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La crónica como estrategia narrativa en el aula, que

posibilita reconocer las realidades del entorno a través de


una Secuencia Didáctica

Yuorsth Adriana Bastidas


Stephanie Salcedo Marín
Lina María López Martínez

2017
Universidad Tecnológica de Pereira
Facultad de Bellas Artes y Humanidades

Maestría en Enseñanza de la Literatura

La crónica como estrategia narrativa en el aula, que


posibilita reconocer las realidades del entorno a través de
una Secuencia Didáctica

Yuorsth Adriana Bastidas


Stephanie Salcedo Marín
Lina María López Martínez

Secuencia Didáctica para intervención de aula como parte del Proyecto de aula
presentado como requisito para optar al título de
Magíster en Enseñanza de la Literatura

Pereira Risaralda
2017
La crónica como estrategia narrativa en el aula, que posibilita reconocer las
realidades del entorno a través de una Secuencia Didáctica

La enseñanza de la literatura se halla actualmente ante el reto de crear una nueva


representación estable de la educación literaria que responda a un acuerdo generalizado
sobre la función que la literatura debe cumplir en la formación de los ciudadanos...
Teresa Colomer

Institución Educativa: Gonzalo Mejía Echeverry.


Ubicación: Corregimiento de Altagracia, Vereda la Una, municipio de Pereira, departamento
de Risaralda.
Rectora: Paola Mercedes Molina Mejía.
Coordinador académico: Celso Aroca Benalcázar.
Coordinador de convivencia: Gloria Marina Cano.
Docente encargado del área: Lina María López Martínez.
Jornada: Única.
Grado: Décimo B (10º B)
Número de estudiantes: 30 (10 hombres y 20 mujeres).
Edades: 15 a 17 años.
Número de sesiones: seis de dos horas cada una.

Institución Educativa: Instituto Pijao


Ubicación: Pijao, Quindío
Rector: Federman Alfonso
Coordinadora: Mirian González
Docente: Yuorsth Adriana Bastidas Martínez
Jornada: Única.
Grado: Octavo (8°)
Número de estudiantes: 26 (12 hombres y 14 mujeres).
Edades: 15 a 17 años.
Número de sesiones: seis de dos horas cada una.
Estándar básico:

Analizo crítica y creativamente diferentes manifestaciones literarias del contexto universal.

Para lo cual:

Comprendo en los textos que leo las dimensiones éticas, estéticas, filosóficas, entre otras,
que se evidencian en ellos.

Objetivos

Objetivo general

 Promover la producción textual del género discursivo crónica literaria, como medio
de expresión del pensamiento crítico, reflexivo y autónomo de acuerdo con la realidad
de los estudiantes en su contexto inmediato.

Objetivos específicos

 Conceptuales:
 Aclarar el término texto.
 Explicar para qué se escribe.
 Entender la importancia de la escritura en la sociedad actual.
 Evidenciar la preponderancia de la autobiografía como medio de conocimiento de
sí mismo y del contexto inmediato.
 Dilucidar el género discursivo crónica literaria.
 Procedimentales:
 Leer crónicas literarias.
 Realizar una búsqueda autobiográfica de aspectos significativos de la vida de cada
uno.
 Escribir una autobiografía desde elementos concretos del estudiante.
 Producir una crónica literaria a partir de la autobiografía.

 Actitudinales:
 Promover la lectura de crónicas.
 Fomentar la escritura de la autobiografía.
 Incentivar la producción textual de la crónica literaria.
 Estimular la creatividad en los estudiantes.
Presentación

En la actualidad se evidencian problemáticas sociales que han permeado a la educación, entre


ellas: violencia, desarraigo, falta de afecto, etc. En este sentido, a los estudiantes se les
dificulta ser y reconocer al otro; por lo que se hace necesario rescatar, a través de la escritura,
las historias que hacen parte del contexto sociocultural de los educandos, y darles una
connotación que les posibilite crear un arraigo y apego por sus comunidades. Por lo tanto, se
decide elaborar una Secuencia Didáctica -SD- que posibilite un reconocimiento y la
visibilización de esos contextos, esto se puede por medio de una estética discursiva como la
crónica. Esta intervención, planteada desde los elementos básicos de la escritura periodística
como guía, llevará a los estudiantes a generar un discurso escrito que vaya de los universos
del periodismo a la literatura, en un ejercicio de imaginación e identificación consigo mismo
y con los demás. En relación con la escritura Cassany (2006) dice que esta es:

Un poderoso instrumento de reflexión. En el acto de escribir, los redactores aprenden sobre


sí mismos y sobre su mundo y comunican sus percepciones a otros. Escribir confiere el poder
de crecer como persona y de influir en el mundo. (p. 5)

De acuerdo con Cassany (2006), la escritura es un insumo de visibilización del mundo propio
y del mundo de los demás; de tal suerte, que es necesario, también, apreciar la escritura como
un placer que puede inspirar para recrear el entorno de los estudiantes y su forma de vida,
con el fin que cada persona se exprese sin soslayar al público al que se dirige y el momento
en el que lo hace, todo esto sin perder de vista su diversidad étnica, social y cultural. En esta
medida, esta SD se diseña con el objetivo de promover la producción textual del género
discursivo crónica literaria, como medio de expresión del pensamiento crítico, reflexivo y
autónomo con base en la realidad de los estudiantes en su contexto inmediato; para ello se
toma, como punto de partida, la lectura de crónicas, lo que se fundamenta en lo contemplado
en los Estándares Básicos de Competencias en lenguaje del Ministerio de Educación
Nacional -MEN- (2006) cuando expresan que:
[…] el lenguaje se constituye en una capacidad esencial del ser humano, la cual se caracteriza
por poseer un doble valor: uno, subjetivo, y otro, social, resultante de asumir al ser humano
desde una doble perspectiva: la individual y la social. (p. 18)

De este modo, a través de la crónica como estrategia para identificar problemas sociales, se
pretende hacer un reconocimiento del otro, de sí mismo y de su entorno, con la formación de
un tejido discursivo con las herramientas literarias necesarias y, en esa medida, fortalecer
esas habilidades comunicativas y discursivas desde su propio territorio. En este orden de
ideas, esta SD se llevará a cabo en seis sesiones de dos horas cada una.

Con todo, la crónica es una narración que describe testimonios y reivindica la escritura como
práctica social y cultural. Por lo tanto, los antecedentes son imprescindibles en esta
intervención. Así pues, la experiencia con relación con la escritura de crónicas en proyectos
de aula, tiene copiosa documentación. Uno de esos trabajos es el de Vanegas (2007), con su
proyecto: “La crónica periodística, texto esencial para desarrollar competencias en
lectoescritura”; en este trabajo el enfoque es la identidad lingüística, con lo que se da sentido
a la redacción y a la voz escritora de los estudiantes. De suerte, que Vanegas (2007) aportará
elementos de apropiación de los factores discursivos presentes en la crónica y el
reconocimiento de las situaciones sociales.
Justificación

Intervenir las prácticas escriturales, por medio de una SD, fundamentada en la crónica
literaria, puede llevar a que los estudiantes disfruten el ejercicio de la escritura, de esa
escritura creativa que les permite indagar, viajar, preguntar, conocer, caminar en la búsqueda
de su ser, y así, además, que ellos logren plasmar su propia historia de cielos, calles, ciudades,
etc., con los más emotivos matices de la literatura. En este orden de ideas, la crónica literaria
es un género que se escribe narrando hechos o situaciones con la característica propia de la
literatura; en la que prima el hecho narrado antes que otras cuestiones subsidiarias, que hace
del trasegar literario, todo un abanico multicolor de historias ya olvidadas y que son
retomadas como materia prima de su construcción narrativa. En este sentido, Ortiz (s.f.)
expresa que:

La riqueza de la crónica radica en la subjetividad que le otorga quien la escribe, mismo que
retoma el hecho, lo renueva, lo interpreta, lo llena de detalles y lo recrea bajo la influencia de
su mirada. De esta manera el autor puede aportar un estilo personal que embellezca la
escritura.

Es así como hace presencia la estética y el estilo que embellece una narrativa en principio
subjetiva. Para sustentar esto, Ortiz (s.f.) afirma:

Si en la estricta redacción de un hecho histórico, el autor debe eliminar cualquier rasgo de


subjetividad y atenerse de modo excluyente a cualquier toque personal (recordar que la
Historia es una ciencia), por el contrario, en la crónica, es el autor quien decide el recorte que
realizará en su relato, los detalles que elige para narrarlo y en definitiva, el sello que le
impondrá a través de un lenguaje más expresivo. La interpretación de los hechos, es lo que
da sentido a la crónica, es así que el cronista se involucra, recorta y selecciona impresiones y
le permite al lector sumergirse en los acontecimientos que se relatan, compartir de algún
modo, experiencias subjetivas y dejar sentir una cierta complicidad y confianza entre quien
escribe y quien lee, por eso el cronista siempre debe firmar sus escritos, como modo de
compromiso y vínculo con el lector.

Como queda claro, la crónica será un medio para que los estudiantes participantes de este
estudio, expresen la realidad que cada uno vive, para que palpen y sientan sus contextos desde
su subjetividad; lo que les hará asequible construir, a través de las herramientas discursivas,
sus propios sentidos y que, al exteriorizarlos, puedan sentir la libertad de ver en su producción
literaria de crónicas y los recursos inmersos en ella, el instrumento estético, una forma de
expresar y aprehender de lo que han tenido que vivir.

Villanueva (2006), en tal sentido, propone unas nuevas responsabilidades de géneros como la
crónica:

...una crónica ya no es tanto un modo literario de enterarse de los hechos, sino también una
forma de conocer el mundo. La crónica se ha vuelto una forma de conocimiento. Un cronista
ya no es sólo un escritor de la información. Se necesitaba una definición más ética. Ahora su
tarea parece ser contar una historia de verdad y evidenciar los síntomas de su época. Se trata
de convertir el dato en conocimiento y responder al componente estético. (p. 57)

Por medio de esta SD, por lo mismo, se busca dar a los estudiantes una salida a esas
emociones y sentimientos que tienen retraídos en su interior. De suerte que, desde la
sensibilización que brinda la crónica literaria, los discentes llegarán a espacios y vivencias
que en ocasiones son ignorados; con lo que esta SD cobra relevancia, por cuanto se les
orientará a ellos, con la guía adecuada en el proceso escritural, que se adentre en su propia
historia por medio de la literatura.

Esta SD, asimismo, beneficiará a los estudiantes no solo en su ámbito académico sino
integral; dado que los llevará a conocer la crónica literaria: cómo escribirla y cómo
compartirla con un otro. De igual manera, se profundizará en procesos de redacción y
comprensión, ya que, en muchos casos, se requiere del fortalecimiento de este aspecto
fundamental para la escritura. Por lo tanto, la producción creativa de los textos será orientada
a medida que los estudiantes asuman una consciencia crítica, reconociendo ese hecho o
vivencia que ha marcado su vida, un indagar desde su propio ser y entorno.
Marco teórico

La estrategia de esta SD, que cuenta con la crónica como insumo, tiene como prioridad
potenciar las cualidades y competencias de los estudiantes, facilitándoles los medios para
que, desde las habilidades de su pensamiento, puedan crear su propio conocimiento a través
de la lectura y la creación de crónicas literarias. Lo anterior es posible, siendo docentes
asertivos y reconociendo que la escritura es un proceso complejo que pasa por diferentes
procesos y abarca una serie de conocimientos, experiencias y destrezas. Para ello es esencial
lo contemplado en los Lineamientos Curriculares de Lengua Castellana del Ministerio de
Educación Nacional - MEN- (1998), en estos se orienta respecto a la concepción de escribir,
expresando que:

No se trata solamente de una codificación de significados a través de reglas lingüísticas. Se


trata de un proceso que a la vez es social e individual en el que se configura un mundo y se
ponen en juego saberes, competencias, intereses, y que a la vez está determinado por un
contexto socio-cultural y pragmático que determina el acto de escribir: escribir es producir el
mundo.

Esto permite reconocer en la crónica un texto importante, que explora, indaga, se sumerge en
los conocimientos propios de una sociedad, esa sociedad que los estudiantes viven día a día
y que, mediante ese ejercicio escritural, abre espacios de significación, dándoles la
posibilidad de expresarse en su entorno escolar, de encontrar un estilo propio, compartiendo
sus producciones y apropiándose de su identidad. El espacio para descubrir la identidad se
halla en la propia experiencia, que no da lugar a la duda, y que en su interacción encuentra
una manera propia y diferente para ser expresada, por eso el lugar de la crónica, como género
y discurso testimonial, está en la unión de la realidad y la subjetividad.

Antes de continuar, es importante entender que en todo proceso de enseñanza-aprendizaje de


la lengua materna, es pertinente darle una acepción a un término que abre el abanico de
posibilidades en la producción textual: el texto. Este concepto ha sido objeto de múltiples
estudios, uno de los primeros de ellos fue el que hizo Bernárdez (1982) quien expone que un
texto tiene ciertas características, estas son: “1) carácter comunicativo: actividad. 2) carácter
pragmático: intención del hablante, situación. 3) carácter estructurado: existencia de reglas
propias del nivel textual. (p. 85) En este sentido, el mismo Bernárdez (1982) entrega una
definición de texto que abarca las características dadas por él:

...es la unidad lingüística comunicativa fundamental, producto de la actividad verbal humana,


que posee siempre carácter social; está caracterizado por su cierre semántico y comunicativo,
así como por su coherencia profunda y superficial, debida a la intención (comunicativa) del
hablante de crear un texto íntegro, y a su estructuración mediante dos conjuntos de reglas: las
propias del nivel textual y las del sistema de la lengua. (p. 85)

El texto, como es de suponer a partir de lo dicho por Bernárdez (1982), es un elemento que
está en la vida social de todo individuo, y que abre posibilita todo un compendio de
experiencias y situaciones explícitas e implícitas de acuerdo al propio contexto social,
cultural, económico y político en el que se circunscribe el sujeto. En relación con lo expuesto,
Cárdenas (2004) considera que la meta en toda educación debe ser enseñar a pensar, actuar
y que, para esto, la escritura se convierte en un mecanismo apropiado. En ello va a demostrar
que la escritura es un saber-hacer y un saber-pensar lógico, creativo y crítico a través de la
cual la literatura explora las posibilidades discursivas del lenguaje. Con todo, para esta SD,
lograr una producción textual implica registrar la realidad, el testimonio como primera
instancia de interacción literal, la cual aportará los cimientos precisos y concretos para la
posterior escritura de crónicas. Así, es necesario tener claros los referentes para la creación
del relato y su trasposición a la producción literaria. En tal sentido Faciolince (2013) aborda
el camino de la crónica de la manera más literaria y motivacional posible:

…para ser cronista hay que salir, pues uno no puede sentarse a escribir una crónica de la nada.
La crónica exige pasar mucho tiempo de pie, o en el camino, en la calle, mirando,
averiguando, apuntando. Para quienes practican los géneros literarios sentados el genio está
en las nalgas: en la capacidad de aguantar ahí quietos, en el asiento, sin levantarse, y pulir,
cambiar, mejorar, consultar diccionarios. Pero para practicar la crónica el genio está en los
zapatos.

La crónica es una narración detallada de hechos, en un tiempo determinado, por medio de


ellas se puede contextualizar, temporalmente, en una época, se centra en mostrar, de una
manera ajustada y única, la realidad. Ella es el punto de inflexión entre la noticia, los textos
informativos y la literatura. En la crónica hace presencia el estilo y la estética, pero, ante todo
el respeto a la veracidad, como lo sustenta Faciolince (2013):

… El cronista se sienta a traducir su experiencia mental, a las palabras bien escogidas de su


lengua, en nuestro caso, del idioma español. Y en ese momento usa los recursos de los géneros
sentados —novela, cuento, artículo, poema— de tal manera que lo que vio en la calle, lo que
averiguó oyendo y preguntando, se transcriba en palabras con gracia, con recursos aprendidos
de la lectura y del ejercicio insistente de la escritura.
El cronista, después de mucho caminar, de mucho ver y oír y preguntar, se sienta a escribir.
Y ahí no debe oír una voz interior, como el novelista, ni atender a una música secreta, como
el poeta, sino seguir los límites de la crónica, que no son otros que los de la verdad (jamás
mentir) y los de la canallada (nunca contar lo que no puede ser contado, porque viola la
intimidad o la dignidad de las personas). Y nada más; eso es todo; así de fácil. Así de difícil.

Esta SD, de acuerdo con lo expuesto, no solo busca mejorar e incentivar una práctica
escritural con unas características particulares, en las que la información y la interpretación
son dos componentes inseparables; también pretende tener una visión clara del entorno social
y particular que rodean las diferentes instituciones educativas. A nivel pedagógico Cárdenas
(2004) Afirma también que:

La escritura se convierte en la conciencia de la palabra: se pregunta el qué, el por qué y el


para qué de la literatura. (…) La escritura literaria debe invitar a jugar con todas las
posibilidades del sentido. Por ello, considera que la escritura literaria como estrategia
pedagógica puede orientarse para: fomentar la expresión de experiencias, emociones,
imaginarios, sueños, ideologías, sensaciones, etc.; desarrollar la capacidad critico-creativa y
promover la producción de textos que permitan tomar posturas estéticas con intención crítica.
(p. 161)
Con base en lo que menciona este autor, esta estrategia debe dejar ver situaciones sociales
particulares que vivencian los estudiantes a través de la escritura y con ella que la comunidad
educativa pueda repercutir en el contexto para el reconocimiento de problemáticas, es lo que
dará trascendencia a la intervención.
Actividades

I. Primera sesión. Dos horas (120 minutos)


 Primera actividad
Para la primera sesión se hará el protocolo de presentación, y se explicitará el propósito de
la intervención guiados por la SD; luego, se efectuará un diagnóstico para conocer los
conocimientos previos que tienen los estudiantes sobre los siguientes términos: texto,
escritura, narración, crónica; de ahí, entonces, se les preguntará a los estudiantes lo siguiente:
1) ¿Qué es un texto?
2) ¿Qué textos conocen?
3) ¿Para qué escribimos?
4) ¿Saben que es una autobiografía?
5) ¿Han leído alguna autobiografía?, ¿de quién?
6) ¿Han leído noticias en el periódico?, dé ejemplos.
7) ¿Alguna vez han leído una crónica?, dé ejemplos.
8) ¿Qué diferencias puede tener la noticia del periódico en relación con la crónica?
9) ¿Qué características puede tener una crónica?
10) ¿Sabían que Gabriel García Márquez es un expositor de crónica? ¿Por qué?

Por lo tanto, se harán grupos1 de tres estudiantes, y se les pedirá que respondan, en grupo,
todas las preguntas en el orden que se preestablece en esta SD. Como es de esperar, dentro
de la actividad participarán todos los estudiantes. (Esta actividad tendrá una duración
aproximada de treinta y cinco minutos).

 Segunda actividad

1
En una bolsa se depositarán papeles con números en tríadas del 1 al 10 (1, 2, 3), para que los estudiantes lo
saquen y formen los grupos con sus similares, esta actividad permitirá la integración e inclusión de los
educandos. (Esta actividad tendrá una duración aproximada de diez minutos)
Con las preguntas resueltas, se les pedirá a los estudiantes que nombren a un representante
del grupo, quien será el encargado de leer la respuesta de la pregunta que coincida con el
número de su grupo. Los grupos que no tengan una respuesta satisfactoria, entonces se les
permitirá al resto de estudiantes que les ayuden a formar el concepto, también la docente
aportará sus conocimientos para que cada uno de los términos claves se desarrollen y queden
claros para los educandos. (Esta actividad tendrá una duración aproximada de cuarenta
minutos)

 Tercera actividad
Con los conceptos dilucidados, se mostrará el video: El nombre de la gloria - James
Rodríguez, la historia del 10. Este video se para en el minuto 20. El link de descarga es:
https://www.youtube.com/watch?v=hbXdkNrmcOs (Esta actividad tendrá una duración
aproximada de veinte minutos)

 Cuarta actividad
Se les preguntará a los estudiantes qué pueden deducir del video, y qué es lo más relevante
al momento de narrar una autobiografía. Con esta actividad se dará cierre al primer encuentro
y se les pedirá que para la siguiente sesión traigan un diccionario de español. (Esta actividad
tendrá una duración aproximada de quince minutos)

II. Segunda sesión. Dos horas (120 minutos)


 Primera actividad
Se hará la lectura del texto de Héctor Abad Faciolince: Instrucciones para escribir una
crónica (Ver anexo 1). (Esta actividad tendrá una duración aproximada de veinte minutos)

 Segunda actividad
Luego de leído el texto de Faciolince, se les pedirá a los estudiantes que resalten las palabras
desconocidas, que las escriban en su cuaderno y que les den significado buscándolas en su
diccionario -pedido con anterioridad- (Esta actividad tendrá una duración aproximada de
quince minutos)
 Tercerea actividad
Con las palabras desconocidas dilucidadas -esto con la intención que comprendan el texto
leído-, se les pedirá a los educandos que hagan una segunda lectura del texto de Faciolince,
y que encuentren las características más relevantes, que, según el autor, debe tener quien
escriba crónicas. Estas características las anotarán en su cuaderno. (Esta actividad tendrá una
duración aproximada de veinte minutos)

 Cuarta actividad
Se hablará de la crónica como proceso que permite evidenciar hechos que son narrados de
manera literaria y que le dan cierta libertad al escritor. (Esta actividad tendrá una duración
aproximada de quince minutos)

 Quinta actividad
Acto seguido, se les pasará a los estudiantes la autobiografía de Lisa Simpson (Ver anexo 2)
(Esta actividad tendrá una duración aproximada de veinte minutos)

 Sexta actividad
Mediante diapositivas, que se harán de forma previa, se les explicará a los estudiantes la
importancia de conocer su contexto socio-histórico inmediato, y la preponderancia de
entender su propio proceso de vida. (Esta actividad tendrá una duración aproximada de treinta
minutos) Para dar por terminada esta segunda sesión, se les pedirá a los estudiantes que en
sus casas le den respuestas, con la ayuda de sus papás, al siguiente cuestionario:

Interrogantes A:
1) ¿Siempre ha vivido en esa casa?
2) ¿Cuándo llegaron a la casa donde viven?
3) Si la casa es propia o no.
4) ¿De qué color es la casa?
5) Hace cuánto tiempo viven en el barrio.
6) Cuántos habitantes tiene el barrio.
7) Cuántas zonas de recreación tiene el barrio: canchas de fútbol de baloncesto, zonas
verdes etc.,
8) ¿El barrio tiene iglesias, colegios, hospitales, junta de acción comunal, etc.?
9) Quién fundó el barrio.
10) ¿Hace cuánto tiempo fundaron el barrio?

III. Tercera sesión. Dos horas (120 minutos)


 Primera actividad
Para dar inicio a este encuentro se les pide a los discentes que respondan las siguientes
preguntas en su cuaderno:

Interrogantes B:
1) ¿Cuál es mi nombre completo?
2) ¿Dónde nací?
3) ¿En qué grado estoy?
4) ¿Con quiénes vivo?
5) ¿Cuál es la relación con las personas con las que vivo?
6) ¿Tengo mascota?; ¿cuál es el nombre de mi mascota?
7) ¿Cuál es mi comida favorita?
8) ¿Cuál es el dulce más rico?
9) ¿Cuál es mi color favorito?
10) ¿Cómo se llama mi programa de televisión preferido?
11) ¿Qué música me gusta?
12) ¿Cómo se llama el cantante que más me gusta?
13) ¿Cuál es la canción que más me gusta?
14) ¿Sé tocar algún instrumento musical?, ¿cuál?
15) ¿Me gustaría aprender a tocar algún instrumento musical?, ¿cuál?
16) ¿Qué deporte practico?
17) ¿Me gustaría practicar algún otro deporte?, ¿cuál?
18) ¿Soy fan de algún equipo de futbol?, ¿de cuál?
19) ¿Qué es lo que más me gusta hacer?
20) ¿Qué es lo que menos me gusta hacer?
21) ¿Qué es lo que más me gusta que me digan?
22) ¿Qué es lo que menos me gusta que me digan?
23) ¿Qué me pone feliz?
24) ¿Qué me pone triste?
25) ¿Ayudo en los oficios de mi casa?
26) ¿Cuál ha sido el día más feliz de mi vida?
27) ¿Cuál ha sido el día menos feliz de mi vida?
28) ¿Qué es lo que más me gusta del colegio?
29) ¿Qué es lo que menos me gusta del colegio?
30) ¿Cuál es mi materia favorita?, ¿por qué?
31) ¿Cuál es la materia que no me gusta tanto?, ¿por qué?
32) ¿En qué materia me va muy bien?
33) ¿En qué materia no me va tan bien?
34) ¿Cómo me va en el colegio?
35) ¿Qué es lo que más me gusta de mi mejor amigo o amiga?
36) ¿Tengo muchos amigos en el colegio?
37) ¿Tengo muchos amigos en el barrio?
38) ¿Qué es lo mejor que he hecho en mi vida?
39) ¿Me felicitan con frecuencia?
40) ¿Me castigan con frecuencia?
41) ¿He ganado algún premio o reconocimiento?
42) ¿Me gusta portarme bien?, ¿por qué?
43) ¿No me gusta portarme tan bien?, ¿por qué?
44) ¿Cuál es el mejor día de la semana?, ¿por qué?
45) ¿A dónde me gusta ir?
46) ¿Me gusta que haga frío o calor?, ¿por qué?
47) Si pudiera conocer a una persona famosa, ¿a quién conocería?
Estas preguntas servirán como derrotero para la producción textual de la crónica literaria.
(Esta actividad tendrá una duración aproximada de sesenta minutos)

 Segunda actividad
Acto seguido se leerá la crónica de Alberto Salcedo Ramos: La niña más odiosa del mundo.
(Ver anexo 3), pero esta vez se hará el ejercicio de buscar las palabras desconocidas en el
diccionario de forma simultánea a la lectura, esto con la intención que comprendan el texto
leído. (Esta actividad tendrá una duración aproximada de treinta minutos)

 Tercera actividad
Se leerá la crónica de Miguel Ángel Perrura: Una visita a la ciudad de Cortázar (Ver anexo
4), y se hará el mismo ejercicio con las palabras desconocidas. (Esta actividad tendrá una
duración aproximada de treinta minutos)

IV. Cuarta sesión. Dos horas (120 minutos)


 Primera actividad
En esta actividad se empezará a escribir el borrador de la crónica literaria, como producto
final de la SD. Para lo cual, se le entregará a cada uno de los estudiantes una hoja de block
en blanco en la que esbozarán su crónica. En este sentido, se les pedirá que tomen las
respuestas de los dos cuestionarios A y B, y que, con base en ellos, redacten de manera libre
su crónica sobre sí mismos. (Esta actividad tendrá una duración aproximada de sesenta
minutos)

 Segunda actividad
Terminado el borrador de la crónica, se tratarán las categorías gramaticales, los rasgos de
estilo y la estructura textual con la ayuda de dispositivas. (Esta actividad tendrá una duración
aproximada de quince minutos)

 Tercera actividad
Luego se le entregará a cada uno de los estudiantes el texto de Alberto Salcedo Ramos:
Consejos para un joven que quiere ser cronista. (Ver anexo 5), y se hará el ejercicio de
identificar las categorías gramaticales, los rasgos de estilo y la estructura textual. (Esta
actividad tendrá una duración aproximada de treinta y cinco minutos)

 Cuarta actividad
Para dar por terminado el encuentro, se socializarán los aspectos que supusieron mayor
dificultad en la producción del primer borrador de la crónica. (Esta actividad tendrá una
duración aproximada de diez minutos)

V. Quinta sesión. Dos horas (120 minutos)


 Primera actividad
Se les pedirá a los estudiantes que saquen el borrador hecho en la cuarta sesión, y se les
entregará otra hoja de block de color blanca, en esta, ellos deberán mejorar su borrador, con
la ayuda de algunas sugerencias que se harán por pare de las investigadoras, esto con miras
al producto final. O sea, que en esta actividad, el estudiante deberá trabajar en aspectos
ortográficos, sintácticos, notacionales, semánticos, pragmáticos, retóricos, estilísticos, etc.,
para que su crónica tome la forma deseada por él o ella. (Esta actividad tendrá una duración
aproximada de sesenta minutos)

 Segunda actividad
Acto seguido, se les mostrará a los educandos algunos ejemplos de títulos, para que ellos se
guíen y le pongan el título a su propia crónica, este debe ser llamativo. (Esta actividad tendrá
una duración aproximada de quince minutos)

 Tercera actividad
Con el segundo borrador de la crónica hecho, se les pedirá a los estudiantes que las entreguen
al docente, quien las barajará de tal forma que queden revueltas, y así, pasará por cada uno
de los puestos para hacer entrega de ellas a los educandos, quienes quedarán con la crónica
de sus compañeros con el fin de que den su valoración objetiva sobre la producción textual
de sus pares. Con esto en mente se les entregará, además una rúbrica (Ver anexo 6) que les
permita esto. Así, el encuentro se finaliza con la recepción de los dos trabajos, crónica y
rúbrica, con el propósito de hacer recomendaciones a los estudiantes sobre su producto, y
tener en cuenta las estimaciones de sus compañeros. (Esta actividad tendrá una duración
aproximada de cuarenta y cinco minutos)

VI. Sexta sesión. Dos horas (120 minutos)


 Primera actividad
Para dar inicio a la última sesión, se les entregará a cada uno de los estudiantes su crónica
junto con la rúbrica, las apreciaciones de sus compañeros y las recomendaciones hechas por
el docente, junto con una hoja en blanco para que trabajen sobre su producción textual final.
Esta actividad, como las anteriores, el docente brindará el apoyo necesario por ser esta
actividad el objetivo principal que busca eta SD. (Esta actividad tendrá una duración
aproximada de ciento veinte minutos)
Marco metodológico

La crónica se convierte en una práctica literaria, pedagógica, de campo y de aula, que vincula
a los estudiantes a través de la producción textual a rememorar experiencias personales, en
la cotidianidad de su estadio situacional, que han impactado su vida social y familiar. En esta
medida, la propuesta que se va a desarrollar en este trabajo es de intervención o aplicación
dentro del contexto educativo, así, esta estrategia involucra a los estudiantes de grado décimo.
Para ello, consta de un diseño de fases, que permitirá llevar un derrotero en su ejecución y en
la evaluación durante el desarrollo todo el proceso.

6.1 Metodología

La propuesta pretende que los estudiantes logren la producción textual de una crónica, como
medio de expresión del pensamiento crítico, reflexivo y autónomo de acuerdo con su propia
realidad en su contexto inmediato. Para ello, la lectura de crónicas, y la reescritura -como
vivencia significativa-, darán nuevas luces para renovar y motivar sus prácticas escriturales,
hacia un enfoque de reconocimiento social, en el que queden expuestos sus pensamientos y
sus puntos de vista. En este orden de ideas, la producción textual les puede hacer asequible a
los educandos verter, en el papel, ese cúmulo de emociones para otorgarles sentido y así
llenarlas con los minuciosos elementos de la escritura literaria; en este caso, gracias a la
crónica. Así pues, la escritura de la crónica literaria será una pesquisa en el tiempo y en el
espacio, que se condensa con el producto final, como lo expresa Tomás Eloy Martínez
(2000): “es el único territorio donde combaten con armas iguales la realidad y la
imaginación”.
Criterios de evaluación

La propuesta de intervención con la crónica literaria, está trazada en torno a unos criterios y
objetivos definidos, con base en cada una de las fortalezas en el proceso escritural, a saber:
la apropiación, la selección de información, la producción escrita, la creatividad en la
estructura y el estilo narrativo. Así mismo, que ese universo expresivo pueda ser socializado,
con lo que se crean vínculos al interior de cada una de las instituciones, lo que permite
exteriorizar historias, posturas y puntos de vista; por lo tanto, debe ser valorado el impacto
en la comunidad educativa. Con ello, como es de esperar, la evaluación será llevada a cabo a
lo largo de todo el proceso de intervención de aula; por lo tanto, se tendrá en cuenta la
participación activa de los estudiantes a lo largo de los encuentros, en la realización de los
productos pedidos. En esta medida, se hará autoevaluación, coevaluación y heteroevaluación,
que posibiliten que los educandos aprehendan todo el proceso de producción textual como
parte imprescindible dentro del constructo lecto-escritural, y del contexto socio-histórico
como estrategia para la comprensión y producción textual.

7.1 Evaluación del proceso

Para la evaluación de la crónica literaria hecha por los estudiantes se proponen los siguientes
criterios:
-Se tendrá en cuenta todo el proceso de producción textual.
-Se evaluará la creatividad aplicada dentro de la producción textual de la crónica literaria.
-Compromiso con los pares -estudiantes- y con la comunidad educativa, en la producción y
socialización de las crónicas literarias.

7.2 Evaluación del impacto

Se persigue que la evaluación de la propuesta se base en la producción escrita de los


estudiantes y en el desarrollo de las competencias asociadas, al igual que en el impacto
generado en cada una de las instituciones.
Referencias

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Anexos

Anexo 1. Instrucciones para escribir una crónica. Héctor Abad Faciolince2

Un escritor crónico acaba siendo un grafómano y por ese camino termina practicando muchos
géneros.

Como el que mucho abarca poco aprieta, termina por no ser ni novelista ni cuentista ni
cronista ni poeta, por haber querido ser todas esas cosas a la vez. El escritor compulsivo se
levanta y se sienta, mira la hoja o la pantalla en blanco y espera alguna señal del más allá. El
sismógrafo está quieto; nada parece estar vivo en su interior. Al fin una vocecita le dice:
“empieza así: “como quieres hablar de la crónica usa una palabra que tenga que ver con lo
cronológico, con el tiempo, por ejemplo: un escritor crónico”. Y así, el escribidor empieza:
Un escritor crónico… Y sigue. Lo que importa es empezar, después una frase lleva a otra y
se termina el primer párrafo.

Cuando uno tiene por oficio escribir, se sienta y siente su estado de ánimo. El ánimo le dice
que ese día está novelista (y empieza un capítulo), o está cuentista (e imagina una historia),
o está poeta (y un primer verso nace de la nada), o está articulista (y el artículo sale, frase por
frase). La novela, el cuento, la poesía, el artículo, son géneros literarios sentados. Nunca he
sido poeta, pero a veces estoy poeta. Sin embargo nunca se puede estar cronista; para ser
cronista hay que salir, pues uno no puede sentarse a escribir una crónica de la nada. La crónica
exige pasar mucho tiempo de pie, o en el camino, en la calle, mirando, averiguando,
apuntando. Para quienes practican los géneros literarios sentados el genio está en las nalgas:
en la capacidad de aguantar ahí quietos, en el asiento, sin levantarse, y pulir, cambiar,
mejorar, consultar diccionarios. Pero para practicar la crónica el genio está en los zapatos.

2
Faciolince, Héctor, A. (30 de noviembre del 2013). Instrucciones para escribir una crónica. Descargado de:
http://www.elespectador.com/opinion/instrucciones-para-escribir-una-cronica-columna-461454
Quien quiera ser buen cronista tiene que andar a pie, y tener buenos ojos, buenas orejas, y
desarrollar ese otro órgano que los buenos cronistas comparten con algunos insectos y con la
televisión: las antenas. El cronista debe tener antenas para ver -como ve el bastón del ciego-
lo que se nota sin verse, y antenas para detectar y sentir donde están las historias. El cronista
tiene un lema que en español puede decirse con siete monosílabos: si no se va no se ve. El
cronista tiene que ir a ver para empezar a apuntar. El cronista tiene que ir porque el cronista
es testigo y lo que escribe consiste en dejar un testimonio. El cronista testifica que tal cosa
ha sucedido, efectivamente, porque la vio con sus ojos, o porque estuvo hablando con quienes
la vieron y recorrió los mismos sitios donde aquello ocurrió.

Solo después de haber ido a ver, a pie y con ojos y con orejas y con antenas, el cronista
también necesita —como el poeta, el novelista— sentarse en el asiento y tener buenas nalgas.
Comprimir en palabras el relato de lo sucedido, en un orden no necesariamente cronológico,
pero sí que resulte ordenado en su cabeza y en la cabeza del lector. El cronista se sienta a
traducir su experiencia mental, a las palabras bien escogidas de su lengua, en nuestro caso,
del idioma español. Y en ese momento usa los recursos de los géneros sentados —novela,
cuento, artículo, poema— de tal manera que lo que vio en la calle, lo que averiguó oyendo y
preguntando, se transcriba en palabras con gracia, con recursos aprendidos de la lectura y del
ejercicio insistente de la escritura.

El cronista, después de mucho caminar, de mucho ver y oír y preguntar, se sienta a escribir.
Y ahí no debe oír una voz interior, como el novelista, ni atender a una música secreta, como
el poeta, sino seguir los límites de la crónica, que no son otros que los de la verdad (jamás
mentir) y los de la canallada (nunca contar lo que no puede ser contado, porque viola la
intimidad o la dignidad de las personas). Y nada más; eso es todo; así de fácil. Así de difícil.
Anexo 2. Autobiografía de Lisa Simpson3

Mi nombre es Lisa Simpson, y tengo ocho años. Mi mamá se llama Marge y mi papá Homero.
Nací en el año de 1984. Es de apuntar que el hecho de que mi mamá quedara embarazada de
mí, supuso que la familia se mudara de un piso en el centro de Springfield a una casa de dos
plantas unifamiliar a las afueras. Esto provocó que mi papá tuviera que mantenernos con un
presupuesto bastante ajustado. Por ello, aunque yo, de pequeña, mostré cualidades de
superdotada, me tuve que conformar con aprender a tocar el saxofón a una temprana edad
para dar salida a mi desarrollo intelectual. Sin embargo, el comportamiento de mi hermano
Bart, quien es un demonio, hizo que mis papás le prestaran más atención a él que a mí, y no
es para menos con su comportamiento delincuencial; por lo que tuve que desarrollar
forzadamente una autosuficiencia con apenas un año de vida. En cualquier caso, mi primera
palabra fue el nombre de mi insufrible hermano, y a raíz de esto Bart se ha mostrado más
protector conmigo, con esporádicas muestras de cariño, aunque él lo niegue.

Por otra parte, soy una sobresaliente estudiante de primaria, es más, me atrevería a decir que
soy la mejor de la escuela. A veces no me relaciono con los niños de la escuela y eso hace
que de alguna manera me concentre más en el estudio y la lectura que en salidas. Me encanta
leer, escribir mis pensamientos más profundos en un diario y realizar tareas escolares casi de
un nivel superior. Asimismo, utilizo mi tiempo libre para realizar actividades de voluntariado
y obras sociales, en las cuales suelo involucrar a mis familiares más cercanos. También me
gusta el yoga y me encanta meditar.

Los fines de semana los dedico a hacer salidas con mi familia y, cuando puedo elegir qué
tipo de actividad realizar, siempre suelen ser de naturaleza intelectual o ecologista (como ir
a museos, reservas naturales o de picnic), cosa que disgusta o aburre al resto de mi familia.
A veces me ha tocado estar a favor de pasatiempos que prefieran los miembros de mi familia,
como una manera de conectar con ellos. Acostumbro, además, a dedicarle mucho tiempo a

3
WikiSimpsons. (2017). Lisa Simpson. Descargado de: http://es.simpsons.wikia.com/wiki/Lisa_Simpson
mi mamá desinteresadamente, mientras que toca llamar la atención de mi papá, quien tiende
a ignorarme o hacerme caso por obligación. Por otra parte, suelo pelearme mucho con Bart,
quien a menudo me llama Liz como muestra de afecto, pero a pesar de todo comparto muchas
cosas con él, y uno de los principales hobbies de los dos, cuando nos juntamos, es resolver
los problemas de amigos o conocidos.

De igual forma, soy curiosa y ambiciosa, y demuestro, sin ser presuntuosa, que soy el
miembro de la familia con más conocimiento intelectual, sobre todo en ámbitos académicos.
Por lo tanto, valoro mi intelecto, y también soy sumamente competitiva, y tengo un continuo
afán por superarme. A pesar de mi rebelión contra las normalidades sociales, de vez en
cuando suelo pecar de vanidosa, egoísta, creída, superficial, rebelde o arrogante. Aún con mi
intelecto, he recibido, al igual que Bart, detenciones y castigos un gran número de veces,
generalmente por mi actitud rebelde y asocial. Es de notar que a mi joven edad, he
desarrollado una rectitud moral que creo que es apropiada para todo el mundo; por lo que la
predico e inculco, no con mucho éxito entre la sociedad de escasa ética con la que convivo.
Por esto, es con mi mamá con quien mejor conecto.

Por último, tengo el cuerpo de una niña normal y corriente de ocho años, tengo el pelo rubio
distribuido en puntas alrededor de mi cabeza y tengo los ojos azules, aunque solo se me vean
dos puntos negros. Siempre llevo un vestido de una pieza roja acabado en puntas, un
distintivo collar de perlas blanco y unos zapatos también rojos.
Anexo 3. La niña más odiosa del mundo. Alberto Salcedo Ramos4

A Chari

No hubo en mi infancia una niña más antipática que Socorrito Pino. Confieso que en muchas
oraciones le pedí a Dios que la dejara calva, que no le salieran de nuevo los dientes de arriba,
o que, en el mejor de los casos, se la llevaran —con dientes y cabello, no importa— al punto
más remoto de la tierra, donde jamás volviera yo a saber de su vida. Aún hoy estoy
convencido de que aquel fastidio era justo: Socorrito Pino arruinaba mis alegrías, y parecía
tener entre ceja y ceja el propósito de no dejarme tranquilo ni un minuto. Cuando yo peleaba
con mi hermana Chari, ahí aparecía Socorrito como convidada de pesadilla, para impedir que
le pegara. Lo hacía interponiéndose entre mi hermana y yo, o poniéndole quejas a mi abuelo.
Cuando, después del baño, me ponía frente al espejo para peinarme, la muchachita insistía
en que yo estaba perdiendo el tiempo, pues las peinadas no hacían milagros. Muchas de mis
siestas, que en aquella época eran sagradas, fueron interrumpidas bruscamente por Socorrito
Pino, que me jalaba los dedos de los pies y luego salía corriendo, con una risita de triunfo
que me taladraba los nervios. Como vivía metida en mi casa a toda hora, conocía el penoso
secreto de que yo, con 12 años, todavía me orinaba en la cama, y hasta se atrevía a
preguntarme si aquello no me parecía vergonzoso. Un día llegó al extremo de decirme que
ella no creía que yo mojara la cama por enfermedad sino por la pura pereza de levantarme
por las madrugadas.

En otra ocasión, Socorrito Pino pasó por el parque en el preciso momento en que yo le pegaba
un chicle en la cabeza y le gritaba groserías a un compañero que había desperdiciado un gol
fácil. En seguida, hizo un gesto acusador con el dedo índice, y aunque no entendí lo que me

4
Salcedo, R. Alberto. (2007). La niña más odiosa del mundo. Resonancias.org, (141). Descargado de:
http://www.resonancias.org/content/read/678/la-nina-mas-odiosa-del-mundo-cronica-por-alberto-salcedo-
ramos/
dijo, deduje que se lo iba a contar a mi abuelo. Dicho y hecho: mi abuelo me asestó una
muenda realmente memorable.

En medio del llanto le eché a Socorrito la culpa de lo que me había pasado, pensando
ingenuamente que le remordería la conciencia. Lo único que conseguí sacarle fue una frase
fría que, además, encubría nuevas amenazas: “nada de eso”, dijo, con una cierta resolución
adulta. “Los niños no deben decir malas palabras”. No voy a dármelas de Santa Claus. De
hecho, como pueden colegir por la escena del parque, yo no era, como decía mi abuela Elvia,
ninguna pelusita inofensiva. Pero juro que a Socorrito Pino jamás le di pie para que invadiera
todos los espacios de mi vida, para que no me dejara respirar ni cuando jugaba fútbol ni
cuando dormía. Jamás le busqué el lado. Nunca fui a su casa —que quedaba en la misma
calle donde yo vivía— a molestarla. No me levantaba por la mañana maquinando planes que
pudieran afectarla, a diferencia de ella, que sí parecía concentrada en el proyecto de
destruirme. Socorrito Pino se movía por donde quiera que yo me moviera, y me amargaba
los días con una eficiencia digna de mejor causa.

Hay que aclarar que Socorrito siempre encontró en mí una respuesta proporcional a su falta.
Por ejemplo, la tremenda zurra que me dio mi abuelo el día que ella me delató por lo del
parque, fue correspondida, dos días después, con un feo golpe en el cogote, que la puso a
chillar durante varios minutos. Siempre me desquité de ella, aunque no fuera en forma
inmediata. No recuerdo que le haya pasado una sola ofensa por alto: siesta que me dañaba
Socorrito a las tres de la tarde, estaba debidamente vengada a las cinco o, a más tardar, a la
mañana del día siguiente. Esto no resultaba tan difícil, porque a pesar de que Socorrito
siempre huía a las carreras, tarde o temprano regresaba.

La verdad sea dicha: muchas veces fui más brusco de lo que ella había sido conmigo. Y, sin
embargo, no me arrepentía, porque la gracia no estaba sólo en ajustarle las cuentas sino en
amedrentarla para que nunca más se apareciera por mi vista. Vano empeño : después de mi
golpe, venía su llanto ; luego, el retiro de ella hacia su casa y al rato estaba de nuevo al lado
mío, como si nada, dispuesta a una nueva maldad. Socorrito Pino tenía un cabello negro y
abundante. “Un cabello lindo”, decía la gente. Bueno, eso sería cuando estaba seco, porque
cuando estaba mojado, recién peinado, llevaba una horrible raya torcida en la mitad. En todo
caso, la atracción que yo sentía por ese pelo no parecía estética sino vandálica: allí me
cobraba todos los desmanes de su dueña. La muchacha vestía con descuido, siempre descalza
y siempre con los dobladillos del vestido zafados. Aparte, daba la impresión de estar siempre
sucia. Yo sentía muchísima rabia cuando mis tías decían que era bonita. Con sus dientes
pasaba algo parecido: todo el mundo decía que eran bellos, menos yo, que simplemente los
veía como un arma despreciable. La situación llegó al punto en que yo le pegaba hasta cuando
no me hacía nada, sólo por su repelencia de existir y colocarse a mi lado con ese aire de niñita
autosuficiente. No sé por qué Socorrito nunca se quejó ante su hermano Fernando, un
gigantón de 15 años que tenía atemorizado a medio pueblo de Arenal. Confieso que esa
posibilidad me producía pánico.

Una vez estaba yo jugando parqués, solo, y ella se arrimó, agarró los dados y terminó metida
en el juego, sin tener la cortesía de dejarme ganar, como recompensa por haberle aceptado
su descarada autoinvitación a la mesa. Lo peor no fue eso, sino que se burló de mi derrota,
con verdadera desconsideración. Ese día la mordí en un brazo, le dije que me dejara en paz
y, como si fuera poco, me mofé de su manera de pronunciar las palabras. Ella se fue llorando
con histeria, como siempre. Y, también como siempre, con una aparente mansedumbre en la
mirada, como si el malo fuera yo, como si ella no fuera capaz de matar una mosca. Eso era,
en realidad, lo más raro: que ni cuando lloraba por mis castigos ni cuando ella me hacía una
maldad a mí, había en sus ojos ninguna gota de rencor. En menos de media hora volvió a la
carga, con más bríos y con nuevas insolencias: yo dormía en el cuarto de mi tía Libia y
Socorrito me arrancó de la siesta con un apestoso chorro de vinagre sobre la cara. Esa fue la
última vez que la vi y eso fue todo lo que vivimos: una historia de impertinencias, de
brusquedades, de patanería. Así hubiera seguido, quién sabe hasta cuándo, el círculo vicioso,
de no ser porque la familia Pino Villalba se trasladó a Cartagena, en busca de nuevos aires.
Puedo asegurar como que dos y dos son cuatro, que a la vuelta de unas horas ya ni me
acordaba de que Socorrito Pino existía.
Lo que pasó después con nuestras vidas, la de ella y la mía, carece de todo interés. Por lo
menos, para este relato. Baste decir que ambos nos alejamos de Arenal. Lo realmente
maravilloso de esta historia ocurrió después de casi 20 años, en diciembre de 1995. Fue en la
casa de Alberto Ramos, mi abuelo.

Cuando llegué, estaba mi abuelo conversando con una mujer que, de lejos, lucía estupenda.
-¿Sí te acuerdas de ella?, me preguntó mi abuelo con una sonrisa. No lo dudé ni un segundo:
era Socorrito Pino, idéntica, como si apenas hubieran traspuesto su cara del pasado a este
cuerpo formidable de hoy. Que estuviera igual implicaba que ya desde niña había sido
atractiva. Sólo que yo no quise verlo, por la antipatía que sentía por ella. O tal vez fue que
no pude verlo, por física torpeza. —Sí, claro, ella es Socorrito Pino, dije, un poco aturdido.
En cambio la mujer lució fresca, deliciosamente fresca, cuando mi abuelo le preguntó si se
acordaba de mí. Su respuesta todavía me sobrecoge el corazón: -¿Cómo me voy a olvidar de
él, señor Albertico, si fue mi primer novio?
Anexo 4. Una visita a la ciudad de Cortázar. Miguel Ángel Perrura5

Después de leer tanto a Cortázar, Buenos Aires se hace conocida. O al menos una especie de
Buenos Aires: afrancesada, de cafés, de librerías y pasajes, con toda la magia que este autor
argentino le imprimió desde el exilio.

Y es que Cortázar optó por la nacionalidad francesa en 1981, como una protesta por la
dictadura militar que asolaba a su país, del que había partido, enemistado con el peronismo,
décadas antes. Podría decirse que, despojado de la presencia real de su ciudad, el autor de
Rayuela procedió justamente a crearse su propia ciudad, a partir del recuerdo, la añoranza y
las lecturas. A ello se debe que sus personajes nunca hablaran como la Buenos Aires
contemporánea, a la que volvió en 1983 cuando volvió la democracia, sino como aquella
remota Buenos Aires que había dejado atrás cuando joven.

Para un lector de Cortázar como yo, español de nacimiento, Buenos Aires tenía esa aura
mágica y paradójica de la vida real. No es así, desde luego, o no exactamente así. La capital
argentina es, ciertamente, una ciudad encantadora, de cafés y pasajes, de librerías y
marquesinas.

Lo comprobé cuando la pisé por primera vez en 2016. Iba en unas brevísimas vacaciones,
por apenas tres días, pero tenía una misión secreta en mi interior: reconstruir la ciudad de
Cortázar a medida que la caminara. Quise pisar los mismos lugares que el cronopio, quise
tomar los mismos cafés que él tomara y mirar con sus ojos la calle, guiándome por su obra
maravillosa. Pero claro, no todo sale como uno se lo esperaría.

5
Perrura, Miguel Ángel. (s.f.). Una visita a la ciudad de Cortázar. Descargado:
http://www.ejemplos.co/ejemplo-de-una-cronica-literaria-excelente/
El tránsito entre el aeropuerto y la ciudad fue sombrío, a medianoche, a pesar de las luces por
doquier. Desde el avión había visto la ciudad como un retablo de luz, una cuadrícula
encendida que irrumpía en la negrura vasta pampeana. Podría haberme dormido durante la
mayor parte de trayecto, víctima del jet lag, de no ser porque corría el riesgo de despertar,
como el protagonista de “La noche boca arriba” en algún otro lugar, y perderme mi llegada
a la capital suramericana.

Bajé del taxi a las dos de la mañana. El hotel, ubicado en Callao y Santa Fe, lucía tranquilo
pero concurrido, como si nadie se enterase a pesar de la hora de que debía dormir. Una ciudad
alucinada, insomne, muy cónsona con la obra cortazariana, pródiga en desvelos. La
arquitectura a mi alrededor parecía arrancada de la Europa que había dejado en casa unas
doce horas atrás. Entré al hotel y me dispuse a dormir.

El primer día

Desperté con el ruido del tránsito a las diez de la mañana. Había perdido mis primeros rayos
de sol y debía apurarme si quería aprovechar los tenues días de invierno. Mi itinerario
riguroso comprendía el café Ouro Preto, donde dicen que Cortázar recibió una vez un ramo
de flores -no sé de cuáles- después de que participara de carambola en una manifestación. Es
un lindo relato contenido en Cortázar por Buenos Aires, Buenos Aires por Cortázar de Diego
Tomasi.

También pretendía visitar la librería norte, donde solían dejarle paquetes, ya que la dueña era
amiga personal del escritor. En vez de eso, salí a buscar un desayuno entre el maremágnum
de cafés con medialunas y dulces en que consiste la pastelería porteña. Al final, después de
caminar y elegir por más de una hora, me decidí a almorzar temprano, para tener energías y
caminar. Di con un restaurante peruano, verdaderas perlas gastronómicas en la ciudad de las
que nadie o pocos hablan, seguramente por tratarse de un elemento foráneo. Y todos saben
lo resistentes que son los argentinos con lo de afuera.
Lo siguiente fue comprar la SUBE y una Guía T, mapa de la ciudad, y dedicar más de una
hora a descifrarlo, antes de darme por vencido y tomar un taxi. Buenos Aires es un laberinto
perfectamente cuadriculado, no me extrañaba que en cualquier vuelta de esquina pudiera
tropezarme con la figura alta y desgarbada del cronopio, yendo o viniendo en alguna misión
secreta e imposible, como su Fantomas.

Finalmente conocí la librería y conocí el café. Me extrañó la ausencia de placas en su nombre


o de figuras de cartón que lo reprodujeran. Puedo decir que estuve un buen rato en cada lugar,
tomando café y revisando novedades, y nunca dejé de sentir su ausencia como un fantasma
compañero. ¿Dónde estás, Cortázar, que no te veo?

El segundo día

Una buena noche de sueño y unas horas de consultar en Internet me aclararon mucho más el
panorama. Plaza Cortázar surgió como un referente vago, tanto como el Café Cortázar,
repleto de fotografías y frases célebres de sus novelas. Ahí sí encontré a Cortázar, uno recién
tallado en el imaginario local, tan pródigo en Borges, Storni o Gardel. ¿Por qué no hay más
de Cortázar, me preguntaba, mientras deambulaba detrás de sus pistas misteriosas? ¿Dónde
estaban las estatuas y las calles con su nombre, los museos dedicados a su memoria, su estatua
de cera un tanto ridícula en el Café Tortoni cerca de la Plaza de Mayo?

El tercer día

Después de un almuerzo prominente y carnívoro y de consultar a varios taxistas, lo entendí:


estaba buscando a Cortázar en el lugar equivocado. La Buenos Aires del cronopio no era ésa,
sino la que había soñado despierto y que estaba escrita en los varios libros en mi valija. Allí
estaba la ciudad que perseguía, como los sonámbulos, al mediodía.

Y cuando entendí eso, de golpe, supe que podía emprender el regreso.


Anexo 5. Consejos para un joven que quiere ser cronista. Alberto Salcedo Ramos6

Si no eres porfiado, olvídalo. Te dirán que no hay espacio, ni dinero, ni lectores. En vez de
perder tiempo quejándote, pon el trasero en la silla como proponía Balzac. Y cuando
empieces a trabajar escucha el consejo de Katherine Anne Porter: no te enredes en asuntos
ajenos a tu vocación. A un narrador lo único que debe importarle es contar la historia.

Una historia buena y bien contada posiblemente le interesará a algún editor. Pero nadie te lo
garantiza. En caso de que no la publiquen, al menos te quedará una crónica terminada.
Guárdala como un tesoro: podría motivarte a hacer otra. Si dejas de escribir cuando los
editores te cierran las puertas, tal vez mereces que te las cierren.

Aunque tengas un trabajo de tiempo completo en un periódico o manejes un camión de carga,


debes escribir. Ninguna excusa es válida. Si solo atiendes los llamados del estómago, ¿para
qué seguimos hablando?

Cree en los temas que te impulsen a escribir. Ya lo dijo Mailer: cuando un tema atrape tu
atención no lo sometas a la duda.

Puedes escribir sobre lo que quieras: un asaltante de caminos, las enaguas de tu abuela, el
escolta del presidente, la caspa de Tarzán, lo triste, lo folclórico, lo trágico, el frío, el calor,
la levadura del pan francés o la máquina de afeitar de Einstein. Pero por favor no aburras al
lector. Escribir crónicas es narrar, narrar es seducir. Los buenos contadores de historias
convierten el verbo narrar en sinónimo de encoñar. Son como don Vito Corleone: le hacen al
lector una oferta que no puede rechazar.

6
Salcedo, R. Alberto. (2017). Consejos para un joven que quiere ser cronista. Descargado de:
http://www.fcpolit.unr.edu.ar/redaccion1-arrabal/2017/08/07/consejos-para-un-joven-que-quiere-ser-cronista/
Confieso que me producen alergia las historias que lo reducen todo al blanco y al negro.
Desconfío de las moralejas y por eso no leo fábulas, o las abandono a tiempo para que el lobo
viva tranquilo después de comerse a Caperucita Roja y el dueño de la gallina de los huevos
de oro pueda sacrificarla sin remordimientos.
Algunos pretenden escribir mientras bailan una cumbiamba o asisten a un partido de fútbol.
Pero el trabajo es una cosa y el recreo otra. Concéntrate en tu oficio. Si no le dedicas al texto
toda tu atención, posiblemente el lector tampoco lo hará.

Estar aislado es duro, te lo advierto, en especial cuando escribes historias de largo aliento.
Sabes cuándo comienzas pero no cuándo terminas. En cierta ocasión me sentí tan oprimido
por el encierro que consideré como mi gran utopía salir a pagar el recibo del teléfono. Luego
están las dificultades propias del oficio: en una jornada solo alcanzas a precisar un adjetivo,
y al día siguiente lo borras porque ya no te gusta. Acuérdate de Dorothy Parker: “Odio
escribir, pero amo haber escrito”.

Si cuidas la escritura, si no te conformas con juntar las palabras de cualquier manera, lo más
seguro es que tiendas a bloquearte. Bloquearse es un gaje del oficio. Indica que asumes el
trabajo en serio. Sal a la calle a renovarte. Tomar distancia también es una forma de escribir.

Si eres de los reporteros que no leen más que noticias, declárate perdido. Hay que tener
buenos referentes en el oficio. Solo al oír las voces de los maestros –Talese, Capote,
Hemingway– y mirar el mundo con curiosidad genuina aprenderás a encontrar tu propia voz.

Por mucho que ciertos reporteros y editores ortodoxos renieguen de la crónica, tú tienes que
creer. La crónica le pone rostro y alma a la noticia para atender a un tipo de lector que no
solo quiere atragantarse de datos. Algunos suponen que las verdades que no destapan una
olla podrida son indignas de ser publicadas. En un continente saturado de corrupción siempre
será apreciada la figura del higienista que fumiga las alimañas. Sin embargo, me temo que la
verdad no se encuentra solamente regando plaguicidas o frecuentando los manteles de los
poderosos, sino también prestándole atención a la gente común y corriente, aquella que, por
desdicha, solo existe para la gran prensa en la medida en que muere o mata.
Anexo 6. Matriz de valoración de crónicas.

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