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Análisis de Las Propuestas de Benedicto XVI
Análisis de Las Propuestas de Benedicto XVI
Introducción
La Organización Mundial de la Salud (OMS) define el maltrato infantil como “los abusos
y la desatención de que son objeto los menores de 18 años, [incluidos] todos los tipos
comercial o de otro tipo, que causen o puedan causar un daño a la salud, desarrollo o
interacciones entre un niño y un adulto cuando el adulto (agresor) usa al niño para
estimularse sexualmente él mismo, al niño o a otra persona. El abuso sexual puede ser
significativamente mayor que el niño (víctima) o cuando el agresor está en una posición
En ese sentido, el ASI comprende todos los actos de naturaleza sexual impuestos por
un adulto sobre un niño, que por su misma condición carece del desarrollo madurativo,
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El ASI constituye, nada más para empezar, un delito. Cuando ocurre una situación de
ASI y ésta llega al ámbito de la justicia, la prioridad es proteger al niño o niña poniendo
en marcha los mecanismos de los que el sistema dispone para ello. Más aún, se
convirtió en un problema público hacia el final del siglo XX, pues antes permanecía más
Sin duda, este aberrante hecho puede resultar en daños a corto y largo plazo,
trastornos alimentarios, baja autoestima, somatización, trastornos del sueño, así como
importante que los catequistas cuenten con información acerca del ASI y sus signos, a
efecto de que puedan detectar en los infantes a los que les imparten la catequesis, la
para cesar esa difícil situación por la que un adulto abusador los está haciendo o los ha
hecho pasar; de ahí que la información que se presenta en este texto pretende erigirse
en interés general.
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1. Estadísticas
cabeza de la tasa de prevalencia del abuso sexual con un 34.4%, mientras que Europa
se encontró en el nivel más bajo, con 9.2%. En dicho estudio, el país latinoamericano
con mayor tasa de prevalencia de casos fue Costa Rica, con el 32.2% de mujeres y
Los expertos Baita y Moreno (2015) señalan que un factor relevante es la edad. Cuanto
menor es la edad, mayor es el riesgo que corre un niño de ser maltratado —en
Malacrea (1998), citado por Baita y Moreno, refiere investigaciones en las cuales los 4,
8 y 11 años son las edades más vulnerables para el inicio del ASI.
Más aún, los citados Baita y Moreno (2015) afirman que todas las investigaciones
Incluso Elliott y Briere (1994) refieren que sobre una muestra de 399 niños y niñas
víctimas de entre 8 y 15 años, encontraron que el 75% no habían develado el ASI que
sufrían dentro del primer año desde que la práctica abusiva había comenzado, y el
De acuerdo con Ochotorena y Arruabarrena (1996), hay tres clases de asimetría que se
psicológica que el primero tenga sobre la segunda. Esta asimetría de poder coloca
establece solamente sobre la base de los diversos roles y jerarquías que cada uno
ocupa en el sistema familiar, sino además sobre los pilares afectivos y emocionales en
que su víctima sobre la sexualidad. Esta asimetría es mayor cuanto menor es el niño o
niña víctima, ya que como regla general, pero no absoluta, a medida que crece tiene
directa con las medidas de protección al niño o niña víctima. Si una niña es abusada
maestro tiene el poder y la autoridad para dar esa indicación y velar por su
Pero si la niña ha sido abusada por adultos ajenos a la familia, otras personas pueden
tomar en sus manos la acción protectora de no contacto entre la niña y el ofensor —por
ejemplo, sus padres pueden decidir cambiarla de centro educativo, las autoridades
persona acusada es penalmente responsable de dicho delito (Baita & Moreno, 2015).
otro lado, en el caso de los abusos sexuales extrafamiliares se incluyen todas aquellas
personas que no conforman el grupo familiar del niño pero que tienen suficiente acceso
escuela, líderes de grupo —por ejemplo, los scouts—, líderes espirituales, catequistas,
Moreno, 2015).
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Sin lugar a dudas, la gran mayoría de los casos de ASI se dan en el contexto
padre), pues tiende a demandar un contacto irrestricto con su hijo(a) haciendo valer
derechos propios y del niño(a); además de que puede ejercer presión directa sobre el
la familia habita o si hay otros hijos que no fueron abusados por él o ella (Baita &
Moreno, 2015).
(Barudy, 1998). En el primer caso se encontrarían los pedófilos clásicos, personas que
encuentran placer sexual en el involucramiento exclusivo con niños o niñas y que los
contactan en algún punto del circuito cotidiano del niño, niña o adolescente. En el
precisamente este conocimiento el que funciona como la vía regia para dejar
entrampado al niño en la trama del abuso. Aquí el ASI tiene mayor oportunidad de
progresar por el hecho de que el contacto y la familiaridad del ofensor con el niño y su
grupo familiar facilitan que la confianza funcione como una vía de acceso más fácil al
abuso sexual y —a la vez— como camino para lograr el secreto. Cuando estas
víctimas, ya que el ofensor hará uso de su lugar de autoridad para seguir involucrando
al niño en las prácticas abusivas y en el silencio sobre ellas (Baita & Moreno, 2015).
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3. Factores de riesgo
Teniendo en mente lo anterior, Baita y Moreno (2015) y Save The Children (2001),
progenitor no ofensor).
5. Discapacidad física o psíquica.
3. Madres sexualmente reprimidas o
punitivas.
4. Padres poco afectivos físicamente.
5. Insatisfacción en el matrimonio.
6. Violencia en la pareja.
7. Falta de educación formal en la madre.
8. Bajos ingresos en el grupo familiar.
9. Abuso de alcohol o drogas por parte del
ofensor.
10. Impulsividad y tendencias antisociales
contra el otro.
12. Discapacidad psíquica en el
progenitor no ofensor.
13. Dificultades en el control impulsivo del
adulto ofensor.
14. Relaciones familiares con un marcado
funcionamiento patriarcal.
15. Fácil acceso a las víctimas (no
etcétera).
Sin duda, la detección y el diagnóstico son los dos primeros pasos, necesarios y
vitales, para poner en marcha el proceso de intervención que ponga a salvo al niño o la
niña abusados. Lo que se haga en estos dos primeros pasos marcará el ritmo —y el
La detección involucra tres tipos de signos: 1. Signos físicos que llamen la atención; 2.
Signos conductuales que llamen la atención (usualmente este lugar lo encabezan las
Una de las problemáticas más graves en el tema del abuso sexual infantil consiste en
que los indicadores que muestra el niño o la niña víctima de abuso, no conforman un
cuadro unificado y diferenciado, sino que también están presentes en otros cuadros
relato más o menos claro que dé la idea de que al menos una acción de índole sexual
ha ocurrido, sin que sea necesario que en este primer reporte el niño cuente todo lo
que pasó. En ese sentido, por la naturaleza del abuso percibido por el niño como un
coherente —por estar involucrada en muchas ocasiones una persona que al ser parte
En este proceso, la mayoría de los niños comienzan negando haber sido abusados
estos (Baita & Moreno, 2001); de ahí la importancia de que exista una red de apoyo en
la catequesis para ayudar al menor que ha sido víctima, puesto que en principio
debería ser su familia, empezando por cualquier figura que sea de su total confianza;
sin embargo, en los casos en donde el acto transgresor se haya llevado a cabo en la
casa, ven en su catequista a una persona de entera confianza, con la cual compartirían
que por lo tanto debería resolverse exclusivamente dentro del seno familiar, sin
el secreto que dificulta su revelación. Sin lugar a dudas, el ofensor sexual no tendrá
intención de develar esta situación y, aun cuando haya un adulto dispuesto a creer en
mínimas necesarias para que el abuso deje de ocurrir (Baita & Moreno, 2015).
En el siguiente cuadro se citan algunas pautas útiles para que los catequistas puedan,
junto con la detección de signos que ellos lleven a cabo y el apoyo de un terapeuta
capacitado, ayudar a los niños a efectuar la revelación del abuso que estén sufriendo, y
ponerlos en el camino del proceso de recuperación por el trauma que han sufrido:
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evento de ASI, ellos son las víctimas y no tienen alguna culpa de lo ocurrido, así como
experiencia que el niño o la niña tiene de las diferentes formas de contacto físico que
puede haber entre un adulto y un niño, y cuál es la valoración que el niño hace de ellas.
principios básicos:
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1. Tu cuerpo es tuyo.
Crear un entorno protector y cálido será el primer objetivo de la catequesis para que la
víctima sea capaz de expresar el abuso, ya sea de forma verbal o a través de dibujos,
juegos simbólicos, etcétera. En los casos de abuso, los niños —ante el sufrimiento que
hostilidad o incluso de culpa que, en muchos casos, no van dirigidos al agresor sino
hacia ellos mismos (si existen sentimientos de culpa), hacia terceros que intervienen
para separarlo del agresor (si el agresor pertenece a su entorno afectivo), hacia los
respuesta: “¿Por qué ocurrió?”, “¿por qué lo hizo?”. Ante este hecho es necesario
encontrar una explicación clarificadora. No será extraño que al principio del abuso el
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Por las circunstancias en que se puede producir el ASI, es factible que los niños que lo
inusuales —en los términos que se han descrito antes—, acompañados de una tenaz e
comportamientos, lo que puede ser malinterpretado por los padres como una mala
Moyollo: Quien pierde su corazón lo pierde todo (E. Garrido, 2018), que está ideado en
un lenguaje neutro que puede servir como auxiliar tanto en un contexto terapéutico,
Moyollo es una herramienta diseñada para que los catequistas se acerquen a los niños
y comprendan lo que está pasando con ellos, sin que necesariamente se efectúe, de
(“Moyollo”), que es un niño de edad indeterminada, que tiene familia y amigos, pero
que de pronto se encuentra triste, mientras que una voz le ayuda a determinar qué le
muy sencillas para que los niños se expresen y manifiesten cómo se identifican con el
personaje, proceso en el cual los padres pueden formarse la idea de si algo malo
ocurre con el niño, lo que puede facilitar la intervención del psicólogo o de los propios
Conclusión
humanidad y de la sociedad como el maltrato infantil en todas sus otras formas (golpes,
azotes, esclavitud, tratar a los niños como objetos, etcétera); sin embargo, es una de
las formas más graves en que puede violentarse a un niño —desde una perspectiva a
largo plazo en la vida adulta del niño abusado— y, por lo mismo, es preciso que
padres, maestros, catequistas y demás adultos cuenten con bases apropiadas para
apoyar a los niños y las niñas que estén bajo su cuidado a denunciar el abuso sufrido y
sancionar incluso la comisión del ASI dentro del seno de la misma Institución, bajo el
del reconocimiento y combate del ASI al interior de la Iglesia en todos sus niveles, el
abuso sexual infantil constituye un problema social que no respeta género, raza, ni
posición económica, por lo que es conveniente que todos aquellos adultos que tienen
niños bajo su cuidado, educación o protección, puedan estar capacitados para detectar
en los niños aquello que no está bien y que, por vergüenza o por miedo, no son
capaces de confesar.
Bibliografía
Baita, S., y P. Moreno, Abuso sexual infantil. Cuestiones relevantes para su tratamiento
2015.
Barudy, J. El dolor invisible de la infancia. Una lectura ecosistémica del maltrato infantil.
Save the Children & Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales. Abuso sexual infantil: