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Muchas veces perdemos el tiempo solucionando las cosas a nuestra manera, o buscando la
ayuda, “Lo he intentado todo, hasta la fe”, esa expresión manifiesta la poca confianza que
tenemos en Dios.
Heb 11.6 “porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador
de los que le buscan”. Debemos recordarnos muchas veces que la clave del éxito está en buscar
a Dios en primer lugar.
Alguno puede pensar, “pero si sólo me acuerdo de Dios cuando tengo problemas, ¿no se
ofenderá porque siempre acudo a Él?, al contrario, a Dios le honra que le busques el día de la
angustia: Sal 50.14-15 “Sacrifica a Dios alabanza, y paga tus votos al Altísimo; E invócame en el
día de la angustia; Te libraré, y tú me honrarás”
Jacob lucha con los hombres para alcanzar las bendiciones (su hermano, Labán, ahora trata con
Dios). En esto vemos su madurez espiritual, en el v.9 ya vemos una oración de Jacob, hasta
entonces era Dios quien había salido al encuentro de Jacob (en el cap. 28, en Betel) ahora es
Jacob quien sale al encuentro de Dios.
La oración es un combate que uno libra a solas con Dios (el ejemplo de Jesús en Getsemaní Lc
22.39-46).
3. Problemas grandes, oraciones más intensas. “Y estando en agonía, oraba más intensamente”.
V. 44.
Podemos ser muy espirituales en la iglesia, y podemos orar en cada reunión, pero ¿y en lo
privado, ¿oras en tu habitación?. Podemos leer de las victorias de otros en oración, podemos
saberlo, pero ¿lo hemos experimentado?.
-Buscando la bendición de Dios como la clave del éxito (Jacob tiene varios encuentros con Dios
durante su vida).
Todos buscamos la bendición de Dios, ¿cómo la procuramos?, ¿acaso intentamos librar nuestra
batalla con los hombres, peleando, convenciendo, etc…?.
La vida de Jacob es la vida de cualquier creyente, hay pruebas, hay errores. Pero vemos que
Jacob va madurando, su forma de enfrentar los problemas es diferente, siempre fue un hombre
astuto, Dios está haciendo de él un hombre espiritual.
Lo que ocurre es que las pruebas están debilitando a Jacob, se vuelve anciano, tiene personas a
su cargo, sus enemigos (como Esaú) son muy poderosos y no sabe si tienen buenas intenciones,
¿qué puede hacer?.
A veces la angustia que podemos llegar a sentir es algo que pensamos que nos va a aplastar, el
sueño desaparece, las ganas de comer, estamos tristes y somos pesimistas. Sentimos que todas
las desgracias vienen sobre nosotros, y parece que el Señor está mudo, no dice nada.
Detrás de cada gran prueba hay una gran oportunidad, detrás de cada prueba se esconden
bendiciones espirituales y tesoros que desconocemos.
El Señor Jesús cuando hablaba de la oración nos ponía el ejemplo de una viuda desamparada
frente a un juez injusto que la ignoraba, lo que debemos aprender es la actitud de esa viuda,
clamó con desesperación un día, dos días, una semana, un mes, pero siguió en su propósito
firme de una respuesta. A veces nuestras oraciones no se parece a las de esa viuda ni de lejos,
no somos capaces de perseverar ni un solo día. Tiramos la toalla porque somos impacientes, y
se cumple el texto Stg 4.2 “no tenéis lo que deseáis, porque no pedís”, el Señor quiere ver en
nuestras oraciones voluntad y determinación.
Hay niños que cuando llega la época de Navidad van diciendo “esto me lo pido, y esto, y esto”,
luego no recuerdan lo que querían, a veces somos así. ¿Qué es buscar la bendición de Dios?, es
1) fijar un objetivo, tener claro lo que quieres, 2) agarrarte al Señor y no soltarlo.
Hubo una mujer enferma que lo había probado todo y decía “porque decía dentro de sí: Si tocare
solamente su manto, seré salva” (Mt 9.21). La prueba es una ocasión para que toques el manto
del Señor Jesús, a veces hemos estado apartados de Él, pero necesitamos volver a acercarnos y
tocar su manto, para experimentar Su misericordia y Su cuidado.
¿Qué pensará el Señor Jesús de nosotros cuando nos ve pasar por pruebas y penalidades?, tal
vez piense “si tan sólo tocare mi manto experimentaría mi consuelo y bendición, pero ¿por qué
no lo toca?, ¿por qué prefiere lamentarse, desesperarse y hundirse?, ¡toca mi manto!, ¡busca
mi presencia y serás salvo!”.
Todos nosotros estamos en una Universidad, Dios nos ha puesto en este mundo para que
seamos transformados, al vivir distintas experiencias vamos a aprender a confiar en el Señor, a
vivir por fe, a conocerle y a experimentarle.
2 Co 3.18 “Por tanto, nosotros todos, mirando a cara descubierta como en un espejo la gloria
del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del
Señor”.
Transformación espiritual. Mirad como éramos antes. Éramos religiosos, y supersticiosos, Dios
nos transformó en creyentes. Éramos, según Tit 3 “Porque nosotros también éramos en otro
tiempo insensatos, rebeldes, extraviados, esclavos de concupiscencias y deleites diversos,
viviendo en malicia y envidia, aborrecibles, y aborreciéndonos unos a otros. 4 Pero cuando se
manifestó la bondad de Dios nuestro Salvador, y su amor para con los hombres, 5 nos salvó, no
por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia, por el lavamiento
de la regeneración y por la renovación en el Espíritu Santo”.
Pero el cambio no queda ahí, hay más cosas que Dios quiere cambiar en nosotros, ¡somos
herederos de un Reino inconmovible!, dice la Palabra que vamos a juzgar a los ángeles (1 Co 6.2-
3), ¡hay muchas cosas que Dios debe cambiar en nosotros!, tenemos que ser preparados para
un mundo venidero que es eterno.
La aplicación para nosotros es: saca provecho de las pruebas, transfórmalas en ocasiones para
tu encuentro con Dios, para aprender obediencia, para conocer a Dios, para tocar el manto de
su misericordia, para aprender a orar con perseverancia, para buscar la bendición de Dios.