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brennsuppe y las salchichas Wurst, donde se bailan polkas y mazurcas a ritmo de acordeón y sus
habitantes ostentan rubias cabelleras mientras te dicen «willkommen» sólo se lo puede situar en
Alemania o Austria. ¿Sólo? Pues no, porque del que vamos a hablar se encuentra entre montañas,
pero no los Alpes, sino otras bastante mas lejanas, los Andes peruanos. Tiene nombre casi de
demonio sumerio, Pozuzo, y su gran curiosidad, en efecto, es que está habitado por descendientes
de inmigrantes germanos.
Como tal, Pozuzo fue fundado a mediados del siglo XVI en un
contexto que vamos a ver más adelante. Por supuesto, no surgió a
partir de la nada. En el lugar donde se ubica, la provincia de
Oxapampa, departamento de Pasco, ya había asentamientos
indígenas correspondientes a varias culturas. Unas eran autóctonas
como la amuesha, de lengua arahuaca y procedente de la selva
amazónica, que hoy se reparte en medio centenar de comunidades
por Pasco, Junín y Huánuco viviendo en el límite de la alta
montaña, en los yungas andinos(Valles cálidos que hay a un lado y
otro de los Andes en Argentina, Bolivia y Perú.
Otras culturas eran invasoras, como la inca, que se expandió
militarmente por esa región durante el período de Túpac Yupanqui,
continuando las campañas iniciadas por su padre Pachacútec. Cabe
decir que cuando quiso conquistar la zona aledaña a la selva se vio
interrumpido por la rebelión del reino Colla, debiendo desviar sus
fuerzas para reprimirla. No obstante, quedó una franja en su poder
que constituyó el Antisuyo, una de las cuatro divisiones
administrativas del imperio incaico. Tanto de éste como de los
ameshas han quedado registros arqueológicos en forma de utillaje
lítico y cerámico.
Niñas amuesha Ahora bien, cuando empezamos a oír hablar de Pozuzo propiamente
es durante la época virreinal y además bastante tardía, en 1711, cuando llegaron los primeros
franciscanos para evangelizar a aquellos pueblos que, como los panatahuas, los huanucos o los
citados ameshas, habían permanecido un tanto al margen del proceso colonizador español, tal como
explicó Huamán Poma de Ayala. Un aislamiento parcial, a pesar de la intensa actividad minera que
había llevado a fundar la Villa de Pasco en 1578. De hecho, el Cerro de Pasco tomaría el testigo de
Potosí cuando éste empezó a agotarse en la segunda mitad del siglo XVIII, ganándose la
calificación de Ciudad Real de Minas.
Kuno Damian Freiherr Schutz von Holzhausen fue autor de un libro titulado Der Amazonas, donde contaba su
experiencia / Imagen: Felix Jud
Fue éste quien le convenció para que se quedara y trajera compatriotas al Perú, pues había un
proyecto para construir una línea férrea que llevase hasta un afluente del Amazonas y así conectar
los océanos Pacífico y Atlántico; todavía se vivían tiempos de esplendor gracias a la industria del
guano. Von Holzhausen se entusiasmó con la idea y aceptó. Un primer contrato estipulaba que se le
pagarían treinta pesos por cada colono que llevara a Perú pero todo quedó suspendido cuando una
revolución derrocó al presidente Rufino Echenique en favor del mencionado Castilla.
No obstante, el gobierno entrante retomó el asunto para una tercera tentativa. Von Holzhausen se
comprometió a introducir diez mil colonos en un período de seis años. Las cláusulas ofrecidas por
el gobierno peruano eran asumir los costes del traslado desde Europa, abrir un camino para
facilitarles el viaje por tierra, pagar quince pesos a cada individuo mayor de quince años y repartir
parcelas entre los que se instalasen con exención de impuestos y derecho a convertirse en
propietarios. Asimismo, se les facilitarían víveres para medio año y otros servicios como sanidad,
educación, etc. A cambio se exigía profesar la fe católica y acreditar buena conducta.
Un barco decora la Plaza de Armas de Pozuzo en recuerdo de los primeros colonos
Imagen: Ibrehaut en Wikimedia Commons
El barón publicó el correspondiente anuncio en la prensa alemana y tuvo especial eco en Renania y
sobre todo Tirol, donde unos benedictinos vieron la oportunidad de salir de la pobreza para algunos
pueblos y convencieron a doscientos cincuenta y siete personas. Se les sumó un centenar de
prusianos y zarparon todos desde el puerto de Amberes a bordo del carguero Norton. En el barco,
durante la travesía atlántica, se casaron veintitrés parejas. Meses después, desembarcaron en El
Callao, pasaron una cuarentena e iniciaron la segunda aparte de su odisea cruzando los Andes.
Algunos murieron por el camino pero, por fin, en julio de 1859 unos ciento setenta colonos
alcanzaron su destino. Se eligió un gobierno municipal, se repartieron las tierras (con el río
Huancabamba dividiendo la zona tirolesa de la prusiana). Según el ejecutivo peruano, la colonia
prosperó con asombrosa rapidez y las primeras cosechas resultaron tan abundantes que se hizo
innecesario seguir enviándoles suministros; otras fuentes dicen lo contrario, que la gente de Pozuzo
sobrevivió a duras penas, abandonada a su suerte y olvidada.
Bibliografía: