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“Identidades socialmente construidas” (Chiriguini)

El texto de Chiriguini desarrolla el tema de la “identidad”, pero lo toma a este concepto de dos
enfoques diferentes:

- Enfoque esencialista: da su visión de identidad diciendo que es lo que “permanece


inalterable en el tiempo; lo que perdura”.

- Enfoque relacional: considera a la misma en términos de la dinámica social que


caracteriza a los grupos sociales. Su noción es abierta y sujeta a la posibilidad de
resignificación.

De acuerdo con lo expresado se dice que el concepto de identidad parte de una construcción
social originada a partir de determinados acontecimientos sociohistóricos, como lo son los
movimientos migratorios. Es en la década del ’50, que comienza a utilizarse el término
identidad desde la Psicología de EE.UU como una herramienta para estudiar a dichos
movimientos y la dificultad de los mismos inmigrantes para integrarse en la nueva sociedad de
residencia. Relacionado con la antropología en sus viejos tiempos, donde la diferencia racial
era algo preponderante, la identidad era “nominada”, por aquel que tenía más poder sobre el
otro. “El que domina, nomina”.

Volviendo al término que nos compete, hay una visión aproximada sobre este que nos dice:
que es un proceso de identificaciones que le confieren sentido común a un grupo social.
Dichas identificaciones implican un procedimiento de aprehensión y reconocimiento de
pautas y valores a los que cumplimos y a su vez nos distinguen “del otro”. Ese “otro” es el
punto de partida; su reconocimiento permitirá constituir la identidad ya que presenta
características totalmente diferentes a las nuestras. A este reconocimiento de las diferencias
se lo llamara “alteridad”.

Ahora bien, para llegar a formar la identidad individual propia de un grupo determinado, es
necesario pasar por un proceso llamado “proceso identitario”. S e trata de un proceso
complejo en el cual las identificaciones se elaboran colectivamente, ya sea en la familia, la
escuela, la calle. Sentirnos parte de un grupo “colectivo” es el resultado de un doble proceso:

- De lo colectivo: experiencias compartidas colectivamente, es decir como un grupo.


- De lo particular: la manera en la cual procesamos dichas experiencias, una vez que
nos sentimos parte de un grupo social.

Los rituales por ejemplo (propios de todas las sociedades humanas) constituyen a
renovar la identidad, más bien el sentido de pertenencia a un grupo, comunidad o
nación (ej: el himno nacional).

Es importante considerar que la representación de una identidad colectiva no supone la


homogeneización interna de todo el grupo o los sujetos que comparten una identidad común.
Generalmente, el error que cometen la mayoría de las personas recae en agrupar dentro de
una misma clasificación a los miembros de una misma sociedad, sin tener en cuenta que
pueden tener otro tipo de identidad. Por ejemplo es común considerar a los musulmanes
como “todos terroristas”, ya sea porque el país tenga un fuerte poder de identidad de ese tipo.
Esto no quiere decir que el resto de sus habitantes cumplan con las mismas características.

Podríamos decir que el énfasis en la diferencia, en el sentimiento de ajenidad hacia los otros
fortalece la distancia entre los grupos sociales, subrayando las diferencias y descartando
similitudes.

En el siguiente apartado, Chiriguini desarrollara el tema de las llamadas “identidades


múltiples”. ¿Qué son las identidades múltiples? Todos estamos constituidos por un conjunto
de pertenencias múltiples. En la vida cotidiana pueden alternarse diversas identidades según
las circunstancias. También estas constituyen parte de uno mismo, la “mismidad” de cada uno
y se conforman a partir de la acumulación de experiencia. De ahí que cada uno puede
participar en su vida como estudiante, como hijo, como argentino mismo, como hincha de un
club, etc.

Otro aspecto importante es mostrar como los procesos de exclusión o aceptación que afectan
a los sujetos y a los grupos pueden generar “identidades negativas”, es decir inculcar por parte
del sujeto (por ejemplo un iraquí) en la sociedad nominante (EE.UU) una sensación de no-
pertenencia a un grupo determinado (decir que no es de Irak), más bien tender a rechazar su
original identidad con la necesidad de protegerse ya sea de la discriminación, del exilio o hasta
de la muerte.

 PERSPECTIVAS OBJETIVISTA Y SUBJETIVISTA DE LA IDENTIDAD ETNICA:

- Enfoque esencialista u objetivista: define la identidad étnica como un conjunto de


rasgos propios de un grupo, los cuales suelen ser de un pasado real o no
comprobable históricamente. Dichos rasgos (tomados desde este enfoque como
“objetivos”) pueden ser desde la lengua a la religión. Desde este enfoque, los
mismos pueden ser considerados inalterables en el tiempo y en las diversas
circunstancias que atraviesen las sociedades. A su vez se lo llama también
esencialista, ya que cuando se situaba la perspectiva objetivista dentro de los
atributos propios de una cultura se los consideraba obra de una supuesta
“esencia”.
El enfoque objetivista como tal tiene críticas a su cargo. Por ejemplo en el sentido
de que al considerarse identidades cerradas en sí mismas, no permiten la relación
con otras sociedades, lo cual más tarde fomentaría como consecuencia las
posturas racistas.

- Enfoque subjetivista: es el contrario al objetivista. Para sus seguidores la identidad


es un sentimiento de auto-identificación o pertenencia a un grupo o comunidad.
No se toman en cuenta los rasgos del grupo (como el caso del objetivista), sino que
para llegar a la identidad se debe ver en uno mismo, ya que de ahí surge la misma.
Se critica este enfoque ya que al considerarse a la identidad como algo individual y
hecho a propia voluntad, no se respeta el hecho de que las identidades son
estables y se constituyen en el seno de los procesos sociales y no se reducen a
decisiones individuales.

Por otro lado, nos encontramos con la “perspectiva relacional”, opuesta a ambos enfoques de
la identidad. Considera que toda identidad es “relacional”, es decir, que se debe partir del
“contacto” y no del “aislamiento”, y por ende se requiere la presencia de un otro para
constituir el proceso identitario; el cual puede reconocerse en las relaciones de los grupos
sociales y son las situaciones de contacto las que marcan diferencias y eliminan similitudes
entre uno y otro. Al mismo tiempo, según esta perspectiva, todo grupo exige “limites” o
“fronteras” (generalmente de carácter simbólico) que suelen ser dinámicas y no inmutables.

Finalmente, decimos entonces que, desde el momento en que una sociedad otorga a un grupo
étnico una categoría reconocible, la mirada que las personas tienen de sí mismas y de los otros
estará condicionada por la clasificación que los procesos de exclusión y pertenencia le han
asignado en el sistema de relaciones sociales.

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