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¿Cuál es la necesidad personal de comprender

cabalmente la purificación del Santuario?

Oseas 6:3. Hemos de proseguir. No debemos descansar satisfechos con las capacidades y el conocimiento
que tenemos hoy. Todos los habitantes del universo están observando cómo en estos últimos días Dios está
preparando a un pueblo para afrontar el juicio. Pidamos a Dios que nos vista con el manto de la justicia de
Cristo con el propósito de estar preparados para la venida del Hijo del Hombre. { RP 365.2; YRP.363.2 }

“El que venciere será vestido de vestiduras blancas; y no borraré—¡oh, qué precioso es ese ‘no’!—su
nombre del libro de la vida, y confesaré su nombre delante de mi Padre, y delante de sus ángeles”.
Apocalipsis 3:5. Cuando las puertas de la ciudad de Dios giren sobre sus brillantes goznes, y las naciones
que guardaron la verdad pasen por ellas, Cristo estará allí para darnos la bienvenida y llamarnos benditos
de su Padre porque habremos vencido. Nos dará la bienvenida delante del Padre y de sus ángeles. Cuando
entremos en el reino de Dios para pasar allí la eternidad, las pruebas, dificultades y perplejidades que
tuvimos desaparecerán en la insignificancia. Nuestra vida se medirá con la vida de Dios.—The General
Conference Bulletin, 6 de abril de 1903. { RP 365.4; YRP.363.4 }

“Dios ha revelado verdades salvadoras en su Palabra. Como pueblo debemos ser estudiantes fervorosos de
la profecía; no debemos descansar hasta que entendamos bien el tema del santuario, que les fue presentado
en visiones a Daniel y a Juan. Este tema arroja gran luz sobre nuestra posición y nuestra obra actual y nos
presenta una prueba inequívoca de que Dios nos ha guiado en nuestra pasada experiencia. Explica nuestro
chasco de 1844, mostrándonos que el santuario que había de ser limpiado no era la tierra, como habíamos
supuesto, sino que Cristo entonces entró en el lugar santísimo del santuario celestial, y está allí realizando
la obra final de su oficio sacerdotal, en cumplimiento de las palabras que el ángel le dirigió al profeta Daniel:
‘Hasta dos mil trescientas tardes y mañanas; luego el santuario será purificado’ Daniel 8:14. { NB 305.3;
LS.278.1 }

“Nuestra fe con referencia al mensaje del primero, el segundo y el tercer ángel era correcta. Los grandes
postes señaladores que hemos pasado son inconmovibles. Aunque las huestes del infierno quieran
derribarlos de su fundamento, y triunfar con el pensamiento de que han tenido éxito, no lo lograrán. Estos
pilares de la verdad se mantienen tan inconmovibles como las colinas eternas, y no pueden ser movidos ni
por todos los esfuerzos de los hombres combinados con los de Satanás y su hueste. Podemos aprender
mucho y debemos estar constantemente investigando las Escrituras para ver si estas cosas son así. El
pueblo de Dios debe tener ahora sus ojos fijos en el santuario celestial, donde se está realizando la
ministración final de nuestro gran Sumo Sacerdote en la obra del juicio: donde él está intercediendo por su
pueblo”. { NB 306.1; LS.278.2 } - The Review and Herald, 27 de noviembre de 1883.-

Para progresar en la vida espiritual, tenemos que pasar mucho tiempo en oración. Cuando el mensaje de
verdad se proclamó por primera vez, ¡cuánto se oraba! ¡Cuán a menudo se oía en las cámaras, en el establo,
en el huerto o en la arboleda la voz intercesora! A menudo pasábamos horas enteras en oración, dos o tres
juntos reclamando la promesa; con frecuencia se escuchaba el sonido del llanto, y luego la voz de
agradecimiento y el canto de alabanza. Hoy está más cerca el día del Señor que cuando primero creímos, y
deberíamos ser más dedicados, más celosos y fervientes que en aquellos primeros días. Los peligros que
encontramos son mayores que entonces. Las almas están más endurecidas. Ahora necesitamos ser
imbuidos por el espíritu de Cristo, y no deberíamos descansar hasta no recibirlo.—Testimonios para la
Iglesia 5:151. { Or 31.2; Pr.26.1 }

No debemos descansar en la idea de que porque somos miembros de la iglesia ya estamos salvos,
mientras no damos evidencias de que nos estamos conformando a la imagen de Cristo, mientras nos
aferramos de nuestros antiguos hábitos e introducimos en nuestra trama las hebras de las ideas y las
costumbres del mundo... { MSV 55.2; Mar.54.2 }

Las diez vírgenes están en guardia en el atardecer de la historia de la tierra. Todas pretenden ser cristianas.
Todas han sido llamadas, tienen un nombre, una lámpara, y pretenden servir a Dios. Aparentemente todas
aguardan su aparición. Pero cinco son deficientes. Cinco, sorprendidas y angustiadas, se encontrarán fuera
del lugar del banquete... { MSV 55.3; Mar.54.3 }

Somos representados ya sea por las vírgenes prudentes o por las insensatas. Hay muchos que no
permanecen a los pies de Jesús para aprender de él. No conocen sus caminos; no están preparados para su
venida. La espera del Señor es fingida. No han velado y orado con esa fe que obra por el amor y purifica el
alma. Han vivido una vida descuidada. Han escuchado la verdad y han estado de acuerdo con ella, pero
nunca la han incorporado a su vida práctica... El aceite de la gracia no ha alimentado sus lámparas, ni
están preparadas para entrar en la cena de bodas del Cordero... { MSV 55.4; Mar.54.4 }

No seáis como las vírgenes insensatas, que dan por sentado que las promesas del Señor les pertenecen,
mientras no siguen las intimaciones de Cristo. Jesús nos enseña que la profesión de fe no vale nada. “Si
alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame”. Mateo 16:24. { MSV 56.1;
Mar.54.5 }

Cuando pasemos por la prueba refinadora de Dios, por su proceso purificador; cuando el fuego del crisol
consuma la escoria y surja el oro fino de un carácter purificado, seguiremos diciendo, con Pablo: “No que
lo haya alcanzado ya, ni que ya sea perfecto; sino que prosigo... una cosa hago: olvidando ciertamente lo
que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta, al premio del supremo
llamamiento de Dios en Cristo Jesús”. Filipenses 3:12-14—The Review and Herald, 31 de octubre de 1899.
{ MSV 56.2; Mar.54.6 }

Cristo nos dice cuándo será introducido el día de su reino. No nos dice que todo el mundo será convertido,
sino que “será predicado este evangelio del reino en todo el mundo, para testimonio a todas las naciones;
y entonces vendrá el fin”. Mateo 24:14. Al dar el Evangelio al mundo, tenemos la posibilidad de apresurar
la venida del día de Dios. Si la iglesia de Cristo hubiera llevado a cabo la obra señalada tal como el Señor lo
mandó, todo el mundo ya hubiera sido amonestado y el Señor Jesús hubiera venido a la tierra en poder y
gran gloria. { MGD 353.3; AG.353.3 }

Gran poder debe asistir al mensaje de la segunda aparición de Cristo. No debemos descansar hasta ver
muchas almas convertidas a la bendita esperanza del regreso del Señor. En los días de los apóstoles el
mensaje que ellos llevaron produjo una verdadera obra, convirtiendo las almas de los ídolos para servir al
Dios viviente. La obra que tenemos que realizar hoy es exactamente tan real, y la verdad es exactamente
tan verdadera; sólo que ahora debemos dar el mensaje con mucho más fervor ya que la venida del Señor
está más cerca... El mensaje para este tiempo es positivo, sencillo y de la más profunda importancia.
Debemos obrar como hombres y mujeres que lo creemos. Esperar, vigilar, trabajar, orar, amonestar al
mundo: he aquí nuestra obra.—The Review and Herald, 13 de noviembre de 1913. { MGD 353.4; AG.353.4
}
Andad en la luz. Andar en la luz significa ser decidido, pensar, ejercer fuerza de voluntad, en un ferviente
intento de representar a Cristo en la dulzura de su carácter. Significa apartar toda lobreguez. No debéis
descansar satisfechos diciendo solamente: “Soy un hijo de Dios”. ¿Estáis contemplando a Jesús, y al
contemplarlo, os estáis transformando a su semejanza? Caminar en la luz significa avanzar en el desarrollo
de los dones espirituales. Pablo declaró: “No que ya haya alcanzado, ni que ya sea perfecto; pero...
olvidando ciertamente lo que queda atrás”, al contemplar constantemente el Modelo, me extiendo “a lo
que está adelante”. Caminar en la luz significa caminar “rectamente”, caminar “en la ley de Jehová”,
caminar “por fe”, caminar “en el Espíritu”, caminar “en tu verdad”, caminar “en amor”, caminar “en
novedad de vida”. Esto es perfeccionar “la santificación en temor de Dios”.—Carta 98, 1902. { HHD 202.2;
SD.200.2 }

Perfeccionar la santidad en el temor de Dios

Los que desean participar de los beneficios de la mediación del Salvador no deben permitir que cosa alguna
les impida cumplir su deber de perfeccionar la santidad en el temor de Dios. En vez de dedicar
horas preciosas a los placeres, la ostentación o la búsqueda de ganancias, deberían consagrarlas a un
estudio serio y con oración de la Palabra de verdad. El pueblo de Dios debería comprender claramente el
tema del Santuario y el juicio investigador. Todos necesitan conocer por sí mismos la posición y obra de su
gran Sumo Sacerdote. De otro modo, les será imposible ejercitar la fe que es esencial en nuestros tiempos
u ocupar el puesto al que Dios los llama. Todo individuo tiene un alma que salvar o perder. Cada uno tiene
una causa pendiente ante el tribunal de Dios. Cada cual debe ver cara a cara al gran Juez. Entonces, ¡cuán
importante es que toda mente contemple a menudo la solemne escena en que se inicia el juicio y se abren
los libros, cuando, con Daniel, cada cual debe estar de pie en su puesto al fin de los días! { CES 120.3 }

Todos los que han recibido la luz sobre estos asuntos deben dar testimonio de las grandes verdades que
Dios les ha confiado. El Santuario celestial es el centro mismo de la obra de Cristo en favor de los hombres.
Concierne a toda alma que vive en la Tierra. Nos revela el plan de la redención, nos conduce hasta el fin
mismo del tiempo y anuncia el triunfo final de la lucha entre la justicia y el pecado. Es de la mayor
importancia que todos investiguen a fondo estos asuntos, y que estén siempre capacitados para dar
respuesta a todo aquel que les pidiere razón de la esperanza que hay en ellos. { CES 121.1 }

La intercesión de Cristo en beneficio del hombre en el Santuario celestial es tan esencial para el plan de la
salvación como lo fue su muerte en la cruz. Por medio de su muerte dio inicio a esa obra para cuya
conclusión ascendió al cielo después de su resurrección. Por la fe debemos entrar velo adentro, “donde
Jesús entró por nosotros como precursor”. Hebreos 6:20. Allí se refleja la luz de la cruz del Calvario. Allí
podemos obtener un discernimiento más claro de los misterios de la redención. La salvación del hombre se
lleva a cabo a un precio infinito para el cielo; el sacrificio hecho se corresponde con las más amplias
exigencias de la ley de Dios quebrantada. Jesús abrió el camino al trono del Padre, y a través de su mediación
pueden ser presentados ante Dios los deseos sinceros de todos los que se allegan a él con fe. { CES 121.2 }

“Quien encubre sus pecados jamás prosperará; quien lo confiesa y lo deja, halla perdón”. Proverbios 28:13,
NVI. Si los que esconden y disculpan sus faltas pudiesen ver cómo Satanás se alegra de ello, y los usa para
burlarse de Cristo y sus santos ángeles, se apresurarían a confesar sus pecados y expulsarlos de ellos. De
los defectos de carácter se vale Satanás para obtener el dominio de toda la mente, y sabe que si se
conservan esos defectos, lo logrará. De ahí que trate constantemente de engañar a los seguidores de Cristo
con su fatal sofisma de que les es imposible vencer. Pero Jesús presenta en su favor sus manos heridas, su
cuerpo quebrantado; y declara a todos los que quieran seguirle: “Bástate mi gracia”. 2 Corintios 12:9.
“Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis
descanso para vuestras almas; porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga”. Mateo 11:29, 30. Entonces, nadie
considere sus defectos como incurables. Dios concederá fe y gracia para vencerlos. { CES 121.3 }

Estamos viviendo en el gran día de la expiación

Estamos viviendo ahora en el gran Día de la Expiación. Cuando en el servicio típico el sumo sacerdote hacia
la expiación por Israel, todos debían afligir sus almas por medio del arrepentimiento de sus pecados y la
humillación ante el Señor, si no querían verse separados del pueblo. De la misma manera, todos los que
desean que sus nombres sean conservados en el libro de la vida, deben ahora, en los pocos días que les
quedan de este tiempo de gracia, afligir sus almas ante Dios con verdadero arrepentimiento y dolor por sus
pecados. Hay que escudriñar honda y sinceramente el corazón. Hay que extirpar el espíritu liviano y frívolo
al que se entregan tantos cristianos de profesión. Empeñada lucha espera a todos aquellos que quieran
subyugar las malas inclinaciones que tratan de dominarlos. La obra de preparación es una obra individual.
No somos salvados en grupos. La pureza y devoción de uno no suplirá la falta de estas cualidades en otro.
Si bien todas las naciones deben pasar en juicio ante Dios, sin embargo él examinará el caso de cada
individuo con un escrutinio tan estricto y minucioso como si no hubiese otro ser en la Tierra. Cada uno tiene
que ser probado y encontrado sin mancha, ni arruga, ni cosa semejante. { CES 122.1 }

Solemnes son las escenas relacionadas con la obra final de expiación. Incalculables son los intereses
involucrados en ella. El juicio se lleva ahora adelante en el Santuario celestial. Esta obra se viene realizando
desde hace muchos años. Pronto -nadie sabe cuándo- les tocará ser juzgados a los vivos. En la augusta
presencia de Dios nuestras vidas deberán ser examinadas. En este tiempo más que en cualquier otro
conviene que toda alma preste atención a la advertencia del Salvador: “Velad y orad; porque no sabéis
cuándo será el tiempo”. “Pues si no velas, vendré sobre ti como ladrón, y no sabrás a qué hora vendré sobre
ti”. Marcos 13:33; Apocalipsis 3:3. { CES 122.2 }

Cuando concluya la obra del juicio investigador, quedará decidida la suerte de todos para vida o para
muerte. El tiempo de gracia terminará poco antes que el Señor aparezca en las nubes del cielo. Al mirar
hacia ese tiempo, Cristo declara en el Apocalipsis: “El que es injusto, sea injusto todavía; y el que es
inmundo, sea inmundo todavía; y el que es justo, practique la justicia todavía; y el que es santo, santifíquese
todavía. He aquí yo vengo pronto, y mi galardón conmigo, para recompensar a cada uno según sea su obra”.
Apocalipsis 22:11, 12. { CES 123.1 }

Los justos y los impíos continuarán viviendo en la Tierra en su estado mortal; los hombres seguirán
plantando y edificando, comiendo y bebiendo, inconscientes todos ellos de que la decisión final e
irrevocable ha sido pronunciada en el Santuario celestial. Antes del diluvio, después que Noé hubo entrado
en el arca, Dios lo encerró en ella y dejó afuera a los impíos; pero por espacio de siete días la gente, sin
saber que su sentencia estaba determinada, continuó en su despreocupada vida amante de los placeres y
se mofaba de las advertencias de un juicio inminente. El Salvador dice: “Así será también la venida del Hijo
del hombre”. Mateo 24:39. Silenciosamente, inadvertida como ladrón a medianoche, llegará la hora
decisiva que marca el irrevocable destino de cada ser humano, el retiro final del ofrecimiento de
misericordia dirigido a los culpables. { CES 123.2 }

“Velad, pues... para que cuando venga de repente, no os halle durmiendo”. Marcos 13:35, 36. Peligrosa es
la condición de quienes, cansándose de velar, se vuelven a los atractivos del mundo. Mientras el hombre
de negocios está absorto en el afán de lucro, mientras el amante de los placeres está buscando cómo
complacerse, mientras la esclava de la moda está renovando su vestuario, puede ser que en ese momento
el Juez de toda la Tierra pronuncie la sentencia: “Has sido pesado en la balanza y has sido hallado falto”.
Daniel 5:27 (VM).—Seguridad y Paz en el Conflicto de los Siglos, 533-545. { CES 123.3 }

“Estuve mirando—dice el profeta Daniel—hasta que fueron puestas sillas: y un Anciano de grande edad se
sentó, cuyo vestido era blanco como la nieve, y el pelo de su cabeza como lana limpia; su silla llama de
fuego, sus ruedas fuego ardiente. Un río de fuego procedía y salía de delante de él: millares de millares le
servían, y millones de millones asistían delante de él: el Juez se sentó [el original dice: “…the judgment was
set, and the books were opened…” : el juicio fue establecido, y los libros fueron abiertos]y los libros se
abrieron”. Daniel 7:9, 10. { CS 471.1; GC.479.1 }
Así se presentó a la visión del profeta el día grande y solemne en que los caracteres y vidas de los hombres
habrán de ser revistados ante el Juez de toda la tierra, y en que a todos los hombres se les dará “conforme
a sus obras”. El Anciano de días es Dios, el Padre. El salmista dice: “Antes que naciesen los montes, y
formases la tierra y el mundo, y desde el siglo y hasta el siglo, tú eres Dios”. Salmos 90:2. Es él, Autor de
todo ser y de toda ley, quien debe presidir en el juicio. Y “millares de millares [...] y millones de millones”
de santos ángeles, como ministros y testigos, están presentes en este gran tribunal. { CS 471.2; GC.479.2 }

“Y vi que con las nubes del cielo venía uno como un hijo de hombre, vino hasta el Anciano de días, y lo
hicieron acercarse delante de él. Y le fue dado dominio, gloria, y reino; para que todos los pueblos,
naciones y lenguas lo sirvieran; su dominio es domino eterno, que nunca pasará; y su reino es uno que
nunca será destruido”. Daniel 7:13, 14 (RV95). La venida de Cristo descrita aquí no es su segunda venida a
la tierra. Él viene hacia el Anciano de días en el cielo para recibir el dominio y la gloria, y un reino, que le
será dado a la conclusión de su obra de mediador. Es esta venida, y no su segundo advenimiento a la tierra,

la que la profecía predijo que había de realizarse al fin de los 2.300 días, en 1844 [DANIEL 8:14].
Acompañado por ángeles celestiales, nuestro gran Sumo Sacerdote entra en el lugar santísimo, y allí, en la
presencia de Dios, da principio a los últimos actos de su ministerio en beneficio del hombre, a saber,

cumplir la obra del juicio y hacer expiación por todos aquellos que resulten tener derecho a ella. { CS
472.1; GC.479.3 }

En el rito típico, solo aquellos que se habían presentado ante Dios arrepintiéndose y confesando sus
pecados, y cuyas iniquidades eran llevadas al santuario por medio de la sangre del holocausto [el original
dice: “ …la sangre de la ofrenda por el pecado…”] 1, tenían participación en el servicio del día de las
expiaciones. Así en el gran día de la expiación final y del juicio, los únicos casos que se consideran son los

El juicio
de quienes hayan profesado ser hijos de Dios 2[ el original dice “el pueblo profeso de Dios”].

de los impíos es obra distinta y se verificará en fecha

1
En el ritual típico sólo quienes se habían presentado ante Dios con confesión y arrepentimiento, y cuyos pecados
fueron llevados al Santuario a través de la sangre de la ofrenda por el pecado, tenían parte en el servicio del Día de
la Expiación. De modo que en el gran Día de la Expiación final y del juicio investigador, los únicos casos considerados
son los de quienes profesaron ser el pueblo de Dios. El juicio de los impíos es una obra distinta y separada, y se
verificará en una fecha posterior. “Ha llegado el tiempo de comenzar el juicio por la casa de Dios. Pues si comienza
por nosotros, ¿qué fin tendrán los que no creen en el Evangelio de Dios?” 1 Pedro 4:17, BJ. { CES 113.1 }
2
So in the great day of final atonement and investigative judgment the only cases considered are those of the professed
people of God.[ Así que en el gran día de la expiación final y el juicio investigador los únicos casos considerados son los
del pueblo profeso de Dios] { GC 480.1; CS.472.2 }. Tampoco corresponde la traducción que aparece en Cristo en su
Santuario: “…los únicos casos considerados son los de quienes profesaron ser el pueblo de Dios”. { CES 113.1 }
posterior. “Es tiempo de que el juicio comience de la casa de Dios: y si primero comienza por
nosotros, ¿qué será el fin de aquellos que no obedecen al evangelio?” 1 Pedro 4:17. { CS 472.2;
GC.480.1 }

Los libros del cielo, en los cuales están consignados los nombres y los actos de los hombres, determinarán
los fallos del juicio. El profeta Daniel dice: “El Juez se sentó 3, y los libros se abrieron”. San Juan, describiendo
la misma escena en el Apocalipsis, agrega: “Y otro libro fue abierto, el cual es de la vida: y fueron juzgados
los muertos por las cosas que estaban escritas en los libros, según sus obras”. Apocalipsis 20:12. { CS 472.3;
GC.480.2 }

El libro de la vida contiene los nombres de todos los que entraron alguna vez en el
servicio de Dios. Jesús dijo a sus discípulos: “Gozaos de que vuestros nombres están escritos en los
cielos”. Lucas 10:20. San Pablo habla de sus fieles compañeros de trabajo 4, “cuyos nombres están en el libro
de la vida”. Filipenses 4:3.

Daniel, vislumbrando un “tiempo de angustia, cual nunca fue”, declara que el pueblo de Dios será librado,

es decir, “todos los que se hallaren escritos en el libro”. Daniel 12:1. Y San Juan dice en el
Apocalipsis que solo entrarán en la ciudad de Dios aquellos cuyos nombres “están escritos en el libro de la
vida del Cordero”. Apocalipsis 21:27. { CS 472.4; GC.480.3 }

Falsas teorías sobre la santificación,... debidas a que no se hizo caso de la ley divina, o
se la rechazó, desempeñan importante papel en los movimientos religiosos de nuestros días. Esas teorías
son falsas en cuanto a la doctrina y peligrosas en sus resultados prácticos, y el hecho de que hallen tan
general aceptación hace doblemente necesario que todos tengan una clara comprensión de lo que las
Sagradas Escrituras enseñan sobre este punto. { RM 14.4; NL.12.1 }

La doctrina de la santificación verdadera es bíblica. El apóstol Pablo, en su carta a la iglesia de Tesalónica,


declara: “Esta es la voluntad de Dios, es a saber, vuestra santificación”. Y ruega así: “El mismo Dios de paz
os santifique del todo” 1 Tesalonicenses 4:3; 5:23 (VM). La Biblia enseña claramente lo que es la
santificación, y cómo se puede alcanzarla. El Salvador oró por sus discípulos: “Santifícalos con la verdad: tu
Palabra es la verdad”. Juan 17:17, 19 (VM). Y San Pablo enseña que los creyentes deben ser santificados
por el Espíritu Santo. Romanos 15:16. ¿Cuál es la obra del Espíritu Santo? Jesús dijo a sus discípulos:
“Cuando viniere aquél, el Espíritu de verdad, él os guiará al conocimiento de toda la verdad”. Juan 16:13
(VM). Y el salmista dice: “Tu ley es la verdad”. Por la Palabra y el Espíritu de Dios quedan de manifiesto ante
los hombres los grandes principios de justicia encerrados en la ley divina. Y ya que la ley de Dios es santa,
justa y buena, un trasunto de la perfección divina, resulta que el carácter formado por la obediencia a esa
ley será santo. Cristo es ejemplo perfecto de semejante carácter. El dice: “He guardado los mandamientos
de mi Padre”. “Hago siempre las cosas que le agradan” Juan 15:10; 8:29 (VM). Los discípulos de Cristo han
de volverse semejantes a él, es decir, adquirir por la gracia de Dios un carácter conforme a los principios de
su santa ley. Esto es lo que la Biblia llama santificación. { RM 15.1; NL.12.2 }

Esta obra no se puede realizar sino por la fe en Cristo, por el poder del Espíritu de Dios que habite en el
corazón. San Pablo amonesta a los creyentes: “Ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor; porque

3
El original dice: “Says the prophet Daniel: “The judgment was set, and the books were opened.”[ Dice el profeta
Daniel: "El juicio fue establecido, y los libros fueron abiertos".]
4
O sea los predicadores del verdadero Evangelio.
Dios es el que en vosotros obra así el querer como el hacer, por su buena voluntad”. Filipenses 2:12, 13. El
cristiano sentirá las tentaciones del pecado, pero luchará continuamente contra él. Aquí es donde se
necesita la ayuda de Cristo. La debilidad humana se une con la fuerza divina, y la fe exclama: “A Dios gracias,
que nos da la victoria por el Señor nuestro Jesucristo”. 1 Corintios 15:57. { RM 15.2; NL.13.1 }

Las Santas Escrituras enseñan claramente que la obra de santificación es progresiva. Cuando el pecador
encuentra en la conversión, la paz con Dios por la sangre expiatoria, la vida cristiana no ha hecho más
que empezar. Ahora debe llegar “al estado de hombre perfecto”; crecer “a la medida de la estatura de la
plenitud de Cristo”... Filipenses 3:13, 14. { RM 15.3; NL.13.2 }

Gabriel es enviado para explicar la visión de Daniel 8

Poco después [el original dice “ANTES” 5 ]de la caída de Babilonia, mientras Daniel estaba meditando en
estas profecías, y pidiendo a Dios una comprensión de los tiempos, le fue dada una serie de visiones
relativas al nacimiento y la caída de los reinos. Juntamente con la primera visión, según se registra en el
capítulo 7 del libro de Daniel, fue dada una interpretación; pero no todo quedó claro para el profeta.
Escribió acerca de lo experimentado en el momento: “Mis pensamientos me turbaron y mi rostro se
demudó; pero guardé el asunto en mi corazón”. Daniel 7:28. { VAAn 146.1; TA.142.1 }

Mediante otra visión le fue dada luz adicional acerca de los acontecimientos futuros; y fue al final de esta
visión cuando Daniel oyó “un santo que hablaba; y otro de los santos preguntó a aquel que hablaba: ¿Hasta
cuándo durará la visión?” La respuesta que se le dio: “Hasta dos mil trescientas tardes y mañanas; luego el
santuario será purificado” ( Daniel 8:13-14), le llenó de perplejidad. Con fervor solicitó que se le permitiera
conocer el significado de la visión. No podía comprender la relación que pudiera haber entre los setenta
años de cautiverio, predichos por Jeremías, y los dos mil trescientos años que, según oyó en visión, el
visitante celestial anunciaba como habiendo de transcurrir antes de la purificación del santuario. El ángel
Gabriel le dio una interpretación parcial; pero cuando el profeta oyó las palabras: “La visión... es para
muchos días”, se desmayó... { VAAn 146.2; TA.142.2 }

Todavía preocupado acerca de Israel, Daniel estudió nuevamente las profecías de Jeremías. Estas eran muy
claras... { VAAn 147.1; TA.143.1 }

Con una fe fundada en la segura palabra profética, Daniel rogó al Señor que estas promesas se cumpliesen
prestamente.—La Historia de Profetas y Reyes, 405-406. { VAAn 147.2; TA.143.2 }

Estudiemos Daniel y Apocalipsis en conjunto, 23 de noviembre

“He venido para hacerte saber lo que ha de venir a tu pueblo en los postreros días; porque la visión es para
esos días”. Daniel 10:14. { CT 336.1; CTr.334.1 }

Daniel se identificó con los pecados de Israel y los confesó como propios. “Oye, Señor; oh Señor, perdona;
presta oído, Señor, y hazlo; no tardes, por amor de ti mismo, Dios mío: porque tu nombre es invocado sobre
tu ciudad y sobre tu pueblo”. Sin embargo, Gabriel, el mensajero celestial, tres veces lo llamó y lo consideró
como varón muy querido... { CT 336.2; CTr.334.2 }

¡Cuán estrechamente relacionado se encuentra el universo del cielo con este mundo caído! Estas
comunicaciones que fueron dadas a Daniel debieran llenar nuestras almas de temor, de humildad y sepultar
nuestro orgullo en el polvo... { CT 336.3; CTr.334.3 }

5
Shortly before the fall of Babylon: Poco antes de la caída de Babilonia
¡Hay un vínculo maravilloso que se percibe entre el universo celestial y este mundo caído! Las cosas que
fueron reveladas a Daniel más tarde se complementaron por la revelación hecha a Juan en la isla de Patmos.
Estos dos libros debieran ser leídos en forma cuidadosa. En dos ocasiones Daniel inquirió, ¿cuánto ha de
transcurrir hasta el tiempo del fin? “Y yo oí, mas no entendí. Y dije: Señor mío, ¿cuál será el fin de estas
cosas? El respondió: Anda, Daniel, pues estas palabras están cerradas y selladas hasta el tiempo del fin.
Muchos serán limpios, y emblanquecidos y purificados, los impíos procederán impíamente, y ninguno de
los impíos entenderá, pero los entendidos comprenderán... Y tú irás hasta el fin, y reposarás, y te levantarás
para recibir tu heredad al fin de los días”. { CT 336.4; CTr.334.4 }

Era el León de la tribu de Judá quien abrió el libro y le dio a Juan la revelación de lo que habría de suceder
en estos últimos días. Daniel permaneció en su lugar para dar su testimonio, que fue sellado hasta el tiempo
del fin, cuando el mensaje del primer ángel debía ser proclamado a nuestro mundo. Estos asuntos son de
importancia infinita en estos últimos días... Al libro de Daniel se le quita el sello en el Apocalipsis de Juan y
nos lleva adelante hasta las escenas finales de la historia de esta tierra. { CT 336.5; CTr.334.5 }

El caso de Daniel nos revela el hecho que el Señor siempre está listo para atender nuestras oraciones hechas
con contrición de alma y, cuando busquemos al Señor de todo corazón, él contestará nuestras peticiones.
Aquí se revela dónde obtuvo Daniel su habilidad y entendimiento y si tan sólo pedimos la sabiduría de Dios,
podremos ser bendecidos con creciente habilidad y con poder del cielo. Si acudimos a Dios como somos, y
oramos con fe como lo hizo Daniel, veremos la salvación de Dios. Necesitamos orar como nunca hemos
orado antes.—Carta 59, 1896. { CT 336.6; CTr.334.6 }

En la profecía del primer mensaje angélico, en el capítulo 14 del Apocalipsis, se predice un gran
despertamiento religioso bajo la influencia de la proclamación de la próxima venida de Cristo. Se ve un
“ángel volando en medio del cielo, teniendo un evangelio eterno que anunciar a los que habitan sobre la
tierra, y a cada nación, y tribu, y lengua, y pueblo”. “A gran voz” proclama el mensaje: “¡Temed a Dios y
dadle gloria; porque ha llegado la hora de su juicio; y adorad al que hizo el cielo y la tierra, y el mar y las
fuentes de agua!” Apocalipsis 14:6, 7 (VM). { CS 355.1; GC.355.1 }

La circunstancia de que se diga que es un ángel el heraldo de esta advertencia, no deja de ser significativa.
La divina sabiduría tuvo a bien representar el carácter augusto de la obra que el mensaje debía cumplir y el
poder y gloria que debían acompañarlo, por la pureza, la gloria y el poder del mensajero celestial. Y el vuelo
del ángel “en medio del cielo”, la “gran voz” con la que se iba a dar la amonestación, y su promulgación a
todos “los que habitan” “la tierra”—“a cada nación, y tribu, y lengua, y pueblo”—, evidencian la rapidez y
extensión universal del movimiento. { CS 355.2; GC.355.2 }

El mismo mensaje revela el tiempo en que este movimiento debe realizarse. Se dice que forma parte del
“evangelio eterno”; y que anuncia el principio del juicio. El mensaje de salvación ha sido predicado en todos
los siglos; pero este mensaje es parte del evangelio que solo podía ser proclamado en los últimos días, pues

solo entonces podía ser verdad que la hora del juicio había llegado. Las profecías presentan una
sucesión de acontecimientos [La Visión de DANIEL 8 va desde Medo-Persia en una
sucesión de acontecimientos que llevan al principio del Juicio al fin de los 2.300 años] que llevan al comienzo
del juicio. Esto es particularmente cierto del libro de Daniel. Pero la parte de su profecía que se refería a los
últimos días, debía Daniel cerrarla y sellarla “hasta el tiempo del fin”. Un mensaje relativo al juicio, basado
en el cumplimiento de estas profecías, no podía ser proclamado antes de que llegásemos a aquel tiempo.
Pero al tiempo del fin, dice el profeta, “muchos correrán de aquí para allá, y la ciencia será aumentada”.
Daniel 12:4 (VM). { CS 356.1; GC.355.3 }
Los que desean participar de los beneficios de la mediación del Salvador no deben permitir que cosa alguna
les impida cumplir su deber de perfeccionar la santidad en el temor de Dios. En vez de dedicar horas
preciosas a los placeres, la ostentación o la búsqueda de ganancias, deberían consagrarlas a un estudio
serio y con oración de la Palabra de verdad. El pueblo de Dios debería comprender claramente el tema del
Santuario y el juicio investigador. Todos necesitan conocer

121

por sí mismos la posición y obra de su gran Sumo Sacerdote. De otro modo, les será imposible ejercitar la
fe que es esencial en nuestros tiempos u ocupar el puesto al que Dios los llama. Todo individuo tiene un
alma que salvar o perder. Cada uno tiene una causa pendiente ante el tribunal de Dios. Cada cual debe ver
cara a cara al gran Juez. Entonces, ¡cuán importante es que toda mente contemple a menudo la solemne
escena en que se inicia el juicio y se abren los libros, cuando, con Daniel, cada cual debe
estar de pie en su puesto al fin de los días! { CES 120.3 }
Todos los que han recibido la luz sobre estos asuntos deben dar testimonio de las grandes verdades que
Dios les ha confiado. El Santuario celestial es el centro mismo de la obra de Cristo en favor de los hombres.

Nos revela el plan de la


Concierne a toda alma que vive en la Tierra.

redención, nos conduce hasta el fin


mismo del tiempo6 y anuncia el triunfo
final de la lucha entre la justicia y el
pecado. Es de la mayor importancia que todos investiguen a fondo estos asuntos, y que estén
siempre capacitados para dar respuesta a todo aquel que les pidiere razón de la esperanza que hay en ellos.
{ CES 121.1 }

La intercesión de Cristo en beneficio del hombre en el Santuario celestial es tan esencial para el plan de
la salvación como lo fue su muerte en la cruz. Por medio de su muerte dio inicio a esa obra para cuya
conclusión ascendió al cielo después de su resurrección. Por la fe debemos entrar velo adentro, “donde
Jesús entró por nosotros como precursor”. Hebreos 6:20. Allí se refleja la luz de la cruz del Calvario. Allí
podemos obtener un discernimiento más claro de los misterios de la redención. La salvación del hombre se
lleva a cabo a un precio infinito para el cielo; el sacrificio hecho se corresponde con las más amplias
exigencias de la ley de Dios quebrantada. Jesús abrió el camino al trono del Padre, y a través de su
mediación pueden ser presentados ante Dios los deseos sinceros de todos los que se allegan a él con
fe. { CES 121.2 }

Una cosa se comprenderá con certeza por el estudio del Apocalipsis: que la relación entre Dios y su pueblo
es estrecha e inequívoca. { TM 114.5; TM.114.5 }

6
El tiempo de la REDENCIÓN
Se advierte una maravillosa conexión entre el universo del cielo y este mundo. Lo que fue revelado a Daniel
fue complementado más tarde por la revelación que se le hizo a Juan en la isla de Patmos. Estos dos libros
deben ser estudiados cuidadosamente. Dos veces Daniel preguntó: ¿Cuándo será el fin del tiempo? [¿Por
qué se le ocurrió preguntar esto en ese punto de la revelación que se le estaba entregando?] { TM 114.6;
TM.114.6 }

“Y yo oí, pero no comprendí. Dije pues: Señor mío, ¿cuál será el resultado 7 de estas cosas? Mas él respondió:
Anda, Daniel; que estas palabras están cerradas y selladas hasta el tiempo del fin. Muchos serán purificados
y emblanquecidos y acrisolados; pero los malos seguirán haciendo maldades; y no entenderá ninguno de
los malhechores; mas los sabios entenderán. Y desde el tiempo en que fuere quitado el holocausto continuo,
es a saber, para poner allí la abominación desoladora, habrá mil doscientos y noventa días. ¡Bienaventurado
aquel que espere, y alcance a mil trescientos treinta y cinco días! 8 Tú empero anda por tu camino hasta que
llegue el fin: entretanto descansarás, y te levantarás al goce de tu herencia al fin de los
días”. { TM 115.1; TM.115.1 }
Fue el León de la tribu de Judá quien quitó el sello del libro [Apoc. 5:5?] y le dio a Juan la revelación de lo
que sucedería en estos últimos días. { TM 115.2; TM.115.2 }

Daniel cumplió su misión de dar su testimonio, el cual fue sellado hasta el tiempo del fin, cuando el
mensaje del primer ángel debía ser proclamado a nuestro mundo 9. Estos asuntos son de infinita
importancia en estos últimos días; pero aunque “muchos serán limpios, y emblanquecidos, y purificados”,
“los impíos procederán impíamente, y ninguno de los impíos entenderá”. ¡Cuán cierto es esto! El pecado
es la transgresión de la ley de Dios, y los que no acepten la luz con respecto a la ley de Dios no
comprenderán la proclamación de los mensajes del primero, segundo y tercer ángeles. Al libro de Daniel

se le quita el sello en la revelación que se le hace a Juan, lo


cual nos permite avanzar hasta las últimas escenas de la historia de este mundo. { TM 115.3; TM.115.3 }

¿Tendrán en cuenta nuestros hermanos que estamos viviendo en medio de los peligros de los
últimos días? Leed el Apocalipsis en relación con Daniel. Enseñad estas cosas. { TM 115.4; TM.115.4 }

7
El original dice: O my Lord, what shall be the end of these things?: Oh, Señor mío, ¿cuál será el fin de estas cosas?
8
En el original no aparece.
9
Daniel stood in his lot to bear his testimony which was sealed until the time of the end, when the first angel’s
message should be proclaimed to our world: Daniel se mantuvo en su puesto para dar su testimonio que fue
sellado hasta el tiempo del fin, cuando el mensaje del primer ángel debía ser proclamado a nuestro mundo.

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