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El experimento de Asch

Una serie de estudios realizados en la década de 1950

El experimento de Asch, por Solomon Asch, fue un famoso experimento,


diseñ ado para probar como la presió n ejercida por compañ eros (bien
fuesen de trabajo u otros campos) hasta hacer que un sujeto se conforme,
influía en el juicio y la individualidad de un sujeto de prueba.

El experimento se relaciona estrechamente a los experimentos


conducidos en la prisió n de Stanford y a los experimentos de Milgram, en
el hecho que el experimento de Asch trata de mostrar có mo seres
humanos perfectamente normales pueden ser presionados hasta mostrar
un comportamiento inusual ligado a la fuerza ejercida por las figuras de
autoridad, o por el consenso de la opinió n de otros que les rodean.

Para el experimento, ocho sujetos fueron sentados alrededor de una


mesa, con los asientos organizados segú n un plan construido
cuidadosamente para evitar cualquier sospecha.

Só lo uno de los participantes era en realidad un participante inocente y


genuino en el experimento reclutado de afuera, el resto eran có mplices de
los experimentadores, cuidadosamente instruidos para dar ciertas
respuestas preseleccionadas. Dada esta meticulosa construcció n del
experimento y su estrategia,  una cantidad variable de la presió n del
grupo iba siendo ejercida sobre el ú nico verdadero sujeto experimental.

El experimento era simple en esencia; cada participante, siguiendo su


turno asignado, era invitado a responder una serie de preguntas simples
por ejemplo:  Qué línea de una cierta figura era má s larga, o cual de todas
las lineas presentadas concordaba con la línea de referencia etc. (Fig. 1)
En un principio, los participantes dieron una variedad de respuestas
correctas para no despertar sospechas sobre la naturaleza real del
experimento, pero adicionando progresivamente algunas respuestas
incorrectas.

Esto fue pensado con el fin de permitirle a Asch el determinar có mo las


respuestas del sujeto iban cambiando con la influencia de la presió n de
grupo.

Los resultados del experimento de Asch fueron interesantes mostrando


que la presió n social puede tener una influencia medible sobre las
respuestas dadas.

El grupo de control, es decir, los participantes que no estaban expuestos a


la presió n de grupo y donde por ende todo el mundo respondía
correctamente, levantó una sola respuesta incorrecta de las 35respuestas,
lo que probablemente podría explicarse por error experimental .

A diferencia del grupo control, los resultados de los otros grupos fueron
muy interesantes; demostrando que, cuando los sujetos estaban rodeados
de gente que daba respuestas incorrectas a las preguntas dadas, má s de
un tercio de los sujetos se dejaron llevar y manifestaron una opinió n o
respuesta erró nea.

Al menos el 75% de los sujetos dieron la respuesta equivocada a por lo


menos una pregunta, a pesar de que el error experimental puede haber
tenido alguna influencia en esta figura. No había duda, sin embargo, de
que la presió n de los compañ eros puede causar la conformidad en un
individuo inmerso en este tipo de situaciones.

al analizar estos resultados, se debatió si esto podria ser a concequencia


de la gente no cree en la evidencia vista por sus propios ojos o si era só lo
un caso de conformidad, el hehco de que la gente escondiera sus
verdaderas opiniones.

Otros experimentos posteriores al de Asch demostraron que el nú mero de


voces disidentes proporcionaban una diferencia en los resultados, al igual
que la contundencia que tuviesen los confederados.
Un confederado con respuestas incorrectas hacía poca diferencia en
cuanto a las respuestas del sujeto del experimento, pero en cambio, la
influencia aumentaba de manera constante si dos o tres personas
confederadas no estaban de acuerdo.

Las cifras no cambiaron mucho después de este punto, entre má s


confederados hubiesen en un grupo, mayor era la diferencia que se
producía. El nú mero de personas en el grupo también influenció los
resultados asi como las voces disidentes que fue una variable nivelada en
grupos de má s de seis o siete personas.

Los experimentos también mostraron que, si aunque só lo fuera un otro


participante el que esté en desacuerdo con los confederados, el sujeto
tenía má s probabilidades de resistir la presió n de grupo, pero si era al
contrario, parecia ser má s difícil resistirse a la mayoría si el sujeto estaba
aislado.

El experimento de Asch demostró que una voz puede hacer la diferencia


entre muchos.

Ha habido una serie de críticas de los experimentos de Asch, sobre todo


en cuanto al control de las variables; primerola mayoria de los sujetos
eran varones jó venes, los cuales tienden  a ser mucho má s impresionables
que los hombres mayores. Las personas má s maduras ya han tenido
suficiente experiencia a lo largo de la vida, y la fuerza mental es mayor,
por estas rezones son má s propicios a mantenerse fieles a sus
convicciones.

Otra de las críticas, que el experimento era que éste carecía de


credibilidad ecoló gica y no se refería propiamente a situaciones de la vida
real. Es uno de los tantos que puede ser nivelado a experimentos
psicoló gicos, incluyendo el Experimento Milgram y el experimento de la
prisió n de Stanford.

Otros experimentos de seguimiento, donde los sujetos se les permitió


anotar las respuestas de forma anó nima, mostraron mucho menos
respuestas incorrectas. La comodidad del anonimato asegura que
aparecer ridículo frente a otros sea mucho menos una fuente de presió n.
Presión Social: Cómo la gente influye en nuestras decisiones

La sociedad ejerce una fuerte influencia en nuestro comportamiento


y actitud, en especial cuando se trata de actuaciones colectivas.

Las decisiones que tomamos como propias, o la forma en que dirigimos


nuestra vida, está n condicionadas por la sociedad. Todo esto es fruto de lo
que es correcto hacer, lo que creemos que debemos hacer según la
opinión de la mayoría o los procedimientos que estamos acostumbrados
a percibir.

Desde la infancia sentimos una necesidad imperiosa de pertenencia a un


grupo con la familia y el grupo clase. Ademá s, tenemos dependencia o
interdependencia de estos, ya que nos aportan seguridad e inclusió n
social.

Actualmente esta necesidad es cada vez mayor debido a la cantidad de


grupos que existen a partir de las redes sociales y la facilidad de
conexiones a través de Internet.

La presión social alcanza su mayor esplendor en la época


adolescente. Se trata de un tipo de presió n que condiciona la formació n
de la personalidad de los jó venes. Ademá s da lugar a ciertas prá cticas
negativas, a veces fuera de la propia voluntad, solamente para ser
aceptados.

La presió n social sigue presente a lo largo de la vida y en cierto modo


afecta a nuestros actos e ideas.

¿De qué modo la presión social influye en nuestro comportamiento?

Recientemente realicé con un alumno la lectura del cuento “El traje del
Emperador”.

Cuando pasamos a analizarla, al niñ o le resultaba difícil comprender por


qué la gente del pueblo alababa la belleza de un traje inexistente si en
realidad el Emperador iba desnudo, ¿por qué mentían? ¿Por qué
consideraban que su respuesta sería estú pida si no era igual que la del
resto de los ciudadanos?
Existen numerosos estudios en los que se demuestra có mo una persona
cambia de opinión si el resto del grupo tiene un parecer común
aunque sea contrario al suyo. Todo ello con el objetivo de obedecer a la
conformidad social y sentirse aceptado.

Solomon Asch, reconocido psicó logo en este campo, llevó a cabo varios
experimentos para comprobar có mo la presió n social ejercida por
compañ eros, bien en el trabajo o en otros campos, puede influir en el
juicio del sujeto a prueba.

En uno de los casos, reunió a ocho sujetos, siete de los cuales eran actores.
La prueba consistía en dar respuesta a una serie de preguntas simples
que nada tenían que ver con el tema de estudio.

Los actores tenían directrices para contestar de forma erró nea


progresivamente. Como consecuencia, el individuo inocente acabó
cediendo en sus respuestas sometido por la presión grupal, y
poniendo en duda sus propias ideas.

En esta línea encontramos otros estudios sobre la presió n e influencia


social, como el de P. Zimbardo con el Experimento de la Prisión de
Standford, sobre el cual se rodó una película (“El Experimento”).

En esta película se recrean los hechos acaecidos, y se puede observar


có mo se llegan a sobrepasar los propios límites bajo una fuerte
presión social.

Otros autores como E. Aronson o L. Festinger también probaron ciertos


fenó menos de la Psicología Social, comparando los valores sobre un
grupo, emitidos previamente de forma individual, y posteriormente
frente al grupo social, los cuales variaron notablemente.

Podemos decir entonces que, frecuentemente actuamos en consonancia al


grupo social en el que vivimos, aú n siendo diferente a lo que realmente
pensamos. Por miedo al rechazo, por deseo de aceptació n, por falta de
seguridad. La cognició n social ocupa un papel importante en este aspecto.

¿Es beneficioso dejarse llevar por la presión social? ¿deberíamos de


ser firmes a nuestros principios a la hora de actuar aún en contra de
la opinión de la mayoría? ¿de verdad la sociedad condiciona tanto
nuestra vida?

Sería bueno reforzar la seguridad e independencia individual, así como


las propias creencias, aú n manteniendo el respeto social, pero sin
olvidarnos de nosotros mismos.

Desde los primeros añ os es necesario educar en valores y fortalecer la


autoestima, para hacer frente a la presió n social adecuadamente.

La presió n social o presió n de grupo es algo a la que todos estamos


expuestos e influenciados en algú n momento de nuestras vidas, pero es
crucial entender qué es para poder evitarlo en los momentos oportunos.
Los compañ eros son personas que forman parte del mismo grupo social y
cuando ejercen presió n sobre nosotros significa que pueden tener
influencia en que hagamos algo que realmente no queremos hacer, pero
que por seguir "al grupo", hacemos.

La presió n social no tiene por qué ser siempre negativa, pero pueden
influir en el comportamiento. Este término de "presió n social" o de grupo
se utiliza sobre todo para hablar de las conductas que no se consideran
socialmente aceptables o deseables como por ejemplo, el consumo de
drogas en personas jó venes. Este término no se utiliza para describir
comportamientos deseables.

La presió n social no tiene por qué ser siempre negativa

¿La presión social es mala?

Normalmente se utiliza el término de presió n social para describir una


influencia negativa hacia un compañ ero o grupo de compañ eros, y hace
referencia a có mo una persona joven con buen comportamiento previo
desarrolla conductas problemá ticas, sobre todo relacionadas con el
consumo de alcohol o drogas.

La realidad está en que la influencia que una persona puede ejercer sobre
otra puede ser positiva o negativa por lo que también se podría aplicar en
conductas deseables y no solo en indeseables. Por ejemplo la presió n
social en los adolescentes puede hacer que un joven se involucre má s y
mejor en los deportes, pudiendo llevar una vida más saludable y
siendo un modelo de conducta positiva.

La presió n social puede tener má s influencia en la etapa de la


adolescencia

La presión social en la adolescencia

La presión social puede tener más influencia en la etapa de la


adolescencia, por lo que es comú n que los padres se preocupen mucho
sobre esto, sobre todo en actividades potencialmente peligrosas como las
adicciones, el consumo de sustancias, comportamientos sexual, mala
alimentació n, compras y gastos o incluso, actividades delictivas.

En cambio, los padres no se preocupan por la presió n que pueden ejercer


sobre sus hijos y que sean positivas, aunque es muy importante
considerar los comportamientos que son sociales saludables.

La influencia de los padres es más fuerte

Merece la pena destacar que la influencia de los padres es mucho


más fuerte que la presión social, a cualquier edad. Los padres tienen
una mayor influencia en si los hijos desarrollan o no comportamientos
adictivos, por ejemplo. Por este motivo, en lugar de preocuparse tanto por
las amistades de sus hijos es mejor centrarse en cuá les son sus conductas
dentro del hogar.

Los adultos también pueden ser vulnerables a la presión social

Una buena regulació n emocional y una buena conducta en casa será


imprescindible para que los hijos aprendan buenas maneras de resolver
problemas y entender los sentimientos incó modos que puedan tener en
diversas situaciones. Esto es mucho má s efectivo que intentar escapar a
conductas adictivas para "huir" de esos sentimientos incó modos.

La presión social puede aumentar el riesgo

La presió n social, sobre todo en los jó venes, puede aumentar el riesgo de


tener dañ os o conductas peligrosas como conducir bajo la influencia del
alcohol o las drogas, tener una sobredosis, enfermedades de transmisió n
sexual, etc. Aunque la toma de riesgos es una parte normal de la vida,
sobre todo en la adolescencia, es necesario que los padres equilibren esa
presió n estableciendo límites apropiados, dando información y apoyo
emocional.

A medida que los adolescentes crecen y se convierten en adultos, estos


límites les ayudará n a establecer sus propias normas internas para evitar
estas conductas de riesgo en sus vidas.

No solo afecta a los niños

Como has podido entrever entre estas líneas, la presió n social no solo
afecta a niñ os y adolescentes. En estas etapas tempranas de la vida los
chicos y chicas está n estableciendo su personalidad, sus valores y está n
aprendiendo a que el comportamiento tiene consecuencias. Pero también
quieren ser aceptados socialmente y por eso participan en
comportamientos de riesgo para ser aceptados.

Por otra parte, los adultos también pueden ser vulnerables a la presió n
social. Hay adultos que beben o fuman para ser aceptados por su vida
social. Es necesario ser consciente de todo esto para escoger la influencia
que permitimos en nuestras vidas y poder tener experiencias saludables
en la vida.

La presión social siempre está presente

Vivimos en un mundo en el que estamos muy pendientes de cumplir


con los estándares sociales

La presió n social afecta a todo el mundo.

La presión social se presenta cuando ignoramos nuestra individualidad y


nuestros principios porque creemos que son diferentes o que quizá s no
será n aceptados. Se trata de dejar de ser libres. Vivimos en un mundo en
el que nos centramos mucho en cumplir con los está ndares sociales.
Probablemente no todos son conscientes de hasta que punto la presió n
social nos ha afectado a lo largo de nuestras vidas.
La presión social en la adolescencia

Como adolescente, diría que la presió n social en la adolescencia es


bastante comú n. Es la etapa donde nos sentimos má s vulnerables, ya que
empezamos a formar nuestros criterios, nos damos cuenta de nuestros
gustos, etc. Si no estamos educados correctamente y no somos
conscientes de có mo nos influye esto, probablemente interpondremos la
presió n social a nuestros principios.

Un ejemplo es fumar porque el grupo de amigos lo hace y para no ser la


ú nica o el ú nico que no.

Estamos siempre rodeados

Estamos siempre rodeados de personas, siempre formamos parte de uno


o má s grupos, ya sea la familia, los amigos, los compañ eros de clase o de
trabajo. Es decir, es algo de lo que es imposible huir, ya que formamos
parte de la sociedad. De hecho, querer ser aceptados por los demá s es
algo natural que nos pasa a la gran mayoría de las personas. Pero hay una
gran diferencia entre querer encajar y sentirte feliz con el entorno.

Las redes sociales

Este es un á mbito cada vez má s presente. Las redes sociales está n llenas
de estereotipos y estar cada día en contacto con todo este mundo nos
acaba influyendo. Hay personas que incluso se toman el mundo de las
redes sociales muy en serio. En el mundo de los influencers también hay
presió n social; la que ellos mismos provocan, por ejemplo, para cumplir
expectativas que quizá s no quieren o no son capaces de cumplir. Es
cuestió n de có mo los que visitan sus redes sociales se creen lo que ven.
Deberíamos saber que la vida que comparten no es realista y que no hay
que compararse con estas personas.

Causas y consecuencias de la presión social

Las consecuencias de toda esta presió n son bastante obvios: inseguridad


sobre tus pensamientos, gustos o físico, autoestima baja, sentimientos de
inferioridad, y una falta de pensamientos y opiniones propias que te
pueda volver superficial. Este tipo de personas seguramente son má s
propensas a padecer presió n social. Las causas pueden ser muy variadas.
La presió n social la podemos ver y sentir. No hace falta que nos la
introduzcan. Está en el entorno, en la forma en que funciona el mundo.
Debido a ella, es posible que creamos que una parte de nosotros es
diferente de la de la mayoría de las personas y pensemos que no está bien
o que podría ser mejor.

Sentir que nos señalan por no ser iguales.

Creo que no hay nada que hacer,. Querer sentirse aceptados es natural y
siempre habrá personas que juzguen aquello que salga de su zona de
confort. Pero tenemos que vivir con esto y saber que, con una actitud
fuerte y firme, puedes convertirte en quien quieras ser y sentirnos
có modos con nosotros mismos, sin pensar demasiado en lo que piensa el
resto. Tampoco deberíamos juzgar a los demá s y hacer que se sientan mal
por sus ideas, apariencia o actitud. Tampoco debemos sentirnos mal por
querer pedir ayuda si nos encontramos en una situació n complicada
como la que vivimos. Es cuestió n de vivir y dejar vivir.

¿Qué es la conformidad social?

En una definició n sencilla, la conformidad social trata de los individuos


de un grupo social que cambian su comportamiento, opiniones y actitudes
para encajar con las opiniones del grupo.

Muchas veces, y de forma inconsciente, “relajamos” nuestro criterio para


no nadar contra corriente y evitar posibles conflictos. Y eso no parece ser
algo que suceda ocasionalmente, sino que parece estar instalado en un
á mbito cercano a lo cotidiano.

En una definició n má s completa, los psicó logos García Sá iz y Gil


Rodríguez, autores de “Procesos de Influencia Social.” (Ed. Pirá mide)
matizan:

“Podría hablarse de conformidad por comisió n (actuar en la línea en que


presiona el grupo), y por omisió n (no actuar de una forma determinada
debido a que el grupo no lo aprueba). Por tanto, resulta má s apropiado
emplear el concepto de congruencia con el grupo, en lugar de
movimiento”.
El experimento de Asch

Asch realizó un conjunto de experimentos relacionados con tareas de


identificació n visual. La tarea propuesta era francamente sencilla: los
sujetos debían indicar cuál de las tres líneas de una cartulina tenía
igual tamaño a la que figuraba como modelo en otra cartulina.

Esta tarea se hacía en grupos de hasta 9 personas, y todas, a excepció n de


una (sujeto experimental y a la vez «sujeto ingenuo»), eran có mplices del
experimentador. Los cómplices estaban instruidos para contestar de
forma correcta en los dos primeros ensayos y responder de forma
incorrecta y unánime en los restantes (en los doce ensayos críticos),
los cuales estaban intercalados por otros cuatro ensayos en los que los
có mplices contestaban de forma correcta. Los sujetos debían expresar sus
juicios en pú blico siguiendo el orden en el que estaban sentados. La
posició n del sujeto experimental, colocado en el puesto penú ltimo, le
permitía conocer las opiniones de la mayoría de los miembros del grupo
antes de dar su respuesta.

Aquí se explica en el vídeo:

Los resultados

Los resultados obtenidos fueron sorprendentes, incluso para el propio


Asch. A pesar de que la tarea era muy sencilla se produjo
conformidad social, de forma que los sujetos experimentales dieron
respuestas incorrectas en una tercera parte (36,8 por 100) de los
ensayos críticos, lo que no ocurría prácticamente nunca si
realizaban la tarea en solitario (grupo control) y, por tanto, sin
conocer las opiniones de los demás.

La mayor parte de los sujetos señ alaban que se habían dejado llevar
porque consideraban que la mayoría estaba en lo cierto, y que ellos
estaban equivocados debido a que no habían entendido bien las
instrucciones o a que su agudeza visual no era buena.

Só lo un sujeto de los que siguió el criterio de la mayoría creyó que las


respuestas eran correctas.
En un nuevo experimento sobre conformidad social en formato show
televisivo se mostraron muestra resultados idénticos:

Un pequeño número era consciente de que las respuestas eran


incorrectas, pero contestaron siguiendo a la mayoría para no
encontrarse solos o mostrarse diferentes.

Marca personal y la diferencia relevante

Como dice mi profesor, el psicó logo social Dr. Ricard Faura, “En la
conformidad social no es tan solo vergü enza lo que manifiestan las
personas, es una profunda duda del propio criterio ante el consenso
colectivo”.

Nos conformamos para no mostrar pú blicamente la diferencia. Este es el


hecho. Desde la perspectiva de marca personal, el no mostrar la
diferencia nos convierte en borregos autómatas. Pero vigilemos con
ser diferentes sin má s…

Yo apelo a la diferencia relevante. Cuando trabajamos la propuesta de


valor personal siempre nos preguntamos ¿por qué nos deberían elegir a
nosotros? Y la respuesta 1 es porque podemos resolver un problema o
satisfacer una necesidad. Y la dos es porque lo hacemos de una forma
distinta. Una y otra respuestas se complementan, se necesitan.

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