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Perspectivas femeninas sobre la obra

Macbeth de Shakespeare
Macbeth es una tragedia escrita por William Shakespeare, se considera un clásico del siglo XVII y una de sus
obras más famosas. Esta historia se trata de un noble escocés que cegado por la ambición e influenciado por su
esposa, comete traición para poder llegar al trono.
En las siguientes líneas estudiaremos cómo se construye la figura femenina de Lady Macbeth dentro de la obra
de Shakespeare a través de la teoría de Derrida: la différance que se utilizará para deconstruir el falogocentrismo
dentro de la obra ya que el personaje, que se encuentra marginado por su condición de mujer, decide abandonar
el rol establecido por la sociedad patriarcal con el fin de lograr su objetivo.  
El falogocentrismo, término creado por Derrida, se utiliza para hacer referencia a una estructura de pensamiento
que le da privilegios a la razón del hombre en la filosofía occidental. Con esto, se intenta explicar la ubicación del
hombre en una posición de jerarquía sobre la mujer, ya sea de manera política, filosófica o social. Entonces, el
falogocentrismo explica el privilegio de la disposición masculina cuando se trata de la construcción del
significado. 
Dentro de la obra de Shakespeare, se hace evidente que existe una mujer que reconoce que está limitada por su
género; pero eso no le va impedir que su discurso domine al del hombre. De hecho,  las figuras femeninas, como
las brujas, son las que controlan la obra porque las acciones responden a sus deseos y presagios y a la voluntad
de una mujer: Lady Macbeth.  
Para deconstruir el falogocentrismo dentro de la obra se utilizará la différance al analizar las acciones de los
protagonistas.   
La deconstrucción, para Derrida, significa la descentralización de la estructura de los signos, es decir que, con
este proceso lo que busca es acabar con el centro, que produce la exclusión, por lo que ignora, margina y
reprime al otro. Es el deseo de tener un centro lo que origina a los opuestos binarios, de los cuales un término es
central y el otro es marginal. Dentro de la sociedad, el hombre es la figura dominante, mientras que la mujer es la
figura marginada, reprimida e ignorada.  
Cixous afirma que el pensamiento siempre ha funcionado por oposición, sobre todo, por oposiciones duales que
se encuentran jerarquizadas, una superior que tiene privilegios sobre la inferior. Con todo esto, lo que se trata de
explicar es que la figura femenina siempre ha estado marginada por el hombre, que sería el centro de la
estructura dentro de la sociedad. 
La mujer siempre ha tenido una posición muy limitada en la sociedad, esa posición de sumisa y pasiva frente al
esposo o al padre, por lo que, cuando una mujer se niega a desempeñar el rol que le corresponde, se
representan de alguna manera como brujas, fuerzas incontrolables de la naturaleza. Todo esto viene de una
clara tradición occidental: desde las tragedias griegas que representan personajes como: Gea, Electra y Medea,
que rompen con la estructura preestablecida al dominar sus entornos.   
En el caso de Macbeth, la estructura se encuentra invertida, ya que al principio la mujer es la que domina en la
relación. El carácter de lady Macbeth: su coraje y su ambición no concuerdan con su naturaleza femenina, sino
que son propias de un hombre. Es por esto que, ella se desexualiza y aniquila su femineidad porque como su
marido es lo contrario a ella, es necesario que tome la posición dominante para poder realizar sus deseos. 
“La jerarquización somete toda la organización conceptual al hombre. Privilegio masculino, que se distingue en la
posición que sostiene, entre la actividad y la pasividad.” (Cixous, pag. 15) 
En la obra de Shakespeare, podemos notar que el hombre tiene una posición pasiva con respecto a la mujer.
Lady Macbeth es la que ordena y planea mientras que su esposo obedece. Dentro de la estructura compuesta
por Macbeth y Lady Macbeth, ella es el centro, ella es el elemento que se encuentra privilegiado, lo que significa
hay una ruptura en la jerarquía hombre/mujer. 

El personaje de Macbeth comienza siendo afeminado, lo que


contrasta con la personalidad de su esposa; pero a medida que va
evolucionando la obra, Macbeth va tomando cada vez más fuerza y
va adquiriendo las características de su mujer. Esto va paralelo con
la decadencia del personaje de Lady Macbeth, pues llega un punto
en la obra en que él ya no la necesita porque él se convierte en ella,
esto lo convierte en una especie de andrógino, combinando sus
propiedades con las de su esposa, por lo que ella comienza a
desaparecer de la historia. 
Macbeth, que comenzó siendo débil y cobarde, luego se convierte en un hombre decidido, dispuesto a llevar a
cabo tantos crímenes como sean necesarios para mantenerse en el poder, mientras que Lady Macbeth, que
parecía ser indestructible y fuerte, se nos muestra como una persona demente y suicida. Macbeth es el que
comete todos los asesinatos sin embargo es su esposa la que paga por ellos, ella es la que se ve afectada por
las consecuencias de las acciones de su esposo.  
El Macbeth del final parece un  andrógino porque Shakespeare divide una personalidad o un carácter en dos
personajes, lo que quiere decir que hay que ver a los Macbeth como una unidad, ya que son dos partes que
complementan a un mismo sujeto.  
Esto se puede observar como los opuestos binarios conviviendo en un solo cuerpo: hombre/mujer, bueno/malo.
Esto es utilizado para demostrar los matices dentro de sus
personajes. 
Por lo tanto, los opuestos binarios de esta obra serían el
hombre y la mujer, en teoría, la relación que tienen estos
opuestos es que el hombre es el centro, el elemento
privilegiado, mientras que la mujer se encuentra marginada;
pero, en esta obra, se invierte la jerarquía de forma
temporaria, es decir, la mujer pasa a ser el centro de la
estructura dejando al hombre de lado. Al final, ambos
componentes no poseen significados estables, ya que ambos
ocupan distintas posiciones en la estructura a lo largo de la
obra.  
Como conclusión, podemos decir que el falogocentrismo sí ha estado presente en la tradición de la literatura
occidental, es decir, hay un predominio en las figuras masculinas dentro de la sociedad y las obras, ya que la
figura femenina tiende a ser marginada y excluida. Pero cuando una mujer se niega a reconocer esta estructura,
y busca romper esta jerarquización, entonces se representada como una fuerza malvada y antinatural. Por estas
razones, se utiliza la deconstrucción derridiana para utilizar las oposiciones binarias como una forma de
desarmar el falogocentrismo occidental.

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