Está en la página 1de 2

LA COSMOVISIÓN

El propio concepto de cosmovisión es, sin duda, difícil de establecer de manera


genérica, tal que todas las personas, habidas y por haber, lo entiendan y adopten,
debido a lo extremadamente complicado que sería conseguir una uniformidad de
pensamiento. Las diversas variantes existentes sobre esta expresión son tantas que
fácilmente una persona que jamás haya escuchado el término se sentiría abrumada,
pero es, precisamente este término, el que permite que existan dichas variantes.
El término cosmovisión fue formulado inicialmente por autores alemanes, entre ellos
destacan los filósofos Emmanuel Kant y Wilhelm Dilthey; y de acuerdo a su
etimología griega, la palabra provendría de “cosmos” que significa “el mundo” o “el
universo”, por lo cual el vocablo vendría a involucrar una visión global del mundo.
Existe un dicho: “cada cabeza es un mundo, y hay un mundo de cabezas”.
Es curioso que esta expresión nos de la respuesta al porqué de tantas y variantes
definiciones para un mismo tema. Relacionando la frase con lo que, según su
etimología, significa cosmovisión se podría decir que cada persona en el planeta
tiene su propia visión del mundo, y con “mundo” se entiende no sólo el aspecto físico
que rodea al individuo, sino también las concepciones que éste tiene sobre lo
espiritual, lo filosófico, lo humano, etc.
Por lo anterior las definiciones del término varían de acuerdo a la persona que la
formula. Siendo así que, entre tantas versiones, existen dos que a mi juicio se
complementan y dan una idea clara del tema.
Según Mario Mejía Huamán, filósofo peruano, la cosmovisión es:
“(…) la manera total de ver el mundo o la manera total de apreciar el mundo.
Con el término mundo hace referencia no sólo a la naturaleza física que
rodea al ser humano, sino a ese mundo espiritual propiamente humano.
Concibe que la visión del mundo sea distinta porque los hombres reales de
cada pueblo y cada nación son distintos.”
Esta versión se complementa con la del geólogo británico Arthur Holmes, quien dice
que la necesidad de una cosmovisión es cuádruple: “la necesidad de unificar el
pensamiento y la vida; la necesidad de definir la vida buena y encontrar esperanza
y sentido en la vida; la necesidad de guiar el pensamiento; la necesidad de guiar la
acción.”
De ahí estriba la importancia de la cosmovisión: es la mayor influencia en la forma
cómo interpretamos nuestras experiencias, sirve de base para nuestros
pensamientos y acciones.
La cosmovisión de cada persona, incluyendo el concepto en sí y lo que implica éste,
es desconocida para el individuo mismo, es decir, que en la vida cotidiana, en la
práctica, nadie conoce en plenitud todas sus creencias. Hay cosas e ideas en las
podemos creer y no somos conscientes de ello.
No obstante, siendo necesario hacerlo, mi propia concepción de la “cosmovisión”
como tal sería: conjunto de creencias, ideologías, suposiciones y concepciones que
tiene una persona y que hacen el papel de filtro en el momento de interpretar las
experiencias vividas y el mundo que lo rodea (a la persona). Concepciones ajenas
a los supuestos sobre la pertenencia a determinada cultura o grupo social que
sugiera que su cosmovisión está ya establecida y es inalienable e impermutable.
Tomando la última idea fácilmente se puede concluir que, en un mundo como el
actual en el que se atribuye una determinada cosmovisión a una cultura, sociedad
o grupo social, las implicaciones de adoptar x o y cosmovisión vendrían en
consecuencia y en dependencia de cómo la sociedad ha adoptado su postura sobre
ello, es decir que, aunque es erróneo decir que una persona tiene una “cosmovisión
cristiana” o cosmovisión capitalista, comunista, etc., la sociedad siempre va a actuar
a favor o en contra de una cosmovisión que “se salga” de los estándares que según
la misma (sociedad) están establecidos.
Referencia:
Universidad Centroamericana. (2014). Reflexión Teológica. (8ª. Edición). Managua:
Xerox. P. 41-44.

También podría gustarte