Lidia Blanco

Leer con placer e n |

la p r i m e r a infancia]

Abrir un libro... abrir el mundo.

Ediciones
VA EDUCACION EN LOSi NOVEDADES
PRIMEROS AÑOS! EDUCATIVAS
 CAPÍTULO I

Los secretos que guardan

los libros de literatura

Los libros de literatura tienen una zona de claridad y otra

en sombras. Justamente lo oculto es lo que más nos con-
mueve. Tal vez por eso la literatura es tan atractiva para
los niños que sueñan naturalmente con seres imaginarios,
con piratas bravios, con las voces de la luna. Lo que debe
mover nuestra mano cuando elegimos una historia para
leerle a un niño, es la búsqueda de ese misterio que explo-
raremos Junto a él. Tal vez el niño sea el que descubra el
secreto y nos sorprenda con su lucidez. De modo que i n -
gresaremos con él a un cuento, a un poema y, desde aden-
tro mismo del texto, podremos compartir la modesta feli-
cidad que brinda la palabra poética.
¿Qué es literatura
y qué no lo es?
No es sencilla la respuesta, pero vamos
a intentar responder a la pregunta. Po-
demos decir, para empezar, que es un
reflejo de la vida, la vida misma fotogra-
fiada caprichosamente. También es un
pacto, un acuerdo ficcional entre los
hombres y un juego maravilloso en el
que unos cuentan y otros creen y sien-
ten aquello que les dice un escritor. Allí
se soltará la voz de un pájaro rojo como
el fuego, de un duende escondido en
las entrañas de un árbol, de un sapo so-
ñador que habita la laguna.
El autor crea un circuito de comunica-
ción imaginario en el que no son nece-
sarias las leyes del mundo real. En este
acuerdo con las reglas de juego de ese
mundo inventado, el lector viajará por
paisajes que son extraños, desconocidos
en su existencia cotidiana. Y en el viaje
conocerá personas y situaciones que lo
asombrarán. El lector, cada lector, en-
contrará o no significaciones en el texto,
porque, como en la mesa del café, el
diálogo autor-lector es una posibilidad,
jamás una certeza.
Aproximarse al significado de la palabra
literatura es siempre desafiar un labe-
rinto, el propio recinto íntimo que po-
demos vislumbrar como lectores, de
modo que cada obra literaria sumará
contradicciones a nuestras creencias
anteriores, y abrirá expectativas en el
debate sobre el Bien y el Mal, sobre el
Amor y la Muerte, sobre la Justicia y la
Crueldad.
Si bien es cierto que el escritor como ar-
tista posee una inmensa libertad, sus
creaciones tropiezan con normas ya
existentes que le plantean ciertos lími-
tes a su producción. Cada momento
histórico tiene una literatura que lo re-
presenta, tendencias, estilos, que se po-
nen "de moda" en forma arbitraria. Las
modas literarias que se estructuran y
difunden en distintos períodos y socie-
dades presentan una multitud de ideas
sobre cómo debe ser un cuento, una
novela, una obra de teatro. Estas nor-
mas funcionan como ordenadoras y tie-
nen relación con los gustos y eleccio-
nes de los diferentes públicos lectores o
espectadores.
Podemos representarnos una especie
de asamblea invisible en la que se reú-
nen los escritores, los críticos, los teori-
zadores para establecer qué es una
obra literaria realmente bien escrita. ¿Y
los lectores? Ellos también participan
con su elección o rechazo para garanti-
zar que un libro resulte muy celebrado,
por amplias mayorías, o bien que sola-
mente un pequeño grupo lo acepte y lo
incorpore a su biblioteca.
En la sumatoria de todas las diversas
apreciaciones, surgirán puntos de con-
vergencia. Y, después, como en todos
los fenómenos culturales, habrá que to-
mar partido, comprometerse, y asegurar,
ante una escritura dada, que es valiosa
para muchos, para-algunos, tai vez para
uno mismo. En el espacio más recóndi-
to de cada ser humano existe una ¡dea
acerca del valor de un libro de literatura
porque la identificación con mundos
imaginarios forma parte de la condición
humana.
Intentemos acercarnos a una definición.
En primer lugar, podemos afirmar que -
se trata de una forma particular de co- Literatura para niños:
municación lingüística en la que un es- un desafío para el escritor
critor hace nacer de su imaginación
una historia, un poema, una obra de
Ya hemos puesto en claro algunas
teatro. Su deseo es que muchos lecto-
ideas acerca de lo que es la literatura.
res disfruten de su creación. Para po-
Pero nuestra verdadera curiosidad resi-
der llevar a cabo su proyecto, necesita
de en encontrar algunas aproximacio-
adquirir conocimientos relacionados
nes a la literatura infantil. El lector
con las normas de la gramática y de la
que comparte estas páginas puede ob-
sintaxis de la lengua que empleará en
servar que hemos agregado un adjeti-
su producción. Además debe poseer
vo directamente relacionado con la in-
saberes vinculados con la historia y la
fancia. Es decir, vamos a pensar en
cultura de su propio tiempo y de tiem-
una literatura que, sin dejar de serlo,
pos pasados.
pueda tener cabida en la elección de
los niños y las niñas.
Y algo más: tiene que estudiar, apren-
der ciertos conceptos de teoría literaria
Infancia, infancias... ¿Todos los niños y
que le permitan diferenciar una nove-
niñas viven de manera semejante este
la, o un cuento, o una obra teatral. Re-
período? No, claro que no. Existe una
den entonces podrá decidir si respeta
concepción abstracta, muy abarcativa,
esas normas existentes o toma el ca-
que nos puede orientar sobre caracte-
mino de la renovación, del cambio,
rísticas biológicas como el peso y la ta-
para inventar él mismo otras formas
lla y rasgos en el área de la conducta,
novedosas que puedan producir trans-
de las emociones. Pero estas definicio-
formaciones en el universo de la crea-
nes generales no muestran las contra-
ción literaria.
dicciones y las diferencias.

Podemos llegar a una conclusión sobre

Los niños son seres frágiles, muy frági-
la literatura. Y diremos que es un espa-
les, y tal vez por eso resultan ser los
do en el que el lenguaje humano se
más perjudicados en las catástrofes,
pone su mejor ropaje para deslumhrar
las guerras, o víctimas inocentes del
a un lector, y que su perduración, en
devenir presuroso de las grandes ciu-
tiempos de grandes revoluciones tec-
dades del mundo. El contexto familiar,
nológicas, expresa la necesidad de de-
cultural, la alimentación, los estímulos
fender lo más íntimo, el vuelo más alto
recibidos del mundo adulto que los ro-
del pensamiento fantástico. La literatu-
dea, la escuela, son factores que deter-
^, cuando es genuina, humaniza y
minan la manera cómo transitan los
transforma, como un soplo de aire
niños su infancia. Y todo esto nos lleva
fresco en una mañana de neblina. Abre
rápidamente a la certeza de que exis-
bs puertas del mundo para que los
ten diferentes infancias.
ectores conozcan a otros hombres y
mujeres y también se conozcan mejor
2 sí mismos.
 12
"La revolución de la informática, la de-
socupación, los grandes conglomerados
urbanos, la miseria y las guerras han
acrecentado de manera inquietante el
número de niños librados a sus propias
fuerzas o abandonados, que sobreviven
escarbando tachos de basura, mendi-
gando o robando. Se agrupan en ban-
das, como en Bogotá, en Río de Janei-
ro o en Bucarest y suelen sentirse atraí-
dos por la droga, que les sirve para ol-
vidar su miseria.
En América Latina, los latifundistas ex-
plotan cínicamente esta mano de obra
indefensa, imponiéndole trabajos peno-
sos, sin límites horarios ni protección
social, como sucedió en Francia bajo el
reinado de Luis Felipe, en los resplan-
decientes años de la revolución indus-
trial (escándalo que fiae denunciado en
1842 por el célebre informe Villerme).
Hay niños que tienen la posibilidad de
crecer como tales, y otros, una inmensa
mayoría del planeta, crecen sin haber
tenido verdaderamente una infancia.
Sin embargo, la literatura es para todos,
ricos y pobres, niños de hogares cálidos
g y seguros, y niños que habitan en las
-jü calles. Para todos se producen libros de
ic literatura y, en la medida en que ésta
8 sea verdadera creación artística, disfru-
I taran de los textos, todos los posibles
o- lectores a los que va dirigido el libro en
— cuestión.
« tenecían. Cantos de cuna, rondas infan-
^ Pero todo esto no ayuda a encontrar
^ una definición, o al menos algunas bue-
Z ñas ¡deas para tranquilizar nuestra in-
Diversos testimonios han coincidido en
revelar, con treinta años de atraso que,
al terminar la Segunda Guerra Mundial,
miles de huérfanos ingleses fueron de-
portados a Australia y a otras colonias
británicas y utilizados como mano de
obra para trabajos pesados, que excedían
sus fuerzas. Pero eso no es todo. En
Tailandia o en Filipinas, los padres, i m -
pulsados por la miseria, venden o alqui-
lan a sus hijos a ciertos empresarios y
por lo general no ignoran que de esa
manera están entregando a sus hijos e
hijas a la prostitución. En Bangkok hay
200.000 niños de ambos sexos que ejer-
cen la prostitución y 800.000 en Tailan-
dia; un 40% de ellos ya tienen el virus
del SIDA."
Soriano, Marc, La literatura para niños y jóve-
nes.Guia de exploración de sus grandes temas.
Traducción y notas a cargo de Graciela Montes,
Buenos Aires, Colihue,1995.
quietud por las cosas exactas... Pode-
mos considerar como literatura infantil
aquella que ha sido escrita y publicada
para niños y niñas, y en la que pueda
obsen/arse rasgos lingüísticos y temáti-
cos cercanos al universo infantil. Ésta es
una definición actual, de estos tiempos.
Viajemos hacia épocas remotísimas. To-
dos los pueblos necesitaron contaries
cuentos y cantarles canciones a los más
pequeños, como forma de transmitiries
¡deas y creencias de! pueblo al que per-
tiles, retahilas, juegos verbales, rimas sin
sentido, integran el folklore universal
que llega hasta nuestros días.
r
Junto a estas creaciones ligadas al ¡ue-
zo, surgieron también formas narrativas
:'¡enfadas hacia lo educativo y con la
-itención de transmitir una visión del
mundo, de la religión, del comporta-
miento social. En una palabra: enseñar
= diferencia entre lo Bueno y lo Malo,
ce acuerdo con lo que se considerara
como tal en cada comunidad humana.
Es el caso de las antiguas fábulas y las
evendas sobre el origen del mundo y
35 que lo habitan. Estas historias se vin-
culan con los mitos, las supersticiones,
las ceremonias de vínculos con lo so-
brenatural y lo mágico. Así nacieron
también los cuentos de hadas, brujas,
duendes, ogros que se transmitieron
oralmente por siglos. Se transmitieron
de boca en boca y perduran con versio-
nes cambiadas hasta nuestros días.
Tenemos una certeza: la literatura para
niños existió desde antaño, pero fue su-
liiendo modificaciones a través de la bis-
ada cultural de los pueblos. A este cuan-
jioso material de creación popular, se fue
sumando la literatura infantil editada es-
crita por autores que eligieron ese lugar
para comunicarse con la infancia.
Esta diferenciación permite discriminar
las creaciones provenientes del campo
[xjpular y anónimo de otras produccio-
les nacidas de un autor determinado.
JÓ literatura infantil anónima tiene reco-
íiladores. La otra tiene autores, obras
íditadas, historias que la relacionan con
(recesos de integración social y cultural
le la infancia a la sociedad adulta. ¿Hay
ina más verdadera que la otra? De nin-
una manera: las dos formas son legíti-
las y pertenecen al mismo campo cul-
jral con el mismo destinatario. La dife-
rencia reside en la intencionalidad de
los emisores, la modalidad de los recep-
tores y las características del contexto en
el circuito autor-lector-obra.
La producción de libros infantiles es
cuantiosa en la actualidad y es necesa-
rio abordar su lectura con "anteojos crí-
ticos", porque no todo lo que ofrece el
mercado editorial contemporáneo resul-
ta adecuado cuando el propósito es for-
mar a un lector de literatura desde la
primera infancia. Algunos libros son ver-
daderamente literatura porque muestran
en su escritura la mano laboriosa de un
artista, con conocimientos sobre literatu-
ra y sobre la infancia. Otros libros tienen
la apariencia, el formato, el diseño de
un libro de literatura, pero no poseen
valores artísticos o no aciertan con las
características del lector al que están
destinados.
¿Todos los libros de literatura
infantil merecen un lugar
en la biblioteca del jardín?
Entramos a una librería... Nos dirigimos
a los espacios que tienen un cartel indi-
cador: "Literatura Infantil". Tomamos un
libro, otro. ¿Qué saberes se requieren
para elegir el material que provoque en
nuestros chicos el deseo de mirados, de
escuchados cuando se los leemos, o de
hojeados por ellos mismos con verdade-
ra curiosidad?
Les propongo tres criterios que resufea-
rán útiles para acercarse a los m^ores
libros y descartar los mediocres, los atm-
rridos, o los decididamente mal etíbon-
dos, sin cuidado en la escritura, en b
ilustración o en el diseño gráfica
7. Criterios estéticos
A veces escuchamos comentarios sobre
un libro que acaba de ingresar al jar-
dín... "La verdad... lEs espantoso!" -di-
cen las maestras. Ese adjetivo, traduci-
do a un vocabulario más didáctico,
quiere decir que no nos parece un
buen libro, que no se lo vamos a leer a
los chicos. No es un libro bello, pleno,
sugestivo. En estos casos se están reali-
zando evaluaciones estéticas sobre el li-
bro en cuestión. De modo que tratare-
mos de explicar el significado de la pa-
labra "estética".
Le pedimos ayuda al diccionario y en-
contramos lo siguiente:
"Ciencia que trata de la belleza y de
los sentimientos que hacen nacer lo
bello en nosotros".
Tenemos acá un nuevo problema, defi-
nir lo que es bello y lo que no lo es. Ca-
da época y cada sociedad consideró be-
llas a determinadas obras de arte y lue-
go, con el paso del tiempo, esa mirada
cambió y nacieron otras opciones. Pero
hay un aspecto de la estética que se
mantiene: la posibilidad de despertar
emociones profundas. El arte en general
tiene ese propósito, y éste aparece en
una composición musical, en una escul-
tura, en un cuadro, en un poema.
Si una escritura solamente trata de ex-
plicar un concepto de una manera racio-
nal, es poco probable que se trate de li-
teratura. Se trata de un texto, pero no li-
terario porque su intención es informar
al lector sobre un tema determinado.
Un libro que describe la forma de ali-
mentación de los peces, por ejemplo, es
sin duda un libro que pertenece a la
disciplina "ciencias naturales".
La literatura habla de las cosas que con-
mueven, que estimulan el pensamiento
sobre lo que nos está pasando, que
arranca sonrisas o lágrimas, y que deja
como única enseñanza ese contacto
con la palabra que abre un mundo nue-
vo, desconocido tal vez, antes de leer
ese texto.
El escritor, cuando es verdaderamente
un artista, coloca en primer lugar las
imágenes, la palabra poética, trabaja so-
bre cada expresión incansablemente
hasta dar con la forma justa. Dice cosas,
pero de tal manera que su voz llega a
lo más hondo del corazón humano.
Evoquemos a manera de ejemplo estos
versos de Federico García Lorca, maes- *
tro de la palabra poética:
La tarde equivocada
se vistió de frío.
Detrás de los cristales,
turbios, todos los niños,
ven convertirse en pájaros
un árbol amarillo.
La tarde está tendida
a lo largo del río.
Y un rubor de manzana
tiembla en los tejadillos.'
Al cerrar los ojos, podemos ver una tarde
vestida de frío, y cada cual verá su propia
tarde, tal como ese paisaje golpee en el
interior del lector. ¿Quién podría dudar
de la perfección de esta imagen que per-
dura a través del tiempo cuando su au-
tor ya no está entre nosotros?
2. Criterios pedagógicos
Pero no alcanza con la certeza de la
buena escritura, porque resulta necesa-
rio en nuestro caso, pensar en la manera
particular como los pequeños lectores
ingresarán en ese universo lingüístico.
El nivel de lengua en el texto infantil
El nivel de lengua utilizado por el autor
aproxima o distancia a los lectores po-
tenciales. ¿Cómo resultará más eficaz su
comunicación con niños de dos o tres
años? Y los que ya tienen cuatro o cin-
co, ¿qué diferencias tienen con los ante-
riores?
Con frecuencia preocupa a los docentes
la aparición de palabras de poca circula-
ción, ya que se supone que los niños
las desconocen y no comprenderán el
sentido de la narración o del poema.
Sin embargo, nada complace más a un
niño que escuchar por primera vez una
palabra, interrogar sobre su significado,
escuchar una respuesta satisfactoria. No
es el vocabulario "difícil" lo que debe
inquietarnos.
¿Y dónde pondremos la mirada? Un
gran tema es la organización sintáctica
del texto. Si se trata de una narración,
prestaremos atención al nivel de lengua
utilizado en el texto. Las oraciones muy
extensas, con gran cantidad de informa-
ción apretujada, no permiten el acceso
fácil del niño que escucha. Los textos
para los primeros años, que son los que
aquí nos interesan, deben transmitir las
ideas de manera coloquial. Pero esto no
quiere decir que no exista profundidad,
pensamientos profundos.
La mirada sobre la infancia
que posee el escritor
Para poder comprender más claramente
estas hipótesis sobre la relación niño-
texto, tomaremos el cuento "¿No duer-
mes. Osito?" del autor e ilustrador Mar-
tín Wadell.
Abrimos el libro... Un Oso Pequeño no
puede dormirse y le reclama a un Oso
Grande que ilumine la cueva en la que
habitan porque le teme a la oscuridad.
Oso grande le acerca tres lámparas: una
pequeña, otra mediana y una grande.
Pero Oso Pequeño no puede dormirse...
"Tengo miedo, dijo Oso Pequeño.
"¿Por qué tienes miedo?", preguntó Oso
Grande.
"Está oscuro", dijo Oso Pequeño.
"¡Pero si te he traído la lámpara más
grande de todas!", dijo Oso Grande, "iy
ya no está oscuro!"
"¡Sí está oscuro!", dijo Oso Pequeño,
"¡ahí está muy oscuro!", y señaló la en-
trada de la cueva.^
En el desenlace. Oso Grande decide lle-
varlo fuera de la cueva, a ver la noche
que solamente iluminan la luna y las es-
trellas. Oso Pequeño tiene miedo, mu-
cho miedo. Entonces Oso Grande lo alza
en sus brazos, le señala el cielo de la
noche. Y en esa situación. Oso Pequeño,
finalmente, se duerme seguro y feliz,
con su cabecita apoyada en el hombro
de Oso Grande.
Veamos la estructura de estas oraciones
con las que se inicia el cuento.
"Había una vez dos osos, Oso Grande y
Oso Pequeño.
Oso Grande era el más grande y Oso
pequeño era el más Pequeño."^
Cada una de estas oraciones contiene
poca información. En el primer enuncia-
do se presentan los dos protagonistas
del relato cuya identidad se asocia al ta-
maño, "grande" y "pequeño". Estos dos
adjetivos sen/irán a un lector de tres a
cinco años, para establecer las diferen-
cias entre ambos: "grande" se asociará a
la palabra "adulto" y "pequeño" a la pa-
labra niño. También que se trata de
osos y no de personas. El uso de ma-
yúsculas para nombrarlos propone que
no son los osos comunes, los que habi-
tan una pradera o una jaula del zoológi-
co. La mayúscula sugiere que son "osos
especiales", osos personajes de una his-
toria y, como se trata de literatura, su
comportamiento ya no será el esperado
en un oso cualquiera.
La segunda oración enuncia otra carac-
terística de ios personajes: el Oso Gran-
de es el "más grande" y el Oso Pequeño
es el "más pequeño". ¿Para qué sin/e es-
ta polarización? Para mostrar al lector el
vínculo posible y esperable entre al-
guien grande y alguien pequeño. El niño
ya no está frente a dos osos, lo que ve
son dos personajes que vivirán para él
una historia a la que ingresará con cu-
riosidad, porque le han facilitado la
identificación con algo familiar y de su
interés: su relación con el mundo adulto
desde su tremenda fragilidad.
Esta relación ha sido tratada en el texto
desde el mundo posible del niño, diga-
mos claramente: es un cuento a favor
de la infancia. Veamos las razones. El
pequeño Oso del relato no puede dor-
mirse porque encuentra el lugar dema-
siado oscuro y a pesar de que el Oso
Grande le acerca diferentes lámparas, el
miedo continúa hasta que se hace evi-
dente que la oscuridad que rodea la
cueva es el verdadero obstáculo. Pero...
¿quién puede interrumpir la oscuridad
de la noche? El texto tiene la respuesta
justa: el abrazo del adulto.
La escena final en la que el oso gran-
de alza al pequeño y éste se duerme
finalmente nos muestra un conoci-
miento de la conducta de un niño
muy pequeño, que efectivamente ne-
cesita esa contención del adulto para
no tener más miedo y, entonces, po-
der dormir. El conflicto nace del cono-
cimiento de la emotividad infantil, un
concepto que proviene de otra discipli-
na: la psicología infantil.
Lo que más atrae a los niños
en la primera infancia
Otro tema que preocupa al docente en
el jardín es el de los centros de interés
en la primera infancia. La pedagogía
nos brinda también herramientas para
conocedos y saber que se van modifi-
cando a través del tiempo, y que pue-
den ser una constante aun en diferen-
tes contextos culturales. Así sabemos
que a los bebés les atraen más las his-
torias en las que se ponen en juego
un personaje infantil y un objeto cono-
cido -una pelota, un pájaro, una mari-
posa- o una figura femenina que pue-
da asociar con su mamá verdadera o
sustituta.
A medida que avanzamos en el tiem-
po, encontramos a los niños de dos o
tres años. En esta edad disfrutan de
narraciones en las que intervienen
más personajes y los hechos del cuen-
to suceden en espacios que les gusta
recorrer: la plaza, la calesita, el mar.
Es decir, aparece el interés por espa-
cios exteriores en los que pueda pro-
ducirse una aventura de la que pue-
dan sentirse protagonistas. Eligen con
frecuencia personajes que se disfrazan
y engañan a otros y situaciones lúdi-
cas en las que ya no está presente el
adulto.
Los niños de cuatro y cinco años se in-
clinan por los elementos mágicos o so-
brenaturales, como los que aparecen en
los cuentos tradicionales. Nace la curio-
sidad por temas más complejos: el
amor en la pareja, la sexualidad, los na-
cimientos, la muerte, las aventuras en
lugares extraños, y toda historia en la
que los protagonistas se alejan de la tu-
tela familiar y atraviesan por sí mismos
as dificultades o las amenazas del mun-
do exterior.
Podemos obsen/ar que existe un tránsi-
de la dependencia absoluta del bebé
con el mundo adulto hacia la incipiente
autonomía de los niños al llegar a los
dnco años, previa al comienzo de la es-
colaridad primaria. Y este tránsito natu-
ral se ve reflejado en estas tendencias
por determinado tipo de libro de litera-
tura. Pero atención: nunca tendremos
fórmulas definitivas, porque no existen
dos niños iguales. En lo que se parecen
todos, a cualquier edad, es en el inmen-
so placer que les producen las historias
que los transportan a un mundo dife-
rente, con provocaciones a su imagina-
ción, a su sonrisa, y también a su emo-
ción más oculta. Les gusta, como al pú-
blico lector adulto, que los asombren.
Al ingresar a una historia, si lo conmue-
ve, el lector infantil vive las escenas, se
ubica en el lugar donde el autor cuenta
que actúa el personaje, y "es" ese per-
sonaje, pirata, conejo, diablo, gnomo.
Guarda esas escenas en su memoria
emotiva, desea retenerlas. Es por eso
que cuando un cuento gustó mucho, los
chicos piden que se lo cuenten otra vez,
y otra vez y otra vez.
La literatura infantil puede acompañar al
niño lector, ayudado y acompañado en
su desarrollo. También estimulado en la
búsqueda de realidades diferentes a las
que se suceden en su vida y a pensar
críticamente su realidad y la del mundo.
en el que crece. Para que esto ocurra, el
libro de literatura debe acertar con sus
interrogantes, sus búsquedas, que están
en él, simplemente están, a la espera de
ese libro que lo satisface con alguna
respuesta.
5. Criterios éticos y socioculturales
Este es el componente de la literatura
infantil más complejo. Ninguna escritura
es inocente, menos aún la que se dirige
a la primera infancia. Toda obra literaria
contiene en su interior, en forma más o
menos clara, un sistema de ¡deas, una
vis¡ón del mundo. En este espacio, las
polémicas suelen ser intensas ya que,
como es sabido, no todos comparti—c-í
los mismos códigos con respecto a k)
que está bien o está mal, ni ahora, ni tm
el pasado remoto. Valga una frase mmf
vulgar: todos somos diferentes, y el pro-
blema es cómo aprendemos a respetar-
nos en esas diferencias.
La literatura para niños, como el resto
de las obras de literatura, muestra una
extensa variedad de encuentros y de-
sencuentros de ideas expresadas a ve-
ces en un simple relato. Revisemos la
biblioteca... Encontramos un clásico de
la literatura infantil: "Cenicienta". Allí
está una pobre jovencita que padece el
maltrato de una mujer cruel, que le im-
pide asistir a un baile para encontrar...
ial príncipe soñado! El conflicto se re-
suelve por inten/ención de un hecho
maravilloso, mágico. Llega el hada, la
convierte en una bella mujer, bien ves-
tida como corresponde, y allá va, a
buscar la felicidad. Y la encuentra en
un abrir y cerrar de ojos, porque con
solamente cruzar algunos bailes con el
bello príncipe, la histona de amor que-
da conformada.
Una maestra inquieta -tal vez un poco
feminista- se formulará esta pregunta...
"¿Estará bien mostrar que se puede pa-
sar de la miseria a la riqueza por arte
de magia? ¿Será el dinero y el palacio
lo que haga felices a las mujeres?"
O sea que el docente se interpela por
los valores que transmite el cuento. Esta
interrogación es contemporánea porque
circula en nuestra sociedad la frase "cri-
sis de valores". Nos preocupa la función
de la escuela en la construcción de la
subjetividad de niños y niñas. La sobre-
valoración del dinero y el poder parece
que es justamente lo que puso el mun-
do patas arriba.
Y entonces... ¿qué hacemos con "Ceni-
cienta". No, no lo sacaremos de la bi-
blioteca, para nada. Pero sí buscaremos
las herramientas adecuadas para que se
abran estas preguntas en el grupo de
niños y niñas. La literatura puede contri-
buir al desarrollo del pensamiento críti-
co en tanto no transmitamos los textos
arbitrariamente, sin espacio para el de-
bate entre los lectores.
La búsqueda de una sociedad
más libre, más cercana a la natu-
raleza, sin ideologías extremistas,
hace que el adulto transmita sus
inquietudes al lector-receptor de
su obra, quizá en un intento de
advertir y concienciar, en el cual,
en el fondo, se percibe un gran
sentimiento de culpabilidad hacia
el mundo de los adultos que ne-
cesitan que los jóvenes vayan
cambiando poco a poco algunos
principios, erróneos, que ellos
han establecido.
El lector se sentirá como prota-
gonista de muchas historias que
lee: desconcertado con lo que
tiene ante sus ojos, preocupado
por el futuro que hereda y espe-
ranzado con la idea de no come-
ter los mismos errores que sus
padres.
Extraído del artículo "Literatura con
valores" de Ana Garralón. Crítica lite-
raria y escritora española. Publicado
por la revista La Mancha N° 17, 2003.