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1. Introducción.
Sin embargo, los estudios clásicos sobre las relaciones existentes entre el
cerebro y el lenguaje comienzan desde la época de Broca y Wernicke, quienes
presentan un primer indicio de la localización cerebral de dicho proceso,
describiendo dos clásicos síndromes afásicos que llevan sus respectivos
nombres.
2. Definición.
“El lenguaje es un sistema de signos que nos sirve para comunicarnos con
sonidos y/o gestos… Es creativo, impredecible y posee propiedades
específicas que lo hacen diferente de todos los códigos de comunicación
conocidos en animales no humanos” (Peña, 2008).
“La conducta lingüística está gobernada por una serie de convenciones que
deben ser compartidas por los oyentes y los hablantes de una lengua
determinada. Estas convenciones regulan la manera como organizamos las
unidades sin significado del lenguaje, para construir unidades con significados”
(Peña, 2008). Sin embargo, la actividad lingüística no la podemos reducir
únicamente a la conducta observable y al conjunto de respuestas mediadoras;
sino que también implica una serie de operaciones internas en las que
interceden procesos de memoria y razonamiento (López-Higes Sánchez,
2003).
De acuerdo con Narbona (en prensa), “para el desarrollo verbal son necesarios
unos requisitos instrumentales (audición, motricidad fono-articulatoria) y
cognitivos (inteligencia simbólica, capacidades intersubjetivas). Los
componentes formales del lenguaje son la fonología, el léxico y la sintaxis, es
decir, la estructura de la lengua que se comparte. Los componentes
funcionales son la semántica (relaciones de significado) y la pragmática (uso
contextualizado y social)”.
Los recién nacidos son capaces de distinguir fonemas en todas las lenguas,
pero dicha capacidad va declinando para aquellos fonemas no presentes en el
lenguaje ambiental. Asímismo, se ha observado la presencia de asimetrías
hemisféricas cerebrales desde las 31 semanas de gestación, en el planum
temporal, el cual es de mayor tamaño en el hemisferio izquierdo; además, de
que el ángulo de la cisura de Silvio es menos pronunciado en el hemisferio
izquierdo, lo que hace que el lóbulo parietal de ese hemisferio sea de mayor
tamaño (Rains, 2002).
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Como balbuceo se entiende la repetición de secuencias de consonantes y vocales como p.e. ‘ma-ma-ma’
Por su parte, Papalia, Feldman & Gross (2002), proponen el siguiente esquema
de desarrollo, tomando el periodo de tiempo entre el nacimiento y los 3 años, el
cual se resume en la siguiente tabla:
Desde la época del apogeo de la teoría frenológica con Gall, la cual proponía la
localización de funciones concretas en zonas específicas del cerebro mediante
el estudio de la estructura y forma del cráneo, el lenguaje surge como un foco
de interés especial; sin embargo, el establecimiento de las bases neurales del
lenguaje desde mediados el s. XIX y por cerca de unos 100 años, se realizó a
partir del estudio de pacientes que sufrían alguna alteración en el mismo
posterior a una lesión cerebral (Junqué, Bruna y Mataró, 2004).
Por otro lado, Arnold Pick consideró la afasia desde un punto de vista
exclusivamente psicológico. Al igual que Jackson, rechaza la distinción clásica
entre afasia motora y sensorial, denominándolas frontal y temporal
respectivamente. Basó su teoría en el lenguaje proposicional, proponiendo la
distinción entre un nivel psicológico y un nivel lingüístico (primero se
estructuraba el pensamiento y más tarde se formulaba el lenguaje). La afasia
era por tanto, el resultado de la interrupción del proceso que va del
pensamiento a la producción verbal. Su modelo de producción del lenguaje
incluyó elementos de semántica, morfología y fonología (Almagro-Cardenete,
2002).
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Fascículo arqueado o arcuato.
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Denominado loop fonológico o bucle fonológico por Baddeley & Hitch (1974). Consta de 2
partes:
1) Memoria fonológica a corto plazo, la cual posee las huellas mnésicas auditivas que están
sujetas a desaparecer rápidamente; 2) Componente articulatorio, el cual puede revivir las
huellas mnésicas.
La disfasia se definía como ‘una alteración del lenguaje que no puede
justificarse por sordera, déficit motor, retraso mental, daño cerebral, trastornos
emocionales o exposición insuficiente al lenguaje’ (Kovac, Gopnik & Palmour,
2002; Castaño, 2002; Jurado, 2004). Actualmente es más aceptado el término
de trastornos específicos del lenguaje (TEL) que de manera progresiva ha ido
desplazando al término de disfasia el cual a su vez sustituyó al de alalia,
audiomudez, sordera verbal congénita, afasia evolutiva, etc. El término
trastorno específico del lenguaje (TEL) es una traducción al español de specific
language impairment (SLI) popularizado por Bishop y Leonard (2001) o el
language learning impairment (LLI) de Tallal (1990).
De acuerdo con Fresneda & Mendoza (2005), entendemos por TEL “un
conjunto de dificultades en la adquisición del lenguaje que están presentes en
un grupo de niños que no evidencian problemas neurológicos, cognoscitivos,
sensoriales, motores ni sociofamiliares” o afectivos, es una adquisición
inadecuada del lenguaje (alteración); en el curso simultáneo de desempeño y
desarrollo normal en cuanto a coeficiente intelectual no verbal y la esfera
auditiva; y que persiste a lo largo del tiempo (Jurado, 2004; Arboleda-Ramírez
et al., 2007). Es decir, los niños con TEL poseen todos los prerrequisitos para
la adquisición del lenguaje (habilidad intelectual, agudeza auditiva, mecanismos
neuromotores sin defectos, y desarrollo socioemocional adecuado) (Acosta,
2003).
Los niños con trastorno específico del lenguaje (TEL) tienen dificultades en
alguna o todas las dimensiones del lenguaje tales como la fonología, léxico y
semántica relacional, sintaxis, morfología y pragmática, por lo que no se trata
de un trastorno homogéneo, sino que existen muchos subtipos de TEL.
Los criterios que se han seguido para la identificación de los niños con TEL,
han sido principalmente los criterios de exclusión, de especificidad, de
discrepancia, y de desarrollo. Un niño presentaría un TEL si el trastorno no se
puede atribuir a ninguna causa obvia, si sólo afecta a alguna o algunas
habilidades lingüísticas, si sus ejecuciones en tareas relativas al lenguaje son
significativamente peores que las que se refieren a otra habilidades
(principalmente de tipo cognoscitivo) y si los problemas lingüísticos perduran en
el tiempo, aunque cambien de alguna forma sus manifestaciones.
Se ha planteado que los niños con este trastorno pueden presentar limitaciones
en la capacidad cognoscitiva general o en habilidades cognoscitivas
específicas (p.e. el procesamiento temporal, la planeación y la formulación de
estrategias), pese a contar con un CI no verbal normal.
Por otro lado se han observado alteraciones en la memoria verbal a corto plazo
además de alteraciones en la gramática y el vocabulario (la primera está más
afectada que la segunda). Dichas dificultades se manifiestan durante los años
preescolares y en los diferentes contextos conversacionales; al crecer, se
manifiestan dificultades en la comprensión y en la producción de estructuras
literales en el lenguaje oral y escrito, provocando problemas en el aprendizaje
de la lectoescritura y aumentando el riesgo del fracaso escolar.
Tabla 2.
Principales dicotomías señaladas en la literatura.
Expresiva Receptiva
Motora Sensorial
Anterior Posterior
No Fluida Fluida
Trastorno Sintagmático Trastorno Paradigmático
Trastorno en la Codificación Trastorno en la Decodificación
Tipo Broca Tipo Wernicke
Tomado de Ardila (2006). .
De acuerdo con Luria, cada uno de los nombres de los tipos de afasia se basan
en el nivel del lenguaje que se encuentra alterado (Ardila, 2006):
8. Conclusiones.
Aún así, las explicaciones que surgieron a partir de estos estudios no eran
suficientes para poder dar comprender lo que sucedía en el caso de los niños
con problemas para desarrollar el lenguaje. Es en este momento cuando se
comienza a perfilar un nuevo término comenzando con el de afasia evolutiva,
pasando por el de disfasia y llegando finalmente al utilizado en la actualidad:
trastorno específico del lenguaje.
Los estudios de los diferentes trastornos del lenguaje, tanto del desarrollo como
adquiridos, y sus correlaciones con otros más, han dado pauta a plantear
nuevas teorías e hipótesis.
Referencias
- Kovac, I., Gopnik, M., Palmour, R.M. (2002): Sibling resembalnce for
especific components of linguistic competente in familias of
speech/language impaired children. Journal of Neurolinguisitics; (15):
497-513.