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Una serie importante de alteraciones es causada por las enzimas del pez vivo que
permanecen activas después de su muerte. Estas reacciones enzimáticas intervienen, en
particular, en los cambios de sabor que ocurren durante los primeros días de
almacenamiento, antes de que se haya manifestado claramente la putrefacción bacteriana.
En la mucosidad de la superficie, en las branquias y en los intestinos del pez vivo existen
millones de bacterias, muchas de las cuales son agentes de putrefacción potenciales. No
producen ningún daño, porque la resistencia natural del pez sano las mantiene a raya. Pero
tan pronto como sobreviene la muerte, las bacterias comienzan a invadir los tejidos a través
de las branquias, a lo largo de los vasos sanguíneos y directamente a través de la piel y de
la membrana de la cavidad ventral.
Además de los cambios bacterianos y enzimáticos, las alteraciones químicas en las que
intervienen el oxígeno del aire y la grasa de la carne de especies tales como el atún y la
caballa pueden dar lugar a la aparición de olores y sabores a rancio.
Así pues, la putrefacción es un proceso natural una vez que ha ocurrido la muerte, pero la
refrigeración puede frenar este proceso y prolongar la duración útil del pescado como
alimento.
No es posible mantener pescado no congelado a una temperatura bastante baja como para
detener la acción bacteriana por completo, ya que el pescado comienza a congelarse a
alrededor de -1°C, pero es conveniente mantenerla lo más cerca posible de dicho valor, con
el fin de reducir la putrefacción. El modo más sencillo y eficaz de conseguirlo es utilizando
abundante hielo, que, si está hecho con agua dulce limpia, funde a 0°C.
A temperaturas no muy superiores a la del hielo fundente, las bacterias se vuelven mucho
más activas y, como consecuencia, el pescado se descompone más de prisa. Por ejemplo,
el pescado con una duración en almacén de 15 días a 0°C se conservará 6 días a 5°C y
sólo unos dos días a 15°C, después de lo cual se hace incomestible.
Las alteraciones químicas que contribuyen a la putrefacción del pescado también pueden
frenarse rebajando la temperatura; por consiguiente, no se insistirá nunca demasiado en
que la temperatura es, con mucho, el factor más importante que determina la velocidad a
la que se descompone el pescado.
Casi todos los estudios sobre la putrefacción del pescado se efectúan en condiciones
controladas; sus resultados son, pues, más específicos que los que se obtendrán en la
mayoría de las situaciones comerciales, en que las condiciones pueden ser variables. Por
ello, los datos publicados sobre la duración en almacén deben utilizarse con discreción,
siendo conveniente, en la mayoría de los casos, considerarlos como valores máximos.
Aunque la información al respecto es limitada, se cree que las pautas generales de deterioro
del pescado de agua dulce son similares a las de las especies marinas, si bien su duración
en almacén suele ser más prolongada.
Cuadro 1
Duración útil en hielo (Colección FAO: Pesca, № 29)
Especie Duración en hielo (días)
Aguas templadas:
Especies marinas
pescado blanco magro
(bacalao, eglefino, merluza) 11–13
pescado plano (lenguado, solla) 15–18
halibut 21
pescado graso
arenque de verano (graso) 2–4
arenque de invierno (magro) 12
Especies de agua dulce 9 – 10
trucha
Aguas tropicales:
Especies marinas:
Bahrein (3 especies) 13 – 25
Ghana (5 especies) 19 – 22
Brunei (3 especies) 18 – 28
Sri Lanka (5 especies) 20 – 26
Seychelles (8 especies) 15 – 24
México (6 especies) 21 – 30
Hong
(2 especies) 30 – 31
Kong
India (4 especies) 7 – 12
Especies de agua dulce
Pakistán (2 especies) 23 – 27
Uganda (5 especies) 20 – 25
Africa
(4 especies) 15 – 28
oriental
Aunque la “duración de alta calidad” es más fácil de definir y, por tanto, más ampliamente
aceptable, en la práctica puede tener poca significación en lo que respecta al valor
comercial del producto. Algunas preferencias personales, por ejemplo, pueden favorecer
incluso a productos que presenten sabores malos no característicos.
La evaluación de la calidad se puede efectuar ya sea con métodos objetivos o sobre la base
de las características organolépticas; las diferentes metodologías pueden dar, una vez más,
resultados muy variables.
p = 0, 1t + 1 (2)
Esto significa que el pescado mantenido a 5°C se descompondrá a un ritmo 2,25 veces
mayor que el que se registra a 0°C o, expresado de otra manera, que un día de
almacenamiento a 5°C equivale a 2,25 días de conservación a 0°C. Este resultado difiere
ligeramente del factor 2 derivado de la “regla de la duplicación”. El mismo cálculo efectuado
para una temperatura de almacenamiento de 10°C indica que la velocidad de putrefacción
aumenta en un factor 4.
Tan pronto como se coloca hielo sobre el pescado caliente, el calor de éste fluye hacia el
hielo y lo derrite. Este proceso continúa mientras exista una diferencia de temperatura entre
ambos, a condición de que haya suficiente hielo. Toda fusión que se produzca después se
deberá a calor procedente de otras fuentes, por ejemplo del aire caliente circundante
durante el posterior período de almacenamiento.
Cuando se utiliza sólo aire frío, como sucede en las cámaras de enfriamiento, el calor que
libera el pescado calienta rápidamente el aire. Este aire caliente sube, se enfría por contacto
con los serpentines del refrigerador, y vuelve a bajar hacia el pescado por convección
natural o por circulación forzada. No se requiere mucho calor para calentar el aire; se
necesita 10 000 veces más calor para fundir un cierto volumen de hielo machacado que
para calentar un volumen idéntico de aire de 0°C a 0,5°C. Por lo tanto, es importante
recordar que para que el enfriamiento por aire sea eficaz debe haber una buena circulación
de aire frío sobre el pescado. Sin embargo, incluso cuando las cámaras frigoríficas están
dotadas de un ventilador, es difícil alcanzar las altas velocidades de refrigeración que se
pueden conseguir con el hielo y con el agua de mar enfriada (Fig. 2).
Otro inconveniente del enfriamiento con aire es que, al no emplearse hielo, el pescado se
deshidrata. El movimiento continuo del aire hace evaporar el agua de la superficie del
pescado y la deposita como escarcha o vaho en los serpentines del evaporador. Además,
en algunas partes de la cámara de refrigeración el aire estará más frío que en otras. El
pescado que se halla en los sitios fríos, por ejemplo cerca del evaporador, puede llegar a
congelarse, a pesar de que el termostato, situado en otro lugar de la cámara, esté fijado en
un punto superior al de congelación. La congelación lenta del pescado puede ser perjudicial,
pudiendo alterar su aspecto, sabor y textura.
Las diferencias entre los hielos de agua dulce de distinta procedencia son tan pequeñas
que carecen de importancia para quienes emplean el hielo para refrigerar pescado. El hielo
obtenido con agua de la cañería tiene la misma potencia refrigerante que el que se fabrica
con agua destilada, y el hielo fabricado tres meses antes es tan eficaz como el recién hecho.
Sin embargo, conviene recordar algo que es muy importante. Si una parte del hielo se ha
convertido ya en agua, habrá perdido mucho de su valor, y una mezcla de hielo y agua no
debe compararse nunca con un peso igual de hielo solo. Hay que recordar también que las
comparaciones entre diferentes tipos de hielo deben referirse a pesos iguales; dos
cantidades de hielo aparentemente iguales pueden tener igual volumen pero diferente peso,
y un metro cúbico de hielo en escamas tiene una capacidad refrigerante mucho menor que,
por ejemplo, un metro cúbico de hielo en bloques triturado (Fig. 5).
Dentro de ciertos límites, cuando el hielo está íntimamente mezclado con el pescado, el
tamaño de las partículas de hielo no supone ninguna diferencia importante en cuanto a la
velocidad de fusión ni tampoco en cuanto a la rapidez con que se enfría el pescado. Sin
embargo, si se utiliza hielo en bloques machacado en forma de trozos más grandes, los
tiempos de enfriamiento serán probablemente más largos, debido al escaso contacto entre
el hielo y el pescado. El hielo constituido por trozos de diferentes formas como
consecuencia del método de fabricación también puede tener características un tanto
distintas. Las diferentes propiedades del hielo en bloques machacado se examinan más
adelante.
El hielo obtenido con agua dura tiene las mismas propiedades de enfriamiento que el
fabricado con agua blanda, aunque las partículas del primero tiende a veces a permanecer
más adheridas entre sí durante la fusión que las del segundo.
Sin embargo, cuando las opciones son no disponer de suficiente hielo o disponer de
abundante hielo de agua de mar, es indudable que este último puede y debe utilizarse para
enfriar el pescado que de otra manera se descompondría con mayor rapidez. La fabricación
de hielo de agua de mar ofrece particulares ventajas a bordo de los buques, para aumentar
los suministros portuarios en los viajes largos, o en las comunidades costeras en que el
agua dulce es tan escasa y cara que fabricar hielo con ella resultaría prohibitivo. Es
importante recordar, no obstante, que el agua de mar que se emplee para hacer hielo
deberá estar incontaminada; con enorme frecuencia la calidad del agua de las costas o los
puertos es tan mala que resulta peligroso utilizarla para tratar alimentos.
Los valores calculados para el uso de hielo representan una información valiosa en las
fases de planificación y diseño, y ayudan también a comprender mejor los efectos relativos
de los diversos elementos que influyen en la velocidad de fusión del hielo. Además, al haber
examinado todas las posibilidades y calculado las necesidades de hielo, se podrá dar un
juicio mejor fundado a la hora de seleccionar el equipo y los procedimientos que se han de
utilizar.
Para determinar las necesidades de hielo, es preciso calcular la cantidad requerida para
enfriar el pescado y también la cantidad necesaria para mantenerlo refrigerado durante todo
el período de almacenamiento. Además, hay que tener en cuenta las posibles pérdidas y
otros imprevistos, a fin de determinar el volumen total de hielo que habrá que fabricar.
El calor específico del pescado magro es de aproximadamente 0,8 kcal/kg °C, valor que
debe utilizarse cuando se trate de una mezcla de especies o cuando exista la posibilidad
de que todo el pescado sea de tipo magro. Sin embargo, el valor del calor específico puede
calcularse también de forma más precisa, teniendo en cuenta las variaciones en el
contenido de aceite del pescado, y este valor perfeccionado puede utilizarse cuando la
composición de la captura sea razonablemente homogénea.
Para ilustrar el efecto del contenido de lípidos sobre la cantidad de hielo requerida para la
refrigeración, utilizaremos la siguiente comparación entre pescado magro y graso. Ejemplo
(1): 100 kg de pescado magro con un 1 % de lípidos, 19 % de sólidos y 80 % de agua a una
temperatura inicial de 20°C.
El cálculo más exacto para el pescado graso arroja sólo una pequeña reducción de la
necesidad de hielo; por lo tanto, dado que en la mayoría de las especies el contenido de
aceite es variable, es recomendable tratar todo el pescado como si fuera magro.
Dado que sería difícil identificar los recipientes que ocuparán los lugares más favorables en
la pila, conviene tratarlos todos de la misma manera, partiendo del supuesto de que todos
están plenamente expuestos al aire circundante.
Como primer paso, se puede calcular la transferencia térmica mediante la sencilla expresión
siguiente:
Este cálculo global de la transferencia de calor puede tener que efectuarse por partes, por
ejemplo si la tapadera y la base del contenedor son de materiales diferentes o tienen distinto
espesor. Los valores calculados para las diversas superficies se suman luego para obtener
la transferencia térmica total.
El calor que entra derrite el hielo; por lo tanto:
Con objeto de desarrollar una expresión matemática para la velocidad de fusión del hielo
durante el período de almacenamiento, suponemos que la fusión del hielo dentro de los
contenedores se deba solamente a la transferencia de calor desde el aire circundante. En
esta condición estacionaria, las cantidades (7) y (8) deben ser iguales, de lo que se deriva
que:
Las necesidades de hielo se pueden calcular de manera más exacta efectuando pruebas
de fusión con objeto de determinar el coeficiente general de transferencia térmica del
contenedor. Este tipo de prueba se puede llevar a cabo utilizando hielo solo, y los resultados
serán igualmente válidos para las mezclas de hielo y pescado.
Los contenedores se llenan con hielo y se pesan con precisión antes de comenzar la
prueba, que debería efectuarse a una temperatura ambiente constante. Esto puede no ser
factible durante todo el período que dura la prueba, pero sí es posible mantener unas
temperaturas razonablemente constantes durante lapsos más breves, entre las distintas
mediciones de la pérdida de peso, y sacar luego un promedio que se utilizará en los
cálculos. Se observarán diferencias notables entre los contenedores situados en el interior
de la pila y los que se hallan en la periferia, con superficies expuestas al medio ambiente.
Una parte de la fusión inicial se deberá al enfriamiento del contenedor y, según cuál sea el
material de fabricación de éste, una parte del agua de fusión puede ser absorbida y no
arrojar una pérdida de peso mensurable. Si el peso del contenedor y del hielo se controla
con frecuencia durante el período de la prueba, la pauta de fusión del hielo puede ser
parecida a la que aparece en la Figura 6, que presenta una pérdida de peso bastante
constante después del enfriamiento inicial.
Para asegurarse de que las mediciones de la fusión del hielo se relacionen con la entrada
de calor, en los cálculos deberá sólo el intervalo de tiempo comprendido entre “X” e “Y” en
la Figura 6, durante el cual la tasa de pérdida de peso es constante.
La relación entre la fusión del hielo y la entrada de calor está dada por la ecuación (9):
donde
= la velocidad de fusión del hielo (kg/día)
mh
(Mx - = la pérdida de peso debida a fusión entre “X” e
My) “Y” (kg)
(x - y) = el intervalo de tiempo entre “X” e “Y” (horas)
En estas pruebas de fusión del hielo hay que adoptar las medidas necesarias para eliminar
toda el agua de fusión del contenedor antes de cada pesaje.
Al término de cada período de almacenamiento se puede efectuar una verificación final para
comprobar si se está empleando suficiente hielo, observando la cantidad remanente en
cada contenedor. Es importante no sólo que quede hielo, sino también que esté distribuido
de manera uniforme, de modo que enfríe todo el pescado del recipiente. Un control más
complejo consiste en vigilar la temperatura del pescado. A menudo es posible identificar el
pescado más vulnerable, por ejemplo el que se halla cerca de las paredes de los
contenedores situados en la parte externa de la pila, pudiendo colocarse termómetros en
esos lugares. Sin embargo, durante la manipulación y el transporte puede variar la posición
relativa de los recipientes en lo que respecta a su vulnerabilidad a la entrada de calor; por
lo tanto, la única forma de obtener una indicación definitiva sobre la calidad de la práctica
de refrigeración es llevando a cabo controles aleatorios de la temperatura y una serie de
pruebas.
Si hay que introducir alguna modificación en el empleo de hielo en esta etapa, la única
manera de hacerlo es cambiando la relación pescado/hielo, con lo cual cambiará también
el número de contenedores necesario para conservar el pescado disponible.
Cómo economizar hielo
La cantidad de hielo necesaria para mantener el pescado fresco reviste mayor importancia
económica en los países tropicales, donde el clima más cálido acelera la fusión del hielo.
El hielo necesario para enfriar el pescado desde la temperatura inicial es una cantidad fija,
que no es posible reducir (Fig. 7), pero durante el posterior período de almacenamiento se
puede ahorrar mucho hielo recurriendo al aislamiento y a la refrigeración.
Figura 7.
Otra ventaja del uso del aislamiento es que ayuda a estabilizar las condiciones de
almacenamiento, facilitando así la predicción y el mantenimiento de las cantidades
correctas de hielo.
Una caja de tamaño estándar de uso corriente en los climas templados contiene
aproximadamente 30 kg de pescado y 15 kg de hielo. El aislamiento de este tipo de
recipientes no sólo resultaría oneroso, sino que además supondría una pérdida importante
de espacio de almacenamiento. Por lo tanto, las cajas aisladas suelen ser más grandes y,
en la mayoría de los casos, requieren alguna forma de manipulación mecánica.
La caja B tiene un volumen 8 veces mayor que el de la caja A, por lo que contendrá 8 veces
más pescado que ésta.
Si ambas cajas se aíslan dejando las paredes con un espesor de 0,035 m, el área superficial
de cada una de ellas será:
Caja A 1,47 m2
Caja B 5,06 m2
La caja B tiene un área de superficie 3,44 veces mayor que la de la caja A; por consiguiente,
la velocidad de fusión del hielo será 3,44 veces más alta.
Esta comparación indica que aunque la velocidad de fusión del hielo en la caja B es 3,44
veces mayor que la de la caja A, el índice de fusión por unidad de peso de pescado es
mucho menor debido a la disminución área superficial/peso de pescado.
Las cantidades de hielo que aparecen en el Cuadro 3 son cifras típicas para contenedores
no aislados y tienen en cuenta las pérdidas que ocurren durante la distribución del hielo.
Por lo tanto, las cantidades aplicadas efectivamente al pescado en cada etapa serán
menores. En general, para los camarones y otras especies de mariscos valiosos se utiliza
más cantidad de hielo, a fin de protegerlos mejor contra posibles retrasos u otros
imprevistos, aun cuando el enfriamiento que necesitan es prácticamente el mismo. Las
cifras del Cuadro 3 sobre las necesidades de hielo en las diferentes etapas de la
manipulación y elaboración sólo constituyen una orientación para las condiciones reinantes
en los climas tropicales, pudiendo requerir modificaciones en cualquiera de los dos sentidos
como resultado de la experiencia.
Basándose en las cifras del Cuadro 3 y en una operación típica, se puede establecer la
necesidad total de hielo de la siguiente manera:
Esta aminoración de la velocidad al final del período de enfriamiento debe tenerse en cuenta
a la hora de introducir cualquier código de práctica o legislación. La medición de los tiempos
de enfriamiento hasta la temperatura final de equilibrio estará sujeta a muchas variaciones,
ya que al final las diferencias de temperatura serán muy pequeñas, pudiendo variar según
la precisión y sensibilidad del termómetro que se utilice. Por lo tanto, resulta más práctico
definir una temperatura de terminación ligeramente superior a la temperatura final de
almacenamiento, como se observa en el Cuadro 4.
Si el estrato de pescado tiene 20 cm de espesor en lugar de 10, los ejemplares del medio
estarán a 10 cm del hielo. El gradiente de temperatura será inicialmente de 1°C/cm, es
decir, sólo la mitad del valor inicial del ejemplo anterior; cuanto menos pronunciado sea el
gradiente, tanto más lenta será la transferencia térmica, y, por ende, el enfriamiento. Por
otra parte, si el estrato de pescado es de sólo 5 cm, el enfriamiento será rápido. El efecto
de la profundidad del estrato de pescado de una caja sobre el tiempo que se requiere para
enfriarlo se presenta en el Cuadro 4 y se ilustra en la Figura 9.
Cuadro 4
Tiempo necesario para enfriar el pescado del centro de una caja con hielo arriba y abajo
Espesor del estrato de pescado Tiempo necesario para enfriar el centro de 10°C a 2°C
(cm) (hrs)
7,5 2
10,0 4
12,5 6,5
15,0 9
20,0 14
60,0 120
Un filete solo se enfría muy rápidamente en hielo, mientras que un estrato grueso de
pescado o de filetes tarda mucho en enfriarse. Por consiguiente, para refrigerar velozmente
el pescado es fundamental que la distancia entre cada ejemplar y el trozo más próximo de
hielo sea lo más pequeña posible. En la práctica esto significa que el hielo debe distribuirse
de manera uniforme entre todo el pescado. El procedimiento correcto para enfriar una caja
de pescado se examina más a fondo en los Capítulos 8 y 9.
Hielo en bloques.
El hielo en bloques aún se utiliza y puede ofrecer ventajas con respecto a otras formas de
hielo en los países tropicales. El almacenamiento, manipulación y transporte se simplifican
si el hielo está en forma de grandes bloques; y la simplificación suele ser imperativa en las
pesquerías en pequeña escala y en los sitios relativamente remotos. Con ayuda de un buen
triturador de hielo, los bloques pueden reducirse a partículas del tamaño que se desee, pero
la uniformidad de tamaño será menor que la que se logra con otros tipos de hielo. En
algunas circunstancias, los bloques pueden fragmentarse también machacándolos a mano.
La planta de fabricación rápida de hielo produce bloques en pocas horas, lo que significa
que las necesidades de espacio se reducen considerablemente en comparación con las
instalaciones tradicionales que fabrican este tipo de hielo. El tamaño de los bloques es
variable, pero las medidas típicas son de 25, 50 y 150 kg. En un modelo de máquina, la
congelación relativamente rápida se obtiene formando bloques en un tanque de agua, en
torno a tubos por los que circula el refrigerante. El espesor efectivo del hielo es mucho
menor que el que se obtiene con las máquinas tradicionales. Los tubos están dispuestos
de manera que a medida que el hielo se forma se fusiona con el de tubos adyacentes
creando un bloque con varios núcleos huecos. Estos bloques se desprenden de los tubos
mediante un procedimiento de desescarchado y pueden extraerse automáticamente de la
superficie del tanque. Sin embargo, se requiere cierto esfuerzo manual para almacenarlos
o para introducirlos en un triturador, si lo que se necesita es hielo machacado. En otro
modelo de máquina de hacer hielo rápido, el refrigerante circula por una camisa que rodea
cada molde de agua y también por tuberías que pasan por el centro de los mismos. El hielo
se forma entonces simultáneamente en el exterior y en el centro de los moldes. Los bloques
se extraen luego por gravedad, después de un desescarchado con gas caliente.
Hielo en escamas.
El hielo en tubos se forma en la superficie interna de unos tubos verticales y tiene la forma
de pequeños cilindros huecos de unos 50 × 50 mm, con paredes de 10 a 12 mm de espesor.
La disposición de una planta de hielo en tubos es semejante a la de un condensador
acorazado y tubular, con agua dentro de los tubos y el refrigerante afuera, en el espacio
circundante. La máquina funciona automáticamente según un ciclo de tiempo y los tubos
de hielo se desprenden mediante un proceso de desescarchado con gas caliente. A medida
que el hielo sale del tubo, una cuchilla lo corta en trozos de la longitud adecuada,
normalmente de 50 mm, pero esta dimensión es ajustable (Fig. 12). El transporte del hielo
a la zona de almacenamiento suele ser automático, por lo cual, al igual que en las plantas
de hielo en escamas, las operaciones de recogida y almacenamiento no requieren ningún
esfuerzo manual ni la presencia de un operador.
Hielo en placas.
El hielo en placas se forma en una de las caras de una placa vertical refrigerada y se
desprende haciendo circular agua por la otra cara para desescarcharlo. Otros sistemas
forman hielo en ambas superficies y utilizan un procedimiento de desescarchado interno.
Una máquina de hacer hielo comprende múltiples placas, que con frecuencia son unidades
autónomas situadas encima de la maquinaria de refrigeración. El espesor óptimo del hielo
suele ser de 10 a 12 mm y el tamaño de las partículas es variable. Un triturador de hielo
rompe las placas en trozos del tamaño adecuado para su almacenamiento y uso (Fig. 13).
El agua para el desescarchado debe calentarse si su temperatura es inferior a 25°C
aproximadamente; por debajo de este valor el período de desescarchado es demasiado
largo y provoca una pérdida de capacidad y un aumento del costo. Esta máquina, al igual
que la de hielo en tubos, funciona según un ciclo de tiempo automatizado; el hielo es
transportado a la zona de almacenamiento, o bien, cuando es posible colocar la máquina
directamente sobre el espacio de almacenamiento, la recogida se efectúa por gravedad.
Hielo fundente.
Hay varias otras máquinas de hacer hielo que funcionan con sistemas distintos de los que
se han descrito aquí, pero normalmente tienen una capacidad que no supera algunos
cientos de kilogramos de hielo por día, y su principal aplicación es en la venta al detalle y
en los servicios de restauración.
Sistemas de refrigeración de las plantas de hielo
Las plantas de hielo modernas en régimen continuo están diseñadas para funcionar las 24
horas del día, casi siempre sin personal de vigilancia. Por consiguiente, el sistema de
refrigeración, que comprende el compresor, el condensador, los conductos, el equipo de
control y la máquina de hielo misma, deberá estar diseñado de manera que sea altamente
confiable, con dispositivos de seguridad para cualquier tipo de avería o mal funcionamiento
previsibles. La mayoría de los fabricantes de máquinas de hacer hielo especifican el sistema
de refrigeración que debe utilizarse, pero, inevitablemente, las necesidades particulares
imponen modificaciones y ocurre que técnicos de instalación no directamente vinculados
con el fabricante de la máquina diseñen sus propios sistemas. El comprador deberá, pues,
cerciorarse de que el sistema instalado sea apropiado para el funcionamiento automático
sin personal, aparte del mantenimiento y los controles de rutina, y el sistema de control
deberá cubrir todas las eventualidades, con dispositivos de autoprotección que permitan
reanudar rápidamente las operaciones en cuanto se haya reparado una avería.
El sistema de refrigeración de una máquina de hacer hielo debería ser normalmente una
unidad separada, que pueda mantenerse en buenas condiciones de funcionamiento
mediante un sistema de control sencillo. En cambio, una planta centralizada que atienda
distintas necesidades de refrigeración requerirá un sistema de control más complejo, sobre
todo si las necesidades de refrigeración varían de forma independiente. Las unidades
centralizadas suelen tener unos costos de capital más bajos, pero cualquier deficiencia en
su funcionamiento, en comparación con las unidades individuales, puede originar pérdidas
de ingresos en otras esferas, por ejemplo por el deterioro de la calidad en los almacenes
refrigerados o en los congeladores y cámaras frigoríficas asociados. Estas pérdidas pueden
contrarrestar el ahorro en gastos de capital.
En todos los sistemas de refrigeración el colector del compresor contiene aceite que puede
llegar a introducirse en la máquina de hacer hielo y ensuciar la parte refrigerante de las
superficies de enfriamiento, reduciendo así la capacidad de la máquina. Los sistemas de
refrigeración están dotados de separadores de aceite para reducir al mínimo este peligro,
pero también es necesario asegurarse de que haya un buen retorno de aceite desde la
máquina de hacer hielo, a fin de evitar su acumulación en la mezcla. Esta función suele
estar incorporada en el diseño de la unidad, pero en algunas modelos es preciso seguir las
instrucciones del fabricante para eliminar el aceite de la máquina a intervalos frecuentes.
Cuadro 5
Variación de la capacidad de fabricación de hielo según la temperatura del refrigerante
en una pequeña planta de hielo en escamas
(°C) (t/24 h) %
-25 16,0 91
-20 13,5 77
-15 10,7 61
-12 8,9 51
Cuadro 6
Variación de la capacidad de una máquina de hacer hielo según la temperatura del agua
(°C) (t/24 h) %
0 43,0 100
5 41,8 97
10 40,4 94
15 39,2 91
20 38,0 88
25 36,8 85
30 35,7 83
35 34,5 80
La relación que se observa en el Cuadro 6 se aplica a casi todos los tipos de fábricas de
hielo e indica claramente que la mayor temperatura del agua de relleno en las zonas
tropicales reduce en un grado considerable la capacidad de los equipos. El preenfriamiento
del agua de 35°C a 5°C aumenta la capacidad de una planta en un 20 por ciento
aproximadamente. Cuando las temperaturas del agua de alimentación son particularmente
altas, conviene considerar la posibilidad de instalar una unidad de refrigeración separada,
que enfriará previamente el agua de manera más eficiente que la máquina de hacer hielo,
pudiendo aumentar, por lo tanto, la rentabilidad de la fábrica.
Cuadro 7
Variación de la capacidad relativa de un equipo de refrigeración según las condiciones de
funcionamiento
Temperatura de evaporación
Temperatura de condensación
(°C)
20 100 79 61 48
25 94 75 59 45
30 83 66 51 39
40 73 57 43 32
Por lo tanto, es posible que las capacidades más altas de fabricación de hielo que aparecen
en los Cuadros 5 y 6 sólo puedan alcanzarse si se aumenta el tamaño del equipo
refrigerador asociado hasta obtener la capacidad de refrigeración adecuada.
La estructura especial del hielo de agua de mar le confiere propiedades diferentes de las
del hielo de agua dulce. Es bastante blando y flexible y, a las temperaturas normales de
subenfriamiento del hielo, de -5°C a -10°C, no mantiene la forma de escamas; en efecto, a
-5°C el hielo de agua de mar tiene un aspecto más bien húmedo. Por este motivo, este tipo
de hielo se produce comúnmente a temperaturas más bajas que el de agua dulce, debiendo
efectuarse a menudo un ajuste en la máquina de hacer hielo. Por lo demás, la instalación
requerida es básicamente la misma. Se han experimentado también ciertas dificultades con
el transporte neumático del hielo de agua de mar. Aun si está subenfriado, el transportador
eleva la temperatura lo suficiente como para que el hielo se ponga blando, pegajoso y difícil
de mover.
El equipo de refrigeración accionado por energía solar consiste en una unidad autónoma,
que sólo necesita un suministro adecuado de agua para fabricar hielo. El modelo disponible
en la actualidad fabrica hielo en bloques de 10 kg aproximadamente. El módulo estándar
produce 200 kg de hielo en 24 horas, pero también existen módulos de hasta 1 000 kg en
24 horas. La producción depende obviamente del número de horas de luz solar diaria y de
su intensidad; por este motivo, la instalación incluye un espacio de almacenamiento aislado,
que permite contar con una reserva para compensar las fluctuaciones diarias.
Afortunadamente, a diferencia de otros sistemas de refrigeración, esta unidad es más
eficiente y productiva justamente cuando las condiciones ambientales hacen que sean
necesarias mayores cantidades de hielo.
Puesto que no tiene partes móviles, el equipo no necesita más mantenimiento que una
limpieza semanal.
6. FABRICAS DE HIELO
Planificación
El primer paso a la hora de la planificación consiste en confirmar si la fabrica de hielo es
realmente necesaria. Es posible que otras fábricas de la zona sean una fuente segura de
hielo idóneo, y aun teniendo en cuenta los costos adicionales del transporte y los beneficios
del fabricante, proporcionen hielo más barato que el que fabricaría el usuario. Una
instalación grande tiene muchas ventajas económicas respecto de una pequeña, y cabe
razonablemente prever que pueda producir hielo más barato. Sin embargo, otros factores,
como la autosuficiencia, pueden anular la importancia de alguna desventaja económica.
Tamaños unitarios
La mayoría de los fabricantes de máquinas de hielo producen varios tamaños unitarios
estándar. Como cada uno tiene una capacidad variable, según su régimen de
funcionamiento, suele ser posible satisfacer las necesidades de los clientes en las
condiciones más favorables.
Espacio.
fabricación rápida
Estas cifras se refieren sólo a la máquina de hacer hielo. Como estas máquinas son
relativamente pequeñas en las fábricas modernas (de hielo en placas, en tubos y en
escamas), las necesidades de espacio para el equipo de refrigeración y para la
manipulación y el almacenamiento son muy superiores a las que se exponen en el Cuadro
8. Como ocurre casi siempre con este tipo de maquinaria, hay un efecto de escala, por lo
que los tamaños más grandes suelen requerir menos espacio por unidad de capacidad de
fabricación de hielo. En algunas fábricas es posible colocar las máquinas una encima de
otra, en cuyo caso la superficie y la altura pueden adaptarse a las necesidades particulares.
Los grupos autónomos con un régimen de hasta 10 a 20 toneladas/24 horas pueden
instalarse dentro del espacio de almacenamiento, con la máquina de hacer hielo y el equipo
de refrigeración encima. Más adelante en este capítulo se darán algunas orientaciones
sobre las necesidades de espacio para el almacenamiento del hielo.
Energía.
Hay dos aspectos que han de tenerse en cuenta a este respecto. La energía consumida en
la fabricación de una tonelada de hielo es importante, ya que influye en los costos de
fabricación del hielo mismo. Por otra parte, la energía instalada también reviste interés, ya
que determinará el equipo de suministro de energía que necesitará la fábrica.
La energía necesaria para producir una tonelada de hielo no es una constante: varía según
el tipo de maquinaria y el régimen de funcionamiento. Las instalaciones que operan con
bajas temperaturas en la máquina de hacer hielo, como las de hielo en escamas, tienen un
mayor consumo de energía, al igual que las que operan con altas temperaturas de
enfriamiento del condensador y con agua de relleno caliente. Por consiguiente, el
funcionamiento de una fábrica será más caro en las zonas tropicales que en los climas
templados. El desescarchado se suma también a la carga de la refrigeración, elevando las
necesidades de energía. Por eso las fábricas de hielo en tubos y en placas tienen una
necesidad mayor respecto de las que producen hielo en escamas, en las que el hielo se
extrae sin necesidad de desescarchado. Esta es la razón principal por la que una máquina
de hacer hielo con proceso de desescarchado no puede producir de manera económica
hielo con un espesor muy inferior a 10 mm; por debajo de ese espesor, la proporción de
energía que absorbe el proceso de desescarchado es excesiva. Los modelos grandes
suelen operar con más eficiencia que los pequeños, y una fábrica de hielo utilizada
plenamente será más eficiente que otra que funcione de manera intermitente o con una
carga de refrigeración reducida. Hay otros factores que determinan también las
necesidades de energía, como la elección del refrigerante y el tipo de sistema de
refrigeración utilizado. En los climas en que el agua de relleno es excesivamente caliente,
su enfriamiento previo en un refrigerador separado puede reducir las necesidades de
energía. Así pues, es difícil determinar con precisión las necesidades de energía de una
fábrica de hielo, debido a que dependen no sólo del tipo de maquinaria, sino también de las
condiciones ambientales y del régimen de funcionamiento. Por consiguiente, habrá que
proceder con cautela cuando se manejen cifras de consumo de energía proporcionadas por
el fabricante sin una clara indicación de las condiciones de funcionamiento a las que se
aplican.
A efectos de una planificación inicial, pueden ser provechosas las cifras que se indican a
continuación, que dan el consumo de energía en kWh por tonelada de hielo producida:
Agua.
En las máquinas pequeñas se pueden utilizar condensadores enfriados por aire, mientras
que las que producen cantidades industriales suelen emplear condensadores enfriados por
evaporación, o acorazados y tubulares con una torre de enfriamiento. Un condensador
enfriado por evaporación o un sistema de torre de enfriamiento consumirá menos de 0,5
toneladas de agua por tonelada de hielo producida. Esta cifra aumentará ligeramente si se
necesita un reboce para asegurar que la concentración de sólidos en el depósito no alcance
niveles excesivos.
El agua de desescarchado en las máquinas de hacer hielo en placas debe ser de la misma
calidad que el agua de relleno del hielo, puesto que ambas se mezclan en el proceso. La
cantidad necesaria es de aproximadamente 2 toneladas por cada tonelada de hielo
producida. Esta cantidad se reduce a un valor mínima si para el desescarchado se utiliza
un sistema de circuito cerrado con recalentamiento.
Las necesidades de espacio para almacenar los diferentes tipos de hielo varían en función
de su densidad volumétrica (Cuadro 9). Si bien el hielo en escamas necesita más espacio
para un peso dado, este tipo de hielo subenfriado puede almacenarse a mayor profundidad
en un silo, por lo que las necesidades de superficie de suelo serán prácticamente las
mismas que para los hielos más compactos.
Cuadro 9
Necesidades de espacio para almacenar diversos tipos de hielo
Almacenamiento en silos.
Este tipo de almacenamiento se utiliza generalmente para el hielo subenfriado de flujo libre,
como el hielo en escamas; para que sea eficaz, debe tener un sistema de enfriamiento
independiente que mantenga el hielo subenfriado. La refrigeración se obtiene normalmente
mediante un enfriador de aire situado en la camisa entre el silo y la estructura exterior
aislada. Este enfriador suele instalarse en la parte superior de la camisa, adyacente a la
máquina de hacer hielo, y el espacio de aire se refrigera por gravedad o por circulación con
ventiladores (Fig. 14).
El hielo se recoge por gravedad con ayuda de un agitador giratorio que raspa el hielo de las
paredes del silo. El silo permite un sistema de almacenamiento con salida en el orden de
fabricación (FIFO), pero si el espacio de almacenamiento no se vacía periódicamente, sólo
se utilizará el núcleo central de hielo, quedando una capa exterior permanente de hielo
compacto. Por eso debe haber una escotilla de acceso en la parte alta del silo, de manera
que por lo menos una vez al día se pueda introducir una barra para desprender la capa
exterior de hielo.
El almacenamiento en silo es caro si las cantidades son pequeñas; aunque también se
fabrican modelos para 10 toneladas nada más, este método de almacenamiento es más
apropiado para un volumen de 40 a 100 toneladas de hielo.
Almacenamiento en depósitos.
Este tipo de almacenamiento abarca desde cajones con una capacidad máxima de 500 kg
hasta grandes instalaciones para 1 000 toneladas o más. Sirve para cualquier tipo de hielo
y puede tener incorporado un sistema propio de enfriamiento. Cualquiera que sea el tamaño
del sistema utilizado, el hielo almacenado deberá estar siempre dentro de una estructura
aislada, ya que el ahorro que se obtiene gracias a la menor fusión del hielo, sobre todo en
los climas más cálidos, compensa siempre el costo adicional del aislamiento. Se
recomienda que el espesor del aislamiento sea de 50 a 75 mm de poliestireno, o su
equivalente en alguno de los otros muchos tipos de aislantes adecuados. Los depósitos
pequeños pueden disponerse debajo de las máquinas de hacer hielo, de modo que se
vayan llenando por gravedad, y el sistema FIFO se consigue extrayendo el hielo por la parte
inferior. Este método simple es adecuado para los elaboradores que fabrican y utilizan su
propio hielo. Cuando el hielo tiene que ser distribuido, la colocación del depósito se hace
de manera que el sistema de descarga esté a una altura que permita la carga de los
vehículos o el transporte por el muelle hasta las embarcaciones (Fig. 15). Pueden
construirse depósitos de hasta 50 toneladas de capacidad sin necesidad de un sistema de
descarga mecánico; normalmente consisten en una estructura alta con una base inclinada
y una escotilla de acceso para desprender el hielo compactado. Cualquier tipo de hielo que
permanezca inalterado unos pocos días se compactará y fusionará. El mismo hielo que
fluye libremente cuando se utiliza a diario puede requerir algún sistema de descarga
mecánico si se usa con poca frecuencia.
Los depósitos grandes necesitan una extensa superficie de suelo, porque la profundidad de
almacenamiento máxima recomendada se limita a unos 5 m, debido a que la excesiva
profundidad aumenta la presión y provoca la fusión del hielo. Un depósito de gran capacidad
requerirá un sistema de descarga mecánico. Más adelante se describirán algunos de estos
sistemas.
Otro sistema de extracción de hielo de los depósitos grandes aplica el principio FIFO, al dar
salida al hielo de la parte inferior del depósito. Un transportador de tornillo sin fin recorre el
depósito a lo largo socavando el hielo y descargándolo a otro transportador que se mueve
a su lado. Se trata de un equipo mecánico pesado y caro que requiere un espacio adicional
de suelo fuera del depósito. Además consume bastante energía y necesita una estructura
especial que refuerce la pared del depósito por el lado en que se descarga el hielo. Este
sistema tiene que ir acompañado de otro equipo mecánico para la distribución uniforme del
hielo, consistente por lo general en un transportador que se desplaza a lo largo de la línea
central del depósito con algún mecanismo que reparte el hielo a ambos lados.
Tipo de hielo requerido (bloques, escamas, tubos, placas, de agua dulce, de agua de mar,
etc.)
Capacidad de producción de hielo (toneladas de hielo/24 h)
Temperatura y humedad ambiente máximas del lugar, o emplazamiento exacto de la
instalación
Información sobre el agua de relleno:
Procedencia (grifo, pozo, río, mar, etc., con detalles sobre la calidad)
Cantidad disponible
Costo
Margen de temperaturas
Presión
Fiabilidad
Tensión
Frecuencia (Hz)
Fase
Potencia máxima instalada (kW)
Corriente de arranque máxima permisible
Detalles de otras fuentes de energía, si son necesarias (generador, transmisión directa,
motor, etc.)
Refrigerante preferido (R12, R22, R502, amoníaco, etc.)
Capacidad de almacenamiento de hielo (toneladas o m3) Tipo de almacenamiento
preferido (silo, depósito, depósito con descarga mecánica del hielo)
Si el almacén va a ser prefabricado o construido en el sitio
Método preferido de descarga del hielo (gravedad, rastrillo, balde o tornillo sin fin)
Velocidad de descarga requerida (toneladas de hielo/h)
Detalles de los locales existentes para la maquinaria y el almacenamiento, con croquis
Detalles del sitio si la instalación va a incluir el edificio, los servicios, etc.
Detalles de los requisitos de descarga (a camiones o, atravesando el muelle, a
embarcaciones, etc.)
Detalles sobre el equipo preferido para el pesaje del hielo (correa sin fin, depósito
estándar, etc.)
Detalles de los servicios de mantenimiento locales
Detalles del personal calificado local disponible para la instalación y el mantenimiento de
la planta
Necesidades de repuestos y de refrigerante
Aunque esta lista es extensa, probablemente no habrá agotado toda la información que
puede influir en la elección de la instalación y de su trazado. Otro tipo de datos, como las
normas y reglamentos en materia de edificación, también son importantes y deberán
proporcionarse al proveedor potencial con el máximo grado de detalle posible.
Financiación de la fabricación de hielo
Costo.
Cuadro 10
Precios f.o.b. aproximados del equipo para hacer hielo (1990)
Es preciso insistir una vez más en que todos los costos y cálculos que figuran en el
presente documento no se aplican a un país o situación concreta, por lo que no deben
utilizarse sino como mera orientación. Al hacer cálculos que entrañen algún tipo de
compromiso financiero habrá que averiguar los costos locales y relacionarlos con la
situación concreta.
Capacidad Costo ($
Descripción
(toneladas/24 h) EE.UU.)
solamente 10 36 000
14 000 – 322
Máquina de hacer hielo en escamas y 1 – 100
000
30 000 – 578
Máquina para la fabricación rápida de hielo 1 – 50
000
15 000 – 318
Equipo completo integrado para hacer hielo 0,5 – 50
000
75 000 – 400
Máquina de hacer hielo en placas, con 5 – 100
000
equipo de refrigeración 10 100 000
Cálculo de costos.
Un cálculo de los costos hecho a tiempo puede influir en el tamaño de la fábrica que se
instalará, ya que muchos de los costos son prácticamente independientes del tamaño, por
lo que la producción de hielo resulta más barata en las instalaciones más grandes. El
usuario potencial del hielo puede también decidir convertirse en proveedor de hielo,
instalando una fábrica más grande de lo que le hace falta para sus propias necesidades.
Los costos de mano de obra son poco más o menos los mismos cualquiera que sea el
tamaño de un equipo automático moderno. Además, las necesidades de espacio y de
energía disminuyen por cada tonelada de hielo producida a medida que aumenta el tamaño
de la instalación.
Los costos de mantenimiento pueden ser un factor importante en las zonas remotas. Si bien
las instalaciones modernas funcionan con un mínimo de vigilancia, necesitan un
mantenimiento de rutina que puede ser caro si en el lugar no hay técnicos calificados. Los
costos de capital y de explotación de los diferentes tipos de fábrica varían, pero la
comparación depende a menudo del lugar donde se instalen y del régimen de
funcionamiento que se elija. Por consiguiente, cualquier comparación directa de los costos
abarcará una amplia gama de circunstancias, o bien incluirá tal cantidad de factores
decisivos que tendrá escaso valor para una aplicación general. Algunas fábricas entrañan
altos costos de capital, pero unos gastos de explotación comparativamente bajos, mientras
que con otras sucede lo contrario. De ahí que sea necesario estudiar las circunstancias
particulares cuando haya que decidir, sobre la base de los costos, el tipo de fábrica que se
va a instalar.
Con objeto de dar una idea del método que se utiliza para determinar el costo de fabricación
del hielo, se expone a continuación un análisis de inversión para una fábrica de hielo en
bloques de 20t/24 h. Las cifras utilizadas corresponden a los costos en el Reino Unido en
1990, convertidos a dólares EE.UU.; como los costos y las tasas de conversión pueden
cambiar en poco tiempo, y también diferir de los valores vigentes en otros países, las cifras
empleadas probablemente revistan poca utilidad para otras situaciones. Lo que interesa
sobre todo es exponer el método de cálculo de costos. Siempre que sea posible deberán
utilizarse los costos y otros factores locales, incluso para obtener una estimación
aproximada a título de orientación.
Costo inicial:
Terreno 7 000
347 000
90 000
GASTOS DE EXPLOTACION
Gastos de funcionamiento:
5×52×20 = 5 200t/año
Mano de obra:
79 940 $EE.UU./año
Nota: Los gastos administrativos pueden compartirse con otros servicios u operaciones.
Suministros:
Gastos de entrega:
51 500 $EE.UU./año
Energía 21 507
Agua 2 808
Suministros 4 000
Entrega 51 500
Fijos 90 000
De funcionamiento 159 755
El análisis de este cálculo de los costos muestra que los gastos de fabricación y entrega en
este caso particular están constituidos de la siguiente manera:
Entrega 20,6%
Este análisis puede variar considerablemente de una fábrica a otra, pero está claro que
muchos de los costos son fijos e independientes de la producción de hielo. Por consiguiente,
para mantener bajo el costo por tonelada de hielo la fábrica deberá funcionar a pleno
rendimiento.
Precio de venta.
El precio de venta del hielo en 1990 en el Reino Unido fluctuó entre 30 y 45 dólares EE.UU.
por tonelada. Es difícil saber si estas cifras reflejan diferencias reales en los costos de
fabricación o si sólo indican diferencias en el precio comercial del hielo en diferentes zonas.
Sin embargo, los precios más bajos suelen corresponder a fabricantes que tienen
instalaciones antiguas y que suministran grandes cantidades de hielo durante todo el año,
por lo que la depreciación es reducida y los gastos generales están muy repartidos. En
cambio, los fabricantes con instalaciones pequeñas que abastecen mercados estacionales
fluctuantes suelen tener precios comparativamente altos, al igual que los que tienen sus
fábricas funcionando a un nivel muy inferior a la capacidad nominal, debido quizá a la
reducida demanda de la zona. Es importante, pues, asegurar que la instalación se proyecte
en función de la demanda futura prevista. Lo que se hace a menudo es cubrir las
necesidades presentes, pero planificar el trazado de la fábrica de manera que sea posible
añadir más máquinas de hacer hielo en el futuro. Los gastos de entrega arriba consignados
representan sólo el 20% del total. Si los tiempos de transporte son más largos, estos gastos
pueden llegar al 50% del total.
Pero este método tiene también sus desventajas; entre ellas figuran la excesiva absorción
de sal, la absorción de agua por especies de bajo contenido graso, la pérdida de proteínas,
los problemas relacionados con las bacterias anaerobias de la putrefacción y la
modificación de las características que siempre se han utilizado como indicadores de la
calidad del pescado, por ejemplo el descoloramiento de las agallas, la opacidad de la piel y
el escurrimiento de productos finales solubles de la putrefacción.
Aplicaciones.
Los sistemas de AMR se han utilizado para la sardina, el salmón, el halibut, la lacha, el
camarón, la caballa, el arenque, la bacaladilla y otras muchas especies. Los proyectos
comerciales que han dado mejores resultados han sido las aplicaciones a granel, con
pescado destinado a la fabricación de conservas o a otros procesos industriales. Para que
el lector se haga una idea de los casos en que los sistemas de AMR pueden resultar
ventajosos, se reseñan a continuación algunas de las aplicaciones comerciales más
logradas.
Resumiendo, los sistemas de AMR han demostrado su eficacia en los siguientes casos:
Está claro que estas aplicaciones abarcan un gran abanico de circunstancias, según las
especies y las condiciones climáticas reinantes; resulta difícil generalizar en lo que respecta
a la descripción y el uso de los sistemas de AMR. Si se está pensando en una aplicación a
escala comercial, es aconsejable hacer antes una investigación de todos los factores,
teniendo en cuenta las variaciones estacionales en la calidad de las especies en cuestión
y el producto final que se pretende obtener.
Absorción de sal.
Este es probablemente el factor más importante que limita la aplicación de los sistemas de
AMR. El pescado destinado a la elaboración y comercialización normales puede adquirir un
sabor salado que lo haga inaceptable. La absorción de sal en las especies industriales
también es crítica, ya que se concentra durante la elaboración. El límite superior equivale
normalmente a una concentración de alrededor del 0,5 por ciento en el pescado crudo.
La absorción de sal depende de lo siguiente:
1. La especie
2. La talla de los ejemplares
3. El contenido de sal del AMR
4. La relación AMR/pescado
5. La duración del almacenamiento
6. La temperatura
Cuadro 11
Absorción del sal por el bacalo en AMR
5 0,3 0,1
9 0,5 0,1
15 1,0 0,1
Otro factor que determina el límite aceptable de la absorción de sal es la preferencia del
consumidor. Por consiguiente, los límites de aceptabilidad deberían establecerse no sólo
en función de las especies y del producto final, sino también en relación con la tolerancia
de los consumidores.
El contenido de sal del agua de mar es notablemente constante en todos los océanos,
situándose en alrededor del 3,5 por ciento. Sin embargo, esta proporción varía localmente
en función de factores tales como la dilución por descargas fluviales y la concentración por
altas tasas de evaporación. La adición de hielo hecho con agua dulce como medio de
enfriamiento modificará también la salinidad. Esta cambia asimismo cuando el pescado
absorbe sal del agua. En el diseño y funcionamiento de los tanques de AMR es importante
saber si el pescado flota, se hunde o tiene una flotabilidad neutra. Las propiedades del AMR
varían con arreglo a la salinidad (Fig. 17) y muchas de esas variaciones son importantes.
El pescado frío se hunde normalmente en el agua de mar fría, pero diversos factores, entre
ellos la especie, el contenido de grasa, la cantidad de aire en la vejiga natatoria y el grado
de putrefacción, tienen una influencia a este respecto. El método de llenado y el grado de
agitación dependerán en cierta medida de si el pescado flota o se hunde.
El agua pura tiene una densidad de 1 kg/l y este valor máximo se obtiene a una temperatura
de 4,0°C. La densidad del agua salada y la temperatura a la densidad máxima son variables,
como se puede ver en el Cuadro 12, y el punto de congelación del agua de mar también
varía con la salinidad. Cuando la salinidad es alta, es posible mantener una temperatura de
almacenamiento más baja, pero hay que tener cuidado de evitar la congelación lenta del
pescado, por las razones expuestas en el Capítulo 1.
Solubilidad del dióxido de carbono (litros/litro de agua) 1,70 1,61 1,54 1,46
Tanques de almacenamiento.
Las dos formas de disponer los tanques que aparecen en la Figura 18 corresponden a los
típicos sistemas de tres y de seis unidades utilizados en los pesqueros pequeños. Con
sistemas de uno o dos tanques sería satisfacer los requisitos de seguridad y calidad del
pescado antes mencionados.
Figura 18. Disposición de los tanques de agua de mar refrigerada en las embarcaciones
pesqueras pequeñas
Bombas y conductos.
La circulación del agua aumenta la eficacia del enfriamiento incluso cuando la relación entre
el pescado y la mezcla de agua con hielo es de 4 a 1. Para evitar que el pescado se dañe,
la velocidad de circulación no debe ser alta; basta que asegure una distribución uniforme
de la temperatura en todo el tanque. En los sistemas de enfriamiento con hielo sólo debe
agitarse el agua lo suficiente para que la temperatura sea uniforme. Los tanques con
sistemas de refrigeración mecánica, en cambio, necesitan una velocidad de circulación que
permita enfriar el pescado con rapidez. Las bombas de los sistemas refrigerados con hielo
deben suministrar aproximadamente un cambio de agua por hora, mientras que en los
sistemas de enfriamiento con agua la velocidad de bombeo es unas cinco veces mayor. El
mecanismo de circulación dentro del tanque también es importante; la alimentación y la
descarga deben diseñarse de manera que el flujo a través del tanque sea uniforme.
Normalmente se prefiere la circulación de abajo hacia arriba, pero también se ha utilizado
el sistema inverso, debido a que permite la circulación en los tanques parcialmente llenos
durante el proceso de preenfriamiento. Un método que ha dado buenos resultados consiste
en una gran rejilla de succión instalada en posición vertical en un lado del tanque. El agua
entra al tanque por un distribuidor situado en la parte inferior, que crea un flujo suave y
uniforme por todo el tanque. Otro método consiste en pulverizar el agua bombeada por los
costados del tanque. Cuando éste está parcialmente cargado, el pescado bloquea la rejilla
vertical y el agua debe fluir a través de la masa y por encima de ella hacia la parte abierta
de la rejilla. Se puede instalar una bomba para cada tanque del barco, o bien una sola
bomba que abastezca a varios tanques, con un mecanismo de flujo paralelo. Normalmente
se emplean bombas centrífugas, y hay que tener cuidado de que sus características se
ajusten a los requisitos del diseño. Por ejemplo, la elección de una bomba inadecuada
puede dar lugar a una separación del agua circulante, con la consiguiente formación de
excesiva espuma.
Los conductos de plástico, normalmente de una clase de polietileno, han dado buenos
resultados en los sistemas de AMR. Este tipo de conductos y sus accesorios son resistentes
a la corrosión y tienen superficies internas lisas, fáciles de limpiar. Sólo en los lugares que
estén expuestos a algún tipo de daño físico será preciso utilizar otros materiales. Sin
embargo, conviene evitar el uso de materiales diferentes, porque la corrosión electrolítica
puede ser grave.
Necesidades de refrigeración en los sistemas de AMR.
Al analizar las necesidades de refrigeración hay que tomar en consideración tres fases de
la operación: el preenfriamiento, en que el agua y el tanque se enfrían antes de cargar el
pescado; el enfriamiento del pescado, cuando se reduce la temperatura de éste; y el
almacenamiento, en que la mezcla de pescado y agua se mantiene a la temperatura final
de refrigeración. El índice de refrigeración durante el período de enfriamiento del pescado
suele ser superior al de las fases de preenfriamiento y de almacenamiento; por tanto, es en
él que se basan las necesidades de refrigeración.
6. Aire 30 °C
Agua de mar 25 °C
Sala de máquinas 35 °C
Tanque 0 °C
Techo 29,64 m2
11.
Costados del buque por encima del agua: aire en movimiento afuera 29,3
Costados del buque por debajo del agua: agua en movimiento afuera 1 720
13.
Conductividades: kcal/m h °C
Acero 38,9
14. Espesor de los materiales (según los puntos 2 y 3 supra) Aislamiento 100 mm
Láminas de acero: costado del buque 6 mm revestimiento del tanque 5 mm
15. coeficientes generales de transferencia térmica:
Suelo del
29,64 25 0,205 7,83 152 5 802
tanque
El hielo puede servir para suministrar una parte de la alta carga de refrigeración. Debe
añadirse directamente al tanque con el pescado. Una circulación normal por bombeo será
suficiente para mantener una distribución uniforme del agua y, por tanto, de la temperatura.
Debe emplearse hielo en partículas pequeñas, por ejemplo hielo en escamas. La elevada
relación entre su área superficial y su volumen asegura el enfriamiento rápido de la mezcla,
y el tamaño pequeño de sus partículas reduce la posibilidad de que la bomba se atasque.
La adición de hielo de agua dulce al agua de mar reduce la salinidad, lo que representa una
ventaja en los casos en que la penetración de sal en el pescado es un problema. Sin
embargo, el punto de congelación del agua será más alto. Esto puede no ser siempre
aceptable, ya que se traducirá en una menor duración en almacén. Con la adición de hielo
disminuirá asimismo la capacidad de almacenamiento de los tanques, puesto que no será
posible mantener una alta relación pescado/agua.
El hielo necesario para enfriar la mezcla de pescado y agua puede calcularse mediante la
siguiente ecuación de equilibrio térmico:
(Mh × L) = c (16)
(Mh × L) = qt (18)
donde Mh = la masa de hielo (kg/h)
L = el calor latente de fusión del hielo (fijado en 80 kcal/kg)
qt = la suma de los valores de infiltración de calor del Cuadro 13 (kcal/h)
La carga inicial de agua de mar ha de estar lo más limpia posible; por lo tanto, los tanques
no deben llenarse en los puertos ni en aguas costeras cercanas a estuarios. La limpieza
debe iniciarse tan pronto como se haya desembarcado el pescado, cuando el sistema aún
esté húmedo, de lo contrario la mucosidad y otras sustancias se secarán y endurecerán y
será difícil eliminarlas. Los tanques deben lavarse con agua limpia a presión, cepillándolos,
cuando sea necesario, para eliminar toda materia adherida a sus superficies. El sistema de
conductos, incluidas las bombas y los permutadores térmicos, debe vaciarse y luego
limpiarse haciendo circular agua caliente o una solución detergente aprobada. A veces se
deja en los conductos una solución diluida de desinfectante hasta que sea necesario utilizar
nuevamente los tanques, momento en el que se lava a fondo todo el sistema con una
abundante descarga de agua de mar limpia antes de volverlo a llenar.
La preparación de este tipo de productos suele ser un proceso continuo; por lo tanto, el
reenfriamiento ha de ser rápido. En la mayoría de los casos no es posible utilizar hielo ni
agua helada. En cambio, en esta situación sí es posible emplear la refrigeración por aire sin
que el producto se seque, puesto que está envasado. Para que el tiempo de reenfriamiento
sea breve, el aire ha de estar a una temperatura mucho más fría que la que se aplica en
otras formas de refrigeración.
En el Cuadro 14 se consignan algunos resultados obtenidos en el reenfriamiento de filetes
de pescado envasados en bandejas de poliestireno cubiertas con una envoltura. Como se
puede observar, para obtener unos tiempos de reenfriamiento aceptables se requieren
temperaturas del aire muy bajas, lo que provoca la congelación parcial del producto. Sin
embargo, esta congelación es muy rápida; sólo se congela una fina capa superficial durante
un tiempo relativamente breve en las primeras fases del período de nivelación de la
temperatura. Una evaluación del sabor del pescado sometido a este efecto de congelación
parcial demostró que la calidad permanecía prácticamente inalterada. La aplicación de esta
técnica dependerá del mercado al que estén destinados los productos y de la legislación
alimentaria vigente en el país de venta.
Filetes no
Aire a -1°C 0 m/s 19°C 2°C 38
envueltos
Filetes no
Aire a -1°C 1 m/s 19°C 2°C 20
envueltos
Filetes no
Aire a -1°C 3 m/s 19°C 2°C 21
envueltos
Filetes no
Aire a -35°C 3 m/s 21°C 2°C 3,5
envueltos
Filetes no
Aire a -35°C 8 m/s 21°C 2°C 2,3
envueltos
Inmersión en agua
Filetes individuales 19°C 2°C 8,2
helada
Cuando la masa de pescado y hielo se enfría un poco más, una parte del agua del pescado
comienza a congelarse y la temperatura disminuye. En la práctica utilizada actualmente, la
congelación parcial se efectúa reduciendo la temperatura del pescado a - 2,2°C, punto en
el que la mitad del agua estará congelada (Fig. 20). A esta temperatura la actividad
bacteriana disminuye, la velocidad de putrefacción se reduce y el pescado se mantiene
comestible por un tiempo más largo. En la refrigeración profunda la temperatura puede
reducirse hasta -3°C o aún más.
Debido a que prolonga la duración potencial en almacén, la congelación parcial puede ser
útil cuando los viajes de pesca duran más que el tiempo normal de conservación en hielo.
Además, si se emplea el sistema de cajas que se describe más adelante, la congelación
parcial permite el transporte y almacenamiento en tierra en los casos en que las distancias
y los lapsos de tiempo hacen que el enfriamiento normal en hielo no sea suficiente.
Esta forma de almacenamiento ha tenido un uso comercial limitado, debido a que exige un
control preciso de la temperatura del pescado para que los resultados sean óptimos.
Además, la comercialización se dificulta, porque el producto no puede clasificarse y
manipularse como cuando está refrigerado o congelado.
Nunca se insistirá bastante en la importancia de las buenas prácticas en la mar, puesto que
el pescado comienza a alterarse en el momento que muere. El descuido a bordo, incluso
en viajes de pesca breves, puede ser motivo de que el pescado se deteriore en pocas horas.
Además, puesto que el tiempo que el pescado permanece a bordo de la embarcación suele
ser mayor que el que transcurre entre el desembarque y el consumo, el pescador es, en
gran parte, responsable del grado de frescura del producto que llega al consumidor.
El tipo de estiba perfecta varía, en cierta medida, según la especie que se esté
manipulando, el tipo de pesquería de que se trate, el tamaño de la embarcación y la
duración del viaje. De todos modos, hay algunos principios generales que se aplican a casi
todas las pesquerías y que se resumen a continuación. Aunque los consejos se basan
principalmente en los que se dan a la industria arrastrera del Atlántico norte, en su mayor
parte se aplican también a las embarcaciones de bajura más pequeñas que faenan en
aguas ya sea templadas o tropicales. No obstante, cuando sea necesario se tratarán con
más detalle los problemas particulares de la estiba en aguas tropicales.
Pescado magro.
Se entiende por pescado magro aquel cuya carne tiene normalmente un contenido de grasa
inferior al 1 por ciento; la mayor parte de la grasa está en el hígado, en contraposición con
el pescado graso, en el que la mayor parte de la grasa está en los tejidos del cuerpo. Los
pescados magros suelen ser también especies demersales, capturadas principalmente con
red de arrastre, red de cerco o palangre, mientras que los pescados grasos son, en general,
especies pelágicas, que se pescan con red de cerco de jareta, red de arrastre pelágico, red
de enmalle o línea de mano.
El pescado magro capturado por embarcaciones grandes en aguas más frías se eviscera
generalmente a bordo, pero en algunas pesquerías de bajura con tripulaciones poco
numerosas puede ser imposible eviscerar grandes cantidades de pescado pequeño; esto
suele ocurrir en muchas pesquerías tropicales. Por regla general, conviene extraer las
vísceras a fin de eliminar uno de los principales focos de bacterias y enzimas proteolíticas,
sobre todo si el estómago del pescado está lleno de alimento. Cuando se trata de pescado
que tiene sistemáticamente el estómago vacío y al que no hace falta desangrar, a veces
está permitido omitir la fase del eviscerado, sobre todo si de esa manera se evita un largo
retraso antes de la refrigeración.
Por pequeña que sea la embarcación y por corto que sea el viaje, siempre deberá llevarse
hielo a bordo para proteger la captura. Después de eviscerado y lavado, el pescado debe
almacenarse cuanto antes con hielo machacado o con hielo en trozos pequeños. Hay dos
métodos principales de estiba que son de uso corriente: el almacenamiento a granel con
hielo en la bodega de pescado o la zona de estiba de la embarcación, o el almacenamiento
con hielo en recipientes, generalmente algún tipo de caja, que se pueden desembarcar sin
manipular la captura. La mayor parte de los métodos de almacenamiento con hielo, a veces
con algunas variaciones menores o con prácticas mejoradas, corresponden a una de estas
dos categorías.
En las embarcaciones pequeñas en que las cajas de pescado con hielo deben apilarse en
la cubierta a la intemperie, una envoltura aislante no sólo contribuirá a proteger al pescado
de las temperaturas ambientales adversas, sino que también reducirá la velocidad de fusión
del hielo y, por tanto, la necesidad de destinar una parte del escaso espacio disponible a
almacenar hielo.
Pescado graso.
La mayor parte del pescado graso, como el arenque, la sardina o la caballa (que
generalmente se capturan en grandes cantidades), es demasiado pequeño y abundante
para que sea posible eviscerarlo a bordo. Dado que tiene un alto contenido de grasa y
permanece entero, se deteriora con mucha mayor rapidez que el pescado magro, por lo
que es aún más necesario refrigerarlo con la mayor celeridad posible. El pescado graso
pequeño no resiste bien la estiba en masa con hielo, porque es frágil y se aplasta y daña
con facilidad. Por consiguiente, el principal método para conservarlo a bordo es el
almacenamiento en contenedores con hielo o con agua de mar refrigerada.
Lo ideal es que cada pescado esté en contacto únicamente con hielo y no con otro pescado.
Los ejemplares que se tocan no se enfrían tan rápidamente como los que están
completamente enterrados en hielo. Pero, aparte de esto, cuando un pescado se almacena
de modo que quede en contacto con una superficie lisa, tal como un lado de una caja o una
superficie grande de otro pescado, el paso de aire puede quedar totalmente excluido; en
ausencia de aire, algunas bacterias de la putrefacción producen rápidamente olores fétidos
que se esparcen por toda la carne del pescado, dando lugar a lo que en las pesquerías del
Atlántico norte se denomina pescado pestilente o con olor a sentina. Tanto el pescado graso
como el magro sufren, en ocasiones, este tipo de putrefacción. El hielo machacado contiene
innumerables bolsas de aire, por lo que el pescado debidamente rodeado de hielo no se
pudre de este modo.
Cuando el hielo se derrite, el agua de fusión que fluye sobre el pescado contribuye en cierta
medida al enfriamiento, probablemente porque el contacto entre el pescado y el agua
helada es mucho mayor que el que existe entre el pescado y el hielo; el agua de fusión
actúa como conductor de calor al pasar una y otra vez del pescado al hielo. Debido a la
forma y el tamaño de sus trozos, el hielo en escamas suele derretirse más rápidamente en
contacto directo con el pescado que el hielo en bloques machacado, produciendo así un
enfriamiento más veloz del pescado. Siempre es conveniente un flujo continuo de agua de
fusión para preservar el aspecto fresco y húmedo del pescado.
Aparte de contribuir a enfriar el pescado, el agua de fusión se lleva por lavado la mucosidad
bacteriana, los productos de la putrefacción y la sangre remanente y, por tanto, ayuda a
preservar el aspecto fresco y el olor a fresco del pescado. Se deduce, pues, que el pescado
pequeño no debe nunca apilarse de modo tan compacto que impida el flujo del agua de
fusión. Al mismo tiempo, es importante asegurar que el agua escurra libremente, para evitar
que el pescado quede inmerso en agua sucia.
La temperatura de la bodega ha de mantenerse algo por encima de 0°C, para permitir que
el hielo se funda, pero sin incurrir en un desperdicio innecesario. Una temperatura de 1–
2°C suele ser adecuada. Cuando la temperatura del aire es demasiado baja, por ejemplo
de -1°C a-2°C, puede producirse una lenta congelación no controlada del pescado de la
parte externa, mientras que el del centro de la estiba no estará suficientemente frio, ya que,
al no fluir bastante agua de fusión, sólo se enfriará rápidamente el pescado que esté en
contacto directo con el hielo.
El pescado tratado con hielo no debe colocarse en capas demasiado gruesas en las cajas
o en la bodega de pescado sin algún tipo de soporte intermedio, de lo contrario los
ejemplares del fondo se aplastarán y sufrirán daños, perdiendo además una cantidad de
peso considerable. Las cajas deben ser poco profundas, y cuando se utilice el
almacenamiento a granel o en contenedores grandes, deberá haber anaqueles de apoyo a
intervalos de no más de 0,5 m.
La limpieza es una parte importante de la buena estiba. Gran parte de los cuidados que se
hayan prestado en la refrigeración pueden resultar inútiles si las cajas o el espacio de
almacenamiento están sucios, o si se coloca hielo sucio de un viaje anterior sobre el
pescado fresco. Todo el hielo que no se haya utilizado deberá descartarse al final de cada
viaje. Aunque parezca limpio, puede estar muy contaminado con bacterias de la
putrefacción. El pescado que se estiba con hielo sucio se echa a perder más rápidamente
que el que se conserva en hielo limpio. Después de descargar el pescado en el puerto, la
bodega de pescado debe asearse con un detergente y un desinfectante adecuados.
En las embarcaciones que tienen una verdadera bodega de pescado, algunas de las reglas
que hay que seguir para obtener una buena estiba son las siguientes:
Estiba a granel.
La primera capa de pescado debe colocarse sobre el lecho de hielo, rociando más hielo por
encima y añadiendo una cantidad adicional de hielo contra el revestimiento de la bodega,
especialmente si los costados del barco no están aislados. Luego se añaden nuevas capas
de pescado, rociándolas cada vez con hielo, hasta que el espacio esté casi totalmente lleno.
Entonces se coloca encima una última capa de hielo de unos 5 cm de espesor. Para viajes
largos en climas templados se requiere aproximadamente una tonelada de hielo por cada
dos toneladas de pescado; en aguas tropicales suele ser necesaria una tonelada de hielo
por cada tonelada de pescado para una conservación segura. Siempre debe quedar algo
de hielo entremedio del pescado en el momento del desembarque (Fig. 22).
Cuando los anaqueles para la estiba en masa son tableros portátiles, deben llenarse de
manera que el peso del anaquel superior descanse sobre sus soportes y no sobre el
pescado que se halle debajo. Los beneficios que se obtienen manteniendo el pescado
almacenado a granel en capas de no más de 0,5 m de altura se perderán si el producto y
los tableros se apoyan en el pescado de abajo, ya que entonces la captura se aplastará y
dañará, dará un rendimiento menor y se deteriorará más rápidamente.
La estiba en masa puede mejorarse reduciendo lo más posible la altura de las capas; lo
ideal es que en cada anaquel haya una sola capa de pescado, con hielo arriba y abajo, de
modo que el aplastamiento quede prácticamente eliminado y que cada ejemplar esté
debidamente protegido con hielo. Este método de almacenamiento sólo puede conseguirse
a costa de un menor índice de estiba, del orden de 4,5 m3/tonelada de pescado.
El pescado estibado en masa suele sufrir cierto grado de maltrato cuando se descarga de
la bodega de pescado colocándolo en algún tipo de contenedor en el mercado portuario.
Estiba en cajas.
El diseño de las cajas es importante; lo principal es que sean suficientemente grandes para
contener el peso de pescado requerido y bastante hielo para enfriarlo y mantenerlo
refrigerado al menos hasta el desembarque. No deben ser tan profundas como para que
los ejemplares del fondo se aplasten, y han de tener la longitud necesaria para que quepan,
sin necesidad de doblarlos, la mayoría de los ejemplares más grandes que se capturen. Al
mismo tiempo, no han de ser tan voluminosas que no puedan ser manejadas por uno o dos
hombres, según sea necesario, tanto a bordo como en el puerto. Además, deben poder
encajarse una encima de otra cuando están vacias, de manera que haya abundante espacio
de trabajo al comienzo de la estiba.
La caja debe tener orificios de drenaje dispuestos de tal modo que el agua de fusión escurra
por los lados o los extremos de la caja de abajo, y no a través del pescado. Si bien es cierto
que el agua de fusión ayuda a enfriar el pescado rápidamente, al final termina
ensuciándose, por lo que no es conveniente que atraviese demasiadas capas de pescado.
La caja debe ser de un material que pueda limpiarse fácilmente y que no manche ni
contamine el producto. Ha de ser suficientemente robusta para resistir las manipulaciones
bruscas a bordo de la embarcación y, cuando sea preciso, debe ser idónea para el
transporte posterior en tierra, sin necesidad de tocar su contenido. En las pesquerías
tropicales, donde a veces no es posible mantener las cajas en una bodega de pescado
aislada, resulta ventajoso aislar las cajas mismas y proveerlas de tapas, de modo que sirvan
también para el transporte en carretera sin necesidad de contar con un vehículo aislado.
Figura 23. Estiba en cajas
La estiba en una caja debería consistir en una capa inferior de hielo de unos 5 cm de
profundidad, estratos de pescado rociados con hielo, y una capa final de hielo en la parte
superior, también de 5 cm de profundidad. Al igual que en la estiba a granel, la forma de
comprobar si se ha utilizado suficiente hielo es ver cuánto queda cuando la caja se
descarga; en las pesquerías tropicales, en particular, el espesor de las capas inferior y
superior puede tener que aumentarse si en el momento del desembarque se ve que queda
poco o nada de hielo encima y entremedio del pescado.
Para la prueba se utilizaron cajas de plástico encajables en pilas, diseñadas para contener
30 kg de pescado y 15 kg de hielo; estas cajas se llenaron con 50 kg de pescado y se
colocaron en pilas de 7 u 8 cajas de altura durante 6 a 7 días. Luego se efectuó una
comparación con cajas preparadas según las prácticas correctas de envasado.
Estas cifras son las pérdidas globales, pero se registraron diferencias considerables según
el lugar que habían ocupado las cajas en la pila. Los mejores resultados los dieron las cajas
que se hallaban en lo alto de la pila, mientras que en las de abajo se observaron las pérdidas
más grandes.
Las cajas de abajo deben descansar sobre listones para que estén separadas del suelo de
la bodega de pescado, y los espacios de aire entre los listones deben llenarse con hielo.
Otra posibilidad consiste en cargar la hilera inferior de cajas solamente con hielo, para crear
la necesaria barrera térmica. De la misma manera, las cajas contiguas a los costados del
barco o a los mamparos deben estar sostenidas por listones con hielo situados entre las
cajas y el revestimiento, sobre todo si la bodega carece de aislamiento. Si las cajas son
robustas, pueden estibarse hasta el techo mismo de la bodega sin ningún tipo de estructura
de apoyo en forma de candeleros o anaqueles, aprovechándose así todo el espacio de
almacenamiento.
Para sacar todo el provecho que ofrece la estiba en cajas con hielo, el comprador del
desembarcadero debe estar dispuesto a comprar por muestras. Si se vacía cada caja para
controlar la calidad y el peso de su contenido, la captura será manipulada y alterada
probablemente en la misma medida que cuando se almacena a granel. En cambio, si una
muestra de una o varias cajas es verdaderamente representativa, el resto de la captura
puede darse por bueno y toda la operación de descarga y venta se simplifica.
Cuando se sepa que el aislamiento es defectuoso, hay que aumentar la cantidad de hielo;
asimismo, deben colocarse cantidades adicionales de hielo en los sitios en que sea
necesario absorber el calor entrante, por ejemplo, junto a un mamparo de la sala de
máquinas.
Sobre el estrato superior de pescado hay que colocar una cantidad adicional de hielo para
protegerlo del calor procedente de las luces, del aire tibio y de la cubierta caliente. Incluso
cuando la bodega está dotada de rejillas de enfriamiento, el hielo añadido encima del
pescado reduce el riesgo de una deshidratación indeseada o de congelación parcial. Las
luces deben apagarse siempre que sea posible, y las escotillas han de permanecer
cerradas cuando no se estén usando.
El hielo que se contamine durante el viaje, por ejemplo por el contacto con el pescado o
con botas sucias, debe descartarse y no volver a utilizarse para el almacenamiento.
Aislamiento.
El hielo de una bodega no refrigerada debe absorber el calor que entra en ella y, además,
enfriar el pescado. El aislamiento puede ayudar a mantener el consumo de hielo en un nivel
moderado, especialmente en los mares cálidos. Deben aislarse todas las superficies de la
bodega de pescado o de la zona de estiba, no sólo el techo. Aproximadamente las dos
terceras partes de la bodega de pescado están rodeadas, casi siempre, de agua tibia, de
manera que el aisiamiento de los costados del barco y del sueio de la bodega es tan
importante como el del techo y los mamparos. El material aisiante no debe absorber agua
y ha de poder introducirse en todos los espacios de formas intrincadas que existan entre
los baos o cuadernas, airededor de los tubos de desagüe y los candeleros, etc. Los plásticos
celulares expandidos sueien ser muy apropiados para aislar una bodega de pescado.
Cuando se emplee madera para el revestimiento de una bodega de pescado aislada, o
cuando se coloque madera detrás del mismo, deberá protegerse contra la podredumbre
mediante un agente de conservación adecuado, ya que inevitablemente pasará aire
húmedo a través del revestimiento. En aguas tempiadas, unos 5 cm de un aislante de
plástico expandido suelen ser suficientes para una bodega de pescado refrigerada, pero en
aguas tropicales puede ser necesaria una capa de aislante de 10 cm de espesor para
conseguir la protección adecuada.
Cuando la estiba se efectúa en cajas, no suele ser necesaria ninguna estructura interna en
la bodega de pescado; en el caso de la estiba en masa, ios anaqueies y mamparos deben
ser portátiles y de diseño sencillo. En lo posible, los tableros deben ser del mismo tamaño,
fáciles de limpiar y suficientemente resistentes. La mayor parte posible de la estructura
interna debe ser desmontable, de manera que el hielo se pueda coiocar fácilmente en los
lugares en que se precise, sin tener que hacer maniobras en torno a ios mamparos.
Refrigeración.
La forma más sencilla de refrigerar una bodega de pescado, aparte del empleo de hielo, es
la de instalar rejillas de enfriamiento en el techo y también algunas veces sobre ios
mamparos y los costados del barco. La posibilidad de preenfriar la bodega durante el
trayecto hasta el caladero sin gastar demasiado hielo es particularmente valiosa en aguas
tropicales. Pero los serpentines refrigerantes no pueden enfriar eficazmente la captura; para
ello es indispensable el hielo. Una vez que ha iniciado la pesca, la principal función de los
serpentines es la de combatir el calor que se filtra hacia la bodega de pescado y enfriar el
aire caliente que penetra por ias escotillas abiertas, dejando al hielo la tarea fundamental
de refrigerar el pescado. El sistema de refrigeración debe estar regulado por un termostato,
cuya cubeta ha de situarse cuidadosamente en un lugar que sea representativo de la
temperatura media del aire en la bodega. El termostato debe fijarse de manera que pare a
alrededor de 0,5°C y se active a 2°C aproximadamente. No deben emplearse ventiladores
para mover el aire de la bodega, porque el pescado expuesto a corrientes de aire se
deshidrata rápidamente.
Un aislamiento seguro y suficiente, junto con abundante hielo y, cuando sea necesario, con
un simple serpentín refrigerante en el techo, bastan normalmente para proteger la captura
en cualquier tipo de clima.
El tratamiento con suficiente hielo es fundamental incluso en los viajes más cortos; el
pescado empieza a deteriorarse tan pronto como muere, y se descompone cuatro veces
más rápidamente a 10°C -la temperatura de un día fresco- que a la temperatura del hielo
fundente.
Utilice siempre hielo fresco y limpio; descarte el hielo sucio y el que haya sobrado de un
viaje precedente.
Emplee hielo en trozos pequeños; los trozos grandes marcan el pescado y pueden no
enfriarle con la misma rapidez.
Use abundante hielo: una capa debajo del pescado, más hielo entremedio de éste y otra
capa encima. Esto se aplica tanto en el caso de la estiba en cajas, como en el de la estiba
a granel con anaqueles de apoyo.
Incluso si el pescado no ha sido eviscerado, no deje pasar el tiempo: enfríelo rápidamente
con hielo.
No deje de utilizar los anaqueles, aun cuando la pesca sea intensa; así evietará que el
pescado se aplaste y pierda peso.
Más vale el exceso de hielo que una cantidad insuficiente; siempre debe quedar abundante
hielo entre el pescado en el momento del desembarque.
Coloque una cantidad adicional de hielo junto a los revestimientos y mamparos por donde
entre la mayor parte del calor.
Ponga una capa espesa de hielo encima del pescado cerca del techo; eso lo protegerá del
aire caliente y evitará que se seque.
No envase el pescado de manera tan compacta que el agua de fusión no pueda fluir; el
enfriamiento es más rápido cuando fluye agua helada sobre el producto, pero el pescado
que permanece en un charco de agua y sangre se deteriora rápidamente.
Coloque el pescado eviscerado con el vientre hacia abajo, de manera que no se formen
charcos de agua sucia en su interior.
Ponga listones debajo de la hilera inferior de cajas para que el pescado esté separado del
suelo caliente y para evitar que el agua de sentina lo contamine; coloque hielo entre los
listones.
Mantenga las cajas apartadas del mamparo de la sala de máquinas instalando listones
verticales; coloque hielo también entre estos listones.
Apague las luces de la bodega siempre que no sean necesarias. Abra una sola escotilla a
la vez y ciérrela en cuanto haya terminado el trabajo.
Si la embarcación no está cubierta, coloque el pescado en cajas con hielo y proteja las cajas
con algún tipo de envoltura, de preferencia con buenas propiedades aislantes; el hielo se
puede transportar hasta los caladeros en las cajas vacías.
En las zonas tropicales, utilice cajas aisladas siempre que sea posible, sobre todo si el
pescado puede permanecer en ellas para el transporte posterior en tierra.
Pescado magro.
Cuando el pescado ha sido refrigerado a la temperatura del hielo a bordo, debe manipularse
en tierra de tal modo que esa temperatura se mantenga en lo posible durante toda la cadena
de distribución; una vez que se ha calentado resulta muy difícil enfriarlo otra vez. Cuando
el pescado se descarga sin hielo debe enfriarse con hielo lo antes posible después del
desembarque.
En los puertos grandes, donde ocurre que se vendan al mismo tiempo las capturas de varias
embarcaciones, la descarga puede tener que comenzar algunas horas antes de la venta.
El pescado que permanece durante horas en un muelle caliente sin mucho hielo que lo
cubra puede calentarse rápidamente, sobre todo en los países tropicales.
Si el tratamiento adecuado con hielo no es factible en el muelle, habrá que evitar cualquier
retraso en el transporte del pescado a otro lugar. Por ejemplo, en los puertos mayores
puede ser posible recurrir a la manipulación mecánica, y la sincronización de la llegada del
transporte puede evitar el calentamiento innecesario del pescado no protegido (Fig. 24).
El pescado no tratado con hielo puede alcanzar los 15°C en el momento del desembarque
en los climas templados, y hasta 30°C o 35°C en las zonas tropicales. A menos que se
pueda enfriar rápidamente en tierra, la captura se deteriorará en muy poco tiempo. El hielo
debe distribuirse por todos los ejemplares, para obtener un enfriamiento efectivo. El
pescado caliente que se halle en cajas apiladas permanecerá caliente si se rocía hielo
únicamente por encima de la pila. Hay que poner hielo en cada caja para enfriar su
contenido, y cuando sólo sea posible colocar hielo en la parte superior de las cajas, será
mejor que éstas sean poco profundas.
Pescado graso.
Dado que la caballa y otras especies grasas pequeñas suelen capturarse en grandes
cantidades durante una temporada bastante corta y a menudo no lejos de los puertos,
cuando se desembarcan son, por lo general, de calidad bastante uniforme. La venta se
puede efectuar entonces sobre la base de una muestra, y el grueso de la captura se puede
trasladar directamente del pesquero a un vehículo de transporte por carretera sin demoras
en el muelle. Si el pescado está destinado a una fábrica situada cerca del muelle en un
puerto grande, a veces es posible trasladarlo desde la bodega del buque hasta la recepción
de la fábrica por medio de una bomba o transportador.
Otra posibilidad es utilizar agua de mar refrigerada para enfriar grandes cantidades de
pescado graso pequeño, ya sea en ei muelle o, si están destinadas a una planta
elaboradora cercana, en la fábrica misma. El arenque no refrigerado que aún esté caliente
en el momento de descargario del buque y que se envíe a una fábrica o mercado a cierta
distancia del puerto puede estar totalmente estropeado al final de un viaje de sólo pocas
horas de duración.
Mariscos.
En muchos casos, los mariscos se desembarcan vivos relativamente poco tiempo después
de su captura. Durante este período suele ser suficiente cubrirlos de manera que no estén
directamente expuestos a la iuz del sol, y la mayoría de las especies deben también
mantenerse húmedas. Después del desembarque, la captura debe refrigerarse io antes
posible, mezclándoia íntimamente con el hielo para asegurar un enfriamiento rápido. Si el
viaje de pesca tiene una duración mayor, las ventajas del enfriamiento rápido con hielo son
tan importantes como en el caso del pescado. Puesto que los mariscos suelen ser más
valiosos que otros tipos de productos del mar, se emplean cantidades más generosas de
hielo a fin de asegurarse de que sean suficientes para mantener la temperatura de
refrigeración en la eventualidad de que ocurran retrasos imprevistos.
En los locales del comerciante portuario
Cuando el pescado se vende en el muelle a un comerciante o elaborador del puerto, debe
trasladarse a los locales respectivos con la mayor celeridad posible. Las principales
funciones de estas personas pueden ser simplemente envasarlo y transportarlo a los
grandes centros urbanos, o bien someterlo a algún tipo de transformación, como el
fileteado, el ahumado, la salazón o el secado, o la congelación rápida seguida del
almacenamiento en frío para su conservación prolongada. Cualquiera que sea el mercado
final del pescado, la manipulación de la materia prima será aproximadamente igual.
Tan pronto como el pescado llega a los locales del comerciante desde el muelle, debe
enfriarse o reenfriarse con hielo, si no ha de someterse a una elaboración inmediata. No
basta poner el pescado en una cámara frigorífica sin hielo; el enfriamiento sería muy lento,
porque el aire es un mal conductor térmico. El pescado debe mezclarse primero con trozos
pequeños de hielo y luego ponerse en una cámara de refrigeración, de modo que la misión
del hielo quede limitada a enfriar el pescado y no el aire caliente exterior. La cámara
frigorífica puede utilizarse para conservar el pescado que ya haya sido enfriado a la
temperatura del hielo, pero, incluso entonces, se necesitará algo de hielo encima del
pescado expuesto para evitar que se seque.
El pescado que no ha sido eviscerado puede tener que someterse a esta operación como
primera medida en tierra, ya que los intestinos se alteran rápidamente y pudren la carne
contigua. El resto de las operaciones, como el descabezado, el fileteado o la apertura,
dependerán de las necesidades del mercado. Todas las operaciones deben efectuarse en
un ambiente frío; en los tiempos de espera la materia prima debe protegerse mediante el
uso acertado de hielo y frigoríficos.
En la pescadería
El pescado que se expone en los mostradores de las tiendas debe mantenerse sobre un
lecho de hielo. Un rociado adicional de trozos de hielo sobre el producto y a su alrededor
contribuirá a mantenerlo bien refrigerado y a mejorar su aspecto.
Figura 25. Exposición de pescado fresco para la venta al detalle
El aislamiento en la parte inferior del mostrador ayuda a conservar el hielo; también puede
utilizarse un mostrador refrigerado, siempre que la temperatura se mantenga por encima
del punto de fusión del hielo. Los productos no deben exponerse sin hielo en este tipo de
mostrador. Al igual que en la cámara frigorífica, el pescado sin hielo se deshidrata, adquiere
un aspecto mortecino y poco atractivo y puede congelarse parcialmente. La regulación de
la temperatura de los mostradores refrigerados puede resultar difícil e imprecisa, pero el
hielo actúa como termostato.
Los productos de pescado ahumado no deben estar en contacto directo con el hielo, pero
pueden exponerse en el mismo mostrador que el pescado fresco, colocándolos en bandejas
encima del lecho de hielo. Al igual que en el caso del pescado fresco, la reserva de pescado
ahumado debe mantenerse en una cámara refrigerada, exponiendo cada vez sólo
cantidades pequeñas para la venta.
Por último, debe recordarse que el pescado permanece fresco sólo durante un tiempo
limitado, incluso si está rodeado de abundantes cantidades de hielo. La reserva de pescado
debe reponerse a intervalos frecuentes, y, si no se está del todo seguro de que esté fresco,
no debe venderse. En caso de duda, deséchelo.
La Figura 26 ilustra un método interesante que se utiliza en Asia oriental para envasar
pescado eviscerado de talla mediana o grande. La lámina de plástico reduce el
calentamiento del producto al proteger el contenido del cesto de los aumentos de
temperatura que se producirían por convección del aire y difusión de humedad durante el
transporte.
El hielo que se coloca en una caja de pescado tiene dos funciones: primero, enfriar el
pescado a 0°C y, segundo, mantenerlo a dicha temperatura a pesar del calor que penetre
en la caja desde el entorno. El pescado fresco es un mal conductor del calor, lo que significa
que éste tarda mucho tiempo en atravesarlo. En algunas pesquerías es una práctica
corriente envasar los filetes en estratos de unos 10 cm de profundidad en una caja con una
capa de hielo de 2 a 3 cm de espesor en la parte superior; de esta manera los filetes tardan
aproximadamente 24 horas en enfriarse de 10°C a 0°C. Como se explicó en el Capítulo 2,
el tiempo que tarda un pescado o filete en enfriarse depende de lo alejado que esté de la
capa de hielo, de modo que los filetes del fondo de la caja se enfriarán con mucha lentitud;
la caja puede muy bien llegar a su destino con hielo sobrante encima del pescado y, sin
embargo, contener filetes que estén a 5°C o más. Lo ideal es que el pescado o los filetes
se enfríen hasta una temperatura próxima a los 0°C antes del envasado.
Así pues, es muy importante que el hielo se coloque en los sitios apropiados. Si se pone
hielo sólo en los extremos de la caja, por ejemplo, el pescado del centro puede tardar varios
días en enfriarse, o incluso no llegar a enfriarse en absoluto.
En otras palabras, lo que hay que hacer es utilizar el hielo de manera correcta y controlar
la temperatura con la mayor frecuencia posible, verificando asimismo durante el transporte
que quede hielo en las cajas.
1,3 <1 4
2,5 2 18
5,0 8 >24
7,5 18 >24
7 5 1,5
7,5 10 2
7,5 15 2,75
15 5 6
15 10 9
15 15 2,5°C después de 10 h
Cuántas cajas se necesitan
Si se conocen las proporciones de pescado y hielo, es relativamente fácil calcular el número
de cajas que se requiere para cada carga. Sin embargo, cuando hay que clasificar el
pescado por especies, tallas, fuentes u otros criterios, la necesidad de cajas aumenta
invariablemente, ya que algunas de ellas no se llenarán del todo. En estas situaciones habrá
que aplicar un factor de contingencia, que podrá basarse en la experiencia precedente o en
una estimación bien fundada.
Los desplazamientos de las cajas pueden trazarse como un diagrama a línea que muestre
las diversas rutas y operaciones. El ejemplo que se presenta en la Figura 28 se basa en
una operación de recogida y elaboración de pescado en que se aplican las siguientes
condiciones:
Para obtener el diagrama final de distribución de las cajas que se presenta en la Figura 28
se emplea a veces un procedimiento de aproximaciones sucesivas. El principal requisito es
que las cajas estén disponibles en cada etapa para almacenar el pescado; en este caso, el
punto de partida fue la necesidad de que a las 18.00 h hubiera en el centro de recogida 300
cajas llenas de pescado listas para su transporte a la fábrica. Además, si se cambiaba de
cajas el pescado del arrastrero, habría 150 cajas sucias que lavar. Este ritmo diario indica
claramente que para mantener el sistema de recogida del pescado se requieren 900 cajas;
añadiendo un factor de contingencia del orden del 10 por ciento, habrá que comprar 1 000
cajas. Si se prevén variaciones durante la semana, los desplazamientos de las cajas
deberán determinarse abarcando un período más largo.
El producto debe preenfriarse antes del envasado, y también es útil enfriar previamente los
envases y contenedores. Esta práctica reduce la cantidad de refrigerante requerida y, por
consiguiente, el peso y las necesidades de espacio. El preenfriamiento rápido también es
una buena práctica, porque elimina la posibilidad de un período de enfriamiento prolongado,
durante el cual se acelera la descomposición del pescado.
Una de los primeros aspectos de los que hay que ocuparse es la elección de los materiales
de envasados adecuados. Diferentes productos pueden requerir materiales distintos para
alcanzar la debida durabilidad y hermeticidad y para conseguir las propiedades de
aislamiento necesarias al menor costo posible. En la elección de los materiales pueden
influir además consideraciones de carácter local.
Tanto el refrigerante como el producto pueden tener que envasarse en bolsas selladas
herméticamente. El polietileno es un material adecuado para este propósito y su grosor
debe ajustarse al tipo de producto. Por ejemplo, para el marisco puede ser necesario utilizar
un material más grueso, si hay mayor probabilidad de que la bolsa se perfore. Con
frecuencia se coloca un material absorbente dentro del contenedor, aun cuando no haya
ninguna pérdida de fluido del producto ni del refrigerante. En determinadas condiciones, el
vapor de agua del aire circundante puede condensarse en las superficies externas frías de
los envases, y no debe permitirse que ese vapor se filtre o absorba, debilitando el material
utilizado para el contenedor externo.
Los refrigerantes utilizados para enfriar el pescado que se transporta por vía aérea pueden
ser geles, hielo seco (anhídrido carbónico sólido) y hielo de agua. Los geles tienen la ventaja
de que no producen ningún efluente gaseoso ni líquido durante el período de
almacenamiento; sin embargo, empleados en un régimen de no retorno, resultan más caros
que otros refrigerantes. El hielo seco produce una emanación de anhídrido carbónico
gaseoso que desplaza al oxígeno en los espacios cerrados, por lo que está clasificado por
las líneas aéreas como una sustancia potencialmente peligrosa y sujeto a normas
especiales que estipulan cómo y cuándo se puede utilizar. Una precaución que debe
adoptarse es la de dar salida al gas de anhídrido carbónico, para evitar la ruptura del envase
o contenedor. Puede haber asimismo normas que limiten la cantidad de hielo seco que es
posible cargar en la bodega de un avión. Por lo tanto, cada envase deberá llevar una
etiqueta que indique el peso inicial de hielo seco utilizado. La oficina que tramita los
cargamentos de la línea aérea señalará las instrucciones de envasado y etiquetado que se
han de seguir. El hielo de agua, por su parte, tiene una capacidad de enfriamiento para un
peso dado menor que la de otros refrigerantes, pero, a condición de que no se salga del
contenedor, es inocuo y relativamente barato. Además, regula la temperatura a 0°C, un
valor muy conveniente, mientras que con los otros refrigerantes hay que tener cuidado de
que no se produzca una congelación parcial del producto. Los refrigerantes deben
disponerse dentro del envase de manera que el enfriamiento sea uniforme (Fig. 29).
Como se puede observar en el Cuadro 17, el aislamiento de una caja de pescado reduce
considerablemente la velocidad de fusión del hielo durante el almacenamiento. Si el tamaño
del recipiente es mayor, como en el caso de un contenedor aislado, también disminuye la
cantidad de hielo requerida; y, por último, el almacenamiento en una cámara aislada, aun
si las cajas no tienen aislamiento, reduce todavía más la velocidad de fusión del hielo.
El empleo de hielo se puede reducir a una cantidad casi insignificante si las cajas de
pescado se almacenan en un espacio refrigerado. En la mayoría de los casos, el costo de
refrigeración adicional queda más que compensado por el ahorro de hielo. Este sistema se
utiliza a menudo cuando es importante economizar espacio de almacenamiento y también
reducir la fusión del hielo. El empleo de cajas sin aislamiento y la ausencia de grandes
cantidades de hielo permiten transportar una mayor carga útil de pescado. Las aplicaciones
típicas (de los sistemas refrigerados) son en las embarcaciones pesqueras más grandes y
en los medios de transporte.
Algunos de los beneficios descritos en cuanto a la menor fusión del hielo se basan en
relaciones simples determinadas a partir de una única caja o contenedor que no reflejan
realmente las condiciones comerciales. Por ejemplo, las cajas de pescado se suelen
colocar en pilas, y en esas condiciones la fusión del hielo de una carga de pescado es
considerablemente menor. Sin embargo, es razonable utilizar una sola caja o contenedor
como orientación. La práctica de enfriamiento con hielo ha de ser adecuada para todas las
eventualidades. Las cajas pueden almacenarse separadas unas de otras, o bien quedar
colocadas en la parte externa de una pila, donde la fusión será muy parecida a la de las
cajas individuales.
La elección de una caja con aislamiento no dependerá sólo del ahorro potencial de hielo
que se consiga durante el almacenamiento normal, sino también de las condiciones que
reinen durante todo el período de manipulación y almacenamiento. Por ejemplo, si las cajas
se han de exponer a altas temperaturas ambientales, incluso por un tiempo relativamente
breve, será mejor que estén aisladas, pues de lo contrario podrían perderse todos los
beneficios del uso de cámaras aisladas o refrigeradas durante el resto del período de
almacenamiento. El tipo de contenedor y la elección de los materiales utilizados para su
construcción no dependerán únicamente del ahorro potencial de hielo, sino también de los
otros costos y de aspectos relacionados con la higiene, la disponibilidad de materiales y la
manipulación.
Termómetros
Al hablar de termómetros, muchas personas piensan solamente en el conocido termómetro
de mercurio en tubo de vidrio. Este instrumento se basa en la expansión y contracción del
mercurio para indicar la temperatura en una escala calibrada. Sin embargo, este tipo de
termómetro de vidrio no es adecuado para medir la temperatura del pescado, debido al
riesgo de que se rompa, a su lenta respuesta a las variaciones térmicas y al tamaño
relativamente grande de la cubeta sensible a la temperatura, que no permite hacer
mediciones en puntos precisos, por ejemplo en el centro de un pescado pequeño. Los
termómetros de vidrio protegidos por una cubierta metálica son aptos para controlar la
temperatura en una serie de procesos, pero tampoco deben utilizarse en los casos en que
su ruptura pueda ocasionar una peligrosa contaminación del pescado.
Los cambios de temperatura modifican también otras propiedades de los materiales, por
ejemplo la resistencia eléctrica, lo que permite construir termómetros basados en la
medición de esas modificaciones. En la actualidad, estos termómetros son generalmente
instrumentos manuales de dimensiones pequeñas, que dan una lectura digital directa de la
temperatura, utilizando sondas que se pueden emplear sin riesgos en el pescado.
Termómetro de cuadrante.
Este tipo de termómetro está diseñado para dar una indicación visual permanente de la
temperatura. Sirve para controlar la temperatura de las cámaras frigoríficas, las bodegas
de pescado, los estanques de salmuera, los sistemas de AMR y muchas otras aplicaciones
parecidas. El instrumento consiste en una cubeta llena de líquido, conectada mediante un
tubo delgado a un cuadrante que indica la temperatura.
Otros instrumentos semejantes se basan en la expansión de un gas dentro de la cubeta o
en las variaciones de la presión de vapor de un líquido para accionar el cuadrante. Los
instrumentos que se encuentran en el comercio tienen tubos de distinta longitud, que
normalmente no supera los 5 a 10 m. El grado de precisión y la rapidez de respuesta pueden
seleccionarse con arreglo a la aplicación a la que estén destinados, pero siempre serán
muy inferiores a los de los instrumentos con sonda antes descritos. Para las aplicaciones
relacionadas con la elaboración del pescado, los elementos sensibles a la temperatura
deben ser de acero inoxidable u otros materiales no corrosivos.
La modalidad más sencilla de este tipo de instrumento se basa en el mismo principio que
el termómetro de cuadrante, pero, en lugar de tener un indicador de la temperatura, el
elemento sensor está acoplado de forma mecánica a una pluma que registra
constantemente la temperatura en un gráfico. Los gráficos suelen tener una duración de 24
horas o de 7 días; este tipo de instrumento se utiliza con frecuencia para el control de
procesos.
Este procedimiento elimina cualquier error causado por conducción de calor a lo largo de la
sonda. El instrumento empleado para este propósito debe tener una precisión del orden de
± 0,5°C. La escala ha de estar graduada en divisiones de no menos de medio grado.
Al medir la temperatura del pescado han de tenerse presentes las siguientes reglas:
En el caso de la bodega de un pesquero, los requisitos para medir la temperatura son muy
similares a los de una cámara frigorífica. En ambos casos, cuando se haya elegido un sitio
que dé una temperatura representativa de todo el local, ese deberá ser también el lugar en
que se coloque el elemento sensible a la temperatura del termostato regulador del sistema
de refrigeración. Las marcas de escala del indicador deben corresponder a divisiones de
un grado como máximo y la indicación del instrumento no debe desviarse en más de un
grado de la temperatura verdadera.
De preferencia deben registrarse también las temperaturas en otras fases del proceso; el
hecho de tener que cambiar el gráfico asegura al menos un control periódico de las
variaciones de temperatura. El instrumento debe ser resistente, y su precisión
proporcionada a los requisitos del proceso. Además de estas reglas generales, el
instrumento debe seleccionarse especialmente para la aplicación en cuestión.
En algunas fábricas elaboradoras modernas, la vigilancia y el control de la temperatura
forman parte de un sistema totalmente integrado de vigilancia y control de la planta, que
puede estar interconectado con una computadora programada para la visualización, el
ajuste de las alarmas y la realización de análisis.
Caliente y frío
Caliente y frío son sólo términos relativos; por lo tanto, no dan una expresión cuantitativa ni
del contenido de calor ni de la temperatura de un cuerpo.
Calor
El calor es una forma de energía; la adición o sustracción de calor es lo que da lugar a un
cambio de temperatura o a una variación de fase. Por lo tanto, resultará más fácil entender
qué acaece durante el enfriamiento si éste se concibe correctamente como una
transferencia de calor y no como la adición de algo que se llama “frío”. El calor se puede
medir, el “frío” no. La transferencia de calor ocurre en la dirección de la temperatura más
baja. En palabras simples, esto significa que el pescado no se puede enfriar sin ayuda de
algo que esté más frío y que actúe como receptor del calor que se ha de eliminar del
pescado. Por ejemplo, si el hielo está más frío que el pescado, el calor pasará de éste a
aquél, bajando así la temperatura del pescado.
Calor específico
El calor específico es el calor que da lugar a un cambio de temperatura. El calor específico
de una sustancia es una medida de la cantidad de calor que es necesario suministrar a la
unidad de masa de esa sustancia para elevar su temperatura un grado, siempre que no
ocurra una variación de fase. El calor específico del agua pura es una caloría por gramo,
en condiciones especificadas. Por consiguiente, si se dice que el del pescado es 0,8, esto
representa tanto un valor absoluto de 0,8 calorías por gramo, como la relación entre el calor
específico del pescado y el del agua. El calor específico puede no ser un valor constante,
sino variar, por ejemplo, según la temperatura. Además, sus valores pueden cambiar
cuando se produce una variación de fase. Por ejemplo, el calor específico del pescado
congelado es del orden de 0,4, es decir, aproximadamente la mitad del valor
correspondiente al pescado no congelado.
Variación de fase
Las fases en que puede existir un material son tres: como sólido, como líquido o como vapor
o gas. Cuando el agua se congela y forma hielo, experimenta una variación de fase. Lo
mismo ocurre cuando el agua se evapora y forma vapor. El hielo que se funde y el vapor
que se condensa producen agua.
Sublimación
Es posible que un material experimente dos variaciones de fase al mismo tiempo o,
expresado de manera más correcta, que omita la fase intermedia, pasando, por ejemplo,
de sólido a vapor. Si el hielo se transforma directamente en vapor sin convertirse primero
en líquido, esta doble variación de fase se denomina sublimación. La sublimación ocurre
también cuando el pescado congelado se deshidrata durante el almacenamiento refrigerado
a bajas temperaturas.
Calor latente
El calor latente es la cantidad de calor que absorbe o genera una unidad de masa de un
material durante una variación de fase. Así pues, existe un calor latente de licuefacción
(cuando el hielo se transforma en agua), un calor latente de evaporación (cuando el agua
se convierte en vapor) y un calor latente de sublimación (cuando el hielo se transforma en
vapor). En cada una de estas variaciones de fase se añade calor, mientras que en las
variaciones inversas -transformación de vapor en líquido, de líquido en sólido o de vapor en
sólido- se produce una eliminación o pérdida de calor.
Transferencia térmica
Si una sustancia experimenta un cambio de temperatura o una variación de fase, significa
que ha ocurrido una transferencia térmica. El calor se transmite básicamente de tres formas:
por conducción, convección y radiación. En la practica, en la mayoría de las situaciones en
que se produce una trasferencia térmica intervienen dos de estas formas de transmisión de
calor, o incluso las tres.
Conducción
La conducción es la transferencia térmica obtenida por contacto directo. El pescado que se
enfría por contacto directo con el hielo experimenta una transferencia térmica por
conducción.
Convección
La convección es la transferencia térmica causada por el movimiento natural o forzado de
un fluido (líquido o gas). El pescado de una cámara de refrigeración se puede enfriar por
transmisión térmica convectiva debido a la circulación del aire, ya sea natural o provocada
por un ventilador. Análogamente, el pescado que se halla en agua de mar refrigerada se
enfría por convección como consecuencia de la circulación por bombeo del agua
refrigerada.
Radiación
La transferencia térmica por radiación desde una fuente de calor hacia un cuerpo se efectúa
sin que se caliente el espacio intermedio y sin necesidad de un material intermedio. El
pescado que permanece descubierto al aire libre absorbe el calor irradiado por el sol; y el
que está expuesto a una fuente luminosa en un espacio cerrado también experimenta una
transferencia térmica radiante.
Conductividad térmica
El calor se transmite a través de las sustancias a velocidades diferentes. La propiedad que
indica esta velocidad es la conductividad térmica. Esta es la tasa de transferencia térmica
a través de una sección de material de 1 m2 de superficie y un metro de espesor cuando la
diferencia de temperatura es de 1°C. Las unidades son kcal/m/m2h °C o, de manera
simplificada, kcal/mh °C.
multiplicar
Para obtener a partir de
por
lb/pulgadas al cuadrado
6895 Pascales (N/m2) (Pa) 0,000145
(lb/in2) (psi)
tonelada de refrigeración
12 Btu/h × 1 000 0,08333
(EE.UU.)
Agua pura
Agua de mar
1,027 t/m
2,0% -1,2°C
3,0% -1,6°C
3,5% -1,9°C
4,0% -2,2°C
Hielo
Densidad
0°C 1,91
-10°C 1,99
-20°C 2,08
Hielo en bloques
1,4–1,5
machacado
multiplicar
Para obtener a partir de
por
metros cuadrados
10,76 pies cuadrados (ft2) 0,0929
(m2)
1,8 kcal/kg