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E.L.U.A., 10,1994-1995, pp: 259-280.

ANOTACIONES SOBRE LOS COMPONENTES DE LA COMU-


NICACIÓN EN EL DISCURSO POLÍTICO GUBERNAMENTAL

COVADONGA PENDONES DE PEDRO


(Universidad de Madrid)

RESUMEN

The object of the present article is to reanalyse the communication system


proposed by R. Jakobson within the govemmental political speech. It is established
some complex components within the enunciator frame, where the person deixis
are configurated as very functional units and it also helps to determinate the
discursive-ideological priorities of the enunciator.

1. INTRODUCCIÓN

1.1. La instancia comunicativa es, sin duda, uno de los puntos obligados en
cualquier investigación sobre el discurso, ya sea oral o escrito. Este extenso
mundo situacional, soporte de toda comunicación y, a su vez, creadora de ella,
comprende elementos de diversa naturaleza que Jakobson llamó «factores
inalienables de la comunicación verbal» (1963:214). El modelo que elaboró
dicho autor sobre el «esquema de la comunicación» ha sido ampliamente
difundido como un modelo simétrico y estable, aplicable a toda situación de
comunicación. Sin despreciar en absoluto tan importante aporte, intentaremos,
en el presente análisis, retomar algunos de esos elementos constitutivos de la
comunicación (sujeto emisor, receptor, mensaje y canal) con el fin de
replantearlos en el marco del discurso político gubernamental (d.p.g.),
puesto que tales elementos están lejos de mantener un funcionamiento regular
y unívoco dentro del marco de la comunicación oficial.

259
1.2. El análisis del discurso debe observar dos niveles que, —por más
evidente que parezca—, dan cuenta de los sistemas de producción e
interpreta-ción del mensaje discursivo:

a) Nivel del enunciado (significado del mensaje)


b) Nivel de la enunciación: instancia productiva e interpretativa
(emisor y receptor).

La interacción de las fases de producción e interpretación del mensaje pone en


funcionamiento una serie de mecanismos propios de las estrategias discursivas. El
ocultamiento de la fuente de origen, el establecimiento de códigos ideológi-cos
subliminales o explícitos, la interpretación «abierta» (Eco, 1962) del men-saje por
parte del receptor, son algunos de estos procedimientos que los partici-pantes de
la comunicación pueden seleccionar consciente o inconscientemente. Por ejemplo,
un mensaje referencial, o sea, denotativo y verificable (i.e. «No hay nubes en el
cielo») puede aportar información emotiva (producción de estímulos, reacciones o
comportamientos específicos), dependiendo de la inten-ción o motivación que el
productor dé a su enunciado y, simultáneamente, dependiendo del sistema de
decodificación que aplique el receptor al interpretar el mensaje. Por ello, no cabe
duda de que emisor, receptor y mensaje se confabulan; el paso de información de
la fuente de origen al lugar de destino, por tanto, no es una transferencia directa y
transparente; todo lo contrario, se trata de un paso difícil con interferencias de
todo tipo, ocultamientos, favoritis-mos, sentidos traicionados, dirigidos o
ambiguos. Kerbrat-Orecchioni (1986:25) llama «filtros» a ios avatares o
difuminación que puede sufrir el mensaje en el proceso de comunicación 1. Estos
filtros se generan e insertan en cada una de las competencias lingüísticas,
paralingüísticas y no lingüísticas que conforman todo el espectro de elementos
pertinentes que afectan a los sujetos de la comunicación (emisor y receptor).

Tradicionalmente se ha sostenido que el acto comunicativo se funda sobre la


existencia de un código común a dos hablantes, un sistema de signos convencio-
nales perfectamente integrado e identificado por ambos participantes. Sin em-
bargo, la consideración del uso de una «archilengua» común y unívoca para los
dos participantes es insuficiente; resulta más adecuado justificar la presencia de
dos idiolectos, en vez de un código. Cada hablante participa de un idiolecto único,
intransferible, tanto para producir como para interpretar mensajes. Por ello,
aunque los enunciadores se conformen con el sentido que la lengua-código
proporciona a sus palabras, las intenciones de ambos no tienen por qué coincidir

1
En la teoría de la información, los llamados «ruidos» poseen características similares a los
«filtros», puesto que también pueden introducirse en la comunicación en forma de perturbación o
alteración del mensaje (Eco, 1984: 144)

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con lo que se quiere decir. En consecuencia y debido a la intercomprensión
parcial que sufren los enunciadores en el proceso comunicativo, la
transferencia de información mantiene el mismo significante mientras que el
sentido es susceptible de múltiples alteraciones.
1.3. Lo anterior nos lleva a una reformulación del mencionado esquema de la
comunicación propuesto por Jakobson, en torno al destinador/destinatario (con-
texto, mensaje, contacto y código), a fin de introducir elementos que den cuenta de
fenómenos que pueden modificar, alterar o transtornar el hilo de la transfe-rencia
comunicativa desde su fuente de origen a su lugar de destino. El doble modelo de
producción/interpretación que poseen todos y cada uno de los hablantes (sean
emisores o receptores), debe, a su vez, incluir todos los campos de competencias
pertinentes para la configuración de un sujeto comunicante.
El siguiente esquema se basa en la propuesta de Kerbrat-Oreccioni (1986:27)
con ligeras modificaciones formales. Veamos:

ESQUEMA DEL MODELO DE COMUNICACIÓN

Modelo de producción Modelo de interpretación

competencias lingüísticas y para- competencias lingüísticas y para-


lingüisticas lingüísticas

competencias ideológica y cultural competencias ideológica y cultural

determinaciones síquicas determinaciones síquicas

restricciones del universo restricciones del universo del


del discurso discurso
(codificación) (decodificación)
SUJETO EMISOR MENSAJE SUJETO RECEPTOR

Las competencias lingüísticas definen no sólo el código de la lengua como


sistema convencional de signos, sino que incluyen también la participación de los
idiolectos de los hablantes como instrumentos funcionales del proceso
comunicativo. Las competencias paralingüísticas (mímica y gestos) permiten
otro canal de significación, funcionando como soporte de la comunicación oral.
De hecho, la importancia de los comportamientos paraverbales se demuestra, por
ejemplo, en el «contacto ocular» mediante el cual el locutor selecciona con la
vista al oyente destinatario de sus palabras.

261
Las competencias ideológica y cultural mantienen, a todas luces, una
es-trecha pero difícil y oscura relación con el universo lingüístico. Por una
parte, el factor cultural toma en cuenta el conjunto de los conocimientos
implícitos que el sujeto posee del mundo en una suerte de archivo o
enciclopedia. Por otra parte, la ideología está considerada, a muy grandes
rasgos, como el conjunto de sistemas de interpretación y evaluación sobre
el universo referencial (Kerbrat-Orecchioni:26). La relación que sostienen
tales competencias con la práctica lingüística contribuye a acentuar las
posibles divergencias idiolectales entre hablantes.
Las investigaciones sobre las determinaciones sicológicas y
sicoanalíticas se encuentran aún en un grado experimental, aunque se está
tratando de encontrar relaciones de incidencias del «ego» sicoanalítico sobre
selecciones lingüísticas como los pronombres personales y los deícticos.
Finalmente, las restricciones sobre lo que Kerbrat-Oreccioni llama universo
del discurso tienen que ver con las limitaciones impuestas, de un lado, por las
condiciones concretas y propias de la situación de comunicación (enunciados
orales o escritos, monologados o dialogados, lugar y organización del espacio
comunicacional, etc.); y, de otro, por las restricciones estilístico-temáticas que
pesan sobre el mensaje (género del discurso, tipo de enunciados —narrativos,
descriptivos, poéticos, didácticos— etc.).
La confluencia de los elementos propuestos en el esquema de la comunica-ción
permiten, desde el punto de vista metodológico, dar cuenta de gran variedad de
fenómenos que antes no tenían cabida en el espacio de las interacciones
comunicativas. Con ello, pretendemos equiparar la importancia de los papeles de
producción e interpretación, puesto que es evidente que un emisor amplía, reduce,
dirige y manipula su mensaje, consciente o inconscientemente, depen-diendo del
alocutorio al que vaya dirigido. En el caso particular del discurso político, tal
consideración es, obviamente, de máxima importancia.

II. EL MENSAJE
II.l. El contexto o situación comunicativa puede propiciar la aparición de un
«campo de sugerencias» (Eco, 1984:116) que favorezca las condiciones en las que
el mensaje se da, de tal suerte que acentúe los estímulos y reacciones en la
interpretación del mismo. De esta forma, el mensaje se encuentra «abierto» a una
lectura amplia que beneficia el aumento de la información, gracias a la
ambigüedad, polivalencia y posibilidad de ser interpretado de infinidad de modos
diferentes2. La propuesta ^e Eco en Opera Apena (1962) resulta útil para dar
cuenta de la eficacia ideológica que el emisor pretende ejercer sobre el

2 Eco (op. cit: 128) llama a este caos preconcebido «caosmos»: «Por lo tanto, la voluntad de
comunicar de un modo ambiguo y abierto influye sobre la organización total del discurso determi-
nado su plenitud sonora, su capacidad de provocación imaginativa»

262
receptor, a partir de la mayor o menor «apertura» de su mensaje.
El emisor puede presentar un mensaje de «apertura explícita» (op.cit:126)
organizando intencionadamente el sistema de significantes a través de todo el
discurso. La «apertura», por naturaleza, favorece a la información, es decir,
cuanto mayor es la cantidad de información, tanto más rico es el mensaje:

«El problema que se plantea es el de un mensaje rico de información, por


lo ambiguo y no obstante, precisamente por ello, difícil de decodificar»
(op.cit:161)

En efecto, a mayor información del mensaje, más difícil su comunicación y, a


la inversa, a mayor claridad, orden y comprensibilidad, menor información 3 y, por
ende, más previsible resulta. El mensaje abierto se proyecta como un campo de
posibilidades interpretativas, repleto de estímulos que generan reacciones y
diversas lecturas en el receptor. Las propiedades «diafragmáticas» del mensaje
tienen, a su vez, consecuencias en la eficacia ideológica sobre el receptor, tal y
como observa Carlos Reis (1987:64), en relación con el discurso literario:

«Cuanto mayor sea la apertura inherente al discurso literario, más débil


será su eficacia ideológica, justamente por ser muy amplio el margen de
libertad interpretativa y, en consecuencia, la posibilidad de escapar al alcance
de una doctrinación así cuestionada;»

Por lo tanto, un mensaje de poca apeitura (comprensible, obvio, unívoco y


organizado) en cierta manera definirá e impondrá transparentemente los cua-dros
ideológicos del discurso desde un comienzo. No obstante, no es lícito deducir que
los mensajes abiertos eliminan la dimensión ideológica del discurso a causa de su
aparente anarquía interpretativa. Por el contrario, hemos expuesto que la gran
cantidad de información dificulta la decodificación por parle del receptor pero no
por ello, está exento de captar signos ideológicos insertos en el mensaje. A la
inversa, un mensaje de poca apertura no contiene necesariamente gran contenido
ideológico por el mero hecho de su transparencia informativa. La cuestión estriba
en que mensajes, por ejemplo, religiosos, moralistas y políticos, al ser
prioritariamente prescriptivos (Morris, en Hierro,1986:333), intentan ejercer una
mayor efectividad sobre su auditorio, buscan su convenci-miento y adhesión y,
por lo tanto, trabajan desde directrices ideológicas trans-parentes a fin de no
confundir a sus destinatarios.

II.2. No obstante, resulta muy aventurado considerar que el discurso político

3
En líneas generales, entendemos que la información es una cantidad sumada que se
añade al patrimonio de información ya obtenida y que se oresenta como una adquisición
original. (Eco, op. cit: 136).

263
no pueda aprovecharse de estrategias de apertura y pretender ofrecer una
interpretación más o menos libre. Obviamente, el d.p. no puede ser comparado
con el discurso poético en tanto éste último posee un sistema de significación
mucho más complejo, ya que funda su propio valor en la novedad de organización
del material, dado que «constituye en cada caso un aumento de la información
para el usuario» (Eco: 1984:118). El discurso político no pretende establecer
esquemas innovadores; persigue simplemente el valor y la riqueza informativa sin
que intervengan todos los significados posibles; sin embargo, el mensaje político,
sin pretender llegar a la apertura poética, es capaz de mantener oscilante su
transparencia informativa sin perder la eficacia ideológica deseada.

III. EL SUJETO EMISOR

1.1. La presencia del emisor en un discurso determinado puede ser interpre-


tada desde múltiples puntos de vista: sujeto como fuente de origen del enunciado,
sujeto como locutor o narrador de éste, sujeto como agente de la acción del
enunciado. Con el fin de evitar confusiones terminológicas, trataremos de
identificar los diferentes sujetos que intervienen en la instancia emisora.
Desde la perspectiva tradicional, tenemos un sujeto del enunciado (st) y un
sujeto de la enunciación (Sj). El sl actúa como sujeto gramatical del enuncia-do;
es quien ejecuta la acción y puede o no coincidir con S,. Por su parte, S x es el
responsable de la enunciación del enunciado. Por lo tanto, en un enunciado como
«España negocia con la CEE los presupuestos anuales», Sx y st no coin-ciden
puesto que el sujeto de la enunciación (quien emite el enunciado) no puede
identificarse con un sujeto-agente del enunciado gramatical (España).
Pragmáticamente, la categorización del sujeto del enunciado y el sujeto de la
enunciación es sumamente útil. No obstante, las dificultades aparecen a la hora de
profundizar en las propiedades de S,. Según la teoría polifónica de la enun-ciación
de Ducrot (1984), es necesario deshacerse del viejo estigma de la «unicidad» del
sujeto, que considera que un enunciado corresponde a un único sujeto. ¿Qué
marcas caracterizan a un sujeto? En primera instancia, tiene a su cargo toda la
actividad sicofísica para la producción de un enunciado (trabajo muscular e
intelectual). En segundo lugar, el sujeto es creador de su producción lingüística y
fuente de origen de un enunciado determinado. Finalmente, el sujeto es el
responsable de lo que dice, de su enunciado, en otras palabras, alguien a quien se
le debe imputar la responsabilidad de una emisión determinada de palabras. No
obstante, de inmediato observamos que un sujeto puede no configurarse
enteramente a partir de estos tres grandes rasgos. Por ejemplo, puede ser el
responsable «legal» de un documento al que se suscribe pero del cual no ha
participado como sujeto creador (es el caso de las cartas de adhesión o protesta,
documentos de autorización, solicitudes, etc., textos que la adminis-

264
tración ya tiene redactados y dispuestos como fórmula oficial). Por otra parte, el
sujeto no necesariamente es el sujeto físico que realiza la emisión («utterance»
según la lingüística norteamericana). De ahí que la sociedad haya creado la figura
de sujetos que se dediquen a la simple —pero difícil— tarea de comunicar los
enunciados de otros (pregoneros, portavoces, locutores, etc.).

III.2. Como consecuencia de lo anterior, se- hace prioritario definir las


funciones y capacidades de los sujetos de nuestro estudio. Consideramos
conve-niente partir de la figura del sujeto de la enunciación, es decir, del
responsable de la emisión. Sin embargo, hemos de mantener separados dos
planos del sujeto de la enunciación: a) como realidad empírica y b) como
realidad discursiva. Comparativamente, tenemos:

SUJETO DE LA ENUNCIACIÓN

responsable de la enunciación como:

locutor (1) locutor (L)


- realidad empírica - realidad discursiva
- sujeto físico - sujeto narrativo
(autor) (narrador)
- emisor - enunciador

Ahora bien, las cualidades apuntadas para ambos locutores tampoco son
exactas e inequívocas, pues dependen, en gran parte, de la diferenciación que se
establezca entre ambos locutores. En las obras literarias, por ejemplo, la sepa-
ración entre la figura del autor y la del narrador es visible y no causa mayores
confusiones. No obstante, en el discurso político surge una serie importante de
inconvenientes. Por un lado, es del conocimiento general que muchos discursos
de políticos de alta jerarquía no son escritos por éstos, sino por ayudantes o
personas que lógicamente se mantienen en el anonimato. Tampoco sabemos si el
político en cuestión retoca o modifica sus discurso basándose en un original que
no es de su producción. En ambos casos, es prácticamente imposible demostrar su
origen a menos que el mismo sujeto en cuestión admita que sus palabras no son
suyas. Por lo tanto, de antemano asumimos el principio de «responsabilización»
que impone el ser sujeto de la enunciación.

III.3. El sujeto político como enunciador complejo: Llamamos sujeto


político a aquel enunciador que se responsabiliza de las enunciaciones genera-das
dentro de un Gobierno o Estado. Como locutores (L), los sujeto políticos
desarrollan una función oficial, ya sea como presidentes, ministros, directores

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generales o cualquier otro cargo de la administración estatal. Como locutores (1),
estos enunciadores tienen nombre y apellidos, y fuera del contexto discursivo,
son seres del mundo.
La figura del presidente como locutor (L) es aún más compleja puesto que
debemos distinguir niveles de representación que, como entidad política, incor-
pora en sus funciones de enunciador. Llamaremos enunciador complejo al
sujeto político que asuma, en su locución, a diversos componentes a los que
representa. Veamos:

ENUNCIADOR COMPLEJO

REPRESENTANTE > REPRESENTACIÓN --> REPRESENTADO


Presidente Gobierno país (instancia geopolítica)
pueblo (comunidad ciudadana)

De este modo, la figura de máxima jerarquía política enuncia en representa-


ción de su pueblo y país, gracias al mecanismo representativo que ofrece ser
cabeza de gobierno. No debemos olvidar, sin embargo, que tanto L como 1 son
partes integrales de un sujeto de la enunciación desdoblado; por ello, es más que
probable que L establezca referencias tácitas o explícitas con la figura de l4 a
través del discurso. Las relaciones de contacto que mantienen ambos locutores
evidencian el comportamiento general del sujeto de la enunciación y muestran
algunos recursos que permiten a L apartarse de su papel oficial (como
representante de su pueblo) a fin de beneficiar la imagen del sujeto físico y realzar
su voz personalizada.

III.3.1. En el desarrollo de un discurso, el sujeto de la enunciación aparecerá


lógicamente marcado por formas verbales o pronominales de primera persona.
Sin embargo, el locutor L debe hacerse cargo de otras figuras enunciadoras que
forman parte del enunciador complejo, a las que denominaremos componen-tes
del enunciador complejo. Como hemos visto, estos componentes son nom-bres
que están en relación con el L en la medida en que éste es el representante por
excelencia de dichos elementos. Los componentes pueden ser de tres ca-tegorías:

4
Obsérvese que en discursos autobiográficos L habla de 1 mientras que en la autocrítica L
humilla a 1. En ambos casos el locutor L se toma a sí mismo como objeto de su enunciación, pero no
en tanto orador sino en tando sujeto hablante o ser de mundo. (Ducrot, 1986: 206).

266
1) REPRESENTANTE: <Y0> > Presidente
Mandatario
Jefe de Gobierno
2) REPRESENTA
CIÓN:
<GOBIERNO>>
Mandato
Administración
Período
3) REPRESENTADOS: 3.1. <PAIS> > República
Nación
Patria
País
Pueblo
3.2. <PUEBLO> > Habitantes
Ciudadanos
Pueblo (genticilio)

Para interpretar adecuadamente el cuadro anterior, debemos considerar que


los términos encerrados entre los paréntesis angulares (<...>) funcionan como
archilexemas de toda la serie léxica. En otras palabras, los cuatro componentes
<YO>, <GOBIERNO>, <PAIS> y <PUEBLO> del sistema de representa-
ción del enunciador complejo operan como archilexemas en el nivel léxico.
Así, por ejemplo, la representación <PAIS: nación> especifica, por un lado, el
componente y archilexema <PAIS> y, por otro, la unidad léxica nación
empleada por el locutor.
El <YO> representante es quien asume la entera responsabilidad como sujeto
de la enunciación. Aunque con frecuencia puede portar marcas morfológicas de
primera persona del singular, el <YO> -plenamente identificado con L- crea
mecanismos combinatorios para incluir a los otros componentes subordinados de
su enunciación:

<YO> + <GOBIERNO> = «Mi gobierno»


<YO> + <PUEBLO> = «Mi pueblo» <YO>
+ <PAIS> = «Mi país», «Mi patria»
<YO + PUEBLO> + <GOBIERNO> = «Nuestro Gobierno»
<YO + PUEBLO> + <PAIS> = «Nuestro país»
<YO + PUEBLO> + <PUEBLO>: «Nosotros los »

No son éstas, ni mucho menos, todas las combinaciones posibles que se


pueden dar entre los componentes de un enunciador complejo. Como es ló-gico,
unas combinaciones son más recurrentes que otras (Por ejemplo: «Mi país» frente
a «Mi patria»: <YO>+<PAIS>). Otras combinaciones resultan
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agramaticales o imposibles de establecer, como por ejemplo, <YO>+<PUEBLO>,
cuando <PUEBLO:gentilicios *«Mis españoles». No obstante, el hecho de que
<YO> y <PUEBLO:gentilicio> estén especificados para (+humanos) permite la
pluralización pronominal: «Nosotros los españoles». Generalmente, no se trata de
un plural inclusivo (yo + vosotros), sino de un plural exclusivo (yo + ellos), donde
ellos equivale a <PUEBLO>. Únicamente puede tratarse de un plural inclusivo
cuando <PUEBLO> es asimismo el sujeto receptor: (yo + vosotros) en tanto
vosotros tiene como referencia a <PUEBLO>. Hacemos notar, sin embargo, que
dada esta circunstancia, es más probable que se encuentre una situación de
comunicación tipo: <YO+GOBIERNO> («Nuestro gobierno») como emisor,
frente al receptor <PUEBLO> («Vosotros, el pueblo»).
En el establecimiento de las jerarquías de los componentes del aparato enun-
ciador, los deícticos de persona se configuran como unidades del sistema de gran
funcionalidad y ayudan a determinar las prioridades discursivas-ideológicas del
sujeto de la enunciación. No debemos olvidar que, aunque nos estemos refiriendo
a un enunciador complejo, el <YO> del sujeto de la enunciación es siempre
quien predomina frente al resto de los componentes. Al igual que en las formas
plurales, en el enunciador complejo, no se dan formas idénticas multi-plicadas
del <YO>, sino una «yunción» (Benveniste, 1971:169) entre el <YO> y otros
elementos representados en su figura. Es el <YO> quien somete a los otros
elementos en virtud de su cualidad transcendente. Recordemos que el pronombre
yo del código pertenece a todo el mundo, pero «hablar es apropiár-selo (...) es
organizar el propio discurso sobre el mundo» (Benveniste, en Kerbrat-
Orecchioni,1986:72). En definitiva, el <YO> discursivo seleccionará y
privilegiará en mayor o menor grado cualquier combinación posible, estable-
ciendo relaciones en nada fortuitas sino, por el contrario, adoptando posiciones
preferenciales y/o de entendimiento con uno(s) en detrimento del(os) otro(s)
componente(s).

IV. EL SUJETO RECEPTOR


IV.l. En líneas generales, existe una clara tendencia a soslayar o minimizar las
funciones del sujeto receptor, centralizando el poder comunicativo en la figura
del emisor. No es posible, sin embargo, sostener ningún contacto comunicativo
prescindiendo o, quizás, marginando el papel del receptor y su incuestionable
complejidad. Como hemos mencionado, desde su origen, el mensaje producido
por la fuente emisora se coloca en posición de considerar la clase de destinatario
con quien establece el contacto. De este modo, el mensaje parte con la
«dirección» que impone el emisor. Además de las alteraciones que pueda sufrir
durante la transferencia, la «dirección» del mensaje no queda a salvo aun cuando
llegue a su destino. Todo lo contrario, el proceso inicia una nueva etapa
comunicacional igual de intensa y creativa: la interpretación.

268
La complejidad de la instancia receptora depende, en parte, de la clase de
comunicación que se establezca5: oral («cara a cara»), monólogo, conferencia,
comunicación escrita, etc. Las diversas situaciones de alocución introducen un
número considerable de variables en el intercambio verbal. A continuación,
ofrecemos un esquema teórico de la composición del aparato receptor, siguien-do
en lo básico la propuesta de Kerbrat-Orecchioni (1986:32).

ALOCUTARIO: destinatario directo


(explícitamente considerado por L)

SUJETO a) (+humano)
RECEPTOR b) entidad nominal (-humano)

NO ALOCUTARIO: a) Destinatario indirecto


(previsto por L)
b) Receptores adicionales
(no previsto por L)
*TIPO DE DESTINATARIO:-
- locuente + presente => intercambio oral (directo o indirecto)
- locuente + ausente => intercambio telefónico
- no-locuente + presente conferencia magistral
- no-locuente + ausente => comunicación epistolar

*TIPO DE COMUNICACIÓN: - simétrica => diálogo


- asimétrica => monólogo, conferencia, etc.

*TIPO DE RESPUESTA: - inmediata => diálogo


- diferida => comunicación epistolar

•TIPO DE ACERCAMIENTO: - distancia => conferencia,


comunicación es-crita
- acercamiento => diálogo (locuente +
pre-sente)

Por una parte, nos encontramos con un receptor alocutario, es decir, el desti-
natario propiamenie dicho, el cual puede ser un sujeto físico, una entidad
nominal, un ente real o ficticio, plural o singular. Hacemos una diferencia, no

"Restricciones del universo del discurso", según el esquema de la comunicación propuesto.

269
obstante, entre alocutorios marcados semánticamente por el rasgo
<+humano>, en contraposición a los alocutorios de entidades nominales
marcados por el rasgo <-humano>.
El alocutorio directo se define por ser el receptor explícitamente conside-rado
por L, o sea, el sujeto receptor que elige manifiestamente el emisor. Sin embargo,
L puede preocuparse por la presencia de otros destinatarios indi-rectos que, sin
estar integrados en la relación de alocución, juegan un papel de observadores o
testigos del intercambio e, incluso, pueden ser nombrados por el emisor 6. Es
posible que aparezcan otros receptores adicionales y aleatorios, cuya naturaleza el
emisor no podrá prever así como tampoco la interpretación que hagan de su
mensaje. Sea el caso, por ejemplo, de un discurso emitido ante una Asamblea
General de la ONU, en el que se espera la presencia de periodistas y reporteros que
cubran el evento (destinatarios indirectos). Sin embargo, el emisor es incapaz de
prever la totalidad de los destinatarios que recibirán su mensaje; por ello, los
receptores adicionales pueden ser cualesquiera que voluntaria o
involuntariamente hayan recibido e interpretado el mensaje producido.
Por otra parte, los tipos de destinatarios, comunicación, respuesta y acerca-
miento permiten múltiples combinaciones sobre los aspectos comunicacionales.
L'i complejidad de estas estructuras y sus interacciones radica en que se trata de
términos relaciónales yuxtapuestos unos a otros y fijados en el lugar que les ha
destinado el emisor. Por lo tanto, ambos participantes se interseccionan lejos de
definirse por separado. Si bien el emisor marca la pauta sobre el tipo de
intercambio deseado, el receptor es libre de aceptar o transformar la situación
comunicativa. Un emisor, por ejemplo, que proponga un tipo de acercamiento
distante, puede ser perturbado por un receptor que desee un acercamiento no-
distante. En definitiva, la comunicación se basa en el «ajuste, más o menos
anhelado, de los sistemas de referencias de los dos enunciadores» (Culioli, en
Kerbrat-Orecchioni, op.cit:37). Anteriormente, habíamos establecido la presencia
de dos idiolectos, más que de un código común, en el circuito de la comunica-
ción; dicha posición queda evidenciada al advertir cómo cada acto de habla exige
que los enunciadores estén constantemente situándose «uno en lugar del otro»,
intercambiando posiciones, tratando de adaptar y moldear su propio código al que
presumiblemente posee el otro.

IV.2. El sujeto receptor del discurso político gubernamental: Al igual


que el sujeto emisor, el receptor del d.p.g. con frecuencia se configura como
un receptor complejo, puesto que mantiene las mismas características
descritas para el enunciador complejo. Partiendo del esquema propuesto, es
posible determinar una recurrencia de receptores, en el caso de aquellos
discursos generados por sujeto políticos fuera del ámbito nacional.

Por ejemplo: «Sepan Ustedes que yo sé que mis enemigos me están oyendo...».

270
1) Un primer grupo de receptores puede estar constituido,
preferentemente, por foros, asambleas, congresos o reuniones de
organismos y otras instancias que desarrollen tareas de clara labor política
(OEA, ONU, CEE, etc.). Se trata de alocutorios de entidad nominal,
cuya calidad como destinatario directo viene especificada en los textos
escritos aunque no como parte integrada del discurso:
«Discurso del Presidente Constitucional de .... Sr. Don...., ante el Conse-
jo Permanente de la Organización de Estados Americanos» (10-5-86)

Llamaremos al alocutario de tales características «macrodestinatario»,


pues está compuesto por una gran cantidad de destinatarios (+humano)
que forman, en su conjunto, la totalidad de la entidad nominal. Dicha
colectividad, compren-dida en entidades nominales singularizadas, suele ir
especificada en el encabe-zamiento, presentación e interior del discurso:
«Señor Presidente
Señor Secretario General
Señores Representantes...»
(miembros, cuerpo diplomático, asistentes, etc..)
Asimismo, la gran mayoría de los destinatarios directos (D') forman parte
de un receptor complejo siguiendo el esquema (REPRESENTANTE -->
REPRESENTACIÓN --> REPRESENTADOS). El papel de «representan-tes»
que desarrollan permite la inclusión de un número casi infinito de desti-
natarios indirectos (D"), o sea, otros destinatarios no-presentes y no-locuentes
que están representados por D' y que se encuentran implícitamente previstos
por el emisor. Gráficamente, obtenemos un esquema de introversión en vista
de todas las posibilidades de representación de unos receptores hacia otros.

MACRODESTINATARIO DIRECTO
ENTIDAD: Foros, asambleas, congresos de organismos, instituciones, etc.
D 1
DESTINATARIO DIRECTO
+PERSONA: Presidente, secretario, diplomáticos, representantes, asis-
tentes, etc.
D' 1
DESTINATARIOS INDIRECTOS: Para todos y cada uno de
los destinatarios = Rte: representante; Rcion: representación; Rdo:
representado
D" D" D" Rte-Rcion-Rdo Rte-Rcion-Rdo Rte-
Rcion-Rte
D" D" D" Rte-Rcion-Rdo Rte-Rcion-Rdo Rte-
Rcion-Rdo

271
De los destinatarios arriba señalados, son los destinatarios directos los
que aparecen nombrados con cierta regularidad a lo largo del discurso
gubernamen-tal, en una suerte de función fática que establece el emisor con
su auditorio para marcar los cambios temáticos de su discurso. El protocolo
impone que se nombre a la personalidad de más alta jerarquía de entre los
oyentes, por lo general, un presidente o secretario general. De nombrarse a
más de un destinatario se sigue la relación de preferencia jerárquica. Por
su importancia y prestigio internacional, los emisores seleccionan estos
foros con el propósito de legitimar sus posiciones dentro del marco de la
política y opinión internacional. Por esta razón, los discursos emitidos en
tales circunstancias suelen ser escritos, publi-cados y distribuidos en
medios oficiales, de prensa y otros, a fin de facilitar su difusión.
2) Llamamos comunicación homologada a aquella que se establece de
Gobierno a Gobierno, puesto que han de mantener un tipo de intercambio
recíproco (simétrico), de respuesta diferida y de acercamiento distante.
Asimismo, se establece un orden jerárquico de comunicación (o información
de la comu-nicación) que va desde la figura del Ministro de Relaciones
Exteriores hasta las representaciones diplomáticas en el extranjero, pasando
por los respectivos Ministerios de Asuntos o Relaciones Exteriores.
Gráficamente, podemos establecer el siguiente esquema:

GOBIERNO EMISOR (E) GOBIERNO RECEPTOR (R)

Ministro de Relaciones Ministro de Relaciones


Exteriores de (E) Exteriores de (R)
l (destinatario directo)

Ministerio de Relaciones 1
Exteriores de (E) Ministerio de Relaciones
Exteriores de (R)
(destinatario indirecto)
Embajada de (R)
en país (E)
(destinatario
indirecto)
Embajadas de (E) en
otros países

Otras Embajadas
(destinatarios adicionales)

272
Como se puede observar, aunque los sujetos de emisión y recepción sean
homólogos (ministros), la transferencia del mensaje deber ir canalizada por
vías diplomáticas rigurosas, introduciendo la participación de otros sujetos
recepto-res indirectos, puesto que (L) -que conoce los cauces de la
comunicación di-plomática-, prevé la presencia de dichos destinatarios
indirectos. Por ejemplo, el embajador receptor se encarga de transferir el
mensaje de la instancia emisora a la receptora, variando el espacio
comunicativo de país a país. Por su parte, la embajada emisora tiene la misión
de distribuir y difundir entre las otras emba-jadas el documento emitido,
siempre y cuando así sea autorizado, con lo cual, el proceso comunicativo se
complica al incluir a un receptor adicional que, por definición, está excluido
de la situación de comunicación, aunque participe de la alocución.
3) Un caso especial de alocución se encuentra en la figura del
representado <PUEBLO> y <PAIS>. El locutor L puede establecer dos
tipos de relaciones con el representado. Si su mensaje va dirigido a éste, la
figura del emisor complejo sufre una partición y se desarrolla un circuito
interno de comunicación donde el representante L es el emisor y el
representado <PUEBLO> Y <PAIS> es el receptor:
«Mensaje de paz de Daniel Ortega Saavedra al pueblo nicaragüense, el 5
de noviembre de 1987 en la Plaza de la Revolución»

En contextos no nacionales, sin embargo, la figura del emisor complejo se


reunifica y el representado vuelve a participar del proceso emisor gracias a la
voz del representante. Es evidente, pues, que la situación y lugar de la
comunicación juega un papel vital en el funcionamiento del emisor complejo:

Situación A: contexto no nacional

EMISOR: Enunciador complejo > RECEPTOR: X -


Representante

-Representación
-Representado

Situación B: contexto nacional

EMISOR: Enunciador complejo escindido —-> RECEPTOR: Representado


-Representante <PUEBLO> y <PAIS> -Representación

273
4) Finalmente, es frecuente la presencia de dos clases de receptores que
suelen venir juntos por razones obvias: la prensa (internacional o nacional)
y la «comunidad internacional». Entre ambos media unafiguraconfusa,
inexacta, casi impalpable: la «opinión pública» o «internacional». Tanto la
prensa como la comunidad internacional crean la «opinión», tan diversa y
heterogénea como sistemas ideológicos hay. Sin embargo, er muchos
discursos, tales figuras vienen especificadas como alocutorios directos y, en
prácticamente todos, como receptores adicionales o destinatarios indirectos.
La prensa posee cualidades más cuantificables y materiales, mientras que la
inmensurable «comunidad internacional», en definitiva, la forman todos los
habitantes del planeta. Por su parte la «opinión», o sea, el poder que ejerce la
prensa sobre la comunidad en relación con un tema determinado, es una
figura abstracta que nos remite a un receptor inasible e inmaterial. No
obstante, discursivamente, las tres figuras se perfilan con claridad como
actantes de la acción y por ello pueden ejercer papeles de destinatarios.:

«Al pueblo de Nicaragua y a la Comunidad Internacional le manifestamos


que interesados seriamente en encontrar...» (Ortega, 27-7-87)

Señalamos, por último, las formas de intercambio de mayor recurrencia en los


discursos analizados: el tipo de destinatario, en líneas generales, es no-locuente
pero presente, es decir, el propio de los receptores de auditorio. Menos frecuente es
la comunicación de carácter epistolar (ausente + locuente) que se mantienen en el
intercambio e gobierno a gobierno (comunicación homologable).

V. EL CANAL: algunos documentos oficiales

V.l. Para finalizar, deseamos hacer referencia a algunas características de los


documentos utilizados con mayor frecuencia en la comunicación guberna-mental.
Esta clase de textos abarca, además de los discursos oficiales de los presidentes,
otros escritos que circulan entre los ministerios, las embajadas, etc.: notas de
protesta, informes de prensa, avisos, circulares; en definitiva, toda
correspondencia cruzada en calidad oficial entre instancias gubernamentales.
La naturaleza oficial del material de gobierno le imprime un claro carácter
jurídico al discurso, puesto que el Estado, como señor de la Ley, tiene gran
influencia sobre el dominio jurídico. Los textos oficiales cumplen, no sólo una
función informativa que rígidamente deben atender dentro y fuera del ámbito
estatal, sino también una función normativa compartida con el ámbito jurídico.
Desde esta perspectiva, los documentos oficiales ordenan, normatizan y preci-san
relaciones o eventos dentro del espacio de la comunicación gubernamental.
Seguidamente, destacamos algunos de estos documentos oficiales:

274
DOCUMENTOS OFICIALES
A. SUSCRITOS POR 2 O B. SUSCRITO SOLO POR
MAS PARTES 1 PARTE
- Convenios - Cartas entre homólogos
- Tratados - Comunicaciones de Gobierno
- Acuerdos - Informes de Prensa
- Protocolos - Notas Verbales
- Declaraciones - Notas de Protesta
- Cartas de Intenciones - Notas firmadas
- Comunicados Conjuntos
- Actas

GENERADORES: GENERADORES:
Todas las partes involucradas que El Gobierno respectivo
suscriben el documento.

FUENTES: FUENTES:
a. Presidentes a. Presidencia
b. Ministros/Ministerios b. Cancillería
c. Embajadas

GRUPO A: Suscritos por dos o más partes

El primer grupo se caracteriza por comprender documentos convenidos y


suscritos por dos partes o más en el marco de una negociación de un evento o
hecho. Funcionalmente, sin embargo, difieren en cuanto a su validez. Los
tratados y convenios tienen carácter legal y, en la práctica del Derecho Inter-
nacional, son «ratificados» por los parlamentos respectivos. En principio, entre el
convenio y el tratado no existe ninguna diferencia constitutiva, aunque al-gunos
autores concuerdan en que el tratado tiene un carácter preferentemente político,
mientras que el convenio trata asuntos de índole económi-ca-administrativa7. Por
su parte, los acuerdos son tratados internacionales que no tienen necesidad de un
trámite ulterior (ratificación, aceptación, etc.), pues la firma, por sí sola, vincula
al Estado cuyo plenipotenciario ha firmado. Es así como el acuerdo no tiene
carácter estrictamente legal ya que la firma es una forma de prestación de
consentimiento definitiva8.
7
Caballerías, Guillermo. Diccionario Enciclopédico de Derecho Usual. Ed. Heliasta SRL,
Buenos Aires, 1981 (16 ed.).
8
Martínez Lage, Santiago. Diccionario Diplomático Iberoamericano. Ed. ICI, Madrid, 1987.

275
Las actas suelen ser acuerdos redactados al finalizar una conferencia inter-
nacional en los que se proclama una serie de principios políticos o se recogen
todos los acuerdos tratados durante la misma.
Las declaraciones, los comunicados mjuntos y los compromisos son mani-
festaciones de voluntad por parte de los signatarios, en las que se hace una
exposición de ideario o de conducta. Tienen un carácter muy similar a las cartas
de intenciones y tampoco deben ser ratificadas por el parlamento respectivo. No
obstante, tanto los comunicados, como las declaraciones y compromisos
también pueden ser unilaterales, o sea, suscritos por una sola parte aunque son
más frecuentes los textos multilaterales (ej: «Compromiso de Acapulco para la
paz, el desarrollo y la democracia»).
En uno de los sentidos del término, los protocolos son actas de cumplimien-to
y se denominan así a algunos tratados internacionales frecuentemente por ser
complementarios o modificativos de otros, o por tratar una materia de menor
importancia (ej: «Protocolo Adicional al Acta de Contadora para la Paz y la
Cooperación en Centroamerica»).
Estos documentos tienen un formato bastante similar entre sí. Se caracteri-zan
por introducir un discurso reproducido a través de dos tipos de verbos, según la
clasificación tradicional: verbos de dicción y verbos de opinión.

V.2. Como es de suponer, los formatos de los textos oficiales no son


idénticos. Sin embargo, es posible presentar un modelo, más o menos común, de
los acuerdos y declaraciones, documentos que destacamos por su mayor im-
portancia jurídica y diplomática. La información que comprende dichos textos, se
organiza en tres grandes secciones: en la sección A, se presentan los datos
espacio-temporales de los sujetos suscribientes. En la sección B se introducen los
motivos que llevan al acuerdo o declaración; y, finalmente, en la sección C, se
expone el contenido del documento. De esta forma, tenemos el siguiente modelo
de formato:

FORMATO GENERAL
DE ACUERDOS Y DECLARACIONES

SECCIÓN A
1. «LOS PRESIDENTES DE » (Identificación
de los sujetos suscribientes)
2. «REUNIDOS EN EL DÍA » (Ubicación
espacio-temporal del evento)
3. «DE ACUERDO CON LOS CONVENIOS/TRATADOS/ACUERDOS...»
(Referencia a textos anteriores de base o apoyo)

276
SECCIÓN B
«CONSIDERANDO QUE:...»
A. INTENCIONES: motivos-propósitos-objetivos
B. VALORACIONES: juicios-opiniones-consideraciones
C. EXPRESIVIDAD: agradecimientos-aprobaciones/reprobaciones9

SECCIÓN C
A. «ACUERDAN....» B. «DECLARAN...»
1. Convenir 2. Pedir 3. Comunicar
garantizar solicitar afirmar
prometer señalar ratificar
comprometer instar insistir
acordar exhortar proclamar
garantizar alertar manifestar
suscribir reinvindicar declarar
(COMPROMISIVOS) (DIRECTIVOS) (DECLARATIVOS)

GRUPO B: Generados por una sola parte

Los documentos producidos por una de las partes involucradas (o


sujetos de Derecho Internacional) no nacen del acuerdo o negociación de
dos o más partes; antes bien, consisten en la manifestación de una de ellas.
Debemos recordar que es posible encontrar diversas fuentes generadoras
dentro de un mismo gene-rador. En el ámbito de las relaciones exteriores,
los documentos pueden proceder esencialmente de tres fuentes:

a) La Presidencia de la República;
b) El Ministerio de Relaciones Exteriores;
c) Las sedes diplomáticas en el extranjero

En realidad, la Presidencia y el Ministerio originan más cantidad de material


discursivo que las Embajadas, las cuales tienen una función meramente
reproductora del discurso original. Las Embajadas intervienen en el mecanismo
diplomático como una suerte de «eco» de las disposiciones, decisiones o hechos de
su Gobierno ante otro país. Todo documento originado en una Cancillería y con
destino a otra pasa necesariamente por su respectiva sede diplomática. Por

9
Esta fuerza üocutiva puede localizarse tanto en esta sección como en los últimos párrafos de
la Sección C.

277
lo tanto, las Embajadas se encargan de tomar el material discursivo
original, con el fin de darle una forma «diplomáticamente» legible antes
de ser enviado a su destinatario.
Es interesante advertir que de la misma forma en que un enunciador es capaz
de reproducir otro discurso directa o indirectamente, las sedes diplomáticas
también pueden hacer uso de ambos mecanismos de reproducción. Normalmen-te,
se utiliza la nota verbal que sirve para introducir cualquier otro discurso. Una
nota verbal que transcriba textualmente el documento original reproduce el
discurso directamente, de modo que nos encontramos con dos sistemas de
enunciación dentro de un mismo texto: el original y el que reproduce. Las notas
verbales son el vehículo diplomático por excelencia y se emplean para cual-quier
tipo de gestión, tanto si se trata de un asunto estrictamente diplomático
(comunicación de información, petición de apoyo en una instancia internacio-nal,
etc.) como si se trata de asuntos meramente administrativos (solicitud de
franquicia, comunicación de cese de personal, etc.).
Las cartas personales entre homólogos (presidentes, ministros o jefes de
misión) se manifiestan, lógicamente, en género epistolar; pueden asimilarse a
la nota firmada aunque ésta no necesita ser introducida por una nota verbal.
Dicha correspondencia va dirigida a un destinatario específico; no obstante,
con cierta frecuencia, puede ser publicada en medios de comunicación o
divulgada por las vías diplomáticas adecuadas. Ello depende, como es de
esperar, del deseo exclusivo del destinador y de su conveniencia.
Normalmente, estos textos son introducidos directamente por la instancia de
la enunciación responsable de la divulgación o publicación del texto (las
embajadas, por ejemplo). Es frecuente utilizar este medio para elevar las
protestas de un Gobierno a otro. El Canciller suele ser el encargado de
suscribir la nota firmada en nombre del gobierno respectivo.
Los comunicados oficiales de Gobierno tienen como fin dar a conocer a la
opinión pública, la prensa, las organizaciones internacionales, etc., diferentes
tipos de actividades, eventos o hechos relevantes que afectan a dicho Gobierno.
Dependiendo del volumen del documento o de su importada, la divulgación o
publicación de los mismos se transcribe directa o indirectamente. Finalmente, los
boletines de prensa, similares a los comunicados oficiales, pueden ser enviados
desde la Cancillería a las sedes diplomáticas o ser elaborados por iniciativa de la
misma Embajada a partir de los informes recibidos. En princi-pio, no se sigue
ningún tipo de formato convencional pues puede tratarse tanto de un documento
fotocopiado directamente del original y enviado en calidad de informe de prensa,
como de un boletín con determinado formato y con espe-cial cuidado en la
información. Con frecuencia, son compilaciones de artículos periodísticos
nacionales, declaraciones o discursos pronunciados por represen-tantes del
gobierno, comunicados de Gobierno y, en fin, cualquier información pertinente
que pueda ser divulgada entre otras sedes diplomáticas.

278
VI. CONCLUSIONES

En el presente análisis, hemos intentado dar cuenta de algunos elementos


constitutivos del discurso político gubernamental, con el fin de crear un mar-co
metodológico más amplio que acepte aspectos propios de este tipo de discurso
que, por lo general, no son tomados en consideración. Debemos tener en cuenta
que el sujeto político no actúa como un mero sujeto hablante; es la
representación plena de las prácticas del poder y utiliza su discurso para afianzar
el sistema ideológico al que pertenece. No debemos olvidar que el sujeto
político, en apariencia, «hablará» por todos los componentes del enunciador
complejo (su país, su Gobierno y sus ciudadanos). Este mecanismos es
sumamente importante ya que el locutor L utilizará constantemente estrate-gias
enunciativas para emplazar a unos componentes en favor o en detrimento de
otros. Del mismo modo, el receptor político «interpretará» por todos los
componentes que también representa (su país, su gobierno y sus ciudadanos). En
definitiva, el sistema de traslación de un mensaje, desde un emisor político hasta
un receptor político, tiende a sufrir un gran número de interferencias que
alteraran, de alguna forma, dicho mensaje.
Asimismo, hemos intentado hacer un breve recuento de los diversos tipos de
textos oficiales o documentos gubernamentales que circulan en el mundo di-
plomático, es decir, el mundo de las relaciones entre sujetos emisores que no
pertenecen a la misma instancia discursiva. A pesar de que las particularidades
textuales de dichos discursos no formen parte de los objetivos básicos del análisis
del discurso10, creemos que las características formales de los textos
gubernamentales constriñen fuertemente el marco de su enunciación, lo cual
justifica la utilización de estrategias discursivas especialmente complejas por
parte de los sujetos activos de la comunicación, dentro de una estructura textual
excesivamente normativizada e institucionalizada.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

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Obra abierta (1984). Madrid, Ariel).
10 Esta corriente, reconocida oficialmente en Francia gracias a la publicación del No. 13 de la
Revista Languages, ha sido promovida por importantes investigadores como Guespin, Gardin,
Maingueneau y otros. A grandes rasgos, la corriente del Análisis del Discurso (AD) estudia, desde
una perspectiva lingüística, las condiciones de producción del enunciado, a partir de la teoría de la
enunciación (Guespin, 1971: 10)

279
GUESPIN, Louis. (1976), "Problématique des travaux sur le discours politique",
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