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Paredes Carlos Raúl Nazareno LU: 712549

Las Cruzadas
Trabajo practico obligatorio Nº 6

Paredes Carlos Raúl Nazareno/ LU: 712549


Cátedra de: Historia Medieval – Comisión: Dr. Andrea Navarro
Facultad de Humanidades
Universidad Nacional de Salta – Argentina

Las cruzadas constituyen un proceso histórico del cual no hay precedentes en toda la
historia europea anterior. Constituyen un hecho de larga duración que se prolongara
alrededor de dos siglos y que pondrá en enfrentamiento a las dos religiones más poderosas
y numerosas del mundo: los cristianos y los musulmanes.
Para ello debemos aclara el concepto de los que es la Guerra Santa, puesto que las
cruzadas fueron, efectivamente, una guerra santa entre estas dos religiones. El término no
es algo nuevo, de hecho tiene connotaciones antiguas. Las mismas son La Guerra por
Dios y la Guerra de Dios. La primera hace referencia a la defensa y expansión del credo,
mientras que la segunda solo se la declara cuando Dios quiere, pero no tiene objetivos de
expansión ni defensa.
Las cruzadas tendrán este carácter de la Guerra de Dios. Puesto que era en defensa del
“honor” de Dios. Pero, para llegar a este proceso, primero se deben poner en claro los
procesos de consolidación que atravesó el cristianismo para que la violencia y la guerra,
que caracterizo a las cruzadas, hayan sido aceptadas dentro de una sociedad “pacifista”
de acuerdo a las doctrinas eclesiásticas.
El proceso fue largo, el de la consolidación, puesto que a partir del siglo IV hay una rama,
heterodoxa, del cristianismo que difunde el mensaje de antiviolencia como doctrina
central de la Gran Iglesia. Pero la realidad demuestra que, desde lo oficial, nunca la iglesia
católica demostró su desapruebo con respecto al servicio militar y el llamamiento a las
armas. El mismo tuvo sus comienzos con la tolerancia e incluso la aceptación de
hermanos cristianos en las filas de las legiones romanas, ya para el siglo II d.C. A lo largo
de la historia se verá que el servicio armado no fue mal visto oficialmente por la iglesia.

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Sera entre los siglos X y primera mitad del XI en la que este proceso de sacralización de
la violencia vera su punto de inflexión, puesto que las guerras pontificias serán un nuevo
elemento que se sumaran al contexto europeo. En las mismas se daban titularidades como
Militi Die que expresaba la bendición de quienes levantaban las armas en nombre de Dios.
Además comienza a multiplicarse el culto a los guerreros y los soldados de Dios.
Mientras que, a la par de esta consolidación, una idea también se forjaba dentro de las
mentes y pensamientos occidentales, el de Guerra Justa. La misma, de concepciones
romanas, habla de la guerra para la reparación del error de los pecadores, por el auténtico
amor a Dios. Esta idea tiene concepciones nacientes con las profecías de San Agustín en
la época germánica.
El fin de esta consolidación fue el control del monopolio de la violencia. Todo esto lo
debemos contextualizar en el momento de las reformas gregorianas, donde la instauración
en la sociedad de una vida conforme al Evangelio era un objetivo. Y que mejor forma de
control que el de la violencia y declarar “cuál es la violencia aceptada y no aceptada”.
Una estrategia fue la de las Treguas de Dios y los Movimientos de Paz. Ambos fueron
proyectados y difundidos por los monjes de Cluny, que tenía un gran poder en ese
momento. El objetivo final era poder utilizar y aprovechar esa violencia que acumulaba
la Europa del siglo X para intereses propios del clero.
Este proceso de preparación tuvo su fin, para dar paso al proceso de desarrollo, el 27 de
noviembre del 1095, en Clermont, Francia, en donde el papa Urbano II, tras un discurso
reflexivo, hace un llamamiento a una cruzada para recuperar Jerusalén, la ciudad santa,
de los infieles (musulmanes).
En la misma se tiene como objetivo, la liberación de ciudad santa, la consolidación del
poder papal sobre la cristiandad oriental y la creación de territorios controlados por el
papa en tierra santa. La dirección de la misma tenía caracteres de una guerra pontificia,
es decir, dirigida por el papa, en este caso un representante del mismo, quien fue Monteil
de Le Puy. Sin embargo la reacción ante el llamamiento fue muy diferente a la idea y las
perspectivas del papa y supero las aspiraciones y expectativas de la iglesia.
Debido a que en el discurso de Clermont, no hubo una distinción social respecto a quien
estaba dirigido, el mensaje fue rápidamente captado por las masas campesinas de la baja
nobleza que, sumado a los monjes fanáticos, se pusieron en rumbo a la liberación de
ciudad santa, puesto que una de los decretos del papa fue “la liberación de todos los
pecados de aquellos que participasen en la cruzada”. Este movimiento popular, conocido
como “La Cruzada de los Pobres” fue un movimiento errático y desorganizado que no

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tardo en perecer debido a la mala organización. La respuesta fue, esta vez, de los poderes
seculares que estaba en Europa con la condición de poder participar de las cruzadas.
Ellos fueron englobados en los cuatro jefes de las cruzadas que, militarmente, organizaron
al ejército cruzado: ellos eran Godofredo de Boullión, Bohemundo de Tarento, Raimundo
de Saint-Gilles y Roberto de Normandía. Los cuatros realizan una feroz campaña de
reconquista en la que libraran duras batallas y asedios de ciudades fortificadas (Antioquia,
Edesa, Jaffra, etc.). Finalmente, en el año 1099, los cristianos toman Jerusalén el 14 de
julio y asesinan a todos los musulmanes de la ciudad, y declaran que la ciudad santa está
bajo dominio cristiano.
Las cruzadas fueron en un primer momento con el objetivo de liberar tierra santa y
expulsar al infiel. Recuperar el honor de cristo. Sin embargo, la desnaturalización de las
mismas se vio acompañada de las pretensiones del poder secular, las cuales eran más
pragmáticas respecto a las de la iglesia las cuales eran más teológicas e idealistas. Esto se
refleja en la conformación de los estados cruzados quienes fueron producto de todo este
proceso. El ejemplo claro del fracaso del proyecto papal fue el del Reino de Jerusalén en
el que pretendieron armar una teocracia latina que respondiera a Roma, pero con la
asunción del rey Balduino II y luego de su sucesor Fulco de Anjou, las diferencias de la
iglesia romana y el poder jerosomita serán evidentes. A tal punto que ya no será considera
como “príncipe” el monarca, sino como el “Rey de Jerusalén”.
Esto provocara la secularización del poder en tierra santa, lo que provocara que los
diferentes procesos que terminaran por debilitar a los estados cruzados que se habían
establecido en tierra santa. Uno de los factores de esta debilidad fue el Imperio Bizantino,
que vio reducido sus territorios a lo largo de la Primera Cruzada. La respuesta bizantina
fue la constante presión sobre los mismos estados y la creación de redes de dependencia
entre los más peligrosos de los mismos (en especial el Principado de Antioquia).
La caída de Edesa en el 1144 significo la partida de una Segunda Cruzada, que partió en
el año 1147, tras el llamado de Eugenio III, la cual ya empezó a tener características que
serían el símbolo de la desnaturalización del objetivo cruzado. Primero fue la expulsión
de los musulmanes de los estados ocupados, pero rápidamente cambio a la conquista de
la ciudad de Damasco, lo que desato la reacción de los musulmanes de Nûr-al-Dîn (Siria)
que detuvieron la cruzada. Esto causo su fracaso y que los ánimos de la misma se vieran
fuertemente reducidas.
A la par de esto, el mundo islámico, unificado por Zengi en Siria y cohesionado por los
Fatimíes en Egipto se vio rápidamente en desequilibrio. El ultimo sucesor de Zengi, Nûr-

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Al-Dîn, deja a siria fragmenta. Pero en el contexto egipcio, la dinastía fatimí se vio
suplantada por la dinastía de los Ayyubidas, quienes tuvieron para este momento el
control del musulmán de origen kurdo Saladino, quien a partir del 1186 comenzara una
ofensiva contra los reinos cruzados que desembocaran en la Batalla de Hatti en 1187,
donde los cruzados son definitivamente destruidos y Jerusalén cae en manos musulmana
luego de casi un siglo de ocupación cruzada.
Esto dejo un contexto territorial bastante complejo, previo a la Tercera Cruzada, donde
los territorios cristianos habían caído bajo dominio islámico. Solo el estado de Trípoli
seguía resistiendo, gracias a Conrado de Montferrato, a las olas de Saladino. El imperio
bizantino se hallaba en un conflicto interno donde los problemas de dinastías y de
corrupción lo dejaron vulnerable y con poca potencia de intervención.
La Tercera Cruzada fue una convocatoria del papa Clemente III quien tuvo como aliados
seculares para esta cruzada a Federico Barbarroja del Sacro Imperio Romano Germánico,
a Felipe II Augusto de Francia y al rey Ricardo I de Inglaterra. Sin embargo, en el año
1190 el ejército cruzado (dividió en tres facciones) tuvo un duro golpe cuando el
emperador Federico se ahogó en un riachuelo en el sur de la Anatolia. Esto dejó al rey
Ricardo I con el ejército más importante de las cruzadas. Debido a problemas de rumbo,
desembarco en Chipre (a la cual conquisto y convirtió en herencia suya), y luego
desembarco en Acre en el 1191. El protagonismo de Ricardo en la caída de Acre le dio el
sobrenombre de Ricardo Corazón de León. Sin embargo, debido a las dificultades
militares que supondría la recuperación de Jerusalén, Ricardo pacta con Saladino un
acuerdo donde llegar a un concilio respecto a la ciudad santa y respecto a los territorios
musulmanes y el paso de los peregrinos cristianos. Supuso el fin de la tercera cruzada en
1192, Saladino morirá un año después y comenzara el “inicio del fin” de los Ayyubí.
Un resultado de este proceso fue la creación de las llamadas Órdenes militares que
jugaron un papel importante en las cruzadas. Las más importantes fueron: La Orden del
Temple y la de los Hospitalarios de San Juan. Ambas, a partir de la Segunda Cruzada
serán elementos militares importantes dentro de las fuerzas cruzadas y de los estados
cruzados que se mantendrán allí.
La desnaturalización se la apreciara por completo en la Cuarta Cruzada donde ya no son
los poderes seculares que intervienen, sino los de los Comerciantes y Mercaderes Italianos
de las ciudades. Entre ellas tres ciudades se destacan: Génova, Pisa y Venecia. En la
Cuarta Cruzada, los interés de los venecianos por los controles de las redes comerciales
del Levante y la península de Anatolia y la Grecia Bizantina llevo a que la Cruzada

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prevista de 1191, en el 1192, se desviara rumbo al Imperio Bizantino, logrando la caída


de Constantinopla en el año 1203 y su posterior saqueo. Esto permitirá que el espacio
territorial sea reestructurado en el llamado Imperio Latino que tomara lugar en el ex-
imperio Bizantino. Esto simbolizo la primera gran desnaturalización del proyecto
cruzado. Sin embargo la descomposición del Imperio Latino se verá debido dos factores:
la creación de nuevos estados (como el de Nicea) donde las casas dominantes exigen la
corona de Constantinopla y comienzan a descomponer el imperio latino, otra causa será
la ocupación genovesa en la guerra de San Sebas donde se denota el poder que van
adquiriendo las ciudades italianas comerciales para finales de las cruzadas y vislúmbrales
el fin de la Edad Media.
Posteriormente en la Quinta Cruzada, que partió en el año 1217 y tuvo como objetivo la
conquista del Egipto musulmán, puesto que ya se vislumbraba la idea de que “la llave de
la Ciudad Santa, estaba en Egipto” y el objetivo fue la conquista de Damietta, que al
final fue recuperada de manos cruzadas en 1221 dando fin a la cruzada.
Estos acontecimientos, sumados al contexto europeo de la pugna entre el imperio alemán
y el poder del papa llevaron a Federico II, en 1228, a organizar una nueva cruzada con la
cual consolidar su deseo cristiano, pero ante la negativa de todo los flancos cristianos
tanto en Roma como en Tierra Santa, Federico va a pactar un acuerdo con al-Kami, sultán
Ayyubí de Egipto, la recuperación de Jerusalén a manos cristianas en el año de 1229. Este
acontecimiento supuso la segunda gran desnaturalización del fenómeno cruzado.
La situación territorial en Tierra Santa era muy compleja, luego del tratado de Federico,
que provoco que el reino de Jerusalén se viese dividió entre los cortesanos que apoyaban
a los germanos y los barones locales palestinos que buscaban su lugar en el poder del
reino. Estos mismos habían conseguido un poder en Chipre, tras el donativo de Ricardo
Corazón de León a los mismos.
La crisis institucional jerosomita se vio también envuelta en el conflicto del mundo árabe
en el que los jwarizmíes comienzan una serie de campañas contra los cristianos, que
terminara en la batalla de La Forbe donde ganaran. El papel de esta tribu con el resto del
mundo islámico es compleja, pero al final de la primera mitad del siglo XIII se comenzó
a vislumbrar la idea de que se necesitaría una nueva cruzada para retomar el control de
tierra santa.
Esta idea la tendrá el rey de Francia Ludovico Luis IX de Francia, o San Luis quien
organizó la Séptima Cruzada en 1248, partió rumbo a Egipto como la llave a Ciudad
Santa, y a pesar de la victoria y los avances hacia El Cairo, en el año 1250 los últimos

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Ayyubíes detuvieron al ejército cruzado de San Luis. Sin embargo la revolución


mameluca del mismo año ponen en libertad a San Luis, que viajó a tierra santa para
organizar los preparativos para la evacuación cristiana, puesto que vio los peligros que
suponía quedarse ante el avance del islam, ahora renovado con la intervención mameluca
y la presión mongola del oriente. El fin se avecino cuando la Guerra de San Sebas (entre
genoveses y venecianos por los círculos comerciales de la región) fragmento la poca
unidad que ya quedaba en el imperio jerosomita.
Entre 1270 y 1271, San Luis y Carlos de Anjou intentan una Octava Cruzada que
fracasara en ese periodo temporal, y sumado a la crisis dinástica de 1277 en la que la reina
María le vende su herencia real a Carlos de Anjou, lo que cierra el fin de la
institucionalización del poder jerosomita cristiano. El avance mameluco de 1280 a 1285
tomara varios fuertes cristianos, y pondrán freno a los mongoles que estarán más allá del
rio Éufrates y suponen una amenaza menos potencia.
La caída final de la presencia cristiana en oriente será el 15 de mayo del 1291 con la caída
de la ciudad de Acre, los historiadores la consideran el final de la historia de las cruzadas
occidentales en oriente.
Habiendo hablado hasta aquí de la cruzada de oriente, no hay que olvidar que en el
occidente ibérico ocurrió otro proceso el cual entra en los parámetros de una cruzada,
pero no lo era, y por diferentes motivos. Primero, la ocupación islámica de la península
ibérica suponía la necesidad urgente de una Reconquista (recuperación de territorios).
Esto la puso como una principal preocupación de la cristiandad.
El proceso puede tener varias connotaciones historiográficas respecto al termino
Reconquistas, pero lo que cabe señalar es que los fenómenos ibéricos eran muy diferentes
a los del proyecto cruzado oriental papal. La necesidad de recuperar lo perdido motivaba
a que los cristianos ibéricos luchasen contra las “fuerzas de ocupación”. Para ello los
elementos de las cruzadas como concesiones de tierras conquistadas e indulgencias no se
hicieron esperar en las cortes cristianas ibéricas para poder mantener los intereses
contantes sobre dichos territorios por conquistar y conquistados. Y a pesar de las
diferentes batallas del siglo XII, en el siglo XIII todo cambiara de rumbo, y es que después
de las victorias de Navas de Tolosa y Alcacer, la reconquistas será (en el año 1210)
sacralizada como “La Gran Reconquista”. Esto fue también un instrumento de expansión
territorial por parte los reyes españoles que buscaban aires de expandir sus territorios.
Otro ejemplo son las bálticas.

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Los conflictos armados entre los finlandeses del Báltico, los pueblos bálticos y eslavos
que habitaban en las orillas del mar Báltico y sus vecinos sajones y daneses habían sido
corrientes durante varios siglos antes de las cruzadas. Las batallas anteriores habían sido
causadas, en gran parte, por los intentos de destruir los castillos y las rutas marítimas
comerciales y obtener una ventaja económica en la región. Las cruzadas siguieron
básicamente este patrón de conflicto, aunque ahora inspiradas por el Papa y realizadas
por los caballeros papales y los monjes armados.
Las cruzadas bálticas proporcionaron una oportunidad para el crecimiento y la expansión
de la Orden Teutónica de caballeros alemanes, inspirada en los caballeros templarios que
participaron en las cruzadas a Tierra Santa. La orden teutona ejerció un gran control
político sobre grandes territorios en la región báltica. Las cruzadas bálticas fueron
cruzadas emprendidas durante la Edad Media por los reyes católicos de Suecia y
Dinamarca y las órdenes Teutónica y Livonia contra los pueblos paganos de la Europa
nororiental.

BIBLIOGRAFIA UTILIZADA:
○ - Carlos de Ayala Martínez, LAS CRUZADAS, Sílex ediciones, 2004.

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