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Palingenesia es sinónimo de Reencarnación

Palingenesia (παλιγγενεσία, G3824), nuevo nacimiento (palin, de


nuevo; genesis, nacimiento). ... El nuevo nacimiento y la
regeneración no constituyen etapas sucesivas en la experiencia
espiritual; se refieren al mismo acontecimiento, aunque lo
contemplan en diferentes aspectos.
“Palingenesia” y “anagennao” son dos vocablos griegos que se
traducen por “regeneración” y “renacer” respectivamente.
“Palingenesia” es un sustantivo y “anagennao” es un verbo. Estas
dos palabras, que aparecen mencionadas sólo dos veces cada una
en todo el Nuevo Testamento, se complementan y por tanto deben
considerarse juntas para un correcto entendimiento de la verdad
del nuevo nacimiento o regeneración.

En algunas religiones se dice no creer en la reencarnación o


palingenesia porque no está en la Biblia. Muchos fieles
encabritados mentalmente por sus líderes religiosos son así
adoctrinados y repiten esto a los cuatro vientos. Lo aseguran
efusivamente como si fuera una hipótesis incuestionable. Pero,
independientemente de que la reencarnación esté o no en la
Biblia, es hoy una evidencia desde varios frentes científicos.
En este artículo no hablaremos de Ciencia, nos detendremos
solamente en si está o no en la Biblia y en sus aspectos históricos.
La palingenesia en la Biblia
El origen de la palabra bíblica griega palingenesia, que para la
Lingüística (la disciplina científica que investiga el origen, la
evolución y la estructura del lenguaje, a fin de deducir las leyes
que rigen las lenguas, antiguas y modernas) es sinónimo de
reencarnación. Proviene de dos vocablos griegos: “palin” (de
nuevo) y “génesis” (generación), lo que quiere decir ‘regreso a la
vida después de la muerte’, o sea, ‘nueva generación’. Es el
espíritu “en nueva generación”, es decir, la misma identidad
espiritual en nueva reencarnación. Y palingenesia incluso pasó a
otros idiomas como el castellano, con su misma forma original
bíblica o con modificaciones menores, como en francés:
“palingénésique”.
Respetamos el dogma que proclamó que la resurrección es del
espíritu con su carne. Veamos dos tipos de resurrecciones: Una es
del espíritu en el mundo espiritual, cuando la persona muere:
“Padre, en tus manos entrego mi Espíritu” (Lucas 23: 46);
“Al morir el hombre, su cuerpo vuelve al polvo, y su espíritu
vuelve a Dios.” (Eclesiastés 12: 7).
Y el mayor teólogo católico actual, André Torres Queiruga
(“Repensar la Resurrección”), defiende esa tesis. Y la otra
resurrección, en el mundo físico, sucede cada vez que el espíritu
reencarna. No es, pues, la resurrección de la carne, sino en la
carne.
La palabra “palingenesia” aparece, dos veces, en los originales
griegos bíblicos del Nuevo Testamento: “… cuando en la
palingenesia (reencarnación) …” (San Mateo 19: 28); y la otra:
“Cuando, sin embargo, se manifestó la misericordia de Dios …, él
nos salvó mediante el baño, el lavado regenerador de la
palingenesia (reencarnación) y o renovador de Espíritu Santo,” de
un espíritu santo en el original griego. (Tito 3: 5). En algunas
traducciones, el artículo definido ‘el’ viene entre paréntesis,
exactamente porque él no existe en el texto bíblico en griego, lo
que, entonces, exige el artículo indefinido ‘uno’ en las
traducciones. El baño renovador o purificador es, pues, un
‘espíritu santo del individuo (y no el Espíritu Santo trinitario),
baño que sucede exactamente durante el período de la
palingenesia o de las reencarnaciones, las cuales son justamente
para la purificación, perfección y evolución del espíritu.
Y la prueba de que ‘palingenesia’ significa reencarnación es que
los traductores, en una de las mayores falsificaciones de la Biblia,
alteraron su significación de ‘reencarnación’ o ‘renacimiento’
para la de ‘regeneración’. Habrá regeneración, sí, pero después de
muchas reencarnaciones o generaciones del espíritu, para el
debido perfeccionamiento o el baño renovador del espíritu
durante el período de la palingenesia.
En muchos textos bíblicos, los traductores y teólogos hicieron
adaptaciones para ocultar la idea de la reencarnación y la
aprobación de nuevas doctrinas. Pero esta falsificación de
palingenesia por regeneración para ocultar el significado de
reencarnación de palingenesia es evidente.

*** En la Biblia, Evangelio de San Juan, cap. 9:


“Y pasando Jesús, vió un hombre ciego desde su nacimiento.

Y preguntáronle sus discípulos, diciendo: Rabbí, ¿quién pecó,
éste ó sus padres, para que naciese ciego?

Respondió Jesús: Ni éste pecó, ni sus padres: mas para que las
obras de Dios se manifiesten en él.”

Abolición Política de la Reencarnación


Dentro del Cristianismo este concepto ha sido muy mal
interpretado en muchas ocasiones, llegando hasta el punto de
haber sido declarado anatema (herejía) en cierto momento
histórico por razones políticas cuando el Cristianismo se convirtió
en la religión oficial del Imperio Romano. Esto ocurrió a pesar de
que el concepto de la Reencarnación se encontraba claramente en
La Biblia y era profesado por algunos padres de la Iglesia.
Afortunadamente, gracias a la investigación de muchos
historiadores y al descubrimiento de varios documentos históricos
que revelan nuevas perspectivas sobre los orígenes del
Cristianismo, hoy sabemos cómo, cuándo y por qué ocurrió este
aparente desacuerdo entre la Teología Cristiana oficial y la
doctrina de la Reencarnación. Si la reencarnación era una idea en
circulación entre los primeros Cristianos, ¿por qué ha
desaparecido de la religión Cristiana tal y como la conocemos
hoy?
Es difícil de creer pero quien proscribió el concepto de
reencarnación del Cristianismo fue… ¡un emperador romano!
Y lo hizo por propósitos muy mundanos.
A principios del siglo cuarto, las más fuertes facciones Cristianas
pugnaban unas con otras por influencia y poder, mientras que al
mismo tiempo el Imperio Romano se desmoronaba. En el año 325
DC., bajo el pretexto de tratar de renovar la unidad del imperio, el
dictador absoluto Emperador Constantino convocó a los líderes
de las facciones Cristianas en pugna al Concilio de Nicea. El les
ofreció lanzar todo su poder imperial a favor de los Cristianos si
ellos resolvían sus diferencias y acordaban un credo único. Las
decisiones que se hicieron en este concilio crearon la fundación
de la Iglesia Católica Romana. (Al poco tiempo, los libros de la
Biblia serian editados y ‘corregidos’ también). A favor de la
unidad, todas las creencias que entraran en conflicto con el nuevo
credo serian descartadas; en el proceso las facciones y los escritos
que soportaban la reencarnación fueron desechados.
Aparentemente algunos Cristianos continuaron creyendo en la
reencarnación aún después del Concilio de Nicea, porque en el
año 553 DC. la Iglesia tuvo la necesidad de enfrentar de nuevo el
concepto de la reencarnación y condenarlo explícitamente. En el
Segundo Concilio de Constantinopla el concepto de la
reencarnación, unido con otras ideas bajo el término
“preexistencia del alma”, fue decretado como un crimen
merecedor de la excomunión y condenación (anatema).
En el año 543 de la era presente, el Emperador Justiniano
(considerado por los historiadores como el último emperador
romano), convocó un sínodo en Constantinopla, con el único
propósito de condenar las enseñanzas de Orígenes sobre la
doctrina de la reencarnación aunque el pretexto fue otro:
Deliberar sobre los “Tres Capítulos” de las iglesias disidentes
(consideradas por Justiniano como rebeldes y heréticas) que no se
encontraban bajo el poder directo de Roma. Orígenes era en ese
entonces, el más respetado y amado Padre de la Iglesia cristiana
original.
 
El Mandato Imperial contra el Papa
El concilio, conocido también como el Segundo Concilio
Ecuménico fue presidido por Eutiquio, aspirante al patriarcado de
Constantinopla, obviamente sujeto a Justiniano, y contó con la
presencia de 165 obispos.
Pero el Papa Virgilio, cuya presencia había sido requerida por el
Emperador, se opuso fuertemente al concilio y se refugió en una
iglesia en Constantinopla, temeroso de la ira vengativa del
malvado Emperador. El Papa no estuvo presente en ninguna de
las deliberaciones ni envió representante alguno y por lo tanto,
jamás aceptó que la doctrina de la reencarnación fuera proscrita
del credo cristiano.
El concilio, bajo el total control del Emperador y en la ausencia
del Papa, elaboró una serie de anatemas; unos historiadores dicen
que fueron 14 y otros que fueron 15, anatemas que fueron
dirigidos intencionalmente en contra de las tres escuelas de
pensamiento a las que calificaron como heréticas, cuyas creencias
Justiniano veía como enemigas de sus intereses políticos y que
tenían a Orígenes como su teólogo más respetado. Dichos
documentos fueron conocidos, a partir de entonces como “Los
Tres Capítulos”. Dos de los anatemas elaborados por Justiniano,
son los siguientes:
1. Quien dijese o pensase que las almas humanas pre-existían
como espíritus y poderes santos pero que llegaron a
saciándose de la visión de Dios se tornaron malas y que
debido a esto el amor divino dentro de ellas se extinguió y
de este modo se convirtieron en almas condenadas a ser
encarnadas en cuerpos como castigo, sea anatema.
2. Quien dijese o pensase que el alma del Señor preexistía
unida a Dios el Verbo antes de la Encarnación y su
Concepción en la Virgen, sea anatema.
Muchos de los Padres de la Iglesia Cristiana aceptaban la
enseñanza del llamado Cristianismo Esotérico que defendía la
verdad sobre la Reencarnación.
“No puse por escrito todo lo que pienso pues hay un cristianismo
esotérico que no es para toda la gente.” San Clemente de
Alejandría
(150-220).
“El Alma vive más de una vez en cuerpos humanos, pero no
puede
recordar sus experiencias anteriores.” Diálogo con Trifo, Justino
Mártir (100-165).
Considerado el Padre de la Ciencia de la Iglesia, Orígenes (185-
254) sostenía:
“La preexistencia del alma es inmaterial y por tanto sin principio
ni fin de su existencia. Las predicciones de los evangelios no
pueden haberse hecho con la intención de una interpretación
literal. Hay un progreso constante hacia la perfección. Todos los
espíritus fueron creados sin culpa y todos han de regresar, por fin,
a su perfección original. La educación de las almas continúa en
mundos sucesivos. El alma frecuentemente encarna y experimenta
la muerte. Los cuerpos son
como vasos para el Alma, la cual gradualmente, vida tras vida
debe ir llenándolos. Primero el vaso de barro, luego el de madera,
después el de vidrio y por último los de plata y de oro.”
Es en este evento, presidido por un monarca y no por un religioso,
que el cristianismo condena la idea de la reencarnación. Pero el
poder de Justiniano fue más que suficiente para hacer que su
decisión personal de proscribir la reencarnación del canon
cristiano prevaleciera por encima de las creencias del mismo
Papa. Los sucesores de Virgilio, incluyendo a Gregorio el
Grande (590-604), aunque se ocuparon de diversos asuntos que
surgieron a partir del Quinto Concilio, no mencionaban en lo
absoluto nada acerca de los conceptos de Orígenes relativos a la
doctrina de la reencarnación.
 
Las Trampas de Un Político Astuto
Lo que Justiniano hizo, fue forzar la aceptación de su decisión
personal a lo que parece ser meramente una sesión de obispos que
nunca fue realmente un concilio, ya que no contó ni con la
presencia ni con la aprobación del Papa.
Después de todo, ¿qué obispo podría haberse opuesto a él y
rehusarse a seguir sus órdenes?
Es a partir de entonces que la noción de la reencarnación
desapareció del pensamiento cristiano en Europa y muchos creen,
todavía hasta el día de hoy, que la no aceptación de la
reencarnación es un verdadero dogma inspirado.
Todo por la decisión de… un emperador romano.
Es un hecho que algunas sectas Cristianas y escritores aceptaban
la reencarnación como una extensión de las enseñanzas de Cristo.
Orígenes de Alejandría, uno de los aclamados Padres de la
Iglesia y descrito por San Gregorio como “el Príncipe de la
enseñanza Cristiana en el tercer siglo”, escribió:
“Cada alma viene a este mundo fortalecida por la victorias y
debilitada por las derrotas de sus vidas anteriores”.
¿Por qué la Iglesia se esfuerza tanto en desacreditar la
reencarnación? El impacto psicológico de la reencarnación puede
ser la mejor explicación. Una persona que cree en la
reencarnación asume responsabilidad por su propia evolución
espiritual a través del renacer. El o ella no necesitan sacerdotes,
confesionarios o rituales para evitar la maldición (ideas estas que
por cierto no son parte de las enseñanzas de Jesús). Esa persona
necesita solamente ocuparse de sus propios actos hacia el mismo
y hacia los demás. Creer en la reencarnación elimina el miedo al
infierno eterno que la Iglesia usa para disciplinar a su rebaño. En
otras palabras, la reencarnación directamente socava la autoridad
y el poder de la dogmática Iglesia. No es de extrañar entonces que
la reencarnación ponga a los Defensores de La Fe tan nerviosos.
La Iglesia estaba defendiendo en ese acto extravagante la doctrina
del cielo y del infierno y las penas eternas porque centraba más
poder en sus manos. Y de esa forma la reencarnación fue proscrita
en un de los más graves equívocos cometidos por el Cristianismo.
En La Biblia existen suficientes referencias al fenómeno de la
reencarnación las cuales permiten argumentar que el antiguo
pueblo de Israel conocía el concepto e inclusive para algunas de
sus sectas la reencarnación era parte esencial de sus creencias,
especialmente en sectas como los Esenios y otras que practicaban
la Cábala (Kabbalah).
Para los cristianos en particular, las citas más importantes sobre la
reencarnación pueden ser encontradas en las propias palabras de
Jesús en los Evangelios.
Veamos algunos ejemplos a continuación.
Durante el pasaje de la transfiguración Jesús dice a sus discípulos:
Elías ya vino, y no lo reconocieron sino que hicieron con él todo
lo que quisieron.
De la misma manera va a sufrir el Hijo del Hombre a manos de
ellos.
Entonces entendieron los discípulos que les estaba hablando de
Juan el Bautista.
– Mateo 17:10-13, Marco 9:11-13, Lucas 9: 33
(Implicando que Juan el Bautista era la reencarnación del
profeta Elías).
Jesús habla a sus discípulos sobre Juan el Bautista:
Y si quieren aceptar mi palabra, Juan es el Elías que había de
venir.
El que tenga oídos, que oiga.
– Mateo 11:14-15
(Explícitamente declarando que Juan el Bautista es la
reencarnación del profeta Elías).
A su paso, Jesús vio a un hombre que era ciego de nacimiento.
Y sus discípulos le preguntaron: –Rabí, para que este hombre
haya nacido ciego, ¿quién pecó, él o sus padres?
Ni él pecó, ni sus padres –respondió Jesús–, sino que esto sucedió
para que la obra de Dios se hiciera evidente en su vida
– Juan 9:1-3
(Implicando que el hombre había vivido previamente antes de
nacer ciego en la presente existencia).
La Iglesia ha preferido infundir en nosotros el temor al infierno y
a la condena eterna, antes que concedernos el conocimiento,
indispensable para poder elegir y ser independientes de la
obediencia ciega, o de las promesas de entrar en el Paraíso.
“Muchas otras cosas hay que hizo Jesús, que si se escribieran una
por una, me parece que no cabrían en el mundo los libros que se
habrían de escribir.”
Juan 21:25.
Se dice que la Biblia no enseña la Reencarnación porque en ella
no está escrita esta enseñanza y por lo tanto no existe esa
posibilidad. Jesucristo entregó su Enseñanza estratificada para el
círculo interno y para el círculo externo, para lo público y para lo
privado, como claramente lo destacan estos versículos bíblicos:
“No deis a los perros las cosas santas, ni echéis vuestras perlas a
los cerdos.”
Mateo 7:6.
“Porque a vosotros se os ha dado conocer los misterios del reino
de los cielos; mas a ellos no se les ha dado…Por eso les hablo en
parábolas, porque ellos viendo no miran y oyendo no escuchan, ni
entienden.”
Mateo 13:11,13.
“Todas estas cosas las dijo Jesús en parábolas al pueblo y sin
parábolas no les predicaba.”
Mateo 13:34,35.
“A vosotros se os ha concedido saber el misterio del reino de
DIOS, pero a los que son extraños todo se les anuncia en
parábolas.”
Marcos 4:11.
“Con muchas parábolas les predicaba la palabra, conforme a la
capacidad de los oyentes y no les hablaba sin parábolas; bien es
verdad que aparte se lo descifraba todo a sus discípulos.”
Marcos 4:33,34.
“A vosotros se os ha concedido entender el misterio del reino de
DIOS, a los demás se les habla en parábolas para que viendo no
vean y oyendo no entiendan.”
Lucas 8:10
A pesar del decreto del 553, la creencia en la reencarnación
persistió entre los creyentes de fila. Hicieron falta otros mil años y
mucho derramamiento de sangre para borrar completamente la
idea. A principios del siglo trece, los Cátaros, una devota e
iluminada secta de Cristianos que creían en la reencarnación,
florecieron en Italia y en sur de Francia. El Papa lanzó una
cruzada para detener semejante herejía, medio millón de personas
fueron masacradas, villas completas de una sola vez, y los
Cátaros o albigenses fueron totalmente barridos del mapa. Esta
purga impuso el tono de la brutal Inquisición que comenzaría
pronto. No solo la creencia en la reencarnación era causa de
persecución, sino cualquier idea metafísica que cayera fuera del
dogma de la Iglesia.
   Hoy debido a la natural evolución humana y al despertar mental
que actualmente sucede, despertar que no es igual para todos dado
que hay almas con más y con menos experiencias, la mayoría
aceptaría la reencarnación y otras verdades por inspiración y no
por dogma.
 
Palingenesia o Reencarnación en otras culturas
India
En la India se habla de la reencarnación con el término sánscrito
samsara (‘vagabundeo’ del alma de un cuerpo a otro).
Grecia
Los griegos la simbolizaban con el ave fénix.
Estoicos
Esta doctrina puede rastrearse desde los estoicos, que usaban el
término para referirse a la recreación del universo por el
Demiurgo (dios creador), después de su absorción dentro de sí
mismo.1
Neoplatónicos
Los neoplatónicos también admitían una palingenesia universal.
En Filosofía
En algunas teorías filosóficas, está relacionada con la ekpirosis, y
comprende a la palingénesis como el renacimiento que sigue al
fin de la existencia producido por una conflagración final. Así,
Filón de Alejandría creía que Noé y sus hijos habían sido los
impulsores de una renovación o renacimiento de la Tierra.
Cicerón
Cicerón (106–43 a. C.) utilizaba esta palabra para explicar su
propio retorno desde el exilio.1
Pitagóricos
En filosofía, la palingenesia denota en un sentido más amplio la
teoría (por ejemplo, de los pitagóricos) de que el alma humana no
muere con el cuerpo, sino que nace otra vez en nuevas
encarnaciones. Sería, así, equivalente a la metempsicosis.
Plutarco
Plutarco (45–125 d. C.) hablaba de palingenesia con respecto a la
transmigración de las almas (la reencarnación al estilo hindú),
explorada ya en el Canto VI de La Eneida de Virgilio en el siglo I
a.C.
Druidas
Los druidas (sacerdotes galos) creían a su vez que, después de un
determinado número de revoluciones de siglos, el universo
quedaría disuelto o destruido por el agua y el fuego y luego
renacería de sus cenizas.[cita requerida]
Robert Burton
Robert Burton, en The Anatomy of Melancholy (La anatomía de
la melancolía, 1628), escribió: «Los pitagóricos defendían la
metempsicosis y la palingenesia, en que las almas van de un
cuerpo a otro».
Giambattista Vico
El italiano Giambattista Vico (1668-1744) enseñó a su vez, en su
teoría de los círculos, una doctrina análoga.
Allan Kardec y la doctrina espiritista
A mediados del siglo XIX, la reencarnación fue recogida por
Allan Kardec, que la hizo formar parte de la doctrina espiritista.
Nirvana
La palingénesis podría considerarse una doctrina paralela a la
reencarnación, aunque algunos creen que en la palingénesis el
alma nunca alcanza el nirvana que la liberaría de la reencarnación.

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