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Fray Diego José de Cádiz, celebérrimo predicador de finales del siglo XVIII, recorrió
España entera contagiando de ardor religioso a las gentes que acudían a escucharle
fervorosas y expectantes. Su palabra, fácil y convincente, colmó de entusiasmo y
devoción las mentes y el corazón de cuantos cristianos asistían a sus especiales
misiones. Siempre delicado de salud (murió a los 51 años) y siempre preocupado por
su alma y la de los demás, escribió numerosísimos sermones y versos piadosos, amén
de un centón de cartas a sus confesores y guías espirituales. A través de una de esas
misivas, escrita después de alguno de sus numerosos viajes por Andalucía, podemos
imaginar a Fray Diego describiendo minuciosamente la circunstancia en que,
transportado por una mística fuerza, hace de la cruz su bandera y del Viacrucis el
camino físico de perfección espiritual:
Esta fue una función devotísima y muy solemne; es de suponer que en todo el pueblo
no había una sola Cruz por las calles, plazas ni campos; esto me movió a disponer, de
acuerdo con el Sr. Gobernador, muy amigo mío y hombre piadosísimo, sensato,
anciano, y ejemplar, el colocar la Santa Cruz en los sitios públicos. Para esto,
congregados los pueblos la mañana del día 27, revestido yo con alba y capa pluvial, y
acompañados de dos señores Vicarios, uno el de la misma Carolina, y otro el de Arjona
llevando cada uno su cruz de madera, labrada, como de a vara, y yo otra de a dos
varas y tercia de largo y de cuatro dedos de grueso, abrazado con ella, salimos de la
Iglesia con repique de campanas, y fuimos en forma de procesión cantando el Rosario y
nosotros tres rezando el Miserere y fuimos a un alto, como medio cuarto de legua de la
población, puse mi cruz clavada en tierra, hice la bendición solemne, como la trae el
Ritual Romano, y con ella las otras que traían los acompañados y otros sacerdotes, se
hizo la adoración y nos volvimos al pueblo, en cuyas plazas y sitios más principales
pusimos otras seis, con mucha devoción y consuelo de todos, llorando muchos de gozo
y ternura. Yo estaba con una alegría y lleno interior bastante notable; volvimos a la
Iglesia y se concluyó con el Te Deum, y a las doce subí al balcón y les hice una muy
devota plática de los misterios de la Santa Cruz, de la devoción y veneración que
debíamos tenerle, y de su mística inteligencia para nuestra enseñanza. Encargué se
pusiesen en todos los pueblos nuevos, y además que en cada uno se pusiese la Vía-
sacra, y así lo prometieron los Padres Curas y el Sr. Gobernador. Dios sea glorificado
por todo.
En la fecha en que se produce esta misión, la devoción de la Vía Sacra ya había sido
bendecida por varios papas y fijado su recorrido en 14 estaciones. “Particularmente los
franciscanos -escribe Luis Resines- n
. Inocente XII
con
,
Benedicto XIII, en 1726, hizo extensibles los privilegios a todos los fieles, aunque no
est
(en sus Advertencias, del
representa
. Posteriormente
tales indicaciones fueron confirmadas y aquilatadas por Benedicto XIV (el 10 de mayo
de 1742). Esta
La tradición asegura que, al emprender esa reconstrucción, no olvidó cerrar esa puerta
judiciaria para evitar que se cumpliera la legendaria profecía de que el mesías entraría
por ella. Dicha tradición parece contradecirse con el hecho de que, a fines del siglo XV,
en un libro de viajes que luego mencionaré, ya aparece un dibujo de la puerta tapiada,
y el autor del texto, B B : “N
dorada, por la cual Cristo entró el domingo de Ramos en Jerusalén encima del asna. No
dejan llegar hasta allá a ningún cristiano; empero, cualquiera de los peregrinos que
vuelto a ella sus ojos mirando, hiciere oración, gana indulgencia plenaria de todas las
culpas y defe ”
En 1486, por tanto, fecha en la que aparece la primera edición latina del libro, ya
estaba tapiada la puerta aunque Suleimán se encargara posteriormente de cegarla
para siempre.
Y :“
vía sacra, y cualquier cuadro, cruz, pintura, capilla o iglesia puesta y fundada en
cualquier parte del mundo por cualquier hijo o hija de alguna de las tres órdenes de
nuestro padre San Francisco en representación y memoria de aquellos santos lugares,
” N
B “
precauciones contra los que, presuntuosamente incrédulos o mal intencionados se
opusieren a éste o cualquier otro indulto y privilegio ”
Todos los textos precedentes y otros similares, por tanto, fueron el sustrato sobre el
que sembró Fray Diego José de Cádiz, mencionado al comienzo de este pregón, sus
misiones y su devoción a la cruz. Su predilección por este ejercicio queda patente en
muchos de los relatos que otros autores de su tiempo hicieron sobre él: “L
del año acompañaba al pie de la cruz a nuestra Señora las tres horas que el Señor
estuvo pendiente en ella antes de expirar; lo que repetía en otros días, y, en tiempo no
precisado a que fuese desde las doce del día hasta las tres de la tarde, las hacía cuando
podía de noche o de día; y lo mismo ejecutaba con el Víacrucis, acompañando a esta
Señora como si la viese en espíritu dolorida, amorosa y compasiva visitar los mismos
sitios de la Pasión de su santísimo Hijo; este santo ejercicio lo hacía de noche y de día y
en cualquier sitio o lugar, hasta caminando, según la posibilidad tenía, sirviéndole de
”.
La devoción de Fray Diego hacia el Víacrucis y la seguridad en los efectos que podían
obtenerse con su práctica le llevaron en una ocasión, en este caso en Estepa, a
predicar durante un sermón dedicado al perdón de los enemigos cómo debía el
cristiano comportarse con sus presuntos rivales, y todo ello la misma tarde en que le
contaron que una señora había recibido a un vecino con el que estaba enemistada
z “L -refiere Fray Diego- pero no me moví a cosa
alguna: Yendo ya por la calle para la plaza, y llevando el crucifijo grande reclinado
sobre el pecho y el brazo izquierdo, me sentí dar un vuelco el corazón y moverme a no
”…F D z
pueblo a que se arrepintiese de los odios que allí había, optó por retirarse
estratégicamente E “L
Cristo mi Señor a Judas, que siguiesen sus designios de ofenderle y aumentar sus
culpas. Y que en esta inteligencia me retiraba dejándolos en mano de su mal
…D e el pueblo de modo que algunos a voces decían
sus culpas y pedían confesión. Se hicieron desde aquella noche por todas las restantes
muchas procesiones de penitencia y Vía crucis. El clero por comunidad salió a las 10 o
más de la noche rezando el miserere z ”
En general casi todos los comienzos de esas canciones, saetas, zaetas o saetillas, como
se las denomina en diferentes publicaciones, incluyen las palabras “consideración” o
“contemplación” y sus versos se dirigen al alma para mover su emoción y provocar el
arrepentimiento sincero de sus faltas:
Respecto al origen de todas esas tiras de versos que acompañaban cada estación,
M T “ de autoría aparece de una manera muy
liberal en esas reimpresiones, siendo el nombre del beato Diego José de Cádiz el más
frecuente, por la fama extraordinaria que alcanzó en vida como el misionero perfecto,
y más aún por el prestigio que tras su muerte l ”
Ya en el siglo XIX, pero con acentos barrocos todavía, aparece un texto cuya
importancia voy a reseñar por tratarse de la fórmula más apreciada y popular de todas
las conocidas y la que se ha seguido usando, especialmente en el medio rural, hasta
nuestros días. A las preces usuales que aparecen casi indefectiblemente en todas las
versiones del Vía crucis desde el siglo XVII, viene a unirse en este caso un texto
cantado cuya métrica y ritmo interno, lejos de poder ser considerados saetillas, no
fueron extraños a algunas invenciones de Calderón de la Barca. Antonio Alatorre, en su
obra Cuatro ensayos sobre arte poética denomina al esquema que sigue la
composición poético-musical “ M z ”
estructura interna que ya poseía una de las canciones más populares del barroco
español. El tema tomaba el nombre de Marizápalos con el que se conocía a María Inés
Calderón, hija adoptiva de don Pedro Calderón de la Barca y amante del rey Felipe IV.
El mismo Calderón utilizó de forma prolija esa fórmula que iba encadenando cuartetas
de 10 y 12 sílabas:
Despertad, despertad israelitas
ñ …
El esquema, muy del gusto de poetas posteriores, como Sor Juana Inés de la Cruz,
parecía ir -por su ritmo interno y sus cadencias- casi siempre ligado al sonido de una
guitarra, instrumento musical que estaba tratando en esa época de encontrar su
acomodo como instrumento de cuerda rasgueado y popular. El mencionado Antonio
Alatorre sug : “H
Salazar y Torres (se refiere a Agustín de Salazar y Torres, poeta soriano del siglo XVII).
Al final de la loa de El encanto es la hermosura, los personajes alegóricos celebran el
cumpleaños de la reina, cada uno en una cuarteta:
Pero volvamos al texto del Vía crucis. La fórmula a que me vengo refiriendo, la más
popular repito de las practicadas en los últimos tiempos, se denomina en casi toda
E ñ “E ” aludiendo a la palabra con la que comienza:
Tras las primeras recomendaciones, comienzan las glosas que irán comentando uno a
uno todos los pasos del Salvador hasta llegar al Calvario:
En fin, a través del breve recorrido que hemos realizado por la historia del Vía crucis
hemos podido observar una piadosa costumbre, la de rememorar los hechos de la
Pasión y muerte de Jesucristo, considerada como un ejercicio devoto a partir de su
difusión y encarecimiento por parte de la orden franciscana. Desde mediados del siglo
XIV, la orden se hizo cargo del Cenáculo en Tierra Santa, obsequio del rey Roberto I de
Nápoles en 1333, y continuó su labor doctrinal, añadiendo a su presencia física en unos
lugares que según las épocas supusieron un peligro incluso para la vida, una labor
apostólica por medio de la práctica de la vía dolorosa, vía sacra o camino de la cruz.
Numerosos escritores y predicadores, tanto de la orden de San Francisco -incluyendo
los menores capuchinos y los terceros- como de otras, implicadas en la difusión del
ejercicio piadoso del Vía Crucis, colaboraron con gran número de publicaciones y
misiones a hacer más popular la devoción.
El centenario que se cumplirá el día 30 de este mes merecerá seguramente
publicaciones o conferencias que reflejen la importancia de una costumbre que se ha
mantenido a lo largo de una centuria, con los altos y bajos lógicos en una devoción que
depende de personas e instituciones vivas y activas. No estará de más, sin embargo,
que dedique unas palabras al hecho que dio origen al vía crucis procesional que todos
los años se celebra en Valladolid dentro de los actos de su Semana Santa, patrimonio
cuidado especialmente por las venerables cofradías y orgullo para toda la ciudad.
María Luz Medrano del Rivero, muy relacionada con la familia Herrera Oria, con uno de
cuyos hermanos se casó (en concreto con Francisco), no solo se destacó en hacer más
emotiva aquella despedida sino que probablemente tendría bastante que ver en la
elección de Valladolid -en cuyo Colegio de San José estudiaron todos los hermanos
Herrera Oria- como ciudad en la que se celebraría justo un año más tarde el vía crucis
procesional cuyo centenario ahora se conmemora. Tampoco se puede olvidar que el
Diario Regional, creado en 1908 por Justo Garrán, envió un corresponsal a Limpias
para que se hiciera eco de los sucesos. Finalmente, y por ser fieles a la historia,
habremos de recordar al Cardenal Pedro Segura, por entonces Obispo de Apolonia y
candidato frustrado a la sede de Valladolid, sede que pasaría de Cos a Gandásegui.
Segura fue, después de dos visitas a la localidad de Limpias, el creador de la Asociación
del Santo Cristo de Limpias, similar a la que ya existía en Valladolid del Cristo
agonizante o de la Buena Muerte. La prensa de la época -recurriré tan solo a la primera
página del Norte de Castilla del 30 de marzo de 1920-, expresaba su satisfacción por
los cánticos que acompañaron a la procesión, interpretados por 150 tiples del Colegio
de la Sagrada Familia, de H E “L -
escribía el gacetillero- saldrá a las 8 de la noche de la iglesia de la Cruz y practicando el
ejercicio del Vía Crucis recorrerá las calles de Macías Picavea, Angustias (hasta la
iglesia), Libertad, Fuente Dorada, Quiñones, Lencería, Plazuela del Ochavo y Platerías.
Al llegar la procesión a la iglesia de las Angustias, la cofradía de este nombre sacará a la
puerta de aquella la veneradísima Virgen de los Cuchillos, y ante el grupo formado por
ésta y nuestro Señor crucificado, se rezará la cuarta estación del Vía Crucis. Terminada
S ”
Ese ha sido también mi principal interés al aceptar la amable invitación del Alcalde de
esta insigne cofradía para pronunciar este pregón. Muchas gracias por su amabilidad al
escucharme y buenas noches.