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Ramón Alberto Sisti


Los caminos en el folklore del noroeste argentino: Geografía cultural
Invenio, vol. 7, núm. 13, noviembre, 2004, pp. 55-62,
Universidad del Centro Educativo Latinoamericano
Argentina

Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=87713705

Invenio,
ISSN (Versión impresa): 0329-3475
seciyd@ucel.edu.ar
Universidad del Centro Educativo
Latinoamericano
Argentina

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Proyecto académico sin fines de lucro, desarrollado bajo la iniciativa de acceso abierto
LOS CAMINOS EN EL FOLKLORE
DEL NOROESTE ARGENTINO
GEOGRAFÍA CULTURAL

Ramón Alberto Sisti*

RESUMEN: La cultura se manifiesta a través de los individuos a quienes es transmitida, como


una herencia social que pasa de una generación a otra, bajo distintas y diversas modalidades. En
la década de los cincuenta del siglo XX, se produce un movimiento jerarquizador del folklore
argentino en la poesía de numerosos autores que intentan dar cuenta de una realidad social enmar-
cada en las distintas geografías del territorio nacional y que va a encontrar eco en la interpreta-
ción vocal de numerosos conjuntos modernizadores. Atahualpa Yupanqui es uno de los principa-
les referentes de esa movida cultural en el folklore del noroeste argentino. La lectura de su libro
“Aires Indios”, publicado en 1954, decidió la elección del tema de este trabajo, que se encuadra
en la necesidad de la revalorización de elementos culturales que hacen a la identidad nacional, o
por lo menos regional, en este mundo de desdibujamiento globalizador. En la producción poética
de Atahualpa Yupanqui es notoria la significación que otorga al papel de los caminos en relación
con la cotidianeidad multifacética del hombre que ve transcurrir su vida en un paisaje singu-
lar.Como poeta hacedor de canciones jerarquiza la producción de la época con letras de induda-
ble valor estético, llenas de metáforas e imágenes deslumbrantes, como cuando nos dice “he anda-
do caminos de claridad y de sombras, de dichas y penas, de paz y de luchas”.

Palabras claves: identidad cultural - geografía - folklore - Atahualpa Yupanqui - caminos.

ABSTRACT: The Paths of Argentine North Western Folklore. Cultural Geography.


Culture manifests itself through the individuals to whom it is handed down as a social inheri-
tance from one generation to the next, under different and diverse forms. Throughout the 1950's,
Argentine folklore underwent an upsurge thanks to the poetry of many authors who aimed at
depicting the social reality of different local geographies within the country. This was echoed by
many vocalists performing in avant-garde groups. Atahualpa Yupanqui was a major representati-
ve of this movement in Argentine northwestern folklore. Upon reading his book "Aires Indios",
published in 1954, I felt the urge to write this paper. In turn, this paper stems from the need to
revalue the cultural elements that have forged our cultural identity at the national or, otherwise,
at the regional level in the midst of such a blurred globalized world. Atahualpa Yupanqui's poetry
is renowned for the importance ascribed to paths in the realm of the multifaceted everyday lives
of men in a very particular context. Being a poet who indulged in writing lyrics, he himself con-
tributed to the relevance of this period with lyrics of high aesthetic value, loaded with metaphors
and staggering images. An example is "I've trodden paths of light and shadow, of happiness and
anguish, of peace and strife."

Keywords: cultural identity - geography - folklore - Atahualpa Yupanqui - paths.

* Ramón Alberto Sisti es Licenciado en Ciencias Políticas, Profesor Titular de Ecología y Geopolítica de los Alimentos y de
Geografía Económica del Mercosur en la Universidad del Centro Educativo Latinoamericano.

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Ramón Alberto Sisti

La cultura se manifiesta, a través de los individuos a quienes es transmitida, como una


herencia social que pasa de una generación a otra, bajo distintas y diversas modalidades.
En la década de los cincuenta del siglo XX, se produce un movimiento jerarquizador
del folklore argentino en la poesía de numerosos autores que intentan dar cuenta de una reali-
dad social enmarcada en las distintas geografías del territorio nacional y que va a encontrar eco
en la interpretación vocal de numerosos conjuntos modernizadores.
Atahualpa Yupanqui es uno de los principales referentes de esa movida cultural en el
folklore del noroeste argentino. La lectura de su libro “Aires Indios”, publicado en 1954, deci-
dió la elección del tema de este trabajo, que se encuadra en la necesidad de la revalorización
de elementos culturales que hacen a la identidad nacional, o por lo menos regional, en este
mundo de desdibujamiento globalizador.
El objetivo de este trabajo es precisamente destacar lo más representativo de su queha-
cer poético pero con referencia particular a los caminos, por entender que los mismos han sido
y seguirán siendo la base firme y permanente de la cultura, su circunstancia universal.

El escenario geográfico

El espacio geográfico a que nos referimos en este trabajo, es la denominada Región del
Noroeste, que se halla integrada por las provincias de Salta (excepto la zona de llanura del
este), Jujuy, norte de Catamarca y Tucumán, estando localizada al norte de las Sierras
Pampeanas y al poniente del Chaco. Sus restantes confines están definidos por la frontera
internacional con Bolivia y Chile al norte y oeste respectivamente. Su carácter de región geo-
gráfica de alta complejidad paisajística radica en la presencia de tres ambientes bien diferen-
ciados: la Puna, la Cordillera Oriental o Precordillera Salto–Jujeña y las Sierras Subandinas.

La Puna

Es un mundo geográfico distinto de todo otro paisaje que pueda encontrarse en el país,
se propaga en territorio chileno como Puna de Atacama y en Bolivia con el nombre de
Altiplano. Es una provincia orográfica compleja ya que las sierras que la componen tienen
como característica común el alzarse sobre una altiplanicie de gran altura, pero su constitución
geológica y su formación no son iguales en todas ellas. Tiene clima árido de montaña que se
caracteriza por temperaturas medias anuales inferiores a 12º C, una gran amplitud térmica dia-
ria y escasas precipitaciones. Durante el día tiene una fuerte insolación, pero de noche y debi-
do a la gran irradiación terrestre, las temperaturas son muy bajas. Héctor Tizón, un escritor
nacido en Jujuy, en su libro Tierras de Frontera, la describe así: “este desierto, ultrajado cuan-
do sopla el viento, hecho de estelas geológicas y de sal, eternamente silencioso, fue sin embar-
go, en los tórridos días y en las altas noches el escenario de paso de séquitos imperiales, de
zaparrastrosas tropas guerreras, de conquistadores extraviados y locos detrás de equívocas qui-
meras”.

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Los caminos en el folklore del noroeste argentino

Circuito Regional

Fuente: Secretaría de Turismo. Gobernación de la Provincia de Salta.

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La Cordillera Oriental o Precordillera Salto–Jujeña


Esta provincia orográfica comprende el conjunto de sierras marginales de la Puna, situa-
das entre ésta y las Sierras Subandinas, y se caracteriza por montañas altas con nevados impo-
nentes como el de Acay. El milenario proceso de erosión originó la Quebrada de Humahuaca
que es una de las principales vías de circulación del noroeste y permite la conexión entre los
asentamientos poblacionales de la Puna y las ciudades de los valles de Lerma y de Jujuy.
El Comité de Patrimonio Mundial de la UNESCO declaró a este gran valle andino, el
2 de julio de 2003, como Patrimonio Mundial de la Humanidad y calificó el paisaje como un
“sistema patrimonial de características excepcionales”. Como sitio la Quebrada fue incluida en
una nueva categoría, en el rubro denominado Paisaje Cultural. Los bienes patrimoniales abar-
cados representan una síntesis entre paisajes naturales y recorrido cultural, porque fue la vía
ineludible de comunicación entre el Alto Perú y el Virreinato del Río de la Plata. El paisaje se
encuentra entre los 2000 y 4000 metros de altura sobre el nivel del mar y tiene una franja de
alrededor de trece kilómetros de ancho que es regada por un caudaloso río de aguas frescas.
Es parte del Camino del Inca que nacía en el Ecuador y se extendía por el sur hasta la provin-
cia de Mendoza, en la Argentina, con una extensión de 25.000 kilómetros de caminos de pie-
dra extraída de canteras, con las modalidades obstaculizadoras del relieve montañoso.
Magdalena Faillace, subsecretaria de Cultura del Gobierno Argentino, explicó que “la
Quebrada de Humahuaca es un tramo de esa gran ruta utilizada por los incas”, y que los
gobiernos de Argentina, Bolivia, Chile, Colombia, Ecuador y Perú están preparando una pre-
sentación conjunta ante la UNESCO para que el Camino del Inca sea incluido en la preciada
nómina de sitios patrimoniales, hecho que, de concretarse, significaría casi el nacimiento de
una histórica política de integración cultural entre los países1.
Sierras Subandinas
Se extienden al este de la Cordillera Oriental como una ancha faja de sierras paralelas,
con rumbo meridional, que viene del territorio boliviano y se prolonga hasta la provincia de
Tucumán, disminuyendo escalonadamente en altura hacia el este, desde más de 4.000 metros
hasta el nivel de los 300 metros en la llanura chaqueña.
Las ataduras históricas del Noroeste con el Perú y el Alto Perú en el período his-
pano, y más aún en el prehispánico, dejaron en la región una impronta indeleble en
lo étnico y cultural, por lo cual ese ámbito concurre hoy a la unidad argentina con
un marcado acento propio” que la distingue del resto del país2.

En el siglo XVI comienza la conquista y organización de la denominada Gobernación


del Tucumán, que comprendía el actual territorio de las provincias de Salta, Jujuy, Tucumán,
Catamarca, La Rioja , Santiago del Estero y Córdoba. La región estaba habitada, desde antes
de la llegada de los europeos, por indígenas que a través de las Quebradas de Luracatao,
Escoipe, del Toro o de Humahuaca, establecidas como vías naturales de circulación terrestre,
permitían las relaciones económicas y culturales que mantenían con los nativos de los espa-
cios que hoy ocupan Chile, Bolivia, Perú y Ecuador.

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Los caminos en el folklore del noroeste argentino

El poeta
Atahualpa Yupanqui nació en Pergamino, provincia de Buenos Aires, un 31 de enero
de 1908 y murió el 23 de mayo de 1992 en Nimes, Francia. Su nombre era Héctor Roberto
Chavero y cuando tenía diez años de edad se trasladó, junto a su familia, a Tucumán. En 1931
debió exiliarse en Uruguay y a su regreso, tres años más tarde, comenzó a investigar las vie-
jas culturas aborígenes recorriendo, “a lomo de burro”, el Altiplano y los Valles Calchaquíes.
Pareciera ser que por esa circunstancia se atribuye a su madre haber dicho que “a mi hijo lo
han agarrado los caminos”.
En la producción poética de Atahualpa Yupanqui es notoria la significación que otorga
al papel de los caminos en relación con la cotidianeidad multifacética del hombre que ve trans-
currir su vida en un paisaje singular.
Como poeta hacedor de canciones jerarquiza la producción de la época con letras de
indudable valor estético, llenas de metáforas e imágenes deslumbrantes, como cuando nos dice
“he andado caminos de claridad y de sombras, de dichas y penas, de paz y de luchas”.
En 1942 editó su primer libro denominado “Piedra sola”, y pocos años después debió
abandonar, primeramente, su pueblo Raco en Tucumán, y el país más tarde, tras ser encarce-
lado y proscripto entre 1946 y 1949 porque fue un hombre de activa militancia política, que le
forjara una imagen de poeta comprometido con la lucha por las problemáticas sociales. Fue en
esas circunstancias que escribió las zambas Adiós Tucumán con versos que dicen: “no me
asustan los caminos / ni arenas ni pedregal / por muchos que haya en el mundo / no son los
caminos de mi Tucumán” y La Añera donde expresa su tristeza de este modo: “cuando se
abandona el pago / y se empieza a repechar / tira el caballo adelante / y el alma tira pa’ atrás”.
En 1972 el poeta uruguayo Alfredo Zitarrosa le realizó una extensa entrevista para la
revista Marcha donde decía que Yupanqui “nació para crear, con humildad y obstinación; para
elegir con certeza, entre todas las canciones posibles, la más bella, la más honda para la mayo-
ría, la más antigua, la menos suya” y que debía comprendérselo en su “asumida obligación de
estar solo y morir así, separado, para bien de los árboles, caballos, hombres y caminos que via-
jan en sus canciones”.
Los caminos en su producción poética

Sostiene René Vargas Vera que “el folklore nuestro y el de todo el mundo fue siempre
un receptáculo de las emociones del hombre” donde se registran sus alegrías y tristezas, sus
gozos y sus dolores, sus alborozos y congojas, y todo girando sobre el eje del amor, los idea-
les, las aspiraciones, sobre el paisaje humano y de la naturaleza3.
La mayor parte de la producción de la música folklórica del noroeste refleja también
un dejo de melancolía, de tristeza, de nostalgias, de olvidos o pérdidas, y de algunas alegrías
expresadas en forma no demasiado eufórica.
Atahualpa Yupanqui no escribe para el pueblo ni por el pueblo, sino desde el pueblo,
convencido de la sabiduría popular, fruto de sus experiencias sufridas, de las duras vivencias
que almacenó durante su largo recorrido por los caminos de su país o de una América sureña.
Podemos decir, por eso, que Yupanqui tiene un canto propio.

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Yupanqui es autor de varios libros de poemas y relatos, entre los que podemos men-
cionar: “Piedra sola”, “Cerro Bayo”, “Aires Indios”, “Guitarra”, “El canto del Viento”, “El
payador perseguido”, “Confesiones de un payador”, “La palabra sagrada” y “La capataza”,
escritos entre 1942 y 1992.
Su producción artística se ve sobredimensionada en el rubro de canciones de todo tipo
(zambas, chacareras, gatos, milongas pampeanas, tonadas, canciones andinas, etc.) y de varia-
da temática. Muchas de ellas son ya clásicas y reaparecen constante y espontáneamente en las
bocas y decires del pueblo que las ha hecho propias, porque confieren un sentimiento de iden-
tidad y pertenencia regional.
Se hace necesaria una lectura y relectura de los versos que componen su cancionero,
para tratar de entender, de comprender como representa las relaciones con el medio que le da
sustento geográfico: la naturaleza, el paisaje, las apetencias, los sueños, los poblados y las dis-
tintas formas de acceder a ellos por los caminos, ya sea cuando se habla de las distancias, de
las dificultades para transitarlos o de las conexiones y desconexiones, para contar las necesi-
dades del hombre, sus acercamientos o alejamientos.
En su libro “Aires Indios”, cuando habla de las bagualas nos dice que “nunca se sabe
dónde terminan los caminos y dónde comienzan las bagualas, porque son caminos también,
esos rumbos del canto montañés que el hombre busca, o halla, y sigue por ellos, noche aden-
tro y sueño arriba”. Ahí está su pasión de poeta, en la expresión del paisaje poseído, recreado
y vivido en su largo caminar por nuestro continente.
Como su obra alcanza una dimensión tal, imposible de abarcarla en este trabajo, a con-
tinuación se hará referencia, a manera de una operación de rescate, a parte de su cancionero
más clásico donde hace una clara y explícita referencia a los caminos, en el paisaje geográfi-
co del noroeste argentino y en el paisaje humano generado por el quehacer cotidiano de sus
habitantes.
En 1941 escribe “Camino del indio”, una baguala que rescata la historia de nuestra
patria grande, cuando dice “caminito del indio / sendero coya sembrao de piedras / caminito
del indio / que junta el valle con las estrellas” y que refiere al “caminito que anduvo / de sur a
norte, mi raza vieja, / antes que en la montaña, / la Pacha Mama se ensombreciera”.
La rusticidad del camino aparece en la zamba “Piedra y camino” cuando nos dice “del
cerro vengo bajando / camino y piedra / traigo enredada en el alma, viday / una tristeza”.
El exilio está presente en las zambas “Adiós Tucumán”, “La añera” y “Viene clare-
ando”, escrita en 1943, cuyos primeros versos dicen “viditay... ya me voy / de los pagos del
Tucumán / en el Aconquija viene clareando / vidita, nunca t’ hei de olvidar”.
En la zamba “Luna tucumana”, escrita en 1949, expresa que no le canta a la luna por-
que alumbra y nada más, sino que “ le canto porque ella sabe / de mi largo caminar” y que
“en algo nos parecemos / luna de la soledad / yo voy andando y cantando / que es mi modo de
alumbrar”.
No todo es irse, alejarse, exiliarse; también hay un volver, un deseo de volver que le
impone la naturaleza. En 1950 produce la zamba “Tu que puedes, vuélvete” y en ella nos cuen-
ta un sueño donde el río le habla con voz de nieve cumbrera, de esta manera “tú que puedes,
vuélvete, / me dijo el río llorando / los cerros que tanto quieres, / me dijo, allá te están espe-

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Los caminos en el folklore del noroeste argentino

rando”, porque “que cosas más parecidas / son tu destino y el mío, / vivir cantando y penando
/ por esos largos caminos”.
La nostalgia se hace presente en “Zamba del grillo” con versos que dicen “a los cerros
tucumanos / me llevaron los caminos / y me trajeron de vuelta / sentires que nunca se harán
olvido”, para concluir soñando que “la luna alumbraba el canto / del grillo junto al camino, /
y yo, con sombra en el alma / pensaba en la ausencia del bien querido”.
Ese sentimiento también se hace presente, con mucha fuerza, en “Nostalgias tucuma-
nas”, de esta manera: “Noches de Tucumán / lunas las de Tafí / quién pudiera volverse / para
esos cerros / ay ay de mí”.
En “Recuerdos del Portezuelo” habla acerca de un amor no correspondido por parte de
una moza de ojos negros que le robaran el corazón. Se lamenta de no haberle dicho nada cuan-
do “en esas mañanitas de la quebrada / yo bajaba las cuestas como si nada / y en un marchao
parejo de no cansarse / me iba pidiendo rienda mi mula parda”.
De ausencias y nostalgias también están impregnados los versos de “La arribeña”,
zamba que dice “caminos andando / quién sabe por qué... / igual que la zamba, con un recuer-
do viviré”.
En la canción “El arriero”, escrita en 1956, habla del duro trabajo que tiene el hombre
de a caballo, para llevar la tropa de ganado de un lugar a otro y de la injusticia social que aflo-
ra de tal situación. Entonces nos cuenta, con una magistral poesía, que en las arenas donde bai-
lan los remolinos y en donde el sol juega en el brillo del pedregal, como prendido a la magia
de los caminos, el arriero va sabiendo que “las penas y las vaquitas / se van por la misma
senda” y que “las penas son de nosotros” y “las vaquitas son ajenas”.
Los pesares también están presentes en su temática y de este modo en los versos de “La
andariega” cuenta que “esta zambita andariega / nacida en el arenal / de tanto vagar conmigo
/ sabe mi pena de andar y de andar”.

A manera de conclusión

Este trabajo se ha centrado en el repertorio más antiguo, más clásico y más popular de
la obra de Yupanqui, incorporado por los solistas o conjuntos profesionales del canto, cantado
por el hombre común, cantado en peñas y festivales folklóricos y adoptado como cancionero
en las escuelas de todo el país.
Se pensará tal vez que no hay nada mas para escribir o contar acerca de Yupanqui y su
obra, que todo ha sido dicho. Este criterio es erróneo porque cada hombre puede narrar las
cosas de un modo distinto, con conocimientos distintos, con aprehensiones distintas, con per-
cepciones distintas, con sentimientos distintos.
Europa, y en particular Francia, se abrió alborozada y gozosa ante sus coplas viejas y
nuevas que probablemente reflejaron, en su ancianidad, su larga vida y sus dolores por el des-
arraigo final hasta que lo alcanzó la muerte silenciosa, que llegó así para no alterar sus sueños
y la herencia de todas las fuerzas que transmiten sus versos. Solo con amor podemos rescatar-
los y conservarlos.
El Noroeste es el interior del interior. Antes y durante la llegada y accionar de los con-

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quistadores, era la región más importante del territorio que es hoy la Argentina. Esa grande-
za fue trasladada hacia la región pampeana que miraba y mira más hacia afuera. El Noroeste
expropiado y empobrecido mira más hacia el interior, hacia sus propias raíces, hacia su propia
orfandad, hacia su propio destino. El Noroeste cimenta su propia identidad en antiguas raíces.
Esta región es hoy la tierra de la criollez desarraigada, su gente debe irse en busca de
mejores horizontes, hacia la Pampa como primer destino y, desgraciadamente, en los últimos
tiempos, fronteras afuera como destino final.
El porqué una región tan bella y rica en recursos naturales no puede contener en su seno
a sus hijos es, tal vez una de las asignaturas pendientes más complejas en la difícil tarea de
intentar comprender la problemática argentina y por ende latinoamericana. Lo que sí podemos
afirmar es que el poeta retrata de manera magistral la honda nostalgia de los que tuvieron o tie-
nen que andar los caminos de la ausencia.

Recibido: 25/06/04. Aceptado: 26/08/04

NOTAS

1 Diario La Nación. Buenos Aires. 3 de julio de 2003.

2 DAUS, F. A. Geografía y Unidad Argentina. Buenos Aires, Nova,1957, p. 119.

3 VARGAS VERA, R. Folklore, ¿alegría o placer? La Nación. Buenos Aires, 7 de febrero de 2000.

BIBIOGRAFÍA

CHIOZZA, E. (Dir.). Atlas Total de la República Argentina. Buenos Aires, Centro Editor de América Latina, 1982.

DAUS, F. A. Geografía y Unidad Argentina. Buenos Aires, Nova, 1957.

OLMOS, A.. Letras de Folklore. Buenos Aires, Basilico, 1999.

TIZON, H. Tierras de Frontera. Buenos Aires, Alfaguara, 2000.

YUPANQUI, A. La Capataza. Buenos Aires, Cinco, 1992.

YUPANQUI, A. Aires Indios. Buenos Aires, Nordus, 1954.

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