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LA ESPIRITUALIDAD J. Amando Robles
LA ESPIRITUALIDAD J. Amando Robles
J. Amando Robles
Así como el año pasado, en el contexto del simposio precedente Desafíos éticos
en un mundo complejo y a propósito del tema “Ética y espiritualidad en la sociedad de
conocimiento“[1], nos vimos obligados a partir de este punto, del mismo modo debemos
hacerlo ahora, aunque de manera más sintética. Este punto es sumamente importante, ya
que sobre él se fundamenta el desafío de la educación en este campo.
En las sociedades que nos han precedido, estáticas e incluso en las pseudo-
estáticas o de la primera revolución industrial [5], pero sobre todo en las primeras, la
manera de vivir y sus referentes estaban impregnados axiológica y religiosamente. En
otras palabras, la Dimensión Relativa estaba impregnada de Dimensión Absoluta,
expresada y sentida ésta sobre todo en forma religiosa. De ahí la importancia que en ese
tipo de sociedades tuvo la religión.
Resulta inviable comenzando por la propia vida humana. Ésta, como vida que es
de sujetos concretos, fuente y origen de todas las demás viabilidades posibles, ella misma
es viable solamente en un ámbito de gratuidad, es decir, de relaciones gratuitas con la
naturaleza y con la sociedad que la hacen posible, y si se le reconoce a la vida humana un
valor absoluto. Sobre todo en su comienzo y aun después, sin relaciones gratuitas el ser
humano no sobrevive, de la misma manera que se pone en peligro la vida de todos si no
se reconoce el valor absoluto de la vida de uno solo. ¿Qué razón habría para reconocer en
algunos el valor absoluto que se niega en otros? Todos estarían, estaríamos, amenazados.
La gratuidad es la garantía de la vida humana, porque ésta en sí misma tiene la dimensión
de ser absoluta, total, gratuita. Dicho sea de paso, aquí tienen su raíz la libertad y la
dignidad humana.
También resulta inviable por la propia limitación del conocimiento funcional que
en principio la hace posible. En una sociedad que vive del cambio, de la innovación y
creación continua de conocimiento, el conocimiento funcional dejado a sí mismo es
prontamente agotable, aunque parezca infinito. No es infinito ni hay huida hacia delante.
El supuesto de que es infinito o la idea de que hay huida hacia delante, son mortales. Por
esta vía, la sociedad que en base a la pura ciencia y a la tecnología parece tener un
horizonte infinito, termina experimentando en sí misma antes temprano que tarde la
limitación de sus medios.
La sociedad que, por vivir del cambio y de la innovación continua, más necesita
de la creatividad, se torna rígida y se hace inviable. Además de que, sin axiología, sin fines
y objetivos bien concebidos y perseguidos, por el poder mismo que tienen, un poder en sí
ciego, el fin que espera a nuestras sociedades es su propia muerte, con la destrucción de
lo que son sus propias condiciones de vida. Por ello es que se necesita cultivar la
espiritualidad como la dimensión inagotable de la creatividad, en la función biológico-
social que le es propia. Es una exigencia de viabilidad y sobrevivencia, además de ser en sí
misma la realización máxima.
Aunque no por ser limitados los aportes de la ética y del arte dejan de ser
valiosos e importantes. Al contrario, son muy valiosos e importantes. Ambos afinan el
espíritu del ser humano y lo preparan a la experiencia de la Dimensión Absoluta, si no es
que a veces ambos se convierten en testigo y escenario de ésta, a la vez que aportan
cualidad humana a la Dimensión Relativa. En otras palabras, ética y arte, bien concebidos
y practicados, pueden ser camino y escuela de espiritualidad.
En orden a este salto las culturas que parecen gozar de cierta ventaja por ser más
axiológicas, no dejan de presentar limitaciones, sobre todo desde el punto de vista
espiritual, como lo hemos visto en el caso de las sociedades agrarias y urbano-agrarias; y
las que parecen menos adecuadas, no dejan de presentar ciertas ventajas. Tal es el caso
de nuestras sociedades, con un conocimiento no axiológico en su base y un gran riesgo de
inviabilidad, pero, por ello mismo, ante una necesidad de cultivar explícitamente la
espiritualidad como ningún otro tipo de sociedad ha conocido.
Por último, otro aspecto, también ya señalado de paso, pero sobre el que hay que
llamar la atención, es la naturaleza práctica de la educación espiritual. Ésta, como hemos
reiterado, supone cierta noticia sobre lo que es la espiritualidad como realización humana,
pero que sólo educa, configura o forma si se la práctica, si se la convierte en realidad,
haciendo de ella una verdad experiencial. Las enseñanzas espirituales se las pervierte si se
las convierte en un saber teórico sobre espiritualidad o en un credo. Se las desnaturaliza.
Las enseñanzas espirituales son para ser practicadas, para ser vividas. La espiritualidad no
es creer y aceptar, es estar convencidos de la dimensión que se nos propone y trabajarnos
en ese mismo sentido. La espiritualidad es implicación, cultivo y trabajo. Aun así, la
espiritualidad como resultado es algo que se le escapa, que está más allá de la educación
para ella. Pero al menos cumple el cometido necesario de aproximar, de llevar hasta el
umbral. Si se queda en un saber teórico o en una pura fe, en el mejor de los casos sólo se
convertirá en religión, llevando a sí misma y a su moralidad, nunca a algún umbral de lo
que es totalmente otro. Esto es lo que explica la esterilidad espiritual de tantas religiones
durante la mayor parte de sus existencias milenarias, incluido, ciertamente, el
cristianismo.
La cultura no conoce límites, abarca todas las dimensiones y actividades del ser
humano, y por lo tanto tampoco los debe conocer la educación que la crea. En este
sentido educación y cultura son dimensiones de extensión equivalente. Expresado en
otras palabras, la educación tiene que cubrir y cubre todo lo que es cultura y civilización, y
a su vez la educación hecha cultura es la que mejor educa, porque educa culturalmente,
sin educar, es decir, sin necesidad de hacerlo formalmente. Pero dada la función
biológico-social que la cultura cumple, función primera y fundamental, y tratándose de
crear una cultura nueva, no cabe duda que la educación en tal sentido tiene que ser
pensada en términos de eficiencia y de estrategia. No puede ser una educación dejada al
albur. Es la viabilidad y sobrevivencia de la propia sociedad de conocimiento la que está en
juego.
El primer ámbito en el que hay que educar, por ser el más medular de todos
básicamente hablando, es el del propio conocimiento como constitutivo de nuestra nueva
forma de vida. En la sociedad de conocimiento éste no es opcional, es una necesidad, de
él pende nuestra sobrevivencia como sociedad y nuestra realización. Hay que adherir,
pues, a él como si se tratara de un imperativo incondicional. Es un principio de realidad.
Bien entendido que estamos hablando de sociedad de conocimiento, no del uso
explotador, y por tanto social y ecológicamente destructor, que estamos haciendo de él.
Al conocimiento como nueva forma de vida hay que adherir como a la Dimensión Relativa
en la que se da la Dimensión Absoluta. Otra visión de la Dimensión Absoluta ni es real ni es
espiritual. No cumple con la función biológico-social que le es propia, menos podría
cumplir con la función espiritual de ser realización plena. Una Dimensión Absoluta que no
parta de la realidad como es, en este caso de la sociedad de conocimiento como condición
de vida, es una caricatura, un engaño, fuente de los conflictos humanos más graves, todo
lo contrario de una solución.
De la educación así concebida nadie debe ser excluido, porque excluir a alguien
de la educación es excluirlo de la sociedad de conocimiento y, por tanto, de la vida en este
tipo de sociedad. En otras palabras, la educación tiene que ser universal, cubrir a todas y a
todos. Una educación elitista y, por tanto, excluyente, mucho más una educación negada
a grandes mayorías, como sucede en la actualidad, es la negación de lo que por dinámica y
lógica tiene que ser una sociedad de conocimiento. Es la negación de sí misma y el
anuncio de lo que constituye su más seria amenaza. Es cierto que la realidad social
actualmente imperante es bien diferente. Pero también es real que por este camino
sobrevivencia y viabilidad están en peligro.
Además de todos los ámbitos ya reseñados como medulares, hay que reseñar
también la educación, ya que en sí misma en la sociedad de conocimiento ella es medular.
Así lo hemos dejado subrayado ya a propósito del propio conocimiento como ámbito.
Pero hay que decir lo mismo a propósito de todos los demás. En una sociedad que vive del
conocimiento y tiene que crear sus valores, en la que uno y otros tienen que estar
innovándose y creándose continuamente, la educación como un aprender a innovar y
crear, conocimiento y valores, es la llave, sin la cual no hay entrada posible. Es la llave con
la que hay que estar equipándose en todos los campos y durante toda la vida. La
integración en la sociedad de conocimiento, como su construcción, es reto y quehacer de
toda la vida. El cultivo de la Dimensión Absoluta o espiritualidad le provee el fondo y la
cualidad infinita que necesita.
Sin ninguna coacción ni engaño, ni siquiera la más sutil. Por ejemplo, nunca se
deberá asegurar que la educación ofrecida, ni siquiera la mejor, llevará automáticamente
a sus receptores a la condición espiritual que se persigue. Hay que ser claros y honestos
desde el principio y siempre. La espiritualidad en tanto realización humana plena que
individual y socialmente necesitamos, no se da sin ciertas condiciones de conocimiento y
trabajo sobre sí mismo, pero nunca es resultado directo e inmediato de éstas. Cuando se
dé, será un salto, una irrupción, un acontecimiento, una gracia. En asunto de
espiritualidad la educación, voluntaria y libremente asumida, sólo ayuda a crear
condiciones, condiciones que son necesarias, que no es poco, pero no garantiza la
experiencia espiritual en sí. Eso sí, estas condiciones abrazadas por un sector significativo,
cada vez más amplio, de la sociedad, será suficiente ya de por sí para producir una gran
cambio en la sociedad en el orden deseado. No sólo para hacer viable a la sociedad sino
para que todos sus miembros sean y se sientan más realizados.
Haciendo el desafío todavía más complejo, hay que advertir que una educación
en y para la espiritualidad tiene que convertirse en la educación sin más, no en otra
educación más, encarnando la espiritualidad misma, así como los valores medulares que
hemos reseñado. Hablar de dos educaciones, por complementarias que se las piense,
sería ya un error. La educación en el fondo debe ser una, como lo es el ser humano, en
función del cual la educación se hace necesaria.
[4]En este sentido sería más riguroso, y mejor, llamarla cualidad humana
profunda, como lo hace Marià Corbí, no espiritualidad.
[7]Estos ámbitos son los que Mariá Corbí y el equipo de investigadores del CETR
(Centro de Estudios de las Tradiciones Religiosas y de Sabiduría) de Barcelona, que está
trabajando en la construcción de proyectos axiológicos colectivos, llama postulados,
porque de esta manera son concebidos y tratados.
J. Amando Robles
Teléfono: +56-2-27611982
RESUMEN
¿Por qué? Porque la economía con su racionalidad del cálculo invade, arrasando,
hasta lo que no es calculable porque es absoluto, fin en sí mismo. Como es la vida
humana, la vida de todos, y de todo lo que en su gratuidad hace posible la reproducción
de la vida misma. Y cuando lo no calculable, por gratuito y base de todo, es apropiable y
apropiado, dejó de estar garantizado. Dejó de estar garantizado y la realización humana,
que depende de la gratuidad, se hace imposible para todos. De ahí que la sobrevivencia de
la humanidad, al menos la sobrevivencia digna de buena parte de la humanidad, no esté
garantizada, esté amenazada por la economía actual, y la realización humana se haga
progresivamente imposible.
Hinkelammert expresa que el reto es formular una nueva ética bajo el imperativo
de la vida y en función de ésta.
Lo más que logramos de ese modo son fines o bienes parciales, y llegar a tratar
éticamente a los otros como quisiéramos que ellos nos traten a nosotros, la llamada regla
de oro, siendo nosotros el referente. Pero en el caso, como sucede actualmente, de que la
condición misma de posibilidad se vea amenazada —la gratuidad, la vida y lo que la hace
posible, su medio social y natural— porque se la reduce a cálculo, esta condición, primera
y base de todas las demás, le pasa desapercibida a la ética, y con ella muchas de sus
consecuencias más graves. Porque cae fuera de su competencia.
Muy consciente del cambio radical y profundo que la nueva ética supone,
Hinkelammert califica su hallazgo como el punto fijo que buscaba Arquímedes y no
encontró, como la conversión, pero no una conversión religiosa, sino una conversión a lo
humano.
Se trata de algo que «une la propia realidad desde dentro 5», y que, a falta de
mejor nombre, aunque no está mal, Hinkelammert llama «gratuidad» 6. Una dimensión,
aclara, y su aclaración es muy importante, que «no es la sociedad justa, [pero que] nos
empuja a hacer la sociedad justa.»7.
En la base de este problema límite está la desaxiologización casi total que viene
sufriendo el nuevo tipo de sociedad por una absolutización de la dimensión funcional del
conocimiento, y que si no se logra redefinir en la orientación antropológicamente
deseable, terminará por asfixiar la misma sociedad como proyecto humano.
El segundo problema límite es, como dijimos, la rigidez de lo que queda de ética
en la formulación de fines y objetivos, o más bien la rigidez de lo que opera como ética sin
serlo, lo que Hinkelammert acertadamente llama la «compulsión de los hechos.»
Los dos son problemas límite, porque constituyen visiones y praxis no adecuadas
a lo que somos y es nuestra estructura antropológica, y hacen inviables la vida del ser
humano y de la sociedad. De ahí la importancia de descubrir quiénes somos, las exigencias
de nuestro ser, objeto del punto siguiente.
2. Vivientes hablantes.
En este epígrafe tan sucinto podríamos sintetizar la visión antropológica del ser
humano cuya necesidad veíamos denunciada en Hinkelammert, y que, dado el tópico y
objetivo de nuestro trabajo, por la adecuación a los mismos, nosotros tomamos de Marià
Corbí13. De las visiones antropológicas que conocemos la de Marià Corbí nos parece la
mejor para dar cuenta de la dimensión espiritual o absoluta del ser humano, de su
naturaleza y función, además del ser el suyo un enfoque fenomenológico prelingüístico
(sin definiciones previas que hay que explicar más que explican) y que parte de un
postulado a verificar, no de una verdad a priori.
Esta visión o concepción antropológica del ser humano tiene implicaciones muy
importantes en la comprensión antropológica de lo que es la espiritualidad y de su
necesidad a efectos de la sobrevivencia como sociedad, por la gratuidad y la flexibilidad
necesarias que la espiritualidad significa y aporta. Señalemos algunas de éstas.
Aunque el habla en nosotros es una invención de la biología, ocurrida la
invención es el habla, como expresamos, la que nos constituye en nuestro ser de
vivientes. Esto muestra la función “biológica” del habla y de la cultura, función que ya no
desaparece en la vida del ser humano, es permanente, y no se da sin un doble acceso
cognoscitivo simultáneo a la realidad: un acceso a la realidad en función de nuestra vida,
acceso interesado pues, que Corbí llama «dimensión relativa (DR)», y un acceso a la
realidad como en sí misma es, independientemente de nuestras necesidades, o
«dimensión absoluta (DA)»15. El conocimiento es humano, de objetos en cuanto
significados, separados éstos de sus objetos respectivos y puestos como tales en el
soporte que es el habla. Un conocimiento, pues, que más que descripción de la realidad es
modelación de la misma, ya que todos los significados son modelados y que sólo conoce lo
que modela. Pero de ahí también la libertad del ser humano ante la realidad, por
indeterminación y pluralidad de su mismo conocimiento ante la realidad.
Claro está, sin DR, indeterminada, libre y plural, también no habría DA. Pero lo
contrario es igualmente cierto. DR y DA son interdependientes, no se pueden dar la una
sin la otra. En categorías de Eugenio Trías, somos seres situados en el «cerco fronterizo»,
seres «fronterizos» pues, mirando por igual a la realidad ubicada en el «cerco del
aparecer» y en el “cerco hermético», abiertos a ambos y en comunicación con ellos, sin
pertenecer disyuntivamente a uno o a otro, sino más bien perteneciendo conjuntamente
a los dos, a uno y a otro, pero siempre desde nuestro ser «fronterizo». Aunque
contrastadas ambas posiciones, la de Marià Corbí nos parece dar mejor cuenta de la
relación e interdependencia entre ambas dimensiones de la realidad, la DR y la DA, y de la
importancia y función de esta última en el adecuado desarrollo de la primera.
Lo enunciado indica hasta qué punto nuestra construcción del mundo, de nuestro
mundo, es lingüística, y esto es muy importante tenerlo en cuenta. Contra lo que parece,
la estructura lingüística no describe significados y realidades dadas por la misma
naturaleza de las cosas sino que las modela, las crea. La lengua, y la relación que supone
entre DR y DA, modelan la realidad. Y aquí es importante hacer notar que si bien la raíz de
nuestras modelaciones son nuestras necesidades de vivientes simbióticos, no son nuestras
necesidades el patrón de modelación. Porque no están constituidas como tales, sino que
apenas son tendencias, posibilidades, como tales sin ningún cómo establecido, ni siquiera
como necesidades. En esto también coincide Hinkelammert, que distingue entre el ser con
necesidades que sería el animal y el ser necesitado que es el ser humano17.
En fin, todo lo axiológico, sistemas, significados y valores, son fenómenos
intralingüísticos, y como tales, no existen fuera de las expresiones lingüísticas. En otras
palabras, no describen realidades extralingüísticas, las modelan en el interior de la
comunicación. Lo cual no deja de plantear la pregunta tan importante de cómo saber si
esas modelaciones están bien construidas. Lo estarán en la medida en que las mismas
responden de la manera más adecuada al ser que antropológicamente somos, induciendo
a acciones adecuadas con nuestro ser y con nuestro medio y garantizando así nuestra
sobrevivencia y realización más plena como grupo y como individuos. Tal es la prueba que
pasan las modelaciones.
En fin, el cultivo del silencio y de la distancia, de la DA, tiene que ser colectivo,
porque así lo es en su origen y en su función, aunque se trate también de la tarea más
personal de cada ser humano. El silencio y la distancia sólo se crean lingüísticamente,
como se crea toda la axiología, y la lengua es colectiva. Sólo vivimos como vivientes
hablantes y vivir como hablantes es una manera colectiva de vivir. Sólo colectivamente
vivimos y sobrevivimos. Sin colectivo no tendríamos necesidades ni medios modelados ni
instrumentos como el habla y sistemas de comunicación para hacerlo. No tendríamos
tampoco espiritualidad. No seríamos animales hablantes. Obviamente, no todos los
componentes del colectivo cultivarán de igual manera la DA, el silencio y la distancia con
respecto a la DR que la DA implica. Ni es real ni es deseable, porque un logro tan ideal por
parte de todos sería sinónimo de ausencia de libertad. Pero sí un número
Para Trías es fundamental percibir que el ser humano es «ser fronterizo» y que la
ética, como la racionalidad, también tiene que ser «fronteriza», construida no solamente
mirando en y de cara a la franja fronteriza donde ella emerge, sino abierta y en relación
con los dos mundos con los que su ser fronterizo le pone en contacto y que en la medida
en que es fronteriza son también suyos: el mundo del aparecer y el mundo hermético.
Mundos que no resultan ser tan “racionales”, como la razón hija de la Ilustración necesita
para comprenderlos y explicarlos. De ahí la formulación del imperativo categórico que
hace Trías: : «“Obra de tal manera que ajustes tu máxima de conducta, o de acción, a tu
propia condición humana; es decir, a tu condición de habitante de la frontera”».
Imperativo que el mismo Trías reconoce no ser más que una variante del imperativo de
Píndaro: «‘Llega a ser lo que eres’», y del adagio délfico: ‘Conócete a ti mismo (y obra en
consecuencia)’.»20.
Otro tanto ocurre cuando Antonio González muestra el error de principio, con su
efecto perverso consecuente, de valorar las acciones por sus resultados, y no por el ser
absoluto que son y significan en sí mismas, supuesto inadvertido en la mayoría de las
éticas. Este tipo de error lleva, antes temprano que tarde, a considerar y hacer
responsable a cada ser humano por su suerte y a juzgarlo digno de su situación de éxito o
fracaso, con lo que esto significa de discriminación, juicio y condena, de marginación y
exclusión. Y todo ello en virtud de una ética formalmente bien formulada, aparentemente
de validez universal, pero que en el fondo es el resultado de un «esquema de la ley»21,
tan generalizado y universal que González califica de «esquema de Adán» y «pecado de la
humanidad», frente a lo que podría y debería ser el «esquema de la gracia»22, en el
sentido ésta de gratuidad.
Se podrían citar otras formulaciones. Basta con éstas para indicar la insuficiencia
radical de las éticas fundamentalmente racionales y formales, construidas de acuerdo a la
racionalidad formal medio-fin, tan mayoritarias que resultan las éticas propiamente tales.
Formulado racionalmente un bien absoluto, del que racionalmente se derivan principios y
normas, ellas se autoconciben como ordenamiento racional de todas las acciones
humanas hacia ese bien como hacia su fin y así se organizan y se formulan, no pudiendo
hacerlo de otro modo. Son éticas, pues, racionales, fundadas, argumentadas, que,
partiendo de la concepción del ser humano como orientado a un fin último, por tanto
separado de él, ordenan racional y axiológicamente su vida en función de éste su fin. Esta
es su naturaleza y su función, ambas necesarias, pero insuficientes. Necesarias en lo que
refiere a la definición, orientación y dirección axiológica de lo que aquí llamamos la DR,
pero radicalmente insuficientes en cuanto a la realización plena del ser humano o DA, y
por tanto en cuanto a la calidad de su vida, de la sociedad y de su proyecto. Parten de lo
que el ser humano hace y en función de lo que hace, no de lo que el ser humano es. Si
aparentemente parten de lo que el ser humano es, el ser de éste es un ser hipotecado por
la forma de vida en la que se formula y por la visión del mundo de ésta; en el caso de la
modernidad, por un ser humano proyectado al futuro en términos de medio-fin.
Hinkelammert diría el ser humano individuo (burgués) negando y ocultando el ser humano
concreto o sujeto.
Hoy la tarea en todos los órdenes es titánica, pero, por lo que acabamos de
apuntar, lo es más aun en el dominio de lo axiológico y, por tanto, de lo ético. Ello da una
idea de la amplitud y motivación que se necesita. Una amplitud y una motivación
colectivas de tal magnitud como quizás no se precisaron antes en la historia de la
humanidad. Una motivación que el pensamiento abstracto, actualmente el más
dominante, gracias al cual vivimos, no produce, y que sin embargo, por esta misma razón,
imperiosamente necesitamos. Y una amplitud-libertad tanto mayor cuanto el
conocimiento en función de la acción es más determinante. El reto es crear una nueva
civilización. La ética por sí misma no crea valores, pero la inspiración y motivación que
debe encontrar en el bien-fin absoluto que postula la enriquecerá sin duda
axiológicamente, y hará de ella un instrumento más a la altura de los desafíos de nuestros
tiempos. La gratuidad no hace, pero hace que se haga.
En resumen, la ética tiene que responder al ser humano que somos: hablante,
con doble acceso de la realidad, a la doble dimensión de ésta, DR y DA, y respondiendo al
ser humano que somos. Sólo así estará en capacidad de ayudar mejor a responder a los
dos mayores retos actuales, el de la viabilidad como sociedad de conocimiento y el de la
flexibilidad que necesitamos para vivir viablemente en este tipo de sociedad. Expresado
de manera muy sintética, en la actualidad la ética tiene que formular el bien-fin del que
parte postulando la gratuidad como dimensión de la realidad e inspirándose y apuntando
hacia ella en la medida en que se prueba su existencia.
Por su función, pues, la espiritualidad tiene que ser la experiencia total y gratuita
que es, sin fondo ni forma, sin contenidos, experiencia pura. Otra gran diferencia de la
espiritualidad con respecto a la ética, y otra forma de referirnos en forma simultánea al
todo y a la nada. Aquí, en la espiritualidad, es donde el bien absoluto es verdaderamente
absoluto, real y verdadero, no contradictorio, como lo es en la ética, y así lo advirtieran
Schopenhauer y Wittgenstein. Y por ello es aquietamiento y realización total. Si la
experiencia espiritual supusiera contenidos y formas, estos contenidos y formas, lo serían
de algo, y ya esa experiencia espiritual de contenidos y formas no sería lo último, lo uno,
lo total, habría algo más último, más uno y más total que la experiencia espiritual en sí. Y
ya esta no podría cumplir con su función de silenciamiento y distancia en función de la
creatividad que necesitamos para enfrentar los cambios, y menos aun respondería a su
naturaleza de ser realización humana plena y total. En el mejor de los casos sólo ejercería
estas funciones parcialmente. Y como dimensión antropológica la necesitamos en su
función total, ello independientemente de la atención y dedicación con que la cultivemos.
A esta necesidad estructural, como ya hemos indicado, hoy en nuestras sociedades de
conocimiento, se añade la necesidad de su cultivo específico, al menos por parte de un
sector significativo de miembros del colectivo social, hombres y mujeres, y no ya
meramente implícito.
La experiencia espiritual tiene que ser realización plena y total ahora y aquí. Y ello
por su misma naturaleza y función. Una experiencia espiritual sometida al tiempo y
dependiente de él, no es experiencia espiritual, nunca será plena y total aquí y ahora,
porque su dependencia del tiempo la hace imposible. Sería una ética o filosofía de sentido
progresivas y, como progresivas, futuristas, pero nunca realización plena y total, nunca
una experiencia espiritual genuina. Por suerte, todo lo que es del orden de la realización
humana, como la creación y contemplación artística, incluso el juego, no es producto del
tiempo cronológico. Se da en el tiempo, pero trasciende el tiempo.
Por ser experiencial, sin contenidos, sin fondo ni forma, tiene que ser experiencia
pura y, en este sentido, laica. Por laica entendemos aquí la experiencia pura en su ser,
desnuda de todo contenido o forma, por tanto no religiosa, pues decir a la luz de la
historia de las religiones experiencia religiosa es decir experiencia con contenidos. No
estamos entendiendo laica en el sentido de que haya que cambiar los contenidos
religiosos por contenidos laicos. Por laico aquí estamos entendiendo un conocimiento sin
contenidos, ni religiosos ni laicos, estos últimos por ejemplo de tipo científico o filosófico;
simple y radicalmente sin contenidos; únicamente experiencial. Para contraponerla a
religiosa quizás sería mejor llamarla experiencia humana y solamente humana, pero
entendiendo por humana sin contenidos laicos también.
Se trata de una experiencia cuya base existe en todo ser humano, presente en
todo acto de conocimiento humano, que todo ser humano puede cultivar explícitamente,
y que mientras más miembros del colectivo humano la cultiven, mejor, mejor para los
propios cultores, mejor para toda la sociedad. Como ya lo hemos reiterado, en nuestras
sociedades de conocimiento su cultivo explícito es una necesidad, no así el que sea
cultivada por todos los miembros, lo que es irreal y realistamente hablando, indeseable.
Pero sí tendrá que ser cultivada por un sector significativo de hombres y mujeres, el
suficiente al menos para reorientar y redirigir la sociedad y la cultura en la dirección
humana que necesitamos para sobrevivir como sociedad, en primer lugar, pero también
para vivir nosotros y las generaciones que nos sucedan de la manera humana más plena y
realizada posible.
5. Ética y espiritualidad.
Entendida así la espiritualidad, pareciera que ésta aporta lo que le falta a la ética
y es necesario para la viabilidad de las sociedades de conocimiento y la realización del ser
humano en ellas. Y no cabe duda que así entendida, el
aporte de la espiritualidad es de esa importancia, además de ser necesario y
Pero aunque su aporte a la ética sea grande, hoy tan grande como necesario, no
puede ser por esta función necesaria que se cultive la espiritualidad. En este mismo acto
interesado se desnaturalizaría y dejaría de existir. La espiritualidad tiene que cultivarse
por sí misma, por lo que es. Su cultivo, como ella misma, tiene que ser puro y total. Ésta es
la única manera como la espiritualidad se dará y, dándose, influirá en la ética, aunque no
conozcamos cómo. De lo contrario no se dará la espiritualidad, y mucho menos la
conexión e influencia deseada. Esto explica también, y así hay que reconocerlo, que por
esta relación no automática y directa, sino indirecta, entre espiritualidad y ética, puede
darse lo que desde algún tipo de racionalidad puede ser calificado de desajuste e incluso
incoherencia “moral” y “espiritual” entre ellas. Los ejemplos abundan. Aunque son los
grandes espirituales los que más han aportado a la humanidad y más han hecho historia,
no siempre todos los espirituales, hombres y mujeres, han sido, por ejemplo, los más
sensibles a los cambios necesarios en el momento que les ha tocado vivir. Entre
sensibilidad espiritual y sensibilidad histórica, social, cultural y política, hay una relativa
autonomía, lo que implica que cada una debe ser cultivada de manera específica, porque
una no sustituye a la otra ni dispensa de ella.
La ética, aun y con las limitaciones que le son inherentes, tiene una función
específica en lo que refiere a la realización y desarrollo humano: orientar axiológicamente
el actuar humano. Orientar el actuar humano de esta manera sólo ella lo puede hacer,
ninguna otra disciplina o práctica lo puede hacer por ella. En su cometido ella tiene que
ser tributaria de la concepción antropológica, de la naturaleza y del cosmos más completa,
por tanto también de la concepción que supone la espiritualidad, como igualmente de lo
que es la realidad con sus retos y desafíos presentes, realidad a la que no puede ser ajena
la visión espiritual de la misma. Pero el aporte ético lo tiene que hacer la ética, y en este
sentido ella amplía el campo y la urgencia de la espiritualidad. La convoca a un aquí y
ahora temporal e histórico. Le recuerda la única realidad que existe, y le pide su aporte,
así como ella da el suyo. Un aporte más actual, racional y crítico que, si bien por sí mismo
no puede garantizar el desarrollo y calidad de la espiritualidad, sí puede ser el humus
donde crezca una espiritualidad éticamente más sensible, comprometida y actualizada.
Por otra parte, la relación entre ética y espiritualidad tiene que llamarnos a un
realismo que, en vez de constituirse en un freno para la acción, tiene que convertirse en
una motivación, porque así es la realidad de las cosas, la relación entre ética y
espiritualidad. Por su naturaleza la espiritualidad es realización plena y total aquí y ahora,
en un presente que es intemporal, que no conoce sucesión o proceso, aunque se
manifieste en el tiempo. La realización que la ética garantiza, por su naturaleza misma es
siempre una aproximación, nunca realización plena y total. De manera que este es el
destino del ser humano: poderse realizar plena y totalmente aquí y ahora como ser
espiritual, y sin embargo éticamente eterno caminante. Tal es su condición, que no debe
desanimar, al contrario. Lo importante es que en cada momento el ser humano pueda
lograr espiritual y éticamente su realización más adecuada tomando como criterio las
capacidades y exigencias de todos los seres humanos y de la naturaleza. Tal será la
realización que lo realice, por ser real, por responder a la realidad de las cosas, en nuestro
caso a la relación entre ética y espiritualidad, y por ser la única que le hará plenamente
feliz, aunque éticamente podríamos decir que siempre será inacabada.
En términos también realistas, fácilmente va a surgir una objeción muy legítima
que, como tal, hay que acoger: ¿no será contradictorio el planteamiento que estamos
haciendo de la ética y la espiritualidad en términos de necesidad estructural y, por tanto,
permanente en las sociedades de conocimiento, cuando por su naturaleza misma tanto la
ética como la espiritualidad, sin ser ajenas a nuestra voluntad, no están a merced de ella,
escapando así a nuestro control?
1.- Franz Hinkelammert, El sujeto y la ley. El retorno del sujeto reprimido, EUNA,
Heredia (Costa Rica) 2003, p. 359. Es un planteamiento muy recurrente en las obras que
hasta hoy constituyen la última etapa de su pensamiento (a partir del 2001). Entre ellas
puede verse Hacia una economía para la vida, DEI, San José (Costa Rica) 2005; Hacia una
crítica de la razón mítica. El laberinto de la modernidad, Editorial Arlequín, San José (Costa
Rica) 2007; Lo indispensable es inútil. Hacia una espiritualidad de la liberación, Editorial
Arlequín, San José (Costa Rica) 2012; Teología profana y pensamiento crítico.
Conversaciones con Franz Hinkelammert, de Estela Fernández Nadal y Gustavo David
Silnik, CICCUS; CLACSO, Buenos Aires 2012. En estas dos últimas Hinkelammert,
entrevistado, ofrece una síntesis de los temas principales de su pensamiento.
2.- Op. cit., p. 516.
3.- En su obra escrita con Henry Mora, Hacia una economía para la vida, DEI, San
José (Costa Rica) 2005, p. 28.
6.- El sujeto y la ley, p. 517, y Hacia una economía para la vida, p. 277.
7.- Op. cit., p. 515. Expresión que recuerda aquella otra de Novalis a propósito de
la poesía, «No hace pero hace que se pueda hacer», citada por Octavio Paz en Obras
completas. T.I, La casa de la presencia. Poesía e historia, Círculos de Lectores / Fondo de
Cultura Económica, México 2003, p. 175.
9.- Ética y condición humana, Ediciones Península, Barcelona 2000; Ciudad sobre
ciudad. Arte, religión y ética en el cambio de milenio, Ediciones Destino, Barcelona 2001.
11.- Sobre los dos puntos precisados ver sobre todo Hacia una espiritualidad
laica. Sin creencias, sin religiones, sin dioses, Herder, Barcelona 2007; Reflexiones sobre la
cualidad humana en una época de cambios, Verloc y CETR, Barcelona 2012; La
construcción de proyectos axiológicos. Principios de epistemología axiológica, CETR y
Bubok Publishing 2013.
12.- De su amplia y rica obra, dedicada fundamentalmente a fundamentar y
presentar la presencia y necesidad de la economía solidaria como economía alternativa a
la actual, sobre su propuesta de nueva civilización y espiritualidad citamos las dos
siguientes: Los caminos de la economía de solidaridad, cuya primera edición aparece en
1993 en Santiago de Chile, y ¿Cómo iniciar una nueva civilización?, Ediciones Uvirtual.net,
Santiago de Chile 2011. Aunque más elocuente es el proyecto académico alternativo que
él funda y dirige: Universitas Nueva Civilización.
Howard Richards
RESUMEN
Las personas con vocación son seres humanos especialmente motivados, quizás
distinguidos por unos rasgos especiales que denota la palabra “vocación”, que se
examinan con algún detalle, mas allá de lo ya denotado por la palabra “motivación.”
Desde esta óptica, el autor examina las motivaciones y el espíritu de
emprendimiento que anima a quien es empresario, y aborda dos problemas que surgen
en el caso de la vocación del empresario.
Las reflexiones que ahora les ofrezco nacieron de una larga entrevista que
hicimos unos cinco años atrás a un empresario de nombre Antonio Walker1. Antonio se
dedica a la fruticultura. Ha sido el presidente del gremio de exportadores de fruta de la
séptima región. Junto con Jim Morin de la Facultad de Teología y Filosofía de la
Universidad Católica del Maule habíamos emprendido una investigación del compromiso
social católico en la zona. Nos tocó entrevistar a gente de diversos sectores, a un
campesino, a un sindicalista, a un concejal, a una doctora en medicina, a una ejecutiva de
la Fundación Fe y Esperanza, a la voluntaria encargada de obras sociales de una capilla...
Nos habíamos citado con don Antonio por su fama de ser un ejemplo viviente de
compromiso social en el rubro “empresario.”
De repente y sin responder directamente a ninguna pregunta que habíamos
planteado nuestro entrevistado afirmó: “Ser empresario es una vocación. Es como ser
sacerdote.” No pude no pensar en el texto de Max Weber “La Ciencia como Vocación.” 2
Me refiero a aquel párrafo de esta famosa charla dictada en Alemania en 1917 que reza
que quien tenga vocación para ser científico necesariamente tiene una pasión para
dedicarse a la ciencia por sobre todas las cosas, en seguida dice que el caso del
empresario no es distinto del caso del científico.
Weber fue uno de los grandes fundadores de la sociología. Sin ser creyente,
reconoció y estudió las profundas influencias que han tenido las religiones en la
formación de las sociedades y las culturas. Cuando Weber eligió la palabra alemana Beruf,
que traducimos “vocación” para expresar su pensamiento, sabía perfectamente que la
historia de la voz remontaba a épocas cuando la palabra “Europa” fue sinónimo de “tierra
de los cristianos” y cuando los significados de todas las palabras se encontraron en el
contexto de la ideología espiritual que conformaba el único discurso público de aquellos
tiempos. “Vocación” no es la única palabra que vive aún en nuestros tiempos modernos a
pesar de la debilidad actual del contexto religioso en el cual en un principio nacieron sus
significados.
1 - La entrevista se puede encontrar en
https://sites.google.com/site/catolicosocial/proyecto/Actividades bajo el nombre Antonio
Walker.
3.- John Maynard Keynes (1936), The General Theory of Employment, Interest,
and Money. London, Macmillan. p. 161.
Estoy diciendo con el apoyo de Max Weber que la vocación del empresario es
semejante a la vocación del científico y a la del artista. En otro lugar Weber habla de la
vocación del político. Trajinando derecho por este mismo derrotero uno puede hablar de
la vocación del docente, la vocación del odontólogo, la vocación del cocinero y así
sucesivamente hasta incluir a todos los seres humanos.6 Pero este derrotero nos conduce
a una conclusión equivocada. Aunque sea cierto que tenemos que comprender primero la
psicología del ser humano en general, para poder comprender después la psicología de las
vocaciones, y para comprender finalmente a quienes tengan específicamente vocación de
empresario, no es cierto que cada ser humano manifieste las cualidades de quien tenga
vocación.
Desde la teología podemos decir que Dios tiene un plan para la vida de cada ser
humano. Decía el líder negro de los Estados Unidos Martin Luther King, Jr. que si el oficio
de uno es realizar el aseo de un edificio o de una calle, uno debe limpiar el edificio o la
calle con esmerada perfección por amor a Dios y por amor al prójimo.7 Sin embargo, la
sencilla observación del mundo que nos rodea constata la existencia de los apáticos, los
depresivos, los chistosos, los viciados, y los amargados por la pobreza que limita sus
oportunidades, y de unos cuantos más quienes aunque la divina providencia les haya
asignado alguna vocación, no la hayan encontrado.
5.- Joseph Schumpeter (1942), Capitalism, Socialism, and Democracy. New York,
Harper & Row.
6.- La palabra alemana Beruf que maneja Weber a menudo tiene este sentido
amplio, siendo casi sinónimo de “oficio.”
7.-Ver Martin Luther King Jr. (2012) Strength to Love. Boston, Beacon Press.
(Primera edición 1963).
Podemos decir que los con vocación son seres humanos motivados, quizás
distinguidos por unos rasgos especiales que denota la palabra “vocación” mas allá de lo ya
denotado por la palabra “motivación.”
Una versión ligeramente distinta de esta misma duda admite que haya una
fracción de la población menos egoístas que los demás, animados por deseos sinceros de
servir a la humanidad y a Dios si Dios existiera, y si no existiera Dios en todo caso a la
humanidad. Esta segunda versión de la primera duda aconseja a los integrantes de esta
capa idealista del pueblo que se dediquen a la medicina, o a la administración de una
ONG, o a la docencia, al clero, o a algo por el estilo. Quizás, pero solamente quizás,
podrían realizar sus ideales siendo abogado, político, periodista, o artista, pero en ningún
caso dedicándose a un campo francamente orientado al lucro como lo es el empresariado.
Una segunda duda ineludible reza que no importa la voluntad del empresario. Las
buenas intenciones que puedan tener un don Antonio o un don Alfonso no determinan el
rumbo del mundo. Al contrario, el mundo se mueve y genera siempre su amplia cuota de
miseria y violencia por leyes objetivas, sobre todo aquellas de las ciencias económicas. En
una versión ligeramente distinta, esta segunda duda atribuye a las instituciones
capitalistas que nos rigen la generación de una serie de imperativos que hunden al
empresario con buenas intenciones en vorágines nefastas, sea lo que sea la calidad de su
alma. La realidad objetiva determina lo que el empresario tiene que hacer.
No podré dar mis respuestas a aquellas dos dudas ineludibles sin una indagación
previa de las motivaciones, primero de la motivación humana en general y segundo de la
motivación de aquellos seres humanos en cuya conducta se manifiesta una vocación de
hacer algo bueno en la vida.
Parto de la base que todos los empresarios son seres humanos y todos los seres
humanos somos animales. Compartimos ciertas necesidades y cumplimos con ciertas
funciones necesarias junto con los demás animales, y hasta con los demás seres vivos,
como las plantas, las bacterias, y los virus. Entre los seres vivos los animales somos por
antonomasia seres que se mueven, somos animados. De partida, de alguna manera todos
tenemos que movernos para conseguir nuestra alimentación. También nos falta agua o
alguna especie de líquido; y puesto que los individuos son mortales, para que siga
existiendo una forma de vida sus códigos tienen que pasar de generación en generación.
Por eso somos además de hambrientos también sedientes y eróticos. Ciertas
motivaciones –y aquí se puede considerar el miedo y ciertas tendencias agresivas—
forzosamente existen por los peligros físicos que condicionan la persistencia de la vida.
El joven Freud nos ha enseñado que la búsqueda del placer, sobre todo en una
sociedad en la cual se reprime la sexualidad, no es siempre una búsqueda consciente. Nos
ha enseñado que normalmente ni el empresario ni nadie conoce la profundidad de las
fuentes primitivas de su propia motivación. Lo que uno diga a sí mismo en su fuero
interno, y lo que uno diga a los demás, son cuentos que puedan o no tener que ver con la
motivación efectiva y eficaz.
10.- “Nature has placed mankind under two sovereign masters, pain and
pleasure. It is for them alone to point out what we ought to do, as well as to determine
what we shall do.” Jeremy Bentham (1780) Introduction to the Principles of Morals and
Legislation. Reimpreso en (1838-1843) The Works of Jeremy Bentham. William Tait,
Edinburgh. Vol. I, p. 16.
Dice don Antonio que los empresarios son como los católicos. Hay de todo. El
declararse católico no genera ninguna garantía de compromiso con los valores del
Evangelio. Entre los empresarios hay quienes se esfuercen para ser buenos empresarios,
eso sí, pero el hecho de ser empresario no da ninguna garantía de tener vocación como
para ser buen empresario. Por su parte don Antonio se siente llamado a ser buen
empresario, y también colabora con otros empresarios a fin de promover entre ellos y
ellas las buenas prácticas. Considera que el bienestar del país depende en gran medida de
la calidad de su empresariado.
Don Antonio observa que hoy en la fruticultura hay un tipo nuevo de empresario
que no existía antes. Son profesionales de la ciudad. Ganan dinero como ingenieros o
abogados o médicos o agrónomos, y luego solos o como grupos de socios compran un
campo y se dedican a la exportación. Tienen más formación universitaria que los
agricultores tradicionales. Están más al día con el pensamiento internacional actual en
materia de administración responsable de empresas. Ya han descartado las normas
tradicionales de jerarquía que elevaron los patrones sobre los inquilinos como una distinta
clase social y casi como una distinta raza.
Por su parte don Antonio establece relaciones más horizontales que verticales
con sus trabajadores. Dice con orgullo que casi todo lo que él ha aprendido de informática
lo ha aprendido del hijo de uno de sus trabajadores, quien logró acceder a la universidad y
se tituló en las ciencias de la información. Entre los ejecutivos y especialistas de su
empresa la mayoría son trabajadores que se han formado en la empresa misma con el
apoyo de varias formas de capacitación. Casi todos sus trabajadores están logrando
educar a sus hijos a nivel de educación terciaria. Si un trabajador o una trabajadora no
tiene condiciones para una tarea determinada, por ejemplo si su físico no resiste el
trabajo duro de cosechar la fruta de las alturas de los árboles, se le busca otra tarea más
conforme a sus talentos, por ejemplo realizar el control de calidad.
12.- Michael E. Porter and Mark Kramer, “Creating Shared Value,” Harvard
Business Review Vol. 77 (2011) pp. 62-77.
cuál es el papel del capital, su respuesta hace eco del pensamiento del gran
filósofo de los negocios Peter Drucker. El capital no es la meta del negocio.13 Es un
elemento necesario para poder realizar las metas del negocio. En su caso específico don
Antonio percibe un sueldo como CEO de su empresa pero hasta la fecha no ha retirado
nada en calidad de ganancia realizada sobre el capital invertido. Con el visto bueno de los
otros inversores, quienes son unos pocos familiares, ha comprado más terrenos y
plantado más árboles. El capital se mantiene intacto y hasta crece. ¿Por qué? Dice don
Antonio “...porque algún día alguien entre mis hijos o nietos también pueda querer hacer
algo en la vida.”
En Noruega contaban desde un principio con el respaldo del sector público, del
sector académico, del sector sindical, y del sector de los pescadores cooperativistas.14
Hoy en día todos conocemos los tropiezos de la industria salmonera: los conflictos
laborales, los daños ambientales, las plagas que destruyen las peces. En Noruega también
ha sido necesario conciliar intereses opuestos y enfrentar plagas. Pero si nuestro tema es
la vocación del empresario, hay que pensar la vocación de don Alfonso no con las luces de
hoy sino con las luces de medio siglo atrás. Hay que pensar el momento cuando el
gobierno del doctor Salvador Allende le otorgó una subvención para echar las bases de
una industria que todavía no existía. Hay que pensar el momento cuando el gobierno del
general Augusto Pinochet la renovó.
numerosas personas de las cuales las buenas intenciones de don Antonio y don
Alfonso son ejemplos. Nada he dicho para explicar la motivación de aquellas personas
quienes quieren, como ha dicho el padre Hurtado, “hacer el bien, el mayor bien
posible.”15
Esta vez voy a derivar de la biología las raíces de la sociabilidad humana. Del
biólogo suizo vuelto psicólogo Jean Piaget, los psicólogos y los científicos sociales en
general han aprendido que el ser humano es un animal ético.16 Su desarrollo ético se
entrelaza con su desarrollo intelectual. Por ejemplo, en cierta etapa de su desarrollo el
niño adquiere la capacidad intelectual de imaginar cómo el mundo se ve mundo desde el
punto de vista de otra persona. Por eso llega a ser capaz en el plano ético de respetar los
puntos de vista de los demás. Aprovechando de caminos abiertos por Piaget hoy en día
existe un campo floreciente de investigación en materia del desarrollo moral humano.17
La psicología y pedagogía del desarrollo moral cuenta con revistas académicas
especializadas, asociaciones profesionales, maestrías y doctorados, y cualquier cantidad
de aplicaciones de sus hallazgos científicos a la práctica.
Pero hay más. Quiero decir que hoy la ciencia nos enseña que el ser humano
amén de ser ético es también místico. Me refiero a descubrimientos provenientes no
solamente de investigaciones de la estirpe de la epistemología genética de Piaget. Me
refiero también a hallazgos de quienes han investigado las emociones fuertes. Ahora
cito los testimonios
16.- Jean Piaget (1932) Le jugement moral chez l´enfant. F Alcan, París.
17.- Hay una introducción en castellano editado en Chile. Gracia Navarro Saldaña
(2012) Moralidad y Responsabilidad Social: Bases para su Desarrollo y Educación.
Universidad de Concepción, Concepción.
de unos pocos de los muchos investigadores científicos que han indagado los
procesos culturales que transforman las emociones fuertes en formas fuertes de
sociabilidad.
19.- Victor Turner (1983) “Body Brain, and Culture,” Zygon, Journal of Religion
and Science. Vol. 18, pp. 221-45. Entre las fuentes citadas por Turner se destacan las
investigaciones de Paul MacLean sobre la estructura y evolución histórica del cerebro
humano. Ver Paul MacLean (1990) The Triune Brain in Evolution: Role in Paleocerebral
Functions. Plenum Press, New York.
Un segundo nivel del cerebro lo compartimos con los hermanos mamíferos. Aquí
se encuentran afinidades y las emociones humanas principales, como son por ejemplo el
miedo y la agresividad e incluso la agresividad medio juguetona que se observa en los
patios escolares, en los mercados bursátiles, y en los campos deportivos. Es típico de los
mamíferos que en los juegos los chicos desarrollan sus poderes y destrezas físicas. En el
caso humano y en menor medida en algunos otros mamíferos, aprenden en los juegos sus
roles sociales adultos.
El nivel más nuevo y más típico de nuestra especie es el nivel de la gran corteza
cerebral, con sus dos hemisferios derecho e izquierdo. Posee una enorme capacidad para
procesar palabras, formas, símbolos, música, e imágenes. La corteza cerebral hace posible
la cultura, y la cultura hace posible la humanidad. Dicho eso, hay que constatar que la
cultura integra todas las emociones y todo el cuerpo. Integra la rutina en las normas
consuetudinarias. Integra y civiliza las emociones violentas, por ejemplo en el viernes
santo y en el mundial de la FIFA. Integra el frenesí de las muchedumbres exaltadas,
observable hoy por ejemplo en los multitudinarios conciertos de famosos artistas pop, en
el fervor Pentecostal, en las fiestas trasnocheras, y en las marchas políticas. La cultura
integra el cuerpo entero. No hay danza sin pies. No hay parentesco sin sexualidad. No
hay ritmo sin corazón. No hay arte sin manos.
De este breve resumen de las condiciones biológicas del animal cuyo nicho
ecológico es ser el animal cultural, derivo una doble tesis que pretende contribuir a la
explicación de las pasiones que Max Weber encuentra en las vocaciones. El primer
aspecto de la doble tesis es que este animal social que es el ser humano es un ser ético.
El segundo aspecto de la doble tesis es que este animal cultural que es el ser humano es
un ser místico. Es ético en la medida en que es culto, o sea integrado en una sociedad. En
todas las sociedades son fundamentales las normas.
Son las reglas convencionales que regulan y orientan la conducta. El ser humano
es místico porque la cultura sube las emociones a otro nivel, que es el nivel de las
prácticas espirituales y de muchas otras prácticas que integran al individuo en algo más
allá de sí mismo. Max Weber no usa la voz “mística” pero habla de pasión, de inspiración,
y de manía. Victor Turner, complementa sus largos años dedicados a la investigación de la
forma de vida de los Ndembu de Zambia analizando la fisiología del cerebro humano. Se
esfuerza para comprender los ritos que constituyen a una persona humana en sus
relaciones afectivas con sus semejantes, con sus ancestros y descendientes, y con los
espíritus que viven en la selva y en la montaña. En ambos casos, o sea el caso Weber y el
caso Turner, propongo captar el significado de sus aportes con mi tesis que el ser humano
es un ser místico.
Dijo Drucker en el siglo veinte, que el negocio se define por el producto que
aporta al consumidor.21 Algo semejante dijo Platón mucho antes. Más de una vez Platón
esboza una relación triple entre un oficio, un peritaje, y un bien. Un oficio, por ejemplo,
sería ser médico. Su peritaje es la ciencia y arte de la medicina. Su bien es la salud. En
forma semejante, el oficio del zapatero cuenta con sus destrezas y saberes y cuenta con su
finalidad: la confección y reparación de calzado. Y así sucesivamente.
Platón con palabras actuales se puede decir que cada oficio cumple una función
social. El empresario cumple la función de organizar empresas.
20.- El tema de la vocación de servicio de quien realiza un oficio y la disputa con
los sofistas recurre en varios diálogos de Platón, entre otros La República y Gorgias.
21.- “The purpose is certainly to supply an economic good or service. This is the
only reason why business exists. We would not suffer this complicated, difficult, and
controversial institution except for the fact that we have not found any better way of
supplying goods and services productively, economically, and efficiently.” Drucker, obra
citada, p. 85.
Con esta base Platón pudo haber llegado a una filosofía pluralista y pragmática.
Dado que las funciones necesarias para la vida hay que cumplirlas de alguna manera y
otra, se puede cumplirlas de distintas maneras. Se puede mejorar las instituciones
paulatinamente descubriendo medios cada vez más eficaces para motivar y orientar el
cumplimiento de las tareas necesarias y convenientes. Se puede ajustar las instituciones
en forma pragmática según cambien las circunstancias y según avanzan los saberes.
22.- Karl Popper (1957) La Sociedad Abierta y sus Enemigos. Editorial Paidós,
Buenos Aires (original inglés 1945).
Bernardo no es creyente, como no lo fue Max Weber. Sí en sentido lato Bernardo
tiene fe, su fe se identifica con una cálida y muy sentida esperanza del eventual triunfo de
la gran lucha histórica del pueblo chileno en cuyo panteón figuran héroes como por
ejemplo Salvador Allende, Victor Jara, Pablo Neruda, y Violeta Parra. Sin embargo
Bernardo no tardó en usar la voz “vocación.” No tardó en criticar al médico por no tenerla.
Pero los sofistas, ni los de hoy ni los de los tiempos de Platón, no se dejan
convencer por las definiciones de las palabras. Diga lo que diga el lenguaje, según ellos los
hechos dicen que el ser humano es egoísta. Aquí responde Platón con otro argumento.
Esgrime su teoría del amor. Se trata del famoso y a menudo mal entendido amor
platónico.23 Cuando Max Weber atribuye a la persona con vocación una manía en el
sentido de Platón, Weber se refiere a la teoría platónica del amor. El amor es una especie
de locura divina. En el amor uno se encuentra fuera de sí, más allá de sí. Pero al contrario
de lo que pasa en las formas patológicas de perderse, en el amor al perderse uno se
realiza.
Hay más. Platón nos cuenta que el verdadero amante quiere el bien del amado.
Ahora bien. El bien de una persona es sobre todo el bien de su alma. Si dos se aman, cada
uno vela por la salud del otro. Vela sobre todo por la salud de su alma. De este modo el
amor llega a ser una especie de cooperación educativa. Aquí la voz “educativa”
corresponde a un concepto muy platónico de educación articulado por su famoso
discípulo Aristóteles. Dijo Aristóteles que la persona bien educada encuentra placer en la
virtud. La persona mal educada encuentra placer en el vicio.
En su concepto de amor Platón anticipaba el concepto de sublimación de
Sigmund Freud. Freud nos enseña que los mismos fuegos eróticos capaces de quemar las
sanas relaciones humanas dejando una secuela de puras cenizas amargas, en la vida
civilizada son capaces de prestar su poderosa fuerza motriz a la belleza, a la vida
ordenada, al amor romántico, y al trabajo disciplinado.
También en varios textos Platón anticipaba lo que en el siglo veinte Norbert Elias
iba a llamar “el proceso civilizador.”24 Elias se dedicaba a estudiar la transformación
cultural no tanto de las fuertes pasiones eróticas, sino más
23.- Platón trata del amor y de la manía del amor especialmente en sus diálogos
El Banquete y Fedro.
para comprar zapatos. Otro hecho: hay enfermedades serias, entre otras la
disentería, que atacan a millones de pobres precisamente por andar con los pies
desprotegidos. También le llegó a Mycoskie la intuición que la alpargata podría llegar a ser
una moda de calzado apetecida en el primer mundo. Se apoderó de su ser la inspiración
del ahora famoso modelo de negocio “uno por uno.” Por cada vez que el consumidor
compra un par de zapatos, se entrega a un pobre descalzo un par de zapatos igual, de la
misma marca, del mismo estilo. Lo que es más, y lo que da este modelo de negocio un
tono sentimental más humano todavía, se organiza viajes de voluntarios de tal manera
que los zapatos son entregados con cariño. Cada pie y cada zapato es medido
personalmente para asegurar que los zapatos calcen bien a los pies.
Del caso Blake Mycoskie se pueden extraer tres razones generales por las cuales
la segunda duda ineludible es exagerada.
Una segunda lección general ilustrada por el caso Mycoskie es que la ética es
rentable.28
Si uno tiene una motivación sincera por hacer el bien, uno no pierde nada por su
sinceridad. Sin embargo aún a los que les falte una vocación sincera les conviene fingir.
Son numerosos los estudios que confirman lo que el caso de Toms Shoes ejemplifica. La
naturaleza ética y mística del ser humano es tal que los consumidores prefieren las marcas
asociadas con la ecología, con la entrega de valor real y no engañoso al consumidor, y
con las buenas prácticas laborales. Lo mismo se puede decir del personal de la empresa.
Como han dicho Hamel y Prahalad, para conseguir que los ejecutivos y los profesionales y
demás personal de una empresa se comprometan con su misión no sirve la mera
autoridad formal. Hay que promover una cultura de compromiso con los objetivos de la
empresa.29 En ama a un amante, toda la sociedad aprueba y apoya a quien defiende el
bien y lucha contra el mal.
Una tercera lección ilustrada por el caso Mycoskie es que las empresas son
desechables. No mueren porque no viven. El libre albedrío es extensivo a tomar la
decisión necesaria aunque sea triste que la empresa ya no está cumpliendo sus funciones
sociales y debe cerrar. Nunca es lícito robar, mentir, estafar, burlar la ley, y poner en
peligro las vidas de terceros por una supuesta necesidad de salvar la empresa cueste lo
que cueste. En mi calidad de abogado especializado en quiebras he participado en la
liquidación y en la reorganización de muchas empresas, y puedo asegurar que no hubo ni
un solo fallecimiento, ni entre los trabajadores, ni entre los ejecutivos, ni entre los dueños.
Debe haber, y en países avanzados como Suecia hay, políticas públicas que ayuden al
personal de las viejas industrias cerradas a encontrar nuevo trabajo.30 También respaldan
a los empresarios para que emprendan nuevas empresas. Dicen los suecos que se cierran
los negocios solnedgang31 y se abren los negocios solupgang.32 Mycoskie cerró su
negocio de realidades televisadas cuando llegó a ser evidente que no pudo competir con
Murdoch. ¡Tanto drama se pudo haber evitado si la mina San José hubiera cerrado
cuando llegó a ser evidente que el dueño no tuvo capitales suficientes para cumplir con la
ley por abrir un segundo túnel a la superficie! Cuando durante sus vacaciones en
Argentina Mycoskie tuvo
29.- Gary Hamel y C.K. Prahalad, “Competing in the New Economy: Managing out
of Bounds,” Strategic Management Journal. Vol. 17 (1996) pp. 238-39.
30.- Ver los capítulos sobre Suecia (capítulos 5-8) en Howard Richards y Joanna
Swanger (2006) Dilemmas of Social Democracies. Rowman & Littlefield, Lanham MD.
En un sistema comercial puro sin ninguna de las muchas enmiendas que han
confeccionado las sociedades modernas, solamente se hace lo que es rentable. Si no es
rentable por lo menos con un retorno que supera lo que se puede ganar dejando plata
cobrando intereses en una cuenta bancaria, típicamente no se lo hace.
El hecho que una persona necesite vender algo para vivir, sea sus servicios como
trabajador, sea alguna mercancía, no implica necesariamente que vaya a encontrar en el
mercado a quien se lo compre. Así el sistema mismo suele producir una población
marginal, o sea una población de personas que necesitan vender para vivir pero no
encuentran a compradores. Para cada don Antonio, para cada don Alfonso, y para cada
Blake Mycoskie, hay además de los que encuentren buen empleo en las buenas empresas
organizadas por los buenos empresarios, un don José, una doña María y un don Jesús
quienes se encuentran en situación marginal. Tiene mal trabajo mal pagado, o trabajo
precario, o ningún trabajo. No son pocos los integrantes de la clase marginada que eligen
caminos menos sanos a la felicidad como son el alcoholismo y la delincuencia. Todo esto
pasa, sean lo que sean las buenas intenciones de los Antonios, los Alfonsos, y los
Mycoskies.
33.- Dicha entrevista se encuentra en Frances Moore Lappe and Anna Lappe
(2003) Hope´s Edge. Tarcher/Putnam, New York.
34.- Un texto antiguo que se refiere a un llamado de Dios para cumplir un papel
en el plan divino es el sexto capítulo del libro del profeta Isaías en el Antiguo Testamento,
probablemente escrito en el octavo siglo antes de Cristo. Se puede considerar también el
llamado de Dios a Moisés para encabezar la liberación de los judíos de su esclavitud en
Egipto.
funcione y cumpla su función social. Hoy en día las empresas de toda índole
suelen plasmar sus funciones sociales en sus misiones y visiones. Hemos derivado
inspiración de tres empresarios, don Antonio, don Alfonso, y míster Blake, quienes han
demostrado que efectivamente se puede servir al Dios y al prójimo luchando desde la
trinchera del empresariado. De Peter Drucker hemos aprendido que el aporte responsable
de la empresa a la sociedad no comienza en el momento de calcular el monto de valor
creado y luego decidir cómo repartirlo. Comienza antes. Comienza en el momento de
crear empleo. Comienza en el momento de abastecer al consumidor con un producto o
servicio de buena calidad a un precio asequible.
Sucede que para poder cumplir sus funciones sociales las empresas necesitan
capital. El capital es un medio, no un fin. Vivimos hoy en sociedades de conocimiento,
algunos ya las llaman sociedades pos-capitalistas. Los actores claves en las industrias ya no
son quienes por ahorro o por herencia tienen capital para invertir. La verdad es que el
capital sobra. Se ha cumplido lo previsto por John Maynard Keynes en el sentido que hoy
vivimos en un mundo donde ya hay capitales acumulados abundantes. El cuello de la
botella no es falta de fondos, sino falta de proyectos capaces de absorber los fondos en
formas productivas. Enormes sumas circulan en el mundo todos los días en transacciones
especulativas sin encontrar ninguna utilización rentable en las economías reales.35 Los
líderes hoy son más los empresarios que los capitalistas; son los Carlos Slim, los Bill Gates,
los Sebastián Piñera, los Mark Zuckerberg quienes han sabido innovar y crear. Dicho todo
esto, siempre hay que juntar la plata necesaria para realizar las operaciones.
Por ser con mi pareja inversionistas de pequeña escala asistimos recién a una
junta de accionistas de la empresa chilena Masisa. Masisa se dedica a materiales de
construcción con conciencia ecológica. Se encuentra entre el número creciente de
empresas que realizan una triple contabilidad con criterios financiero, social, y ambiental.
El principal proyecto tratado en la junta de accionistas fue una nueva planta en México.
Para juntar el capital necesario la propuesta fue conseguir la mitad del capital de los
ingresos de la misma empresa provenientes de sus propias operaciones. La otra mitad
seria por emisión de nuevas acciones. Me dí cuenta que los accionistas importantes
representados en la sala eran todos AFP. Es así hoy. Los accionistas tienden cada vez más a
ser instituciones. Pero hay también
35.-Ver Charles K. Wilber, “The Casino Economy,” America Magazine. (Revista del
Consejo Episcopal de los Estados Unidos) 2 de Mayo 2011. p.1.
Sea la que sea la fuente de capital, el capital tiene un costo. A eso voy. Para
llevar a la práctica las funciones sociales de la empresa hay que solventar sus gastos. Entre
otros, hay que gastar el costo del capital.
y mal pagado que permanecen inmersos en la extrema pobreza. ¿De dónde van
a salir los recursos como para armar un abanico de apoyo social para emplear a 12
millones? La respuesta está en el concepto de costo del capital y en su concepto gemelo
la renta económica.
Para explicar los dos conceptos llamamos como testigo experto al gran fundador
de las ciencias económicas quien fue Adam Smith. En su obra maestra La Riqueza de las
Naciones, Smith se plantea la pregunta: ¿Cuánto cobra el terrateniente por el uso de su
tierra? La respuesta es: Cobra el máximo que pueda cobrar. Sigue pues la pregunta:
¿Cuánto puede cobrar? La respuesta es: todo menos lo que hay que pagar a los
trabajadores por concepto de sueldo, y menos lo que hay que pagar al agricultor por el
uso de su capital. El agricultor, quien hace el papel de capitalista, exige un retorno normal
y si no lo recibe deserta para trabajar la tierra de otro terrateniente. En fin hay que pagar
los sueldos; hay que pagar el costo del capital. Lo demás es renta. Con los dos primeros la
producción está garantizada. La renta es por lo tanto lo que sobra una vez pagados todos
los gastos necesarios para conseguir la producción.37
Un siglo después otro gran economista, el suizo de habla francés León Walras
demostró que la teoría de la renta se puede generalizar a cualquier ingreso mayor que lo
necesario para realizar la producción. En un primer momento se trata de las rentas de las
tierras, de las minas, de los bosques silvestres, de los aguas, y de los recursos naturales en
general. En un segundo momento el concepto de renta económica se refiere a cualquier
incentivo redundante, o sea cualquier ingreso mayor de lo que es necesario para
conseguir la producción.38 Se refiere por supuesto a las ganancias de especulaciones que
no cumplen papel productivo alguno.
37.- Adam Smith (1776), La Riqueza de las Naciones (varias ediciones). Libro Uno
(de los cinco libros que componen la obra) capitulo once. La doctrina de la renta como
excedente no necesaria para incentivar la producción se asocia comúnmente con David
Ricardo quien posteriormente elaboró de una manera más formal las ideas en principio ya
presentes en Smith.