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Monseñor Lefebvre le escribe a los padres Williamson, Tissier de Mallerais, Fellay y de Galarreta para pedirles que acepten recibir la gracia del episcopado católico. Lefebvre cree que la Sede de Pedro y las autoridades de Roma están ocupadas por anticristos y que la corrupción de la misa ha traído la corrupción del sacerdocio y la decadencia de la fe. Lefebvre desea conferirles la gracia del episcopado para continuar el verdadero sacrificio de la misa
Monseñor Lefebvre le escribe a los padres Williamson, Tissier de Mallerais, Fellay y de Galarreta para pedirles que acepten recibir la gracia del episcopado católico. Lefebvre cree que la Sede de Pedro y las autoridades de Roma están ocupadas por anticristos y que la corrupción de la misa ha traído la corrupción del sacerdocio y la decadencia de la fe. Lefebvre desea conferirles la gracia del episcopado para continuar el verdadero sacrificio de la misa
Monseñor Lefebvre le escribe a los padres Williamson, Tissier de Mallerais, Fellay y de Galarreta para pedirles que acepten recibir la gracia del episcopado católico. Lefebvre cree que la Sede de Pedro y las autoridades de Roma están ocupadas por anticristos y que la corrupción de la misa ha traído la corrupción del sacerdocio y la decadencia de la fe. Lefebvre desea conferirles la gracia del episcopado para continuar el verdadero sacrificio de la misa
A los padres Williamson, Tissier de Mallerais, Fellay y de
Galarreta.
Muy queridos amigos,
La Cátedra de Pedro y los puestos de autoridad de Roma están
ocupados por anticristos, la destrucción del Reino de Nuestro Señor se prosigue rápidamente en el interior mismo de su Cuerpo Místico sobre la tierra, especialmente por la corrupción de su Santa Misa, expresión espléndida del triunfo de Nuestro Señor por la Cruz: Reganavit a ligno Deus (“Dios reinó desde un madero”), y fuente de la extensión de su Reino en las almas y en las sociedades.
Aparece así con evidencia la necesidad absoluta de la permanencia
y de la continuación del Sacrificio adorable de Nuestro Señor para que “llegue su Reino”.
La corrupción de la Santa Misa ha traído la corrupción del
sacerdocio y la decadencia universal de la Fe en la divinidad de Nuestro Señor Jesucristo. Dios suscitó la Fraternidad Sacerdotal de San Pío X para el mantenimiento y la perpetuidad de su Sacrificio glorioso y expiatorio en la Iglesia. El eligió verdaderos sacerdotes instruidos y convencidos de estos divinos misterios. Dios me hizo la gracia de preparar estos levitas y de conferirles la gracia sacerdotal para la perseverancia del verdadero Sacrificio, según la definición del Concilio de Trento.
Eso nos costó la persecución de la Roma anticristo. Ante esta Roma,
modernista y liberal, que prosigue su obra destructora del Reino de Nuestro Señor como lo prueban Asís y la confirmación de las tesis liberales del Vaticano II sobre la libertad religiosa, yo me veo constreñido por la Divina Providencia a transmitir la gracia del Episcopado católico que he recibido, con el fin de que la Iglesia y el Sacerdocio católico continúen subsistiendo por la gracia de Dios y la salvación de las almas.
Por ello, convencido de no cumplir sino la Santa Voluntad de
Nuestro Señor, vengo a vosotros por esta carta para pediros aceptar el recibir la gracia del Episcopado católico, como ya la he conferido a otros sacerdotes en otras circunstancias.
Os conferiré esta gracia, confiando en que sin tardar la Sede de
Pedro estará ocupada por un sucesor de Pedro perfectamente católico y en cuyas manos podéis depositar la gracia de vuestro episcopado para que él la confirme.
El fin principal de esta transmisión es el de conferir la gracia del
orden sacerdotal para la continuación del verdadero sacrificio de la Misa, y para conferir la gracia del sacramento de la confirmación a los niños y a los fieles que os la pidan.
Os conjuro a permanecer unidos a la Sede de Pedro, a la Iglesia
Romana, Madre y Maestra de todas las Iglesias, en la Fe católica íntegra, expresada en los símbolos de la Fe, en el Catecismo del Concilio de Trento, conforme a lo que os ha sido enseñado en vuestro Seminario. Permaneced fieles a la transmisión de esta Fe para que llegue el Reino de Nuestro señor.
En fin, os conjuro a permanecer profundamente unidos a la
Fraternidad de San Pío X, a permanecer profundamente unidos entre vosotros, sometidos a su Superior General, en la Fe Católica de siempre, acordándose de esta palabra de San Pablo a los Gálatas (c. I, vers. 8 y 9): “Aún si nosotros o un ángel del Cielo os anunciara un evangelio distinto del que os anunciamos, sea anatema. Como ya os lo dijimos, os lo volvemos a decir: si alguien os anunciara un evangelio distinto del que recibisteis, sea anatema”.
Muy queridos amigos, sed mi consolación en Cristo Jesús,
permaneced fuertes en la Fe, fieles al verdadero Sacrificado de la Misa, al verdadero Sacerdocio de Nuestro Señor para el triunfo y la gloria de Jesús en el Cielo y sobre la tierra, para la salvación de las almas, para la salvación de mi alma.
En los corazones de Jesús y de María yo os abrazo y os bendigo.