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En Córcega durante la Edad del Bronce asistimos a la llamada Cultura Torreana, en la que el
elemento más característico es un tipo de construcción megalítica en forma de torres
construidas con grandes bloques de piedra. En una primera fase, hacia 1600 estaban
construidas sobre terrazas y asociadas a menhires y en una segunda, sobre 1400, situadas en
lugares estratégicos funcionando como torres vigía para la protección de las pequeñas
poblaciones situadas en los llanos (Eiroa, 2003). Ello indica una compartimentación territorial y
una elevada competitividad entre los distintos núcleos de población. Las inhumaciones se
realizan en sepulcros megalíticos y los menhires de la otra fase se sustituyen por estatuas de
guerreros.
En las Islas Baleares surge en esta época la Cultura Pretalayótica (2000-1300 a.C.),
inmediatamente anterior al desarrollo de la espectacular cultura Talayótica balear. La fase está
centrada en las islas de Mallorca y Menorca y se caracteriza por el hábitat ( y a veces
necrópolis) en cuevas naturales de las sierras de interior o en cuevas artificiales o hipogeos en
las tierras llanas del centro de la isla de Mallorca y en las estructuras en forma de navetas
situadas en zonas cercanas al mar en las zonas de Palma, Alcudia o Andraitx. A partir del 1200
asistimos a la plenitud de la cultura Talayótica en el archipiélago.
Durante la Edad del Bronce va a aparecer la cultura del Argar en la zona sureste de la Península
Ibérica, ocupando aproximadamente la misma área geográfica en la que se asentó previamente
la cultura de Los Millares. Recibe su nombre del poblado epónimo del Argar situado en el
municipio de Antas, en Almería. Fue descubierto por los hermanos Siret, al igual que otros
asentamientos argáricos como Fuente Alamo. Fueron ellos quienes definieron las
características más importantes de esta cultura que, a día de hoy, siguen siendo válidas en su
mayor parte y que pasamos a enunciar.
Su área geográfica es más extensa que la de Los Millares, ocupando unos 33.000 km 2.
Tienen predilección por los asentamientos en altura, ya sea por la proximidad de los
lugares de explotación de recursos como los mineros o bien como sistema de
protección de las vegas situadas en su área de influencia.
Su ritual funerario marca una notable diferencia, decantándose por las inhumaciones
individuales en cistas, pithoi, covachas y fosas. En algunas ocasiones se han encontrado
tumbas dobles y muy raramente triples. Las inhumaciones se realizan en el entorno del
poblado y en muchos casos en el interior de las viviendas. Las diferencias en los ajuares
marcan una evidente estratificación social.
Se han catalogado hasta ocho tipos de cerámica argárica, la mayor parte funeraria,
cuya presencia denota una elevada posición social. No hay en ella formas abiertas, lo
que indica un cambio de alimentación.
Conocemos unos 200 yacimientos argáricos. Su periodización, siguiendo a Molina y Cámara,
sería la siguiente: Argar inicial entre 2200 y 1900, Argar pleno entre 1900 y 1650 y Argar tardío
entre 1650 y 1550, en que entraría en crisis.
La mayor parte están situados en cerros o promontorios pero también hay algunos
situados en llano, generalmente poblados agropecuarios dependientes de los situados
en altura. Destaca un importante aumento demográfico y, si bien algunos
asentamientos calcolíticos siguen estando ocupados, la mayor parte son de nueva
creación. Se trata de poblados bien organizados, con mejor estructura y situados en
lugares estratégicos. Se piensa que hay una jerarquía poblacional, están relacionados
entre ellos a semejanza de lo que ocurría en las ciudades estado mesopotámicas,
según Lull o Arteaga. La vertebración territorial se haría siguiendo un esquema que
distinguía entre asentamientos principales, generalmente ubicados en zonas altas y
dominando valles fluviales o zonas de interés agrícola, Su extensión era superior a dos
hectáreas. En función de su fase fundación se situaban en cerros de más fácil acceso
(primeras etapas del Bronce) o en zonas muy escarpadas (Bronce pleno, con mayores
necesidades defensivas), Como característica común todos ellos presentan un recinto,
amurallado o no, pero de acceso restringido, que correspondería a las élites que
dirigen la actividad político social y económica del territorio. (El Argar, Fuente Alamo, El
Oficio). En un segundo escalón se encuentran los asentamientos secundarios, de
menor extensión, que permitían el control de zonas más alejadas que escapaban al
control directo del asentamiento principal. En un tercer escalón finalmente estarían los
asentamientos pequeños, generalmente inferiores a una hectárea, que se utilizan
como mecanismos de control de otras zonas o como centros de explotación
agropecuaria.
El poblado ocupa varios cerros con vaguadas intermedias. La parte alta a veces
tiene una muralla propia (Galera) mientras que en otros casos está amurallado
todo el asentamiento (Peñalosa). Hay predominio de las rampas sobre las
escaleras.
En todos los poblados hay cisternas, elemento característico de los asentamientos argáricos, En
algunos casos se encuentran en altura y en otros en la parte baja. Servían para almacenar agua
para el abastecimiento tanto en épocas de sequía como en caso de asedio. Su volumen oscila
entre 300 y 400.000 litros de capacidad. En Fuente Alamo la cisterna se sitúa en la parte
superior del asentamiento, en la acrópolis, tenía forma ovalada y estaba cortada en talud con
una profundidad de 3,5m.
En lo que respecta a los espacios domésticos las viviendas tenían una dimensión media de 30m
aunque algunas llegarían a los 75. Algunas tienen espacio único y otras esta