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Ri_lop1539
Historia de España
1º Asignaturas comunes
No se permite la explotación económica ni la transformación de esta obra. Queda permitida la impresión en su totalidad.
La prehistoria es el periodo histórico comprendido entre la aparición de los primeros homínidos y
el inicio de la escritura (3.000 a.C.) que se divide en cuatro etapas, aunque solo nos centraremos
en dos de ellas. En el Paleolítico, los hombres eran nómadas depredadores (vivían de la caza, la
pesca, la recolección...) que se instalaban en las entradas de las cuevas para protegerse del clima
extremo. La sociedad consistía en hordas de 40-50 personas sin organización social que se
trasladaban de cueva en cueva. Ya en el Neolítico, el clima mejora permitiendo habitar cabañas
cercanas al agua y abrigos rocosos. Se descubre a la agricultura y la ganadería lo que fomenta el
sedentarismo. Cabe destacar la creación de recipientes cerámicos para almacenar excedentes y
la jerarquía social.
La península quedó dividida en dos grandes culturas durante el primer milenio a.C., los celtas
(influencia indoeuropea, zona norte, oeste y centro peninsular) y los íberos (intenso comercio,
moneda propia, zona de la costa mediterránea). Mientras que la economía de los íberos se
centraba en el comercio, la de los celtas estaba menos desarrollada (sobre todo la zona norte)
centrándose en la agricultura, la ganadería y la metalurgia. Los celtas (Galaicos) vivían en pueblos
amurallados o con foso, formados por viviendas de piedra y paja generalmente circulares. Estaban
organizados en clanes liderados por el mejor guerrero. La sociedad de los íberos (Contestanos)
era similar, pero sus pueblos, en lugares elevados, siempre presentaban murallas con viviendas
rectangulares y formaban tribus destacando la aristocracia guerrera. Ambos tenían creencias
religiosas que se hacen visibles en tallados en piedra como los Verracos (celtas) o la Dama de
Elche (íberos).
Los fenicios llegan entre los siglos XI y VIII a.C procedentes de Fenicia y asentándose en la costa
sur (Gades). Los Griegos llegan en el siglo VII a.C procedentes de Asia Menor y se asientan en el
litoral mediterráneo (Emporion). Ambos pueblos colonizadores realizan aportaciones
(principalmente a íberos): uso del alfabeto, moneda, técnicas agrícolas, salazón… Los tartesos
vivieron en la zona oeste de Andalucía entre el 1000 y el 500 a.C. Desaparecieron en el contexto
de la II Guerra Púnica o debido a la escasez de riquezas. Su economía se basaba en el
intercambio comercial de productos agropecuarios, de lujo, minerales… Tenían una sociedad
liderada por caudillos/monarcas y escritura influenciada por pueblos colonizadores. Dejaron
numerosos tesoros como El Carambolo.
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1.3. Conquista y romanización de la Península Ibérica. Principales aportaciones romanas en
el ámbito social, económico y cultural.
Los romanos llegan a la península en el escenario de la II Guerra Púnica, para defender Sagunto
(aliado de Roma) de los cartagineses. Con esta victoria por parte de los romanos, comienza la
conquista. En la 1ª fase (218-133 a.C.), se gana la zona íbera, la costa mediterránea, sin mucha
dificultad. Durante la 2º fase (133- 29 a.C.), caracterizada por el asedio de Numancia y por la
rebelión de los lusitanos, se conquista la Meseta y las Islas Baleares. Por último, la 3ª fase (29-19
a.C) los astures y galaicos son vencidos por fin en el norte, es una fase muy complicada por el
difícil acceso. A medida que avanza la conquista, se va dividiendo y organizando la península,
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primero dos (Hispania Citerior y Ulterior), tres después, cinco y por último seis provincias finales:
bética, lusitana, galaica, cartaginesa, terraconensis y baleárica.
Una vez conquistado el territorio, se inicia la romanización, proceso mediante el cual se introducen
las costumbres y tradiciones a los pueblos conquistados. Destaca la introducción del latín y otras
innovaciones (prensa, molino, arado…). El arte tiene dos finalidades principales, ocio (teatros y
anfiteatros) y civil (acueductos y calzadas romanas). La religión es inicialmente politeísta para
luego pasar al cristianismo (edicto de Milán). La sociedad se dividía en ciudadanos y no
ciudadanos, fue la pérdida del poder económico (provocado por el aumento de ciudadanos) y los
ataques bárbaros lo que provocó la caída del imperio en el 476 d.C.
En el año 409, tres pueblos bárbaros entran en la península. En defensa, los romanos piden
ayuda a los visigodos (pueblo romanizado) que se asientan en el sur de la Galia consiguiendo,
bajo los reinado de Teodorico y Eurico, la expulsión de vándalos y alanos (suevos resisten en el
noroeste). Los visigodos fueron expulsados de la Galia tras su derrota en la batalla de Vouillé y
establecieron en la península un reino independiente (por la caída del imperio) con capital en
Toledo. Posteriormente, los reyes Leovigildo, Recaredo y Recesvinto promueven una unificación
territorial, religiosa (se pasa del arrianismo al catolicismo) y jurídica (Liber Iudiciorum: permite
matrimonios mixtos).
En la organización política de este pueblo, destacan los concilios (asambleas sobre diversos
temas creadas para asesorar al rey), el Officium Palatinum (formado por nobles de confianza) y el
Aula Regia (órgano asesor formado por alta nobleza e iglesia). Durante la mayor parte de la
historia visigoda la monarquía fue hereditaria pero los problemas de recaudación de impuestos
entre otros, debilitaron el poder hasta tal punto que noble y rey luchan por él. Se produce una
disputa entre Rodrigo (rey en ese momento) y Witiza (noble) siendo este último quien llama a los
beréberes (para minar el poder de Rodrigo) iniciando la caída del reino visigodo y la conquista
musulmana a su vez.
Los primeros musulmanes (beréberes) entran el la península en el 711 d.C. liderados por Tariq y
Muza para luchar contra Rodrigo, el último rey visigodo, al que derrotan en la batalla de
Guadalete. Mientras que algunos visigodos huyen al norte, otros deciden quedarse pagando
impuestos, lo que no habría sido posible sin las similitudes de ambas religiones (un libro sagrado,
un solo dios). Pocos años después de su entrada, toda la península a excepción de la zona norte
está conquistada por musulmanes. Estos intentan conquistar también la Galia pero son derrotados
en la batalla de Poitiers (732 d.C.), lo que producirá la posterior creación de los estados tapón. Al
Ándalus se convierte en Emirato dependiente del Califato Omeya de Damasco que fue bastante
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inestable debido a las continuas luchas contra cristianos.
En la sociedad musulmana existían dos grandes grupos sociales: los libres y los no libres. Dentro
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de las personas libres, encontramos: la aristocracia o jassa (personas que tenían vinculación con
el califa), el grupo intermedio (personas que destacaban intelectualmente, grandes comerciantes y
propietarios de tierras) y la plebe urbana (muladíes, mozárabes, judíos, beréberes…). Por otro
lado, las personas no libres se dividían en esclavos (por nacimiento, guerras o piratería) y los
libertos (esclavos liberados con cierta vinculación a la familia que sirvieron en el pasado).
Tras la invasión musulmana en el 711, muchos cristianos huyen al norte para evitar pagar
impuestos. Es allí donde se produce la batalla de Covadonga (722), considerada el inicio de la
reconquista, en la que Pelayo vence a los musulmanes. Son los sucesores de Pelayo los que
crean el reino de Asturias (1ª capital en Cangas de Onís, 2ª en Oviedo). Más tarde Alfonso I, II y
III, conquistarán territorios hasta la zona del Duero y el reino de Asturias cambia su capital a León
(reino Astur-leonés). Destaca la creación de la marca hispánica, condados dependientes de la
corona francesa (condados aragoneses, catalanes y reino de Pamplona) que se independizan
para ayudar a los cristianos entre los siglos IX y X.
La reconquista se divide en tres etapas principales. En la primera (s. VIII-X), se crea la tierra de
nadie y los primeros reinos. Además se consigue conquistar hasta al zona de Galicia, los Pirineos
y el valle del Duero. En la segunda (s.XI-XIII), la zona musulmana se divide en los reinos de taifas
y se produce la batalla de las Navas de Tolosa (1212) en la que todos los cristianos se unen. En la
última etapa (s. XIV-XV) entran los benimerines (pueblo norte Africa) pero son derrotados. El
objetivo es la taifa de Granada y después de 10 años de guerra Boabdil pacta la rendición. La
repoblación estuvo a caro de militares y clero, hubo tres tipos: repoblación libre (s. X-XI, cualquier
persona que lo desee puede ir), repoblación concejil (s. XI-XII, se repueblan municipios completos
en el Tajo y Ebro a cambio de privilegios) y los grandes repartimientos (s. XII-XIII, grandes
extensiones de tierra a nobles, iglesia y militares que han combatido).
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sociedad estamental.
El régimen señorial se basaba en la repartición de tierras del rey entre los nobles a cambio de
El final de la Edad Media estará marcado por un importante descenso demográfico causado por la
Peste. El hambre causará estragos en la sociedad ya debilitada por las Guerras entre nobleza y
reyes. En esta situación, coexisten el Reino de Navarra, las corona de Castilla y la de Aragón con
organizaciones políticas diferentes. En el Reino de Castilla, el rey es ayudado por instituciones
como el Consejo Real (formado por gente de confianza), la Audiencia (justicia) o la Real Hacienda
(impuestos). Además se crea un Ejército Real permanente, una burocracia compleja, las Cortes de
carácter consultivo y los Concejos con poder a nivel local.
En el Reino de Aragón, encontramos la institución del Justicia de Aragón que vela por los
privilegios de la nobleza. También encontramos municipios (como el Consejo del Cent) que
dependen de las merindades o veguerías. En este Reino se tiene muy en cuenta el Pactismo y la
burguesía no tiene apenas poder. Por último, la organización política del Reino de Navarra es una
mezcla de los dos anteriores ya que tienen un Consejo Real y las Cortes. Destaca la Diputación
de los Tres Estados para gestionar la recaudación de subsidios.
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3.1. Los Reyes Católicos: unión dinástica e instituciones del gobierno.
En el año 1469 los Reyes Católicos (Isabel y Fernando) se casan. Poco tiempo después, tras la
victoria en la batalla de Toro que conlleva el final de la guerra civil contra Juana la Beltraneja por el
poder, Isabel es nombrada reina de Castilla recibiendo el trono de su hermano Enrique IV.
Fernando recibe el título de rey en 1479. Su unión fue dinástica (ambos eran Trastámaras) pero
no territorial lo que significa que cada Reino tiene sus propias leyes y territorios pero pueden
tomar decisiones por el otro si este no está (Concordia de Segovia). Además, presentaban una
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institución común, la inquisición, creada para perseguir a los herejes. Las pretensiones de los
Reyes Católicos consistían en centralizar su poder, unificar religiosamente la Península y eliminar
el poder de la alta nobleza.
En cuanto a las instituciones de gobierno se debe realizar una separación entre ambos reinos sin
olvidar que Castilla tuvo mucho más poder que Aragón. En Castilla, el Consejo Real pasa a
llamarse Consejo de Castilla lo que implica renovaciones (expulsión de la alta nobleza,
introducción de la burguesía y baja nobleza, función de asesoramiento y justicia…). En Aragón
también existe un consejo, el Consejo de Aragón pero con menos poder y añadiendo el cargo de
virrey y de Justicia Mayor. En ambos reinos encontramos las chancillerías (administrar justicia), la
Hacienda, la Santa Hermandad (actual policía), el corregidor (nombrado por la corona) y un
Ejército Real. Es destacable también la pérdida de poder de las Cortes.
Tras muchos años de reconquista, se inicia la guerra de Granada en 1482 contra la última taifa
musulmana, gobernada por la familia Nazarí (tiene disputas internas que favorecerán a los
cristianos). Esta guerra se inicia por la toma de Zahara y finaliza en enero de 1492, cuando
Boabdil entrega las llaves de la ciudad a los Reyes Católicos tras un año de asedio a la ciudad.
Mientras que a los musulmanes se les obliga por decreto a convertirse al catolicismo (moriscos),
los judíos son expulsados de Castilla y Aragón.
También en ese mismo año se produce el descubrimiento de América (llamada así por Américo
Vespucio). La idea de Colón es rechazada por Portugal y por la propia Isabel antes de que sea
reconsiderada y llevada a cabo por la corona de Castilla. Se escriben las Capitulaciones de Santa
Fe, contrato por el que Colón recibe los títulos de almirante y virrey de las tierras conquistadas. El
primer viaje se realiza haciendo escala en las islas Canarias para reunir provisiones para después
llegar a San Salvador (en un primer momento se cree que son las Indias). Colón realiza varios
viajes más antes de que sea retirado de la expedición por los Reyes Católicos. El Papa promulga
la bula Inter Caetera por la que todos los territorios pertenecen a Castilla. Las quejas de Portugal
propiciarán la creación del tratado de Tordesillas por el que se crea una frontera imaginaria a 370
leguas de Cabo Verde. Todos los territorios al oeste pertenecerán a Castilla y los del este a
Portugal.
La muerte de Fernando el Católico hace que Carlos I regrese a España después de pasar la
mayor parte de su vida en el extranjero. Al morir su abuelo Maximiliano I, Carlos hereda su imperio
junto con el nombre de su familia, los Austrias. En España no es bien recibido por gran parte de la
población ya que impone numerosos impuestos para financiar su coronación. Como
consecuencia, en Castilla, Toledo y Valladolid surgen las comunidades, formadas por nobleza y
burguesía que buscaban obtener mayor participación, que el rey residiera permanentemente en la
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península y eliminar a los extranjeros de los altos cargos. Los comuneros fueron derrotados en la
batalla de Villalar (1521), tras la cual los lideres Padilla, Bravo y Maldonado fueron ejecutados. En
Aragón la revuelta tuvo un carácter social, se formaron las germanías formadas por campesinos y
trabajadores urbanos que reclamaban reformas sociales. Cuando el rey acabó con las
comunidades de Castilla, el Ejercito Real puso fin a la revuelta en Aragón en 1522.
En cuanto a Europa, los príncipes alemanes apoyaron el protestantismo de Lutero por lo que se
enfrentan a Carlos I. En la Dieta de Worms el rey pide a Lutero que se retracte sin éxito, después
gana la batalla de Mühlberg y por último se ve obligado a firmar la Paz de Augsburgo (1555) que
permite la libertad religiosa. A su vez, Francia busca la conquista de más territorios pero Carlos lo
evita en la batalla de Pavía. Dos años más tarde se realiza el saqueo de Roma por la actitud
profrancesa del Papa. Además, se lucha por el dominio del mediterráneo contra el Imperio
En 1556 Carlos I abdica dejando el Impero a su hermano Fernando y las zonas de Castilla,
Aragón, Flandes y parte de Italia a Felipe II. La monarquía es autoritaria pero la nobleza se
sustituye por personas formadas en las universidades. Además, las Cortes dejan de reunirse por
las riquezas obtenidas de América pero existen secretarios del rey, virreyes y Audiencias.
Encontramos un gobierno constituido por consejos: de estado (política interior y exterior, presidido
por el rey), territoriales ( como los de Casilla, Aragón…) y asesores (formados por especialistas).
Destacan dos crisis en la política interior: la sublevación de las Alpujarras de Granada (1568,
algunos moriscos se sublevan pero son vencidos y repartidos por toda Castilla) y la crisis de
Antonio Pérez (este secretario del rey huye a Aragón para protegerse tras un intento de
desestabilizar el poder matando al secretario de Juan de Austria pero es acusado de hereje y se le
obliga a regresar a Castilla).
No se permite la explotación económica ni la transformación de esta obra. Queda permitida la impresión en su totalidad.
personas en contra como Juan Ginés. Aparecen instituciones metropolitanas como la casa de
Contratación de Sevilla (creada por los RRCC, controla el comercio con América) o el consejo de
Indias (creada por Carlos I, gobierna sobre las Indias)
También existieron instituciones Americanas, como el cargo de virrey (hubo primero dos
virreinatos, Nueva España y Perú, luego dos más, Granada y de la plata), gobernador (nivel
provincial), el cabildo (nivel local) y las audiencias (judicial). En América hubo un grave descenso
demográfico por las infecciones traídas de Europa. Destaca el sistema de explotación de
encomiendas (agricultura) y mita (minería). Otras consecuencias fueron: pérdida de la cultura,
introducción de nuevos cultivos, descendencia proveniente de matrimonios mixtos y
fortalecimiento de ingleses y franceses por las importaciones.
Con Felipe III (1598-1621) se inició la delegación del gobierno en manos de un hombre de
confianza: el valido. Su valido fue el duque de Lerma que perdió poder y fue sustituido por su hijo
el Duque de Uceda. El conflicto interno más destacado fue la expulsión definitiva de los moriscos
(1609). Con el Conde Duque de Olivares, valido de Felipe IV (1621-1665) se produce una
importante crisis política interna debido, en gran medida a la Unión de Armas (contribución
económica de todos los reinos por igual) y al intento de centralizar el poder. En Cataluña estalló la
rebelión en 1640 (Corpus de Sangre) asesinando al Virrey y nombrando conde de Barcelona al
rey francés Luis XIII para integrar Cataluña en la Corona francesa. Esto produjo una guerra civil
que finalizó con la rendición de Barcelona al ejército real, al mando de Juan José de Austria. La
rebelión de Portugal comienza tras proclamar rey al duque de Braganza en 1640 y, con la ayuda
de potencias rivales a la corona hispánica, se declaró independiente 1652.
Con Carlos II concluye la dinastía de los Austrias. Hereda la Corona con cuatro años, por lo que
su madre, Mariana de Austria será la regente. Destacan como validos Nithar y Juan José de
Austria. A nivel interno es un momento de crisis económica y social (pestes y hambrunas). Carlos
II murió sin descendencia dando lugar a la Guerra de Sucesión, iniciándose la dinastía de los
Borbones.
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En 1618 comenzó la guerra de los Treinta Años por las disputas entre católicos y protestantes. Los
príncipes protestantes alemanes del Imperio Germánico se rebelaron contra el emperador
Fernando II de los Habsburgo, que era católico. Este conflicto terminó extendiéndose por toda
Europa con la pretensión de cambiar el viejo orden europeo (basado en la hegemonía de la casa
de Habsburgo). Los conflictos armados de Europa se sumarán a esta guerra progresivamente,
entre otros, la guerra hispano-holandesa a partir de 1621 cuando Felipe IV pone fin a la Tregua de
los Doce Años. Los tercios españoles obtuvieron algunos éxitos como la rendición de Breda.
Tras esta paz, España continuó su guerra en solitario contra Francia hasta la Paz de los Pirineos
(1659), que culminó con otra nueva derrota para los españoles, nueva política matrimonial y la
cesión del Rosellón y la Cerdaña (territorios catalanes al otro lado de Pirineos).
3.8. Principales factores de la crisis demográfica y económica del siglo XVII y sus
consecuencias.
El siglo XVII fue una etapa de crisis económica en Europa y en España. Se caracteriza por un
descenso demográfico significativo (se pierden un millón de habitantes respecto al siglo anterior) y
el agotamiento económico (Provocados por grandes epidemias, expulsión de los moriscos,
emigración a América, Guerra de los Treinta Años, escasez de matrimonios y aumento de la
mortalidad). También disminuyó la ganadería bovina y ovina (Mesta) y cae la demanda. La política
exterior hizo aumentar la presión fiscal y llevó a la devaluación de la moneda.
La producción agrícola disminuyó por las malas cosechas, favoreciendo las hambrunas. Los
prejuicios sociales de las clases adineradas (visión negativa del trabajo) perjudicaron el desarrollo
económico. El comercio estaba dominado por extranjeros. El atraso tecnológico respecto a Europa
hizo necesario recurrir a importaciones. Aumentó el peso social de los grupos improductivos
(nobles, clérigos, mendigos) frente a los productivos (campesinos, artesanos, comerciantes)
creciendo así el número de mendigos. La burguesía se debilitó. Las clases populares se
empobrecieron e ingresaron en la Iglesia para evitar el hambre y el alistamiento militar. A partir de
1680 comienza a superarse la crisis estimulando la economía a través de la Junta de Comercio y
el reajuste monetario que saneó la moneda.
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3.9. Crisis y decadencia de la Monarquía Hispánica: el reinado de Carlos II y el problema
sucesorio.
A la muerte de Felipe IV, ante la minoría de Carlos II comenzó la Regencia de Mariana de Austria
hasta la mayoría de edad de su hijo. La reina depositó su confianza en Nithard, como valido. Ya
con Carlos II al frente de la corona, el poder siguió en manos de validos como Juan José de
Austria. La inestabilidad política fue en aumento, privatizándose muchas funciones, situación
aprovechada por la nobleza y la Iglesia. A pesar de la decadencia política, la situación económica
y demográfica mejoró las últimas décadas del siglo.
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A pesar de ello, surgieron conflictos como la revuelta de los Barretines en Cataluña (revuelta
campesina por abusos del gobierno durante una crisis agraria en 1688), la Segunda Germanía en
Valencia (debido a la falta de recursos los campesinos se revelan por los pagos señoriales en
1693) y el Motín de las Gatos en Madrid (motín en protesta por la mala situación económica y el
hambre que asolaba Madrid, 1699). Pero el problema sucesorio fue el más importante. A finales
de siglo, la muerte del rey estaba próxima, y como este no tenía descendencia, surgieron dos
posibles sucesores: Felipe de Borbón, duque de Anjou (buscando el apoyo francés) y Carlos de
Austria, de la rama austriaca de los Habsburgo. Carlos II se decantaría por el primero dejándolo
como heredero al trono. Debido al posible bloque hispano-francés que se produciría, se produjo la
Guerra de Sucesión Española.
La muerte sin descendencia de Carlos II, en 1700, provoca una lucha en Europa entre los
Borbones (franceses) y Habsburgo (austríacos). Mientras que los Habsburgo son apoyados por
Aragón, Inglaterra y Holanda, los borbones reciben el apoyo de Castilla y Francia sumado al
apoyo de Carlos II en el testamento. En España se inicia una guerra en 1705, cuando Aragón se
levanta contra Felipe V (nombrado rey en el testamento) y nombra rey al pretendiente austriaco: el
archiduque Carlos. La guerra acaba cuando Carlos es elegido emperador de Alemania lo que
conlleva la paz de Utrecht. Según la cual, Felipe renuncia al derecho de sucesión francesa, cede
sus territorios europeos a Austria y algunos enclaves marítimos a Inglaterra (Gibraltar,
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Menorca…), además de derechos comerciales con América.
La guerra finaliza con la victoria de Felipe V. La alianza con Francia por la rivalidad común con
Gran Bretaña se plasmó en los Pactos de Familia. En el primer Pacto de Familia (1733), firmado
por Felipe V y Luis XV, se intentan recuperar las posesiones italianas consiguiendo Nápoles y
Sicilia para su hijo, futuro Carlos III (2º matrimonio, con Isabel de Farnesio). El segundo Pacto de
Familia (1743), firmado por los mismos reyes, se realiza contra Inglaterra. Los Ducados de Parma,
Módena y Plasencia pasaron al príncipe Felipe. El tercer Pacto de Familia (1761), entre Carlos III
y Luis XVI, se firma para recuperar Gibraltar y Menorca en contexto de la Guerra de los Siete
Años, hubo una derrota ante Gran Bretaña. Se recuperan Menorca y algunos territorios en
América.
En España el ascenso de una nueva dinastía de origen francés conlleva reformas para modernizar
la administración, reforzar el poder real y fomentar la actividad económica. El reinado de Felipe V
es interrumpido por la abdicación en su hijo, Luis I, pero la muerte de este le obligó a volver a
reinar. El poder pasa después a Fernando VI y, por último, a Carlos III rey de Nápoles y de
España. Felipe V crea los Decretos de Nueva Planta, asimilando las leyes e instituciones de todos
los reinos a las de Castilla (salvo Navarra y País Vasco). Las Cortes de Aragón se unen a las de
Castilla y se introduce la ley sálica, de tradición francesa, según la cual las mujeres no pueden
reinar. Felipe V creó las Secretarías de Estado y de Despacho (origen de los actuales ministerios).
La economía estaba limitada por la falta de competencia, la propiedad de la tierra y una oposición
al cambio mientras que la agricultura, tenía en el régimen de propiedad su obstáculo. Con Carlos
III, se tomaron medidas como arrendamientos municipales o colonización de tierras pero no
permite la Ley Agraria de Jovellanos. La industria se incentivó por el aumento de población, la
demanda de productos, el aumento de rentas y nueva política comercial con América. Los reyes
potenciaron el despegue con el proteccionismo, las manufacturas reales y el fomento de la
construcción naval.
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Al comercio llegaron las ideas ilustradas (Sociedades Económicas de Amigos del País). El
comercio interior inició una política proteccionista, y se creó el Banco de San Carlos. En el
comercio exterior se crearon nuevas compañías comerciales (Compañía Guipuzcoana de
Caracas), se promulgó el Reglamento de Libre Comercio (1788) y se permitió a Gran Bretaña
comerciar con América (navíos de registro y Asiento de negros). Destaca el despegue económico
de Cataluña. Duplicó su población; el campesino se orientó al mercado, se desarrolló una
burguesía agraria), aumentaron los intercambios… Su industria se vio favorecida por el
proteccionismo. El crecimiento generó excedentes de capital que fomentó las bases de la
revolución industrial del s. XIX.
Destaca el Motín de Esquilache (italiano), contra las medidas de este ministro (subida de
impuestos, prohibición de juegos de azar y uso de armas, uso de sombrero ancho y capa larga…)
que termina con la cesión del ministro. Impone la autoridad real sobre la Iglesia, hasta llegar a
expulsar a los jesuitas de España en 1767. En política económica, Olavide, Jovellanos y
Campomanes abordan la Ley Agraria. La industria se estimuló mediante la creación de fábricas
reales de artículos de lujo (tapices, porcelanas, relojes). Se limitan los privilegios de la Mesta,
liberalizan los precios del trigo y decretan la libertad de comercio con América para todos los
puertos españoles. Olavide supervisó el plan de colonización de Sierra Morena. Se creó el Banco
Nacional de San Carlos. También emprendió reformas en la educación, justicia y ejército.
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Carlos IV sucedió a su padre, Carlos III, en 1788. Su reinado estuvo condicionado por el estallido
de la Revolución francesa (1789). Hasta entonces la política exterior española había estado
marcada por la alianza con Francia (Pactos de familia) pero la revolución obligó a España a
replantearse su actitud y, tras una primera fase de neutralidad, se inicia una contienda que finaliza
con la Paz de Basilea en 1795, subordinando España a los intereses franceses.
En 1796 se firmó el primer Tratado de San Ildefonso. Según este, España adoptó una política de
colaboración con Francia que la llevó a luchar contra Gran Bretaña y sufrió la derrota de Trafalgar,
lo que supuso el hundimiento de España como potencia marítima. Cuando Carlos IV accedió al
trono suprimió toda influencia ilustrada en su gobierno y nombró a Manuel Godoy secretario de
Estado, por recomendación de su mujer Mª Luisa de Parma. En 1807 Godoy firmó con Napoleón
el Tratado de Fontainebleau, permitiendo a las tropas francesas su paso por territorio español para
conquistar Portugal, país aliado de Inglaterra. El objetivo era dividir Portugal en tres partes, de las
Con este pretexto Napoleón dispuso sus tropas en distintas partes de España. Godoy al
comprender el peligro, trasladó a la familia real a Aranjuez con la previsión de huir hacia América a
través del puerto de Sevilla pero, en marzo de 1808, estalló el Motín de Aranjuez. Fue impulsado
por nobles y eclesiásticos y protagonizado por soldados y sectores populares, que exigían la
destitución de Godoy y la renuncia de Carlos IV a favor de su hijo Fernando. Carlos IV se vio
obligado a destituir a Godoy y a abdicar a favor de su hijo Fernando. Napoleón, entonces, logró
atraer a la ciudad francesa de Bayona a Carlos IV y a Fernando VII, obligándoles a abdicar en él
la corona y cediéndosela a su vez a su hermano José Bonaparte que, con el nombre de José I, se
convirtió así en rey de España y promulgó el Estatuto de Bayona, que pretendía modernizar las
estructuras políticas españolas tomando como modelo el sistema francés. Abolía los privilegios y
reconocía la igualdad de los españoles ante la ley, los impuestos y el acceso a los cargos
públicos.
El dos de mayo de 1808, cuando el resto de la familia real española pretendía abandonar el
Palacio de Oriente, el pueblo madrileño se amotinó, pocas horas después el general Murat
reprimía la revuelta fusilando a centenares de personas como escarmiento. Al conocerse la noticia
de las abdicaciones de Bayona y los sucesos de Madrid se extendió la insurrección por todo el
territorio español, quedando dividido en dos bandos, lo que hace de este conflicto no sólo una
guerra contra el invasor, sino también una guerra civil. Por un lado, los territorios ocupados por el
ejército francés, que contaba con el apoyo de los afrancesados, entre los que estaban algunos
reformistas ilustrados que pretendían una modernización pacífica y gradual. Por otro, estaba la
resistencia que afirmaba luchar en nombre de Fernando VII, pero dentro de este bando estaban
dos grupos ideológicos: liberales, que pretendían establecer un nuevo tipo de monarquía y
absolutistas, partidarios del Antiguo Régimen y del retorno de Fernando VII como monarca
absoluto.
Para controlar la situación, en las zonas no ocupadas se crearon juntas locales, que se integraron
en juntas provinciales que asumieron la autoridad en nombre de Fernando VII. Con delegados de
las juntas provinciales quedó constituida, en septiembre de 1808, bajo la presidencia de
Floridablanca, la Junta Central Suprema, que en 1810 traspasó sus poderes a un Consejo de
Regencia que se estableció en Cádiz y que convocó cortes generales que llevaron a cabo un
conjunto de decretos y sobre todo, la Constitución de 1812 lo que supone el primer intento de
transformación liberal, que se produjo en España.
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En junio de 1808, con el objetivo de reprimir los levantamientos populares e instaurar el régimen
de José I, un ejército de 17.000 hombres se adentró en España confiando desplegarse en abanico
y controlar así los puntos fundamentales del país. La inesperada resistencia de los españoles
desbarató en un primer momento los proyectos de Napoleón. La resistencia contaba con la ayuda
del ejército inglés y con la guerrilla, formada por antiguos soldados, voluntarios civiles e incluso
bandoleros, que atacaban por sorpresa al enemigo con acciones rápidas, valiéndose de su
conocimiento del terreno y la complicidad de la población civil. Algunos dirigentes alcanzaron gran
prestigio, como El Empecinado o Espoz y Mina. Hasta noviembre de 1808, la resistencia consiguió
algunas victorias como las de Bruc (Barcelona) y Bailén (Jaén), y algunas ciudades como
Zaragoza o Girona se resistieron a la ocupación, produciéndose sitios o asedios que duraron
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varios meses. José I se vio obligado a abandonar Madrid y establecerse en Vitoria.
Napoleón decidió dirigir él mismo las operaciones en España, donde permaneció unos pocos
meses, al frente de un ejército de 250.000 hombres. En 1809 José I regresó a Madrid, mientras la
Junta Central se refugiaba en Sevilla y luego en Cádiz. Sólo algunas zonas quedaron libres. Pero
la situación cambió en la primavera de 1812, Napoleón necesitaba efectivos en el frente ruso, lo
que facilitó la victoria del general Wellington, al frente de tropas inglesas, portuguesas y
españolas, ayudadas por partidas de guerrilleros, que derrotó a los franceses en Arapiles, los
expulsó de Andalucía y los presionó hasta su retirada. En 1813 los derrotó en la batalla de San
Marcial, (Irún). A finales de 1813 se firmó el Tratado de Valençay, por el que Napoleón reconocía a
Fernando VII como rey de España.
Durante la Guerra de la Independencia (1808-1814) se produjo una revolución política que supuso
la creación de un nuevo régimen político que traería consigo la soberanía nacional y la ruptura con
el absolutismo. Primero surgieron Juntas locales, luego Provinciales y en septiembre de 1808 la
Junta Central Suprema, que se convirtió en gobierno de la resistencia. La Junta Central Suprema
se traslada a Cádiz, única ciudad que resistía el asedio francés con la ayuda de Gran Bretaña.
Debido a las derrotas militares y a la presión de absolutistas, dio paso a un Consejo de Regencia,
encabezada por el obispo de Orense, compuesto por cinco miembros, siendo el órgano de
gobierno hasta el regreso de Fernando VII. Las Cortes Generales se autoconstituyen en Asamblea
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Constituyente y asumen la soberanía nacional.
Por el contexto bélico los diputados no siempre pudieron ser elegidos con normalidad o los
elegidos no pudieron desplazarse y fueron reemplazados por suplentes de Cádiz. Se reúnen
alrededor de 300 diputados, 4 de los principales fueron Agustín Argüelles, Juan Nicasio Gallego,
Antonio Capmany y el Conde de Toreno. Se acordó que las Cortes serían unicamerales y no
estamentales, iniciándose las sesiones en septiembre de 1810, con el juramento de los diputados
de defender la integridad de la nación española (incluida América) y funcionaron hasta 1814. La
mayoría de los diputados eran de clases medias, eclesiásticos, abogados, militares, funcionarios,
catedráticos, y miembros de la burguesía; clases populares y mujeres no estaban representadas.
Los diputados formaban tres tendencias: liberales partidarios de reformas revolucionarias,
ilustrados partidarios de reformas moderadas sin cambiar el sistema absolutista, y absolutistas
Las Cortes aprobaron una serie de medidas que desmantelaban en parte los fundamentos
políticos, sociales y económicos del Antiguo Régimen. Entre las medidas sociales y económicas
están: la supresión del régimen señorial, que impedía la modernización administrativa, la abolición
de los gremios, dando lugar a una producción liberal-capitalista, la nueva desamortización
(aplicada a propiedades de afrancesados, ordenes militares disueltas, iglesias y monasterios
destruidos y la mitad de las tierras comunales) y supresión de aduanas interiores y el Honrado
Concejo de la Mesta. Además, decretan la abolición de la Inquisición y supresión de conventos
con menos de 12 miembros, se aprueba el Decreto de libertad de prensa, junto al de producción,
contratación y comercio y se inició el debate sobre la reorganización territorial de España (con
aportaciones de contenido regionalista), para conseguir la uniformidad territorial y centralización
política.
La reforma política más relevante fue la Constitución de 1812 (19-marzo día de San José por lo
que se conoce como La Pepa), primera ley fundamental aprobada por un Parlamento nacional en
España. Inspirados en la Constitución francesa de 1789, se establecieron una serie de
fundamentos. Soberanía nacional, la soberanía residía en la nación, incluidos los habitantes de
las colonias. División de poderes, el poder legislativo residía en las Cortes unicamerales, el poder
ejecutivo en el Rey y sus ministros y el poder judicial en los tribunales. El monarca no podía
disolver las Cortes y solo poseía un derecho de veto suspensivo y transitorio durante dos años
sobre las leyes aprobadas en las Cortes. Establece como sistema de gobierno la monarquía
constitucional. Reconoce derechos individuales y colectivos: libertad de imprenta, propiedad,
educación primaria obligatoria, inviolabilidad del domicilio, abolición de la tortura, etc. Igualdad de
todos ante la ley. Se suprimen los fueros y leyes que iban en contra de la Constitución, se
establecen códigos y tribunales para todos, igualdad fiscal, burocracia centralizada y un ejército
nacional con servicio militar obligatorio, estableciéndose una Milicia Nacional para garantizar el
orden constitucional. Proclama el catolicismo como religión única y oficial del Estado. Sufragio
universal masculino e indirecto como sistema electoral.
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Reservados todos los derechos.
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Con el Tratado de Valençay entre Napoleón y Fernando VII, éste recupera los derechos a la
Corona. Regresa a España “El deseado”, y recibe el Manifiesto de los Persas, firmado por
diputados absolutistas. El texto censura la labor de las Cortes de Cádiz y condena la soberanía
nacional, pidiendo al Rey la eliminación de las Cortes y sus reformas. El rey promulga el Decreto
de Valencia ese año, que anulaba las reformas aprobadas en las Cortes, incluida la Constitución
de 1812.
Se inicia el Sexenio absolutista (1814-1820) que comienza con la detención de los liberales más
importantes y la disolución de las Cortes. Apoyado por la Iglesia y los grandes terratenientes,
anuló la libertad de prensa, restableció la Inquisición y la Mesta, permitió la vuelta de los jesuitas y
restauró la sociedad estamental. El rey se enfrentó a problemas: inestabilidad del gobierno, crisis
en Hacienda y oposición liberal, con pronunciamientos como el de Espoz y Mina. En 1820 triunfa
el pronunciamiento de Riego en un pueblo de Sevilla.
Los Cien Mil Hijos de San Luís, ejército liderado por el duque de Angulema, que atravesó los
Pirineos, organizado por Francia por orden de la Santa Alianza, pusieron fin al régimen liberal,
dando paso a la Década Absolutista u Ominosa (1823-1833). Aunque se restablecieron las
instituciones de la monarquía absoluta, se evolucionó hacia un reformismo moderado. Los
liberales sufrieron represión y muchos se exiliaron aunque hubo intentos de insurrección (Riego y
Torrijos). Se llevaron a cabo reformas: creación del Consejo de Ministros y del Ministerio de
Fomento. En Hacienda, se elaboraron los primeros presupuestos generales del Estado, e impulsó
la creación de un nuevo Código de Comercio, Tribunal de Cuentas, Banco de San Fernando
(1829) y la Bolsa de Madrid (1831).
El régimen tenía dos enemigos: los liberales exaltados y los realistas. Los realistas ultras se
alinearon en torno a Carlos Mª Isidro, hermano y heredero a la corona. Fernando VII publica la
Pragmática Sanción, derogando la Ley Sálica, permitiendo reinar a las mujeres. Tras los sucesos
de la Granja en 1832 (intento fallido de los partidarios de Carlos Mª Isidro de anular la Pragmática
Sanción), Fernando VII confirmó los derechos sucesorios de su hija Isabel, formando gobierno con
Cea Bermúdez. Al morir Fernando VII, Mª Cristina hereda la corona en nombre de su hija Isabel,
iniciándose la guerra civil o primera guerra carlista (1833-1840). Al tiempo se produce el proceso
independentista en América. Las causas que originaron la insurrección son múltiples: el
reformismo borbónico, la extensión de las ideas ilustradas y la independencia de Estados Unidos
entre otras. Se distinguen dos periodos.
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En la primera fase (1810-1815), la burguesía criolla, próspera e ilustrada, estaba apartada de la
administración política colonial por lo que se rechazó la autoridad de la Junta Central Suprema. Se
formaron 3 focos independentistas: Buenos Aires (José de San Martín proclamó una 1ª
independencia de la República Argentina), Virreinato de Nueva Granada y Venezuela (dirigido por
Simón Bolívar) y México. El restablecimiento del absolutismo en España en 1814 llevó al envío de
tropas para acabar con las revueltas conllevando elevados costes económicos para Fernando VII.
En la segunda fase (1816-1824), la guerra colonial se extendió por todo el continente y la victoria
de Bolívar en Ayacucho hizo irreversible la independencia y la constitución de nuevas repúblicas.
Así, la reacción absolutista no impidió la independencia de Argentina, y acciones independentistas
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en Venezuela, Ecuador, Colombia o México con líderes como Simón Bolívar o José de San Martín.
Hacia 1825 solo Cuba, Puerto Rico y Filipinas permanecían en la corona española. La
independencia de las colonias americanas agravó la crisis económica. España dejó de ser
potencia de primer orden y perdió un gran mercado. Los nuevos estados fueron neocolonizados
por Inglaterra y Estados Unidos.
El reinado de Isabel II (1833-1868) se divide en dos etapas: la minoría de edad (1833-1843) con
las regencias de María Cristina y de Espartero; y el reinado efectivo (hasta 1868) con la mayoría
de edad. La minoría de edad de Isabel II (1833-1843), comenzó con el estallido de la Primera
Guerra Carlista. La guerra civil tuvo lugar durante la regencia de Mª Cristina. Entre las principales
causas encontramos: la cuestión sucesoria entre carlistas (apoyaban a Carlos María Isidro y Ley
Sálica) e Isabel II con la Pragmática Sanción y el enfrentamiento ideológico entre el Antiguo
Régimen (“Dios, Patria y Rey” y el mantenimiento de los fueros) y el liberalismo (política
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centralizadora, soberanía nacional y división de poderes).
La Primera Guerra Carlista estalló el 1 de octubre con el Manifiesto de Abrantes (firmado por
Carlos) y se desarrolló en tres fases. Primero el avance carlista (1833-1835): Se hicieron fuertes
en Navarra y País Vasco, dirigidos por Zumalacárregui. Después el repliegue carlista (1835-1837):
Fracasan con las Expediciones de Gómez y de Real y son derrotados en Luchana. Por último el
triunfo isabelino (1837-1839): la división del carlismo facilitó el Convenio de Vergara (1839) entre
Maroto y Espartero (abrazo de Vergara); pactando admitir militares carlistas en el ejército isabelino
y mantener los fueros. Se produce una Segunda Guerra Carlista ante el fracaso de la boda entre
Isabel II y Carlos VI.
En las regencias, encontramos dos partidos creados por los liberales: el Moderado que defendía
La insurrección en 1835 llevó a la revolución liberal (1835-1840). Mendizábal tomó medidas para
desmantelar el Antiguo Régimen: libertad de imprenta, Ley de supresión de conventos y Decreto
de Desamortización de los bienes del clero regular lo que provocó su destitución. La regente
intentó volver al moderantismo, lo que conllevó el pronunciamiento en la Granja; entregando el
Gobierno a los progresistas y restableciendo la Constitución de 1812. El gobierno progresista de
Calatrava eliminó el régimen señorial, el mayorazgo y el diezmo, restableció la Ley Municipal. La
CONSTITUCIÓN DE 1837 proclamaba Soberanía Nacional (en la práctica compartida Rey-
Cortes), división de poderes, Cortes bicamerales (Congreso por sufragio censitario y Senado de
designación real). Reconocía derechos individuales, libertad de prensa, autonomía municipal, y la
Milicia Nacional.
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encargó gobierno a Espartero que restaura la Ley de Imprenta, la Ley Electoral y la Milicia
Nacional. Elaboran la Constitución de 1856, non-nata. En economía aprobó la Desamortización de
Madoz (bienes eclesiásticos, municipales y del Estado), la Ley de Ferrocarriles y la Ley Bancaria
pero la crisis le hizo dimitir.
De 1856 a 1868 se alternan moderados y Unión Liberal. O´Donnell, con su partido la Unión
Liberal, intentaba establecer un liberalismo centrista que devolvería a España el prestigio
internacional. Narváez con los moderados se enfrentó a la sublevación de los sargentos del
cuartel de S. Gil y al Pacto de Ostende (progresistas, demócratas y republicanos, querían
destronar a la reina y convocar Cortes Constituyentes). En septiembre de 1868 Prim y Topete
inician la sublevación “La Gloriosa”, dirigida por Serrano que provocó la caída de Isabel II y abrió
la esperanza de un régimen democrático.
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A lo largo de las dos etapas del reinado de Isabel II (la minoría de edad con regencias de María
Cristina y Espartero, y el reinado efectivo ya con la mayoría de edad) se realizaron reformas
económicas liberales, al tiempo que se produjo una revolución social. La Regencia de Mª Cristina
coincidió con la Primera Guerra Carlista. La guerra agravó la situación de la economía, ya que a
los problemas estructurales se unió el esfuerzo para financiar la guerra contra los carlistas. Las
desamortizaciones se encuadran dentro de las reformas económicas liberales que se acometieron
en el reinado de Isabel II. Estas formaban parte de las medidas para liberalizar la tierra, junto a la
supresión del mayorazgo y abolición del régimen señorial. Las desamortizaciones, consistían en la
expropiación por parte del Estado, de tierras eclesiásticas y municipales (amortizadas o en manos
muertas) para su venta en subasta pública. En compensación a la Iglesia, el Estado se hacía
cargo de los gastos de culto y del clero.
Las desamortizaciones se realizaron desde final del siglo XVIII (con Godoy, Cortes de Cádiz,
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El clero cambió con la revolución liberal perdiendo el diezmo y el monopolio de la enseñanza. La
Iglesia perdió parte de sus bienes con las desamortizaciones, y las órdenes religiosas
disminuyeron. Se mostró enemiga del liberalismo y de la separación Iglesia-Estado. La supresión
de privilegios y las desamortizaciones hicieron de la burguesía la gran protagonista. El progreso
económico, favoreció la aparición de una burguesía de negocios (banqueros, comerciantes,
propietarios de tierras, altos cargos del Estado). Las clases medias eran propietarios de tierras,
comerciantes, profesionales liberales y empleados públicos que constituyeron un grupo influyente
en el país. A finales del XIX, el sector primario era la principal fuente de ingresos del país. La
industrialización aportó una nueva clase social, el proletariado industrial alimentado del éxodo
rural y de los artesanos arruinados.
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Reservados todos los derechos.
El desprestigio del régimen de Isabel II llevó a una alianza entre progresistas y demócratas, que
firmaron los Pactos de Ostende (ciudad belga) en 1866, para destronarla. A la crisis política hay
que añadir la importante crisis económica: crisis financiera (problema de ferrocarriles), crisis
industrial (aumento precio de algodón y caída de demanda) y la crisis de subsistencias (malas
cosechas y escasez de trigo). En septiembre de 1868 la armada española atracada en Cádiz y
dirigida por el almirante Topete se sublevó, con el apoyo de los generales Prim y Serrano
comenzando la Revolución Gloriosa.
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Se extendieron los levantamientos populares que ocuparon las plazas de sus localidades y se
organizaron juntas revolucionarias locales. Serrano venció al ejército en Alcolea, Córdoba, e Isabel
II huyó a Francia triunfando así la revolución. La Junta Revolucionaria de Madrid confió el poder al
general Serrano quien convocó Cortes constituyentes. Las elecciones dieron la mayoría a la
coalición de unionistas, progresistas y demócratas. Elegidas por sufragio universal masculino
confirmaron en su cargo a Serrano y comenzaron a elaborar la Constitución de 1869.
El nuevo monarca tuvo que hacer frente a una difícil situación. El principal apoyo del rey, el
general Prim fue asesinado en un atentado poco antes de que el rey llegase a España. El rey se
encontró con la oposición de los republicanos, de los carlistas que se levantaron en armas en
mayo de 1872, desencadenando la guerra carlista y de los partidarios del hijo de Isabel II, Alfonso.
Tuvo que apoyarse en dos grupos políticos muy distintos: el Partido constitucional (liderado por
Sagasta, más conservador y contrario a avances democráticos) y el partido Radical (liderado por
Zorrilla, progresistas y demócratas, partidarios de reformas activas). Además tuvo que enfrentarse
a otros dos graves problemas, aparte de la Guerra carlista. La agitación social ligada al desarrollo
del movimiento obrero que llegó a alcanzar un alto nivel de organización, gracias a la libertad de
asociación. La guerra de los Diez Años (1868-1878) en Cuba, dirigida por criollos con apoyo
popular al prometer el fin de la esclavitud en la isla.
En tales circunstancias, y tras dos años de reinado, en 1873, Amadeo presentaba el acta de
abdicación a la Corona española, regresando a Italia. Ese mismo día, Congreso y Senado, en
sesión conjunta proclamaban la República. La Primera República transcurrió entre febrero de
1873 y enero de 1874. Las ideas republicanas tenían escaso apoyo social (clases medias
urbanas, clases trabajadoras apoyan al movimiento obrero anarquista) y contaban con la
oposición de la alta burguesía y los terratenientes, los altos mandos del ejército y la jerarquía
eclesiástica. El periodo se caracterizó por la inestabilidad política con cuatro presidentes que se
sucedieron en un año: Figueras, Pi y Margall, Salmerón y Castelar.
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Castelar trató de dar un giro conservador a la República para tranquilizar a la burguesía:
suspendió las Cortes, de mayoría federal, y reforzó el Ejército para acabar con las guerras carlista
y cubana y tomar Cartagena. Fue acusado de autoritarismo y cesado como presidente.
Durante la sesión parlamentaria en que se elegía a su sucesor, el general Pavía entró en las
Cortes y las disolvió (enero 1874). El golpe de Estado mantuvo la República. Se nombró un
gobierno militar autoritario presidido por el general Serrano, tomando Cartagena. El impulsor a
favor de Alfonso XII fue Cánovas del Castillo. Convenciendo a Isabel de que abdicara y a los
partidos políticos de hacer una transición pactada y respetuosa con las formas constitucionales.
Para ello había hecho firmar a Alfonso el Manifiesto de Sandhurst (nombre de la localidad inglesa
donde estudiaba) en el que exponía sus propósitos conciliadores. Martínez Campos se anticipa a
proclamar rey a Alfonso XII en Sagunto a través de un pronunciamiento, iniciándose así el periodo
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El fracaso de la I república llevó a pensar en la restauración monárquica. El impulsor a favor de
Alfonso XII fue Cánovas del Castillo quién le hizo firmar el Manifiesto de Sandhurst (localidad
inglesa donde estudiaba) en el que exponía al pueblo español sus propósitos conciliadores.
Convenció a Isabel de que abdicara y a los partidos políticos de hacer una transición pactada y
respetuosa con las formas constitucionales. Martínez Campos se anticipó a proclamar rey a
Alfonso XII en Sagunto a través de un pronunciamiento. En 1875 Alfonso XII llega a España
iniciándose la primera etapa de la Restauración hasta 1902 en que su hijo, Alfonso XIII, alcanza la
mayoría de edad.
El régimen político es el Sistema Canovista que se basaba en el turno pacifico de partidos pero
dentro de un régimen bipartidista (el conservador y el liberal, representantes de los intereses de la
burguesía) con la ayuda del fraude electoral (caciquismo, pucherazo). El resto de los partidos
(republicanos, socialistas o nacionalistas) formaban la oposición al sistema. El Partido
El rey, entonces disolvía las Cortes y convocaba elecciones. Desde Madrid los oligarcas (altos
cargos políticos y personajes influyentes) transmitían instrucciones a los gobernadores civiles de
cada provincia, estos elaboraban la lista de los candidatos que habían de salir elegidos en cada
localidad (los encasillados) y se lo comunicaban a los caciques locales (poder económico e
influencias) que se encargaban de la manipulación directa de los resultados electorales utilizando
amenazas, extorsiones, el cambio de urnas o “pucherazo”. Este sistema fue regulado por la
Constitución de 1876, la de mayor vigencia de nuestra historia pues se mantendrá hasta 1923, en
que Primo de Rivera la suspende. Mantiene el carácter moderado de la de 1845, incluyendo
avances de la de 1869.
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7.2. La Restauración Borbónica (1874-1902): Los nacionalismos catalán y vasco y el
regionalismo gallego. El movimiento obrero y campesino.
La prematura muerte de Alfonso XII (tuberculosis) en 1885 llevó a la Regencia de María Cristina
de Habsburgo (1885-1902) hasta la mayoría de edad de Alfonso XIII. Cánovas y Sagasta
reafirmaron en el Pacto del Pardo (1885) el sistema de turno. En el “gobierno largo” de Sagasta
(1885-1890) se aprobaron reformas políticas: Libertades de cátedra, asociación y prensa, sufragio
universal masculino y suprimiendo la censura. Sin embargo, el sistema de turno siguió basándose
en el fraude electoral, como forma de evitar los pronunciamientos. Varios grupos políticos, sociales
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e ideológicos se opusieron con escaso éxito al régimen de la Restauración. Los carlistas
(renuncian a las armas, influencias en País Vasco y Navarra) no consiguieron más del 3% en las
elecciones. Los partidos republicanos, apoyados por las clases medias urbanas, defendieron la
democratización del régimen y reformas sociales. Destacaron los republicanos moderados de
Melquiades Álvarez y el Partido Radical Republicano, fundado en 1908 por Lerroux. La oposición
intelectual: pensadores, profesores universitarios, novelistas contrarios a un sistema que impedía
la modernización del país. El movimiento obrero dividido en anarquistas y socialistas.
Los anarquistas fueron un grupo mayoritario en España. Con intensa actividad organizativa y de
luchas sociales tras la ley de Asociaciones de 1881. En 1881 nació la Federación de Trabajadores
de la Región Española. En el Congreso en Barcelona (1910), nació la Confederación Nacional del
Trabajo, la CNT, sindicato con fuerza entre los obreros agrícolas e industriales. Los anarquistas
Otra línea de oposición al sistema político fue la aparición de los movimientos nacionalistas
periféricos en la última década del XIX. Partían de las diferencias culturales que le alejaban de la
política unitaria propia del Estado liberal. En un principio, estos nacionalismos se apoyaron en las
clases medias y populares. Posteriormente las burguesías dirigentes lo utilizaron para obtener
ventajas económicas. Encontramos varios nacionalismos. El catalanismo que fue un movimiento
autonomista y democrático. Su ideólogo fue Valentín Almirall, fundador de Unió Catalanista en
1892. El catalanismo se divide en dos corrientes una conservadora representado por el partido
político La Lliga, y otra republicana y revolucionaria, por Esquerra Republicana (1931). El
nacionalismo vasco cuyo ideólogo fue Sabino Arana, fundador del Partido Nacionalista Vasco
(PNV) en 1895. Surgió en defensa de la etnia vasca, tradición y cultura, en peligro, según Arana,
por la supresión de los fueros de 1876 (centralismo) y la llegada masiva de inmigrantes (maketos)
por la industrialización. Proponía una Euskadi independiente, católica y tradicional, bajo el lema
Dios y Leyes Viejas.
En Galicia surgió el Rexurdimiento, que trataba de recuperar las tradiciones gallegas. Destacan
Rosalía de Castro y su marido Manuel Murguía quien fundó la Asociación Regionalista Galega en
1889, de marcada tendencia tradicional y menor implantación política que los otros nacionalismos.
Movimientos de carácter regionalista surgieron en otras zonas de España como Andalucía (Blas
Infante) o Valencia (organización Valencia Nova), pero su trascendencia política fue menor.
Desde el desastre de 1998 el aparente equilibrio político, ideado por Cánovas, se vio afectado por
la emergencia política y social de las organizaciones obreras, el republicanismo y el ascenso del
nacionalismo. En 1902 Alfonso XIII accedió al trono, cumplidos los 16 años, sustituyendo a su
madre y comenzó la segunda etapa de la Restauración.
Durante el reinado de Fernando VII (1808-33) la mayor parte de las colonias españolas en
América habían obtenido la independencia formándose una serie de repúblicas independientes
gobernadas por la minoría de los descendientes de españoles, los criollos. Tras el movimiento
independentista España solo poseía como colonias en América las islas de Cuba y Puerto Rico,
que junto con las Filipinas en Asia, constituían los últimos restos del gran Imperio Español de los
Austrias. En 1823 el presidente norteamericano Monroe había respaldado este movimiento de
independencia, mediante la frase “América para los americanos”.
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Desde mediados del siglo XIX la economía cubana tenía más relaciones comerciales con EEUU
que con España, a pesar del monopolio. Existía en la isla un movimiento que solicitaba una
liberalización económica y una mayor autonomía en lo político. El estallido de la Revolución de
1868 en España alentó este movimiento, pero lo único que se ofreció desde España fueron unas
medidas liberalizadoras que los independentistas consideraron insuficientes, exigieron constituirse
en una República independiente. Pero los españoles residentes en la isla, que se beneficiaban de
la situación de monopolio, se negaban a aceptar cualquier medida liberalizadora y exigían a
Madrid una política más dura frente a los independentistas. El conflicto degeneró en una guerra de
diez años, la llamada Guerra Grande (1868-78) que concluyó con la Paz de Zanjón (1878) firmada
por el general Martínez Campos tras conseguir la pacificación de la isla. España, además de
conceder el indulto a los insurgentes, se comprometía a permitir cierta intervención de los cubanos
Algunos líderes del independentismo, como Maceo, rechazaron la Paz y siguieron trabajando por
la independencia desde el exilio con el apoyo más o menos encubierto de Estados Unidos, pero la
calma se mantuvo en Cuba hasta 1895. Pero la paz solo fue una tregua porque en la isla la
sociedad seguía estando dividida entre los españoles, que querían la unidad, el monopolio y el
proteccionismo; los criollos, que querían la autonomía dentro de la soberanía española y el
librecambio; y los mestizos que querían la independencia de España. Cualquier intento de reforma
en uno u otro sentido chocaba con los intereses de algún sector de la sociedad española: así
Maura, ministro de Ultramar en 1892, presentó un proyecto de autonomía de Cuba y Puerto Rico
que pusiera a los criollos de parte de España, pero el presidente del gobierno, Cánovas,
presionado por el partido conservador, no sacó adelante el proyecto. Ante esta situación en 1895
la guerra vuelve a estallar.
Estará dirigida por José Martí, ideólogo y líder del independentismo cubano, deportado en España
durante el anterior conflicto, tras el cual se había trasladado a EEUU donde fundó el Partido
Revolucionario Cubano y entró en contacto con otros líderes del independentismo cubano como
Gómez y Maceo. Tras su muerte en un enfrentamiento con los españoles ese mismo año, la
guerra va a continuar dirigida por Gómez y Maceo (este último muere en 1896 en un
enfrentamiento). Estos van a optar por una táctica de guerrillas en las zonas rurales evitando el
enfrentamiento con el ejército español, muy superior. Nuevamente fue enviado Martínez Campos
a sofocar la rebelión, pero ante su fracaso fue sustituido por Weyler, que lleva a cabo una durísima
represión que logra reducir la guerrilla. Cánovas aprovecha esta mejor posición para introducir
algunas reformas, pero ya insuficientes (1897). Cánovas es asesinado por un anarquista y
Sagasta asume el gobierno, concediendo la autonomía en Cuba, a lo que se oponen los
españoles residentes en Cuba.
Entonces EEUU interviene directamente en Cuba enviando al acorazado Maine para proteger los
intereses de los residentes americanos. Cuando el Maine se hundió, el presidente americano
McKinley exigió a España la entrega de la isla previo pago de 300 millones de dólares. Ante la
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recuperó pronto y la repatriación de los capitales americanos permitió un gran desarrollo de la
banca española. Pero en el ámbito ideológico el desastre supuso un terrible desencanto y levantó
las voces de los regeneracionistas, corriente política que consideraba el sistema de la
Restauración como un sistema viciado. Existían dos tendencias: un regeneracionismo crítico
dentro del sistema, representado por Silvela o Maura, ministros del Partido conservador, que
aceptaban la validez general del sistema pero criticaban los aspectos más negativos y un
regeneracionismo fuera del sistema con figuras como Joaquín Costa que criticaban el sistema en
su totalidad. También el desencanto fue reflejado en la actitud pesimista de los intelectuales de la
llamada generación del 98 (Unamuno, Baroja, Valle Inclán, Azorín,…).
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(Suele entrar como tema)
A lo largo del siglo XIX hay un crecimiento demográfico lento pero sostenido. No obstante, el
crecimiento español estaba por debajo del europeo como consecuencia de las guerras del siglo
XIX, las crisis de subsistencia (provocadas por las malas cosechas, atraso agrícola y transporte
deficiente), epidemias periódicas (cólera, tifus y fiebre amarilla), y enfermedades endémicas como
la tuberculosis o la viruela, que diezmaron una población debilitada por la falta de higiene,
alimentos y cuidados médicos. La causa del escaso crecimiento estaba en la persistencia de un
régimen demográfico antiguo (salvo Cataluña): altas tasas de natalidad y mortalidad, es decir
crecimiento vegetativo bajo. La tasa de natalidad española, al finalizar el siglo era de las más altas
de Europa pero la elevada mortalidad la hacía insuficiente para permitir un fuerte crecimiento de la
población.
La mortalidad descendió a lo largo del siglo, al final del mismo era la segunda más alta de Europa
Las migraciones exteriores se dirigieron fundamentalmente a América (Cuba y Puerto Rico), pero
también emigraron al resto de Iberoamérica, aunque al principio eran clandestinas porque tras la
independencia americana se interrumpió hasta la 2ª mitad del XIX. Desde entonces la situación
cambió debido a la necesidad que tenia Iberoamérica de repoblarse, explotar sus recursos,
construir sus infraestructuras… España facilitó la salida porque había mucho atraso agrario lo que
causaba crisis y levantamientos, excedente mano obra agraria y la industrialización escasa, junto
al efecto llamada de los familiares o evitar el servicio militar de 3 años, “Quintas”. Eran varones del
medio rural, joven, soltero y sin cualificación procedentes de Galicia, Asturias y Canarias,
principalmente que se dirigían a Argentina (a la Pampa), Cuba (azúcar), Brasil (café), Venezuela
(petróleo) y Méjico. Algunos de los emigrantes conocidos como “indianos” hicieron “las Américas”
y cuando retornaron colaboraron en el desarrollo económico, político y social de sus lugares de
origen del país. Hacia USA y Canadá, fue una corriente emigratoria minoritaria, así como a
Australia. Como consecuencia, a finales del siglo habían emigrado en torno a un millón de
españoles.
La emigración hacia el norte de África coincide con la colonización francesa en Argelia de 1833.
Es una emigración con procedencia de Levante (Alicante, Murcia, Almería) ocasionada por la
debilidad de la estructura agraria y escaso desarrollo del regadío. Emigraron unos 160.000 de los
que solo el 12% llegó a propietarios, el resto sobrevivió. Aportaron poco a sus zonas de origen y
volvieron en 1911, cuando Francia aprueba la Ley de Naturalización. Hacia Europa la emigración
fue escasa y estacional; eran campesinos de Levante (Aragón, -Navarra - Castilla – León) que
emigraron para trabajar en la construcción o en el servicio doméstico. Uno de los hechos más
significativos fue el crecimiento de las ciudades que conocieron cierto desarrollo industrial y
contaban con puerto de mar, aunque debido al retraso de la industrialización el desarrollo de
urbanización fue lento.
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Las ciudades que más crecieron fueron Bilbao, La Coruña, Cádiz, Valencia y Barcelona entre
otras. Madrid por ser la capital de España y centro industrial y administrativo es la excepción. Solo
Madrid y Barcelona superaron los 500.000 habitantes. El aumento de la población urbana trajo
consigo problemas por la falta de viviendas, la revolución liberal y las desamortizaciones crearon
las condiciones necesarias para el diseño de las nuevas ciudades que derribaron las murallas
medievales. Las ciudades se extendieron más allá de los centros tradicionales propiciándose el
crecimiento espacial de estas (surgieron suburbios periféricos desordenados sin servicios).
No se permite la explotación económica ni la transformación de esta obra. Queda permitida la impresión en su totalidad.
(Barcelona- plan Cerdá, y Madrid (1861)-Plan Castro financiado por el marqués de Salamanca).
Tomándolos como ejemplo se construyeron otros en Bilbao, San Sebastián, Valencia o Zaragoza.
Estos ensanches con plano ortogonal y espacios reservados para jardines y fines sociales fueron
motivo para la especulación urbanística. Las ciudades comienzan a ejercer una gran influencia en
la sociedad favorecida por la facilidad de los desplazamientos, debido a la ampliación de la red de
transportes y abaratamiento de los mismos.
El proceso de industrialización en España tiene un retraso con respecto a Europa, además será
lento y desequilibrado debido a que la débil revolución demográfica y ausencia de una revolución
agrícola, falta de materias primas, fuentes de energía, dependencia de capital y tecnología
extrajera, ausencia de mercado interior y pérdida del mercado exterior, además, falta de espíritu
de empresa.
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El sector textil se desarrolla en Cataluña en torno al algodón, domina el mercado nacional, está
muy protegido y es incapaz de competir en el extranjero. El sector siderúrgico al principio se
desarrolla en Marbella (Málaga) y a partir de 1860 se instala en Asturias y Vizcaya aprovechando
una relación complementaria con Inglaterra, pero por falta de demanda su desarrollo fue débil. El
sector minero se nacionalizó durante el Sexenio, con la Ley de Minas 1868 quedó bajo dominio
extranjero y España pasará a ser exportadora de materias primas. El balance es una industria
escasa, tardía, desequilibrada y muy protegida, centrada en el País Vasco, Asturias y Cataluña.
Como consecuencia de esto el comercio exterior creció durante el siglo XIX pero se mantuvo
deficitario, España exportaba materias primas e importaba productos manufacturados
especialmente del Reino Unido y Francia.
En la segunda mitad del XIX se produjo una modernización de las infraestructuras, se mejoraron
Se creó una red radial entorno a Madrid, con un ancho de vía mayor que el europeo lo que
dificultó las comunicaciones con Europa. La expansión del ferrocarril contribuyó a la consolidación
de un mercado nacional, conectando los diferentes espacios económicos, uniendo los centros
productores con los centros de consumo y facilitando el traslado de alimentos, artículos
industriales y materias primas. Frente a las importaciones desde Gran Bretaña, en el siglo XIX se
llevaron a cabo políticas proteccionistas que limitaban la entrada de sus productos con la
imposición de aranceles. En España, los fabricantes de algodón catalanes, los productores
cerealísticos castellanos y los industriales vascos siderúrgicos solicitaban aranceles.
Frente a los partidarios del proteccionismo estaban los comerciantes y las compañías ferroviarias,
partidarios del librecambismo defensores de la menor intervención del Estado en la economía y
dejar que las fuerzas del mercado actuaran libremente. La política arancelaria española del S. XIX
pasó por 4 etapas: Un acusado proteccionismo, Arancel de 1826 prohibía la importación de 657
artículos. Una reducción paulatina del proteccionismo, Aranceles de 1841 y 1849 que prohibían la
entrada de 83 artículos y 14 respectivamente. Una política relativamente librecambista, el Arancel
de Figuerola 1869, por el cual las tarifas que se aplicaban se rebajaron o se suprimieron y no
prohibía la importación. Durante la Restauración el Arancel de 1891 que se prolongó hasta 1960.
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La banca privada tuvo escaso desarrollo hasta 1850, pero durante la Década Moderada hubo una
rápida acumulación de capitales que permitieron la creación de los primeros bancos privados, el
Banco de Barcelona y el madrileño Banco de Isabel II, que en 1856 se convirtió en el Banco de
España tras la fusión con el Banco Español de San Fernando y a partir de 1874 tuvo el monopolio
de la emisión de billetes; desde entonces pasó a realizar las funciones de un banco central y
asentó la nueva moneda nacional, la peseta, logrando la unidad monetaria. La progresiva
industrialización de algunas regiones propició la formación de nuevas entidades, así en 1855 se
creó el Banco de Bilbao y en 1857 el Banco de Santander, pero a finales de siglo es cuando el
sector se fortaleció con la creación de grandes bancos. La causa está en la repatriación de
capitales tras el desastre del 98, en este momento surgieron Banco Hispano Americano o el
Banco de Vizcaya 1901.
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anarcosindicalistas.
Del regeneracionismo partió el revisionismo político, para dar un nuevo impulso a la política de la
Restauración. Silvela lideró el Partido Conservador tras el asesinato de Cánovas. En sus cortos
gobiernos inició una política reformista (ministerios de Instrucción Pública y de Agricultura, reforma
En julio de 1909 estalló en Barcelona la Semana Trágica, en ella confluyeron varios problemas: el
catalanismo político (Ley de Jurisdicciones 1906, Solidaritat Catalana), los republicanos (Partido
Republicano Radical), y el movimiento obrero (Solidaridad Obrera). Los sucesos se iniciaron
cuando el Gobierno de Maura reclutó reservistas con destino a Marruecos, y las mujeres de
dichos reservistas se manifestaron para impedir el embarque. Las organizaciones obreras
convocaron una huelga general de protesta en Barcelona, que degeneró en un motín que duró
una semana. Se construyeron barricadas, hubo actos de proclamación de la República, quema de
edificios religiosos y numerosas detenciones. La dura represión con ejecuciones (Ferrer i
Guardia) acarreó críticas internacionales y una campaña de desprestigio (republicanos,
socialistas y liberales) provocando la dimisión de Maura.
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Al margen de los partidos dinásticos, las fuerzas políticas de oposición se fueron reforzando, estas
eran: El republicanismo principal fuerza de oposición pero fragmentada en diversos grupos,
defendían el progreso y la justicia social. En el reinado de Alfonso XIII surgen dos nuevos partidos:
Partido Radical fundado por Lerroux (anticatalanista, anticlerical y revolucionario) y el Partido
Reformista fundado por Melquiades Álvarez (más moderado que llegaba a admitir la monarquía
democrática y social). El nacionalismo más implantado era el catalán, y el partido más arraigado la
Lliga Regionalista, conservadora y que gobernó de 1914 a 1923. También destacaron otros
partidos nacionalistas como Acción Catalana. El republicanismo sería derrotado por la Lliga hasta
su unión en un solo partido en 1931, Esquerra Republicana de Catalunya.
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El nacionalismo vasco seguía teniendo su principal expresión en el PNV, apoyado en la burguesía
bilbaína, ultraconservadora y recelosa del progreso e industrialización. Creó su propio sindicato
Solidaridad de Obreros Vascos. También creció el nacionalismo gallego (Solidaridad Gallega),
junto al regionalismo valenciano y andaluz. Los socialistas, en su rama política (PSOE) y sindical,
(UGT) continuaban su lento crecimiento, principalmente en Madrid, País Vasco y Asturias. Sin
renunciar a la revolución social, cada vez participaban más en la vida parlamentaria, así en 1910
Pablo Iglesias se convirtió en el primer socialista en acceder a las Cortes. En cuanto a los
anarcosindicalistas, en 1910 nace la Confederación Nacional de Trabajadores (CNT) que llegó a
ser el sindicato mayor de España, con gran crecimiento tras la Primera Guerra Mundial. Se definía
como revolucionaria y defendía la huelga y el boicot hasta proceder a la huelga general
revolucionaria.
La primera etapa del reinado de Alfonso XIII estuvo marcada por el regeneracionismo. La muerte
de Canalejas (1912) abre un periodo de inestabilidad hasta la dictadura de 1923. La ruptura del
turno pacífico, junto a la descomposición del caciquismo, presentaba otras opciones políticas
como alternativas. Las repercusiones de la Primera Guerra Mundial (1914-1918) constituyeron un
punto de inflexión en el régimen de la Restauración. Cuando estalló el conflicto el gobierno de
Eduardo Dato declaró la neutralidad. La opinión pública se dividió entre aliadófilos y germanófilos.
La neutralidad le supuso a España un crecimiento espectacular de la demanda exterior de sus
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productos, pero el aumento de las exportaciones provocó un proceso inflacionista e incluso la
escasez de algunos productos básicos en el interior. Además, los beneficios de las empresas no
repercutieron en aumentos salariales equivalentes, sino que el enriquecimiento empresarial vino
acompañado del empobrecimiento general de los trabajadores, y la subida de precios de
productos de primera necesidad les hizo perder poder adquisitivo.
Ante esta situación, comenzaron las protestas populares: motines, disturbios, y huelgas
organizadas por sindicatos. La crisis de 1917 fue el reflejo de un descontento extendido por parte
de la sociedad (oficiales del ejército, clase obrera, políticos excluidos del sistema). Fueron en
realidad tres revoluciones entre los meses de junio y agosto, aunque no conectaron entre sí. La
protesta militar, desde 1916, el Ejército había organizado Juntas de Defensa (“sindicato” militar
ilegal). Sus objetivos: oponerse a los ascensos por méritos de guerra; solicitar subidas de sueldos
La oposición política, desde febrero las Cortes estaban cerradas por miedo al planteamiento de
problemas. Cambó, jefe de la Lliga, intervino y pidió reabrir las Cortes ante la formación de Juntas
de Defensa. Por la negativa del gobierno, se convocó a parlamentarios catalanes a una asamblea,
en ella se solicitó al gobierno la convocatoria de Cortes Constituyentes y que reconociera la
autonomía de Cataluña. Al tiempo se convocó a todos los parlamentarios españoles a una nueva
reunión días después. Esta convocatoria conocida como Asamblea de Parlamentarios ratificó los
acuerdos anteriores, firmaron catalanistas, republicanos y socialistas. El gobierno declaró
inconstitucional la asamblea y el movimiento fue disuelto. El movimiento obrero (UGT, CNT),
organizó una huelga general indefinida contra el régimen y el deterioro del nivel de vida de los
trabajadores, pretendían acabar en una revolución y el fin del régimen. Tuvo gran seguimiento en
Madrid, Barcelona, Asturias, Vizcaya y Zaragoza, en Andalucía solo los trabajadores urbanos. El
gobierno detuvo al comité de huelga y sacó las tropas a las calles. A final de agosto la huelga
estaba acabada, con un saldo de setenta muertos y dos mil detenidos.
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1922. Días antes de que el informe elaborado por la comisión de responsabilidades llegase a las
Cortes, Primo de Rivera dio un golpe de Estado por el que se imponía una dictadura militar como
solución a los problemas del régimen.
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En un contexto de crisis política y social, el 13 de septiembre de 1923, Primo de Rivera, capitán
general de Cataluña, dio un golpe de Estado en Barcelona, siendo apoyado por el monarca. Se
pasó de una monarquía parlamentaria a un régimen autoritario finalizando el Régimen de la
Restauración. El golpe de Estado tuvo bastante apoyo popular sin apenas oposición. En el
manifiesto de Primo de Rivera se anunciaba la llegada de un nuevo régimen, provisionalmente en
manos de los militares y proclamaba eliminar las elecciones y el Parlamento. La causa del golpe
militar fue el fracaso del sistema parlamentario liberal y la ineficacia política. Según Primo de
Rivera las causas fueron: Las derrotas en Marruecos (Annual), el aumento de los conflictos
sociales, la inseguridad ciudadana, los atentados terroristas anarquistas y el aumento del
republicanismo y de los nacionalismos periféricos.
En el Directorio Militar (1923-25) se suspenden la Constitución, las Cortes y los partidos políticos y
se instaura una dictadura creando un Directorio Militar para gobernar el país. Además concedió la
amnistía a los militares responsables de la derrota en Annual. Implanta el Estado de Guerra
Durante el Directorio Civil (1925-30), Primo de Rivera intentó institucionalizar el régimen para darle
continuidad y permanencia. En 1926 entraron en el Directorio 6 civiles, todos ellos de extrema
derecha. Se creó un partido único, La Unión Patriótica, formado por católicos, funcionarios y
caciques rurales. En 1927, Primo de Rivera convocó la creación de una Asamblea Nacional
Consultiva, formada en su mayoría por miembros de la Unión Patriótica, elegidos por sufragio
censitario para asesorarle. Se realizaron reformas como la política económica del ministro Calvo
Sotelo. Aprovechando los felices años veinte se realizaron grandes inversiones con un fuerte
intervencionismo estatal y proteccionismo. Se van a incrementar las inversiones públicas en
infraestructuras (carreteras, escuelas, obras hidráulicas…) y aparecen monopolios como
Tabacalera, Telefónica, Loterías y CAMPSA. También resalta una nueva política social que
pretendía eliminar los conflictos laborales. Para regular las condiciones de los trabajadores se
crearon los Comités Paritarios, organismos oficiales compuestos por el mismo número de
representantes de patronos y obreros y un representante del gobierno para mediar en caso de
conflicto.
Los principales opositores al régimen son los líderes de los antiguos partidos dinásticos y los
Sectores del Ejército, que se unen y realizan conspiraciones militares sin éxito, como la
“Sanjuanada”. Además, van a oponerse a la dictadura los Republicanos, Nacionalistas,
Anarquistas, Obreros, Intelectuales y la opinión pública. La oposición aumentó a partir de 1929. El
rey, al darse cuenta del peligro que suponía la dictadura para la monarquía, retiró el apoyo a
Primo de Rivera, quien acabó dimitiendo el 30 de enero de 1930. El general Dámaso Berenguer
fue el encargado de sustituirle (periodo conocido como la Dictablanda) y de preparar unas
elecciones para volver a una normalidad constitucional pero la oposición se organizó. Los
republicanos, catalanistas de izquierda y PSOE firmaron el Pacto de San Sebastián (agosto 1930).
En este pacto, se organizó un programa político para presentarse a las futuras elecciones y formar
un Comité Revolucionario que debía convertirse en el gobierno provisional de la futura República.
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Con este pacto buscaron una conspiración para hacerse con el poder pero fracasó por falta de
coordinación. Aunque los líderes revolucionarios fueron encarcelados una ola de protestas y
manifestaciones hizo que Berenguer presentara su dimisión. Alfonso XIII le sustituyó por el
almirante Aznar, quien convocó elecciones municipales para abril de 1931. Estas elecciones se
presentaron como una votación a favor o en contra de la monarquía. Aunque en las zonas rurales
ganaron los monárquicos, en las principales ciudades ganaron los republicanos. Al conocer el
resultado de las elecciones, miles de personas salieron a la calle a favor de la República. Ante
esta situación, Alfonso XIII renunció a la Corona, abandonó España y el 14 de abril de 1931 se
proclamó la II República.
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Reservados todos los derechos.
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Esta se caracteriza por una amplia declaración de derechos y libertades (educación, la protección
social, expresión, propiedad privada…) con sufragio universal masculino y femenino, por primera
vez en la historia de España. Proclama la división de poderes. El poder legislativo compuesto por
Cortes unicamerales, el poder ejecutivo recaía en el gobierno, encabezado por el presidente de la
República (mandato de seis años, poderes limitados pero capacidad de disolver la cámara dos
veces) y el poder judicial con independencia de los jueces, gratuidad de la justicia y la institución
del jurado. Por primera vez se reconoce el derecho a dotarse de estatutos de autonomía. Hubo
una separación iglesia-estado: se suprimía el mantenimiento del clero, veto de la enseñanza
eclesiástica y disolución de la Compañía de Jesús.
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La crisis mundial de 1929 llega con retraso a España pero provoca una serie de problemas
internos en España: paro, ralentización de la industrialización, descenso de los beneficios
empresariales, déficit de la Hacienda… Todo ello provocó el aumento del malestar social y los
conflictos por lo que el gobierno no pudo darles solución y perdió credibilidad. En 1933, Azaña va
a dimitir y Alcalá Zamora, disolvió las Cortes y convocó elecciones para noviembre, dando lugar a
la etapa del Bienio Conservador.
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Las reformas republicanas del bienio anterior (1931-33 ) y la conflictividad social aumentaron la
oposición del gobierno (Iglesia, grandes terratenientes, anarquistas, militares monárquicos…). El
centro derecha se organizó en torno al Partido Radical de Lerroux, que atrajo a empresarios,
comerciantes y propietarios agrícolas. En 1933 se crea la Confederación Española de Derechas
Autónomas (CEDA) con Gil Robles como líder. Se defendía la religión, la propiedad y modificar la
Constitución republicana. Los ultramonárquicos fundaron Renovación Española dirigida por José
Calvo Sotelo. Aparecen partidos y agrupaciones fascistas como la Falange Española (1933, José
Antonio Primo de Rivera). El general Sanjurjo da, en 1932, un golpe de estado fallido. Un año
después se crea la Unión Militar Española (UME), que agrupa de forma clandestina a militares
derechistas y anti reformistas, responsables del golpe de Estado de 1936.
El presidente del gobierno Azaña dimite por la falta de apoyo y Alcalá Zamora disolvió las Cortes y
convocó elecciones generales para noviembre. Las mujeres votaron por primera vez en España,
Después de la revolución el gobierno se derechiza. Gil Robles fue designado ministro de Guerra y
Francisco Franco jefe del Estado Mayor (secretario de Estado, bajo la autoridad del ministro de
Defensa). En 1934 la CEDA intentó modificar la Constitución, pero este proyecto no llegó a
votarse. En 1935 estalló un escándalo de corrupción, el caso del estraperlo, que provocó la
dimisión de Lerroux, entrando en crisis el Partido Radical. Gil Robles quiso encabezar un nuevo
gobierno, pero Alcalá Zamora, se negó convocando nuevas elecciones para febrero de 1936.
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Manuel Azaña será nombrado presidente de la República (oposición de derecha y parte del
Ejército) y Casares Quiroga jefe del gobierno. Las elecciones no redujeron la inestabilidad social.
La CNT se opuso a la moderación de las reformas del nuevo gobierno intensificándose las
huelgas. La derecha se radicalizó y la Falange Española fomentó el enfrentamiento civil y la
crispación política. Los enfrentamientos entre febrero y junio se extendieron por gran parte de
España. La conspiración militar adquirió fuerza cuando el general Mola se puso al frente. Su plan
consistía en organizar un pronunciamiento militar simultáneo en todas las guarniciones militares
posibles, siendo claves, Madrid y Barcelona. De gran importancia era el ejército de África (mejor
preparado) al mando del General Franco.
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Para frenar los rumores de golpe de Estado, el gobierno va a trasladar (no se atrevió a destituirlos)
a los generales más conflictivos: Mola (Navarra), Sanjurjo, Franco (Canarias) y Goded. Esta
conspiración militar contaba con el apoyo de la derecha (sectores monárquicos, carlistas, cedistas,
falangistas…). Su objetivo era retomar el orden público, frenar las reformas y centralizar el
gobierno con un directorio militar. El 12 de julio de 1936 el teniente de la izquierda republicana,
Castillo, fue asesinado en Madrid. Como represalia secuestraron y asesinaron a José Calvo
Sotelo, lo que aceleró el golpe de Estado y la sublevación se inició en Marruecos el 17 de julio de
1936 dando lugar a la guerra civil española (1936-39).
Un grupo de generales monárquicos y conservadores (Sanjurjo, Mola, Fanjul, Franco) junto con la
Falange y carlistas, preparaba desde el triunfo del Frente popular una conspiración militar para
acabar con la República. Ya se habían producido otros intentos, Sanjurjada 1932 y movimientos
de generales entre diciembre 1935 y febrero 1936 (Franco, Goded …). El asesinato de Calvo
Sotelo en julio de 1936, fue el detonante para el inicio de la sublevación. El golpe de Estado fue
organizado y liderado por militares. El estratega y jefe fue Mola, que pretendía instaurar un modelo
similar a la dictadura de Primo de Rivera. Sanjurjo debería dirigir el Directorio Militar que se debía
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crear tras el golpe, y Franco se incorporó al final. Los sublevados preveían un golpe breve.
El alzamiento se inició el 17 de julio en Melilla por el general Yagüe. Al día siguiente llegó el
general Franco desde Canarias y tomó el mando del ejército de África, mejor preparado de la
República. Ese mismo día se sublevaron otros jefes militares: Mola (Pamplona), Queipo de Llano
en Sevilla, Goded en Mallorca… El pronunciamiento triunfó en Castilla y León, Navarra, parte
occidental de Aragón, Galicia, Baleares, Canarias y en algunas ciudades andaluzas. Sin embargo,
la sublevación fracasa en el resto de la península (Madrid, Cataluña, País Vasco, Valencia…),
iniciándose el enfrentamiento entre los dos ejércitos, el sublevado y el leal a la República, en una
guerra civil que durará tres años y dividirá España en dos zonas. Ni el presidente Azaña, ni el jefe
de gobierno, Casares Quiroga, tomaron medidas los días 17 y 18, por lo que Casares Quiroga
dimitió y Azaña nombró a José Giral jefe de gobierno. Éste tomó su primera medida el 19 de julio,
El territorio republicano contaba con los núcleos industriales y urbanos, dominaba las zonas de
agricultura de exportación, además del oro del Banco de España. La flota quedó en sus manos
junto con la mitad de las tropas aunque no contaban con la fidelidad de los oficiales. El bando
sublevado contaba con la principal zona cerealística y militarmente con la mayor parte de los
generales y la mitad de los miembros del ejército además del ejército de África (47. 000 efectivos).
También se estableció un puente aéreo entre Tetuán y Sevilla. Los apoyos internacionales fueron
decisivos en la evolución y duración de la guerra. Ayudaron a los sublevados: Portugal (división de
los “viriatos” y control la frontera, además de permitir operaciones militares e introducir
armamento), Irlanda (legión fascista de San Patricio), la Italia de Mussolini y la Alemania de Hitler
(cobertura naval y aérea con legión cóndor sobre Guernica y material bélico) por su ideología afín
y para probar el material bélico de cara a una 2ª Guerra Mundial. El Estado Vaticano reconoció el
régimen en 1937.
Ayudaron a la república: la URSS con armamentos y carros de combate pagados con el oro del
Banco de España. La Internacional comunista reclutó a 50.000 combatientes voluntarios
antifascistas con las “brigadas internacionales”. México ofreció ayuda de municiones y acogió a
exiliados republicanos al finalizar la guerra. La Sociedad de Naciones constituyó un Comité
Internacional de No Intervención, propuesto por Francia y Gran Bretaña, al que se adhirieron otros
25 países como Alemania e Italia. El acuerdo prohibía la exportación a España y a sus posesiones
en el norte de Marruecos de todo material de guerra intentando que el conflicto no se trasladara al
plano internacional. La República intentó que la Sociedad de Naciones interviniera contra Italia y
Alemania por su intervención directa en la guerra, pero hasta después de un año no se aprobó
una resolución, que finalmente no fue aplicada. Las razones que dio Estados Unidos para
mantenerse neutral, fueron no alentar el “comunismo europeo”, sin embargo, grandes empresas
estadounidenses (Ford, General Motos o TEXACO) abastecieron al bando franquista.
La guerra civil española comenzó con una sublevación militar que quería terminar con la
República, pero lo que pretendía ser un golpe de Estado rápido se convirtió en un conflicto de casi
tres años de duración que se desarrolló en 4 fases. Primera fase (julio 1936-marzo 1937): Se
entró desde el Sur, con apoyo de Hitler y Mussolini, Franco y Yagüe cruzan el estrecho y avanzan
por Extremadura. Se intenta un ataque frontal a Madrid y el Gobierno se traslada a Valencia
(resistencia dirigida por una Junta de Defensa). Destacan las maniobras envolventes de Franco
sobre Madrid (batalla del Jarama y de Guadalajara) que fracasan y la guerra de columnas. Se
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toma Badajoz, Toledo, Irún, S. Sebastián, Málaga…
En la 2ª fase (abril 1937-noviembre 1937), Franco ataca el norte, cayendo Vizcaya, Bilbao,
Santander y Asturias. Destaca el bombardeo de Guernica (por la Legión Cóndor alemana) y el
fortalecimiento de los rebeldes. Los republicanos ganaron en las batallas de Brunete (julio) y de
Belchite (agosto). La 3ª fase (diciembre 1937-noviembre 1938) se inicia con el éxito republicano,
la batalla de Teruel. Franco desplaza la guerra al frente aragonés para dividir la zona republicana,
ocupando Castellón. Los republicanos lanzan una ofensiva y se produce la batalla del Ebro (la
más larga y sangrienta, julio-noviembre 1938) que destrozó a las tropas republicanas.
La evolución política fue muy compleja. En la España republicana se sucedieron tres gobiernos.
Tras la sublevación, Azaña sustituyó a Casares Quiroga por José Giral que armó a los obreros
(milicianos) provocando una revolución liderada UGT y CNT. Se produjo represión hacia
sospechosos de colaborar con sublevados y los anarquistas trataron de imponer la revolución
social. La mala preparación militar y la falta de un mando único favorecieron el avance sublevado.
Azaña encargó a Largo Caballero un nuevo gobierno (socialistas, republicanos, nacionalistas y
anarquistas). Creó el Ejército Popular y aprobó el estatuto de autonomía vasco. El gobierno se
trasladó a Valencia. Los enfrentamientos en Barcelona entre la CNT y la UGT por el control de
servicios públicos provocaron la sustitución de Caballero por Negrín, socialista moderado. Aisló a
los anarquistas, reforzó la autoridad del Estado y buscó ayuda exterior. Trató de negociar una
rendición “trece puntos de Negrín” pero Franco lo rechazó. Azaña dimitió tras la caída de
Barcelona y en Marzo de 1939 el general Casado dio un Golpe de Estado acelerando el fin de la
República.
En la zona sublevada, Mola organizó el golpe pero Franco tenía mayor prestigio. En Septiembre
de 1936 Franco fue nombrado Generalísimo Jefe del nuevo Estado. Se creó la Junta Técnica del
Estado (Burgos) y el Cuartel General (Salamanca). Se creó el Decreto de Unificación por el se
creaba la FET de las JONS (carlistas y falangistas). Franco configura su política con la Ley de la
Administración Central del Estado que concentra el poder militar y político en sí mismo y sustituye
la Junta Técnica por ministerios con ministros de confianza (militares la mayoría). El estado contó
con el apoyo del ejército, la Iglesia católica (calificó de cruzada la sublevación) y las FET de las
JONS. La legislación se caracteriza por: supresión del pluralismo político, censura, legalización de
la pena de muerte, unión iglesia-estado (catolicismo como religión oficial).
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México o Argentina entre otros. La producción agraria e industrial disminuyó y se destruyeron
infraestructuras. Por otro lado, aumentó la deuda externa (perdida de la reserva de oro del Banco
de España por republicanos y endeudamiento de Franco). España no se benefició del Plan
Marshal. El estancamiento económico obligó a recurrir a las cartillas de racionamiento hasta los
años 50. En política, el Franquismo duró casi cuarenta años. La Ley de Responsabilidades
Políticas envió a cárceles y campos de concentración a combatientes republicanos no exiliados.
Exteriormente, el contacto con regímenes fascistas hasta 1942 y la condena de la ONU al régimen
recrudeció el aislamiento internacional, hasta los acuerdos con Estados Unidos y la entrada en la
ONU en 1955.
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11.1. La creación del Estado franquista. Grupos ideológicos y apoyos sociales. Etapas de la
dictadura y principales características de cada una de ellas. El contexto internacional: del
aislamiento al reconocimiento exterior.
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sindicalismo vertical, que agrupaba a obreros y empresarios, supeditado al Estado (CNS).
Mediante la Ley de Responsabilidades Políticas (1939) y la Ley de Represión de la Masonería y el
Comunismo se dio una represión de republicanos además de un control de la información
mediante la censura.
El franquismo se institucionalizó a través de diversas leyes orgánicas: El Fuero del Trabajo (1938),
el Fuero de los Españoles (1945). Franco estableció que España era un reino mediante la Ley de
sucesión, para permitir la permanencia del régimen. El dictador no aceptaba a Don Juan de
Borbón, como sucesor por lo que pactó para que Juan Carlos, su hijo, viajase a Madrid para ser
educado como su sucesor. Encontramos varios grupos ideológicos llamados “familias políticas”. El
militarismo, el primer grupo, fue la base del régimen teniendo presencia en Cortes y Consejo de
Ministros. Algunos exigen el restablecimiento monárquico. La Falange (Nacionalsindicalismo)
Meses después de la victoria de Franco en 1939 estalla la II Guerra Mundial. El régimen no entró
en la guerra pero se mostró afín a los países del eje. Franco se reunió con Hitler en Hendaya
(para tratar las condiciones de entrada en la guerra pero fueron excesivas) y con Mussolini en
Bordighera. A pesar de ello, España envió a la división azul (voluntarios) para luchar en el frente
ruso pero ante la inminente derrota de Alemania se volvió a la neutralidad. Al finalizar la guerra, el
régimen fue criticado por los países vencedores lo que provocó: aislamiento del país, frontera con
Francia cerrada, el Concilio Vaticano II marca la separación del régimen y surgen organizaciones
críticas. Se eliminaron los aspectos fascistas más visibles del régimen y se promulgó el Fuero de
los Españoles y un indulto para los presos políticos. La apertura del país se debió en gran medida
al contexto internacional (Guerra Fría) ya que al bloque occidental le convenía un régimen
anticomunista.
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Reservados todos los derechos.
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reacción de Franco fue la remodelación del gobierno en 1957 y la creación del Plan de
Estabilización Económica (1959).
Entre las medidas más destacadas destacan la reducción de los gastos del Estado, congelación
de salarios y devaluación de la peseta. Además cesa el control del Estado sobre la economía y se
produce una apertura a los mercados exteriores (instalación de empresas extranjeras). El Plan de
Estabilización liberó la economía y permitió el despegue económico de los años sesenta, pero
provocó la emigración al exterior de muchos españoles. En los años del desarrollismo (años 60) la
economía española tuvo un crecimiento explosivo, pero desequilibrado. Esto fue favorecido por: la
abundante mano de obra del éxodo rural, la existencia de capitales acumulados en el interior,
ingresos del turismo y de dinero enviado por los emigrantes e industrialización de España,
concentrada en Madrid, Cataluña, País Vasco, Asturias y Valencia.
La estructura de la población activa se modernizó llegando a una división más o menos equitativa
entre los tres sectores económicos perdiendo fuerza el sector primario en favor del secundario.
También disminuyó el número de jornaleros, aumentó el de obreros y se desarrolló la clase media.
El crecimiento económico de este período transformó profundamente la sociedad española. Los
modos de vida y la mentalidad cambiaron, sobre todo entre los jóvenes de las ciudades, por la
influencia de los turistas europeos y la difusión de la televisión. Uno de los cambios más
destacados fue la incorporación de la mujer al trabajo fuera de casa y a la Universidad. El nivel de
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sanidad mejoró con la Ley de Bases de la Seguridad Social (1963); la educación era un objetivo
prioritario, aumentó la escolarización, y en 1970 se promulgó la Ley General de Educación.
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11.3. La oposición a la dictadura: principales grupos y evolución en el tiempo. La crisis del
franquismo desde 1973 a la muerte de Franco.
La oposición fue aumentando a lo largo de los años de dictadura. Hasta 1957 la oposición política
sufrió una dura represión. Surgió oposición monárquica, reclamando la restauración borbónica en
don Juan de Borbón (Manifiesto de Lausana) y otros opositores: la guerrilla de maquis; la Iglesia
(formación de asociaciones al finalizar la II Guerra Mundial) y reorganización del PCE y PSOE.
Los frentes de oposición se fueron ampliando a partir de los años 60. Surgió una oposición social
y obrera con huelgas laborales además de comisiones obreras (CCOO, asociación más activa en
la etapa final del franquismo). La universidad, reivindicó las libertades democráticas, con
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asociaciones como el Frente de Liberación Popular y protestas como la de 1965, con catedráticos
expulsados como García Calvo.
La iglesia se separa del régimen con el concilio del Vaticano II. La oposición política, desde el
exilio (Congreso del Movimiento Europeo / Contubernio Comunista de Munich), destaca con
el PCE y el PSOE que lideraron la Junta Democrática y la Plataforma de Convergencia
Democrática respectivamente. El Ejército (UMD-Unión Militar Democrática) influido por Portugal y
la Revolución de los claveles contra la dictadura de Salazar. El terrorismo de ETA, FRAP y
GRAPO, que protagonizarían la etapa final del franquismo. La cultura de oposición con figuras
como Ana Mª Matute gracias a la libertad de expresión y la Ley de Imprenta.
La etapa final del franquismo, (1969-1975), se caracterizó por un deterioro del régimen y del
En diciembre promulgó la Ley de Asociaciones Políticas, con tantos impedimentos que solo se
podían acoger las diferentes tendencias franquistas. El gobierno aprobó una nueva Ley
Antiterrorista que preveía la pena de muerte para delitos terroristas por la escalada de atentados
de ETA y FRAP. La retirada de embajadores por la ejecución de 5 activistas de FRAP y ETA
provoca una crisis. El régimen tuvo que hacer frente la caída de dos dictaduras (Portugal y
Grecia), protestas tras las sentencias de muerte de septiembre de 1975 y a la “marcha verde” en
Marruecos (Arias Navarro cedió la colonia finalmente). En noviembre de 1975 muere Franco,
dando fin a una larga dictadura personal, dejando un país en el inicio de una crisis económica y
expectante ante la actuación del nuevo Jefe de Estado, Juan Carlos de Borbón.
La Transición comenzó en noviembre de 1975 (Juan Carlos I rey y muerte de Franco), finalizando
en octubre de 1982, con la victoria del PSOE. Se dieron tres alternativas políticas: la continuidad
del franquismo (defendida por el bunker), la reforma política a partir del franquismo (propuesta por
aperturistas, se impone) y la ruptura democrática (defendida por la oposición democrática). El rey
asumió la jefatura del Estado el 22 de noviembre, jurando los Principios del Movimiento Nacional y
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las Leyes Fundamentales del régimen, pero con voluntad democrática. Decidió mantener a Carlos
Arias Navarro como presidente del Gobierno con ministros inmovilistas, militares, y reformistas
como Fraga, y Torcuato Fernández como presidente de las Cortes y del Consejo del Reino.
El terrorismo, iniciado a finales del franquismo, se convirtió en un gran problema. ETA, que
buscaba la independencia siguió actuando mediante atentados (en un principio solo contra
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abogados laboralistas comunistas en la calle Atocha. Con apoyo del Estado se creó el GAL
(Grupos Antiterroristas de Liberación) que atentó contra simpatizantes de ETA. Al ser sacado a la
luz, los responsables fueron juzgados y encarcelados, e influyó en la derrota socialista. Por el
acuerdo entre los gobiernos de España y Francia, esta última negó asilo político a los terroristas
de ETA.
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12.2. Las etapas políticas de la democracia. Los gobiernos de la UCD. El golpe de Estado de
23 de febrero de 1981. La alternancia política: gobiernos socialistas y gobiernos del Partido
Popular.
El gobierno de la UCD (1977- 81) se caracterizó por un clima de crisis económica y conflictividad
social. Se pedían reformas políticas, pero estas se veían amenazadas por grupos terroristas,
sectores del ejército, partidos ultras de izquierda y de derecha. La situación económica había
empeorado desde 1973, tras la crisis del petróleo. A mediados de 1977 la inflación llegó al 40 %,
el déficit del Estado era enorme, el paro y la conflictividad laboral aumentaban cada vez más… Se
propuso desde el gobierno un pacto entre las fuerzas políticas para mejorar la situación. Se
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firmaron los Pactos de la Moncloa (octubre de 1977), con medidas para luchar contra la inflación,
una reforma fiscal (más impuestos para rentas elevadas) y mejora de la Seguridad Social. Suárez
convocó nuevas elecciones generales (marzo de 1979).
UCD obtuvo la victoria mientras que el PSOE fue el partido más votado de la oposición. Poco
después se convocaron elecciones municipales, en las que el PSOE consiguió la alcaldía de las
principales ciudades (Madrid, Barcelona o Valencia). En noviembre de 1978 se desmontó la
“Operación Galaxia”, plan golpista para detener las reformas. A principios de 1981, estalló una
grave crisis política dentro de UCD al discutirse el liderazgo de Suárez presentando este la
dimisión como presidente del gobierno. Aprovechando la situación un grupo de militares realizó un
golpe de estado (23 de febrero de 1981), cuando el Congreso de los Diputados votaba la
investidura de Leopoldo Calvo Sotelo como presidente. Más de 200 guardias civiles dirigidos por
Las consecuencias de la crisis financiera e inmobiliaria llevaron a perder a los socialistas en las
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elecciones de 2011, a favor del PP, con Mariano Rajoy como presidente. La consolidación de la
democracia durante la transición, permitieron un gran desarrollo cultural y económico que trajo
consigo la creación de una sociedad de bienestar. La cultura española recibió el reconocimiento
internacional con el Nobel de V. Aleixandre y Camilo José Cela.
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1979, firmando el Tratado de Adhesión en 1985.
Con la integración, parte de la política interior está supeditada a los acuerdos con la Unión.
Encontramos varios acuerdos importantes. El Acta Única (1986) que pretendía conseguir un
mercado entre los Estados miembros y libre circulación de mercancías, personas, servicios… El
Tratado de Schengen (1991) suprimió los controles en las fronteras. El Tratado de la Unión
Europea o de Maastricht (1992) que cambió su denominación por Unión Europea y propuso la
unión política gradual. Se acordaron la Política Exterior y de Seguridad Común (PESC) y la
Cooperación en Asuntos de Interior y de Justicia (CAJI). Además, se propuso la Unión Monetaria
con el euro en los países que cumplieran los criterios de déficit público e inflación bajos. En 1998
el gobierno de Aznar consiguió cumplir dichos criterios. El euro sustituyó a la peseta en 2002.
La integración en la CEE se hizo de forma gradual mediante un período transitorio. Durante ese
periodo, los sectores económicos tuvieron que hacer importantes sacrificios para competir con los
otros países comunitarios. Supuso la pérdida de puestos de trabajo y el desmantelamiento o la
disminución de algunos sectores: pesca, agricultura, siderurgia. La contraprestación era la
apertura para los productos españoles a un amplio mercado. España, además, recibió importante
financiación procedente de los siguientes fondos comunitarios: FEOGA destinado a subvencionar
agricultores y modernizar su producción, FEDER, destinado a subvencionar a las regiones con
menor nivel económico (España fue uno de los grandes beneficiarios) y FSE, destinado a
favorecer el empleo de aquellos desempleados a causa de la competencia. El apoyo de la Unión
Europea ha contribuido al desarrollo de España, no sólo en el ámbito económico, sino que
también ha permitido el acceso a programas educativos europeos (Erasmus) y la libre circulación
de personas con igualdad de derechos.
Nuestro país ha modernizado los servicios públicos e infraestructuras con el apoyo del Banco
Europeo de Inversiones. De este modo, ha llevado a cabo las ampliaciones de los aeropuertos de
Madrid y Barcelona, el metro de Sevilla, la Ciudad de las Artes de Valencia, o la expansión del
puerto de las Palmas. Igualmente, cuatro de cada diez kilómetros de autovía han sido financiados
con fondos comunitarios.
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de duras políticas presupuestarias (recortes en el gasto educativo, disminución de las
pensiones…). En 1992 se inició un “Primer programa de Convergencia” demasiado optimista, pero
la crisis económica hizo que dos años después se aprobará un “Programa de Actualización” más
realista. El gobierno del PP dio prioridad al cumplimiento de los requisitos para acceder a la
moneda, además de poner en marcha planes. Finalmente se lograron los requisitos para acceder
a la moneda única europea. El euro entró definitivamente en la vida de los españoles el 1 de
enero de 2002. La moneda única produjo menos costes en el comercio europeo pero provocó un
aumento de la inflación en los países menos competitivos, entre ellos España.
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