Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
El presente trabajo expone las principales ideas Heideggerianas sobre el arte, a partir del
análisis de los textos: "El Origen de la Obra de Arte", M. Heidegger, "Lo esencial de la
Poesía", Ídem.; "Heidegger y la verdad del Arte", "Estética, La cuestión del Arte", E.
Oliveras.
Biografía:
La obra de Heidegger suele entenderse como separada en dos períodos distintos cuya
ruptura se encontraría en el viraje (Kehre) experimentado por su enfoque filosófico, por lo
que es habitual hablar de dos etapas o momentos en su pensamiento. Esta decisión
señalada por estudiosos y críticos de su obra, el filósofo nunca la aceptó.
Segundo Momento: en el que, como el propio autor señala, concibe su pensamiento como
el desarrollo de una «historia del ser». El objetivo fundamental de esta «historia del ser»
radica en la comprensión de los vínculos entre el desarrollo de la cuestión del ser en la
filosofía y la historia de Occidente (aunque no señalado por muchos, encarar este momento
según este enfoque, nos lleva a reminiscencias hegelianas). Esta segunda etapa ya no
pretende abordar el «ser del tiempo» sino que se encara frente a los «tiempos del ser», en
este sentido puede ser comprendido el viraje que se produce en su filosofía.
Caminos del bosque es una obra de Martín Heidegger publicada en 1950. Allí se
encuentra “El origen de la obra de arte” (1936), que reúne conferencias pronunciadas entre
1935 y 1936. En otras obras muestra constantemente su interés por el pensar poético. Esta
admiración se fundamenta en su creencia de que la poesía es la más importante de todas
las artes, ya que considera que ella es la “casa del ser”, y los poetas, sus guardianes.
De allí que Heidegger presente un especial interés por las producciones poéticas, en
particular de Holdering, ya que para él, éste poeta, se ocupa en poetizar sobre la poesía; es
decir, en buscar la esencia de la poesía. A partir de lo producido por este autor, Heidegger
presenta la Esencia de la Poesía, concediendo a Holdering la autoridad de verdadero poeta.
“El hombre es un ser que ha de dar testimonio de lo que es”, es lo que interpreta Heidegger
del pasaje citado; es, entonces, el testimonio de su realidad lo que hace al hombre ser lo
que es, pero dicho testimonio sólo puede hacerse a través de la palabra, sobre la cual tiene
su advenimiento la historia misma; por eso es la palabra un bien del hombre, porque sólo a
través de ella puede realizarse como tal. Pero ¿por qué considera Hölderlin a la palabra
como el más peligroso de los bienes? Heidegger afirma que dicha calificación está basada
en la consideración de que a través de ella, de la palabra, se cae fácilmente en el error y la
desilusión, pues el producto de su poder creador, al verse contrastado con la realidad,
puede, muchas veces, no encontrar correspondencia y, así, el hombre quedar sumido en
una irrealidad. Por otra parte, el peligro de la palabra también consiste en que por la
apariencia de lo dicho se puede confundir lo esencial con lo no esencial, difuminándose así
el genuino decir y poniéndose en peligro la función esencial de la palabra. A pesar de estos
peligros la palabra es para el hombre un bien, no sólo porque a través de ella pueda
comunicar sus pensamientos y vivencias, sino porque gracias a ella el hombre obtiene y
ratifica su lugar en el mundo. “Únicamente donde haya palabra habrá mundo, esto es: un
ámbito, con radio variable, de decisiones y realizaciones, de actos y responsabilidades,
alborotos, caídas y extravíos. Solamente donde haya mundo habrá historia”.
Ahora bien, dado lo anterior, Heidegger continúa preguntándose ¿cómo viene al ser la
palabra? Y pretende sustentar la respuesta a partir del siguiente fragmento:
Pero ¿quién es el que realiza esa tarea de detener el tiempo y dar inicio a la historia? La
respuesta es explícita en la sentencia de Hölderlin “Los poetas echan los fundamentos de lo
permanente”. Con dicha sentencia se vuelve de nuevo a la cuestión inicial sobre la esencia
de la poesía. La poesía, dice Heidegger, es fundación del ser por la palabra de nuestra
boca; esto es, el poeta es el encargado de dotar al ente de ser y esencia a través del
nombramiento inicial, del vocablo esencial, llamándolo para lo que es y reconociéndolo
como ente, sacándolo de la arrebatada corriente del devenir e instalándolo en la realidad
histórica del hombre.