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Introducción
El concepto de capa límite fue inicialmente introducido por el alemán Ludwing Prandtl en 1904.
Aunque las ecuaciones que describen el movimiento de un fluido viscoso habían sido
desarrolladas antes que Prandtl introdujera el concepto de capa límite (las ecuaciones de
Navier–Stokes desarrolladas por Navier, 1827, e independientemente por Stokes, 1845), las
dificultades matemáticas para la solución de estas ecuaciones (excepto en algunos casos
simples) imposibilitaban el estudio teórico de los flujos viscosos. Prandtl demostró que muchos
flujos viscosos pueden ser analizados dividiendo el flujo en dos regiones, una cercana a las
fronteras sólidas y la otra comprendiendo el resto del flujo. Prandtl mostró que los efectos
viscosos del fluido son considerables únicamente en la región delgada adyacente a la frontera
sólida (capa límite). En la región fuera de la capa límite los efectos viscosos son despreciables y
el flujo puede analizarse como no–viscoso, figura 1.1.
En un flujo de capa límite, tanto los efectos viscosos como los inerciales son importantes y como
consecuencia el número de Reynolds, Re, es un parámetro adecuado para caracterizar los flujos
de capa límite. La longitud característica usada en Re puede ser la longitud en la dirección del
flujo sobre la cual la capa límite se desarrolla o alguna medida del espesor de la capa límite.
De manera similar que en el flujo en un ducto, el flujo de capa límite puede ser laminar o
turbulento. En el flujo de capa límite no existe un valor único en donde ocurre la transición de
laminar a turbulento. Esta transición se ve influenciada por diversos factores como son: la
rugosidad de la superficie, el gradiente de presión, la transferencia de calor y perturbaciones de
corriente libre.
Para flujos incompresibles sobre superficies planas de rugosidad insignificante
(gradiente de presión cero), en la ausencia de transferencia de calor, la transición de flujo
laminar a turbulento puede ser retrasado hasta valores de Re = Ux/υ entre 3 y 4 millones si las
x
perturbaciones externas son minimizadas. Sin embargo, bajo condiciones de flujo típicas la
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transición generalmente ocurre cuando Re = 5 × 10 .
La figura 1.2 presenta esquemáticamente el crecimiento de una capa límite sobre una placa
plana. Inicialmente se presenta una región laminar a lo largo de una distancia corta a partir de
el extremo frontal de la placa. Posteriormente aparece una región de transición para que
finalmente ocurra el desarrollo de la región turbulenta.
Espesor de Capa Límite
La capa límite es la región adyacente a una superficie sólida donde las fuerzas viscosas son
importantes. El espesor de capa límite, δ, se define como la distancia perpendicular a la
superficie, desde ésta hasta el punto donde la velocidad del flujo es igual al 99 % de la velocidad
de corriente libre (0.99U).
Si las fuerzas viscosas no existieran en el flujo sobre una placa plana, la velocidad en cualquier
punto sería U. Sin embargo, debido a las fuerzas viscosas existentes en el flujo, éste se ve
retrasado dentro de la capa límite de forma que el flujo másico adyacente a la superficie sólida
es menor que aquel que pasaría a través de la misma región en ausencia de superficies sólidas.
El decremento del flujo másico debido a la influencia de las fuerzas viscosas es:
Por otro lado, definiendo el espesor de desplazamiento, δ* (figura 1.3), como la distancia que,
en ausencia de fuerzas viscosas, la superficie sólida tendría que desplazarse, para tener un
déficit de masa igual al que ocurre debido a la existencia de la capa límite, se tiene:
Donde θ es el espesor de momentum y está definido como el espesor de una capa de fluido
con velocidad U para la cual el momentum es igual a la pérdida de momentum a través de la
capa limite.
Capa Límite Sobre una Placa Plana en Régimen Laminar: Solución Exacta
La solución para la capa límite laminar sobre una placa plana fue obtenida por H. Blasius en
1908. Para un flujo bidimensional en estado estable con gradiente de presión despreciable, las
ecuaciones de gobierno se reducen a:
∂ u/∂ x + ∂ v/∂ y = 0
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u∂ u/∂x + v ∂ u/∂ y = υ ∂ u/∂ y
con las condiciones de frontera:
u = 0 en y = 0
u = U en y = ∞
Blasius propuso una solución de similaridad de tipo:
De esta forma, la ecuación diferencial parcial de segundo orden que gobierna el crecimiento
de la capa límite bajo régimen laminar se transforma en una ecuación diferencial ordinaria no
lineal de tercer orden con las condiciones de frontera adecuadas. Blasius resolvió esta ecuación
empleando una expansión en series de potencias. La misma ecuación fue más tarde resuelta en
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forma más precisa por Howarth [1]. Los valores de f, df/dη y d f/dη se muestran en la tabla 1.1.
El perfil de velocidad se obtiene de forma adimensional al graficar u/U contra η empleando los
valores obtenidos de la tabla mostrada.
De la tabla se observa que en η=5.0, u/U = 0.992. Definiendo el espesor de capa límite, δ,
como el valor de y para el cual u/U = 0.99, entonces:
Al considerar un volumen de control dentro de la capa límite, es posible obtener una expresión
de la ecuación de cantidad de movimiento que sea función de la distancia a lo largo de la
superficie sólida. Esta expresión puede aplicarse tanto al flujo laminar como turbulento.
Partiendo de la segunda ley de Newton, se tiene:
- Ecuación de cantidad de movimiento (Momento)
Forma Integral
- Ecuación de continuidad
Para el análisis del campo de flujo en la capa límite, se considera el elemento diferencial
definido en el esquema por a-b-c-d
Ecuación de continuidad
Ecuación de momento
-Entrada (a-b):
Salida (c-d):
-Salida (b-c):
Ondas superficiales
Ondas superficiales Lejos de las paredes del recipiente que lo contiene, la superficie libre de un
líquido en equilibrio sometido a la gravedad y a las fuerzas de tensión superficial es plana y
horizontal. Si por efecto de una perturbación la superficie se aparta de esa posición en algún
punto, ocurre un movimiento en el líquido tendiente a restituir el equilibrio. Este movimiento
se propaga sobre la superficie en forma de ondas, llamadas ondas superficiales. Esas ondas
afectan también el interior del fluido, pero con menos intensidad a mayores profundidades. Los
efectos de la tensión superficial son importantes cuando la longitud de las ondas es muy corta,
pues entonces la principal fuerza de restitución es la capilaridad. Estas ondas se denominan
entonces ondas capilares. Pero cuando las longitudes de onda son grandes, la fuerza de
restitución se debe sólo a la gravedad y tenemos entonces ondas de gravedad. Las ondas de
superficie en el agua son sin duda el fenómeno ondulatorio más fácil de observar, y no han
cesado de fascinar al observador curioso. Se trata, además de un fenómeno de enorme
importancia práctica y de gran relevancia para las ciencias del ambiente terrestre. Presentan
una fenomenología asombrosamente variada y han dado lugar, y siguen dando hoy, a
numerosas investigaciones sea teóricas que experimentales. El lector debe tener presente que
en estas notas apenas tocaremos algunos aspectos básicos pues la exploración profunda de este
vasto campo requiere por sí sola un entero volumen.
Consideraremos ahora ondas de gravedad de pequeña amplitud, en las cuales la velocidad del
fluido es tan pequeña que en la ecuación de Euler se puede despreciar el término convectivo
(no lineal) en comparación con ∂∂ u/ t. El significado físico de esto es fácil de ver. En efecto,
durante un intervalo de tiempo del orden del período T de las oscilaciones, las partículas del
fluido recorren una distancia del orden de la amplitud a de la onda.
En otras palabras, la amplitud de las oscilaciones debe ser mucho menor que la longitud de onda.
donde pusimos
ϕ= gz. Vamos a suponer que el eje z es vertical y hacia arriba y que la superficie libre del líquido
en equilibrio es el plano z
Puesto que la amplitud de las oscilaciones es pequeña, el desplazamiento ζ también lo es. Por lo
tanto con la misma aproximación podemos suponer que la componente vertical de la velocidad
de los puntos de la superficie es simplemente
Patrones unidimensionales Para empezar vamos a considerar el patrón de ondas producidas por
un obstáculo en una corriente estacionaria con velocidad u en la dirección x. Vamos a suponer
que la extensión del obstáculo es muy grande en la dirección y, transversal a la corriente. Por lo
tanto el patrón es unidimensional, al menos mientras consideremos lo que pasa a distancias
pequeñas en relación con la dimensión transversal del obstáculo. Desde el referencial de la
corriente, estas ondas se ven como las ondas producidas por un obstáculo móvil con velocidad
–u en la misma dirección. Claramente, las únicas ondas que pueden ir a la misma velocidad que
el obstáculo y entonces aparecer como estacionarias en el referencial del obstáculo, deben
satisfacer
La forma del casco de una embarcación está determinada por una serie de compromisos entre
diferentes requerimientos que en parte se contraponen. La economía y simplicidad de
construcción favorecen la forma de un paralelepípedo. La estabilidad transversal favorece
cascos anchos. Para que el casco tenga una adecuada resistencia a la flexión en sentido
longitudinal conviene que sea profundo. Todos estos factores influyen sobre la elección de la
forma, pero frecuentemente el factor más importante es la interacción dinámica del casco con
el agua. Las interacciones que determinan la resistencia que opone el agua al movimiento de la
embarcación, y que por lo tanto determinan la potencia de los motores, suelen requerir el mayor
cuidado por parte del arquitecto naval. El arrastre total que sufre una embarcación tiene cuatro
componentes: (1) la fricción entre el agua y la superficie del casco, (2) el arrastre por emisión de
ondas, (3) las pérdidas de energía debido a la formación y desprendimiento de remolinos por
parte del casco y sus apéndices (por ej. el timón) y (4) la resistencia que el aire ejerce sobre las
partes que están por encima de la línea de flotación. La fuerza de fricción Fa entre el agua y el
casco (o sea, el arrastre propiamente dicho) está dada, como sabemos, por donde ρ es la
densidad del agua, S la superficie del casco en contacto con el agua, u la velocidad de la
embarcación y Ca es el coeficiente de arrastre. Se la puede disminuir reduciendo S, pero en la
práctica no es mucho lo que se puede lograr en este sentido en vista de los demás
requerimientos constructivos. El coeficiente de arrastre depende del número de Reynolds del
flujo, y no es un factor que el constructor pueda controlar, pues la longitud y la velocidad de la
embarcación suelen estar dictados por otras consideraciones. Las componentes (3) y (4) del
arrastre total no son en general de gran importancia. Esto deja al arrastre por emisión de ondas
como un factor muy importante a tener en cuenta en el diseño, debido fundamentalmente a
que la energía que se pierde por causa de la emisión aumenta rápidamente con la velocidad, al
punto que se llega pronto a una velocidad límite que no se puede superar, ya que para hacerlo
sería necesaria una planta motriz de tamaño y costo impracticables18. Esto se puede entender
mediante un sencillo argumento cualitativo. Recordemos que la escala del patrón de ondas de
la estela, si una embarcación cuya longitud es L se desplaza con una velocidad.
la distancia entre las crestas de las ondas que produce es igual a la longitud de la embarcación.
Cuando eso ocurre, en la práctica el barco viaja dentro del valle del sistema de ondas por él
mismo creado. Si el barco se desplazara con una velocidad mayor que uL, la distancia entre las
crestas sería mayor que L, lo que implica que nuestro barco estaría tratando de ascender por la
ladera del valle hacia la primera cresta. Cuanto mayor es u, tanto más empinada resulta la cuesta
remontar. Por lo tanto se llega al resultado que para lograr una velocidad significativamente
mayor que uL es preciso instalar en el barco motores de enorme potencia, cosa que resulta
impracticable. Por esto es que ningún barco navega a velocidades mayores de unos 40 nudos.
Las embarcaciones pequeñas pueden superar esta limitación gracias a que viajan planeando
sobre la superficie con casi todo el casco fuera del agua (como ocurre con las lanchas de carrera),
pero esto, lógicamente, es impracticable para un buque de gran tamaño. Una característica
importante del patrón de ondas producidas por una embarcación es que las ondas se producen
en diferentes partes del casco. Por de pronto, siempre hay por lo menos dos sistemas de ondas:
uno generado por la proa y otro por la popa. Además, toda angulosidad que hubiera a lo largo
del casco también produce su propio sistema de ondas. Estos diferentes sistemas se
superponen, y bajo determinadas condiciones pueden interferir destructivamente entre sí, con
lo cual disminuye el arrastre total por emisión de ondas. Uno de los objetivos más importantes
de la hidrodinámica naval es precisamente el diseño de formas de casco que optimizan este
efecto beneficioso. Un resultado valioso en esta materia es el bulbo sumergido que muchos
barcos tienen en la proa, cuya función es precisamente la de producir un sistema de ondas que
tiende a cancelar las ondas producidas por la proa.
CONCLUSIÓN
El conocimiento de las fuerzas ejercidas por los fluidos en los movimientos es de gran
importancia en el análisis y diseño de dispositivos tales como bombas, turbinas, aviones,
cohetes, barcos y multitud de dispositivos hidráulicos. Las ecuaciones fundamentales de la
energía no son suficientes para resolver la mayoría de estos problemas. Es más decisivo el
empleo de otro principio de la mecánica, el de la cantidad de movimiento.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
- STREETER, Victor; WYLIE, E. Benjamín y BEDFORD Keith W. Mecánica de Fluidos. McGraw Hill.
Novena Edición. Bogota. 2000.