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tenemos al Código Penal de 1924, cuyo artículo 338° regulaba sobre la Falsificación
de Marcas Oficiales, pero teniendo como bien jurídico protegido a la Fe Pública y
no algo referente a la Propiedad Industrial. Recién con el Código Penal de 1991, en
el Capítulo II del Título VII del Libro Segundo, se incorporaron cuatro tipos
penales que regulaban sobre Delitos contra la Propiedad Industrial, sin necesidad
de utilizar una Ley Penal en Blanco sino más bien una remisión interpretativa de
las normas de Propiedad Industrial:
De la lectura de los artículos 222° y 223° del Código Penal, se incluyen a bienes y
servicios que deriven de invenciones o de signos distintivos, aunque no se
comprenden a la totalidad de las modalidades de aquellas. En el caso de las
Invenciones, se consideran a: la Patente de Invención, el Modelo de Utilidad, el
Diseño Industrial, la Obtención de Variedad Vegetal y el Esquema de Trazado.
(Peña Cabrera Freyre, 2011)
En cambio, dentro de los Signos Distintivos, encontramos a las Marcas, sean éstas
de servicio, de producto, colectiva o de certificación. Pero en todos estos objetos, se
requiere que la invención o el signo distintivo se encuentren registrados en el Perú,
en este caso, la Oficina de Invenciones y Nuevas Tecnologías o en la Oficina de
Signos Distintivos del Instituto Nacional de Defensa de la Competencia y de la
Protección de la Propiedad Intelectual (INDECOPI), según sea el caso.
Concordando el Código Penal con las normas de Derecho de Propiedad Industrial,
se observará que no se incluyen algunas invenciones, como el Secreto Industrial y
el Certificado de Protección de Invención; ni tampoco a algunos signos distintivos
como el Nombre Comercial, el Lema Comercial y la Denominación de Origen.
Este es el tema más debatido en la doctrina penal y no hay coincidencia entre los
autores. Hay dos formas de clasificar las distintas posiciones existentes. La
primera, se sustenta en la naturaleza individual (de carácter patrimonial) o
supraindividual (la Propiedad Industrial como instrumento en la economía de
mercado) del bien jurídico.
Esta modalidad delictiva implica una acción de comisión, cuyo desvalor se centra
en la trasgresión de los derechos de explotación que se generan a partir de la
expedición del respectivo título. Resulta típica así, la conducta de quien en
violación de las normas y derechos de propiedad industrial, y teniéndose en
consideración la gravedad del delito y el valor de los perjuicios ocasionados,
almacene, fabrique, utilice con fines comerciales, oferte, distribuya, venda, importe
o exporte, en todo o en parte:
La tarjeta de telefonía podrá ser pre o post-paga, virtual o física. Los verbos
rectores que representan la acción: alterar, reemplazar, duplicar o modificar un
número de línea, o de serie electrónico, o de serie mecánico de un terminal celular,
de modo tal que pueda ocasionar perjuicio al titular o usuario del mismo, así como
a terceros.
Por otra parte, la alteración o reemplazo de los números de serie (electrónicos o
mecánicos) que identifican a cada terminal celular, son acciones que fomentan el
tráfico clandestino de estos equipos, perjudicando a los propietarios de los mismos.
De igual modo, a través de la utilización ilegítima de terminales celulares se afecta
al tesoro público, que deja de percibir el correspondiente impuesto, y
fundamentalmente, la confianza de los usuarios que esperan tener un servicio de
telecomunicaciones al que tienen derecho y que satisfaga sus necesidades.
(VIZCARDO SILFREDO, 2015)