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LAS RELACIONES DE VASALLAJE.

Las Relaciones de Vasallaje se establecían entre un noble de mucho poder, (Señor Feudal), y
otro noble de menor poder, (vasallo).
En virtud de la relación de vasallaje, el Señor Feudal le da al vasallo:
 Protección.
 Mantenimiento.
 Dominio sobre un conjunto de tierras (llamados feudos o señorío) y sobre sus
habitantes (siervos) que estarán obligados a trabajar para él.

En contrapartida, el vasallo debe proveer a su Señor apoyo militar y fidelidad.


Cuando un vasallo recibía un feudo de importantes dimensiones, podía a su vez ceder parte
de él a otro u otros nobles de menor rango que él, estableciendo con ellos una nueva relación
de vasallaje. En este caso él tomaría rol de Señor Feudal y quienes reciben el feudo, son sus
vasallos.

¿Cómo se establecían las relaciones de vasallaje?

En la parte superior del esquema aparece el rey, quien era “técnicamente” el dueño de todas
las tierras, por lo que en última instancia todos los nobles le debían fidelidad. Pero en la
realidad, el rey no poseía más que dominio efectivo sobre las pocas tierras que había
reservado para sí mismo, sin poder efectivo sobre el resto de los territorios que controlaban
otros grandes Señores.
El pacto personal que se establece entre señores y vasallos se hacía efectivo a través de una
ceremonia que se llamaba investidura. Era realizada ante otros miembros importantes de la
sociedad que eran testigos del vínculo forjado. El vasallo declaraba su voluntad de ponerse al
servicio de su señor, (homenaje), y el señor tomaba luego sus manos simbolizando la
protección y mediante un beso sellaban la alianza.
El vasallo luego realizaba un juramento sobre la Biblia. Finalmente, el señor efectuaba la
investidura, donde mediante la entrega de un objeto, (tierra, por ejemplo), se simbolizaba la
entrega del feudo. Se establecía así un contrato en el que cada uno debía honrar sus
obligaciones recíprocas.

Relaciones entre el vasallo y el Señor.

Entre los señores y los vasallos hay unas relaciones que constan de una serie de cláusulas y
condiciones que generalmente obligan al vasallo a acatar todas las órdenes de su señor feudal,
a riesgo de perder los beneficios que había obtenido. En las relaciones de vasallaje la palabra
más importante era “fidelidad”.
Por ejemplo, en primer lugar, existía el denominado escudaje, esto es, la obligación de prestar
auxilio al señor en cualquier enfrentamiento bélico que así lo requiera. En estos casos el
vasallo debería acudir a la guerra de forma obligatoria y, es más, acarreando con los costes de
ir a la batalla. Además, debía poner a disposición del señor unas fuerzas militares acordes con
sus tierras y posesiones. Es decir, un vasallo que había obtenido gran poder y riquezas debía
ofrecer al señor un gran potencial militar. Con el paso del tiempo, los vasallos más poderosos
comenzaron a negarse a llevar a sus hombres a la batalla, compensando a los señores con
pagos en metálico.
Con el tiempo, algunos vasallos fueron consiguiendo una gran cantidad de terrenos, riquezas y
se hicieron a su vez señores de un gran número de vasallos, que a su vez continuaban con la
pirámide. De esta forma, algunos vasallos comenzaron a escapar de la autoridad y del poder
de los señores, rehusando obligaciones como el escudaje.
Asimismo, los vasallos tenían la obligación de ofrecer consilium, esto es, consejos a su señor.
Es decir, debían aconsejarle y apoyarle en cuestiones políticas y jurídicas. Aparte de esto, el
vasallo debía estar ahí siempre que su señor así lo requiriera en numerosos casos: debía
acompañarle a la batalla si así lo solicitaba, acompañarle en sus peregrinaciones por tierra
santa, etc.
Por otro lado, los vasallos tenían que seguir escrupulosamente todas estas obligaciones sino
querían ser despojados de sus tierras y beneficios. Además, los vasallos podían ser
condenados a muerte si atentaban contra la integridad física del señor o su familia, intenta
violar a su mujer, conspiraba contra él, etc.

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