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DEFINICIÓN DE POLÍTICA SOCIAL

Se conceptualiza a la política social como el conjunto de directrices,


orientaciones, criterios y lineamientos conducentes a la preservación y
elevación del bienestar social, procurando que los beneficios del
desarrollo alcancen a todas las capas de la sociedad con la mayor
equidad 1.

Ceja 2 define a la política social como la forma que por medio de estrategias y
políticas concretas tiene el Estado para construir una sociedad cohesionada y
equitativa. En una perspectiva de mayor equidad e integración social, la política
social tiene como fin principal facilitar la convergencia entre los
intereses individuales y los intereses comunes de la sociedad.

Maingnon 3 señala que existe una diversidad de definiciones de política social


que presentan diferentes posiciones tomando en cuenta sus objetivos,
extensión y límites; agrupándolas en atención a ello en dos. Primero están las
definiciones que la limitan a los programas de bienestar social y a las políticas
que sustentan o conforman dichos programas. De acuerdo con ello, “política
social” hace referencia a un conjunto de medidas que contribuyen al
mejoramiento de una situación determinada, por lo tanto son políticas
transitorias y sus objetivos son los de aminorar o de regular los embates de las
políticas económicas. En otras palabras, la política social tiene que ver con las
fallas de la política económica, es de carácter asistencial y se le asigna, por
tanto, una función residual.

Un segundo concepto considera que la función principal de la política social es la


reducción y eliminación de las inequidades sociales a través de la redistribución de los
recursos, servicios, oportunidades y capacidades. Este concepto incluye todas aquellas
actividades que contribuyen a la salud, educación, asistencia pública, seguridad social y
vivienda de la población, y también aquellas que afectan, en general, la redistribución y
distribución del ingreso y las dirigidas a construir y conservar el capital social.

Repetto 4 manifiesta que las políticas sociales y sus expresiones


programáticas, entendidas en un sentido amplio, incluyen intervenciones
sectoriales clásicas (educación, salud, seguridad social, vivienda,
infraestructura básica) así como las tendencias a desarrollar acciones
focalizadas en la pobreza, a la vez que también deben incorporarse bajo el
concepto de política social las intervenciones estatales destinadas a promover
el empleo y brindar protección ante los males sociales.

1 http://www.definicion.org/politica-social

2 Concepción Ceja Mena: La política social mexicana de cara a la pobreza, Geo Crítica Scripta
Nova, Revista electrónica de geografía y ciencias sociales, Universidad de Barcelona, Vol. VIII,
núm. 176, 1 de noviembre de 2004, p. 1

3 Thais Maingon: Política social en Venezuela 1999-2003, Cuadernos del CENDES, Año 21,
No. 55, Tercera Epoca, enero-abril 2004, pp. 48-49
4 Fabián Repetto: La dimensión política de la coordinación de programas y políticas sociales:
una aproximación teórica y algunas referencias prácticas en América Latina, INDES, p. 40

¿Qué son las políticas sociales?

por el economista Daniel Olesker

En una economía capitalista y más aún en una país dependiente las políticas
sociales se diseñan sobre la base del cumplimiento de dos objetivos:

 la integración de la sociedad
 la amortiguación de las desigualdades propias de las relaciones de
producción capitalistas

En el primer campo de acción están las políticas de prestación de servicios


públicos como ser salud, educación, vivienda, seguridad social, luz, agua, etc

En el segundo terreno están aquellas políticas que tienden a compensar los


efectos de la exclusión como ser las políticas de empleo, el seguro de
desempleo, los subsidios de alimentación, la protección a la infancia, etc.

Dentro de estas últimas a su vez están aquellas que están dirigidas a los
sectores de mayor exclusión y que no pueden quedar en el marco del proceso
social y económico capitalista. Es decir que el proceso social y económico
genera un nivel básico de desigualdad y un nivel agravado de exclusión.

Por lo tanto debemos evaluar las políticas sociales como una combinación de
políticas de prestación de servicios públicos, políticas de amortiguación de las
desigualdades sistémicas y políticas de reducción del impacto de la exclusión.

Al mismo tiempo creemos que las políticas sociales deben ser diseñadas
centralizadamente (más allá de su ejecución descentralizada) y en
coordinación y no subordinación a las políticas económicas.

Por ende rechazamos la concepción que privilegia el enfoque liberal y que ha


sido difundido en los documentos sobre políticas sociales de organismos
internacionales como el Banco Mundial para los cuales las políticas sociales se
definen a partir de una acción cuasi asistencialista, focalizada y dirigida
exclusivamente a los sectores de mayor exclusión subordinada a las políticas
económicas.

La prestación de servicios públicos

Los servicios públicos son ante todo eso: públicos y por ende deber ser
prestados con el criterio de universalidad y justicia ya sea por organismos
públicos ya sea por organismos colectivos sin fines de lucro Ello significa el
acceso de todos en iguales condiciones.
Por ello son parte de las políticas sociales:

 La salud
 La educación
 La vivienda y los servicios básicos de la vivienda
 La seguridad social

La amortiguación de la desigualdad sistémica

Las relaciones de producción capitalista se articulan sobre la base de una


relación desigual básica entre el capital y el trabajo. A partir de allí la primer
política social de este segundo ítem son las políticas de empleo. Dentro de
ellas es necesario actuar sobre tres niveles diferentes de problema:

 La cantidad de empleo, es decir de no mediar políticas activas de


empleo que premien con dinero la contratación de trabajo respecto al
uso del capital, habrá siempre una brecha entre crecimiento económico
y generación de empleo que provocará un desempleo estructural
permanente.
 La calidad del empleo en tanto una forma de abaratar le costo del
trabajo es la precarización y flexibilización de condiciones de trabajo, por
lo cual es necesario políticas de regulación de las condiciones de trabajo
 Finalmente, y como a pesar aún de las políticas anteriores, habrá
desempleo en el sistema, es necesario políticas de cobertura al
desempleo como ser seguro de desempleo, cobertura de quiebra de
empresas, etc.

Por ende la política de empleo no es una política económica sino una política
social. En Francia el Ministerio del Empleo y la Solidaridad, justamente toma
esta concepción y define el tema del empleo dentro de la órbita de las políticas
sociales.

En segundo lugar a partir de esta desigualdad básica que se gesta en el


proceso de producción, surgen desigualdades en el ámbito de la distribución de
la riqueza y por ende en el acceso al consumo.

Una parte de ello se resuelve por la vía de la universalidad de la prestación de


servicios públicos, mientras otra parte, ligada a bienes mercantiles debe
resolverse por otras vías. Y por ende el Estado debe tener políticas de
subsidios que permitan el acceso universal y en igualdad de condiciones a la
canasta familiar básica.

Por lo tanto la política de subsidios a la producción de alimentos básicos no es


una política productiva, sino es una política social. Y no se trata de comedores
para los más pobres sino una política sistemática (vía subsidios, almacenes
públicos o precios testigo) de los bienes de la canasta familiar.

En tercer lugar la política fiscal, es también una política social. Más allá de que
su objetivo es también recaudar para poder financiar la prestación de los
servicios públicos, cuando estos se hacen por organismos estatales, su diseño
incluye aspectos sociales. Ya que está en boga su discusión digamos, y más
allá de la discrepancia con el predominio de los impuestos al consumo, que la
existencia de tasas diferenciales en el IVA es un tema clave de la política
social. Una tasa única simplemente pone el objetivo dela recaudación como
prioritario y deja de lado la política social clave en los instrumentos fiscales.

La lucha contra la exclusión agravada

Las condiciones de desarrollo capitalista en su fase de globalización liberal que


vivimos desde los 80, en un contexto histórico sustancialmente distinto al vivido
con el estado de bienestar, ha agravado el carácter excluyente del sistema y ha
generado procesos de fragmentación social explosivos sobre los que es
necesario actuar.

Y allí las políticas no son diferentes a las enunciadas hasta ahora. Solamente
que deben alcanzar sectores más excluidos, Y entonces dentro de las políticas
de viviendas, habrá políticas hacia la eliminación de los cantegriles, dentro de
las políticas de salud habrá políticas de atención a sectores más excluidos,
dentro de las políticas alimentarias, habrá comedores de mayor potencia,
dentro de las políticas educativas, habrá una atención especial a los sectores
excluidos

Pero dos observaciones centrales sobre lo erróneo de las tesis de la


focalización de las políticas sociales:

 en primer lugar no son sustitutivas de las políticas macrosociales, sino


son complementarias. No se trata de reducir el gasto en la Universidad
para aumentar las escuelas de tiempo completo. Porque entonces
perdemos la perspectiva de integración social y de desigualdad
sistémica de la que hablábamos antes.
 En segundo lugar focalizar las políticas sociales, dando incluso un marco
territorial propio, es decir viviendas todas juntas en barrios lejanos, su
policlínica, su comedor y hasta su almacén, significan la definitiva
exclusión de estos sectores, aún cuando se mejore un poco su calidad
de vida. Pues finalmente se los consolida como fragmento excluido de la
sociedad y su movilidad e integración social desaparece por completo.

Algunas reflexiones sobre la situación actual

1) En El Uruguay existe un gasto social muy bajo. Si excluimos las


prestaciones a pasivos de la seguridad social que son la devolución de
su ahorro (o el de su generación), el gasto social en salud, educación,
vivienda, empleo, minoridad, alimentación entre otros, orilla el 8% del
PBI, es decir un orden de 1.600 millones de dólares, lo que equivale
aproximadamente a 500 dólares por persona y por año, lo que es un
cifra sustancialmente baja.

2) Al mismo tiempo creemos que las políticas sociales están orientadas


por la política económica y ello ha sido muy claro en las discusiones de
la comisión multisectorial de salud, en la que avances muy importantes
logrados en debate con las autoridades de salud pública eran vetadas
por el ministerio de economía. En esa misma dirección fue el debate
sobre las políticas de capacitación o aún la discusión presupuestal de
educación en la que, a pesar de la propuesta de las autoridades
educativas de incrementar el gasto, el ministerio de economía volvió a
vetar.

3) Finalmente entendemos que los escasos recursos que hoy se destinan


a las políticas sociales están diseñados sobre el tener bloque que yo
planteaba, el gasto focalizado, perdiendo la perspectiva de la
integralidad y de alguna manera dejando un sector medio y medio bajo
de ingresos al desamparo de la prestación de servicios públicos y
sociales.

4) Por ende concluimos que las políticas sociales han contribuido en la


década liberal del Uruguay de los 90 a convalidar fuertemente el modelo
excluyente, en la medida que no han actuado sobre los factores de
estructura (y por ende crece el desempleo estructural, el déficit de
vivienda en sectores medios y la atención de salud de esos sectores),
mientras que en los sectores más pobres se consolida una
fragmentación excluyente separándolos de cualquier mecanismo de
integración a la sociedad.LA ONDA®DIGITAL
LOS NUEVOS INDIGNADOS

Escribe: Ubaldo Tejada Guerrero

La crisis financiera global neoliberal, agudiza un contexto


caracterizado desde el siglo XXI, por el fin del pensamiento
único y la necesidad de reponer el debate en torno al desarrollo
humano y la construcción de nuevos paradigmas sobre la
relación Estado desbordado y sociedad civil nacional
emergente.

La ideología neoliberal, no sólo ataca la imagen del Estado,


destruye la institucionalidad democrática, sino que también a
través de la forma de vivir derivada de la economía
mundializada, hace pesar sobre los ciudadanos la amenaza
sorda de la represión y un desprecio constante por su opinión.
Se les consulta muy pocas veces y estas consultas están
desviadas por aquellos que controlan los medios de
comunicación.

En América Latina, la democracia enfrenta serias dificultades,


allí donde no existen partidos políticos consolidados que
asuman la tarea de agregación y representación de los
intereses de la sociedad, y que no cuentan con programas que
permitan superar los problemas para enfrentar los desafíos
sociales de los nuevos indignados de la sociedad civil
emergente.

En el Perú después de la violencia senderista, según analistas


se viene configurando en el siglo XXI, un nuevo panorama
violentista, institucionalizado en cifras cada vez más
alarmantes de inseguridad ciudadana, donde las formas
legales de participación ciudadana, son un apéndice a veces
molesto para la burocracia estatal y los grandes poderes
económicos mas concentrados en el crecimiento económico,
que en el desarrollo humano.

Nunca en la historia del Perú republicano, los carriles de


economía neoliberal (Macroeconomía) y las políticas públicas
(Acuerdo Nacional), estuvieron tan distanciados, y en algunos
casos corriendo en carriles contrarios.

En el Perú, hoy más que nunca, es momento de indagar acerca


de la configuración de la sociedad civil y sus organizaciones, a
la luz de los cambios ocurridos entre 1,940-1,980, y en
particular en los procesos críticos de los primero años del siglo
XXI. Es urgente dar una respuesta desde el Estado a la nueva
sociedad nacional emergente ya empoderada en las grandes
ciudades del Perú, cuyo componente joven migrante es
mayormente informal en la PEA.

La sociedad civil emergente, va entendiendo que un reparto


mejor de la riqueza sin socialización del poder político, no
representa un gran cambio y puede llevar incluso a un cierto
paternalismo asistencial, que perjudica la afirmación de la
autonomía de los individuos y de las organizaciones de base
de la sociedad como entes productivos.

Tampoco socializar la política sin tocar la riqueza que es


generada por los trabajadores, puede desanimar a los que se
dedican a dignificar la política en los marcos democráticos, y
puede producir por consiguiente un repliegue progresivo de las
personas a la esfera de su vida privada.

La sociedad civil emergente, se ha convertido en objeto de


estudio e interés desde hace más de dos décadas, tanto para
el mundo académico, como para el Estado (como agente
central de las políticas públicas) y los diversos espacios
sociales multiculturales y multiétnicos.

La incapacidad de los partidos políticos en el Perú, ha incidido


en la naturaleza, la estructura y el funcionamiento del Estado,
en la índole y los resultados de sus intervenciones y de su
planificación, y lo que es peor han exhibido una mínima
preocupación efectiva y operante para el desarrollo económico,
mas bien son la principal motivación para el alejamiento de sus
propias bases militantes, y mucho mas lejos del Perú profundo,
siendo a veces sólo viejas cúpulas.
En este período hemos visto la emergencia de numerosas
organizaciones y movimientos sociales en torno de temáticas
tan diversas como derechos humanos, la cuestión social,
medio ambiente, seguridad ciudadana, discapacidad, Estado
laico, defensa de derechos de distintas minorías, desarrollo
local y tantas otras realidades, que no pasan por normas
burocráticas.

La extensa lista nos habla de un nuevo enfoque de las ciencias


sociales, de iniciar urgente un período de transformaciones, de
una concepción nueva acerca de la resolución de las distintas
problemáticas; autónomamente o en articulación con el Estado
u otros actores, conocer los modos en que las organizaciones
de la sociedad civil intervienen en las diversas políticas
públicas, tanto a nivel local como nacional, de la necesidad de
brindarles herramientas de trabajo para la gestión y
seguimiento de programas y proyectos de incidencia en sus
reales necesidades; y de la necesidad de empoderar a la
sociedad civil como actor de su destino.

Parte de esa nueva sociedad civil emergente, lo podemos


observar en los últimos cuatro procesos electorales en el Perú,
donde la consolidación de “nuevos” movimientos, y partidos
regionales, profundiza la crisis de los partidos políticos
nacionales, de su representatividad y de su falta de arraigo con
los problemas concretos de un Estado desbordado y una
sociedad nacional emergente indignada en busca de
representación política.

CONCLUSIONES

Primero, será función del nuevo Estado, asegurar una mayor


participación ciudadana, reorientando las políticas públicas de
modo que impliquen la construcción de canales de
participación ciudadana con el Estado. Tarea dura por la grave
corrupción y la necesaria reforma constitucional, que haga
realidad una verdadera participación e inclusión social.

Segundo, las instituciones de la sociedad civil deben


incorporarse a la acción política, recuperando su función de
servicio social, y fortalecedora de la precariedad democrática e
institucional del Estado, especialmente de los partidos políticos
a partir de 1,992.

Tercero, debe dejarse claro, que debemos impedir que en el


proceso de transferencia de responsabilidades del Estado a la
sociedad, la institución estatal se desembarace de sus
obligaciones en relación con la satisfacción de las necesidades
colectivas, de una parte; y, por otro lado, que el Estado al
promover la participación social, no termine por pretender
manipular y acallar los reclamos y exigencias sociales, sin que
se puedan ver resultados palpables en relación con la mejora
de las condiciones de vida y el disfrute del bienestar social.

Cuarto, el desafío que concierne al Estado, es el cambio de


enfoque en sus relaciones con la sociedad civil emergente. En
vez de pretender que ésta se acerque a él creándole canales
institucionales en función de sus objetivos y necesidades, es
intentar invertir el paradigma buscando apoyar a la sociedad
civil, en el marco de la preservación de su autonomía
institucional, de manera de no enajenar su capacidad para
negociar libremente las mejores opciones que pueden
contribuir a su desarrollo.

Quinto, gestión de la sociedad civil es democratizar


radicalmente la democracia, crear nuevos mecanismos que
den salida a los intereses de la mayoría de la población, y
construir nuevas instituciones, por la reforma o por la ruptura,
que permitan que las decisiones sobre el futuro sean
decisiones siempre compartidas entre el Estado y la sociedad
nacional emergente.

Sexto, la juventud debe ser y consolidarse como una fuerza


social y política innovadora, transformadora organizada, activa
y esclarecida. El Perú requiere más que nunca, del actor juvenil
el cual será determinante; para ello es necesario, buscar y
construir un cambio generacional en la política local, regional y
nacional, como sustento de nuevas formas de participación
popular a través de la sociedad civil emergente.
Séptimo, urgente necesidad de formar cuadros políticos y
administrativos, con clara visión sobre los fines, las prioridades
y los medios; de lucidez ideológica-política y de eficiencia
técnica; con devoción por el interés de la sociedad nacional y
de las regiones; y de voluntad inquebrantable de llevar a cabo
las tareas requeridas, desde el llano y el poder.

(*) Analista Global / jesusenaccion46@gmail.c

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