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Reconstruye la argumentación del artículo de Hannah Arendt respecto a los

problemas que la conceptualización de los “derechos del hombre” conlleva. A


partir del artículo de Habermas de “tres modelos de democracia”, evalúa ¿Cuál de
estos modelos resolvería mejor los problemas planteados por Hannah Arendt?

Hannah Arendt (1999) en “La decadencia de la nación-estado y el final de los derechos


del hombre” plantea que hay un problema en la conceptualización de los llamados
“derechos del hombre”, específicamente en cuanto a su carácter de inalienables,
irreducibles e indeductibles de otros derechos o leyes, lo que conlleva el problema de
que estos no invocaban a ninguna autoridad que los estableciera, porque finalmente “el
Hombre en sí mismo era su fuente tanto como su objetivo último”. De modo, que el
gran problema de esta definición está en que al ser inherentes al hombre mismo no se
necesitaba crear ninguna ley que los salvaguardara, debido a que se sobreentendía que
“todas las leyes se basaban en ellos” (p. 243).

Otro de los argumentos que la autora plantea es que la idea de que son
inalienables encierra una paradoja, porque estos remitían a un tipo de ser humano que
Arendt define como abstracto que no existiría en ningún lugar ni orden social. A ello se
puede agregar que, la imagen del hombre que reflejaban no era la de un individuo sino
que la de un pueblo. También su carácter de inalienables es contradictorio, puesto que,
estos derechos se planteaban como independientes de todos los gobiernos, pero en el
momento en que los seres humanos quedan en la condición de apátridas, no tienen
ninguna autoridad que vele por sus derechos, que los proteja ni existe una institución
que garantice esos derechos. Es así como, el supuesto carácter inalienable de los
Derechos del hombre era inaplicable para todas esas personas que no eran tenían la
condición de ciudadanas de ningún Estado soberano. En cuanto a esto, Arendt señala
que “Sólo la pérdida de la comunidad misma arroja al hombre de la Humanidad” (p.
248). De manera que, la pérdida de los derechos nacionales conlleva la pérdida de los
derechos humanos.

Otro de los problemas que presentan los derechos del Hombre en cuanto a su
conceptualización es que aún no se ha podido definir cómo son estos derechos, que
supuestamente son diferentes a los derechos de los ciudadanos. Retomando el tema de
qué sucede con los derechos de los apátridas, Arendt sostiene que si bien todo el mundo
comprende que la condición de estas personas consiste precisamente en la ausencia de
los Derechos del Hombre, nadie sabe en realidad cuáles son esos derechos que han
perdido al perder los derechos humanos. Lo peor que viven estas personas es que no
existe ley alguna para ellos y ni siquiera existe alguien que quiera oprimirles. Su
carencia de derechos humanos se expresa en el hecho de que están privados del derecho
a la acción y del derecho a opinar.

Estos problemas planteados por Arendt, podrían resolverse siguiendo el modelo


deliberativo, el cual, según Habermas (1999) toma elementos tanto del modelo liberal
como del republicano articulándolos de forma diferente. Este modelo podría ser el más
adecuado porque “concibe los derechos fundamentales y los principios del Estado de
derecho como una respuesta consecuente a la cuestión de cómo pueden ser
institucionalizados los exigentes presupuestos comunicativos del procedimiento
democrático” (p. 243) Sobre todo porque es un modelo en el que no está operando el
concepto de totalidad anclada a la noción de Estado que se representa como un
macrosujeto que actúa de acuerdo a sus fines.

A ello se suma, que en este modelo la soberanía no se concentra de manera


concreta en el pueblo ni en el anonimato de las competencias constitucionales. Se basa
más bien en la idea de un sí mismo, es decir, en un “sujeto de la comunidad jurídica que
se organiza a sí mismo se esfuma en las formas comunicativas sin sujetos que regulan el
flujo de la formación discursiva de la opinión y de la voluntad”. Entendiendo la
soberanía popular desde una manera intersubjetiva (p. 246).

Por último, podemos señalar que este modelo es el más adecuado para resolver
los problemas que conllevan la conceptualización de los Derechos del Hombre, porque
mediante este tipo de democracia se puede integrar al sistema político a todos aquellos
grupos sociales que han sido marginados indebidamente.

Bibliografía:

Arendt, H. (1999). La decadencia de la nación-estado y el final de los derechos del


hombre. Los orígenes del totalitarismo, (pp. 225-252), Madrid: Taurus.

Habermas, J. (1999). Tres modelos normativos de democracia. La inclusión del otro.


Estudios de teoría política, (pp. 231-246). Barcelona: Paidós.

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