primitivo
los aspectos geológicos y simplemente observando, de forma más o menos y despreocupado estado enciclopédico, en el que manifestaban preferencias
aventurada, los aspectos geográficos? Precisamente, ¿cómo estudiar sobre tan sólo en función del interés personal y trabajaban allí donde quisieran
el terreno esas relaciones que son las auténticamente geográficas? investigar. Las tendencias científicas de la época dieron lugar a críticas
5) Creo que mucho de lo que se llama exposición geográfica es algo externas y a presiones internas de tal forma que una larga literatura me­
diferente, y que para que un estudio sea verdaderamente geográfico debe todológica fue poniendo de manifiesto el proceso de repliegue dentro de un
incluir, desde el principio hasta el fin, un tratamiento explicativo en orden dominio reconocible. Los primeros volúmenes del Geographische Jahrbu-
secuencial de las relaciones humanas, y que el desarrollo de una técnica cher (Gotha, 1866— ), en especial los artículos de Hermann Wagner, tratan
satisfactoria de exposición sólo es menos importante que la perfección en gran medida temas de objeto y método. La epistemología más completa
en los métodos de campo. es la de Alfred Hettner. En estas controversias no se ha alcanzado la in­
6) Creo, por último, que a pesar del espíritu iconoclasta del que dispensable unidad y, hasta la fecha, existen campos irreconciliables. Por
puedan parecer impregnadas mis observaciones, tenemos buenas razones este motivo, hay que seguirse preguntando qué es la geografía, ya que la
para felicitarnos sobre las perspectivas de la geografía. Está realizando
considerables progresos en América, aunque todavía se encuentra sometida * Cari O. Sauer (1889-1975). Además del artículo traducido en este libro, entre
a continuos cambios. Por un camino u otro, acabará realizándose plena­ sus trabajos principales se encuentran:
mente gracias a nuevas experimentaciones. El camino que a mí me parece Sauer, C. (1925): «The Morphology of Landscape», University of California Publica-
más prometedor es el señalado por la ecología humana. tions in Geography, I I , 2, pp. 19-53.
Sauer, C. (1927): «Recent Developments in Cultural Geography», en Hayes, E. C.,
Ed. (1927): Recent Developments in the Social Sciences, Nueva York, Lipincott,
pp. 154-212. .
Sauer, C. (1952): Agricultural Origins and Dispersal, Nueva York, American Geographi-
cal Society, Bowman Memorial Lectores, Series 2.
Sauer, C. (1956): «The Agence of Man on the Earth», en Thomas, W . L. Jr., Ed.
(1956): Man's Role in Changing the Face o f the Earth, Chicago, University of
Chicago Press, pp. 1131-1135.
. * * Sauer, C. (1931): «Cultural Geography», eñ Encyclopedia of the Social Sciences,
V I, Nueva York, MacMÜlan, pp. 621-623; reproducido en Wagner, P. L., y Mike-
sell, M. W ., Eds. (1962): Readings in Cultural Geography, Chicago y Londres, The
University of Chicago Press, 5 * ed., 1971, pp. 30-34. Traducción de Josefina Gómez
Mendoza.

(
350 Antología de textos Cari Sauer 351

respuesta determina las premisas bajo las cuales los datos deben ser él sólo como un ambientalista. En Estados Unidos, los Annals of the
recopilados. Association of American Geographers (publicados desde 1911) muestran
En la manera de aproximarse a la geografía se dan diversas formas el rápido desarrollo de la geografía humana. Hasta ahora el punto culmi­
y diversas finalidades. Por un lado, existe el intento de tratar de limitarse nante de esta invasión lo constituye el discurso presidencial de H. H. Ba-
al estudio de una relación causal particular entre el hombre y la naturaleza; rro-ws ante la asociación en 1923, una abierta defensa para elaborar la
por el otro, el esfuer20 se dirige a tratar de definir el material de obser­ disciplina exclusivamente sobre la base de la adaptación al medio. Tan
vación. Esta escisión ha ido aumentando en sus dimensiones año tras año predominante se ha hecho este punto de vista en los países de habla
y amenaza quizá con formar un golfo a través del cual sea imposible •inglesa, y tan diferente es el objetivo de la comunidad continental de geó­
mantener una comunidad de intereses. La situación data de los principios grafos que ambos grupos ignoran mutuamente sus trabajos.
de la geografía moderna, pero se ha agudizado tan sólo en el siglo actual. El rechazo de la postura ambientalista en geografía no se basa en
El primer grupo mantiene directamente su interés preferente por el hom­ negación alguna de la importancia de los estudios del medio, sino simple­
bre: es decir, por la relación del hombre con su medio, habitualmente mente en las siguientes causas metodológicas: 1) ningún campo científico
en el sentido de adaptación del hombre al medio físico. El segundo grupo, se expresa a través de una relación causal particular; 2) la investigación
si se acepta dividir a los geógrafos en clasificaciones simples, dirige su ambientalista carece de tipo de hechos como objeto de estudio, puesto
atención a aquellos elementos de cultura material que confieren carácter que no hay selección de fenómenos sino" tan sólo de relaciones, y una
al área. Para simplificar, llamaremos a la primera postura geografía hu­ ciencia que no tiene categoría de objetos de estudio tan sólo puede tener,
mana, a la segunda geografía cultural. La denominación es usual, aunque no en palabras de Hettner, una «existencia parasitaria»; 3) ni tampoco se salva
exclusiva. con un método que pueda reclamar como propio; 4) es difícil sustraerse
Cari Ritter, que ocupó la primera cátedra académica de geografía, hizo a argumentaciones falaces debido a que el éxito está aparentemente, o por
especial hincapié en el condicionamiento físico de la actividad humana. lo menos más fácilmente, en la demostración de la adaptación al medio.
La tesis del medio que conforma la civilización es evidentemente muy Teóricamente la última objeción es la menos seria; en la práctica ha ocu­
antigua, pero recibió especial atención desde el racionalismo del siglo xix rrido a menudo así, como lo pone de manifiesto el diluvio de fáciles ra­
y encontró portavoces competentes en Herder, Montesquieu y, más tarde, zonamientos en el sentido de que ciertas instituciones son el resultado
en Buckle. La postura de Ritter fue duramente atacada por Froebel y de determinadas condiciones ambientales. Desde este punto de vista aque­
Peschel, que la tacharon de impresionista y no científica. Incluso a me­ llos estudiosos que menos se han inquietado por adquirir conocimientos
diados del siglo pasado existió una literatura polémica relativa al medio son los que han cosechado los mayores éxitos aparentes. La polémica
físico como campo del estudio geográfico. contra la concepción de la geografía como estudio de las relaciones con
Friedrich Ratzel en su Antropogeographie edificó el armazón concep­ el medio ha recibido sus más punzantes aportaciones por parte de Schlüter,
tual en el que se ha movido desde entonces la geografía humana en su Michotte y Febvre.
sentido restringido, un conjunto de categorías del medio físico — orde­ La otra escuela continúa la tradición principal de la disciplina. Por
nadas desde conceptos abstractos de posición y espacio a los de clima consiguiente no pretende representar una nueva ciencia, sino que más
y costas— y de su influencia sobre el hombre. Con este solo trabajo se bien trata de cultivar un viejo campo en términos aceptables para la época.
convirtió en el gran apóstol del ambientalismo, y sus seguidores han des­ No es antropocéntrica, más bien ha dado muestras en determinados mo­
cuidado en gran medida sus estudios culturales posteriores, en los que se mentos de tendencias excesivas en sentido contrario. La geografía cultural
refirió a los movimientos de población, a las condiciones del asentamiento es tan sólo un capítulo de la geografía en su sentido amplio y siempre
humano y a la difusión de la cultura a través de las rutas principales el último capítulo. La línea de sucesión va de Alexander von Humboldt
de comunicación. E l efecto de las categorías ambientalistas de Ratzel no a través de Oskar Peschel y de Ferdinand von Richthofen a los actuales
fue considerable en su propio país; en Francia, fue dulcificado por la geógrafos continentales. Parte de una descripción de los rasgos de la
aguda sustitución que realizó Vidal de la Blache del original determinismo superficie terrestre para llegar, mediante un análisis de su génesis, a una
por el posibilismo; pero en Inglaterra y en los Estados Unidos, el estudio clasificación comparada de las regiones. Desde Richthofen es costumbre
del medio físico como objeto de la geografía se convirtió en la señal de utilizar también el término «corología», ciencia de las regiones. Durante
identidad casi exclusiva del geógrafo. Aparentemente Ratzel no conside­ la segunda mitad del siglo pasado el trabajo realizado fue abrumadoramente
raba su Antropo geographie más que como un estímulo y una introducción físico, o geomorfológico, no porque la mayor parte de los geógrafos pensara
a una geografía humana que debía fundamentarse en un estudio de la que el estudio de la génesis de las formas físicas de relieve agotaba el
cultura. Mientras que los antropólogos han utilizado ampliamente sus aná­ campo, sino porque se estimaba necesario desarrollar primero una disci­
lisis de la difusión de la cultura, los geógrafos occidentales piensan en plina a la que se acoplara después la diferenciación física de la superficie

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352 Antología de textos Cari Sauer 353

cerrestre. Los geógrafos se encuentran ahora en posesión de un método del medio no significa obligación alguna de resaltar la importancia del
con el que pueden ser determinados el origen y la agrupación de las áreas mismo. Los hechos del área cultural deben de ser explicados por cualquier
físicas y en el que se identifican las sucesivas etapas de su desarrollo. causa que haya contribuido a crearlos y ningún tipo de causalidad tiene
Los procesos han sido identificados, las mediciones de la intenhsidad y du­ preferencia sobre otro.
ración de su actividad han sido determinadas, y la clasificación de las Este método de aproximación es totalmente adecuado para el geógrafo.
formas de relieve en conjuntos que constituyan áreas unitarias comparables Está acostumbrado a considerar la génesis de las áreas físicas, por lo que
desde un punto de vista genético está avanzada. puede extender el mismo tipo de observaciones al área cultural, que
El último agente que modifica la superficie de la tierra es’ el hombre. tiene una configuración algo más simple y más exacta que el área de cultura
El hombre debe ser considerado directamente como un agente geomor- del antropólogo. El área cultural del geógrafo consiste únicamente en las
fológico, ya que ha ido alterando cada vez más las condiciones de denu­ expresiones del aprovechamiento humano de la tierra, el conjunto cultural
dación y de colmatación de la superficie de la tierra, y muchos errores se que registra la medida integral del uso humano de la superficie — o, si­
han deslizado en la geografía física por no haber reconocido suficientemente guiendo a Schlüter, los rasgos visibles, realmente extensivos y expresivos
que los principales procesos del modelado físico de la tierra no pueden de la presencia del hombre— . E l geógrafo mapifica la distribución de
ser inferidos con seguridad de los procesos actualmente vigentes bajo la estos rasgos, los agrupa en asociaciones genéticas, los traza desde el origen
ocupación del hombre. En realidad, tipos de hechos que Brunhes calificó y los sintetiza en sistemas comparativos de áreas culturales. La experiencia
de «hechos de ocupación destructiva», tales como la erosión del suelo, de la investigación geomorfológica suministra la técnica necesaria de ob­
constituyen expresiones literales de la geomorfosis humana. Toda la cues­ servación y una base para evaluar las modalidades señaladas por Vallaux.
tión de los cada vez más restringidos límites de subsistencia a los que se Una geografía de este tipo es desde luego ciencia de observación que
enfrenta el hombre en muchas partes del mundo, además del tema del utiliza la habilidad en la observación de campo y en la representación car­
gran número de situaciones humanas en las que la subsistencia debe ser tográfica y, sin embargo, es también geográfica tanto en sus métodos
dividida, corresponde directamente al hombre como agente de modifica­ como en sus objetivos.
ción superficial. Incluso los geógrafos más físicos se ven por tanto forzados E l desarrollo de la geografía cultural procede necesariamente de la
en este sentido a examinar la actividad humana. reconstrucción de las sucesivas culturas de un área, empezando por la
Nunca se ha producido, sin embargo, ningún intento serio de eliminar originaria y continuando hasta el presente. El trabajo más riguroso reali­
los trabajos del hombre del estudio geográfico. Los alemanes han repetido zado hasta la fecha se refiere no tanto a las áreas culturales actuales como
durante mucho tiempo una frase: «la transformación del paisaje natural a culturas anteriores, ya que éstas constituyen el fundamento del presente
en paisaje cultural»; expresión que suministra un programa de trabajo y su combinación suministra la única base de una visión dinámica del
satisfactorio en el que el conjunto de las formas culturales en el área área cultural. Si la geografía cultural, engendrada por la geomorfología,
merece la misma atención que el de las formas físicas. Toda geografía es, tiene un atributo fijo, éste es precisamente la orientación evolucionista
con propiedad y desde este punto de vista, geografía física, no porque el del tema. Un lema del tipo «la geografía es la historia del presente»
trabajo humano esté condicionado por el medio, sino porque el hombre, carece de significado. Se introduce, por tanto, necesariamente un método
por sí mismo objeto no directo de la investigación geográfica, ha con­ adicional, el específicamente histórico, con el que se utilizan los datos
ferido expresión física al área con sus viviendas, talleres, mercados, cam­ históricos disponibles, a menudo directamente en el campo, para la re­
pos, vías de comunicación. La geografía cultural se interesa, por tanto, construcción de las condiciones anteriores de poblamiento, de uso del
por las obras humanas que se inscriben en la superficie terrestre y le suelo y de comunicación, tanto si se trata de testimonios escritos como
imprimen una expresión característica. El área cultural constituye así un de arqueológicos o filológicos.
conjunto de formas interdependientes y se diferencia funcionalmente de El nombre de Siedlungskunde fue dado por los alemanes a este tipo
otras áreas. Camile Vallaux considera que el objeto de la investigación de estudios históricos y han sido especialmente impulsados por Robert
es la transformación de las regiones naturales y su sustitución por regiones Gradmann, editor de Forschungen zur deutschen Landes- und Volkskunde,
enteramente nuevas o profundamente modificadas. Considera los nuevos y por Otto Schlüter. Una densa visión de las realizaciones y de los pro­
paisajes creados por las obras humanas como modificadores en mayor blemas ha sido dada por el primero en «Arbeitsweise der Siedlungsgeogra-
o menor grado de los paisajes naturales y estima que el grado de su de­ phie». August Meitzen confirió gran impulso a los estudios agrarios al
formación constituye la verdadera medida del poder de las sociedades subrayar la extraordinaria persistencia del parcelario (Flurformen) y de
humanas. En este sentido llega a la conclusión de que el área física se los planos de aldeas y pueblos como reliquias culturales. Aunque muchas
expresa a través de dos tipos de modalidades, las que limitan y las que de sus conclusiones han perdido vigencia, la inercia de las líneas de pro­
ayudan a los esfuerzos del grupo. La inquietud continua por la significación piedad ha demostrado ser de inestimable ayuda para la determinación

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354 Antología de textos Richard Hartshorne *
de las condiciones heredadas. Mientras que mucho se ha logrado en la LA NATURALEZA DE LA GEOGRAFIA:
reconstrucción de las áreas culturales rurales, la anatomía y la filogenia CONCLUSION **
de la ciudad como estructura geográfica están menos avanzadas hasta la
fecha. Hasta el momento se han realizado numerosos estudios pioneros,
en particular procedentes de Francia y Suecia. Todavía no han aparecido
generalizaciones importantes, pero la técnica de análisis está surgiendo.
También está realizándose un desarrollo lógicamente integrado de la
geografía económica como parte del programa de geografía cultural. La lo­
calización de la producción y de la industria ya no es el principal objetivo
como ocurría en la geografía económica familiar, que señalaba las dis­
tribuciones de los productos comerciales y los analizaba. La localización
pasa a ser un instrumento para la síntesis, no un objetivo en sí mismo.
La geografía económica que se está haciendo no es otra que la geografía
cultural llevada hasta los momentos actuales, ya que el área cultural es
esencialmente económica y su estructura la determina el crecimiento his­
tórico tanto como los recursos del área física. A este respecto la calidad
de pionero le corresponde a Eduard Hahn que rompió con los estádios
culturales puramente especulativos de recolección, nomadismo, agricultura
e industria y formuló un conjunto de formas asociativas económicas, de El examen que hemos efectuado de la gran variedad de ideas diferen­
las que el sistema de cultivo de azada se ha convertido en el más conocido. tes que han sido propuestas para la geografía nos ha conducido repetidas
También refutó una sucesión general de estadios culturales y demostró veces hacia vías secundarias que han demostrado ser vías muertas o ca­
el carácter tardío del nomadismo como forma cultural. minos que conducen fuera de la geografía. Tampoco cabe duda de que nos
La geografía cultural implica, por tanto, un programa que está unifi­ hemos detenido en otros puntos a lo largo del camino recorrido que
cado con el objetivo general de la geografía: esto es, un entendimiento permiten investigar con cierto detalle problemas importantes dentro de
de la diferenciación en áreas de la tierra. Sigue siendo en gran parte la disciplina. Conviene, por. .tanto, resumir brevemente las conclusiones
observación directa de campo basada en la técnica del análisis morfológico positivas a las que hemos llegado en relación a la naturaleza de la geo-
desarrollada en primer lugar en la geografía física. Su método es evolutivo, grafía.
específicamente histórico hasta donde lo permite la documentación, y, por En su desarrollo histórico la geografía ha ocupado una posición lógi­
consiguiente, trata de determinar las sucesiones de cultura que han tenido camente defendible entre las ciencias como uno de los estudios corográ-
lugar en un área. De ahí que suelde la geografía histórica y la geografía ficos que, al igual que los estudios históricos, trata de considerar, no tipos
económica en una sola disciplina, interesada la segunda por las áreas particulares de objetos y fenómenos de la realidad, sino verdaderas sec­
culturales presentes que proceden de las anteriores. No reivindica una ciones de la realidad, que trata de analizar y de sintetizar no procesos
filosofía social como lo hace la geografía del medio, sino que encuentra
sus problemas metodológicos principales en la estructura del área. Sus
objetivos inmediatos son suministrados por la descripción explicativa de * Richard Hartshorne (1899). Además del que corresponde al texto traducido en
este libro, entre sus trabajos principales se encuentran:
los hechos de la ocupación del área considerada. Los problemas principales Hartshorne, R. (1950): «The Functionnal Approach in Political Geography», Annals
de la geografía cultural consistirán én el descubrimiento de la composición of the Association of American Geographers, X L , pp. 95-130.
y significado de los agregados geográficos que reconocemos de forma algo Hartshorne, R. (1958): «The Concept of Geography as a Science of Space from Kant
vaga como áreas culturales, en poner más de manifiesto cuáles son los and Humboldt to Hettner», Annals of the Association o f American Geographers,
X L V III, 2, pp. 97-108.
estadios normales de su desarrollo, en interesarse por las fases de auge Hartshorne, R. (1959): Perspective on the Nature o f Geography, Chicago, Rand
y de decadencia, y de esta forma, en alcanzar un conocimiento más pre­ McNally.
ciso de la relación de la cultura y de los recursos que son puestos a dis­ Hartshorne, R. (1979): «Notes Toward a Bibliobiography of The Nature of Geogra­
posición de la cultura. phy», Annals o f the Association of American Geographers, L X IX , 1, pp. 63-76.
* * Hartshorne, R. (1939): The Nature o f Geography. A Cntical Survey o f Current
Thought in the Light of the Past, Lancaster, Pennsylvania, Association of American
Geographers, reedición corregida por el autor, 1961; «Conclusión», pp. 460-469. Tra­
ducdón de Josefina Gómez Mendoza.
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356 Richard Hartshorne 357
Antología de textos

de fenómenos, sino asociaciones de fenómenos tal como se presentan en en recordar constantemente a las ciencias sistemáticas que no pueden
secciones de la realidad. comprender enteramente los fenómenos de su incumbencia considerán­
Mientras que los estudios históricos consideran secciones temporales dolos tan sólo en razón de sus características y procesos comunes. Tienen
de la realidad, los estudios corográficos consideran secciones espaciales; también que observar las diferencias de estos fenómenos resultantes de
la geografía, en particular, estudia las secciones espaciales de la superficie su actual localización en diferentes áreas del mundo. Para interpretar
de la tierra, del mundo. La geografía es, por tanto, fiel a su nombre; estas diferencias correctamente, y para interpretar las distribuciones mun­
estudia el mundo, tratando de describir, y de interpretar, las diferencias diales resultantes de sus respectivos fenómenos, las ciencias sistemáticas
entre sus diferentes partes, tal como son vistas en cualquier ;época, en toman de la geografía algunas de las técnicas particulares que su pers­
particular en el momento presente. Este campo no lo comparte con pectiva le han hecho desarrollar, en particular las técnicas de mapas y de
ninguna otra rama de la ciencia; más bien al contrario, reúne en este interpretación de mapas.
campo partes de muchas otras ciencias. No se trata, sin embargo, de que La geografía, al igual que la historia, es esencial para la comprensión
se limite a reunir estas partes en algún tipo de organización adecuada. total de la realidad. El estudio desnudo, esquemático, de las ciencias
Los fenómenos heterogéneos que estas otras ciencias estudian por clases sistemáticas divide a la realidad en compartimentos estancos, y por ello
no están simplemente mezclados unos con otros en términos de yuxta­ destruye necesariamente algo de su carácter esencial. ( ...) La geografía
posición física sobre la superficie de la tierra, sino que están interrela- añade, como dijo Vidal, «la aptitud de comprender la correspondencia
cionados causalmente en combinaciones territoriales complejas. La geo­ y la correlación de los hechos, ya sea en el medio terrestre que los engloba
grafía debe integrar los materiales que las otras ciencias estudian por a todos, ya sea en el medio regional en que están localizados». Se infiere
separado, en los términos de las integraciones actuales que los fenómenos de esta afirmación que, en la aplicación de la ciencia a la sociedad, como
heterogéneos forman en las diferentes partes de la tierra. Como ya esta­ observa Finch, la geografía como ciencia corológica puede funcionar direc­
bleció de forma específica Humboldt, tanto en la práctica como en la tamente, ya que los problemas de la sociedad — y, en particular, los que
teoría, aunque algún fenómeno estudiado por la geografía puede ser al refieren a la organización más eficiente del uso del suelo— son, de hecho,
mismo tiempo objeto de estudio de alguna determinada disciplina siste­ problemas regionales. Pero este enunciado no significa — y entiendo que
mática, la geografía no constituye un cúmulo de piezas de las ciencias Finch no trata de significarlo— que el punto de vista corológico requiera
sistemáticas: integra estos fenómenos de acuerdo con su específico punto la justificación de la utilidad. Por el contrario, cualquiera que sea el
de vista corográfico. valor de la geografía en relacionar a la ciencia con los problemas de la
Desde el momento en que la geografía corta una sección a través de sociedad, tan sólo confirma el hecho de que se necesita en la misma
todas las ciencias sistemáticas, existe una relación íntima y mutua entre ciencia pura — es decir, la persecución del conocimiento para obtener más
ella y cada uno de estos campos. Por un lado, la geografía toma de las conocimiento— una ciencia que interprete las realidades de la diferencia­
ciencias sistemáticas todo el conocimiento que puede utilizar eficazmente ción en áreas del mundo tal y como se presentan, no sólo en términos
para realizar sus descripciones de fenómenos y las interpretaciones, tan de las diferencias de ciertas cosas de un lugar a otro, sino también en
rigurosas y certeras como sea posible, de las interrelaciones entre ellos. términos del total de las combinaciones de los fenómenos en cada lugar,
Este conocimiento tomado a préstamo puede incluir conceptos genéricos diferentes de las de cualquier otro lugar.
o clasificaciones de tipos desarrollados en las ciencias sistemáticas, pero La geografía, al igual que la historia, es, por su carácter, tan totaliza­
cuando unas y otros demuestran ser inservibles para los propósitos geo­ dora, que el geógrafo completo ideal, al igual que el historiador completo
gráficos, la geografía debe desarrollar sus propios conceptos genéricos ideal, deberían tener que saber todo acerca de cada ciencia que tenga que
y sistemas de clasificación. ver con el mundo, tanto de la naturaleza como del hombre. La recíproca
En reciprocidad, la geografía ha contribuido en gran medida, y sigue de este enunciado, sin embargo, es que un estudioso de cualquier ciencia
contribuyendo, al desarrollo de las ciencias sistemáticas. En su examen sistemática se encuentra en cierta forma en su ambiente en la rama co*
ingenuo de la interreladón de los fenómenos en el mundo real descubre rrespondiente de la geografía. Además, tanto la geografía como la historia,
fenómenos que la sofisticada perspectiva académica de las ciencias siste­ se esfuerzan por describir e interpretar secciones de la realidad tal y
máticas puede no haber observado, muestra que son dignos de estudio como existen, y en estas secciones observan fenómenos con métodos que,
por sí mismos y de esta forma enriquece el campo de los estudios siste­ en general, son asequibles al hombre común. En consecuencia, la geografía,
máticos. Y lo que es más, la geografía hace hincapié en un aspecto de al igual que la historia, es un campo aparentemente abierto al profano.
los fenómenos que, a menudo, no es tomado en suficiente consideración De la misma forma que el estudio de la historia, salvo el de la historia
por las aproximaciones más teóricas de las disciplinas sistemáticas, el reciente, requiere, por lo menos, el nivel de conocimiento suficiente para
aspecto geográfico. Sirve, por tanto, de crítica realista cuya función consiste utilizar los documentos del pasado, la geografía debe ser estudiada por

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alguien que tenga oportunidad de viajar y habilidad para describir lo que texto geográfico; en este caso, la geografía supone un medio para un
ve. En consecuencia, la geografía ha sido de hecho estudiada por profanos fin histórico. Estas combinadones de los dos puntos de vista opuestos
mucho antes de haber sido organizada de alguna forma como objeto de son posibles si se mantiene de forma dara y continua un mayor énfasis
estudio, e innumerables viajeros no profesionales han contribuido desde en uno de los dos. Combinarlos de forma coordinada supone dificultades
siempre en mayor o menor medida, aportando informaciones útiles a la que, hasta ahora por lo menos, parecen rebasar las limitadones del pen­
literatura geográfica. Esta característica la comparte igualmente, para bien samiento humano. Es posible que una aproximación a semejante combina­
o para mal, con la histojia. ción pueda realizarse en geografía a través del método de proyecdón de
En consecuencia, como observó Richthofen, «muchos cometen el error sucesivas imágenes de geografía histórica de un mismo lugar. Un intento
de pensar que la geografía es un campo en el que se cosecha sin haber de desarrollar una imagen en movimiento produdría una variación continua
sembrado. Se piensa que, puesto que gran p^rte de lo logrado por in­ tanto en el tiempo como en d espado que reflejaría, en efecto, la realidad
vestigadores serios resulta fácilmente inteligible, se puede trabajar con en toda su complejidad, pero parece estar por encima de nuestra capaddad
éxito sin verdadera preparación, y ganar laureles por el fácil procedimiento induso de visualizar y, a buen seguro, de interpretar.
de fugaces observaciones de viaje o de recopilaciones de noticias despro­ Aunque el punto de vista con el que la geografía trata de adquirir
vistas de todo sentido crítico. Un inagotable caudal de literatura superficial el conocimiento de la realidad es distinto, los ideales fundamentales que
al que, a pesar de sus deficiencias, no se le debe negar el mérito de dirigen esta búsqueda de conocimiento son los mismos que los de todas
cumplir un servicio de vulgarización, ha conseguido enturbiar el juicio de las partes de ese campo total del conocimiento para el que no tenemos
gran parte del público, induso cultivado, en lo relativo al contenido cien­ otro nombre que denda.
tífico de la geografía. Pero, al igual que en la historia, la aparente facilidad La geografía trata de -adquirir un conocimiento completo de la dife­
con la que una gran parte de los resultados obtenidos pueden ser enten­ renciación en áreas de la tierra y, por consiguiente, selecciona entre los
didos, se contradice con la dificultad de la investigadón rigurosa». Alien fenómenos que varían en diferentes partes de la tierra sólo en razón de
Johnson, entre otros muchos, ha expuesto la importanda de esta m isma su significado geográfico — por ejemplo, su relación con la diferenciación
contradicción en el terreno de la historia. total de áreas— . Los fenómenos significativos para la diferenciación en
Puesto que la vulnerabilidad que muestran tanto la geografía como la áreas tienen una expresión territorial — no necesariamente en términos
historia a ocasionales desafueros por parte de profanos errantes resulta de extensión física sobre el espacio, sino como característica de un área
del carácter esencial de cada una de las dos disciplinas, poco puede lograrse de mayor o menor extensión definida— . En consecuencia, al estudiar la
tratando de levantar barreras en forma de términos técnicos eruditos diri­ interreladón de estos fenómenos, la geografía depende en primer lugar
gidos a evitar estas transgresiones. Es de suponer que pocos geógrafos y fundamentalmente de la comparación de mapas que representan la ex­
desearán obtener prestigio para su disdplina a costa de ocultar sus co­ presión regional de los fenómenos individuales, o de los fenómenos inte-
nocimientos detrás de cortinas de humo. Por el contrario, en una disd­ rrelacionados. En términos de técnicas científicas, la geografía está repre­
plina cuyo campo de estudios supone que pocos profesionales tienen ocasión sentada en el mundo del conocimiento en primer lugar por sus técnicas
de explorar, la ayuda de los aficionados interesados debe de ser acogida de elaboración cartográfica.
con agrado. La única precaución que podemos sugerir es que el aficionado, No existen reglas para determinar qué tipos de fenómenos tienen, en
al igual que en cualquier otra actividad de la vida, reconozca su necesidad general, significadón geográfica. Esta se debe fijar, en cada caso particular,
de recurrir en la medida de lo posible al conocimiento y a la práctica de en función de la importanda directa de los fenómenos para la diferencia-
los profesionales, a fin de que sus esfuerzos produzcan resultados de dón de áreas, y de su importanda indirecta por su relación con otros fenó­
mayor rigor e interés por sí mismos y de valor más permanente para la menos. En cada caso particular, el estudioso individual debe depender,
ciencia geográfica. a fin de determinar sus investigaciones lo más rigurosamente posible, de
La geografía y la historia se asemejan en que ambas son ciencias inte- aquellos de entre los fenómenos significativos para los que es capaz de
gradoras interesadas en el estudio dd mundo. Existe, por tanto, una re­ obtener algún tipo de informadón mensurable. Los fenómenos no mensu­
lación universal y mutua entre ellas, incluso si sus bases de integradón rables, pero geográficamente significativos, deben de ser estudiados indi­
son, en cierto sentido, opuestas — la geografía en función de los espacios rectamente a partir de cualquier efecto mensurable que hayan produddo.
de la tierra, la historia en función de los períodos de tiempo— . La inter­ Estos principios generales no permiten ninguna exdusión general de
pretación de las configuraciones geográficas presentes requiere cierto co­ ningún tipo de fenómenos, ni de ningún aspecto de la disdplina. En un
nocimiento de su desarrollo histórico; en este caso, la historia constituye estudio determinado de geografía sistemática o en un estudio pardal de
un medio para un fin geográfico. De la misma manera, la interpretación una región, tipos particulares de; fenómenos deben de ser lógicamente
de los acontecimientos históricos requiere derto conocimiento de su con­ exduidos sólo cuando no resulten significativos para las interrelaciones

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Richard Hartshorne 361
360 Antología de textos

de los que son estudiados. Finalmente, el ideal de totalidad requiere que dón terrestre simple se organiza de esta forma en un sistema completo
dentro de la geografía sistemática, es claro que cada punto de la tierra
la geografía considere no sólo los rasgos y las relaciones que pueden ser
expresados en conceptos genéricos, sino un gran número de rasgos y re­ se conecta con los sistemas coordinados referidos a las otras configu­
laciones que son, por esencia, únicos. raciones.
En geografía regional todo el conocimiento de las interrelaciones de
A fin de que su conocimiento de los fenómenos interrelacionados sea
lo mási riguroso y cierto posible, la geografía considera todo tipo de hechos todas las configuraciones en lugares determinados — obtenido, en parte,
de los diferentes sistemas de la geografía sistemática— se integra, en fun­
involucrados en estas relaciones y utiliza todos los medios posibles para
ción de las interrelaciones que estas configuraciones mantienen entre sí
determinar los hechos de tal forma que los resultados adquiridbs a partir
para suministrar la geografía total de estos lugares. La integración en
de un conjunto de hechos, o a través de un método de observación, deben
de ser confrontados con los obtenidos de otros hechos y de otras ob­ áreas de un número infinito de integraciones locales de factores que varían
servaciones. en cierta manera de forma independiente con relación al lugar, es posible
tan sólo por el medio arbitrario de ignorar las variaciones entre las pe­
Con el mismo fin, la geografía acepta las normas científicas universa­
queñas áreas unitarias de forma que estas unidades superficiales finitas,
les de razonamiento lógico preciso, basado en conceptos definidos espe­
cada una de ellas arbitrariamente distorsionada dentro de un área homo­
cíficamente, cuando no estandarizados. Trata de organizar su campo de
forma que sean posibles procedimientos científicos de investigación y de génea, debe ser estudiada en relación con todas las demás como partes
de áreas más amplias. Estas áreas más amplias no son en sí mismas sino
presentación, no un acúmulo de fragmentos inconexos de evidencia indi­
partes de áreas todavía más amplias — en última instancia, divisiones del
vidual, sino más bien el crecimiento orgánico de una investigación repe­
tidas veces confrontada y constantemente reproductiva. mundo— .
El problema de dividir el mundo, o una parte de él, en subdivisiones
A fin de simplificar el amplio detalle del conocimiento del mundo, la
geografía trata de establecer descripciones generalizadas de combinaciones en las que centrar el estudio de áreas, es el problema más difícil de orga­
nización de la geografía regional. Es una tarea que supone una división
de partes diversas de áreas que, no obstante, sólo serán lo correctas que
completa del mundo en un sistema o sistemas lógicos de divisiones y
las limitaciones de la generalización permitan, y de establecer conceptos
subdivisiones, hasta, en ultimo extremo, unidades superficiales casi homo­
genéricos de características comunes de fenómenos, o complejos de fenó­
géneas. No obstante, por muy difícil que sea, los principios de totalidad
menos, que describan con certidumbre las características comunes que
y organización exigen que la geografía trate de lograr la mejor solución
estos rasgos actualmente poseen. Sobre la base de estos conceptos gené­
ricos, la geografía trata de establecer principios de relación entre fenómenos posible.
Un método de lograr esta organización supone un eslabón intermedio
que están superficialmente relacionados en la misma o en diferentes áreas
entre la geografía sistemática y la regional. Sobre la base de algún ele­
a fin de interpretar correctamente las interrelaciones entre estos fenómenos
mento o complejo de elementos — este último puede suponer un gran
en un área determinada.
número y variedad de elementos muy íntimamente relacionados— podemos
Por último, la geografía trata de organizar su conocimiento del mundo
construir un sistema lógico de división y subdivisión del mundo de acuerdo
en sistemas interrelacionados, para que cualquier fragmento particular del
con tipos. Cada uno de estos sistemas de división, determinados a partir
conocimiento pueda ser relacionado con todos los demás que se apoyan en
de conceptos genéricos de complejos de elementos, para suministrar las
él. La diferenciación en áreas de la tierra supone integrar, para todos
grandes Éneas sobre las que organizar gran parte de nuestro conocimiento
los puntos de la superficie terrestre, las resultantes de muchas variables
regional del mundo. En cada caso, sin embargo, se están organizando por
interrelacionadas, aunque en parte independientes. La integración simul­
separado diferentes aspectos de la geografía de las regiones, no se está
tánea sobre toda la tierra de las resultantes de todas estas variables no
puede ser organizada en un sistema simple. organizando la geografía completa de las regiones.
Un sistema simple para organizar la geografía completa de las regiones
En la geografía sistemática cada elemento particular, o complejo de
del mundo debe basarse en el carácter total de las áreas, incluida su loca­
elementos, que sea geográficamente significativo, se estudia en función
de su relación con la diferencia total de áreas, según cómo varíe de lización como parte de áreas más extensas. Este sistema de regiones es­
pecíficas requiere la consideración de todas las características significativas
lugar en lugar sobre la tierra, o alguna parte de ella. Lo que no significa
en geografía, algunas más significativas en determinadas áreas, otras en
el estudio completo de ese fenómeno particular, como lo haría la ciencia
otras. La determinación de las divisiones a cualquier nivel plantea, por
sistemática correspondiente, sino su estudio tan sólo por su significación
tanto, la necesidad de juicios subjetivos sobre qué características son más
geográfica — es decir, por sus propias conexiones regionales y por las
o menos importantes para determinar las semejanzas o diferencias y para
relaciones de sus variaciones con aquellos otros rasgos que determinan
determinar la relativa proximidad de las interrelaciones regionales. A cual-
el carácter de las áreas o regiones— : Aunque el estudio de cada configura-

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362 Antología de textos Richard Hartshorne 363

quier nivel, por tanto, las regiones son fragmentos de la tierra, determi­ cidos como los hechos conocidos en relación a una situación particular,
nadas de manera que se pueda describir con economía el carácter de cada realizar predicciones definidas en geografía. Esta característica la com­
una de ellas, es decir, que en cada región se debe disponer de un número parte la geografía no sólo con la historia, sino también con muchas otras
mínimo de diferentes descripciones generalizadas de unidades aproxima­ cien cias, tanto naturales como sociales.
damente similares, incluyendo cada descripción el mayor número posible La geografía regional organiza el conocimiento de todas las formas
de caracteres casi comunes y aplicables al mayor número posible de uni­ interrelacionadas de la diferenciación en áreas en unidades territoriales
dades similares. individuales, teniendo que organizar este conocimiento en un sistema de
Aunque todos los icíeales fundamentales de la ciencia se aplican de división y subdivisión del total de la superficie de la tierra. Su forma de
la misma forma a todas las partes de la geografía, existen diferencias en descripción incluye dos fases. Cabe primero expresar, a través del análisis
el grado en que pueden ser alcanzados por las diferentes partes. Estas y síntesis, la integración de todos los rasgos interrelacionados en unidades
diferencias entre las divisiones especiales de la geografía — física, econó­ locales individuales, y debe después expresar, a través de análisis y síntesis,
mica, política, etc.— son diferencias en grado que corresponden a las la integración de todas estas unidades locales dentro de un área dada.
diferencias similares en el grado en que las diversas ciencias sistemáticas Para hacerlo posible, debe proceder a distorsiones de la realidad hasta
son capaces de alcanzar esos ideales. el punto de considerar áreas pequeñas pero finitas como unidades homo­
Las mayores diferencias de carácter dentro de la geografía se encuen­ géneas, comparables unas con otras y agregabies para formar unidades
tran entre los dos métodos principales de organizar el conocimiento geo­ más amplias. Estas unidades más amplias, aunque arbitrarias, se determinan
gráfico — geografía sistemática y geografía regional— , cada una de las para permitir un mínimo de descripción generalizada de cada unidad
cuales incluye su parte correspondiente de todos los campos específicos. «regional», que incluirá una parte de imprecisión e insuficiencia.
Además de la diferencia formal de organización de las dos partes, existe Puesto que las unidades con las que trata no son ni fenómenos reales,
una diferencia radical en la forma en que el conocimiento debe ser ex­ ni unidades reales, sino, cualquiera que sea el nivel de división, repre­
presado en proposiciones universales, sea en forma de conceptos genéricos, sentaciones distorsionadas de la realidad, la geografía regional no puede
sea en la de principios de relación. desarrollar ni conceptos ni principios generales de la realidad. Para la
La geografía sistemática se organiza en torno a los fenómenos particu­ interpretación de sus descubrimientos depende de los conceptos y prin­
lares de significación geográfica general, estudiando cada uno de ellos en cipios generales desarrollados en la geografía sistemática. Además, al com­
razón de las relaciones de su diferenciación regional con la de los demás. parar las diferentes unidades regionales que son en parte similares, puede
Su forma expositiva es, sin embargo, similar a la de las ciencias sistemá­ verificar y corregir las proposiciones universales desarrolladas en la geo­
ticas. Al igual que ellas, trata de establecer conceptos generales de los fe­ grafía sistemática.
nómenos que estudia y principios universales de sus relaciones, pero tan El objeto directo de la geografía regional es el carácter variable de
sólo en razón de la significación que tenga su distribución entre áreas. la superficie terrestre — que constituye una unidad simple que sólo ar­
Al igual que las ciencias sistemáticas, por otra parte, tampoco puede la bitrariamente puede ser dividida en partes, las cuales, cualquiera que
geografía sistemática pretender expresar todos sus conocimientos en tér­ sea el grado de división, son como las partes temporales de la historia,
minos de proposiciones universales; muchos deben de ser expresados y es­ únicas en su carácter total— . En consecuencia, los hallazgos de la geografía
tudiados como únicos. regional, aunque incluyen interpretaciones de detalle, son, en gran parte,
Aunque no existen limitaciones lógicas al desarrollo de conceptos descriptivos. E l descubrimiento, análisis y síntesis, de lo único no debe
y principios genéricos en geografía sistemática, sin embargo, la naturaleza ser rechazado como «mera descripción»; por el contrario, representa una
de los fenómenos, y de las relaciones entre ellos, que son estudiados en función esencial de la ciencia y la única función que puede realizar en
geografía presentan muchas dificultades para establecer principios precisos. el estudio de lo único. Conocer y comprender el carácter de lo único es
Estas dificultades son del mismo tipo de las que se presentan, en diferente conocerlo completamente; no es necesario elaborar proposiciones univer­
grado, en todas las partes de la ciencia. En muchas de las ciencias siste­ sales salvo la ley general de la geografía de que todas sus áreas son únicas.
máticas, tanto naturales como sociales, el grado de dificultad es tan grande, De la misma manera que la ciencia entendida como un todo requiere
o mayor, que en geografía. En ese campo, llamado historia, que es en tanto disciplinas sistemáticas que estudian tipos particulares de fenómenos,
cierto sentido la contrapartida de la geografía, las dificultades son en como disciplinas integradoras que estudian las formas en que estos fenó­
casi todos los casos mayores. La geografía sistemática es, por tanto, mucho menos se relacionan actualmente en la realidad, la geografía necesita mé­
más capaz de desarrollar proposiciones universales que una «historia sis­ todos de estudio de los fenómenos y de organización del conocimiento
temática». Sin embargo, cualquiera que sea el grado de totalidad lograda, a la vez sistemáticos y regionales. La geografía sistemática es esencial
precisión y certidumbre, rara vez permiten, tanto los principios estable­ para comprender las diferencias regionales de cada tipo de fenómeno y los

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364 Antología de textos Richard Hartshorne 365

principios que rigen sus relaciones con los demás. Esto sólo, sin embargo, sean capaces de mantenerse en relación con los puntos de vista de la geo-
no puede suministrar una comprensión de las unidades terrestres indivi­
duales, sino que, más bien, les resta parte de su color y vida. Para com­ si la ^geografía americana se está acercando al nivel de entendimiento
prender el carácter total de cada área en comparación con otras, debemos común de la naturaleza fundamental de la disciplina que fue alcanzado
examinar la totalidad de los caracteres relacionados tal como se dan en en Alemania con dos o tres décadas de antelación, y si se mantiene además
las diferentes áreas — es decir, debemos hacer geografía regional— . Aunque — aunque menos definidamente expresado— por debajo de una gran parte
cada uno de estos métodos representa un diferente punto de vista, ambos de la geografía francesa, debemos desear que un futuro inmediato en este
son esenciales para el propósito de la geografía y deben, por tanto, in­ país ponga de manifiesto una fecunda producción a lo largo de un frente
cluirse en una disciplina unificada. Además, ambos métodos están íntima­ amplio pero común. Se puede alcanzar un acuerdo sobre cuestiones me­
mente relacionados y resultan esenciales el uno para el otro. E l objetivo todológicas, al igual que sobre otras cuestiones, por aquellos que son libres
último de la geografía, el estudio de la diferenciación en áreas sobre la para pensar por sí mismos, sólo con el examen profundo de los problemas
tierra, se expresa de forma más clara en la geografía regional; sólo man­ involucrados, con la consideración adecuada y leal de los puntos de vista
teniendo constantemente su relación con la geografía regional puede la divergentes expresados por otros geógrafos, tanto del pasado como del
geografía sistemática alcanzar el objetivo de la geografía y no desaparecer, presente. Al haber realizado una revisión crítica de los problemas meto­
absorbida por las otras ciencias. Por otro lado, la geografía regional por dológicos actuales en nuestro campo sobre la base de la fecunda literatura
sí misma es estéril; sin la fertilización continua de los conceptos y prin­ de más de un siglo de pensamiento geográfico, deseo haber contribuido
cipios generales que proceden de la geografía sistemática, no puede alcanzar a una comprensión más general de nuestros propósitos y problemas.
niveles más altos de precisión y certidumbre en la interpretación de sus
hallazgos.

* * *

Sería un error interpretar el interés actual por la discusión metodo­


lógica como un signo de que la geografía americana ha entrado en un
período de disensión inusual. No cabe duda que, en amplia medida, re­
presenta la cristalización en letra impresa de las desavenencias mante­
nidas hasta ahora en la solución más fluida de la discusión oral, pero
que se ha precipitado repentinamente debido al primer reto de los prin­
cipios fundamentales de la geografía que haya aparecido impreso en más
de una década. Aunque ha sido cuestionada la posición básica de la geo­
grafía como ciencia corográfica, no parece que el reto haya producido
disensión. Por el contrario, ha puesto de manifiesto que aquellos que
estaban acostumbrados a encontrarse en campos opuestos con motivo de
las discusiones metodológicas, tan sólo están actualmente en desacuerdo
sobre cuestiones secundarias mientras que mantienen el acuerdo básico
sobre la función fundamental que debe cumplir la geografía entre las
ciencias.
Más que en cualquier otra etapa pasada del desarrollo de la geografía
americana, existe un considerable acuerdo, tanto en la práctica como en
la teoría, en la importancia que tienen los estudios de geografía regional,
al mismo tiempo que se mantiene el esfuerzo para desarrollar los variados
aspectos de la geografía sistemática. Y más aún, el aparente abismo abierto
entre estos dos aspectos de la disciplina se está cerrando: los que practican
la geografía regional dependen cada vez más de los estudios de geografía
sistemática y los que practican estudios sistemáticos han reconocido que
su aportación a la geografía como un todo depende del grado hasta el que

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Emmanuel de Martonne * Em m anuel de Martonne 367

EL CLIMA, FACTOR DEL ~RKT.TF.VF. ** si se les pudiese llevar a tierras lejanas y se les hiciese conocer diferentes
zonas climáticas.
Cuánto más viaja, más se convence el geógrafo de que el clima es un
factor decisivo en la geomorfología. Podría invocar mi propia experiencia
para apoyar este punto, pero parece preferible usar las observaciones de
geógrafos más renombrados, casi todos los cuales por su primitiva forma­
ción fueron geólogos. La totalidad de ellos han llegado a una explicación
climática de las formas superficiales.
Sin duda el ejemplo más significativo es el de Richthofen. Los efectos
del clima le impresionaron de tal forma que no hay página de su gran
obra titulada China en la que no se haga referencia a ellos. Destaca
sobre todo su insistencia en el contraste geográfico existente entre las
regiones de drenaje interno del Asia Central y las regiones periféricas,
con un clima más húmedo y un relieve más destacado. En ello basa la
explicación de las enormes acumulaciones de tierra amarilla tan caracte­
rística del norte de China que, por el nombre que se da en la llanura del
Rin a una marga parecida, han recibido la clásica denominación de loess.

La idea de que el relieve de la superficie terrestre es explicado en Las teorías de los geógrafos americanos
su totalidad por la geología se ha hecho un lugar común. Sin embargo,
los especialistas saben, o deberían saber, que el relieve depende del clima La gran extensión de los Estados Unidos y la variedad climática que
casi tanto como de la constitución geológica. El objeto de este artículo en ellos se da, entre las márgenes glaciares de Canadá y las calurosas
es poner de manifiesto algunos hechos significativos referentes a este tema tierras de Méjico, ha permitido a los geógrafos americanos, todos ellos
e intentar definir la naturaleza de esta inflnenrig originalmente geólogos, adquirir con mucha rapidez una experiencia tan
No se necesita una gran experiencia para reconocer las estrechas re­ fructífera como la obtenida por Richthofen en sus viajes por Asia. La par­
laciones que existen entre el estudio del relieve superficial y el estudio ticular originalidad de los autores teóricos y de las clásicas descripciones
de la estructura geológica. Los progresos de la geomorfología siempre han elaboradas por Powell, Gilbert o Davis tiene su base en la atención que
estado ligados a los de la geología: los primeros geomorfólogos, como dedicaron a las diferentes condiciones de la erosión en regiones húmedas
Richthofen, Heim, Gilbert y Lapparent, eran geólogos. Basta abrir los y áridas, en regiones de bosque y de pradera, en medios oceánicos y conti­
ojos para ver el papel primordial que en todas las etapas juega la geología nentales. Fue en la exploración de las Montañas Rocosas y de los territorios
en la explicación de las formas de reheve. En la enseñanza es difícil del Oeste donde los maestros del método geomorfológico perfeccionaron
sacar a los alumnos de la idea muy comprensible, pero excesiva, de que su enfoque y ampliaron sus concepciones. Se comprende aún mejor el
la geología proporciona la totalidad de la explicación. Esto no ocurriría valor de dichos contrastes si se es rápidamente transportado por potentes
trenes expresos transcontinentales desde las verdes colinas de Nueva In­
glaterra y Pensilvania a las cárcavas del Oeste intensamente zapadas por
* E mmanuel de Martonne (1873-1955). Además del artículo traducido en este libro, las aguas corrientes en la tierra desnuda; o desde los profundos valles
entre sus trabajos principales se encuentran:
Martonne, E. de (1902): La Valachie, essai de monographie géographique, París, Ar­
con vertientes cubiertas de bosque que cortan los Montes Alegheny hasta
mand Colin. los tremendos cañones del Colorado y de Arizona con sus escarpes ver­
■ Martonne, E . de (1909): Tratado de Geografía Física, Barcelona, Juventud, 1964, 1968 ticales de vivos colores y sus gigantescos taludes. No se puede evitar la
y 1974, 3 vols. impresión de que el relieve de la zona húmeda atlántica y el de las regiones
Martonne, E. de (1940): «Problem.es morphologiques du Brésil tropical adantique»,
Annales de Géographie, X X X IX , pp. 1-27 y 106-129. secas del Oeste son esculturas ejecutadas con utensilios diferentes y según
Martonne, E. de (1946): «Géographie zonale: la zone tropicale», Annales de Géogra­ un estilo también diferente. Gilbert tradujo muy bien esta impresión al
phie, LV, pp. 1-18. enunciar la ley geomorfológica que establece que, dadas unas condiciones
* * Martonne, E . de (1913): «Le climat, facteur du relief», Scientia, pp. 339-355. geológicas idénticas, las pendientes son más escarpadas en un clima seco
Traducción de Julio Muñoz Jiménez.
que en un clima húmedo.
366

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368 Antología de textos Emmanuel de Martonne 369

Resulta significativo descubrir exactamente la misma ley salida de la y los torrentes alimentados por el agua de fusión del propio gladar re-
pluma del general De la Noe y Emmanuel de Marguerie en Les Formes movilizan y extienden dichos derrubios sobre una extensa área. De este
du Terrain. La experienda de De la Noe no se extendió fuera del terri­ modo la acción morfológica de los gladares no queda circunscrita a los
torio francés, y el aspecto de la región mediterránea de Provenza y sobre límites del clima gladar.
todo de Argelia fue sufidente para hacerle llegar sin relación alguna con Tampoco los efectos eólicos se limitan a los desiertos. Se registran
Gilbert a la misma ley, expresada además casi exactamente en los mismos también en todos los lugares donde falta una cubierta vegetal. La razón
términos. de que sean dominantes en los territorios muy secos, como el Sahara,
Desde los tiempos" de Richthofen, Gilbert y De la Noe la geomorfo­ o en los desiertos asiáticos o australianos, es que en ellos la vegetadón
logía ha hecho grandes progresos. Parece que se ha llegado a una situación está casi totalmente ausente y la regolita, constituida por derrubios finos,
en que apenas se puede esperar el descubrimiento de nuevas interpreta­ carece de toda cohesión al faltar el agua en superfide. La arena transpor­
ciones acerca del sistema de erosión normal tal y como se presenta en tada por el viento y a veces también los pequeños cantos que pueden ser
los países de la zona templada. Sin embargo, nuevos horizontes se abren levantados del suelo, son los instrumentos mediante los que la erosión
ante quienes se dedican al estudio de regiones más exóticas, en las cuales puede atacar induso al roquedo compacto. Pero las características topo­
hay un escaso conocimiento de los procesos dominantes bajo condiciones gráficas distintivas de los desiertos quizá se deban menos a la acción del
extremas de temperatura y humedad. El avance del conocimiento científico viento que a la meteorización mecánica y a la acumulación de derrubios
de las regiones desérticas y polares plantea nuevos problemas y nos per­ derivada de ella al no existir corrientes de agua capaces de arrastrarlos
mite vislumbrar nuevas soludones, incluso para la interpretación de las al mar.
formas de relieve de la zona templada, teniendo en cuenta la existenda (...)
de diversos climas.
(...)
Las condiciones erosivas en el pasado

El clima y los agentes erosivos Al tratar de la evolución de las formas topográficas es predso sin
duda conceder una credente importanda a las hipótesis que proponen
Si es importante recalcar la variedad derivada de las diferentes con­ que en el pasado las condidones de erosión eran diferentes de las actuales
diciones de meteorización, no es apenas preciso señalar que el clima debido a que las condiciones climáticas también eran distintas. Desde hace
controla la distribudón de los agentes de erosión: los gladares y la ero­ aproximadamente medio siglo la geografía física se ha interesado por
sión glaciar, los ríos y la erosión fluvial, los desiertos y la erosión eólica. este tipo de cuestiones a través de los estudios de los gladaristas. Se sabe
Las regiones donde predominan las precipitaciones nivales y la tem­ que los hombres primitivos fueron testigos de una extensión del clima
peratura es tan baja que no se puede producir una fusión completa gladar incomparablemente mayor que la actual. Dos tercios de Norteamé­
tienen un relieve muy bien diferenciado: la acumulación de nieve, trans­ rica y casi la mitad de Europa estuvieron cubiertos durante el período
formada en hielo, tiende a cubrir el relieve y a ocultar todas las formas; Cuaternario por casquetes de hielo comparables a los de Groenlandia
sin embargo, donde el hielo se desplaza debido a una gradual fusión el o el continente Antartico. Aunque no existe una datación predsa, se
relieve resulta modelado de forma irregular por la erosión glaciar, com­ puede saber que el número de años que han transcurrido desde la desapa-
binada con una meteorización mecánica muy activa de las rocas que que­ ridón de dichos glaciares sólo se cuenta en millares. Dado que la erosión
dan destacadas. Así ocurre que Groenlandia, con una altitud de más de fluvial se ha intensificado en respuesta al más cálido clima actual, sólo
3.000 metros, tiene la apariencia de una plataforma de estable uniformi­ ha borrado pardalmente la impronta glaciar; puede decirse que más de
dad, en la que solamente los bordes aparecen accidentados por la alter­ la mitad del área ocupada por los hielos glaciares durante el Cuaternario
nancia de espolones rocosos y lenguas glaciares. En los mismos Alpes, tiene un paisaje que no concuerda con las condidones de erosión presentes.
las cumbres más elevadas, como el Mont Blanc o el Monte Rosa, tienen En casi todas las grandes cadenas montañosas — Alpes, Pirineo, Cáucaso,
el aspecto de domos cubiertos de hielo; los picos en forma de aguja y las Himalaya— las formas de los valles no se pueden explicar con base en
agudas aristas se dan en altitudes más bajas, donde los glaciares funden la acción de los ríos y torrentes que hoy están activos. Sólo se puede
al descender por debajo del límite de las nieves perpetuas. alcanzar una comprensión de estas formas si se recurre a la acción de
Más allá de la zona de deshielo en los mismos climas el paisaje mues­ gladares que se extendieron hasta las puertas de Lyon, Munich y Milán.
tra aún la impronta de la acción glaciar, porque los derrubios transpor­ El estudio de los desiertos también debe su avance al progreso del
tados por el hielo constituyen enormes acumulaciones llamadas morrenas análisis de los cambios climáticos. La extensión de las formas de erosión

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370 Antología de textos Emm anuel de Martonne

fluvial en el Sahara, por ejemplo, es cada día más evidente y resulta sión e incluso las modalidades de descomposición de las rocas. La tem­
inexplicable en el contexto de las condiciones climáticas actuales. El en­ peratura es un factor que indudablemente no ha de ser olvidado, pero su
friamiento general que da lugar a la extensión de los glaciares en la zona acción es mayoritariamente indirecta; las bajas temperaturas dan lugar a un
templada también'se registra en la zona tropical, donde se reduce la eva­ p re d o m in io de las precipitaciones sólidas y al establecimiento de un ré­
poración, aumenta la humedad y se producen lluvias más abundantes gimen glaciar; las altas temperaturas estimulan la evaporación, tendiendo
y regulares, llegando a circular las aguas por sistemas de valles que ahora a disminuir el caudal de los ríos y a desecar el suelo, que queda expuesto
permanecen secos. Gautier y Chudeau consideran que la red de grandes a la acción torrencial o incluso, si la vegetación no está suficientemente
wadis del Sahara es resultado de la acción de verdaderos ríos. Passarge fijada, a la acción del viento.
también encuentra en el desierto del Kalahari testimonios de un período Quizá se pueda responder a una cuestión aún más difícil: ¿Cómo se
pluvial en el Cuaternario. Aunque no hay base suficiente para pensar que puede estimar la importancia relativa del clima y las condiciones geológicas
estos desiertos experimentasen un verdadéro clima húmedo, sí la hay para en la explicación del relieve?
considerar que se aproximaron a las condiciones climáticas de las estepas. Es del todo evidente que las mayores formas de relieve de la super­
E l estudio de las cuencas interiores del Oeste de los Estados Unidos ficie terrestre están determinadas por hechos geológicos, como plega-
ha revelado también significativos hechos morfológicos que concuerdan mientos, levantamientos, hundimientos o viejos episodios erosivos. La dis­
con la existencia de cambios climáticos recientes. Gilbert y Russell han tribución de tierras y mares, de llanuras y montañas no es un hecho
demostrado que el Gran Lago Salado y otros lagos más pequeños cercanos climático; al contrario, condiciona los climas. Lo que se debe directamente
a él son los últimos vestigios de enormes láminas de agua, que en el al clima son las formas de detalle, la escultura o modelado topográfico.
período Cuaternario cubrían un territorio tan extenso como Francia. La ac­ El paisaje debe a las cambiantes condiciones del clima no sólo el color
ción de las olas y las corrientes en las márgenes de estos lagos han dejado del cielo y las aguas y la diversa riqueza y densidad de la vegetación,
playas que son todavía perfectamente reconocibles. Se pueden encontrar sino también las propias formas de los valles, colinas y montañas que
todos los detalles de formas típicamente litorales, idénticas a las que se forman el entramado de toda vida y toda actividad. Creo que se puede
dan en las costas actuales: terrazas, barras, deltas, etc., entre otros ele­ hablar de «facies topográficas», igual que se habla de facies geológicas,
mentos característicos. botánicas o zoológicas; se acepta que las facies topográficas son las huellas
Cuando se conocen todos estos hechos relativos a los efectos morfo­ del clima en el relieve, cuyas grandes líneas han sido fijadas por la evo­
lógicos de los cambios climáticos se está mentalmente dispuesto a asumir lución geológica.
nuevos puntos de vista. Si se diese un cambio climático importante en
las condiciones climáticas como resultado de la modificación de la com­
posición de la atmósfera, por ejemplo una marcada variación en el con­
tenido de ácido carbónico, las condiciones de descomposición del roquedo
cambiarían sustancialmente. La alteración química se haría más rápida
en los climas húmedos y el rebajamiento de las formas de relieve, más
marcado. ¿No es más fácil concebir bajo estas condiciones un arrasamiento
completo capaz de generar las superficies uniformes llamadas penillanuras?
Tal vez es en esta perspectiva en la que se debe buscar la explicación
de las superficies absolutamente planas que cortan a distintos niveles los
estratos calizos plegados en casi todas las regiones kársticas, tanto en
Istria y Dalmacia como en el Languedoc y el Jura.

La influencia de la humedad en la evolución del relieve

Ha quedado clara la trascendencia que tienen los cambios climáticos


en el estudio de las formas de relieve. Si se busca cuál es el elemento
del clima cuyas variaciones ejercen mayor influencia en la evolución del
relieve, se ha de responder sin lugar a dudas: la humedad. La cuantía
e intensidad de la precipitación atmosférica determinan el modo de ero­

(
André Cholley * 373
André Cholley
MORFOLOGIA ESTRUCTURAL
n0s completa del control estructural y el predominio de formas seniles,
Y MORFOLOGIA CLIMATICA ** sin relación con la estructura, se interpretan como la última etapa de la
evolución morfológica. En último término, si llega a romperse el equilibrio
entre las fuerzas erosivas y la forma del terreno, la superficie de erosión
o «penillanura» resulta «rejuvenecida» y la reactivación de la erosión da
lugar a una nueva generación de formas estructurales. La sucesión citada
se puede repetir hasta que se alcance el substrato cristalino, cuya estruc­
tura indiferenciada y su litología sensiblemente homogénea no son capaces
de imponer direcciones precisas a la erosión.
Además de resultar lógicamente satisfactorio, al establecer una rela­
ción causal entre las formas que se pueden observar y los correspondientes
tipos de estructuras, este planteamiento ha permitido precisar el desarro­
llo y el mecanismo de la erosión, y, al aclarar la coincidencia que existe
entre los grandes conjuntos morfológicos y las principales unidades es­
tructurales, ha sentado las bases para ordenar nuestras ideas morfológicas
del planeta.
Hay que admitir, sin embargo, que muchas veces la estructura es
incapaz de explicarlo todo, incluso bajo el dominio de la erosión normal.
Nuestra morfología es esencialmente estructural; se puede decir que Abundan los ejemplos que apoyan esto: Es conocido que ciertos
éste es su carácter básico, ya que se trata de un esfuerzo por explicar granitos se comportan como rocas blandas en condiciones climáticas cá­
— a partir de los datos de la estructura— una serie de formas, que antes lidas con tendencia a la aridez, de modo que, en medio de afloramientos
eran enumeradas y descritas individualmente y clasificadas con desigual de pizarra, coinciden con sectores deprimidos, al contrario que en nuestros
exactitud. Proporciona una descripción razonada de las diferentes etapas países templado-húmedos y frescos, donde son ellos los que forman las
de la puesta de manifiesto o del enmascaramiento del entramado estruc­ Eliminaciones. Aunque la textura y la composición química de estas rocas
tural bajo la acción de la erosión normal. Se sabe que hay dos factores puede explicar en parte su comportamiento, no se puede dudar que el
capaces de facilitar o dificultar esta acción: la disposición de las rocas clima es el principal responsable.
resultante de la tectónica (estructura propiamente dicha) y las propie­
dades químicas y físicas de éstas (resistencia, cohesión, homogeneidad, Sin duda, el clima es el factor decisivo. Y es lógica la aceptación
permeabilidad, etc.). obtenida por la expresión «morfología climática», que viene a expresar
Dado que la erosión normal tiene como resultado en la mayor parte la reacción frente a la actitud de la mayoría de los geógrafos, que han
de los casos la puesta en relieve de la estructura, se ha acostumbrado a hecho de la estructura el principio de toda morfología.
considerar como fase de madurez la morfología en que dominan las formas Sin embargo, quienes han utilizado esta expresión casi siempre se
estructurales, es decir, en la que, hablando con propiedad, las formas han olvidado de precisar su significado. Ello incluso ha sido un factor
del terreno son estructurales. Por el contrario, la desaparición más o me- de confusión. Bajo ella se han reunido prioritariamente hechos registrados
hace tiempo en los tratados de morfología, que, aunque muy imbuidos de
* André Cholley (1886-1968). Además del artículo traducido en este libro, entre los postulados estructurales, reservan un lugar al «relieve glaciar» o al
sus trabajos principales se encuentran:
Cholley, A. (1948): «Remarques sur quelques points de vue géographique», L’Infor-
«modelado desértico» debidos, según Cotton, a accidentes climáticos.
mation Géographique, pp. 85-90. Por otra parte, la expresión «morfología climática» no designa con
Cholley, A. (1951): La Géographie. Guide de Vétudiante en Géographie, París, P. U. F. precisión la realidad que pretende aprehender. Engloba cosas muy hetero­
Cholley, A. (1953): «Quelques aper^us nouveaux sur l’évolution morphologique du géneas. Por ejemplo, en el caso del modelado desértico o del relieve glaciar
Bassin de París», Annales de Géographie, L X II, pp. 92-107.
Cholley^ A. (1960): «Remarques sur la structure et l’évolution morphologique du un agente concreto, el glaciar o la llamada erosion arida (que ya es una
Bassin Parisién», 'Bulletin de la Association de Géographes Francais, n.° 288-289, abstracción excesiva), se hacen responsables del modelado del relieve.
pp. 2-25. Pero sabemos bien que estos agentes no actúan solos. Muchos otros pro­
* * Cholley, A. (1950): «Morphologie structurale et Morphologie climatique», An­ cesos colaboran con los glaciares en la acción que realizan; en cuanto a la
nales de Géographie, L X IV , 317, pp. 321-335. Traducción de Julio Muñoz Jiménez.
erosión desértica, comprende, además de los procesos mecánicos y quí-
372

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374 Antología de textos André Cholley 375

micos, la acción de la arroyada en manto, la de los uadí y, en fin, la Del mismo modo, el aumento de intensidad de la erosión química en
del viento. las regiones tropicales húmedas es el responsable de las particularidades
En realidad no hay dos niorfologías, sino sólo una, y su génesis está que en ellas presenta la escorrentía: frecuentes áreas pantanosas en los
ligada a la acción de los factores de erosión determinados por el clima. tramos altos de los valles por «superabundancia» de fuentes y por dificul­
Pero, sin razón, hemos creído que la acción de un único agente es capaz tad de flujo superficial.
de modelar toda una topografía. Como ha manifestado el ejemplo de En un sistema de erosión, la sucesión de los procesos de descomposi­
la erosión glaciar y dgsértica, lo que el clima pone en funcionamiento es ción de las rocas, de puesta en marcha de los derrubios y de transporte
un complejo de agentes, un verdadero sistema de erosión. No podría de los mismos presenta un cierto carácter sistemático; y la morfología
ser de otra manera, teniendo en cuenta la estructura de la atmósfera y la resultante expresa esta acción sistemática y coordinada por medio de la
naturaleza de los climas: ¿se ha visto algyna vez que un elemento del homogeneidad del valor de las pendientes, del aspecto de los lechos fluvia­
clima actúe de forma aislada sobre la superficie terrestre? Por lo tanto, les y de las formas de los valles y las cumbres.
es un planteamiento más acorde con la realidad tomar en consideración
complejos o combinaciones de factores, que se deberían denominar «sis­ (-)
Si realmente existen sistemas de erosión conectados con condiciones
temas de erosión», ya que son capaces de generar una morfología todos climáticas determinadas, se han de encontrar en la morfología de una
cuyos elementos están enlazados, son sistemáticamente solidarios los unos región las huellas de tantos sistemas de erosión como climas ha cono­
de los otros. cido, e incluso las huellas indicadoras del paso de uno a otro. Aunque en
(...) relación con estos temas es precisa una gran prudencia, no podemos dar
Se trate de la erosión que sea, no es por lo tanto el análisis de factores otra interpretación a los fenómenos de degradación que hemos observado
aislados el que puede dar razón de ella, sino la consideración de factores en el borde de las regiones verdaderamente áridas.
combinados. No hay duda de que siempre existirá un factor predominante,
(...)
generalmente el responsable de la excavación de los canales por donde Es evidente que aún quedan muchos problemas por resolver. Sería
se efectúa la evacuación de materiales, pero las modalidades de su acción preciso poder determinar el modo mediante el que un sistema de erosión
y la eficacia de ésta dependen estrechamente del trabajo realizado por los sustituye a otro, qué modalidades de degradación de las formas y qué
factores que están asociados a él. Lo que llamamos erosión corresponde, discordancias han de aparecer en este momento. También puede ocurrir
pues, en realidad a un sistema de factores enlazados de diversa forma; que un sistema de erosión tarde en establecerse; y ello, evidentemente,
mediante estos sistemas de erosión que desencadenan es como los climas depende del clima, pero también de la estructura. La morfología corres­
controlan la morfología. pondiente al sistema determinado por el clima no se manifestará hasta
Muchos hechos testimonian esta solidaridad sistemática. En el sistema que dicho sistema haya adquirido su máxima eficacia; y el tiempo necesa­
de erosión correspondiente al clima templado-húmedo evidentemente el rio para ello puede variar considerablemente de un clima a otro.
trabajo principal está realizado por las corrientes de agua, ya que son
ellas las que excavan los valles y efectúan la evacuación de los materiales. En ciertos casos la estructura puede desempeñar un papel capital, hasta
El modo de realizar estas acciones responde ante todo a las condiciones el punto de que no hay que dejar de considerarla como uno de los elemen­
del régimen — flujo continuo y sin grandes desequilibrios con respecto tos esenciales del propio sistema de erosión. ¿No es ella en la mayor parte
al caudal medio— , pero depende al menos en la misma cuantía de la carga de las regiones, o al menos en las que existe una escorrentía normal, la
de materiales: es suficiente que la cantidad o el calibre de ésta cambien que permite que los diferentes factores climáticos o hidrográficos se enlacen
en un tramo para que la acción del río se modifique por completo. y solidaricen para una acción común? Los factores climáticos que compo­
La presencia de un conjunto montañoso dentro de un área donde predo­ nen un sistema de erosión existen tanto en los océanos como en los con­
mina un sistema de erosión templado-húmedo introducirá un excepcional in­ tinentes, ya que dependen de las condiciones atmosféricas, pero no tiene
cremento de la desagregación mecánica; el desprendimiento se convertirá en sentido en los primeros hablar de sistema de erosión. Queda, pues, claro
la forma dé puesta en movimiento de los materiales sobre las vertientes, que la coordinación, que está en la base de la convergencia, depende en
en lugar del deslizamiento. La mayor abundancia de materiales groseros alto grado de las condiciones estructurales y tectónicas. Son las pendientes
aumentará el trabajo de transporte de los ríos y, con el mismo caudal, el directamente derivadas de la tectónica las que posibilitan el encadenamien­
lecho fluvial y la superficie modelada a partir de él adquirirán una pen­ to inicial de las acciones de desagregación de las rocas, de deslizamiento
diente más acusada, como es típico de las llanuras intramontanas o de y de arroyada. E l sistema no adquirirá toda su amplitud y no manifestará
piedemonte. toda su energía hasta que los cauces se encajen y, como consecuencia de

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376 Antología de textos Sigfried Passarge *
ello, se amplíe la extensión de afloramiento rocoso y se multipliquen las i MORFOLOGIA DE ZONAS CLIMATICAS

pendientes favorables al deslizamiento o la arroyada. O MORFOLOGIA DE PAISAJES? **


Completada de esta forma, la noción de sistema de erosión implica que
carece de sentido la distinción entre una morfología estructural y una mor­
fología climática. Toda morfología deriva de un sistema de erosión deter­
minado por el clima y que se ejerce sobre territorios y relieves diversos
como consecuencia de la estructura y la tectónica. Por lo tanto, deben
evitarse los términos morfología estructural y morfología clirhática, ya que
su significado demasiado absoluto no permite una comprensión adecuada
de la realidad. ,
(...)
Otra noción que parece necesitar algunas modificaciones es la de ciclo
de erosión, presentado como encadenamiento progresivo y continuo de
acciones que tienden a la realización de la penillanura. Esta concepción
solamente puede darse en la realidad en el caso de que, durante un largo
período de tiempo, no cambie el sistema de erosión o, lo que es lo mismo,
el clima. Donde estas condiciones parecen estar más cerca de cumplirse es
en las regiones tropicales húmedas, dado que en ellas se registra el ritmo
erosivo más rápido; por ello todas las penillanuras que conocemos — peni­
llanura póstherciniana, penillanura eocena— se encuentran bajo climas de El 22 y 23 de septiembre de 1926 se reunió en Dusseldorf la Asocia­
este tipo. Pero éste no es el caso de las regiones templadas ni el de las ción Alemana de Naturalistas. En esta Conferencia se presentaron una
subtropicales. Ciertamente no es imposible que en ellas se consiga llegar a serie de comunicaciones dedicadas a la morfología de las zonas climáticas.
la penillanura, pero la evolución hacia ella no puede ser progresiva; ha La superficie terrestre se dividió en zonas morfoclimáticas y se analizaron
de estar afectada por estancacimientos e incluso por regresiones, que hacen las formas de relieve de cada una de ellas. Aunque la zonificación climáti­
muy problemático el paso de un etapa de juventud a una etapa de madurez ca se ha hecho normalmente con base en valores medios de precipitación,
y después a una de senilidad. temperatura y humedad, es de esperar que un intento de delimitar «zonas
La noción de ciclo, tal como acostumbramos a entenderla, está excesi­ morfológico-climáticas» haga surgir plantamientos divergentes. Pero la cues­
vamente impregnada de finalismo. No se debe considerar la evolución como tión básica puede ser la siguiente: ¿Es el clima o son las zonas climáticas
una marcha hacia un fin determinado. Cada momento de la evolución los responsables de la diferenciación de los caracteres geomorfológicos?
constituye un fin en sí mismo que nosotros, los geógrafos, estamos interesa­ Desde mi punto de vista, existen dos errores graves con respecto al
dos en conocer. Si llegamos a diferenciar lo que en la morfología que citado problema.
observamos deriva del clima, es decir, del sistema de erosión actual, y lo En primer lugar, las formas de relieve actuales no son en su mayoría
que representa una herencia de los sistemas anteriores, estaremos cerca resultado de los climas presentes, sino que fueron modeladas por procesos
de cumplir nuestro objetivo. pleistoeenos. Por lo tanto, los mecanismos hoy activos y su expresión mor­
fológica no dependen sólo de las zonas climáticas donde se dan.

* Sigfried Passarge (1867-1958). Además del artículo traducido en este libro, entre
sus trabajos principales se encuentran:
Passarge, S. (1904): Die Kalahari, Berlín (s. e.).
Passarge, S. (1919-20): Die Grundlagen der Landschaftkunde, Hamburgo, L. Friede-
rischen, 3 vols.
Passarge, S. (1923): Die Landschaftgürtel der Erde, Breslau, Ferdinand Hirt.
Passarge, S. (1930): «Sesen und Grezen der Landschaftkunde», Petermanns Geogra­
phische Mitteilungen, 209, pp. 29-44.
** Passarge, S. (1926): «Morphologie der Klimazonen oder Morphologie der
Landschaftgürtel?», Petermanns Geographische Mitteilungen, 72, pp. 173-175. Tra­
ducción de Benjamín Díaz González.
377

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378 Antología de textos Sigfried Passarge 379

Casi sin excepción, en todas partes el clima ha sufrido considerables ciones descienden de forma sustancial. Además, ¿dónde se han de incluir
alteraciones durante el período glaciar, el cual a su vez presenta amplias los climas con dos estaciones húmedas y dos estaciones secas? Aunque
variaciones climáticas. Hoy es un hecho incuestionable que las fuerzas todos los climas con una estación seca poco marcada se incluyan en el
naturales actúan conjuntamente y tienden a conseguir una relación equili­ denominado clima ecuatorial, queda claro que la clasificación propuesta
brada. Mientras que el peso de cualquiera de los factores no sea significa­ es inadecuada como base para la investigación morfológica.
tivamente modificado, se va logrando de forma progresiva una situación Desde Conakry hasta Costa de Marfil ,el área costera recibe entre tres
cercana al equilibrio. Pero, tan pronto como se registra un cambio en las » y cinco metros de lluvia al año y sufre una acusada estación seca de
condiciones climáticas, se produce un desequilibrio entre los factores y se ¡ cuatro o cinco meses. Sin duda esta área se puede considerar perteneciente
desencadena un episodio de intensa erosión, de intensa sedimentación o de a un «clima estacionalmente seco con lluvias predominantes». En ella la
ambas. Actualmente se da un período de relativa calma, en el que la pro­ cubierta vegetal es una selva sumamente exhuberante y densa; el suelo,
tección de la cubierta vegetal, la presencia de depósitos aluviales y la sua- ‘ alterado hasta gran profundidad, es en realidad una formación blanda de
vidad de la mayor' parte de las pendientes limitan sustancialmente o incluso alterita con estructura celular. En estas condiciones se observa la presencia
impiden la acción de las fuerzas erosivas. Como consecuencia de ello se de exactamente los mismos procesos de erosión que se dan en las selvas
encuentran grandes páleo-formas, es decir, relieves de grandes dimensiones, de los lugares donde no hay estación seca, que consisten básicamente en
que no se pueden explicar como resultado de las fuerzas hoy activas. Sólo ; una vigorosa incisión lineal de las corrientes de montaña, acompañada de
acciones menores sobre riberas fluviales o sobre vertientes aún escarpadas ! deslizamientos de tierra, que, junto con el desarrollo de valles de fondo
se siguen desarrollando bajo las condiciones climáticas actuales. Nadie plano y vertientes muy inclinadas, hacen aguda la forma de las colinas.
puede ya negar seriamente que la pasada glaciación y las condiciones del Los relieves característicos de esta área periódicamente seca con estación
período de tundra, con sus deslizamientos y fenómenos de solifluxión, son lluviosa predominante son exactamente los mismos que en las de clima
responsables de muchos de los caracteres del relieve alemán. Lo mismo se cálido-húmedo ecuatorial. Por el contrario, en la Alta Guinea se ha desarro­
puede decir del período «pluvial» en la mayoría de las áreas secas; e inclu­ llado, en lugar de selva, una sabana húmeda de altas hierbas con rodales
so en la zona ecuatorial ciertas vertientes coluviales colonizadas por la *' de bosque. ¿A qué se debe esto? Se debe a que aquí el suelo es más
selva, valles mayores de lo normal y superficies de erosión mal drenadas compacto al formarse sobre la alterita una costra rica en hierro. Así, pues,
son testimonio de que la mayoría de las formas superficiales son páleo- ¡ es la cubierta vegetal y no el clima el factor decisivo. Lo que realmente
relieves. En consecuencia, parece conveniente plantear el tema así: «Las importa son las zonas o cinturones de paisaje, no las zonas climáticas.
formas de reheve y sus variantes en cada zona climática». En el bosque brumoso de montaña de los trópicos ( Nebelwald ), que no
En segundo lugar, ¿verdaderamente la morfogénesis actual depende está plenamente afectado por un clima cálido-húmedo, los deslizamientos
ante todo del clima? se producen con más intensidad que en la zona ecuatorial, por la simple
En teoría la respuesta es afirmativa, pero en la práctica es negativa. razón de que la cubierta forestal y los caracteres hídricos del suelo son
Ciertamente en nuestras latitudes las fuerzas geomofológicas están en reía- ! más favorables. Todas las dificultades de análisis se resuelven fácilmente
ción con un clima que tiene un verano cálido, un invierno frío y unas si, en lugar de zonas climáticas, se utilizan como criterio las consecuencias
presiones y vientos característicos; pero es la naturaleza de la cubierta del clima, es decir, la cubierta vegetal, la alteración del roquedo y la hume­
vegetal, el tipo de roca e incluso de regolita lo que en la práctica controla dad del suelo o, lo que es lo mismo, las zonas de paisaje. Dichas zonas
el efecto de los procesos de modelado y el desarrollo geomorfológico. o cinturones son observables y comprensibles directamente frente a las
Un ejemplo puede ayudar a demostrar que el planteamiento basado en zonas climáticas, que no son en modo alguno tangibles y además cambian
«zonas morfológico-climáticas» seguido en la Conferencia es insostenible. a lo largo del año. Aunque exista una cierta dependencia del clima, las di­
Los trópicos se han dividido en tres cinturones morfológico-climáticos: el ferencias morfológicas que resultan de la influencia de la cubierta vegetal
ecuatorial, con un clima continuamente cálido-húmedo, el de la sabana y del tipo y la composición del suelo son mayoritarias. Por ejemplo, las
con estación húmeda predominante y el de la sabana con estación seca costras ferruginosas de laterita, las costras calizas y los suelos moor son
predominante. Esta rápida subdivisión no va acompañada de una indicación formaciones superficiales locales que resisten a la erosión. Dicho ejemplo
de los criterios utilizados para definir estos paisajes. Los climas lluviosos es otra prueba de la inadecuación de una clasificación de las formas super­
y húmedos del cinturón ecuatorial se contraponen a los climas periódi­ ficiales sobre bases climáticas; y hay muchos más. Se nos vienen a la
camente secos, por la supuesta presencia de precipitaciones durante todo mente algunas claras diferencias en cuanto a erosión que se han constatado:
el año. Pero este régimen de lluvias «durante todo el año» sólo se da en las que se dan en la tundra cuando existe hielo en el suelo y se puede
algunas áreas de este cambiante cinturón de las calmas ecuatoriales; salvo producir solifluxión; las que se dan en las áreas subpolares cuando no hay
en éstas, se registra un período de uno o dos meses en que las precipita- suelo helado y se desencadena una activa disección y deslizamiento; y las

( (
380 Antología de textos Kirk Bryan *
de los bosques subpolares, donde en invierno existe una capa de nieve, en EL PAPEL DE LA GEOMORFOLOGIA
primavera actúan las aguas de fusión, y tanto en invierno como en verano DENTRO DE LAS CIENCIAS GEOGRAFICAS **
se registran precipitaciones, con suelo helado en un caso y sin él en otro.
(...) ^
También se pueden citar las importantes diferencias que se dan en los
subtrópicos entre las regiones de bosque esclerófilo y las sabanas; incluso
dentro de estas últimas la presencia o ausencia de costra caliza da lugar
a marcadas diferencias morfológicas.
(...) ,
Además, las expresiones que se utilizan, ¿ales como «morfología super­
ficial de los desiertos interiores» o «morfología de las zonas altas de los
desiertos», implican conceptos referentes al paisaje. ¿Por qué quedarse a
medio camino?
Una morfología del paisaje tendrá, inevitablemente, que sustituir a una
morfología de las zonas climáticas, porque es más adecuada para conseguir
una más simple y clara descripción y explicación de los fenómenos. Obvia­
mente no todos los problemas que se presentan en las zonas de transición,
los relacionados con los suelos y con la vegetación local se podrán resolver
sólo con introducir la morfología paisajística, pero en todo caso el resul­
tado será mucho más satisfactorio que si se basa la investigación en las La geomorfología aplicada a la geografía
zonas climáticas.
Si se acepta la moderna definición de la geografía como ciencia que
trata de la distribución del hombre en relación con su medio, obviamente
la geomorfología no es geografía. Sólo desde un punto de vista histórico
la geomorfología se puede considerar parte de la geografía. Esta ciencia
incluía antes muchas disciplinas que actualmente son independientes. La
geografía física de la juventud de Davis se ha subdividido en un complejo
de especialidades: geodesia, topografía, cartografía, geomagnetismo, ocea­
nografía física, meteorología, climatología, hidrología, etc., todas las cuales
mantienen una incómoda vinculación en cuanto partes de la geofísica. Este
amplio término combinado con el de geoquímica incluye también grandes
partes de la geología, las designadas con los nombres de vulcanología y
tectónica. Estas vinculaciones se basan fundamentalmente en la aplicación
de técnicas físicas y químicas a problemas ya planteados antes en la geolo­
gía y la geomorfología. Sin poner en duda la utilidad de tales integraciones
* Kirk Bryan (1888-1950). Además del artículo traducido en este libro, entre sus
trabajos principales se encuentran:
Bryan, K. (1935): «The Formation of Pediments», Compt. Rend. XV I International
Geological Congress, vol. 2, pp. 765-775.
Bryan, K. (1935): «William Morris Davis -Leader in Geomorphology and Geography»,
Annals of the Association of American Geographers, X X V , pp. 23-31.
Bryan, K. (1940): «The Retreat of Slopes», Annals o f the Association o f American
Geographers, X X X , pp. 254-268.
Bryan, K., y Albritton, A. (1943): «Soil Phenomena as Evidence of Climatic Changes»,
American Journal o f Science, pp. 469-490.
* * Bryan, K. (1950): «The Role of Geomorphology in Geographie Sciences»,
Annals o f the Association of American Geographers, X L , pp. 196-208. Traducción de
Julio Muñoz Jiménez.
381

/
( (
382 Antología de textos Kirk Bryan 383

para la investigación, están provocando la apertura de una brecha cada cluso han sido más ambiciosos que nosotros. El «Panorama de Sudáfrica»,
vez mayor entre las «ciencias de la Tierra» y la geografía. de King, y la «Fisiografía de Victoria», de Hill, son modelos de destreza
Si se considera la geografía tal y como en la actualidad la practican profesional. La detallada fisiografía de Bretaña de Guilcher describe un
los miembros de esta Asociación, se ve que se mueve en un nivel cualita­ área compleja con una minuciosidad sin precedentes. La «Geomorfología
tivo. Las relaciones del hombre y la acción humana con el medio son de Holanda», de Hol, que es un capítulo de su libro de geografía, cuenta
excesivamente complejas. Nuestros geógrafos enfrentan sus problemas me­ con unas representaciones gráficas de envidiable calidad. Es evidente que
diante técnicas basabas en gran medida en los métodos de la historia todos estos libros contienen términos geológicos y hacen referencia al
natural. Sólo en el campo de la demografía se han comenzado a utilizar remoto pasado geológico. En consecuencia, todos incluyen «materiales
métodos cuantitativos y estadísticos, a pesar de que muchas propuestas en ajenos», desdeñosamente rechazados por muchos de los moderno geógrafos.
este sentido han encontrado oposición (Stfwart, Zipf). Por otra parte, la Sin embargo, todos, de acuerdo con las indicaciones de Davis, describen
geología ha adoptado, sin duda con alguna reticencia, los métodos cuanti­ las formas de reheve basándose en su génesis. El mismo recalcó repetida­
tativos y experimentales de la geoquímica y de la geofísica. En cuanto a mente que una descripción meramente empírica aboca a una repetición
la geografía física, ha dejado de lado casi completamente este tipo de me­ interminable y difícil de retener. Estos trabajos son descripciones nuevas
todología. Hasta hoy la geomorfología es de forma incuestionable una de y actualizadas del terreno en la mejor tradición davisiana, desarrollados,
las ciencias naturales. No obstante, la creciente influencia de las técnicas según la información de que dispongo, sin ningún estímulo por parte de
de la sedimentología y la continuada búsqueda de resultados más precisos la profesión geográfica y por personas que en ningún caso pertenecen a
va cambiando de forma gradual la situación. La comunicación presentada a esta Asociación. Desde luego que ellos no se dirigían a los geógrafos, sino
este Simposio por Strahler refleja esta nueva actitud e indica cómo sé ha a un público compuesto por no especialistas inteligentes, ingenieros, pla­
servido del análisis cuantitativo y estadístico. Si no es mediante él, ¿de nificadores y geomorfólogos dedicados a la investigación. ¿A quién puede
qué manera se puede evaluar el efecto pluvio-fluvial sobre las pendientes? dirigirse el geógrafo?
Si la geografía moderna queda separada en cuanto a la metodología Hay que reconocer, como ha señalado Russell, que hasta hoy tampoco
de una gran parte de la geografía física y la geomorfología, ¿cómo va a se ha prestado una gran atención a las más importantes llanuras aluviales,
obtener el geógrafo un conocimiento básico del medio? ¿Debe también donde se localizan las mayores densidades de población. Por otro lado,
abandonar los métodos de la historia natural y transformarse en un cien­ muchas de estas áreas están muy lejos de los centros actuales de la acti­
tífico cuantitativo y estadístico? No hay duda de que ya es posible en vidad geomorfológica, a pesar de la abundante literatura existente sobre
geomorfología el desarrollo de gran parte de las técnicas cuantitativas. las llanuras del Ganges, el Yang-tsé y el Nilo. Quizá todo este material
Y, como insistía Davis, lo que hay que buscar es «lo claro, la descripción está disperso y no resulta accesible con facilidad. Puede que lo que falte
genética». sea demanda por parte de los geógrafos.
Las ciencias básicas se deben aplicar a la geografía moderna según las De hecho, uno se pregunta: ¿Qué aplicación de la geomorfología es
necesidades de ésta. Y en esto la geomorfología, que se encuentra hoy en la que necesita la geografía? Todos los tipos de trabajo que a uno se
una etapa de rápido desarrollo, no es una excepción. Ahora voy a some­ le ocurren se han realizado en algún lugar de Estados Unidos. Y , sin em­
ter a discusión su aplicación desde dos puntos de vista: desde el del geo- bargo, no se ha cubierto todo el territorio. No existen descripdones
morfólogo y desde el del geógrafo humano. fisiográficas completas de cada Estado, pero, ¿acaso existe demanda de
ello? Que yo sepa, sólo en Wisconsin se están haciendo estudios geográ­
Una geomorfología geográfica ficos locales en los que se han utilizado de forma sistemática divisiones
fisiográficas establecidas por Martin.
E l tipo normal de trabajo geomorfológico que se puede considerar geo­ Si se va a aplicar la geomorfología a la geografía, se necesita una
gráfico quedó hace tiempo definido por Davis y sus contemporáneos. decisión por ambas partes acerca del tipo de planteamiento del trabajo
Davis no dudó que todos sus ensayos eran geografía. En ellos se expone geomorfológico que resulta más útil. Hasta ahora, lós geomorfólogos, bajo
el análisis genético necesario para la descripción y se proporciona una el liderazgo de Davis, han sido los que han tomado las decisiones. Los
«terminología clara y explicativa». Sin embargo, dejó a sus contemporáneos geógrafos humanos han sido excesivamente pasivos.
la definición concreta de provincias y sectores fisiográficos. La laboriosa
recopilación de material descriptivo carecía de interés para él, aunque la
descripción de los Estados Unidos sea sin duda la más importante obra La formación de los geógrafos
geomorfológica de sus discípulos (Fenneman). Y esta labor aún conti­ Sólo serviría para aumentar la confusión la entrada otra vez más en el
núa. ( ...) Nuestros colegas extranjeros tampoco han estado inactivos, e in­ clamor formado por las diversas opiniones acerca de los objetivos propios

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384 Antología de textos
Kirk Bryan 385
de la geografía. Sin embargo, esta falta de acuerdo sobre el objeto nos ráficos de este tipo de descripción genética realizados por A. K. Lobeck
ha llevado a la incertidumbre sobre el modo de formación. En una reciente ® Ensdn Raisz. Sus mapas geomorfológicos son magníficos ejemplos de
discusión referente al tema de «La geografía física en la formación del compendios de hechos y relaciones geomorfológicos. Pero ¿es suficiente
geógrafo» he asumido dos opiniones que me parecen sensatas: 1) que la con los mapas y diagramas cartográficos? ¿No debe hacerse también la
geografía física como entidad unitaria ya no existe y debe ser reemplazada d e s c rip c ió n escrita? Para la enseñanza «lo claro, la descripción explicativa»
por disciplinas independientes, y 2) que de estas disciplinas especializadas es lo que siempre se deberá mantener, pues su función es lógica e insus­
la climatología es, con mucho, la más importante, ya que la distribución tituible. Sin embargo, su utilidad es despreciada por los ignorantes o los
del hombre está más influida por el clima que por la topografía. tardos de inteligencia.
La atribución a la geomorfología de un papel secundario no concuerda Con toda propiedad, se puede plantear la cuestión de hasta qué punto
con nuestra autovaloración, y sin duda hubiera sido rechazada irritada- es necesaria esta «descripción explicativa» en cualquier momento y para
mente por Davis. Sin embargo, está de acuerdo con la situación práctica. cualquier escrito geográfico. La descripción de la Tierra en cualquiera de
(...) , sus aspectos, geomorfológico, climático o cualquiera que sea, nunca debe
E l geógrafo humano tiene que ser muy selectivo por lo que se refiere ser incluido con la simple finalidad de mostrar la preparación del geó­
al material que utiliza. Indudablemente, para él el medio ambiénte es grafo. Y no se debe incluir porque lo más útil para el lector es un cono­
fundamental, pero, ¿qué parte de las enormes masas de hechos científica­ cimiento científico concreto. La destreza del geógrafo bien formado debe
mente registrados acerca del medio necesita utilizar en cada momento? conducirlo a la brevedad y al uso de los demás recursos literarios me­
¿Es seguro que en toda esta acumulación se encuentran los factores deci­ diante los que la fundamentación de su estudio pueda en cada momento
sivos? Quizá la geografía física no disponga del concretísimo aspecto del ser ampliada, al tiempo que impidan la introducción de confusión en el
conocimiento, que es lo crucial en las relaciones humanas que él pretende tema. En este tipo de razonamiento y en esta destreza literaria debería
comprender. ¿Ha sido el geógrafo adecuadamente formado para compren­ ser iniciado el geógrafo por las escuelas de geografía y por el ejemplo
der y analizar bien los datos geomorfológicos? de sus maestros.
E l responsable de ello es el geógrafo humano. Debe estar suficien­
temente formado en todos los aspectos de la geografía física, incluida la
geomorfología, para poder tener capacidad crítica. Debe estar en condicio­
nes de seleccionar, de usar lo que considere necesario y de rechazar lo que
resulte inutilizable. Los diferentes aspectos de la geografía física navegan
a través de mares desconocidos, cada uno en busca de su propio barco
fantasma. Y de vez en cuando un viajero interesado deja caer un destello
intelectual sobre los no especialistas. Ocasionalmente aparecen escritos y
libros que recopilan temas para el uso de otros científicos, incluidos los
geógrafos. El geógrafo competente no puede, sin embargo, depender de
estas caridades. Debe estar suficientemente preparado y entrenado para
seguir a los especialistas y seleccionar por sí mismo los aspectos esenciales
para un análisis ordenado y profundo de los elementos del medio.
William Morris Davis no comprendería que los geógrafos se quejen
de que la historia de las formas de reheve implique la introducción de
materiales ajenos a la geografía. Para él la historia del paisaje era esen­
cial para su comprensión. Y dicha comprensión era un requisito previo
imprescindible para establecer la cadena de asociaciones por medio de la
cual podían retenerse las repetidas disposiciones del terreno. Para mí este
razonamiento es fundamental. La descripción empírica del paisaje es una
monótona repetición de colinas y valles, ríos y arroyos, lagos y pantanos,
sin que exista otra base de clasificación que la simple dimensión. Davis
propugnaba la visualización de los tipos ideales de colinas y valles, cada
uno con una denominación genética, cuya fonética y significado ayudasen
a su memorización. Le hubieran complacido, por ello, los resúmenes carto-

• !
( (
Lester King * Lester King 387

PRINCIPIOS GENERALES DE EVOLUCION subaéreas era en principio vigorosamente disecado por profundos valles
DEL PAISAJE ** generados por el rejuvenecimiento del sistema fluvial, con lo que la ener­
gía del relieve resultaba acrecentada, y después reduddo por la meteori­
zación y el rebajamiento de los interfluvios a una superfide baja de escaso
reheve, denominada penillanura. El tipo de áreas tomado en consideradón
para la deducdón de estos cambios fue aquel al que pertenedan los terri­
torios donde Davis trabajó al comienzo de su vida profesional, es decir, de
Pensilvania a Nueva Inglaterra; como consecuenda de ello los atribuyó
el valor de norma con respecto a las demás regiones del globo. Los paisa­
jes que no resultaban conformes a dicha norma, como los paisajes desér­
ticos, se consideraban «anormales», «acddentales» o excepdonaies.
En sus últimos años, Davis escribió muchos trabajos excelentes, pero,
desde mi punto de vista, ninguno fue más profundo y trascendente que su
aportadón de 1930, en que se revisaban los primitivos planteamientos y
se registraban muchas evidentes homologías entre los paisajes de las re­
giones áridas y los de las regiones húmedas. Dicha armonía exige la
revisión de varios de sus conceptos inidales, y especialmente el criterio
de «normalidad» en los tipos de paisaje; sin embargo, las revisiones que
parecen necesarias no han sido realizadas, de forma relativamente comple­
Enfoque histórico ta, ni por Davis ni por ningún otro.
Por ello el tema de este artículo es básicamente la reconsideradón
El estudio dentífico del paisaje comienza a finales del siglo xix y se de lo que Davis llamó «Ciclo de erosión»; pero antes de pasar a exponer
asoda espedalmente a los nombres de J. W . Powell, G. K. Gilbert y nuestros argumentos conviene hacer otras reflexiones de carácter histórico.
W. M. Davis, en América, y al de Albrecht Penck, en Europa. La obra El concepto ríclico no es original de Davis; fue planteado antes por
del trío americano siempre ha oscurecido ante la opinión pública a la del Powell en su «Exploradón del río Colorado y del Oeste» (1875) en los
viejo Penck, y las concepdones más redentes todavía siguen rigurosa­ siguientes términos: «Los agentes subaéreos transportaron 10.000 pies de
mente los pronunciamientos y opiniones del último del trío, William Morris rocas en un proceso lento, pero inexorable, hasta que de nuevo el mar
Davis. Davis tenía una excepdonal capaddad de análisis, razonaba con cubrió la tierra, y una superficie regularmente arrasada se puede consi­
lógica y brillantez y, además, escribía con facilidad, gracia y en abundanda, derar el resultado del largo período en que el territorio estuvo emergido.»
de modo que sus ideas fueron rápida y fácilmente asimiladas, tuvieron Powell reconoció también con toda precisión que las últimas etapas de
una amplia difusión y resultaron convincentes. Era un maestro inspirado arrasamiento deberían ser sumamente lentas: «El rebajamiento de las
y sus aportadones consiguieron una amplia audienda y una fácil acep­ últimas pulgadas sobre el nivel del mar de un terreno requeriría un
tación. período mucho más largo que el que se necesitó para arrastrar los miles
Esto ocurrió espedalmente con su concepto de «Ciclo de erosión», de pies que existían sobre ellas, debido a que dicho rebajamiento se realiza
según el cual un territorio levantado y expuesto a las fuerzas erosivas por medio de procesos mecánicos, es decir, mediante presión o flotación;
pero en el caso de que se trata aquí, la desagregación por disoludón y el
* Además del artículo traducido en este libro, entre los trabajos principales del arrastre de los materiales por la acción de la fluidez incrementa los
autor se encuentran: lentos procesos de desintegración mecánica y, en definitiva, a ellos les
King, L. (1949): '«On the Ages of African Landscapes», Geológical Society of London
Quart. Jour., vol. 104, pp. 439-459. corresponde la parte prindpal del proceso.»
King, L. (1949): «The Pendiment Landform: Some Current Problems», Geological
Magazine, vol. 86, pp. 245-250. La aportadón específica de Davis a la teoría de Powell fue visualizar
King, L. (1950): «TTie World’s Plainlands: A New- Approach in Geomorphology», y describir las formas de reheve que, bajo la acdón de los procesos erosi­
Geological Society of London Quart. Jour., vol. 106, pp. 101-131.
King, L. (1962): T he Morphology of the Earth, Edimburgo, Oliver & Boyd. vos, se van sucediendo en la evolución del paisaje hacia su estadio final.
* * King, L. C. (1953): «Canons of Landscape Evolution», bulletin o f the Geolo­ La contribución de Walter Penck (1924), en la que la morfología de
gical Society of America, pp. 721-752 (pp. 721-725, 740-742 y 747-750). Traducción de las vertientes se relacionaba con continuos movimientos tectónicos, no ha
Julio Muñoz Jiménez. tenido una aceptación duradera. No obstante, el joven Penck interpretó
386

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Lester King 389
388 Antología de textos
centes; esta superficie se denomina pedjllanura, y se puede diferenciar a
ciertos tipos de formas de relieve mejor que Davis, y algunos de sus puntos primera vista de la penillanura davisiana por su carácter multicóncavo,
de vista, como el retroceso paralelo a sí mismos de los escarpes y la dife­ en lugar de multiconvexo, y por la presencia de relieves residuales desta­
renciación de paisajes seniles e iniciales, son constatables en la Naturaleza cados, en lugar de suaves. La diferencia básica entre ambas no está sim­
y significan un avance sobre el primitivo planteamiento davisiano. p le m e n te en la forma — que a veces resulta dudosa, pues se pueden en­
En la actualidad los estudios de paisaje han llegado a un momento en contrar concavidades relacionadas con penillanuras— , sino en su distinta
que se comienza a aplicar el análisis estadístico a cierto tipo de datos historia y modo de desarrollo.
(Strahler, 1950). Este método, si se usa con sentido crítico para que no Las dos modalidades de ciclo de erosión se excluyen mutuamente. En
lleve falsas conclusiones a la mente de los científicos, hace posible una un determinado territorio, si se da una, no puede darse la otra. Muchos
definición mucho más exacta de las formas del terreno, de los procesos geólogos consideran que el llamado «Ciclo de erosión normal» correspon­
y de los postulados. Siempre que los datos básicos se puedan obtener de de a climas húmedos, y el «Ciclo de pediplanadón», a climas semiáridos y
la observación y la medición de los paisajes, no hay duda que es un áridos. Esta opinión no deja de ser absurda. Es lógico que se dé un ciclo
método ideal para desentrañar complejos de formas y procesos, cada tino y un tipo de formas especiales en las zonas frías, donde el agua se en­
de los cuales está determinado por muchos factores o variables. ¿Qué cuentra en forma de hielo y los mecanismos de erosión cambian por com­
enfoque puede ser más satisfactorio que éste para enfrentarse, por ejem­ pleto, donde bajo condiciones específicas se forman circos por hielo y
plo, con las complicaciones de la circulación de las aguas y el arrasa­ deshielo (D. W. Johnson) y donde masas de hielo pulen rocas aborrega­
miento? das; pero no es tan lógico, y requiere más investigación que simples dife­
(...) rencias en la cuantía e intensidad de la lluvia, en la evaporación o en
factores semejantes ,sean capaces de tener unos efectos tan destacados
Planteamiento del problema que permitan hablar de dos ciclos enteramente distintos. El agente pri­
mario que modela el paisaje en ambos casos, húmedo y árido, es el agua
(-> en movimiento, y ha de producir resultados comparables en ambos tipos
La concepción davisiana no ha estado libre de críticas incluso en su
de regiones.
propia Universidad de Harvard, donde la importante escuela de Kirk Bryan
ha aceptado el retroceso paralelo de los escarpes. Algunos autores desta­ (...)
cados han llegado a rechazar los conceptos cíclicos por completo (Penck,
1924); otros, entre los que nos contamos, han aceptado la idea general La « normalidad» en el paisaje
de un ciclo de desarrollo de las formas de reheve sometidas a la erosión,
aun cuando consideren que las formas y secuencias concretas difieren Los manuales de geomorfología comúnmente se refieren a los siguien­
sensiblemente de las visualizadas y expuestas por Davis. La diferencia tes tipos de ciclo de erosión: el «ciclo normal», tipificado en los territo­
esencial de planteamiento está en la interpretación de la morfología de rios templado-húmedos, el «ciclo semiárido» y el «ciclo árido». No estoy
las pendientes y el modo de entender la evolución de las vertientes. de acuerdo con el uso que se hace del término «normal».
Según nuestro punto de vista, una vez que ha comenzado el ciclo ero­ Los climas templado-húmedos de Europa y Norteamérica se han con­
sivo con la incisión de las corrientes de agua sobre la superficie de un siderado «normales» por ser característicos de las regiones de origen de
territorio levantado, de acuerdo con el modelo de Davis, es preciso deter­ la civilización occidental; sin embargo, resultan anormales para los habitan­
minar rigurosamente el valor del rebajamiento de las vertientes mediante tes de, por ejemplo, las regiones semiáridas, que están acostumbrados a
el análisis de su inclinación, teniendo en cuenta que tienden a conseguir largos períodos de tiempo estable y soleado y suelen referirse despectiva­
una pendiente estable (de acuerdo con las condiciones locales) tras el re­ mente al inestable tiempo de los climas del Norte. Quienes viven en las
troceso paralelo a sí mismo de sus partes más destacadas. Un ejemplo bien regiones semiáridas pueden también afirmar legítimamente que, mientras la
conocido de esto lo ha aportado Kirk Bryan (1922). Al pie de las vertien­ acción de las aguas corrientes se puede ver y estudiar de forma directa en
tes aparecen pedimentos que descienden con suave inclinación hacia los el medio donde habitan, el proceso de ataque superficial se encuentra
ríos y cuyo perfil es cóncavo. Así, cuando los interfluvios iniciales son obstaculizado en las tierras septentrionales por cubiertas vegetales con fre­
destruidos por el retroceso paralelo de los escapes, los pedimentos opues­ cuencia densas de prados o bosques, que hasta hace poco eran aún más
tos de valles adyacentes llegan a enlazarse, dando lugar a una amplia extensos. Sólo desde la Edad Media se ha ido generalizando la deforesta­
convexidad en el territorio interfluvial. ción tanto en Europa como en América. Además, las partes septentrionales
De acuerdo con esta interpretación, el último paisaje en la evolución de ambas estuvieron cubiertas por los glaciares del Pleistoceno; e incluso
del territorio es una superficie compuesta por muchos pedimentos coales-

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390 Antología de textos 391
Lester King
las áreas que no estuvieron cubiertas por los casquetes de hielo fueron 3) Existe una homología general entre todos los paisajes epigenéticos.
afectadas por un régimen perigladar con permafrost y nevadas en lugar Las diferencias entre formas de reheve de medios templado-húmedos,
de lluvias. La gran abundancia de depósitos que existe en las vertientes semiáridos y áridos son sólo de grado. Así, por ejemplo, monadnocks y
es consecuencia de este régimen. montes-islas son homólogos.
Y nos preguntamos: ¿Pueden ser consideradas estas regiones como
«normales» y servir de base de comparación para los procesos y la evo­ 19) El pedimento es la forma de relieve fundamental a la que tienden
lución geomorfológicos? ¿Se trata, por el contrario, de standards comple­ a ser reduddos todos los paisajes epigenéticos.
tamente anormales asumidos de forma injustificada, aunque comprensible,
en los estudios clásicos sobre el tema y que desde entonces se han mante­ 23) Los primeros estudios sobre el ciclo de erosión trataron de Europa
nido acríticamente? y el nordeste de Norteamérica, áreas que en un pasado estuvieron some­
Es ya imprescindible un planteamiento no tendencioso del uso del tidas a un clima gladar o perigladar. Estos territorios y paisajes se
término «normal». Davis y Cotton (1941) consideraron cualquier desvia­ consideraron «lo normal» en la superficie terrestre; ello es una concepdón
ción de las condiciones templado-húmedas como un «accidente climático», y errónea que no se puede seguir manteniendo.
Davis (1930), incluso después de que se hubiesen reconocido las homolo­ 24) El tipo standard o «normal» de paisaje, tanto en la actualidad
gías entre las formas de reheve desarrolladas en condiciones epigenéticas como en el pasado geológico, es el semiárido con extensos pedimentos y
y se hubiese comprobado la presencia de pedillanuras incluso bajo regí­ retroceso paralelo de los escarpes.
menes húmedos, se reafirmó en « ... la anterior opinión de que el ddo 25) Como consecuenda de lo anterior, donde mejor se observan los
dq erosión, con todas sus peculiares consecuencias, debe ser considerado procesos de erosión y la evoludón de las formas de reheve es en las
como un modo de realizarse la erosión húmeda». Hoy en día un observa­ regiones semiáridas.
dor impardal que estudie el mundo en su totalidad puede muy bien llegar
a una condusión del todo diferente.
35) La forma de reheve cíclica final es la pedillanura, que viene a
De lo que se trata es de definir qué es lo «normal» en las formas de
ser una amplia coalescenda de pedimentos. En ella los reheves residuales
reheve epigenéticas. Para ello hay que dejar muy daro un punto previo:
son escarpados y tienen pendientes cóncavas.
quien vaya a estudiar los procesos normales de evolución del paisaje, los
tipos normales de formas de reheve y el modo normal de desarrollo de la
morfología ha de hacerlo en regiones semiáridas. En ellas podrá ver, con 37) La penillanura en el sentido davisiano, resultante de la redue-
drenaje exorreico, el tiempo estable y el tipo de predpitaciones que carac­ dón de las pendientes y su arrasamiento, no puede existir en la Natura­
teriza la mayor parte de la Tierra y el modo en que dichas precipitaciones leza. Debe ser redefinida como «forma de reheve imaginaria».
se distribuyen. En ellas se soslayarán las complicaciones introduddas por
los cambios climáticos dd Pleistoceno. En ellas, también, se podrán anali­ 44) El paisaje, una vez reducido a pedillanura, puede permanecer en
zar con más facilidad los elementos morfológicos de las vertientes, el activo tal situadón durante un tiempo indefinido sin la menor alteradón, hasta
desarrollo del paisaje consecuente al retroceso de los escarpes y los procesos que se produzca algún cambio tectónico o climático.
de pedimentadón; en definitiva, d modo más eficaz de evoludón. 45) No obstante lo anterior, continuamente se registran pequeños
Cualquier desviadón de la semiaridez tanto hacia una mayor humedad cambios como consecuenda de retoques y ligeros desequilibrios entre los
como hacia una mayor aridez provoca la acumulación de derrubios en d pedimentos. Esta dinámica, insignificante en d conjunto del paisaje, ya
paisaje, lo que es síntoma de una disminución de la capaddad de evb- que sólo alcanza a remover unas pocas pulgadas de material, da lugar a
ludón del paisaje. diferendas significativas en los depósitos superfidales de los pedimentos.
(...) 46) Las superfides de erosión pueden ser datadas por medio de los
Principios de evolución del paisaje depósitos que se encuentran sobre ellas. Son «efectivas» las edades fijadas
por datadón directa de depósitos en un lugar determinado. Son «com­
1) El paisaje es fundón del proceso, la etapa y la estructura. La im­ parativas» las edades en reladón con d momento en que se produjo d
portancia relativa de éstos viene indicada por el orden en que se citan. arrasamiento y se obtienen con base en los depósitos más antiguos
2) El calificativo «epigenético» aplicado a paisajes quiere decir «en 47) En las superficies de erosión se pueden encontrar depósitos de
la superficie» o «subaéreo». Exduye los paisajes modelados bajo una cu­ cualquier edad, desde la más antigua, usada como datadón «comparativa»,
bierta sólida de hielo, y debe sufrir ciertas modificadones en las regiones hasta d presente.
con permafrost.
(...)

( (
Capítulo 3
392 Antología de textos
LAS TENDENCIAS ACTUALES
49) Un mayor uso de métodos cuantitativos es necesario en el estudio DEL PENSAMIENTO GEOGRAFICO
del paisaje; también es muy necesaria una cartografía morfológica más
extensa.
50) Según se vaya disponiendo de mejor información, el análisis esta­
dístico se irá haciendo una técnica más útil en el estudio del paisaje.

' /
( (
Walter Christaller *
LOS LUGARES CENTRALES
DEL SUR DE ALEMANIA: INTRODUCCION **

1. ¿Existen leyes que puedan determinar el número, el tamaño


y la distribución de las ciudades?

En la bibliografía reciente sobre geografía de los asentamientos, puede


apreciarse, de acuerdo con Gradmann, una clara distinción entre asenta­
mientos rurales y asentamientos urbanos. Gradmann tiene razón cuando
habla de «dos cosas tan sustancialmente distintas como son el pueblo y la
ciudad». Es evidente que la vida del pueblo hunde sus raíces fundamen­
talmente en el aprovechamiento de la tierras con fines agrícolas. La rela­
ción entre el número de personas que habitan en pueblos y caseríos y la
superficie territorial también es, por tanto, evidente: hay allí tantos habi­
tantes como pueden ser alimentados, usando determinadas técnicas agríco­
las y de organización económica para el aprovechamiento del suelo. Lo que

* Walter Christaller (1893-1969). Además del que corresponde al texto traducido


en este libro, entre sus trabajos principales se encuentran:
Christaller, W. (1950): Das Grundgerüst der raumlichen Ordnung in Europa. Die
Systems der europáischen zentralen Orte, Frankfurt am Main, W . Kramer.
Christaller, W . (1963): «Some Considerations on Tourism Location in Europe: The
Peripheral Regions Underdeveloped Countries-Recreation Areas», Papers and Pro-
ceedings o f the Regional Science Association, Papers X I I (Lund Congress), pp. 95-
105.
Christaller, W. (1968): «How I Discovered the Theory of Central Places: A Report
about the Origin of Central Places», en English, P. W ., y Mayfield, R. C., Eds.
(1972): Man, Space and Environment. Concepts in Contemporary Human Geo­
graphy, Nueva York y Londres, Oxford University Press, pp. 601-610.
* * Christaller, W. (1933): Die zentralen Orte in Süddeutschland. Eine okono-
mischgeographische Untersuchung über die Gesetzmassigkeit der Verbreitung und
Entwicklung der Siedlungen mit stadtiscben Funktionen, Jena, Gustav Fischer; «Ein-
leitung», pp. 11-20. Traducción de Monika Kielmannsegge.
395

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396 Antología de textos 397
Walter Christaller

ya no es tan evidente es si estas personas viven en grandes núcleos, es condiciones de situación muy favorables, la ciudad había de tener un
decir, en grandes pueblos compactos o en pequeños pueblos, en aldeas o d e s a rro llo particularmente favorable; pero, en esta perspectiva, no se
en caseríos. Los estudios realizados por Gradmann y otros han aclarado tiene en cuenta que existen innumerables localizaciones igual de favora­
plenamente estas relaciones: casi siempre predomina una determinada bles, si no mejores, donde no se ha levantado ninguna ciudad, y que, a la
forma de asentamiento dentro de un área específica. inversa, pueden hallarse ciudades en localizaciones muy poco propicias,
Las cosas son distintas en la ciudad. En una misma región encontra­ a veces incluso ciudades muy grandes. No es posible dar una explicación
mos ciudades grandes y pequeñas de todas las categorías. En algunas zonas sobre el número ni sobre la distribución o el tamaño de las ciudades,
se amontonan de forma espectacular, aparentemente sin motivo lógico, basándose únicamente en las circunstancias geográficas naturales. Ya
mientras que en otras amplias áreas no existe ninguna población que en 1902, Hettner había llamado la atención sobre la importancia de la
merezca la denominación de ciudad, muchas veces ni siquiera la de centro in v e s tig a c ió n del número y de la distancia media entre núcleos de similar
de mercado. Se insiste siempre en que las relaciones entre la ciudad y la nivel económico. Desde entonces, raramente faltan estos cálculos en mo­
actividad laboral de sus habitantes no son casuales, sino fundadas en su nografías de geografía de los asentamientos. Pero este camino, sin embar­
propia naturaleza; pero, entonces, ¿por qué hay ciudades grandes y pe­ go, no ha llevado a leyes claras y generalizadas.
queñas?, y ¿por qué están tan irregularmente distribuidas? ¿Puede, tal vez, la investigación histórica darnos una respuesta gene­
Nosotros tratamos de buscar una respuesta a esta pregunta; buscamos ral? Si se analizara detenidamente el desarrollo de todas las ciudades desde
la razón por la que una ciudad es grande o pequeña, porque creemos que su origen hasta el momento actual, se podrían obtener reglas específicas
en la distribución tiene que prevalecer algún principio ordenador que hasta con valor definido en el espacio y en el tiempo; se puede introducir un
ahora no hemos podido reconocer. cierto orden en la multiplicidad de los casos, pero la investigación histó­
Estas cuestiones son de interés no sólo para el geógrafo, sino también rica nunca podrá suministrar, por sí sola, el principio ordenador. La prueba
para el historiador, el sociólogo, el economista y el estadístico. Sin embar­ de ello la tenemos en la escuela histórica de economía nacional: ha sacado
go, tan sólo una vez se llevó a cabo un intento importante de hallar a la luz una gran cantidad de hechos documentales, pero no ha podido
auténticas leyes de distribución y tamaño de las ciudades: el autor de llegar con el método histórico a formular leyes económicas válidas.
este intento fue Kohl, hace casi cien años. Los juicios emitidos a este ¿Avanzaríamos, entonces, más con el método estadístico? Se puede
respecto son curiosamente contradictorios: en la mayoría de los casos se calcular la densidad demográfica de una zona, la distancia media entre dos
le reprocha a Kohl el haberse alejado demasiado de la consideración de ciudades, se pueden definir categorías por tamaño y contabilizar la canti­
la naturaleza. Así, por ejemplo, Ratzel considera que no hay que alejarse dad de ciudades que existen en cada categoría de tamaño; de este modo
demasiado de la «verdad» (Wahrheit) (entendida como realidad) si se cabe hallar la frecuencia y los valores medios, tal vez ciertas regularidades
pretende aportar una contribución científica, A su vez, Hassert mantiene y combinaciones frecuentes de fenómenos: pero la estadística sola no puede
que la naturaleza es demasiado variada como para dejarse encerrar en un aportar la prueba lógica de que se trata de auténticas leyes.
esquema basado en modelos preestablecidos; por el contrario, Hettner Llegados a este punto, es necesario establecer si realmente son leyes
valora el trabajo de Kohl, al sostener que descubrió unas reglas que, «en las que determinan el tamaño y la distribución de las ciudades y si es
su mayor parte, siguen teniendo validez hoy en día». Y Schlüter, por su posible reconocerlas.
parte, afirma que el problema de fundamentar la red de comunicaciones Si la geografía de los asentamientos fuera una disciplina de las ciencias
sobre bases teóricas ha sido resuelto «de una vez para siempre» por Kohl; naturales, por lo menos en gran parte, como puede parecer de acuerdo
también Sax trabajó sobre «las leyes normativas de circulación desarro­ con algunos autores, no cabría ninguna duda sobre la existencia de leyes
lladas por Khol». El genial intento de Kohl fracasó, sin embargo, en su naturales, porque todo fenómeno natural se basa en estas leyes. Pero
objetivo de hallar leyes para el tamaño y distribución de las ciudades: nosotros somos de la opinión de que la geografía de los asentamientos
pero no porque su procedimiento fuera demasiado abstracto, sino porque es una disciplina de las ciencias sociales, claramente determinante para el
partía de premisas fundamentalmente erróneas; la prueba la encontrare­ nacimiento, desarrollo y decadencia de las ciudades, es la actividad de sus
mos en el trabajo presente. habitantes, que encuentran allí su medio de vida. Para la existencia de la
Pero ¿cómo hallar una explicación general para el tamaño, el número ciudad, los factores económicos son, pues, decisivos — y es evidente que
y la distribución de las ciudades? ¿Cómo encontrar leyes? también lo son para los asentamientos rurales, donde el hábitat es al mismo
¿Puede acaso la investigación puramente geográfica suministrar una tiempo lugar de producción— . Por esta razón, la geografía de los asen­
explicación? Éste tipo de investigación parte generalmente de la investiga­ tamientos forma parte de la geografía económica. Hay que recurrir a la
ción topográfica y geográfica, para explicar después simplemente que en teoría económica para explicar la naturaleza de las ciudades, y si existen
un lugar preciso «tenía que levantarse» una ciudad, y que, en caso de leyes en la teoría económica, también tiene que haber leyes en la geografía

( ( 4
398 Antología de textos Vfalter Christaller 399

de los asentamientos. Pero se trata de leyes económicas de un tipo particu­ hechos no explicados pueden entonces ser aclarados con el método histó­
lar que podrían ser consideradas leyes geográfico-económicas. Si existe la rico y geográfico. Se trata, en efecto, de «resistencias» particulares históri­
posibilidad de aplicar leyes económicas es algo que no puede ser contes­ cas y naturales de hechos que obligan a desviaciones de la teoría; no tienen
tado en este momento; el autor está convencido de ello, manifestándose así nada que ver con la teoría en sí, y, por lo tanto, no pueden en absoluto
de acuerdo con la mayoría de los economistas. Sin embargo, estas leyes son ser aducidos como prueba contra el acierto de la teoría. Alfred Weber,
de un tipo distinto que las leyes naturales, pero no por ello menos «váli­ quien siguió con éxito este camino para el desarrollo de su teoría de la
das». Tal ve2 sería más correcto denominarlas «reglas» y no «leyes», localización, ha popularizado la denominación «verificación de la teoría»
porque sus efectos no son tan inexorables como los de las leyes de la gara este procedimiento.
naturaleza. Pero como no estamos ahora tratando de llevar a cabo una Hay que poner también expresamente de manifiesto que la teoría aquí
investigación sobre la teoría del conocimiento, creemos que la terminología presentada no es completa. De hecho nos referimos tan sólo a aquellas re­
no es tan importante. Nos parece suficiente’ retener el hecho de que exis­ laciones y procesos que resultan particularmente significativos para la
ten leyes económicas que determinan la vida económica, y, en conse­ aclaración de las preguntas concretas que nos hemos planteado; por ello,
cuencia, que también tiene que haber leyes específicamente económico- la teoría no es estrictamente sistemática, sino sobre todo pragmática.
geográficas que determinen el tamaño, el número y la distribución de las Entre la parte teórica y la parte regional hemos tenido que introducir
ciudades. Por lo tanto, no nos parece inútil buscar tales leyes. otra que actuará de nexo de unión, en la que se desarrollan los métodos
Un segundo tema sigue estando planteado: ¿qué entendemos por y principios con la ayuda de los cuales se puede determinar concretamente
«ciudad» y entre qué límites se sitúa el concepto? Se dará una respuesta los núcleos que en este momento desempeñan una función de ciudades,
a esta pregunta en la primera parte de este libro. representar numéricamente su tamaño y hasta dónde llega su zona de in­
fluencia. De esta forma, nuestro trabajo se articula en cuatro partes: la
primera parte la constituye el intento de elaborar una teoría; en la segunda
2. Observaciones sobre los métodos y fuentes de la presente investigación se expone un método para comprender mejor la realidad; la tercera con­
siste en la descripción descriptiva y explicativa de la realidad; en la última
Parece oportuno dar una razón por la que el presente trabajo se aparta parte se procede a la verificación de la teoría y se presentan los resultados
del procedimiento habitual en la investigación geográfica. El procedimien­ generales obtenidos para la geografía de los asentamientos. -
to seguido aquí es más sintético en la primera parte para hacerse predo­ Hay que mencionar de forma expresa la procedencia de los funda­
minantemente analítico en la tercera. La finalidad del trabajo, sin embar­ mentos teóricos que se exponen en la primera parte de este trabajo: en
go, es muy concreta: descubrir y explicar los hechos relativos al tamaño, su mayoría proceden de la nueva corriente teórica de la economía que,
número y distribución de las ciudades en la Alemania del Sur. Pero no apoyándose en la escuela clásica de Smith, Ricardo y Thünen, se basa
comenzaremos con una descripción de la realidad, sino con una teoría de manera especial en los trabajos de la escuela de utilidad marginal
general, puramente deductiva. Creemos que es necesario partir de tan (Menger, Von Wieser, etc.) y, por otra, en la orientación sociológica de
lejos, ya que no existe absolutamente ninguna teoría coherente acerca de la Nueva Escuela Histórica, y, sobre todo, en Sombart y Max Weber.
los fundamentos económicos de la naturaleza de las ciudades, teoría que Desgraciadamente, la economía teórica se ocupa todavía muy poco
es, sin embargo, indispensable para hallar determinadas leyes. de las relaciones espaciales y de las influencias del espacio, concediendo,
La razón por la que anteponemos la parte teórica es de orden prác­ en cambio, una excesiva importancia al elemento tiempo. Esto lo podemos
tico: es necesario desarrollar los conceptos imprescindibles para la pos­ observar en los trabajos de Bohm-Ba'werk y, más recientemente, también
terior descripción y análisis de la realidad, y proporcionar una introduc­ en los trabajos de Cassel y de la teoría coyuntural. La escuela de Harms
ción al razonamiento económico. Para esta división del trabajo ha sido está tratando de investigar los fenómenos del espacio para incorporarlos a
también determinante una consideración fundamental: en las disciplinas la teoría económica, después de que el propio Harms llamase la atención
científico-sociales la teoría no puede ser hallada de modo inductivo, sino sobre la diferencia, ya manifestada en los principios teóricos y que, en
de modo deductivo. Por lo tanto, resulta superfluo anteponerle la des­ parte, se debe a las diferencias en la extensión del espacio, entre la eco­
cripción de la realidad; la teoría tiene una validez independiente de la nomía nacional y la economía mundial. Por el mismo motivo, se podría
realidad concreta, una validez basada en su lógica y coherencia internas. tratar por separado una teoría de las «pequeñas economías» que abarcaría
Confrontando después la teoría con la realidad, podremos saber, en primer principalmente las relaciones locales de mercado y las relaciones sociológicas
lugar, hasta qué punto la realidad corresponde a la teoría y se explica de vecindad, con sus propias leyes particulares. Las expresiones «economía
mediante ésta; y, en segundo lugar, qué aspectos de la realidad no coin­ espacial» y «teoría estructural» adoptadas en este contexto (y que, en
ciden con la teoría y no pueden, por tanto, ser explicados por ella. Estos cualquier caso, no son todavía de uso común) son, entre otras cosas, bas-

/
(
400 Antología de textos Walter Christaller 401

tante poco claras y, por tanto, desaconsejables; la primera sirve para Hasta ahora únicamente Englander ha conseguido relacionar todos los ele­
indicar los desarrollos económico-teóricos de las relaciones y procesos espa­ mentos de la teoría económica con las relaciones espaciales, analizando
ciales, partiendo de la consideración del hecho de que toda actividad ¿n particular la dependencia de los precios, núcleo de la teoría económica,
económica actúa mediante relaciones espaciales; la segunda se refiere al con dependencia a la distancia del mercado, así como otros factores es­
análisis teórico de los fenómenos económicos concretos («estructura») en paciales. , . ,
toda su interdependencia espacial y temporal concreta. Aparte de los trabajos de estos tres autores, no hay ningún otro tra­
Prosiguiendo el pensamiento y postulados de Harms, Weigmann ha bajo de cierta envergadura que se haya ocupado del significado del trabajo
publicado recientemente su trabajo Ideas para la teoría de la economía en la teoría económica; sólo podríamos, en todo caso, mencionar traba­
espacial, donde el concepto «área económica» ocuparía un lugar preciso jos menores: el trabajo de Furlan sobre el «hinterland» de los puertos,
en la construcción de la economía teórica. Entre otros autores menos re­ así como algunas aportaciones indudablemente importantes de Schilhng,
cientes, Eugen Dühring se había planteado los temas espaciales desde un P. Krebs, Dobeler y Schneider sobre problemas específicos publicadas en
punto de vista teórico, mientras Albert Schaffle estudiaba también estas la revista Tecknik und Wirtschaft bajo el título genérico «Economía de
cuestiones, pero sin enfocarlas teóricamente. los transportes y geografía económica». Para ciertos aspectos, cabe citar
No queremos dejar de recordar que P. H. Schmidt nos ha proporcio­ el estudio de Sax: Medios de comunicación en la economía política.
nado una excelente puesta a punto del tratamiento de problemas geográ­ Por último, hemos de recordar el Sistema de la sociología de Oppenhei-
ficos generales por los estudiosos de la economía. mer, que se estructura en gran parte sobre relaciones espaciales. Para
Sólo muy pocos tratadistas económicos son plenamente conscientes del Oppenheimer, conceptos como los de «mercado», «cooperación» y otros
hecho de que toda relación y todo proceso económicos están vinculados al son concebidos en términos concretamente espaciales. Aunque la obra es
espacio, y que esta vinculación al espacio también es un elemento consti­ muy sugerente, tenemos que reconocer que las numerosas «leyes» que en
tuyente de estas relaciones o procesos, por lo que no pueden ser conce­ ella se mencionan, como la «ley del volumen del mercado», la «ley de los
bidos sin ella. Pero cuando esta vinculación al espacio es aclarada por flujos», la «ley de la resistencia del transporte», la «ley básica geocéntri­
la teoría económica y descubiertas sus leyes específicas, se obtienen resul­ ca», etc., no son de utilidad para nuestra investigación, ya que son dema­
tados de gran utilidad, no sólo para la economía, sino también para la siado generales y, por tanto, poco exactas.
geografía. Por ello tanto los economistas como los geógrafos, cuando de­ Para alcanzar los fines fijados, es decir, descubrir los efectos espaciales
sean resolver problemas geográfico-económicos, tendrán que referirse siem­ de las leyes y reglas económicas sobre la geografía de los asentamientos,
pre a la obra fundamental de Thünen El Estado aislado. Thünen se ocupa tenemos que recorrer un camino nuevo, pero, en gran parte, ya trazado
preferentemente de las condiciones agrarias y trata de buscar una res­ por Thünen, Alfred Weber y Englander. Queremos referirnos una vez más
puesta a la siguiente pregunta: ¿cuáles son las leyes económicas que rigen a la obra de estos autores, para evitar repetir en exceso estas citas a cada
la distribución del espacio entre los distintos tipos de producción agraria? ocasión. La teoría presentada en la primera parte de este trabajo podría
El método que utiliza del aislamiento y posterior tratamiento matemático llamarse también «teoría de la localización de las profesiones e instituciones
de los elementos aislados es imprescindible en cualquier investigación teó­ urbanas», y constituir así un complemento a la teoría de la localización
rica- de la economía. Lo que resulta extraño es que en la literatura geográ­ de la producción agraria de Thünen y de la localización industrial de
fica rara vez se haga referencia a esta obra tan importante para la geografía Weber, de las que Englander elaboró un marco común.
económica, con la honrosa excepción de Sapper, quien expone las ense­
ñanzas de Thünen en su Geografía general de la economía y del transporte,
y de Lautensach, quien se refiere a ella en su Geografía general. En un
ensayo de Pfeifer, que da una visión generalizada sobre la aplicación de
conceptos «de economía del espado», las referencias a Thünen son breves,
casi de carácter secundario; el libro de Hermann Wagner ni lo menciona.
Sin embargo, P. H. Schmidt, por el contrario, hace una extensa mención
de la importancia de este clásico de la teoría geográfico-económica.
Basándose en las ideas de Thünen y completándolas, Alfred Weber ha
desarrollado una teoría de la localización industrial en la que las relaciones
espaciales puras quedan por fin reintroducidas en la teoría económica; es
por lo que el trabajo tanto de economistas como de geógrafos especiali­
zados en geografía económica se apoya ahora sobre este nuevo principio.

/
(
William Bunge * Vyilliam Bunge 403

GEOGRAFIA TEORICA. científica para la geografía y pone de manifiesto las relaciones entre geo­
UNA METODOLOGIA GEOGRAFICA ** grafía regional y descriptiva, sistemática y teórica, cartográfica y ma-

A fin de considerar la metodología en la perspectiva que se pretende,


hay que tener presentes ciertas reglas fundamentales. Los argumentos
históricos que sostienen o atacan posiciones metodológicas no son utiliza­
dos. Se citará literatura geográfica contemporánea de preferencia sobre
la literatura geográfica antigua por contener la primera la sabiduría acumu­
lada de la geografía. Además, no se recurre a la literatura geográfica antigua
porque los grandes hombres de nuestro pasado podrían sostener, en la
actualidad, a la vista de los acontecimientos más recientes, opiniones dife­
rentes de las que sostuvieron. Aunque la literatura contemporánea es
útil, la verificación última de una posición metodológica es su capacidad
paira producir verdaderos resultados. La pregunta esencial es: «¿Da lugar
la metodología a resultados geográficos fructíferos?», una pregunta que
será contestada en capítulos ulteriores, no en éste.

I UNA FILOSOFIA GENERAL DE LA CIENCIA.


La discusión de metodología que se presenta aquí trata de relacionar LA FUNCION ESENCIAL DE LA TEORIA
a la geografía con la ciencia. El alcance de la discusión se extiende más
allá de la consideración de la mera teoría científica, puesto que es necesa­ Resulta útil dividir la ciencia en tres elementos: la lógica, los hechos
rio establecer las relaciones entre teoría y otros aspectos de la ciencia, de observación, y la teoría. La lógica incluye las matemáticas y tiene
especialmente entre teoría y hechos (descripción) y entre teoría y lógica que ver con las relaciones entre símbolos. Los sistemas lógicos no esta­
(matemáticas). En la primera parte se introduce una filosofía general de blecen enunciados respecto del mundo real o factual. Los hechos de obser­
la ciencia, con énfasis en el lugar de la teoría. En la segunda se discuten vación deben de ser designados operacionalmente, ya que sólo a través
dos problemas relacionados con considerar a la geografía como una ciencia. de la descripción exacta de cómo ha sido hecha una observación se puede
Estos dos problemas se refieren al papel de la descripción en geografía identificar un hecho particular. Una teoría se forma por la unión de un
y a la predecibilidad de los fenómenos geográficos. La tercera y última sistema lógico con hechos definidos operacionalmente. La teoría es el
parte, que se inspira ampliamente en Schaefer, sugiere una metodología corazón de la ciencia, porque una teoría científica es la clave para los
rompecabezas de la realidad. Se descubre, no ciegamente, como Colón
* William Bunge (1928). Además de los que corresponden a los textos traducidos descubrió América, sino con gran ingeniosidad e inventiva, como se des­
en este libro, entre sus trabajos principales se encuentran: cubre una regla para salir de un laberinto. La teoría tiene el poder, e
Bunge, W . (1968): «Fred K. Schaefer and the Science of Geography», Harvard incluso la exigencia, de predecir. Si una teoría no es capaz de predecir,
Papers in Theoretical Geography. Special Papers Series, Paper A, pp. 1-21; re­
producido de forma resumida en Annals o f the Association of American Geogra­ es que no ha descubierto una regla de la realidad. La creación de la teoría
phers, L X IX , 1, 1979, pp. 128-132. es difícil, porque el científico debe integrar con éxito los símbolos pura­
Bunge, W. (1971): Fitzgerald: Geography o f a Revolution, Cambridge, Massachusetts, mente lógicos de las matemáticas con un conjunto de hechos de obser­
Schenkman Publishing Company.
Bunge, W. (1973): «La ética y la lógica en geografía», en Chorley, R. J ., Ed. (1973):
vación.
Nuevas tendencias en geografía. Traducción de J . Hernández Orozco, Madrid, Ins­
tituto de Estadios de Administración Local, 1975, pp. 477-500. a) Requisitos que una teoría debe cumplir
Bunge, W ., y Bordessa, R. (1975): The Canadian Alternative: Survival, Expeditions
and Urban Change, Toronto, York University, Atkinson College, Department of Para ser efectiva una teoría debe cumplir ciertos requisitos que inclu­
Geography, Geographical Monographs, 2.
* * Bunge, W . (1962): Theoretical Geography, Lund, The Royal University of Lund yen claridad, simplicidad, generahdad y exactitud. La claridad se alcanza
(Lund Studies in Geography. Ser. C. General and Mathematical Geography, 1), cuando una teoría se presenta en forma matemática, ya que la forma
C. W . K. Gleerup Publishers; I : «A Geographie Methodology», pp. 1-13. Traducción matemática asegura la transparencia y la ausencia de contradicción. El
de Josefina Gómez Mendoza. lenguaje tiene una estructura lógica y puede suministrar una trama para
402

( c
404 Antología de textos
William Bunge 405
enunciados sobre hechos sensibles. Sin embargo, una teoría verbalizada
tiende a la transparencia incompleta y a no estar totalmente exenta de la Para dar contenido a esta afirmación, se ofrecen a continuación algunos
posibilidad de contradicción. Así, la ciencia, en su búsqueda de la claridad, ejemplos propios de la geografía.
se ve obligada en último extremo a utilizar formas matemáticas. Considérese el artículo de Enke «Equilibrio entre mercados separa­
(...) dos espacialmente. Solución a través de analogía eléctrica». ¿Puede espe­
Los otros tres requisitos — simplicidad, generalidad y exactitud— están rarse, como él sostiene, que la electricidad tenga un comportamiento
íntimamente relacionados. La simplicidad se obtiene minimizando las va­ similar a un sistema económico espacial? Sí, porque se ha hallado que las
riables. La generalidad es producida por ampliación del alcance de la infor­ matemáticas subyacentes pueden ser traducidas en ciertos aspectos cuida­
mación contenida. La exactitud se logra a través de la total especificidad. dosamente seleccionados de ambos temas. Un segundo ejemplo de emprés­
La tensión se produce porque la simplicidad y la generalidad tienden a tito de teorías puede obtenerse en «Un modelo continuo de transporte»,
producir inexactitud. De hecho, ninguna teoría se ajusta exactamente a los de Beckmann. Es sugerido por la hidrodinámica. ¿Puede esperarse que el
hechos observables. La constante insatisfacción con la simplicidad, la agua se comporte al igual que un sistema económico espacial? Una vez
generalidad y la exactitud de las teorías existentes suscita nueva labor más son las matemáticas las que pueden ser utilizadas para ajustar las
teórica. Sin embargo, nunca se abandona una teoría, cualquiera que sea características de ambos tipos de fenómenos. Si los científicos sociales se
su nivel de deficiencia, hasta que no se ha producido una mejor. encuentran a la defensiva por haber estado tomando a préstamo teorías y
matemáticas utilizadas antes en otros campos, les puede tranquilizar el
hecho de que exista reciprocidad. En efecto, la programación, que fue
b) Plausibilidad. Un falso requisito teórico inicialmente utilizada en las ciencias sociales, está siendo utilizada ahora
Contrariamente a una opinión ampliamente difundida, la plausibilidad para diseñar redes eléctricas.
o realidad intuitiva de una teoría no constituye una base válida para Una teoría formulada originariamente en un campo es habitualmente
juzgar una teoría. El rechazo de esta noción de sentido común ha ejercido modificada cuando se aplica a otro. Por ejemplo, Richards en «Ondas de
un efecto vital en la aceleración tanto de las ciencias modernas como de choque en la autopista» se aparta de forma radical de la teoría newto-
las matemáticas. niana que inspira directamente su teoría. Elimina el concepto de masa
(...) y define la velocidad como inversamente relacionada con la densidad: por
Este concepto es difícil de captar porque contradice la experiencia ejemplo, cuanto más densos son los vehículos sobre la autopista, más
diaria. Quizá pueda ser más fácilmente captado si se examinan algunas despacio circulan. A pesar de alteraciones tan radicales puede resultar
características adicionales de la teoría. Múltiples teorías que se refieren a preferible para el científico construir nuevas teorías como aspectos de
un simple fenómeno pueden coexistir en la ciencia si concuerdan. sobre viejas, incluso hasta el punto de retener el vocabulario de las originales.
el mundo observable. Cuál de varias teorías es más plausible es una pre­ En realidad, al hacerlo está tratando de relacionar la lógica implícita
gunta que nunca se hace. abstracta de una teoría con otra cuyas reahdades cree que son similares.
Esta dificultad respecto de la plausibilidad — la realidad intuitiva-- de Todo es plausible en la construcción de teorías. Los investigadores que
las teorías confundió a Kant. Sostuvo que los humanos hemos nacido con rehúsan tomar a préstamo por lo menos parte de las teorías de otros
ciertos poderes para distinguir lo real de lo no real. ¡Como principal campos científicos se sitúan a sí mismos en posición desventajosa. Tan
ejemplo de ello utilizó la supuesta realidad irrefutable y exclusiva de la sólo las grandes inteligencias son capaces de descubrir una aproximación
geometría euclidiana! A pesar del rechazo del punto de vista de Kant radicalmente nueva. Se puede incluso argumentar que teorías análogas
respecto de la plausibilidad, la noción todavía colea. La plausibilidad no son superiores al simplificar nuestro conocimiento y que, por tanto, deben
parece ser más que familiaridad desde el momento en que los requisitos ser ellas las deliberadamente perseguidas. Esto no autoriza a los inves­
varían de generación en generación. Las teorías de Newton son conside­ tigadores a razonar de forma difusa a través de analogías expresadas
radas reales y plausibles en nuestros días, pero fueron consideradas irrea­ verbalmente. Es indudable que en última instancia la teoría debe soldar
les y no plausibles en su tiempo. rigurosamente los hechos de observación a las matemáticas, de forma
La pregunta pragmática esencial respecto a la plausibilidad es: «¿Pue­ que la teoría sea lo suficientemente explícita como para ser verificada,
den los científicos confiar en tener éxito si toman prestadas teorías origi­ y deben realizarse verificaciones frente al mundo factual para determinar
nariamente inventadas en otros campos del conocimiento?» Sin duda, por el mérito de la teoría.
muy poco plausible que pueda parecer. Es un hecho comprobado que una La teoría científica, el corazón de la ciencia, es un intercambio entre
vez que la teoría ha sido producida, ha sido a menudo utilizada para una concepto y objeto percibido. Los científicos tratan de hacer generaliza­
variedad de temas. En este sentido, existe una unidad de conocimiento. ciones convenientes que correspondan a la realidad y cualquier nocion de
plausibilidad es considerada como metafísica.

(
406 Antología de textos William Bunge 407

II. DOS PROBLEMAS RELATIVOS A LA CONSIDERACION — a menudo altas matemáticas abstractas— que usan como soporté para
DE LA GEOGRAFIA COMO UNA CIENCIA sus teorías. Imaginan más y repiten menos.
Lukermann y otros consideran que la geografía es particularmente
El análisis metodológico se centra en la cuestión de la relación entre descriptiva y que la descripdón merece un lugar primordial en la inves­
geografía y ciencia. No se discute aquí lo que parece ser consenso ge­ tigación geográfica.
neral de los geógrafos americanos: definir el objeto de la geografía rnmn
ciencia de la superficie de la tierra y de los fenómenos de significación En geografía, como en cualquier otra dencia, existe una continua
humana. Este acuerdo confiere una amplia unidad a la geografía. Los ar­ interacción entre lógica, teoría y hechos (descripción). Ninguna puede
gumentos que se presentan se refieren a la forma en que este tema debe estar separada de las demás. Debido a su inseparabilidad, es absurdo
de ser abordado. mantener que una de las tres, en este caso la descripción, sea «más geo­
Hay en particular dos problemas que dificultan el tratar a la geografía gráfica» que las demás. Las tres son geografía. El problema en geografía,
como una ciencia. El primer problema se refiere a la función de la des­ como en cualquier otra dencia, reside en tratar de encontrar la manera
cripción en geografía y el segundo a la posibilidad de predicción de más económica de ordenar nuestra percepción de los hechos. En esta
fenómenos geográficos. continua búsqueda de la eficiencia hay que preguntarse: «¿Dónde está
el cuello de botella?» Sin vacilación, hay que contestar que está en la
a) La función de la descripción en geografía construcción de teorías.
(...)
Una cuestión metodológica a menudo suscitada en geografía se refiere
a la cuestión de la descripción. La cuesdón reviste dos formas: primero,
b) La predecibilidad de los fenómenos geográficos
¿es científica la descripción?, y segundo, ¿es la descripción algo peculiar­
mente geográfico? La cuestión de la posibilidad de predicción es crucial desde el mo­
Hay autores que mantienen que la descripción no es científica. Esta mento en que es el requerimiento básico de toda teoría. La predecibili-
posición no es mantenible. Existe una infinidad de hechos a nuestro al­ dad de los fenómenos geográficos depende a su vez de la respuesta a la
rededor y cualquier descripción de ellos es forzosamente muy selectiva. pregunta: ¿Son los fenómenos geográficos únicos o generales? Si son
Puede que se haga esta selección al a2ar, pero los geógrafos siempre únicos no son predecibles y no se puede construir teoría. Si son gene­
están buscando hechos que consideran significantes. La significación sólo rales, son predecibles y sé puede construir teoría. La darificación de esta
puede ser juzgada en relación con algún otro fenómeno. El estableci­ cuestión debe obtenerse de la filosofía de la denda. La ciencia asume
miento de esta relación significa que se ha formulado una teoría. Los lla­ que los fenómenos son generales, no únicos. Que un fenómeno sea único
mados «simples geógrafos descriptivos» no van por el mundo con la o general puede ser considerado como una cuestión de punto de vista o de
cabeza vacía. Tienen la sensación de un área y una bien desarrollada in­ propiedad inherente al propio fenómeno.
tuición espacial. Ello significa que poseen teoría, por muy vaga, implícita
y quizá subconscientemente que esté formulada. Fuera de este proceso
de descripción ha aparecido teoría progresivamente explícita y rigurosa. 1. La unidad como punto de vista
No hay lugar a dudas. La descripción es, por naturaleza, científica.
Existen no obstante diferencias operadonales reales entre los intere­ Imagínese que somos observadores extraordinariamente agudos; si ob­
sados por la descripción y los interesados por la «ciencia». Mientras que servamos de muy cerca dos objetos cualquiera, encontramos que son
los primeros, que piensan a través de esquemas dasificatorios, gastan totalmente diferentes, ya que nos parecerá que cada propiedad es dife­
tan sólo cierto esfuerzo en teoría implídta, invierten, en cambio, más rente. Supongamos que estamos considerando dos rocas blancas. ¿Su
esfuerzo en inventariar, en completar su dasificación. Su trabajo se vuelve : color es idéntico? Naturalmente que no. Por lo tanto, llamarlas blancas
repetitivo. Descubrirán evidentemente tantas categorías y clases en su a las dos es un error. Es evidente que si miramos de cerca a todas las
dasificación como busquen. Confían en que algún día, en alguna forma, rocas encontraremos que no hay dos del mismo color. Por tanto, para
alguien encontrará que sus resultados son de gran valor. Por el contrario, ser precisos, el color de cada roca necesita una denominación específica
los «científicos» concentran sus esfuerzos más en las ideas y en la ima­ identificadóra. Pero mejor que inventar un nombre para el color de cada
ginación. Paradójicamente, están mucho menos interesados en estadísticas, roca en el universo, evitaremos mucho trabajo indicando la roca a la
en el sentido del World Almanach, que los «descriptores». Los «cientí­ que nos estamos refiriendo y diciendo: «Su color es éste.» El mismo
ficos» están, sin embargo, mucho más interesados por las matemáticas razonamiento se aplica al concepto de roca. No hay dos rocas idénticas.

(
408 Antología de textos
William Bunge 409
Por tanto, en aras a la precisión, no deberíamos usar la palabra «roca»,
sino tener una denominación individual para cada objeto. Si se admite decibles. Si esto es lo que intenta, no existe desacuerdo, pero no es eso
que no hay dos objetos exactamente iguales, se acaba por abandonar nues­ lo que escribe.
tro lenguaje y por decir: «Las cosas son así.» Por consiguiente, de acuerdo
con la doctrina de la unicidad, nada puede ser descrito, y mucho menos Sostiene también que las cualidades de la unicidad y de la genera­
aún explicado o predicho. lidad son cualidades inherentes que residen en los objetos y que explican
Esta cadena de razonamiento lleva a una conclusión probablemente tanto el éxito como el fracaso de la geografía en el establecimiento de
tan difícil de aceptar para muchos lectores qué buscarán algún error en teorías.
ella. Sin embargo, este razonamiento es uno de los grandes triunfos in­
telectuales del hombre. Esta actitud es paralizadora porque nos lleva a distinguir entre lo
único y lo general por el siguiente mecanismo. Si somos capaces de cons­
(...) . _ '
Esta es la doctrina de la unicidad. Es consistente, lógica y no cien­ tr u ir teorías que comprendan a los fenómenos, los fenómenos son ge­
tífica. n e ra le s. Pero si no somos capaces de construir teorías es porque los
La ciencia se opone diametralmente a la doctrina de la unicidad. fenómenos son únicos. Como los fenómenos únicos no pueden ser expli­
Está dispuesta a sacrificar la extremada exactitud obtenible bajo el punto cados, no tiene sentido tratar de desarrollar generalidades. Por tanto,
de vista de lo único a fin de ganar la eficiencia que confiere la gene­ estamos derrotados antes de haberlo intentado.
ralización. Por consiguiente, la ciencia acepta la clase «rocas blancas». Schaefer tiene objeciones muy serias que hacer al problema de la uni­
La ciencia se ve estimulada por el hecho de que asume que cada vez cidad.
puede hacerse más general y estar más próxima a la exactitud a través
de sus esfuerzos de inventiva, aunque es' consciente de que nunca puede Hartshorne introduce algunos argumentos en apoyo de la postura de
lograr la total exactitud. Aunque las inexactitudes siempre pueden ser la unicidad que deben de ser contestados. En primer lugar sostiene que
reducidas, la ciencia no atribuye la constante existencia de estas inexac­ la geografía está en desventaja porque se encuentra a menudo enfrentada
titudes a la unicidad, sino la condición de arte. con un número limitado de casos. La solución de este problema, aunque
no es fácil, es producir más teoría general, y a partir de ahí más casos.
Antes de Newton nadie había advertido que la caída de una manzana
2. La unidad como propiedad inherente de los objetos y el movimiento de la luna eran casos similares.
Harsthorne ha escrito recientemente sobre el tema de la unicidad Hartshorne argumenta también: «Al estudiar la integración de los fe­
como propiedad inherente de los objetos. Sus afirmaciones son tan claras nómenos en geografía, aun si nos limitamos a la de los fenómeno natu­
y tan profundas que es necesario plantearse sus argumentos a sabiendas rales, nos encontramos enfrentados con situaciones muy complejas que
de que son compartidos por otros. tenemos que observar sin medios de control.»
Hartshorne confunde caso único con caso individual. El caso indivi­ Al igual que con la complejidad, los acontecimientos siempre parecen
dual implica generalidad, no unicidad. Por ejemplo, acéptese que existe complejos hasta que se descubre el orden. Newton lo demostró al des­
una teoría que explica la existencia de las islas. Sólo existe una isla de cubrir el orden en el caos celestial. La carencia de control de laboratorio,
Manhattan. En este sentido, aunque la isla de Manhattan corresponda por otra parte, es un problema de diseño experimental. Ningún expe­
a la teoría de las islas, es diferente de todas las demás islas tan sólo en rimento de laboratorio está completamente controlado. El efecto de fac­
el hecho de que las variables se presentan en una combinación cuantitativa tores incontrolados es eliminado por técnicas de aleatorización. Cuanto
peculiar. La isla de Manhattan es un caso individual, como todas las de­ mayor es la varianza, mayor debe ser la muestra diseñada, es una regla
más islas, y la teoría sigue siendo aplicable. Pero este caso individual, que se aplica tanto en el laboratorio como fuera. En el laboratorio es
debidamente definido, no puede ser opuesto a generalidad; a pesar de posible disminuir la varianza y, en consecuencia, disminuir el tamaño
ello, Hartshorne escribe: «Resultaría más fácil de comprender si habla­ de la muestra. Esto, a su vez, disminuye el gasto de la experimentación.
mos de forma más sencilla de casos genéricos en contraposición a casos Por consiguiente, la diferencia entre experimentación de laboratorio y de
individuales.» fuera de laboratorio reduce la diferencia en gasto.
Hartshorne adopta explícitamente la posición de que «todo caso es Hartshorne llega a decir, «a priori», dónde se ha de producir el fallo
único». Este parece contradecir sus afirmaciones respecto de la genera­ en las predicciones humanas cuando escribe: «La explicación de cualquier
lidad. Quizá quiere decir que cada caso es en parte único y en parte problema de geografía humana a través del uso de principios científicos
general en el sentidp de que no existen acontecimientos exactamente pre­ resultará insuficiente en el momento en que sea necesario interpretar los
motivos y las decisiones resultantes de personas particulares.»

(
410 Antología de textos William Bunge 411

Muchos geógrafos se juegan sus vidas habitualmente a que pueden la verdad. Hay que decir, por tanto, en' conclusión, que la geografía
predecir comportamientos de personas particulares cuando cruzan una regional y la geografía sistemática son igualmente dignas, inseparables
calle frente a motoristas detenidos por un semáforo en rojo. La afirma­ y aspectos igualmente indispensables en la disciplina.»
ción de Hartshorne es refutada por importantes adelantos efectuados pqr En otras palabras, si la geografía regional se asocia con hechos gené­
psicólogos y sociólogos relativos al comportamiento individual y de gru­ ricos en lugar de con hechos únicos, si la geografía sistemática se asocia
pos pequeños. con la teoría, la dificultad de Ackerman se evapora porque no se espera
Quizá el enunciado más relevante de Hartshorne sea el siguiente: que lo altamente teórico se acerque a lo factual aunque ambos son inse­
«Por tanto, para poder explicar completamente por leyes • ’ científicas de parables y complementarios. Sólo mediante el total rechazo de la unicidad
causa y efecto una simple decisión de un simple ser humano, necesitaría­ puede la geografía resolver sus contradicciones.
mos conocer todos los factores de su hetencia biológica y todas las in­
fluencias que, desde la infancia, han ido modelando su carácter — muchos
más datos de los que jamás podremos esperar obtener— .»
Pero la ciencia hace mucho que ha renunciado a la pretensión de
poder explicar todo «enteramente». Como se ha dicho antes, no se
esfuerza por obtener una total exactitud, sino que compromete esa exac­
titud en aras de la generalidad. Cualquier intento de llegar a explicaciones
plenas debe concluir en la consideración de acontecimientos únicos desde
el momento en que la exactitud absoluta requiere una «generalización»
de detalles infinitos y, por tanto, imposibles.
Por tanto, las objeciones de Hartshorne a la generalidad en geografía
pueden ser contestadas.
Sintomáticamente, a lo largo de la obra de Schaefer circula el término
genérico de espacial mientras que Hartshorne utiliza la palabra idiográfica
de lugar. La dicotomía espacio-lugar es una consecuencia directa de sus
posiciones sobre general frente a único. Hartshorne es pesimista respecto
de nuestra capacidad para producir leyes generales, especialmente en lo
que se refiere al comportamiento humano. Schaefer nos ha hecho un
gran favor barriendo nuestras excusas y liberándonos de nuestra propia
autoderrota.

3. La imposibilidad de compromiso en el tema de la unicidad

Una metodología sola no puede integrar a la vez lo único y lo general.


A este respecto resulta instructivo considerar el intento de Ackerman
de reconciliar ambas posiciones. Ackerman apoya la generalidad al apoyar
la geografía teórica.
(...)
Pero al mismo tiempo Ackerman se agarra a la noción de regionalis­
mo como consideración de lo único y esto le plantea serias dificultades.
(...) '
La solución a esta dificultad de la incompatibilidad de lo único en
la geografía regional y de lo general en geografía teórica es suministrada
por Schaefer:
« ... la geografía regional es como el laboratorio en el que las genera­
lizaciones del fisicista teórico deben someterse a la prueba del uso y de

f
í
(
Ian Burton * Ian Biirton 413

LA REVOLUCION CUANTITATIVA El movimiento que llevó a la revolución en geografía empezó por los
Y LA GEOGRAFIA TEORICA ** físicos y matemáticos y se extendió transformando primero las ciencias
físicas y después las biológicas. Se encuentra ahora fuertemente implan­
tado en la mayor parte de las ciencias sociales, incluyendo economía,
psicología y sociología. El movimiento no se encuentra todavía muy im­
plantado en antropología ni en ciencia política, y apenas se ha sentido
en historia.

Algunos estudiosos han entendido la revolución en términos de dico­


tomía cuahtativo-cuantitativo. Plantear así el debate no resuelve las cosas,
porque «lo que define filosóficamente la ciencia contemporánea es su
desinterés por dicotomías dudosas y dilemas inútiles», que fascinan y en­
gañan al producir la ilusión de acercamiento a la naturaleza esencial de
las cosas.
(...)
El deseo de evitar esa confusión refuerza mi inclinación a soslayar el
tema calidad-cantidad y a considerar el movimiento hacia la cuantificación
como una parte de la expansión y crecimiento general del análisis cientí­
Durante la pasada década la geografía experimentó una transforma­ fico en un mundo anteriormente dominado por el interés hacia lo excep­
ción radical de sentido y de finalidad, conocida como la «revolución cional y lo único.
cuantitativa». Las consecuencias de esa revolución no han terminado
todavía y parece que van a implicar la «matematizadón» de gran parte
de nuestra disciplina, con una atención especial a la construcción y veri­ La cuantificación como indeterminismo
ficación de modelos teóricos. Aunque los cambios futuros sobrepasen
ampliamente las expectativas iniciales de los revolucionarios, la revolución La geografía ha sido durante mucho tiempo más una disciplina «a la
en sí misma ya se ha realizado. Se ha producido en gran parte como el zaga» que una disciplina «puntera». Las principales corrientes de pensa­
resultado del impacto del trabajo de los no geógrafos sobre la geografía, miento se han originado en otros campos. El enfoque mecanicista de gran
un proceso compartido por muchas otras disciplinas en las que se ha parte de la ciencia del siglo XIX estaba presente en cierto modo en los de­
desterrado un orden establecido mediante una rápida conversión a un terministas ambientales, desde Ratzel (si es que era determinista) hasta
enfoque matemático. Semple, Huntington y Griffith Taylor. Estaban preocupados por la no­
( . . .) ción de causa y efecto y buscaban constantemente «leyes». Un tono meca-
nidsta similar se encuentra en gran parte del trabajo reciente de los «cuan-
tificadores». Es como si la geografía emergiese de nuevo, después de un
* Ian Burton (1935). Además del artículo traducido en este libro, entre sus tra­ lapso en la idiografía que buscaba el abandono del determinismo am­
bajos principales se encuentran:
Burton, I., y Kates, R. W. (1964): «The Floodplain and the Seashore. A Comparativo biental. No es casual, desde luego, que la revolución cuantitativa sea con­
Analysis of Hazard-zone Occupance», The Geographical Review, L IV , pp. 3Ó8-385. temporánea de la aparición del neodeterminismo en geografía.
Burton, I., y Kates, R . W. (1964): «The Perception of Natural Hazards in Resource Parece daro que la fuerte reacción contra el determinismo ambiental
Management», Natural Resources Journal, I I I , 412, pp. 412-441; reproducido en ha servido para retrasar la llegada del movimiento cuantitativo a la geo­
English, P. W ., y Mayfield, R. C., Eds. (1972): Man, Space and Environment.
Concepts in Contemporary Human Geography, Nueva York y Londres, Oxford grafía y ha pospuesto el establecimiento de una base dentífica para nues­
University Press, pp. 282-304. tra disciplina, base que esperan propordonar los cuantificadores (y que los
Burton, I., Kates, R. W., y White, G . F. (1969): The Turnan Ecology o f Coastal deterministas buscaban, aunque generalmente no la encontraron).
Flood Hazard in Megalopolis, Chicago, University of Chicago, Department of No es sorprendente, por tanto, que los geógrafos americanos se resis­
Geography (Research Paper, 115).
* * Burton, I. (1963): «The Quantitative Revolution and Theoretical Geography», tieran con más fuerza a la revolución cuantitativa, puesto que fue en
The Canadian Geographer, V II, 4, pp. 151-162. Traducdón de Pilar Rubiato Bar­ Estados Unidos donde la reacción contra el determinismo ambiental se
tolomé. produjo más intensamente. De forma característica, el foco de mayor opo-
412

/
( (
414 Antología de textos Xan Burton 415

sición es ahora el foco de mayor apoyo, y en los Estados Unidos se ha El desarrollo de la revolución cuantitativa en geografía
llegado a un equilibrio muy favorable para las técnicas cuantitativas.
Aunque la cuantificación en geografía fue mecanicista, las nuevas téc­ Aunque los orígenes de la revolución se encuentran en el campo de
nicas utilizadas y otras en desarrollo están en línea con la tendencia con­ las matemáticas y de la física, la invasión directa se produjo desde domi­
temporánea de la ciencia, en la medida en que son probabilísticas. El nios más cercanos a la disciplina. Una relación de los antecedentes más
enfoque probabilístico ofrece, como ejemplifican el trabajo de Curry sobre importantes que tuvieron un impacto directo o indirecto en geografía
cambios climáticos y el de Hagerstrand sobre simulación de la difusión incluiría a Von Neuman (matemático) y a Morgenstern (economista) por
una perspectiva muy prometedora para la investigación futura. Como seña­ su Theory of Games and Economic Behavior, publicada en 1944; a Norbert
la Bronowsld, la estadística «es el método hacia el que se dirige la ciencia Wiener, cuyo volumen sobre cibernética de 1948 insiste particularmente
moderna... Este es el pensamiento revolucionario en la ciencia moderna. en la necesidad de traspasar los límites académicos; y a Zipf, que publicó
Viene a reemplazar el concepto de efecto inevitable por el de tendencia en 1949 Human Behavior and the Principie of Least Effort.
probable». Es más exacto, por tanto, referirse a algunos de los últimos Los geógrafos comenzaron a buscar técnicas cuantitativas que pudieran
ejemplos de cuantificación en geografía como indeterministas Con Jerzy aplicarse a sus problemas, y algunos no geógrafos empezaron a aportar
Neyman, «se puede aventurar la afirmación de que todo estudio contem­ nuevos métodos para aplicarlos a antiguos problemas geográficos. Podemos
poráneo serio es un estudio del mecanismo de probabilidades que subyace encontrar un ejemplo en el artículo del físico J . Q. Stewart, «Empirical
en algunos fenómenos. El instrumento estadístico y probabilístico en estos Mathematical Rules Concerning the Distribution and Equilibrium of Po­
estudios es la teoría de los procesos estocásticos, que ahora abarca muchos pulation», publicado en la Geographical Review ya en 1947.
Stewart fue un líder del desarrollo de la física social, y la declaración
problemas no resueltos».
de interdependencia firmada por un grupo de científicos físicos y so­
La escala de análisis es muy significativa en el desarrollo de leyes en
ciales en la Conferencia de Princenton, en 1949, marca un hito en el
ciencias sociales. Como explica Emrys Jones, «la falta de rigor se debe desarrollo de la aplicación de las matemáticas a las ciencias sociales. El
a los números finitos manejados en ciencias sociales, contrapuestos a los hecho de que los economistas se vieran comprometidos en aquel momento
números infinitos manejados en ciencias físicas. En este último caso, la en el debate metodológico, como lo estarán cinco años después los geó­
regularidad estadística es tal que indica extremo rigor o validez absoluta; grafos, se manifiesta en la controversia de Vining y Koopmans en la
mientras que en el otro caso las variaciones estadísticas y las excepciones Review of Economics and Statistics de 1949.
son mucho mayores y las propias desviaciones justifican el estudio». El impacto de la cuantificación comenzó a sentirse en geografía casi
inmediatamente. Se inició con una serie de declaraciones apelando a la
cuantificación. Tales declaraciones ya habían comenzado anteriormente.
El final de una revolución Por ejemplo, en 1936 Johan Kerr Rose, en su artículo sobre rendimiento
cerealista y clima argumentaba que «los métodos del análisis de correla­
Aunque sus antecedentes se pueden encontrar mucho más atrás, la ción parecen ser instrumentos especialmente prometedores para la inves­
revolución cuantitativa en geografía comenzó al final de los años cuarenta tigación geográfica». Este alegato fue despreciado durante mucho tiempo.
o al comienzo de los cincuenta; alcanzó su apogeo en el período de 1957 Sin embargo, declaraciones similares hechas en 1950 tuvieron eco. Strahler
a 1960, y ahora ya se ha consumado. hizo una temprana apología en su ataque al sistema geomorfológico inter-
(...) pretativo-descriptivo de Davis y en su ratificación del sistema cuantitativo-
Una revolución intelectual se ha realizado cuando las ideas aceptadas dinámico de G. K. Gilbert.
se descartan o se modifican para incluir nuevas ideas. Una revolución in­
telectual se ha realizado cuando las propias ideas revolucionarias entran
a formar parte del conocimiento convencional. Cuando Ackerman, Hart- Geomorfología y climatología cuantitativas
shome y Spate están sustancialmente de acuerdo sobre algo, estamos ha­
blando de sabiduría convencional. De aquí mi convencimiento de que la Si el artículo de Gilbert de 1914 era, tan acertado como Strahler pa­
revolución cuantitativa hace tiempo que se ha consumado. Se pueden rece pensar, ¿por qué no se adoptó como base del trabajo geomorfológico
encontrar más pruebas en la proporción en que las escuelas de geografía futuro, en lugar de quedar olvidado e ignorado durante más de treinta
en Norteamérica añaden cursos de métodos cuantitativos a sus requisitos años? La respuesta puede estar, como el propio Strahler parece dar a
para la graduación académica. entender, en que la geomorfología era una parte' de la geografía. Los
(...) hidrólogos y los geólogos no centraron su principal interés en tales asuntos

( (
416 Antología de textos Ian Burton 417

o cuando lo hicieron fue siguiendo a Davis. ( ...) Strahler mantenía que algún trabajo real. ( ...) L a idea de que los geógrafos o me­
e n f re n ta rs e a
hicieron «contribuciones espléndidas a la geomorfología regional y des­ joran sus instrumentos o se comprometen en la investigación con los
criptiva» y- «proporcionaron una sólida base a los estudios de geografía instrumentos disponibles, parece falsa. Seguramente los adelantos tecno­
humana», pero no contribuyeron mucho al avance del estudio científico lógicos pueden darse con más facilidad cuando abordamos nuestros proble­
del proceso geomorfológico. Esto no quiere decir que no hubiera trabajo mas más difíciles. Además, argumentar que los geógrafos no deberían usar
cuantitativo en geomorfología con anterioridad a Strahler. m é to d o s estadísticos es casi definir la geografía en términos de un útil de
(...) investigación, es decir, e l mapa. La debilidad de esta posición ha sido
Algunos geomorfólogos, incluyendo a Chorley, Dury, Mafckay, Wolman bien demostrada por McCarty y Salisbury, que han señalado que la com­
y otros, además de Strahler, usan métodos cuantitativos, y la práctica paración visual de mapas de isopletas no es un medio adecuado para
parece extenderse. , determinar correlaciones entre fenómenos distribuidos espacialmente.
Ha habido poca argumentación sobre la aplicación de técnicas cuan­ Un tercer tipo de oposición mantiene que las técnicas estadísticas son
titativas en climatología. Esta rama de nuestra disciplina comprende la adecuadas para algunos aspectos de la geografía, pero no para la totahdad,
parte más aparentemente manejable y cuantificable de las que los geó­ porque existen ciertas cosas que no pueden medirse. Esto puede ser
grafos han intentado estudiar. Thornthwaite y Mather, Haré, Bryson cierto para algunas variables. Sin embargo, se pueden realizar observacio­
y otros han aplicado técnicas cuantitativas a los problemas climáticos nes nominales incluso con características cualitativas, y hay una creciente
durante algún tiempo y con buenos resultados. La calidad de su trabajo literatura sobre el análisis de datos cualitativos. Una variante de este argu­
ha silenciado virtualmente las críticas potenciales. mento se basa en que las variables que interesan a la geografía son dema­
siado numerosas y complejas para el análisis estadístico. Los cuantificadores
responden que las técnicas estadísticas se emplean precisamente debido al
Cuantificación en geografía humana y económica
número y a la complejidad de las variables.
La lucha más dura para la aceptación de los métodos cuantitativos se Otro tipo de objeción señala que, aunque las técnicas cuantitativas
ha planteado con mucho en geografía humana y económica. No es sor­ son adecuadas y es deseable su aplicación a los problemas geográficos,
prendente teniendo en cuenta la tradición posibilista. Es aquí donde la han sido, sin embargo, aplicadas incorrectamente; los fines se confunden
revolución choca con las nociones de libre albedrío y de imposibilidad de con los medios; el análisis cuantitativo no ha conseguido distinguir lo
predecir el comportamiento humano. La comparación con la ciencia física significativo de lo trivial; los descubrimientos alegados por los cuantifica*-
nos ayuda en este caso. Los físicos que trabajan en el nivel microscópico dores no son muy nuevos, y así sucesivamente. No se puede negar que
encuentran el mismo tipo de problemas con las cantidades y la energía estas críticas tienen algo de razón, pero para el uso correcto y válido de
que los científicos sociales con la gente. E l reconocimiento de estos para­ los métodos cuantitativos (y esto es realmente lo que nos interesa) son
lelismos es motivo de optimismo y no de desconfianza. La ciencia social prácticamente irrelevantes. Se han hecho aplicaciones incorrectas, y sin
necesita, para ser aceptada y conseguir un lugar de honor en nuestra socie­ duda se seguirán haciendo, y, en ocasiones, por motivos erróneos como
dad, adquirir un valor demostrable como ciencia predictiva sin la corres­ la moda, el capicho o el esnobismo. Sin embargo, más frecuentemente
pondiente necesidad de controlar, coartar o gobernar al individuo. Una son intentos genuinos y honestos de adquirir nuevos conocimientos y
ciencia social que reconoce comportamientos aleatorios en el nivel micros­ comprensión.
cópico y un orden predecible en el nivel macrocósmico es una consecuencia Finalmente, un tipo de crítica que hay que tener en cuenta es la que
lógica de la revolución cuantitativa. señala que la cuantificación es correcta, pero los cuantificadores no lo
(. . .) son. Son dinámicos, tienen un entusiasmo desmesurado, una desbordante
ambición, o simplemente arrogancia. Frente a esta acusación, la respuesta
más apropiada es quizá también una alegación de culpabilidad con circuns­
ha oposición a la cuantificación
tancias atenuantes (y petición de clemencia). Cuando uno se embarca en
La oposición a la revolución cuantitativa se puede agrupar en cinco una revolución, es difícil no ser un poco arrogante.
grandes tipos. Hubo algunos que pensaron que la idea era mala en su
totahdad y que la cuantificación llevaría a la geografía por un camino has consecuencias de la revolución
erróneo y estéril. Si sigue habiendo tales críticos, no se han dejado escu­
char desde hace tiempo. Algunos, como Stamp, argumentaron que los La revolución se ha realizado, en el sentido de que las ideas antes
geógrafos habían gastado demasiado tiempo en perfeccionar sus útiles revolucionarias son ahora convencionales. Desde luego, esto es sólo el
(mapas, cartogramas y otras representaciones con diagramas) y que deberían comienzo. Existe otra intención distinta al establecimiento de un nuevo

!
(
418 Antología de textos Ian Burton 419

orden. Si la revolución se hubiese inspirado en la fe en la propia cuanti- métodos demuestren estar ayudando al desarrollo de la teoría, y puede
ficación, o en el capricho o la moda, se hubiera desarrollado rápidamente que no exista un final para la necesidad de más y mejor teoría. Cual­
y muerto pronto. Pero la revolución tenía un fin diferente. Se inspiró quier rama de la geografía que pretenda ser científica necesita desarrollar
en una necesidad genuina de hacer la geografía más científica y en un la teoría, y cualquier rama de la geografía que necesite la teoría requiere
interés por desarrollar un cuerpo teórico. En las raíces de la revolución técnicas cuantitativas.
cuantitativa se encuentra la insatisfacción respecto a la geografía idiográ-
fica. El desarrollo de la geografía teórica, de la construcción de modelos,
'
El desarrollo y la verificación de la teoría es el único camino para
parece que va a ser la consecuencia principal de la revolución’ cuantitativa. obtener conocimientos nuevos y verificables e interpretaciones nuevas y
(...) verificables. Como señala Curry, «los métodos para representar los diver­
La observación y descripción de regularidades, como las que se refieren sos fenómenos de la naturaleza y la especulación sobre sus interrelacio­
a la disposición espacial de rasgos culturales, actividades humanas o varia­ nes están estrechamente conectados. Se olvida muy a menudo que los
bles físicas, son los primeros pasos para el desarrollo de la teoría. La estudios geográficos no son descripciones del mundo real, sino más bien
teoría proporciona el tamiz a través del cual se clasifican millares de percepciones pasadas por el doble filtro de la mente del autor y de sus
hechos, y sin ella los hechos permanecen en un desorden carente de signi­ instrumentos disponibles de argumentación y representación. No podemos
ficación. La teoría proporciona también la medida con la que se pueden conocer la realidad; solamente podemos conseguir un cuadro abstracto de
reconocer acontecimientos excepcionales y poco frecuentes. En un mundo aspectos de la misma. Todas nuestras descripciones de relaciones o proce­
sin teoría no hay excepciones; todo es único. Por eso es tan importante sos son teorías, o, cuando se formalizan, pueden denominarse modelos».
la teoría. Curry relaciona la construcción de modelos con otro elemento en el
(...) trabajo geográfico reciente: el problema de la percepción, que puede llegar
La necesidad de desarrollar la teoría precede a la revolución cuanti­ a ocupar pronto un lugar en la revolución cuantitativa en términos de
tativa, pero la cuantificación aumenta esa necesidad y ofrece una técnica nuevos puntos de vista significativos.
con la que la teoría puede ser desarrollada y mejorada. No es cierto Nuestra literatura está llena de estudios idiográficos. Resulta muy
que los primeros cuantificadores estuvieran conscientemente interesados urgente adentrarse en esa literatura, en la que no se ha planteado ante­
en desarrollar la teoría, pero ahora está claro para los geógrafos que la riormente una correcta descripción. Si esos estudios idiográficos y esas
cuantificación se encuentra inseparablemente unida a la teoría. El núcleo nuevas descripciones deben tener un valor duradero, hay que mostrar
del método científico es la organización de hechos en teorías y la verifi­ sus implicaciones teóricas. En un número creciente de casos la relación
cación y el perfeccionamiento de la teoría mediante su aplicación a la con la teoría se puede mostrar mejor en términos cuantitativos. En algu­
predicción de hechos desconocidos. La predicción no es solamente un nas ocasiones, una simple descripción de un caso excepcional puede servir
valioso producto complementario de la construcción teórica, sino que es para destacar defectos en la teoría. La teoría puede ser revisada o modifi­
además una prueba que permite demostrar la validez de la teoría. La inves­ cada para apreciar otra clase de variaciones no advertidas previamente, o,
tigación científica puede estar o no motivada por el deseo de realizar también, la teoría puede tener que ser abandonada. No obstante, las
predicciones más exactos. Cualquiera que sea la motivación, la habilidad teorías no se abandonan normalmente porque unos pocos hechos moles­
para predecir correctamente es una sólida prueba de la profundidad de tos no se acomoden a ella. Las teorías se abandonan cuando se producen
nuestro conocimiento. otras más nuevas y mejores para reemplazarlas. Aunque se pueden con­
Dada la necesidad de cumplir los rigurosos dictados del método cien­ seguir observaciones y descripciones de casos excepcionales sin cuantifi­
tífico, la necesidad de desarrollar la teoría, y de probar la teoría con cación, la incorporación eventual de modificaciones en una teoría reque­
predicciones, las matemáticas son el mejor instrumento a nuestra disposi­ rirá normalmente el rigor de las técnicas estadísticas para demostrar su
ción para ese propósito. Otros instrumentos — lenguaje, mapas, lógica validez.
simbóhca— son también útiles y en algunos casos muy adecuados. Pero No existe mucha literatura sobre geografía teórica. Nuestra disciplina
ninguno cumple nuestros requisitos tan bien como las matemáticas. ha permanecido predominantemente idiográfica. Sólo una pequeña pro­
(...) porción del gran volumen de literatura sobre lugares centrales se puede
considerar teórica. Puede hablarse de la teoría de los lugares centrales como
Conclusión de una rama relativamente bien desarrollada de la geografía económica
teórica. Una obra reciente de Scheidegger sobre los principios dirige la
Las técnicas cuantitativas son el método más apropiado para el des­ atención hacia las interrelaciones y disminuye esperanzadoramente la ten­
arrollo de la teoría en geografía. La era cuantitativa durará mientras sus dencia a observar, medir y registrar todo «porque está allí». Esta obser-

( (
420 Antología de textos David Harvey *

vación se puede aplicar con igual valor al desarrollo de la teoría en otras LA EXPLICACION EN GEOGRAFIA.
ramas de la geografía. ALGUNOS PROBLEMAS GENERALES **
Los geógrafos están haciendo ahora un esfuerzo consciente para desarro­
llar más la teoría. ( ...) Quizá comiencen a surgir intentos de desarrollar
la teoría geográfica. Sin embargo, tal desarrollo no parece muy probable.
Porque mientras que el uso de métodos cuantitativos es una técnica que
puede ser estudiada por la mayoría, pocos parecen tener la capacidad de
discernimiento intelectual que conduce a nuevas teorías. North comenta
que lo difícil es «el desarrollo de la hipótesis teórica necesaria para defi­
nir la dirección de la investigación cuantitativa».
(...)
La geografía teórica no significa el desarrollo de un cuerpo teórico
enteramente nuevo, exclusivo para la geografía. Scheidegger no ha inten­
tado desarrollar nuevas leyes físicas, sino que simplemente las ha perfec­
cionado y adaptado al estudio de procesos y fenómenos geomorfológicos.
La teoría de los lugares centrales concuerda con algunas escuelas de teoría
económica. Una función del geógrafo económico es perfeccionar y adaptar
la teoría económica disponible. De esta forma mejorará la teoría adoptada.
Si la tendencia económica anglosajona ha sido ignorar los aspectos espa­
(...)
ciales de la actividad económica, deberíamos acudir al geógrafo para
remediarla. No se puede pensar que el crecimiento de la ciencia regional Algunas controversias metodológicas en geografía
llena completamente el vacío existente. Los geógrafos que estudian redes
de desagües y carreteras, sistemas de distribución de energía, problemas Parece significativo que la mayor parte de la literatura inglesa y am&
de inundaciones, rutas aéreas, organización social y la nervadura de las ricana sobre pensamiento geográfico se haya interesado en la definición
hojas, tienen todos en común el interés por el «flujo» entre «puntos» de los objetivos, el alcance y la naturaleza, de la geografía. La mayor
en una red de eslabones ordenados en un patrón particular. La teoría de polémica se ha centrado, pues, más en aspectos filosóficos que metodoló­
grafos es una rama de las matemáticas que se interesa por las redes y gicos. Pero, adoptando una posición particular respecto a los objetivos
puede adaptarse para convenir a todas las formas de acumulación, distri­ de la geografía, los geógrafos se han visto a veces obligados a aceptar
bución y sistemas de comunicación. Puede concebirse la construcción de alguna postura respecto a la forma de explicación. En algunos casos, ello
un cuerpo teórico útil en torno a la aplicación de la teoría de grafos a ha resultado de una asociación ampliamente falseada entre un entendimien­
los problemas geográficos. Esto es un ejemplo de lo que se entiende por to particular de los objetivos de la geografía y un modo particular de
teoría geográfica. Es la dirección que parece que va a seguir un número explicación. En otros, un objetivo particular implica realmente un cierto
creciente de geógrafos. Esperemos que el esfuerzo conduzca al éxito. * David Harvey (1935). Además del que corresponde al texto traducido en este
libro, entre sus trabajos principales se encuentran:
Harvey, D . (1966): «Theoretical Concepts and the Analysis of Land Use Patterns»,
Annals of the Association of American Geographers, L V I, pp. 361-374.
Harvey, D. (1968): «Pattern, Process and the Scale Problem in Geographical Research»,
Transactions. Institute o f British Geographers, 45, pp. 71-78.
Harvey, D. (1967): «Behavioural Postulates and the Construction of Theory in Human
Geography», Bristol, University of Bristol, Department of Geography (Seminar
Paper. Series A, 6); reproducido en Geographia Polonica, 18, pp. 27-45.
Harvey, D. (1973): Urbanismo y desigualdad social. Traducción de H. González Are­
nas, México, etc., Siglo X X I Ed., 1977.
Harvey, D. (1979): «Monument and Myth», Annals of the Association of American
Geographers, L X IX , 3, pp. 362-381.
* * Harvey, D. (1969): Explanation in Geography, Londres, Edward Arnold; capí­
tulo 6: «Explanation in Geography. Some General Problems», pp. 62-83. Traducción de
Pilar Rubiato Bartolomé.
421
422 Antología de textos David Harvey 423

compromiso respecto a la explicación. Pero las relaciones son complejas. aceptadas de la investigación científica en cualquier contexto, y así asume
En la mayor parte de las disciplinas, la interacción entre las preguntas una perspectiva mucho más optimista de los logros del método científico
planteadas y la forma de explicación es extremadamente importante. En que la que existe en la mente de todos, excepto los más partidarios de
geografía, esa interacción, generalmente fructífera, ha quedado reducida los filósofos analíticos. Existen problemas, por supuesto, en la aplicación
a una .dependencia unívoca bastante más estéril. En particular, la tenden­ del método científico en geografía, pero estos problemas sólo difieren en
cia a la crítica de los problemas planteados con un fundamento apñorís- grado, no en clase, de los que se han experimentado en cualquier inves­
tico o metafísico, sin examinar la forma de explicación implicada, ha tigación empírica. Lo cierto es que la geografía no tiene mayor dificultad
conducido a muchos argumentos innecesarios y a menudo indefinidos. Si, que, por ejemplo, la biología, la zoología, la economía, la antropología
por ejemplo, un tipo particular de problema conlleva una forma de expli­ y la psicología. Sin embargo, existe una importante separación entre la
cación que es generalmente entendida como .carente de consistencia — un concepción normativa del método científico y la metodología geográfica.
buen ejemplo podría ser ese tipo de problema que conlleva respuestas en Esta separación es más acentuada en la discusión de leyes en geografía.
término de «intenciones»— , de ello se puede inferir que o bien se está Hartshorne considera el desarrollo de generalizaciones y principios
planteando un falso tipo de problema, o bien, al menos, se plantea un en geografía, pero su examen de la literatura geográfica anterior a 1939
problema de forma que presupone el modo de explicación de la respuesta. le llevó a dudar de la posibilidad de desarrollar leyes científicas en un
En estas condiciones, es posible descartar problemas por dos razones. contexto geográfico de condición similar a las empleadas en las ciencias
Primero, porque el objetivo puede parecer irrelevante para las necesidades físicas. A veces se dibuja, sin embargo, una distinción entre las ramas
de la geografía moderna o de la sociedad moderna en general. Segundo, física y humana del tema. Así, Wooldridge y Eeast exponen: «Es vano
porque el marco explicativo impuesto al plantear ese tipo de problema mantener que la geografía "humana” o “social” se puede concebir en
puede parecer muy débil. Nuestra labor, por tanto, es en parte metafísica términos de categorías formales y principios y procesos universales, como
desde el momento en que existe una necesidad de identificar problemas ocurre en geografía física. De lo cual no se deriva ninguna inferioridad;
que parezcan relevantes para las necesidades de la sociedad, y en parte supone más bien admitir que es infinitamente más compleja y sutil, más
lógica, desde el momento en que existe una necesidad de enunciar esos flexible y variada.»
problemas de forma que se les puedan dar respuestas más consistentes Wrigley también ha hecho comentarios recientemente sobre la difi­
que las débilmente fundamentadas. Estas dos tareas se han confundido cultad metodológica de que «la geografía física y social corran, por decirlo
habitualmente en geografía. Para demostrarlo vamos a considerar una así, codo a codo.» Aceptando el punto de vista de que la explicación en
serie de polémicas. Puesto que es la forma de explicación la que tan ciencias sociales es fundamentalmente diferente de la explicación en ciencias
frecuentemente se descuida, consideraremos esas polémicas más desde el físicas, Wrigley indica la existencia de dos marcos radicalmente diferentes
punto de vista de la forma de explicación que desde el punto de vista de para el pensamiento explicativo en geografía. Así, en geografía física el
los objetivos. enunciado de leyes es importante, pero en geografía humana esos enun­
La mayor parte de los geógrafos, curiosamente, considerará su disci­ ciados son irrelevantes. Esta manifestación geográfica de la tesis de Weber-
plina como una modalidad de ciencia, pero también admite que los pro­ Winch respecto a las leyes en ciencias sociales no debe, sin embargo, ser
blemas que plantea no pueden responderse mediante el empleo riguroso aceptada, y existen fuertes razones para rechazar semejante punto de vista.
del método científico. Hartshorne afirma: «La geografía intenta lograr un Se puede así afirmar que las leyes pueden establecerse igualmente en
conocimiento del mundo en que vivimos, tanto de los hechos como de geografía física que en humana. Algunos escritores disienten en general
las relaciones, que deberá ser tan objetivo y exacto como sea posible. de este punto de vista y alegan que no se pueden establecer leyes por la
Pretende presentar ese conocimiento en forma de conceptos, relaciones y naturaleza variadísima de la materia, porque el número de casos sobre
principios que deberán aplicarse, hasta donde sea posible, a todas las los que se puede generalizar es a menudo pequeño y porque la circuns­
partes del mundo. Finalmente, intenta organizar el seguro conocimiento tancia excepcional y ocasional puede tener amplias consecuencias. Este
obtenido en sistemas lógicos, reducido por las conexiones mutuas al menor entendimiento puede ser puesto en tela de juicio en varios campos:
número posible de sistemas independientes.»
La finalidad general de la geografía no se contradice, por tanto, con 1) Para mostrar que no pueden establecerse leyes, necesitamos cri­
la investigación científica en conjunto. Pero frecuentemente se sostiene terios claros, con los que juzgar si un enunciado particular es idóneo
que los problemas planteados por los geógrafos se sitúan en parte más como ley.
allá de la ciencia. Se dice que existen límites para la aplicación del mé­ 2) Dados esos criterios, tiene que mostrarse que no existe un modo
todo científico y que esos límites hacen de la geografía una modalidad para que tales enunciados puedan ser desarrollados y utilizados en un
bastante especial de ciencia. Este entendimiento ignora las limitaciones contexto geográfico.

¡
( c
David Harvey 425
424 Antología de textos
entorno completo de nuestras percepciones: la geografía, el del espacio;
3) También tiene que mostrarse que existe alguna alternativa real
la historia, el del tiempo» (Hartshorne).
al uso de enunciados de leyes que proporcione explicaciones razonables
y satisfactorias. En este sentido, el razonamiento en términos de leyes, (••■)
La tesis kantiana fue expresamente utilizada por Hettner para estable­
de esquemas explicativos, etc., es sumamente importante para la geografía.
cer que la geografía, junto a la historia y algunas otras disciplinas, era
una ciencia más idiográfica que nomotética. Sería necesario investigar
( ...) Basta con resaltar que los criterios disponibles distan de resultar
hasta qué punto esta posición se encontraba directamente influida por
claros y parecen haber cambiado significativamente en las últimas décadas.
la obra de los historiógrafos alemanes — pero esa influencia no fue, sin
Según ciertos criterios, es posible argumentar que las leyes en sentido es­
duda, insignificante— . Muchas veces se duda si una creencia metodológica
tricto no pueden desarrollarse en ningún contexto empírico, salvo quizá en
particular es tan influyente en el desarrollo de la investigación empírica
física. Según otros criterios, es posible demostrar que las leyes pueden
como acostumbran a sostener los historiadores de una disciplina. La tesis
desarrollarse en geografía. En ambos casos, hay que abandonar el argu­
kantiana parece haber sido, sin embargo, particularmente importante, por­
mento a favor de una existencia de la geografía distinta, por ejemplo, a la
que parece adaptarse, en términos generales, a la mayor parte de la
de la biología y de la economía. Aceptando el menos rígido de los criterios,
actividad profesional de los geógrafos durante los años veinte y treinta.
podemos asumir que es posible el desarrollo de leyes. En cualquier caso,
En aquellos momentos se produjo una fuerte reacción contra la denominada
que esas leyes sean ventajosas y no insignificantes es otro asunto. La
escuela determinista y el consiguiente rechazo de las rígidas leyes for­
mayor parte de los escritores en los años veinte y treinta (excepto los
muladas en apoyo de la explicación por escritores como Semple, Hunt­
bastante desacreditados deterministas) abandonaron el intento de formular
ington y Griffith Taylor. La investigación tendió por ello a centrarse en
tales leyes y se conformaron con generalizaciones y principios dirigidos pequeñas áreas. No resulta extraño, por tanto, que una creencia metodo­
hacia el estudio de áreas de la superficie terrestre consideradas como lógica que aceptaba la unicidad de las áreas y el método idiográfico como
únicas. Este proceder reflejaba en parte las necesidades de los geógrafos su instrumento principal encontrase amplio respaldo. Al mismo tiempo,
que trabajaban en aquel momento, pero era también en parte el resultado resultaba interesante para los geógrafos que su disciplina comenzase a
de lo que Ackerman denominó una asociación demasiado estrecha entre extender su campo de investigación a toda la clase de materias que inte­
la geografía y las disciplinas geológica e histórica — disciplinas que (...) resaban fundamentalmente a otras disciplinas, tanto físicas como socio­
fueron dominadas por la noción de singularidad y por el método idiográ­ económicas. Esta amplia gama de materias pudo ser alegremente justificada
fico— . El resultado final para la geografía fue la adhesión a un particular al amparo de la tesis kantiana. Los geógrafos incluso osaron esperar que
entendimiento de la naturaleza de la geografía unido a un particular enten­ estos estudios sistemáticos variados no fueran más que el preludio de
dimiento de la explicación en geografía. Esta asociación entre un conjunto algunas síntesis finales de todo el conocimiento en términos de estructura
particular de objetivos (descripción y explicación de áreas únicas) y una espacial de áreas geográficas singulares. La finalidad de la síntesis regio­
forma particular de explicación (el método idiográfico) configuró una po­ nal surgió como la teleología de la geografía. Pero al desarrollarse y
derosa ortodoxia, encontrando los geógrafos grandes dificultades para li­ madurar cada aspecto sistemático de la geografía, ese particular período
berarse de ella. de felicidad parece alejarse cada vez más. Posteriormente, la tesis kantiana
Este entendimiento se expresa de la forma más rigurosa en la argu­ se ha utilizado más específicamente para afianzar una tradición de investi­
mentación sobre el excepcionalismo en geografía. Esa argumentación se gación particular (es decir, el método idiográfico), contra el desafío de
basa en un enunciado formulado por Kant sobre el lugar de la geografía una generación más joven cuyo trabajo es de tipo más doméstico. Se
en el sistema del conocimiento, que se convirtió seguidamente en un siente uno tentado en este caso, sin embargo, a mostrarse cínico y sugerir
principio fundamental de la geografía ortodoxa, según expusieron Hettner que eso noi es más que invocar el nombre de un eminente filósofo para
y Hartshorne. apoyar el status quo sin considerar realmente si la aseveración formulada
por Kant es razonable, tanto desde el punto de vista geográfico c'omo
(...)
Kant caracterizó expresamente la posición de la geografía y de la his­ filosófico. Kant era, después de todo, un conferenciante y escritor prolí-
toria respecto a las demás ciencias de la siguiente manera: «Podemos fíco, y muchos aspectos de su filosofía, como la noción de conocimiento
clasificar nuestro conocimiento empírico de dos maneras: o de acuerdo sintético a priori, estrechamente relacionada con su entendimiento del
con los conceptos, o de acuerdo con el tiempo y el espacio en los que espacio, han sido profundamente modificados o rechazados durante más
actualmente se encuentran... Mediante la primera obtenemos un sistema de cien años.
de la naturaleza, semejante al de Linneo; mediante la segunda, una des­ La tesis kantiana supone también que el espacio puede ser examinado,
cripción geográfica de la naturaleza... La geografía y la historia colman el y los conceptos espaciales desarrollados, independientemente del conteni-

( (
426 Antología de textos David Harvey 42/

do. Esta suposición no se ha reconocido claramente en el pasado. Supo­ guirse el «punto de vista» del geógrafo. Se caracteriza, como han sugerido
niendo un espacio más absoluto que relativo, es posible deducir algunas Blaut y Berry, por el sistema de conceptos y teorías entrelazadas que los
de las afirmaciones que se han hecho habitualmente sobre el lugar de la geógrafos han desarrollado sobre su materia. En la mayor parte de los
geografía entre las ciencias. Pero la filosofía absoluta del espacio no ha casos la naturaleza de una disciplina puede ser identificada por la teoría
sido corriente en el pensamiento científico general desde principios del explícita desarrollada en dicha disciplina. La teoría define así el punto
siglo xrx. Parece, por tanto, como si los geógrafos hubieran aceptado un de vista con' precisión. Esta definición permanece implícita en algunos
entendimiento particular del espacio que discrepa del de los filósofos de la casos porque la teoría no ha sido desarrollada explícitamente. El punto
ciencia. Lo cual no es necesariamente negativo. Lo que es lamentable, sin de vista contenido en el desarrollo de la tesis kantiana respecto a la
embargo, es que la afirmación de un espacio absoluto no haya sido explí­ naturaleza de la geografía contiene así una teoría implícita sobre la estruc­
citamente discutida ni reconocida como una de las proposiciones básicas de tura absoluta del espacio — reemplaza las nociones sobre objetos y acon­
la tesis kantiana. tecimientos por nociones sobre localizaciones— . Hasta hace poco, lós
(...) geógrafos se sentían contentos con una definición implícita de su punto
Del hecho de aceptar un espacio absoluto se deriva que las localiza­ de vista y tendían a evitar la teoría específica. Cuando la teoría se ha
ciones son únicas. Los partidarios de la tesis kantiana han realizado esta desarrollado, ha sido puramente especulativa y no científica.
declaración directamente, pero han tendido a suponer a priori un conjunto La teoría constituye así el distintivo de una disciplina. Confiere signi­
de entidades regionales que existen y, por ello, constituyen individual- ficación a los objetos y a los acontecimientos, define el marco (p. e., el
lidades geográficas. Muchas de las investigaciones sobre divisiones regio­ sistema de coordenadas) dentro del cual los acontecimientos y los objetos
nales pueden ser consideradas como un intento de identificación de las pueden ajustarse, y proporciona enunciados generales sistemáticos que
individualidades geográficas. En otros casos, se ha supuesto que el espacio pueden ser empleados en la explicación, comprensión, descripción e inter­
posee una estructura atomizada que puede en cierta manera ser totalizada pretación de hechos. La teoría científica, al contrario de los planteamientos
en regiones distintas. Sin embargo, partiendo de un entendimiento relativo puramente especulativos, asegura la consistencia, la fuerza y la racionali­
del espacio, la idea de la unicidad de las localizaciones tiene que ser pro­ dad de un enunciado, supeditándolo a una serie de pruebas independien­
fundamente modificada. Dentro de cualquier sistema de coordenadas, las tes. Es, por tanto, de vital importancia comprender la naturaleza de la
localizaciones pueden ser determinadas singularmente, pero el entendi­ teoría científica ( ...). La teoría en geografía no se ha desarrollado, sin
miento relativo del espacio postula un número infinito de posibles siste­ embargo, adecuadamente. Resulta difícil por ello identificar con precisión
mas dé coordenadas. Así, la distancia entre dos puntos en el espacio el «punto de vista» que caracteriza a la geografía y establecer los criterios
variará de acuerdo con el sistema de coordenadas seleccionado. Aquí el de significación definidos por dicho punto de vista. El problema de la
concepto de transformación se vuelve extremadamente importante, y la significación, según lo define Hartshorne, no tiene una solución inde­
relación entre geografía y geometría adquiere parecida importancia. Exis­ pendiente de la teoría geográfica.
ten, sin embargo, transformaciones que no son únicas, y es, por tanto, (...)
técnicamente posible transformar un mapa en otro de forma que las loca- E l temor de los geógrafos a la teoría explícita no es totalmente irra­
libaciones proyectadas no sean únicas. cional. Los problemas prácticos al extender el método científico a las
(...) ciencias sociales e históricas son considerables. Problemas similares surgen
Dado un entendimiento relativo del espacio, el problema es identi­ en geografía. E l complicado y multivariable sistema que los geógrafos
ficar el sistema de coordenadas más apropiado para un fin geográfico tratan de analizar (sin las ventajas del método experimental) es difícil
determinado. Los filósofos de la ciencia sostienen a menudo que éste' es un de manejar. La teoría, en última instancia, requiere el uso del lenguaje
problema empírico y que su solución depende de la clase de actividad que matemático, pues solamente se puede manejar la complejidad de interac­
se estudie. La actividad implica discusión de las propiedades, y, por ciones de forma consistente usando semejante lenguaje. El análisis de
tanto, la elección del sistema de coordenadas depende del fenómeno que se datos requiere un computador rápido y métodos estadísticos adecuados,
estudie. ( ...) En la práctica, los geógrafos no estudian todo en el con­ y la verificación de hipótesis. también requiere métodos. La desgana de
texto espacial, sino que se limitan a considerar una selección de fenóme­ los geógrafos para desarrollar teorías refleja en parte el lento crecimiento
nos. E l problema radica en cómo fundamentar esa selección. de métodos matemáticos apropiados para tratar los problemas geográficos.
(- > Sin esos métodos los problemas de los geógrafos parecen analíticamente
A pesar de la considerable literatura sobre los objetivos de la geogra­ intratables. Los deterministas realizaron toscos intentos de explicación
fía, los geógrafos raramente han abordado directamente este problema. sistemática, pero en los años veinte cayeron en desgracia. Sin embargo,
El problema básico estriba realmente en preguntarse cómo puede distin­ no parecía existir nada capaz de ocupar su lugar.

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( (
i
428 Antología de textos David Harvey 429

(...) y los procedimientos de verificación, se han configurado muy


e x p e r im e n ta l
La teoría derivada de otras disciplinas en geografía se encuentra, sin débil y recientemente.
duda, desarrollada con más fuerza que la teoría autóctona. La mayor El camino implícito en la ortodoxia de Hartshorne es diferente. Pa­
parte de la teorización ahora habitual en geografía es de este tipo. La rece ir del estudio de observaciones desordenadas (los hechos), a través
pregunta, por tanto, radica en saber si la teoría autóctona puede desarro­ de la clasificación y la generalización, a la formación de principios, que
llarse en geografía al margen de la teoría derivada y, si es así, cuáles son pueden entonces ser usados para ayudar en la descripción interpretativa
las relaciones entre ellas. ( ...) Una conclusión preliminar es que cuando de áreas. La fuerza de tal camino depende enteramente del poder de la
los geógrafos desarrollan su pensamiento analítico en términos de len­ lógica inductiva, y resulta ser, por tanto, un camino bastante débil para
guajes espacio-temporales (el marco espacial para el pensamiento propuesto la formación de enunciados generales válidos que puedan funcionar como
por Kant, o los posteriores marcos espaciales relativistas), la teoría autóc­ leyes totalizadoras. Afirma tácitamente la habilidad para identificar «los
tona puede ser desarrollada, pero cuando los geógrafos recurren a len­ hechos» independientemente de la teoría — afirmación que muchos no
guajes referentes a las propiedades, la teoría resultante es claramente estarán dispuestos a aceptar— . La mayor parte de la investigación geo­
derivada, actual o potencialmente, de alguna otra disciplina. gráfica tendía hasta hace poco a interesarse por la recogida, ordenación
y clasificación de datos, y en este sentido estaba de acuerdo con la orto­
De forma general, podemos concluir que no existe ninguna razón lógi­ doxia de Hartshorne sin aceptar necesariamente la tesis de Kant. Esta
ca para suponer que la teoríá no pueda desarrollarse en geografía o que aproximación a la descripción y a la exphcación parece incluso inferior a
la totahdad de los métodos empleados en la explicación científica no la de Bacon, en el sentido de que elude la unificación intentada de los
puedan ser utilizados en los problemas geográficos. Hay que admitir que principios generales dentro de una estructura teórica unificada.
ello implica serios problemas prácticos. Pero, desde luego, no se pueden (...)
invocar esas dificultades prácticas para probar que el pensamiento geográ­
fico es esencialmente diferente respecto a la forma de explicación de las
restantes disciplinas, excepto la historia y, quizá, la geología.

ha explicación en geografía

De lo anterior puede concluirse que la geografía está «escasa de teorías


y sobrada de hechos». Sin embargo, el desarrollo de la teoría parece
vital tanto para la exphcación satisfactoria como para la identificación de
la geografía como un campo independiente de estudio.
(...)
La teoría científica puede seguir dos caminos diferentes. El camino
teórico-deductivo se encuentra ahora probablemente más favorecido, puesto
que reconoce claramente la naturaleza hipotética de gran parte del pensa­
miento científico. En general, este tipo de pensamiento no ha prevalecido
en geografía, aunque ha existido gran cantidad de pensamiento a priori.
Escritores como Griffith Taylor y Cari Sauer desarrollaron la teoría en
cierto sentido; pero las teorías sólo consiguen un status científico si pro­
porcionan hipótesis que puedan ser verificadas de alguna manera, y las
teorías desarrolladas por esos escritores son, en su mayor parte, poco
verificables, aunque resulten estimulantes y vivificantes. Esto ocurre en
parte porque estas teorías fueron enunciadas de tal forma que eran inca­
paces de elaboración deductiva, y en parte porque los eslabones de la
metodología científica, que parten del enunciado de la teoría y continúan
con la formulación de hipótesis, la construcción de modelos, el diseño
Jean-Bernard Racine * Jean-Bemard Racine 431

MODELOS DE INVESTIGACION en cualquier proceder geográfico que aspire a ser científico, de recurrir a
Y MODELOS TEORICOS EN GEOGRAFIA ** los modelos y, de forma más específica, a los modelos de construcción
matemática.
Sin embargo, los trabajos americanos más recientes evidencian que,
tras una década larga de entusiasmo comunicativo, la «nueva geografía»
entra en un período de duda, evidentemente en cuanto a sus fines, pero
también en cuanto a sus medios. Y la noción de modelo vuelve al centro
de las discusiones. En Francia, donde sólo se han seguido las huellas de
los geógrafos anglosajones con retraso y reticencia, las obras recientes de
Beaujeu-Garnier, Bonnamour y Merlin, acaban de poner de manifiesto que
una. geografía que aspire a ser «aplicable» no puede prescindir de recurrir
a «modelos». Pero no parece que exista acuerdo más que en un cierto
tipo de vocabulario, aun cuando el ultimo de los tres autores citados no
asuma las distinciones propuestas por los dos primeros. E l modelo de la
utilización de los modelos en geografía está todavía por hacer.
La principal crítica que todavía se hace a los modelos en general, in­
cluso por geógrafos propicios a su empleo, estriba en que no han sido
construidos correctamente, y en que no pueden serlo, «dada la comple­
jidad de las componentes», «mientras se confundan los mecanismos fun­
Cabe preguntarse, en 1974, si merece todavía la pena interrogarse
damentales y el tejido de variables que los condicionan, y no se disponga
sobre la naturaleza, la función, los fundamentos y los límites de la noción
de estudios sistemáticos de correlaciones». ¿No se está quizá olvidando
de modelo en el trabajo del geógrafo. En las escuelas anglosajonas y es­
candinavas, una reflexión de este tipo podría parecer en todos los casos que es precisamente en la utilización de modelos de construcción mate­
caduca, en particular después de la aparición de obras de síntesis tan mática donde se buscan los medios para, por fin, poder controlar el aná­
importantes como las de R. Chorley y P. Haggett, Models in Geography, lisis de los problemas de correlaciones y de los de multicolinealidad, por
o de D. Harvey, Explanation in Geography, y, más recientemente, de la ejemplo, problemas ante los que el análisis cualitativo, con sus instru­
excelente puesta a punto, admirablemente ilustrada a lo largo del libro, mentos tradicionales, ha tenido que confesar su impotencia? Pero no se
que han propuesto Abler, Adams y Gould en Spatial Organization, The trata en estos casos más que de modelos exploratorios, modelos de inves­
Geographer’s View of the World, en la primera parte de su obra, al tratar tigación, incluso si son tan sofisticados como los que proponen las técni­
sucesivamente de «la ciencia», de «la exphcación científica» y de «la geo­ cas del análisis factorial. Nadie puede ya negar su interés. Pero los modelos
grafía concebida como ciencia». Con anterioridad y paralelamente a este pueden ser utilizados para otros fines explicativos, condusorios. Su interés
esfuerzo para poner en orden ideas y conceptos, una cantidad impresio­ no se limita, por lo demás, a las conclusiones a menudo pardales o pro­
nante de trabajos demostraba no sólo la utilidad, sino también la necesidad, visionales, a las que llegan. Lo esendal estriba, en efecto, en el esfuerzo
de conceptualizadón y de formuladón teórica que suponen. En uno como
* Además del artículo traducido en este libro, entre los trabajos principales del
autor se encuentran: en otro caso, la causa nos parece que ya ha sido vista. Es, a nuestro en­
French, H. M., y Racine, J . B ., Eds. (1971): Quantitative and Qualitative Geography. tender, inútil defender hoy en día la noción de modelo y la utilización de
La nécessité d’un dialogue, Otrawa, Université d’Ottawa (Travaux du Département modelos en una batalla ya resuelta.
de Géographie, 1).
Más útil es preguntarnos en la actualidad sobre problemas concretos.
Racine, J . B. (1972): «Modeles graphiques et mathématiques en géographie humaine»,
Revue de Géographie de Montréal, I , 1, pp. 7-34. Tres de ellos nos parecen importantes:
Racine, J. B., y Reymond, H. (1973): L’analyse quantitative en géographie, París, ¿Cómo se inscribe el recurso a los modelos en d proceder normal del
Presses Universitaires de France.
geógrafo?
Radne, J . B. (1977): Discurso geográfico y discurso ideológico: perspectivas episte­ ¿Qué valor puede concederse a un moddo teórico en la búsqueda de la
mológicas. Traducdón de A. Redondo, Barcelona, Universidad de Barcelona (Geo
Crítica. Cuadernos Críticos de Geografía Humana, 7), 1977. exphcación?
* * Racine, J . B. (1974): «Modeles de recherche et modeles théoriques en géogra­ ¿Cómo construir matemáticamente un modelo de investigación que
phie», Bulletin de VAssociation de Géographes Frangais, L I, 413-414, pp. 51-62. Tra­ permita al análisis geográfico responder a la doble exigenda de un conoci­
ducción de Josefina Gómez Mendoza.
miento teóricamente fundado y empíricamente verificado?
430

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432 Antología de textos Jean-Bernard Racine 433

Nuestra primera serie de observaciones a este respecto se apoyará en Con este fin hemos recurrido, en nuestro estudio, a la reflexión teórica
nuestra experiencia personal. y a los modelos matemáticos. Después de haber constatado que las ciudades
americanas se parecen más entre sí, en sus diferentes categorías dimen­
Los modelos y la aproximación metodológica sionales, de lo que se parecen a cualquier otro prototipo urbano, lo que
de una geografía científica parece demostrar que su desarrollo y estructura dependen de una serie
de factores comunes responsables de esta especificidad, dspués de haber
El propósito inicial de nuestra tesis sobre la expansión metropolitana mostrado que Montreal era una ciudad típicamente norteamericana, nos
del Gran Montreal era clásico: realizar un análisis geográfico de la coyun­ ha parecido legítimo renunciar a un estudio estrictamente idiográfico y
tura espacial en el seno de la zona metropolitana de Montreal, y más partir de la teoría ya adquirida y de la bibliografía ya conocida, del «mo­
específicamente un análisis de la corona generada por la expansión metro­ delo» de ciudad americana, para mostrar cómo esta adquisición podía rela­
politana, de la que teníamos que definir y explicar la diferenciación inter­ cionarse a la observación empírica, desembarazándonos así de los hechos
na, la organización tipológica y la dinámica particular. E l crecimiento del comunes para mejor poner de manifiesto los hechos específicos y poder
Gran Montreal y las formas espaciales resultantes sólo representan, sin situar nuestros resultados dentro de los esquemas generales de exphcación
embargo, un caso particular del proceso y de las consecuencias de la exur­ elaborados por la reflexión teórica, aunque hubiera que cuestionarlos, ma­
banización y del conjunto de fuerzas que le están vinculadas y que actúan tizarlos o precisarlos: lo particular sólo toma sentido de relación con lo
en el sistema urbano. Por ello, todo el que, tras identificar el proceso, general, la teoría adquirida se convierte en el hilo conductor del estudio.
quisiera tratar de explicarlo, tenía que efectuar una elección metodológica Se nos planteaba entonces de forma inmediata una cuestión: ¿Cómo
importante. verificar si sí o no el desarrollo de Montreal, su expansión metropolitana
Es conocido el proceder ya clásico de la geografía, tal como lo definió y la diferenciación de la corona urbana resultante eran susceptibles de
Pierre George en 1970: «observación analítica, detección de las correla­ interpretarse a la luz de la reflexión teórica, si se era incapaz de definir
ciones, investigación de las relaciones de causalidad». Incluso si una defi­ los hechos observados en términos tales que pudieran servir en un modelo
nición de este tipo, propuesta en la actualidad, exige recurrir al instrumento general ligando la realidad empírica al conjunto de hipótesis de estructura
cuantitativo, no dice nada del marco conceptual y metodológico en el que y de explicación? Después de haber multiplicado las investigaciones des­
este recurso debe inscribirse. Sin embargo, eso es lo esencial. En efecto, criptivas, acumulado mapas y comentarios de mapas sobre el conjunto de
un estudio orientado de acuerdo con estos tres términos, incluso si utiliza atributos espaciales susceptibles de calificar este espacio en curso de com­
el instrumento cuantitativo, puede muy bien no suponer más que un pleta transformación, la cuestión se planteaba así: ¿qué hacer con esta
refinamiento ilusorio con relación al discurso tradicional del geógrafo, que información de la que no emergía de hecho, desde el punto de vista geo­
venga a añadir a tantas otras descripciones locales, regionales o territoria­ gráfico, más que una cruel impresión de desorden y de inorganicidad?
les, un nuevo «sello» en una colección en la que no existe en absoluto ¿Iba a contentarse este trabajo en constatarla, no desembocando más que
preocupación por hacer progresar de forma verdaderamente significativa en una sucesión de observaciones? Una reflexión en profundidad sobre
las modalidades del conocimiento geográfico. El problema no es el del el plan de exposición podía lograr en mayor o menor medida poner orden
dilema entre «cuantitativo» y «cualitativo», como tampoco el de una dico­ en la exposición de los hechos. Pero, ¿sería este orden el de la lógica de
tomía expresada en términos de información utilizada, sino más bien en las palabras o el de la lógica de las cosas? ¿Cómo decidirlo con seguridad?
términos de comportamiento intelectual y de actitud fundamental frente ¿Se trataría de la expresión de las cualidades de conjuntar del investiga­
a la disciplina geográfica. Como ha mostrado S. Gregory, se trata de la dor (cualidad tradicional de los geógrafos) o de lo que otros investigadores
aceptación o del rechazo, por parte del investigador, de la aplicación a habrían a su vez encontrado utilizando los mismos métodos? En otras
los problemas geográficos del proceso normal de razonamiento analítico, palabras, ¿sería de orden literario o científico?
tal como es aplicado en las ciencias puras, en las ciencias del terreno y, El proceder científico, cualesquiera que puedan ser sus etapas, tiene
además, en las ciencias sociales. ¿Es necesario volver, de nuevo, sobre la además una exigencia global, lo que se llama transparencia del conoci­
naturaleza de este conocimiento y sobre sus etapas normales? No lo cree­ miento. Este aspecto ha sido desarrollado por Reymond en nuestro libro
mos. Digamos tan sólo nuestra elección: hallar, para dar cuenta de la común sobre el Analyse quantitative en géographie. Definir la ciencia
coyuntura espacial montrealesa, una aproximación que hiciera hincapié más como una transparencia del conocimiento equivale a decir que un «sujeto»
en la generalización, en términos de hipótesis y de teorías, cuya validez comunica a otros «sujetos» un saber adquirido sobre un «objeto». Esta
tendría que ser verificada, que en la particularización en términos de acu­ transparencia implica que el sujeto comunicante y los sujetos que reciben
mulación repetititiva de una información descriptiva de la que trataría de la nueva información puedan seguir juntos el camino que va del contacto
inducir (o de deducir... la cosa ya no está muy clara) una exphcación. subjetivo con el objeto a la extracción objetiva del conocimiento, por la

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434 Antología de textos jean-Bernard Racine 435

sucesión de técnicas de extracción, siguiendo un orden esperado por el lógica. Se descuida el sistema sodal y también el sistema político. Este es
consenso de otros investigadores: el método científico. Esta transparencia un resultado al que llegan todos los espedalistas de ecología factorial, a
del conocimiento, gracias a este proceder crítico aceptado por todos, pesar de no utilizar más que modelos de investigadón. E l descubrimiento
«fundamenta el valor del conocimiento al hacer públicos sus errores». de los prindpales factores, de acuerdo con los cuales se estructura el es­
Y sin duda eso es lo esencial, lo que no deja de parecerse a humildad sis­ pado social intrametropolitano, pone de manifiesto que toda modelización
tematizada. ¿el crecimiento' urbano debería tener en cuenta una realidad primaria,
La función de los modelos de investigación (inductivos) consiste en específicamente geográfica: la diferendación estructural del sistema intra-
reducir y ordenar la información original poniendo de manifiesto y mi­ urbano. Los factores de la diferenciación espacial están, en efecto, en la
diendo los hechos de interdependencia y de combinación, a fin de efectuar base de una gran variedad de tipos de combinaciones, que forman otras
el paso entre las unidades estadísticas cuantitativas y las unidades geo­ tantas unidades que albergan, en un marco construido específico, una po­
gráficas cuahtativas a las que se referirán las cuestiones de analogía o de blación más o menos homogénea cuyos comportamientos obedecen rara­
correspondencia tipológica, las cuestiones de causalidad y la reflexión nor­ mente a una ley o a una regla general válida para el sistema entero, y
mativa. Modelos esencialmente utilizados con anterioridad a la reflexión esto cualquiera que sea la naturaleza de los comportamientos estudiados,
puramente geográfica, corresponden más bien a tamices, a filtros, puesto comportamientos del hombre económico más o menos radonales, o com­
que sirven de hecho como intermediarios, matemáticamente concebidos, portamientos de satisficers (el hombre que «desea») motivados más por
entre el hecho estadístico bruto y la realidad que hay que definir. el deseo de alcanzar un cierto nivel de satisfacción que por la preocupa-
Vienen después los modelos teóricos que tienen otra finalidad: simular dón de maximizar rentas y utilidades.
lógicamente la realidad. En la medida en que lo logran, bajo ciertas con­ A pesar de las críticas que los economistas espadales han efectuado en
diciones sobre las que volveremos más adelante, pueden ser calificados de una primera época a la geografía, así como a la ecología humana y a la
modelos explicativos. Sin embargo, al haber estos modelos demostrado sociología en general, a las que acusan de darse por satisfechas con proce­
la ignorancia de los investigadores dando la medida de la inmensa distan­ dimientos juzgados estrictamente descriptivos, orientados hacia la constatar
cia que separa la construcción teórica y la parte de la realidad que cubre, ción de regularidades más que hacia los procesos que las han engendrado,
es habitual contentarse con modelos descriptivos, de vocación operadonal, pensamos que es labor, por lo menos parcial, de nuestra disciplina definir
o con modelos estocásticos, que dejan un lugar al azar. En uno como en la variedad de estos medios geográficos a partir del descubrimiento de sus
otro caso permiten fundamentar ciertas previsiones y pueden, por tanto, principales elementos estructurantes. De ahí nace la importancia, de un
situarse en un momento anterior al de la reflexión normativa, aunque modelo de investigación que sirva de revelador de estructura más que
posterior al del análisis puramente geográfico. de instrumento de simulación y de previsión, un modelo de investigación
Pueden comprenderse así las razones que nos han llevado a optar, tipológica en d que la matemática sostenga la tipología al crear referen­
por el recurso a modelos matemáticamente elaborados, en cuanto hemos cias que, según manifiesta A. Libault, no sean ya descritas por un conjunto
sido capaces de manejarlos en lo fundamental. Pero el modelo no es nunca de cualitativos, sino enmarcadas entre extremos cuantitativos.
la realidad, de la misma forma que el mapa no es el país. Por ello, este Es evidente que, una vez obtenida la estructura tipológica, debe de
recurso no garantiza la pertinencia de nuestros resultados. Ayuda a juz­ ser explicada. La obtención de una estructura óptima plantea problemas
garlos. que se pueden resolver en la actualidad de forma más o menos objetiva
A este respecto nuestro trabajo sobre Montreal ha podido probar por gradas a modelos matemáticos. La explicadón plantea otros, mucho más
lo menos una cosa en cuanto a la necesidad de emplear un modelo ma­ delicados y que no podemos, desgraciadamente, ilustrar con nuestra propia
temático de investigación previamente a interrogarse sobre los procesos experiencia, puesto que todos nuestros trabajos se refieren hasta ahora a
causales y a la previsión de las coyunturas espaciales futuras a partir de modelos descriptivos, de la misma naturaleza que los descritos por Pierre
la dinámica de las estructuras actuales. Frente a las simplificaciones abusi­ Merlin en su capítulo sobre los mecanismos de desarrollo urbano, modelos
vas de una reflexión teórica, no obstante magistral y coherente, pero utilizados en el plano operadonal, pero sin fundamentos conceptuales rea­
basada sobre hipótesis que no tienen nada que ver con la realidad al les; por lo tanto, poco susceptibles de aportar explicadones.
estar demasiado exclusivamente apoyadas en la teoría económica de utili­
zación del suelo urbano, el análisis factorial del conjunto de los atributos
espadales que definen el espado geográfico montrealés pone de manifiesto El papel del modelo teórico en la búsqueda de una explicación:
que la complejidad de la ecología humana de un área metropolitana, e el ejemplo del proceder de Christaller
induso de una simple corona metropolitana, convierte en inutilizables Es conocido el alcance del trabajo de Christaller (1933) en nuestra
los modelos de los economistas, cualquiera que sea su nivel de coherenda disciplina. Numerosos geógrafos ven en él el punto de partida de la geo-

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436 Antología de textos 437
Jean-Bemard Racine

grafía moderna. Induso si se debe poner de manifiesto en la actualidad de forma que se susciten y se fundamenten otros tipos de exphcación,
que la organización de tipo jerárquico de los conjuntos urbanos no es más que exigen otros tipos de investigación.
que una forma entre otras muchas (y, sin duda, una forma que tiende Este proceder reposa de hecho sobre la aceptación implícita de una
rápidamente a volverse caduca) de los modos de relaciones entre las ciu­ cierta metodología de la explicación, implicada por el modelo. Como ha
dades y que sería peligroso erigir en regla general y universal lo que quizá puesto de manifiesto J . U. Marshall, en una muy importante contribución
no fue más que un fenómeno contingente, el trabajo de Christaller sigue a la geografía de los lugares centrales, el propio Christaller había obser­
siendo interesante y fundamental, aunque sólo sea por la originalidad vado que la realidad sólo rara vez obedecía a la predicción del modelo,
(con relación al pasado) del proceder intelectual utilizado.'Este merece, tanto en término de localización como en términos de rango. Y una gran
pues, ser precisado y comentado, sobre todo para un público de geógrafos parte de su trabajo, mal conocida, ha consistido precisamente en proponer
francófonos que se ha mostrado, hay que admitirlo, terriblemente reticente explicaciones para los casos de centros que tienen sea un buen nivel de
frente a ese tipo de reflexión geográfica. centrahdad pero están mal localizados, sea una buena localización pero no
Aunque sólo fuera en función de la riqueza de vocabulario, que clasi­ un buen nivel de centrahdad. Ahora bien, proponer explicaciones para los
fica los centros humanos en aldeas, pueblos, burgos, villas, ciudades y, casos desviados con relación a las predicciones implica aceptar el impor­
más recientemente, en metrópolis o megalópolis..., cada uno de nosotros tante postulado de que las regularidades del modelo son inherentes a la
está familiarizado con la noción de jerarquía de clases urbanas. Ahora bien, realidad, que subyacen al caos aparente de la superficie, cualquiera que
para Christaller, la observación de los mapas confirmaba la intuición pueda ser su grado, y que explican la parte de la realidad que se las
hgada a la práctica del lenguaje. Fue precisamente a partir de las preguntas ajusta. En otros términos, nos dice J. U. Marshall, «racionalizar las des­
que le eran sugeridas por la observación sobre los mapas de la regularidad viaciones con relación al modelo sólo puede ser aceptado como proceso
con la que las ciudades de diferentes tamaños se disponían a lo largo de exphcativo si el modelo mismo es aceptado como suministrando una parte
las carreteras, como buscó el medio para encontrar una explicación del ta­ significativa, la mitad, por ejemplo, de la exphcación de una configuración
maño, del número y de la distribución de las ciudades. Dicho de otra observada». La pregunta que hay que plantearse entonces es la siguiente:
forma: ¿cómo descubrir las leyes — o las reglas— que rigen la distribución ¿existen raíces sóhdas que nos permitan considerar el modelo en cuestión
y la estructura de este fenómeno urbano? Debemos a B. Berry y a C. Harris como verdaderamente poseedor de un poder explicativo? La pregunta, en
el haber mostrado por qué Christaller llegó a rechazar el procedimiento lo que se refiere a la teoría de los lugares centrales, se plantea tanto para
purámente geográfico, porque «hasta el presente nadie había llegado a los modelos más flexibles (como el de Berry y Garrison, 1958) como para
definir de una forma clara leyes que tuvieran una validez suficientemente
el modelo rígido de Christaller.
general sobre el tema». De la misma forma se vio abocado a rechazar a Para pronunciarnos sobre ello, remitimos a la argumentación de
la vez la investigación histórica y el método estadístico, ya que las esta­ J. U. Marshall, que sitúa sucesivamente las diferentes posiciones lógicas
dísticas por sí solas no pueden pretender dar la prueba lógica de que posibles a la luz de la filosofía de las ciencias y admite en conclusión, a
las regularidades empíricamente descubiertas obedecen a leyes auténticas, partir del doble principio de parsimonia y de plausibilidad, la utilidad
mientras que la historia sólo puede desembocar en la puesta en evidencia del modelo de Christaller que reduce al máximo el rompecabezas de
de casos particulares.
la realidad, con el mínimo de postulados, contrariamente a la solución
Christaller buscó, por el contrario, una teoría que poseyera una validez opuesta, que consistiría en escribir una cantidad de historias idiosincrá-
completamente independiente de lo que la realidad ofrecía a la observa­ ticas relativas a cada uno de los centros, lo que implicaría de hecho un
ción, que tuviera por única virtud su propia lógica, teoría que podría ser número de postulados explicativos todavía superior a los que implica la
confrontada con la realidad a fin de juzgar en qué medida ésta corres­ aceptación del modelo posible. Esta exphcación legitima entonces la bús­
pondía a la teoría, en qué medida era explicada por ella, y en qué aspectos queda de tina exphcación suplementaria sólo para sus desviaciones. Debe
la teoría no correspondía con la realidad. Los hechos inexplicados deberían retenerse, no obstante, que los diferentes modelos utilizados por los geó­
entonces ser clarificados con la ayuda de la investigación puramente his­ grafos varían enormemente con relación a este concepto de plausibilidad:
tórica y geográfica, puesto que su existencia estaría vinculada a factores una regresión de tipo funcional que ponga de manifiesto el vínculo entre
de resistencia, personales, históricos o naturales, causantes de las desvia­ las poblaciones y el número de funciones en un sistema de ciudades es,
ciones observadas con relación a la teoría. Por tanto, puesto que no tiene indudablemente, un modelo en la medida en que presenta, con ayuda de
nada que ver con la teoría misma, no pueden ser utilizados como argu­ nna formulación matemática, una situación observada en términos de rela­
mentos contra la validez de la teoría. En este contexto, los métodos ciones entre distintas variables. Pero la existencia de la relación no es
cuantitativos son, pues, simplemente el medio de confrontar la teoría con susceptible de ser interpretada plausiblemente por el descubrimiento de su
la realidad a fin de poner de manifiesto todo lo que la teoría no explica, expresión matemática, contrariamente al modelo de los lugares centrales,

I
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438 Antología de textos Jean-Bernard Racine 439

tal como fue propuesto por Christaller: «El grado de exphcación que dencia entre la configuración de un modelo teórico y la configuración
posee un modelo crece con su plausibilidad.» empíricamente descubierta, una relación causal entre ambas. El análisis
Otras consideraciones pueden surgir, sin embargo, al encausar las mo­ estático de las configuraciones es incapaz de mostrarnos cuál de las causas,
dalidades según las cuales el modelo teórico es verificado. Nosotros mismos entre una variedad de ellas igualmente plausibles pero fundamentalmente
hemos realizado investigaciones sobre la definición de centrahdad: ¿qué diferentes, ha podido generar la configuración estudiada. No hay que con­
índice seleccionar?, ¿cuáles son las relaciones entre los diferentes indicado­ fundir estadística y lógica. Además, el geógrafo, cuando llega a trabajar
res propuestos?, ¿cuál es teóricamente el más pertinente para el estudio con tipos, ha manipulado ya tanto sus datos, ha «tratado» hasta tal punto
que nos proponemos?, ¿cuáles son las actividades verdaderamente cen­ su información, que la ha alterado considerablemente, dando lugar, de
trales? Responder a estas preguntas exige largos estudios, que utilicen ya acuerdo con la expresión de B. Marchand, en su artículo sobre la teoría
modelos de investigación a menudo sofisticados. ¿Cómo puede, entonces, de la información y la geografía, a una «pérdida de entropía». En rela­
cada investigador construir de forma coherente su laboratorio de análisis, ción a los datos ordenados en la matriz de información espacial originada,
su campo de experimentación? Sobre todo, ¿cómo hacerlo funcionar en esta pérdida parece a este nivel máxima. Por ello, el esfuerzo de paso
relación a las exigencias del modelo? Esta última pregunta tiene mucha del modelo teórico al modelo empírico debe ser intentado con anterioridad
importancia, y a ella ha dedicado J. U. Marshall lo fundamental de su al anáhsis tipológico, en el nivel de las matrices factoriales y de las ma­
tesis. El autor pone de manifiesto que la casi totahdad de los estudios trices de resultados, mientras que el anáhsis de correspondencias discri­
consagrados a la verificación del modelo de Christaller obedece a las minantes puede todo lo más servir de test en lo relativo al alcance
premisas, explícitas o implícitas, del modelo y/o que los métodos y téc­ «geográfico» regional de las imphcaciones propuestas.
nicas estadísticos utilizados no han podido o no podían tomar en cuenta No podemos presentar aquí un modelo teórico. Debe corresponder al
estas premisas. Esta es una acusación lo suficientemente grave como para problema estudiado en cada uno de los casos y debe ser presentado de
incitar a los geógrafos a tener cada vez más rigor en el manejo de sus forma no ambigua. Se conoce, sin embargo, hoy en día, la existencia de un
instrumentos, ya sean conceptuales, ya sean técnicos. De ahí una tercera modelo de investigación, el de las rotaciones procrusteanas, que permite
serie de observaciones, estrictamente introductorias, en cuanto a la cons­ aproximar de forma analítica los resultados inductivos a los que conten­
trucción de un nuevo modelo de investigación en geografía humana. dría, aunque sólo fuera de forma binaria, una matriz objetivo (target
matrix) hipotética. El modelo nace de la reflexión general sobre las posi­
bilidades de rotación de los ejes factoriales. Pero más que orientar la
De la ecología (o de la geografía) factorial rotación en función del criterio de la estructura más simple, como en
a la geografía explicativa moderna el procedimiento Varimax, se la puede orientar de forma que se puedan
verificar hipótesis específicas o teorías. Estas últimas pueden implicar
Hemos propuesto ya, en diversos trabajos que se completaban y mati­ el uso, como matriz objetivo blanco, de una matriz factorial, que no tenga
zaban unos con otros, la definición de una estructura precisa del procedi­ nada que ver con la estructura latente del conjunto de los datos.
miento que debe seguir una geografía fundada sobre el tratamiento siste­ A fin de determinar si la información puede o no soportar una rota­
mático de la información espacial. Tal como lo expresábamos en nuestro ción de tal tipo que se ajuste a una configuración o a una estructura
artículo sobre las correspondencias tipológicas del espacio geográfico, nues­ hipotética (es decir, que una de las bases del espacio vectorial sea la base
tro modelo de investigación reflejaba toda la ignorancia del neófito entu­ teórica), pueden seguirse cuatro etapas:
siasta. Incluso haciendo abstracción de la extraordinaria dificultad para
formalizar un modelo conceptual exphcativo global y plausible de los 1. Debe construirse, primero, una matriz objetivo y definirse el nú­
hechos observados (la geografía no ha encontrado todavía a su nuevo mero apropiado de factores y las saturaciones hipotéticas de cada una de
Christaller), ¿cómo asegurar en la práctica el paso entre este modelo.teóri­ las variables exphcativas sobre los factores.
co y la realidad empírica? Hemos creído encontrar un principio de solu­ 2. Una solución factorial inductiva preliminar puede entonces ser
ción en la utilización combinada de los recursos del análisis factorial y descubierta a partir de los datos empíricos introducidos en la matriz de
del anáhsis discriminante. De hecho, el método de las «correspondencias información original.
discriminantes» no representa más que un escaso progreso en esta inves­ 3. Esta solución inicial puede después experimentar una rotacion
tigación aun cuando conserve gran interés para los procedimientos de hasta que encuentre el mejor ajuste (en términos de mínimos cuadrados)
optimización tipológica. Aunque permite comparar dos matrices tipológicas, a la estructura hipotética. Si la estructura hipotética corresponde bien a
sólo compara resultados, configuraciones, y, como recuerda B. Berry en la estructura latente de la información empírica, entonces debería ajustarse
un texto de 1973, nada autoriza a inferir directamente de una correspon­ completamente la solución con rotación a la matriz hipotética de las satu-

c
440 Antología de textos André Dauphiné *
raciones tal y como fue definida en la primera etapa: los factores hipo­ MATEMATICAS Y CONCEPTOS
téticos describen entontes las configuraciones de las relaciones en el seno EN GEOGRAFIA **
de esta información. Si, por el contrario, la solución con rotación se
desvía de esta solución planteada hipotéticamente, debe cuestionarse la
pertinencia de la hipótesis.
4. Es, pues, necesaria una cuarta etapa: consiste en analizar el con­
junto de las correspondencias entre las dos matrices fundamentales. Es lo
que se llama análisis de transformación, cuyas diferentes etapas (diez sub-
matrices en total) permiten verificar y/o descubrir sucesivamente:

a) El grado de correspondencia global (expresado por un coeficiente


de correlación) entre un conjunto de factores descubiertos inductivamente
y el espacio vectorial definido por otra serie de factores deductivamente
evaluados.
b) Las -variables que desempeñan el papel principal en la similitud o
en la disimilitud existente entre las dos series de factores.
c) El desplazamiento de las correlaciones entre los dos factores pro­
ducidos por la rotación, es decir, el ajuste máximo de una estructura
a otra.
d ) Los factores que han cambiado en mayor medida de significación Las técnicas matemáticas, que formalizan con igual adecuación, si no
para que la estructura empírica corresponda a la estructura teórica. mejor, los datos cualitativos que los datos cuantitativos, se consideran a
menudo como el estandarte de la nueva geografía. Aunque este instrumen­
La matriz de transformación que, aplicada a la matriz factorial empí­ to no representa la aportación esencial de la nueva geografía, constatación
rica, permite terminar la rotación, posibilita, por tanto, también producir fundamental que hemos afirmado muchas veces, ha modificado, sin em­
una nueva matriz de saturaciones factoriales que a su vez podrá ser utili­ bargo, profundamente numerosos elementos de la geografía actual.
zada para una derivación de pesos locales que expresen espacialmente, en En primer lugar, las matemáticas han ejercido una influencia directa
cierto sentido como lo harían los residuos en un modelo de regresión, la sobre otras técnicas empleadas por el geógrafo, sobre todo la cartografía.
diferenciación entre la estructura teórica y la estructura empírica. A partir La cartografía ha estado siempre basada en el lenguaje matemático, y
del conjunto de estos valores numéricos referidos al espacio, todos los es, por tanto, inútil oponer los modelos de formalización cartográfica y los
anáhsis estadísticos multivariados pueden entonces ser reutilizados para modelos de formalización matemática. Se comprende entonces mejor cómo
fines de previsión o de anáhsis normativo. y por qué las nuevas técnicas matemáticas han valorizado los medios de
Este modelo de investigación ha empezado a ser utilizado por los psi­ expresión cartográfica; M. Chapot ha mostrado así el papel de la visuali-
cólogos y algunos sociólogos. Merece ser profundizado. Es lo que preten­ zación automática en cartografía.
demos en la Universidad de Lausanne. Pero para que la geografía extraiga Estas transformaciones han desbordado el marco técnico; los métodos
algún beneficio de él, se debe cumplir una condición previa: que se experimentales, cuya aplicación directa en ciencias humanas resulta impo­
desarrolle la investigación teórica del tipo de la de Christaller, pero basada sible, han podido ser introducidos en geografía, reemplazando los tests
ahora sobre razonamientos menos simplistas. Las investigaciones que se
están actualmente empezando en geografía en el campo de los compor­ * Además del artículo traducido en este libro, entre los trabajos principales del
tamientos, de la percepción, de la semiología y quizá de forma más signifi­ autor se encuentran:
Dauphiné, A. (1973): «L ’analyse factorielle: ses contraintes mathématiques et ses
cativa en el de la teoría de la decisión y de las selecciones en el seno limites en géographie», L ’Espace Géographique, I I , 1, pp. 74-80.
de una problemática nueva, relacional y estocática, anuncian quizá la Dauphiné, A. (1975): «Les régimes pluviométriques et leur distribution spatiale dans
posibilidad de alimentar válidamente, en términos de factores de diferen­ les Midis £tan?ais», L ’Espace Géographique, IV , 1, pp. 53-63.
Dauphiné, A. (1979): Espace, région et systeme, París, Economica.
ciación y de organización espacial, una matriz objetivo teórica. Por lo * * Dauphiné, A. (1978): «Mathématiques et concepts en géographie», en G éo­
menos, es esta hipótesis la que nos incita a proseguir nuestro trabajo. point 78. Concepts et construits dans la géographie contemporaine, Avignon, Groupe
Dupont, Centre Littéraire Universitaire, pp. 7-24. Traducción de Isabel Pérez-Villa-
nueva Tovar.
441

(
442 Antología de textos André Dauphiné 443

estadísticos a la verificación experimental. De la misma forma, el desarro­ Dos deducdones pueden extraerse de esta postura indal. En primer
llo del método sistémico se ha beneficiado del instrumento matemático lugar, sean cuales sean los numerosos problemas planteados por la utili-
e informático. zadón de las matemáticas, sobre todo en d terreno de la recogida y de
El instrumento matemático ha contribuido también a la renovación la crítica de los datos, es inútil negar su eficacia; todas las dendas han
teórica de ciertas ramas de la geografía. Gracias a la aportación de las progresado mejorando sus métodos y afinando su teoría gracias al ins­
matemáticas, hemos podido evidenciar, y remediar parcialmente, la im­ tr u m e n to matemático, y la geografía no puede ser una excepdón. Es cierto
perfección del modelo teórico noruego (de climatología). De la misma que d empleo de las matemáticas no confiere automáticamente marchamo
manera, A. G. Wilson ha hecho progresar las teorías ’de interacción de c a lid a d a una obra geográfica, y basta leer cierta Introduction a l’analy-
espacial, al proponer una nueva formulación del modelo gravitadonal ba­ se de l’espace para convencerse. Sin embargo, los motivos aducidos para
sada en la entropía. La teoría de los lugares centrales sigue siendo, sin rechazar la formalización matemática esconden frecuentemente un profundo
embargo, el ejemplo más característico. M. Beckmann, al presentar una desconocimiento de su fundón. ¿Cuántos geógrafos creen todavía que el
formalización matemática de la teoría de W . Christaller, introduce nuevas instrumento estadístico sirve para precisar un fenómeno? Cuando se trata
leyes, principalmente la que une la relación población urbana-población casi siempre de redudr datos y, por tanto, de simplificar, de esquemati­
rural y el número de ciudades satélites de orden inmediatamente inferior zar, de encontrar la lógica interna de un conjunto de informaciones. Aña­
que posee cada centro. B'. Berry crea dos nuevos conceptos; y, más reden- damos finalmente que, con frecuenda, la negadón de la formalización
temente, P. Clava1 subraya que: «La teoría de grafos permite también matemática esconde bajo nobles principios ideológicos una perfecta aplica-
hberar a los anáhsis de lugares centrales de presupuestos irreales — el dón de la ley dd mínimo esfuerzo.
de la superficie de transporte— y permite entender mejor cómo la atrac­ Por otra parte, si la geografía es una dencia, es, por tanto, una cons­
ción de los diferentes centros puede combinarse en un punto.» trucción abstracta que tiene como objetivo comprender, explicar y actuar
sobre la organizadón del espacio; es un conjunto de constructos y de
Aunque nadie puede discutir estas aportadones, es útil, sin embargo,
conceptos que deben ser definidos con predsión. Sin invadir la exposidón
preguntarse por las reladones poco estudiadas y difusas que existen entre
de C. Raffestin, hay que recordar algunas ideas sencillas, induso simplis­
la formalización matemática y la elaboradón de conceptos en geografía.
tas, sobre los conceptos geográficos.
Este intento es nuevo, y precisamente por ello no pretende ser más En primer lugar, la geografía es una dencia cuyos conceptos proceden
que una modesta introducdón. Además, al tener que seguir siendo Géo­ generalmente de los lenguajes populares. Muchos términos, tanto en geo­
point un lugar de debate, del que nacen conjuntos de ideas, se impone un grafía física como en geografía humana, se obtienen del vocabulario coti­
plan maniqueo. En la primera parte se presentan algunos peligros para diano o del de una región. Así, por ejemplo, la mayoría de los conceptos
la conceptualizadón en geografía, peligros que pueden surgir de una de la geomorfología de las calizas proceden de la región de Karst, en
actitud cuantitativista demasiado técnica; después, en un segundo mo­
Yugoslavia.
mento, se exponen las virtudes de las matemáticas, de su acdón bené­ Lo mismo sucede en geografía humana; los conceptos de dudad, de
fica sobre la edosión de nuevos conceptos. Pero antes conviene recordar centro, de banlieue son también de origen popular. Esto tiene la ventaja
algunas definiciones y algunas afirmadones iniciales sobre las matemáticas de hacer muy comprensible la geografía. Pero, como contrapartida, esta
y sobre los conceptos, es decir, explidtar nuestro proceder, induso nues­ denda es pobre en auténticos conceptos específicos. Muy frecuentemente
tra ideología.
los conceptos están poco definidos y varían según los autores; así, en las
jornadas geográficas de Montpellier, ha sido imposible definir el concepto
de medio natural, al dar cada uno a este término un sentido diferente.
I. PARA UN PROCEDER CIENTIFICO A veces induso se producen disputas dentíficas a causa de esta termino­
logía difusa.
Nuestro proceder de geógrafo es, o al menos tiende a ser, dentífico. Esta constatadón debería conducir al geógrafo a retener los escasos
Rechazamos que la geografía sea un arte o una filosofía, a pesar de lo conceptos existentes y a precisarlos. Sirva como ejemplo el concepto de
que pensaban nuestros maestros; y no puede ser una ideología, como región. Como ha mostrado J. Beaujeu-Garnier, este concepto abarca «rea­
desean o temen dertos autores modernos, aunque todo geógrafo o toda lidades» diferentes; pero, en contra de su opinión, no es deseable aban­
teoría geográfica tenga una dimensión ideológica, filosófica, a veces in­ donarlo, pues, como escribe M. Teitz: «En una ciencia sodal que no es
cluso artística. Así, la geografía es denda, aunque numerosos geógrafos rica en fundamentos conceptuales, no es buena estrategia ( ...) abandonar
funcionen todavía con demasiada frecuenda siguiendo esquemas precien- d término región.» E l porvenir de la geografía no reside en d abandono
tíficos.
de conceptos mal definidos, pues términos tan vagos como los de dudad,

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444 Antología de textos André Dauphiné 445

rural, induso espacio, deberían ser rechazados. Para crear una geografía ¡lientos del paisaje natural; ninguna correlación estaba bien medida, pero
científica es necesario, por el contrario, precisar los conceptos existentes el concepto de correlación se considera hoy más digno que el de relación
y crear otros nuevos. y se utiliza, por tanto, para engalanarse con ropajes científicos.
Una segunda idea es esencial. Un concepto no es un ser científico Este tipo de error no es exdusivo de los geógrafos tradicionales; los
aislado, ( ...) está ligado al mundo conocido, a una teoría o conjunto de geógrafos cuantitativos se equivocan a veces, aunque involuntariamente.
leyes interrelacionadas y a las matemáticas. Incluso ha habido geógrafos cuantitativos que han creído en la capaddad
En primer lugar, un concepto mantiene relaciones con el mundo co­ exphcativa de los factores de un anáhsis factorial.
nocido; debe permitir captarlo, conocerlo y transformarlo. -Esta idea no
es nueva, y K. Marx oponía ya, hace un siglo, los conceptos a las catego­
B) Errores de interpretación
rías, constructos esquemáticos aespaciales 55 atemporales, como, por ejem­
plo, la categoría de propiedad. Cuántos marxistas han olvidado hoy esta La geografía cuantitativa trabaja siempre en dos planos conceptuales:
lección de rigor científico y convierten el concepto de clase, mal definido el del lenguaje matemático y el del lenguaje geográfico. E l paso de uno a
por el propio K. Marx, en una simple categoría. otro, al llevarse a cabo la interpretación geográfica de los resultados ma­
Además, un concepto no es comprensible, no tiene sentido más que temáticos, puede acompañarse de errores graves. El ejemplo del concepto
en el seno de una teoría; así, el concepto de balance hídrico designa dos de independencia es muy significativo.
realidades distintas para un hidrólogo o para un dimatólogo, pues no tienen Dos vectores ortogonales, cuyo producto es igual a cero, son en ma­
el mismo marco teórico. De la misma forma, el concepto de espacio urbano temáticas, por definición, independientes. Un anáhsis factorial resume,
es diferente para un sociólogo y para un geógrafo, aunque ninguno de los pues, la información respecto a ejes independientes en el plano matemá­
dos disponga de una auténtica teoría. tico. Pero, ¿ocurre lo mismo cuando se sitúa uno en el plano geográfico,
Finalmente, un concepto debe ser operativo, y se establecen así cone­ a partir de las saturaciones y de las magnitudes factoriales? En absoluto,
xiones entre un concepto y las matemáticas. En las dos partes siguientes y se corre el riesgo de llegar a interpretaciones sorprendentes.
se estudian únicamente esas relaciones entre concepto y matemáticas, y por Así, para R. A. Murdie y los partidarios de la ecología factorial, la
eso al indagar sobre las relaciones conceptos-lenguaje matemático no es estructura de las dudades americanas está ordenada por tres ejes inde­
posible soslayar completamente el tema referente a los conceptos. pendientes en los anáhsis: la situadón étnica, la situación familiar y la
situación económica. Ahora bien, ¿puede pretenderse seriamente que estos
tres «factores» son independientes? ¿No hay reladones en las dudades
II. ALGUNOS PELIGROS DEL EMPLEO INCORRECTO
americanas entre la situadón étnica y la situación familiar, o entre la situa­
D E LAS MATEMATICAS
dón étnica y la situadón económica?
Una incorrecta utilización de las matemáticas puede tener repercusio­ Este error vuelve a encontrarse frecuentemente en los trabajos de
nes enojosas en la conceptualizadón en geografía. Existen tres peligros los geógrafos cuantitativos. Nosotros mismos nos hemos librado sin duda
que no siempre se han evitado. por casualidad. En efecto, para cada clase de tipo de tiempo, encontrába­
mos siempre la situadón y la circuladón como ejes prindpales en nuestros
anáhsis factoriales. Es evidente para un chmatólogo, incluso prindpiante,
A) El modernismo puede ser voluntariamente engañoso que estos dos conjuntos, la situación y la circulación, son estrechamente
Un primer peligro está representado por geógrafos poco familiariza­ dependientes, hasta el punto de que es incluso difícil saber si la situación
dos con las matemáticas, pero que desean dar pruebas de modernismo. se encuentra en el origen de la drculación o si sucede lo contrario; de
Emplean conceptos ya dásicos en geografía cuantitativa, en cualquier con­ hecho, es un buen ejemplo de causalidad circular.
texto y sobre cualquier hecho. Este error se vuelve a encontrar induso en los manuales introducto­
Un primer ejemplo lo constituye el concepto de factor. En la geogra­ rios. En el último que se ha publicado en lengua francesa (M.-F. Cicéri,
fía tradicional, el término factor tiene un sentido preciso: es lo que B. Marchand y S. Rimbert) se piensa todavía que: «El papd del anáhsis
explica. En anáhsis factorial, el sentido de la palabra factor es muy dife­ en componentes principales es justamente clasificar en orden decreciente
rente; un factor ordena la información contenida en un cuadro: no explica las combinadones más importantes formadas por variables que varían de
nada. Pero, a veces, ciertos autores superponen los conceptos del anáhsis forma estrechamente interdependiente, y aislarlas en conceptos diferentes
factorial a un proceder tradicional. En las jornadas geográficas de Mont- no correlacionados, suprimiendo la redundancia presente en las variables
pellier se nos facilitó un cuadro de las correlaciones entre diferentes ele- inidales.» Si la primera parte de la frase es exacta, la segunda puede

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446 Antología de textos André Dauphiné 447

inducir a error, pues los factores encontrados están frecuentemente corre­ Por lo demás, esta esclerosis del pensamiento de los geógrafos ame­
lacionados en el plano geográfico. rican o s está provocada por la ausencia de una teoría de las regiones. El
Estos errores proceden de la incomprensión parcial del análisis facto­ c o n c e p to de región e s tá , pues, doblemente mutilado, y se parece, de hecho,
rial. M. Novi ha señalado que hay que evitar confundir los ejes factoriales a una simple categoría espacial.
y los factores (...). ¿Cuántos geógrafos franceses distinguen entre los Estos pocos ejemplos muestran así los peligros del instrumento mate­
ejes factoriales y los factores? Muy pocos, que sepamos. mático, o más'exactamente el peligro de un incorrecto empleo de esta
formalización. No pensamos que deba discutirse el instrumento; la respon­
C) Simplificaciones abusivas s a b ilid a d incumbe al investigador. Sin hablar de los geógrafos desprovistos
de formación matemática, que no dudan en criticar un tema que descono­
La utilización de técnicas cuantitativas puede también conllevar una cen hay que enfrentarse a nuestras lugunas, y son todavía demasiado
esquematizacion a ultranza, una simplificación abusiva de un concepto amplias.
geográfico. Sin embargo, a pesar de esas lagunas e incluso de esos errores, un
El ejemplo de la evolución del concepto de región es significativo. proceder cuantitativo bien entendido puede desembocar en una mejor for­
Dejemos discutir a los geógrafos sobre la existencia o inexistencia de la mación de conceptos geográficos.
región; este debate no es sólo académico, como sostiene A. Meynier, es
acientífico. Para un geógrafo científico, la región no <?s un concepto, idea
defendida desde hace mucho tiempo por los geógrafos anglosajones. III EL PROCEDER CUANTITATIVO FAVORECE
Ahora bien, los nuevos geógrafos americanos, cualquiera que sea su UNA M EJOR CONCEPTUALIZACION
ideología, reducen la región a una simple clase espacial. La posición de
W. Bunge es clara: «Una región elemental es una clase espacial basada Partiendo de algunos ejemplos, es posible mostrar cómo una correcta
en un único carácter de diferenciación. Una región compleja es una clase utilización del instrumento matemático puede favorecer la conceptualiza-
espacial basada en más de un carácter de diferenciación.» La únira dife­ ción en geografía.
rencia entre clasificación y regionalización se debe al hecho de que la
regionalización tiene en cuenta una característica suplementaria, la locali­ A) El instrumento matemático precisa los conceptos existentes
zación: la región es una clase espacial localizada. Esta localización no
reintroduce el principio de unicidad, según W. Bunge, mientras que Las técnicas matemáticas permiten, en primer lugar, precisar nume­
P- Haggett. subraya que toda región tiene una localización específica. rosos conceptos empleados por el geógrafo. Este hecho se admite incluso
D. Grigg comparte las mismas ideas y concluye su artículo sobre la lógica por los detractores incondicionales de la geografía cuantitativa. Dos ejem­
de los sistemas regionales con esta fórmula: «Esperamos que este artículo plos bastan para apoyar esta tesis.
muestre la similitud entre los dos procedimientos de clasificación y de El concepto de ciudad ha sido matizado, desde hace mucho tiempo,
regionalización.» gracias a técnicas cuantitativas muy sencillas, estableciendo un umbral
Es verdad que las técnicas de clasificación son útiles en anáhsis regio­ m ín im o de población y un umbral de activos que trabajan en las activida­
nal, sobre todo para abordar, si no resolver, la espinosa cuestión de los des agrícolas. Estamos de acuerdo en que estos dos umbrales resultan
límites. Pero asimilar la región a una simple clase espacial es provocar hoy inadaptados e insuficientes. Pero si el concepto de dudad es hoy
un empobrecimiento importante del concepto de región, excluyendo, por inadecuado, como sostiene R. Ledrut eú su obra L’espace en question,
ejemplo, todos los procesos de difusión, que son esenciales para compren­ habrá que reconstruir un nuevo concepto teórico y operativo. Para ser
der las teorías del desarrollo regional. Así, en este caso, una visión dema­ operativo, tendrá que tener obligatoriamente un fundamento matemático.
siado técnica resulta esclerotizadora, aunque es verdad que la clasificación El concepto de tipo de tiempo, utilizado en geoclimatología, es un
es una primera etapa de todo proceder científico. ejemplo todavía más revelador. Ya en 1950, P. Pédelaborde afirmaba
Este empobrecimiento del concepto de región se explica relativamente con razón que el tipo de tiempo es un complejo; pero al no disponer del
bien. Los algoritmos de clasificación están basados en un principio, el de instrumento matemático-informático, presenta una clasificación basada en
homogeneidad; las clasificaciones agrupan en clases, subespacios homogé­ dos criterios, la presión y la trayectoria de las perturbadones, lo que es
neos, sean cuales sean las distancias consideradas. Así, el concepto de contradictorio con la definición propuesta. Sólo veinte años después hemos
región queda entonces reducido a ese mismo principio de homogeneidad, podido predsar este concepto integrando 19 variables, y procediendo a
principio menos amplio que el de unidad. n n a nueva discusión del moddo noruego.

( (
449
448 Antología de textos André Dauphiné

Sin instrumento matemático es imposible definir con precisión un con­ posible medir la parte de la influencia directa y la parte de las numerosas
cepto complejo. Pero, si bien la geografía no es la ciencia de síntesis, influencias indirectas que ejerce un polo sobre otro polo. Por otra parte,
como ha señalado acertadamente R. Brunet, estudia, sin embargo, comple­ el autor demuestra cómo la propagación de la dominancia depende de la
jos espaciales. Y es contradictorio querer captar complejos partiendo de configuración jerárquica de la red; es, además, posible abandonar el axio­
conceptos univariados. Esta contradicción explica perfectamente el fracaso ma de isotropía espacial y temporal, axioma fundamental de todas las
del análisis regional clásico. Las obras no podían corresponder al principio teorías clásicas de la organización espacial, tanto la de J . H. von Thünen
director, el de la síntesis regional, pues los conceptos no eran multidi- como la de A. Losch. Los grafos de influencia permiten también tener en
mensionales; esto ha supuesto directamente la creación de una geografía cuenta un efecto frecuentemente observado: secuencias diferenciadas al
regional acumulativa, contraria a todo proceder científico. establecer el calendario de influencia. Finalmente, esa dominancia se ejerce
con perturbaciones que provocan repercusiones en la red; estas repercusio­
n e s pueden ser amortiguadas o ampliadas, y el instrumento matemático
B) El enriquecimiento de los conceptos re s u lta necesario para explicar esta «realidad». Así, «la dominancia de
mediante el instrumento matemático un polo X sobre un polo Y es la conjugación de la influencia directa y
Si las matemáticas, mal utilizadas, pueden producir esclerosis, empo­ de las múltiples influencias indirectas que ejerce X sobre Y ; la transmisión
brecimiento de los conceptos, pueden inversamente enriquecer conceptos de estas influencias depende de la configuración de la red que sitúa a X
vagos, y permitir el paso del constructo al concepto. en relación con Y ; una perturbación producida en X desencadena reper­
Este enriquecimiento se observa fácilmente en los conceptos descrip­ cusiones en Y , pero mediante un juego complejo de amplificaciones y de
tivos. La descripción de las redes, redes fluviales, de informaciones, de amortiguaciones». De la misma forma, F. Perroux define el concepto de
transporte..., ha sido renovada por la teoría de grafos. Los términos, a poder y el concepto de poder económico partiendo del instrumento ma­
menudo vagos, de accesibilidad directa y de accesibilidad indirecta, de temático; y se podrían multiplicar los ejemplos de este enriquecimiento
centrahdad y de periferismo, de conexión, se han convertido en conceptos de los conceptos.
operativos, medidos por numerosos índices. La tesis de M. Chesnais es
una buena muestra de esta aportación. C) Aportación de las matemáticas en la formulación
Este mismo enriquecimiento caracteriza los conceptos explicativos. El de nuevos conceptos
concepto de difusión es un primer ejemplo. La organización, del espacio
actual resulta de la superposición de tramas diferentes que se han suce­ Hay que preguntarse, finalmente, sobre la posibilidad de creación de
dido en el tiempo. Durante mucho tiempo, los geógrafos han mantenido nuevos conceptos mediante el instrumento matemático. ¿Es posible?
un discurso histórico, que privilegiaba la exphcación genética, es decir, el Parece que hay que distinguir tres etapas.
origen del fenómeno; por ejemplo, se explicaba el desarrollo turístico de La primera, la más sencilla, consiste en trasladar un concepto mate­
una ciudad por la persona que lo había iniciado, Napoleón I I I en Biarritz. mático a la geografía. Los ejemplos son abundantes. En geoclimatología
E l concepto de difusión enriquece considerablemente la exphcación. se ha distinguido así una variabilidad estructural y una variabilidad se-
En primer lugar, da una visión completa de toda la evolución temporal de cuendal partiendo de parámetros matemáticos. Esta distinción podría re­
un fenómeno geográfico, evolución que se ordena siguiendo una curva sultar provechosa asimismo en los anáhsis socioeconómicos. El concepto
logística. Por otra parte, el concepto de difusión es espacio-temporal, y de concentradón constituye también un buen ejemplo de transferencia;
los modelos matemáticos traducen esta interpretación del tiempo y del desde hace mucho tiempo, los geógrafos se han ocupado de la concentra­
espacio. Así, la exphcación genética que todos los epistemólogos denun­ dón fundonal, finandera, industrial, y aplican las curvas de concentración
cian como carente de consistencia, no debería seguir siendo la forma de y las fórmulas de Lorenz y Gini. Por el contrario, la concentración espa­
exphcación privilegiada de los geógrafos. cial, salvo escasos intentos poco significativos, ha sido poco estudiada por
E l concepto de dominancia es un segundo ejemplo muy demostrativo. los geógrafos. Los diferentes índices obtenidos del modelo entrópico o
La idea de dominancia aparece muy pronto, ya en el siglo xvm , en la propuestos por C. Raffestin y C. Tricot permiten ahora emplear este
ciencia económica, pero hasta Schumpeter no alcanza una dimensión teórica nuevo concepto procedente de las matemáticas.
y se crea el constructo de dominancia. Desde hace veinte años, los eco­ En segundo lugar, la incorporadón de un concepto matemático puede
nomistas de la escuela de Dijon han enriquerido este concepto. Así, provocar una transformaríón brutal, induso una revoludón. Consideremos
R. Lantner ha presentado una teoría de la dominancia, teoría que está for­ la geografía. ¿Qué es? ¿Tiene una «realidad»? ¿Es una dencia con un
malizada mediante la técnica de los grafos de influencia. Esta técnica proyecto? ¿O bien es un término que esconde un movimiento puramente
permite hacer operativo el concepto de dominancia. En primer lugar, es corporativista? Estas preguntas no son provocadoras, y para numerosos

(. (
451
450 Antología de textos André Dauphiné

geógrafos la geografía no existe. B. Kayser lo sostiene oralmente, pero de Desde luego, igual que algunos aprendices mecánicos pueden querer apre­
forma decidida, y otros geógrafos comparten esta idea, sobre todo ciertos tar una tuerca con un martillo, dertos geógrafos han utilizado incorrecta­
marxistas. mente las matemáticas, pero no es el instrumento lo que hay que discutir,
Ahora bien, un debate esencial anima el círculo de los geógrafos solamente su utilización es defectuosa. Además, estos errores no molestan,
cuantitativos; se refiere a la autocorrelación espacial. El concepto de auto- pues todo dentífico tiene derecho a equivocarse; sólo los ideólogos tienen
correlación espacial, muy sencillo, indica que una variable espacializada siempre razón.
cualquiera tiene un valor que depende de los espacios vecinos, que la den­ Por lo demás, no hay que exagerar. Todas las ciendas sodaies fun-
sidad de una zona periurbana es función de las densidades de la ciudad y donan según d encadenamiento dialéctico simplificado: problema-hipóte-
del campo que la rodean. Este concepto, simplemente mencionado por sis-datos-tests-verificación-problema. Pero sólo el instrumento matemático
P. Claval, es un hecho esencial, pues constituye uno de los axiomas de permite verificar las hipótesis y, además, en Franda, sólo los geógrafos
nuestra cienda. Es la autocorrelación espacial la que justifica la creadón llamados cuantitativos fundonan según este esquema, como demuestra la
de una denda autónoma, la geografía. En efecto, si no se postula este lectura de sus escritos.
axioma, las distribudones espadales se deben al azar, no obedecen a nin­
guna ley, y la geografía ya no tiene justificación; no existirían más que
ciencias físicas, climatología, edafología... y una denda sodal. Cierta­
mente, este axioma, necesario, no es sufidente, y se encontraba de forma
más o menos implícita en nuestros maestros; pero el concepto matemá­
tico de autocorreladón espacial explícita nuestro proceder. Ahora bien,
toda denda dene como objetivo explidtar lo que está implícito; las
manzanas caían de los manzanos antes del descubrimiento de Newton,
pero no se sabía explicar.
Finalmente, el instrumento matemático puede hacer surgir nuevos con­
ceptos. Sin embargo, ( ...) un concepto tiene siempre también un origen
teórico, y la creadón de conceptos en geografía es infrecuente cuando no
existe teoría, salvo en las «ramas» espedahzadas de la geografía.
Pero, en d marco de la teoría de los lugares centrales, se han creado
conceptos matemáticos. En primer lugar, el modelo de Losch es una
generalización dd modelo de Christaller, a pesar de numerosas diferen­
cias; esta generalización se obtiene a partir del parámetro K igual a 3 para
Christaller y variable para Losch. Más tarde, M. Beckmann crea nuevos
conceptos al presentar una formalizadón matemática de esta teoría. Así,
construye un multiplicador urbano: M = K /l — K. Este concepto esen­
cial es una rdadón entre la pobladón de la ciudad y la población rural
de su zona de influencia. Posteriormente, B. Berry enriquece ese conjunto
teórico, al definir dos nuevos conceptos. En primer lugar, el rango de ún
producto, que delimita el área de mercado de un lugar central, para un
bien dado; después, el umbral, tamaño de mercado necesario para que
un lugar central pueda ofrecer un bien central determinado. Así, cuando
una teoría existe, la formalización matemática puede crear nuevos con­
ceptos que generalizan esta teoría, y, por lo tanto, la enriquecen.

CONCLUSION

Estas reflexiones constituyen simplemente una introducdón. Sin em­


bargo, muestran una vez más la necesidad de la formalización matemática.
Pierre Dumolard * Pierre Dumolard 453

REGION Y REGIONALIZACION. El tema de la región goza de una audiencia creciente entre ciertos
UNA APROXIMACION SISTEMICA ** geógrafos y no geógrafos; al no ser común su lenguaje, hay que formalizar
el concepto en términos sencillos y unívocos para hacerlo operativo.

LA REGION: ALGUNAS PROPOSICIONES

Es impropio llamar región a «lo que no es más que el área de exten­


sión de un fenómeno» (R. Brunet). No hay regiones en el sentido temático
o univariado, y hay que proscribir este abuso de lenguaje. Puede, sin
embargo, ocurrir, a pequeña escala o en países suborganizados, que un
área de extensión sea o se convierta en una región, es decir, en un con­
junto espacial estructurado y dotado de cohesión, desde el momento en
que el fenómeno considerado es suficientemente potente para fundamentar
la estructura.

P r o p o s ic ió n 1:

La región es una realidad observable a varias escalas; a una escala dada,


todo punto del ecúmene forma parte al menos de una región.
No hay práctica más habitual para el geógrafo que la distinción de
regiones en diversas escalas, y no hay objeto geográfico tan rico, tan com­ La región no es una simple superficie, sino un área organizada por
plejo, tan impreciso. Imprecisión y complejidad se deben, en buena parte, grupos humanos. Las disparidades espaciales de los espacios no humaniza­
a la ausencia de vocabulario y de axiomática comunes. Además, la cos­ dos son del dominio de otros sistemas taxonómicos distintos de la región.
tumbre de buscar entre espacios vecinos diferencias de naturaleza se había Así considerada, la región existe: en países de antigua civilización
erigido en un dogma de la absoluta especificidad de cada uno respecto existe incluso desde hace mucho tiempo con límites sorprendentemente
a los demás. Hoy existe un acuerdo bastante amplio para considerar cada estables, a pesar de los cambios de carácter económico y social, a pesar
región, más allá de sus particularidades, como combinación, única, pero de la revolución de los transportes y de los modos de vida, a pesar del
comparable a las demás al resumirse en una estructura, y como organi­ éxodo rural. Por lo demás, no representa un fenómeno residual, sino vivo.
zación, única, pero procedente de procesos comunes. Hay tipos de estruc­ Ante toda comunidad «cultural», colectividad de intereses, fenómeno so­
turas espaciales y agrupamientos de estos tipos según algunos grandes cial profundo y duradero, la región se encuentra a todas las escalas, desde
esquemas. Sin embargo, se regionalizará basándose en diferencias, aunque el país hasta el subconjunto nacional y hasta la nación.
estas diferencias relativas no tengan la importancia global que se les atri­
buía. Teoría regional y práctica de la regionalización se completan, pero
corresponden a ópticas diferentes. P r o p o s ic ió n 2 :

* Además del artículo traducido en este libro, entre los trabajos principales del La región es un sistema abierto complejo; la estructura regional es el
autor se encuentran: estado interno instantáneo de ese sistema.
Dumolard, P. (1973): «Disparités spatiales de l’intensivité agricole en Italie», L ’Espace
Géographique, I I , 1, pp. 50-62. a) La región es una estructura, caracterizada, en efecto, por las pro­
Chatre, J . , y Dumolard, P. (1973): «Essai de classification synthétique des climats piedades de sus elementos (lugares habitados), y, más aún, por las relaciones
de la Turquie», Méditerranée, 3, pp. 51-65.
entre ellos. Las propiedades de cada lugar están determinadas por subes-
Dumolard, P. (1974): «Facteurs de différenciation spatiale et archétypes dans l’agri-
culture italienne», Bulletin de la Société Languedocienne de Géographie, 1, tructuras (estructuras locales) configuradas por los estados, en ese punto,
pp. 37-60. de las diversas tramas, económica, demográfica, social, cultural, física y
Chamussy, H., Charre, J ., Dumolard, P ., Durand, M. G ., y Le Berre, M. (Groupe por las relaciones entre esas tramas, relaciones que R. Brunet denomina
Chadule) (1974): Xnitiation aux méthodes statistiques en géographie, París, Masson. verticales. Entre cada punto de la región, dotado de una estructura ver­
* * Dumolard, P. (1975): «Région et régionalisation. Une approche systémique»,
LE space Géographique, IV , 2, pp. 93-111; I: «La région: quelques propositions», tical, y todos los demás, existen relaciones horizontales (espaciales), direc­
pp. 93-98. Traducción de Isabel Pérez-Villanueva Tovar. tas o indirectas. La región se produce por la articulación y el ajuste de
452

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454 Antología de textos 455
pierre Dumolard
dos tipos de estructuras; regionalizar consiste en encontrar, sobre la base Estos cambios son discontinuos en las diferentes escalas espaciales
re la tiv a .
de las estructuras verticales, una relación entre lugares o un orden en el
y temporales.
conjunto de las relaciones horizontales. Las tramas que hay que considerar,
los elementos que hay que tener en cuenta para determinar la estructura
regional, son función de la escala de estudio. P r o p o s ic ió n 3 :

El principio de existencia de la región es su cohesión en el espacio y en


b) La región corresponde a un sistema abierto. Sus principales pro­
el tiempo.
piedades se deben, en efecto, a que es el producto de un sistema. E l fun­
cionamiento de este sistema está, según R. Brunet, hgado a su consumo Totahdad duradera, la región participa de varios principios de cohe­
de energía, del que distingue cuatro formas: recursos físicos, fuerzas de sión que se van relevando en diferentes niveles. Se puede plantear la
trabajo, inversiones e información. Los intercambios de la región con su hipótesis de que la cohesión disminuye con la extensión, sin duda esca­
entorno la convierten en un sistema abierto cuyo motor es, creemos, el lonadamente. La cohesión no implica ausencia de disparidades internas:
intercambio de información, base de todas las demás formas de energía polarización, gradientes de centrahdad y diferencias ciudades-campos o ciu­
y de todos los demás intercambios. En particular, puede hacer disminuir dades-espacios atraídos-reservas rurales organizan y jerarquizan, por el con­
la entropía del sistema, asimilable aquí al grado de clausura y de aisla­ trario, las relaciones horizontales intrarregionales y son realidades más
miento (entropía: estado de indeterminación, de desorden). Una fuerte parciales que la región, aunque sean parte integrante de ella.
entropía corresponde a un grado de organización rudimentario. Por ejem­ Hacer de la región un sistema abierto dotado de cohesión se apro­
plo, la débil circulación de la información es también responsable de la xima a la analogía organicista, cuyas consecuencias extremas no serían
organización embrionaria del espacio en países subdesarrollados. La deca­ nada defendibles. Este modelo espera otros mejores; es momentáneamen­
dencia regional se debe frecuentemente relacionar con una esclerosis de te válido, abriendo más perspectivas y planteando más problemas de
las relaciones sociales que provoca una disminución de la aportación y de los que excluye. Uno de los principales es el tradicional dilema contenido-
la circulación de información, es decir, una verdadera clausura. De ahí la límites. Delimitar la región en función de un contenido equivale a plan­
importancia de los estudios de difusión geográfica de la información y de tear la hipótesis de ese contenido y de límites incluso vagos (una hipó­
la innnovación. tesis fuerte, una hipótesis débil); definir un contenido a partir de límites
Entre las demás formas de intercambio, las migraciones juegan tam­ precisos significa una hipótesis fuerte sobre esos límites y una idea
bién un papel esencial, pero menos sencillo, menos directo, y están indu­ a priori del contenido. No hay, pues, técnica utilizable sin hipótesis previa.
cidas por informaciones. La disminución de la población regional, por Superar el dilema contenido-límites supone otros a priori sobre la natu­
ejemplo, o su redistribución, pueden provocar, a corto o a medio plazo, raleza de la cohesión regional.
el descenso por debajo del umbral de desertización o un aligeramiento
«benéfico» (desde el punto de vista de ciertos criterios y de una ideo­
P r o p o s ic ió n 4 :
logía). Hay que preocuparse también de los efectos a más largo plazo sobre
la estructura demográfica y socioprofesional: un aligeramiento que resuelve Funcionalidad y comunidad de «.cultura» son los dos factores de la cohe­
momentáneamente las dificultades de empleo corre el riesgo de alterar la sión regional.
estructura por edades y sexos y el abanico de cualificaciones profesiona­
les, de hacer imposible la nueva puesta en marcha y de convertirse así Actúan de forma combinada, dominando una u otra: estas dominan­
en' un factor de entropía. tes se relevan en las distintas escalas.
La región no pertenece a uno solo de los tipos de sistemas general­ a) La funcionalidad puede aparecer como un primer factor de cohe­
mente admitidos. Es, en parte, un sistema controlado, desde el interior sión regional. Introduce un orden en el conjunto de las relaciones hori­
o desde el exterior, en caso de centralización económica, administrativa, zontales y constituye una'relación entre lugares (cfr. postulado 2). E . Juil­
mental. Pero tiene también un aspecto adaptativo relacionado con los lard ha mostrado que la región no es necesariamente un espacio homo­
intercambios de información que provocan efectos de retorno y una cierta géneo (por lo menos con los criterios habituales de regionalización).
capacidad de autorregulación. Es, sobre todo, un sistema en equilibrio Existen regiones heterogéneas y, sin embargo, funcionales. Esto permite
dinámico con posibilidad de aprendizaje y de modificación de su compor­ insistir en el papel de las relaciones económicas en la cohesión espacial
tamiento. Esta búsqueda de un equilibrio dinámico no implica un movi­ y en el hecho de que una solidaridad geográfica se mantiene o se modifica
miento perpetuo y continuo; los cambios de estructura de la región parecen o decae: la región, sistema abierto, es un sistema mortal. P. Haggett ha
efectuarse preferentemente por saltos, separados por fases de estabilidad expuesto de forma más sistemática esta concepción. En su opinión, los

( (
pierre Dumolard 457
456 Antología de textos

movimientos se inscriben sobre el terreno en redes cuyas intersecciones ponentes. Como toda realidad social, se siente colectivamente y da lugar
adquieren una cierta nodalidad; estos nudos se jerarquizan en función de a representaciones colectivas del espacio. En este sentido se puede hablar
los flujos que dirigen y articulan superficies cuyo tamaño es proporcional de la realidad sociopsicológica de la región.
al lugar de la ciudad en la jerarquía. Del movimiento nace así la vida, del La región es, pues, espacio de inserción de una comunidad «cul­
punto, la superficie, de la polarización, la región. E l espacio no se dife­ tural». Se entiende aquí por cultura no una etnia o un origen racial
rencia más que partiendo de redes y de ciudades, motores o relevos de comunes, sino estilos de vida, costumbres y formas de ser que afectan
flujos o de personas, bienes, informaciones, decisiones, capitales, como menos al hombre consumidor-productor que a lo que está fuera de estas
si se tratase de un sistema nervioso. dos funciones. Esa comunidad de cultura es el cemento de la unidad
Pero, ¿no tiene también el tejido articulado leyes propias de fun­ regional. Esta concepción corresponde a la definición francesa de nación
cionamiento y de constitución? ¿No juega el espacio rural en esta concep­ y tiene el mérito de subrayar que región y nación son realidades de la
ción económico-fisiológica un papel demasiado pasivo? La región es tam­ misma naturaleza. En el pasado, ciertas conquistas políticas o sociales
bién, a veces sobre todo, una herencia social, una mentalidad colectiva han impuesto a veces que una se diluyese ante la otra: región y nación
cuyos valores y puntos de apoyo son tanto rurales como urbanos. ¿Por han participado de una dinámica inversa. ¿Sigue ocurriendo así?
qué no evocar más que una funcionalidad económica, convertida, como La colectividad vive su espacio de inserción, sus paisajes, sus habi­
por encanto, en espacial? ¿No existe también una funcionalidad social tantes, sus lugares en torno a los cuales se han creado poco a poco
y espacial, psicosocial y espacial? ¿No son los homines geographici, gru­ conocimientos, símbolos, arquetipos, mitos. Para cada uno de sus habi­
pos humanos estudiados en sus relaciones con el espacio, más que pro­ tantes, la región es un espacio subjetivo familiar; cada uno tiene de ella
ductores-consumidores abstractos (no de forma suficiente, después de todo, una visión, un mapa mental, a veces muy alejados de la realidad. Estas
para que se pueda inferir su comportamiento espacial)? ¿No tienen sus deformaciones individuales no carecen de interés, pero es más impor­
vidas, individuales y colectivas, un marco social y espacial que las con­ tante captar las deformaciones más corrientes, verdaderas imágenes co­
diciona? ¿Son simples máquinas de producir y de consumir sin ataduras, lectivas. La sohdaridad regional nace así de esta familiaridad con hombres
ni pasado, ni subjetividad? y lugares; las condiciones físicas deben ser tenidas aquí en cuenta tanto
Esta concepción puramente funcional y económica de la región tiene en sus apremios objetivos y en sus indicaciones como en tanto que cli­
también el inconveniente de confundir región y área de influencia eco­ mas ' y paisajes percibidos como comunes o como combinación original.
nómica. Si fuese así, un país tan centralizado sobre sus grandes dudades Esta noción de espacio colectivamente vivido se sintetiza, en la comuni­
y su capital como Francia no permitiría la subsistencia de espacios con dad regional, en una idea de calidad de los lugares de la región y de la
polarizaciones muy competitivas como realmente existen. ¿No aparecen propia región respecto a las demás regiones, como demuestran investi­
además formas no económicas de polarización? ¿No hay otros tipos de gaciones efectuadas sobre este tema.
funcionalidad distintos de la polarización? La funcionalidad económica No todo espacio de inserción de una comunidad cultural puede con­
no es más que un componente, necesario pero insuficiente, de la existen­ siderarse automáticamente como una región; es necesario también que
cia de regiones. las fuerzas económicas centrípetas prevalezcan sobre las fuerzas centrí­
fugas, que la funcionalidad y la actividad internas sean suficientes. Puesto
b) La cultura. La región es también, y frecuentemente en primer lu­ que la región es un sistema mortal, las «culturas» pueden no ser más
gar, el espacio de inserción y el componente espacial de una comunidad que residuales, la información puede circular mal, movimientos demasiado
«cultural». Esta es, desde luego, un factor de cohesión regional, puesto importantes de capitales y de hombres pueden amenazar el equilibrio
que introduce una relación hombres-lugares y hombres-hombres en una y, al final, la vida de la región. El sistema debe ser abierto para sub­
misma región. Esta comunidad no es pasiva respecto a su espacio de sistir, pero no hasta el punto de hacerse «transparente» y colonizado.
inserción, sino que lo vive como un bien común, tiene de él imágenes
rivales pero convergentes, participa en las luchas para dominarlo y apro­ P r o p o s ic ió n 5 :
piárselo. En este sentido se puede hablar de la región realidad social.
Esta inserción colectiva en un espacio participa de, y se combina con, Homogeneidad y heterogeneidad son dos formas extremas de cohesión
otras realidades sociales (categorías socioprofesionales, clases sociales). Los regional.
fenómenos sociales están regionalizados, pero esta diferenciación no puede
reducirse enteramente a diferencias regionales de estructura social (a es­ Hemos definido dos factores de cohesión regional. Entre dos formas
tructura social idéntica, subsisten diferencias). La región no es una mo­ extremas, homogeneidad y heterogeneidad, se describe la región. La ho­
dalidad insignificante de los fenómenos sociales, sino una de sus com­ mogeneidad puede jugar, por sus efectos, el papel de factor al reforzar

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459
458 Antología de textos pierre Dumolard

en los habitantes la conciencia de la unidad. La heterogeneidad espacial P r o p o s ic ió n 6:


no puede considerarse como un obstáculo si se percibe como complemen-
tariedad. De hecho, existen entre homogeneidad y heterogeneidad nume­ formas y factores de cohesión se combinan.
rosas formas intermedias.
Los dos factores de cohesión regional actúan uno sobre otro y se
La homogeneidad es uniformidad, semejanza a grandes rasgos, simi­
combinan en una dominante: una región es así sobre todo funcional o
litud de las estructuras locales; al no ser ésta nunca absoluta, pueden
sobre todo cultural. En la combinación, las compensaciones son posibles.
existir gradientes y aureolas, es decir, un orden y una organización geo­
Así, un espacio funcional culturalmente muy diverso puede convertirse
métrica del espacio. Esto implica que no hay diferencia de naturaleza,
en una región si las relaciones funcionales acaban por hacer comunes las
sino de intensidad entre estructuras urbanas y rurales. La polarización
formas de vida, las culturas, las mentalidades colectivas — si no hay fusión
existe también en regiones heterogéneas, pero implica entonces varios
de las culturas, sino dominación de una sobre las demás, aparece ya co-
subsistemas polarizados, varios órdenes y eventualmente varias geome­
ldnización interregional, comparable a la colonización internacional— . De
trías. La homogeneidad y la heterogeneidad no son en sí mismas relacio­
igual forma, un área cultural puede convertirse en una región (o una
nes entre lugares ni un orden o una geometría. Salvo si se consideran
nación) si la comunidad de cultura, el deseo de vivir juntos refuerzan
las estructuras rurales y urbanas como radicalmente diferentes, no hay
los vínculos económicos y sociales duraderos. Las relaciones y los efectos
razón para oponer región homogénea y región polarizada, pues formas
recíprocos son esenciales para la comprensión del mecanismo.
y factores se sitúan en niveles diferentes.
La región, combinación de factores, adquiere la forma homogénea
En el interior de los grandes espacios homogéneos, la polarización
o heterogénea. Aunque la relación factor-forma sea compleja y flexible,
es el factor dominante de diferenciación regional. E l ejemplo del interior
existe. Por ejemplo, la homogeneidad hace más fácil la supervivencia de
de los Estados Unidos lo muestra. Es, desde luego, en un tejido uniforme
la región, la heterogeneidad hace más necesaria su funcionalidad. Existen
donde se verifican mejor el orden y la organización geométrica del es­
también relaciones inversas. La funcionalidad creciente de un espacio hace
pacio: equirrepartición de las ciudades del mismo nivel, isomorfismo de
a los diferentes lugares más especializados, por tanto más heterogéneos.
sus áreas de influencia, jerarquía de esos lugares, ajustes de esas áreas,
La existencia de una comunidad cultural los hace más homogéneos al
constitución de redes geométricas. Incluso en tejidos más diferenciados,
unificar los modelos de valorización. Esta homogeneidad acrecentada au­
la relativa homogeneidad hace más legible la polarización. Esta, menos
menta a su vez el sentimiento de colectividad. Y hay que tener en
estricta que la centrahdad, representa también un orden, pero no una geo­
cuenta que esas interacciones se encuentran aquí muy someramente des­
metría. Ambas orientan el espacio y actúan sobre las relaciones horizon­
critas. En una escala determinada, factores y formas de cohesión se re­
tales: todo lugar emite y recibe una serie de fuerzas de atracción y de
fuerzan o se contraponen con una dominante, variando con la escala
repulsión, en todo lugar existen diversos gradientes que se combinan en
un gradiente resultante. Centrahdad y polarización son, pues, dos formas (cfr. cuadro).
de una misma organización de las relaciones horizontales intrarregionales,
una en tejido uniforme con equirrepartición de las ciudades del mismo
nivel, otra en un tejido menos homogéneo. Ambas manifiestan la tenden­ Ajuste de escalas, factores y formas dominantes
cia de la región sistema a la organización centralizada y jerarquizada, a la
perennidad de un orden, que una vez realizado, tiende a conservarse a
través de las interrelaciones dinámicas entre tramas de un lugar y entre Escalas Factor dominante Forma dominante
lugares.
Las regiones homogéneas son frecuentes en los extremos de la escala, Funcionalidad Homogeneidad
Barrio
pero rara vez en todos los niveles a la vez. La región homogénea es sin
duda una forma sencilla que corresponde a una economía de predominio Homogeneidad
«País» Comunidad cultural
rural, minero o con industrias de débil tecnología; ¿no es una concep­
ción antigua y demasiado sencilla? Se intenta a veces aprehender la ho­
Area de influencia Funcionalidad Heterogeneidad
mogeneidad con criterios que se refieren al paisaje y la economía cuando
probablemente habría que hacerlo en el terreno de las mentalidades co­ (diferentes niveles.)
lectivas, de modelos y de arquetipos ampliamente compartidos. Puede
ocurrir así que regiones económicamente heterogéneas sean cultural mente Gran región, nación Comunidad cultural Heterogeneidad
homogéneas.

¡
(
460 Antología de textos Georges Bertrand *

La homogeneidad disminuye con el aumento de escala, lo que es to­


PAISAJE Y GEOGRAFIA FISICA GLOBAL **
talmente comprensible. También depende del punto de vista: según la
visión, nomotética o idiográfica, que se tenga de la geografía, se insistirá
en los grandes rasgos o en los detalles.
Un lugar participa de varias regiones de escala diferente. Delimitar
de modo conveniente la región equivale, pues, a situarla correctamente
sobre el conjunto de la escala, y después a definir su naturaleza y su
forma. Para ser totalmente rigurosa, una regionalización debéría eliminar
la influencia de las regiones de escalas circundantes.
La disminución de cohesión con el auipento de la escala probable­
mente no es regular (monótona), sino escalonada. El aspecto general de
las correspondientes curvas varía seguramente siguiendo los grandes tipos
continentales de organización del espacio.

Principios de construcción de algoritmos de regionalización

Los postulados enunciados aquí pueden fundamentar dos algoritmos,


uno correspondiente a la hipótesis de homogeneidad, otro a la de espacio «Paisaje» es un término anticuado e impredso y, por lo tanto, có­
funcional y cultural. En ambos casos, la región es un conjunto continuo modo, que cada uno utiliza a su manera, añadiéndole en la mayoría de
de unidades espaciales: habrá, pues, que preocuparse de la contigüidad los casos un calificativo de restricción que varía su sentido («paisaje
en cada momento de los dos algoritmos. Las regiones vecinas se separan geomorfológico», «paisaje vegetal», etc.). Se habla también de «medio»,
por discontinuidades que habrá que descubrir con ayuda de criterios per­ aunque esta palabra tiene un significado distinto. El «medio» se define
tinentes. Estas discontinuidades toman frecuentemente la forma de zonas en reladón con algo; está impregnado de un sentido ecológico que no
de interferencia que separan corazones, lo que se expresa correctamente se encuentra en la palabra «paisaje». El problema es de orden epistemo­
con ayuda del lenguaje de conjuntos y con algunos de sus modelos ele­ lógico. El concepto de «paisaje» ha estado casi ausente de la geografía
mentales. La existencia de corazones y de márgenes supone la existencia física moderna y no ha suscitado ningún estudio específico. Hay que
de gradientes, esenciales para la definición de un orden espacial. La asi­ reconocer que cualquier tentativa en este sentido supone una reflexión
milación de la región a una estructura permite emplear como técnica la metodológica y unas investigaciones especializadas que en parte superan
teoría de grafos «estudiando todas las reladones en un conjunto». Esta los límites de la geografía física tradicional. Esta, sin duda, se halla
debe permitir también descubrir el «esqueleto» de la región (flujos, desequilibrada por una hipertrofia de la geomorfología y por unas gran­
redes) y precisar la jerarquía de sus elementos constituyentes. En los dos des insuficiencias en el campo de las disciplinas biogeográficas. Y además
algoritmos planteados se propondrá un método flexible, ofredendo al­ sigue siendo esendalmente analítica y «separativa», cuando el estudio de
ternativas.
(...) * Además del artículo traducido en este libro, entre los trabajos principales del
autor se encuentran:
Bertrand, G. (1966): «Pour un étude géographique de la vegetation», Revue Geogra-
phique des Pyrenées et du Sud-Ouest, pp. 129-143.
Bertrand, G. (1972): «Ecologie d’un espace géographique. Les géosystemes du Valle
de Prioro (Espagne du Nord-Ouest», L’Espace Géographique, pp. 113-128.
Bertrand, G. (1973): «Les structures naturelles de l’espace géographique. L ’exemple
des montagnes cantabriques centrales (Nord-Ouest de l’Espagne)», Revue Géogra­
phique des Pyrenées et du Sud-Ouest, X L IV , pp. 172-206.
Bertrand, G., y Dollfus, O. (1973): «Le paysage et son concept», L ’Espace Geogra-
phique, I I , 3, pp. 161-163.
* * Bertrand, G. (1968): «Paysage et géographie physique globale. Esqmsse metho-
dologique», Revue Géographique des Pyrenées et du Sud-Ouest, X X X IX , pp. 249-272.
(pp.' 249-250 y 255-261). Traducción de Julio Muñoz Jiménez.
461

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462 Antología de textos Georges Bertrand 463

los paisajes no se puede realizar si no es en el marco de una geografía p a isa je es función de la escala. Dentro de un mismo sistema taxonómico,
física global. los elementos climáticos y estructurales ocupan el primer plano en las
El paisaje no es simplemente la suma de unos elementos geográficos u n id a d e s superiores y los elementos biogeográficos y antrópicos, en las
incoherentes. Es el resultado, sobre una cierta porción de espacio, de la unidades inferiores.
combinación dinámica y, por lo tanto, inestable, de elementos físicos, E l sistema de clasificación que en definitiva se ha asumido consta
biológicos y antrópicos que interactuando dialécticamente los unos con de seis «niveles» temporo-espaciales; por una parte, la zona, e l dominio
los otros hacen del paisaje un conjunto único e indisociable en continua y la región; por otra, el geosistema, la geofacies y el geotopo.
evolución. La dialéctica tipo-individuo constituye el fundamento del mé­ Nuestras investigaciones se han concretado en las unidades inferiores.
todo de investigación. No obstante, resulta necesario presentar un sistema taxonómico completo.
Hay que dejar claro que no se trata sólo del paisaje «natural», sino Para las unidades superiores es suficiente asumir el sistema de delimi­
del paisaje total incluyendo todas las huellas de la acción antrópica. No tación consagrado por el uso, precisando sólo la definición y el lugar re­
obstante, por el momento no se hará referencia a los paisajes fuerte­ lativo de cada unidad.
mente humanizados y en particular a los paisajes urbanos que, al plantear (...)
problemas muy específicos, precisan para algunos de sus aspectos méto­ El geosistema se sitúa entre el cuarto y el quinto nivel espaciotem-
dos también muy específicos. poral. Se trata por lo tanto de una unidad comprendida entre unos ki­
(...) lómetros cuadrados y unos centenares de kilómetros cuadrados. Es en
Todos los cortes geográficos son arbitrarios y «es imposible encontrar esta escala en la que se dan la mayor parte de los fenómenos de inter­
un sistema general del espacio que respete los límites propios de cada ferencia entre los elementos del paisaje y en la que se desarrollan las
tipo de fenómenos»; no obstante, se puede plantear una taxonomía de combinaciones más interesantes para el geógrafo. En un nivel superior
paisajes con dominante físico siempre que se establezcan desde el prin­ sólo importan el reheve y el clima y, de forma complementaria, las
cipio sus límites.
grandes masas vegetales. En un nivel inferior los elementos biogeográ­
ficos tienden a enmascarar las combinaciones de conjunto. Así pues,
1 “ La delimitación no ha de considerarse un fin en sí misma, sino
el geosistema constituye una base adecuada para los estudios de orde­
sólo un medio para enfrentarse a la realidad geográfica. En lugar de
imponer categorías preestablecidas, se trata de detectar las discontinuida­ nación del espacio, ya que está a la escala del hombre.
des objetivas del paisaje. El geosistema responde a valores ecológicos relativamente estables.
2 ° Hay qué renunciar de una vez para siempre a definir unidades Es resultado de la combinación de factores geomorfológicos (naturaleza
sintéticas basándose en un acuerdo a partir de las unidades elementales. del roquedo y de las formaciones superficiales, grado de las pendientes,
Sin duda sería un mal método pretender superponer, mediante cartogra­ dinámica de las vertientes, etc.) e hidrológicos (mantos freáticos epidér­
fía directa o mediante técnicas matemáticas, el mayor número posible micos y fuentes, pH de las aguas, período de desecación del suelo, etc.).
de unidades elementales para definir una unidad «media», que no ex­ Esta combinación es el «potencial ecológico» del geosistema. ( ...)
presaría ninguna realidad dada la estructura dialéctica de los paisajes. El geosistema se define a continuación por un cierto tipo de explo­
Hay, por el contrario, que deslindar en el paisaje global tal como se pre­ tación biológica del espacio. ( ...) Hay una relación evidente entre el po­
senta. La delimitación, sin duda, será menos nítida, pero las combina­ tencial ecológico y el aprovechamiento biológico, el cual no obstante de­
ciones y las relaciones entre los elementos, así como los fenómenos de pende también muy estrechamente del stock florístico regional. ( ...) El
convergencia, aparecerán con mayor claridad. Así la síntesis viene a re­ geosistema se encuentra en situación clímax cuando existe equilibrio en­
levar de forma satisfactoria al anáhsis. tre el potencial ecológico y la explotación biológica. ( ...)
3.° E l sistema taxonómico debe permitir clasificar los paisajes en El geosistema, en efecto, es un complejo esencialmente dinámico in­
función de la escala, es decir, situarlos en la doble perspectiva del tiempo duso en un espacio-tiempo relativamente breve, como, por ejemplo, el
y el espacio. Aunque los elementos constitutivos de un paisaje son casi de. tipo histórico. En la mayor parte de los casos se está lejos de al­
siempre los mismos, su respectiva situación, y sobre todo sus manifes­ canzar el clímax. El potencial ecológico y la ocupadón biológica son
taciones dentro de las combinaciones geográficas dependen de la escala elementos inestables que varían tanto en el tiempo como en el espado.
temporo-espacial. Para cada tipo de fenómenos existen unos «umbrales La variabilidad biológica es bien conocida (dinámica natural de la ve­
de manifestación» y de «extinción», que son los únicos que pueden getación y de los suelos, intervenciones humanas, etc.); sin embargo,
servir legítimamente de base para una delimitación sistemática de paisa­ parece que los naturalistas se han interesado poco por la evolución propia
jes en unidades jerarquizadas. Esto quiere decir que la definición de un del potencial ecológico que precede, acompaña o sigue a las modificado-

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464 Antología de textos Georges Bertrand
nes de orden biológico. Por ejemplo, la destrucción de un bosque puede LA CIENCIA DEL PAISAJE,
provocar un ascenso del manto freático o desencadenar procesos erosivos UNA CIENCIA DIAGONAL ***
susceptibles de transformar radicalmente las condiciones ecológicas. Las
nociones de «factor limitante» y de «movilidad ecológica» merecen ser
tomadas profundamente en consideración por parte de los geógrafos co­
nocedores de los fenómenos de geomorfogénesis y de degradación an-
trópica.
Como consecuencia de esta dinámica interna, el geosistema no tiene
por qué presentar una gran homogeneidad fisionómica. En la mayor
parte de los casos, está compuesto de paisajes diferentes, que representan
diversos estadios en la evolución del geosis’tema. En efecto, estos paisa­
jes bien delimitados se relacionan entre sí dentro de una serie dinámica
que tienede, al menos teóricamente, hacia un mismo clímax. Estas uni­
dades fisionómicas están, pues, vinculadas a una misma f am ilia geográ­
fica. Son las geofacies.
Dentro de un geosistema determinado, la geofacies corresponde por
lo tanto a un sector fisionómicamente homogéneo donde se registra una
misma fase en la evolución general de dicho geosistema. Por la superficie
que abarca, unos centenares de metros cuadrados por término medio, la
geofacies se sitúa en el sexto nivel dimensional de la escala de A. Cailleux Asociar el «paisaje» a la «ciencia» podría parecer, en 1970, un atre­
y J. Tricart. vimiento, incluso una provocación. En menos de dos años el acercamiento
Al igual que en el conjunto del geosistema, en cada geofacies se de estas dos nociones ha perdido gran parte de su carácter insólito y el
puede distinguir un «potencial ecológico» y una «explotación biológica». número de publicaciones científicas dedicadas a este tipo de investiga­
En esta escala, frecuentemente es esta última la que resulta decisiva ciones, aunque muy modesto aún, no ha dejado de aumentar y el debate
e incide de forma directa en la evolución del potencial ecológico. La geo­ de ganar en profundidad.
facies representa, pues, un eslabón en la cadena de los paisajes que se
suceden en el tiempo y en el espacio dentro de un mismo geosistema.
Se puede hablar de cadenas progresivas y de cadenas regresivas, así como El retraso de la epistemología y de la práctica
de una «geofacies climax» que constituye el estadio final de la evolución
natural del geosistema. En el territorio de un geosistema, las geofacies La «ciencia del paisaje» es, sin embargo, una realidad antigua. Como
dibujan un mosaico cambiante, cuya estructura y dinámica traducen fiel­ tal fue creada a partir de los relatos de viaje de los exploradores cien­
mente los matices ecológicos y las pulsaciones de orden biológico. El es­ tíficos del siglo xvm , en especial A. de Humboldt. Pero fue víctima,
tudio de las geofacies se ha de situar siempre en esta perspectiva di­ sobre todo en Francia, del positivismo decimonónico y de la necesaria
námica. división y especializadón del trabajo científico. Es en los países «nuevos»,
Algunas veces se necesita llevar el anáhsis hasta el nivel de las mi- ricos en espacios naturales (Unión Soviética, Estados Unidos, Canadá,
croformas, a escala de un metro cuadrado o incluso de un decímetro Australia), y a veces en relación directa con los problemas de ordenación
cuadrado (séptimo nivel dimensional). Una diaclasa ensanchada por la territorial (República Democrática Alemana, Polonia, Países Bajos), don­
disolución, una cabecera de arroyo, un fondo de valle nunca alcanzado de la «ciencia del paisaje» ha podido desarrollarse sobre bases diferentes:
por el sol, un rincón montañoso, constituyen otros tantos biotopos cuyas planteada como simple conjunto de indicaciones para la ordenación terri­
condiciones ecológicas son con frecuencia muy diferentes de las del geo­ torial, como es el caso de los landscape survey\ como revisión metodo­
sistema y la geofacies en las que se encuentran. Son el refugio de bioce­ lógica, según ocurre con la Landschaftskunde y sobre todo con la Land-
nosis propias, a veces relictas o endémicas. Este complejo biotopo-bioce- schafldkologie; o como gran construcción teórica basada en balances ener-
nosis, bien conocido por los biogeógrafos, corresponde al geotopo, esto
es, a la más pequeña unidad geográfica homogénea directamente reco­ * * * Bertrand, G. (1972): «La Science du paysage, une science diagonales, Revue
nocible sobre el terreno; los elementos aún más pequeños resultan del Géographique des Pyrenées et du Sud-Ouest, X L I I I , pp. 127-133. Traducción de Julio
anáhsis fraccionado de laboratorio. Muñoz Jiménez.
465

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466 Antología de textos Georges Bertrand 467

géticos y ciclos geoquímicos normalmente acompañados de formulaciones es el caso de la geomorfología, ciencia por sí misma, cuyo mantenimiento
matemáticas (modelos de complejos fisicoquímicos de los sabios soviéti­ en una situación de dependencia, que es la primera en sufrir y que
cos, análisis multifactoriales). En Francia, el reflejo cartesiano y positi­ dificulta sus necesarios contactos con la geografía física y la geografía
vista, mantenido por la compartimentación universitaria, ha prevalecido. h u m a n a , sólo puede ser justificado por la rutina. Y estas incoherencias
Y el retraso afecta tanto a la investigación de base como a la investigación resultan más graves en un momento en que el mundo político y el den-
aplicada. tífico toman condencia de la dilapidadón del paisaje. ¿Se debe dejar el
©edio ambiente en manos de los técnicos y de los tecnócratas? ¿Hay
que resucitar la inútil discusión que enfrentó, en los años dncuenta,
El medio ambiente; realidad política e incertidumbre científica a los defensores de la geografía entendida como denda universitaria,
n o b le y fundamental, y los partidarios de la geografía aplicada?
Al mismo tiempo, el paisaje, este objeto’perecedero, se ha convertido
en un bien de consumo, en una moda y una necesidad, cuya promoción
mercantil y paracultural está asegurada por el sesgo de una política ¿Es la ecología la forma moderna de la geografía física?
moralizante del medio ambiente. «¿Qué es el medio ambiente? ¿Una Así pues, al menos en Franda, la geografía física no es la denda
realidad científica, un tema de agitación, algo que da miedo, una diver­ que estudia de forma explícita y directa el medio físico. Sólo tiende a
sión, una especulación?» La situación es ambigua, y así lo denuncian eHo a través de diversos anáhsis sectoriales, profundos y más o menos
los mismos encargados de la planificación territorial. Y los científicos paralelos, que muy pocas veces conduyen en la aprehensión y la definición
deberían tener la misma mala conciencia. Prisioneros de las estructuras global del paisaje. (...)
universitarias y de su saber, no han sabido o no han podido — con la De acuerdo con su etimología, la ecología es, por excelenda, la dencia
excepción de algunos ecólogos en su propio campo— prever y adaptar del hábitat, del medio. Su objeto, la biosfera, se encuentra definido y con-
a tiempo sus investigaciones y enseñanzas a la transformación acelerada, ceptualizado desde un principio gracias a la noción de ecosistema. Por
y con frecuencia irreversible, del ecúmene terrestre. En menos de un medio de la biocenótica la ecología dispone de un modelo general, de
decenio el medio físico ha evolucionado más de prisa que las ciencias una espede de esquema simplificador pero irradiante, es decir, suscep­
que, de forma dispersa, tenían por objeto su estudio. tible de ser enriquecido lateralmente sin que la idea directriz se ponga
en cuestión. Esta estructura exphcativa a priori es lo que le falta a la
geografía física (pese a algunos esfuerzos recientes en el campo de la
¿La geografía física es un lujo? geografía física zonal).
¿Puede continuar desarrollándose la geografía física fuera del pen­
La responsabilidad de los geógrafos está particularmente comprome­ samiento ecológico moderno? ¿No sería, por el contrario, provechoso que
tida. En un principio eran los mejor situados en la bisagra de las delicias la ecología ampliase su campo e integrase en el esquema ecosistemático
del hombre y las ciendas de la naturaleza. ¿No se concebía la geografía, varios elementos que han sido tratados por los geógrafos, como la geo­
desde finales del siglo xix, como el estudio global del medio ambiente morfología y sobre todo la morfogénesis reciente, la perspectiva histórica
humano? Nuestra ciencia no ha sabido utilizar este avance histórico y los fundamentos políticos y socioeconómicos de la evolución de los
realizado por P. Vidal de la Blache y mantenido como un eco atenuado paisajes? ¿Será la geografía física una ecología humana? Hoy la ecología
por un aislado Max Sorre. Confundiendo la síntesis científica y el end- y la geografía física son dos caminos paralelos, desigualmente trazados
dopedismo, el estudio integrado y el catálogo madrepórico, la necesaria y aún sin terminar. Y , mientras se produce su deterioro, el paisaje to­
profundizadón en ciertos problemas particulares con la hiperespedaliza- davía no es una realidad científica.
dón, la geografía regional y la monografía y, en el campo de la geografía
física, el estudio del medio natural y el estudio exclusivamente geomor­
fológico, los geógrafos han dado lugar a una fragmentación de hecho que La «ciencia del paisaje», «ciencia diagonal»
imposibilita el planteamiento geográfico dásico. Es derto que la geogra­
fía moderna suscita un conjunto de investigaciones de punta, pero éstas El tratamiento científico del paisaje-objeto
son más el resultado de la iniciativa de algunas individualidades que El paisaje en cuanto objeto, tal como ya lo hemos definido, exige un
del uso de métodos específicos aphcados a objetos específicos. Además, tratamiento científico propio. Por un lado, escapa a los diversos anáhsis
estos estudios están consagrados a aspectos cada vez más especializados sectoriales así como a la suma a posteriori de los mismos; éstos no son
que, considerados en sí mismos, trasciende de la órbita geográfica. Este sino etapas, necesarias pero no suficientes, de un método que, por su

( c
468 Antología de textos Georges Bertrand 469

misma finalidad, los supera. Y por otro, la investigación interdisciplinaria, L-E. Hamelin, regidos por un sistema de evolución antrópico. ( ...) Es cu­
que permite plantear el diálogo y articular los nuevos temas, no pasa rioso que la geografía física haya consagrado mucho de su interés y de
de ser un paliativo o una fase preparatoria, ya que los intereses chsci- su tiempo al estudio de los sistemas de erosión pasados o poco activos
plinarios y las estructuras mentales permanecen. en la actualidad y haya abandonado el estudio de la acción humana, a la
La «ciencia del paisaje» se sitúa en la confluencia de la geografía y la vez constructora y destructora, que está modificando, con frecuencia de
ecología. Y no es una supersíntesis, sino una opción. ( ...) forma irreversible, la faz de la tierra. La «ciencia del paisaje» se apoya
En primer lugar se trata de reagrupar y armonizar todos los elemen­ ampliamente en la historia, la economía, la sociología e incluso en la
tos del paisaje para definir el objeto que se quiere estudiar. «El cono­ propia estética (ya existe un paisajismo pletórico de ideas y fórmulas
cimiento científico — escribe R. Callois— , ramificado hasta el infinito, nuevas, pero carente de base científica).
es en la actualidad fragmentario. Constituye un enorme rompecabezas,
del cual cada uno conoce un elemento caprichosa, arbitraria e incluso •f
malignamente delimitado, pero cuya fisionomía general, cuya imagen cohe­ La «ciencia del paisaje», ciencia del «medio ambiente»
rente capaz de dar al conjunto unidad y significado, no puede ser apre­
ciada, ni siquiera sospechada, por ninguno. Sería preciso que existiesen La «ciencia del paisaje» es, ante todo, el estudio de los paisajes ac­
a todos los niveles enlaces, canales y centros de coordinación, no sólo tuales en sí mismos y por sí mismos, sin que la acción antropica sea mas
para conectar los resultados, sino sobre todo para intercambiar .y gene­ que un elemento entre otros dentro de la combinación ecológica. (...).
ralizar las perspectivas. Las ciencias que en 1969 propuse .denominar Pero la «ciencia del paisaje» es también, y al mismo tiempo, una disci­
"diagonales” superan las disciplinas tradicionales y las fuerzan al diálogo, plina antropocéntrica. Trata del medio ambiente humano, al menos en
tratando de descubrir las leyes comunes a fenómenos de distinto género su forma objetiva según la distinción de P . George, pero se niega en
y aparentemente sin relación. Descifran complicidades latentes y descu­ todo caso a separar el aspecto ecológico del contexto socioeconómico. (...).
bren correlaciones no tenidas en cuenta.» La «ciencia del paisaje» no
es, pues, sólo una modalidad epistemológica aplicada a las ciencias de la
naturaleza, lo que no sería suficiente para conferirla un verdadero ca­
rácter científico; es preciso, a continuación, definir sus caracteres propios
y ver sus primeras orientaciones especulativas originales.

La «ciencia del paisaje», ciencia del espacio


Un paisaje es, por definición, una porción de espacio material. En
consecuencia, el anáhsis espacial tiene un papel básico, particularmente
en la clasificación de los medios. Esta taxonomía, global y jerarquizada,
debe ser tomada en consideración prioritariamente. Gracias a ella la
«ciencia del paisaje» se diferencia inmediatamente de las disciplinas ve­
cinas, al plantearse objetos que, aunque no son nuevos, son examinados
desde un punto de vista no habitual. Además, fuera de las ciencias na­
turales, se ha dado demasiado poca importancia al hecho de que el
desarrollo de las ciencias consiste «en cierta medida en el progreso de
sus propias clasificaciones». Los métodos y técnicas cartográficas deben
reflejar esta preocupación taxonómica y elaborar nuevos modos de ex­
presión, particularmente en el campo aplicado.

La «ciencia del paisaje», ciencia de lo actual


La «ciencia del paisaje» estudia los paisajes actuales tal y como se
presentan, con su carga de historia humana. Ya no hay prácticamente
paisajes naturales, sino espacios ecumenados, según la denominación de

(
]ean Tricart * jean Tricart 471

EL ANALISIS DE SISTEMAS Y EL ESTUDIO realizadas en condiciones tan artificiales que poco tienen que ver con
INTEGRADO DEL MEDIO NATURAL ** los elementos del clima que rigen en parte los procesos morfogenéticos
y edafogenéticos e influyen en las condiciones de existencia de los seres
vivos. Mide las temperaturas a cubierto por medio de la dilatación pro­
vocada por el contacto del aire con un termómetro. Pero los insectos,
las plantas, la superficie del suelo, no están protegidos por un abrigo
meteorológico. Y la trasmisión dél calor del aire por contacto no es el
principal elemento de su régimen térmico: es la radiación incidente, re­
flejada y emitida la que juega el papel fundamental en dicho régimen
térmico y en el del aire inmediato. El uso de mecanismos de teledetección
sólo es posible si se conocen los balances de radiación, que el termó­
metro es incapaz de ayudar a determinar... Ciertamente esta dificultad
se ha presentado hace poco. Pero también ha influido en investigaciones
muy anteriores, como el estudio de los mecanismos de hielo y deshielo
en el suelo, el del metabolismo de las plantas (fotosíntesis, transpiración)
y de los animales, etc. Los registros de temperaturas normalizados de la
climatología son inadecuados para dichas investigaciones. No existe com­
patibilidad entre los métodos de la climatología y los de la ecología,
la geomorfología, la edafología, la glaciología y la hidrología. Para hacer
Un nacimiento prematuro... Este fue el caso del concepto de ecología posible la integración hay que cambiar de método. Lo mismo ha ocurrido
formulado por E. Haeckel a mediados del siglo pasado. Para él la eco­ durante mucho tiempo con la geomorfolpgía, que al encerrarse en las con"
logía era el estudio de las relaciones de los seres vivos con su medio. cepdones davisianas, se ha aislado por completo de las otras ciencias
Y el nacimiento fue prematuro porque precisamente en esa época se de la naturaleza y de la tierra.
asiste a una evolución del pensamiento científico caracterizada por un No obstante, esta desfavorable evolución ha dejado persistir algunas
desarrollo unilateral, y por ello desequilibrante, de los planteamientos orientaciones diferentes, que han servido de base a un movimiento re­
analíticos en detrimento de las visiones de conjunto. El medio natural novador. Especialmente en Europa Central se ha mantenido una visión
fue dejando de ser tomado en consideración a medida que se iban sub- de conjunto del medio natural, bajo la influencia de los geógrafos ale­
dividiendo las disciplinas que lo tenían como objeto de estudio: clima­ manes, con la noción de paisaje (Landschaft). El paisaje es un objeto
tología, hidrología, geomorfología, biogeografía, edafología, que se frag­ concreto, directamente observable, compuesto por elementos diversos más
mentan a su vez en una multitud de puntos de vista sectoriales cada vez o menos variados. Constituye así un marco para conectar observaciones
más limitados y parciales, tendentes enseguida a hacerse incompatibles realizadas por distintas ramas o subramas de la ciencia y de este modo
entre sí, e impropios para integrarse en una visión de conjunto. ¿Hay que puede establecer un enlace entre ellas, contrarrestando los inconvenientes
poner de manifiesto algunas de estas insuficiencias a título de ejemplo? de una atomización del conocimiento derivada de un desarrollo unilateral
La climatología se concreta en el tratamiento estadístico de mediciones del anáhsis. Es en el marco conceptual del paisaje en el que Dokuchev,
a finales del siglo xix, sienta las bases de la edafología. En la llanura
* Además del artículo traducido en este libro, entre los trabajos principales del
autor se encuentran: rusa, donde el reheve no es un factor importante de diferenciación,
Tricart, J . (1965): Principes et méthodes de la Géomorphologie, París, Masson. conecta los suelos con las formaciones vegetales y, a través de éstas, con
Tricart, J . (1973): «La géomorphologie dans les études integrées du milieu naturel», el clima.
Annales de Géographie, L X X X II, pp. 421-453. Pero la noción de paisaje es vaga. Su contenido es poco preciso y, en
Tricart, J., y Cailleux, A. (1965): Introduction a la géomorphologie climatique, Pa­
rís, S, E. D. E. S. consecuencia, la delimitación del ámbito espadal de los diversos paisajes
Tricart, J., y Cailleux, A. (1962-1969): Traité de géomorphologie, París, S. E . D. E. S., es laxa. Ello susdtó una reacción contra Dokuchev que tuvo sentido, pues
4 vols. reivindicó una mayor precisión en el anáhsis y llevó al desarrollo de la
Tricart, J ., y Kilian, J . (1979): L ’Eco—géographie et l’aménagement du milieu naturel, edafología al basarla en la descripción de los perfiles y en los anáhsis
París, Franfoís Maspero.
* * Tricart, J. (1979): «L’analyse de systéme et l’étude intégrée du milieu naturel», mecánicos y químicos en laboratorio de los diversos horizontes de los
Annales de Géographie, L X X X V III, pp. 705-714. Traducción de Julio Muñoz Ji­ suelos. Esta reacción tuvo sin duda efectos positivos, pero introdujo
ménez. también serios inconvenientes: separó el estudio de los suelos dd de
470
472 Antología de textos Jean Tricart 473

su medio o contexto natural e impidió con ello su integración en la ecólogos, al proceder exclusivamente de las ciencias naturales, tenían bue­
ecología. Estos inconvenientes afectan tanto al conocimiento básico como nos conocimientos de biología y sistemática, pero desconocían por com­
a la solución de problemas prácticos de ordenación. Para soslayarlos, nu­ pleto o casi por completo las principales materias referentes al medio
merosos edafólogos que trabajan en organismos de planificación se han natural, materias que estaban desconectadas entre sí y que, además,
visto obhgados a buscar otros caminos, en especial los del IRAT y algu­ proporcionaban datos inutilizables en ecología. Los especialistas en siste­
nos investigadores del ORSTOM. En el IRAT se realizan mapas «morfoe- mática han desarrollado la fitosociología, los biólogos el estudio de las
dafológicos», que representan unidades caracterizadas por un cierto tipo cadenas tróficas.
de substrato cuyas características influyen de forma paralela en la mor­ . Estas tendencias sectoriales y divergentes han sido parcialmente rec­
fogénesis y en la edafogénesis. La unidad morfoedafológica se define tificadas por convergencias recientes, que se han producido de varias
como una unidad fisiográfica en la que,las relaciones morfogénesis-eda- formas.
fogénesis son homogéneas. Proporciona, pues, un marco cómodo no sólo Por un lado, la geomorfología ha sufrido una mutación radical. Se ha
para el estudio de los suelos, sino también para la integración de los centrado en el estudio de los procesos (geomorfología dinámica), lo que
mismos en el medio natural. Enlaza así con la concepción de Dokuchev, la ha llevado a adoptar los mismos métodos que las ciencias naturales.
ya que a pequeña escala en la llanura rusa las unidades morfo-edafológicas Esta tendencia renovadora ha roto con los planteamientos puramente
coinciden con las grandes regiones biogeográficas. Además la unidad mor deductivos de W. M. Davis, en los que la imaginación sustituía la re­
fo-edafológica, en los estudios detallados o semidetallados, al poner el cogida paciente de datos. E l estudio de los procesos ha abocado a los
acento en la dinámica del medio natural, permite definir las precauciones investigadores a un estudio cada vez más detallado del medio natural
agronómicas que se han de tomar en la transformación de las tierras en el que los mismos se desarrollan, lo cual ha obligado a integrar la
y en el tratamiento que han de recibir para evitar su degradación. Se pue­ geomorfología en una visión menos sectorial. La geomorfología climática,
de, sin forzar las cosas, relacionarlas con las unidades de «paisaje» de que pone el acento en las relaciones entre el clima y los procesos, deriva
los geógrafos alemanes. En esta línea se mueven algunos edafólogos directamente de la geomorfología dinámica, de la cual no es sino un as­
del ORSTOM, pero con una óptica más limitada, centrada exclusivamente pecto. Así se ha constatado rápidamente que la influencia del clima en
en los flujos geoquímicos, en la circulación de las soluciones. la morfogénesis era, en su mayor parte, indirecta y se producía por
Por su parte, la ecología ha permanecido largo tiempo estancada. medio de las formaciones vegetales y de los suelos, condicionados ellos
Se desarrolló principalmente a partir de la botánica, dado el escaso interés mismos en parte por dichas formaciones vegetales. De este modo se hace
hacia ella por parte de los geógrafos. Y con frecuencia se ha dado esta visible una red de interacciones que no se puede dejar de tener en cuenta
denominación a investigaciones que, sea cual sea su interés, no son de para explicar los hechos geomorfológicos. Esta red va desde las estruc­
ecología. Tal es especialmeíite el caso de fitosociología. Hacer el inven­ turas geológicas hasta los seres vivos. Así entendida, la geomorfología
tario de las especies vegetales en un territorio dado proporciona unos forma parte del estudio integrado del medio natural.
datos que se han de confrontar con otros para realizar una investigación Este avance intelectual se ha realizado a través de varios ensayos.
ecológica, en sí mismo no es ecología; lo mismo que un censo de po­ Hubiera sido deseable una mejor comunicación entre los grupos de cien­
blación no es un estudio de geografía urbana o regional. Para adquirir tíficos que los estaban realizando. Actualmente, sin embargo, la disci­
interés ecológico un anáhsis fitosociológico debe ser rigurosamente co­ plina ha entrado en un camino más adecuado. Son los alemanes C. Troll,
nectado con un estudio del medio: sólo esta conexión puede permitir dotado de una profunda cultura naturalista, primero, y J. Büdel, después,
la determinación del papel de los diversos factores ambientales en el quienes han puesto de reheve las relaciones entre los procesos morfo-
reparto de las especies y en su abundancia. Se llega así a la biogeografía, genéticos y el clima. Una publicación capital de C. Troll sobre las rela­
cuyas investigaciones tienen un objeto espacial, pero sólo pueden expli­ ciones entre el clima y los procesos periglaciares data de 1944. Sin em­
carlo basándose en las relaciones de los seres vivos y su medio, es decir, bargo, en esta misma época un gran maestro francés, cuya categoría inte­
en la ecología. lectual por desgracia no ha sido suficientemente apreciada, A. Cholley,
Otras investigaciones, más directamente integradas en la ecología, había creado, ya antes de la guerra, el concepto de «sistema de erosión».
se han centrado en las cadenas tróficas. Aún hoy constituyen la parte Sin duda, el término «erosión» es desafortunado y se explica por las
esencial del .cuerpo teórico de la ecología, pero tienden a situarse fuera impregnaciones davisianas que durante demasiado tiempo han infectado
del ámbito de las ciencias de la tierra y del estudio del medio natural. la atmósfera en Franda. Nosotros lo hemos eliminado al transformar la
Sus relaciones con el medio natural se limitan prácticamente a la utili­ expresión en «sistemas morfogenéticos», que engloba tanto el acciona­
zación de la radiación solar en la fotosíntesis. Esta orientación, cuyo miento como el transporte y la acumulación, los cuales no son sino tres
interés e importancia no se pueden subestimar, está muy justificada: los aspectos de un mismo fenómeno, de un mismo flujo. Lo esencial en

¡
( (
474 Antología de textos Jean Tricart 475

esta denominación, desde el punto de vísta metodológico, es el término & tema, que se basa en las interacdones existentes entre los diversos seres
sistema, entendido en el sentido del enfoque sistémico. A. Cholley insistía vivos entre sí y con el medio en el que viven. Dicho concepto integra
a sus discípulos, entre los que tuvimos la suerte de contarnos, en la in -r las cadenas tróficas (reladones de los diversos seres vivos entre sí), pero
terdependenda de los diversos procesos modeladores del reheve. Era la recuperan desde todos los puntos de vista el sentido inidal y etimológico
primera aplicadón del concepto de sistema en una de las ramas de la de la palabra «ecología» al destacar la importanda de las reladones entre
geografía. Nosotros hemos aplicado esta nodón en nuestras propias in­ los seres vivos y su medio. Ello ha permitido d reciente desarrollo de
vestigaciones, especialmente en nuestra tesis dirigida por A. Cholley, la ecología, en el que se ha atribuido una gran importanda a la adaptación
asodándola a la de geomorfología climática. Pero nuestras innovadones de los seres vivos a su entorno. Debido a la pervivencia, sobre todo en
se limitaron entonces a poner de manifiesto la importancia considerable, Franda, de un tipo de formación cerrado, los planteamientos han seguido
apenas sospechada en aquellos momentqs, de las acdones periglaciares mucho tiempo siendo unilaterales. Los ecólogos han abordado el problema
cuaternarias en la morfogénesis del Este de la cuenca de París. desde el punto de vista del metabolismo e induso de la genética y no
Bajo la influencia de las investigadones realizadas en Africa ocd- desde el de la dinámica del medio, que no obstante es parte integrante
dental con la finalidad de servir de base a grandes planes de ordenadón del ecosistema. Con todo, la introducción del concepto de ecosistema
hidroagrícolas, a partir de 1953, nos hemos visto abocados a tomar en ha significado un- enriquecimiento muy considerable. Si se le acepta con
consideración las relaciones entre la geomorfología y los suelos y poste­ todas sus consecuencias, permite un estudio integrado del medio natural
riormente entre la geomorfología y la hidrología. Pero entonces no ha­ basado en el hecho de que dicho medio es un componente del ecosis­
bíamos adoptado aún un enfoque sistémico: nos encontrábamos aún en tema.
una etapa preliminar, lo que en una parte se explica por las dificultades (...) ^
inherentes a toda orientadón nueva y, en otra, por la insuficiencia de Los biólogos no tienen ninguna razón específica para poner en primer
los medios de que disponíamos para la investigación metodológica. Nos plano los aspectos espadales y atribuir una importanda primordial a los
limitamos a estudiar enlaces binarios, interferencias entre dos tipos de problemas de extensión y distribución. Por eso el concepto de ecosistema
fenómenos cuyo anáhsis tradicionalmente estaba separado por las barre­ no tiene soporte espacial. Es adimensional. Quizá sea esta la razón del
ras establecidas entre las disdplinas. Aunque no pretendemos hacer un interés muy tardío que por él han tenido los geógrafos. Ha habido
ejerddo de autosatisfacdón a postériori, hemos de reconocer los resul­ que esperar a los años sesenta para que los geógrafos de Alemania orien­
tados obtenidos en estas dos líneas, que han llevado a los edafólogos del tal y, en Franda, G. Bertrand y después nosotros mismos, lo integren
IRAT a adoptar nuevas concepciones y nuevos métodos de trabajo que en el espado. Desde un punto de vista lógico la complementariedad de
han satisfecho a los agrónomos. Se ha elaborado un nuevo planteamiento, los conceptos de ecosistema, dinámico pero carente de base espadal,
basado en la cartografía del medio (cartografía hidromorfológica), que y de paisaje, descriptivo y delimitable, pero desprovisto de anáhsis diná-
ha permitido consolidar una concepdón naturalista de la hidrología y con­ mico, era evidente. Son los geógrafos físicos de la República Democrática
tribuir al estudio de diversos problemas de ordenadón hidroagrícola, Alemana los que tienen el mérico- de haberse dado cuenta de esto y de
espedalmente en Mali, Venezuela y Marruecos, evaluar mejor las dispo­ haber realizado la integradón. Los soviéticos trabajan en la misma di­
nibilidades de agua y proponer medidas destinadas a protegerlas de la rección y sus contactos con los alemanes del Este son estrechos. Un paisaje
contaminadón y a reducir los transportes sólidos. Estos métodos se han se entiende así como la traducción concreta y espadal de un ecosistema.
aplicado a varias cuencas de Colombia, Chile y Argentina y han permitido El fundonamiento del paisaje es el del ecosistema, sus evoluciones se
una estrecha colaboración con los hidrogeólogos y los ingenieros en el confunden. Una concepdón de este tipo hace posible avances muy va­
territorio de la región Alsacia. Se trata de una aplicadón del enfoque liosos. Se pueden introducir las intervenciones humanas en el sistema,
sistémico a un subsistema del medio natural, la cuenca fluvial. Analiza como ha propuesto H. Barsch, aunque, por razones ideológicas, sólo
las interacdones entre ciertas características del medio natural y el cido lo haga de forma parcial y «orientada». En este tema G. Bertrand ha
del agua, la formación de los caudales líquidos y sólidos. Esta aplicación adoptado una actitud más abierta, hbre de todo freno ideológico, pero
tiene por objeto el estudio de un flujo en el medio físico, el del agua que en el plano metodológico nos parece limitada por el uso de la visión
y los cuerpos asociados a ella, como resultado ya sea de la acdón de binaria y catastrofista de H. Ehrart (teoría de la biorrexistasia). Como ya
fenómenos naturales (transporte de partículas procedentes de la mor­ demostramos en 1965, lo normal es que no haya alteradón (edafogénesis
fogénesis), ya sea de la acción del hombre (contaminadón). para Ehrart) y después accionamiento y sedimentación de los productos
Simultáneamente se han realizado otros avances, en gran parte aisla­ de alteradón, sino al contrario, simultáneamente alteradón + edafogé­
dos, por parte de los ecólogos. Sistematizando ideas que ya estaban «en nesis y accionamiento superficial de sus productos. ( ...) Por ello hemos
el aire», el inglés Tansley ha formulado en 1936 el concepto de ecosis­ creado el concepto de balance edafogénesis/morfogénesis, expuesto en

( (
476 Antología de textos Teter Gould *
1965. La noción de balance implica una interferencia: se sitúa dentro LAS IMAGENES MENTALES
del enfoque sistémico. DEL ESPACIO GEOGRAFICO **
(...)
En fin, hemos abordado directamente el estudio del medio natural
de forma integrada para completar el concepto de ecosistema. Nuestro
punto de partida ha sido el estudio de las relaciones morfogénesis-edafo-
génesis y nuestras investigaciones acerca de la integración de la morfo­
génesis en el medio natural. Los útiles intelectuales que hemos mane­
jado han sido las nociones de «sistema morfogenético» y «complejo» en­
señadas por A. Cholley. Las demandas de, los responsables de la orde­
nación territorial han sido un acicate. Se ha elaborado en principio un
esquema (modelo) de las relaciones lógicas entre los diversos aspectos del
medio natural; después hemos conocido el enfoque sistémico. Entonces
hemos constatado que es el instrumento adecuado para analizar las inte­
racciones entre los diferentes fenómenos del medio natural y que nuestros
trabajos anteriores en cierto modo habían consistido en una reinvención
de dicho enfoque. Desde ese momento lo hemos asumido y seguido de
acuerdo con el planteamiento metodológico tomado de nuestros prede­
cesores.
(. . .) Vivimos hoy en sociedades dirigistas en las que generalmente se
El anáhsis de sistemas es, pues, en la actualidad un instrumento ló­ trata de ampliar el ámbito común de la población en las ciudades, las
gico perfectamente adecuado para el estudio del medio natural. Permite regiones, las naciones e incluso en las organizaciones supranacionales.
reconocer las interferencias entre todos los diferentes fenómenos que El planeamiento se ha constituido en un factor cada vez más importante
forman parte del «complejo» natural, cuya unidad reconocía nuestro maes­ y aparece en forma legal a todas las escalas geográficas, desde el plan
tro A. Cholley a pesar de las evoluciones divergentes derivadas de los de barrio y la ordenanza de zonificación hasta la legislación estatal que
excesos de las actitudes exclusivamente analíticas. Adoptando el enfoque obhga a todas las administraciones locales subordinadas. En unos casos
sistémico somos fieles a la formación recibida en nuestros tiempos de las decisiones planificadoras se basan en cuerpos de conocimiento amplios
estudiante. De este modo también facilitamos las relaciones transdiscipli- y profundos, pero en otros no ocurre así. Y, al ponerse en práctica lo
nares con los otros naturalistas y, si lo aceptan, con los especialistas de decidido, comienzan a producirse resultados y dificultades no previstos
las ciencias humanas. Sin duda el enfoque sistémico es un instrumento al elaborar los planes, de modo que años más tarde resulta evidente que
lógico cuyo campo de acción es universal: proporciona un denominador se tomaron decisiones equivocadas, aunque se actuase con las mejores
común a investigaciones referidas a objetos diferentes. De este modo y más humanas intenciones. Utilizando la terminología del anáhsis de sis­
nos permite avanzar en nuestro conocimiento básico al penetrar más pro­ temas, muchas de las consecuencias son «contraintuitivas».
fundamente en la lógica interna de la naturaleza. Y como consecuencia
de ello nos hace más capaces de responder a los problemas que se nos
plantean en el campo de la ordenación del medio natural y de la con­ * Peter Gould (1932). Además del artículo traducido en este libro, entre sus tra­
bajos principales se encuentran:
servación de nuestro entorno ecológico. Gould, P. (1965): «On Mental Maps», en English, P., y Mayfield, R . (Eds.): Man,
Space and Environment, Nueva York, Oxford University Press., 1972, pp. 260-282.
Gould, P. (1969): «Methodological Development since the fifthies», en Board, C.,
Chorley, R. J., Haggett, P., y Stoddart, D .: Progress in Geography I, Londres,
Amold, pp. 1-50.
Gould, P. (1969): «Problems of Space Preference Measures and Relationships», Geo­
graphical Analysis, pp. 31-44.
Gould, P., y White, R. R . (1974): Mental Maps, Harmondsworth, Penguin Books.
* * Gould, P. (1975): «People in Information Space: The Mental Maps and Infor­
mation Surfaces of Sweden», Lund Studies in Geography, Human Geography n.° 42,
pp. 1-161 (capítulo I : «Mental Images of Geographie Space», pp. 11-20). Traducción
de Julio Muñoz Jiménez.
477

/
( (
478 Antología de textos Peter Gould 479

Planeamiento espacial y comprensión geográfica planificadores nacionales o regionales, que intentan detectar recursos siem­
pre escasos para crear nuevas actividades y facilitar el acceso a ellas,
Estos resultados no previstos tienen, en todo caso, efectos negativos, personas dedicadas a la elaboración de modelos que simplifiquen los ex­
porque vienen a reducir las posibilidades de planificar en el futuro. Y ello traordinariamente complejos sistemas humanos y arquitectos y paisajistas,
es particularmente cierto en el caso de las que se pueden denominar que se dedican a diseñar complejos urbanos.
«decisiones geográficas», es decir, las decisiones que dan lugar al esta­ Es en el nivel de la práctica, al trabajar a diversas escalas espaciales,
blecimiento de las organizaciones y configuraciones espaciales básicas que donde la insuficiencia de sus enfoques teóricos resulta más evidente. Los
estructuran un paisaje o región, marcando los límites de su evolución planificadores, los diseñadores y los arquitectos tratan implícitamente con
futura. Cualquier secuencia temporal de mapas donde se refleje la acción el espacio y tanto los modelos y las estructuras como las disposiciones
del hombre sobre la superficie de la tierra .demuestra esta verdad básica. y organizaciones espaciales son objeto de su interés. Pero con frecuencia
Los paisajes o regiones humanas frecuentemente parecen irse transfor­ su manejo de estas dimensiones geográficas es superficial, lo que puede
mando como una sucesión de fotografías. Las formas y configuraciones tener consecuencias negativas para la coordinación de muchos intentos
que se manifiestan con fuerza en un momento determinado pueden pasar planificadores. Incluso no toman en consideración a veces hechos loca-
en otro a ser una huella tenue, una pervivencia del pasado. Las distri­ cionales básicos. Pero tampoco los teóricos están siempre en condiciones
buciones espaciales de la población, de las ciudades, de las vías de co­ de prestar ayuda en el momento oportuno, ya que, en cuanto entran en
municación y de las actividades (la mayoría de ellas fuertemente relacio­ juego dimensiones concretas del espacio geográfico, las asépticas, cien­
nadas entre sí) guían y a la vez limitan las configuraciones geográficas tíficas y casi siempre unidimensiones soluciones suelen resultar inviables.
futuras. Aunque desde el punto de vista político no sea popular decirlo, Tanto desde el punto de vista de la investigación como desde el de la
la mayoría de los planificadores regionales o urbanos saben muy bien práctica hay un extenso campo en el que no se conoce el modo de dar
que las comunidades humanas disponen de un margen de libertad rela­ cabida y articular todos los factores en juego. Muy pocos han sido ca­
tivamente escaso para cambiar de forma sustancial sus relaciones geográ­ paces de ver el mundo con ojos de geógrafo.
ficas básicas, salvo en el caso de que sean capaces de afrontar un elevado
coste económico o se resignen a sufrir importantes perturbaciones y su­
frimientos psicológicos. Lo normal es que los cambios se produzcan por Percepción y conocimiento ambiental
medio de pequeños incrementos o modestas ampliaciones de la situación
anterior, muy controladas por las formas vigentes, las cuales a su vez Una de las áreas compartidas por estudiosos y prácticos como con­
son resultado de decisiones previas tomadas a lo largo de extensos pe­ secuencia del creciente interés por la planificación ha sido el amplio tema
ríodos de tiempo. A veces parece que ciertos paisajes humanos han cris­ de la percepción y el conocimiento ambiental. La gente reacciona frente
talizado y quedado fuera del proceso evolutivo; cuanto más se han p e al entorno percibido; su comportamiento resulta más un reflejo de las
trificado o congelado, más cerrado se encuentra el paso a posteriores op­ imágenes que se forma del ambiente social y físico que de los verdaderos
ciones de desarrollo. En general, cada vez que se toma una decisión pla­ caracteres de éste, sea cual sea y cualquiera que sea la forma de definirlo
nificadora es como si se cerrase la puerta a una futura alternativa. y medirlo. Una de las analogías más esdarecedoras en este sentido es la
Las acciones de planificación son intentos de manipular un entorno que muestra cómo un comportamiento simple se manifiesta como com­
sujeto a ciertos condicionamientos presentes. Muchos de éstos son de ori­ plejo sólo a causa de la complejidad del medio en que se desarrolla.
gen humano, lo mismo que lo es en realidad gran parte del propio en­ Consideremos, por ejemplo, una hormiga que después de buscar alimento
torno. No es de extrañar que, al mismo tiempo que la planificación se regresa al hormigueo a través de una playa que ha sido ondulada por el
ha constituido en una fuerza cada vez más necesaria en las sociedades oleaje. Si se representan sus movimientos sobre un mapa, la trayectoria
modernas, haya ido creciendo paralelamente el interés por el medio am­ parece sumamente complicada, ya que cambia de dirección una y otra vez
biente humano. Todas las ciencias de la sociedad y del comportamiento entre las ondulaciones de la arena que en relación con su tamaño son
— quizá más exactamente, las ciencias humanas— han explorado aspectos enormes y la tapan la vista. Sin embargo, el comportamiento de la hor­
hmitados del entorno creado por el hombre, pero en la actualidad muchos miga es en realidad muy simple: alcanzar su meta, esto es llegar al hor­
estudiosos de las disciplinas tradicionales comparten estos problemas y este miguero lo antes posible. Su tortuoso camino no expresa este simple
área de investigación. Junto con ellos se encuentra un importante número y rectilíneo comportamiento, sino que deriva exclusivamente de la com­
de profesionales prácticos, que han de afrontar cada día este tipo de plejidad del medio en el que se desarrolla. Del mismo modo, en términos
cuestiones y necesitan con urgencia datos precisos, claves adecuadas y plan­ humanos, el comportamiento espacial de la gente en una ciudad americana
teamientos bien elaborados. Entre este personal práctico se encuentran se ha demostrado que está muy afectada por una zonificación invisible

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480 Antología de textos Peter Gould 481

originada por fuerzas ambientales percibidas que subyacen en el área. jeto de su estudio (Heathcote, 1965; Wreford-Watson, 1969, 1970, 1971)
Los habitantes de la ciudad evitan también los lugares escarpados y pe­ o han dedicado a su exphcación gran parte de su actividad académica
ligrosos y buscan los valles abrigados y más seguros. (Glacken, 1967).
Este interés por el entorno percibido en la ciudad contemporánea de En la actualidad existen seis líneas de investigación no del todo des­
ningún modo se limita a una sola disciplina. Un importante y vario con­ conectadas que tratan de los problemas geográficos de la percepción y el
junto de personas trabaja en este campo de investigación aparentemente conocimiento con métodos relativamente distintos. La primera de ellas
limitado, pero que rápidamente se ha ensanchado. Psicólogos, interesados se ha desarrollado a partir del interés tradicional de los geógrafos cul­
en los mecanismos cerebrales, estudian cómo la gente adquiere y utiliza turales y de los antropólogos por los modos en que los recursos poten­
los mapas cognitivos, es decir, las representaciones que han de existir ciales son apreciados y utilizados por diversas culturas con diferentes ni­
para que se puedan establecer relaciones y conexiones espaciales en el veles tecnológicos (Brookfield y Brown, 1967). La percepción del medio
mundo real y desarrollar los movimientos en él de forma adecuada. Otros se ha constituido en el tema central de estos estudios y la investigación
han analizado cómo las personas perciben su entorno urbano inmediato sobre los sistemas etnodentíficos, que se ha ampliado rápidamente, viene
y el modo en que la aprehensión de éste y de su distancia puede afectar a ser la continuación de ese interés tradicionalmente arraigado (Alkire,
al aprendizaje escolar de los niños. Incluso en un ámbito tan separado 1968; Knight, 1971, 1973). Muy reladonado con estos temas de la geo­
de la realidad como un laboratorio psicológico, se han encontrado sor­ grafía cultural está el anáhsis de la configuración y la percepción de los
prendentes regularidades en la forma común de percibir las distancias paisajes realizada bajo la influencia de grupos culturales diferentes. Comen­
a lugares importantes, aunque la influencia del desarrollo emocional pa­ zando con una obra básica (Lowenthal, 1961), han apareado una serie
rece que necesita más comprobaciones. Otros psicólogos han aumentado de estudios que tratan de la evoludón de los paisajes europeos y america­
nuestro conocimiento de las imágenes geográficas que tiene la gente de nos (Lowenthal y Prince, 1964, 1965), mientras que otros se han inte­
regiones bien conocidas, al tiempo que se ha acrecentado considerable­ resado por las formas de ver el mundo no occidentales (Tuan, 1972).
mente el interés por la orientación humana y los problemas relacionados Una tercera e importante tendencia investigadora acerca de la per-
con ella, que ya habían sido objeto de atención a comienzos de siglo. cepdón geográfica puede identificarse con la «Escuela de Chicago» y sus
Los sociólogos urbanos han analizado también cómo las imágenes es­ estudios de los riesgos ambientales (White, 1945, 1961; Kates, 1962).
paciales de la ciudad difieren sustancialmente según la localización, la El comportamiento y las actitudes dé las poblaciones que se enfrentan
clase social y la cultura y muchos de ellos se han basado en trabajos con la posibilidad de inundadones, maremotos o tifones están claramente
de teóricos y planificadores urbanos referentes al modo de valoración de afectados por su percepción de tales riesgos y por su experienda previa
los hitos y las localizaciones privilegiadas. Otros sociólogos se han cen­ de esas situadones catastróficas (Burton y Kates, 1969; Sims y Baumann,
trado específicamente en el tema de la percepción del centro urbano, 1972; Sonnenfeld, 1967). Numerosos problemas de este tipo se han tra­
mientras que otros han intentado examinar la capacidad de los moradores tado mediante el uso de métodos desarrollados en la psicología, en espe-
de una ciudad para asumir los paisajes urbanos como guía para construir dal el Test de Apercepdón Temática (TAT), para obtener las respuestas
sus imágenes mentales. Incluso algunos ingenieros han tratado de medir de la gente que vive en medios marginales con altas posibilidades de.
la percepción de los barrios y los diversos elementos que influyen en la situadones catastróficas (Saarinen, 1966, 1969).
valoración de los mismos. Los enfoques y planteamientos psicológicos han aparecido también
No es de extrañar que numerosas disciplinas se interesen hoy por los en una cuarta área de investigadón, que trata de cómo los niños desarro­
problemas de la percepción ambiental. La mayoría de los temas se en­ llan las capaddades de comprensión espacial que les permiten hacer uso
cuentran en áreas marginales situadas entre los campos académicos tra­ de mapas y fotografías aéreas (Blaut, 1969; Blaut y Stea, 1969; Sivadon,
dicionales y varias reuniones interdisciplinarias celebradas en los últimos 1970; Hart, 1971). Estos estudios han demostrado que los niños pe­
años ponen de manifiesto la necesidad de compartir e intercambiar infor­ queños son capaces de adquirir y desarrollar capacidades muy elaboradas
maciones útiles, así como puntos de vista nuevos entroncados con dife­ y que pueden llegar a captar relaciones espadales relativamente complejas
rentes tradiciones científicas. Los geógrafos han participado razonablemen­ con una facilidad que muchas veces sorprende a los adultos.
te en estos intercambios y su interés por ello era de esperar. El tema de Una quinta línea de investigación ha tratado con amplitud del medio
la percepción y evaluación ambiental ha aparecido de varias formas en ambiente urbano, frecuentemente bajo la influencia de los trabajos de
la literatura geográfica a lo largo de los años, aunque a veces oculto e Lynch y Orleans, aunque los geógrafos han tratado de ser algo más ri­
implícito en varias líneas de investigación. Sin duda ha sido importante gurosos en el intento de obtener más medidas formales de las imágenes
en los trabajos de una serie de geógrafos históricos (Meinig, 1962, 1965; ambientales (Dansereau, 1971). En los Estados Unidos una serie de es­
Aiken, 1971), algunos de los cuales lo han hecho el más importante ob­ critos acerca del comportamiento espacial en la ciudad han suscitado el

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482 Antología de textos Peter Gould 483

problema de la evaluación de las distancias, la orientación espacial relativa de vista compartidos por un grupo como una «superficie de percepción»,
y los flujos de información en relación con la percepción de las oportu­ en la que las elevaciones representan los sectores muy atractivos y las
nidades de compra y alquiler (Lowrey, 1970; Brown y Holmes, 1970; depresiones y los valles, los territorios menos apreciados (Gould, 1967;
Golledge, Briggs y Demko, 1969; Horton y Reynolds, 1969, 1970, 1971). Doherty, 1968; Goodey, 1968). Estas superficies o planos de percepción
Otros autores han entrado más directamente en el campo de la percepción se denominaron «mapas mentales». ( ...)
ambiental, evaluando las respuestas de la gente a- los diversos itinerarios
(...)
urbanos (Lo-wenthal y Riel, 1972) y las imágenes que los niños tienen La investigación acerca de la percepción ambiental, en sus numerosos
de sus barrios (Tucey y White, 1971). En Nueva Zelanda ;se ha publi­ y diversos aspectos, se ha realizado a todas las escalas desde el nivel mi-
cado una serie de trabajos sobre la percepción del atractivo residencial croespacial de una habitación hasta el macroespacial de todo un conti­
en la ciudad de Christchurch (Johnston, 1970, 1971, 1972; Jackson y nente. Este problema de la escala es crucial y así lo han considerado
Johnston, 1971, 1972), al tiempo que en Inglaterra se han realizado especialmente los geógrafos, que quizá han sido más conscientes de ello
estudios del mismo tipo acerca de la percepción de los habitantes del que el resto, pues « ... los estudios realizados a una escala hay que des­
barrio londinense de Highgate Village (Eyles, 1968) y las imágenes men­ cartar que puedan aplicarse a problemas cuyos datos se expresan a cual­
tales de los centros de Birmingham y Hull (Goodey, Duffet, Gold y quier otra escala» (McCarty, Hook y Knos, 1956). En su intento de
Spencer, 1971). También se han llevado a cabo estudios planteados direc­ construir una auténtica teoría geográfica, numerosos geógrafos han ten­
tamente como información para proyectos concretos de planificación y en dido a moverse en escalas de observación cada vez más pequeñas a la
esta colaboración de la investigación científica con la administración ha búsqueda de establecer analogías con otros campos, como la biología, y
tenido una gran importancia la actitud de los periódicos locales (Birming­ sus importantes componentes microbiológicos, o la economía, y su interés
ham Post, 1971). por el comportamiento individual o microeconómico. Esta tendencia a
Dentro de la propia geografía la investigación sobre los problemas usar pequeñas escalas y la aparición derivada de ella de una «geografía
de la percepción ha sido diversa y gran parte de ella ha estado fuerte­ del comportamiento» se explica también por el ya largo interés por los
mente vinculada con trabajos de áreas limítrofes, al tratar de temas donde problemas intraurbanos, entre los que hay aspectos geográficos de gran
se solapan dos campos científicos tradicionales. Muchas de estas inves­ relevancia y trascendencia social (Harvey, 1972; Detroit Geographical
tigaciones han aparecido en publicaciones especializadas o en forma de Expedition, 1972).
documentos de difusión aún más limitada, por lo que han sido varios No resulta lógico, sin embargo, el correlativo abandono de la inves­
los que han señalado la necesidad de ordenar y sintetizar los diversos tigación espacial a las grandes escalas tradicionales, ya que, a medida que
puntos de vista. No han faltado autores que hayan intentado responder los «conos de resolución» se reducen, se entra en campos donde los es­
a esta demanda (Hart y Moore, 1971; Bordessa, 1969; Downs, 1967, tudios más importantes están siendo realizados por especialistas de otras
1968, 1970; Brookfield, 1969; Hagerstrand, 1967; Aldskogius, 1968; ramas de las ciencias humanas, psicólogos, sociólogos, economistas, etc.
Tuan, 1972) y ya se dispone de buenas síntesis e incluso de libros de Además, al trabajar en escalas cada vez más reducidas, suele suceder que
divulgación (Goodey, 1970; Downs y Stea, 1973; Gould y White, 1974). paradójicamente se penetre en áreas de mayor y no de menor complejidad.
En la búsqueda de los fundamentos últimos de la geografía humana se
La percepción geográfica a gran escala puede acabar tratando con modelos de un nivel de agregación y comple­
jidad similares a los que tienen los «quanta» en física para comprender
Hay además una sexta y última línea de investigación perceptual en la conducta espacial incluso de los grupos más pequeños (Wilson, 1970;
geografía, que se refiere a los problemas de evaluación espacial en la
Gould, 1972).
ciudad y ámbitos aún más reducidos, como el barrio o el espacio personal. La paradoja que acabamos de señalar no debe considerarse una crítica
El interés por el tema parece haberse desarrollado a partir de la publi­ o una descalificación de las investigaciones geográficas realizadas a estas
cación de un ártículo puramente teórico sobre el atractivo residencial y el
escalas, ya que estamos convencidos de lo fructífero que puede ser in­
modo que la gente tiene de percibir y evaluar los diversos sectores de
vestigar en áreas situadas entre las disciplinas tradicionales y, como todo
un territorio a efectos de establecer una vivienda permanente (Gould,
científico sabe, hay que seguir un problema hasta donde sea necesario,
1965). En principio se han estudiado casos concretos en Estados Unidos,
incluso ignorando las fronteras y escalas tradicionales de la investigación.
Ghana, Nigeria y Europa occidental y enseguida han aparecido estudios
Sin embargo, en el caso de la percepción ambiental la paradoja puede
con un planteamiento metodológico similar referentes a otros ámbitos.
resultar especialmente grave y poner de manifiesto que la aportación es­
En los Estados Unidos se han podido establecer unas imágenes muy
pecífica de la geografía al campo general del conocimiento normalmente
precisas del atractivo residencial mediante la cartografía de los puntos
ha de proceder de anáhsis a escalas mayores que la urbana, ya que las

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484 Antología de textos Roger Brunet *

otras disciplinas casi nunca se mueven a tales escalas, que han sido las ANALISIS DE PAISAJES Y SEMIOLOGIA **
más comunes en el trabajo geográfico (Tuan, 1972). También hay que
contar con las espectativas de los no geógrafos, tanto en el campo acadé­
mico como en el de la Administración, para los cuales la comprensión
de estas escalas mayores es asunto de geógrafos. Estas espectativas pa­
recen justificadas y difíciles de soslayar.

Definiciones

1. Lo mismo que la palabra región, la palabra paisaje acaba por


no significar nada. Es normal que se la utilice por diversos especialistas
con un sentido claramente restrictivo: ¿por qué se le limita a sus aspectos
físicos, incluso únicamente a los vegetales? El abuso es tanto más lamen­
table cuanto que tiende a perder de vista el campo propio de la geografía.
La actual moda de la biogeografía, su profunda renovación y sus indu­
dables éxitos no justifican esta desviación.
Numerosos anáhsis «de paisaje» no pasan en realidad de ser estudios
de fenómenos particulares o de carácter seleccionados (de forma más
o menos arbitraria), algunos de los cuales ni siquiera están manifiestos
en el paisaje; en nada difieren de otros anáhsis basados en criterios múl­
tiples referentes a grupos de datos seleccionados.
2. Algunas definiciones del paisaje nos parecen excesivamente am­
plias. Hay geógrafos, conscientes de que el paisaje no es sino un aspecto

* Además del artículo traduddo en este libro, entre los trabajos principales del
autor se encuentran: ^
Brunet, R. (1967): Les phénoménes de discontinuité en géographie, París, C. N. R. S.
Brunet, R. (1968): «La notion de quartier rural», Bulletin de VAssociation de géogra­
phes Frangais, 362-363, pp. 115-123.
Brunet, R . (1972): «Les nouveaux aspects de la recherche géographique: rupture ou
raffinement de la tradition?», L ’Espace Géographique, I, 1, pp. 73-77.
Brunet, R . (1974): «Espace, perception et comportement», I I I , 3, L'Espace Géogra­
phique, pp. 189-204.
* * Brunet, R. (1974): «Analyse des paysages et sémiologie. Eléments pour un
debat», L ’Espace Géographique, I I I , 2, pp. 120-126. Traducción de Julio Muñoz Ji­
ménez.
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486 Antología de textos Roger Brunet 487

de una realidad infinitamente más rica, que tienden a incluir en él flujos a) Un signo para el observador. «Sirve de testigo» y ofrece una
y procesos, así como factores de explicación de todo tipo — «todas las posibilidad de alcanzar los significados: los mecanismos que lo han pro­
relaciones genéticas y funcionales» que están asociadas a él (P. George). ducido, es decir, los sistemas. Este es el aspecto «remontante». Se en­
Y esto es confundir un objeto con el modo de estudiarlo o con el sistema cuentran aquí los valores positivos del paisaje y, en general, del contacto
dentro del que se encuentra; es tomar una palabra por otra, un concepto con el terreno, que permite aprehender diferencias, plantear problemas,
por otro y paisaje por espacio, incluso por región. Así pues, no estamos descubrir pistas: cualquiera que sea la expresión empleada, se trata de
de acuerdo en este tema con P. George, ni con G. Wettstein, ni con al­ un planteamiento fundamental para el geógrafo, pero que sólo es fecundo
gunos otros. si la cultura científica del observador es rica y si éste no se contenta
3. Se está viendo surgir un nuevo tipo de abuso, relacionado con con el simple contacto, sino que busca otras informaciones. Este anáhsis
otra moda: la de la «teoría» de la percepción, que, en algunas de sus puede, al menos, guiar de forma fructífera la recogida de datos.
tendencias filosóficas, llega a pretender que toda realidad es subjetiva b) Un signo para el usuario. Es percibido por éste, el cual le atri­
y nos devuelve así a Berkeley — esse est percipi...— . buye connotaciones: bonito, feo, agradable...
Sin embargo, las formas y el contenido de un paisaje pueden ser c) Un agente de los sistemas. Induso cuando es una pervivencia de
objeto de un análisis objetivo: una tasa de cobertura vegetal se m irle del sistemas ya desaparecidos, es un elemento (activo o pasivo) de los sistemas
mismo modo que se mide una densidad de explotaciones agrarias por ki­ actuales. Desde este punto de vista «descendente», y al contrario de los
lómetro cuadrado, una pendiente, la extensión de un campo, la altura de dos casos anteriores, no está vinculado al dominio de la semiología.
una fachada, etc. Que uno sea ciego o poeta, impresionista o cubista, es
algo que no afecta al paisaje. 2. Aphquemos a algunos ejemplos este anáhsis en tres niveles:
Es cierto e incontestable que el juicio que se emita sobre un paisaje El río Garona en crecida a su paso por Agen durante el mes de mayo.
— y en consecuencia el interés o los inconvenientes provocados por tal Es:
o cual transformación del paisaje— , así como la percepción que de él a) Por su caudal, el signo de la fusión de las nieves y, por su tur-
tienen los hombres (pero ¿qué hombres?, ¿qué grupos?), son hechos bidez, el de la acción erosiva; es decir, de lo que pasa aguas arriba.
apasionantes y llenos de implicaciones para el geógrafo. Pero eso es otro b) Un espectáculo y una amenaza.
tema, otro objeto de estudio. Y no se gana nada pretendiendo reducir c) Un agente local de erosión, y también de fertilización por medio
el uno al otro. de los depósitos de inundación.
La plaza del Mercado Viejo de Varsovia (Store Miasto). Es:
4. Así pues, hay que dejar claro que el paisaje es precisa y simple­
a) El signo de una rica burguesía medieval deseosa de tener fa­
mente lo que se ve. Esta definición es tan necesaria como evidente:
chada a la calle; de las concepdones arquitectónicas de los siglos xv y X V I,
y posteriores al xvi; de un interés por entroncar con el pasado, en el
a) Lo que se ve existe con independencia de nosotros; por perte­
momento de la reconstrucción, y, en consecuenda, de la percepción de
necer al mundo de lo real, puede, en teoría, resultar susceptible de un la ciudad que tenía tanto sus constructores como sus restauradores.
anáhsis científico objetivo directo por parte de los investigadores. b) Un espectáculo, un lugar de fervor por el pasado, incluso de na-
b) Lo que se ve es, por otra parte, vivido y sentido de forma dis­ donalismo desde d momento en que con frecuenda los varsovianos la
tinta por los hombres, que de una u otra forma son sus usuarios (con­
contraponen a los edifidos «staliráanos» de la ciudad nueva.
siderando la contemplación como una forma de uso). Estos usuarios rea­ c) Un factor de actividad turística y, por lo tanto, un factor de
lizan en el paisaje selecciones y juicios de valor. Otro tema de anáhsis
atracción de la dudad.
es, pues, la percepción del paisaje (o de algunos de sus elementos) y toda
(...)
modificación (o acción conservadora) debe ser interpretada a través de
su percepción.
3. Se podría continuar el anáhsis multiplicando los ejemplos y pen­
samos que en todos ellos se habrían de tener en cuenta los tres puntos
de vista señalados, que son otros tantos temas de estudio diferendados.
Las tres caras del paisaje
Y hay que resaltar:
a) La importancia de la noción de escala. Sea cual sea la naturaleza
1. Parece daro que, en realidad, todo elemento del paisaje tiene tres
del enfoque, es preciso a la vez: 1) Distinguir elementos del paisaje ais­
perspectivas y puede ser objeto de tres enfoques diferentes. Todo ele­
ladamente considerados, agrupaciones de elementos y el conjunto del pai­
mento o grupo de elementos es:
saje; 2) adaptar el anáhsis a la dimensión propia del paisaje considerado,

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488 Antología de textos Roger Bruñes 489

ya que los signos y los agentes no son los mismos cuando se trata del El análisis directo de los signos
paisaje del conjunto de la ciudad o sólo el de uno de sus barrios, del
conjunto de las Grands Causses o sólo del paisaje (incluso global) del 1. ¿Análisis del paisaje o de los signos del paisaje?
fondo de una de sus gargantas.
b) El valor muy relativo de los signos para el investigador. Llevan a) E l paisaje es un dato, extremadamente rico, formado por elemen­
con más o menos claridad a significados de mayor o menor importancia tos naturales (pendientes, formas, cubierta vegetal, etc.), humanos (cam­
para el campo de estudio considerado; los tres términos que figuran en pos, hábitat, ciudades, caminos, etc.) y sus relaciones.
el párrafo anterior hacen referencia a tres nociones distintas. b) ¿Pero en sí mismo el paisaje merece el esfuerzo de un anáhsis
La primera está ligada al hecho de que el enlace significante-signifi­ limitado a sus apariencias?
cado, es decir, el enlace de efecto a causa, as claro; o, si se quiere, que Se puede considerar que un objetivo esencial del geógrafo (incluso su
el código de significación carece de ambigüedad: un círculo rojo atrave­ objetivo esencial) es dar razón de los paisajes realizados: describirlos, clasi­
sado por un rectángulo blanco horizontal significa para todo el mundo ficarlos e interpretar sus formas y sus transformaciones. Una parte de la
«prohibido el paso», pero ¿qué «significan» un bosque, un conjunto de geografía clásica lo ha afirmado con frecuencia. Sin embargo, al hacerlo se
granjas dispersas o un bocage ? Es preciso en este punto tener en cuenta ha visto obligado a superar este estadio.
que la claridad del código es función: I) De la naturaleza de las cosas: Se puede entonces considerar que la tarea del geógrafo es más am­
un conjunto de rebaños formados exclusivamente de charoleses significa plia y consiste en dar razón del conjunto de los fenómenos espaciales.
siempre un sistema de ganadería vacuna para carne; una fachada marítima En este caso, el paisaje no es sino uno de los grupos de datos producidos
edificada sin solución de continuidad significa siempre una actividad tu­ por éstos.
rística destacada; la presencia de Ciperáceas significa siempre turbera; la c) En la primera hipótesis, es posible:
de olivos, la intervención del hombre bajo clima mediterráneo, etc.; se — O bien analizar las variaciones espaciales de un elemento del
puede hablar en estos casos de signos (o índices) «característicos». paisaje o de un grupo de elementos seleccionados (como es el caso de una
Por el contrario, como consecuencia de los fenómenos de convergencia, gran parte de la geografía clásica al estudiar, por ejemplo, las modalidades
divergencia y remanencia, los códigos pueden ser indescifrables, ya que los de poblamiento, la forma de los campos o la de las cercas, etc.); este
enlaces significante-significado (efecto-causa) pueden ser diversos, como esfuerzo no parece abocado al éxito si no es a condición de tener siempre
es el caso del bocage, del hábitat concentrado, etc. La posibilidad de en­ presente que cada elemento sólo existe en relación con un sistema, que ha
contrar los significados en este caso es función: II ) Del nivel de conoci­ producido otros muchos elementos, y consecuentemente no descartar nunca
miento científico-, estudios repetidos y comparados pueden llevar a la a estos últimos del anáhsis. Hay incluso que preguntarse si, en último
detección de los enlaces más frecuentes, pero en este caso el acceso a los término, es verdaderamente posible desarrollar tal anáhsis con buenos
significados es de naturaleza probabilista y no determinista. resultados y superar una simple tipología formal (como también es el caso
La segunda noción es la de -pertinencia: ante la superabundancia de de una buena parte de la geografía general clásica y algunos de sus modos
elementos del paisaje es obligado no tomar en consideración más que los de tratar el hábitat rural o los «paisajes agrarios»),
signos más activos de los sistemas; o en otras palabras, los que tienen — O bien analizar el conjunto de los elementos de forma simultánea,
mayor capacidad de exphcación o, simplemente, los más reveladores. La lo cual implica el empleo de métodos de estudio con criterios múltiples,
presencia en un pueblo de dos oficinas bancadas es más reveladora de la sean éstos los que sean.
función central de éste que la residencia de un peluquero o un médico; d) En la segunda hipótesis, se puede concebir el paisaje a la vez:
la agrupación oficina bancaria-almacén general-farmacia es aún más reve­ — Como un conjunto de signos, cuyos significados hay que buscar.
ladora. En ello se manifiesta que los grupos de signos son por lo normal — Como un componente del espacio.
mucho más pertinentes que los signos aislados, precisamente porque los Por ejemplo, un. bocage puede ser a la vez el signo de una organiza­
elementos de los sistemas que permiten detectar no se encuentran aislados. ción agraria desaparecida y también un elemento de la estructura actual,
La tercera noción es la de campo. De hecho, el observador retiene que puede actuar como obstáculo a la modernización o, por el contrario,
signos pertinentes en función de su propia óptica: los ejemplos antes como factor de atracción para la actividad turística y un regulador de los
citados ( ...) muestran cómo un mismo paisaje puede ser analizado desde caudales hídricos. Una agrupación de grandes campos, por ejemplo, es a
la perspectiva de ciencias diferentes (geomorfología, botánica, economía, la vez el signo de un predominio de la gran explotación y un dato actual,
sociología, etc.) y también en función de preocupaciones (o puntos de un factor que incide (positiva o negativamente) en todas las acciones
vista) diferentes dentro de una misma dencia. ¿Es posible entonces hablar (mecanización, reparcelación, modo de urbanización, etc.). Es el tema
de un estudio global del paisaje o de un estudio de «paisaje global»? suscitado por E. Juillard: el paisaje como soporte y producto (pero el

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490 Antología de textos Roger Brunet 491

término soporte es insuficiente: hay que hablar también de sujecciones e, Hay otros semiólogos que mantienen que el indicio se convierte en
incluso, de acciones). signo cuando es correctamente interpretado, momento en que «adquiere
sentido»; y verdaderamente, por ejemplo, determinados agrupamientos de
2. El paisaje como conjunto de signos establecimientos comerciales y de servicios significan con toda claridad
Percibido como conjunto de signos, el paisaje plantea los siguientes que se está en un cierto nivel de la jerarquía urbana, lo mismo que la
problemas: ola sería el significante del movimiento del aire sobre la superficie del
a) Aparece como un reflejo incompleto y deformado del conjunto de agua (ejemplo dado por Saussure). Pero esto no quita nada al hecho de
los significados. que estos signos no se han hecho para significar, son. Sin embargo, en
Incompleto, porque los significados (sistemas naturales, sistemas de el ejemplo anterior la evidente voluntad de significación de los rótulos,
producción, estructuras sociales y económicas, flujos, etc.) se traducen que son «señales», es una información al cliente acerca de la naturaleza
solo de forma parcial a través de los significantes; o lo que es lo mismo, del servicio ofrecido y no una información sobre el rango de la ciudad.
no todos dejan una huella visible en el paisaje. c) Estas consideraciones plantean una cuestión fundamental. Nos lle­
Deformado como consecuencia de los fenómenos de: van a sugerir que, si los elementos del paisaje tienen relaciones, éstas no
— Remanencia: el paisaje incluye supervivencias, rasgos de sistemas se definen como interacciones directas, sino como reflejo de las estruc­
desaparecidos ( ...). Se ha hablado con frecuencia de «palimsesto», pero turas producidas por las interacciones desarrolladas dentro de los sistemas
se trata de algo que es más que un palimsesto: la situación se comphca
actuantes. No existe interacción directa entre la imagen del paisaje de
desde el momento en que los rasgos arqueológicos son a su vez agentes
campos cercados y la imagen del poblamiento disperso, ni enlace necesa­
de los nuevos sistemas (incluso cuando actúan como obstáculos).
— Convergencia: un mismo significante puede corresponder a signi­ rio, y, sin embargo, hay interacciones entre los sistemas de poblamiento,
ficados diferentes (en cierto modo como los homónimos); una misma de uso del suelo y de producción y también entre éstos y los sistemas
forma puede ser resultado de mecanismos diferentes (como es el caso del naturales; campos cercados y hábitat disperso son dos productos y sus
poblamiento concentrado, de los bocages o de los glacis en geomorfología). eventuales conexiones hay que buscarlas en las estructuras y los sistemas.
— Divergencia: un mismo significado puede ser representado por Por lo tanto, aunque el paisaje esté formado por signos, no es un
distintos significantes: el éxodo rural puede dar lugar lo mismo a un sistema de signos. Así pues, incluso las acepciones más ámplias de la
baldío que a una mejora del cultivo gracias al efecto positivo de la des­ semiología (R. Barthes) implican una restricción en la medida en que se
carga demográfica. aplican de forma explícita a «sistemas de signos» — siendo el primero de
b) ¿En qué medida es posible inspirarse a estos efectos en el voca­ estos términos realmente tan importante como el .segundo.
bulario y los métodos de la semiología lingüística? Un paisaje sería, por tanto, una agrupación de objetos visibles, que
¿Los elementos del paisaje son verdaderos signos o, de acuerdo con reflejan (de forma bastante imperfecta) una estructura actual y (muy im­
la distinción propuesta por algunos semiólogos, indicios? Un signo tiene perfectamente) estructuras pasadas representando todas estas estructuras
como función aportar información: éste, sin duda, es el caso de los estados de equilibrio sucesivos de los sistemas que las han producido: el
componentes de la leyenda de un mapa, pero no está tan claro que lo paisaje es, pues, incluso un reflejo de segundo grado. Y no está claro
sea un elemento del paisaje, que no se ha elaborado voluntariamente con que se puedan aplicar a su anáhsis unos métodos que han sido concebidos
esta finalidad. para un tipo muy diferente de objetos sin someterlos, como poco, a pro­
¿No es un abuso terminológico decir «la ciudad me dice»? La ciudad fundas transformaciones.
no me dice nada, sino que yo me digo algo acerca de la ciudad. Además, d) El paisaje proporcionaría, por lo tanto, un conjunto de indica­
R. Ledrut, que utiliza este tipo de formulaciones, de hecho ha aphcado ciones sesgadas e insuficientes, es decir, unos datos entre otros, lo mismo
los métodos de la semiología lingüística, no a los elementos de la ciudad que las estadísticas, que se presentan también como indicios: es decir,
en tanto que signos, sino a los elementos de los razonamientos que reali­ un conjunto que hay que completar.
zan los habitantes acerca de la ciudad: sus signos son palabras y el anáhsis Desde este punto de vista, no hay duda de que es una fuente particu­
en realidad se aplica al lenguaje, no al paisaje. larmente rica tanto acerca de las estructuras (uso del suelo, dimensión y
Así, por contraposición, el paisaje no sería una lengua, sino un reflejo morfología de los campos, ganados, explotaciones; tipo y frecuencia de
que ofrece al observador simples indicios — como las huellas de la habita­ establecimientos y fábricas; intensidad de tráfico, jerarquía urbana, grado
ción del crimen o las huellas de la caza— . Y si se presenta estructurado, de control humano; grado de homogeneidad o diferenciación, etc.) como
lo es como reflejo de las estructuras que lo han generado, sobre las que acerca de los dinamismos (velocidad de transformación) y, desde luego,
él mismo influye por retroacción. acerca del medio natural (formas de reheve, drenaje, cubierta vegetal, etc.).

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Roger Brunet 493
492 Antología de textos

Pero en todo caso se trata de un primer esquema que hay que descifrar,
estructuras (más o menos visibles en los paisajes, lo que para el caso no
con el que no es posible conformarse. tiene importancia). Un bocage, una gran propiedad o un hipermercado
actúan sobre los sistemas, no en tanto que rasgos de unos paisajes, sino
En esta perspectiva, un «análisis de paisaje» propiamente parece ca­
en tanto que bocage, gran propiedad o hipermercado. Este estudio de
rente de objeto: su efecto sería una limitación voluntaria de la informa­
ción. Y no se lee un libro tapando la mitad de las páginas. Cuando Wieber fuerzas y retroacciones es otro tema de investigación necesario.
4) Este-esquema, si es lógico, manifiesta que el estudio directo de
o Bertrand dicen que hacen un anáhsis de paisaje, incluso «global», intro­
los paisajes sólo es una parte de los temas de estudio posibles. Y todavía
ducen hechos, como la profundidad de los suelos, la pluviosidad, etc.,
habría que preguntarse si el enlace paisaje-espacio no debe ser elevado
que no son elementos del paisaje — y la suya es una actitüd correcta,
incluso la única que resulta fecunda— . Lo que estudian no son paisajes, a «estructuras espaciales».
sino estructuras o, mejor, sistemas. , Conclusión
El objetivo es, por lo tanto, «leer» el paisaje junto con otros docu­
mentos, que también proporcionan indicaciones (encuestas, estadísticas, Finalmente, consideramos que existe una confusión derivada de que
mediciones, mapas, etc.); es el conjunto de estas indicaciones el que per­ no se establece con claridad vina distinción entre lo que es paisaje y lo que
mite acceder a los «significados», si es posible aún utilizar este término, es estructura de paisaje y elemento de estructura espacial. Lo que el
es decir, a las estructuras y a los sistemas. geógrafo estudia en la práctica, lo que se podrían denominar «los hechos»,
son los elementos de las estructuras. Algunos de ellos, y sólo algunos,
En este planteamiento — o modelo, según la terminología— el paisaje
es considerado la apariencia, el reflejo de una estructura espacial (incom­ están manifiestos en el paisaje. Sin duda se puede partir de éstos para
acceder al conocimiento de los sistemas espaciales y es preciso contar con
pleto y deformado, como todo reflejo).
ellos: son al tiempo objetos y signos, pero no son suficientes.
Habría que distinguir también la visión de conjunto del paisaje en
1) Las percepciones del paisaje incluyen las de todos los «lectores»:
las del investigador, el habitante, el visitante y también las de las per­ tanto que construcción mental (incluso si se basa en un único o un pe­
queño número de aspectos significativos efectivamente percibidos) y la
sonas con capacidad de decisión en materia de transformación (u ordena­
aprehensión de un determinado elemento (o grupo de elementos) enten­
ción). E l enlace tiene un doble sentido en la medida en que el paisaje
es una construcción mental. Las imágenes de los lectores, variadas, están dido como hecho objetivo perteneciente al mundo real.
sustentadas (tanto individualmente como a nivel de grupo) por su cultura Una tercera distinción se debe hacer por fin entre el paisaje en tanto
(contenido mental o episteme), que es un producto de los sistemas. que fuente de información y el paisaje en tanto que fuente de sensaciones.
Estas percepciones, al menos cuando la sociedad pretende «conservar», El anáhsis de las informaciones obtenidas a partir de los paisajes no puede
«proteger» o «modificar» los paisajes en tanto que tales, conducen a com­ ser un fin en sí mismo, al igual que el anáhsis de las informaciones obte­
portamientos y decisiones (no sin conflictos entre los grupos actuantes), nidas por medio de un censo de población o de otra fuente documental.
es decir, a una forma de retroacción. Pero los actos que resultan de estas El anáhsis de las percepciones del paisaje, sin embargo, puede plantearse
decisiones no pueden actuar directamente sobre esta apariencia que es el en sí mismo como tema de estudio; pero, como todo estudio de percep­
paisaje; actúan sobre la estructura espacial y esta acción se refleja en el ción, proporciona más información sobre el receptor que sobre el emisor, es
paisaje. Y puede tener repercusiones notables sobre los sistemas. decir informa mucho más acerca de los hombres que acerca de los paisajes,
De esto resultan dos temas fundamentales de investigación: estudio dando por supuesto que hay todo tipo de receptores, individuales o co­
de las diferentes percepciones; estudio de los comportamientos, decisiones lectivos.
y acciones con respecto a los paisajes. De acuerdo con lo dicho, se podrían señalar varios enfoques posibles
2) Un tercer tema de estudio es el anáhsis del espacio. Se basa en del paisaje:
el anáhsis de los paisajes, que pasa en parte por la percepción que tiene a) Su anáhsis fisionómico, que difícilmente puede pasar del nivel
el investigador, pero que también puede ser objeto de medidas directas. descriptivo y dasificatorio y alcanzar d de una verdadera morfología y
Sin embargo, no se puede contentar con esto: debe basarse en el con­ que resulta válido sobre todo como toma de contacto.
junto de todas las informaciones disponibles acerca de las estructuras es­ b) El anáhsis de su percepción, y por lo tanto del sentido y el valor
paciales — y engloba, por lo tanto, los resultados de las retroacciones y que le atribuyen los diversos observadores (o usuarios). Es un preliminar
operaciones que contribuyen a remodelarlos. indispensable, junto con otros, para todo acto de ordenación (...).
3) Algunos elementos manifiestos en el paisaje son agentes (factores, c) La explotación de las informaciones que proporciona dentro de un
frenos, etc.) de los sistemas (...). Pero no son los elementos de los conjunto de datos para el conocimiento de las estructuras y los sistemas
«paisajes» los que actúan sobre los sistemas: son los elementos de las que las han generado y a los cuales, a su vez, influencian.

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James Anderson * James Anderson 495

LA IDEOLOGIA EN GEOGRAFIA: por la industria británica de cada vez menores benefidos tras ia primera
UNA INTRODUCCION ** mitad de los años sesenta, se produjo un recrudecimiento de los conflictos
sodaies y de dase y un renovado interés por la ideología a ambos lados
dd Atlántico.
Se produjo también un interés cada vez mayor por la calidad del
medio ambiente — a medida que se observaba su progresivo deterioro.
La contaminación dd medio natural conduda a la «crisis ecológica», la
escasez de alimentos parecía inherente y las voces de alarma por «la sobre-
población» se hicieron más estridentes. Parecía, cada vez más, que «la
calidad de vida» estaba amenazada por cambios en el medio espadal y
sodal — por la expansión de los ghettos, por la construcdón de autopistas,
por la plaga de la planificadón, por las migraciones masivas de trabaja­
dores, por la congestión del tráfico y la decadencia de ciertas regiones. Los
problemas regionales adquirieron importancia sufidente como para ame­
nazar la cohesión del Mercado Común (...).
Existieron, sin duda, exageraciones en algunas valoradones del caos
y de la crisis, pero, en todo caso, si d medio se estaba acercando a un
estado crítico { ...) , la respuesta de los geógrafos no fue precisamente rá­
pida, a pesar de que la geografía humana se interesaba tradidonalmente
Durante dos décadas después de la Segunda Guerra Mundial, el mundo por las ciudades y regiones, así como por las relaciones mutuas entre la
occidental disfrutó de un período de crecimiento económico y de esta­ sociedad y el medio natural. Muchos geógrafos mostraban más interés por
bilidad sin precedentes desde la Revolución Industrial. Los conflictos so­ la «ciencia» y la metodología científica que por la «responsabilidad social»
ciales de los años de escasez de la década de los treinta se disolvieron y la consideración científica de los problemas reales. Algunas exageraciones
en la nueva prosperidad y las anacrónicas pasiones de la lucha de dases sobre la crisis del medio ambiente fueron fuertemente ideológicas, pero así
fueron sumergidas en el tranquilo consenso del «pluralismo», la ciencia y todo la mayoría de los geógrafos tampoco mostró interés por la cre­
y la ingeniería social. Se prodamó d «fin de la ideología». En la época ciente atención prestada a la ideología. ¿Eran acaso inmunes a la ideología,
de la guerra fría, esto significó, en efecto, la definitiva irrelevancia del o se encontraban hasta tal punto inmersos en ella como para no darse
marxismo. Se divulgó ampliamente que la sociedad occidental había co­ cuenta de ello?
menzado una nueva era que no sólo era postmarxista, sino también post­ En arquitectura existen «ideologías estéticas» — metáforas bienso­
capitalista e incluso postindustrial. Sin embargo, a medida que iban apa­ nantes que enmascaran la realidad de los edificios y de la industria de la
reciendo y aumentando en gravedad en las sodedades occidentales los construcdón. ¿Existen también ideologías ambientales dd lugar y dd
problemas económicos y políticos del crecimiento, tales prodamadones de espacio geográfico? Los tres epígrafes siguientes de este artículo tratan
«postcapitahsmo» resultaron ser una ideología en sí mismas. Tan pronto de definir la ideología argumentando, a veces con la ayuda de ejemplos geo­
como la «ideología» fue enterrada surgió de nueyo, resultando ser los gráficos, que las ideologías tienen raíces en la realidad y mantienen com­
enterradores nuevos ideólogos. Como resultado del aumento de la oposi- plejas interrelaciones con la ciencia y con las dases sociales. La última
dón a la credente intervendón americana en Vietnam, y de la obtendón parte describe un debate bastante tardío sobre «la relevancia social» en
geografía. La ideología, realizando la definición de «problemas» y de los
* Además del artículo traducido en este Ebro, entre los trabajos principales del
autor se encuentran: remedios aportados, condiciona el significado profundo de la rdevancia. Re­
Anderson, J . (1971): «Living in Urban Space-Time», Architeclural Design, X L I, levancia ¿para bien o para mal? ¿para quién? Una ideología puede ver­
pp. 41-44. daderamente orientar cuestiones de tanta relevancia," según las asunciones
Anderson, J . (1971): «Space-Time Budgets and Activity Studies in Urban Geography que realiza sobre la sodedad, pasada, presente y futura.
and Planning», Environment and Planning, 3, pp. 353-368.
Anderson, J . (1978): «Geography, Political Economy and the State», Antipode, X , 2,
pp. 87-93.
Ideología y realidad
* * Anderson, J . (1973): «Ideology in Geography: An Introduction», Antipode,
V, 3, pp. 1-6. Traducción de Pilar Rubiato Bartolomé. Revisión de Josefina Gómez Al encontrar oposición a su política imperialista por parte de una
Mendoza.
escuda de filósofos franceses interesados en la cienda de las ideas, Napo-
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496 Antología de textos James Anderson 497

león los denominó de forma despectiva «ideólogos». Desde entonces, el zados: resulta ejemplar a este respecto la existenda en Irlanda "de censura
término «ideología» ha sido utilizado con frecuencia con voluntad deni- y de un absolutamente inadecuado servido de información. El control
gratoria, significando decepción política causada por los propios oponentes, puede casi no disimularse, como en la España fasdsta o en Chile, donde
algo que los «posee», que les impide ser científicos y objetivos (como uno los hudguistas son simplemente incorporados al ejército o asesinados.
mismo). Como insulto «napoleónico», el término no resulta muy esdare- Cuanto menor confianza ofrece la ideología, más al descubierto se presenta
cedor y no ayuda mucho a tratar de evitar ese «algo» no científico. la fuerza física. Sin embargo, una dase dominante nunca ejerce su dominio
En su significado marxista, la noción se convierte en «un concepto exdusivamente por la fuerza, sino que su «hegemonía» se apoya siempre
esclarecedor y un instrumento analítico», sin ser políticamente neutro, en una ideología y en intelectuales que aseguran que la «concepdón dd
ya que, en efecto, sé enriquece mucho. Constituye uno de los conceptos mundo» propia resulta admisiblemente coherente. El fascismo, por ejem­
más originales y amplios que desarrolló Marx, si bien resulta difícil de plo, se apoya, en gran medida, en d chauvinismo y en la ideología racista.
comprender enteramente. En su forma más’ simple, «ideología» se refiere La realidad sodal que las ideologías deforman y mutilan es, en sí
a sistemas de ideas que dan información distorsionada y parcial de la misma, engañosa. Está dividida en dases e institudones y éstas expresan
realidad, con el fin y el efecto, a veces inintencionado, de servir los intere­ una ideología. Las ideologías, contrariamente a lo que mantiene la pers­
ses particulares de un grupo o dase sodal determinados. Lo normal es que pectiva idealista que las ve en términos puramente subjetivos, como meras
esto ocurra, porque estos sistemas parecen representar los intereses de «construcciones mentales», sólo pueden ser entendidas en relación con la
todos los diferentes grupos sodaies. Por ejemplo, puede existir la preten­ realidad que deforman. Si fueran únicamente errores de los ideólogos (o
sión de representar a toda la nadón («en el interés nadonal») cuando en mistificaciones a su medida), ¿cómo podrían explicarse estos errores y
realidad el punto de vista es contrario al de los sindicalistas. O la pre­ la persistencia con la que se cree en ellos? Las ideologías pueden persistir
tensión de universalidad sodal puede estar implídta, como ocurre habi­ porque tienen una base parcial en lo real, aunque a menudo muy limitada.
tualmente con la dencia social que sólo busca la justificadón en los El radsmo, que puede ser útil a una dase dominante como mecanismo
cánones «universales» de «objetividad científica». de división, es un «medio» que oculta virtualmente toda la luz de la
Las ideologías esperíficas se usan, más o menos consdentemente, para realidad, pero sus invenciones ganan verosimilitud a partir de hechos abs­
justificar de forma directa intereses particulares. Pero son más importan­ tractos determinados, tales como: algunos judíos especulan con la pro­
tes aquellas ideologías generales que justifican d statu quo propordo- piedad, las apariendas radales varían de hecho, etc. ¡Hasta la idea de
nando una cortina de humo mistificadora de conceptos superficiales. Y sus «una tierra plana» se apoya en el hecho de que nuestra experiencia directa
aspectos más crudales pueden ser aquellos enundados sobre la sodedad nos muestra una tierra más plana que redonda! Por su parte, una ideología
de los cuales d ideólogo está menos enterado y acerca de los cuales es del tipo del «pluralismo» tiene una base real considerable, y más utilidad
menos explícito. Las ideologías no son necesariamente apologías del statu general para la dase dominante. Es ideología porque, partiendo de la
quo y pueden, induso, mostrarse críticas al respecto. No sirven necesa­ pluralidad de los «grupos de interés», conduye que éstos compiten en
riamente los intereses inmediatos de la dase dominante. Pero se puede términos más o menos iguales, implicando esto que no existe algo que
servir estos intereses con más efectividad cuando existe un enfoque apa­ pueda ser denominado «dase dominante».
rentemente «radical» que detiene d pensamiento crítico en nivdes super­ Las ideologías tienen un fundamento histórico en la lengua, así como
ficiales, o cuando lo verdaderamente fundamental de una cuestión resulta en la división dd trabajo. La lengua es d medio de consciencia y lleva
confuso debido a ideologías en conflicto respecto de temas marginales. la impronta de pasadas luchas ideológicas — «socialismo» pierde su signi­
A pesar de intuiciones posiblemente críticas, las ideologías impiden un ficado, «explotación» se reduce a sinónimo de «opresión», etc. Al refractar
conocimiento real de la forma en que se podría cambiar la sociedad. la experienda presente, las ilusiones pasadas que se filtran a través del
En general, la clase dominante ejerce un control sobre las ideas en la lenguaje tienen el efecto ideológico y conservador de impedir el reconod-
sociedad, y su dominio depende de ello. Las ideologías no son simple­ miento de nuevos problemas.
mente ilusiones personales o un «clima general» de creenda; están ins­ Las ideologías también persisten como respuestas que se desea dar de
titucionalizadas. Se desarrollan en torno a las institudones sociales y la forma bienintencionada o autoengañosa a problemas reales. Marx con­
dase dominante controla éstas, en grados muy diversos, dependiendo de sideró la religión — comienzo de toda ideología— como una protesta con­
la institución, d tiempo y el lugar. Con algunas institudones (por ejemplo, tra la miseria real: « ... el anhelo de los oprimidos, el sentimiento de un
la familia nudear) su influenda puede ser muy ligera. Con otras, como la mundo sin corazón, y el alma de las condiciones más desalmadas. Es el
educadón, la sodedad de los medios de comunicación de masas o d sis­ opio del pueblo.» La ciencia social, en especial el empirismo, ha reem­
tema legal, puede ser mucho más directa. Variará en gran medida según plazado, en la actualidad, a la religión en muchos aspectos, como vehículo
las circunstandas, haciéndose más directa si sus intereses se ven amena­ principal para la ideología dominante (posiblemente es la ideología domi-

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498 Antología de textos James Anderson 499

nante), y su criatura, la ingeniería social, es una utopía secular. Confundir estudio se pueden ignorar importantes problemas de crecimiento y cambio,
los deseos con las realidades constituye un elemento esencial de los reme­ debido a la falta de datos numéricos, o porque no se adaptan al anáhsis
dios parciales para los problemas globales, desde los experimentos heroi­ del equilibrio estático. Y como dice Joan Robinson, «la dulce armonía
cos de Robert Owen hasta las nuevas ciudades británicas de posguerra. del equilibrio apoyó la ideología del laissez-faire y (...) nos mantuvo ocu­
Con la ideología tan omnipresente y mezclada con conceptos cientí­ pados como para tener tiempo para pensamientos peligrosos».
ficos, claramente no basta declarar el punto de vista propio, como de­ A diferencia de las ciencias físicas que estudian los hechos externos
fienden los liberales progresistas. La honestidad no es una garantía de al hombre, las ciencias sociales estudian las acciones humanas y, además
ciencia objetiva; verdaderamente este enfoque tiende a sustituir la «hon­ de su significado objetivo, estas acciones implican consciencia subjetiva.
radez» por la «objetividad», incurriendo en relativismo a medida que se Debido a ello, y a los conflictos de interés en la sociedad, el problema
aleja del tema de cuál de los puntos de vista mantenidos con honestidad de la objetividad es significativamente diferente en la ciencia social.
se acerca más a la objetividad. La oposición rígida de la «ciencia» a la «ideología» conduce al dog­
matismo y hace necesaria la pregunta: ¿qué es ciencia social? De acuerdo
con Geras, Marx proporciona una respuesta en dos partes. Cualquier
Ciencia y fetichismo ciencia, natural o social, debe distinguir la esencia de la apariencia — el
sol parece moverse alrededor de la tierra, la tierra parece plana, etc.— .
Las diversas concepciones de «ideología» en las ciencias sociales, por Y en la ciencia social, los fetiches del capitalismo exigen que las apa­
lo general la separan por completo de la «ciencia» — separación de la riencias sean demolidas si se quiere ver la esencia. El método de Marx
que se han hecho eco algunos marxistas— . El ideal es la ciencia natural es necesario porque el capitalismo se muestra necesariamente a sus agen­
que se supone generalmente que es empírica, objetiva y cautelosa. Se quie­ tes como algo distinto de lo que realmente es. Plantea fetichismos en
re creer que si se imita su metodología (pero no su radicalismo) se evitan los que las relaciones sociales aparecen como relaciones entre cosas, y las
las pasiones pehgrosas y la parcialidad de la «ideología». Los resultados cosas creadas por los hombres llegan a dominar a sus creadores. El «feti­
son, sin embargo, invariablemente ideológicos. chismo del consumo» ejerce un dominio general encubierto e impersonal
Las analogías pueden ser fecundas, pero la aplicación de analogías (a diferencia del dominio personal sin disimulos del feudalismo); el es­
naturales a fenómenos sociales puede implicar que se presenten camufla- clavo del salario libre se ve forzado a vender su mercancía, su fuerza
damente los hallazgos de la ciencia natural como resultados en el contexto de trabajo, a alguien, y la competencia asegura a los capitalistas la ob­
social, cuando realmente sólo son hipótesis. En el mejor de los casos, ana­ tención de un excedente de trabajo.
logías de este tipo ofrecen una visión parcial; mecanicista en los modelos Las relaciones sociales se pueden convertir en fetichismos como pro­
gravitatorios de «física social» de ordenación del uso del territorio, na­ ductos de la naturaleza (por ejemplo, a través de las analogías naturales,
turalista y bastante reaccionaria en aquellas analogías procedentes del el determinismo ambiental, o concediendo crédito a la «tecnología» para
comportamiento animal que reemplazan la razón humana por el instinto. decisiones de localización); o se puede olvidar el medio objetivo interpre­
Un caso interesante de transferencia de concepto es el darwinista de tando las relaciones sociales de forma idealista simplemente como inten­
«lucha por la existencia». Darwin lo tomó en realidad de los planteamien­ ciones subjetivas. La primera tendencia olvida que es el hombre quien
tos sociales de Malthus y el concepto reapareció en los estudios sociales «hace la historia» (y la geografía), la segunda que las circunstancias en
encumbrado por la autoridad delegada por la ciencia natural. las cuales lo hace no son de su elección. El engaño central en el capita­
Los métodos de las ciencias naturales, en particular la cuantificación, lismo (origen de muchos otros) es que el valor de la fuerza de trabajo
han dado lugar a importantes adelantos. Sin embargo, los grandes éxitos parece falsamente igualar el valor del trabajo realizado, ocultando de esta
de las ciencias naturales se deben a menudo al empirismo que ha sido, forma la existencia de plusvalía, la fuente de beneficios y rentas no ga­
en realidad, responsable de algunos de los principales adelantos; la cuan­ nadas; se oculta así la explotación, esencia de las relaciones capitalistas
tificación, en la búsqueda de éxitos similares en las ciencias sociales, es y un elemento fundamental al definir la clase social.
a menudo prematura y poco juiciosa — falsa precisión con números «duros» El «fetichismo del espacio» es la faceta particular del geógrafo. Las
que representan hechos «blandos» y aislados— . ¡Cuando las cantidades relaciones entre grupos o clases sociales se presentan como relaciones
son contabilizadas en una investigación con orientación política, los re­ entre áreas, ocultando (como en el chauvinismo) las divisiones sociales
sultados pueden ser tan absurdos como la declaración en el Informe dentro de las áreas. Las conceptualizaciones geométricas abstractas de la
Roskill de que el valor de un hombre para «la comunidad» es de 4.360 «forma» espacial, se pueden presentar artificialmente en contra del «con­
libras esterhnas, mientras el «valor medio de una mujer.» resulta negativo tenido» social oscureciéndolo por la negación de las relaciones dialécticas
en 1.120 libras! Con la exaltación del método a expensas del tema de entre «contenido» y «forma». Así Chisholm y Manners entienden lo es­

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500 Antología de textos James Anderson 501

pacial frente a las desigualdades sociales. Escriben que los contrastes es­ ciencias políticas y ciencias económicas) reflejan las divisiones parciales
paciales en el bienestar, complicados por la «dimensión emocional» de entre sus objetos de estudio (en el ejemplo dado, respectivamente, las
las áreas segregadas racialmente, son amenazadoras para la estabilidad instituciones parlamentarias y las «de mercado»); otras divisiones res­
social futura de la ciudad. Añaden que el dilema de las «dos naciones» ponden menos al «contenido» y son más «formales», como ocurre con
ha pasado de ser un problema de clase a ser, en gran manera, un problema la geografía — y si la geografía y otras «disciplinas ambientales» son, en
espacial. Pero las «dos naciones» del tiempo de Disraeli existen en el algún sentido, más integradoras, la integración lograda es, a menudo,
espacio, y hay todavía gente que sufre o se beneficia de la desigualdad. bastante formal y abstracta. Las disciplinas constituyen también una di­
La desigualdad social no es sustituible por la «desigualdad espacial» visión del trabajo entre los científicos, pero mientras «alguna» especiali-
puesto que este último término no tiene significado independiente del zación es indudablemente necesaria y tenemos obviamente que empezar
contenido social — no se puede elegir entre «espacial y social», se deben por algún sitio, las divisiones disciplinarias preexistentes tienden a esta­
considerar ambos. blecer límites arbitrarios sobre dónde termina la investigación y cómo se
llega hasta ahí.
La ciencia se mueve desde lo parcial, lo abstracto y lo unilineal hacia
Abstracción, objetividad y clase social el nivel de la totahdad concreta pluralista. Y lo hace a través del uso
(consciente) de la abstracción. Así el método de Marx implica avanzar
Las relaciones sociales aparecen a menudo como relaciones entre áreas hacia lo concreto eliminando enunciados simplificadores y tomando en
— las divisiones espaciales están institucionalizadas—■. Pero el empirismo, consideración un conjunto cada vez más amplio de fenómenos reales (algo
autolimitándose a las apariencias superficiales, ignora el fetichismo y ob­ similar a lo que hace von Thünen). La abstracción constituye un pro­
jetivamente lo mantiene. Al concentrarse sobre fragmentos aislados de la blema sólo cuando se convierte en el final en vez de en los medios de
realidad, sostiene la ideología (por ejemplo, los resultados de_ los tests la investigación. De esta forma, el equilibrio puede ser un instrumento
de cociente intelectual pueden ayudar a mantener el racismo). Los empi- útil, pero como ha dicho Robinson, «se tiene que mantener en su lugar
ristas se enorgullecen de ser concretos y realistas, interesados solamente y su lugar está estrictamente en las fases preliminares de la argumenta­
por «los hechos» — un interés que constituye en sí mismo una ideolo­ ción analítica». Requiere una crítica para mostrar si — y hasta qué punten—
gía— . Los «hechos» existen de forma individual y la experiencia directa un estudio ha avanzado hacia lo concreto, y también una actitud crítica
del «hecho», que por su proximidad parece concreta, es, aislada de la tota­ y autocrítica para confirmar que avanza algo. Las críticas son necesarias
hdad, en sentido literal (hegeliano) «abstracta». Una parte es «abstraída» para desentrañar el conocimiento potencialmente útil existente en una
de la totahdad mientras que, para ser bien entendida, debe verse concre­ ideología, y estas críticas expondrán el elemento ideológico de la forma
tamente, situada dentro de la totahdad que le da su significado específico. más eficaz demostrando la debilidad interna y las implicaciones contra­
Así los hechos empíricos de los cuestionarios parecen muy concretos, pero dictorias. Limitarse a declarar «mala» una teoría es dogmático y, por
permanecen abstractos hasta que se interpreten dialécticamente en tér­ lo tanto, ineficaz; las teorías «malas» no desaparecen sin más y sus ele­
minos de sus relaciones en el espacio con otros hechos, y en el tiempo, mentos «buenos» no son aprovechados por el dogmático. De la misma
pasado y futuro, incluyendo sus relaciones con su propio desarrollo pa­ forma, se debe reconocer que, aunque las divisiones disciplinarias sean
sado y sus potencialidades inherentes para el futuro. Las consideraciones «contrarrevolucionarias», rodean «instituciones» reales del conocimiento.
ahistóricas cortan arbitrariamente estas relaciones, y los hechos de una La crítica puede muy bien comenzar dentro de uno de los «círculos»,
era determinada se convierten en verdad válida para todos los tiempos; pero el punto importante es que para que avance mucho debe romper el
así ocurre, por ejemplo, cuando las relaciones capitalistas son considera­ cerco. Dt;
das «naturales», o la verdad parcial sobre el «agotamiento de las ideas La lucha ideológica forma parte de la lucha de clases, y la participa­
políticas en los años cincuenta» se convierte en abolición definitiva de ción en la lucha de clases es desmistificadora. La desmistificación resulta
la «ideología». Lo mismo ocurre también con la concepción disgregadóra en parte de la alteración de las bases materiales de las ideologías (por
de la geografía como estudio de las variaciones en el espacio mientras ejemplo, la superficialidad de las divisiones entre las ciencias políticas
la historia trataría de las relaciones en el tiempo. ¡Qué poco dialéctico se y las ciencias económicas, o entre la acción política y la acción industrial,
puede llegar a ser! se hace evidente cuando es el Parlamento el que regula los salarios en
Los límites disciplinarios son verdaderamente «contrarrevolucionarios», el «mercado»). Recíprocamente, los cambios materiales requieren una
como ha señalado Harvey. La división del conocimiento es útil a los reformulación de las ideologías, trabajo realizado a menudo por los cien­
dirigentes como mecanismo de control (aunque puede volverse contra tíficos sociales bajo la apariencia de crítica social. Cuando J. K. Galbraith,
ellos como veremos después). Algunas divisiones (por ejemplo, la de probablemente el ideólogo más sofisticado sobre las corporaciones mo­

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c:
502
Antología de textos James Anderson 503

nopolistas, invierte toda la anticuada ideología del laissez-faire sobre la de París. Esta contradicción sólo se supera cuando la dase trabajadora
«bondad» de la competencia y la «maldad» del monopolio, ofrece una toma el poder, porque al contrario de las anteriores clases revoludonarias,
argumentación más cercana a la realidad material y a los intereses reales no explota a otras dases. Suprime las divisiones de dase y a sí misma como
del capital monopolista.
dase cuando suprime la explotación y consigue finalmente el sodalismo.
Como arma en la lucha de clases, el marxismo no ha superado la La universalidad tiene su aspecto espacial, porque d sodalismo sólo se
ideología, pero se acerca mucho a la objetividad. Evita el relativismo, puede lograr si es internacional.
porque la objetividad social es considerada, no como una cualidad abs­ Tradicionalmente, los geógrafos han mostrado poco interés por el so­
tracta ahistórica, sino relacionada dialécticamente con las clases sociales cialismo, y los socialistas no suficiente interés por d medio ambiente.
y sus papeles en el desarrollo.de la sociedad. Las ideologías corresponden Los estudios regionales desde el punto de vista del movimiento obrero
a los puntos de vista de varias clases y grupos cuyo interés en la sociedad son la excepdón más que la regla. Se acepta, a menudo, sin crítica el
existente, o su incapacidad para cambiarla, les impide verla en su tota­ criterio de la obtención de beneficios para juzgar las decisiones locado-
hdad. La búsqueda de la objetividad es la búsqueda del punto de vista nales, lo que resulta ser una visión más pardal que objetiva. Por lo gene­
universal que represente a la sociedad entera, y el problema es precisa­ ral no se tiene en cuenta que las empresas multinadonales tienden a ins­
mente que la sociedad está dividida en clases antagonistas. Hegel encontró talarse allí donde los salarios son bajos y las organizadones de trabaja­
su «clase universal» en la burocracia del estado (de Prusia), pero para dores débiles o ilegales; que la localización y rdocalización industrial
Marx las burocracias estatales significan alienación política; usurpan la pueden constituir armas en — y a consecuenda de— la lucha de clases;
«universalidad» aparentando integrar los intereses del pueblo como tota­ que los desequilibrios espadales entre vivienda y trabajo, manifestados,
hdad, cuando realmente sólo sirven a la «clase dominante» como totali­ por ejemplo, en el caso de los «trabajadores invitados», o en los subsidios
dad. Para Marx y Engels «el poder ejecutivo del estado moderno no es a los empresarios que se localicen en regiones en decadencia, son males
más que una comisión para dirigir los asuntos comunes a toda la bur­ endémicos de una forma históricamente específica de organizadón social,
guesía» — un punto de vista púbhcamente corroborado por Woodro'w es decir, el capitalismo. En cuanto al medio natural, los socialistas de­
Wilson, probablemente en un momento de descuido ideológico— . Más berían considerar las implicaciones de su rápido expolio, en particular
recientemente Mannheim trató de evitar el relativismo inventando una en lo que se refiere a la posibilidad de industrialización y sodalismo en
«intelligentsia de hbre flotación» que integre todos los puntos de vista los países subdesarrollados. Existe una creciente toma de condencia entre
parciales de la sociedad. Sin embargo, no queda claro cómo reconciliar los sociahstas de que el «medio» no es un derto tipo de «opción bur­
los intereses antagónicos de explotadores y explotados, y Mannheim trata guesa», y entre los geógrafos de que una perspectiva socialista proporciona
claramente de mantener la «universalidad» de la ciencia «objetiva» con puntos de vista nuevos y muy rdevantes sobre problemas del medio am­
algunas ficciones sociológicas; lejos de estar «hbre» del sentido de clase,
biente.
la «intelligentsia» se encuentra, sobre todo, en instituciones controladas
Pero la geografía, junto con otras disciplinas del «medio ambiente»,
por la clase dominante, «flotando» en algunos casos sobre la Fundación ha sido lenta en reacdonar a lo que Hunt y Schwartz llaman «la crisis
Ford y similares.
general de la ideología burguesa de la guerra fría». Si la geografía parece
Más que especificar una clase universal, Marx observó que toda situa­ conservadora no es tanto porque sea ideológica (y las ideologías son, en
ción histórica produce una clase que aspira a la «universalidad» y cuyo
efecto, conservadoras), sino más bien porque sus ideologías tienden a
punto de vista se acerca- a la objetividad — la clase revolucionaria— .
estar desfasadas. Téngase en cuenta, por ejemplo, la persistencia de las
Las condiciones históricas objetivas permiten, de hecho, a esta dase re­
noríones del laissez-faire. La geografía es más un «transmisor» que un
presentar en gran medida a la sociedad por cierto tiempo, pero las con­ «productor» de ideologías; debido a los retrasos en la transmisión de
diciones cambian y se desarrolla la contradicción entre sus propios inte­
éstas a dicha cienda, la geografía parece a menudo menos ideológica que
reses y su apariencia de .generalidad; se vuelve contrarrevolucionaria mien­ las disciplinas «productoras» tales como la sodología, y las actitudes no
tras surge una nueva dase revolucionaria. De esta manera, la burguesía
críticas se nutren de la preocupadón por las. complejidades de la forma
revolucionaria en la Revoludón Francesa desterró d Antiguo Régimen
espacial. No obstante, la geografía es muy importante como transmisor,
en nombre de todos (como habían hecho los seguidores de Cromwell en
en particular en la educación escolar, donde constituye un medio para la
Inglaterra), pero los sans-culottes se encontraron con que la Libertad, la
ciencia social general y donde la mayor parte de la gente adquiere su
Igualdad y la Fraternidad no se extendían a ellos una vez que la bur­
«visión formativa dd mundo».
guesía hubo consohdado su posidón, ni tampoco después de 1848 cuando
El elemento ideológico en los estudios ambientales se manifiesta de
el contrarrevolucionario barón de Haussmann desencadenó la ofensiva dd
forma más tangible cuando se aplica a la práctica del planeamiento terri­
planeamiento urbanístico moderno, demoliendo sus viviendas en el centro
torial. En este caso, los geógrafos no pueden dudir la responsabilidad

¡
(
504 Antología de textos Rodolphe De Koninck *
de las implicaciones políticas de su trabajo buscando refugio en la «cien­ CONTRA EL IDEALISMO EN GEOGRAFIA **
cia». Como señala C. Wright Mills en sus excelentes apuntes sobre la
«Destreza intelectual», un buen científico social no separa artificialmente
su «ciencia» de su vida social y política. Además, su intento de evasión
resulta contraproducente y «los planificadores» se convierten en el chivo
expiatorio de los problemas ambientales — como en el ataque «radical»
a los «valores de la clase media» del «planificador», que es un ataque
ideológico porque, aunque contiene una pequeña parte de verdad que
no carece de importancia, entraña una gran mentira, la de que los plani­
ficadores son el grupo que controla el me^io ambiente— .
Como demuestra el debate sobre la «relevancia social» en la revista
geográfica Area, a los estudios ambientales les queda mucho camino que
recorrer antes de llegar a la objetividad social.
(...)

(...)
DE LOS BLOQUEOS DE LA GEOGRAFIA CLASICA...
Aparecen, en los escritos de los «grandes maestros» de la disciplina,
incesantes intentos por definir, de una vez por todas, el objeto de la
geografía. Pero este «de una vez por todas» resulta inalcanzable, o bien
en cada ocasión, insatisfactorio, por lo que la geografía se ha definido
más frecuentemente por la forma en que se practica que por la identifi­
cación rigurosa de lo que estudia. Subrayar las dificultades, incluso la
angustia de la geografía para definir su objeto de estudio, no es muy
original; es, sobre todo, insuficiente. Lo qué hay que intentar compren­
der es: ¿por qué esas dificultades? Antes de intentar responder a esta
pregunta es útil, a pesar de todo, ilustrar esas dificultades. Para ello se
puede consultar un artículo, significativo en varios sentidos, en el que
Vidal de la Blache (1913) multiplicó las «definiciones»: la geografía
* Además del artículo traducido en este libro, entre los trabajos principales del
autor se encuentran:
De Koninck, R. (1978): «A propos de la división du travail, des hommes et des
espaces: notes sur la question ville-campagne», Cahiers de Géographie du Québec,
X X II, 56, pp. 287-292.
De Koninck, R. (1979): «The Integration of the Peasantry: Examples from Malaysia»,
Pacific Affairs, L II, 2, pp. 265-293.
De Koninck, R. (1980): «La géographie soviétique est-elle révolutionnaire?», Hérodote,
18, pp. 117-132.
De Koninck, R. (1981): «Enjeux et stratégies spatiales de l’Etat en Malaysia», Hé­
rodote, 21, pp. 84-115.
* * De Koninck, R . (1978): «Contre l’idéalisme en géographie», Cahiers de Géo­
graphie du Québec, X X I I , 56, pp. 123-145. Traducción de Isabel Pérez-ViUanueva
Tovar.
505

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506 Antología de textos Rodolphe De Koninck 507

«tiene como tarea específica estudiar las expresiones cambiantes que adop­ A juzgar por sus afirmaciones, la posición de Brunhes parece anta­
ta según los lugares la fisionomía de la tierra»; «el campo de estudio gónica de la siguiente: «No es la conciencia la que determina la vida, sino
por excelencia de la geografía es la superficie»; «la geografía es la ciencia la vida la que determina la conciencia» (Marx y Engels). Además, todo
de los lugares y no de los hombres»; «la geografía se distingue como el texto de Brunhes del que proceden estas citas, contribuye, parece que
ciencia esencialmente descriptiva»; así, la geografía debe esforzarse «por contra la voluntad del autor, a apoyar esta afirmación fundamental del
caracterizar regiones, pintarlas incluso, pues lo pintoresco no le está prohi­ materialismo histórico: no se pueden comprender, situar las ideas, más
bido»; y debe también reconocer que «las propias formas intentan orga­ que partiendo de la realidad material que las ha generado. Sin embargo,
nizarse entre sí, realizar un cierto equilibrio... y que de él (el hombre) Brunhes, como muchos otros antes y desde entonces, se niega a reconocer
depende el equilibrio actual del mundo vivo»; en conclusión, la geografía esta reahdad recalcitrante que no quiere plegarse a las categorías del
debe mostrar una «aptitud para no fragmentay lo que la naturaleza reúne, espíritu; y Brunhes es un geógrafo; volveremos sobre ello. Es evidente
comprender la correspondencia y la correlación de los hechos...» (Subra­ que todo esto no simplificaba el problema de la cohesión de la disciplina
yados de R. de Koninck). en torno a un objeto específico. A pesar del intento de Brunhes por
Como^ era de esperar, no aparece aquí nada que permita la definición clasificar los «hechos humanos esenciales» en seis grandes tipos y de
de un objeto específico y claramente comprensible; aparecen, sin embar­ algunos más, entre los que se encuentra el más sutil de Max Sorre para
go, nociones importantes, entre las que destacan dos muy claras: la de definir el dualismo de los fundamentos biológicos y técnicos de la geo­
equilibrio, equilibrio de las formas, equilibrio natural, y aquélla según grafía humana, prosigue la investigación de un orden natural e ideal.
la cual la misión del geógrafo consiste en describir ese equilibrio. Todos Semejante ambición plantea un problema epistemológico: ¿cómo circuns­
los matices que vienen a añadirse a estos preceptos, tanto en la obra de cribir mejor una disciplina tan amplia? Se han impuesto dos soluciones:
Vidal de la Blache como en las de sus discípulos, referentes a las inte­ en primer lugar, definir un método, un ángulo de aproximación a ese
rrelaciones, las contingencias, el posibilismo, etc., mantendrán esa nece­ objeto tan vago, tan difícil de captar; después, definir la escala en que
sidad de describir un equilibrio. Claval ha mostrado de qué forma se han podrá aprehenderse.
precisado y han marcado la geografía clásica esas nociones de equilibrio, La búsqueda de la primera solución ha llevado a algunos a querer
de armonía y de evolución en la estabilidad. Claude Raffestin califica definir la geografía ante todo como una ciencia método, como una dis­
de «prematemática» a esa forma que a menudo tienen los geógrafos de ciplina que se define por su punto de vista, por su estilo, por su arte.
definir el equilibrio. Es importante añadir que a pesar de las posiciones antagónicas en cuanto
Muy importante, e intrínsecamente ligado a esas nociones, ha sido al reconocimiento del criterio predeterminante, el objeto o el método,
el profundo idealismo de la geografía, en el sentido llamado hegeliano este último era entendido por la mayoría como un arte. Se insistía tanto
del termino, en el sentido de que son las ideas las que producen la más en ello cuanto que la búsqueda de. la segunda solución, la de una
realidad. Es, desde luego, en Jean Brunhes (1913) donde se encuentran escala ideal, aludía, desde hacía mucho tiempo, por lo demás, al marco
los mejores ejemplos de ello: «la única causa verdadera es la inteligencia donde ejercer ese arte: la monografía regional. (¿Es necesario recordar
y la voluntad humana» * ; «un hecho tiene dimensiones, tiene un color, que esta consideración de la geografía como un arte o como teniendo
tiene una duración; no tiene una vérdad; es la percepción que tenemos que ser practicada como un arte es archifrecuente en la literatura?) Así, la
de ese hecho la que es falsa o verdadera, es el juicio que emitimos sobre región en ese marco en el que el geógrafo va a pintar, va a bosquejar
ese hecho lo que es más o menos acertado»; «el hecho psicológico capital su cuadro, va a ejercer su arte. Hay aquí más que un juego de imágenes
es, pues, éste...: todos los conjuntos y todos los detalles del marco y de palabras: una solución a la que se aferrará durante mucho tiempo
natural actúan sobre nosotros en la medida y en el sentido en que los y que ha marcado la disciplina hasta en sus variantes «modernas», como
escogemos, es decir, en la medida y en el sentido en que los interpreta­ se verá. El geógrafo intenta, pues, describir, pintar un cuadro armónico
mos»; «hay hechos psicológicos en la base y en las consecuencias de del equilibrio regional. Sautter ha mostrado lo satisfactoria que era la
los hechos esenciales»; «la voluntad humana es el verdadero- pluvióme­ escala de la región, por oposición a la más grande o a la más pequeña
tro»; «al verla de otra manera, (la realidad) es verdaderamente otra para de la nación y del terrazgo, para la búsqueda del equilibrio, de la «libre
nosotros. Sin haber sufrido modificaciones, éste es el hecho capital». confrontación entre lo físico y lo humano». Los fundamentos ideológicos
y toda la influencia que ha tenido ese concepto de región son desvelados
por este mismo autor sin que parezca darse cuenta de ello.
* Esta primera frase se atribuye indebidamente a J . Brunhes, ya que pertenece
en realidad a una cita de E. Boutroux incluida en el artículo del primero; cfr., en
este mismo libro: J . Brunhes: «El carácter propio y el carácter complejo de los he­ La geografía ha sido así bloqueada, ha caído en la trampa, se ha
chos de geografía humana», p. 256. (N. de T.) convertido, casi por obligación, en una disciplina profundamente reac-

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508 Antología de textos Rodolphe De Koninck 509

donaría. En primer lugar, porque ha buscado o querido ver en d orden de medidas. Además, a pesar de esto, mide o bien parcialmente y con
de la naturaleza, inmutable, permanente, incambiable, las explicaciones parcialidad, o bien con retraso respecto a la reahdad. Lo que intenta ex­
de los paisajes históricos marcados por las relaciones sin embargo diná­ plicar son generalmente fenómenos de distribución de los hombres y de
micas que se elaboran entre los hombres en d marco de la tierra: ha sus actividades e instituciones; fenómenos estáticos y dinámicos de locali­
reduddo la rdación natural-sodal al aspecto natural. En segundo lugar, zación y de difusión', he aquí dos palabras clave. Como dice tan daramen­
porque, predsamente para no tener que reconocer esas condiciones que te Lipietz, «la nueva geografía cuantitativa anglosajona, que se dedica
trascienden de la naturaleza, se ha negado durante mucho tiempo a bus­ a cuantificar la descripción y olvida que “hay que reflexionar para medir
car leyes; se ha hecho dencia de lo único: Claval ha ilustrado daramente y no medir para reflexionar” (Bachelard), no nos hace avanzar nada».
este problema, que no interpreta de. la misma forma. Porque al hacer Desde luego que no.
esto, en tercer lugar, constituía un servido de información ideal para Así ocurre en los estudios de localización. Es d caso de la teoría
los poderes que la «subvencionaban»; se muerde difícilmente la mano de los lugares centrales y de las teorías de la localización industrial que,
que alimenta. Finalmente, estos caracteres interrelacionados se mantenían a pesar de todos los matices que se le añaden periódicamente, matices
gradas a la incertidumbre — ¡qué suerte!— de la geografía respecto a su que desgraciadamente Lipietz no tiene siempre en cuenta, siguen a me­
objeto; no ha podido, pues, desarrollar un auténtico sentido crítico, ha nudo inspirándose en una racionalidad económica superada: la del capi­
sido por excdencia la denda del statu quo ; al concepto de «intdectual talismo competitivo. Se postula un cierto orden jerárquico que, según
tradicional» de Gramsci, se puede añadir d de «disdplina tradidonal». una especie de fatalidad, conlleva distribuciones desiguales. Pero seme­
Sí, pero, se añadirá, esto no puede aplicarse a la geografía moderna, muy jantes distribudones y, sobre todo, su consohdación ya no tienen gran
y poco cuantitativa, que, por su parte, se ha erigido contra la geografía cosa que ver con la simultaneidad postulada. Los factores de la distribu­
tradicional, esa «denda» que, durante mucho tiempo, sólo se ha querido ción de los hombres y de su actividad han dependido siempre de las ar­
que fuera practicada por artistas. ticulaciones del o de los modos de producción que engloban las rdaciones
que se establecen entre los hombres: concretamente, en d caso que nos
ocupa, esto significa que cuando un monopolio (por ejemplo, la ITT,
... A LOS DE LA «NUEVA» GEOGRAFIA d INCO, el Alean, etc.) decide una localización, el orden jerárquico y la
simultaneidad tienen poco que ver en esta decisión. No sólo se trata,
Descripción, orden natural, equilibrio, armonía, son rasgos determi­ pues, de evocar otra «radonalidad» económica, la de los monopolios,
nantes de la geografía tradidonal. Este «saber», según expresión de también hay que matizarla y reconocer la importancia primordial de las
Lacoste, ha sido, al menos en buena parte, financiado y recuperado por decisiones políticas. Evidentemente, hay formas de implantación, de lo­
los poderes asociados a las diferentes formas de expansión territorial de calización que no tienen nada que ver con la racionahdad económica, in-
las sociedades que enmarcan. No hay nada sorprendente en ello, añade duida la de los monopolios. Dependen de dedsiones políticas que deben
Scheibling, puesto que «es propio de toda cienda constituirse en relación a veces tomar en consideradón d nivel de desarrollo de la lucha de
con la formación social que le sirve de matriz». Sin embargo, como re­ clases y la necesidad de contenerla. ¿Cómo explicar de otra manera los
conoce al comentar a Lacoste, este último ha insistido en d carácter de altos salarios pagados a los obreros de los astilleros de la bahía James
saber de la disdplina, que no ha podido erigirse auténticamente en cuer­ y de las empresas implantadas en la parte norte dd Saint-Laurent?
po científico. Esto es tanto más evidente cuanto que las condiciones de Es pues importante subrayar que se «olvida» generalmente, entre los
la inadecuadón entre la disciplina y su objeto han sido mantenidas. Parece factores considerados, el nivel de desarrollo de la lucha de clases, en los
que condiciones equivalentes han asegurado el envejecimiento instantáneo estudios de localización industrial efectuados por los geógrafos. Sin em­
de la nueva geografía y su mantenimiento en la situadón de un saber bargo, como sabe todo planificador industrial, sea cual sea la escala que
acrítico, recuperable y manipulable. Esto se aplica tanto a la geografía considere, macro o micro regional, la «paz social» (léase: la docilidad de
cuantitativa como a la «nueva» geografía cultural. los trabajadores) es una variable dave que hay que considerar. Así, parece
evidente que la débil cohesión del movimiento obrero regional participa
en buena medida en la exphcación de la «prosperidad industrial» de la
ha geografía cuantitativa Beauce de Québec. En otra escala, las transferencias masivas de activi­
dades industriales (d movimiento de las runaway industries) hada los
Esto quizá no es evidente para todos, pues por su afán en afinar, países y regiones dominados económica y políticamente desde d exterior,
cuantificar, la nueva geografía ha podido hacer creer que haría algo más se deben no sólo a la búsqueda de una mano de obra abundante y barata,
que describir. De hecho, ahoga aún mejor la exphcación bajo un diluvio sino también de una mano de obra dócil. La evidencia de semejante fe­

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510 Rodolphe De Koninck 511
Antología de textos

nómeno es tal que se oculta en los estudios de localización industrial, tiguadas por el hecho de que ha sido numerosas veces reproduddo en
efectuados más a menudo, es cierto, a escalas meso y micro regionales recopilaciones. Al comienzo, Morrill afirma claramente que: «la inten-
en las que el principio se aplica también. En realidad, la ocultación de dón aquí es primero volver a trazar d origen del ghetto y las fuerzas
esa evidencia muestra el necesario «disimulo del carácter de dase de la que lo mantienen y evaluar después las proposidones para controlarlo.»
sociedad» sobre el que tanto ha insistido Lukács: El primer objetivo es daro y, recolocado en su contexto histórico y sodal
Pero volvamos a la geografía descriptiva cuantitativa, sin pretender (la sodedad de los geógrafos americanos), relativamente innovador; el se­
discutir, desde luego, sus progresos respecto a la descripdón de los «pin­ gundo objetivo es por su parte más ambiguo, aunque, como se verá, es,
tores» del paisaje. En efecto, su valor de pantalla se encuentra predsa- por desgrada, totalmente comprensible. Ambos se refieren a lo que Claude
mente a la altura de la complejidad dd andamiaje que levanta ante los Raffestin llama la «dencia-aspirina».
procesos de sumisión de los hombres. Tal es el caso de la mayoría de (...)
los estudios de difusión, de los que, según parece, es un gran maestro En este tipo de estudios, sin embargo muy frecuentes, se evita res­
Berry. Este consigue racionalizar las desigualdades regionales desarrollando ponder a las cuestiones evidentes planteadas: ¿una población cautiva por
el principio (¿la necesidad inevitable?) de la difusión jerárquica por olas qué, de quién, con qué fines? ¿No está una población capturada por otra
de intensidad decreciente medible en términos cuantitativos. Semejante en un espacio, mediante instituciones, con un fin preciso? La respuesta
descripción de la difusión de las innovaciones no puede calificarse de a estas preguntas es particularmente clara en los trabajos de Bemier.
incorrecta, sino más bien de simplista y de fatalista. Simplista, pues llega Sin embargo, son numerosos los autores que prefieren generalmente elu­
a afirmar que los fenómenos de difusión pueden reducirse á procesos dir esta cuestión, concentrando su proceder, por lo demás muy sabio, sobre
puramente espaciales mecánicos, que el espacio — medido de forma más los comportamientos migratorios. Se estudia la pobladón. Salvo que se
o menos diferenciada, más o menos sofisticada— es independiente de apruebe ese tipo de cautividad, o que se permanezca indiferente o fata­
los fenómenos sociales, o al menos, sobre todo, que los trasciende. Aparte lista ante' ella, me parece daramente inadecuado limitarse a describir sólo
del hecho de que haya aquí un problema de escala que permite ahogar algunas de sus modalidades, a la vez que se huye de la investigación de
la especificidad de los procesos, hay qtro, más grave, de omisión. Se omite las causas. Cuando escribo inadecuado, entiendo inadecuado para la lucha
preguntar cuáles son las fuerzas que difunden, medir el «feedback» reco­ contra las causas de esa cautividad. Porque, de hecho, semejante aproxi­
gido por el difusor. ¿Cuáles son la detracción, la sumisión y d despojo mación es adecuada para el mantenimiento — algunos dirían para el con­
que resultan para el receptor, la causa, la intención primera de la difusión? trol— de esa cautividad.
Cuestiones que no se pueden calificar de superfluas, pues toda la teoría No se puede evitar asociar esta solicitud — a veces ambigua, a veces
de la difusión de Berry está ligada a su concepdón del desarrollo que claramente mistificadora— hacia los problemas sodaies, y su transfor­
debe difundirse jerárquicamente; como demuestran los hechos y una im­ mación en juguetes espaciales, a la de los geógrafos coloniales y neoco-
portante literatura, hay que leer en esta difusión jerárquica: concentra­ loniales. Entre los primeros, el juguete ha llegado induso a ser cínico.
ción, credmiento exponendalmente desigual, sumisión y programación dd Chapuis y Ronai han mostrado muy bien cómo, más allá de su función
desarrollo del subdesarrollo. El «modelo» de Berry es también fatalista de informador, el geógrafo colonial sabía jugar con los paisajes, la armo­
porque postula y reconoce precisamente que semejante proceso, si se reali-' nía, las opciones de dvilización, para concluir, por ejemplo, que los
za, conlleva la necesidad de una política de welfare. Parte del prindpio vietnamitas estaban condenados a la frugalidad; y que así todo ocurría
de que sólo el desarrollo desigual es concebible y que cuanto más desarro­ como en d mejor de los mundos posibles. Esta nodón de dvilizadón
llo haya, más distribudón hará falta. ¿Por qué la redistribución? Aquí ha servido para encubrir muchas realidades; Gourou ha intentado in­
también es inútil ir más lejos. Ya sabemos en qué, por qué es indispen­ duso ofrecer una exphcación del declive dd imperio Khmer a través de
sable la redistribudón para d credmiento capitalista. Así, tras haber la descripción de un «cambio de dvilizadón», término bajo d cual «parece
asistido al desarrollo de la geografía de la difusión, se asistirá sin duda cómodo y provechoso reunir» varias acepciones en las que la evocación de
al de la geografía del welfare. las «técnicas de producdón» permite olvidar la de las relaciones de pro­
No hay que creer que el estudio de los problemas sodaies repele ducción: pero el estudio de las condiciones en las que éstos han evolu­
a los geógrafos modernos. Ni mucho menos, como atestigua la geogra­ cionado permite una comprensión desde luego más válida de la evoludón
fía de la pobreza, de las minorías y de los grupos étnicos desfavore- de las «civilizaciones» y «géneros de vida». Pelletier y Goblot han mos­
ddos, etc. Un estudio de Morrill publicado en 1965, y que se refiere trado muy bien la 'insuficiencia de estas nociones puramente descriptivas.
a los ghettos negros en los Estados Unidos, representa un buen ejemplo Esta evocación de las «opciones de civilización» es incluso frecuente en
de una aphcación de la geografía cuantitativa moderna a un problema Gourou y otros autores respecto a los pueblos «refugiados» en las zonas
crucial. La importanda y la representatividad de este artículo están ates­ interiores del Asia dd sureste; pueblos que practican generalmente agri-

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512 Antología de textos Rodolphe De Koninck 513

culturas rudimentarias. En realidad, este tipo de opción que aparece prác­ dar la necesidad de la exphcación; 2) cuantificar, cuantificar tanto que el
ticamente en todas partes y en todas las épocas, es mucho más el re­ hombre es sacado del objeto de estudio; 3) construir modelos, construir
sultado de una reacción defensiva ante la alternativa de desaparecer como tantos que puede olvidarse la necesidad del cambio; 4) esquematizar, es­
pueblo o de sobrevivir como tal, pero en una posición de refugiado. En quematizar tanto que todo cambio, en el caso de que fuera necesario
efecto, la expansión de los modos de producción y, en particular, del admitirlo, cae en la trampa del modelo (dualista u otro). De la descripción
modo de producción capitalista no implica necesariamente la destrucción al esquema se puede detectar un proceso que responde a la evolución de
de los modos menos consolidados espacialmente. Al contrario, al recha­ exigencias históricamente determinadas.
zarlos los preserva. Esto es, en mi opinión, lo que ha ocurrido en Asia
del sureste durante el período de la más rápida expansión del capitalismo.
Pueblos amenazados de extinción han tenido pn reflejo de «conservación Los sobresaltos de los geógrafos contemporáneos
innovadora»: los pueblos-refugios han sido conducidos a «innovar» al Pero, se dirá, la geografía moderna no puede reducirse sólo a la geo­
aislarse con fines de conservación, de supervivencia. Es ésta otra realidad grafía cuantitativa. No, hay también esa geografía que, a falta de un
camuflada por la noción de «opción» de civilización. ¿Es necesario subra­ término mejor, habrá que calificar de cultural, como desean sus partida­
yar que, a escala mundial, semejantes poblaciones pueden jugar un papel rios. Como antaño la geografía del género de vida, de la contingencia, se
de apoyo, de sede de la reacción y ser manipuladas con fines contrarre­ había consohdado frente a las tendencias deterministas, inapelables, del
volucionarios? (Vietnam, Malasia, etc.). ambientalismo (sin escapar a sus influencias), la nueva geografía cultural
Esta alusión a la geografía tradicional, versión racista y colonial, era de los matices, de lo subjetivo, se ha afirmado frente a las tendencias
necesaria, ya que ésta emparenta con la geografía moderna, los «nuevos» mecanicistas y reduccionistas de la geografía cuantitativa (sin escapar a
conceptos de anáhsis del subdesarrollo. Especialmente en el caso de la sus influencias). De hecho, el término geografía cultural cubre un aba­
noción de dualidad. Es impresionante constatar cómo esta noción, puesta nico muy ampHo de ramas de la disciplina: en último extremo, es sinó­
a punto con fines ideológicos represivos — durante la administración co­ nimo de «geografía humana». Además, bajo el vocablo geografía cul­
lonial neerlandesa de lo que es hoy Indonesia— , ha tenido vida larga tural se reagrupan aproximaciones que competen frecuentemente más al
y ha sido reproducida sin discernimiento por numerosos geógrafos, como neopositivismo de los «quantifiers» que a la geografía retrospectiva de
bien ha mostrado Slater. Así se afirma que las sociedades y áreas geográ­ un Cari Sauer o de un Max Sorre. Sea como sea, para tener una idea del
ficas de los países pobres están compuestas por dos sectores independientes eclecticismo de la geografía cultural, se puede consultar a Claval. Las
en evolución paralela: el sector moderno (europeo durante el período tendencias sobre las que quiero hacer aquí algunas observaciones son las
colonial) y el sector «atrasado» (indígena). Se concluye que, para moder­ que, por reacción contra el neopositivismo, se inchnan más bien hacia la
nizarse, este último debería seguir las directrices del primero. En realidad, fenomenología y el estructuralismo ortodoxo de Lévi-Strauss: la geografía
el carácter menos productivo, el desequilibrio del sector tradicional se de los paisajes (sic), de la percepción, de los valores, del « comportamiento
debe precisamente al hecho de que ha sido despojado, sojuzgado y con­ decisional». Lo que ha motivado el éxito de esta geografía frente a aqué­
dicionado a las exigencias del sector «moderno», generalmente dirigido lla contra la que ha reaccionado, son ciertamente, por lo menos en parte,
hacia la exportación de productos agrícolas de plantación. Hoy todavía, su carácter más contemplativo y la escala aparentemente más «humana»
el «sector tradicional» juega en realidad el papel de amplia reserva de en la que funciona.
mano de obra a bajo precio, hacia el que se debe «difundir la moderni­ Se pueden encontrar excelentes ejemplos de esta «geografía humana»
zación». Inútil llevar a cabo aquí la crítica de la importante literatura contemporánea agrupados en un libro por English y Mayfield. Uno de
(particularmente americana), de una transparencia flagrante, actualmente los más interesantes es, sin duda, el artículo de Peter Gould sobre los
consagrada a la modernización y a la integración espacial (léase sumisión mapas mentales; en él, me parece, se encuentra lo esencial: los paisajes,
y desintegración) de los territorios por subdesarróllar. ( ...). la percepción, los valores, el comportamiento decisional. Como Morrill,
Ciertamente, la geografía moderna cuantitativa, de inspiración funcio­ citado más arriba, Gould parte de una proposición clara y que además
nalista y neopositivista, con fundamentos más o menos antiguos (ejem­ es irrefutable: el paisaje humano es la expresión espacial de decisiones
plo: la noción de dualidad, noción que es un producto colonial neerlan­ tomadas por los hombres. Además subraya la insuficiencia de los factores
dés), no podría quedar reducida sólo a los ejemplos evocados aquí. Sería «tradicionales» del anáhsis de localización (distancia, coste de los.trans­
ofender su dinamismo y los recursos de los que la practican. Me parece, portes); crítica de la .que no se puede sino reconocer su necesidad. Pero
sin embargo, que bajo todas sus formas esta aproximación responde a los entonces comienza la gran evasión, la gran huida hacia la primacía de
imperativos siguientes, si no simultáneamente, aTmenos por etapas: 1) des­ las ideas que los hombres se hacen de la realidad material desde esa
cribir, describir tanto, de una forma tan impresionante, que se hace olvi­ misma realidad. Gould habla así de la importancia de «los mapas que

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514 Antología de textos Rodolphe De Koninck 515

los hombres-clave llevan en su cabeza», y todo su texto va entonces a con­ central, determinante, común a todas las ciencias: el hombre. En efecto,
sistir en sustituir la realidad material por estos mapas mentales, en afir­ el refugio en el «espacio» ha ofrecido frecuentemente a la geografía una
mar que es en la cabeza de los hombres donde hay que buscar la exph­ solución ante las incertidumbres de su objeto y de su proceso. Ha habido
cación de todo, desde la localización de las industrias hasta los efectos geógrafos que han querido, quieren el espacio como objeto propio, hasta
de los desastres naturales. Nos acercamos al pluviómetro de Jean Brunhes. tal punto que olvidan que «captar el espacio» (¿de quién?), ver «articu­
Gould es quizá de los que piensan que Marx está superado. laciones espaciales» (¿de qué?), no es suficiente para convertir a la geo­
(...) grafía en una disciplina con autonomía crítica: al querer recuperar el
La geografía de la percepción, apoyándose o no en mapas mentales, espacio, se puede olvidar a los hombres. Otros, como Anderson, Scheibling
no debe desde luego rechazarse. Por el contrario, es muy importante: no y Peet, han mostrado ya los peligros de ese fetichismo del espacio y no
hay más que pensar en el formidable instrumento de manipulación que tengo intención de detenerme mucho en ello. Sin embargo, se deben
puede representar para el poder. Esta manipulación por un poder, sea recordar o destacar algunos puntos. Es tanto más importante hacerlo
cual sea, será tanto más fácil cuanto que el estudio habrá eludido la cuanto que «el espacio» es el bloqueo último de la geografía, el último
pertenencia de clase de los «perceptores» y, por tanto, las características escudo de la reacción. «¿No. es prisionera la geografía del espacio?»,
de las ideologías de clase. ¡Es obvio que no sólo hay que considerar eso! preguntaba recientemente una estudiante. En muchos aspectos, la res­
Pero sin partir de ahí, la geografía de la percepción — igual que la psico­ puesta es sí; además, lo que es seguro es que se intenta encerrarla en él.
logía, en la que se inspira— jugará, como todas las que la han precedido, Conseguirlo permitiría eludir el carácter fundamental de esa sociedad de
un papel de ocultación de esas condiciones materiales (que deben ser los hombres que se inscribe en el espacio, que se articula en él: las rela­
objeto de un cambio, de la acción) que conforman las ideas que los ciones sociales, de producción y de reproducción, que se elaboran entre
hombres tienen, que son su ancla. Sin esto, no sólo el estudio de la per­ esos hombres, y, por tanto, eludir la crítica del capital.
cepción se hace manipulable, es en sí mismo manipulación. El capital es una relación social antes de traducirse en «relación es­
Se impone una observación importante respecto a los fundamentos pacial». Las necesidades del capital son en primer lugar de hombres. No es
epistemológicos de la aproximación perceptual. En la medida en que se el espacio lo que el capital, en primer lugar, domina, articula, organiza,
emparenta con la fenomenología, sufre sus mismas contradicciones meto­ acondiciona; son los hombres, los hombres en relación con el espacio
dológicas: nada puede verificarse ni demostrarse. Aún más, este auténtico y el tiempo. El capital no se despliega con vistas a una dominación espa­
bloqueo científico tiene consecuencias políticas que es necesario conocer: cial, sino con vistas a una dominación de los hombres. Las geografías,
«la fenomenología es una filosofía contemplativa y de ninguna forma clásica y moderna, han intentado reducir, esconder, si no invertir, esa
una filosofía de la praxis; camufla el impulso natural a la acción y así relación. Por supuesto, como tampoco es un espíritu puro, el capital debe
deja el mundo tal cual.» Hay muchos otros aspectos de la sumisión al desplegarse en alguna parte. De momento, en la tierra, donde trabajan
statu quo de esas geografías culturales contemporáneas que habría que los geógrafos. Pero sin la sociedad de los hombres, el capital se perdería;
subrayar; uno de los más inquietantes es sin duda la aproximación que peor aún, no existiría.
se dibuja entre el estudio perceptual subjetivo y el entendimiento beha- Es el sentido, la dirección, de esa relación, socialrespacid, lo que se
viorista: basado en la observación «objetiva», éste último permanece quiere ignorar o diluir, y es en este contexto donde hay que comprender
marcado por el reduccionismo biológico de Konrad Lorenz y Robert los incesantes intentos para encerrar a la geografía en el puro espacio,
Adrey, del que Alland ha hecho una excelente crítica. Se llega incluso y el reciente de Claval para invalidar la utilización de los conceptos
a unir «la percepción ambiental y el comportamiento», recordando así marxistas en geografía. El objetivo es claro y se inscribe en la lógica
ese vaivén sin salida para la geografía entre, por una parte, la causalidad política de los bloqueos que estamos considerando aquí. Se trata de afir­
natural más o menos determinista (el orden, la armonía de la naturaleza), mar, en primer lugar, que todo lo que no es «espacial» no es geográfico;
desprendida de los medios históricamente caracterizados de aprehender en segundo lugar, que el capital, tal como lo define Marx, no es prime­
la naturaleza, y, por otra parte, la causalidad espiritual desprendida de ramente espacial: por tanto, se puede tranquilamente volver a encerrar
las coacciones socioeconómicas específicas. a la geografía.
El primer argumento equivale a esto: al no aflorar siempre claramen­
te las relaciones sociales en el «espacio», puede (quiere) uno permitirse
FETICHISMO DEL ESPACIO Y TRAICION DE LOS HOMBRES ignorar lo que no se ve; el problema aquí es que todas las relaciones
que ligan a los hombres están integradas y que las relaciones-clave, las
En su incesante preocupación por hacerse un nicho en el panteón relaciones técnicas y sociales de producción y de reproducción, aquellas
de las ciencias del hombre, la geografía corre el riesgo de eludir el objeto de las que derivan las demás, están ancladas en el espacio. Su materiali-

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Antología de textos Rodolphe De Koninck 517
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zación última depende de la división ciudad-campo, naturaleza, forma concedido no sólo en la Ideología alemana, sino también en varias obras
y símbolo, esa «espacialidad» que Marx y Engels no dejaron de subrayar de Marx y Engels, como el Anti-Dühring. No reconocerlos es «reducir
en la Ideología alemana, El capital, etc. Por sí sola esta proposición, a la el materialismo histórico a la historia de las relaciones explotadores/ex-
que se podrían añadir todas las proposiciones referentes a la renta inmo­ plotados, eludiendo la historia de la división del trabajo». Pues razonar
biliaria y, sobre todo, la teoría leninista del imperialismo, basada en él así es no entender nada de las condiciones materiales de la reproducción
análisis que Marx había hecho del capital, basta para echar abajo el ar­ de las- rela'ciones de explotación, y, en consecuencia, no entender nada
gumento de Claval. Finalmente, Marx no ha caído en el fetichismo del de las condiciones de su abolición (es decir, enmascarar el proyecto de
espacio: ni de la cosa, ni de la palabra. Marx quería ante todo cambiar instalación de otra forma de capitalismo, «nacionalizado» o «autogestio-
la sociedad de los hombres, que se inscribe en el espacio. nado»). Puede añadirse finalmente que «razonar así» es no ver esos ca­
Es su sumisión al poder mercantil y/o tecnocrático lo que explica ballos de Troya que el capitalismo «mete» en los países socialistas, igual
esta traición de las geografías mencionadas. Para desprenderse de ella, la que en otros países poco industrializados, bajo la forma de grandes in­
geografía tiene que reconocer que su objeto de estudio debe definirse, en dustrias (llave en mano si hace falta).
primer lugar, como «las formas y estructuras espaciales producidas histó­ 3. La función ideológica de la didáctica de la geografía es crucial,
ricamente y especificadas por los modos de producción»; y que una ca­ y Lacoste hace bien en fustigar a la geografía de los profesores que pri­
racterística esencial de un modo de producción (o de una mezcla de vilegia el modo descriptivo. No hay que concluir por ello que esta geo­
modos de producción) es su estructura de clases y la naturaleza de las grafía de los profesores tiene poco impacto en la práctica, ni que su
luchas que se establecen entre ellas. Que la función de los intelectuales, única función sea la mistificación. Sería olvidar que las relaciones entre
tradicionales u orgánicos, colaboradores de un poder estatal opresivo, la geografía de los profesores y la de los investigadores y consejeros de
consiste en camuflarlo o en ignorarlo, está, en mi opinión, notablemente los poderes (planificadores, urbanistas, consultores diversos) pueden ser
ilustrado por la práctica de los geógrafos soviéticos; con algunos matices estrechas. La geografía enseñada es, por supuesto, una versión diluida
formales, esta geografía se inspira sistemáticamente en aquéllas, bloquea­ de las demás, pero no se hmita a ocultar, es normativa, tiene una función
das, que acaban de ser evocadas. En este sentido está también marcada por operativa. No se hmita a ignorar o camuflar los fundamentos esenciales
lo que Gregory llama el «instrumentahsmo». de las desigualdades y de las opresiones en el espacio, dice también cómo
acondicionar, cómo organizar, cómo disponer ese espacio (y, sobre todo,
a los que lo habitan) en función de intereses que ya casi nunca se pon­
CAMBIAR LA GEOGRAFIA drán en cuestión. No hay que olvidar que los manuales de la geografía
de los profesores beben en las propias fuentes de la geografía de los
(-) investigadores, cuya envoltura «sabia» simplifican, por supuesto. No es,
pues, necesario buscar una división demasiado grande entre las funciones
Los que quieran conseguir cambiar la geografía deben reconocer un
de la enseñanza y de la práctica. La geografía colaboracionista no es es­
conjunto de proposiciones que pueden agruparse como sigue:
quizofrénica; enseña lo que aconseja y practica: cómo arreglar «el mundo»
1. La utilización del concepto de modo de producción permite com­ en función de los intereses de una minoría. De ahí la necesidad de volver
prender mejor el desarrollo de las técnicas de producción y de las so­ a poner en cuestión el curriculum de la geografía universitaria, fábrica de
ciedades de clases y, por tanto, la naturaleza del dominio- territorial. tecnócratas, es decir, de instrumentos contrarrevolucionarios, colaborado­
A partir de semejantes conceptos, el «pluviómetro» de Brunhes y «la res del poder del Estado dominador.
historia desfalleciente» de Sautter adquieren un sentido que se puede 4. La puesta en cuestión de los fundamentos ideológicos de la en­
así disociar del ideahsmo. Además estos conceptos permiten comprender señanza impartida implica la puesta en cuestión de las demás relaciones
mejor el despliegue del capital en varias escalas. Sin recurrir a ellos no con los poderes. Para hacer la crítica de los intelectuales no basta con
se pueden comprender los mecanismos del imperialismo y sus inscrip­ denunciar su colaboración más o menos directa y acrítica en la informa­
ciones frecuentemente flagrantes en el espacio, en particular en los países ción, la planificación, etc., sino también el papel que juegan al idealizar
fuertemente dominados por el exterior y débilmente industrializados (ma­ las relaciones sociales, halagando los «valores» de los grupos oprimidos,
crocefalia urbana, naturaleza de la infraestructura, etc.). por ejemplo, como si le fuese posible a un grupo evolucionar al margen
2. Los lazos entre la división del trabajo y la del espacio representan de la historia material, trascenderla. Esto es quizá lo más sorprendente
un fenómeno clave para la geografía. Algunos ejemplos han ilustrado por parte de los intelectuales que pueden así reproducirse, mantenerse
cómo pueden reconocerse estos lazos a través de la evolución de los afirmando la separación entre la -materia y la idea que - hay que tener
modos y estadios de producción. De ahí la importancia que se Ies ha de ella: ideahsmo que miman convenientemente. Ciertos poderes no les

(.
518 Antología de textos Rodolphe De Koninck 519
piden más, ( ...) garantizándoles por su parte, al abrigo de los producto­ esta «sabiduría» la protege de las tendencias reduccionistas de todas las
res, el confort propio de los productores de ideas. La división entre el aproximaciones nomotéticas (que buscan leyes), protección tanto más im­
trabajo manual y el trabajo intelectual me parece una causa profunda del portante cuanto que la investigación en las ciencias del hombre debe re­
idealismo y viceversa. Las implicaciones de semejante proposición son in­ conocer siempre lo que la retrasa, es decir, que el grado de previsión es
mensas. ¿No lo entendió así William Bunge? De forma inmediata, en la me­ aquí mucho más limitado que en las ciencias físicas. Esto es lo que
dida en que se está dispuesto a reconocer que la Universidad, que las disci­ Marx, autor de úna verdadera aproximación global y por tanto susceptible
plinas académicas pueden servir para algo más que el aprendizaje del de (y sometida a) reducción, reconoció explícitamente al escribir: «Esto
poder y su práctica, es posible elaborar un análisis que ponga en cuestión no impide que una misma base económica (la misma, en cuanto a sus
las financiadas por el Estado y el capital, y que pueda servir contra ellos. condiciones fundamentales), bajo la influencia de innumerables condiciones
5. Uno de los terrenos en los que esta acción de los geógrafos pue­ empíricas diferentes, de condiciones naturales, de relaciones raciales, de
de llevarse a cabo con más eficacia es en lo que se ha convenido en llamar influencias históricas exteriores, etc., pueda presentar variaciones y mati­
la ordenación. Por ahora es precisamente en este terreno en el que la ces infinitos que sólo un anáhsis de esas condiciones empíricas puede
sumisión ideológica y práctica de la geografía (la de una cierta geografía dilucidar.» Negarse a dilucidarlas muestra un grado de pereza intelectual
aphcada) es más frecuente, y es precisamente aquí donde hay que echar que sólo pueden alcanzar los propios intelectuales.
abajo esta colaboración.
6. En consecuencia, «el marxismo representa, sin duda, en su varie­
Primero mediante la critica, que es un arma, cualesquiera que sean
dad, un corpus teórico de referencia inevitable»; yo añadiría: necesario,
sus límites. Es indispensable mostrar cómo la ordenación, la planifica­
indispensable. Lo que no quiere decir que haya que encerrar a la geografía
ción, los «planes» sirven generalmente para paliar las contradicciones del
en el marxismo. De la misma forma que no se trata de encerrar a la geogra-
capital y, por tanto, que todo proyecto de poblamiento o de despobla­
ría en el «espacio», que tiene sus anteojeras, no se trata de encerrarla en el
miento es' algo que está ligado a los problemas de la composición orgá­
materialismo histórico, que tiene también las suyas. Sin embargo, no creo
nica del capital. Es importante mostrar cómo ordenar el territorio con­
que porque la geografía se sienta amenazada en su originalidad, como
siste generalmente en encerrar, en controlar mejor a los hombres, y que
demuestra la incesante búsqueda de «instrumentos geográficos» para captar
este control está garantizado por el Estado.
la reahdad, deba rechazar la aportación de un pensamiento que ha influido
(...) más a sus «competidoras» como la economía, la sociología, etc. Prestarse
Pero más allá del arma de la crítica (que debe llegar a formar parte
a esta competición (es decir, rechazar un concepto con el pretexto de que
integral de la práctica) están sus implicaciones, por tanto su aplicación.
no es geográfico) es prestarse al juego de la división de los hombres y de
¿Qué hacer? En primer lugar, hacer asequible esta crítica a los que pue­
las ciencias que ha convertido precisamente a la geografía, con todos sus
den utilizarla contra los poderes opresivos. De aquí se deriva la necesidad
bloqueos (mentales), en una disciplina esencialmente reaccionaria, como he
de la función pedagógica contestataria y, después, la de su implicación intentado demostrar.
política progresiva, que conlleva, inevitablemente, el desplazamiento del
Me parece, por tanto, que el que quiera estudiar las «articulaciones
arma de la crítica hacia la práctica, hacia la acción. En otras palabras,
del espacio», las «desigualdades del espacio», los paisajes, sus percepcio­
el estudio «radical» de los problemas sociales, encerrados en el espacio
nes, los valores, etc., con vistas a un cambio, y que no apele, desde el
y así reproducidos, puede y debe ser difundido eficazmente con fines
principio, a los conceptos analíticos — sin perjuicio de mejorarlos— ela­
combativos. Este es uno de los argumentos esenciales de Lacoste cuando
borados por el marxismo, se verá entonces obligado a perpetuar los blo­
afirma que hay que enseñar a la gente lo que los poderes saben ya, el
queos. No existe una «geografía marxista»: el objeto de la geografía no es
«saber pensar el espacio»; en otras palabras, por qué, dónde y cómo «se
«marxista». Además, no basta con ser «geógrafo marxista» para llegar
dejan-pillar» y, en consecuencia, cómo luchar contra esta opresión. Con
a comprender los bloqueos de la geografía. Así no es nada sorprendente
esta condición el estudio de las causas de la explotación no es recupe­
que, como escribe Lacoste, incluso geógrafos marxistas hayan caído en la
rable por los poderes del modo que lo es el que racionaliza esta explo­
red de la «región vidaliana». Para evitarlo, tendrían que no haber privi­
tación o, claramente, la camufla (jerarquía, valores, percepción, etc.).
legiado sólo las cuestiones económicas y no haberse dejado influir por el
El segundo le es útil por sí mismo y como instrumento de propaganda;
precepto erróneo según el cual la geografía y el estudio de las relaciones
el primero le es útil por sí mismo, sin más; hay, pues, que asegurarse
de producción son disociables; hubieran tenido que reconocer en catnbio
que puede también y sobre todo servir a los «estudiados».
— como he intentado demostrar— las exigencias espaciales de la evolución
En esta función de transformación de la sociedad existe finalmente
de los modos de producción.
una característica inherente a la práctica tradicional de la geografía que
Finalmente, sigue siendo importante recordar que los principios de aná­
puede considerarse como una baza: su afición por lo único. En efecto-
hsis y los principios políticos del marxismo son indisociables. Racine ha
520 Antología de textos
WilUam Bunge
intentado, sin embargo, disociarlos. Así, tras haber reconocido la fuerza PERSPECTIVAS DE LA GEOGRAFIA
de los conceptos marxistas — en particular, la del modo de producción—
en la exphcación de las «estructuras espaciales», intenta vaciar el marxis­
TEORICA *
mo de su contenido revolucionario, asociándolo implícitamente a los «nue­
vos conceptos operativos» de Brian Berry. Ahora bien, éstos se siguen
mostrando reaccionarios y ocultos bajo el «modelo natural», la «reestruc­
turación jerárquica», el «comportamiento intencional», el «sistema», etc.
El elocuente oscurantismo de este «nuevo» modelo está bien’ ilustrado
por el esquema de Berry que Racine reproduce: se trata de un sabio anda­
miaje de interacciones, procesos, etc., culturales, naturales, biológicos, etc.,
que pretende decirlo todo y no dice nada, y que sólo muestra la intención
de confundir al lector. Es un prototipo del trabajo de esos artistas fonta­
neros del sistema que han sucedido a sus antepasados artistas pintores
de la armonía. Racine no parece darse cuenta de que no hay en ello nada
útil y de que este nuevo modelo tiene toda la ambigüedad de los «flow
charts», laberintos en los que se pierden las mejores intenciones refor­
mistas.
7. Una de las afirmaciones fundamentales del marxismo es que la
comprensión de la sociedad de los hombres, incluidas las formas bajo las
que ocupa la tierra, no puede hacer abstracción, debe partir, de las rela­ ¿Cuál es la lógica de la vida? Durante mi período más abstracto como
ciones que éstos establecen entre ellos en la producción y la reproduc­ culminación de veinticinco años de intensa lectura, primero en torno a la
ción de su vida material, y que esas relaciones son diferentes de, irreduc­ geografía, después centrada en matemáticas espaciales y, finalmente, en
tibles a, las que se establecen en el seno de la sociedad de los espíritus geometría, descubrí la tridimensionalidad de la especie. Esta revelación
puros y de la sociedad de los animales. De ahí el materialismo histórico. me llegó envuelta en una ráfaga de otros descubrimientos abstractos de
De la misma forma que no existe una teoría de las formas arquitectóni­ normas eficaces y no la valoré suficientemente. A medida que han pasado
cas puras, no hay, fuera de la historia, una teoría de las formas espaciales los años, ese mapa, el que muestra la superficie de la tierra materialmente
puras. Desde las Grandes Pirámides a la torre del CN, en Toronto, pa­ ocupada por la Unión Soviética y los Estados Unidos, y que ahora trata
sando por la torre Eiffel, desde la ciudad de Angkor hasta la de Nueva de ocupar también China, ese mapa ha constituido una obsesión en mi
York (ghettos incluidos), pasando por Viena, las formas arquitectónicas vida. Siempre que encuentro grandes dificultades y estoy expuesto a la
y espaciales están, en primer lugar, históricamente determinadas. duda, ese mapa me marca el rumbo tan claramente como una brújula.
La concreción de las ideas de los hombres no puede entenderse de Demuestra mediante la geografía que la guerra ilimitada es un suicidio
otra manera. Admito que haya que precisar las referencias espaciales del colectivo para la especie. Para un geógrafo, resulta más persuasivo que
anáhsis marxista. Pero con ello no hay que vaciarlo de «su» materialismo los mapas de radiaciones, a pesar de lo persuasivos que éstos son también.
histórico, ni de su fuerza analítica, ni de su contenido revolucionario. Repitamos la lógica. Sabemos por la topología que una dimensión se
Sólo así podrá superarse y alcanzar la comprensión indispensable para la define como «uno menos de lo que la delimita», esto es, tres dimensiones
lucha contra el ideahsmo en geografía, ideahsmo que es una opción polí­ están delimitadas por dos, dos por una y una por cero. Las superficies
tica o, más exactamente, un rechazo político: el bloqueo de la geografía. contienen volúmenes, las líneas superficies, y los puntos líneas. El género
Sólo así puede también elaborarse una auténtica geografía crítica, una humano, en la era del espacio en la que vivimos, es una criatura tridi­
geografía revolucionaria. mensional y, por ello, está limitada por superficies y no ya por líneas.
La superficie exterior de la inmensa esfera que contiene a la especie no
es tan crítica como la superficie interior, esto es, la superficie de la propia
tierra. Aunque parezca increíble somos hombres del espacio, tridimensio-

* Bunge, W. (1979): «Perspective on Theoretical Geography», Annals o f the


Association of American Geographers, L X IX , 1, pp. 169-174. Traducción de Pilar
Rubiato Bartolomé. Revisión de Josefina Gómez Mendoza.
521

!
(
522 Antología de testos William Bunge 523

nales, en un planeta políticamente tridimensional, la Unión Soviética, los de Brecht porque era negra, no alemana. Otra joven negra, Gwendoiyn
Estados Unidos y China, todos están «hada arriba». Los tres ocupan Warren, de Fitzgerald, en Detroit, que se convirtió en directora de la
la superfide entera de la tierra. La situadón es isomórfica, exactamente Expedición y dd Instituto Geográfico de Detroit, me estaba enseñando
comparable a la de Franda y Alemania en la primera guerra mundial lecdones similares cargadas de odio hada mí porque no me daba cuenta
— dos poderes bidimensionales y, por tanto, separados por una línea de los niños, que morían bajo los automóviles frente a sus casas o de
fronteriza, con los niños de ambos países en peligro en la tierra de nadie los niños que morían de hambre frente a alimentos abundantes. «Lo in­
de la línea fronteriza, y, así, ambos países fueron a la guerra—:. Esto es mediato» era su lema. «¡Al infierno el mundo!»
matemáticamente equivalente a la situadón actual, con todos los niños Estas dos jóvenes negras, interpretando furiosamente el mundo que
de la tierra expuestos al peligro sobre su superfide. No hay interiores. me rodeaba y que yo no podía ver' porque había quemado mi vida entre
La propia superfide de la tierra es una gran extensión de tierra de nadie. libros, me hideron invertir mi escala de valores y escribir un libro sobre
Induso una filósofa tan progresista e inteligente como Angda Davis se una milla cuadrada en medio de la zona industrial negra de Detroit:
refirió, en un discurso pronundado en la Universidad de Toronto, a que Fitzgerald, mi propia vecindad. Pero Fitzgerald no empezó como geogra­
d socialismo cubano estaba a noventa millas de las costas americanas. fía. Empezó como propuesta de proyecto para recaudación de fondos
Esto no tiene sentido: d sodalismo es la misma superfide de la tierra. federales durante el engaño de la Gran Sodedad. Fue una sorpresa para
Y también el capitalismo. Su intervendón en la Unión Soviética es com­ mí descubrir un día que todos los mapas para la propuesta y todas las
pleta. Nunca anteriormente, ni induso cuando los líderes de Europa pen­ fotografías requerían un formato poco común, un formato de atlas; ¡Dios
saban que la tierra era plana, han estado los políticos tan literalmente per­ mío, esto es una geografía! Había comenzado a ser útil y resultaba que
didos como lo están hoy en rdadón con la realidad geográfica. Su con­ había escrito un libro de geografía. Esto me persuadió de la utilidad
fusión espadal nos aterra a todos. ¿Por qué cesé, entonces, de pronto social de la geografía, así como de la necesidad de hacer tomar tierra a los
este trabajo abstracto más importante y pasé a ocuparme de la regionali­ problemas globales y situarlos a la altura de las vidas normales de
zación humana a gran escala en mi siguiente trabajo de envergadura? la gente.
E l Crimen de Vietnam comenzó en serio con los bombardeos de 1965. Con la represión de Nixon, coinddente con mi interpretadón de la
Yo estaba entonces redactando d segundo borrador de la continuadón relación entre Marx y Darwin, que me estaba causando problemas con
lógica de la Theoretical Geography llamado «Geografía, la denda ino­ mis compañeros marxistas, una mañana de noviembre de 1970, me di
cente». La Comunidad Interuniversitaria de Geógrafos Matemáticos de cuenta de que no tenía nada en absoluto que hacer en Detroit, por lo
Michigan, la idea original por la que yo había luchado, estaba en pleno que me fui en busca de mis raíces abolicionistas a Canadá. Fue una mez­
funcionamiento, pero el Crimen había comenzado. La atmósfera política cla de retirada y de reorganización para constituir una retaguardia pre­
era de escalada hada la guerra de la bomba H. La predicdón horrible de parada para un ataque futuro. Allí la Expedición Geográfica de Toronto
mi mapa estaba cumpliéndose. Me incorporé al movimiento pacifista cuan­ era capaz de avanzar con la siguiente lógica, publicada en The Canadian
do, en aquella época, contaba sólo con el apoyo de menos del cuatro por Alternative. Investigaríamos las causas de que la raza humana se ame­
dentó de la pobladón americana. Habiendo vivido d maccarthysmo, yo es­ nace a sí misma con el aniquilamiento. Establecimos cinco escalas de in­
peraba encontrarme en un campo de concentración al cabo de un año. (En vestigación: 1) una milla cuadrada en el interior de la ciudad de Toronto,
lugar de ello se me forzó al exilio por cinco.) Los sucesos de Selma ocurrie­ llamada Cristy Pits, similar a Fitzgerald, pero sin racismo; 2) la ciudad
ron algunos días después de que comenzara d Crimen. Fui a Selma. Fui a de Toronto; 3) Canadá como estado; 4) d continente norteamericano,
todo. Manifestaciones pacifistas en Nueva York, en Washington, manifesta­ y 5) d mundo. Estas escalas abarcaban desde los niños atropellados
ciones a favor de los derechos civiles en Jackson, Mississippi. Pero dos lu­ por automóviles en calles próximas hasta la tridimensionalidad de la es­
gares, sobre todo, ejercieron un profundo efecto sobre mi. Fui a Chicago pede. Todas las escalas quedaban sucesivamente cubiertas. Establecimos
a las manifestadones de Martin Lutero King en 1966. Ahí estuve en tres espacios para examinar en estas cinco escalas, construyendo una ma­
el ghetto negro, en un hotel de la calle 67, y en Stony Island. Aprendí triz de tres por cinco: 1) los hombres; 2) las máquinas, y 3) la natura­
a «estar preparado para matar al mundo» para cruzar la calle y conseguir leza. ¿En cuál de estos tres espacios se mata a los niños? ¿Es en la con­
un bocadillo; lo aprendí en las «calles míseras» — un aprendizaje indis­ vergencia del espacio de los hombres con el de la naturaleza? ¿o en la
pensable para la exploradón urbana en sistemas antagónicos— . Trabajé de las máquinas con los hombres? Si las matanzas acontecen en la con-
con tina joven negra, René Spears, sindicalista y antigua vendedora am­ vergenda con la naturaleza, la raza humana está sentenciada, puesto que
bulante en la calle 43. Odiaba mi interés por la tridimensionalidad de la esto significaría que nuestra naturaleza darwiniana nos mata a nosotros
espede y nuestra necesidad de proteger a los niños del mundo. Los niños mismos. Habríamos demostrado la maldad innata de nuestra espede más
de su gente se morían de hambre. No se identificaba con Madre Coraje allá de los límites de la supervivenda. Si las matanzas acontecen en la

t
( (
William Bunge 525
524 Antología de textos
comunidad, que nunca han tirado un panfleto u organizado una mani­
convergencia con las máquinas, existe esperanza, puesto que Marx tendría festación, sino que se han afianzado con toneladas de libros, reivindican
entonces razón. Sería, pues, la relación entre género humano y máquinas su pureza. Necesitan un escarmiento y, a menudo, engañan a la buena
la que es antagónica, no nuestra naturaleza innata. Puesto que en todas gente con el fanatismo de sus opiniones.
las escalas examinadas encontramos que los niños morían siempre ante La reducción de Newton, el reduccionismo clásico, consistía en que
la presencia de las máquinas, el trabajo es profundamente optimista. Hazte si s e conociese la posición y velocidad de cada electrón en el universo, se
marxista y a vivir. La sobreexplotación es la muerte; el socialismo es conocerían todos los hechos pasados, presentes y futuros. Esta reducción
la vida. Pero en términos dialécticos, si no nos hacemos socialistas, lu­ de toda la ciencia a la física ne’wtoniana se demostró que era absurda.
chamos al menos contra el mezquino capitalismo, y con ello facilitamos El reduccionismo marxista tiene pretensiones igual de exageradas. Se sos­
la guerra atómica total, con lo que estaremos sentenciados y el darwinis­ tiene que existe una geografía burguesa y una geografía proletaria. Es ad­
mo tomará el relevo; se trata, después de todó, de una especie no capa­ misible. Y que no existe ninguna otra. ¡Falso! Existe la geografía sobre
citada para la supervivencia. la que ambas partes se muestran de acuerdo. ¿Sostiene la geografía bur­
La tercera expedición es subterránea, la invasión ideológica (la peor guesa que la tierra es redonda? Ciertamente. Entonces, ¿acaso deberán
clase) de América desde uno de sus estados fronterizos, Canadá. La ex­ sostener los geógrafos proletarios que es plana? Evidentemente, no. El ex­
pedición se llama Expedición Geográfica Americano-Canadiense (CAGE). ceso revolucionario se traduce en impulsos subjetivos. Permite que la per­
Es continental en su alcance y tiende a producir más material sindica­ sona se sienta a gusto. Pero el efecto objetivo del exceso revolucionario
lista clásico que refleje el movimiento reciente de la clase trabajadora es siempre contrarrevolucionario.'
blanca continental, tal como «el futuro de la industria del taxi» (un pe­ Los neófitos en dialéctica advierten que todo está cambiando y que
culiar tema geográfico) y «la clase trabajadora norteamericana». Emprende todo fluye hacia todo de forma interrelacionada. Provistos de esta con­
la investigación para estimular el establecimiento de campos internacio­ vicción, anuncian que la geografía descriptiva es estática y, por lo tanto,
nales de refugiados en Canadá, con el fin de salvar a los niños que pasan intrínsecamente contrarrevolucionaria, mientras que la geografía del mo­
hambre en Detroit y en cualquier otro lugar. También espera ser respal­ vimiento es correcta desde un enfoque dialéctico y, por lo tanto, pro­
dada en parte por un apoyo sindical y elabora mapas con estadísticas gresista. ¡Librémonos de una aplicación tan rígida de la dialéctica! Para
tales como porcentajes de la fuerza de trabajo organizada, por zonas geo­ rebatir el argumento del «proceso» hay que tener en cuenta que toda
gráficas de continente. El lugar de trabajo y el lugar de residencia han sido la geografía teórica empieza con flujos y termina con los patrones que
reunidos, después de años de insistir en el lugar de residencia, para com­ estos flujos imprimen en el paisaje humano. Thünen comienza con el
pensar su casi total olvido en relación con la concentración industrial. movimiento de los bienes, tales como los abonos, y acaba en un modelo
La unión de los dos ambientes de la clase trabajadora (el lugar de trabajo circular. Davis, por su parte, comienza con la circulación del agua y llega
y el lugar de residencia) debería proporcionar a los niños la máxima pro­ a los valles fluviales. Christaller comienza con la premisa de hasta qué
tección posible. distancia puede desplazarse en un día un granjero para ir al mercado
Yo tengo poca paciencia con los geógrafos académicos, incluso con y termina en redes hexagonales. En una conferencia reciente en la Uni­
los marxistas. Los geógrafos universitarios tienden a separar la teoría versidad de Columbia, el distinguido geógrafo marxista Milton Santos
de la práctica. Leen demasiado y a menudo ni miran ni luchan en abso­ planteó el tema de la naturaleza estática de fenómenos de Detroit tales
luto. Citan, pero no miran. En la atmósfera intoxicante de toda teoría como la Región Sin Médicos. De forma que tuve que volver a mostrar
sin práctica se plantean todo tipo de objeciones a nuestro trabajo, pero el mapa de flujos de rentas presentado al principio de esa parte del
la más temible es la del reduccionismo marxista ideológico. En la cien­ debate.
cia, la metodología no se refrenda por sí misma. Sólo el contenido avala En el nivel de la práctica, de nuevo la simplicidad de los mapas des­
la metodología. La teoría requiere experimentación. Si el trabajo real criptivos sirve siempre para mejor propaganda y agitación. Es más fácil
es bueno, entonces habrá que preguntar al científico por sus métodos. hacer recapacitar a los padres y madres de la clase trabajadora sobre
Pero en la religión es al revés. La metodología lo es todo. E l dogma mapas que muestran la región en la que los niños se encuentran afecta­
nunca se pone a prueba. Se permiten quizá citas de los clásicos, que de dos por la falta de proteínas (en los Estados Unidos hay tres millones
hecho sí tuvieron contacto con el mundo real, pero en el marxismo dog­ de estos niños) que por medio de mapas abstractos que representan los
mático se dan vueltas sobre lo mismo y se hace encaje de bolillos. Se re­ flujos de dinero. En la práctica, en la lucha, la miseria humana actual
piten considerables banalidades. Los marxistas dogmáticos están tan fuera causada por las transferencias monetarias es más difícil de percibir que
de lugar como los científicos cristianos. El marxismo es una ciencia que los flujos. Por ejemplo, yo aprendí en Selma, Alabama, cuando trataba
relaciona la teoría con la práctica experimental, pero los seguidores de de pedir prestados lápices a los niños negros para hacer una señal de
Marx, en concreto aquellos que nunca han organizado un sindicato o una

C (
526 Antología de textos William Bunge 527

piquete, que estos niños eran demasiado pobres para poseer sus propios se lanzó la bomba atómica, y si hubieran sobrevivido, no tendrían incon­
lápices o cualquier otro juguete, y de ahí el concepto de Región Sin Ju­ veniente en indúir ese hecho en su historia.
guetes. Tenía conocimiento con anterioridad a Selma del dinero que era Los marxistas y otros humanistas tienden a estar ligados a otros
detraído, ya que la renta media en Selma, Alabama, en la región de Brown’s acontecimientos más generales. Pero esto los coloca ante otro dilema.
Chapel, era ochocientos dólares por familia en 1965. Pero descubrir lo Las personas que viven para sí mismas a menudo parecen ser personal­
que este nivel de renta supone en términos humanos exige mayor sofis­ mente estables, conscientes, induso felices y prósperas. Las personas
ticación. que tienden a vivir para los acontecimientos, tienden a menudo a alterarse.
La mejor manera de resolver esta disyuntiva no antagónica entre flujo Casi todo es más estable que d sistema americano actual. Los que luchan
y forma, es mostrar las dos clases de mapas, el de los abstractos flujos contra este sistema se lanzan y se ven burlados por d. La gente cuya
monetarios y el de la descriptiva y concreta miseria humana que los flujos meta es su propia protecdón, sin importarle el costo que suponga para
invisibles causan. Pero el mapa de flujos del valor producido por los los demás, consigue habitualmente prosperar. Son los más corrompidos
trabajadores explotados (plusvalía) no es más que un solo mapa, aunque los que se adaptan mejor a la corrupción. La vida habla a menudo a través
contiene, la interpretación de los otros, mientras que la miseria humana de espejos. Por ello es difícil para un marxista establecer una separación
resultante tiene muchas facetas y por ello requiere muchos mapas. En rea­ entre él y su entorno, al contrario de los oportunistas académicos cuya
lidad los dos, procesos y estructuras, están dialécticamente unidos y la historia personal es su curriculum vitae.
sofisticación en uno tiende hacia la sofisticación en el otro. (Quizá el La descripción que cualquiera pueda hacer sobre mí siempre me re­
orden en el que yo los descubrí, de los flujos a la forma, refleja mi as­ sulta insultante. Se me ha descrito redentemente como la «conciencia
cendencia burguesa. Educado como burgués, yo siempre supe que los de de la geografía», «el Billy Graham de la geografía», incluso «el Solzjenitsyn
mi dase eran ladrones. Lo que tuve que descubrir fue la evidencia de la de la geografía», y ¡todos estos «cumplidos» proceden de «amigos bien­
miseria que esto producía, no el proceso. Quizá si hubiera perteneddo intencionados»!
a la clase obrera, mi educación habría invertido la tendencia.) Soy un científico. Esto es suficiente. No hago juicios de valor en mi
Otro aspecto de mi perspectiva sobre la Theoretical Geography es d trabajo, ni me preocupo por la ética, o por hacerlo bien (o mal). Simple­
constante intento de desacreditar mi trabajo discutiendo mi personalidad, mente, hago ciencia, geografía. Una vez, tratando de encontrar el polo
que, al contrario que la de mis detractores, es naturalmente alegre y ex­ del paraíso de Ullman en un hotel barato de Pointe-á-Pitre, en Guadalupe,
trovertida, como se evidenda por mi popularidad como conductor de taxi. un evidente provocador golpeó mi puerta y anunció que era «un hombre
En el mejor de los casos, la discusión de la personalidad surge en un de negocios de Haití» (supongo que era algún código al que se suponía
contexto ético, y en el peor en un chismorreo malintendonado. Por ejem­ que yo iba a responder) y cuando no mordí el anzuelo, dijo sarcástica­
plo, un estudiante de derechas, indignado por la lucha de dases, me arrojó mente: «Todavía sólo un geógrafo, ¡eh!» Sí, soy todavía simplemente un
por una ventana de un aula de un piso bajo, y esto transmitido de boca geógrafo.
en boca se convirtió en el bulo de que yo había tirado al estudiante por Esto no significa que no exista una unidad del conocimiento. Un
una ventana alta. ¡La víctima convertido en acusado! Induido en la lista geógrafo que negara la física reduciría su trabajo. Yo no niego ni a Marx
negra por el Gobierno de los Estados Unidos en 1968, al aparecer en ni a Darwin. Soy, después de todo, un hombre culto. Marx, siguiendo a
una relación de sólo sesenta y cinco nombres que no podrían hablar en Jesucristo, me enseñó que los ricos roban a los pobres, a la inversa de lo
la Universidad (en la inclusión alfabética entre H. Rap Brown y Stokeley que me enseñaron en la infancia. Darwin no me enseñó tanto sobre el
Carmichael), yo soy por naturaleza pobre. Siendo pobre, los geógrafos origen de las especies como sobre su tendencia a decaer, y, en virtud de
burgueses insisten en que soy un ladrón, más ladrón que ellos. Aprendí ello, lo crucial que es para d homo sapiens proteger el eslabón de la vida
de las órdenes de campaña dd general Giap: «No robar ni una aguja, más débil y necesario, los niños. Debemos reproducirnos. ¿Dónde está
el juido de valor en esto? Las espedes sin sistema nervioso están pro­
ni un hilo.» Pero para cortar esta difamadón es necesario que yo, apa­
sionadamente, deseche la pasión. ¿Cuál es mi personalidad? Los- negros gramadas para reprodudr sus propias especies. No pueden pensar, aún
americanos tienen un dicho: «Cuenta tu historia, mañana de gloria.» menos llegar a comportamientos éticos. Luchar por la existencia colectiva
Todo el mundo tiene una historia de su vida, no importa lo prosaica de las especies es simplemente un acto natural. La especie humana se hizo
que esta vida parezca a los demás, y es esta historia, contada y vudta para salir adelante por sí misma. Dicho en forma negativa: ¿Cuál es el
a contar por el individuo para sí mismo, lo que constituye la exphcación Acto Antinatural Ultimo? Para una especie, es destruirse a sí misma.
del lugar ocupado por esa persona en la vida. Algunas personas viven Ninguna especie ha cometido esta perversión darwiniana todavía. Ningún
vidas tan personales que si hubieran estado en Hiroshima d día que otro acto antinatural se aproxima tanto a la autodestrucción de la espede
como una decadencia.

(
William Bunge 529
528 Antología de textos
La existencia de estas gentes estaba también escondida, y, así, llegué a
Mi postura es quizá demasiado grandiosa; es decir, que proteger a comprender «los paisajes escondidos». Los paisajes humanos son como
los niños está más allá de cualquier argumento. Quizá por ello mis amigos capas de mapas; primero, se encuentra la gente rica, después, bajo esta
siguen tratando de confinarme en la simple moralidad. Dejadme revelar hoja de mapa, gente más pobre, así, hoja tras hoja, capa tras capa, hasta
mis debilidades personales. Haría cualquier cosa para proteger a los niños que se encuentra el antagonismo mortal contra las víctimas del negocio.
del mundo. Haría cualquier cosa para conseguir el poder — del que ahora El último paisaje, el mapa inferior, lo constituían los indios que queda­
carezco totalmente— con este fin. Uso esta filosofía de protección del ban. Nadie sabía sus nombres. Pero los agricultores recordaban que en su
niño para justificar todas mis pasiones y especialmente el rayo láser de mi juventud dos indios hermanos cabalgaban en el show del Oeste Salvaje en
alma, el odio. Odio a los que matan a los niños. Es la única cosa razona­ el circo P. T. Barnum. Por lo que fui a Baraboo, Wisconsin, donde se
ble que se puede hacer. guardan los archivos del circo y busqué en sus registros. ¡Encontré la
Esto no quiere decir que no tenga enemigos personales, como, por relación de los nombres de todos los caballos, pero no la de los nom­
ejemplo, Richard Hartshorne, que fue mi profesor de juventud y el prota­ bres de los indios! Si se está padeciendo el genocidio, no se tiene nombre
gonista de toda la vida. Hartshorne tiene razón sobre la unicidad de las ni identidad. La singularidad significa identidad, y no se puede condenar
localizaciones. Considerando que he publicado una obra bajo el título de a los Ojibwas de los Meyer’s Woods de Fitzgerald, comunistas tribales, por
«Las localizaciones no son únicas» y que la Theoretical Geography es un hacer gala de individualismo burgués tratando de preservar sus nombres,
ataque a la unicidad, la necesidad de admitir púbhcamente mi error im­ su existencia.
preso no me ha sido fácil. Hartshorne es un convencido anticomunista En Toronto, buscamos, con la ayuda de conductores de taxi y de re­
(aunque no un racista), por lo que su debate con Schaefer sobre la unici­ caderos, «Regiones Definidas de Gente». Se trata de regiones que la clase
dad estuvo repleto de salidas de tono políticas. Si se admite que Harts­ trabajadora reconoce para sus propias comunidades; reflejan la solidaridad
horne tenía razón, no solamente en su insistencia sobre el carácter único de la clase trabajadora. La identidad de estas regiones depende de la sin­
de las locahzaciones, sino también en que los hombres son, asimismo, gularidad, un nombre distinto a los demás. Así, la lucha, la vida, me
únicos, ni las localizaciones ni las sociedades podrían predecirse. Lo que forzaron a optar entre estar de acuerdo con Hartshorne sobre el valor de
supondría que tanto la teoría de la localización, como el socialismo cien­ la singularidad de las localizaciones, el valor de los hombres, o no resultar
tífico, son imposibles. E l carácter general de las localizaciones y de los útil para la gente con la verdad; no había elección. Las localizaciones son
hombres es el fundamento de la lucha metodológica necesaria para llegar ambas cosas, únicas y generales, y así lo publiqué: «Las regiones tienen el
a una geografía científica y a un socialismo científico. Las localizaciones carácter de únicas.» Hartshorne, en suma, demostró estar en lo cierto
y las personas son evidentemente generales. Pero también son únicas. No sobre la unicidad, pero siguió confundiéndose sobre la generalidad de las
fue Hartshorne quien me persuadió de la unicidad y de la generalidad de localizaciones. Al igual que muchos con los que he coincidido en la polé­
las localizaciones y de las personas, fue la lucha en la vida. mica, aprendí de él, pero él no aprendió de nosotros. Disfruto de un ca­
La primera idea de la utilidad de la unicidad llegó cuando hacía geo­ nibalismo intelectual que me beneficia.
grafía histórica en Fitzgerald. Algunos grupos del pasado eran fáciles de Pero mientras aprendía a aceptar la unicidad, aprendía también a re­
colocar en mapas. Se trataba de las personas destacadas, los terratenientes, chazar la definición de la geografía de Hartshorne: «La superficie de la
los granjeros más prósperos. En un encuentro de viejas familias de terra­ tierra como morada del hombre.» Al principio, esta definición sonaba
tenientes en la Universidad de Detroit, una mujer rica dijo a propósito a humanista, como la unicidad, puesto que esta última se preocupa de cada
de una familia de arrendatarios: «No son de aquí.» No pertenecían a la individuo, y ¿cómo se puede ser humanista si no se es personalmente
reunión, ni tampoco a la vecindad años antes cuando se establecieron humano? Suena mejor considerar la superficie de la tierra como morada
ahí. Los arrendatarios eran mucho más difíciles de mapificar que los pro­ de la especie humana que definir nuestro planeta como una mina de re­
pietarios. Los mapas de la propiedad no representaban a los colonos, cual­ cursos no renovables que se agota rápidamente. Pero la definición de la
quiera que fuera el plazo discurrido desde que se habían establecido en geografía como estudio de la superficie de la tierra que es la morada del
el lugar. Estaban olvidados, resultaban de hecho parcialmente invisibles hombre, no ha sido muy afortunada.
incluso cuando estaban presentes. Pero luego encontré otras gentes toda­ Existen muchas definiciones convenientes de la geografía. Una que
vía más difíciles de descubrir que los colonos: un borracho irlandés, un yo volví a descubrir, al menos independientemente, «la ciencia de las lo­
judío, y después de un terrible esfuerzo, un granjero negro. Sus nombres calizaciones», resulta útil para orientar el trabajo abstracto. Estas variadas
eran incluso más cortos que los de los colonos. Los ricos tenían nombres definiciones no son antagónicas orgánicamente, sino complementarias. Pero
completos y formales: «Mr. y Mrs. Frank Sitterlet». Los colonos, cortos d e fin ir la geografía como el estudio de la «superficie de la tierra entendida
y ridículos nombres: «Chiken Thief Phillips». Las minorías, nombres odio­ como morada del hombre» tiene la característica perniciosa de incitar a
sos: «Berry, el Judío», «El Negro Kennedy» y «Black Jack Cavanaugh».

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530 Antología de textos D. R. Stoddart *
detener la lucha. Si se es anticomunista, como Hartshorne, se puede ALTAS MIRAS PARA UNA GEOGRAFIA
tender a admitir que la tierra es ya una morada para el género humano, DE FINAL DE SIGLO **
especialmente sus partes no socialistas. Si se sabe, como yo sé, que el
capitahsmo miserable, la clase de capitalismo en el poder en Estados Unidos,
es una enfermedad, entonces aceptar el cómodo entendimiento de los
Estados Unidos como un «hogar», es mantener la enfermedad.
Es más fácil enfocar las crisis en términos geográficos, que en térmi­
nos históricos. A través del tiempo parece como si existieran .tiempos
malos y, luego, tiempos prósperos en los que todo el mundo vive bien.
Pero en el espacio, queda claro que, en los Estados Unidos, en lugares
como Detroit, existe siempre una región deprimida, los barrios pobres, y
una región opulenta, los barrios ricos. En los Estados Unidos, los niños
pobres nunca comen bien, y los adultos ricos nunca comen mal. Lo que
ocurre en tiempos de crisis es que el espacio de la crisis, el barrio pobre,
se expande geográficamente para incluir a la clase media, la clase trabaja­
dora blanca. El área de crisis es más grande en tiempos de depresión y
nunca desaparece en los tiempos buenos. Y, ¿cabe decir, en algún sentido,
que es un hogar el horror de los ghettos estadounidenses? ¿Acaso la
Región Americana del Niño Mordido por la Rata recuerda un hogar?
¿Acaso la tasa de mortalidad infantil negra, mayor que la del cincuenta y Es un honor especial para mí, por varias razones, pronunciar la Novena
siete por ciento de las naciones del mundo, sugiere un hogar? Engels Conferencia Conmemorativa de Cari Sauer. En primer lugar, siempre es un
señaló que somos prehumanos, de donde se deduce que la superficie de honor venir a Berkeley. Vine por primera vez hace más de veinte años,
la 'tierra es la premorada del hombre. La pregunta frente a la geografía de camino en mi primera expedición del Pacífico hacia las islas Salomón: en
y a la humanidad es: ¿se convertirá el planeta en nuestra morada o en aquella ocasión vi algo, y desde entonces he aprendido mucho sobre los
nuestra tumba? recursos y los ambientes incomparables que ofrece la Universidad. En se­
gundo lugar, es un privilegio rendir homenaje al propio Sauer. Estaba fuera
durante mis primeras visitas y hasta 1971 no conseguí verlo: todavía con­
servo las ampHas notas que tomé, en aquella ocasión, de nuestra conver­
sación. Murió, como es sabido, en 1975 y fue para mí un honor ocupar su
viejo despacho cuando enseñé en Berkeley en 1980. No oculto que durante
toda mi vida he sentido una profunda simpatía por los puntos de vista de
Sauer: de hecho, su Land and Ufe (Tierra y vida) es quizá el más impor­
tante de un pequeño grupo de libros que he recuperado al cabo de los años
para restablecer la propia fe en el saber que profesamos.
* Además del artículo traducido en este libro, entre sus trabajos principales se
encuentran:
Stoddart, D. R .: «Darwin’s impact on Geography», Annals of the Association of Ameri­
can Geographers, 56, 1966, 683-698.
Stoddart, D . R ., ed.: Geography, Ideology and Social Concern, Oxford, Basil Black-
well, 1981.
Stoddart, D. R .: «The Institute of British Geographers 1933-1983», Transactions of the
lnstitute of British Geographers, 8, 1983, 1-124.
Stoddart, D . R ., ed.: Biogeography and ecology o f the Seychelles Islands, La Haya,
W. Junk, 1984.
Stoddart, D. R.: On Geography, Oxford, Basil Blackwell, 1986.
* * Stoddart, D. R .: «To daim the high ground: geography for the end of the cen­
tury», Transactions of the lnstitute o f British Geographers, New Series, 12, 1987,
327-336. Traducción de Josefina Gómez Mendoza.
531

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532 Antología de textos 533
D. R- Stoddart
Es cierto que Sauer y yo hemos trabajado en campos muy distintos: considerable. En irnos meses se fijaron las posiciones de la enseñanza de la
Sauer en geografía histórica de Méjico y del Suroeste, y yo en el estudio de geografía tanto en Oxford como en Cambridge, y la geografía inició su
la geomorfología y de la biogeografía de los arrecifes de coral y de las islas. carrera como disciplina universitaria en Gran Bretaña. Tardó bastante más
Hay, sin embargo, en el archivo de Sauer depositado en la Biblioteca Ban- en Estados Unidos, aunque hace también exactamente un siglo que William
croft una nota suya en la que dice que no sabe nada acerca de corales, pero Morris Davis introdujo la idea del ciclo de erosión, que determinó el auge
que le gustaría saber. Hoy día, una observación de este tipo por parte de
académico dé la geomorfología.
un geógrafo histórico o cultural sería casi impensable; para un geógrafo En los decenios siguientes se crearon los departamentos de geografía
económico o político estaría totalmente fuera de lugar. Entre nosotros se en los sistemas universitarios europeos, americanos y del resto del mundo.
han edificado muros, y demasiados de nosotros dedicamos parte de nuestro Los primeros títulos en geografía se establecieron pronto en este siglo (mi
tiempo a desdeñar aquello por lo que nuestros colegas están interesados. propio profesor, Alfred Steers, que ha ejercido la docencia en Berkeley,
Precisamente quiero hablar hoy sobre las implicaciones de este estado de obtuvo su capacitación docente en Cambridge en 1921). El doctorado vino
cosas.
después, como reconocimiento de competencia profesional. (El primer doc­
Voy a empezar mis consideraciones con una paradoja que me parece torado de Cambridge lo obtuvo, en 1931, Clifford Darby, un conferenciante
bastante asombrosa.
anterior en la cátedra de Sauer). Sabemos, a través de todos los parámetros
En el mundo angloparlante estamos a punto de completar el primer cen­ fácilmente obtenibles — número de sociedades profesionales, publicaciones,
tenario de la Geografía como disciplina académica formal. Desde luego el grados medios y licenciaturas— , que la geografía profesional se ha desarro­
saber geográfico tiene una dilatada antigüedad. Todos conocemos a Estrabón, llado, en general, de modo similar al conjunto de la labor académica. La
Eratóstenes y Ptolomeo. Sabemos de gente como Beda el Venerable o Al­ situación es mucho más complicada en Estados Unidos, pero en Gran Bre­
berto Magno, quien, como nos ha mostrado Clarence Glacken, contribuyó taña, la geografía continúa siendo uno de los temas más habituales tanto en
a establecer los fundamentos del orden medieval. Conocemos a Hakluyt, los exámenes de escuelas nacionales como en los de acceso a la universidad
Varenio, Humboldt, que condujeron nuestra historia hasta el alba de los
y en la especializadón de primer grado.
tiempos modernos. Ninguno de esos hombres era geógrafo profesional, por­ Claro está que ha habido mucha más contribución a este progreso que
que para ellos la Geografía existía, en buena medida, como cuerpo de saber esta simple contabilidad numérica. Las mejoras técnicas han sido considera­
más que como una actividad profesional. La transformación es sorprenden­ bles; los adelantos en elaboración conceptual también. Si no hubiera sido
temente reciente.
así, no es necesario decirlo, todos estaríamos sin trabajo. Mucho de todo
Hace exactamente cien años que John Scott Keltie escribió su informe esto ha sido enormemente apasionante. Recuerdo bien la impresión que causó
sobre la educación geográfica en Gran Bretaña para la Real Sociedad Geo­ la Geografía Teórica de William Bunge, la manera en que transformó nues­
gráfica. Trazó un cuadro sombrío. Las escuelas y universidades estaban tra forma de pensar acerca de las cosas el libro de Haggett, Análisis locacio-
dominadas por los estudios clásicos, las matemáticas y la rehgión. E l mundo nal en Geografía Humana, así como la introducdón al anáhsis sistémico en
natural y el estudio del hombre en sociedad, así como la historia, eran igno­ geografía física de Richard Chorley; todos estos acontecimiento ocurrieron
rados de forma similar. Keltie fue capaz de llamar la atención sobre la dife­ cuando yo me incorporaba a las filas de los geógrafos profesionales a me­
rente situación que se daba en Europa. En Alemania, el Kaiser había orde­ diados de los sesenta. Era la época de apasionamiento de la autodenomi-
nado que se crearan cátedras de geografía en toda Prusia durante el decenio nada «Nueva Geografía» — la primera Nueva Geografía desde Mackinder,
de 1870 y lo mismo ocurrió, como consecuencia, en el resto del país.
ochenta años antes— .
Richthofen había establecido la estructura de la geografía como disciplina ¿Cuál es la paradoja? La paradoja es la siguiente: en vez de alcanzar la
académica en su lección inaugural en Leipzig. Los franceses no tardaron en cresta de esta ola, de celebrar el siglo transcurrido, de construir sobre esos
aprender la misma lección, sobre todo después de la humillación que supuso logros, encuentro a muchos de nuestros colegas abatidos, apenados, desilu­
la guerra franco-prusiana. Keltie reclamó una transformación si m ila r en Gran sionados, casi literalmente carentes de esperanza, no sólo sobre la geografía
Bretaña. Estaba, sobre todo, interesado en la forma de llevar a cabo el pro­ tal como es hoy día, sino respecto de cómo habrá de ser en el futuro.
yecto: cómo crear cátedras y cursos formales en las universidades, cómo Induso hay algunos que ya han tirado la toalla: probablemente habrán visto
formar profesores que pudieran enseñar en los colegios de manera que se
esa triste y sombría obra de Eliot Hurst que decidió llamar «La Geografía
mantuviera un flujo continuo de estudiantes de segundo grado. Pero ¿qué no tiene ni existencia ni futuro». ¡Qué toque de clarín! Y todos ustedes
iban a enseñar y a investigar? La respuesta la dio la geografía de Richthofen, saben que no es el único, que nuestras bibliotecas están siendo ocupadas
brillante y polémicamente interpretada por Halford Mackinder en una con­ por confesiones de fracaso pesimistas y a menudo autobiográficas de los cabe­
ferencia pronunciada ante la Real Sociedad Geográfica de Londres en enero zas de fila de los últimos treinta años. Al mismo tiempo, muchos de aquellos
de 1887: «Sobre el objeto y método de la Geografía». Su influencia fue que continúan trabajando en d viñedo parecen incapaces de ponerse de

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534 Antología de textos D. R- Stoddart 535

acuerdo sobre si están recogiendo las uvas o arrancando las cepas. En lugar más conocido de los dos, ya que el joven Humboldt viajó con él, descen­
de tratar de conseguir las finas cosechas del centenario que serían de espe­ diendo el Rin y dirigiéndose a Inglaterra en 1790. Fue la narración etno­
rar, parecemos estar cohibidos (hablando en términos metafóricos) por los gráfica de Georg la que estimuló a Humboldt para emprender su gran expe­
partidarios de la prohibición y por los abstemios de la profesión. dición suramericana y, en última instancia, escribir el Cosmos.
Quiero decir en esta ocasión, con toda franqueza, que ha llegado el mo­ El libro de Johann Reinhold es, en mi opinión, el más impresionante:
mento de hacer un llamamiento para que este proceso se detenga. Necesi­ Observaciones realizadas durante un viaje alrededor del mundo, sobre geo­
tamos poner de manifiesto que la geografía está viva y goza de buena salud, grafía física, historia natural y filosofía ética, y en especial sobre 1. La tierra
que los descontentos hablan sólo para sí mismos, que custodiamos una de y sus estratos. 2. El agua y el océano. 3. La atmósfera. 4. Los cambios del
las mayores tradiciones de investigación intelectual, que se remonta a la globo. 5. Los cuerpos orgánicos y 6. Las especies humanas. El subtítulo
más remota antigüedad y que ha sido poderosa y vibrantemente reforzada enuncia su programa de investigación, el perímetro de su geografía. Se po­
por los desarrollos de los últimos cien años que acabo de esbozar. drá decir que se trata sólo de geografía física. Evidentemente, salvo el apar­
Muy bien, me dirán, pero ¿cómo ha podido ocurrir esto? ¿Cómo hemos tado 6. Lo importante es que para Forster los límites de la geografía venían
llegado a esta situación? ¿Por qué algunos de los principales miembros de dados por el mundo que le rodeaba, su tierra y sus hombres, o como dice
la disciplina están abandonando aquello por lo que todos hemos venido tra­ el hbro de Sauer, tanto Tierra como Vida. El entramado filosófico de Forster
bajando colectivamente durante el curso de nuestras vidas ptbfesionales? procede de Immanuel Kant — un entramado que tiene una profunda influen­
Voy a ofrecer, primero, un diagnóstico y, después, un pronóstico.
cia en geografía a lo largo de toda su historia reciente, en especial en La
Primero el diagnóstico. Existe una razón fundamental para los descon­
naturaleza de la Geografía de Hartshorne. Es un fundamento que no voy
tentos actuales. Es una razón que muchos de los geógrafos que se encuen­
a tratar de exponer. Lo que me importa subrayar es que, cuando Kant es­
tran en este estado de ánimo no desearán oír, y es dudoso que alguno de
cribió sus conferencias de Geografía física, vislumbró un tema que estaba
ellos sea algún día capaz de aceptarla. Es simple y directa y procede del
hecho de que el horizonte intelectual que esas personas identifican como muy lejos de quedar confinado en los hechos del mundo físico. Su geografía
geografía, ya no es en absoluto, para mí, identificable como tal. Estas son física, al igual que la de Forster, no se oponía a la geografía humana, como
palabras duras, y pretenden serio, pero al pronunciarlas quiero dejar claro ocurre hoy día, más bien la envolvía. La geografía física para Kant era sim­
que estoy muy lejos de pretender realizar una acusación de desviación sobre plemente un campo de conocimiento bastante distinto, por ejemplo, de la
cualquier tipo de definición rígida de lo que es o no es la geografía (Sauer, historia o de la ciencia política.
en particular, saltaría en su tumba si yo fuera capaz de sugerir algo tan Es a esto a lo que yo hamo la gran tradición de nuestra disciplina. No
burdo). Trato más bien de argumentar sobre el hecho de que si la geografía debemos dejamos confundir por los interminables debates, propios de una
se encuentra, en el curso de los ochenta, en la mísera situación en la que disciplina académica que está naciendo, sobre las regiones, el paisaje, el de­
está, se debe a que demasiados colegas nuestros, o bien han abandonado, terminismo o el posibilismo, e incluso, para ser más exactos, sobre fenome­
o bien han fracasado al identificar lo que yo considero la razón de ser cen­ nología, estructurahsmo, conductismo y todo lo demás. Sospecho que, den­
tral de nuestra disciplina y, por tanto, su función evidente en el campo tro de una década, estas etiquetas nos parecerán tan triviales y pedantes
del conocimiento. como le parecieron a Sauer, hace cerca de medio siglo, Hartshorne y sus
Voy a desarrollar esta idea, porque si mi razonamiento es en algún modo preocupaciones. Para Forster había geografía, una geografía, la geografía.
correcto, las dificultades que atravesamos en la actualidad son, a la vez, más Y no sólo para Forster, sino también para Humboldt, Ritter, Ratzel, Richtho­
profundas que las apuntadas por algunos de nuestros envejecidos, cansados fen o Hettner, para quienes las murallas chinas que habían de encerrar
y desilusionados colegas, pero también — otra paradoja— más fácilmente nuestro objeto de estudio no existían. Cada uno de estos hombres trabajó
solucionables. por igual, y con similar éxito, a través de la diversidad de lo tierra y de
Tomo como núcleo intelectual de la geografía la organización del mundo la vida.
en un armazón comparativo y analítico que caracterizó a los filósofos y Para muchos — quizá demasiados— geógrafos actuales ya no ocurre así.
humanistas de la Ilustración. Los hombres estaban explorando el mundo Nos llamamos a nosotros mismos no sólo geógrafos físicos o geógrafos hu­
en el que vivimos de una forma completamente nueva, recopilando, mi­ manos, sino biogeógrafos, geógrafos históricos, geógrafos económicos, geó­
diendo, comparando, generalizando, con los nuevos medios del racionalismo. grafos urbanos, geomorfólogos. Cada uno de nosotros desarrolla su propia
Destacaron entre ellos los Forsters, padre e hijo, naturalistas que partici­ especialidad, sus propias técnicas, sus propios conceptos teóricos. Y tiene
paron en el segundo viaje de Cook. Johann Reinhold, el padre, era un hom­ que ser necesariamente así si queremos dejar nuestra huella en el saber. Lo
bre áspero, difícil, desagradable y brillante, al que la Geografía debe su que desapruebo no es esta especializadón dentro dd campo — no podemos
posterior desarrollo en el siglo xix. Georg, el hijo, es, hasta cierto punto, el ser polifacéticos— , sino sus consecuencias. Y la prindpal de entre ellas es

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536 Antología de textos D. R. Stoddart 537

que, para demasiados de nosotros, la idea central de la geografía — una geo­ simplemente, una consideración de mercado. Concluye, por tanto, que, hasta
grafía, la geografía— ha desaparecido. cierto punto, la geografía humana y la geografía física son dos disciplinas
Este hecho se puede explicar de muchas maneras, además de por las separadas, cuando no independientes. Y queda un muy pequeño paso que
meras divisiones académicas del trabajo. Una de ellas es el acto, esencial­ dar antes de que anuncié que, para él, los términos geografía y geografía
mente político, por el que la geografía fue introducida en las universidades. humana son sinónimos e intercambiables. Consigue, con este juego de ma­
En Inglaterra, sus mayores cultivadores fueron naturalistas, especialmente nos, hacer desaparecer, sin más, a la geografía física.
zoólogos. Tuvo que manifestar una particular cautela hacia la geología por Hay un doble peligro en esta situación. El primero es que, fuera de una
motivos obvios de solapamiento. Por encima de todo, tuvo que mostrarse trama más general, la geografía física pierde su coherencia. Nos convertimos
intelectualmente respetable, lo que significa ser científica. Dé ahí procede en especialistas en edafología, en climatología, en geomorfología, en biogeo-
el temprano énfasis que se puso en la geomorfología y en el estudio del grafía, más orientados hacia las disciplinas afines que hacia un núcleo común.
clima y la falta de interés por estudiar al hombre. Después de todo, el apa­ Dicho en pocas palabras, la geografía, en el sentido en que la entendían
rato conceptual disponible estaba preparado para los aspectos científicos de Forster y Humboldt, desaparece. Es verdad que se han llevado a cabo mu­
la cuestión, mientras que los procedimientos de las ciencias humanas se chos esfuerzos para evitar que así suceda haciendo geografía física «aplicada»
encontraban en un estado mucho más endeble y preliminar. De la misma — ya que no es difícil demostrar la utilidad práctica de estudios tales como
manera, en Francia, Vidal de la Blache tuvo que abrir un camino autónomo los perfiles de pendientes, la erosión litoral o el control de avenidas— . Pero,
para su tipo de geografía, en competencia con Durkheim y la ciencia social, de hecho, este tipo de justificación se dirige de forma pragmática al mundo
por un lado, y los historiadores, por el otro. Febvre nos contó toda esta en general y no, en un sentido intelectual, a los geógrafos humanos; no
historia en ha Tierra y la evolución humana, un hbro que los geógrafos han contribuye en nada a resolver los problemas que tenemos planteados como
interpretado siempre mal, tanto en él momento de su aparición como más geógrafos.
tarde: quizá si los geógrafos hubiéramos entendido lo que Febvre estaba El segundo peligro es incluso mayor. La geografía humana entendida
diciendo tan alto y tan claro podríamos haber evitado las trampas de ele­ como ciencia exclusivamente social pierde su propia identidad — tiene que
fante que él y muchos otros estaban enterrando a lo largo de nuestro ca­ competir con la sociología, con la economía, con la antropología— , pero en
mino. Y ambas orientaciones fueron separadas la una de la otra por una su favor, no en el nuestro. No puede, en este sentido, extrañar que los geó­
temprana insistencia en un determinismo simplista acorde con las ideas deci­ grafos humanos estén ahora hablando en el lenguaje y con las categorías de
monónicas de causalidad, en especial en los Estados Unidos, situación bri­ Giddens, y que hayan abandonado los que les son propios.
llantemente analizada por John Leighly. En algún lugar de este camino, hemos perdido la visión del mundo en
El resultado es suficientemente claro. Dentro de la geografía hablamos el que vivimos. Hace treinta años era nuestra principal preocupación. Los
lenguajes distintos, hacemos cosas muy diferentes. Muchos han renunciado resultados de aquel congreso memorable sobre Man's Role in changing the
ya a lá posibilidad de comunicarse con colegas que trabajan no sólo dentro Face of the Earth {El papel del hombre en el cambio de la faz de la tierra)
de una misma denominación disciplinar, sino también en el mismo departa­ fueron publicados el año en que empecé mis estudios de licenciatura en Cam­
mento. Los geógrafos humanos piensan que sus colegas de geografía física bridge. Cari Sauer desempeñó un papel fundamental en la organización del
son ingenuos desde el punto de vista filosófico; los geógrafos físicos creen congreso y, en un alto grado, refleja los valores y los puntos de vista de la
que los geógrafos humanos carecen de rigor, ha Geografía — la de Forster, geografía de Berkeley en aquella época. Se trataba de un Hbro acerca del
la de Humboldt, la de Mackinder— ha sido abandonada y olvidada. Y re­ medio físico y de la relación del hombre con él, en una escala amplia y pano­
sulta inevitable que transmitamos esta situación a nuestros estudiantes. No rámica. Leyéndolo, se sentía el polvo en los ojos, la arena entre los dedos,
puede extrañar, por tanto, que el mundo se pregunte qué es lo que hacemos. la sal salpicar la cara. Es el mundo real palpable, tangible, poblado por hom­
Para que no se crea que exagero, se puede ilustrar y desarrollar lo que bres y mujeres reales que lo han transformado.
he dicho con ayuda de la literatura al uso. Es muy necesario hacerlo, porque Me sigue llamando la atención coger entre las manos libros y revistas
todos saben que es cierto. Tómese, por ejemplo, la historia de la geografía actuales que se llaman a sí mismos geográficos, que a menudo realizan enor­
humana angloamericana desde 1945 de R. J . Johnston. E l autor omite hacer mes esfuerzos en favor de este u otro particular tipo de geografía, y encon­
cualquier consideración de geografía física y exphca sus razones para ello. trarlos totalmente desprovistos de cualquier interés semejante. Con frecuen­
En primer lugar, encuentra que los vínculos entre geografía física y geo­ cia tratan del espacio más que del lugar, de lo que ellos llaman agentes
grafía humana son «tenues». En segundo lugar, se declara incompetente humanos más que de personas, de categorías abstractas y símbolos numéri­
para escribir acerca de geografía física, cosa que puede ser cierta. Y , en cos más que de situaciones concretas y de la tantas veces cruda realidad.
tercer lugar, cree que la geografía física carece de importancia en los depar­ Muchos de estos estudios se restringen al estrecho horizonte de las áreas
tamentos universitarios americanos de geografía, lo que constituye, pura y y situaciones urbanas e industriales anglo-americanas, donde quizá les resulte

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más fácil a los autores persuadirse de que el mundo físico no existe. Los final de nuestros esfuerzos, como se suele decir. Todo el mundo reconoce la
geógrafos han olvidado — y resulta extraordinario tener que decirlo así— calidad de obras como, por ejemplo, el «Tablean» de geografía de Francia
que algunas partes de la tierra son altas y otras bajas; que algunas son de­ de Vidal de la Blache o la Gran Bretaña y los mares británicos de Mac­
sérticas, otras boscosas, otras herbáceas, o están cubiertas por el hielo. kinder. Por mi parte, tengo una predilección especial por Los fundamentos
Parece que ya nadie menciona en nuestros días que las dos terceras partes geográficos de China de Cressey, o por el Japón de Trewartha y por la
de nuestro planeta están ocupadas por el mar. Esas son las categorías ele­ India y Pakistán-de. Spate. Pero, una vez escritos — y su alcance debe ser
mentales de la existencia humana con las que tiene que ver la geografía. relativamente finito— , ¿qué puede hacerse con estos libros? Creo que tene­
Son también las categorías de Forster. Y , además, está la sexta parte del mos un trabajo más importante que hacer para el cual estas narraciones
Hbro de Forster. Algunas partes del mundo están virtualmente vacías y otras regionales nos sirven realmente como trama ordenadora. Esa labor consiste
están hacinadas más allá de toda medida, y en un progreso de hacinamiento en identificar los problemas geográficos, producto de la relación del hombre
todavía mayor. La geografía tiene que ver precisamente con esto: la diversi­ y el medio dentro de las regiones, problemas que no son de geomorfología,
dad de la tierra, sus recursos, la supervivencia humana en el planeta. o de historia, o de economía, o de sociología, sino problemas que son geo­
Vidal de la Blache escribió en alguna ocasión que no podía concebir una gráficos: y consiste también en utilizar nuestra capacidad de trabajo para
geografía sin el hombre. Estoy de acuerdo con él. Pero, de la misma mane­ aliviarlos, quizá para resolverlos. La geografía regional ayuda a identificar y
ra, yo no puedo concebir una geografía en la que no esté presente la tierra a especificar estos problemas; es, sin embargo, el principio más que el final.
y la relación del hombre con ésta. Todo el mundo no es igual a Omaha Voy a ilustrar mi razonamiento con una referencia a la geografía de
(Nebraska) o Luton (Inglaterra). Si así fuera la geografía sería un objeto Bangladesh — un lugar donde el medio físico tiene mucho peso— . Este pe­
de estudio mucho menos interesante de lo que realmente es. El hecho de queño país ocupa los deltas imbricados de los ríos Ganges y Brahmaputra;
pretender que todo lugar se asemeja a Omaha o a Luton es el que ha con­ el territorio se encuentra atravesado por una red de canales de distribución
ducido a la geografía al lugar en el que se encuentra. Ha ido, en efecto, que pueden llegar a tener 30 km. de ancho, pero que, a menudo, apenas
perdiendo sus características distintivas, su función histórica, su atractivo. alcanzan los cinco metros de profundidad. Los dos ríos tienen un caudal
Nadie puede sorprenderse de que la gente no encuentre ninguna utilidad medio anual conjunto de 31.000 m3/segundo, el segundo más importante
en una geografía que no les dice nada del mundo en el que viven, ni de que, del mundo después del Amazonas. A causa del monzón, la variabilidad esta­
una tras otra, las grandes universidades del país estén llegando a la misma cional es enorme, un coeficiente 20 en el caso del Ganges y 60 en el caso
conclusión. Semejante orientación de la geografía simplemente refuerza la del Brahmaputra. Cuando la descarga es alta, los ríos circulan a más de
ignorancia pública del mundo en el que vivimos, alimenta los prejuicios 5 m. por segundo, de manera que muy extensas áreas del delta inferior
nacionales e internacionales y desgasta nuestras oportunidades de mejorar están totalmente cubiertas de agua, con pueblos que aparecen como islas
la calidad de nuestras vidas: es una orientación que no nos podemos permi­ sobre pequeñas elevaciones. Con una carga sedimentaria en suspensión esti­
tir seguir. mada en 2,2 X 109 toneladas por año, los dos ríos juntos alcanzan el primer
Puede decirse que son bonitas palabras, pero que cómo se puede hacer lugar en el mundo en lo que se refiere a acumulación fluvial y de ahí, natu­
algo en este sentido. Cabe preguntar si se trata tan sólo de un nuevo llama­ ralmente, que se haya formado el delta. Una gran parte de la costa occi­
miento para volver a la geografía regional. Si así fuera no sería el primero, dental sigue cubierta con mangles (los Surdarbans que cubren 420.000 km2
puesto que otros han hecho ya el mismo diagnóstico (como, por ejemplo, constituyen el mayor manglar del mundo), pero, en el este, los mangles
Robert Steel, John Fraser Hart o B. H. Farmer). Se me puede recordar hace tiempo que han desaparecido con el objeto de obtener leña, madera de
también que nos costó mucho desterrar el didactismo estéril de cabos y construcción o de dejar sitio a la tierra agrícola. Por su parte, la costa es
golfos. De hecho no veo ningún mal, sino más bien una ventaja, en saber a la vez de gran amplitud mareal, con pleamares que alcanzan los 9 m.
dónde se encuentra uno sobre la superficie de la tierra. Aprendemos el alfa­ en las primaveras. Está afectada, además, por depresiones ciclónicas de ca­
beto, el vocabulario, la sintaxis, la gramática, sin protestar, simplemente rácter catastrófico que provocan inundaciones de las llanuras costeras. El
para ser capaces de comunicamos. Nunca he oído a nadie hablar a favor ciclón de 1970, que dio lugar a una onda de temporal de 10 m. de altura,
de suprimir estas materias. La localización, la posición, la distancia, he aquí tuvo como resultado 280.000 muertos, y es considerado el mayor desastre
las piedras sillares básicas sobre las que edificar. Todo depende de lo que natural del mundo en términos de consecuencias humanas: un aconteci­
hagamos con ellas, pero no se puede hacer gran cosa si se ignora lo que son miento de este tipo tiene en Bangladesh un intervalo de recurrencia de
y lo que significan. aproximadamente 300 años. Y un acontecimiento de este tipo hace más
Las ponemos en orden para conocer el mundo en el que vivimos. Para incisiva la frase atribuida a Charles Fisher en el sentido de que los debates
construir geografía regional. Para mostrar la diferencia entre los lugares. No académicos acerca del determinismo físico tienen un sentido distinto cuando
creo, sin embargo, que la descripción regional sea necesariamente el objeto se está trabajando en la carretera de Burma (como a él le ocurrió) que cuan-

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do se está en el bar del hotel Raffles de Singapur (de lo que, sin lugar a
dudas, también tenía experiencia). Voy a describir un proyecto para las tierras litorales, el área más ex­
Pero Bangladesh es también un lugar muy humanizado, uno de los paí­ puesta a la devastación por los ciclones y por las ondas de temporal, donde
ses más pobres del mundo. Con un PNB «per capita» y año de menos de se deben proteger vidas humanas y salvaguardar las tierras de labor de la
100 dólares USA, ocupa el lugar 126 en el mundo, de acuerdo con las esta­ salinización. El primer esfuerzo para conseguirlo se llevó a cabo a través
dísticas de las Naciones Unidas. La clave de esta situación radica en el creci­ de lo que se puede llamar la solución holandesa, es decir, la creación de
miento de población. Durante siglos la población ha oscilado entre 15 y polders enormes con diques de tierra, con una altura media de 5 m. y una
20 millones de personas, mantenida en este nivel por los clásicos frenos longitud total de 3.650 km. Constituyen en conjunto la mayor construcción
malthusianos del hambre y la enfermedad. Se ha demostrado, de forma de tierra del mundo y hay que reconocer que la totahdad fue transportada
significativa, que es más fácil controlar la tasa de .mortalidad que la de nata­ por las mujeres sobre sus cabezas. Cabe preguntarse qué tipo de calidad de
lidad. La primera cayó de 40-45 por 1.000 en 1920 a 18 por 1.000 en 1977, vida es aquella que requiere semejante empeño y qué tipo de relaciones
mientras que la segunda ha permanecido alta y estable en niveles de 45-50 entre el hombre y la tierra se dan alH donde empresas de esta magnitud se
por 1.000. E l resultado ha sido un incontrolable crecimiento de población justifican simplemente por el hecho de ofrecer a millones de personas algo
con tasas que se acercan al 3 por 100, lo que supone una duplicación de la que hacer. El programa fue llevado a cabo con ayuda extranjera y demostró
población cada 25 años. En comparación con el principio de siglo, al final ser de demasiada envergadura como para que campesinos de los lugares
del mismo vivirán en el área de Bangladesh 100 millones de personas más: más remotos de Bangladesh fueran capaces de asegurar su mantenimiento.
Los diques eran demasiado largos y su mantenimiento demasiado caro; in­
Fecha Población (millones) Densidad por km2 cluso el manejo de las más sencillas compuertas resultaba demasiado com­
plejo. La desmoralización cundió cuando la inundación marina de 1970
1900 ..................................... 30 215 desbordó los márgenes, convirtió los polders en lagos salados y ahogó a
Actualidad............................ 100 740 muchos de aquellos que habían creído que sus vidas estaban ya a salvo.
2000 ..................................... 130 950 Se sugirió entonces que la línea de costa podía ser considerablemente
20i20 ..................................... 170 1.250 protegida con la restauración natural del cinturón de mangles. El manglar
ofrecería una protección natural contra las olas, el viento y las ondas de
Se puede expresar de otra forma: en 1900 cada persona disponía de temporal. Tendría, además, la ventaja de suministrar madera y leña (libe­
59 X 59 m. de superficie; hoy día, ésta se ha reducido a 30 X 30 m.; y rando, en este último caso, el excremento de vaca para que pudiera ser uti­
hacia 2020 será tan sólo de 25 X 25 m. A medio plazo, el incremento lizado como fertilizante nitrogenado); podría también contribuir a estabilizar
de la población es literalmente incontrolable; las estadísticas sobre estruc­ nuevo suelo, promover la sedimentación y, por último, permitir la transi­
turas demográficas ponen de manifiesto que el 53 por 100 de la población, ción de la madera al arrozal; los propios mangles suministrarían abundantes
es decir, 45 millones de personas, tienen menos de 19 años y, por tanto, subproductos, como, por ejemplo, miel, crustáceos y pesca. El Servicio Fo­
van a entrar en los grupos en edad de reproducción. Las proyecciones guber­ restal de Bangladesh llegó a la conclusión de que la especie Sonneratia
namentales creen que se va a triplicar en el año 2000 el tamaño de estos apétala era la más apropiada para la repoblación: sus semillas se siembran
grupos de 20 a 49 años, grupos formados por personas que ya han nacido. y germinan en almácigas y, después, se transplantan exactamente de la
Al mismo tiempo, el total de la tierra cultivada en el país permanece misma forma que hacen los agricultores locales con los plantones de arroz.
básicamente estable, en torno a los 10 millones de hectáreas. La única razón Desde 1980 se han plantado aproximadamente 10.000 Ha. por año, siendo
para que el país no se colapse es la ayuda extranjera, que alcanza, actual­ la superficie total actual nuevamente aforestada de 65.000 Ha. Como em­
mente, el billón de dólares USA. No es de extrañar que el ministro de Plani­ presa de aforestación el esfuerzo ha cosechado un enorme éxito.
ficación termine su introducción a un reciente plan provisional con las pala­ Ciertamente los problemas son inmensos. Hay problemas a corto plazo,
bras «¡Que Dios nos ayude!». Para Bangladesh esta expresión es algo más de propiedad de la tierra, en particular en el momento de transición a la
que una invocación islámica: parece realmente que Dios está mirando hacia agricultura, cuando los controles del mundo rural de Bangladesh — poder,
otro lado. dinero y corrupción— alcancen su máximo. Existe la posibilidad de que,
Estos son los elementos de la geografía tradicional. Si yo estuviera escri­ como ha ocurrido en otros proyectos de desecación mediante mangles, se
biendo una geografía regional de Bangladesh seguramente los incluiría to­ desarrollen suelos ácidos sulfatados que resulten inútiles para la agricultura.
dos, aunque no en el orden tradicional. Pero, como geógrafos, necesitamos Existe el temor, a largo plazo, de que, a medida que el programa vaya
hacer algo más: no es bastante con estar atentos y describir. Debemos pre­ teniendo éxito, cada vez más gente caiga en la trampa de irse a vivir a las
guntarnos qué se puede hacer. zonas de costa que son las que corren mayor riesgo de verse afectadas por
los ciclones, y de que las medidas de prevención y protección de los mismos

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no resulten ser las adecuadas para las expectativas suscitadas en áreas tan el racismo, la guerra, la intolerancia y la opresión; debe desmentir las false­
remotas. Y lo más importante de todo: un proyecto como el descrito, aun­ dades que resultan de la ignorancia, de la opresión y del egoísmo.
que constituya una fuente de materias primas madereras, energéticas y ali­ Mi visión, por tanto, y de nuevo de forma paradójica, es, en este sen­
menticias, e incluso de nuevo suelo agrícola — el más escaso de todos los tido, una visión muy conservadora, que encuentra sus raíces en el pasado.
bienes— , no tiene absolutamente ningún efecto sobre el mayor de todos Pero está en las antípodas de constituir una geografía obsoleta. Se trata de
una geografía real — que se reafirma como geografía unitaria, basada en
los problemas, el del crecimiento descontrolado de la población.
Forster y Humboldt, y al mismo tiempo una geografía comprometida, que
Este problema permanece irresoluble por un conjunto de razones. Algu­
trata de hacer honor a las aspiraciones de Kropotkin. Es una geografía
nas son de carácter social y tienen que ver con la aceptación de las políticas
que mira hacia el futuro, y el futuro está todavía en nuestras manos para
de control de nacimientos por parte de una población islámica en una alta
poder construirlo bien. Es una geografía que nos enseñará las realidades
proporción, predominantemente rural, virtualmente analfabeta e inaccesible,
del mundo en que vivimos, cómo vivir mejor en él y con los demás. Es una
en la que la situación de las mujeres pone de manifiesto que aquellos que geografía que debe enseñar a los que nos son próximos, a nuestros estu­
más necesitan la asistencia son los menos receptivos a ella. Otras tienen diantes y a nuestros niños, cómo entender y respetar el diverso patrimonio
carácter técnico y se refieren a que los métodos a través de los cuales el terrestre. He aquí palabras familiares, parte de la enseñanza de Sauer du­
control debe ser efectuado no están resueltos. Hay razones de tipo admi­ rante los años de Berkeley y la razón de ser y el sentido de la obra El papel
nistrativo que atañen a la provisión e incluso a la utilización de los fondos del hombre en el cambio de la faz de la tierra.
con fines de control. En el Primer Plan Quinquenal, los programas de con­ Sauer pensaba que estas cuestiones eran urgentes hace tres, cuatro o
trol de población apenas fueron financiados con 0,5 dólares USA por per­ cinco decenios. Son mucho más urgentes ahora. Si como geógrafos somos
sona. Esta cifra ha subido a 2 dólares, pero incluso esta menguada cantidad capaces de mantener la cabeza hbre de nuestras variadas preocupaciones del
no ha podido ser gastada por razones estructurales: algunos años el 25 por momento, podremos vislumbrar mejor la crisis que hemos sufrido durante
100 de los fondos disponibles para control de nacimientos no han sido nuestras vidas profesionales. La historia de la población del mundo es, en
hecho efectivos. Como resultado, en algunos distritos litorales, los Planes grande, la descrita para Bangladesh: en 1759, en la época de Cook, 730 mi­
ofrecen la posibilidad de menos de 0,5 preservativos por persona y año. llones; en 1850, durante los tiempos de Darwin, 1.200 millones; en 1950,
Por tanto, ni siquiera el programa de repoblación con mangles puede salvar en el momento de El papel del hombre..., 2.500; en 1986, hoy día, 5.000
a Bangladesh del desastre. millones; y al final de este siglo, 6.000 millones. A medida que la población
De manera que la geografía de Bangladesh es literalmente una geografía crece, la distribución cambia, siendo el continente asiático el que con mucho
de la vida y de la muerte. Está dominada por los enunciados de nacimiento, soporta la mayor proporción de incremento del siglo xx.
reproducción y mortalidad; por la necesidad de encontrar alimentos sufi­ ¿Qué debe hacerse? Los viejos mecanismos tradicionales de control— de­
cientes para sobrevivir; por la presencia constante de la enfermedad: lepra, sastres, epidemias o hambrunas— no son opciones políticas ni admisibles
elefantiasis, diarrea, malnutrición y desnutrición. Es un país ampliamente ni viables para estabilizar la situación, y tampoco lo son las perspectivas de
dominado por los prejuicios y por la tradición (según el punto de vista que guerra nuclear o de pandemia vírica. La gente tiene que ser alimentada si
se adopte), por la corrupción, la crueldad, la miseria desesperada y la degra­ se quiere prevenir la sublevación social. Hay posibles soluciones técnicas del
dación humana. Pero es, también, un país que realiza heroicos esfuerzos tipo de las que el propio Sauer vislumbró. Mientras tanto, el equilibrio
para ganarse la forma de vivir, sobre todo gestionando y cambiando la faz medioambiental ha sido roto. La selva tropical ha sido destruida a un ritmo
de la tierra en Bangladesh. de 1.200 hectáreas por hora. La lluvia ácida mata los bosques templados
La conclusión que saco de esta escueta presentación es que no existe y convierte en tóxicos lagos y ríos. A causa del efecto invernadero, el cas­
una geografía física de Bangladesh separada de su geografía humana, siendo quete polar se está fundiendo y el nivel del mar en el conjunto del planeta
la recíproca aún más cierta. Una geografía humana divorciada del medio aumentará en los próximos cien años a un ritmo de 0,5 a 2 metros. Hechos
físico constituye pura y simplemente algo carente de sentido. como éstos son los que deben inspirar nuestras preocupaciones profesiona­
Para ser más exactos, la geografía que defiendo es una geografía que les como geógrafos.
merece la pena, y que conduce a otro punto central de mi razonamiento en Debo decir con' franqueza que tengo muy poca paciencia con los que
relación con la continuidad histórica de aquello que nos atañe. Hace poco se autodenominan geógrafos e ignoran estos desafíos. No puedo tomar en
más de un siglo que Piotr Kropotkin, sobrino del Zar y eminente anarquista, serio a aquellos que promueven como temas dignos de investigación cues­
escribió, mientras estaba en prisión en Francia, su notable ensayo: «Lo que tiones tales como las influencia geográficas en el cine canadiense o la distri­
la geografía debe ser». Debe ser un conocimiento que suministre medios bución de las expendedurías de comida rápida en Tel-Aviv. Tampoco quiero
para engendrar sentimientos dignos en la humanidad; debe luchar contra dedicar mucho tiempo a lo que sólo puedo calificar de autoindulgencia

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chauvinista, nuestra obsesión contemporánea por las minucias de nuestra
rica y urbanizada sociedad: la financiación de viviendas, las pautas electora­ tuales (con lo que no quiero significar las políticas evanescentes de Thatcher,
les, las ayudas gubernamentales para esto o para quello, y cómo conseguir Reagan o Gorbachov). Necesitamos recordar el carácter banal y aburrido
más ayudas. No nos podemos permitir el lujo de dedicar tanta energía a de mucho de lo que ha figurado como investigadón geográfica en los últimos
cosas marginales. Entretengámonos, si se quiere, pero por lo menos estemos veinte años. Necesitamos recordar espedalmente la desilusión de muchos
atentos a si Roma se está quemando mientras tanto. de nuestros colegas, que ha minado nuestra autoestima profesional y d en­
Nuestro saber se formalizó como disciplina académica precisamente en tusiasmo de nuestros estudiantes.
el momento en que tenían lugar sobresalientes cambios en la transformación La geografía se ha ocupado siempre del territorio y de la vida. Hora
de nuestro mundo. Estos cambios han tenido un carácter conceptual, pro­ es ya de retomar al mundo grande y amplio, de reencontrar su retos y
fesional, organizativo, tecnológico y social, han sido asombrosamente recien­ de reencontrarlos en una forma que hubieran aprobado Forster, Humboldt
tes y se enfrentan con la espiral de población que escapa a todo control. y Cari Sauer.
Asusta recordar que hace sólo treinta años, en el primer capítulo de El papel
del hom bre..., E. A. Gutkind calificara como «megalomaníaca» la idea de
reconocer la tierra situando en su órbita satélites espaciales: prefería la tec­
nología del avión biplano de Wright que le era más familiar; era tan sólo
un año antes de que el primer Sputnik fuera situado en el espacio.
Se deduce fácilmente de esta anécdota que la gente que fundó nuestra
disciplina — gente como Griffith Taylor, Ellsworth Huntington o L. Dudley
Stamp, por no dtar más que a tres— vivieron en un mundo muy diferente
del nuestro. Juzgados con valores presentes, quizá fueran conceptualmente
ingenuos y técnicamente poco sofisticados: sería desastroso que no hubiéra­
mos adelantado nada desde ellos. El propio Sauer sería el primero en reco­
nocer la obsolescencia de algunas de sus conjeturas sobre los orígenes de
la agricultura, con la aparidón de la datadón a través del C14, la palinología
tropical y la mayor información de la que disponemos hoy sobre la mayor
complejidad de los cambios climáticos durante d Pleistoceno. Pero estos
addantos no justifican el divertido desdén con d que muchos geógrafos
actuales consideran a los pioneros, como simpáticos viejos chochos en el
mejor de los casos, pero ni la mitad de inteligentes de lo que nosotros somos.
En realidad, se atrevieron a hacer algo que nosotros, con nuestra sofistica­
ción, raramente hacemos: se formularon las grandes preguntas, sobre el hom­
bre, sobre el territorio, sobre los recursos, sobre d potencial humano. No
hay mejor ejemplo de esto que Sauer con su intrépidas especulaciones acerca
dd fuego, de la fundón de la costa, dd origen de la agricultura. Necesitamos
recordar que la ciencia tiene que hacerse preguntas atrevidas como éstas.
Ya no nos hacemos este tipo de preguntas: pero éstas permanecen. En
gran medida, gente distinta de los geógrafos se las está formulando ahora,
y las está contestando. Resulta asombroso pensar que haya sido Leroy
Ladurie y la escuda de los Annales los que hayan dirigido toda la investiga­
ción sobre las rdadones del clima y de la historia. Braudel escribe lo que
es, de hecho, geografía, aunque sin mapas, y la llama historia: los geógrafos
históricos le siguen los pasos en respetuoso homenaje. Se pueden multipli­
car los ejemplos sin fin.
Necesitamos elevar las miras de la geografía; abordar los problemas
reales; adoptar el punto de vista más amplio; hablar alto, por end-
ma de nuestras fronteras disciplinares, sobre las grandes cuestiones ac­

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