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Para iniciar es importante entender qué se entiende como salud; a nivel general.
Según Oblitas (2004, p 3), es “el bienestar físico, psicológico y social, que va más
allá del esquema biomédico, que abarca la esfera subjetiva y del comportamiento
del ser humano. No es la ausencia de alteraciones y de enfermedades, sino un
concepto positivo que implica distintos grados de vitalidad y funcionamiento
adaptativo”. Por otra parte Dubos (1975), manifiesta que la salud es el estado de
adaptación al medio y la capacidad de funcionar en las mejores condiciones
dentro de éste. Por lo tanto la salud es un estado y al mismo tiempo, un proceso
dinámico cambiante. Donde los sujetos están en contante reestructuración de sus
esquemas internos.
Jean Baudrillard (2009), en La sociedad de Consumo, explica que los objetos son
más que instrumentos, son signos lingüísticos que sirven en cuanto significan
algo. Mediante el consumo los individuos construyen sus identidades dentro de
un orden social que está basado en la desigualdad y jerarquización.
Baudrillard (2009), nos recuerda que vivimos en el tiempo de los objetos, vivimos
a su ritmo, en el continuo de un objeto empujado por otro, genera un estrés
aplastante.
El Capitalismo contemporáneo se a convertido en un turbo capitalismo, como lo
denomina Concheiro, ya que necesita como nunca de la velocidad para mantener
ritmos acelerados de crecimiento y que contribuye a tener mas ganancias. El
elemento temporal cobró tal importancia que a finales del siglo XX se completó un
proceso iniciado cuatro siglos atrás: la constitución de una economía mundo, nada
se resiste a la velocidad. Cada una de estas realidades esta atravesada por la
pulsión de aceleración.
Byung Chul Han (2012), la depresión, el trastorno por déficit de atención con
hiperactividad, el trastorno limite de la personalidad o el síndrome de desgaste
ocupacional, definen el comienzos de este milenio. Las enfermedades no son
infecciones, sino estados patológicos que siguen a su vez una dialéctica, basada
en la positividad, hasta el punto de atribuirle un exceso de esta última. Pasamos
de la polaridad del negativismo al positivismo.
Bauman (2005), habla de la modernidad liquida, como una civilización del exceso,
la superfluidad, el residuo y la destrucción de residuos. Todo se vuelve cosificable,
si la vida pre moderna era una escenificación cotidiana de la infinita duración del
Todo excepto en la vida mortal, en la vida líquida moderna es una escenificación
cotidiana de la transitoriedad universal. Nada en el mundo está destinado a
perdurar, y menos aún a durar para siempre. Los objetos útiles e indispensables
de hoy son el residuo de mañana. Nada es realmente necesario, todo tiene
caducidad y es remplazable incluidos los compromisos y las personas.
La persona nunca puede ser un medio, sino un fin en sí, lo menciona Kant, la
persona es valiosa por si misma: la persona tiene dignidad. La persona tiene
exterioridad e interioridad y esta ultima permite que se tenga consciencia de sí
mismo, lo que ningún animal puede hacer. Y bajo esta perspectiva cuando se
tiene conciencia de si mismo, nosotros mismos sabemos somos personas
cambiantes en construcción. La persona es un ser inacabado como menciona
Domínguez (2011), tiene que hacer su vida apoyado en la realidad, y en las otras
personas. Ya que la persona es un ser “con” y un ser “para” otros.
Bajo esta alternativa antropológica personalista, mi propuesta es rescatar
instantes, ir más lento. Darnos instantes como personas.
Lo colocare en pasos:
1. Decidir si quieres tener un instante.
2. Detectar que son para cada uno de nosotros distractores. Y alejarte de
ellos. Buscando un lugar donde puedas permanecer tranquilo y donde
puedas olvidarte un poco de la vida acelerada.
3. Unificar o alinear Cuerpo, Mente y emoción. Calmando el cuerpo,
concentrándote en algo que pueda darte paz (enfocándote en la
respiración, en el movimiento de alguna parte del cuerpo que te cueste
dejar de mover). La mente estará en paz alineada con el cuerpo. La
emoción podemos alinearla con la sensación de sentirnos en calma. El
tiempo de permanencia ahí, dependerá de la necesidad de cada persona,
ya que cada uno de nosotros tenemos la libertad para reflexionar y sentir el
tiempo en el que podemos recuperarnos y alinearnos.
Es probable que en estos momentos surjan pensamientos y reflexiones,
sugerimos lleves una bitácora para anotar lo que vaya surgiendo en la
recuperación de estos instantes.
4. La utilidad de la recuperación de instantes, no la debemos olvidar y es
dirigirnos a una plenitud de vida. Donde cada recuperación de instantes nos
acerque a nosotros y a lo que queremos y menos a lo que quieren y
necesitan de nosotros.
Zanotti, quién en filosofía moral menciona que la felicidad es como el fin de toda
acción humana. Y afirma que el ejercitar la virtud parece ser la mejor manera de
alcanzar aquello que todo ser busca la felicidad. El fin “de la acción fin”:
ciertamente es que una buena acción tiene el fin en sí misma.
El instante es solo una conducta que nos acerca a una meta mayor, vivir con
plenitud de vida personal.
Cuando la persona toma conciencia de su dignidad personal y realiza un trabajo
interior, se pone en vías de sanación, contribuyendo a su propia salud mental.
BIBLIOGRAFÍA