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Reseña histórica del departamento de Amazonas

a) Amazonas prehispánico
El actual departamento de Amazonas, perteneciente a lo que Federico Kauffmann Doig
denomina Andes Amazónicos Septentrionales, presenta testimonios importantes de
actividad cultural pre agrícola, cuya antigüedad y exacta identificación están siendo
debatidas por los investigadores.
En Chiñuña/ Yamón/ Calpón, en lo que hoy es la provincia de Utcubamba, se han
encontrado numerosos testimonios de arte rupestre que han sido estudiados por Ulises
Gamonal. Los temas del arte rupestre –tanto el expuesto en pintura sobre paredes
rocosas, como el grabado sobre roca (petroglifo)- son escenas de caza y la
representación de chamanes ocupados en ritos para favorecerla. Las representaciones de
los sitios rupestres de Yamón, Chiñuña y El Palto, situados en el distrito de Yamón,
provincia de Utcubamba, anteriormente Bagua, guardan semejanza temática y de
ejecución con las de los anteriormente citados.
Las pinturas de Yamón/ Chiñuña llaman la atención por su magnífico estado de
conservación y por su variedad iconográfica. En los abrigos rocosos del sector de
Yamón propiamente dicho, situado en las laderas que se elevan desde el Marañón, sobre
el poblado de Chiñuña, han sido utilizadas casi todas las áreas disponibles, incluyendo
el techo rocoso. Según Kauffmann Doig, este arte rupestre correspondería a expresiones
tempranas de la cultura de los Chachapoyas. También podría ser ese el caso de la
cerámica de Bagua analizada por Ruth Shady.
Los bracamoros
Entre Bagua y la zona selvática de Jaén (Cajamarca) vinieron los temidos bracamoros o
pacamoros, que según los cronistas opusieron tenaz resistencia a la conquista incaica.
Su presencia en la región data de tiempos chavinoides, hace 3 000 años. Esto queda
atestiguado por los monolitos de Tabaconas y Chunchuca, cuyo conocimiento fue
difundido por Ulises Gamonal y cuyos rasgos guardan semejanzas con el arte Chavín y
el de Kuntur Wasi.
Cuenta Pedro Cieza de León, sobre la lucha de los bracamoros contra el Inca Huayna
Cápac, esta singular escena: “Dicen todos […] de cómo en los Bracamoros habían
muchos hombres y mujeres que tenían tierras fértiles, y que bien adentro de la tierra
había una laguna y muchos ríos llenos de grandes poblaciones”. Y que Huayna Cápac
“codicioso mando caminar por allá […] abriendo el camino con asaz trabajo [hasta
donde] los naturales por muchas partes puestos en sus fuertes le estaban aguardando”.
Llegado el momento del enfrentamiento los Bracamoros recurrieron a una curiosa
estrategia: “… mostraban sus vergüenzas […] y tantos se juntaron, los más desnudos
[…] que el Inca determino de retirarse […] y se escabulló de ellos y volvió huyendo a
su reino, afirmando que se había de vengar de los rabudos”. Las tropas incaicas dieron a
los bracamoros este nombre refiriéndose a las faldas largas “que les colgaban encimas
de las piernas”.
Los Chachapoyas
Una de las culturas superiores del Perú Antiguo, los Chachapoyas (también llamados
sachapcollas o collas selvícolas), moraban al Sureste de los bracamoros, sobre las
margen derecha del Marañón. Su desarrollo tuvo como centro el valle de Utcubamba,
topónimo que puede ser traducido por “territorio de los agujeros o cuevas” (utcu).
Probablemente se extendieron por el Sur hasta el Abiseo, afluente del Huallaga, donde
se levanta la ciudadela de Pajatén. En efecto, las noticias que consigna Garcilaso de la
Vega refieren que el territorio de los Chachapoyas era tan extenso que le “pudiéramos
llamar reino porque tiene más de cincuenta leguas de largo por veinte de ancho, sin lo
que entra hasta Muyupampa que son treinta leguas de largo […]”. Para una
interpretación adecuada de esta información, diremos que una legua corresponde a cerca
de cinco kilómetros. Los chachapoyas habrían sido conquistados por los incas en
tiempos del gobernante Túpac Inca Yupanqui.
El cronista Cieza de León recoge algunas notas pintorescas sobre los chachapoyas:
“Son los más blancos y agraciados de todos cuantos yo he visto en las Indias que he
andado, y sus mujeres fueron tan hermosas que por serlo su gentileza muchas dellas
merecieron serlo de los ingas y ser llevadas a los templos del sol […] andan vestidas
ellas y sus maridos con ropas de lana y por las cabezas usan ponerse sus llautos, que
son señal que traen para ser conocidas en toda parte”. Y agrega que después de su
anexión al incario adoptaron las costumbres impuestas por los cuzqueños.
Los chachapoyas tienen una larga historia en la región, medida en varios milenios a
juzgar por los testimonios de arte rupestre expuestos en las paredes rocosas de cuevas
de la provincia del Utcubamba. Posiblemente fueron descendientes de inmigrantes
cordilleranos que modificaron su cultura ancestral en el nuevo medio, tal vez
recogiendo tradiciones de los primeros pobladores de origen amazónico. Los
chachapoyas de origen amazónico. Los chachapoyas modificaron el paisaje selvático
tornándolo erosionado y yermo a medida que iban depredando los bosques y como
consecuencia de las quemas anuales a que sometían su tierras. Esta modificación del
paisaje original se presenta elocuentemente en el área del Utcubamba.
La cultura chachapoyas propiamente dicha, posiblemente tuvo sus inicios en el siglo
VII de nuestra era. Debió alcanzar su fase de florecimiento a partir del siglo XI y se
prolongó hasta la llegada de los españoles al Tahuantinsuyu, aunque hacia 1470 su
independencia política quedo afectada por la conquista incaica. Su territorio se extendía
de Norte a Sur casi 400 kilómetros, desde el rio Marañón en la zona de Bagua, hasta la
cuenca del Abiseo, donde se encuentra la ciudadela de Pajatén, aún más al Sur hasta el
rio Chontayacu. Abarcaba así la parte Sur del actual departamento de Amazonas y
sectores del Noroeste del departamento de San Martín, como también espacios del
extremo oriental del departamento de La Libertad.
Testimonios chachapoyas
Numerosos y enormes conglomerados de edificaciones pétreas de planta circular como
los de Olán, Congón (Vilaya), Purunllacta (Monte Peruvia) y los elevados muros-
andenes de Cuélap, son testimonios del esplendor cultural alcanzado por los
chachapoyas desde mucho antes de su anexión al incario. Tenemos además, en el actual
departamento de San Martín, la ciudadela de Pajatén.
La construcción monumental de Cuélap se ubica al Suroeste de Tingo, a 3 000 metros
de altitud. Este coloso de la arquitectura ancestral peruana, que se extiende por 600
metros en su eje longitudinal, está conformado por una plataforma construida sobre la
cima de una elevada montaña. Los muros que la sostienen, levantados con piedras
uniformes y careadas, se elevan hasta por 19 metros. Cuélap es sin lugar a duda el
testimonio arquitectónico más grandioso de los Andes Amazónicos norteños. La
mayoría de los 400 recintos emplazados sobre esta enorme plataforma debieron ser
depósitos de alimentos. Según Kauffmann Doig, Cuélap puedo ser un gran centro
administrativo de la producción agraria donde además se hacina rituales propiciatorios
de la fertilidad, como ocurrió con gran parte de la arquitectura del Perú Antiguo.
La arquitectura chachapoyas se caracteriza, también, por exhibir dos formas de patrones
funerarios: el mausoleo y el sarcófago. Este último es un sepulcro unipersonal que
reproduce el contorno de la figura humana. Los más importantes restos sepulcrales
están localizados en el departamento de San Martín. Sin embargo, un sitio imponente,
colmado de mausoleos, es el de La Petaca, en la provincia de Leimebamba, divulgado
por Gene Savoy. Se trata de mausoleos de piedra que, al parecer, estuvieron
originalmente tarrajeados y enlucidos.
Otras expresiones chachapoyas
Los chachapoyas fueron también eximios tejedores, como lo demuestran los hallazgos
realizador en la margen derecha del Pisuncho, en Carajía, en la Laguna de las Momias y
en otros lugares. También decoraban mates con figuras pirograbadas, tallaban la piedra
y la madera; además, dejaron muestras excepcionales de pintura mural, como la de San
Antonio (Luya).
En cuanto a la cerámica, la de los chachapoyas es tosca, tanto en los que se refiere a su
factura como a su decoración. Los elementos decorativos están prácticamente limitados
a motivos acordonados o “achurados”. Peter Lerche propone que estos son de origen
amazónico. En todo caso, este sería el único patrón procedente de la Amazonia ya que,
en lo fundamental, los chachapoyas se enraízan en la tradición cultural andina. Por el
territorio chachapoyas aparece, igualmente disperso, un tipo de cerámica negra bien
alisada, afiliada, al parecer, a la alfarería chimú. De no ser de elaboración local, debe
proceder de la costa Norte, por trueque o por otro conducto. Del área de los
chachapoyas proceden, asimismo, recipientes de cerámica Cajamarca y aun de estilo
chancay. Arturo Ruiz Estrada elaboró un seriación de la cerámica chachapoyas basada
en un muestrario que reunió en Cuélap.
La conquista incaica
Sobre la resistencia que los chachapoyas opusieron a la penetración de las huestes de
Inca Túpac Yupanqui, hay abundantes datos. Se subraya la obstinada resistencia de los
“chachas”, como los llama Garcilaso, cuyo núcleo más tenaz estuvo ubicado en el
sector de Cajamarquilla, hoy Bolívar (La Libertad). Sobre ellos cuenta el cronista
cuzqueño que “habían muerto [a] los gobernadores y capitanes del Inca […] y […] los
soldados […] y presos otros muchos, con intención de servirse dellos como de
esclavos”. Atendiendo a esto, el Inca, encontrándose entre los cañaris del Ecuador y
mientras juntaba sus tropas, envió mensajeros ante los chachapoyas para negociar la
paz. Pero los chachas “maltrataron a los mensajeros […] y los amenazaron de muerte”.
El Inca ordeno entonces atacarlos. Cruzo el rio Marañón sobre un puente de balsas de
madera chuchau que mando construir probablemente a la altura de Balsas, cerca de
Celendín. Luego las tropas incaicas se dirigieron hacia Cajamarquilla (Bolívar, La
Libertad) para destruirlo, puesto que era “uno de los pueblos principales” de los
chachapoyas. Les salió al encuentro, desde Cajamarquilla, una embajada de mujeres al
frente de la cual iba una matrona, antigua concubina de Túpac Inca Yupanqui.
Solicitaban clemencia y perdón. El Inca se los otorgó. En memoria de esta
acontecimiento de paz, el sitio donde había tenido lugar la negociación fue declarado
sagrado y fue cercado, de modo que “[…] ni hombre ni animales, ni aun las aves, si
fuese posible, no pusieran los pies en él”. Para asegurar la pacificación de los
chachapoyas, los incas instalaron poderosas guarniciones en la comarca y ordenaron el
traslado de los grupos de lugareños al Cuzco bajo el sistema mitmac, o sea de cambio de
terruño de grupos humanos, y “[…] adonde les dio tierras para labrar y lugares para
casas no muy lejos de un collado que está pegado a la ciudad [del Cuzco] llamado
Carmenga”.
Legado incaico en Amazonas
Al penetrar en los Andes Amazónicos, los incas no solo se toparon con gente de
tradición andina como lo eran los chachapoyas, nación que fue incorporada al Incario en
el siglo XV y luego de prolongados intentos bélicos. Hubo además importantes etnias
de tradición amazónica contra las cuales las tropas incaicas debieron enfrentarse ya se
desplazándolas, ya absorbiéndolas o aniquilándolas, de acuerdo con las escenas
pintadas sobre queros o vasos ceremoniales elaborados en madera.
El sitio de Cochabamba, situado a casi los 2 800 m.s.n.m., junto al anexo del mismo
nombre, en el distrito de Leimebamba de la provincia de Chachapoyas, debe
considerarse como el centro administrativo incaico más relevante en territorio de los
chachapoyas. Fue levantado en tiempos de Túpac Yupanqui, luego de la incorporación
de la región la Incario. Es de suponer que Alonso de Alvarado, cuando en 1535, al
mando de unos pocos españoles, en este territorio, fue a aposentarse en Cochabamba,
luego que cruzó el Marañón en la localidad de Balsas, río que era la gran frontera
fluvial que separaba a los chachapoyas de los cajamarcas.
Es Julio C. Tello quien realizó los primeros estudios acerca de Cochabamba en 1934 y
1937. Posteriormente el sitio fue descrito en detalle por Inge Schjellerup. Por la forma
en que están labradas las piedras, por su ensamblaje para formar los muros y por la
disposición trapezoidal de las jambas, es de suponer que fueron ingenieros y canteros
llegados desde el Cuzco los que tuvieron a su cargo la construcción. Los edificios
incaicos de Cochabamba están rodeados de construcciones circulares de estilo
Chachapoyas.
Adicionalmente, el sitio incluye las llamadas “tinas”. Se trata de pozos revestidos con
grandes piedras primorosamente labradas y pulidas. Estas construcciones deben haber
servido para el culto pluviomágico, que tanta importancia tuvo en el antiguo Perú. Las
“tinas” de Cochabamba están unidas por medio de canales subterráneos cuyas paredes
están recubiertas con arcilla calcinada para evitar las filtraciones en los terrenos
arenosos por los que corren. Cuenta la tradición que el agua provenía de dos lagunas
cercanas: Ulcococha, considerada macho, y Huarinacocha, considerada hembra.
b) Amazonas colonial
En Cajamarca los españoles encontraron apoyo en su campaña contra los soberanos del
Cuzco en los chachapoyas. Uno de los curacas de los chachas, registrado por los
cronistas como Huamán, que se vio obligado a contribuir al pago del rescate de
Atahualpa y luego celebró su muerte, invitó a Pizarro a conocer su tierra, que según se
decía era muy rica y tenía grandes ciudades.
La expedición de Alvarado
Persuadido de la conveniencia de extender la conquista hacia el oriente, Pizarro dispuso
que se forme una expedición al mando del capitán Alonso de Alvarado, con la
indicación expresa de tomar posesión española de la conocida ciudad inca de
Cochabamba (cerca de la actual Leimebamba), sede del dominio cuzqueño en el
territorio de los chachapoyas, que se suponía tan bien fundada y provista de riquezas
como Cajamarca.
Al llegar Alvarado y sus expedicionarios a Cochabamba, les dio la bienvenida el curaca
Huaman, que seguía siendo fiel a su promesa de amistad con los españoles. También
tuvieron apoyo de dos curacas que los cronistas nombran Zuta y Chuquipiundu, quienes
que al igual que Huamán, obsequiaron a los españoles con vituallas y objetos de oro y
se manifestaron inclusive dispuestos a hacerse cristianos, a cambio de ser partícipes de
los beneficios de sus nuevas conquistas. Fueron informados de la presencia cercana de
“reinos de gente muy rústica” poseedora de grandes riquezas.
Alvarado dejo una guarnición en Cochabamba y fue con estas noticias al encuentro de
Pizarro, quien se encontraba en la recién fundada ciudad de Lima. El capitán general
autorizo refuerzos para un segundo viaje, esta vez con instrucciones de ampliar las
posesiones españolas en la zona y fundar una ciudad cristiana.
La fundación de San Juana de la Frontera
El capitán Alvarado volvió a Cochabamba y organizó, con los curacas aliados, una
expedición guerrera que hizo frente a grupos étnicos amazónicos hostiles en la zona de
Bagua, como fue el caso del curaca Huayamamil. Algo similar ocurrió en la zona de
Chillaos. Los nativos vencidos fueron concentrados en reducciones con la finalidad de
servir en las labores agrícolas requeridas por los españoles.
Pacificada la región durante el primer semestre de 1536, Alvarado fundó en un lugar
conocido como Llavantu la ciudad de San Juan de la Frontera de los Chachapoyas,
secundado por Juan Pérez de Guevara, Luis de Valera y Ruy Barba Cabeza de Vaca.
Pronto tuvo que ser abandonado el naciente poblado ante el llamado urgente de Pizarro
de acudir a defender Lima del cerco tendido por los generales de Manco Inca. Superado
ese peligro, así como el conflicto entre pizarristas y almagristas, Alvarado y su
expedicionarios volvieron a la región de los chachapoyas y vieron la necesidad de
refundar la ciudad de San Juan de la Frontera en un lugar conocido como de los
huancas.
El acto solemne se realizó el 5 de septiembre de 1538. El mismo día de la fundación de
Chachapoyas fueron designados los miembros de su primer cabildo que incluyó, entre
otros, a Gómez de Alvarado, Alonso de Chávez, Gonzalo de Trujillo, Gonzalo de
Guzmán y Luis de Valera. De acuerdo con la costumbre renacentista española, el
trazado de la ciudad considero calles amplias y rectas que partían de la plaza principal.
Alvarado asignó encomiendas, siendo las suyas las de Cuélap, Cochabamba,
Leimebamba, Pausamarca y Chilcas. Durante este periodo, el vínculo con los curacas
chachapoyanos mantuvo un lugar importante en el proceso de expansión colonial en la
región. El curaca Huaman fue reconocido por los conquistadores como hatuncuraca o
curaca principal de los chachapoyas hasta su muerte en 1551.
En el miso años de la fundación de Chachapoyas se levantó su primera iglesia, cuyo
cura fue Hernando Gutiérrez Palacios. Más tarde fueron edificadas las iglesias de Santa
Ana, San Lázaro y del Señor de Burgos. Se establecieron también tres conventos de
religiosos: San Francisco, La Merced y el de los Bethlemitas. El trazado colonial de
Chachapoyas se ha mantenido casi intacto hasta nuestros días.
Nuevas expediciones
El soberano rebelde Manco Inca tuvo la intención de llegar, por el camino trasandino,
hasta la tierra de los chachapoyas y organizar allí una segunda base de resistencia inca
contra los conquistadores, la que debía complementar la fuerza defensiva concentrada
por él en la sierra Suroriental, en Vitcos y Vilcabamba. Movilizó, en 1538, una
importante fuerza con ese propósito, pero fue contenido por los huancas, antiguos
enemigos de los cuzqueños, en las batallas de Jauja y Axiuvilca (Junín) y Mayomarca
(Ayacucho). Luego de estos reveses, Manco Inca decidió replegarse a Vitcos y
Vilcabamba, donde permaneció hasta su muerte en 1544.
Alonso de Alvarado se rebeló en Chachapoyas contra la usurpación de Almagro el
Mozo. Dio respaldo con hombres y recursos al gobernador Vaca de Castro, a cuyo lado
combatió en Chupas, cerca de Huamanga, el 16 de septiembre de 1542. Una vez
impuesta su autoridad, Vaca de Castro dio a Juan Porcel, vecino de Jaén de los
Bracamoros y a Juan de Rojas, vecino de San Juan de la Frontera de los Chachapoyas,
como recompensa militar, provisión para extenderse en tierras amazonenses. Dio a
Porcel el Sur del valle de Chinchipe y a Rojas el Norte de Utcubamba, separados ambos
territorios por el río Marañón. Porcel fundó en sus nuevos dominios, en septiembre de
1543, el pueblo de Jerez de la Frontera, cuyo cabildo estuvo formado por Francisco
Cerón, Juan de Gallegos y Diego de Salcedo. Al producirse la “guerra de los
encomenderos” contra el virrey Núñez Vela, Porcel estuvo en la batalla de Iñaquito el
18 de enero de 1546, al lado del bando rebelde. Luego volvió con sus huestes a repoblar
Jerez de la Frontera, pero tuvo que partir nuevamente a dar batalla contra el gobernador
La Gasca en agosto de 1547. La victoria del gobernador le hizo perder privilegios y
hundirse en la desgracia.
San Juan de la Frontera fue también el punto de partida de la segunda expedición a la
tierra de los moyobambas realizada por Juan Pérez de Guevara, el grupo partió el 22 de
julio de 1544, en dirección al río Mayo, cruzando las tierras de los lamas y los
motilones. Pérez de Guevara volvió a la guerra y estuvo al lado del bando de Gonzalo
Pizarro pero cambio de parecer al llegar al Perú el gobernador La Gasca. Fue
perdonado, luchó al lado del pacificador en Jaquijaguana y retomo las exploraciones en
torno al río Mayo en octubre de 1548.
Descubrimiento del pongo de Manseriche
Juan de Salinas Loyola, gobernador de Yahuarzongo y Bracamoros (jurisdicción que
entonces comprendía Loja, Zamora y San Miguel de Piura), obtuvo en 1556del virrey
marqués de Cañete licencia para explorar hasta 200 leguas al oriente de Loja, Zamora y
Jaén. Su expedición, formada por 250 hombres e indios servidores, partió de Loja el 8
de julio de 1557. Avanzó hacia el sur y fundó la actual ciudad ecuatoriana de
Valladolid. Dejo allí 30 hombres a los que repartió tierras y solares. Siguió con rumbo
Este y venció la cordillera del Cóndor, ingresando a territorio amazonense.
El gobernador Salinas avanzó hasta el valle del Cenepa, haciendo frente al rigor del
clima, la accidentada geografía y la hostilidad de algunos grupos nativos. Hizo un difícil
recorrido hasta encontrar, en junio de 1558, un lugar propicio para fundar una nueva
ciudad en las inmediaciones de la unión de los ríos Santiago y Marañón. Allí fundó la
población d Santiago de las Montañas, donde dejo como caudillo al capitán Francisco
Pérez de Vivero con 34 soldados. Consideró que el lugar era seguro, bueno para labore
agrícolas y rodeado de nativos amistosos que podía incorporar a su servicio. Luego
continuó el viaje unas treinta leguas hacia el Sur, cruzando el Marañón, donde fundó la
ciudad de Santa María de Nieva en julio de 1558. Allí dejó establecido al capitán
Jerónimo de Maraver con 26 soldados.
De regreso en Santiago de las Montañas, Salinas organizó una flotilla de canoas,
empleando como remeros a nativos, con las que se aventuró a recorrer, casi sin
equipaje, el río Marañón. Partió con 54 soldados el 24 de agosto de 1558 creyendo que
encontraría oro y riquezas. Apenas recorridas siete leguas, los expedicionarios
encontraron el pongo de Manseriche. El cronista José de Acosta describe así el
descubrimiento: “El pongo debe ser de los peligrosos del mundo, porque, recogido entre
dos peñas altísimas tajadas, da un salto debajo de terrible profundidad, donde el agua
con el gran golpe hace tales remolinos, que parece imposible dejar de anegarse y
hundirse allí. Con todo eso, la osadía de los hombres (del adelantado Salinas) acometió
a pasar aquel paso por la codicia del Dorado tan afamado. Dejáronse caer de lo alto
arrebatados del furor del río, y asiéndose bien a las canoas o barcas en que iban, aunque
se trastornaban al caer y ellos y sus canoas se hundían, volvían a lo alto y, en fin, con
maña y fuerza salían. En efecto escapó todo el ejército salvo unos poquitos que se
ahogaron; y los que más admira, diéronse tan buena maña, que no se les perdió la
munición y pólvora que llevaban”.
La expedición recorrió 250 leguas de río, hasta descubrir, el 29 de septiembre de 1558,
el río Ucayali, por donde navegaron unas 300 leguas para luego retornar,
trabajosamente, hasta Santiago de las Montañas, el 28 de agosto de 1559 “luego de
motines y penurias, con muchas noticias pero con poquísimo oro”, como reseña José
Antonio del Busto.
Otras fundaciones
Gradualmente fueron surgiendo nuevos asentamientos de españoles en la región, como
Luya, poblado establecido en 1569 por el gobernador Lope García de Castro,
reconocido políticamente años más tarde por el virrey Francisco de Toledo. Allí se
desarrolló una importante actividad agropecuaria. Hacia 1590, el arzobispo Toribio de
Mogrovejo hizo visitas pastorales a las principales poblaciones de esta región.
Al constituirse en 1783 las cinco grandes diócesis del virreinato del Perú, que
correspondían al arzobispado de Lima y a los obispados de Trujillo, Huamanga, Cuzco
y Arequipa, Chachapoyas pasó a integrar el obispado de Trujillo.
Tras la real ordenanza, expedida el 28 de febrero de 1782 y hecha efectiva en 1784, que
organizó políticamente el virreinato en intendencias, Chachapoyas fue provincia o
partido constitutivo de la intendencia de Trujillo.
La comandancia de Maynas
La Real cédula del 15 de julio de 1802 formó el Gobierno y la Comandancia de Maynas
con todos los territorios de la región amazónica, segregándolo del virreinato de Santa Fe
y agregándolo al del Perú, al mismo tiempo que creaba el obispado de Maynas con
igual extensión. Esta jurisdicción comprendía los territorios situados entre los Andes y
del Brasil, región regada por el Marañón o Amazonas, San Martín y Loreto.
Esta región, cuyo gobernador dependía directamente del virrey del Perú, recibió un trato
especial por razones geopolíticas y militares, tanto fue así que el virrey Avilés mandó
establecer guarniciones en diferentes puntos de su inmenso territorio y sobre todo en los
límites con el Brasil, dado que la tendencia de la entonces colonia portuguesa había sido
la de aumentar su extensión, por lo que se hizo indispensable que esas guarniciones
estuvieran conformadas por tropas veteranas.
c) De la independencia a nuestros días
Proclamada la independencia peruana por la gobernación de Trujillo, en enero de 1821
se realizaron consultas populares que dieron pleno apoyo a esta iniciativa en
Lambayeque, Piura, Huamachuco, Cajamarca, Chota, Pataz y también en Chachapoyas.
La provincia de Chachapoyas, futuro departamento de Amazonas, fue entonces incluida
como parte del territorio libre peruano en el Reglamento Provisional dictado por San
Martín en Huaura el 12 de febrero de 1821. Perteneció al entonces vasto departamento
de Trujillo hasta constituirse como jurisdicción departamental por ley del 21 de
noviembre de 1832.
Las dos batallas de Higos-Urco
El defenestrado subdelegado realista por Chota, don Mariano Castro Taboada, militar
veterano de la defensa de Zaragoza, tuvo a su cargo, encomendado por el virrey
Pezuela, la tarea de aislar la gobernación de Trujillo de las provincias serranas y
trasandinas. Para este fin, con apoyo del jefe militar de Moyobamba, coronel José
Matos, fue movilizada la guarnición del rey de 600 efectivos emplazada en esta ciudad,
con el plan de tomar, sucesivamente, Chachapoyas, Cajamarca, Cajabamba y
Huamachuco, y restablecer por la fuerza, en todas estas localidades la autoridad
colonial.
Esta operación militar permitiría ganar tiempo y preparar desde Lima una ofensiva
militar en regla contra el cuartel de San Martín en Huaura. Entraban en los cálculos de
Castro el apoyo que debía recibir, en todas estas localidades, de milicias formadas por
los servidores de hacendados adictos al rey, como Ramón Noriega, de Otuzco, y Miguel
Escalante, de Cajabamba. Dentro de esta plan, la toma de Chachapoyas era un paso
imprescindible para ingresar a la región andina y a la vez el objetivo más difícil, por el
escaso o nulo apoyo que allí había para la causa del rey. Precisamente en abril de 1821,
los chachapoyanos habían debelado una revuelta realista urdida por el ex subdelegado
Francisco Baquedano y el obispo de Maynas. Hipólito Sánchez, quienes abiertamente
luchaban contra los patriotas. De este modo, la batalla de Chachapoyas iba a convertirse
en un hito decisivo para la consolidación de la libertad del Norte del Perú.
Estando en Cajamarca, el coronel Valdivieso –segundo al mando después de Santa Cruz
en las fuerzas enviadas a Trujillo por San Martín- fue informado del avance sobre
Chachapoyas de la guarnición realista de Moyobamba. El patriota destaco
inmediatamente al teniente coronel Juan José Arriola con los 300 efectivos de infantería
acuartelados en esa ciudad. La batalla tuvo lugar el 6 de junio de 1821 en la pampa de
Higos-Urco, en las inmediaciones de Chachapoyas. La tropa realista de desplegó en
guerrilla, apoyada por el fuego de dos cañones ligeros. Los patriotas resistieron el
ataque a pie firme, combatiendo cuerpo a cuerpo con arma blanca. Al producirse el
choque entre ambos grupos, temiendo que la superioridad numérica española se
impusiese, el pueblo interrumpió masivamente en el campo haciendo retroceder a los
realistas con todo lo que tenía a su alcance. Tras sufrir numerosas bajas, los realistas
huyeron en desorden en dirección a Moyobamba, y fueron perseguidos hasta el lugar
llamado Ventanas, donde hubo un segundo enfrentamiento.
Cuenta Nicolás Rebaza, en sus Anales del departamento de La Libertad en la guerra de
la Independencia, que durante el choque en Ventanas los jefes españoles huyeron por el
río, manteniéndose en combate con la bandera realista un grupo de peruanos, al mando
de un sargento chachapoyano de apellido Rojas, a quien fue muy difícil doblegar. En su
parte de guerra, el comandante Arriola menciono el valor exhibido por este sargento y
pidió sea perdonado y recomendado para ingresar al ejército patriota, lo que
efectivamente ocurrió.
En Higos-Urco destacaron por su heroísmo los tenientes José Félix Castro (trujillano),
Francisco Salas (chileno) y Evaristo Tafur (chachapoyano). La mujer amazonense
estuvo representado por Matea o Matiaza Rimanchi, que ha pasado a la posteridad
como la heroína de Higos-Urco.
Hubo una segunda batalla, también en Higos-Urco, cuando el sargento Cárdenas y
Nicolás Quiles se levantaron en armas contra los patriotas en 1822, tomaron la
guarnición del río Putumayo y atacaron Moyobamba y Chachapoyas. Una columna
patriota, formada fundamentalmente por voluntarios lugareños, los enfrentó el 6 de
septiembre y la victoria fue otra vez de los independentistas. La historia recuerda entre
los patriotas amazonenses a Mariano Aguilar, Manuel Rodríguez, Luis Zagaceta,
Lucero Villacorta, Juan Reina, José Fabián Rodríguez y Dionisio Hernández. Desde
entonces la región quedó plenamente pacificada.
La creación del departamento
Las primeras gestiones para la creación del departamento de Amazonas fueron
iniciativa de Modesto de la Vega y José Braulio de Campo Redondo, quienes en el
periodo de 1825 a 1830 aparecen en la escena política después de haber luchado como
soldados por la Independencia, formando parte de la representación parlamentaria, por
Maynas, el primero, y el segundo por Chachapoyas. Son ellos quienes conciben la idea
de formar un departamento separando algunos territorios de La Libertad, departamento
que hasta entonces abarcaba una vasta extensión que llegaba hasta los límites con el
Brasil, y que incluía los territorios de Maynas e Iquitos.
Así se crea el departamento de Amazonas, por medio de una ley expedida por el
gobierno del general Agustín Gamarra promulgada el 21 de noviembre de 1832. La
misma norma contenía una serie de artículos para promover el desarrollo económico del
nuevo departamento, incluyendo exoneraciones de derechos en su comercio con
Ecuador y Brasil; también estipulaba que quedaban dentro de los límites de Amazonas
las regiones de Pataz, Chachapoyas y Maynas.
Salaverry y Santa Cruz
Las turbulencias y agitación política no cesaban en el país luego de la Independencia.
En el año de 1833, Gamarra luchaba por mantenerse en el poder. El entonces coronel
Felipe Santiago Salaverry, de gran fama por sus hechos heroicos, y muy popular
políticamente, fue señalado como el protagonista de una conspiración y se ordenó su
prisión en marzo de ese año. Tras un sonado juicio se dispuso, en julio, su
confinamiento en el departamento de Amazonas. Estando preso en Chachapoyas,
Salaverry logró sublevar a sus guardianes y dirigirse con una milicia a Cajamarca, pero
fue traicionado y emboscado, y se le envió de vuelta en condiciones infamantes. “Se
dice que lo condujeron montado en un burro con la cara hacia la cola, cruel burla, que
se agrega a los malos tratos recibidos; todo lo cual explica el procedimiento que más
tarde emplea contra el departamento de Amazonas”. Poco después logró fugar
nuevamente en dirección a Cajamarca, donde en octubre organizó una fuerza militar
adicta y marchó hacia Trujillo.
Salaverry, siendo ya gobernante del Perú, por decreto del 25 de abril de 1835 suprimió
el departamento de Amazonas y anexó sus provincias al de La Libertad. Se cuenta al
respecto que alguien, al conocer el decreto, trató de hacer ver a Salaverry la
inconveniencia de semejante disposición; pero que el dictador, indignado y en forma
grosera, manifestó que “esa sección del territorio estaba aún en estado salvaje y que
debían pasar no menos de 50 años poderla organizar y darle categoría de departamento;
que él conocía la zona y que no se hablase más del asunto”. Así, Amazonas
“desapareció como departamento y quedó solo con el estatus de salvaje”.
Siendo presidente de la República el general Andrés Santa Cruz, fue anulado el decreto
de Salaverry, y Amazonas se constituyó nuevamente como departamento con una
mención de gratitud por su “acción heroica” contra el gobierno intruso.
Durante la Confederación Perú-Boliviana, que presidió Santa Cruz, Amazonas fue uno
de los departamentos constitutivos del Estado Nor-Peruano, junto con Huaylas, Junín,
Lima y La Libertad, que se caracterizó por conservar sin modificación alguna el escudo
y la bandera peruanas.
Región incomunicada
El esplendor colonial de Chachapoyas, casi absolutamente citadino, fue apagándose
durante la República, a tal punto que se convirtió en una ciudad enclaustrada y aislada
del resto del país. Los amazonenses, durante muchos años. Juzgaron imposible
mantener relaciones con la costa mediante vías apropiadas, aunque durante la República
se mejoraron algunos caminos de penetración. Luego de doce infructuosas expediciones
organizadas entre 1836 y 1887 en búsqueda de salidas hacia la costa, se tuvo por más
expeditiva la obra de abrir paso hacia el oriente, y es Braulio del Campo Redondo,
quien lanza la iniciativa de dar comienzo a las exploraciones hacia el pongo de
Manseriche.
Hay que tener en cuenta que en esa época, todavía de auge de la navegación marítima,
se abrían los puertos al comercio y a la navegación internacionales, circunstancia que
colocaba en segundo plano las vías terrestres, especialmente de los departamentos
interiores, que, condenados a vivir en ese aislamiento, languidecían penosamente.
Comprendiendo la importancia que para el departamento representaba la apertura de
una vía de comunicación entre Chachapoyas y un punto navegable del Marañón, los
amazonenses intentaron llevar a la práctica esta obra. Chachapoyas tuvo el privilegio d
haber sido la región iniciadora de estos esfuerzos en la Amazonía peruana. Al no poder
culminarse esta obra, Chachapoyas permaneció durante más de un siglo aislada, ya que,
sin carreteras de acceso, el camino tenía que hacerse a lomo de bestia, en largas y
penosas caravanas desde la costa, o por los ríos desde la región del oriente, el avión
llegó a Chachapoyas durante la década de 1930, antes que el automóvil y el camión. La
comunicación radiotelegráfica fue establecida en 1906.
Fue durante el último gobierno de Manuel Prado (1956-1962) cuando se construyó la
carretera que une Chachapoyas con la gran vía de penetración Olmos-Marañón, que por
fin estableció a comunicación directa con Lima y el resto de la República. Con esta
carretera, el gran departamento norteño inició su recuperación y su efectiva integración
al país.
Cambios en la demarcación
En aplicación de diversas disposiciones demarcatorias, Amazonas vio reducirse
gradualmente su territorio. La primera ley que disminuyo su extensión fue la que creo el
Gobierno Político y Militar de Loreto el 10 de marzo de 1853. La segunda, fue causada
por la decisión de los pobladores de la provincia de Maynas, incorporada al
departamento de Amazonas en 1832, de lograr su incorporación a Loreto, lo que ocurrió
el 7 de julio de 1857. La tercera medida restrictiva fue la creación de la provincia de
Luya, que se constituyó a partir de la provincia de Pataz para anexarla al departamento
de La Libertad.
Por Ley N° 24874 del 11 de junio de 1988, el departamento de amazonas paso a ser
parte de la región Nororiental del Marañón dentro del proyecto de regionalización que
poco después fue desactivado. Hoy ha recuperado su autonomía y es,
administrativamente, al mismo tiempo que departamento, una región.
El departamento de Amazonas es un núcleo geopolítico de gran importancia para el
Perú. Por su situación geográfica en el extremo Nororiental del país, por ser su zona
selvática la porción de la Amazonía más cercana al Océano Pacífico y porque sus
conexiones con las rutas de la costa son las más bajas de esta parte de los Andes, pero
también por ser frontera con el Ecuador, situación esta que le costó ser escenario,
durante los últimos años, de diversos incidentes armados, como los de Falso Paquisha
(1981), Cusumasa-Bumbuiza (1991) y Alto Cenepa (1995).

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