Está en la página 1de 2

50 AÑOS DEL GRAN COMBO DE PUERTO RICO – 2012 -

En este mundo solo existen cuatro agrupaciones, cada una de corriente distinta en la
industria de la música, casualmente coincidentes en celebrar en el 2012 sus 50 años de
existencia artística y, las cuatro, desempeñando un rol preponderante en la modernidad de
las comunidades que representan.
Las cuatro instituciones reseñadas son, nada más y nada menos, que los ROLLING
STONES de Inglaterra, los CHIEFTAINS de Irlanda, los BEACH BOYS de California y El
GRAN COMBO DE PUERTO RICO, aparentemente agrupaciones sin más aspectos en
común que las que pudieran imaginarse en una primera impresión. Pero como se precisa las
coincidencias entre los cuatro grupos son más que profundas.

Estas icónicas agrupaciones en términos de sus orígenes, influencia y contexto social,


resaltando que no fueron fenómenos singulares, sino que “para no creer” tienen orígenes en
la contemporaneidad comunes: Palabra mas, palabras menos, más cierta interpretación
personal, estos grupos surgieron en un año, el 1962, un momento en el cual el terreno social
estaba primordialmente fértil para que los individuos y las comunidades se redefinieran como
seres sociales, emprendieran nuevos proyectos y se liberaran. Dentro de ese espíritu global
fue como los músicos de EL GRAN COMBO decidieron organizarse permaneciendo en su
isla, en su país, entre sus nacionales, cuando un buen número de sus compatriotas y colegas
se mudaban improvisadamente a Nueva York en busca de materializar el sueño americano
de vida, sin comprender la rápida modernización que gozaba o padecía Puerto Rico, una
compleja nación entre la espada y la pared y con el tiburón nadando en tierra firme.

Entre esa coyuntura global y nacional emerge El Gran Combo, descendiente también de otro
proceso, este racial, que con acierto ISMAEL RIVERA denominó La Revolución de los
Negros en Puerto Rico, título con el cual El Sonero Mayor aglutinaba el destino étnico que
señalaban personalidades como los beisbolistas ROBERTO CLEMENTE y ORLANDO
CEPEDA en las Grandes Ligas, así como el mismo combo de RAFAEL CORTIJO, “caballo
de Troya” en la racista televisión puertorriqueña como en afamados salones de baile en la
gran manzana.

Las palabras de Maelo, fueron mas que reveladoras hablando de sus inicios tanto con los
tamboreros de plena en las playas boricuas como con Cortijo en escenarios distintos a
Santurce, cuando dijo: “(...) es que nosotros tocábamos en grande los fines de semana y
ahí montábamos lo nuestro...y la gente nos iba a ver y les gustaba...yo no sé, decían que
tocábamos distinto... (...) parece que era el hambre (...), porque sonaba con una rabia, una
fuerza, locos por salir del arrabal, inconscientemente...me entiendes...Ese era el tiempo de la
revolución de los negros en Puerto Rico (...)”.

Revolución racial y social de una comunidad que a su vez era resistencia cultural, política y
civil de una nación sometida al influjo de una sociedad global que se modernizaba entre tiras
conservadores y aflojes reformistas como los que se adelantaban en los Estados Unidos,
desde ese 1955, cuando la negra ROSA PARKS decidió no levantarse del asiento del
ómnibus para cedérselo a un blanco como era norma y costumbre, acto ejemplar como aquel
ejecutado por otra afrodescendiente, RUTH FERNÁNDEZ, la primera mujer afro-
puertorriqueña en tener éxito como cantante, que además, se opuso a ingresar al hotel
Condado Vanderbilt en San Juan por la cocina, como era tradición y reglamento en hoteles y
clubes para en absoluto ofender a los turistas y clientes estadounidenses. La Fernández
desacató las instrucciones, entrando por la puerta principal del establecimiento, para luego
subir al escenario a agradar a su público.
Un acervo inconsciente que recoge en 1962 un “músico apolítico” como RAFAEL ITHIER,
quién -en el momento de asumir el liderazgo de la trulla de mulatos santurcinos - sabía muy
bien qué -si quería superar al cenit ascendido por el combo de Rafael Cortijo, al que había
pertenecido desde su fundación en 1954-, debía organizarse para de esa manera afrontar los
desafíos de los nuevos tiempos, liberándose de ataduras, prejuicios y dependencias. Y,
¡Vaya si lo logró! Sin mayores aspavientos, en la actualidad, la aparente profilaxis política
de El Gran Combo posibilita elaborar una retrospectiva para encontrarse con aquellos días
de discriminación, segregación y exclusión con la mirada puesta en el cangrejero Santurce
que lo parió, observando un recorrido de cincuenta años fugitivo a la política en el
sentido “tradicional”, ya sea para apoyar u oponerse a alguna causa, sin embargo -como
alguien pensante dijo en la Grecia antigua: “el hombre es un ser político por naturaleza”-
el actuar alegre, pícaro y romántico de la institución borinqueña ha acabado siendo político,
parecido a esa cosa a la que le tanto le huye, dada la condición tan singular que vive la Isla-
nación en el concierto de la comunidad internacional. El Gran Combo como la navidad
borinqueña, "sin querer queriendo", son actos políticos pletóricos de “hispanidad” de cara a
la extranjera intromisión gringa. Ya se conoce de las dudas admitidas por ITHIER, antes de
aceptar el homenaje que le brindará el semanario Claridad -a través de su festival- asociado
con el ideario independentista, porque según el propio director “El Gran Combo de Puerto
Rico es para todo el pueblo”, y pueblo en su boca trasluce una connotación distinta -donde
hasta la nobleza de sangre azul cabe- a la que, por ejemplo, pudiera pregonar a través de su
garganta un ANDY MONTAÑEZ, amigo de Cuba y simpatizante de la causa bolivariana
venezolana. ¿Será por estos afectos que ITHIER manifiesta que su compadre no sabe donde
está parado?
Si se extracta la categorización que hace de las cuatro instituciones a las que califico
de “portaestandartes”, si no de una cultura entera, por lo menos de un sonido o
disposición”, manifestaría que en el caso de los continuadores del legado de Cortijo su
existencia es disposición sonora de una cultura entera de la que es su portaestandarte desde
cuando “ aparecía en La Taberna India -programa de televisión- con el que ayudaron a
romper el racismo institucional vigente en la Isla, que impedía que a las bandas formadas por
músicos de raza negra se les dieran trabajos de alta visibilidad.

El Gran Combo no sólo ayudó a romper el racismo institucional, sino que ITHIER sin
proponérselo es nutriente del independentismo puertorriqueño, no de labios pa´ fuera, sino
por su “lírica sonora con alma borinqueña” arropada por el manto de la “bonita bandera” que
así como es izada por quienes permanecen en la ínsula lo es por la diáspora, la misma
comunidad que hace de la navidad un espacio de regresión y memoria identitaria, cosa que
no acontece con similar significancia en otras naciones "hispanoparlantes", así todos los
boricuas recorran en absoluto el mismo camino, ni se dirijan al mismo lugar.

Y pensar, que yo creía que Un Verano en Nueva York significaba lo mismo para los
puertorriqueños en Nueva York como para los puertorriqueños en Borinquen, sin embargo,
entre la cotidianidad, la familiaridad, la música y la fiesta de la cultura entera borinqueña.
Finalmente cabe un interrogante o una pregunta que despertará muchas miradas, una
mirada al Caribe urbano en música y otra mirada al caribe en literatura

También podría gustarte