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CONCEPTO DE GOBIERNO

El vocablo gobierno hace mención al desarrollo de un poder del Estado y/o a la


conducción dirigencial en general. Según la teoría, se define como gobierno al
organismo que, según reconoce la Constitución, asume las responsabilidades
del poder ejecutivo y concentra el poder político para conducir a una
determinada sociedad. Generalmente, está integrado por un Presidente o
Primer Ministro y una cierta cantidad de Ministros, Secretarios y otros
funcionarios.

Es importante destacar que gobierno no significa lo mismo que Estado: un


gobierno consigue llegar al poder (en el caso de la democracia, mediante
elecciones libres), ejerce su tarea y se retira, pero el Estado perdura siempre
de la misma manera y es inalterable frente a los sucesivos gobiernos. En otras
palabras, puede decirse que el gobierno es un grupo donde se nuclean
diversos órganos que encaminan a un Estado, por medio del cual se refleja el
poder estatal regido y controlado por el orden jurídico.

La historia señala que los primeros gobiernos se formaron en la tribu, con la


intención de coordinar de manera eficiente los recursos humanos. Con el paso
de los años, la función de gobierno terminaría por segmentarse en tres
poderes: el Poder Ejecutivo, que actúa como ente coordinador; el Poder
Legislativo, encargado de generar las leyes y normas que rigen la vida en un
cierto territorio; y el Poder Judicial, cuya tarea es velar por el cumplimiento de
dichas leyes y normas.

Entre las distintas formas de gobierno, puede mencionarse a la democracia


(donde, por medio de mecanismos de participación directa o indirecta, el
pueblo elige a sus representantes) y a la monarquía (donde el cargo supremo
de un Estado es vitalicio y suele ser designado a través de un orden
hereditario).

El término también hace alusión al método a través del cual un grupo político
dirige a un pueblo. Para gobernar a una sociedad, dicho grupo se sirve de los
órganos estatales, legítimamente constituidos, para elaborar leyes y ponerlas
en práctica.

Las formas en las que un gobierno asume su mandato pueden ser diversas. En
el caso de una república se decide a través del sufragio, todos los ciudadanos
votan para escoger al mejor candidato a ocupar el puesto; en el caso de las
monarquías el puesto se consigue por lazos de sangre o voluntad divina. Si se
trata de un gobierno de facto, el puesto es tomado mediante la fuerza por un
grupo que considera que el gobierno vigente no realiza bien su labor.

Diferentes debates sobre el gobierno ideal

A lo largo de la historia se han realizado múltiples teorías acerca de cuál es la


forma de gobierno más recomendable y se han probado diferentes opciones.
Teorizando qué individuos son los más aptos para ejercer el cargo supremo en
el poder.

En la Grecia Antigua, Platón aseguraba que existían seis formas posibles de


gobierno y que entre todas, algunas de ellas sumamente corruptas como la
oligarquía, estaba la timocracia (concepto que él ideó) y que se refería a un tipo
de gobierno de transición que se encontraba entre las formas tradicionales de
gobierno y las ideales.

Para Aristóteles los aspectos que era necesario analizar para entender si un
gobierno era recomendable o no, era si el objetivo fundamental del gobierno
residía en buscar el interés común o el propio. Proponía como gobierno ideal a
la monarquía porque pese a que era un gobierno “acomodado” solía tener
como fin primordial conseguir la estabilidad y la armonía social.

Posteriormente, Maquiavelo manifestará en su obra “El Príncipe” que todos los


gobiernos que habían existido hasta el momento eran republicanos o
principados y que posiblemente ninguna ideología podía ser considerada ideal,
a no ser que en ella pudieran fusionarse los buenos principios de las otras
formas. Es decir, proponía un tipo de gobierno mixto, donde monarquía,
aristocracia y democracia coexistieran de este modo los poderes de cada una
de ellas controlarían los ejercicios de las otras y evitarían los abusos, llegado el
caso.

Por su parte Santo Tomás, afirmándose en las teorías medievales afirma que el
gobierno ideal debe ser uno donde el poder se encuentre concentrado en una
sola persona, como el cuerpo humano es regido por una única alma, y un sólo
dios rige el Universo. Este concepto se opone rotundamente a la anarquía, sin
embargo asegura el derecho del pueblo a la arbitrariedad política, en caso de
que el monarca no cumpla correctamente con sus mandatos.

Gobiernos constitucionales y anticonstitucionales

Como lo hemos dicho anteriormente un gobierno constitucional se rige por una


serie de leyes dictadas por organismos legítimamente escogidos. Cuentan con
la característica de que varios partidos se presentan a elecciones y son
elegidos limpiamente. El partido que más votos reciba encabezará el gobierno,
el resto de los partidos ocuparan diferentes porcentajes en la cámara de
diputados y senadores, a fin de que el poder se encuentre dividido de forma
equitativa y no exista un gobierno monopolista. Además, el gobierno debe
atarse a las leyes existentes y rendir cuenta de todas las acciones que realice.
Estos requisitos convierten al Estado en una entidad democrática de derecho.
Entre estos gobiernos se incluyen el sistema de gobierno presidencial,
parlamentario o semipresidencial.

Un gobierno de facto (dictaduras), por su parte, es anticonstitucional porque


para existir debe pasar por alto las leyes que rigen la armonía y la convivencia
de esa sociedad. Estos gobiernos, por ende, no representan las ideas del
pueblo sino de un reducido grupo de la sociedad que a través de la violencia
destituye al actual gobernante para ocupar su puesto.
Un gobierno de facto puede surgir de varias formas: a través de un golpe de
Estado o por una revolución u otro procedimiento de hecho que se encuentre
desvinculado con el ordenamiento jurídico.

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CONCEPTO DE SOCIEDAD

Antes de entrar de lleno a definir la palabra sociedad que ahora nos ocupa es
fundamental que investiguemos y descubramos el origen etimológico de la
misma. En concreto, podemos subrayar que aquel se encuentra en el latín y
más exactamente en el término sociĕtas.

Sociedad es un término que describe a un grupo de individuos marcados por


una cultura en común, un cierto folclore y criterios compartidos que condicionan
sus costumbres y estilo de vida y que se relacionan entre sí en el marco de una
comunidad. Aunque las sociedades más desarrolladas son las humanas (de
cuyo estudio se encargan las ciencias sociales como la sociología y la
antropología), también existen las sociedades animales (abordadas desde la
sociobiología o la etología social).

En este último sentido, por tanto, podríamos decir que las sociedades de
animales son aquellas que se van constituyendo de una forma totalmente
natural. Así, de esta manera, un ejemplo de lo que estamos señalando sería el
siguiente: “El profesor de Ciencias Naturales nos subrayó que las abejas son
unos de los grupos de seres vivos que viven en sociedad”.

Las sociedades de carácter humano están constituidas por poblaciones donde


los habitantes y su entorno se interrelacionan en un contexto común que les
otorga una identidad y sentido de pertenencia. El concepto también implica que
el grupo comparte lazos ideológicos, económicos y políticos. Al momento de
analizar una sociedad, se tienen en cuenta aspectos como su nivel de
desarrollo, los logros tecnológicos alcanzados y la calidad de vida.

Los expertos en el análisis de las sociedades establecen una serie de señas de


identidad o de características que exponen que son imprescindibles que se
cumplan para que las reuniones o asociaciones de grupos se consideren
sociedades como tal.

Así, entre otras cosas, requieren tener una ubicación en una zona geográfica
común, estar constituidos a su vez en diversos grupos cada uno con su propia
función social, deben tener una cultura común, pueden considerarse una
población en su totalidad…
De la misma forma establecen que las sociedades tienen una serie de
funciones que pueden clasificarse en dos. Por un lado estarían las generales y
por otro lado las específicas. Respecto a las primeras destacarían el hecho de
que son los instrumentos a través de los cuales se hacen posibles las
relaciones humanas o que desarrollan y establecen una serie de normas de
comportamiento que son comunes para todos sus miembros.

La sociedad existe desde que el hombre comenzó a poblar el planeta, aunque


su forma de organización sufrió variaciones a lo largo de la historia. La
sociedad del hombre prehistórico se encontraba organizada de modo
jerárquico, donde un jefe (el más fuerte o sabio del conjunto) concentraba el
poder. A partir de la Grecia antigua, la tendencia absolutista del poder empezó
a modificarse, ya que los estamentos inferiores de la sociedad pudieron llegar a
ciertos sectores de importancia en la toma de decisiones a través de la
democracia.

Recién en 1789, con la Revolución Francesa, la organización social cambió en


forma radical: desde entonces, cualquier persona puede subir a un estamento
superior de la sociedad.

Cabe mencionar que el concepto de sociedad también puede entenderse


desde una perspectiva económica y jurídica, para definir a la unión de al menos
dos individuos que se comprometen a realizar aportes y esfuerzos en común
para desarrollar una actividad comercial y repartir entre sí las ganancias
obtenidas.

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CONCEPTO DE POLÍTICA

La política es una actividad orientada en forma ideológica a la toma de


decisiones de un grupo para alcanzar ciertos objetivos. También puede
definirse como una manera de ejercer el poder con la intención de resolver o
minimizar el choque entre los intereses encontrados que se producen dentro de
una sociedad. La utilización del término ganó popularidad en el siglo V A.C.,
cuando Aristóteles desarrolló su obra titulada justamente “Política”.

El término proviene de la palabra griega polis, cuyo significado hace alusión a


las ciudades griegas que formaba los estados donde el gobierno era
parcialmente democrático. Cabe señalar que es en esta cultura donde intenta
formalizarse esta necesidad humana de organizar la vida social y los gobiernos
desde tiempos ancestrales.

La disciplina encargada del estudio de las actividades políticas se denomina


ciencia política, los profesionales en esta ciencia reciben el mote de politólogos
y las personas que ocupan cargos profesionales a cargo del Estado o aspiran a
ellos se definen como políticos.
Se considera que los inicios de la política se remontan al neolítico, cuando la
sociedad comienza a organizarse en un sistema jerárquico y ciertos individuos
adquieren poder sobre el resto. Antes, el poder simplemente residía en el que
tenía mayor fortaleza física o en el más inteligente de un grupo. Algunos
teóricos aseguran que este tipo de organización también podría ser
considerado como una forma de política, por lo que ahí caeríamos en la
definición de que la política es tan antigua como la propia humanidad.

Los sistemas políticos de la antigüedad eran generalmente absolutistas ya que


la totalidad del poder se encontraba en manos de un único sujeto. En Grecia,
existían también algunas polis donde se practicaba una democracia parcial y se
llevaban a cabo asambleas. A partir de la Revolución Francesa el esquema
político experimentó un cambio importante, donde un elemento fundamental fue
la constitución de los Estados Unidos. Desde ese momento se instauraron
regímenes con características democráticas, donde la toma de decisiones
responde a la voluntad general.

La democracia es la forma de organización política que ha cobrado mayor


popularidad en las últimas décadas, se basa en un estado elegido por mayoría
en base a lo estipulado por una Constitución aprobada por el pueblo, que
ejerce un poder parcial y organizacional y cuyo objetivo es representar las
ideas del pueblo dentro y fuera del territorio. Esto es así en la teoría pero en la
práctica pocas veces se lleva a cabo de la forma deseada, debido a que es
difícil que los políticos dejen a un lado sus intereses particulares para velar por
los de todo el pueblo.

Si buscamos la definición de la palabra en el Diccionario de Ciencias Sociales


veremos que se denomina así a la acción política propiamente dicha y político
puede servir para adjetivar un elemento relacionado con ella, poder político,
accionar político, etc. Por su parte el DRAE la denomina como el arte de
gobernar a los pueblos y la adjetivación antes citada, como algo relativo a la
política.

Existen múltiples vertientes de las teorías e ideologías políticas, que pueden


resumirse en dos grandes grupos: las políticas de izquierda (como el
socialismo y el comunismo), relacionadas principalmente a la igualdad social, y
las políticas de derecha (como el liberalismo y el conservadurismo), que
defienden el derecho a la propiedad privada y al libre mercado.

Desde hace siglos se intenta explicar el concepto de política y las formas en las
que debe llevarse a cabo. Entre los documentos más importantes se
encuentran los de Platón y Aristóteles. El primero, en su obra “La república”,
manifiesta que la forma en la debía gobernarse un pueblo era a través de la
observación de la realidad y la puesta a prueba de cambios y mejoras
idealistas y que dicho trabajo debía estar a cargo de los seres más sabios de
esa sociedad. Por su parte, Aristóteles, proponía un enfoque científico de la
política, donde el análisis social se hiciera tomando en cuenta elementos
psicológicos, culturales y sociales y estableciendo relaciones de causa y efecto.
Además, manifestaba la necesidad de crear una clase media que atenuase la
brecha existente entre los más ricos y los más pobres. Su obra también se
llamaba “La república”.

En 1970 fue Gramsci quien, basándose en las definiciones antiguas, intentó dar
una respuesta a la verdadera razón de ser de la política. Explicó que el Estado,
debe ser concebido como si se tratase de un organismo perteneciente al grupo
que debe representar al fin de conseguir expandirlo lo máximo posible pero que
su desarrollo debe estar contemplado dentro de las expansiones del resto de
las naciones. Decía también que es razonable que exista un grupo que ejerza
la hegemonía pero que esto no debe “escaparse de las manos”, al punto de
conseguir una sociedad gobernada por un sistema cuyo único interés sea el
económico-corporativo. En este tratado, podemos entender que la guerra y la
violencia como medio para conseguir los objetivos no deben ser consideradas
como viables.

También Morin y Kern han intentado comprenderla, ofreciendo preciosos


tratados sobre el arte y la ciencia de la política. La plantean con un carácter
multidimensional que surge a partir de la toma de consciencia de los
ciudadanos y contempla cuestiones como el sentido de la vida de nuestra
especie, el desarrollo de las sociedades, los sistemas económicos que
utilizamos, e incluso la vida y la muerte de la humanidad y la extinción del
planeta que habitamos. Intentó abordar una política más comprometida con el
medio ambiente, una política de responsabilidad con nuestro entorno. Una
política multidimensional pero no totalitaria.

Entre sus propuestas para llevar a cabo dicha empresa, se encuentran: trabajar
en pos de lo asociativo y combatir lo que sea disociativo, sosteniendo que la
emancipación no puede tener como meta el aislamiento o la ruptura de las
relaciones preexistentes, sino la puesta en marcha de un objetivo común que
exija el trabajo asociativo. Lo segundo que propone, es buscar una
universalidad particular y que debe tenerse especial cuidado en optar por un
interés que a simple vista parece universal pero que engloba una necesidad
individual. La universalidad puede conseguirse a través de una serie de
acciones que se orienten a la protección de nuestro universo concreto, el
planeta.

Es importante aclarar que todas las teorías coinciden en una cosa, en que la
actividad política sólo puede hacerse realidad mediante el establecimiento de
normas jurídicas que establezcan qué se debe o puede hacer y qué no en un
determinado territorio.

Otras acepciones del término política

Para terminar compartiremos algunas otras formas que recibe el significado de


esta palabra.

Como un conjunto de ideas, convencimientos o acciones sociales que se


relación con las cuestiones públicas o relacionadas con el poder. Se habla de
política al hacer referencia a un grupo de gobernantes y su relación con el
grupo al que gobierna.
En lo jurídico, se la denomina de tres formas posibles: como un conjunto de
actividades desarrolladas por un grupo y que permiten crear, planificar y ejercer
el poder sobre otro; como la lucha y la oposición que debe llevarse a cabo por
parte de un grupo reducido para dominar a uno mayor; y por último, como una
actividad cuya razón de ser es alcanzar un fin preciso: el bien común (todo
debe llevarse a cabo con el objetivo común de alcanzar la paz a través de
métodos que no incluyan la violencia).

Algunas teorías sobre política afirman que no debe ser importante resolver de
qué forma se establece la relación de poder-dominio sino de qué maneras se
puede entender la integración de las partes del grupo, contemplando incluso
aquellas minorías que en la mayoría de los casos no son tenidos en cuenta.
Esto significa analizar y comprender cada una de las relaciones que existen
entre los miembros tanto individuales como colectivos. De este modo, podemos
caer en una nueva definición de la palabra, llegando a comprenderla como el
arte de la integración y no de la dominación, como la gran mayoría sostiene.

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Definición de ciencia política

La ciencia es el conjunto de técnicas y modelos que permite organizar el


conocimiento sobre una estructura de hechos objetivos. La política, por su
parte, es una actividad ideológica destinada a la toma de decisiones de un
grupo para alcanzar objetivos y el ejercicio del poder para la resolución de
conflictos.

Por otra parte, es posible distinguir entre las ciencias formales (sin contenido
concreto, como la matemática), las ciencias naturales (estudian la naturaleza,
como la geología) y las ciencias sociales (se encargan de analizar los
fenómenos de la cultura y la sociedad, como la historia).

Dicho esto, podemos afirmar que la ciencia política es una ciencia social que se
dedica al estudio de la actividad política como un fenómeno universal y
necesario. La ciencia política también se encarga de desarrollar la teoría del
Estado, la principal forma de organización social.

Es importante tener en cuenta que la política ha existido siempre, por lo que las
reflexiones sobre sus alcances datan de la antigüedad. Sin embargo, hay
quienes ubican al nacimiento de la ciencia política en el siglo XVI, con el trabajo
de Nicolás Maquiavelo.

En cuanto a la noción moderna de la ciencia política, surge a partir del siglo


XIX, cuando las revoluciones liberales y el desarrollo industrial propiciaron
grandes cambios sociales que fueron analizados por varios pensadores.

La ciencia política se encarga, en la actualidad, de analizar el ejercicio del


poder político, las actividades estatales, la administración y gestión pública, los
sistemas políticos, el régimen partidista y los procesos de elecciones, entre
muchos otros temas.

http://www.mitecnologico.com/Main/CienciaPoliticaConceptoYDefinicion

Ciencia Política

Según el diccionario de Ciencias Sociales: la palabra política designa en


general la acción política propiamente dicha. El término político sirve para
adjetivar un contenido (poder político, instituciones políticas, etc.). El diccionario
de la lengua española, atiende a su uso común y trivial, y defiende la política
como el arte de gobernar los pueblos y la adjetivación político como
perteneciente o relativa a la política.

En sentido muy general, desde el punto de vista científico, podemos definir


como políticos los procesos, acciones o instituciones que definen
polémicamente un orfen vinculante de la convivencia que realiza el bien
público.

Una cuestión se hace política a medida que se transforma en una cuestión


polémica, cuya satisfacción se considera un bien público que se debe, que
debe impulsarse o respaldarse por una agencia del poder. Es decir la política
debe llevar el equilibrio de estos elementos.

En cuanto centramos es análisis en la política como “una forma de conducta


humana, libre y polémica que se proyecta como poder sobre el orden
vinculante de una comunidad para realizar el bien público”, presenta los
siguientes caracteres:
Es actitud libre no sujeta a normas.
Es actitud polémica, o decisión que ajusta un conflicto.
Es unión que se proyecta como poder normativo.

La actividad política se proyecta como poder sobre un orden vinculante que se


formaliza en normas jurídicas.
Orientación hacia la realización de fines y la selección de medios para
alcanzarlos.

Otro concepto de política es:


Conjunto de instituciones (ideas, creencias, usos y prácticas sociales)
relacionada con la administración y los asuntos públicos y con el poder. Se
refiere a los gobernantes y a su autoridad y a las relaciones de estos con los
gobernados.

Por otra parte la ciencia política (llamada también politicología/ politología)


estudia la organización y funcionamiento de las instituciones políticas y del
estado.

Desde siempre el hombre ha luchado por el poder y la Ciencia Política es tan


antigua como las civilizaciones occidentales. Nace en Grecia por la necesidad
de sumisión de unos hombres al poder de otros y de la existencia y operación
autónomas de las comunidades humanas; se desarrolla a partir de los
conocimientos de la Filosofía, Historia, Derecho, y Economía.

Los estudios teóricos y prácticos del estado estuvieron a cargo de filósofos


griegos como:
Platón.- A partir de la observación de la realidad proponía una serie de cambios
y mejoras idealistas y plantea una comunidad gobernada por los más sabios;
su obra: La República.
Aristóteles.- Enfoque científico; analiza la sociedad de su época a través de
elementos psicológicos, culturales y y sociales, además de establecer algunas
relaciones de causa y efecto, cree en la necesidad de construir una clase
media que atenúe la diferencia entre los más ricos y los más pobres; su obra:
La República.

Los romanos contribuyen al análisis de aspectos prácticos principalmente en el


Derecho y la Administración Pública; Polibio, un filósofo, elogia la forma de
gobierno mixto de los romanos con superioridad con los demás en el mundo
antiguo.

En la Edad Media, se integraron a los estudios políticos, estudios teológicos (de


Dios) como la existencia de una ley superior a la del gobierno, por medio de la
influencia de la Iglesia Católica y de Filósofos como San Agustín y Santo
Tomás de Aquino. (Quien funda las bases de la Iglesia Católica es Aristóteles)

El renacimiento, surgen ideas humanistas, donde le dan importancia a la


unidad, poder político aspectos prácticos y ya no a los teóricos. Nicolás
Maquiavelo es el fundador de la política moderna, donde hace observaciones
psicológicas y sociales, donde profundiza las características de la naturaleza
humana, su comportamiento de los hombres sin enjuiciar sus actos, ignora la
tradición religiosa y es cuando surge el Liberalismo como Tomás Hobbes de
apoyo toma énfasis esta época.

El Liberalismo estuvo estrechamente unido con la Democracia. La democracia


se entiende como igualdad entre los hombres y derecho a ejercer la soberanía
popular. El sufragio o voto popular.- a través de este se expresa la voluntad del
pueblo. Un estatuto constitucional o un cuerpo fundamental de leyes.-
establece y limita los derechos y atribuciones del individuo y el Estado. La
división del poder dentro del estado.- legislativo, ejecutivo y judicial.

La adopción y vigencia de principios fundamentales (establecidos en la


Constitución y las leyes secundarias) destinados a garantizar la vida, la
igualdad y los aspectos básicos de la libertad de los ciudadanos: libertad de
pensamiento, de expresión, de culto, de reunión etcétera.

En el siglo XIX aparece la Sociología como ciencia autónoma: el pensamiento


social es penetrado por los descubrimientos de las ciencias físicas y naturales y
pretende desenvolverse en el mismo contexto tratando de encontrar las leyes
que rigen la conducta social. La ciencia política pretende explicar los
fenómenos del poder y de la organización del mismo en una colectividad
humana y se pierde entre el estudio se la Economía que aspira a convertirse en
ciencia autónoma de las Sociología.

La política seguía siendo una especie de matriz en la que convergían la


Filosofía, el Derecho, la Economía y la Historia. Hasta la segunda parte del
siglo XIX la ciencia política surge como disciplina autónoma con la presencia en
Estados Unidos de un emigrante alemán llamado Francis Lieber.

Esto se debe a que llega una precisión bastante clara del concepto de ciencia
política, a los progresos de la libertad política y administrativa, es decir, formar
hombres políticos y prepararlos mejor para su tarea. La institucionalización de
las ciencias políticas fue igualmente en Europa la proeza de determinados
científicos. En Francia, E. Boutmy fundó en 1872 la Ecole Libre Des Sciences
Politiques, que todavía hoy representa un centro de la investigación político-
científico francesa.

http://www.altillo.com/examenes/uba/cbc/cspoliticas/cspoliticas2009resweber.a
sp
Poder Político

Resumen de Castorina: “El 1º


Cs. Prof. Lara Cátedra:
concepto de poder político Cuat. Altillo.com
Políticas Carvajal Pecheny
en la obra de Max Weber” 2009

Castorina: “El concepto de poder político en la obra de Max Weber”

Fines del siglo XIX, Principio SXX. Alemán. Tendencia política liberal.

Plantea la necesidad de reformular los temas ya caducos de la democracia


representativa e indagar en un proceso de reorganización de las relaciones
entre sociedad y estado.

En el poder se encontraba la clase aristocrática (Junkers). Los burgueses


pasaban a segundo lugar porque no tenían demasiado acceso al poder.

Weber piensa que los Junkers no podían monopolizar la vida política de la


sociedad alemana. Pero a su vez considera que la clase obrera o burguesa no
podían hacer lo por no poseer madurez política necesaria.

Weber plantea la necesidad de un esquema que articule democracia,


capitalismo y sistema político. (Situar intereses políticos por arriba de otra
situación)
El problema central de la política es el de la eficacia del poder, no el ejercicio
de la representación. (Weber se basa en la eficacia del poder y no en el
ejercicio del poder)

El estado es la máxima expresión de una organización política. El medio


específico que todo estado debe utilizar para obtener su fin es la coerción
física, tiene el monopolio legítimo de los medios de violencia para que el orden
político sea duradero y estable.

La legitimidad es el fundamento principal del poder política, ya que transforma


un pode de hecho, en un poder de derecho.

Entendemos, por poder que alguien pueda imponer voluntad sobre otro aun
cuando el otro se le oponga.

Otra forma de ejercer el poder es la dominación, donde tenemos 2 sujetos, el


dominante que impone mandato y el dominado que obedece, este último
asume como propio el mandato de dominante.

Existen 3 tipos de dominación:

Tradicional: costumbres y tradiciones, “Se obedece porque siempre fue así”.

Carismática: Justificada porque el dominado piensa que el dominante tiene


poderes especiales”. Hay una relación cuasi-afectiva entre dominado y
dominantes.

Racional Legal: El dominado justifica el mandato del dominante en la medida


que creen valido el orden jurídico.

El estado moderno es producto de un proceso de expropiación, de los medios


materiales de producción. Lo que fundamenta a la empresa capitalista es la
administración.

La extensión de la burocracia (tipo de org.) es el medio más eficiente de


organizar a la sociedad capitalista moderna.

La burocracia garantiza mayor libertad y garantías de los ciudadanos, pero


cuando nos encontramos con mayor libertad hay mayor necesidad de
burocracia. (En los 80, había mayor peligro para esa libertad).

Weber intenta controlar la burocracia, esta solución; viene del carisma de un


líder elegido por el pueblo.

Propone un diseño institucional para la Rep. Alemana, eligiendo a un


presidente donde el mandato dure 7 años, acompañado por un parlamento,
que es una reunión de líderes políticos, este parlamento elige a una figura para
que controle al presidente, este es llamado canciller o primer ministro.

Este diseño tenía como fin, poner un control al poder burocrático.


Weber: dos tipos de ética.

La ÉTICA DE LAS CONVICCIONES que no se ocupa de medir las


consecuencias de la acción.

La ÉTICA DE LA RESPONSABILIDAD que se caracteriza por sopesar esto


último.

Gobernabilidad y gobernanza en América Latina


Por Fernando Mayorga, Eduardo Córdova
PROGRAMA Análisis y evaluación de la gobernanza
Palabras clave : América del Sur

Mayorga, F. & Córdova, E., 2007, “Gobernabilidad y Gobernanza en América


latina”, Working Paper NCCR Norte-Sur IP8, Ginebra. No publicado.

Antonio Camou plantea una definición amplia de gobernabilidad rescatando su


carácter multidimensional y relacional. Así la gobernabilidad debe ser entendida
como “un estado de equilibrio dinámico entre el nivel de las demandas
societales y la capacidad del sistema político (estado/gobierno) para
responderlas de manera legítima y eficaz” (Camou 2001:36). Ello permite
superar una lectura dicotómica (gobernabilidad versus ingobernabilidad) y
analizar grados y niveles de gobernabilidad involucrando en la definición una
“serie de ‘acuerdos’ básicos entre las élites dirigentes (…) en torno a tres
ámbitos principales (…) el nivel de la cultura política (…) el nivel de las reglas e
instituciones del juego político (… y) acuerdos en torno al papel del Estado y
sus políticas públicas estratégicas” (:11).

El énfasis en las élites comparte el criterio de la relevancia de los “actores


estratégicos”, admitido por la mayoría de los estudiosos del tema, y es
entendido por Camou como una condición necesaria, aunque no suficiente,
para lograr adecuados niveles de gobernabilidad. Retomaremos estos puntos
cuando esbocemos su idea de “paradigma de gobernabilidad”; por lo pronto
veamos cómo construye el objeto de estudio al que refiere la noción de
gobernabilidad, definida líneas arriba.

Camou arriba a esta definición después de una digresión acerca de las


similitudes y diferencias entre gobernabilidad (governability) y
gobernanza/gobernación (governance), formulando una hipótesis muy
sugerente para explicar por qué en el pensamiento latinoamericano se prestó
más atención a los temas de gobernabilidad que a los de gobernanza. Durante
mucho tiempo prevaleció una lectura diacrónica/ histórica, y la cuestión del
Estado tuvo más importancia que los problemas referidos al ejercicio de
gobierno. Citando a Luis Aguilar Villanueva, “la ciencia política latinoamericana
ha estudiado prácticamente casi todo, ‘menos la manera como el gobierno
construye y desarrolla sus decisiones’”, o, como señaló Norbert Lechner
refiriéndose al pensamiento de la izquierda latinoamericana, se privilegiaba la
elaboración de una estrategia de poder y no se planteaba una estrategia de
orden. Sin embargo, en los últimos años la atención se ha dirigido al “examen
sobre la manera específica en que los gobiernos establecen sus agendas,
diseñan sus políticas, toman sus decisiones y evalúan sus impactos” (:20), es
decir, hacia temas de gobernanza entendida, por Camou, como “la acción y el
efecto de gobernar y gobernarse”, mientras que la gobernabilidad indagaba
acerca de “cómo” se gobierna, prestando atención a la estabilidad política. Los
problemas no se derivaban sino de aspectos deficitarios o debilidades de las
instituciones de la democracia, aparte de los consabidos resabios autoritarios
que atentan contra el fortalecimiento de una cultura cívica o la debilidad de las
bases económicas y sociales de la democracia que impiden la plena vigencia
de derechos ciudadanos. Paulatinamente, el interés se desplazó,
complementariamente, hacia las acciones y los efectos de gobernar y se
produjo una correlativa ampliación del objeto de estudio al que se refería la
noción de gobernabilidad (en cierta medida, este autor termina incluyendo los
temas de gobernanza en el concepto de gobernabilidad: es decir, incluye la
acción y el efecto de gobernar en el cómo se gobierna. Curiosamente,
considera que el vocablo gobernanza es “anticuado”).

Bajo el criterio de paradigmas de gobernabilidad,2 relaciona niveles de análisis


(cultura política, instituciones y políticas públicas) y campos de acción
gubernamental (campo político, económico y social) que pueden tener una
articulación adecuada si se sustentan en “una serie de acuerdos básicos entre
las élites dirigentes y una mayoría significativa de la población” (:51) que
adoptan un carácter institucional, reduciendo la incertidumbre y proporcionando
legitimidad a las acciones de gobierno. La importancia de los acuerdos entre
élites dirigentes y una mayoría poblacional está vinculada al protagonismo de
los denominados “actores estratégicos” que analizaremos más adelante. Nos
interesa resaltar que la confluencia de niveles y campos y sus diversas
intersecciones permiten evaluar la consistencia o el déficit de cada relación y
por esa vía analizar las características que presenta la gobernabilidad
democrática en cada caso nacional y en relación a los aspectos que son
considerados dimensiones clave: legitimidad, representatividad y eficiencia/
eficacia.

La legitimidad es una cualidad de la gobernabilidad; la estabilidad tiene que ver


con el estado de la gobernabilidad, y la eficacia/eficiencia es una propiedad de
la gobernabilidad. Así, cuando se aborda la relación entre gobernabilidad y
eficacia, “la gobernabilidad es pensada como una propiedad de los sistemas
políticos definida por su capacidad para alcanzar objetivos prefijados al menor
costo posible” (:33). Cuando se trata de la relación entre gobernabilidad y
legitimidad la atención se refiere “al problema de la calidad de la acción
gubernamental”. Y cuando la relación se establece entre estabilidad y
gobernabilidad se apunta a “la previsible capacidad del sistema de durar en el
tiempo” puesto que un sistema es estable cuando tiene capacidad para
transformarse a través de su adaptación a los desafíos que provienen de su
entorno (:35). Camou sintetiza su lectura en la noción de paradigma de
gobernabilidad pero también se refiere al modelo de gobernabilidad (:38),
aunque éste tendría que ver con situaciones particulares (en determinada
sociedad y en una etapa precisa) que se expresan en una articulación
específica de “respuestas institucionalizadas” a los problemas de gobierno. En
otros términos, los sistemas políticos adoptan determinado modelo de
gobernabilidad de acuerdo con las exigencias de un entorno cambiante. Al
ingresar esta relación en una fase crítica, los sistemas están compelidos a
articular un nuevo modelo de gobernabilidad.

Veamos desde una perspectiva más elaborada la noción de modelo de


gobernabilidad, trabajada por Joan Prats. Este autor define la gobernabilidad
como “un atributo de las sociedades que se han estructurado
sociopolíticamente de modo tal que todos los actores estratégicos se
interrelacionan para tomar decisiones de autoridad y resolver sus conflictos
conforme a un sistema de reglas y de procedimientos formales e informales
(…) dentro del cual formulan sus expectativas y estrategias” (en IIG 2003:28).
Es decir, la gobernabilidad es postulada como una cualidad de las sociedades
o sistemas sociales, “no de sus gobiernos” (Prats 2001:120); son los sistema
sociales los que son (y en determinada medida) gobernables cuando se da esa
estructuración sociopolítica mencionada líneas arriba. Para su análisis
relaciona tres elementos: a) actores estratégicos, b) reglas, procedimientos o
fórmulas, y c) conflictos entre actores estratégicos. Un modelo de
gobernabilidad se define por la composición de actores estratégicos y sus
prácticas, por el tipo de reglas e instituciones (formales e informales) y su grado
de prevalencia, y por el grado de conflicto susceptible de ser procesado bajo
las reglas y procedimientos en vigencia. Nos interesa poner de relieve el
vínculo entre actores, reglas y conflictos puesto que en las formulaciones
normativas se prescinde de la conflictividad o se la sustituye por déficit o
anomia, es decir, a partir de carencias.

Michel Coppedge (en Camou 2001) propone un acercamiento similar que es


mencionado por Prats e incluido por Camou en su compilación. Define la
gobernabilidad como “el grado en el cual el sistema político se institucionaliza”,
y la institucionalización, citando a Huntington, como “el proceso por el cual las
organizaciones y los procedimientos adquieren valor y estabilidad” (:212): A
partir de interrogarse respecto a quiénes deben otorgar validez a los
procedimientos y organizaciones, apunta a los “llamados actores estratégicos”,
a aquéllos que son “capaces de socavar la gobernabilidad, interfiriendo en la
economía y en el orden público” mediante el uso de recursos de poder.
Identifica a los siguientes actores estratégicos “típicos en América Latina”: el
gobierno, el ejército, la burocracia y las empresas estatales (Estado), las
asociaciones empresariales los sindicatos de trabajadores, organizaciones
campesinas, la Iglesia y otros grupos de interés (sociedad) y los partidos
políticos. Estos actores se relacionan mediante determinados procedimientos
que Coppedge define como “fórmulas”; de esa manera especifica la definición
de gobernabilidad como “el grado en que las relaciones entre los actores
estratégicos obedecen a unas fórmulas estables y mutuamente aceptadas”
(:214). Es decir, presta atención a los actores estratégicos y los recursos de
poder que utilizan de la misma manera que Prats, quien define a los actores
estratégicos como “todo individuo, organización o grupo con recursos de poder
suficientes para impedir o perturbar el funcionamiento de las reglas o
procedimientos de toma de decisiones y de solución de conflictos colectivos”
(en IIG 2003:28). Por su parte, los actores estratégicos se definen por las
reglas y procedimientos —formales e informales— que configuran un régimen
político puesto que éstas/os determinan cómo se toman e implementan las
decisiones de autoridad al establecer un determinado tipo de relaciones entre
el poder político y las esferas económica y social. La gobernabilidad, así,
implica la conformación de una matriz institucional que expresa la estabilidad o
equilibrio del sistema sociopolítico y que cuando es incapaz de procesar el
conflicto entre actores ingresa en una situación de crisis que exige no
solamente una modificación de reglas o procedimientos sino de la propia matriz
institucional. Por ello, para Prats, “el concepto de gobernabilidad asume (…) el
conflicto entre actores como una dimensión fundamental sin la que no sería
posible interpretar la dinámica de las reglas, procedimientos o fórmulas
(instituciones) llamadas a asegurar la gobernabilidad en un momento y un
sistema sociopolítico dados”(:29).

Finalmente, consideramos otra perspectiva más amplia, esbozada por


Fernando Calderón (en Camou 2001), para quien la noción de gobernabilidad
está referida “a la capacidad política de una sociedad y debe ser vista como
una construcción de la política”; la gobernabilidad democrática, por su parte, se
refiere “a la construcción de un orden institucional plural, conflictivo y abierto”
que implique “una capacidad mínima de gestión eficaz y eficiente y de
autoridad que tendría que tener el poder ejecutivo frente a los otros poderes y
la sociedad misma” (:263). Y luego establece una sugerente relación entre
gobernabilidad, competitividad e integración social, es decir, entre estado,
mercado y sociedad civil, rescatando también la noción de actores estratégicos
en conflicto, con la diferencia de que el “conflicto (…) supone una disputa entre
los distintos actores por la dirección cultural de la gobernabilidad, la
competitividad y la integración social” (:274), “que se refuerzan entre ellos e
interactúan sinérgicamente en sentido positivo o negativo” (:271). El aporte de
Calderón está referido a examinar de manera más precisa las relaciones entre
gobernabilidad (pese a que está circunscrita a la política, al estado e inclusive
al poder ejecutivo), economía y sociedad antes que a ampliar la noción de
gobernabilidad al extremo de abarcar toda la complejidad de las relaciones
estado/sociedad. Además, la mención de la dirección cultural recupera la
noción gramsciana de acción hegemónica —ausente de los análisis de
gobernabilidad centrados en los aspectos institucionales—, que permite
entender los conflictos como disputa de poder entre actores que tienen
proyecto o visión de totalidad, es decir, proyecto nacional.

2. Aspectos metodológicos en el estudio de la gobernabilidad

Como vimos, actores, reglas y conflictos constituyen para Prats los elementos a
ser considerados en el estudio de un determinado modelo de gobernabilidad y
los contornos de éste dependen de las peculiaridades de esa relación. Por ello,
para Prats, “todo análisis de gobernabilidad comienza identificando en un
momento histórico dado los actores estratégicos —internos e internacionales—,
los recursos de poder que controlan, su solidez interna, sus expectativas, sus
mapas mentales, su capacidad para representar o para agregar los intereses
que dicen representar o expresar, el tipo de alianzas estratégicas —internas o
internacionales— y los conflictos en lo que están envueltos” (en IIG 2003:29).
Los actores estratégicos se definen e interactúan en función de reglas y
procedimientos (régimen político) que deciden la manera en que se toman las
decisiones de autoridad. Por su parte, Coppedge (en Camou 2001) parte de la
premisa de que mientras menor es el nivel de abstracción resulta más útil la
información para estudiar la gobernabilidad y plantea los siguientes pasos: a)
identificar a los actores estratégicos en un nivel apropiado — mientras más
concreto mejor— durante un período delimitado, b) considerar a los actores no
estatales tomando en cuenta variables tales como, inclusión, luchas de poder,
capacidades de negociación y grado de formalización de las fórmulas que
pautan sus relaciones con el Estado y con otros actores no estatales, c) evaluar
el sistema de partidos, d) considerar los recursos y la fortaleza de los actores
estatales y del sistema de partidos en sus relaciones intraestatales, e) en un
régimen democrático, analizar las relaciones entre los actores estatales y su
adecuación a las normas; finalmente, f) efectuar un balance de los recursos y la
capacidad del Estado para responder a las demandas sociales. Es decir, la
atención está centrada en los actores estratégicos, aunque varía la
consistencia de la relación entre actores, instituciones y conflictos, siguiendo a
Prats, o entre actores, reglas y poder, en el caso de Coppedge.

Desde otra perspectiva, Camou distingue dos tipos de niveles de análisis: uno
referido a los niveles jurisdiccionales (o reales) de gobierno, y otro referido a los
niveles analíticos de gobernabilidad. En el primer tipo se contempla los ámbitos
característicos del ejercicio gubernamental (nacional, regional y local);
asimismo, diferentes sectores sociales o esferas de acción (economía, sector
industrial, educación superior), diversos actores estratégicos (empresarios,
trabajadores, Fuerzas Armadas), alguna organización compleja (una
universidad pública) y, finalmente, la dimensión supranacional de la
gobernabilidad, sea regional o global (2001:23). Sin duda, la primera
delimitación, más específicamente jurisdiccional y gubernamental, resulta
apropiada para situar el ámbito de un análisis; algo similar acontece con los
sectores sociales o esferas de acción como ámbitos recortados. Sin embargo,
pierde pertinencia cuando se refiere a los actores estratégicos como un “nivel
jurisdiccional” de gobierno. Algo similar acontece con la gobernabilidad regional
(supranacional) y global, que excede esos ámbitos jurisdiccionales.

El segundo tipo se refiere a los niveles analíticos de gobernabilidad y


comprende de manera genérica el sistema económico (mercado), el sistema
políticoadministrativo (incluido el Estado) y el sistema sociocultural (sociedad
civil). De estos sistemas, el sistema político es desagregado a un nivel más
concreto y, por esa vía, se acerca al análisis planteado por Prats y Coppedge,
puesto que considera tres (sub)niveles: cultura política, instituciones y actores,
entre los que distingue a las autoridades —estatales y gubernamentales— y a
los gobernados — ciudadanía—, organizados colectivamente o de manera
individual, y sus acciones (demandas, por parte de los ciudadanos, y políticas
públicas, por parte del Estado y gobierno) (:26-29). Esta precisión analítica
permitiría situar los problemas de gobernabilidad, ya sea en el nivel general del
sistema político y sus relaciones con el mercado y la sociedad civil, o, en todo
caso, en algunos de los componentes del sistema político, particularmente el
Estado y el gobierno, e inclusive de manera más específica en el poder
ejecutivo, dejando en segundo plano, como “variables 6 contextuales o
intervinientes”, los otros componentes del sistema político y su relación con los
sistemas económico y cultural3.

De esta manera, a pesar del intento de complejizar el análisis y contemplar una


mayor cantidad de variables que permitan encarar un examen correlativo con la
definición amplia de gobernabilidad, Camou concluye sugiriendo, al igual que
Coppedge, Prats y Calderón, un abordaje metodológico más delimitado. Sin
embargo, interesa rescatar otro aporte de Camou referido a las “dimensiones
analíticas del concepto de gobernabilidad”, que tienen que ver con los aspectos
que permiten “medir” la gobernabilidad: estabilidad, legitimidad y
eficacia/eficiencia.

Camou se refiere finalmente a cinco grados de gobernabilidad que permiten


salir de la dicotomía generalizante de gobernabilidad/ingobernabilidad,
inapropiada —a su juicio— para analizar una situación específica. En los
extremos sitúa dos grados hipotéticos: la gobernabilidad “ideal”, que implica la
anulación de conflictos, y la”ingobernabilidad” como disolución de las pautas de
reproducción de una comunidad política (:38-39). Los otros tres tipos ideales
serían: gobernabilidad normal, déficit de gobernabilidad y crisis de
gobernabilidad, que permiten clasificar y comparar casos específicos de
análisis. La gobernabilidad “normal” se refiere a “una situación donde las
discrepancias (o diferencias) entre demandas y respuestas se encuentran en
un equilibrio dinámico”; la situación de “déficit de gobernabilidad” se refiere a
“un desequilibrio [una anomalía] entre el nivel de las demandas sociales y la
capacidad de respuesta gubernamental (…) que puede presentarse en
diversas esferas de la sociedad (economía, política, seguridad ciudadana,
etc.)”; la “crisis de gobernabilidad” denota una “situación de proliferación de
anomalías, es decir, una conjunción de desequilibrios inesperados y/o
intolerables entre demandas sociales y respuestas gubernamentales” (:39).
Para analizar una situación de déficit de gobernabilidad establece algunos
indicadores que dan cuenta del nivel (“luces amarillas o rojas”) de discrepancia
entre demandas y respuestas especificando cuatro zonas o áreas que se
encuentran estrechamente vinculadas: a) mantenimiento del orden y de la ley,
b) capacidad del gobierno para una gestión eficaz de la economía, c)
capacidad del gobierno para promover el bienestar social y d) control del orden
político y la estabilidad institucional4. De esta manera, la definición amplia de
gobernabilidad como “un estado de equilibrio dinámico entre el nivel de las
demandas societales y la capacidad del sistema político (estado/gobierno) para
responderlas de manera legítima y eficaz” (Camou 2001:36) es susceptible de
englobar los diversos aspectos que involucra esta problemática; empero,
cuando se encara un estudio de caso —nacional, local, sectorial, etc.— es
preciso “bajar” el nivel de abstracción, aunque se corre el riesgo de un abordaje
descriptivo que puede limitarse a la aproximación o lejanía respeto a una
situación-tipo, definida por el “grado” de gobernabilidad. Con todo, resulta más
pertinente para analizar que la dicotomía gobernabilidad/ingobernabilidad. #3.
Gobernanza: definiciones y vacíos metodológicos De la misma manera que el
concepto de gobernabilidad, circunscrito inicialmente al análisis de la
estabilidad política y a las relaciones entre actores e instituciones políticas (el
debate presidencialismo/parlamentarismo es el ejemplo más nítido) y referido
posteriormente al equilibrio dinámico entre demandas sociales y respuestas
gubernamentales/estatales,5 la gobernanza pasó de referirse meramente a la
acción del gobierno o ejercicio del gobierno en una región (Loyo 2002:2) “(a)l
marco de reglas, instituciones y prácticas establecidas que sientan los límites y
los incentivos para el comportamiento de los individuos, las organizaciones y
las empresas” (Elena Martínez, Directora del Buró de América Latina y el
Caribe del PNUD, en Prats 2001:119). Esa generalidad explica, en parte, la
dispersión en el manejo de la noción de gobernanza. No existe en la
producción bibliográfica latinoamericana un texto que sintetice y sistematice el
uso de este concepto —ni de las formulaciones afines gobernancia y
governance — y por ello las definiciones varían relativamente en función de los
estudios de caso, tan variados en su enfoque como en los temas abordados.
Así, se analiza la gobernancia en relación con las políticas públicas en salud y
la participación ciudadana (Zeledón y Orellana 2003), la lógica territorial de la
política pública en el ámbito local (Jolly 2003), los recursos hídricos en la región
andina (Programa Minga, IDRC 2003); asimismo, la gobernanza ambiental en
comunidades campesinas afectadas por la explotación minera (Decoster 2003),
la gobernanza urbana (Stren 2000), la gobernancia local y la lucha contra la
pobreza (Román y Retolaza 2001) o la relación entre la gobernanza y la lucha
contra la corrupción en la administración pública (Campero 2002), hasta,
inclusive, la posibilidad de entender la gobernanza como integración regional
bajo pautas de gobernabilidad (Cimadamore 2004) o de proponer una
gobernanza interatlántica contra la exclusión social (Fraerman 2004). En la
medida que se abordan diversos ámbitos de la labor gubernamental o de las
relaciones entre Estado y sociedad y aun de la realidad social en sentido
general, las definiciones varían en una proporción similar a la diversidad de
temas. 8 Algunos autores definen la gobernancia como “la posibilidad de
acordar reglas del juego que permitan la consolidación ordenada de estos
consensos y garanticen su estabilidad”, lo que implica “recoger demandas,
acceso a la información, transparencia de los procesos, rendición de cuentas,
evaluación y control ciudadano de las políticas públicas” (Celedón y Orellana
2003). Otros, como la “articulación de los diferentes tipos de regulación en un
territorio, a la vez en términos de integración política y social y en términos de
capacidad de acción”, lo que implica “examinar de nuevo las interrelaciones
entre sociedad civil, Estado, mercado y las recomposiciones entre estas
diferentes esferas cuyas fronteras se borran” (Jolly 2003:9). De manera elíptica
otro texto sostiene que “lo importante no es lo que se decide, sino cómo se
decide” invocando la necesidad de “sólidos principios de gobernanza
democrática” que parecen referirse a la participación de los actores sociales en
el desarrollo para encontrar soluciones “a la medida de las culturas locales, los
entornos geográficos (…) y deben contar con el apoyo de los gobiernos de
diferentes niveles” (IDRC, Programa Minga 2003:1). De manera muy acotada, y
como componente de la gobernabilidad democrática, la gobernanza es definida
“como la capacidad técnica del Estado para responder a las demandas sociales
y económicas con eficiencia y transparencia” (Campero 2002:2). La definición
de gobernancia urbana, en cambio, “implica una mayor diversidad en la
organización de servicios, una mayor flexibilidad, una variedad de actores,
incluso una transformación de las formas que la democracia local pudiera
asumir, y toma en cuenta a los ciudadanos y consumidores, y la complejidad de
nuevas formas de ciudadanía (Le Galls, citado por Stren 2000:3). Este
planteamiento se acerca a lo señalado por Balbis (2001) que distingue la
dimensión normativa y la dimensión analítica de la gobernancia —referidas, la
primera, al “deber ser” y por ende a la “buena gobernancia” y, la segunda, a
una “nueva manera de abordar la política alejada de las percepciones clásicas
fuertemente centradas sobre el análisis político y jurídico del Estado”—. Balbis
expresa la necesidad de considerar que “el Estado no es el único ni el principal
actor del desarrollo (…) a su lado se halla el mercado (representado por la
empresa, instituciones e individuos, consumidores y productores) y se realza el
papel de la llamada sociedad civil (…) que engloba a las ONGs, las
cooperativas, las mutualidades, los sindicatos y las organizaciones de base
comunitaria, las fundaciones, los clubes sociales y deportivos, etc.” (:7).

A diferencia de la reflexión en torno al concepto de gobernabilidad,


ampliamente trabajado en la región , no existe un esfuerzo similar acerca de la
gobernanza. La mayoría de los trabajos se basan en las definiciones
conceptuales utilizadas por el PNUD y del Banco Mundial porque están
referidas a problemas relativos a la implementación e impacto de políticas
públicas y, en esa medida, existe un énfasis en aspectos sectoriales (salud,
educación, pobreza). Posiblemente la descentralización es uno de los temas
abordados con mayor rigor analítico porque se refiere a procesos de reforma
estatal de fuerte incidencia en las relaciones Estado y sociedad; empero, los
trabajos al respecto se refieren a la “gobernabilidad local”, entre los cuales
sobresale el trabajo del IIG sobre los casos paraguayo y boliviano (Gascó y
Navarro 2002) y el estudio de varias experiencias de participación popular en el
nivel local (Varios Autores 1999). Es posible que esta situación explique la
ausencia de discusiones metodológicas para el abordaje de 9 temas de
gobernanza y el hecho de que no se haya complejizado su análisis. En la
medida que los términos “gobernabilidad” y “gobernanza” son utilizados como
sinónimos resulta más pertinente adoptar el primero, aunque se corre el riesgo
de disponer de un arsenal conceptual demasiado elaborado cuando el objeto
de estudio es escasamente complejo y no requiere de mayor abstracción. Por
ello, parece apropiado restringir el uso del concepto de gobernanza para el
análisis de las relaciones Estado y sociedad en sus distintos niveles
jurisdiccionales cuando el objeto se refiere a políticas públicas, mientras que el
concepto de gobernabilidad resulta más pertinente para una lectura más amplia
de las relaciones Estado, sistema político y sociedad, o, como sugiere Prats,
para el análisis de los sistemas sociales y no para sus partes. Por ello, es
posible plantear paradigmas o modelos de gobernabilidad como herramienta
analítica y no existen modelos o paradigmas de gobernanza sino formulaciones
normativas de “buen gobierno” o estudios puntuales de interacción entre
actores, reglas, políticas públicas y niveles de gobierno.

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Notas de pie de página


1: Fernando Mayorga es Director General del Centro de Estudios Superiores
Universitarios
(CESU-UMSS), Cochabamba, Bolivia. Eduardo Córdova es miembro de
CIUDADANÍA.

Participó como asistente Elizabeth Pereira. Este trabajo fue realizado bajo un
mandato del

NCCR Norte-Sur, 2007. Projecto Gobernanza (IP8, Instituto Universitario de


Estudios del

Desarrollo, Ginebra).
2: Los paradigmas de gobernabilidad son “el conjunto de respuestas
institucionalizadas

(ideas, valores, normas, prácticas) que una comunidad política sustenta en pos
de resolver

(y aceptar) ciertas soluciones a sus problemas de gobierno” (Camou 2001:11).


3 Calderón (en Camou 2001), al definir el término, se acerca a esta
delimitación: “la noción

de gobernabilidad está asociada a una capacidad mínima de gestión eficaz y


eficiente y de

autoridad que tendría que tener el poder ejecutivo frente a los otros poderes del
Estado y a

la sociedad misma” (:265).


4 Existen otros intentos, como el de Kaufmann y Kraay (2001), del Banco
Mundial, que

establecen una relación entre los ingresos per cápita y la calidad de la


gobernabilidad,

considerando seis dimensiones que deben ser medidas: control de corrupción,


protección de

derechos de propiedad, rendición de cuentas, efectividad gubernamental,


calidad de la

regulación y estabilidad política. Si bien su análisis se basa en “más de 190


medidas de
percepción de gobernabilidad que han desarrollado 17 organizaciones en todo
el mundo, y

cubriendo hasta 17 países”, contiene un par de cuadros de análisis referidos a


Colombia,

Perú y Bolivia que establecen la influencia de la corrupción en el desempeño


del sector

público y las autoridades estatales. Uno de estos autores, Kaufmann (2004),


intenta un

ejercicio similar utilizando las mismas seis variables pero para estudiar la
gobernanza y su

efecto en la competitividad. Es otra muestra de la superposición entre ambos


conceptos.
5: 5 Aunque algunos autores, como Prats (2001), advierten que el estiramiento
conceptual se

debe a los cambios en la sociedad actual, cuya actual fase de transición


plantea nuevos y

más amplios problemas. Sin embargo, este estiramiento ha desplazado la


noción de

gobernabilidad de la esfera política para referirse a temas tales como la


gobernabilidad

económica, social, medioambiental, local, educativa, global, urbana, y un largo


etcétera,

cuando se percibe un uso creciente de la noción de gobernanza para referirse


a varios de

esos aspectos

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