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LUCAS 9
A unos que confiaban en sí mismos como justos, y menospreciaban a los otros, dijo
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también esta parábola: 10 Dos hombres subieron al templo a orar: uno era fariseo, y el
otro publicano. 11 El fariseo, puesto en pie, ORABA CONSIGO MISMO de esta
manera: Dios, te doy gracias porque no soy como los otros hombres, ladrones,
injustos, adúlteros, ni aun como este publicano; 12 ayuno dos veces a la semana, doy
diezmos de todo lo que gano. 13 Mas el publicano, estando lejos, NO QUERÍA NI
AUN ALZAR LOS OJOS AL CIELO, sino que se golpeaba el pecho, diciendo:
Dios, sé propicio a mí, pecador. 14 Os digo que este descendió a su casa justificado
antes que el otro; porque cualquiera que se enaltece, será humillado; y el que se
humilla será enaltecido.
- El fariseo oraba para sí mismo, buscando justificar sus acciones frente a sí mismo.
LLENO DE PALABRERÍA.
- El publicano estando lejos, ni aun quería alzar sus ojos al cielo, confesó ser pecador
frente a DIOS, golpeándose el pecho y sintiendo la culpa. LIBRE DE
PALABRERÍA, suplica con terrible sinceridad, incluso antes de acercarse al
templo.
FARISEO: Secta religiosa influyente dentro del judaísmo. Se les conocía por su énfasis en
la piedad personal (la palabra fariseo viene de una palabra hebrea que significa "separado",
llamados así mismos santos), enseñaban y supervisaban que todos los judíos cumplan las
más de 600 leyes de la Torá, incluidos los rituales relativos a la purificación ceremonial.
Eran hombres de negocios de clase media y líderes de las sinagogas.
Enseñanzas:
La salvación por gracia quiere decir que los hombres son culpables. La salvación no quiere
decir la recompensa para el justo, sino la purificación del injusto. La salvación tiene por
objetivo al perdido, al pecador, al arruinado, y las bendiciones que trae de una misericordia
que perdona y de una gracia que limpia tienen como propósito al culpable y al que está
sucio. “Los sanos no tienen necesidad de médico” (Mateo 9:12) Pág. 9 del libro de
Spurgeon
1 Timoteo 1:15 “Palabra fiel y digna de ser recibida por todos: que
Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores, de los cuales
yo soy el primero”.
Mateo 18:11 “Porque el Hijo del Hombre ha venido para salvar lo
que se había perdido”.
Entonces el Señor vino para los pecadores (porque todos somos pecadores), no como el
fariseo que creía ser santo sin serlo. Ahí radica el arrepentimiento.
Ser pecador no es un premio, nadie quiere ser pecador. Si Dios nos ha librado del pecado,
demos gracias. Pero el ejemplo del publicano no es un llamado al pecado, sino que estando
conscientes de nuestra naturaleza pecaminosa, rogamos el perdón del Señor.
El orgullo humano dice: soy pecador y de cualquier forma me perdonará tarde o temprano.
Hoy es natural levantar las manos, mostrar dolor y sufrimiento, pero el publicano ni
siquiera quería levantar sus ojos al cielo.
Salmos 51:4 “Contra ti, contra ti solo he pecado, Y he hecho lo malo delante de tus
ojos; Para que seas reconocido justo en tu palabra, Y tenido por puro en tu juicio”.
No se justificó, no dijo “perdóname porque no pude evitarlo como cobrados y solo hice lo
que otros hacen en mi lugar”, no prometió “seré mejor en el futuro” sino que solo dijo
“perdona a este pecador”
Volvió a su casa renovado, perdonado, justificado, el señor dijo: “Os digo que este
descendió a su casa justificado antes que el otro; porque cualquiera que se enaltece, será
humillado; y el que se humilla será enaltecido”.