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San Basilio y el pensam,iento de los padres de la iglesia( Periodo patrístico)

La luz y la vista

San Basilio (329-379), Padre de la Iglesia griega, llamado Basilio el Grande.

San Basilio asumió el concepto griego de la belleza. Era el suyo un concepto dualista. Por un lado, y
conforme a las ideas de los pensadores antiguos, San Basilio sostiene que la belleza consiste en
una relación conveniente de partes y por tanto espropia de los objetos compuestos. En otras
ocasiones, siguiendo a Plotino, ve la belleza como propiedad de las cosas simples

San Basilio afirma que la belleza consiste en la composición de los elementos, su disposición y su
congruencia. En una estatua, ninguna de las partes es bella por sí misma; separada del resto,
pierde su valor estético; una estatua es bella sólo en su totalidad. Un brazo separado del tronco,
un ojo apartado de la cara, cualquier miembro separado de la estatua, nunca parecerán bellos.
Pero al ser colocados en su lugar, lucirán su hermosura, que deriva de la proporción entre ellos y la
totalidad.

En otras ocasiones, San Basilio emplea la argumentación de Plotino y sostiene que la belleza reside
también en las cosas simples,

El oro es hermoso no por su proporción sino por su color, el sol o el lucero son bellos por su
centelleo. De esta suerte, la luz y el brillo deciden, en el mismo grado que la armonía, sobre la
belleza de las cosas

San Basilio, intentando encontrar un término medio entre ambas tesis, llegó a un teicer concepto.

Es verdad que la belleza se encuentra en el mundo exterior, en la luz, en el color y en la forma,


pero para captar la belleza de la luz, del color y de la forma es indispensable la vista o, en términos
generales, es preciso que todo ello sea captado r or el sujeto.

Su actitud religiosa hizo que concentrara la atención en el mundo interior más que en el exterior,
obligándole a fijarse en el sujeto más que n los objetos.

Relación entre la belleza y la finalidad.

La belleza puede ser entendida de dos maneras: como una belleza directamente sensible y como
una belleza que consiste en la correspondencia con su finalidad.

San Basilio explica esta dualidad citando como ejemplo el mar. Por un lado, describe la belleza
directa que complace la vista y, por otro, afirma que su hermosura reside también en el hecho de
ser el mar fuente de humedad y un enorme almacén de aguas, útil económica y socialmente, una
comunicación entre continentes que facilita el comercio y proporciona diversas riquezas.
De este modo la finalidad, que para los antiguos constituía como mucho una de las
manifestaciones de la belleza, se convirtió para San Basilio en una característica necesaria. Otras
cualidades de lo bello, como el orden, la proporción y la disposición armónica de las partes así
como los efectos positivos ejercidos sobre la razón y los sentidos y el hecho de proporcionar
placer, han llegado a ser marginales y secundarias frente a su característica fundamental, que sería
la finalidad.

El hombre es propenso a juzgar la belleza según el placer experimentado por los sentidos, pero —
segun afirma San Basilio— esa tendencia no es sino consecuencia de su imperfección.

Si no fuera por ella, el hombre juzgaría la belleza de las cosas en base a su finalidad, como
indudablemente lo hace Dios.

De esta afirmación se desprende que hay dos clases de belleza: una para el hombre y otra para
Dios; es decir, existe una belleza superficial y otra verdadera, una belleza subjetiva y otra objetiva.

Pankalia

El mundo, en todos sus aspectos, tiene una finalidad. San Basilio escribe que en la creación ni hay
nada que sobre, ni falta nada que sea necesario. »Nada fue hecho sin motivo o por casualidad;
todo contiene una inefable sabiduría» Y dada su finalidad, el mundo es bello.

Pankalia es el concepto introducido en el libro de la Genesis en base al cual el mundo es hermoso


no en el sentido de que guste siempre y agradece a todos, sino porque está hecho con una
finalidad.

Si el mundo es bello por su finalidad, en ello se parece a una obra de arte. San Basilio escribe:
«Caminamos por el mundo como si visitáramos un taller en el que el escultor divino exhibe sus
maravillosas obras. El Señor, artista y creador de estas maravillas, nos incita a su contemplación»

Dada la mentalidad de los antiguos, a éstos les era más fácil advertir las diferencias entre el arte y
la naturaleza que sus afinidades, y cuando decidían hacerlo, más bien concebían el arte a
semejanza de la naturaleza que viceversa. Así solían afirmar que una obra de arte es como la
naturaleza porque la imita. En cambio, los Padres e la Iglesia, San Basilio incluido, afirmaban que la
naturaleza es como una obra de arte que revela el talento artístico de su creador. En una obra de
arte no sólo se ve la obra misma sino también al artista 6

Los cristianos miraban la naturaleza como obra divina y no como una entidad en sí.

Pronto hará su aparición la idea de que Dios es la belleza suprema e incluso la única belleza
verdadera, idea que en los siglos III y IV era aún desconocida. Para los primeros Padres de la
Iglesia, la belleza era cualidad de la creación y no del Creador, una cualidad de las cosas visibles y
no del Dios invisible.
La manera de entender el arte

El proceso de transformación que se realizó en cuanto a las artes fue paralelo al cambio
experimentado por el concepto de lo bello.

 Cambió el criterio para valorar el arte. La conformidad con la naturaleza dejó de ser el
criterio vigente, a favor de la existencia de que la obra artística debía corresponder a la
idea de la belleza perfecta, supransensible y espiritual: ahora no sólo las leyes de la
naturaleza regirían el mundo sino, sobre todo, la ley de Dios (lex Dei)

 La perfección formal tuvo que dejar de ser el objetivo del arte, que ahora debía de
representar a los santos en tanto que modelos para la gente, así como los acontecimientos
señalados en tanto que testimonios de la gracia y los milagros divinos. De esta suerte, el
arte adquiría rasgos nuevos, desconocidos en la Antigüedad: debía proporcionar modelos
del bien y constituir un testimonio de la verdad, transformándose en un arte que
demuestra y ejemplariza.

Evolucion del arte

Con la manera de entender el arte que acabamos de exponer, tuvieron que cambiar también los
criterios para su evaluación. Los Padres de la Iglesia eran conscientes de que el arte aspira a obras
cada vez más bellas, que se preocupa por el aspecto (species), por la forma (figura) y por los
ornamentos (ornatus), que crea estatuas tan hermosas que la gente empieza a adorarlas. Y en ello
precisamente veían el mal.

Objeto de las mayores protestas fue la escultura de los antiS uos griegos y romanos, con sus
estatuas de los dioses representados a semejanza el hombre. Este rechazo fue expresado por los
Padres de la Iglesia y, en especial, por el apologista Atenágoras, quien criticó a los que admirando
las estatuas de los dioses, «admiran el arte y no a los dioses».

Resumen

Al examinar los conceptos de los Padres griegos de la Iglesia, llegamos a conclusiones algo
inesperadas. Aunque aquellos pensadores trataron los problemas estéticos sólo en forma
accidental, se pronunciaron, sin embargo, sobre muchas cuestiones concernientes a esta
disciplina. Así, aparte de la pankalia, se ocuparon de la belleza como finalidad, empezaron a mirar
la naturaleza como obra de arte, sacaron al primer plano la belleza interior y simbólica, otorgaron
al arte el par iel de demostrar y ejemplarizar, y comenzaron a tomar en consideración la idea de
vanidad y perjuicios que pueden causar las artes puramente sensibles. Aquellos conceptos fueron
más bien resultado de aplicar a la estética criterios morales y religiosos que fruto de reflexiones
estéticas y experiencias artísticas en cuanto tales. Además, no todos sus conceptos eran positivos
para la estética; ello no obstante, algunas de las ideas de los Padres de la Iglesia resultaron
favorables para esta disciplina, como por ejemplo, la revelación del factor subjetivo en la belleza.

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