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Reenvio
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TEMA V
EL REENVÍO Y LA CALIFICACIÓN.
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CORTESIA DE: JOSE BATISTA
Pero esta ley, la ley inglesa, remite a la ley americana, por estar los Estados
Unidos el domicilio del interesado. Si el juez francés acepta esta remisión de la
ley inglesa a la ley de un tercer país (la ley americana), tendremos la remisión
de segundo grado".
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5.2 CASO FORGO; OPOSICIÓN DOCTRINAL AL REENVÍO.
Javier Forgo era un hijo natural, de nacionalidad bávara que a edad de cinco
años fue llevado por su madre a Francia. Toda su vida vio en Pau, donde murió
a los sesenta y ocho años, sin adquirir domicilio, dejando una herencia de
bienes muebles, y no dejó al morir mujer ni descendientes. Su herencia fue
reclamada por el Estado francés y r unos parientes colaterales de la línea
materna.
El Estado francés se apoyaba en el artículo 768 del Código Civil según el cual,
en ausencia de descendientes y de cónyuge supérstite sucesión de los hijos
ilegítimos corresponde al Estado.
La norma de conflicto francesa remitía a la ley del domicilio que Forgo había
conservado, pero la norma que había que consultar en la legislación bávara no
era de derecho material o sustantiva, la cual reconocía el derecho a los
colaterales del causante, sino, y así fue, la norma de conflicto, que como
apuntamos, enviaba la regulación de la herencia mobiliaria a la ley del domicilio
de hecho o efectivo.
En la obra citada de Niboyet se amplía esta idea al referirse a que "La admisión
de la remisión es contraria al fundamento mismo de la Soberanía y al principio
de la independencia de los Estados".
"Aún admitiendo la tesis del asunto Forgo -nos dice Niboyet- las disposiciones
del Derecho bávaro son indivisibles.
En efecto, la ley bávara remite a la ley francesa. Pero ésta, a su vez es
igualmente indivisible, de modo que es preciso aplicarla tanto en SU! reglas de
Derecho Internacional como en las otras.
Los tribunales ingleses también ha acogido el reenvío a partir del siglo XIX. En
Alemania se ha admitido en varias ocasiones el reenvío en sus dos formas en
materia de estatuto personal, familia y sucesiones.
"El Tribunal de Montpellier alegó rotundamente que "El Tribunal era legalmente
competente conforme a lo dispuesto en la legislación española pues según el
arto 20 de la Real Orden de 1ro de febrero de 1887, el Tribunal competente en
materia de transporte es el del Centro Social de la Compañía, el del lugar de la
expedición o el del lugar de destino a elección del expedidor".
Se puede observar que las leyes de algunos países han admitido el reenvío
especificando la referencia a determinada materia.
Así, por ej. el citado arto 27 del Código Civil alemán, la ley Polaca de 1926, y
otras, se refieren a la admisión del reenvío en materia del estatuto personal.
Por otro lado algunos autores advierten sobre otras materias sobre lis que no
funciona la remisión. Así las referentes a la forma de los actos o a la autonomía
de la voluntad en los contratos. Refiriéndose precisamente a la ley Locus Regit
Actum ya la ley de autonomía, Niboyet dice: .Cuando el poder soberano de un
país ha determinado la ley que le parece competente, según la opinión que
tenga del Derecho y de la justicia, la independencia de los Estados se oponen
en absoluto a que esta regla se incline ante otra regla diferente, de un país
extranjero.
Batiffol, a su vez dice que: "Conviene aportar dos límites al funcionamiento del
reenvío. El primero concierne la ley de autonomía. Si un contrato contiene una
referencia implícita a la ley italiana, poco importa que el sistema italiano de
conflicto reenvíe, en ausencia de designación expresa de la ley aplicable, a la
del lugar de conclusión: el sentido de nuestra regla es que las partes han
entendido concluir un asunto italiano, es decir que solamente el derecho
comercial italiano les conviene
"La regla locus actum da lugar a una solución análoga. Su sentido es que un 8
acto será válido en la forma si éste respeta la ley del lugar donde se llevó a
cabo. Esta -ley locus regit actum- garantiza a las partes la validez de su acto
si las mismas han consultado, para darle forma a su acuerdo a la ley que
estando a su alcance inmediato éstas pueden conocer más fácilmente: la
misma debe interpretarse en el sentido de excluir el reenvío".
Son varias las formulaciones teóricas que buscan justificar el reenvío. Cabe
mencionar, entre otras, la llamada teoría del desistimiento.
Hemos constatado que si bien los diversos sistemas modernos han establecido
reglas para la solución de conflictos de leyes en materia de personas, de
bienes, de actos y de procedimiento, no menos cierto es que no se ha podido
superar las divergencias en cuanto a los puntos de conexión, que no siempre
coinciden
Entretanto, incluso los mismos autores que atribuyen ese mérito a Bartin,
aceptan que realmente el problema había sido ya planteado en Alemania por el
jurista F. Kahn en 1891, aunque no con el nivel de claridad que se le reconoce
a Bartin.
En este tercer tipo de conflicto está el centro del problema de las calificaciones.
Como se desprende del título mismo de la publicación de Bartin, la
imposibilidad de arribar a la solución definitiva de los conflictos de leyes, este 11
autor la deducía del hecho de que, aunque fueran semejantes las normas de
conflicto para regir la forma y la capacidad, el conflicto no se resolvía si para los
Estados en sus respectivas legislaciones forma y capacidad tienen diversas
naturalezas.
De allí que, para Bartin, así como para otros autores ya citados, como Niboyet,
el conflicto de calificación es un conflicto acerca de la naturaleza misma de la
institución.
Bartin ofrece otro ejemplo, igualmente clásico. Se trata del caso de un holandés 12
que otorga en Francia un testamento ológrafo.
Tanto en Francia como en Holanda la forma de los actos se rige por la ley de
celebración del acto jurídico.
La capacidad en ambos países se rige por la ley nacional. Como vemos existe
uniformidad de reglas en los dos países sobre las referidas materias. Ahora
bien, la ley holandesa prohíbe ese género de testamento -ológrafo- y especifica
que el holandés que se en encuentra en el extranjero no podrá otorgar
testamento mas que por un acto auténtico.
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5.9.- SOLUCIÓN DEL CONFLICTO DE LAS CALIFICACIONES POR LA LEY
DE FORO; COMPETENCIA DE LA LEX CIVILIS CAUSAE.
El arto 6 del Código de Bustamante establece: "En todos los casos no previstos
por el presente Código, cada Estado contratante aplicará su propia calificación
a las instituciones o relaciones jurídicas que hayan de corresponder a los
grupos de leyes mencionados en el arto 3".
Una excepción a la competencia de la lex fori para fijar la califi cación, con Una
base ampliamente aceptada en la doctrina, es la de la aplicación de la ley del
lugar de la situación a la calificación de si un bien es mueble o inmueble,
.
En efecto, las legislaciones varían en cuanto a determinar cuáles son los
bienes que se incluyen entre los bienes muebles y cuáles otros entre los
inmuebles. 15
Esta excepción fue admitida por el propio Bartin. "Que el bien sea calificado
mueble o inmueble, la ley aplicable al estatuto real es la misma, o sea la de la
situación. Por consiguiente, esta calificación no inter. viene para la que la regla
de conflicto entre en juego, así pues, se hace inaplicable la ley del foro.
Y añade "Cualquiera que sea la solución adoptada, la cosa está si. tuada en el
país mismo, siendo, por lo tanto, mucho más sencillo, para conocer su
naturaleza, someterla a la ley del país donde se encuentre. 11
Si el juez americano estima que debe someter una situación mobiliaria a la ley
del domicilio, es a él quien corresponde decir lo que en. tiende por bien mueble.
12 Si deja esta determinación al cuidado del juez de la situación, en realidad
abdica entonces a favor del mismo la facultad de determinar los límites dentro
de los cuales se aplicará talo cual ley Basta con que en el país de la situación
se consideren como inmuebles bienes que en América estén comprendidos
entre los muebles, para que la solución del conflicto de leyes quede
completamente falseada. Habría en esto un grave ataque a la independencia
de las soberanías. Si la lex fori debe aplicarse en las demás hipótesis,
igualmente debe intervenir en ésta" .
Otra excepción formulada por Bartin a la lex fori se refiere a los casos en que
tenga relevancia la autonomía de la voluntad en los que es aplicable, la ley
establecida por los interesados.
En efecto, según Bartin, ya que las partes pueden elegir la ley, pueden
igualmente elegir la calificación. Se trata de una materia en la que las partes
son dueñas de la ley, pudiendo también, por lo tanto, elegir la calificación.
De modo que, cada vez que se trate de una materia facultativa, las partes
pueden determinar, no sólo la ley que regirá el contrato, sino también la
calificación necesaria para determinar esta ley. 16
Entretanto, existe una corriente doctrinal, sostenida por ilustres juristas como
Despagnet, Wolf, Frankenstein, y otros, según la cual la ley competente para
regir la calificación debe ser las misma ley aplicable establecida en la regla de
derecho internacional privado, conforme al derecho civil declarado aplicable.
"Es necesario dice Wolfpartir del principio de que una ordenación de Derecho
fute nacional Privado concibe todo precepto jurídico extranjero y toda institución
jurídica en él basada de la misma manera que aquel mismo derecho extranjero
concibe aquellos preceptos e instituciones, porque carece de una calificación
jurídica propia para las creaciones del derecho extranjero y debe someterse,
De esa consideración de Wolf se desprende que el juez nacional que tiene que
aplicar una ley extranjera, tiene que aplicar asimismo
aquellas normas extranjeras cuya aplicación es consecuencia de la calificación
legal extranjera.
Vemos, pues, que para los defensores de esta doctrina la ley extranjera debe
aplicarse como lo haría el tribunal juzgador del país para el que la ley
extranjera fue dictada. Es la lex causa e, denominada también estatuto eficaz o
estatuto de efecto.
La objeción a la misma parte de las razones que justifican la lex fori, es decir,
que no es posible calificar por la ley competente ya que no se sabe cuál es la
ley competente si previamente no se ha hecho la calificación.
Otra tendencia doctrinal, no abarcada por las dos anteriores -lex fori, lex civiles
causae es la que sostiene Rabel, según el cual la relación concreta de que se
trate debe calificarse en base al derecho comparado, y ello con referencia a la
norma de conflicto y no al derecho interno.
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El método comparado demuestra la similitud entre las instituciones, lo que
implica que, mediante una abstracción, podrían crearse nociones más
abstractas, valederas para los diversos sistemas nacionales.
Así, si se hace referencia a la tutela; esta expresión no alude a la tutela regida
por el Código civil alemán, sino alo que generalmente se entiende por tutela, o
sea a todas las instituciones de derecho que tiende a regular la representación
o la protección de las personas no enteramente capaces, que no están bajo la
patria potestad o la parental.
"Puesto que todos los países no tienen la misma concepción acerca del estado
de las personas, un Tratado -dice Niboyet- debe comprender dos especies de
reglas; una regla para solucionar los conflictos de leyes y, además, la
calificación necesaria para aplicar una regla...
Vemos por ejemplo, que Pillet, eminente jurista francés, advierte una identidad
entre las leyes generales y las leyes de Orden Público; para él, la ley de orden
público es la ley competente, ley normalmente competente. "No existen leyes 19
generales de una parte, y leyes de orden público, de otra; ambas son la misma
cosa. Cuando una leyes general, es que es de orden público; y cuando una
leyes de orden público es que tiene que ser general".
Bartin establece una diferencia entre las leyes de orden público que son de
naturaleza territorial y de competencia normal en cada país -leyes
constitucionales, penales administrativas, procesales, fiscales- y ante las
cuales la ley extranjera no tiene competencia, y aquellos casos en los que la
ley extranjera es competente, mas de imposible aplicación por impedido el
orden público.
1) Las leyes de orden público -en las que incluye las constitucionales, las 20
administrativas, las de nacionalidad, y otras enmarcadas en derecho público
del estado;
2) Las leyes referentes a la seguridad de las personas.;
3) Las leyes acerca de la propiedad;
4) Las leyes de crédito público;
5) Las leyes procesales de ineludible cumplimiento;
6) Las leyes fiscales;
7) Las leyes morales;
Las primeras pueden ser derogadas por las disposiciones de la le} extranjera,
las segundas excluyen la aplicación del derecho extranjero.
Este autor se inclina a favor del empleo del término "orden público". Sin
agregar otro calificativo.
Batiffol a su vez nos dice que "La terminología más segura, cuando parece útil
la especificación, consiste en ubicar el orden público en el marco del derecho
internacional privado, o el orden público, en el marco del derecho civil interno.
Ala luz de las consideraciones que hemos venido exponiendo sobre la noción
de orden público, el recurso que hace el Código a la citada terminología es
inadecuado y se presta a confusión.
En efecto, el artículo 3, párrafo 1, al referirse a distintas leyes en materia de
derecho civiles y de garantías individuales clasifica "las que se aplican a las
personas en razón de su domicilio o de su nacionalidad y las siguen aunque se
trasladen a otro país, denominadas personales o de orden público interno": o
sea, las leyes personales la identifica con las de orden público interno.
En el párrafo 2 dice: "las que obligan por igual a cuantos residen en el territorio,
sean o no nacionales, denominadas territoriales, locales o de orden público
internacional; en otras palabras, las normas territoriales son sinónimo público
internacional. Los artículos 4 y 5 consagran como leyes de orden público
internacional a) los preceptos -constitucionales y b) todas las reglas de
protección individual y colectiva, establecidas por el derecho político y
administrativo.
Ahora bien, los efectos de esta noción varían, según se trate de la adquisición
de derecho en el país donde se invoca el orden público o del respeto en este
último de los derechos adquiridos en el extranjero "El orden público -señala
Batiffol- puede no oponerse a los efectos en Francia de los derechos adquiridos
en el extranjero, pero sí se opondría a su adquisición en Francia".
En efecto, este autor nos habla que, en una época cuando toda de manda de
divorcio en nombre de una ley extranjera era considerada contraria al orden
público en Francia, la Corte de Casación admitió sin embargo que el extranjero
divorciado en el extranjero podía volver a casa en Francia sin que el orden
público se opusiera a ese efecto de su divorcio.
Nos refiere Batiffol que en 1953, sobre esta materia, la Corte de Casación
afirmó en una fórmula general, como resultado de los fallos que sirvieron de
precedentes, que "la reacción frente a una disposición contraria al orden
público no es la misma en el caso cuando ésta obstaculice el matrimonio, y
éste, por si sólo, no es inconciliable con el orden público, aún cuando sea una
consecuencia de divorcio obtenido anteriormente. (Ejemplo transcrito de la cita
obra de Niboyet,
Hay casos cuando el efecto del orden público no sólo es negativo, dice Niboyet,
sino, a la vez negativo y positivo, en el sentido de que se empezará por no
aplicar la ley extranjera -efecto negativo- pero además, se aplicará al caso la
ley vigente en el lugar del tribunal juzgador -efecto positivo-. "Dos Servios
-narra Niboyet refiriéndose a los efectos negativos y. positivos aplicados a la
institución del matrimonio- contrajeron matrimonio en Paris.
La ley Servia exige, para que el matrimonio sea válido, una ceremonia religiosa
y como el matrimonio contraído en Paria por dichos individuos fue un
matrimonio civil, o sea, sin ceremonia religiosa, se planteó el problema de la
validez o de la nulidad de su matrimonio. Estando normalmente sometido el
matrimonio a la ley nacional de los contrayentes, había que aplicar, en
consecuencia, la ley Servia.
Ante todo, no aplicar la ley extranjera: efecto negativo; pero como eso, en
definitiva no conducía a ningún resultado, se ha aplicado la ley francesa, la cual
autoriza el matrimonio civil.
Ciertamente, hay que partir del criterio de que la noción del orden público es de
carácter esencialmente nacional. Ello implica supeditar la respuesta a las
preguntas formuladas arriba a la coincidencia o diferencia del orden público del
tercer país con los órdenes públicos de los países respectivos.
Niboyet nos habla de dos casos; a) cuando el orden público es el mismo tanto
en el país de "importación" como en los de "exportación" "supongamos un
matrimonio civil celebrado' en Bélgica, en virtud el orden público, a pesar de la
regla contraria formulada en el país al que los cónyuges pertenecen -ley
polaca-. Es indudable que, en este último país, el matrimonio no será
reconocido; pero nada se opone a su reconocimiento en Alemania, por ejemplo,
donde la concepción del orden público es la misma que en bélgica.
Tomemos como ejemplo las disposiciones de los artículos 47 . 999 del código
civil dominicano, de los cuales se deduce el reconocimiento de la aplicación a
¿No podría ocurrir que co base a las citadas disposiciones se realicen actos
que producen efecto jurídicos en República Dominicana y sean contrarios a
nuestro orden público?
Para Niboyet: "La noción del fraude a la ley, en Derecho Internacional Privado,
es el remedio necesario para que la ley conserve su carácter imperativo y su
sanción en los casos en que deje de ser aplicable a una relación jurídica por
haberse acogido los interesados fraudulentamente a una nueva ley".
Esta definición indica la función del fraude a la ley que, como dijimos
anteriormente, no es otra que impedir la aplicación de una norma extranjera
aisladamente válida, con la finalidad de vulnerar una norma imperativa. Aunque
la motivación es distinta, vemos que esta noción guarda su relación con la de
orden público en el sentido de que ambos tienen por misión impedir la
aplicación de la norma jurídica extranjera, en principio competente.
Ahora bien, las reglas de conflicto no deben ser utilizadas por los particulares 29
para evadir las disposiciones legales imperativas de un ordenamiento jurídico
dado. Ha sido ese el criterio en el que se ha basado la doctrina y la
jurisprudencia de muchos países cuando han invalidado, al tachar de fraude a
la ley, los divorcios obtenidos en el extranjero por nacionales que se habían
naturalizado con la única intención de evadir la regla de la indivorciabilidad del
matrimonio.
Las contradicciones para poner en práctica la noción del fraude a ley implican:
lro.- La utilización voluntaria de las reglas de conflicto; 2do.- La intención de
evadir la norma jurídica material nacional; 3ro.Obtención de resultados ilícitos.
El fraude a la ley puede ocurrir cada vez que un elemento de conexión
depende de la voluntad de las partes...
Por otra parte, en ciertos sistemas, el estatuto personal está conectado con la
religión, y aquí también puede tener cabida el fraude; Niboyet nos ofrece al
respecto el caso siguiente:se trataba de un cambio de religión en Siria, con el
fin de escapar a las consecuencias civiles de una ley.
Pero el DIPR muchas veces limita el número de derechos entre los cuales
autoriza a las partes a optar; así verbigracia, solo admite la elección entre los
derechos domiciliario, los derechos del país de la celebración y cumplimiento
del contrato y el derecho del país en donde se halla el objeto del contrato en el
momento de su celebración. Habiendo semejante limitación, cabe de nuevo el
fraude, dado que estas limitaciones contemplan actos. Jurídicos susceptibles
perfectamente de manipuleo fraudulento".
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También puede prestarse a la noción del fraude a la ley el estatuto real, y más
específicamente en lo que concierne a los bienes muebles. Batiffol nos ilustra
la situación fraudulenta en esta materia en los términos siguientes: "un mueble
será transportado al extranjero para someterlo a un régimen prohibido por la ley
francesa; el fraude más difundido en ciertos países concierne los buques,
matriculados en Estados con los que los armadores no tienen ninguna
vinculación, para evitar la aplicación de la ley de su puerto de amarre efectivo.
Por el contrario, los inmuebles no pueden dar lugar al fraude, ya que el vínculo
de este caso se sustrae a la voluntad de las partes, y ese factor es sin duda
uno de los elementos en favor que conoce la ley real inmobiliaria.
Vemos, pues que el fraude a la leyes una noción que se presta en su aplicación
a las más variadas materias.
Es preciso, sin embargo, retener la idea que el fraude a la ley se aplica a los
hechos voluntarios; cuando interviene la voluntad de las partes para influir
sobre el elemento de conexión que vincula la situación concreta con una norma
jurídica extranjera.
"Cuando dos individuos piden que se les aplique su ley nacional -españoles
que se han naturalizados en Francia, quieren estar sometidos a su ley nacional,
no obstante ser ya franceses- el juez español no tiene
para que buscar los móviles, las intenciones por las cuales han querido
hacerse franceses; esta cuestión no le interesa.
De modo que, conforme a esta opinión, no hay que tener en cuenta para nada
las razones por las cuales los interesados han podido llegar a invocar cierta ley;
lo que se tÍ-ata de saber es si, jurídicamente, pueden invocada. Y es evidente,
desde luego, que un francés pueden en derecho invocar la ley francesa; un
español, la ley española.
Sobre el peligro a que puede conllevar un uso arbitrario de la noción del fraude
se pronuncia Miaja de la Muela, cuando dice: "Si se entiende que el fraude a la
leyes un concepto autónomo respecto al de orden público, calificado por un
elemento intencional, apaIe de desgajar la prÍri1era teoría del fraude en
Derecho interno, no es posible sustraerse al siguiente dilema: o solo se
sancionan los actos fraudulentos cuando son contrarios al orden público, es
decir, a las leyes del foro de más rigurosa imperatividad, o en todo caso en que
se haya buscado una
Todo acto viciado por su finalidad siendo ilícito, no puede produce ningún
efecto. De ello se desprende que los efectos del fraude a la ley son evitar la
aplicación de la norma jurídica extranjera utilizada artificiosamente por el
fraudulento con el deliberado propósito de evadir la imperatividad de la norma
jurídica nacional.
"La existencia del fraude a la ley -dice Goldschmidt al referirse al efecto del
fraude_ produce el efecto de su propia ineficacia. La norma indirecta resulta
inaplicable a los hechos artificialmente creados
Entretanto ese punto de vista ha sido criticado por otros autores, entre los que
cabe mencionar a Batiffol, quien se expresa en estos términos:
Y bien lejos de dejar producir esa naturalización todos sus efectos otros que el
divorcio, la Cámara Civil declarará expresamente que la Princesa Bauffiemont
no dejó nunca de ser francesa; es decir que el acto está desprovisto de valor
para nosotros, sea cual fuere su regularidad o su irregularidad respecto a la ley
alemana".
Respecto al país cuya ley se invoca para la realización del fraude a la ley,
Niboyet parte de la consideración antes expuesta, es decir que en los países
cuya ley se invoca dicha ley puede aplicarse válidamente si el remedio de la 37
noción del fraude a la ley no es más que un caso de aplicación del orden
público.
Por otra parte, Niboyet sugiere sobre esta cuestión que: "El respeto que se
deben las soberanías debiera incitarles a poner término a los fraudes, en lugar
de proporcionarse la satisfacción de aplicar su propia ley".
Miaja de la Muela inserta una idea que compagina con esta última sugerencia
de Niboyet. Se refiere este autor español a la impedición de realización de un
acto ilícito "cuando el encargado de autorizarlo percibe
claramente la producción de un resultado antijurídico".
Señala este autor que en Derecho Internacional Privado, "ante una conexión,
fraudulenta, cabría también la prevención y la represión.
Este efecto preventivo insinúa la idea de que podría lograrse a través de una
cooperación internacional un país solo debe combatir el fraude realizado contra
sus propias leyes, o si debe igualmente oponerse al fraude que los particulares
organizan contra leyes de otros países.