INTRODUCCIÓN A LA

GEOGRAFÍA HUMANA
Antoine Bailly
 1 . Geografía humana:

asado y presente

«A la geografía francesa nunca le han gustado las cuestiones epistemológicas» se decía

en el editorial del primer número de la revista L 'Espace Géographique en 1972. Una
década después, tal cuestión ha adquirido todos los derechos de ciudadanía, por lo que
ningún geógrafo restará importancia a la reflexión sobre los objetivos, proyectos y
modos de la disciplina, y en 1989 L 'Espace Géographique publicó un nuevo número
especial sobre la axiomática y los indicadores sociales, en el que se analizaba la
evolución de los enfoques geográficos (L 'Espace Géographique, n. 0 3, 1988).

1. Tres
cuestiones para la geografía humana

La causa de esta búsqueda se encuentra en el creciente reconocimiento de la función que la dimensión

espacial desempeña en los problemas humanos. ¿Quién no ha oído hablar de la superpoblación, del
subdesarrollo, del diálogo norte-sur, del regionalismo ...? La lista podría alargarse, y cada uno de los
temas reflejaría contrastes y posturas espaciales. ¿Acaso el papel del geógrafo no es el de producir
conocimientos útiles que expliquen el comportamiento humano en el espacio y el de analizar sus
consecuencias?
¿Por qué se disponen las distribuciones espaciales de esta o de aquella manera? ¿Cuáles son los
procesos y las prácticas que las engendran? ¿No es el espacio el elemento motor que favorece unas
distribuciones concretas o es solamente el soporte de las mismas? Muchos problemas demuestran
que el espacio es una coyuntura necesaria en todos los fenómenos humanos.
Tres interrogantes básicos nos permiten abordar este problema, ¿quién, ¿qué y dónde? La primera
interrogación trata sobre los grupos que ocupan el espacio, con sus valores, funcionamiento y
características. La segunda se refiere a las producciones de dichos grupos, tanto económicos como
sociales, gracias a las organizaciones, los recursos, la tecnología y los intercambios. En cuanto a la
tercera pregunta, aborda el problema de la localización, coordenadas y expre sión de las decisiones
tomadas por las sociedades.
 Una epistemología de la geografía
El espacio se ve, por lo tanto, como un campo de acción formado por distancias,
superficies y energía, que pueden influir en la transmisión de las informaciones. Cada grupo
utiliza de forma diferente los atributos del espacio. Cada sociedad produce así un territorio, es
decir, un espacio marcado por las creaciones y las vivencias humanas en un momento de la
historia. La territorialidad corresponde al conjunto de las relaciones que permiten a los diversos
grupos hacer va1er sus intereses en el espacio.
2. Una visión clásica de la geografía
Denominamos clásica a la visión de la geografía que da prioridad a la descripción de los hechos
para lograr la explicación mediante un procedimiento inductivo. Esta visión fue empleada por
los principales fundadores de la geografía.
2.1. La exploración
¿Por qué vamos a negarlo? Al igual que en el comienzo de la mayoría de las disciplinas, la
geografía se presenta durante mucho tiempo como básicamente empirista, en primer lugar, por
la búsqueda de información sobre los mundos nuevos, y luego por la profundización de los
conocimientos regionales. ¿Acaso no escribió Vidal de la Blache, uno de los grandes geógrafos
franceses de principios de siglo xx, geografía es la ciencia de los lugares y no de los hombres»?
En sentido etimológico no olvidemos el significado del término geografía: ciencia cuyo objeto
es la descripción de la Tierra. Así pues, esta disciplina, desde la antigüedad, gira alrededor del
conocimiento del globo y tiene cuatro enfoques:
— las grandes exploraciones para descubrir los continentes,
— la geometría para medir el espacio terrestre,
— la cosmografía para situar la Tierra dentro de los sistemas
astronómicos,
— la cartografía destinada a representar el espacio terrestre.
Sin pretender realizar una historia del pensamiento geográfico,
constatamos dos orientaciones metodológicas principales en esta búsqueda:
una geométrica y física, y la otra ligada a las características de los lugares,
pero las dos básicamente descriptivas. La geografía de Claudio Ptolomeo, de
gran éxito hasta el Renacimiento, trece siglos después, nos sirve de
ilustración: una auténtica obra matemática (con mediciones de la
circunferencia de la Tierra y sus divisiones en 360 0 por ejemplo) permite,
además, situarse mejor sobre la superficie de la Tierra y facilitó las
exploraciones. En el Renacimiento, estas orientaciones estuvieron presentes
en las cuatro partes de la Geographia Generalis de Bernard Varenius:
— la geografía matemática (cosmografía y geometría),
— la climatología (estudio de los gases, vientos
y monzones),
— la hidrografía (oceanografía y fluviología),
— la fisiografía (estudio del relieve).
Sólo a partir del siglo XVIII se disociaron las corrientes geométricas de
las descriptivas de las formas terrestres. Empleadas con fines prácticos, la
cosmografía y la cartografía se enseñarán en cátedras de matemáticas para
formar ingenieros y técnicos. A la geografía le quedará la descripción de los
itinerarios, las regiones, los países; una vía interesante en la época de creación
de las naciones contemporáneas: la historia y la geografía se asociarán para
adherirse al estudio y enseñanza de la formación de los territorios nacionales,
de sus características originales y recursos, pero abandonarán la herencia
geométrica y matemática de los siglos precedentes. El cambio de orientación
es claro, y marcará a la geografía hasta el momento actual.
2.2. De la descripción a la explicación
La geografía humana se impone gracias a dos autores, Karl Ritter y Frédéric
Ratzel, quienes ofrecen dos orientaciones: la primera denominada
determinista y la segunda calificada de ambientalista, que convierten la
disciplina en algo más que un catálogo de lugares o de descripciones de
itinerarios. Ritter (1836) insiste en la influencia del medio físico en la historia
de los pueblos: el soporte natural (suelos, climas, vegetación, . . . ) determina
las formas de implantación humana. los niveles de las civilizaciones. De esta
íntima relación naturaleza-hombre se desprende el calificativo de escuela
determinista (sobre la que volveremos en un próximo capítulo). Esta escuela
dirá, por ejemplo, que un subsuelo impermeable o permeable (en función de
la capacidad de retención de agua) determina la formación de un hábitat-
concentrado o disperso, debido a la mayor o menor densidad de manantiales

Con unas bases científicas más sólidas, el naturalista Ratzel (1897) se interesa por
la influencia del entorno sobre el hombre para evaluar las relaciones entre ambos.
La idea matriz es que todo ser vivo es producto del medio en el que vive; se
trata, pues, de precisar las leyes físicas que determinan la distribución de la
especie humana. Este enfoque era nuevo; estaba influido por los estudios de Darwin
sobre el origen de las especies y la evolución, es decir, trata sobre el entorno como
elemento motor de una evolución en la que sólo los más aptos pueden sobrevivir. Se
quería que esta geografía fuese científica, según el modelo de las disciplinas físicas,
y que dejase atrás la descripción para buscar las explicaciones.
De inmediato se vieron los límites de este ambientalismo, que reducía las
posibilidades humanas a la adaptación al medio y que hacía del hombre un ser
dependiente más del medio físico que del medio social.
Ante los excesos provocados por estos enfoques deterministas y ambientalistas,
otros estudiosos, como Vidal de la Blache (1903, 1922) quisieron desarrollar la tesis
del posibilismo: no existe una necesidad determinada por el medio geográfico,
sino, sobre todo, posibilidades, que el hombre, dueño de su elección, podrá o no
utilizar; la naturaleza propone, el hombre dispone. Así, el cazador pigmeo, el
cultivador de mandioca y el plantador de café explotan de forma muy diferente la
misma selva ecuatorial. Esta escuela posibilista se impuso con rapidez en el mundo
francófono y estuvo vigente durante muchos años. Al mostrar la diversidad de las
prácticas humanas, convertía a la geografía en una disciplina abierta a la
multiplicidad de formas de la implantación humana.
La orientación elegida sigue siendo naturalista: el entorno natural es el
elemento prioritario de los estudios, relieve, geología, edafología, clima,
vegetación, ... De ello se deduce, para poder apreciar la diversidad de los fenómenos,
la elección obligatoria de áreas de estudios de dimensiones reducidas: la región
natural, que permite reproducir Io concreto, es decir el paisaje. Deliberadamente, la
problemática es morfofuncional, ya que el objetivo es dar cuenta del espacio a través
del análisis de las formas y de las funciones a escala de las regiones naturales. Se
observan y describen esas formas que son las terrazas cultivadas, producto del
aprovechamiento de las laderas pendientes en algunas regiones asiáticas. Se las
asocia en seguida con la función del cultivo del arroz irrigado, es decir, la de
alimentar a una población rural muy densa. La búsqueda de diferenciaciones y
particularidades locales, la descripción de la heterogeneidad de los fenómenos,
prima entre las monografías regionales: se describirá el sistema de regadío en
terrazas de forma minuciosa y se presentarán las variantes locales en relación con
las especificaciones de los microentornos locales. Así se revelará la función del
espacio. Según este enfoque, son representaciones pictóricas de la realidad; son
retratos regionales realizados a través de los estudios del medio natural, de la historia
y de los géneros de vida. Se dará prioridad a los análisis de los casos particulares,
confiando en que su número permita comparaciones más generales. Así se creó la
escuela de la geografía regional, una auténtica disciplina idiográfica, centrada en
la búsqueda de Io único, del conocimiento preciso de las microrregiones y no en
Iá búsqueda de las regularidades fundamentales de los fenómenos. Sin embargo,
de tanto ajustarse a la realidad; el geógrafo tiene que alejarse de la misma para llegar
a las explicaciones generales. Se producen series de tesis, obras a menudo brillantes,
pero que transmiten una concepción enciclopedista de la geografía.
2.3. El enfoque inductivo
A pesar de sus limitaciones, esta forma de hacer geografía sigue presente en los
escritos contemporáneos, no sólo en los manuales de texto que, a través de los
programas, transmiten los conceptos clásicos de la disciplina, sino también en las
publicaciones de ciertos practicantes del enfoque morfofuncional. Así, en la obra de
George (1970 (b)) sobre los métodos de la geografía, se lee: «la geografía, la ciencia
sobre las relaciones hombre-entorno, parte de la descripción para llegar a la
explicación». «la geografía no es una tecnología, sino una observación»., «es más
un arte que una ciencia» (pág. 117).
El procedimiento básico es el procedimiento inductivo:
— la observación analítica de un área dada mediante la recogida de diversos
datos (medio natural y humano),
— la clasificación y cartografía de las morfologías distributivas de las
observaciones,
— la detección de vínculos entre los fenómenos y la explicación de las
distribuciones mediante la búsqueda de causas directas dentro del área delimitada.
Los estudios se basan, por lo tanto. en la observación detallada de la
realidad a partir de datos heterogéneos (físicos, biológicos, económicos, ya que,
según la hipótesis (a menudo implícita), la realidad geográfica de un lugar está
formada por la convergencia de múltiples procesos evolutivos. Por su propia
naturaleza, la geografía sería heterogénea, e incorporaría simultáneamente datos y
métodos de las ciencias de la Tierra y de las ciencias humanas. La búsqueda de la
exhaustividad, de la multiplicidad de vínculos entre los fenómenos, el inventario de
las asociaciones contribuye a hacer de la geografía una disciplina sintética.
Su expresión específica, además de la descripción detallada, es el mapa, medio
de representación del conjunto de los datos observables, obtenidos del medio físico,
de la población y los usos agrícolas, urbanos, industriales, comerciales del suelo, y
de los flujos que ligan dichos espacios. La concepción del atlas regional corresponde
a esta síntesis, a una escala que expresa detalladamente los sistemas de relación.
Son claras las críticas que puede suscitar un procedimiento que se basa en el
inventario de los fenómenos y que presenta como hipótesis implícitas el
naturalismo (naturaleza dada), el predominio de las relaciones naturaleza-hombre,
limitadoras de la función de las estructuras sociales. Está claro que el espacio no se
reduce al paisaje visible; los- flujos menos visibles también permiten comprender la
organización del espacio. ¿Acaso no se comprenden mejor las sociedades
contemporáneas a partir del estudio del resultado de repartir la energía y la
información en sentido amplio? La difusión de las innovaciones, de los poderes
políticos, sociales y económicos, constituye un conjunto de flujos que contribuyen
bastante a la explicación de las prácticas espaciales. Por ejemplo, ¿cómo se
entenderían las distribuciones industriales si no se acudiera a los procesos de toma
de decisiones, a la difusión de la tecnología, al mercado financiero, a las economías
externas?
 Una epistemología de la geografía
Para encontrar respuestas a las cuestiones actuales, hay que dejar atrás el
estudio de las apariencias visibles para examinar también el papel invisible que el
espacio desempeña en la vida de cada uno y en el funcionamiento de la sociedad.
3. Una visión neopositivista de la geografía
— elección de una problemática y de los hechos por estudiar;
— formulación de las hipótesis de trabajo y elaboración de una explicación teórica
de los hechos;
— confrontación de las hipótesis con la realidad observada;
— conclusión por rechazo, aceptación o modificación de las hipótesis y la teoría
que las sustenta.

Este procedimiento valora el papel de la teoría dentro de la investigación científica,

Habrá que esperar a los años treinta en los Estados Unidos para que la geografía papel que veremos en el segundo capítulo de esta obra.
renuncie a una problemática morfofuncional. Para la escuela de la geografía Veamos este procedimiento con un ejemplo clásico, el de la teoría de los lugares
cultural fundada por Sauer, la geografía se interesa por el paisaje ordenado, no por centrales, que el geógrafo alemán Christaller construyera en 1933, y que se
el paisaje natural. Los paisajes humanos son ante todo el reflejo de los mundos
culturales. Si se acepta esto, se abandona el dominio de los vínculos causales desarrollará en el capítulo 7. Para este autor, la organización del espacio, y en
entorno-hombre, para comprender las lógicas espaciales a través de los valores de concreto el espacio de las redes urbanas, descansa sobre el comercio al por menor:
la sociedad. Se buscan así las diferencias culturales que explican las prácticas
espaciales.
Sin embargo, esta corriente de pensamiento no tiene tanta importancia como
la que, en Alemania y en los Estados Unidos, puede denominarse como
neopositivista, ya que reagrupa a los investigadores que seguían de forma
simultánea dos vías diferentes:
— la búsqueda de las similitudes presentes en la diversidad de los espacios y,
a partir de éstas, de las reglas (e incluso leyes) que caracterizan la organización
humana del espacio,
— el empleo del procedimiento deductivo como herramienta científica.
Sin estar obligatoriamente unidas, las dos vías armonizan bien. Además, las dos
presentan grandes analogías con los procedimientos de las ciencias llamadas exactas.
Esta corriente neopositivista se asemeja al empirismo lógico, corriente
filosófica nacida en el círculo de Viena, al presentar un procedimiento deductivo que
no se funda solamente en los hechos observados.
Denominamos, pues, enfoque neopositivista al que, al contrario del estricto
positivismo de Comte, da prioridad a la teoría para llegar a unas reglas generales
explicativas mediante un procedimiento deductivo; insiste en el rigor científico y
emplea la observación para comprobar la teoría

3.1. El enfoque deductivo

El enfoque deductivo no parte directamente de los hechos observados en el

mundo para luego relacionarlos y comprenderlos, sino que elabora una
construcción
teórica de los procesos que supone explicativos del mundo real y, a continuación,
los confronta con la realidad estudiada para comprobar su validez. Este
procedimiento presenta las siguientes etapas:
en Alemania, entre otros, antes de 1940, y muchos geógrafos después de 1950,
siguieron esta vía de investigación: primar las similitudes más que las
originalidades; los puntos comunes más que los específicos; la unidad perceptible
a través de la diversidad de las partes de un conjunto más que la unicidad que
distingue las partes entre ellas. Así, el sur de Alemania e Iowa son muy diferentes
entre sí; sin embargo, el mismo tipo de jerarquía christalleriana organiza el sistema
urbano de las dos regiones.
La geografía se convierte en una ciencia nomotética, es decir, quiere
establecer leyes. Así, por ejemplo, insiste mucho más en las similitudes existentes
en las relaciones ciudad-campo dentro de una región dada que en los caracteres
específicos propios en las relaciones de cada ciudad. Muestra regularidades como
la disminución en la frecuencia de los desplazamientos a la ciudad con el aumento
de la distancia. Sin ignorar los casos particulares, muestra que éstos actúan a
menudo de forma aleatoria, sin poner en duda la regularidad de la tendencia
general. Esto supuso un cambio importante con respecto al punto de vista
idiográfico de la geografía regional clásica, que daba la mayor importancia a los
caracteres específicos. En cierto modo, las dos corrientes coexisten en la
actualidad, el universalismo y el particularismo.
Al primar las similitudes, la geografía relega los matices y las diferencias a
un segundo plano: tiende a esquematizar. Por consiguiente, no es de extrañar que
se sienta tentada por las construcciones teóricas. Por lo tanto, es natural que la
orientación nomotética y el procedimiento deductivo estén asociados entre los
numerosos investigadores neopositivistas. En el plano metodológico, estos dos
elementos de investigación tienen además una exigencia común: la necesidad de
recurrir al rigor formal. Por un lado, el rigor en la expresión de las fórmulas
teóricas (las hipótesis de base de la teoría de Christaller, por ejemplo); por otro, el
rigor en la elección y el análisis de los datos empíricos observados (qué datos hay
que reunir para medir las áreas de mercado y cómo sintetizarlos...). El segundo
requisito exige conocer algunos métodos estadísticos para el análisis de los
datos. La introducción de estas técnicas en geografía, a partir de 1950, a veces se
ha denominado como la «revolución cuantitativa». La revolución ya se ha
terminado, y los métodos están ampliamente difundidos; pero aún queda por
perfeccionar esta herramienta para las necesidades concretas de los geógrafos. El
primer requisito exige unos sólidos conocimientos de matemáticas puras y
aplicadas; requisito que se ha presentado recientemente y de forma más discreta,
pero puede ser fundamental. El análisis estadístico ya tiene derechos de
ciudadanía, y las matemáticas están en camino de lograrlos. Este manual
ilustrará el empleo de las matemáticas dentro de la teoría geográfica.
Esta búsqueda de construcciones teóricas, esta orientación nomotética
caracteriza los debates de la nueva geografía, resultante tanto de la crítica de la
visión clásica como de una intensa actividad intelectual renovada. ¿Va a lograr la
geografía un estatuto científico? Es lo que muchos geógrafos desean (Berry, 1971;
Bunge, 1966; Haggett, 1965; Harvey, 1969; ver además los textos de: Abler,
Adams y Gould, 1971; Amedeo y Golledge, 1975; Haggett, Cliff y Frey, 1977;
Ciceri, Marchand y Rimbert, 1977), y van a trabajar en la elaboración del cuadro
de interpretación sistemática del espacio que le falta a la disciplina. La
constitución de un cuerpo de hipótesis, el paso a la comprobación
experimental logicomatemática, la elaboración de teorías, van a caracterizar
esta nueva orientación de la disciplina, no sin suscitar diversas críticas.
La crítica más débil se refiere al temor a las novedades, en concreto al empleo
del lenguaje matemático, por el recelo con respecto a la disminución de las
hipótesis del procedimiento deductivo. La segunda crítica, con más fundamento,
se refiere a los excesos del empirismo cuantitativo, que facilita la acumulación de
información y su tratamiento por ordenador, y al carácter implícito de las
ideologías transmitidas por dicha investigación. Desarrollemos, pues, este último
tema.
4. Los enfoques radical y comportamental de
la geografía
4.1. El objeto, la problemática y la conceptualización
La nueva geografía, como cualquier otra disciplina, se expresa en un discurso.
Todo discurso, hasta el científico, constituye una formalización que corresponde
a una concepción dada, aunque a menudo sea implícita, del mundo. Esta
concepción se presenta sobre todo a dos niveles. De un lado y de manera muy
legible, a nivel de las problemáticas seleccionadas al iniciar toda construcción
científica. Por otro lado, y de forma más implícita, a nivel del-propio investigador,
como consecuencia de su acondicionamiento y opciones (conscientes o no). Una
opción es admitir la hipótesis por la que una empresa que busque una localización
quiere maximizar sus beneficios; se recalca el aspecto económico y no la búsqueda
de un poder o el satisfacer los deseos individuales del decisor (que valorará una
localización donde pueda esquiar o que despreciará una ciudad por su ambiente).
A nivel de investigador, el interpretar la palabra «coste» en un sentido
estrictame1F— te monetario o en un sentido más amplio que incluya los costes
sociales (la contaminación, la criminalidad o la desigualdad social, por ejemplo)
repercute en las conclusiones alcanzadas por un estudio geográfico.
Los enfoques radical y comportamental de la geografía desean que nos
demos cuenta de la incidencia que estas opciones tienen sobre el trabajo
científico. Toda formalización funciona siguiendo unos códigos, unos lenguajes
(medios de expresión que permiten transmitir la información), que valoran unos
 Una epistemología de la geografía
caracteres concretos de lo real a expensas de otros y que se mueven dentro de los
límites, a veces estrechos, de la práctica social. Las palabras de la lengua
francesa, los símbolos matemáticos, los signos de los mapas, todos estos códigos
representan el objeto geográfico a su manera. La interpretación es la operación
que confiere al signo su sentido y significado; así, un signo en un mapa (la trama
gris), un símbolo matemático (por ejemplo «Y»), un término (por ejemplo,
«densidad de población») se interpretan como representaciones de la cantidad de
habitantes por kilómetro cuadrado.
El procedimiento científico comparte la suerte de todo procedimiento
humano: descansa en representaciones, es decir, en imágenes de la realidad.
Nosotros llegamos a la realidad por medio de nuestros sentidos: lo que
conocemos es una percepción. La realidad no se puede alcanzar
directamente. La percepción será más rica cuanto más completa sea la toma
de la realidad, pero ésta siempre será parcial. Es, hasta cierto punto, una
abstracción. Además, la percepción depende tanto del objeto percibido como del
individuo que Io percibe, de lo que es, de su ideología, de su entorno. Seamos
pues prudentes cuando hablemos de la «realidad» y de su observación: no la
alcanzamos de forma inmediata. Toda geografía se basa en representaciones,
incluido todo Io que ustedes leen en este manual.
La lógica formal de las teorías no puede, por Io tanto, enmascarar el
carácter cognitivo (proceso que implica la interacción entre un individuo y
su medio de vida, y que recubre el conjunto de fenómenos que van desde la
percepción a la actitud) de toda investigación científica. No se puede
concebir la ciencia como una actividad que se basta con su lógica interna,
ya que el movimiento científico es un movimiento histórico que produce (a
través de la percepción del investigador) explicaciones consideradas valiosas
en un momento dado. Las relaciones teo rizadas son la expresión de nuestra
reflexión dentro del marco de nuestras prácticas históricas y sociales. Lo que
nunca dirá la ciencia es la razón de nuestra investigación; lo que sí podría decir,
si definiésemos claramente su problemática, es aquello que investigamos y cómo
lo hacemos.
Así pues, es indispensable tanto definir las etapas del procedimiento y el
vocabulario empleado, como saber que toda práctica espacial implica una
ideología, en el sentido dado por Blthusser, es decir, un sistema (con su propia
lógica) de representaciones (con sus nociones, mitos), que desempeña un papel
en nuestra sociedad. Las ideologías sustentan las prácticas de los individuos y
de los grupos en el espacio. Así, la organización espacial de las actividades
humanas lleva la marca de las ideologías, de sus convergencias y conflictos, de
los valores y los códigos culturales. Los paisajes rurales del bocage, «cerrados»,
se deben a comportamientos inspirados en ideologías más individualistas que
comunitarias: mientras que una concepción contraria marca con fuerza algunos
territorios abiertos de África Central.
La lectura de los hechos nunca es un simple registro, sino que siempre es
la asimilación subjetiva por parte del lector: el juicio que tenga sobre un hecho no
depende solamente del hecho, sino también el estado de la información y de la
Geografía humana: pasado presente
imagen que de aquélla resulte. La operación que permite el paso de lo real a
imagen mental define el proceso de la conceptualización (Raffestin, 1978); es
decir, la producción de unos conceptos que, evidentemente, ya no son neutrales.
El concepto es, por lo tanto, una representación mental abstracta de la realidad, a
partir de la cual se logra el conocimiento. La «estructura agraria» es un concepto
cuyo significado y contenido mental dependen de la lectura que de ellos haga el
usuario del concepto.
Los conceptos son necesarios para expresar los problemas que el geógrafo
decide estudiar; necesito el concepto de estructura agraria si me propongo
analizar sus lazos con las técnicas agrícolas. En consecuencia, la explicación de
las elecciones que el investigador hace sobre las cuestiones y problemas que
desea examinar está estrechamente ligada con la explicación y la definición de
los conceptos utilizados. Este conjunto de conceptos y de problemas planteados
se denomina con frecuencia la problemática elegida, y precisa la intención del
investigador.
4.2. La problemática radical
Denominamos radical aquella visión de la geografía le da prioridad a la
problemática del materialismo histórico y al método dialéctico.
Si la geografía regional clásica descansa sobre una problemática
morfofuncional, y la geografía neopositivista sobre una problemática racionalista,
otras formas de hacer geografía aparecen rápidamente: la geografía radical y
la geografía comportamental. Estas dos corrientes comparten la división en
ciencias de la naturaleza y ciencias del hombre, así como la concepción de la
geografía como ciencia nomotética.
Esta geografía entra deliberadamente en la corriente de las ciencias sociales,
y estudia, además del comportamiento de las colectividades humanas, las
fuerzas que parecen explicar las prácticas sociales. La geografía radical
(calificada también como marxista y crítica) se apoya en una problemática, la del
materialismo histórico: todo análisis concreto se inscribe dentro de un contexto
histórico del que lleva la impronta. Según esta concepción, bienes materiales
determinan, en última instancia, la evolución de la historia humana.
Las cuestiones planteadas a la realidad se derivan de dicha problemática: ante
todo hay que precisar las estructuras, las ideologías y la naturaleza dialéctica de
los fenómenos sociales que subyacen a las prácticas sociales observadas. Analizar
las implantaciones humanas como relaciones sociales implica ante todo
identificar la carga estructural de los intereses presentes y los conflictos internos
que de ellos resultan. El materialismo dialéctico pretende explicar cómo las
contradicciones existentes dentro de la estructura de las sociedades engendran
un efecto creador; así, la problemática crítica remite a un modelo de tensión y
recalca los conflictos reveladores de estrategias.
Preocupándose por la coherencia científica, el procedimiento empieza con
una definición del campo conceptual que recuerda la construcción ideológica
necesaria de todo objeto de análisis. Los conceptos «organizan lo vivido de
forma que responde a un tipo concreto de cuestión a partir de un campo
problemático bien definido» (Castells y cols., 1978, pág. 15). Entre los principales
conceptos, se encuentran los conceptos de consumo y de producción. El
consumo se considera como un proceso social de apropiación del producto,
regulado por el modo de producción y por la matriz social en la que está inscrito.
Esta matriz social permite el enraizamiento de la ideología, es decir, la asimilación
de las contradicciones vividas por los grupos dentro del proceso de reproducción
de la sociedad. Todo fenómeno nos remite así a las relaciones de producción
(medios de producción, fuerza de trabajo) y de reproducción de las relaciones
sociales. El consumo constituye simultáneamente la expresión y el medio que
concreta la proproducción, distribución y el intercambio, es decir, la realización
espacial de las transferencias.
El segundo concepto fundamental es el de clase social. Se denominan clases
a los grupos de individuos que se distinguen por el lugar que mantienen dentro
de un sistema de producción social históricamente definido. Por la función que
desempeñan en la organización social y por los medios de acaparar parte de
las riquezas públicas, estos grupos son dominantes o dominados; se considera
clases dominantes a las que ocupan una posición hegemónica dentro de las
relaciones de poder y a las que pueden así organizar la sociedad en función de
sus propios intereses. Las clases dominadas ocupan, por el contrario, un lugar
subordinado en las relaciones de poder. Otros conceptos se derivan de esta
bipolaridad de las prácticas de clase: la situación de clase que refleja los intereses
de las clases existentes, la fuerza social que se manifiesta en los procesos de lucha
para defender los intereses estructurales de cada clase (reivindicaciones,
exigencias).
Una vez que se ha precisado el campo conceptual, queda por analizar las
posturas que constituyen la base de cada lucha a través del estudio de las
relaciones sociales. Entre otras, se encuentra la apropiación de la plusvalía
mediante el control de los medios de producción y de las ideologías de consumo.
Se realizan estudios económicos y políticos de las empresas, del Estado, y de las
categorías sociales. Por ejemplo, en Francia, se podría demostrar que los siglos
de centralización han facilitado la aparición y el desarrollo de una élite
tecnocrática que se conduce como una fuerza social autónoma. Los esquemas
propuestos, bajo pretexto de igualdad y bienestar (Bailly, 1981), han favorecido
la acumulación del capital en París (mediante la creación de infraestructuras,
inmuebles) a expensas de las clases periféricas (suburbios, provincias). Las
tensiones sociales actuales que se manifiestan en Francia se deben a la profunda
intervención del Estado central.
Al enfoque crítico le queda establecer las observaciones precisas para captar
los procesos, analizar la información sobre los elementos constitutivos de los
conflictos, clasificar los resultados en tipologías teóricas construidas e interpretar
el conjunto de las relaciones establecidas de acuerdo con los mecanismos del
sistema social. Así, mediante el análisis dialéctico, se pueden ordenar conceptos
antagónicos (capital-trabajo, centro-periferia, naturaleza-cultura, ...) para
esclarecer la dinámica de las sociedades y preparar, por ejemplo, una tipología
de la internacionalización del capital, de la explotación de las fuerzas productivas
para revelar la lógica de la acumulación en el centro (es decir, en los países
capitalistas donde se encuentra el capital fijo). La periferia se considera, por Io
tanto, como un lugar de inversión para beneficiarse del trabajo poco remunerado
e incrementar la plusvalía diferencial. El espacio periférico tiene sentido en
término de relaciones económicas y sociales.
Entre los practicantes de esta escuela, geógrafos como Harvey (1973) y Lacoste
(1977) abordan mediante el enfoque dialéctico, es decir, el que habla del
movimiento contradictorio de cosas y hombres, los temas de la pobreza, el hambre,
la justicia social... Se interesan sobre todo por los hechos de dominación, ya que
una organización tiene la capacidad de crear y ordenar los elementos necesarios
para su poder mediante ciertos medios y reglas de funcionamiento. En esta
dirección investigadora, la ideología marxista (o derivada del pensamiento de Marx)
está clara. Los temas se dedican a comprobar el papel motor de las estructuras
sociales; el espacio se considera un soporte en el que se proyecta la sociedad y no
un elemento que tiene su propia dinámica.
4.3. La problemática comportamental; la geografía de las representaciones
Denominamos comportamental la visión de la geografía que da prioridad al
estudio de los procesos cognitivos individuales en sus enfoques y explicaciones.
La problemática comportamental («behaviourista» en inglés) caracteriza a
la geografía de la percepción. Se basa en premisas de la fenomenología: la
esencia de los fenómenos no se encuentra en la apariencia; para alcanzarla, hay
que dedicarse al mundo subjetivo de la persona, a la manera con que el individuo
representa y se presenta los objetos. Esta problemática podría denominarse
idealista, ya que parte de la idea que uno se hace del objeto para pasar a
continuación al tema de la existencia de dicho objeto. Todo lugar, además de sus
funciones económicas, históricas y sociales, es también un espacio psicológico.
Así podemos distinguir: el espacio del campo de las relaciones económicas,
marcado por la búsqueda, por ejemplo, de la reducción al mínimo de los costes
vinculados a la distancia; el espacio social de las relaciones sociales y de las
relaciones entre los hombres y las cosas (la producción y la reproducción
 Una epistemología de la geografía Geografía humana: pasado presente
social), y el espacio psicológico, un territorio que detenta una carga de
significados. Se denomina sentido del Iugar a las cualidades fisiológicas y
psíquicas (el espacio vivido) unidas a dichos espacios; está formado por una
imagen dotada de identidad, de estructura, de significado, diferente según los
atributos de los individuos (edad, sexo, tiempo de la estancia, lugar de
residencia y trabajo, status socioeconómico ...) y según su vivencia
(representación del espacio, relaciones con el espacio). La geografía
comportamental da prioridad al estudio de los procesos cognitivos (definidos en
el apartado 4. l).
Esta geografía, en lugar de basar sus métodos en los datos agregados de los
censos o en los esquemas globales de la sociedad, parte de los espacios-actitudes
y de los espacios-actividades de los individuos para comprender el uso que el
hombre da a su espacio vital. Podríamos hablar de micro geografía como
consecuencia del empleo de los datos individuales, ya que, en vez de dedicarse a
regiones o a grupos sociales, se consagra a los individuos y a sus actitudes
espaciales, a su calidad de vida y a su bienestar. Así pues, la corriente
comportamental considera la representación individual del espacio y las conductas
espaciales como generadores de estructuras macro geográficas. ya que el espacio
individual de la vida cotidiana constituye la base del espacio social.
Para la geografía comportamental, las motivaciones individuales guían las
conductas espaciales, y éstas son potentes factores explicativos de las estructuras
espaciales observadas. Por ejemplo, como base de las jerarquías urbanas de
Christaller podría estar la hipótesis de que el consumidor rural de los servicios
urbanos reduce al mínimo sus desplazamientos a la ciudad y que elige, por
consiguiente, la más próxima. Sin embargo, la geografía comportamental ha
descubierto otras motivaciones, además de la reducción al mínimo de la distancia
(el ambiente, la variedad de comercios ...), y las presenta para poner en duda la
simplicidad del esquema de Christaller.
 Una epistemología de la geografía
Esta.corriente originó la búsqueda de un paradigma científico dentro de la
geografía humana, primero en los países anglosajones y, después, en los países
francófonos.
HARTSHURNE (R.), 1939, The nature ofgeography. New York, Association of
Conclusión American Geographers. BUNGE 1966, Theoretical geography. Lund, Gleerup.
HAGGETT (P CLIFF (A.), FREY (A.), 1977, Locational analysis in human
geography. Londres, Arnold.
HARVEY (D.), 1969, Explanation in geography. Londres, Arnold.
Esta rápida panorámica, que nunca debe considerarse como una historia de la geografía, sino CLAVAL (P.), 1963, Géographie des marchés. París, Les Belles Lettres.
como una presentación de sus principales enfoques, ilustra la rapidez; de la evolución de esta BERRY (B.J.L.), 1971, Géographie des marchés et du commerce de détail. Paris,
reciente disciplina, rapidez que nos obliga a cuestionar constantemente nuestras Colin.
problemáticas, nuestros objetos de investigación, nuestras hipótesis de trabajo y nuestros (Véanse las revistas Economic Geography y Annals of [he Association
ofA1nerican Geographers.)
métodos, y, sobre todo, a aclarar nuestras ideologías. El método geográfico no es un fin en sí
mismo, sólo tiene valor mediante la coherencia y la pertinencia social de la disciplina. A principio de la década de los setenta se publicaron geografías generales
Elucidar las complejas fuerzas que favorecen el mantener o cambiar las prácticas realizadas a partir de esta corriente de pensamiento neopositivista:
humanas dentro del espacio ése es el objetivo principal de la geografía humana. ABLER (R.), ADAMS (J.), GOULD (P.), 1971, Spatial organization: the
geographer's view of the world. Englewood Cliffs (N.J.), Prentice Hall.
Cox (K.-R.), 1972, Man, location and behaviour: an introduction to human
geography. New York, Wiley.
RACINE (J.-B.) y REYMOND (H.), 1973, L 'analyse quantitative en géographie.
París, P.U.F. CLAVAL (P 1974, Éléments de géographie humaine. París, Génin.
Guía bibliográfica: BAILLY (A.), 1975, L 'organisation urbaine, modêles et théories. París, C.R.U.
(Véanse las revistas L 'Espace Géographique y Geographical Analysis.)
la evolución de la geografía humana
Como reacción a los excesos del neopositivismo y como consecuencia a las
La historia de la geografía humana es reciente ya que los principales trabajos
críticas a la sociedad, en los años setenta apareció la geografía radical.
importantes datan de mediados del siglo XIX:
HARVEY (D.), 1973, Social justice and the city. Londres: Arnold.
RITTER (C.), 1836, Géographie générale comparée. trad. Buret et
Delar, París. RATZEL (F.), 1897, Politische Geographie.
Oldenburg, Münich.
En Francia, a principios del siglo xx, se desarrolló la escuela de geografía
clásica, basándose en una problemática morfofuncional.
VIDAL DE LA BLACHE (P.), 1903, Tableau géographique de France. Colin,
París.
VIDAL DE LA BLACHE (P.), 1922, Principes de géographie humaine. Colin,
París.
GALLO[S (L.), 1908, Régions naturelles et noms depays, étude sur la région
parisienne. Colin, París.
BRUNHES (J 1910, La géographie humaine, essai de classification positive.
Alcan, París. DEMANGEO.X (A.), 1942, Prob!êmes de géographie
humaine.CoIin, París.
(La revista Annales de Géographie ilustra esta orientación geográfica.)

Algunos años después, apareció en Alemania una corriente de pensamiento,

que hemos denominado neopositivista, que pretendía investigar nuevas
metodologías y estudiar las regularidades existentes en las localizaciones
humanas.
HETTNER (A.), 1927, Die Geographie, Ihre Geschichte, Ihr Wesen und Ihre
Methoden. Hirt, Bresnau. CHRISTALLER (W .), 1933, Die Zentralen Orte in
Süüddeutschland. Jena, Fischer (traducido al inglés, Central places in Southern
Germany. Prentice Hall).
LôSCH (A.), 1940, Die raümliche Ordnung der Wirtschaft. Jena (traducido al
inglés en 1954, The economics of location. Yale University Press).