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TEMA 6. La Poblacion Mundial, Modelos Demograficos y Desigualdades Espaciales
TEMA 6. La Poblacion Mundial, Modelos Demograficos y Desigualdades Espaciales
Introducción
En la actualidad nos encontramos constantemente debatiendo, tanto a nivel global
como a nivel local, sobre diferentes elementos como son el desempleo, la crisis ecológica, la
crisis migratoria, la desigualdad social o la falta de recursos. Estos están interrelacionados y es
la geografía de la población la disciplina que se encarga de reunir y analizar los datos para
posteriormente interpretarlos. De este modo es posible describir los fenómenos demográficos
en su contexto socioeconómico y geográfico, es decir, en su medio. Además, es lo que nos
permite hacer previsiones de futuro de cara a las iniciativas o acciones políticas en función de
los intereses de las distintas sociedades.
Desarrollo
Fuentes y documentos para el análisis demográfico
La demografía es la disciplina científica que estudia y describe a la población por medio
de las técnicas de análisis aplicadas a los individuos en relación con su medio geoespacial en un
período determinado de tiempo, extrayendo datos de gran utilidad como número de
habitantes, composición de la población, movimientos migratorios, distribución espacial,
etcétera.
Para llevar a cabo el estudio de la población es necesario remitirse a las diferentes
fuentes existentes. Las fuentes pueden ser indirectas, es decir, aquellas que recogen una
información relativa a la población sin afán de realizar una cuantificación, como es el caso de
los textos que describen los efectos devastadores de una guerra o una epidemia; o pueden ser
directas, en las que se ha realizado un interesado recuento de la población. Asimismo,
podemos dividir las fuentes en históricas y actuales.
Las fuentes históricas que son aquellas que nos permiten hacer una progresión, interpretación
y comparación del comportamiento demográfico a lo largo del tiempo. Fundamentalmente
caben mencionar los recuentos de población que se realizaban con un marcado carácter fiscal
y, por ello, se trata de una fuente poco fidedigna pues se contabilizaban los hogares o
contribuyentes y no el número de individuos reales. Y los registros parroquiales que pasaron a
ser obligatorios tras el Concilio de Trento en 1563.
Las fuentes actuales son evidentemente más sistemáticas y se revisan con periodicidad
actualizando los datos. Entre ellas encontramos el censo, en el que se reúnen, resumen,
valoran y analizan los datos demográficos, culturales, económicos y sociales de todos los
habitantes de un país en un período concreto (el Banco Mundial de Datos es la fuente a nivel
global más completa con la que contamos, y en el caso de España, el INE). Por otra parte, el
padrón recoge la relación de personas en un término municipal y tiene un marcado carácter
dinámico en función de los cambios de domicilio. Y, por último, el registro civil, en el que se
registran nacimientos, defunciones y matrimonios.
Será a finales del siglo XVIII y en pleno siglo XIX que la población mundial la segunda explosión
demográfica con la Revolución industrial y agrícola que permitió aumentar la producción de
alimentos, mejorar su calidad, a lo que se sumaría los avances en medicina, higiene y calidad
de vida. Esta explosión demográfica que superaba los 1000 millones de habitantes se va a
intensificar y extender mundialmente hasta 1950 que se habrían alcanzado los 2500 millones,
y en el 1994 se contabilizaban 5500. En la actualidad, los últimos datos actualizados del Banco
Mundial de 2015 son de 7600 millones. Las previsiones apuntan a que en 2060 se alcanzarán
los 10000 millones.
- Grupo A: países con una débil tasa de crecimiento vegetativo como Estados Unidos y
Europa Oriental y norte.
- Grupo B: inician el descenso de natalidad y el índice de mortalidad continúa bajando,
como Italia, España y Europa central.
- Grupo C: resto de países sin evidencia de su cambio de comportamiento demográfico.
1. Régimen primitivo: como ya hemos visto se caracteriza por una alta natalidad y
mortalidad, por tanto, por un crecimiento poblacional lento.
2. Primera transición: desaparecen factores como la guerra, las grandes epidemias y las
mortalidades catastróficas, y la mortalidad desciende mientras que la natalidad se
mantiene alta. Durante esta fase la natalidad poco a poco se va a ir estabilizando
mientras que la mortalidad continúa descendiendo a causa de las mejoras sanitarias y
alimentarias.
3. Segunda transición: la mortalidad continúa siendo baja, pero se suaviza su descenso y
la natalidad comienza a caer por factores socioeconómicos. Se produce un descenso
del crecimiento natural.
4. Régimen demográfico moderno o fase evolucionada : las tasas de mortalidad y de
natalidad van a ser muy bajas en esta fase, descendiendo el crecimiento poblacional
en el caso de los países posindustriales -a partir de 1945- hasta un crecimiento
negativo.
La crítica sobre este modelo no ha sido otra que su falta de universalidad. Se trata de un
modelo derivado de la experiencia europea, es decir, de una relación entre el alto y acelerado
desarrollo económico y su rápida transicionalidad, es decir, un esquema de tasas de
crecimiento acelerado que luego caen en picado. Pero, cuando analizamos a los países del
Tercer mundo descubrimos que no han seguido este modelo. Las condiciones para que los
países subdesarrollados no hayan experimentado este modelo de comportamiento
demográfico son varias: en primer lugar, el modelo demográfico de los países subdesarrollados
se caracteriza por una alta mortalidad y natalidad. Tras 1945 se produce un descenso de los
índices de mortalidad muy acelerado en un corto espacio de tiempo, de modo que, teniendo
en cuenta que estos países partían de tasas de crecimiento poblacional muy elevadas, el
crecimiento ha sido exponencial. Pero dicho crecimiento no ha sido natural, sino inducido, es
decir, a partir de mejoras puntuales sanitarias, técnicas y tecnológicas, se ha producido un
descendimiento rápido de la mortalidad, que no se ha acompañado de estructuras económicas
y sociales sólidas que permitieran una transicionalidad.
Los factores para esta concentración poblacional son histórico-culturales. Como son la
antigüedad del poblamiento y el desarrollo del mismo -tras la Revolución industrial se
generaron 4 focos principales o potencias mundiales, y se origina el Tercer mundo a partir de
la explotación de las colonias-. Existen condiciones económicas como la localización de los
recursos y la actividad económica. Y, por último, el factor más evidente y significativo es el
físico como el clima o los relieves que determinan los vacíos demográficos en las zonas polares
de ambos hemisferios, zonas desérticas y de débil pluviosidad, o las zonas tropicales con
excesiva humedad, a los que hay que añadir las zonas de alta montaña y de altiplanos
Como resultado de estas estructuras aparecerían los índices de tasa de actividad y tasas de
desempleo. Los países desarrollados tienen una tasa de actividad entre el 40 y el 50% mientras
que los subdesarrollados están por debajo del 40% de media. La tasa de paro se ha
incrementado enormemente desde la crisis de 1973 en los países desarrollados, aunque hay
notables diferencias, pues Japón está históricamente en un máximo del 4% y España apenas
bajó del 10% en 2007 y había remontado casi al 26% en 2013, y actualmente en cifras del 14%.
Los países subdesarrollados tienen índices muy superiores, entre el 20% y el 50% de media,
aunque en algunos el paro alcanza más del 70% del total, como en Haití.
Uno de los más importantes son los fenómenos migratorios, que además de estar
estrechamente ligados con la distribución espacial y los factores de desigualdad, condicionan
decisivamente la configuración de la población. Los movimientos migratorios o
desplazamientos espaciales de la población parten de un punto de origen (emigración) a otro
de destino (inmigración), y su cuantificación se establece a partir del saldo migratorio.
- Según su escala geográfica: migración interna cuando el lugar de destino es dentro del
mismo país y se traslada a otra región. En este caso nos encontramos migraciones del
campo a la ciudad -éxodo rural-, de la ciudad al campo -crisis económica-, de una
ciudad a otra -motivos laborales- o del campo a otro campo -temporeros. La migración
internacional, continental o intercontinental, se produce cuando hay un
desplazamiento a un país diferente.
- Según su motivación: la migración puede ser por voluntad propia o forzada por
razones históricas -esclavitud de los africanos-, políticas -limpieza étnica de los
Balcanes o represión-, desastres medioambientales, escasez de recursos etc.
- Según el período de tiempo: definitiva o temporal, en esta última categoría podemos
encontrar las estacionales -durante una temporada concreta del año- o durante un
período de tiempo concreto con expectativas de retornar a su país de origen.
Por último, debemos señalar que el crecimiento demográfico es el resultado del saldo
migratorio y del crecimiento natural o vegetativo de una población. Este último es el resultado
de la diferencia entre la natalidad y la mortalidad, y se ve influida por causas
fundamentalmente socioeconómicas. Hasta el siglo XIX, como ya hemos comentado, fue un
crecimiento lento hasta que se produce la explosión demográfica en los países industrializados
y que supondría en el siglo XX la rápida caída de la natalidad en los países desarrollados y la
disminución de la mortalidad en los países subdesarrollados, generándose así el intenso
desequilibrio poblacional que vivimos hoy día. Las tasas de crecimiento ofrecidos por el Banco
Mundial en 2018 eran de 1,1% anual en el mundo, siendo Bahréin el país con mayor
crecimiento vegetativo 4,9% y Venezuela el que menos con un -1,8%. Los países europeos
como España, Alemania, Reino Unido y Francia se mueven en tasas de entre 0,2% y 0,4%. La
clasificación en función de las tasas de crecimiento natural es la siguiente: alta con un >3%.
Moderada con más de >1%. Baja <1%. Actualmente ningún país desarrollado supera el 1% de
crecimiento vegetativo anual, incluso llegando al crecimiento negativo.
Los índices más utilizados son la tasa bruta de natalidad, que es la proporción de recién
nacidos en relación con el total de habitantes; y, la tasa de fecundidad, que indicaría la
proporción de nacimiento sobre el número de mujeres en edad fértil: 15-49. Estas tasas
permitirían establecer el índice de reemplazamiento generacional de una población.
Según el Banco Mundial de datos en 2017 la tasa de natalidad mundial era de 18%,
produciéndose contrastes tan acusados en función de la distribución espacial como las tasas
de natalidad del Chad de un 43% y la República de Corea con un 7%.
Con respecto a la mortalidad, la tasa bruta de mortalidad es el índice utilizado y está muy
influido por la estructura poblacional. Dicho índice se complementa con las tasas de
mortalidad específica, la mortalidad infantil y la esperanza de vida de la población.
Hasta el siglo XIX la tasa rondaba el 30% y estaba influida por las muertes catastróficas, tal y
como hemos mencionado en varias ocasiones. Con los avances producidos en la Revolución
industrial los países industrializados van a disminuir sus tasas de mortalidad hasta el 10% y, a
partir de 1950 se mantendrán por debajo de esta cifra. Los últimos datos que proporciona el
Bando Mundial son de 2017 con un 7% de tasas de mortalidad mundial. Nuevamente, tal y
como sucedía con los índices de natalidad, se produce un fuerte contraste entre países,
encabezando la lista de índices de mortalidad Bulgaria con un 16% y Emiratos Árabes con sólo
un 1%.
Los últimos datos sobre esperanza de vida son de 2016 y apuntaban a una media
mundial de 72 años, siendo en Europa de 80 años, en Estados Unidos de 76, en Latinoamérica
de 68, en Asia de 65 y en África de 53 años.
Los factores que determinan las tasas de mortalidad de la población son básicamente dos:
biológico -raza, sexo, edad, alimentación- y socioeconómico -ingresos, profesión, lugar de
residencia, condiciones laborales y sanitarias…-.
Conclusión
Para concluir, nos gustaría señalar que existen diferentes realidades cuando
analizamos la relación entre la población y los recursos disponibles. Partiendo de que el
óptimo de población es aquel número de habitantes que un territorio es capaz de mantener,
nos encontramos en la actualidad con dos extremos problemáticos, la subpoblación o
despoblamiento de regiones y la superpoblación de otros. En este último caso nos
encontramos el fenómeno de las mega urbes producida por una migración a centros
económicos con mejores oportunidades que las del lugar de origen: campo, regiones
empobrecidas, regiones afectadas por catástrofes naturales o bélicas, etcétera. Esta
aglomeración de población en una región que no está preparada para abastecer a tal cantidad
de individuos tiene como consecuencia los graves cinturones de pobreza como sucede en
Brasil o México donde el 80% de su población vive en ciudades y ¼ habita en penosas
condiciones en favelas. Estos cinturones de pobreza en las ciudades se traducen en
hacinamientos, exclusión social y marginación que derivan en violencia y delincuencia ante la
imposibilidad de acceder a puestos de trabajo. Además, desciende la esperanza y la calidad de
vida de la población.
Thomas Malthus advirtió en siglo XIX en su “Ensayo sobre la Población” del peligro del
crecimiento demográfico geométrico cuando el crecimiento de los recursos es de progresión
aritmética. Esta ideología es la que ha fundamentado las decisiones políticas antinatalistas de
India y China. En cambio, Marx refutó dicha teoría planteando que era la acumulación de
capital y la no distribución equitativa de los recursos lo que producía tal desequilibrio.
Defendió de este modo que, a mayor número de proletarios, más mano de obra y, por tanto,
más recursos.
Es necesario por tanto un compromiso político y social global que haga frente a una
desigualdad, que tal y como se apuntan en los ODS de la Agenda 2030, no solo es
normativamente mala; también es peligrosa, y puede alimentar el extremismo y socavar el
apoyo al desarrollo inclusivo y sostenible.