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ENSAYO DE ÉTICA DEL

INVESTIGADOR.
EXPERIMENTO MILGRAM.

Habiendo visto el vídeo proporcionado acerca de una repetición del experimento Milgram, así como
otras fuentes de información acerca de el propio Dr. Stanley Milgram, surge la pregunta inmediata
acerca de la capacidad de alguien cuya familia cercana había sido víctima de, precisamente, el tipo
de comportamiento a investigar, para evaluar este tipo de conductas. Puede temerse un sesgo del
investigador motivado por el odio.
No obstante, tras examinar mas detenidamente la premisa de la investigación (“¿Podría ser que
Eichmann y su millón de cómplices en el Holocausto sólo estuvieran siguiendo órdenes?
¿Podríamos llamarlos a todos cómplices?” Milgram, 1961) se muestra evidente que el investigador
no pretende tergiversar su investigación por temas de odio. Adicionalmente, el hecho de que alguien
relacionado de tal manera con los hechos que motivan la investigación proponga este enfoque
sugiere a un investigador que busca la realidad mas allá de su satisfacción personal.
Sin embargo, una vez nos adentramos en el propio experimento, este queda ensombrecido por ser
un experimento de control ciego, lo que atenta de forma directa contra los derechos de los
participantes, pues son voluntarios para un estudio que no es al que son sometidos.
Esto, sin embargo parece necesario para evitar sesgos en el sujeto, observando una conducta natural
ante la autoridad. Esto nos lleva a plantearnos si hay algún método alternativo para evaluar la
respuesta a la autoridad sin ningún tipo de sesgo del sujeto. Personalmente no soy capaz de
encontrar ninguna.
El experimento no es la muestra mas ética de ciencia, pero no viola de forma flagrante los límites de
la moral científica, pese a estar cerca.

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