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Presidencialismo Sistema Político Mexicano

SISTEMA POLITICO MEXICANO

PRESIDENCIALISMO

ANTECEDENTES

Por lo menos cuatro han sido los momentos históricos que se pueden
señalar a manera de antecedentes respecto al posible origen del
presidencialismo que ha caracterizado y que le ha dado un matiz
particular a nuestro Sistema Político Mexicano posrevolucionario.

Las prácticas de algunos pueblos prehispánicos para la elección de


sus nuevos reyes como Tenochtitlan, Texcoco y Tacuba, consistían,
según estudios realizados por Fray Bartolomé de las Casas, en una
selección y preparación cuidadosa del aspirante, un protocolo
encabezado por sacerdotes y los personajes más importantes de los
reinos vecinos; una fastuosa ceremonia en el templo dedicado al dios
Huitzilopochtli y finalmente la entronización, después de lo cual el
nuevo rey “…era tan reverenciado y obedecido cual nunca fue rey ni
señor jamás. [a partir de ese momento]…ninguno le osaba mirar a la
cara si no era cuando él con algunos señores privados suyos se
holgaba y regocijaba.” Curiosamente algo similar ocurría con los
nuevos presidentes en la era del presidencialismo priísta, una vez que
se les colocaba la banda presidencial, se convertían en figuras
intocables y distantes del pueblo.

El segundo momento lo ubicamos en el periodo colonial: ”El virrey era


el representante de la corona en un medio donde los deseos de la
metrópoli chocaban frecuentemente con la voluntad de los
conquistadores…El puesto del virrey exigía un hombre agresivo y
astuto que se elevara por encima de las numerosas limitaciones
impuestas a su autoridad, un hombre que gobernara personalmente,
que tomara en sus manos todas las riendas de la autoridad…, la
vocación repetida de la historia política de México ha sido tener en su
cúspide a un dirigente monumental, ceñido por vastos poderes,
honores, respetos, riquezas y dignidades”.

Otro momento que podemos consignar como un antecedente lejano


del presidencialismo en México, es la aparición desde los primeros
años del movimiento independiente del fenómeno del caudillismo;
Antonio López de Santa Anna, Benito Juárez, Porfirio Díaz, Álvaro
Obregón pertenecen a este grupo de caudillos cuya característica
principal fue la tenacidad, carisma y autoridad para encabezar las
causas por la que luchaban.

Es así que, “Colonial, juarista, porfiriana o revolucionaria, la


organización política de México ha construido de distintos modos la

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similar versión de un hombre fuerte, encarnación institucional o


espuria del poder absoluto, dispensador de bienes y males, a la vez
padre, árbitro, verdugo y última instancia justiciera”.

El último momento lo otorga la propia Constitución Política de los


Estados Unidos Mexicanos de 1917, donde se le concede al ejecutivo
toda la fuerza para ejercer un poder casi total sobre los funcionarios y
asuntos de mayor relevancia para la administración de la nación.

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FACULTADES Y OBLIGACIONES DEL PRESIDENTE

I. Promulgar y ejecutar las leyes que expida el Congreso de la


Unión, proveyendo en la esfera administrativa a su exacta
observancia.

II. Nombrar y remover libremente a los secretarios del despacho,


remover a los agentes diplomáticos y empleados superiores de
Hacienda, y nombrar y remover libremente a los demás
empleados de la Unión, cuyo nombramiento o remoción no este
determinado de otro modo en la constitución o en las leyes.

III. Nombrar a los ministros, agentes diplomáticos y cónsules


generales, con aprobación del Senado.

IV. Nombrar, con aprobación del Senado, a los coroneles y demás


oficiales superiores del ejército, armada y fuerza aérea
nacionales, y a los empleados superiores de hacienda.

V. Nombrar a los demás oficiales del ejército, armada y fuerza


aérea nacionales, con arreglo a las leyes;

VI. Preservar la seguridad nacional, y disponer de la totalidad de la


fuerza armada permanente o sea del ejército, de la armada y de
la fuerza aérea para la seguridad interior y defensa exterior de la
federación.

VII. Disponer de la guardia nacional para los mismos objetos.

VIII. Declarar la guerra en nombre de los estados unidos mexicanos,


previa ley del congreso de la Unión.

IX. Designar, con ratificación del senado, al procurador general de la


republica.

X. Dirigir la política exterior y celebrar tratados internacionales, así


como terminar, denunciar, suspender, modificar, enmendar,
retirar reservas y formular declaraciones interpretativas sobre los
mismos, sometiéndolos a la aprobación del Senado en la
conducción de tal política, el titular del poder ejecutivo observará
los siguientes principios normativos: la autodeterminación de los
pueblos; la no intervención; la solución pacifica de controversias;
la proscripción de la amenaza o el uso de la fuerza en las
relaciones internacionales; la igualdad jurídica de los estados; la
cooperación internacional para el desarrollo; y la lucha por la paz
y la seguridad internacionales.

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XI. Convocar al congreso a sesiones extraordinarias, cuando lo


acuerde la comisión permanente.

XII. Facilitar al poder judicial los auxilios que necesite para el


ejercicio expedito de sus funciones.

XIII. Habilitar toda clase de puertos, establecer aduanas marítimas y


fronterizas, y designar su ubicación.

XIV. Conceder, conforme a las leyes, indultos a los reos sentenciados


por delitos de competencia de los tribunales federales y a los
sentenciados por delitos del orden común en el distrito federal.

XV. Conceder privilegios exclusivos por tiempo limitado, con arreglo a


la ley respectiva, a los descubridores, inventores o
perfeccionadores de algún ramo de la industria.

XVI. Cuando la cámara de senadores no este en sesiones, el


presidente de la republica podrá hacer los nombramientos de que
hablan las fracciones III, IV y IX con aprobación de la comisión
permanente.

XVII. Presentar a consideración del senado, la terna para la


designación de ministros de la suprema corte de justicia y
someter sus licencias y renuncias a la aprobación del propio
senado.
XVIII. Las demás que le confiere expresamente esta constitución.

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INICIO Y CONSOLIDACIÓN DEL PRESIDENCIALISMO

Al finalizar la fase armada del movimiento revolucionario, se crearon


las condiciones para iniciar el proceso de institucionalización de la
figura presidencial, la nueva Constitución había sentado las bases
para ello; el caudillismo posrevolucionario representado por Álvaro
Obregón y Plutarco Elías Calles, iniciaron la aplicación de las
disposiciones de la Nueva Carta Magna en lo que se refiere a las
instituciones civiles, las mejoras sociales, la repartición de tierras, el
impulso a las organizaciones de masas; por otro lado también
apaciguaron movimientos subversivos que pudieron poner en peligro
nuevamente la estabilidad de la nación; además reestablecieron las
relaciones internacionales, particularmente con Estados Unidos de
Norteamérica.

Calles tuvo la iniciativa de sentar las bases del poder político


mediante la creación en 1929, del primer partido oficial, el Partido
Nacional Revolucionario (PNR) cuyo propósito fue el de crear las
condiciones para una participación política disciplinada y organizada;
respetando las reglas del juego que los estatutos de dicho partido
establecían. Los sucesivos presidentes llevaron a cabo el
fortalecimiento de la figura presidencial.

A Lázaro Cárdenas del Río (1934-1940) le correspondió coronar el


presidencialismo, característico de nuestro país, respecto al cual
alguna vez el escritor Mario Vargas Llosa se refirió con el calificativo
de “la dictadura perfecta”.

Además de los atributos conferidos al presidente en la Constitución,


Cárdenas llevó a cabo acciones y medidas que propiciaron su
consolidación como las siguientes:

1. 1.- Las facultades que le concedía su plataforma política


plasmada en el “Plan Sexenal” con respecto a la decidida
intervención del Estado como regulador de las actividades
económicas de la vida nacional, particularmente en lo que
respecta a la implementación de una verdadera reforma
agraria.

2. Para darle mayor poder a la figura presidencial Cárdenas tuvo


que sacudirse la competencia del último gran caudillo
heredado de la revolución, Plutarco Elías Calles, quién se
había convertido en el jefe máximo de la política nacional; al
cual se enfrentó y exilió en 1936.

3. Como figuras sobresalientes los presidentes en turno, desde la


fundación del partido oficial primero como PNR y después
como Partido de la Revolución Mexicana (PRM) fungían como

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jefes indiscutibles y tenían un poder casi absoluto.

Sólo con esta fortaleza Cárdenas pudo establecer alianzas,


acuerdos y negociaciones con organizaciones, líderes y grupos
de poder que le posibilitaron cada vez mayor éxito en su
desempeño. Le permitió también organizar a campesinos en la
Confederación Nacional Campesina (CNC); obreros en la
Confederación de Trabajadores de México (CTM) y poner bajo
la tutela del Estado a otras organizaciones como la
CONCANACO.

4. Los presidentes afiliados al partido oficial que resultaron


electos para el cargo después de Cárdenas heredaron la
aureola de poder que el sistema presidencialista ya
consolidado les confería.

En los sexenios posteriores el poder presidencial se manifestó de


diversas maneras, por ejemplo Manuel Ávila Camacho llegó a la
presidencia (1940-1946) desconociendo lo que para muchos fue un
triunfo de su principal contrincante, Juan Andrew Almazán y a través
de la política de Unidad Nacional, en el marco de la Segunda Guerra
Mundial, logró fortalecer su imagen a partir de las alianzas con las
organizaciones políticas con mayor presencia en el país.

Ávila Camacho contribuyó con acciones políticas, como las que


hicieron posible la transformación del PNR en Partido Revolucionario
Institucional (PRI) en 1946; metamorfosis, que por una parte
permitió la marginación del sector militar como parte del partido, por
otra, la incorporación del sector popular, con la creación de la
Confederación Nacional de Organizaciones Populares (CNOP) la cual
se convirtió en una organización de gran poder en la dirección política
del partido oficial y fue de gran apoyo a la figura presidencial.

A la llegada del Lic. Miguel Alemán Valdés a la presidencia, éste se


convirtió en el primer priísta civil en ocupar este cargo (1946-1952);
para ampliar su esfera de poder puso en práctica una política de
equilibrio, la cual se orientó a brindar un apoyo irrestricto a la
iniciativa privada complementada con una continua vigilancia por
parte del Estado para que el sector laboral lo siguiera apoyando.

Otro elemento que le dio mayor presencia a la figura presidencial y


por ende al Sistema Político Mexicano de este periodo, lo constituyó
la acción alemanista que hizo posible las modificaciones al artículo
115 constitucional, a fin de conceder a las mujeres el derecho a votar
en los comicios municipales (el presidente Ruíz Cortines lo instituyó
para la federación), con lo cual el partido incorporó a la participación
política y electoral a un sector muy importante de la sociedad
mexicana.

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Finalmente el poder presidencial llegó a su clímax al poner en


práctica una novedosa modalidad para designar al sucesor
presidencial, mediante lo que se ha conocido desde el gobierno de
Adolfo Ruiz Cortines como “El tapado” o la designación por “dedazo”
del futuro presidente. Esta práctica se continuó hasta el gobierno de
José López Portillo (1976-1982), posteriormente se instrumentaron
nuevas formas de designación.

Si bien es cierto que el poder presidencial casi lo obtenía todo y


solucionaba los problemas por la vía pacifica del acuerdo y la
negociación; hubo momentos a lo largo de este periodo, en el que
tuvo que recurrir a la represión a fin de mantener tanto la estabilidad
como la legitimidad del sistema.

Una muestra de algunos de esos momentos fueron: la política


represiva demostrada por Adolfo Ruiz Cortines en contra de maestros
y ferrocarrileros al finalizar su periodo de gobierno en 1958; la
actitud del gobierno de Adolfo López Mateos en 1962 al enfrentar y
masacrar al líder campesino Rubén Jaramillo y a su familia o la
demostración de excesiva autoridad desplegada por Gustavo Díaz
Ordaz a lo largo del movimiento estudiantil de 1968, cuya
culminación fue la matanza del 2 de octubre de ese año. Estos
acontecimientos daban muestra del debilitamiento del
presidencialismo y marcaron el inicio de una crisis del sistema político
mexicano cuya fuerza se mantuvo firme hasta la década de los 80,
años que marcaron el inicio del modelo neoliberal con sus nuevas
formas de hacer política en el territorio nacional.

CONCLUSIONES

El presidencialismo fue uno de los ejes distintivos que adquirió el


Sistema Político Mexicano al término de la Revolución, se caracterizó
por la presencia de un hombre fuerte, capaz de tomar las decisiones
últimas, de establecer alianzas, negociar, constituir acuerdos,
designar a su sucesor y aún de recurrir a la represión con el objetivo
de mantener el poder y convertir la figura que ocupa la silla
presidencial, en símbolo de omnipotencia.

La práctica de esta forma de gobierno en nuestro país aparece, con


distintos matices desde muchos años atrás; pero fue hasta la última
fase del conflicto revolucionario, con la Constitución de 1917, la
creación del PNR en 1929 y la política corporativa instrumentada por
el gobierno, que se sentaron las bases jurídicas, políticas y sociales
para su desarrollo como una de las principales características del
Estado moderno.

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A partir de las transformaciones del partido oficial y la creación de las


grandes centrales obreras, campesinas, populares y empresariales se
consolidó esta nueva modalidad de nuestro sistema político; mismo
que desde el gobierno de Lázaro Cárdenas del Río y los presidentes
que le sucedieron mantuvieron y fortalecieron.

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