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Parálisis cerebral y trastornos del aprendizaje

Alcántara Vázquez, Pablo

Máster en Investigación de los trastornos del movimiento y la alteración funcional

Generalidades del desarrollo normal y patológico del niño. PCI. Intervención


multidisciplinar en los trastornos del movimiento.

Facultad de Ciencias de la Salud

Universidad de Granada,

13/01/2020

Hoy en día, se da un acuerdo para describir la parálisis cerebral (PC) como un

conjunto de desórdenes del desarrollo de la postura y el movimiento, que dan lugar a

una reducción de la actividad. Estos desordenes son originados por una agresión no

progresiva en un cerebro aún en desarrollo, en la época fetal o primeros años de vida

(Argüelles, P.P, 2008). La PC tiene un carácter etiológico multifactorial, pudiéndose

dividir según en la etapa evolutiva o del desarrollo en la que se encuentra la persona en

cuestión al producirse el desorden. Así pues, en la etapa prenatal, encontramos una

subdivisión de factores que pueden dividirse en: factores maternos (alteraciones en la

coagulación, enfermedades autoinmunes, hipertensión arterial, infección intrauterina,

traumatismo, sustancias tóxicas y disfunciones tiroideas; alteraciones de la placenta

trombosis en el lado materno, trombosis en el lado fetal, cambios vasculares crónicos e

infección); y factores fetales (gestación múltiple, retraso crecimiento intrauterino,

polihidramnios, hidrops fetalis y malformaciones). En la etapa perinatal, aquella que

concierne al periodo en el que se produce el nacimiento, encontramos como factores de

riesgo la prematuridad, el bajo peso, la fiebre materna durante el parto, infección en el


sistema nervioso, hipoglucemia mantenida, hiperbilirrubinemia, hemorragia

intracraneal, encefalopatía hipóxico-isquémica, traumatismo, cirugía cardíaca y ECMO

(oxigenación por membrana extracorpórea). Por último, en la etapa postnatal, son las

infecciones, meningitis, encefalitis, traumatismo crean, estatus convulsivo, parada

cardio-respiratoria, la intoxicación y la deshidratación grave, las principales causas de

PC (Póo P, Campistol. J., 2006).

Tras esta clasificación etiológica, procederemos a estructurar la parálisis cerebral

según el grado de afectación y las zonas anatómicas afectadas (De La Cruz Rodríguez-

Escalona et al., 2018).

1. Hemiplejia espástica: daño en el hemisferio izquierdo cerebral. Por

afectación de la arteria cerebral por tromboembolias procedentes de los vasos

placentarios y del conducto arterial, tálamo y ganglios basales por lesiones

diencefálicas y lesiones subcorticales debidas a hemorragias periventriculaes

y a infartos de la arteria cerebral media.

2. Cuadriplejia espástica: Asociada a las cavidades intracerebrales que se

comunican con los ventrículos en forma bilateral, la sustancia blanca por

lesiones quísticas múltiples, y la estructura cortical por atrofia difusa e

hidrocefalia. En la variedad de cuadriparesia hipotónica, se ven dañado el

cerebelo y las vías cerebrales; en la cuadriparesia coreoatetósica, los ganglios

basales.

3. Diplejía espástica: zona periventricular por leucomacia, la parte superior de

la región prerrolándica en la zona limítrofe de la irrigación de las arterias

cerebrales media, anterior y posterior. Relacionada también con el ventrículo

lateral, en el brazo posterior de la cápsula interna, afectándose la vía

piramidal.
4. Extrapiramidal: La neurotoxicidad por bilirrubina afecta ganglios basales,

lesiones en el globo pálido y el núcleo subtalámico de Luys por

hiperbilirrubinemia, núcleo caudado, putamen y tálamo por asfixia perinatal.

5. Atónica: Alteraciones en el cerebelo, y a veces asociadas a lesiones en la vía

extrapiramidal, que, en la mayor parte de los casos, aparecen a partir de los 3

años.

6. Atáxica: lesiones en los hemisferios cerebelosos y el vérnix.

Como sería de esperar, este tipo de lesiones cerebrales, no repercuten

únicamente a la capacidad motora del sujeto en cuestión, y más teniendo en cuenta el

periodo que concierne a la lesión. El hecho de que la parálisis cerebral aparezca en, o

alrededor del momento del nacimiento, da lugar a la aparición de varias comorbilidades

debido al estado crítico del desarrollo evolutivo en el que se produce. Encontramos

varios trastornos asociados con la cognición, lenguaje y odontológicos. En concreto, se

dan déficits sensoriales, déficits de funciones ejecutivas, epilepsia, trastornos

psiquiátricos, retraso del crecimiento, trastornos de la alimentación, trastornos

respiratorios, osteopenia, reflujo esófago-gástrico y trastornos del sueño (Gómez-López,

S., Jaimes, V. H., Gutiérrez, C. M. P., Hernández, M., Guerrero, A., 2013). Los déficits

visuoperceptivos y espaciales-consctructivos en este tipo de pacientes se ven reflejados

en lo hallado por medio de las técnicas de neuroimagen, donde se suelen apreciar una

pérdida notable de sustancia blanca parietal en sujeto prematuros (Navarro Melendro,

A. N. A., & Restrepo Ibiza, A. P., 2005). Las personas con parálisis cerebral no logran

percibir con exactitud el espacio egocéntrico y alocéntrico, al igual que presentan

dificultades para calcular distancias, dando lugar a un deterioro de la planificación de

acciones. A pesar de que, en ocasiones, estos pacientes puedan presentar problemas

visuales como estrabismo y otros problemas de agudeza visual, es a nivel cortical donde
encontramos las principales causas de afectación en el procesamiento visuoperceptivo.

Estas dificultades al nivel de análisis holístico y parcial de los estímulos repercuten en

las capacidades atencionales y de retención en la memoria de los pacientes con PC. No

sólo repercuten las capacidades perceptivas alteradas en la atención, si no que también

lo hace el aspecto exploratorio motor de la persona, pues la dirección de la atención se

vería afectadas por las limitaciones motoras del cuello-cabeza, ojos y extremidades

superiores para la búsqueda y percepción de los estímulos. La edad en la que se produce

la lesión sería un factor primordial en el neurodesarrollo del paciente, puesto que el

nivel de maduración cerebral influiría en la plasticidad neuronal y la especialización y

desarrollo funcional de áreas corticales. Muriel A., et al. (2014) recopilan varios

estudios realizados en este tipo de población que confirman la existencia de dificultades

atencionales, observándose principalmente déficits en la atención sostenida, la atención

dividida, tiempo de reacción y control inhibitorio en comparación con sujetos sanos. Por

otro lado, Cabezas Lopez, M. (2017) en su revisión bibliográfica de los aspectos

neuropsicológicos de estos pacientes concluye, a partir de diversos estudios, la aparición

de déficits de memoria a corto y a largo plazo. En concreto, aquellos procesos que

conciernen a la recepción, almacenamiento de la información en la memoria episódica y

semántica, explícita e implícita y retrospectiva y prospectiva, observándose una mayor

implicación de la memoria visoespacial que de la memoria verbal. A nivel del

procesamiento del lenguaje, aparecen como principales determinantes el nivel motor, el

nivel sensorial e intelectual del niño. Los niños con un CI superior a 70 tenían

dificultades en el habla debido a su nivel motor, y, sin embargo, la población que

presentaba un CI inferior a 70, mostraban dificultades en la comprensión, expresión y

articulación del lenguaje (Pirila et al. 2007). A su vez, no parece ser que la población

con PC presente estrictamente trastornos del lenguaje y la memoria. Las personas con
PC pueden desarrollar una capacidad intelectual general normal y también presentar

niveles de retraso mental leves, (CI entre 50/55 y 70/75); moderados, (CI entre 35/40 y

50/55); severos, (CI entre 20/25 y 35/40); o profundos, (CI inferior a 25), con las

características que son inherentes a cada uno de ellos (Bedia, A. R., Manjón, Y.R.A.,

2006). Retomando la revisión planteada por Cabezas Lopez, M. (2007), autores

diferentes determinan problemas en la memoria operativa y flexibilidad mental, así

como en el control atencional, planificación, velocidad de procesamiento y control

inhibitorio, resolución y regulación emocional; relacionándolos con anomalías en las

estructuras del lóbulo frontal. La presencia de retraso mental se observa en un 50% de

los casos, influyendo el tipo de PCI, la gravedad, y la existencia de crisis convulsivas y

epilepsia, y, por otro lado, los trastornos del aprendizaje son bastante frecuentes en esta

población (Fernández-Jaén, A., Calleja-Pérez, B., 2002).

Llegados a este punto, no cabe duda de que todas estas dificultades cognitivas y

motrices son la principal causa de que exista comorbilidad entre la parálisis cerebral y

los trastornos del aprendizaje, y por ende, la escolarización de estos niños suponga un

gran reto. Por ello, tampoco cabría duda de que también exista la necesidad de abordar a

este tipo de pacientes desde una perspectiva multidisciplinar. Sería labor de los

fisioterapeutas y terapeutas ocupacionales, en base al grado de afectación, tratar de

restituir o compensar aquellas capacidades motrices y funcionalidades alteradas; y, por

otro lado, índole del neuropsicólogo y el logopeda la rehabilitación cognitiva y del

lenguaje para facilitar el aprendizaje en estos niños. En función de la gravedad del

trastorno y de los componentes cognitivos afectados, se llevaría a cabo una evaluación

detallada de los parámetros alterados con la intención de dirigir actividades específicas

para cada determinada disfunción cognitiva. El aprendizaje lúdico comprende un

componente motivacional que facilitaría su adquisición, así como su posterior


consolidación aprovechando la neuroplasticidad y la etapa del desarrollo en la que se

encuentran. El aprendizaje dinámico, es decir, aquel que requiere procedimiento motor,

sería quizá, la propuesta más adecuada para estos individuos. Sin dejar de ser

conscientes de las limitaciones motoras que sufren estos pacientes, en la actualidad

contamos con el auge de las tecnologías y su llegada al ámbito de la salud y al ámbito

escolar. Así pues, el empleo de aplicaciones de realidad virtual, inmersiva y no

inmersiva, podrían beneficiar enormemente a los niños con PC, puesto que propician un

entorno rico en estimulación, de bajo coste, y sobretodo, lúdico. Encontramos, por

ejemplo, para aquellos niños que presenten menor grado de movilidad, herramientas

como el EyeTracker (que se sirve de los movimientos oculares para la realización de

actividades que puedan mejorar las capacidades visuoperceptivas y atencionales), gafas

de realidad virtual y pizarras electrónicas; y sensores de movimientos como la Kinect,

para aquellos que poseean un mayor grado de movilidad, en la cual se registrarían

movimientos de todos los miembros del cuerpo, y a su vez se diseñarían actividades de

carácter cognitivo para llevar a cabo ese aprendizaje dinámico del que tanto se podría

beneficiar esta población.


BIBLIOGRAFÍA

1. Argüelles, P. P. (2008). Parálisis cerebral infantil. Hospital Sant Joan de Dèu,


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2. Bedia, A. R., & Manjón, Y. R. A. (2006). Parálisis cerebral y discapacidad
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3. Cabezas López, M. (2017). Características Neuropsicológicas de los niños con
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4. De La Cruz Rodríguez-Escalona, E., Pérez Suárez, S., Akel, R. K., Trascasas, J.
M., Alfonso, L., & Aybar, A. (2018). Bases Anatómicas de la Parálisis Cerebral
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5. Gómez-López, S., Jaimes, V. H., Gutiérrez, C. M. P., Hernández, M., &
Guerrero, A. (2013). Parálisis cerebral infantil. Archivos venezolanos de
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6. Muriel, V., Ensenyat, A., García-Molina, A., Aparicio-López, C., & Roig-
Rovira, T. (2014). Déficits cognitivos y abordajes terapéuticos en parálisis
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9. Póo P, Campistol. J. Parálisis cerebral infantil. En: Cruz M et al (eds.) Tratado
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