Lo bello y lo Feo, palabras que en la cotidianidad se emplean para
referirse a lo que es agradable a la vista y lo que no, ya sean personas,
objetos inanimados, expresiones artísticas o acciones. Eco (1787), afirma que lo bello generalmente es asociado con lo bueno, pero en la actualidad se mezcla con el deseo de posesión, como por ejemplo, que alguien se gane la lotería; es algo bueno que todos quisieran vivir, por tal razón obedeciendo lo antes descrito este acontecimiento es catalogado como bello. También existen situaciones que se clasifican como buenas porque obedecen a un principio, ideal o moral, pero que es preferible no pasar por ellas, ya que causan dolor, pobreza o algún tipo de sacrificio; estas son llamadas bellas acciones.
Se dice que cada una de las personas tiene su propia acepción de la
belleza distinta una de la otra, pero todo esto va enmarcado dentro de un “estándar”, y todo lo que se encuentra en concordancia con dicho estándar puede ser considerado bello. Hay que tener en cuenta que generalmente es considerado bello lo que es similar al modelo del ser humano y tiene unas proporciones establecidas, por ende, algo desproporcionado, ya sea por falta de una parte del cuerpo o exceso de ellas pasa de ser de bello a feo.
Si examinamos las obras de arte de una época determinada es posible
observar que la mayoría tienen cosas en común que representan lo que para esa sociedad era bello, como por ejemplo las esculturas de la antigua Grecia (con su anatomía y rostros perfectos) fijan un modelo muy distinto a una escultura egipcia, pero dentro de su sociedad pueden ser el patrón para la representación de lo bello. Al contrario de la belleza, nunca ha existido un estándar de fealdad, sino que más bien depende de los modelos y patrones de la belleza de cada cultura durante la historia, aunque esto no quiere decir que no se haya buscado establecer las pautas para clasificar algo como feo. Para que algo sea considerado feo debe ser lo contrario a lo expuesto anteriormente, mientras más alejado se encuentre del patrón más feo será considerado el objeto de crítica. Sin embargo la fealdad al igual que la belleza es en parte subjetiva, pero siempre dentro de los límites del modelo cultural establecido.
De igual manera, en todas las épocas y civilizaciones han estado
presentes unos fieles exponentes de la fealdad, sea moral o física; son los llamados monstruos, utilizados para simbolizar lo malo en la mayoría de los ámbitos, y debidamente representados con rasgos grotescos bastante alejados a los parámetros ya establecidos en cada cultura.