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El rescate de los Instantes.

SALUD MENTAL: UN ABORDAJE DESDE LA PERSPECTIVA ACTUAL Y UNA


PROPUESTA PERSONALISTA
Esmeralda Garrido Torres
Doctorante

Este ensayo trata sobre en el contexto actual de la salud mental.

El texto esta dividido en tres partes: en la primera se examina la manera en como


el capitalismo usa mecanismos para cumplir necesidades básicas (en una
obtención sin fin de ganancias) y en el segundo como la sociedad occidental está
sufriendo un cambio de paradigmas, en las enfermedades mentales del siglo XXI,
que surgen de un exceso de positividad. En la tercera parte se expone una
propuesta para equilibrar los efectos de nuestra .

Para iniciar es importante entender qué se entiende como salud; a nivel general.
Según Oblitas (2004, p 3), es “el bienestar físico, psicológico y social, que va más
allá del esquema biomédico, que abarca la esfera subjetiva y del comportamiento
del ser humano. No es la ausencia de alteraciones y de enfermedades, sino un
concepto positivo que implica distintos grados de vitalidad y funcionamiento
adaptativo”. Por otra parte Dubos (1975), manifiesta que la salud es el estado de
adaptación al medio y la capacidad de funcionar en las mejores condiciones
dentro de éste. Por lo tanto la salud es un estado y al mismo tiempo, un proceso
dinámico cambiante. Donde los sujetos están en contante reestructuración de sus
esquemas internos.

Mebarak y Castro (2009), consideran que un individuo entra en la normalidad si


muestra la suficiente capacidad para relacionarse con su entorno de una manera
constructiva, flexible, productiva y adaptativa; siempre y cuando las percepciones
de si mismo y del entorno son promotoras de equilibrio cognitivo afectivo, y de
relaciones interpersonales duraderas, abiertas, sanas y estables con patrones de
comportamiento funcionales.
No existe una línea divisoria rígida que separe con precisión a la persona
mentalmente sana de la que no lo está; existen toda una gama de grados de salud
mental y no hay una característica singular que pueda tomarse aisladamente
como evidencia de que se posee este tipo de salud. Por otra parte tampoco la
usencia de uno de estos atributos puede tomarse como prueba de “enfermedad”.
Hasta este punto podemos decir que posiblemente sea mayor el numero de
personas que no puedan mantener prolongadamente durante su vida las
condiciones de una” buena” salud mental.

Domínguez (2011), desde la antropología personalista tiene un concepto que se


caracteriza por una estructura tridimensional que esta basada en (cuerpo, psique
y espíritu), esta propuesta estipula que la sanidad psicológica, es un estado de
sanidad integral correspondiente a lo que la persona viva y de acuerdo con su
“personeidad”, es decir, que viva realmente como persona. Sin darle mayor peso
a un segmento de la persona, si no a todo como una unidad.

Este mismo autor, en su marco explicativo introduce el neologismo infirmidad para


referirse precisamente a esos modos inauténticos de vivir como persona. De esa
manera establece la dimensión personal como telón de fondo de las
enfermedades físicas, los desórdenes psíquicos y los vacíos espirituales. La
persona puede enfermar desde tres posibles maneras del cuerpo, de la psique y
del espíritu.

Sociedad de consumo y la posesión.

La propiedad privada nos ha vuelto tan estúpidos y unilaterales que sólo


consideramos que un objeto es nuestro cuando lo tenemos… Todos los sentidos
físicos y espirituales han sido sustituidos, pues, por la simple enajenación de todos
estos sentidos, por el sentido de tenencia.
MARX.

En el estudio: New Economics Foundation produjo a Well_ Being Manifiesto for a


flourishing Society , este se declaró que: “Uno de los objetivos clave de un
gobierno democrático es promover la buena vida: una sociedad floreciente en la
que los ciudadanos son felices, sanos y competentes e involucrados, en otras
palabras con alto nivel de bienestar” (Shaah y Marks, 2004).
Surge una pregunta: ¿qué tanto lo anterior que se enfoca en la eficiencia
económica, logra desajustar la concepción integral de la salud general incluida la
mental?
William Leiss (1978), menciona que el Capitalismo es un sistema en el que existen
límites intrínsecos a la satisfacción, y que opera mediante la generación constante
de nuevas necesidades y apetencias (falsas necesidades) y la introducción de
nuevos satisfactores al mercado, lo que genera una creciente carga al tener que
elegir dentro de todo lo que se oferta, así como una creciente brecha entre lo que
lo pueden lograr y los que no.

Nuestras vidas están atrapadas por el Consumismo: vivimos consumiendo y


consumimos para darles sentido a nuestras vidas. Desde varias décadas atrás,
comprar dejó de ser una actividad exclusivamente económica.

Jean Baudrillard (2009), en La sociedad de Consumo, explica que los objetos son
más que instrumentos, son signos lingüísticos que sirven en cuanto significan
algo. Mediante el consumo los individuos construyen sus identidades dentro de
un orden social que está basado en la desigualdad y jerarquización.

Lo importante no es que los consumidores satisfagan una necesidad, sino lo


contrario que nunca se vean saciados. Algo relevante en el consumo
contemporáneo es lo que comunico con mi compra. Comunicar es necesario para
el ser humano con vacío, por lo que el consumo seguirá. Basado en una busqueda
de saciedad.

Además el consumo se ha acelerado, Concheiro (2016), así que de lo que se trata


ahora no solo es de comprar, si no de comprar de manera más veloz.
Comprar un nuevo producto, desear el que viene anunciar descuentos en
productos que ni siquiera han salido al mercado, refuerzan la ansiedad.
Para acelerar los ritmos de consumo se tienen que crear nuevas necesidades
cada vez más rápido y desaparecer a la misma velocidad las necesidades
previamente existentes. Una gran mayoría de productos se rigen también por la
obsolescencia.

Baudrillard (2009), nos recuerda que vivimos en el tiempo de los objetos, vivimos
a su ritmo, en el continuo de un objeto empujado por otro, genera un estrés
aplastante.
El Capitalismo contemporáneo se a convertido en un turbo capitalismo, como lo
denomina Concheiro, ya que necesita como nunca de la velocidad para mantener
ritmos acelerados de crecimiento y que contribuye a tener mas ganancias. El
elemento temporal cobró tal importancia que a finales del siglo XX se completó un
proceso iniciado cuatro siglos atrás: la constitución de una economía mundo, nada
se resiste a la velocidad. Cada una de estas realidades esta atravesada por la
pulsión de aceleración.

Ornelas (2011), intenta explicar la naturaleza humana y habla de una tercera


pulsión nombrada posesión, identificada con el personaje mitológico Mammón,
que es una constante existencial que produce una gran paradoja humana en tanto
que, en su infinita y creciente complejidad, el ser humano de un lado crea las
condiciones que mantienen y hacen posible la vida; pero simultáneamente, la
niega al promover un universo simbólico que camufla la posesión y construye
formas de organización económica y social que responden a dichas motivaciones,
engendrando fenómenos que ponen en riesgo, no sólo la propia vida, sino toda
forma de vida en el planeta. La posesión intenta llenar vacíos existenciales y
emocionales. Sin darnos cuenta de su papel aniquilador.

La sociedad del cansancio


El cansancio tiene un gran corazón.
Maurice Blanchot.

Cuando hablamos de tener, de poseer, es imposible no hablar de rendimiento y


productividad. La Sociedad occidental está sufriendo un silencioso cambio de
paradigma: el exceso de positividad genera una sociedad de cansada.
El siglo XXI, se esta caracterizando patológicamente hablando por afeciones de
carácter neuronal. que surgen de un exceso de positividad.

Byung Chul Han (2012), la depresión, el trastorno por déficit de atención con
hiperactividad, el trastorno limite de la personalidad o el síndrome de desgaste
ocupacional, definen el comienzos de este milenio. Las enfermedades no son
infecciones, sino estados patológicos que siguen a su vez una dialéctica, basada
en la positividad, hasta el punto de atribuirle un exceso de esta última. Pasamos
de la polaridad del negativismo al positivismo.

La positivización del mundo permite nuevas formas de violencia, estas son


inmanentes al sistema mismo. La violencia de la positividad no es privativa es
saturativa; no es exclusiva sino exhaustiva. Por ello es inaccesible a una
percepción inmediata.
El individuo contemporáneo, esta sujeto al rendimiento y se violenta a sí mismo, a
través de la autoexplotación, lo que lo convierte en presa de un cansancio infinito.
Es importante rendir para ganar y comprar, en “eso” baso mi ser. Tal cansancio
parece un amable desarme del Yo. Las enfermedades antes mencionadas, explica
Byung Chul Han, pueden tener su origen en la sobreabundancia de lo idéntico. Lo
“híper” representa masificación de la positividad. Los sujetos de rendimiento, son
emprendedores de sí mismos; y se caracterizan por el verbo modal positivo
“poder”, lo que los hace autoconcebirse como individuos capaces o individuos sin
limites. Su plural afirmativo y colectivo es “yes, we can” que expresa
precisamente su carácter de positividad. Los proyectos, las iniciativas y las
motivaciones remplazan la prohibición, el mandato y la ley.

La negatividad genera locos y criminales, la sociedad de rendimiento por el


contrario, produce depresivos y fracasados.

La sociedad disciplinada de Foucalt, que consta de hospitales, psiquiátricos,


cárceles, cuarteles y fábricas, ya no se corresponde con la sociedad de hoy en
día. En su lugar hay una sociedad de gimnasios, torres, oficinas, bancos, centros
comerciales y laboratorios genéticos. Este cambio denota un nivel de vida
determinado, con el fin de aumentar la productividad que sustituye el paradigma
disciplinario por el rendimiento, por el esquema positivo de poder hacer , pues a
partir de un nivel determinado de producción, la negatividad de la prohibición tiene
un efecto bloqueante e impide un crecimiento ulterior. La positividad del poder es
mucho más eficiente que la negatividad del deber. De este modo, el inconsciente
social pasa del deber al poder. El sujeto del rendimiento es más rápido y más
productivo que el obediente, sin embargo el poder no anula el deber. En relación
con el incremento de productividad no se da ninguna ruptura entre el deber y el
poder, sino una continuidad. El individuo es dueño de sí mismo y no esta sometido
mas que a sí mismo. Paradójicamente esto va a acompañado de una ilusión sobre
la libertad al creerse su propio dueño, sin darse cuenta que el explotador es al
mismo tiempo el explotado de si mismo.

El exceso de positividad se manifiesta, como un exceso de estímulos,


informaciones e impulsos. La percepción queda fragmentada y dispersa la
atención. Surge entonces “multitasking”, que es considerado como una técnica de
administración del tiempo y la atención, lo cual no significa un progreso para la
civilización, sino todo lo contrario una regresión.
Es una habilidad extendida entre animales salvajes, una técnica, de atención
imprescindible para la supervivencia en la selva. Un animal ocupado en
alimentarse, debe atender otras tareas, de tal manera que no se haya capacitado
para una inmersión contemplativa: ni durante la ingestión de alimentos ni durante
la copula. Olvidando el tiempo necesario para actividades como solo a comer, solo
a manejar, solo a platicar, sino que el multitasking que nos dispersa la atención a
varias cosas, no prestando atención a ni una sola, por lo tanto mucho menos
tiempo queda para hacer una inmersión a nosotros mismos, ya que al final del día
se nos a agotado tiempo…

Bauman (2005), habla de la modernidad liquida, como una civilización del exceso,
la superfluidad, el residuo y la destrucción de residuos. Todo se vuelve cosificable,
si la vida pre moderna era una escenificación cotidiana de la infinita duración del
Todo excepto en la vida mortal, en la vida líquida moderna es una escenificación
cotidiana de la transitoriedad universal. Nada en el mundo está destinado a
perdurar, y menos aún a durar para siempre. Los objetos útiles e indispensables
de hoy son el residuo de mañana. Nada es realmente necesario, todo tiene
caducidad y es remplazable incluidos los compromisos y las personas.

De aquí surge el síndrome de la inmediatez, que genera personas impacientes y


frustradas. La urgencia y la inmediatez son un imperativo social y cultural, que con
la idea de progreso, la eficiencia y la valoración por la adquisición, se convierten
en híper valores. La perdida de paciencia se debe principalmente a la
desvalorización del tiempo, ya que existe un sistema de creencias que nos lleva a
no darle el valor a las practicas que requieren de un proceso. Que lleven su justo
tiempo, de esfuerzo, de voluntad y de compromiso.

La vida humana se convierta en algo totalmente efímero. Lo que empuja a nuestra


sociedad contemporánea es la hiperactividad, la histeria del trabajo y la
producción. La actual aceleración está ligada a una falta de ser. El exceso del
aumento de rendimiento provoca el infarto del alma.

Recuperación de instantes, una propuesta personalista

El ser humano contemporáneo…a pesar de todos sus conocimientos acerca de la


naturaleza, permanece ignorante en cuanto a los problemas más importantes y
fundamentales de la existencia humana: lo que… es, cómo debe vivir, y cómo
liberar las tremendas energías que existen dentro de él y usarlas productivamente.
Fromm.
En la intensión de comprender al ser humano se han tomado posturas diversas,
Domínguez (2011), menciona haciendo referencia a Luborsky (1980), que no hay
enfoque psicológico que pueda agotar la verdad absoluta sobre el ser humano.
Durante muchos años se han tomado en referencia a los humanos en equilibrio
con la naturaleza, con el mismo hombre, con Dios, todo en un afán de encontrar la
respuesta para un bienestar o florecimiento humano.

La perspectiva de centrarse en lo que funciona, lo que es bueno en nuestras


vidas, requiere de esfuerzo, de procesos, pero sobre todo de apertura mental para
ver al ser humano con otros ojos. Y con consciencia del mundo que ocupa
actualmente. La persona concreta siempre es más grande que la enfermedad o
que sus desordenes físicos, psíquicos o espirituales. Esto sólo se puede
reconocer si admitimos como dato previo la grandeza y dignidad de la persona.

La tendencia contemporánea es a cosificar al humano (explotación y auto


explotación laboral, o sexual; eliminación de inocentes, feminicidios, esclavitud,
genocidios, adicciones, trata), así se vuelve manipulable, moldeable y finalmente
eliminable. Cuando se toma en cuenta a la persona y se le ve desde otro punto,
se toma en cuenta de una manera distinta, considerándolo de otra forma; como un
ser digno de dar y recibir amor, creado para ser feliz y vivir pleno. La persona es la
antítesis de una cosa; es una realidad que no puede ser tratada como objeto. Por
lo tanto la persona no puede ser utilizada.

Y por lo tanto no es un ser eliminable o desechable (como se ve en una sociedad


de consumo). Cuando las personas se miran como objeto pertenecen a otros, y no
a sí mismos.

La persona nunca puede ser un medio, sino un fin en sí, lo menciona Kant, la
persona es valiosa por si misma: la persona tiene dignidad. La persona tiene
exterioridad e interioridad y esta ultima permite que se tenga consciencia de sí
mismo, lo que ningún animal puede hacer. Y bajo esta perspectiva cuando se
tiene conciencia de si mismo, nosotros mismos sabemos somos personas
cambiantes en construcción. La persona es un ser inacabado como menciona
Domínguez (2011), tiene que hacer su vida apoyado en la realidad, y en las otras
personas. Ya que la persona es un ser “con” y un ser “para” otros.
Bajo esta alternativa antropológica personalista, mi propuesta es rescatar
instantes, ir más lento. Darnos instantes como personas.

No podemos autoconstruirnos si estamos cansados u ocupados con la aceleración


del mundo, el papa Francisco, argumenta en su encíclica Laudatio, que el sistema
actual, en el que se explora la naturaleza sin desenfreno y se nos impone un
consumismo obsesivo y una cultura del descarte, ha desencadenado en una crisis
socio ambiental. Calentamiento global, contaminación, agotamiento y deterioro de
los recursos en la pérdida de la biodiversidad y, junto con ello, deterioro de la
calidad de vida humana, degradación social, inequidad. Entre sus propuestas de la
doble crisis sobresale el de relentizarnos: “tenemos que convencernos de
desacelerar el ritmo de producción y de consumo puede dar lugar a otro modo de
progreso y desarrollo”.

Carl Honore, argumenta que la velocidad es un habito, así que mientras no se


abandonen los principios básicos del sistema que nos impone la velocidad, la
lentitud resulta imposible. La inercia existente, tiene una potencia imparable.
Somos capaces de hacer un alto, y generar un instante para la reflexión, para
pensar, para concluir las tareas en las que nos involucramos. Un instante que se
convierta en un habito cotidiano, y desacelere nuestro paso, un instante que nos
permita otra vida.

La pregunta sería ¿como rescato los instantes? ¿Y como los construyo ?

Lo colocare en pasos:
1. Decidir si quieres tener un instante.
2. Detectar que son para cada uno de nosotros distractores. Y alejarte de
ellos. Buscando un lugar donde puedas permanecer tranquilo y donde
puedas olvidarte un poco de la vida acelerada.
3. Unificar o alinear Cuerpo, Mente y emoción. Calmando el cuerpo,
concentrándote en algo que pueda darte paz (enfocándote en la
respiración, en el movimiento de alguna parte del cuerpo que te cueste
dejar de mover). La mente estará en paz alineada con el cuerpo. La
emoción podemos alinearla con la sensación de sentirnos en calma. El
tiempo de permanencia ahí, dependerá de la necesidad de cada persona,
ya que cada uno de nosotros tenemos la libertad para reflexionar y sentir el
tiempo en el que podemos recuperarnos y alinearnos.
Es probable que en estos momentos surjan pensamientos y reflexiones,
sugerimos lleves una bitácora para anotar lo que vaya surgiendo en la
recuperación de estos instantes.
4. La utilidad de la recuperación de instantes, no la debemos olvidar y es
dirigirnos a una plenitud de vida. Donde cada recuperación de instantes nos
acerque a nosotros y a lo que queremos y menos a lo que quieren y
necesitan de nosotros.

Estos instantes pueden crecer y usarlos para trabajar en lo que conscientemente


entendamos que nos hace falta para vivir mas plenamente.

El instante impone una comunión entre la persona y sus semejantes, entre la


persona los objetos, entre la persona y la naturaleza, entre la persona y Dios.
El instante dicho por Susuki, el “momento en que el espíritu finito comprende que
está arraigado en el infinito”. Mediante el instante, desde nuestra condición de
mortales, accedemos a un momento de eternidad: un momento en que el tiempo
está detenido, por un momento nos separamos de la realidad circundante para
generar orden y paz en nosotros mismos.

Un instante de Amor a mi mismo, amor a Dios, a las personas a la creación


entera... La puerta hacia ese instante, la persona la puede elegir, algunos elegirán
admirar la naturaleza, otros la lectura, solo respirar, la oración la introspección, la
contemplación, la meditación, entre otros. Lo nuclear es realizarlo con un objetivo:
yo en calma, yo en camino de mi propia plenitud.
Un instante que nos encamine a la felicidad.

Zanotti, quién en filosofía moral menciona que la felicidad es como el fin de toda
acción humana. Y afirma que el ejercitar la virtud parece ser la mejor manera de
alcanzar aquello que todo ser busca la felicidad. El fin “de la acción fin”:
ciertamente es que una buena acción tiene el fin en sí misma.

La propuesta esta partiendo de la antropología personalista caracterizada por su


concepción tridimensional (cuerpo, psique y espíritu), del ser humano. Donde se
propone una salud integral, donde la persona viva realmente como persona,
potencializando todas sus dimensiones. Dicho trabajo requiere un proceso, y un
acompañamiento para poder alcanzar la plenitud de vida, entendida como un
estado personal al que llega el sujeto, respondiendo a un llamado existencial, se
orienta con valores que lo apoyan para trascender y así adquiere modos
auténticos de sentido de vida, generando relaciones con intimidad y asumiendo
que es un ser limitado y finito; aceptando las limitaciones de la vida humana.
Viviendo en realidad y adquiriendo modos auténticos de situarse con ella. Así
como tomando decisiones que lo lleven a ser feliz. Esta es una visión positiva
critica y consciente de nosotros mismos como una unidad. Y no como un
positivismo ulterior.
Estos instantes pueden transformarse en un hábito, donde cada persona sea
responsable de él. De cuando lo toma y cómo lo toma, pero que conscientemente
decida hacerlo de manera diaria. Si cada vez se realiza de manera más cotidiana
y creciente, conseguiremos vivir más lento, pero también encaminándonos a una
vida con sentido propio, elegido por nosotros para nosotros. Y así sentirnos
conectados en cuerpo, psique y espíritu, sólo aunque sea por unos instantes. Para
después conectarnos con algo más grande. El esfuerzo que requiere organizarte
y darte un pequeño espacio con lentitud, generara como resultado un hábito.

El instante es solo una conducta que nos acerca a una meta mayor, vivir con
plenitud de vida personal.
Cuando la persona toma conciencia de su dignidad personal y realiza un trabajo
interior, se pone en vías de sanación, contribuyendo a su propia salud mental.
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