Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
2. LA FILOSOFÍA ANTIGUA
O EL PARADIGMA DEL SER
Cristina Alayza Prager 2
BIBLIOGRAFÍA OBLIGATORIA
Sobre Sócrates:
Bibliografía adicional recomendada:
HADOT, Pierre
2000 ¿Qué es la filosofía antigua?. México D.F.: FCE GUTHRIE, W.K.C.
(Prólogo y cap. 3: “La figura de Sócrates”, pp. 11-17, 1994 Los filósofos griegos: De Tales a Aristóteles. México
35-51). D.F.: FCE
• Capítulo IV: “La reacción hacia el humanismo.
Sobre Platón: Los sofistas y Sócrates” (pp. 74-92)
• Capítulo V: “Platón. 1) La doctrina de la ideas”
FARIETA, Alejandro y capítulo VI: “Platón. 2) Respuestas ética y
2013 “Conocimiento, descubrimiento y reminiscencia en el teológica a los sofistas” (pp. 93-136).
Menón de Platón”. Universitas Philosophica. Bogotá,
volumen 60, año 30, pp. 205-234. PRÁCTICAS
“Ante todo, por lo menos desde Sócrates, la opción por un modo de vida no se localiza al final del proceso
de la actividad filosófica, como una especie de apéndice accesorio, sino por el contrario, en su origen, en
una compleja interacción entre la reacción crítica a otras actitudes existenciales, la visión global de cierta
manera de vivir y de ver el mundo, y la decisión voluntaria misma; y esta opción determina, pues, hasta
cierto punto la doctrina misma y el modo de enseñanza de esta doctrina. El discurso filosófico se origina por
tanto en una elección de vida y en una opción existencial, y no a la inversa. En segundo lugar, esta decisión
y esta elección jamás se hacen en la soledad: nunca hay ni filosofía ni filósofos fuera de un grupo, de una
comunidad, en una palabra, de una ‘escuela’ filosófica y, precisamente, esta última corresponde entonces
ante todo a la elección de cierta manera de vivir, a cierta elección de vida, a cierta opción existencial, que
exige del individuo un cambio total de vida, una conversión de todo el ser y, por último, cierto deseo de ser
y de vivir de cierto modo. Esta opción existencial implica a su vez una visión del mundo, y la tarea del
discurso filosófico será revelar y justificar racionalmente tanto esta opción existencial como esta
representación del mundo. El discurso filosófico teórico nace, pues, de esta inicial opción existencial y
conduce de nuevo a ella en la medida en que, por su fuerza lógica y persuasiva, por la acción que pretende
ejercer sobre el interlocutor, incita a maestros y discípulos a vivir realmente de conformidad con su
elección inicial, o bien es de alguna manera la aplicación de un cierto ideal de vida.” (Hadot 2000: 13,
énfasis nuestro)
“Esto equivale a decir que no se pueden considerar los discursos filosóficos como realidades que existirían
por sí mismas, ni estudiar su estructura independientemente del filósofo que los desarrolló. ¿Podemos
separar el discurso de Sócrates de la vida y de la muerte de Sócrates?” (Hadot 2000: 15, énfasis nuestro)
• Estas indicaciones de Hadot sobre la filosofía en general y sobre la filosofía griega en particular son de
especial importancia a la hora de estudiar a Sócrates. No obstante, nos ponen de entrada ante un serio
problema en relación con la figura de Sócrates, pues si bien tenemos datos históricos y filosóficos que
nos permiten reconstruir su vida y su conducta ante la polis, no poseemos de él ningún escrito filosófico
propio porque Sócrates nunca escribió nada.
• ¿Cómo reconstruir entonces, de manera apropiada, la doctrina socrática (sin confundirla, además, con la
de la Platón)?
Cristina Alayza Prager 6
• Un primer aspecto de la doctrina socrática que es claro y compartido por todas las escuelas que se
reclaman “socráticas” es “la idea de filosofía concebida […] como cierto discurso vinculado con un
modo de vida y como un modo de vida vinculado con cierto discurso” (Hadot 2000: 36)
• Pero, ¿qué caracteriza ese discurso típicamente socrático que es a su vez un modo de vida? Hadot
reconoce cuatro rasgos distintos de la doctrina de Sócrates:
1. El no saber socrático y la crítica del saber sofístico (pp. 37-42)
2. El llamado del “individuo” al “individuo” (pp. 42-45)
3. El valor absoluto de la intención moral (pp. 45-48)
4. El cuidado de sí y el cuidado de los otros (pp. 48-51)
• ¿Cuál es el sentido de este “no saber socrático”? Lo que está haciendo Sócrates es rechazar la
concepción tradicional de saber; de ahí su “método” filosófico: la interrogación.
• “Su método filosófico consistirá no en transmitir un saber, lo que equivaldría a contestar las
preguntas de los discípulos, sino, por el contrario, a interrogar a los discípulos, porque él mismo
no tiene nada que decirles, nada que enseñarles, en lo tocante al contenido teórico del saber. La
ironía socrática consiste en fingir querer aprender algo de su interlocutor para llevarlo a descubrir
que no conoce nada en el campo en el que pretende ser sabio.” (Hadot 2000: 39, énfasis nuestro)
En ciertos pasajes importantes de la Apología de Sócrates, podemos apreciar estos cuatro rasgos distintivos de la
doctrina de Sócrates, a la vez que nos hacemos una idea de la visión socrática (y platónica) de la Atenas de su época.
Identifiquemos ambas cosas:
“Pues la verdad es lo que voy a decir, atenienses. En el puesto en el que uno se coloca porque considera que es el
mejor, o en el que es colocado por un superior, allí debe, según creo, permanecer y arriesgarse sin tener en cuenta
ni la muerte ni cosa alguna, más que la deshonra. En efecto, atenienses, obraría yo indignamente si, al asignarme un
puesto los jefes que vosotros elegisteis para mandarme en Potidea, en Anfípolis y en Delion, decidí permanecer
como otro cualquiera allí donde ellos me colocaron y corrí, entonces, el riesgo de morir, y en cambio ahora, al
ordenarme el dios, según he creído y aceptado, que debo vivir filosofando y examinándome a mí mismo y a los
demás, abandonara mi puesto por temor a la muerte o a cualquier otra cosa. […] En efecto, atenienses, temer la
muerte no es otra cosa que creer ser sabio sin serlo […]. Sin embargo, ¿cómo no va a ser la más reprochable
ignorancia la de creer saber lo que no se sabe? Yo, atenienses, también quizá me diferencio en esto de la mayor
parte de los hombres, y, por consiguiente, si dijera que soy más sabio que alguien en algo, sería en esto, en que no
sabiendo suficientemente sobre las cosas del Hades, también reconozco no saberlo. Pero sí sé que es malo y
vergonzoso cometer injusticia y desobedecer al que es mejor, sea dios u hombre. En comparación con los males que
sé que son males, jamás temeré ni evitaré lo que no sé si es incluso un bien.” (28d-29b)
“‘Mi buen amigo, siendo ateniense, de la ciudad más grande y más prestigiada en sabiduría y poder, ¿no te
avergüenzas de preocuparte de cómo tendrás las mayores riquezas y la mayor fama y los mayores honores, y, en
cambio no te preocupas ni interesas por la inteligencia, la verdad y por cómo tu alma va a ser lo mejor posible?’ Y si
alguno de vosotros discute y dice que se preocupa, no pienso dejarlo al momento y marcharme, sino que le voy a
interrogar, a examinar y a refutar, y, si me parece que no ha adquirido la virtud y dice que sí, le reprocharé que
tiene en menos lo digno de más y tiene en mucho lo que vale poco.” (29d-30a)
“En efecto, si me condenáis a muerte, no encontraréis fácilmente, aunque sea un tanto ridículo decirlo, a otro
semejante colocado por el dios del mismo modo que, junto a un caballo grande y noble pero un poco lento por su
tamaño, y que necesita ser aguijoneado por una especie de tábano, según creo, el dios me ha colocado junto a la
ciudad para una función semejante, y como tal, despertándoos, persuadiéndoos y reprochándoos uno a uno, no
cesaré durante todo el día de posarme en todas partes. No llegaréis a tener fácilmente otro semejante, atenienses, y
si me hacéis caso, me dejaréis vivir. Pero quizá, irritados, como los que son despertados […], dando un manotazo me
condenaréis a muerte ligera [….]. Después, pasaríais el resto de la vida durmiendo […]. En efecto, no parece humano
que yo tenga descuidados todos mis asuntos y que, durante tantos años, soporte que mis bienes familiares estén en
abandono, y, en cambio, esté siempre ocupándome de lo vuestro, acercándome a cada uno privadamente, como un
padre o un hermano mayor, intentado convencerle de que se preocupe por la virtud.” (30e-31b)
Jacques Louis David - La muerte de Sócrates (1787)
Cristina Alayza Prager 13
• Ahora bien, si el núcleo del pensamiento platónico es la Teoría de las ideas, podemos ordenar los
diálogos de Platón de acuerdo a la siguiente secuencia:
1. DIÁLOGOS SOCRÁTICOS O APORÉTICOS, en los que no aparece expresamente la Teoría de las Ideas
(Apología de Sócrates, Critón, Eutifrón, Cármides, Protágoras, Menón, etc.).
• En estos diálogos, Sócrates es una figura idealizada de Platón y casi se puede asegurar que
se expresa a través de él.
• Se dice que en estos diálogos no hay propiamente una enseñanza positiva, ninguna doctrina
que se exponga, sino más bien el sometimiento a examen de una posición inicial y su
reducción a una aporía. Estos diálogos tienen normalmente tres partes:
• Pregunta inicial: ¿qué es X?, donde X es algún valor popular o un saber establecido.
• Elenchos o examen del problema; lleva a la refutación de la posición inicial.
• Aporía o situación sin salida.
Este es el orden tradicional que se ha asignado a la producción platónica. Pero esta cronología no está
exenta de problemas; podríamos establecer la secuencia en función del personaje central, Sócrates, y las
cosas serían bastante distintas…
Cristina Alayza Prager 17
Como vemos por todo lo anterior, los diálogos platónicos son, cuando menos, ambiguos y misteriosos. En
tanto diálogos, los escrito de Platón son ficciones, puestas en escena, contienen acciones dramáticas. Por
eso, para leer a Platón, es imprescindible tomar en cuenta lo siguiente:
• No podemos tomárnoslo literalmente; Platón no está escribiendo tratados sobre los asuntos que
investiga.
• Nada de lo que se dice en el diálogo es casual, todo tiene un propósito.
• La acción dramática misma nos dice mucho de lo que las palabras de Sócrates callan.
• No podemos dejar de fijarnos en la caracterización de los personajes.
Cristina Alayza Prager 18
• Veamos un ejemplo de cómo se produce esto en un pasaje del diálogo Menón (70a-72d).
Menón (70a-72d) Cristina Alayza Prager 19
Menón. ― Me puedes decir, Sócrates: ¿es enseñable la virtud?, ¿o no es enseñable, sino que sólo se alcanza
con la práctica?, ¿o ni se alcanza con la práctica ni puede aprenderse, sino que se da en los hombres
naturalmente o de algún otro modo?
Sócrates. ― ¡Ah… Menón! Antes eran los tesalios famosos entre los griegos tanto por su destreza en la
equitación como por su riqueza; pero ahora, por lo que me parece, lo son también por su saber,
especialmente los conciudadanos de Aristipo, los de Larisa. Pero esto se lo debéis a Gorgias: porque al llegar a
vuestra ciudad conquistó, por su saber, la admiración de los principales de los Alévadas –entre los que está tu
enamorado Aristipo– y la de los demás tesalios. Y, en particular, os ha inculcado este hábito de responder, si
alguien os pregunta algo, con la confianza y magnificencia propias de quien sabe, precisamente como él
mismo lo hace, ofreciéndose a que cualquier griego que quiera lo interrogue sobre cualquier cosa, sin que
haya nadie a quien no dé respuesta. En cambio, aquí, querido Menón, ha sucedido lo contrario. Se ha
producido como una sequedad del saber y corre el riesgo de que haya emigrado de estos lugares hacia los
vuestros. Sólo sé, en fin, que si quieres hacer una pregunta semejante a alguno de los de aquí, no habrá
nadie que no se ría y te conteste: “Forastero, por lo visto me consideras un ser dichoso –que conoce, en
efecto, que la virtud es enseñable o que se da de alguna otra manera–; en cambio, yo tan lejos estoy de
conocer si es enseñable o no, que ni siquiera conozco qué es en sí la virtud.” También yo, Menón, me
encuentro en ese caso: comparto la pobreza de mis conciudadanos en este asunto y me reprocho el no tener
por completo ningún conocimiento sobre la virtud. Y, de lo que ignoro qué es, ¿de qué manera podría conocer
precisamente cómo es? ¿O te parece que pueda haber alguien que no conozca por completo quién es Menón y
sea capaz de conocer si es bello, rico y también noble, o lo contrario de estas cosas? ¿Te parece que es
posible?
Men. ― A mí no, por cierto. Pero tú, Sócrates, ¿no conoces en verdad qué es la virtud? ¿Es esto lo que
tendremos que referir de ti también en mi patria?
Sóc. ― Y no sólo eso, amigo, sino que aún no creo haber encontrado tampoco alguien que la conozca.
Men. ― ¿Cómo? ¿No encontraste a Gorgias cuando estuvo aquí?
Sóc. ― Sí.
Men. ― ¿Y te parecía entonces que no lo conocías?
Menón (70a-72d) Cristina Alayza Prager 20
• En la Apología de Sócrates, también encontramos un pasaje que nos señala, en la misma dirección, que
debemos dirigir nuestra atención hacia la búsqueda de la esencia. La escena es la siguiente:
• Según una de las acusaciones antiguas, Sócrates supuestamente enseña a tergiversar; pero de eso
mismo acusa Sócrates a los sofistas. El problema, pues, pasa por la cuestión de la verdad: ¿qué es
la verdad y cuál es el criterio para juzgar lo verdadero?, ¿a qué corresponde o de dónde proviene?
“Calias, le dije, si tus hijos fueran potros o becerros, tendríamos que tomar un cuidador de ellos y pagarle;
éste debería hacerlos aptos y buenos en la condición natural que les es propia, y sería un conocedor de los
caballos o un agricultor. Pero, puesto que son hombres, ¿qué cuidador tienes la intención de tomar? ¿Quién
es conocedor de esta clase de perfección, de la humana y la política? Pues pienso que tú lo tienes
averiguado por tener dos hijos.” (Apología de Sócrates, 20a-b, énfasis nuestro)
• ¿Quién es el más indicado para educar (de acuerdo con la “condición natural que le es propia”)? El que
sabe, el que conoce su objeto. Todo se juega en la pregunta: ¿quién es el que sabe?, ¿quién conoce
verdaderamente su objeto?
• Ese objeto de conocimiento es lo que hemos llamado esencia y que en otros diálogos Platón llamará
ideas. De ahí la Teoría de las ideas.
• Bajo esta perspectiva, los sofistas (supuestos educadores y sabios) presumen, entonces, de lo que no
tienen (conocimiento), mientras que Sócrates dice que no sabe educar y que reconoce su propia
ignorancia (20c).
APARECER SER
Conocimiento = conocer la
Opinión, interpretación, Objeto de conocimiento,
condición natural que le es
“habladurías” OBJETO EN SÍ / IDEA
propia virtud, excelencia
(Sofistas) (Sócrates)
Cristina Alayza Prager 22
LA REPÚBLICA DE PLATÓN
• La exposición más acabada de la Teoría de las ideas, núcleo de la filosofía platónica, la encontramos en
el diálogo la República. Pero la encontramos a modo de metáfora, en los famosos símiles de los libros VI
y VII: el símil del sol, el símil de la línea y la alegoría de la caverna.
• Por ello, para comprender bien estos símiles, es necesario conocer la estructura y la acción dramática
de dicha obra:
• El tema central de la República es, supuestamente, la justicia
• Se trata de un diálogo compuesto de 10 libros
LIBRO I
• Es una suerte de prólogo. Se plantea el tema respecto de cuál es la vida más beneficiosa para el ser
humano, si la justa o la injusta (cosa que está, evidentemente, relacionada con la virtud), el tema de la
relación entre felicidad y justicia. Se comentan nociones comunes sobre la justicia:
• Justicia es beneficiar a los amigos y perjudicar a los enemigos
• Justicia es lo que conviene al más fuerte
• Injusticia es excelencia (virtud, areté) y sabiduría
• Justicia es la excelencia (virtud, areté) del alma
• Al final, dice Sócrates: “[…] yo, antes de hallar lo que debíamos examinar primeramente, o sea, qué es
lo justo, lo he dejado de lado y me he abocado al examen de si lo justo es ignorancia o sabiduría y
excelencia; y luego, al ocurrírseme la cuestión de si la injusticia es más provechosa que la justicia, no
he podido abstenerme de pasar del asunto a éste; de modo que el resultado del diálogo es que ahora no
sé nada. En efecto, puesto que no sé qué es lo justo, mucho menos he de saber si es excelencia o no, ni
si quien lo posee es feliz o infeliz.” (354b-c)
• Sócrates reconoce aquí su propia ignorancia (primer paso decisivo para emprender el camino hacia
el verdadero conocimiento). Cada vez que esto ocurre, la continuación del diálogo depende del
interlocutor.
Cristina Alayza Prager 23
LA REPÚBLICA DE PLATÓN
LIBRO I
• En líneas generales, el problema al que se enfrenta Platón, tal como se presenta desde el Libro I, es cuál
es el tipo de vida más beneficioso para el hombre: si la justa o la injusta. La idea es examinar cuál es la
mejor forma de vida en función de la justicia presente en el alma.
• En este contexto, se presentan y discuten una serie de opiniones provenientes del sentido común y de
la tradición. Se parte de las apariencia, de las opiniones comunes respecto de la vida buena (vs. buena
vida). Lo que se encuentra es que las opiniones son diversas y contrarias, que hay una suerte de caos:
se afirma a la vez tanto que la justicia es excelente como que la justicia es lo que conviene al más
fuerte.
• Esto deja perplejo y confundido a Sócrates, de ahí que diga “el resultado del diálogo es que ahora no sé
nada” (reconocimiento de la propia ignorancia como primer paso y requisito indispensable para iniciar
una indagación más minuciosa y conceptual, dependerá de los interlocutores si esto se logra o no).
Resulta que se le pide que se pronuncie acerca de si la vida justa es la más beneficiosa, pero no se ha
esclarecido aún qué es lo justo, de modo que no puede abordar la cuestión que se le pide
correctamente. Lo que está mostrando aquí Sócrates es que el tema es complejo y que se debe ir con
orden, no de manera caótica y apresurada, en el examen de la cuestión.
• El diálogo podría terminar en el Libro I aquí de no ser por Glaucón y Adimanto. Ambos interlocutores son
perspicaces y están dispuestos a seguir indagando (hay otros interlocutores que no lo están y abandonan
el diálogo, como Trasímaco). Al inicio del Libro II, ellos afirman no querer dejar la cuestión, estar
dispuestos a emprender ese esfuerzo, a entrar en una investigación más detalla. El diálogo pasará,
entonces, a un nivel superior de análisis.
Cristina Alayza Prager 24
LA REPÚBLICA DE PLATÓN
LIBRO II
• Empieza la indagación sobre la justicia y se ofrece una definición preliminar: es un bien que anhelamos
tanto por sí mismo como por sus resultados. Pero la opinión común es que la justicia es un bien que
aspiramos a poseer solo por sus resultados. Habrá, pues, que examinar atentamente ambas posiciones.
• Esta investigación es difícil y compleja, de modo que Sócrates propone “leer en letras grandes lo que
está escrito en letras pequeñas”
• Letras pequeñas justicia en el alma, justicia propia del individuo (nivel micro)
• Letras grandes justicia en el Estado, en la polis (nivel macro)
LA REPÚBLICA DE PLATÓN
LIBRO II
4. Sócrates asume, luego, la defensa de la justicia. Pero, antes de hacerlo, sostiene: “La
investigación que intentaremos no es sencilla, sino que, según parece, requiere de una mirada
penetrante. Ahora bien, puesto que nosotros, creo, no somos suficientemente hábiles para ello,
dicha investigación debe realizarse de este modo: si se prescribiera leer desde lejos letras
pequeñas a quienes no tienen una vista muy aguda, y alguien se percatara de que las mismas
letras se hallan en un tamaño mayor en otro lugar más grande, parecería un regalo del cielo el
reconocer primeramente las letras más grandes, para observar después si las pequeñas son las
mismas que aquellas. […] Hay una justicia propia del individuo, ¿y no hay también una justicia
propia del Estado? […] ¿Y no es el Estado más grande que un individuo? […] Quizá entonces en lo
más grande haya más justicia y más fácil de aprehender. Si queréis, indagaremos primero cómo es
ella en los Estados; y después, del mismo modo, inspeccionaremos también en cada individuo,
prestando atención a la similitud de lo más grande en la figura de lo más pequeño.” (368d-369a)
• Esto no se puede perder de vista: los libros siguientes están enmarcados en este ejercicio de “leer en
letras grandes lo que está escrito en letras pequeñas”; lo que se presenta respecto del Estado es, en
realidad, una suerte de analogía o imagen de lo que sucede en el alma. Así pues, no podemos tomar
literalmente lo que se expone en ese libro.
• Otra pista clave que no podemos dejar de lado es lo que se ha mostrado en el libro I: el tema del orden.
Tanto el saber como el discurso debe estar orientado en función de su objeto. El pedido de Sócrates, al
final del Libro I cuando reconoce su propia ignorancia, es un pedido de orden: primero debemos indagar
sobre la verdadera naturaleza del objeto antes de pronunciarnos respecto de si está bien o mal. Esto es
algo que los sabios de la época (poetas, sofistas, etc.) no hacen al elaborar sus discursos.
Cristina Alayza Prager 26
LA REPÚBLICA DE PLATÓN
• El tema del orden estará íntimamente vinculado con la justicia. Un Estado justo es un Estado bien
ordenado, armónico, donde las partes funcionan conjuntamente de la mejor manera posible en función
del todo. Quien organiza y cuida el orden del todo es el gobernante, que debe ser el mejor de todos (el
más experimentado, el más sabio, el que tiene más visión, etc., de ahí que haya que vigilar la
educación). Algo similar ocurre en el alma y en la conducción de uno mismo: la mejor parte de uno
mismo (la parte racional), es la que debe orientar y conducir la vida del hombre.
• LIBRO III: Se empieza entonces por las letras grandes (justicia en la polis), que son más fáciles de leer.
En ese contexto, se presenta el tipo de educación que deben recibir los guardianes del Estado.
• LIBRO IV: Continúa análisis de la justicia en el Estado y se introduce la comparación entre las partes del
Estado (nivel macro) y las partes del alma (nivel micro). Tenemos el siguiente esquema:
EXCELENCIA MALOGRO
JUSTICIA OBJETO FUNCIÓN (virtud) (vicio)
LA REPÚBLICA DE PLATÓN
LIBRO V
• Se llega a la definición de la justicia como bien supremo. Al final del libro quinto, aparece por primera
vez la Teoría de las Ideas (a partir de 475e):
Sóc. ― Pues bien; el que cree que hay cosas bellas, pero no cree en la Belleza en sí ni es capaz de seguir al
que conduce hacia su conocimiento, ¿te parece que vive soñando o despierto? Examina. ¿No consiste el
soñar en que, ya sea mientras se duerme o bien cuando se ha despertado, se toma lo semejante a algo, no
por semejante, sino como aquello a lo cual se asemeja?
Glau. ― En efecto, yo diría que soñar es algo de esa índole.
Sóc. ― Veamos ahora el caso contrario: aquel que estima que hay algo Bello en sí, y es capaz de mirarlo
tanto como las cosas que participan de él, sin confundirlo con las cosas que participan de él, ni a él por
estas cosas participantes, ¿te parece que vive despierto o soñando?
Cristina Alayza Prager 28
LA REPÚBLICA DE PLATÓN
• LIBRO VI: Continúa la presentación de la Teoría de las ideas y se introduce la idea del Bien. Dice
Sócrates que “[…] con frecuencia me has escuchado decir que la Idea del Bien es el objeto de estudio
supremo, a partir de la cual las cosas justas y todas las demás se vuelven útiles y valiosas” (505a).
• Entonces se le pregunta a Sócrates qué es el Bien, pero él se rehúsa a contestar: “Pero me temo
que no sea capaz [de hablar del bien] y que, por entusiasmarme, me desacredite y haga el
ridículo. Dejemos por ahora, dichosos amigos, lo que es en sí mismo el Bien, pues me parece
demasiado como para que el presente impulso permita en este momento alcanzar lo que juzgo de
él. En cuanto a lo que parece un vástago del Bien y lo que más se le asemeja, en cambio, estoy
dispuesto a hablar, si os place a vosotros.” (506a-e)
Aquí aparecen el símil del sol y el símil de la línea que, junto con la alegoría de la
caverna, constituye la metáfora central de la Teoría de las ideas.
• LIBRO VII: Inicia con la alegoría de la caverna, que explica en qué consiste la formación dialéctica. Con
esta alegoría, se cierra la presentación de la Teoría de las ideas.
• LIBRO VIII: Se retoma la analogía entre alma (nivel micro) y Estado (nivel macro) respecto de la justicia.
Se empieza por el alma y el Estado justo y luego se van presentando las formas decadentes.
1. El bueno, el justo aristocracia, el gobierno de los mejores (figura del rey filósofo)
2. El que busca honores timocracia
3. El que busca riquezas oligarquía (falta de unidad, escisión entre ricos y pobres)
4. El hedonista o libertino democracia (sinónimo de anarquía: se trata lo desigual como igual)
5. El concupiscente tiranía (forma de gobierno y de vida más decadente, caos total)
• LIBRO IX: Se demuestra la superioridad del hombre justo sobre el injusto y, con ello, la superioridad de
la justicia sobre la injusticia: el que comete injusticia esclaviza lo mejor de sí, y, si la oculta y no la
supera, se vuelve más perverso.
• LIBRO X: Se retoma el tema de la poesía y de su utilidad para el alma.
Cristina Alayza Prager 30
“[…] Platón nos presenta una idea de las fuentes morales. Nos dice a dónde hemos de ir para para acceder a un
estado moral superior. Y podemos decir que el lugar que nos señala es el ámbito del pensamiento.” (Taylor 2006:
167)
“La razón es la capacidad para ver y comprender. Comprender por la razón es ser capaz de ‘dar razones’ o de ‘dar
una explicación’ (‘logon didonai’, 534B). Por tanto, estar regido por la razón es estar regido por la visión o
comprensión correcta. La visión o comprensión correcta que de nosotros tenemos es la que capta el orden natural
[…]. Platón ofrece lo que podríamos denominar una concepción sustantiva de la razón. la racionalidad se enlaza con
la percepción del orden; y por eso reconocer la capacidad para la razón es ver el orden tal cual es. […] Pero el orden
con que la razón está conectada criterialmente no es precisamente un mundo que estuviéramos tentados a llamar
‘interno’, el de los diferentes objetivos, apetitos y elementos del alma. Más fundamental es la conexión con el orden
de las cosas en el cosmos. Este orden se relaciona con el orden correcto del alma como el todo se relaciona con la
parte […]. Pero no sólo por esa razón es más importante. La verdadera razón es que sólo en el plano del orden en su
conjunto puede uno ver que todo está ordenado para el bien.” (Taylor 2006: 175-176, énfasis nuestro)
“Y no podemos percibir uno de esos órdenes [orden del alma y orden del cosmos] sin el otro. Porque el orden
correcto en nosotros es ser regidos por la razón, lo que no puede ocurrir a no ser que la razón alcance su plena
realización, que se halla en la percepción del Bien; y, la mismo tiempo, la percepción del Bien es lo que nos hace
verdaderamente virtuosos.” (Taylor 2006: 176-177)
“Para Platón el tema clave es hacia dónde se dirige el alma […], la cuestión crucial es hacia qué objetos se dirige el
alma y de cuáles se nutre. El alma como algo inmaterial y eterno debería volverse hacia lo inmaterial y eterno.”
(Taylor 2006: 178)
“Ser regidos por la razón significa tener la vida configurada por un orden racional preexistente.” (Taylor 2006: 179)
* TAYLOR, Charles
2006 Fuentes del yo: La construcción de la identidad moderna. Barcelona: Paidós
(segunda parte, cap. 6: “El autodominio de Platón”, pp. 167-182).