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San Sebastián fue hijo de familia militar y noble de allí se une al ejercito romano en
el año 283 dC como infiltrado para servir a los cristianos que estaban siendo
perseguidos por romanos. Durante el tiempo que milito fue ascendido para
proteger al emperador Diocleciano. Como misión ligada al cristianismo se decide a
hablar con personas para convertirse a su religión, lo que le trae problemas con el
emperador ya que es reportado como cristiano, cosa que enfurece al emperador y
ordena que San Sebastián sea utilizado como practica de tiro, atado a una estaca
en un campo de entrenamiento.
Y es este momento en el que San Sebastián es retratado por varios artistas, en
una descripción básica es un hombre con varias flechas que lo atraviesan.
En el San Sebastián de Andrea Mantegna de 1490 perteneciente al renacimiento
italiano, se muestra una representación un tanto pesimista, la figura del santo está
representada ante un fondo neutral y plano en color marrón, mucho menos
ornamental, más oscuro y abatido en comparación con los otros dos trabajos del
artista; El San Sebastián de Viena (1456 – 1457) y El San Sebastián del Louvre
(1480). En esquina inferior derecha Mantegna escribió: Nihil nisi divinum stabile
est. Caetera fumus («Nada es estable salvo lo divino. El resto es humo»). La
inscripción puede que fuera necesaria debido a que el tema de la fugacidad de la
vida no era normalmente asociado con cuadros de San Sebastián además la letra
«M» formada por las flechas cruzadas sobre las piernas del santo pueden referirse
a Morte (Muerte) o Mantegna.
Asimismo, en el San Sebastián de Guido Reni de 1625 que es uno de los ocho
cuadros que Reni dedico a la figura del santo mártir del siglo III, se evidencia
diferencia en algunos detalles, como la mano izquierda, que sobresale de la
espalda, la correa, el taparrabos (más reducido) y el fondo (una figura del paisaje)
en el que el físico del santo es flaco, su tez argente, tan distintiva de la mano de
Reni, intensifica el aura de San Sebastián inmerso en piedad y devoción, con
cabeza en alto como si quisiera dirigirse al cielo mientras una flecha atraviesa su
abdomen.
1. El espíritu plástico
En este aspecto Wolffin plantea una dependencia de la naturaleza desde lo
artístico. En general, puede decirse que la sensibilidad plástica solo se
satisface por completo en un mundo claramente estructurado (Wolfflin, pág.
39), con relación al San Sebastián de Mantegna desarrolla una composición
en la que no se encuentra una naturaleza establecida, recurre al recurso de
un fondo plano con unos pequeños detalles que si bien nos hablan de una
condición espiritual se queda corta en poseer elementos de la naturaleza en
su pintura, mientras que el San Sebastián de Reni si se logra percibir una
composición en el que la naturaleza tiene una estructura establecida en
tonos oscuros; unas plantas y lo que parece ser un tronco en el que el santo
permanece amarrado y un cielo azul que parece despejado.
3. Grandeza y simplicidad
4. Claridad.